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"Si no aprendemos de la vida estamos perdidos"
Ir de la mano de las humanidades
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Escribe: Pablo Ferreiro Fundador del PAD Escuela de Dirección
Estamos en manos de un bicho que mide una millonésima de milímetros y miren lo que ha producido. Entonces, la reflexión nos lleva a pensar que hay que aprovechar el tiempo porque sino esto se acaba. Aprovechar el tiempo significa pensar más en los demás, creciendo en consideración de los demás, qué puedo hacer por los demás. Aplicar un examen diario y preguntarse: ¿qué he hecho hoy por los demás? Porque esto (el mundo, mi vida) se puede acabar en cualquier momento.
Si hablamos de humanidades, Juan Antonio Pérez López tenía dos banderas, una era las humanidades y la otra las mujeres. Confiaba mucho en ellas, decía que el toque humanista viene de las mujeres que están muy bien diseñadas para darle ese balance de realidad. ¿Deberíamos de acomplejarnos por no saber de nada de esto?¿Quiénes deberían de enseñar esto? Las mujeres. Hay que recurrir a la madre, a las hermanas, empleadas, amigas, clientas, accionistas, jefas, etc.
Hogar en el que no manda la mujer, no es hogar. Humanidades son el modo más sencillo de recuperar a la humanidad, de empaparla de vida, de aire, de luz, de fuego, de amor, de risa…. Sino que cada quien piense en la suya y que rejuvenezca unos años repasando ese diccionario: familiacomprensión, familia-tolerancia, familiafacilidad, familia-perdón, familia-ayuda, familia-volver a empezar…
En esta coyuntura ninguna mujer se ha aburrido en su casa. Esta cuarentena ha sido todos los días de la mujer. Las mujeres en estos cuatro meses no se han hartado, están tranquilas como siempre, están muy entrenadas para hacer. Debemos todos reflexionar en esto. Oye, cómo le damos más papel, más rol, no por un tema sentimental sino justo. La mujer no ha tenido oportunidad de perder el tiempo porque ha tenido que hacer todo lo que hace cada día y más. Todos tenemos la capacidad de servir, pero la mujer lo encarna de una manera especial. Las mujeres son el oxígeno: no se ve, ni se oye, ni se siente, salvo cuando no hay (como ocurre actualmente en el mundo: todavía no cuenta y se le hace espacio muy lentamente, sino tampoco sería su forma, no sería mujer).
Esta es una reflexión importante, este mes ha habido que hacer más de mamá y más de amiga de los hijos. ¿Quién ha cumplido su rol? ¿Quién ha pasado la asignatura? ¿Quién ha pasado el examen? Cada quien tiene que examinarse, preguntarse qué no hemos aprendido y lo que ha ocurrido ha sido culpa nuestra. Si no aprendemos de la vida estamos perdidos. Hemos pensado: ya marcha la tecnología y cierra el ojo, ya marcha la investigación y cierra el ojo, ya marcha el papel de la mujer en la familia y cierra el ojo.
¿Qué debes hacer tú? El hombre se ha aburrido, los varones se han aburrido en su casa porque no están entrenados de trabajar en su casa. El timing no lo han manejado, estaban acostumbrados a que se lo manejen. Tú cultivas algo en tu casa, en tu trabajo, en tu club, en la sociedad. ¿Qué han hecho en estos cuatro meses? ¿Cuántos libros han leído? Creo que es más fácil preguntar: Cuánto más has dormido. Leer es en vez de ver televisión, en vez de jugar, en vez de dormir, en vez de conversar.
A mí me impresionó mucho el retorno de las personas a sus pueblos, a su chacrita, iniciaron su trayectoria a pie. La lección más grande que tenemos la han dado las madres de familia; que cargaron con sus hijos, tres o cuatro niños afrontando la adversidad sin quejarse. ¡Qué tal espíritu! ¡Qué tal entereza! ¡Ni una queja¡, asumiendo que es su rol, es su papel, es mi necesidad, pues ahí voy, ¡qué lección! Esto no lo ha aprendido nadie.
La gente habla de la coyuntura, la coyuntura es pasajera, ocasional. La gente no habla de la huella. Se ha desnudado la mediocridad y solo se puede cambiar de la mano de los más capaces. Aquellos que se preocupan por su gente, se enteran de lo que les pasa a sus empleados y hacen algo por ellos. La mediocridad no se sacude con el tiempo, se sacude con la intervención de los líderes, hombres y mujeres. Y si hablamos de líderes mujeres, la mujer tiene un rol importantísimo en el propio hogar; educar en lo esencial a los hijos: en el aguante, la paciencia, el cargar con no quejarse.
”Nunca más vuelvo a Lima” es una frase que me impresionó mucho de una mujer del interior del país que llegó con sus hijos a la capital con ilusión de futuro: trabajo, estabilidad y seguridad. Sin embargo, se regresaba a su pueblo, añorando su tomate, su cabra, su gallina. Su ilusión y motivación era ver a sus padres, ingresar nuevamente a su núcleo social. Ese es un ejemplo, una realidad que muestra con qué me identifico, cómo educo a mis hijos, les abro los ojos ante esta mujer que va caminando en medio del sufrimiento, pero con esperanza de alcanzar algo mejor en su entorno más íntimo: su familia. Esta frase: “Nunca más vuelvo a Lima” la pondría como música de fondo en las empresas. ¿Qué le hizo Lima a esa mujer del interior que guarda ese sentimiento? La ha ignorado.
Se ha visto a muchas empresas con gestos, pero hay que preguntarse. ¿Qué es proteger a la gente? Proteger a la gente de verdad es humanidades, descubrir la capacidad que tiene la persona de ser solidaria e ir más allá.
Las humanidades nos pone ante historias, hechos, narraciones; teatro, cine, una película, un libro, que nos hace vivir vidas ajenas. Nos invita a pensar cómo me comportaría yo en una situación similar que capta mi atención. Esto es salir de sí, cuando uno sale de sí se divierte, cuando uno se centra en sí se aburre. Las humanidades te revelan valores, te ayudan a formarte y te muestran cómo te gustaría ser.
Protegemos a la gente desde las humanidades cuando las hacemos leer, leer mucho, pero hay que seleccionar. La buena lectura te lleva a desarrollar en ti sentimientos que no has tenido oportunidad de experimentarlos, de sentirlos. La gente lamentablemente, no toda por supuesto, no tiene fondo porque no se le ha inculcado, porque en la familia no lo encuentra y en el trabajo no conoce modelos a seguir. Las humanidades no es usar y botar, te queda dentro, te motiva a pensar. Hay que hacer leer a la mujer también. También le pregunto: ¿Cuánto has leído en esta pandemia? Porque eso es enseñar a leer a los hijos y al marido-un hijo más.
Háblame de experiencias humanas, de gente; conversaciones con tus hijos, con tus amigos. Háblame de experiencias de solidaridad, de ejemplos que inspiren. Está faltando transmitir vivencia cercana, de la mamá, del papá, del amigo, de la amiga, del compañero, del colega. Falta profundidad, hay una inclinación solo hacia los placeres. Falta el soliloquio, hablar contigo mismo, ¿cuáles son tus pensamientos? ¿Qué ocupa tu cabeza? Hay una pobreza conceptual, se es analfabeto cultural, analfabeto moral, analfabeto espiritual.
La vida no es solo números, balances, cuenta de resultados, seguridad monetaria. La vida es compañerismo, ver con quién sufro; uno vale lo que valen sus valores, lo que valen sus pasiones. ¿Qué esperas de la vida? Toca analizarse, ser un ser humano que siente, que piensa, que vive, que da. Hay que reflexionar y creer que la empresa salvará el Perú. No porque la empresa sepa cómo salvarse, sino porque es el ente social capaz de generar el cambio.
Ser empresario no es ganar solo dinero, ser empresario es ganar plata como consecuencia de haber desarrollado personas. La plata legal, la plata moral no proviene del negocio, proviene de la gente que mejor formada puede añadirle valor económico a lo que está haciendo. ¿Pero quién la forma? Tú la tienes que formar; porque tienes amplitud de pensamiento que te puede conducir a actuar bien, tienes motor, capacidad para involucrarte más y poder transformar aquello que vemos demanda líderes éticos. Si no aprendemos de la vida estamos perdidos, sin embargo mi esperanza esta en la empresa que salvará el Perú; hombres y mujeres líderes que inspiren al ir de la mano de las humanidades.