CUADERNOS DE POESIA
INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA
San Juan de Puerto Rico
1961
CLARA LAIR Poesías
LARA LAIR nació en un pueblo de las montañas de Puerto Rico, miembro de familias distinguidas en las Letras y en la política del país. Su verdadero nombre es Mercedes Negrón Muñoz.
La Biblioteca de Autores Puertorriqueños publicó en 1937 su primer libro de versos Arras de cristal, que mereció premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña y favorable acogida de la crítica. Obra de «angustia musical y profunda, expresada con valentía poética admirable», lo conceptuó Antonio S. Pedreira, y Luis Lloréns Torres no vaciló en saludar a su autora como «alma gemela de Alfonsina Storni». En 1950 la misma editorial dio a la estampa su libro Trópico amargo, que recoge y continúa la producción anterior, añadiéndole el grupo de poemas titulado Más allá del poniente, y el que da su nombre al volumen, igualmente distinguido con premio del Instituto de Literatura.
Clara Lair trabaja al presente en la preparación del libro en prosa Memorias de una isleña, algunos de cuyos capítulos viene publicando adelantadamente la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Los poemas reproducidos en el presente Cuaderno proceden del libro Trópico amargo.
CUADERNOS DE POESIA CLARA LAIR
Ilustraciones de Alfonso Arana
INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA
San Juan de Puerio Rico
1. 90 Y
EDICIONES DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA
PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPANA - OFFSET RVMBOS, RAMBLAS, 23, BARCELONA
INDICE
LOS SONETOS DE LO IRREPARABLE DOBLES.
LETANIA EGOISTA. PARDO ADONIS
YO: ea
FANTASIA DEL OLVIDO NOCTURNOS
POLEN. INSOLENCIA
CARTA A ADA ELENA. ORGULLO CREDO ANGUSTIA
LULLABY MAYOR
LOS SONETOS DE LO IRREPARABLE
A mi cuerpo.
Rica y potente savia te dio la exuberancia que te adornó de flores y aromas tempraneras...
Honda raíz de instinto infiltró en tu fragancia el veneno de ansias y anhelos sin esperas...
Y así me diste a medias y a medias me entregaste. Que oculta y silenciosa, luz perdida en tu noche, no se rindió a hombre alguno ni siguió tu desgaste la esfinge que en tu fondo te miraba en reproche...
[11]
Cuerpo insolente y frágil, surgiste del arcano, lejos e inaccesible para el Unico y Uno, que encontró tardíamente tus caídos despojos...
Caprichoso y rebelde, inquieto e importuno, ni siquiera lograste florecer a sus ojos, ni siquiera supiste deshojarte en su mano... II
¡Ah, si fuera posible el milagro perenne del árbol que se seca y retoña en verdor, en esa arcilla tuya, y tornaras indemne a ser como en la hora del aroma y la flor...
Hoy que sé lo que pides, lo que das, lo que niegas.
Hoy que sé tu verdad y tu engaño y la impura fulgurante ilusión que te arrebata a ciegas y el derrumbe final de tu vana locura...
Hoy que sé lo que eres hoy que soy triste y sabia; que conozco lo pérfido de tu ardorosa labia y la herida incurable que da tu frenesí...
¡Cómo te dominara como a una torpe fiera, como a un niño salvaje que toca cuanto hiera, al negarte el veneno que tú me diste a mí...!
haya de rodear muda la quietud del estanque...
¡El amor... turbio fondo! ¡La ilusión... alas idas!
Y un flotar silencioso de cosas destruidas...!
La carne de mujer tiene sino de rosas...!
No más fin que cuajarse, perfumar dulce y vaga..
Y que abran otras rosas, imán de mariposas, mientras ella se mustia, lividice y se apaga...!
El alma de mujer tiene sino de hiedra!
Se enreda al pecho-hombre, se enmaraña, se adhiere... y, tronchada y marchita, cuando el otoño hiere, ‘sigue como fantasma impregnada en la piedra.
Señor..., ¿tú no te cansas de hacer las mismas cosas?
Las mismas cosas tristes: el apagar de estrellas, y el desatar del rayo y el deshojar de rosas...
¡Siempre fuego en tu mano, siempre polvo en tus huellas!
Señor..., ¿jamás se turba tu divina paciencia en la trunca tarea, infinita y tenaz, de levantar el pétalo y el color y la esencia... ...porque un polen furtivo cree otra rosa fugaz...?
¡ Y no estás ya cansado de ser supremo y fuerte, ‘OULU: y omnipotente y mudo al grito desvalido del alma humana... el triste pétalo perdido que cae por siempre al fondo inmóvil de la muerte... !
E. , N
LETANIA EGOISTA
¡Ay, sólo quisiera vivir las mismas cosas de distinta manera!
Volver a florecer; saberme florecida ; y balancearme al ritmo más quieto de la vida!
En el jardín salvaje del amor ser altiva planta, que no florece sino al que la cultiva.
Desterrar de mi torre de reposo y de pan, la pirueta a lo absurdo de Pierrot y Don Juan.
[16]
Mi maestro sajón, que burló mi donaire, y que trocó mi canto en bostezos al aire.
¡Ay, sólo quisiera vivir las mismas cosas de distinta manera!
No dar nada de más; dar sólo lo pedido; y retirarlo al punto si no es retribuido.
En fría selección de rosales-y eras, desparramar mi yo por las cosas certeras.
Lanzar mi vanidad en la ruta trazada de lo que ya está hecho, de lo que cuesta nada.
Volver a revivir, fuerte, dura y fornida, y caminar atlética y autómata la vida!
¡Ay, sólo quisiera vivir las mismas cosas de distinta manera!
Mirar el mundo todo como brusca humorada, y a cambio de su nada darle también mi nada!
PARDO ADONIS
De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino...
Vino de tedio tinto!
Hincha a solas el río seco de mi instinto!
Hincha y suelta mi río hacia el bosque perdido de lo desconocido
El día, pardo Adonis, donde mi tedio estanco, ) 7; es todo blanco... a ( a (1 N
Tedio de la blancura, del color sin color...! A
Por tu cuerpo y la noche, de mis ojos lo arranco!
¡Mis ojos quieren sombral!
¡Mis ojos quieren triste resplandor!
Mi pena quiere alfombra y cortinaje negro...
Mi pena quiere frente a sí el allegro de máscara de tu reír sin fondo...
Tu risa, flor de hiel!
De mi guarda, la raza, fugitiva me escondo, y un éxtasis mi alma a tu cuerpo le roba...
Extasis hondo de selva de caoba, de canela, de miel...
De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino...
¡Mi orgullo rancio en él te doy!
Tu... que quisieras ser lo que yo soy:
¿no adviertes de mi estrella el menoscabo?
Tú... que fuiste mi esclavo:
¿no palpas la carcoma de mi raza?
Tú... a quien yo quemé la piel y di mordaza:
¿ho gozas en el rictus de mi alma quebrándose, el espasmo salvaje de tu alma vengándose?
Cómo no sorprenderme y ofuscarme la vulgar maravilla que soy; yo que extraigo de yerbas mi sangre, y de mi sangre extracto un Dios!
¡Río de yerbas líquidas buscando el desagiie en el mar de que partió...
Maravilla vulgar busco linaje
para mi alquimia en una maravilla-Dios... S mientras las yerbas traen a mi erigranaje el zumo que destila en mí a mi yo.
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FANTASIA DEL OLVIDO
Por dos pupilas verdes... ¡ tanto y tanto penar!
¡ Yo que tengo las hojas, los montes y el palmar,
y el verde ágil y luminoso del mar...!
Haber penado tanto por un parco decir! =N
Yo que tengo la brisa, y el reír y el gemir a de los pájaros ávidos del tramonto zafir...!
Por dos brazos relentes haber penado tanto!
Yo que tengo la tierra, y el perfume en su manto, yr Wh YAM ai ri Es AN T wall mu y la lluvia, en la noche, que me acuna a su canto!
«¡ Ya no viene...!», solloza la sombra que te aguarda, vagabunda en la tarde, donde sin fin te pierdes...
Y lloran los almendros sobre la tierra parda, dos grandes hojas verdes!
«j Ya no viene...!», musita el coqui entre las frondas, remedando mi angustia en su silbar-lamento...
1 ¡ Y lleva en el silencio el bogar de las ondas,
7 las gotas de tu acento!
Esta noche la luna... ¡qué triste globo yerto!
Tu camino sin pasos sus rayos tocarán
SS tus palabras en éxtasis los bejucos temblantes
Nunca jamás las palmas tu senda escoltarán al rodar a tus pies las cocuisas errantes !
Ya no viene... no viene...! Dice la atroz canción, YY, YW todo lo que te aguarda, como una imprecación...
¡Quién mirando a una estrella la noche de mi muerte
pensará qué se ha hecho, dónde está, y qué mano luminosa y fantástica la ha recogido inerte y la impulsa reviva al vuelo sobrehumano... !
¡Quién mirando a la luna recordará la pálida faz, el mirar desolado... y el alma siempre llena de ansiedad de crisálida, aleteando inconforme en el vivir claustrado!
Y cuál de los que amé, mirando al cementerio - evocara mi voz, mi mano, mis primicias; y tornando a su casa súbitamente serio, ¡esa noche la hembra no sabrá de caricias!
Quizás tú, torvo amante, despiadado y perverso, que rocé como a rosas y cual puñal me heriste... por la gloria insoñada de quedar en mi verso serás en esa noche un poco bueno y triste...
Y pasarán los años y se habrá muerto todo... Tus ojos y mis ojos serán polvo en los yesos. De noche las estrellas arañarán el lodo, por raspar fuegos fatuos de tus huesos...
De mí quedarán versos... De ti quedará un hijo...
Quizás un hombre manso, de paz, rutina y calma; un hombre en quien tan sólo esté tu nombre fijo, ¡con nada de tu cuerpo y nada de tu alma!
Pasarán los amantes bordeando el cementerio hacia el sitio de mar, de luna y de palmeras donde tu ardor prendiera mi selva de misterio del fondo de mis pies al fin de tus ojeras...
Estarás muerto... muerto... Ningún cuerpo lascivo buscará tus palabras, tus besos ni tus risas... y sólo por los versos que esta noche te escribo alguna mujer triste amará tus cenizas...
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POLEN
4 | + \
| Déjame ser a veces cruda como la tierra, | eee" . abruptacomoelagua,rápidacomoelviento...
Déjame ver un punto lo que el instinto encierra, \|antesdequelovuelvatrizaselpensamiento...
Queestesuspiroinformequecondensalanada | \ sehagatruenoatuoídoyunaestrellaloescuche... ¡Yqueamívuelvaluegolaquietudeducada se de algún libro en su estante o la perla en su estuche!
INSOLENCIA
¡Oh, vida, roja y negra! Dame para mi última emoción una estrella; un fulgor de crisantemos dormidos, un susurro de sedas; y una voz de arpa, ¡oh, Hamlet! que sacuda las bellas cosas yertas que yo creí en mis libros cuando niña...
¡Oh, vida, cielo y tierra!
Antes que el feo invierno me selle con su mueca, dame a tocar, de igual a igual, el polvo extraño con que formas la belleza...
7 Dame un vino raro, un vaso raro,
Yo crispara a tu Hamlet, Z mi locura de Ofelia...
Yo abatiera en tu Hamlet,
mi insolencia de Hedda... (Las cuevas de la muerte y de la vida, que perpetúen los machos y las hembras.) [28]
CARTA A ADA ELENA
A Josefina Rincón.
Ada Elena, esta noche vi al hombre que tú amas. Tú estás allá perdida en la ciudad inmensa. Entre los rascacielos va tu figura tensa de silencio y amor, como una esfinge en llamas.
Esta noche lo he visto... Sus altos hombros recios se inclinaban un poco; sus ojos altaneros miraban tiernamente los seres pasajeros...
Tiernos sus ojos, hechos de todos los desprecios.
Y yo pensé un instante que acaso estaba triste...
Porque el hueco en su hombro por tan corto tuviste; porque fuera tan parca sobre ti su mirada, un leve regocijo tocó mi alma angustiada...!
Cuando de pronto, oh, amiga, de sus labios que oíste tanto y tan poco... ¡brotó alegre una gran carcajada...!
Ada Elena, no sueñes, no esperes, no imagines. Mira el amor, si pasa, cual zumbador sin tiento.
No seques, por claustrarla, la flor de tus jardines. No tases oro-puro lo que se lanza al viento.
El amor es fugaz y es frágil y es pequeño. Girasol del instinto, no mide si cambió en mitad de la ruta de un sueño, hacia otro sueño... El hombre que tú amas lo acata: tú y yo no.
Ada Elena: en las calles hay cien mil hombres ávidos. Resplandecen las luces. El vino en oros pálidos, o en rubíes encendidos, pinta en bello la vida...
«El amor es fugaz y es frágil y es pequeño...»
Ríe, bulle, enloquece... Y cuando llegue el sueño, ¡duerme con el olvido de la bestia rendida... !
ORGULLO
Y verá frío el mundo mi gran calor humano...
Apretados los labios al torvo sentimiento, será un chocar con mármol el roce de mi mano, y a mi miel la quietud dará un agrio fermento...
Seré lo que otros quieran que dignamente sea..
A toda racha fuerte le haré gesto de abrigo...
Y llegará el momento en que la vida vea como un ruido en que entro y una fila que sigo...
Caerá por fin la muerte sobre la absurda maja del arte y el amor... ¡pero del hecho insano nadie ha de hallar ni rastro de mancha en mi mortaja!
Que tapiada mi boca, enclavada mi mano, le llevaré en prestigio al hambre del gusano la cola de mi estirpe tendida por la caja...
CREDO
Creo en las nubes, en la luna y en las estrellas. En todo lo lejano e inaccesible, y creo en las diez cosas sorprendentes por bellas, flores extrañas del tosco mundo en que nací.
Creo a veces también en la pura leyenda de un Padre Eterno orlado de querubes, y que un día final su mano se me tienda más acá de los soles, más allá de las nubes...
Y creo a veces no más en la recta serena rutina y maravilla de las evoluciones.
Y que, espiral eterna, mi alma llegue a la plena e infinita belleza de las constelaciones...
Viniendo más mi paz de flautas y violines que de arenga y de pólvora, desde joven más que a Napoleones y Marxes y Lenines, amé al niño Mozart, a Chopin y a Beethoven...
rey
"4 No creí en hacer versos, ni acato la tarea
AA YALE tit, 2 UN N A i," de buscar consonantes y métrica y compás... y [O SS AO o SF Cuanto escribí dictómelo inquietante la idea, y el ansia de armonía hizo en mí lo demás...
En un libro pequeño de páginas ya mustias, sin vanidad ni lucro, por otros y al azar...
dejo a toda mujer rastro de mis angustias, mi gran hambre de amores, y mi sed de olvidar...
En mi historia de amor, yerma y errante, = un gran triunfo de mujer abrigo: nunca arriesgué un amigo en un amante, e hice de un mal amante un buen amigo.
Acaso aún vive en mí aquel compañero de una hora vaga, indefinida, inerte, que me ocultó una noche su prisa de viajero, me dijo: «Hasta la vista»... y se perdió en la muerte.k
Y fui obrera al azar... Como otra endecha mi aliento y ritmo de labor di al viento... Que en mi obra de mano y pensamiento ni cuidé de la siembra, ni avisté la cosecha...
El pensar hondo y el sentir profundo salvaron mi ilusión de la falsía de escuchar en mi voz un mensaje hacia el mundo, cuando el mensaje a mí... lo aguardo todavía...
Inepta para dar ecos diversos al saber que me halague o que me riña, escribo a veces por aquella niña que lloró un día al escuchar mis versos.
Y por aquel desconocido hermano —lector de Pardo Adonis— que una tarde me halló en la vía, me extendió su mano, balbuceó un poco... y se alejó cobarde.
jAy, la emoción de aquella voz quebrada por la crueldad de siglos, todavía la llevo mi memoria encadenada como el mejor tributo a mi poesía!
Creo en las nubes y en la luna... Creo en el lazo de Dios de lo terreno a lo celeste...
