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Escucha tu cuerpo

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¿Ansiosamente?

¿Ansiosamente?

El acelerado ritmo de vida al que el mundo nos tiene acostumbrados, nos ha llevado a silenciar las cosas realmente importantes. Hemos perdido la conexión con Dios, con los demás y hasta con nosotros mismos. Debido al exceso de trabajo y de responsabilidades y a la hiperconectividad que mantenemos, olvidamos que Dios hizo “sabio” a nuestro cuerpo y por eso este nos envía señales continuamente que no debemos ignorar, pues muchas veces, esas señales, traducidas como dolores o malestares no son muestras de cansancio o el estrés, si no síntomas reales que pueden traer graves consecuencias para nuestra salud.

“Después de mi segundo embarazo y de la lactancia, mi período comenzó a cambiar. De ser una persona muy regular, pasé a ser irregular y a tener menstruaciones dolorosas y excesivamente abundantes que aparecían casi en cualquier momento del mes y me incapacitaban terriblemente. Sin embargo, lo normalicé pensando que a todas las mujeres nos pasa y que, simplemente, mi cuerpo había cambiado. Después de mucho tiempo, di con una ginecóloga que se interesó en mi caso, me hizo los exámenes que necesitaba y descubrió que sufría de una enfermedad llamada adenomiosis y necesitaba una cirugía. Esto tal vez no hubiera sido necesario si me hubiera tratado antes. Fue un alivio para mí, pero también una lección: sentir dolor no es normal y no debemos acostumbrarnos. Hacernos los fuertes e ignorar el dolor solo puede agravar la situación”, cuenta María a Hechos&Crónicas.

La importancia de escuchar las señales

Cada dolor, molestia o cambio en nuestro organismo tiene una razón de ser. Ignorar o minimizar estos síntomas puede retrasar el diagnóstico de enfermedades graves. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades no transmisibles (ENT) son responsables del 71 % de todas las muertes a nivel mundial, lo que equivale a 41 millones de personas cada año. Muchas de estas muertes podrían haberse evitado con una detección temprana y tratamiento adecuado. No se trata de convertirse en un hipocondriaco y correr a urgencias ante el más mínimo dolor, pero sí de aprender a escuchar a nuestro cuerpo, comprendiendo que Dios puso los síntomas como señales de alerta para que aprendamos a ser los mejores mayordomos de nosotros mismos.

Casos comunes de dolores que no debemos ignorar:

Dolor de espalda:

Aunque puede ser causado por malas posturas, también puede ser señalar problemas renales, infecciones, o incluso problemas en la columna vertebral. Según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS), aproximadamente el 80 % de los adultos experimentan dolor de espalda en algún momento de su vida.

Dolores abdominales persistentes:

Generalmente los pasamos por alto, pensando que se relacionan con una comida que nos cayó mal, pero si se trata de algo frecuente, pueden ser un signo de problemas digestivos, úlceras, o incluso cáncer gastrointestinal.

La Sociedad Americana del Cáncer estima que en 2023 se presentaron alrededor de 107 mil nuevos casos de cáncer de colon en los Estados Unidos.

Dolores de cabeza frecuentes:

Si bien pueden ser resultado de tensión o deshidratación, también pueden indicar fallas de visión y problemas neurológicos que requieren atención médica.

Según la Fundación Americana de Migrañas, más de mil millones de personas en todo el mundo sufren de migrañas. Aproximadamente el 12 % de los estadounidenses experimentan migrañas, y el 1 % de la población mundial sufre de cefalea crónica diaria.

Dolor en el pecho:

Muchas veces es asociado al estrés, sin embargo, este síntoma puede ser un indicativo de problemas cardíacos. Ante cualquier dolor fuerte o persistente en el pecho, es vital consultar con un médico para descartar enfermedades del corazón.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), cada año cerca de 805 mil estadounidenses sufren un ataque cardíaco.

No se trata de convertirse en un hipocondriaco y correr a urgencias ante el más mínimo dolor, pero sí de aprender a escuchar a nuestro cuerpo.

¿Qué podemos hacer?

1. No autodiagnosticarse:

Un estudio de la Universidad de Harvard reveló que el 35 % de los adultos se automedican sin consultar a un médico. Es fundamental evitar la automedicación y buscar atención médica ante síntomas persistentes.

2. Chequeos médicos regulares:

La Asociación Americana del Corazón recomienda chequeos médicos anuales. Sin embargo, un estudio del CDC muestra que solo el 49 % de los adultos se someten a chequeos regulares. Programar visitas regulares al médico puede ayudar a detectar problemas de salud antes de que se agraven.

3. Escuchar y observar:

Un artículo publicado en el Journal of Family Medicine and Primary Care señaló que el 60 % de los pacientes con síntomas graves esperaron más de seis meses antes de buscar atención médica. Aprender a escuchar nuestro cuerpo y observar cualquier cambio es fundamental para una detección temprana.

4. Un estilo de vida saludable:

Según la OMS, la falta de actividad física es uno de los principales factores de riesgo de muerte en todo el mundo, contribuyendo a 3.2 millones de muertes anuales. Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y reducir el estrés puede prevenir muchos problemas de salud.

Honrar a Dios con nuestro cuerpo

Al leer el comentario del apóstol Pablo, en 1 de Corintios 12:14-27, siempre analizamos la analogía del cuerpo con la iglesia y de lo que somos para el cuerpo de Cristo. Sin embargo, esta analogía tiene un significado más simple y es recordar que nuestro cuerpo es un sistema complejo que Dios creó y que vale la pena detenernos a cuidar. Un estilo de vida saludable, aprendiendo a comer, a moverlo regularmente, a controlar el estrés y descansando adecuadamente, debe funcionar sin mayores contratiempos. Si algo adicional surge, es porque nuestro cuerpo nos habla y nuestra responsabilidad es escuchar y consultar para evitar situaciones más graves y complicadas. No normalizar el dolor es un acto de amor propio y una forma de prevenir enfermedades y garantizar una mejor calidad de vida. La salud es un tesoro que debemos cuidar, y prestarle atención a las señales que nos da nuestro organismo puede marcar la diferencia entre una vida plena y una enfermedad grave. Esto también es mayordomía y una manera de honrar a Dios con todo lo que somos.

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