3 minute read

Coaching: Vivir aprendiendo

Next Article
Autoexploración

Autoexploración

Siempre en movimiento

Por la Lic. Daisy Abente, psicóloga y coach ontológico

Advertisement

Una de las cosas que caracterizan a los seres humanos es que somos puro vida, y en esa vida somos cambio, evolución, movimiento y crecimiento. Para que esto suceda, es necesario apropiarnos de nuestra vida y empoderarnos para disfrutarla plenamente. Obviamente, ligada a la vida está la muerte, pero en esta columna elijo pensar en lo primero.

Somos aprendices por naturaleza, e instintivamente tenemos la capacidad de adaptarnos al medio, sobre todo para sobrevivir. La vida en sí misma es un regalo maravilloso que nos permite la oportunidad de vivirla, gozarla, disfrutarla, sufrirla o padecerla, según la forma en que la miremos. Algunas personas tienen la sabiduría de poder gozar cada minuto, de vivir intensamente, y otras personas pierden esa fuerza vital al enroscarse en algunas etapas, influenciados por el afuera y evitando la capacidad de vivir desde adentro, o tienen una mirada negativa de la misma.

La vida naturalmente presenta polaridades, mostrándonos contrastes entre la noche y el día, la alegría y la tristeza, el amor y el odio. Cada matiz es importante, nos hace valorar cada estado que vivimos. Esto sucede al dar la bienvenida a cada momento, sin etiquetarlo, simplemente viviéndolo para que, finalmente, estemos agradecidos de haberlo experimentado.

“Si buscás resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, es una frase célebre del genio Albert Einstein que nos subraya la importancia del cambio interior para visibilizar los resultados externos. A fin de hacer cosas diferentes y saber a dónde voy, indudablemente, debo viajar a mi interior, conocerme y saber qué quiero.

Algunas preguntas que pueden abrirnos a encontrar nuestras propias respuestas son: ¿qué me molesta hoy de mí?; ¿puedo reconocer algunas cosas que quiero cambiar?; ¿qué quiero?; ¿qué me propongo?; ¿estoy satisfecho con lo que soy y, por ende, tengo hoy?; ¿hay algo de mi vida que me cansa o no quiero que me pase más?

Si bien todos somos educables, a veces nos cerramos a seguir aprendiendo. Esas excusas no siempre son conscientes, sino que están solapadas; incluso, es el mismo sistema en el cual nos desenvolvemos el que las promueve.

Somos aprendices por naturaleza, e instintivamente tenemos la capacidad de adaptarnos al medio, sobre todo para sobrevivir.

Estos son algunos errores frecuentes que cometemos y nos cierran a seguir aprendiendo:

No tengo tiempo

En pleno siglo XXI, cuando el tiempo es más que escaso, dada la cantidad de estímulos y la rapidez en la cual vivimos, por supuesto que lo que más se escucha es “no tengo tiempo”. Ese recurso finito es el que debemos saber administrar para luego quedarnos con la sensación de que hicimos lo que quisimos. Tiempo tenemos, lo que no ponemos son prioridades.

Querer tenerlo todo “claro” siempre

Es la certeza continua de tenerlo todo bajo control. Este error nos lleva a perdernos de la incertidumbre, de lo inesperado, lo novedoso, lo creativo. El acto de aprender supone confiar y entregarnos a la experiencia. Muchas veces, no sabremos para qué hacemos tal cosa en el proceso, pero, simplemente, necesitamos confiar y pasar por la práctica.

Incapacidad de declarar ignorancia

Es no poder decir no sé. Obviamente, para poder aprender algo tengo que reconocer que no sé hacerlo, que no tengo esa competencia incorporada. Este enemigo del aprendizaje se puede relacionar con el temor a hacer el ridículo, pensar que reconocer mi ignorancia puede dejarme mal parado. Entonces, prefiero callarme y suponer que sé, cuando en verdad no sé. Por lo tanto, me limito a no aprender.

Ceguera cognitiva

Es cuando no sabemos que ignoramos algo. De alguna manera, vivimos en una ceguera cognitiva, ya que en este mismo instante no podemos conocer los nuevos descubrimientos que puedan estar realizando los científicos. Ahora bien, una vez que tenemos acceso a la información o conocimiento, ya no podemos desconocer eso. Mientras no lo conozcamos, no sabemos de las grandes oportunidades que nos perdemos.

Olvido del cuerpo

Considero este punto el más relevante ya que, culturalmente, tenemos un olvido del cuerpo. Desde el coaching ontológico promovemos la triple mirada al ser —cuerpo, emoción y lenguaje—, por lo tanto, podemos aprender desde estas tres instancias que cualquier intervención que hagamos en alguna de ellas, tendrá un efecto en nosotros. Necesitamos pasar el aprendizaje a la experiencia corporal, vivirlo desde el cuerpo para poder internalizarlo; por lo que es necesario reconocer nuestro cuerpo, aprender a escucharlo, cuidarlo y usarlo como canal válido para aprender.

¡Qué buena oportunidad tenemos de abrirnos al aprendizaje para crecer, buscar ser más felices y más plenos desde hoy! El proceso puede ser doloroso e incómodo, y vale la pena pasarlo. ¿Cuán abierto al aprendizaje estás? ¿Cuáles son tus errores más frecuentes a la hora de aprender? ¿Qué estás dispuesto a hacer para pasar por la prueba?

Te animo a que te desafíes a vos mismo y te pongas en acción para sumar a tu propio aprendizaje, a tu propia vida, que vale la pena vivirla.

Para más información y consultas, escribí a dabente@superarte.com.py

This article is from: