RICP n.13
El nĂşmero trece de la tercera serie de la revista del Instituto de Cultura PuertorriqueĂąa
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Instituto de Cultura Puertorriqueña Junta de Directores
Eduardo Arosemena - presidente Carlos Rubio - vicepresidente José Luis Vargas Christian Acevedo Wesley Cullen Cristina Villalón Manuel Cardona Director Ejecutivo
Prof. Carlos R. Ruiz Cortés Consejo Asesor Oficina Publicaciones y Grabaciones ICP
Javier Alemán Iglesias Sofía Irene Cardona Lourdes Lugo-Ortiz José A. Pérez Ruiz Beatriz Santiago Ibarra Marcos A. Vélez Rivera Oficina de Publicaciones y Grabaciones
María del Mar Caragol - Directora Doris E. Lugo Ramírez - Coordinadora y editora Publicaciones Seriadas Cristina Martínez Pedraza - Corrección Edder González Palacios - Diagramación, diseño e imagen de cubierta
P.O. Box 00902-4184 San Juan, Puerto Rico http://icp.pr.gov ISSN:0020-3815 (787) 721 - 0901 (787) 724 - 0700, ext. 1345, 1344 Oficina de Ventas y Mercadeo (787) 724-0700, ext. 1346, 1349 ventasymercadeo@icp.pr.gov
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SUMARIO Nota editorial
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Retorno 6 Noli timere 7 Jean G. Burset Catinchi Demonios 11 Rima Brusi Iskra o cuando la palabra enciende una revolución José Luis Ramírez
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Las vueltas que da la vida 20 La caballería del Rey Charlie 22 El perreo intenso acaba de comenzar 24 Natalia Bosques Chico Dipterofilia 27 Kattia Chico Recuento y paro de contar 29 José E. Muratti Apología por el paso del tiempo (la sentencia de las manos) Anthony Hernández Rivera
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La ciudad de la furia 36 La pequeña sociedad 37 Ángel de la guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día 38 Matador 39 The Angels of the Road 40 Francisco Vílchez 3
Brizna 43 El ruiseñor 44 Grafía 45 Nero, Imperator 46 E.S. Ortiz-González Río Piedras 48 Manolo Núñez Negrón Irma fue azul 54 María es amarilla 56 Cuándo harán saber el conteo de muertes. La cifra real. 57 El campo se derrumba 58 Rosaura Rodríguez Alguien ha 61 Yara Liceaga Rojas Retrato de un desconocido: (El Naturalista) 63 Jorge Nieves Rivera XVII 76 Juan Carlos Rodríguez Colaboradores
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NOTA EDITORIAL Iniciamos el 2020 con una revista que reúne textos literarios y visuales que abordan el rol – local y diaspórico, individual y colectivo, presencial o virtual–, del sujeto creador en los asuntos políticos y sociales que marcan rumbos y tendencias en un país. Las voces incluidas en esta publicación (las participantes de la convocatoria y las seleccionadas de la Serie Literatura Hoy de la Editorial ICP) hacen uso de una diversidad de medios y formatos (papel, tinta, lienzo, color, palabra, plataformas tecnológicas y mediáticas) para “confabular” un grito al unísono que declara, señala y “lleva la cuenta” del complejo vivir diario de los que nos desplazamos en esta isla, patria, 2da patria, nación o “espejismo”. Cada una de estas voces desde su particular manera de hacer arte, decide: “no renunciar a ese pedazo de patria, a la eternidad frágil de este momento que está pasando, de este presente quebradizo, de esta nana traída del Caribe para arrullarte, de esta dura, difícil felicidad recobrada” (de Manolo Nuñez Negrón, Burundanga Express 97). Dra. Doris E. Lugo Ramírez, Coordinadora y Editora de Publicaciones Seriadas, ICP
JEAN G. BURSET CATINCHI “(escucha) el corazón deshoja distancias”.
Retorno I (escucha) el corazรณn deshoja distancias con tullidas manos de sangre y sal. II en continuo contraer y dilatar a contracorriente rema entre niebla y confusos cantos de sirena. III Poco a poco a la serena costa arriba infalible sin faro y sin compรกs. 7
Noli Timere herrumbrosa truena la aldaba diviso tu sombra relinchan caballos en este vecindario hay tantos hospedajes tantos pechos donde puedes pernoctar esta noche otras puertas llaves bajo alfombras lechos mรกs pulcros.
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Demonios
RIMA BRUSI “…puedo imaginarlos con ternura (a los niños, no a los diablillos) bailando y cantando, celebrando a la nación en su escuelita forrada de dibujos y letreros encantadores con consignas tales como “alto a la violencia” y “no tenemos miedo”. Ay, la escuelita pública puertorriqueña, ese otro símbolo de la nación y sus aspiraciones”. 10
Hoy, en el espacio entre mi isla y yo se asoman, hambrientos, sonrientes, los fantasmas del escritor ausente, los demonios pequeños, traviesos y mezquinos de la soberbia suave, el juicio mal disimulado, la crítica del pasajero de la guagua aérea que, relativamente cómodo, mira desde el otro lado del enorme charco del Atlántico. Yo distraigo a mis demonios dejándolos tomar de mi café. A veces les doy chocolate. O vino. Lo que tenga a la mano. Cuando se pasan de la raya y tratan de treparse sobre el teclado, los miro mal y escribo sobre ellos, de ellos, desde ellos. Así aludidos, se retiran decepcionados, feos, fruncidos, como el Gollum de Tolkien. Juegan con mi pelo, desordenan mi escritorio, pero me dejan escribir. Y es que hay tanto que escribir, y es que son tan fáciles, tan descubiertas, tan descarnadas las metáforas que casi se salen de la retórica e irrumpen, violentas, en el ámbito de la literalidad. ¿Qué mejor metáfora para nuestra construcción tradicional de “la nación”, eternamente frágil, inocentona, vulnerable y estereotipada, que los estudiantes de una escuela elemental en Cayey vestidos todos de jibaritos y jibaritas? Imagine la escena. Está en los periódicos. Los niños y sus maestras estaban celebrando “el día de la puertorriqueñidad”. (Whatever that means, murmura uno de mis demonios, así, en inglés, y yo lo cito, para que se calle). Las niñas vestidas de “jibaritas”, con sus faldas blancas y sus cinturones rojos, con sus cabellos trenzados amorosamente por alguna madre, tía o vecina. Los niños con los pantalones blancos y las pavas que representan el resultado de nuestra extraña negociación, en el siglo veinte (y todavía), con la historia violenta de centurias de complejidades raciales y de clase, una negociación que de algún modo redundó en el ensombrerado campesino de blancas ropas como símbolo nacional. Pero me salgo del tema. El caso es que ayer los niños estaban vestidos de jibaritos y que, si le pongo a mis diablillos (que no son del todo malos, son más bien malévolos) el pie en el
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cuello para que sepan que en mi teclado mandan, de momento, reacciones más positivas que las suyas, puedo imaginarlos con ternura (a los niños, no a los diablillos) bailando y cantando, celebrando a la nación en su escuelita forrada de dibujos y letreros encantadores con consignas tales como “alto a la violencia” y “no tenemos miedo”. Ay, la escuelita pública puertorriqueña, ese otro símbolo de la nación y sus aspiraciones. Frente a la escuela misma, frente a la metáfora infantil de nuestra frágil nación, frente al maltrecho templo a la niñez y sus posibilidades, de su capacidad para la aritmética, la lectura, y la convivencia, frente al deseo, tan básico, tan humano, tan razonable, de paz para la infancia, allí mismo, allí enfrente, el periódico me cuenta que un sicario mató ayer al padre de dos de los jibaritos. Doce disparos, doce balas, frente a los niños, en el cuerpo de Ángel González, que iba a buscar a sus hijos en compañía de su esposa. Yo lloro, pero mis diablillos ríen, traviesos, y se beben lo que queda de mi café. ¿Ángel se llamaba? ¿En serio? En serio. Ángel murió asesinado frente a la escuela de sus dos hijitos, sus dos jibaritos, a pocos metros de carteles que leían “Alto a la violencia en Puerto Rico” y “Porque si tienes miedo, los criminales se van a apoderar de todos”. (Entre la bicha y la pared, Serie Literatura Hoy, ICP, 2019, 27-29.)
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Iskra o cuando la palabra enciende una revolución JOSÉ LUIS RAMÍREZ “Más de una vez, se ha comprobado que algunas conmociones históricas se han iniciado con modestas publicaciones de impresión limitada”. 14
“Una madrugada, la maestra escapó. Agarró un megáfono. Al principio, la voz no salió. Poco a poco, las palabras se liberaron, juntándose entre ellas. Dos, tres, cuatro fueron escapándose, ya no solo de la maestra. Las palabras estallaron del pecho de los enmudecidos. Comenzó la revolución”. (Del microcuento: “Ensayo sobre la mudez” en Ana María Fuster Lavín, [Cuestión de género] Carnaval de sangre 2, San Juan, Ed. EDP, 2019).
El gótico urbano nuevamente adquiere vida en los microcuentos que nos presenta la escritora Ana María Fuster Lavín en su libro [Cuestión de género] Carnaval de sangre 2. En esta nueva producción literaria, Ana María Fuster Lavín, con su acostumbrado estilo, nos retrata el absurdo cotidiano, y lo trasforma, de forma reflexiva y claramente feminista, en una manifestación revolucionaria de palabras a partir de la cuestión de género. En [Cuestión de género], Fuster Lavín nos narra, a través de microrrelatos de no más de 140 palabras, dramas sociales tomados muchos de la vida real, mostrándonos ángulos distintos ofreciéndonos una visión de 360 grados de la condición humana, llena de contradicciones absurdamente verdaderas. Se manifiestan, en particular, dos elementos subyacentes, pero muy neurálgicos, que están presentes en casi todos los relatos: la violencia de género y el impacto del huracán María sobre Puerto Rico, junto con la subsecuente indolencia mostrada por el gobierno a la crisis social que prosiguió. Carnaval de sangre 2 comienza donde concluyó el primer volumen de Carnaval de sangre (Ed. EDP, 2015), con historias de nuestra intrincadamente profunda relación con los felinos, llenas de paradojas que recorren de lo misterioso a lo afectuoso, con imágenes recogidas a partir de su relación con dos gatas en particular, hasta borrar la identidad entre lo humano y lo felino, confundiéndose las identidades como imágenes orwellianas, de tal modo que ya no distinguimos quién es qué y viceversa. En ocasiones, podemos preguntarnos si se trata de felinos antropomorfos o, más bien, de humanos felinos. En el universo gótico todo puede ser posible y la escritora nos da esa opción a los lectores. En esta edición la autora presenta las diferencias de género, y muestra que es un concepto socialmente construido sobre concepciones ideológicas existentes y de las cuales no nos han dado opciones, más allá de aceptarlas por ser tradiciones, costumbres o sencillamente ideas de orden religioso. A partir de una base de vivencias introspectivas, Fuster Lavín nos ofrece, con la profundidad de sus palabras, una dinámica entre las relaciones sociales afectivas y los conceptos patriarcales existentes, llena de intolerancias unidimensio15
nales que restringen la libertad y la reprimen con violencia, creando pequeños monstruos cotidianos cuyos absurdos han sido normalizados por una sociedad más interesada en el morbo y el sensacionalismo, que en la entretejida realidad humana que rodean las relaciones entre las personas. La afirmación de libertad se contesta vilmente con violencia y represión, con un realismo apabullante y que trasciende de lo que vemos, de forma lejana, en las partes de prensa o en los comentarios de las redes sociales. Los retratos sociales que nos ofrece este texto parecen experiencias propias (ficción biográfica) con las cuales muchas lectoras pudieran sentir alguna identificación. Plantea temas como la misoginia, la violencia sexual, el sexismo, el hostigamiento sexual, el body shaming y otras conductas sexistas que tienden a menospreciar y degradar a la mujer. Muestra cómo, en mayor o menor grado, desde niñas, casi la totalidad de las mujeres están expuestas a todo tipo de degradación y humillación sólo por su condición de mujer. Por consiguiente, el acoso y las agresiones sexuales son actos por los cuales el orden social imperante responsabiliza a la víctima por su propio sufrimiento. Ello es inherentemente injusto; y la firmeza con que se confrontan algunas situaciones como estas en los cuentos (“Respetando a mamá”, por ejemplo), ilustra cómo podemos sobreponernos a estos eventos. En general, todas las experiencias son comunes a todas las mujeres de todas las edades, y las trágicas historias relatadas invitan a una profunda reflexión sobre cómo estas vivencias impactan a las mujeres. [Cuestión de género], Carnaval de sangre 2 no solo aborda temas feministas. También, la violencia de género y la intolerancia que también sufren las personas de las comunidades LGBTT ( en“¿Cuál es tu género? ¡‘Mi género es el amor’!”). El grito que nos brinda Fuster Lavín es alto y claro: la cuestión de género es un grito contra las intolerancias sociales por las preferencias y orientaciones sexuales. El amor es solo uno, y el derecho a amar es tan intrínseco a la vida como respirar y la preservación de la vida, porque las personas no meramente existimos: vivimos y tenemos derecho a vivir en paz, sin que la intolerancia –o más bien la tolerancia patriarcal– siga creando más víctimas por la violencia de género. Como cuestión de hecho, la sección “Pequeños monstruos” nos brinda una visión más abarcadora de la violencia de género, añadiendo enfoques y perspectivas multifacéticas y multidimensionales. Una muestra de ello es el cuento “Cuando las niñas arden”. Dividido en siete microrrelatos, no solamente tenemos las perspectivas de la víctima y su victimario, sino que también tenemos los puntos de vista de las personas que rodean la vil “inmolación” de una niña: sus padres, sus hermanos, la madre del perpetrador, vecinos, políticos y religiosos intolerantes y hasta los consabidos comentaristas en las redes sociales, que brindan sus juicios y opiniones a base de sus preconcepciones y prejuicios. Al final, las preguntas ¿quién 16
o quiénes son las víctimas?, ¿Quién o, más bien, qué causó el abuso? son preguntas centrales y cruciales para comprender el drama humano y reflexionar, una vez más, el efecto de la ideología patriarcal sobre las actuaciones de cada uno de los involucrados. El impacto que dejó el azote de los huracanes sobre Puerto Rico en 2017 es la médula de la sección “La memoria perdida”, que contiene un poco más de una docena de microrrelatos. Esta presenta a Puerto Rico en trance, en una angustiosa incertidumbre entre la existencia y el olvido, entre la presencia y la desaparición. He aquí donde todas las manifestaciones se agrupan y se congregan en un sentimiento de hastío que solo tiene un resultado lógico: la revolución. Y es que no es para menos. El libro fue escrito antes del verano boricua del 2019, pero publicado posteriormente, cuando salió a la luz pública un chat del gobernador Ricardo Roselló y su círculo íntimo de colaboradores y contratistas con insultos, burlas y ataques a mujeres, a personas LGBTT, a opositores políticos y a personas en particular. La trama y las intrigas reveladas provocaron un levantamiento popular sin precedentes, movido por la indignación y el hastío del conformismo que llevó, inevitablemente, a la caída del gobernador. En Ensayo sobre la mudez, escrito igualmente muchos meses antes de estos eventos, se comprueba que, a veces, “la vida sigue a las películas” o, bien podría decirse que, la vida sigue a los libros. Más de una vez, se ha comprobado que algunas conmociones históricas se han iniciado con modestas publicaciones de impresión limitada. A finales del siglo XIX, un grupo de disidentes rusos en el exilio, cansados de la represión zarista y ardientes de un cambio revolucionario en Rusia, decidieron publicar una gaceta clandestina que introducirían secretamente al país y circularon subrepticiamente entre la gente, con la esperanza de que estallara una revolución. Le llamaron al periódico Iskra (La chispa), con la consigna de que “primero es la chispa, luego sigue la conflagración”. Poco pensaron estos maestros que algunos años después, la revolución triunfaría en Rusia, cambiando el curso de la historia. La circulación de Iskra jugó un papel fundamental, y fue tal la popularidad del periódico, que se mantuvo en el imaginario popular mucho después que cesara su publicación a principios del siglo XX. Y es precisamente en el poder de la palabra escrita que se cifra la esperanza de un cambio del estado de indolencia cotidiana, que causa el enmudecimiento de las masas por el peso implacable de las intolerancias sociales, por la desidia gubernamental, y por el desprecio de la metrópolis sobre su colonia centenaria que la relega a la marginación y a la miseria, a la acción liberadora. [Cuestión de género] Carnaval de sangre 2 no es meramente un escape de palabras, sino un potente manifiesto que desencadena un torrente de agua contenida. Es un grito de los que por mucho tiempo han estado enmudecidos. Es la chispa que desata la conflagración. Y así comienza una revolución. 17
NATALIA BOSQUES CHICO
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“Todas las imágenes tienen como referencia los “screenshots” de los vídeos de las protestas del verano 2019 en Puerto Rico. Estuve pendiente a cuanta noticia se diera del escándalo del “chat” y sus consecuencias. Muchos describían sentir una sensación similar a lo que fue el huracán María, igual los que lo vivieron desde la diáspora, en cuanto a la furia, la incertidumbre y la tristeza… La diversidad de las protestas nos hizo saber que todos estábamos de acuerdo. Sentir la unión de tanta gente fue bello, y pintarlo fue una manera de llevar cuenta de lo que estaba pasando”. (Natalia Bosques Chico, 2019) 19
Las vueltas que da la vida. Óleo sobre lienzo, 16”x20”. Colección de la artista.
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La caballería del Rey Charlie. Óleo sobre lienzo, 20”x36”. Colección de la artista.
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El perreo intenso acaba de comenzar. Óleo sobre lienzo, 8”x8”. Colección de la artista. 24
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Dipterofilia
KATTIA CHICO “Yo tengo el corazón lleno de moscas y me alegro que vuelen todavía”.
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Yo tengo el corazón lleno de moscas y me alegra que vuelen todavía. Aún queda la osamenta de nosotros fosforece feroz su fuego fatuo sobre los vertederos. Bajo su mala luz hay quien confunde un fémur con una jeringuilla y una versión de hijo con aquel brillo crudo que rodó cuerpo abajo, esa sólida sombra disecada que aplastaron los pasos de los perros. Yo tengo el corazón lleno de moscas y me alegra que vuelen todavía. (Mala luz, Serie Literatura Hoy, ICP, 2017, 24)
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Recuento y paro de contar
JOSÉ E. MURATTI “Vengo acumulando pasos de camino a mi regreso”..
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…y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. -Antonio Machado
Vengo desde tan cerca que paso desapercibido. Vengo a pie descifrando dónde queda el progreso. Vengo acumulando pasos de camino a mi regreso. Vengo ya de regreso de tanto andar conmigo. Me he inventado el abrigo para el frío que no siento. Me he ataviado de sudor y palabras que aún no he escrito. Me he apropiado el dolor de los que se han rendido. Me he marchado en busca de otro sol y otro enemigo. Quisiera olvidar todo lo que sobre mí he descrito. Quisiera recordar que no todo es tiempo y espera. Quisiera dejar de ser vagabundo y abandonar el camino. Quisiera volver a soñar con aquella única estrella. Repaso los halagos que me han hecho mis pares. Recorro sin pesar ni nostalgia la página desierta. Recuento mi equipaje: lentes, lápiz y pesares. Recuerdo la pólvora mojada de mis pirotecnias. Conjuro la bandera de mis exiguos triunfos. Con Iván y Mariana me basta como herencia. Convoco las huellas de tres o cuatro infortunios. Confórmome con la cicatriz de aquella única querencia. A medida que avisto el final del recorrido, a medida que acumulo recodos y presagios, acelero el oficio de reencontrarme conmigo, hágome depósito de mis propios inventarios. Y hablando de inventarios, catalogo mis pasiones y amaneceres en lechos ajenos, en lechos sin dueño, y trato de convencerme que no fueron ilusiones y no logro olvidar las que no llegaron a serlo. 29
Han sido muchos los sudores en versos convertidos. Han sido pocos los que coseré en mi sudario. Han sido tantas las caras sin nombres ni apellidos. Han sido pocos los parentescos hospitalarios. Me aguardan varios tramos que aún no he conocido. Me esperan sorpresas de esas que se sueñan despierto. Me apresto a empaquetar mis mejores acertijos. Me apresuro a aprender de mis incontables desaciertos. Esta vez ya sé quién quiero que me acompañe. Esta vez no temo llegar solo a la meta. Esta vez cuento con menos equipaje. Esta vez voy con quien me ama y amo de vuelta.
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Apología por el paso del tiempo (la sentencia de las manos)
ANTHONY HERNÁNDEZ RIVERA
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“esa mirada —como un amasijo de cicatrices— casi me cabe en la mano...”.
porque las carencias no son casualidad
esa mirada —como un amasijo de cicatrices— casi me cabe en la mano; la guardo, son las mismas. yo también sé que fue de día cuando dejamos de ser gente, y que nos falta el tiempo para la sonrisa, pero yo solo quiero que tomes esta mano la agarres fuerte y me digas si será, Padre, que algún día se nos irá la confusión. (Saber de sed, Serie Literatura Hoy, ICP, 2017, 28)
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El Evangelio según Darwin
FRANCISCO VÍLCHEZ
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“Especulo en cada una de mis obras, con un carácter “lúdico”, una bio-diversidad de personajes que simbolizan situaciones históricas políticas o sociales para confabular, con ironía y ambigüedad, una crítica social “edulcorada y travestida”. Con la licencia que gozamos los artistas, intento transformar con formas y colores una cosmovisión de las sociedades donde la palabra y la voz no constituyen ni admiten consenso”. (Francisco Vílchez, 2019) “...Esta muestra pictórica va siendo ruta alterna sobre el espectador. Es movimiento bien articulado del transitar frecuente, a veces desapercibido. Estamos inmersos en ciudades de furia. La obra del artista Vílchez, cual pájaro kamikaze de la película The Bird de Alfred Hitchcock se lanza acertado y cromático sobre la visión cosmopolita del espectador – de esa caverna contemporánea – en constante intento de conquista. Mediante introspección o ejecución somos especie evolutiva. Somos una América cromáticamente articulada cual especie del reino animal – una fiesta extendida sobre las ruedas de las rutas del placer y del planeta. Subimos y bajamos de este auto en furia… ( Fragmento ensayo crítico de María Ostolaza, “Pájaro Kamikaze”, 2014.)
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Matador. Óleo sobre lienzo, 39 ½” x 39 ½”. Colección Galería Enlace. 36
La Pequeña Sociedad. Óleo sobre lienzo, 59” x 59”. Colección Galería Enlace. 37
Ángel de la guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Óleo sobre lienzo, 63” x 39 ½” . Colección Galería Enlace. 38
La ciudad de la Furia. Óleo sobre lienzo, 47 ¼” x 67”. Colección Carlos Villanueva.
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The Angels of the Road. Óleo sobre lienzo, 47”. Colección Galería Enlace.
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E.S. ORTIZ-GONZÁLEZ “El mundo es una embajada de palomas y tigres”.
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Brizna
Atemwende. Paul Celan
AquĂ habita un verso que escapa a lo revelado. Hiere. Como en la rosa el saludo de la espina. Una gota de sangre que atiende al aliento.
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El ruiseñor
El mundo es una embajada de palomas y tigres aparte, el ruiseñor. En su vuelo está el origen, y la apertura entre reinos. Cuando hunde el pico en la fuente lo hace tal y como las vestales consultan el oráculo, y con ojo poseso dan a conocer el presagio. Toda vez que un ruiseñor se acerca a la fuente me quedo quieto, y cuando ya convencido apuesto que al fin la muerte hace presencia en sus alas, de un salto levanta vuelo. Queda el agua esparciendo mi rostro en ondas concéntricas. El canto que escucho es el de la renuncia.
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Grafía
Los secretos se dan al oído. En un susurro. La mano oculta de la mirada eso que se dice. La grafía es un deseo de oído. Let me be your secret. Lo secreto secreta. Secreción. En la secretaría, el secreto transita al margen de las embajadas de papel. Temblor. (Hato Rey, oct 2016 - sept. 2019)
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Nero, Imperator
en Roma el uso de plomo en la confecciĂłn de utensilios desemboca en la muerte de SĂŠneca, y el incendio de los restos de lo que alguna vez fue conocido como el gran imperio.
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Río Piedras
MANOLO NÚÑEZ NEGRÓN “La propaganda excesiva colgada de las paredes agrava la sensación de soledad, abruma los sentidos, acrecienta la impresión de que se vive un espejismo”.
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Al billetero le agrada mirar desde los soportales la Plaza de la Convalecencia, pasarse las horas espe- rando los clientes a la entrada de la estación: el palillo en la comisura de los labios, la piel cetrina, los ojos como dos almendras oscuras tras las gafas y el cigarrillo Marlboro en el bolsillo de la guayabera de hilo blanca. La silla plegable junto a la tablilla le permite contemplar, a salvo del sol y la lluvia, el vaivén de la calle Arzuaga: los cuerpos desnutridos, enfermos, de los vagabundos que hacen la siesta sobre un pedazo de cartón bajo las ramas de los árboles, y los cascos anaranjados de los empleados de la construcción. Ha conseguido la ubicación perfecta, y así lo declara él mismo, ufano de su suerte, los cachetes sonrosados y la barriga pronunciada asomándose entre los botones: —De aquí me sacan con los pies pa’ lante. De frente está la fachada de la iglesia Nuestra Señora del Pilar, cuyas campanas repican al me- diodía anunciando la misa, y a su derecha, tirando para la barriada Venezuela, la Georgetti, en cuya esquina con la avenida Ponce de León se levanta, acogedora, la casa Ruth Hernández, pintada de amarillo y verde, colores que resaltan el aspecto gris, abandonado, de los edificios próximos. A la izquierda, en ruta a San Juan, está la hilera de cafeterías y negocios que aún subsiste, nadie sabe cómo, la lenta agonía del antiguo casco urbano. Este entorno, antaño un bullicioso enclave comer- cial, exuda ahora una fragilidad entrañable. Si no fuera por los perros que se inclinan al costado de las bolsas de basura, al pie de los zafacones repletos, se diría que la ciudad ha adquirido, con los años, un aspecto sórdido, ominoso. Solo la luz que salta las tapias y bruñe los dinteles logra sacudir el hechizo, despertar las motas de polvo y aserrín acumuladas en los cristales, penetrar las losetas astilladas y los azulejos dormidos. —¡Hoy los coquíes van a salir con cantimploras!
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Lo dice mordiéndose el bigote, abanicándose con un folleto: llévate seis latas de habichuelas a mitad de precio. Percibo cierta aridez ocultándose en su voz, un dejo de cansancio por el que se filtra una dosis limitada de hastío y resignación. Ensimismado, extrae un termo de la mochila y vierte el líquido oloroso en un vaso plástico, los sobres de azúcar diluyéndose en el fondo, despacio. Con el primer sorbo su semblante se ilumina, recupera el aplomo, la vivacidad juvenil. Detrás de cada buche de café late la nostalgia de la tierra, el deseo duro de fundirnos con el suelo y sus elementos. El calor, en efecto, ya se augura implacable. —Este billetito se parece a ti. La pantalla informa que el tren viene con un retraso de ocho minutos, así que me detengo y acepto los cupones, sonriente y agradecido, mientras una cuadrilla de estudiantes universitarios atraviesa el vestíbulo. Reparo en un minúsculo cartel que invita a hacerse la prueba del VIH: póntelo, pónselo. Siento una punzada en el pecho, un estremecimiento que emerge de lo más profundo y se disipa enseguida en el rumor de los gritos amortiguados por la música que emiten los altoparlantes: dejamos de ser dos bailando… Observo, paciente, la hoja que tiembla en mis manos dejándome convocar por el instinto y la tradición. Saco la cartera del bolsillo y completo la transacción, en silencio. Este es un rito que heredo de mis mayores y se lo hago saber al caballero, que no puede evitar ofrecerme un consejo: —También juéguelo en el bolipul. Es un número lindo. La exhortación incluye un guiño, ese gesto de complicidad por antonomasia, y una carcajada sonora que espanta a los changos repartidos por la galería. Cruzo entonces el umbral y desciendo al andén examinando la publicidad disponible: el viaje a Disney en cinco plazos, la tarjeta de crédito libre de intereses por veinticuatro meses, el perfume que promete conquistas amorosas fulminantes, la visita al cirujano plástico. ¡Háztelas nuevas! La propaganda excesiva colgada de las paredes agrava la sensación de soledad, abruma los sentidos, acrecienta la impresión de que se vive un espejismo. Reconozco la presencia de la joven por las sandalias de cuero y tiras finas,por el aroma a lavanda impregnando el banco de mármol. Luce unos pies pulcros, las uñas pulidas con esmero. Del tobillo depilado, liso, cuelga una pulsera con flecos. La túnica se adhiere a su figura esbelta, ágil. El cruce de miradas es respetuoso, instantáneo, y es ella quien inicia la conversación, cauta, arreglándose la pollina marrón, los aretes artesanales, la cadena apretada al cuello: —¿Juegas mucho?
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Gesticula en calma, trae los hombros descubiertos y la espalda desnuda. Diríase hecha de terracota y miel. Quizás por eso aparto la vista, para disimular el rubor que su simpatía natural genera. Inclu- so el transeúnte más distraído, el que trae la cabeza sumergida en un libro, sabe que al subir o bajar del último vagón puede tropezar con unas pupilas que, al margen del estruendo y la prisa, le escrutan sorprendidas, alertas, disimulando la súbita marejada de curiosidad y fervor. —La verdad es que no —respondo, algo extasiado. Del túnel emana el ruido de las traviesas y en la garganta se atasca la pregunta que permitiría pro- longar este fortuito encuentro, continuar el diálogo más allá de las formas pasajeras. El claxon suena y las compuertas se abren. —Mejor así —murmura—, es un error tentar la suerte. (Burundanga Express, Serie Literatura Hoy, ICP, 2019, 71-75)
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ROSAURA RODRÍGUEZ
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“Trabajo principalmente la tinta y acuarela, creando piezas en donde se manifiestan la ilustración botánica, el paisaje e historias cotidianas contemporáneas. Mi estilo muestra la crudeza del diario vivir y lo idílico de la naturaleza. Actualmente, exploro la creación de pigmentos de fuentes naturales recolectados en la finca Tabonuco en Jayuya, donde resido y ofrezco talleres para jóvenes”. (Rosaura Rodríguez, 2019)
“Rodríguez nos muestra el devenir del lugar que la ha circundado durante los últimos tres años: su hogar, una finca de plátano y café localizada en el centro-norte de la Cordillera Central [de Puerto Rico]. (…) El manejo de las figuras y la técnica refleja su entorno como un espejo. A la vez que cambia su panorama, ella adapta su lenguaje plástico para narrar y representar lo que ve. A pesar de los cambios estéticos, la artista rezuma su propia subjetividad en sus piezas a través de particularidades de estilo: un uso sobrio de la línea, una tendencia de abstraer la forma —aun cuando trabaja lo figurativo —, un tratamiento delicado a la imagen y un interés perenne por plasmar su entorno. [...] Al igual que en el género de la ilustración botánica, una de las particularidades del trabajo de Rodríguez es el afán por la documentación de la realidad. (…) va gradualmente desde la frustración y el desasosiego personal hasta expandirse al dolor de la catástrofe colectiva. (…) Muchas de las instancias representadas son paisajes, en los cuales Rodríguez enlaza la destrucción ambiental con la crueldad y la negligencia mortífera del Estado colonial, hilando la naturaleza con el desplome institucional y social”. (Fragmento ensayo crítico de Sabrina Ramos Rubén, “Trabajo de campo de Rosaura Rodríguez: El luto del paisaje, la memoria de la naturaleza y el sentido de pertenencia”, 2019.)
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Irma fue azul. Acuarela sobre papel, 5.75” x 11.25”, 2019. Colección Yarimar Bonilla. 54
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El campo se derrumba. Acuarela sobre papel, 5.75" x 11.25", 2019. Colecciรณn permanente, Museo de Arte Contemporรกneo de Puerto Rico.
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MarĂa es amarilla. Acuarela sobre papel, 5.75" x 11.25", 2019. ColecciĂłn de la artista.
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Cuรกndo harรกn saber el conteo de muertes. La cifra real. Acuarela sobre papel. 2019. Colecciรณn de la artista.
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Alguien ha
YARA LICEAGA ROJAS “Alguien vio […] Alguien cocinó […] Hubo gente que hizo el adiós de múltiples maneras, […] ”.
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Alguien vio al vecino fallecer. Y alguien también narró cómo el agua sacó su boca, sedienta de camino y de casas. Alguien vio su hogar ceder. Alguien ayudó a cruzar a alguien y otro alguien rescató a las hermanas, los primos, el tío y la abuela que llevaban desde los vientos sin dormir. Alguien cocinó lo que reunieron en el barrio y alguien dejó prendida la planta, aunque no descansaba ni siquiera con el abanico en high. Hubo máquinas y medicinas pereciendo, botellas de agua caducas y ratas e insectos festejando la reproducción en masa de su especie. Se propagaron las enfermedades, la debilidad en el andar y las ganas de apagarle la voz al mundo de un gatillazo, un asfixie, cualquier objeto punzante que permitiera no volver atrás. Hubo gente que hizo el adiós de múltiples maneras, y en las redes sociales, días más tarde, cada vez que se veía el mensaje alguien ha visto a mi hermano sabido de mami pasado por casa ido al pueblo escuchado de cruzado el bajado a una imaginaba que ese alguien seguramente tenía piel y huesos, medios de transportación y conexión, que contestaría al pedido desesperado de informar del paradero u condición de lo preguntado, mientras que la angustia se ajustaba al cuerpo de quien preguntaba y se quedaba quietecita en su lugar. La realidad fue que descubrimos cuán amorfa y volátil la ansiedad puede manifestarse. Todavía quedan remanentes. (Hacernos el adiós, Serie Literatura Hoy, ICP, 2019, 52-53.) 61
Retrato de un desconocido: (El Naturalista)
JORGE NIEVES RIVERA “Según Dávila, el ave [en la pintura de Campeche] es un zorzal de patas coloradas (Dávila 32). No obstante, la fisionomía del ave se asemeja más, por el color negro brillante de su espalda y plumas y la forma de V de su cola, a un Quiscalus niger conocido popularmente como el chango”. 62
Resumen En este ensayo se presenta un estudio sobre la obra Retrato de un desconocido (Óleo sobre tela, 10 5/8” x 6 1/2”. Museo de Historia, Antropología y Arte Universidad de Puerto Rico, Río Piedras) del pintor sanjuanero José Campeche y Jordán (1751-1809). Este retrato fue fechado cerca del 1800, momento en el cuál Campeche realizó más de una decenas de retratos a diferentes personalidades tanto de la Corona, como del clero y de la sociedad civil. Existen algunos de estos retratos que carecen de inscripción, imposibilitando la identificación del personaje. Un ejemplo de ello lo es la obra antes mencionada de la cual se han establecido diferentes hipótesis sobre su verdadera identidad. Además de repasar las suposiciones que precedieron este estudio, presentamos otras conjeturas sobre el “desconocido” a la luz de nuevas fuentes y de una remirada a las referencias secundarias clásicas sobre el tema, tomando en consideración la importancia del desarrollo de las ciencias a partir del siglo XVIII y su integración con el arte. Por último, este trabajo va dedicado al botánico puertorriqueño Dr. Eugenio Santiago Valentín por sus apuntes inciales al respecto. 63
Retrato de un desconocido José Campeche Óleo sobre tela, 10-5/8." x 6.1/2", 2019. Colección permanente, Museo de Arte, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Descripción de la obra artística La obra artística Retrato de un desconocido del pintor puertorriqueño de José Campeche y Jordán fue descrita por el historiador del arte puertorriqueño Arturo Dávila (QEPD), en el libro José Campeche y el taller familiar 1751-1809. Este se concentra en el modelo y lo describe como “un hombre de mediana edad y más de medio cuerpo, de cabello gris sin empolvar la calvicie inicial y el vientre algo abultado, lo que apunta a una actividad física sedentaria”. Añadió que “viste a la moda del Directorio, con casaca cruzada de género teñido de verde, largo chaleco de seda o raso y corbata y puños de encaje, todo ello de color blanco” (Dávila 32). A la derecha del personaje se encuentra una mesa con dos libros. Sos-
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tiene uno de ellos con su mano izquierda, mientras apoya su mano derecha al nivel de la cintura. Sobre los elementos alrededor del modelo el historiador mencionó que “en la parte superior a la izquierda y colgando del techo, aparece una jaula con un pájaro que parece ser un zorzal de patas coloradas. A espalda del personaje, se observa una silla de anea con espaldar de escalerilla y cerrando el espacio al fondo, un cortinón color azul” (Ibíd). Casi treinta años antes, en el 1971, Arturo Dávila, planteó en su libro José Campeche 1751-1809, publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) la posibilidad de que el hombre desconocido fuese el “naturalista francés André Pierre Ledrú” (Dávila 40), quien visitó la isla en 1797, como parte de una expedición botánica. Esta pintura fue fechada por el historiador de arte español Juan Antonio Gaya Nuño cerca del 1800 y adquirida por la Universidad de Puerto Rico en el 1946 (Dávila 33). Contexto histórico y artístico de la obra. Desde mediados del siglo XVIII, Puerto Rico comenzó a enfrentarse a una serie de cambios políticos, económicos y sociales sin precedentes en sus dos siglos de historia colonial. Gracias a las Reformas Borbónicas impulsadas en España desde Felipe V y continuadas con mucho ímpetu por su hijo Carlos III, el territorio borincano comenzó a transformarse de una isla casi despoblada y sin partidos a una isla con una explosión demográfica, con un aumento en el número de sus pueblos y con una sociedad más plural y diversa. En el 1765, luego de la toma de la Habana, Cuba por los ingleses, el rey Carlos III decidió echarle un vistazo al estatus de sus últimos dos territorios en las Antillas. Uno de los objetivos fue conocer el estado económico, social y militar en el cual se encontraban las islas. Con este motivo, envió al mariscal irlandés Alejandro O’ Reilly para que realizara una expedición a la Habana y a San Juan y de este modo conocer, de fuente primaria, la situación en el Caribe. Los datos recopilados serían entregados al rey a través de un informe detallado de sus observaciones. La búsqueda de datos empíricos que evidenciaran el estado material de las cosas o posesiones (cuantificación), se convirtió en ley durante las Reformas Ilustradas españolas, por lo cual, las visitas de campo, las entrevistas y los censos de población, van a jugar un papel importante durante este periodo histórico. Con las observaciones y testimonios orales recopilados por O’Reilly se redactó un informe a la Corona titulado Memorias de Don Alejandro O’Reilly sobre la isla de Puerto Rico 1765. Una de las sugerencias que primero se implantó fue las urgentes mejoras y expansión del sistema defensivo de la ciudad de San Juan y con ello, el envío ininterrumpido del Situado Mejicano para sufragar las mejoras y arreglos a la isleta. Otro punto que se atendió con rapidez fue la creación del cuerpo militar llamado la Milicia Disciplinada, compuesto por ciudadanos negros, blancos y pardos a nivel insular. El
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objetivo era asistir al número escaso de soldados españoles fijos que había en la isla. A su vez, bajo la gobernación de Don Miguel de Muesas en el 1770, se creó el Directorio General, con la intención de clasificar las tareas y deberes de los empleados de la Corona en las Antillas (Caro 453). Entre otras medidas, se comenzó con la recaudación de un impuesto a la tierra con el fin de sufragar los costos de las milicias disciplinadas. Con el propósito de traer la mayor cantidad de erarios a las reservas de la Corona, las autoridades reales comenzaron una campaña oficial a favor de la demolición de los hatos ganaderos en la isla. Según los oficiales gubernamentales, la concentración de tierras en grandes latifundios para la cría de ganados había limitado la producción agrícola del territorio. Además, agrupaba grandes extensiones de terreno bajo unas cuantas familias y hacendados. Por tal razón, el gobierno apostaba a la repartición de tierras entre los vasallos con el fin de demoler hatos y poder cobrar más impuestos con las tierras repartidas durante el 1778 (Caro 511). Unos años después, para el 1783, el gobernador y capitán general Juan Dabán y Noguera, se encargó de implantar unos de los primeros códigos de orden público establecidos en San Juan. Se trató del notorio Bando de Policía. El mismo dictó el código de la conducta social basado en la moral católica como era de costumbre. No obstante, estos códigos de normas sociales solamente tenían su vigencia dentro de la ciudad amurallada. Según el historiador Ángel López Cantos en su libro Los puertorriqueños: Mentalidades y actitudes (siglo XVIII), fuera de la isleta de San Juan, el resto de la isla vivía al margen de las reglas y doctrinas eclesiásticas de la época. En ese momento, la mayor parte de la población de Puerto Rico vivía en zonas rurales distantes de los pocos centros urbanos que existían durante el siglo XVIII. En la isla, existían para finales del siglo sobre 100,000 personas según el censo de 1786 a 1790 (López Canto 44). En comparación con los números ofrecidos por el mariscal O’Reilly 25 años antes (44,883 población para el 1765), la población se encontraba en plena explosión demográfica, duplicando su número al cabo de solo una generación aproximadamente. Todas estas almas se distribuían heterogéneamente en los 30 partidos o pueblos constituidos oficialmente. La mayoría de ellos ubicados en la costa muy pertinente para la economía de contrabando que permeó durante todo el siglo XVIII en Borinquen. El poco excedente de la economía agrícola y ganadera de subsistencia se contrabandeaba en diferentes puntos cardinales del archipiélago boricua con barcos peninsulares y con barcos enemigos de la Corona.
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La sociedad puertorriqueña del siglo XVIII era predominantemente mulata, así lo dejó constatado el fraile Iñigo Abbad y Lasierra en su Historia geográfica, civil y natural de la isla San Juan Bautista de Puerto Rico publicado en Madrid en el 1788. Abbad y Lasierra fue más allá con sus observaciones al afirmar que, los ciudadanos de esta isla se sentían diferentes a los ciudadanos europeos a los cuales denominaron bajo el nombre de “los de la otra banda” (Abbad y Lasierra 200-201). Además, según el historiador demostraban cierta apatía e indiferencia a las actividades eclesiásticas, reflejada en su poca asistencia a misas y a las actividades de preceptos. Solo acudían a misa con frecuencia las personas ligadas a las autoridades oficiales tanto gubernamentales como militares. Bajo este panorama, arribó a la isla el capitán general brigadier Ramón de Castro y Gutiérrez en el 1795. Su incumbencia cierra el cuatrienio de gobernadores reformistas ilustrados y además tuvo que lidiar con momentos de mayor tensión beligerante que sus antecesores. A su llegada, los ingleses amenazaban con invadir los territorios de ultramar españoles luego que el conflicto bélico entre España y Francia vs. Inglaterra se trasladara a aguas americanas. En el 1797, los ingleses al mando de sir Ralph Abercromby y sir Hendry Harvey, apuntaron sus naos hacia Puerto Rico con el fin de ocupar la misma. El 17 de abril, la fuerza naval británica arribó a costas puertorriqueñas, anclando sus naves cerca del Fortín San Antonio y del Fortín San Gerónimo. En un enfrentamiento por mar y tierra que duró 13 días, las fuerzas españolas, en conjunto con las Milicias Disciplinadas criollas, lograron defender la isleta de San Juan y repeler la invasión. La participación de voluntarios y la actitud combativa de estas unidades compuestas por milicianos mulatos, blancos y mestizos de más de una decena de partidos fueron claves en el enfrentamiento. Este suceso histórico de defensa del terruño constituye hoy, una de las primeras muestras de un sentimiento patriótico nacionalista puertorriqueño. Gracias a la destreza artística de uno de sus voluntarios mulatos, el pintor José Campeche, se nos legó en un óleo sobre lienzo uno de los enfrentamientos acontecidos durante esos 13 días de asedio. Su obra el Exvoto del sitio de San Juan por los ingleses, 1797 (25.3” x 33.9”. Iglesia de Santo Domingo (hoy San José), San Juan, Puerto Rico), lo consagró como un cronista de su época. Sin embargo, esta no fue la única obra que el pintor realizó sobre este evento histórico. En muestra de agradecimiento, el cabildo de San Juan encargó al pintor un retrato de la figura del gobernador Ramón de Castro por su gesta en la defensa de la ciudad amurallada. Dicha obra fue entregada el primero de septiembre del 1800, según indica en la parte inferior del cuadro. Cabe señalar que, dicha obra (Gobernador Don Ramón de Castro. Óleo sobre lienzo, 90” x 65”. Colección Museo de San Juan) es el retrato más grande conocido por el pintor hasta el momento. En este aparece la figura del gobernador
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en primer plano, señalando, con su mano izquierda, al fondo la acción bélica que se llevó a cabo cerca del fortín San Gerónimo y el fortín San Antonio. Historiadores de arte, como René Taylor en su obra Puerto Rico: Arte e identidad, han afirmado que en dicha pieza se puede apreciar un antes y después en las pinturas de Campeche, del estilo rococó, que caracterizó gran parte de sus retratos, a un estilo más neoclásico (Taylor 25). Muchos de los retratos oficiales que realizó Campeche se caracterizaban por las galas del rococó, típicas de la época. Este estilo europeo (rococó) tuvo su desarrollo en Francia como respuesta al Barroco pomposo de la monarquía de Luis XIV. Además, sirvió como medio de glorificación de la fe y del poder civil por su forma hedonista y aristocrática. Sin embargo, con esta pintura, quedó atrás el cortinaje, la solería de ladrillo o baldosas, el bufetillo o escritorio y la cómoda o biblioteca característico de los retratos campechanos (Dávila 35). Durante este periodo se sustituyó su típico esquema de interiores por paisajes más naturales y sencillos, más acordes con el Neoclasicismo. El estilo neoclásico surgió como respuesta al rococó de la aristocracia europea. La caída de los antiguos valores opulentos de la monarquía francesa provocó un desanimo por el arte lujoso de la nobleza. Además, el redescubrimiento de las antiguas sociedades clásicas de Europa, gracias al hallazgo arqueológico de la civilización de Pompeya y Herculano y del pensamiento ilustrado de la época, abonó, también, a esta tendencia del arte de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Estos aspectos históricos alentaron este nuevo movimiento artístico en todas sus expresiones (arte, música, arquitectura, escultura), que fue acogido en parte por las nuevas burguesías liberales parisinas y de otras partes de Europa. Este redescubrimiento de lo clásico, se enfocó en la expresión de los sentimientos y el movimiento, es decir, buscaban retomar las técnicas empleadas por los clásicos y recuperar los valores clásicos. Investigadores del arte han afirmado que este nuevo estilo europeo pudo ser una de las tácticas que le enseñó el pintor español Luis Paret (17461799) a José Campeche durante su corto destierro en la isla. De esta forma, se puede explicar el cambio en el estilo del retrato, género que mejor manifestó la vocación del pintor. Son esos cambios los que podemos observar en el cuadro Retrato de un desconocido fechada cerca del 1800. Este retrato es casi coetáneo con el retrato del gobernador Ramón de Castro, y ha levantado el fisgoneo entre los estudiosos e historiadores del arte por el desconocimiento de la identidad del personaje y por los detalles insuperables que son representados en la fisionomía del modelo.
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Retrato de un desconocido… ¿un naturalista o un médico? Como mencionamos al comienzo del ensayo, en la descripción artística de la obra, en el 1971, el historiador del arte puertorriqueño, el Dr. Arturo Dávila planteó la posibilidad de que el personaje retratado por Campeche fuese el naturalista francés André Pierre Ledrú. Según explicó Dávila, 29 años después de su descripción original en el cuaderno José Campeche y el taller familiar 1751-1809, publicado por el Museo de Historia, Antropología y Arte y la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, él llegó a esas conjeturas debido a los detalles de jaula con el pájaro y los libros sobre la mesa. A finales de la década de 1990, René Taylor se hizo eco del subtitulo “Naturalista”, pero no afirmó la identidad de Pierre Ledrú (Dávila 31-33). Este comentario fue secundado por Dávila, en el cuaderno, argumentando que coincide con Taylor en que cabe la posibilidad de que fuera un naturalista, pero no necesariamente el francés André Pierre Ledrú. Atribuye esta duda a que el libro que se muestra en la mesa carece de tejuelo en el lomo lo cual priva al espectador de saber su contenido y, el otro libro, está abierto de canto y mutilado por la ablación de 3.5 centímetros a la derecha, modos que impiden ver gran parte de los libros que están sobre la mesa (Dávila 33). Además, existe otro recorte a la izquierda del desconocido y ausencia de inscripción. Estos pormenores limitan el conocer la identidad del personaje. El detalle de la falta de la mano izquierda no es un detalle particular de Campeche, también se pueden observar en otros retratos de artistas de la época tales como Goya. No obstante, a pesar de estas circunstancias, Arturo Dávila intentó otorgarle, nuevamente, un nombre al personaje Retrato de un desconocido a principios del 2000. Reconociendo los señalamientos de su homólogo, Dávila trae una nueva teoría sobre la identidad del protagonista en la publicación José Campeche y el taller familiar 1751-1809. El historiador de arte puertorriqueño sugiere que el modelo del cuadro puede ser el doctor Luis Rayffer, médico de profesión y de nacionalidad francesa. Arturo Dávila llega a esta creencia gracias a las mismas notas de Pierre Ledrú en su Viaje a la isla de Puerto Rico, a las Actas del Cabildo de San Juan y al libro Tres Ataques Británicos a la Ciudad de San Juan Bautista de Puerto Rico de Enrique T. Blanco. En dichas fuentes, Dávila encontró una descripción sobre el galeno e información sobre sus trámites de naturalización. Según Blanco, al doctor Rayffer se le negó la naturalización en el 1799, por tal razón el galeno solicitó un informe sobre su admisión, utilidad y conducta a las autoridades oficiales en San Juan (86-87).
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Fue en estos informes burocráticos del proceso de estatus migratorio del Dr. Rayffer que el profesor Arturo Dávila encontró los títulos de socio de la Real Academia de Medicina (este dato aparece con un signo de interrogación por Dávila) y de los jardines botánicos de Madrid y México. Tanto Pierre Ledrú como Enrique T. Blanco coinciden en la participación del galeno como médico voluntario durante el ataque británico del 1797. Y es a partir de esta información que, el profesor Dávila, hilvana su teoría sobre la posibilidad de que, el pintor Campeche y el galeno Rayffer se conocieran durante el voluntariado del ataque, atendiendo a los heridos. Dávila apuntó además que el médico residió en la isla desde 1796 hasta el 1804, y que por tal razón le parecería extraño que no hubiese encomendado un retrato al pintor durante ese periodo. No obstante, Blanco no llega a esa conjetura (aspecto que nos parece curioso, ya que Enrique T. Blanco era un aficionado del arte y cierto dato no lo hubiese pasado por alto). Mucho menos menciona tal encuentro el naturalista francés Pierre Ledrú, en su notorio libro Viaje a la isla de Puerto Rico. Nuevamente, el profesor e historiador del arte Arturo Dávila nos deja con la interrogante sobre la identidad real del naturalista desconocido, pero en esta ocasión, lo acepta y lo justifica al menos como una aproximación. No obstante, en términos del valor artístico, ambos historiadores de arte, René Taylor y el propio Arturo Dávila, coinciden en otorgarle a la obra el grado de retrato magistral debido a la forma en que detalló la fisionomía del modelo y al realismo con que se representa el vientre, subrayando la apariencia esferoide, precisamente con los realces. Taylor ya había señalado que, en los últimos retratos, Campeche, había abandonado las galas del rococó y había optado por algo más sencillo y acorde con las normas del neoclasicismo. Esto se puede apreciar en retratos tales como Retrato de un caballero desconocido de la Colección Teodoro Vidal y el anónimo de Alférez del Museo Histórico de Cádiz en España y el Niño de Pantaleón (Taylor 25). Naturalista ignorado… Martín de Sessé: Apuntes para una nueva hipótesis Después de realizar una investigación sobre la obra pictórica Retrato de un desconocido hemos podido llegar las siguientes conclusiones, preliminares claro está. Al igual que René Taylor y el profesor Arturo Dávila coincidimos en que el modelo representado por José Campeche y Jordán, en su retrato, es un naturalista. El dato del pájaro en la jaula llama la atención debido a que era algo característico de los naturalistas europeos del momento. La ornitología, ciencia que estudia a las aves, se había puesto muy de moda dentro de los naturalistas después de la publicación en la década de 1780 de George Louis Leclerc, conde de Buffon titulada Histoire naturalle, generale et particulare. Esto era una serie enciclopédica de cuarenta y cuatro volúmenes sobre historia natural de los cuales, diez eran referentes a
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las aves (González y Collazo 27). El estudio y análisis de las aves del trópico, sobre todo del Caribe, fue algo que también documentó André Pierre Ledrú en su crónica. Por eso pensamos que Dávila pudo haber llegado a su conclusión inicial en el 1971: el modelo era Pierre Ledrú. Otro dato interesante es que España, entre 1759 y 1808, financió casi sesenta expediciones de historia natural. Estos viajes eran sufragados por el Real Gabinete de Historia Natural (fundado en 1776), el Real Jardín Botánico de Madrid (1755) y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1744). Se llevaron a cabo expediciones a Filipinas, Australia, Perú, Chile, México, Guatemala, Cuba y Puerto Rico. Los viajes tenían fines científicos, económicos, administrativos y políticos. Entre sus variadas misiones se incluían la investigación de la flora y la fauna de los virreinatos, la exploración de las fronteras imperiales, la cartografía de los litorales y el retazo de mapas, particularmente de zonas pocos conocidas o disputadas (Bleichmar 29-29). Por esa razón, los artistas ocupaban un lugar importante dentro de estas expediciones. Entre el 1787 y 1803, se realizó la Real Expedición de Historia Natural a Nueva España. La misma cubrió el territorio de México, Guatemala, Cuba y Puerto Rico. En esta expedición se realizaron alrededor de 2,000 imágenes sobre la flora, la fauna y el paisaje natural. Participaron los destacados naturalistas españoles como Martín de Sessé, José Mariano Morciño, Vicente Cervantes y José Longinos. Estos expedicionarios contrataron con los servicios de los artistas mexicanos Atanasio Echeverría y Godoy y Vicente de la Cerda. En el 1794, la expedición se dividió en dos y tanto Echevarría como el naturalista Martín de Sessé arribaron al Caribe. Sin embargo, Echeverría cayó enfermo con disentería, lo cual le impidió realizar trabajos de campos en la isla de Cuba. Luego de su recuperación, la expedición salió para Puerto Rico en el 1796 en donde permaneció por espacio de un año y visitó los pueblos de Aguadilla, Arecibo, Coamo, Cangrejos, Cabo Rojo, Aibonito, Toa Alta y Luquillo. En el 1797, su estudio se vio interrumpido por el ataque británico de abril, obligándolo a escapar a la Habana (Bleichmar 28-29). Son estos datos los que nos hacen pensar que también el pintor mulato sanjuanero, José Campeche, pudo haber estado en contacto con estos artistas y naturalistas durante su corta estancia en la isleta. Era común que estos visitantes con tarea científica entraran en contactos con artistas locales buscando ilustraciones y datos sobre flora y fauna endémica. ¿Será acaso el naturalista español Martín de Sessé? ¿O será el pintor naturalista mexicano Atanasio Echeverría y Godoy? Esto era sin dudas un viaje oficial de la Corona, ¿por qué no regalarle un retrato del mejor artista puertorriqueño de la época? Un detalle que llama
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nuestra atención es el ave retratada en la pintura, porque no concuerda con la descripción que realizó Arturo Dávila en su cuaderno José Campeche y su taller familiar. Según Dávila, el ave es un zorzal de patas coloradas (Dávila 32). No obstante, la fisionomía del ave se asemeja más, por el color negro brillante de su espalda y plumas y la forma de V de su cola, a un Quiscalus niger conocido popularmente como el chango. La especie Quiscalus es nativa de América y no se encuentra en Europa. Se puede avistar en áreas abiertas tales como parques y en zonas urbanas, ya que su dieta, omnívora, puede consistir en los alimentos desechados por los humanos. También, se puede encontrar en Centroamérica y el norte de Suramérica. A pesar de que René Taylor ubica esta obra más hacia el estilo neoclásico que al rococó, no podemos negar que, el retrato aún guarda elementos de esta etapa. La muestra más significativa de eso es el cortinaje azul de fondo y el cuarto cerrado. Además, los detalles de la mesa y los libros sobre la misma, nos recuerdan a los patrones repetitivos de fondos característicos de los retratos oficiales de la última década del 1700. Además, el detalle esférico del vientre y los detalles cuidadosos y bien trabajados de la fisionomía, se parecen a los detalles físicos de la pintura de Miguel de Uztariz. Sin dudas uno de los retratos de Campeche con mayor incógnita. Son muchas las preguntas que aún quedan por investigar acerca de esta pintura y de la obra y vida del pintor José Campeche y Jordán. La actual conmemoración del Quinto Centenario del traslado de Caparra a la isleta de San Juan es la coyuntura histórica perfecta para darle una nueva mirada a uno de los pintores más importantes que residió en San Juan durante toda su vida. Gracias a sus pinceladas podemos conocer hoy ese San Juan Bautista antiguo del siglo XVIII y de principios del XIX, que tan importante fue para nuestra formación como nación y pueblo. Su obra –crónica retrato– constituye en el presente uno de los mayores documentos iconográficos, legados de ese siglo a la historiografía puertorriqueña.
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Bibliografía
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JUAN CARLOS RODRÍGUEZ “¿Qué significa hoy?”.
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Qué significa hoy subir al pico de una montaña si podemos volar hasta el pico de las aves que aterrizan al pie de la glorieta y alimentar nuestra imaginación con piruetas de maíz, con el trino saltarín de los granos, con el deslumbrante gorjeo de amarillos que opaca el rígido espectáculo de los monumentos. ¿Qué significa hoy? (Campo Minado, Serie Literatura Hoy, ICP, 2017, 35)
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Colaboradores
Colaboradores Jean G. Burset Catinchi (San Juan, Puerto Rico, en 1993). Estudió Literatura Com-
parada en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez. Sus textos han sido publicados en The Puerto Rico Review, Revista penúltiMa, Ric Journal, AdHoc, OcultaLit, Le Miau Noir y El Coloquio de Perros. En el 2016, formó parte de Mundo Musgo (antología de autores jóvenes puertorriqueños). En el 2019, fue incluido en el primer número de la colección Círculo de confusión 451 (Sur|Norte Editores). Actualmente, reside en Atlanta, Georgia, donde completa su maestría en Producción de Cine.
Rima Brusi (Río Piedras, San Juan, Puerto Rico). Es an-
tropóloga cultural, escritora, educadora y profesora universitaria. Sus intereses de investigación académica y alcance comunitario se enfocan en la desigualdad social, la educación y la construcción de biografías y lugares. Su trabajo creativo, principalmente crónica, ensayo, comentario y narrativa, surge de la observación curiosa de cosas, eventos y personajes cotidianos. Rima vive en el Bronx con su esposo José Luis, con quien comparte cinco hijos y dos nietos. José Luis Ramírez de León (San Juan, Puerto Rico, en 1963).
Abogado puertorriqueño egresado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Del 1989-2012 se trabajó como abogado ambiental en la Junta de Calidad Ambiental de Puerto Rico ( JCA). En 1995, obtuvo una maestría en Derecho Ambiental de la Escuela de Derecho de la Universidad de Pace, en la ciudad de White Plains, Nueva York, EE.UU. Allí se desempeñó como becario e investigador del Centro de Estudios Legales Ambientales de dicha facultad, como parte de la beca Henry M. Feldschuh Fellowship con la que fue reconocido (1993 a 1994). Desde 2002, se dedica a la práctica privada de la abogacía, con especial interés en casos ambientales, civiles y administrativos. Practica el voluntariado, brindando servicios legales en comunidades locales e internacionales impactadas por fenómenos naturales o bélicos, como la maya k’ekchí desplazada por la guerra y la violencia entre Petén y Alta Verapaz, Guatemala.
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Natalia Bosques Chico (San Germán, Puerto
Rico). Es una artista interdisciplinaria radicada en Seattle, Washington, EE.UU. Tiene un bachillerato en, Pintura y Artes Gráficas de la Universidad Interamericana de San Germán y ha participado en varias exposiciones y publicaciones internacionales. Sus pinturas muestran temas contemporáneos y políticos. Recientemente, realizó su primera curaduría con la exposición “Estado 50uyno” que se presentó en El Local en Santurce donde la temática eran los acontecimientos en Puerto Rico, luego del Telegramgate. Kattia Chico (Puerto Rico). Autora de Efectos Secundarios
(Terranova, 2004). Su poesía ha sido publicada en antologías, diarios y revistas en Puerto Rico y el extranjero tales como Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica, El Nuevo Día, El Sótano 00931, La Jornada Semanal y Hostos Review. Ha participado en recitales en Puerto Rico, México, Boston, Nueva York y Santo Domingo. Mala luz es su segundo libro.
José E. Muratti (Hormigueros, Puerto Rico). Escritor, comu-
nicador y profesor universitario. Posee un doctorado en Filosofía y Letras con concentración en Historia de Puerto Rico y el Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en San Juan, Puerto Rico. Se ha desempeñado como profesor en el sistema de la Universidad de Puerto Rico y otras universidades privadas del país. Entre los diversos premios que reconocen su obra literaria se encuentran 2do Premio y Mención Honorífica en el International Latino Book Awards por su novela Mensajeros de los dioses y su cuento “La furia de Juracán”. Presidió el PEN Club de Puerto Rico entre los años 2014 -2016. Actualmente, trabaja en la publicación de su tesis doctoral – El rol del Caribe en la Guerra de Independencia de Estados Unidos–, en un poemario y en una novela.
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Anthony Hernández Rivera (Ponce, Puerto Rico,
en 1992). Es escritor y estudiante de derecho. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ponce. Actualmente, estudia derecho en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Ganó el Primer Premio en la categoría de Poesía del XX Certamen Literario de la Universidad Politécnica de Puerto Rico. Ha publicado en revistas y antologías de Puerto Rico y España. Saber de sed, Mención de Honor de los Premios Nacionales de Literatura del Instituto de Cultura Puertorriqueña (2014), es su primer libro. Francisco
Vílchez
(Cajamarca, Perú, en 1960). Pintor, dibujante e ilustrador. Realizó sus estudios en pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica de Lima, Perú. Ha fungido como ilustrador del diario El Comercio de Lima, Perú, como profesor de pintura en la Escuela Nacional Autónoma de Bellas Artes del Perú y director de la escuela The Edge Artes Visuales en San Juan de Puerto Rico. Actualmente, vive y trabaja entre Humacao, Puerto Rico y Lima, Perú. Ha recibido distinciones en distintas competencias de arte como I Concurso Nacional de Pintura Johnnie Walker, “Pasión al rojo vivo”- V Concurso Nacional de Pintura (ICPNA) y en el I Concurso Nacional de Pintura “500 años del descubrimiento de América”. Ha expuesto su obra en 14 exposiciones individuales y participado en distintas colectivas locales e internacionales. Tiene obras en diversas colecciones privadas en Puerto Rico, Perú, México, Holanda, España, EE.UU., Alemania y Argentina. Eddie Ortiz-González (Santurce, San
Juan, PR en 1969). Es escritor, librero y padre puertorriqueño. Ha publicado los libros Pasajes/dizos (talla de viento editores) y Estrategias de combate (ICP). Tiene en preparación el manuscrito para un tercer libro, titulado Misivas. 79
Manolo Núñez Negrón (San Sebastián,
Puerto Rico). Escritor, profesor universitario y abogado. Estudió literatura e historia latinoamericana en la Universidad de Puerto Rico, en New York University y en Harvard, de donde se doctoró en 2010. Fue profesor de Estudios Hispánicos en Wellesley College, MA, y es profesor adjunto de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Fue columnista de la sección “Buscapié” de El Nuevo Día y ha publicado la novela corta, Barra china (2012), y dos libros de relatos: El oficio del vértigo, que ganó el Premio Pen Club 2010, y Comida de peces, publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en el 2016. Burundanga Express (ICP, 2019) es su primer libro de crónicas. Rosaura Rodríguez (Puerto Rico). Es artista inter-
disciplinaria y educadora. Posee un bachillerato en Artes con concentración en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, estudió Bellas Artes e hizo una maestría en Educación Especial y Diferenciada en la misma institución. Su proyecto de investigación y creación fue enfocado en la inclusión de personas con autismo. Desarrolló una narrativa social y mapa sensorial ilustrado para que a las personas con autismo y retos sensoriales se les facilitara visitar el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico. Ha expuesto en la Colección Josefina del Toro Fulladosa (Sala de Libros Raros, Biblioteca Lázaro, UPR-RP), Galería Contrabando, el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, entre otros espacios. Su trabajo narrativo-ilustrativo incluye la novela gráfica Temporada (2018), la publicación del cómic Días (escrito y dibujado junto a Omar Banuchi, desde 2011), entre otras narrativas gráficas e ilustraciones para portadas de libro. Yara
Liceaga
Rojas
( Juan, Puerto Rico, en 1977). Madre. Curadora/coordinadora de los eventos de arte multidisciplinario Poetry Is Busy, poeta, columnista y educadora. Ganadora de las becas Live Arts Boston de la Fundación Boston, Carousel para el mes de noviembre del Kindle Project LLC 80
(2019), Creative City de la New England Foundation for the Arts, Cambridge Arts del Cambridge Arts Council, y Opportunity Fund de la City of Boston Arts Council en EE.UU. Su poesía ha sido publicada en las antologías Puerto Rico en mi corazón (Anomalous Press, 2018) e Isla Escrita: Antología de la Poesía de Cuba, Puerto Rico y República Dominicana (Amargord Ediciones). Tiene cuatro poemarios publicados en editoriales independientes y artesanales de Puerto Rico. Actualmente, reside en Cambridge, MA. Jorge Nieves Rivera (Patillas,Puerto Rico).
Es maestro e historiador. Posee un bachillerato en Artes de Educación con concentración en la enseñanza de Estudios Sociales a nivel secundario de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. En mayo del 2014, obtuvo una maestría en Historia de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, recinto metropolitano. Al año siguiente, en el 2015, publicó su primera obra titulada Agricultura, Rebelión y Devoción: Tres microhistorias del sureste de Puerto Rico. Ha escrito artículos y reseñas en revistas académicas, prensa escrita y digital de Puerto Rico. Actualmente, se desempeña como profesor de historia y como estudiante doctoral de Historia de Puerto Rico y el Caribe en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en San Juan, Puerto Rico. Juan Carlos Rodríguez ( Puerto Rico).
Poeta y profesor de español. Fue miembro de la mesa editorial de la revista literaria Hotel Abismo y actualmente es miembro de la junta editorial de la revista La Habana elegante. Su poesía ha sido incluida en Red de voces: Poesía puertorriqueña contemporánea (Ed. Áurea María Sotomayor, Casa de las Américas, 2012) y en el número especial de la revista El sótano 00931. Recibió el premio de poesía joven Olga Nolla, otorgado por El Nuevo Día en el año 2004, con su primer libro Rehén de otro reino (Editorial Tiempo Nuevo, 2008). Campo minado recibió una mención de honor en ocasión del Premio Nacional de Poesía otorgado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en el año 2016.
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Guías para someter manuscritos Revista y Editorial | Instituto de Cultuta Puertorriqueña
Requerimientos para los manuscritos
10. Si el manuscrito lleva notas al calce y bibliografía estas deben seguir el Manual de
1. El texto debe ser inédito (incluye
estilo MLA.
publicación por internet). 11. Todo trabajo investigativo debe ser de 2. Debe estar redactado en español o en
tema puertorriqueño.
español e inglés (bilingüe). 12. Cualquier escrito de crítica o reseña debe 3. El manuscrito debe tener tamaño 8.5” x
tener vigencia. No aceptamos escritos sobre
11” (tamaño carta).
ediciones o actividades ocurridas a más de un año de la fecha proyectada para la
4. El manuscrito debe estar presentado en
publicación.
formato digital. Requerimientos para el autor 5. El manuscrito debe estar escrito a doble espacio, incluyendo notas al calce.
1. El autor o la autora deberá enviar el manuscrito por correo electrónico en Word.
6. El manuscrito debe tener hasta un máximo
De preferir enviarlo en formato impreso,
de 15 páginas, y deben estar numeradas.
deberá someter tres (3) copias del manuscrito junto con un CD o “pen drive” del manuscrito
7. El manuscrito debe tener índice.
en Word
8 El manuscrito debe estar debidamente
2. El autor o autora deberá incluir con el
identificado con nombre del autor o autora,
manuscrito una foto suya a color tomada
título de la obra y un breve resumen del
recientemente.
contenido. 3. El autor o la autora deberá incluir con el 9. Si el manuscrito incluye fotografías,
manuscrito dirección postal, teléfono, correo
ilustraciones, organigramas, mapas,
electrónico y una breve nota biográfica.
reproducciones de obras de arte u otros
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deben estar debidamente identificados, en
4. Deberá incluir con el manuscrito los
formato digital (JPG o Tiff) y en una resolución
permisos de reproducción de las fotografías,
mínima de 300 dpi. En las reproducciones
ilustraciones, organigramas, mapas,
de obras de arte, la ficha técnica debe
reproducciones de obras de arte u otros
incluir: autor, fecha, título, medio, materiales,
permisos pertinentes de sus respectivos
dimensiones y colección.
autores o instituciones.
5.Todo trabajo sometido a la Revista del
Recepción de manuscritos
Instituto de Cultura Puertorriqueña será ad honorem.
Formato digital para la revista: revista@icp.gobierno.pr
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para la editorial: editorial@icp.gobierno.pr
1. La Oficina de Publicaciones y Grabaciones
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se reserva el derecho de denegar manuscritos
(Indicar si lo dirige a la Editorial o a
que no sigan las normas previamente
la Revista del ICP)
indicadas. Instituto de Cultura Puertorriqueña 2. Todos los manuscritos serán evaluados
Oficina de Publicaciones y Grabaciones
por la Junta Asesora de la Oficina de
PO BOX 00902-4184
Publicaciones y Grabaciones. 3. Los nombres de los autores y autoras no serán divulgados a la Junta Asesora de la Oficina de Publicaciones y Grabaciones durante la evaluación de los manuscritos. 4. La Oficina de Publicaciones y Grabaciones no se hace responsable de la devolución de los manuscritos, salvo por deseo expreso del autor en el caso de manuscritos sometidos de manera impresa. 5. La Oficina de Publicaciones y Grabaciones se reserva el derecho de realizar modificaciones en el texto, que no signifiquen cambios en el sentido del mismo, con el fin de mejorar la redacción y la edición del trabajo. 6.La Oficina de Publicaciones y Grabaciones no evaluará textos recibidos fuera de la fecha de cierre de una convocatoria.
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Sometido ante la CEE-SA-2020-8287 84