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Teorías Contemporáneas de la Persona

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Editorial

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Seminario Permanente de Antropología Filosófica

El segundo ciclo del Seminario Permanente de Antropología Filosófica, Teorías contemporáneas de la persona, organizado por Hápax- Instituto de Ciencias de la Acción (Ciudad de México) ha estado a cargo de los prestigiosos filósofos Francesc Torralba, Carlos Díaz y Mauricio Beuchot. En esta primera entrega compartimos las 7 tesis presentadas por Francesc Torralba que no puede faltar en un tratado de Antropología filosófica.

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La Revista Imagen y Comunicación en las siguientes ediciones publicará las intervenciones de los filósofos que participan en este ciclo de seminarios.

Por: Juliana Peiró juliana.peiro@hapax.ac

Con este Seminario Permanente, cuyo primer ciclo estuvo a cargo de los filósofos Miguel García-Baró, Alfonso López Quintás y Jacinto Choza, Hápax desea impulsar el nacimiento y desarrollo de una comunidad filosófica internacional, en la que prime el diálogo abierto y la sinergia interuniversitaria. En cada una de las sesiones se ha contado con un número muy nutrido de participantes del ámbito universitario y académico de toda Latinoamérica y Europa, en un clima de estudio y profundización del ser humano desde el saber superior.

En la sesión magistral a cargo del profesor Francesc Torralba, el filósofo español presentó en siete tesis los aspectos que no pueden faltar en un tratado de Antropología filosófica, pues a su modo de ver, la antropología tiene como objetivo describir lo esencial de la condición humana, no aquello que es accidental o solo particular de algunos. En este sentido, recordaba el profesor Torralba, “la antropología filosófica es un trabajo de abstracción formal que permite poder identificar qué es lo más nuclear de la persona”.

Francesc Torralba

Recalcando que “esta tarea es especialmente necesaria en un momento histórico como el que estamos viviendo de hiper-fragmentación, pues el estudio y la indagación de lo que somos esencialmente permite unir y dar sentido a la vida del ser humano, y con ello crear vínculos profundos y fecundos que posibiliten la vida social y personal en paz y armonía”.

La primera tesis esencial para la antropología filosófica que propuso el profesor Torralba es la importancia de entender que la persona humana es un misterio. Se trata esta de una tesis especialmente útil como antídoto a cualquier reduccionismo científico o disciplinar con el que se pretenda abordar “completamente” al ser humano. Que la persona sea un misterio significa que no es posible conceptualizar ni definir, pues es una realidad que va más allá. Como misterio, la persona humana trasciende la objetivación, y se acerca a lo que se entiende por milagro, ante la cual solo cabe una actitud de humildad y reverencia. Así entendida, la indagación de la persona humana está siempre abierta a nuevos horizontes.

La segunda tesis se centra en la consideración de la irrepetibilidad y singularidad de cada persona humana, por ser único e irrepetible. Con frecuencia, recordó el profesor Torralba, vivimos como clones, sumergidos en sociedades de masa que condenan la singularidad de cada ser humano a un estado potencial. “La singularidad del ser humano radica sin embargo en que cada persona es irremplazable. De ahí el drama de la muerte”.

En la sesión magistral a cargo del profesor Francesc Torralba, el filósofo español presentó en siete tesis los aspectos que no pueden faltar en un tratado de Antropología filosófica, pues a su modo de ver, la antropología tiene como objetivo describir lo esencial de la condición humana, no aquello que es accidental o solo particular de algunos.

El profesor Torralba ahondó y presentó como tercera tesis de su propuesta antropológica la condición vulnerable y dependiente del ser humano. Esta condición se explica al comprobar que las personas somos susceptibles de ser heridos. Una condición que “con frecuencia ocultamos porque nos duele reconocernos frágiles, carenciales, con necesidades. Somos seres necesitados que buscan y anhelan: seres indigentes porque el pedir es propio del ser que tiene carencias.” Y sin embargo, “la antropología, insistió el profesor Torralba, no puede correr la tentación de definirnos como seres autosuficientes e independientes”.

Especial interés mostró el prestigioso filósofo en la cuarta tesis, el polifacetismo del ser humano, y en la quinta tesis en la que recoge la esencial condición humana como un ser políglota. Ambas tesis son una firme respuesta frente a las visiones reduccionistas que entiende al hombre sólo como un ser que produce-consume: seres unidimensionales. Por el contrario, la acción humana se revela como polifacética y políglota, pues somos capaces de expresar la vida interior que somos a través de múltiples actividades y lenguajes. Por ello, afirmó con contundencia el profesor Torralba, la antropología debe reivindicar las palabras como algo que define al ser humano, ya que la reducción de los juegos del lenguaje trae consigo, inevitablemente, la reducción de los juegos de la vida, su empobrecimiento.

De acuerdo con lo dicho, el doctor Torralba definió la que él considera la sexta tesis básica que debe tematizar una Antropología Filosófica.

La primera tesis esencial para la antropología filosófica que propuso el profesor Torralba es la importancia de entender que la persona humana es un misterio. Se trata esta de una tesis especialmente útil como antídoto a cualquier reduccionismo científico o disciplinar con el que se pretenda abordar “completamente” al ser humano. Que la persona sea un misterio significa que no es posible conceptualizar ni definir, pues es una realidad que va más allá. Como misterio, la persona humana trasciende la objetivación, y se acerca a lo que se entiende por milagro, ante la cual solo cabe una actitud de humildad y reverencia.

A saber, la tetradimensionalidad del ser humano. Abordar el estudio de la persona implica tener en cuenta sus múltiples dimensiones, desde la corporal, pasando por la interioridad, la intersubjetiva hasta la espiritual. Todas ellas forman parte de nuestro ser personal, nos permiten relacionarnos con los demás y el mundo que nos rodea y trascenderlo.

Y como colofón a todo lo expuesto, el profesor Torralba destacó cómo el ser humano es un ser intermundis, es decir, un ser cuya existencia acontece entre la nada y el todo. Los seres humanos “intuimos el infinito pero no somos infinitos, somos finitos. Somos como una síntesis de opuestos, instalados en un peldaño entre la divinidad y lo animal”.

Para concluir, Francesc Torralba volvió a resaltar la importancia que tiene la antropología filosófica en nuestro mundo, especialmente para las nuevas generaciones. Pues -como explicaba- cada vez es más difícil la abstracción y por consiguiente cada vez es más difícil identificar lo esencial, y nuestra cultura se detiene con demasiada frecuencia en lo epidérmico, creando con ello mundos binarios en los que “tú y yo no tenemos nada en común porque tú eres de izquierdas y yo de derechas; tú eres católico y yo ateo; tú eres mujer y yo soy hombre; tú eres oriental y yo occidental”. Creando con ello sociedades dicotómicas, enfrentadas, polarizadas. Este diagnóstico permite caer en la cuenta, subrayó, de que urge promover un trabajo académico y científico que permita identificar lo que nos une como seres humanos. Y este cometido le corresponde muy especialmente a la antropología por ser un saber que trata de indagar con libertad de ideologías y tendencias culturales en lo esencial del hombre. En este sentido, la antropología filosófica está llamada a encarnar el anhelo sapiencial del proverbio chino: “El necio solo ve las diferencias mientras que el sabio es capaz de intuir lo que une, lo esencial”. El cultivo de la antropología filosófica en diálogo interdisciplinar con el resto de saberes es el camino, concluyó el profesor Torralba.

Por el contrario, la acción humana se revela como polifacética y políglota, pues somos capaces de expresar la vida interior que somos a través de múltiples actividades y lenguajes. Por ello, afirmó con contundencia el profesor Torralba, la antropología debe reivindicar las palabras como algo que define al ser humano, ya que la reducción de los juegos del lenguaje trae consigo, inevitablemente, la reducción de los juegos de la vida, su empobrecimiento.

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