Mientras hundo
aquí en el polvo mi cansado paso lanzo a los cielos mi mirar profundo...
Cuerpo en cadena, en lacería, en mellas; alma sin muro, ni confín, ni ocaso... donde termina mi ilusión del mundo comienza mi ansiedad de las estrellas...
ANGUSTIA
A Manuel García Cabrera.
A veces soy tan lejos, lejos de todo esto.
A nada me acomodo, en nada me recuesto. Las palmas, los coquíes son sonido, paisaje... yo siempre estoy ausente, yo siempre estoy de viaje. En vano es que mi alma se incendie con afanes y se prenda a los rojos potentes flamboyanes, ni que por los caminos se me fugue el anhelo... para topar de pronto la montaña y el cielo.
...Y el andrajo de pajas del pobre caserío, y el andrajo de gentes y el escuálido río, y los pueblos cuadrados con la iglesia en el centro
E y el cementerio junto: estanques muertos dentro delperennebullirysaltardelasolas, perenne ante mi alma impaciente y a solas. Por doquiera que voy, por doquiera que vaya, en el vaho soporoso de mestizo y quincalla...
La misma semimuerta vida del pueblo atado por el mar implacable, de costado a costado...
...(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno, que no mira a mis ojos y que mira a mi seno, que masculla entre dientes una frase lasciva
E cuando paso a su lado desdeñosa y altiva...)
Y a veces soy tan de ellos y son ellos tan míos!
¡Las palmas, los coquíes, el monte, los bohios...!
El escuálido río, que es como mis hazañas, cintajo de rumores encerrado en montañas !
Y mi amor en tinieblas, sollozando escondido, como un triste y oculto coquí despavorido!
Y el mar, perenne mar, que me exalta y me abate, que es como el corazón, en un late que late perdido enel vacío, y oído, tan oído, que ya no sé qué lleva ni sé lo que ha traído...!
...(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno... ¡Ah, qué sienes viriles exaltará mi seno,
que no torne cenizas la llamarada esquiva WY/ que encendiera en mi cuerpo su mirada lasciva... !) 7 Z
LUBALLY MAYOR
Duerme, mi niño grande ; duerme, mi niño fuerte: que el juego del amor rinde como la muerte.
Alas le dé a tu sueño el éter de quimeras que ha dejado en tu rostro tan dolientes ojeras.
Calma le dé a tu sueño el mar de los sentidos © que ha dejado tus brazos tan largos y tendidos.
Duerme, mi niño grande; duerme, mi niño fuerte: que el juego del amor rinde como la muerte...
(¡Allá afuera es la luna y el marullo del mar, en la fragua del trópico brillando por quemar!
¡Allá afuera es la esencia-veneno del jardín, y los pérfidos astros avivando, encendiendo azabache, alabastros en carne negra y blanca: la caldera sin fin del trópico, trasmutando los cuerpos al corto cielo erótico.)
Duerme, mi niño grande; duerme, mi niño fuerte: que el juego del amor rinde como la muerte.
(¡Allá afuera es el negro camino de miasmas, y mi sombra acechando tu sombra entre fantasmas!
¡Duende callado y ágil, vigílame la puerta! Que se va si despierta!)
ae E. mn > => — — - <> > Me quedaré a tu lado quieta, casta e inerme, mientras tu alma sueña, mientras tu cuerpo duerme.
Quizás ningún empeño de mi cuerpo y mi alma te dé lo que ese sueño.
Bp)
Quizás la vida fuerte es nada ante la calma que te dara la muerte.
7 (¡Marúllo del mar, cállate; sepúltate, coquf!
q ¡Que asi, dormido o muerto, quién lo aleja de mi...!)
| Duerme, mi niño fuerte; duerme, mi niño grande: el sueño de la vida con la muerte se expande...
(¡ Porque no amara a otra, que ni a mí misma amara ! ¡ Que la tierra por siempre sus brazos desquiciara ¡Ay, si no despertara |)
La impresión de este Cuaderno de Poesías se terminó el mes de junio de 1961. Se hizo un tiraje de 5.000 ejemplares en los Talleres Gráficos de «EDICIONES RVMBOS»
Barcelona (España)