6 minute read

Una obra de arte para todas las sangres

Fórmula propuesta ante el caos político y social

Recuerda al Quijote por su figura, un poco despeinado al recibir la banda presidencial, abierto a los parlamentarios que lo escuchan, nada arrogante ni estirado. Bien vestido, como debe ser. No muestra esos ademanes trasnochados de ir sin corbata a una sesión solemne del Congreso, como si se tratara de la Asamblea General de la Revolución Francesa, al modo de alguno de sus compañeros de partido. Francisco Sagasti, con un segundo apellido extranjero -Hochhausler-, que la presidenta del Congreso no atina a leer de corrido, domina el escenario desde el primer minuto.

Advertisement

Escribe: Federico Prieto Celi. Doctor en Derecho, periodista y profesor universitario.

Habrá heredado de su padre -Francisco Sagasti Miller, que yo conocí- la facilidad para comunicarse, porque fue periodista en La Prensa y El Comercio, entre otros medios. Su madre, Elsa de Sagasti, también escribió en La Prensa. Se le nota la impronta de años infantiles en la pequeña y acogedora ciudad de Chaclacayo y la formación recibida entonces en un colegio inglés de profesores venidos directamente de Gran Bretaña. Habla para los peruanos de ‘todas las sangres’, como diría Argüedas, sereno pero con una cierta emotividad, que logra dominar pero que se proyecta, porque el momento lo pide. Sabe hacerlo, tanto que es un discurso ‘bálsamo’, como ha escrito un colega.

Toca la fibra emotiva al dirigirse a los palcos donde los deudos de los dos fallecidos en las manifestaciones callejeras viven primero un minuto de silencio por ellos -de oración para los creyentes- y luego un ‘no podemos devolver a la vida a estos jóvenes, pero sí podemos evitar que esto vuelva a suceder’ afirma el orador. Y hace algo que la gente espera. No aplica la frase famosa: ‘las masas se combaten con las masas’, que pronunció Rafael Belaunde, siendo primer ministro de José Luis Bustamante, en el mismo lugar hace tres cuartos de siglo, sino que pide perdón a la sociedad a nombre del Estado.

Francisco Sagasti Hochhäusler Presidente del Perú

Concretamente a los familiares de los dos muchachos fallecidos y a todos los jóvenes ‘que marcharon para defender la democracia, y que nos hicieron recordar lo que es la vocación de servicio’.

Alan García, con su estilo, ha creado la beca ‘Presidente de la República’. Francisco Sagasti, con su estilo, la llamará “beca de la generación del bicentenario.” Como escribió GeorgesLouis Leclerc, "Le style c’est l’homme même".

Conforme va deletreando las materias de su primer discurso presidencial, los esquemas partidarios propios de la política se van quedando en el tintero, para dejar pasar las ideas madres de un posible gobierno de ancha base de ocho meses, que no tendrá tiempo de hacer obras faraónicas, sino que tendrá que proyectar ideas prudentes y a la vez, audaces, como la del avance tecnológico, que le es tan cara, o la de la protección ambiental.

Habla para los peruanos de ‘todas las sangres’, como diría Argüedas, sereno pero con una cierta emotividad, que logra dominar pero que se proyecta, porque el momento lo pide.

Va del pensamiento político de la derecha al de la izquierda, como si estuviera paseándose por un salón de clases, ante un selecto grupo de invitados, a quienes les recuerda el equilibrio fiscal y la pandemia que nos agobia, pero sin perder la elevación de miras de un hombre que acaba de dejar de ser vocero de su partido, pasando por la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso, a jefe de Estado: el presidente de la República del Perú, desde el 17 de noviembre del 2020 al 28 de julio de 2021. Pero no habla a un grupo de élite sino a unos congresistas que hoy dicen no, mañana sí, pasado mañana tal vez, olvidándose de lo que dijeron ayer o anteayer.

Como hacen las personas honradas, que no tienen que insistir en que lo son, porque la sociedad lo sabe, asegura el cumplimiento de los plazos para las elecciones generales, cuyo inicio será el 11 de abril del 2021. Como hacen las personas responsables, que no apelan a la demagogia para gobernar, avisa a los parlamentarios que han enviado tantos proyectos -más de 500- para el presupuesto general de la República de 2021, que no será posible ponerlos, porque no hay tanto dinero fiscal. La pandemia de la COVID-19, la educación y la estabilidad económica piden austeridad y realismo.

Todo político tiene sus querencias. Entre ellas se puede suponer, a la vista de su discurso [y de su gabinete inclinado a la izquierda], la ideología de género, los acuerdos ecológicos con las Naciones Unidas, ensalzar en demasía a los agitadores callejeros que en parte quiere una Asamblea General y una Constitución que se retrotraiga a la de 1979. ¡Valga este comentario para que este panegírico no sea un cheque en blanco!

Conforme va deletreando las materias de su primer discurso presidencial, los esquemas partidarios propios de la política se van quedando en el tintero, para dejar pasar las ideas madres de un posible gobierno de ancha base de ocho meses, que no tendrá tiempo de hacer obras faraónicas, sino que tendrá que proyectar ideas prudentes y a la vez, audaces, como la del avance tecnológico, que le es tan cara, o la de la protección ambiental.

Juramentación del nuevo Gabinete Ministerial al mando del presidente Francisco Sagasti.

Reconoce que la clase política ha defraudado al pueblo. ‘Es hora de asentarnos sobre el extraordinario legado que hemos recibido de nuestra historia, con claroscuros, triunfos y derrotas, pero también con un indesmayable sentido de optimismo, de fe en nuestro futuro. Este sentido de optimismo nos ha permitido superar catástrofes, días aciagos, violencia insensata, y excesos que hemos, y estamos pagando muy caro en términos de oportunidades perdidas’.

Quiere que, junto con la fe, tengamos confianza en salir adelante juntos, y que tomemos la andadura de los ocho meses que tenemos delante con esperanza. ‘Es hora de empezar a tomar en serio la promesa de la vida peruana de que nos hablaba el maestro Basadre, de cumplir la promesa de la vida republicana que hemos defraudado durante doscientos años’.

Hace gestos con las manos, mira con fijeza y amabilidad, habla con calma, entre la lectura de su discurso escrito y la improvisación de lo que le viene a la mente, sin apegarse escrupulosamente a una norma que puso antaño un parlamento opositor de leer los discursos para fastidiar a un orador consumado como Fernando Belaunde Terry, que no necesitaba de apuntes para cautivar a su auditorio. Tiene tablas. Su experiencia profesional sobre su formación académica dan su fruto: de gobernante hoy, veremos si de estadista mañana.

Ésta es solo una foto del momento del discurso presidencial; no es una profecía. Si él terminó su discurso con unos versos de Vallejo, emocionándose, terminaré yo con otros de Chocano:

¡Vale un Perú! – y el oro corrió como una onda. ¡Vale un Perú! – y las naves lleváronse el metal… Pero quedó esa frase magnífica y redonda, -una obra de arte para todas las sangrescomo una resonante medalla colonial. Quiere que, junto con la fe, tengamos confianza en salir adelante juntos, y que tomemos la andadura de los ocho meses que tenemos delante con esperanza.

This article is from: