PORTADA A
ES UNA SERIE DE EVENTOS CREAD OS ESPECIALMENTE PA R A AU E L L O S Q U E DESEAN IR MÁS UNDERGROUND EN LA MÚSICA DANCE JOI N THE CR E W PA R A RECIBIR PROMOS E XC LU S I VA S & M AT E R I A L I N É D I T O
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Este viaje llamado Revista Kuadro inició hace 10 años. La colonia Industrial de la siempre complaciente y difícil Ciudad de México, vio emerger este proyecto que a lo largo de una década, se ha dado a la bondadosa tarea y compromiso, de ser no solo una revista de música, sino una alternativa y un punto de referencia dentro de la cultura musical. Laura Romero, fundadora y directora de este medio, es la mente maestra que ha dedicado dos lustros de su vida, a sumar un generoso granito de arena a la industria y periodismo musical. Más allá de su gran corazón y fiel a su personalidad, Laura es una apasionada de la música, pero lo es aún más a sus ideas y metas, y esto, que algún momento de su etapa más embrionaria era un “sueño”, se ha transformado en toda una realidad. Infinidad de artistas, proyectos, profesionistas, marcas, agencias, disqueras, productoras, medios colegas, managers y demás individuos que conforman esta industria, presumen en sus CVs, tener ADN de Kuadro. Y justo es el propio ADN de este proyecto, lo que lo ha mantenido a flote, en un mundo donde la información es masiva, inmediata y con miles de fuentes, jamás ha perdido su esencia. Rompiendo paradigmas, creando nuevas reglas, nuevas ideas, ya sea en físico o digital. El camino de la independencia siempre es rudo, las exigencias y limitaciones son al doble o al triple, pero son directamente proporcional al nivel de satisfacción de un trabajo leal a una identidad. A lo largo de todo este viaje, el compromiso de empoderar la escena local nacional y la música latina, sigue vigente, al igual que el de fungir como semillero de talentos, ya sea para los que están arriba, abajo o detrás del escenario. Mientras en las entrañas de este proyecto sigan coincidiendo con las mismas locuras y entiendan ese ADN, este proyecto seguirá generando espacios, ideas y nuevos mecanismos para difundir y ser punto de referencia de una industria que sigue en crecimiento. Enhorabuena a todo el equipo de trabajo, tanto para los que iniciaron y fueron parte de un sueño, como a quienes pasaron y compartieron más que su tiempo; así como a quienes hoy en día, son responsables de darle dirección a esta nave. ¡Felicidades Revista Kuadro! ¡Felicidades a todos quienes han creído en ti!
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“La vida me había enseñado que era mejor no pedirle demasiado. Lo que acabamos de vivir era como un regalo. Y ya está, ya lo habíamos abierto” Anna Gavalda A veces abrir las manos y dejar ir al pájaro, que cuidaste desde que era huevo, para verlo volar entre los árboles, suena cruel si desde una ventana aferrada al suelo te despides de él, pero la libertad es un regalo que pocos pueden obsequiar. El obsequio de poder crecer es un don natural, pero en la sociedad actual, el trabajo y los rollos emocionales, enjaulan a cualquiera, se necesita un sueño compartido para poder despegar del suelo. Hace 10 años un sueño, llamado Revista Kuadro nació una noche de un insomnio donde la música fue la musa y el receptor fue un grupo de personas encabezado por Laura Romero. “Yo tenía una perspectiva del mundo, siempre fui amante de la música, crecí entre conciertos rodeada de tantos sonidos desde que tengo uso de memoria, Revista Kuadro llega como una inquietud. Mi pensamiento principal era regalarle al mundo parte de mí, de mis gustos y de la forma en que crecí, fue abrirme un mundo desconocido del cual ahora estoy impregnada”, menciona mientras recuerda el inicio de esta historia.
Fue un 26 mayo del 2011, cuando toda la maquinaria editorial del proyecto comenzó a moverse, el padrino: Saúl Hernández legendario vocalista de Caifanes y Jaguares, todo un personaje del rock nacional y ahora personaje principal de esta primera portada. Una entrevista dio el viraje para encaminar una nueva forma de escribir sobre música, de expresar y de compartir una visión, que irónicamente cambiaría la vida de quienes iniciaron la Revista Kuadro. “Revista Kuadro me cambió todo, vino a regalarme muchísimas experiencias y a mucha gente. Las personas que he conocido y que han sido parte de mi equipo, aquellas que están involucradas en la actualidad, todo ese cúmulo de personas y seres, moldearon la forma en que en la actualidad vivo la música. Incluso algunos fracasos y decepciones, así como lo bueno y malo han hecho que yo crezca como persona, me han alimentado durísimo, cada personas me he llevado a algo bien bonito, siempre han sido individuos conectados con la música a pesar de gustos tan diferentes encajamos, nos respetamos y seguimos aprendiendo” Compartir es regalar y dejar ir, es decir soltar, cuando se siembra se deja ir la semilla para poder verla crecer y encajado en el suelo el árbol crece, así es como Revista Kuadro se vincula entre sí, como la planta que surgió de la semilla, ahora es de todos y para todos.
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“En la actualidad a Revista Kuadro la siento como mía pero no en soledad, ya no es mi sueño personal, ahora es mía en conjunto, de la mano de muchas personas, que le ponen todo el corazón, le dedican tanto tiempo y eso hace a Revista Kuadro crecer junto conmigo. Y en la actualidad dejaría al equipo tal como está, porque me costó mucho trabajo formar un team en el que yo confío al 100%, no mentiré fueron muchos años para conformarlo, pero ahora somos una familia, una comunidad que realmente está puesta al pie del cañón, evolucionando constantemente, desde la parte editorial, las ilustraciones, el contenidos y el diseño me fascina, la verdad está hermosa, todos ellos ponen lo mejor de sí junto con su talento y amor para entregar al mundo”. Cuando se suelta al universo cualquier idea, pensamiento u objeto éste lo distorsiona por las leyes de la física, de hecho el amor que brota del corazón toma su forma en cariño, amor, amistad o abrazos, todo depende de la intención, es así com Revista Kuadro pasó de pinceladas en al viento a un cuadro donde cada colaborador, escritor, fotógrafo, diseñador y comunicólogo abanicaba la pintura desde una perspectiva y pensamiento para conformar un mural compartido.
Revista Kuadro es la libertad de encontrarse a uno mismo en lo que escucha y escribe
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“La forma de Revista Kuadro la tengo muy clara desde que se creó el concepto Kuadro, desde el primer día ha sido una obra de arte que ha ido creciendo y mejorando qué se ha convertido en un cuadro gigante lleno de luz y belleza, como yo lo veo ese cuadro radiante, una obra de arte, un mural de muchos artistas” Obsequiar es un proceso de pérdida, para regalar existencia el vacío se debe ceder, para otorgar luz la oscuridad debe retroceder, para que haya nuevos espacios alguién debe retirarse, y en Revista Kuadro no es la excepción, alrededor de 200 personas en 10 años, han entrado y salido para evolucionar en otras formas.
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“Más que pérdida, es un soltar y dejar ir”, menciona Laura, “Todos tenemos un ciclo y cada uno tiene su espacio y su tiempo. Una de las grandes cualidades de Revista Kuadro es que todas las personas han estado por voluntad propia, por amor al arte y han entregado lo mejor de ellos, entonces sería feo decir que son pérdidas. Sí tuvimos una pérdida física muy fuerte y grande cuando Paquito Zamudio falleció y aún lo recordamos y agradecemos su visión, trabajo y determinación que puso siempre en Revista Kuadro”. Laura Romero, directora de Revista Kuadro, inició como una pieza unidimensional que se convirtió en un mural compartido con varios artistas, pero un espacio tan grande que parece no tener límites, o si los hay, éstos se borran entre más crece, cada día se difumina el horizonte del lienzo, entre más caminas hacía el sol, éste avanza para encontrar nuevos límites que a la vez desaparecen entre más te acerques a ellos. ¿Cuál será la visión de Romero para Revista Kuadro? “A Revista Kuadro la quiero ver siempre arriba, creciendo, que más gente la conozca, que nos lea y disfrute de nuestros contenidos, aportarles algo a su vida a las nuevas generaciones o a cualquier tipo de personas que ame la música, para mí eso es lo más satisfactorio, nunca he buscado un éxito banal, me late más trascender regalando algo, dando algo a las personas y llegando a ellas. Revista Kuadro es mi forma de darle algo al mundo”. Es así como la Revista Kuadro se convirtió en un gran semillero de talento, pero es por una razón en específico, porque no es un lugar, es una experiencia interna en la que se desarrolla la parte profesional pero a la vez fluye el compañerismo, las ganas de compartir y hablar de música con la libertad de encontrarse a uno mismo en lo que escucha y escribe, de reflejarse con cada artista en el escenario, reunirse con las voces de un disco recién lanzado, y sobre todo verse frente a frente con algún ídolo que sólo en sueños se creía conocer.
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Unos siempre han estado allí, otros nos dejaron y otros nacieron esta década. Los que se fueron tuvieron una particular huella en RK, donde siempre hemos impulsado y tomado a esas bandas emergentes que, después de 10 años, han logrado consolidarse y muchas otras también se han quedado en el camino. Por eso el Circuito Roma-Condesa era obligatorio. Destacando al Imperial y Caradura, sin olvidar al Pasagüero (que no está lejos de allí), que son tres de los recintos que vimos en los más alto. El primero tuvo a Vato Negro, el segundo a Foster the People y el último a Kadavar. Bandas que igual nunca estuvieron en el mainstream, pero no era su cometido. En muchos de esos sitios, las bandas emergentes no tenían cover entre el martes y el jueves. Siempre era una opción ir por una chela a media semana a escuchar propuestas -sí, unas mejores y otras peores-. Eran tiempos más sencillos, menos complicados. Que al igual que Rhodesia -junto a la Cibeles- también fueron damnificados por la realidad de la ciudad. Otro damnificado en un sentido mucho más estricto fue El Plaza Condesa, que por mucho tiempo fue el mejor recinto de toda la capital. El sismo de 2017 lo dejó con severos daños estructurales, haciendo que tuviera que ser clausurado de manera definitiva, dejando sólo recuerdos de verdaderos grandes que no era que no pudieran llenar un venue más grande, sino que buscaban un show más personal, como NIN en su última presentación.
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También otra línea de artistas como Mono o Shuggie Otis, con quienes la acústica era increíble, y qué decir del servicio de adentro, ubicación y facilidad de accesos. En resumen, fue una verdadera tragedia para el que escribe estas líneas, por todas las reseñas que allí se hicieron y también las veces que se faneó. El Blackberry es un caso muy parecido a El Plaza, entre el sismo, la zona y la construcción -igual que el ya mencionado, era otro cine reconstruido- tuvo problemas con los vecinos y el gobierno de la Ciudad de México, por lo que mucho tiempo estuvo limitado a shows más “tranquilos”. Pero parece que después de Iced Earth se están olvidando estas “sugerencias”. Además, previo a que todo cerrara por la pandemia tuvo a Primus. Al Foro Alicia no sabemos dónde ponerlo. Puede entrar en los consagrados o en los que cierran; porque todo eso le ha pasado en repetidas ocasiones a lo largo de estos años. Hoy
en día es un hoyo funky, que parece que viene de otra era. Con artistas internacionales, nacionales consagrados y emergentes, un espacio necesario para esa pluralidad de voces. Dentro de los que se consagraron en estos dos años tenemos tres claros ganadores: el Circo Volador, con la selección de las mejores opciones de jerga mojada, donde todos los “trves” vamos de “rechas”, porque evidentemente la Condesa no nos recibe. Cynic, los Adicts o Cannibal Corpse son de esos que solamente encuentran un lugar en sitios como el Circo. El Pepsi Center WTC es el otro claro ganador, sobre todo porque El Plaza estuvo en lo que no sobrevivieron. Todas esas bandas que no tienen un aforo para el Palacio -que es el dobleya tienen claro su lugar. Muchos no son tan afectos aquí, porque es más bien un bodegón optimizado que un lugar para conciertos. Pero At the Drive in, Limp Bizkit o Lindsey Stirling prueban que si es apto para varias cosas.
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Ahora sí, las ligas mayores. El Palacio de los Deportes, el Foro Sol, el Estadio Azteca y la Arena Ciudad de México. La diferencia para empezar es la promotora, los tres primeros con la que todos conocen de toda la vida, mientras que la otra ha sabido sobresalir y vaya que lo ha hecho.
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La Arena es el recinto más moderno de la ciudad, el más óptimo, quitando las calles de dos carriles de refinería, el valet, las entradas y los asientos, no tenemos nada para quejarnos. Además de ser multiusos, considerado como el punto medio entre el Auditorio y el Palacio -la competencia tiene que sacarle el máximo provecho para tenerlo ocupado la mayor parte del tiempo-.
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Los otros tres, ya con la pura experiencia e historia son otro tema. Con tanto tiempo son a quienes han visto a todos los ídolos y a los monstruos: Michael Jackson, Madonna, Metallica, U2, Rolling Stones, Paul McCartney, Roger Waters/Pink Floyd, Foo Fighters, Red Hot Chili Peppers, Rammstein o Tool son quienes han pasado por aquí.
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Probablemente no son los mejores lugares para esto, el sobrenombre de “Palacio de los Rebotes” todos, o la mayoría, saben el porqué, lo que hizo que fuera una gran sorpresa que ahí estuviera Adele. Por eso lo que hizo Tool con sus ingenieros de sonido habla del compromiso que tienen- y también es una pedrada a las otras bandas-.
Mención aparte al Autódromo, que el Foro Sol es parte de, porque tiene las curvas para el Corona Capital o todo el Autódromo para el Vive Latino. El primero que estaba festejando igual que Kuadro porque somos contemporáneos y el Vive Latino, pues hace falta otro artículo así, para hablar de él.
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En otro apartado tenemos al Foro Pegaso, donde cada pasado por ahí, ha mejorado en calidad y logística. era una cosa de primer mundo -menos la entrada, era ahí-. Hablando de este festival es la transición al
festival que ha El Knotfest ahí criminal ingresar punto negativo.
Por supuesto no todas son reseñas buenas, tenemos un par de experiencias lamentables, las cuales también nos dicen que no tenemos tantos lugares como pensamos. El Knotfest y el Force Fest han sido el objeto de esto. El Parque Oceanía y por las Pirámides de Teotihuacan, por eso el nuevo aeropuerto en Santa Lucía, porque un montón de greñudos colapsamos la carretera por ver a System of a Down, ya no digamos un aeropuerto internacional.
Esa es la razón para tener buenos lugares, para cada experiencia, porque justo lo que vimos en este ejercicio es que no puedes tener un show en cualquier venue. Por eso en este crecimiento han salido más y menos que hemos dejado fuera a algunos importantes como el Foro Indie Rocks o el Auditorio con su anexo de El Lunario. Cada uno con su parte importante para la escena musical de México. Eso es lo más importante, que todos los que leen van a tener sus propias experiencias y recuerdos. Unos nostálgicos y otros desagradables, pero eso es parte de lo que esta revista, de lo que la música es. De las experiencias y cómo se te quedan grabadas y cómo se vuelven algo intrínseco en ti.
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Esto sólo es una muestra de los lugares por los cuales Revista Kuadro ha hecho su trabajo, que el estar presente es conocer toda la ciudad y los que han ido más lejos llegaron hasta Monterrey y Guadalajara, por mencionar algunos sitios. Una parte importante de esto, porque la música en vivo es mejor, la energía y la adrenalina de estar sintiendo como la música te golpea, siempre va a ser mejor que estar sentado en tu casa con audífonos.
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pero otros ya desaparecieron; por otro lado, tampoco olvidemos mencionar que duró tres días y que en el 2013 fue una odisea de cuatro, aunque actualmente sólo es de dos.
Englobar años de historia y música en unas cuantas líneas es una tarea compleja, pero haré todo lo posible para hacer una remembranza de lo mejor de este tiempo, aunque si me hace falta uno, les prometo que no es intencional. Comencemos con el año 2011, en el que el Vive Latino lo dominaron Charly García, Fobia, Bostich Fussible, Caifanes, Jarabe de Palo, Los Bunkers, Draco Rosa, The Chemical Brothers y The Nacional. Algunos de estos nombres siguen sonando,
Aunque claro, bandas como Caifanes y Fobia siguen haciéndose presentes en los festivales más importantes, y a pesar de que para algunos puede ser repetitivo, que sería de nuestra escena musical sin el antecedente que ellos sentaron.
¿Saben quién engalanó nuestro número 00? El querido Saúl Hernández, la cabeza de Caifanes. Además, en interiores tuvimos a Los Abominables en una de sus etapas más divertidas, Enjambre platicando sobre “Daltónico”, también se hizo presente Ágora con su heavy metal progresivo, La Gusana Ciega nos habló sobre “Conejo en el sombrero” y Los Daniels presentaron “A casa”, ¿cuántos de ustedes no escucharon “Quisiera saber” con Natalia Lafourde?, aunque no les gustara, pero
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yo sin temor a equivocarme, puedo decir ellos no serían la banda que conocemos en la actualidad sin ese sencillo. Y como cereza del pastel, ellos fueron la portada de nuestro número 07. Mientras que nuestro segundo número se lució con un ya experimentado Disidente, un consolidado Bengala, los primeros pasos de Vetusta Morla en nuestro país, un Technicolor Fabrics que iba adquiriendo fama y una joven Javiera Mena. Carla Morrison nos regaló una de nuestras portadas favoritas cuando estaba en el camino a convertirse en una de las cantantes más sobresalientes en nuestro país, entre sus canciones más reconocidas están: “Disfruto”, “Eres tú” y “Déjenme llorar” y “Compartir”, sin olvidarnos de “Contigo”; uno de sus últimos temas, el cual suma más de un millón de reproducciones en Spotify. Otras bandas de las que hemos presenciado su surgimiento y su gran posicionamiento son Reyno, