4 minute read

¿Deberían los cristianos celebrar San Valentín?

Por: Doris Moreno, licenciada en Teología y especialista en consejería en Christian Logos University.

Según la leyenda, esta fiesta se origina durante el imperio romano en honor al dios Luperco, cuyo nombre se deriva de lupus (lobo), animal que representa al dios fauno, y se celebraba entre el 13 y 15 de febrero de cada año, caracterizándose por su alto grado de obscenidad, lascivia, perversión, y actividades sexuales ilícitas.

Por otro lado, existe otra versión la cual se origina en el siglo lll, bajo el gobierno del emperador Claudio ll quien dio una orden estricta de que los hombres jóvenes no se podían casar, con el fin que pudieran alistarse de manera permanente en el ejército. Ante esta prohibición, un joven sacerdote llamado Valentín se opuso radicalmente y decidió celebrar matrimonios en secreto entre parejas jóvenes y de paso los invitaba a la conversión al cristianismo.

En el año 269 después de haber sido apresado por su rebeldía al emperador, murió lapidado y decapitado. Más tarde la iglesia católica declaró el día 14 de febrero como “el día de los enamorados” o día de “San Valentín”, para conmemorar su muerte.

Entre los siglos XIX y XX

La celebración traspasó casi todas las fronteras geográficas y culturales iniciando la gran ola comercial y de consumo.

Pasó de ser una celebración con enfoque romántico, a un negocio de interés meramente económico.

Un estudio de Bankinter Consumer Finance, señala que los españoles gastan: Más de 60 mil euros cada año para pagar flores, tarjetas, perfumería de lujo, cenas de restaurante, etc.

Según la Federación Nacional de comercio de los Estados Unidos, se calcula que ese día, los estadounidenses gastan alrededor de 26,000 millones de dólares en regalos.

Según el Grup Món de Cataluña, esta fecha también es denominada como el “Día del Amante” o el “Día del Infiel”, y es común tener un alto movimiento económico en bares, discotecas y moteles.

Símbolos de esta fiesta

Cupido

Imagen representada por un niño con alas y un arco con flechas que atraviesa dos corazones. Este personaje se conoce también como el dios eros, hijo de afrodita, diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Para los romanos es el dios del amor, hijo de Venus y Marte.

Corazón Rojo

Es una de las imágenes más representativas. Evoca romanticismo y se ve frecuentemente como adorno en cajas de chocolates, tarjetas, ramos de flores e infinidad de regalos.

¿Los cristianos debemos unirnos a esta celebración?

Analizando lo anterior, nos damos cuenta que si esta festividad procede de Luperco, es una fiesta totalmente pagana y pervertida; por otro lado, si proviene en honor a San Valentín, sería una festividad de la iglesia católica que invita a la idolatría y a la evocación de los muertos.

Pensemos en esto. Es importante tener espacios para expresar amor a la pareja y sabemos que existen otras fechas especiales, pero es importante entender que cuando existe verdadero amor, el hecho de tener al ser amado, debe convertirse en la máxima satisfacción y cada día debería celebrarse.

El amor genuino, que viene de parte de Dios no necesita una fecha especial para decir ¡te amo! El verdadero amor va más allá de palabras y regalos, está construido sobre fundamentos morales como fidelidad, respeto, honestidad, perdón, tolerancia, paciencia, bondad, humildad y compasión. El amor verdadero se origina en Dios porque Él es amor, y no se limita a circunstancias osentimientos. Se ama al otro a pesar de sus debilidades y defectos.

La Biblia expresa en 1 Corintios 13:4-7 lo siguiente: El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni presumido ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.

El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Cuando tenemos a Dios que es la fuente del amor verdadero, no tenemos necesidad de dejarnos seducir por la corriente que ofrece el mundo. La Palabra de Dios enseña a diferenciar el bien y el mal, y cada cual decide en su corazón si obedece a Dios o se deja llevar por lo que el mundo ofrece. El amor de Dios es el único amor verdadero que satisface el alma y el espíritu, es el único amor que perdura para siempre.

This article is from: