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El lenguaje de la guerra y lo que todos callan
Rusia y Ucrania en conflicto armado
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Por: Federico Prieto Celi. Miembro de la Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas
Vladimir Putin entiende Ucrania como parte de la Federación Rusa, y actúa en consecuencia. En abril de 2014 ocupó Crimea, una región que los rusos han considerado siempre suya, con capital en Sebastopol, ciudad portuaria en la península de Crimea, con 344,144 habitantes. En ella se encuentra la base de la Flota del Mar Negro de la Armada de Rusia.
En febrero de 2022, Rusia ocupó las dos provincias ucranianas con amplia mayoría de habla rusa: Donetsk y Lugansk. Y del 24 al 26 de ese mes ha ocupado todo el resto del país, mientras que desde la capital, Kiev -cuna de Rusia-, las tropas ucranianas resistían heroicamente, al menos hasta el momento de escribir estas líneas. Como ha escrito la periodista ucraniana Verónika Melkozenova “es una contienda entre la democracia y la autocracia, la libertad y la dictadura, cuyas implicancias se dispersarán por todo el mundo”(The New Voice of Ukraine).
Dicho de otra manera: “Putin eligió la guerra: Si el presidente ruso buscaba rediseñar el orden de seguridad europeo a su favor, la invasión de Ucrania es un error estratégico mayúsculo. Ahora todo queda a expensas de que lo reconozca –algo improbable– o de que crea que es capaz, con el respaldo de su arsenal nuclear, de revitalizar el imperio zarista que tiene en su cabeza”, ha precisado desde Madrid el comentarista internacional Luis Esteban González Manrique (I.S.P.E, n° 1265).
El lenguaje de la guerra
El presidente de los Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, amenazó a Rusia con sanciones económicas para que no ataque militarmente a Ucrania. Implícito estaba que no iba a lanzar su ejército contra Rusia en Ucrania. Ningún castigo económico ha detenido las guerras a lo largo de la historia. Hablando a su pueblo ha dicho que la otra opción es iniciar la tercera guerra mundial, opción repudiable. Así lo entendió Putin y por eso fue aplicando su escalada bélica conforme lo tenía previsto. La Unión Europea, escarmentada con las dos guerras mundiales en el siglo pasado, hizo otro tanto: apeló a reuniones diplomáticas y se sumó a las sanciones económicas, a sabiendas que no aseguraban una paz que ya estaba lesionada desde la anexión de Crimea. No habló de involucrar a la OTAN en defensa de Ucrania.
Casi todas las naciones del mundo han condenado la invasión de Crimea y han invocado a conversaciones diplomáticas para recobrar la paz, que ya no será la misma, porque Ucrania habrá perdido su soberanía, su libertad y su independencia. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, decía la verdad cuando afirmaba al inicio de la invasión: “me han dejado solo”. Tanto Zelenski como Putin hablan de diálogo pero siguen luchando, al menos hasta el momento de escribir estas líneas.
El discurso de Putin, hablando de “neonazis” para justificar su indebido ataque a Ucrania, contiene un lenguaje de mentira, propio de quienes apelan a la fuerza cuando no está justificado hacerlo. El pueblo ruso, que lleva 800 años con gobiernos autocráticos, de tipo tiránico o totalitario, o dictatorial con falso vestido democrático, se han limitado a ver y callar. El comentarista colombiano Francisco Santos nos recuerda que “las dictaduras utilizan las redes sociales para crear una narrativa que les facilite las condiciones para aventuras como las de Vladimir Putin en Ucrania” (El Comercio, 26.02, 22, p. 23). La defensa nuclear rusa está en posición de alerta.
A su vez, la portavoz de la cancillería rusa, María Zajarova, ha amenazado ingresar militarmente en Finlandia y Suecia, si ingresan a la OTAN, motivo verdadero de la invasión rusa a Ucrania, que había solicitado su ingreso a ese pacto militar. El lenguaje diplomático de Zajarova ha sido claro: “Es evidente que el ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN, que es ante todo un bloque militar, tendría grandes consecuencias político-militares…” El mismo Francisco Santos comenta, a propósito de esta realidad, que “el mundo de la postguerra está llegando a su final”.
El comentarista de política internacional y profesor universitario Farid Kahhat ha opinado: “Salvo en el hipotético y negado caso de que Rusia ataque a países miembros de la OTAN, no habría razón para una guerra entre la OTAN y Rusia” (El Comercio, 27.02.22, p 15).
Lo que todos callan
Ucrania ocupa el primer lugar de reservas de uranio en Europa; el décimo lugar de reserva mundiales de titanio; el segundo lugar de reservas de mercurio de Europa; tiene 22 billones de m3 de reservas de gas esquisto, el 13 lugar en el mundo; y 33,900 millones de toneladas de reservas de carbón, el séptimo lugar en el mundo. Ocupa el octavo lugar en el orbe de exportación de minerales y concentrados.
Desde el punto de vista agrícola su riqueza es aún mayor: en términos de superficie de tierra cultivable es el primero de Europa. Ocupa el tercer lugar en el mundo por el área de suelo negro, 25% del volumen mundial; y es el primer exportador mundial de girasol y aceite de girasol. Ostenta lugares de consideración en el mundo la producción y exportador de cebada, maíz, papa, centeno y trigo. Produce 75, 000 toneladas de miel de aveja y está entre
los diez primeros productores mundiales de huevos de gallina y entre los veinte primeros productores de queso. Su producción agraria puede alimentar a 600 millones de personas.
Ucrania es un país industrializado: ocupa puestos igualmente destacados en la producción de amoniaco, gaseoducto de gas natural, capacidad instalada de centrales nucleares, longitud de red ferroviaria, producción de equipos localizadores, exportación de hierro y turbinas para centrales nucleares, lanzacohetes, arcilla, titanio y acero. Destaca por la fabricación de productos para la defensa.
“La región histórica del Donbás, dividida en dos oblast (unidades administrativas) —Donetsk y Lugansk—, se encuentra en el sureste de Ucrania, en su frontera con Rusia. Su posición es estratégica tiene salida a través de Donetsk al mar Negro, cuyas aguas permiten el acceso al Mediterráneo. Antes de la guerra que empezó en 2014, esta región era conocida sobre todo por sus riquezas minerales y por constituir un importante centro de producción industrial de acero y carbón” (El país, Madrid).
Ni Occidente ni Rusia lo dicen, pero ambas partes quieren tener un trato fluido con un país que ofrece tantas perspectivas para el comercio mundial. Es el lenguaje de las omisiones: los políticos lo sabemos pero no lo queremos decir en público.
Crimea, Donetsk y Lugansk
Crimea, dominada por los tártaros de Genghis Kan desde 1441, fue propiedad rusa desde 1783, después de la famosa guerra de Crimea entre Rusia y Grecia contra el imperio otomano (los turcos) y sus entonces aliados europeos Italia, Francia e Inglaterra. A mitad del siglo XX (1954), Nikita Khrushchev entregó Crimea a Ucrania, como provincia independiente. Putin siente, más que habérsela quitado a Ucrania, que la ha recuperado para Rusia: no en vano, las dachas de los poderosos rusos están en Sebastopol, donde el clima es ideal para pasar las vacaciones. El hecho de que sea puerto tiene también elevadas valoraciones militares y comerciales.
Las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk, ocupadas por el ejército ruso en febrero, fueron declaradas y reconocidas como repúblicas populares independientes el 21 de ese mes por Putin. Los ucranianos pro Occidente y los pro rusos, llamados hasta ahora rebeldes, separatistas respaldados por Rusia, han peleado durante años: en 2014 ya arrojaban un saldo de 14,000 muertos. El hecho es que desde 2015, con el acuerdo de Minsk II, que condujo a un alto el fuego entre los separatistas de Donetsk y Lugansk y el gobierno ucraniano, estas regiones están controladas por gobiernos títeres de Rusia.
Según la agencia Europa Press 122.000 refugiados de Donetsk y Lugansk habían llegado a Rusia desde el comienzo de la invasión de Ucrania hasta el domingo 27 de febrero. Los servicios policiales rusos han informado este domingo que más de 122.000 residentes de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, se encuentran ya refugiados en territorio ruso desde el comienzo de la invasión rusa en el país, el pasado jueves. Otros Más de 120.000 refugiados de Donetsk y Lugansk han llegado a Rusia desde el comienzo de la invasión de Ucrania; y otros 150.000 refugiados ucranianos que han huido, según Naciones Unidas, hacia el oeste de Europa, la gran mayoría de ellos a Polonia, durante el mismo tiempo. Estimaciones de la ONU apuntan que, en el peor escenario posible, la invasión rusa de Ucrania podría dejar entre cuatro y cinco millones de refugiados y desplazados internos.
Frente a la invasión rusa, tres millones de habitantes de esas dos regiones se han quedado enfrentándose a las cuarentenas de la COVID-19, a la alimentación de sus familias, a la educación para sus hijos y luchaban por mantenerse en contacto con sus familiares, en la frontera entre las zonas controladas por el gobierno ucraniano y los territorios separatistas. Esa zona parece tener una población sin trabajo y envejecida, porque millones de jóvenes han emigrado a Rusia, a otras ciudades de Ucrania, o a otros países europeos. Los territorios separatistas son ahora lugares desolados y tristes, sin esperanza ni oportunidades. Como dijo uno de los encuestados por la agencia Zenit: “Nos estamos extinguiendo lentamente. La nueva invasión rusa solo acelerará el proceso”. (Brienna Perelli-Harris, profesora de demografía de la Universidad de Southampton).
Francisco Tudela, ex canciller peruano, ha comentado que “con la guerra de Ucrania, el mundo de hoy, fundado en 1945, está herido de muerte y sin esperanza de recuperación” (El Comercio, 27.02.22, p. 26).
Gestos llenos de significado
El papa Francisco, pensando en las diversas iglesias cristianas que hay en Ucrania, incluida la grecocatólica, ha hecho un gesto inusual a favor de la paz: ha ido personalmente a la embajada rusa en Roma para pedir explicaciones al embajador sobre el ataque injustificable a Ucrania. Después, ha llamado al presidente Zelenski y a Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, patriarca de los grecocatólicos ucranianos, quien tras pasar el primer día de ataques rusos en la catedral de Kiev, se trasladó a un refugio anti aéreo para salvaguardarse de los bombardeos rusos. Su Beatitud ordenó a todo el clero greco-católico que permaneciese en Ucrania y ayudase a la gente.
Desde Kiev, el 25 de febrero la agencia Zenit informó que por medio de un tuit en la cuenta oficial de la curia general de los carmelitas descalzos se ha hecho público que las monjas de los monasterios de Kharkiv, Kiev y Berdihez han decidido no abandonar el país.
Por su parte, el provincial de los dominicos en Polonia (que abarca Ucrania), fray Lukasz Wi śniewski, OP, informó el jueves 24 de febrero que “A causa de la agresión de las tropas rusas en Ucrania, nuestros hermanos y hermanas dominicanos que trabajan allí han estado en peligro”. Los dominicos tienen un convento en Kiev con 7 religiosos y cinco casa de sacerdotes. Por su parte, las monjas dominicanas tienen hogares en Iolkwa y Czortków, y las hermanas de la Congregación de las Hermanas Dominicanas Misioneras de Jesús y María tienen hogares en Fastów y Kiev. Todos han decidido permanecer junto al pueblo ucraniano.
Derecho Internacional
No tiene precedentes en el Perú el hecho de que el Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Canadá, Austria, Bélgica, República Checa, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia, Rumanía, España, Suecia y el embajador de la Unión Europea en Lima, hayan firmado conjuntamente y publicado un largo comunicado, titulado “Rechazo a las agresiones rusas en Ucrania”, como para hacerle ver al gobierno del presidente Pedro Castillo y el partido marxista Perú Libre que lo respalda, que el tibio comunicado de la cancillería peruana condenando la invasión rusa a Ucrania les ha sabido a poco (El Comercio, Lima, domingo 27 y lunes 28 de febrero de 2022, p.27).
El primer párrafo dice: “El mundo se encuentra conmocionado por la inaceptable agresión de Rusia contra Ucrania. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha violado el derecho internacional al reconocer la supuesta independencia de las llamadas Repúblicas Populares de Donetsky y Lugansk en el estado soberano de Ucrania, y subsecuentemente haber invadido, sin provocación alguna, ese país.” Con ese mismo criterio de zonas de influencia, Estados Unidos podría destruir por la fuerza militar los gobiernos comunistas de Cuba, Nicaragua y Venezuela, puesto que América Latina es su zona de influencia.
Antes, al frustrarse una propuesta de condena a Rusia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en New York por el veto ruso -uno de los cinco países que lo tieneel embajador ucraniano ante la ONU, Sergiy Kyslytsya, pidió apoyo internacional para su país frente la intervención militar de Rusia y cargó duramente contra su homólogo ruso, Vasili Nebenzia, al que dijo que los criminales de guerra “van directo al infierno”.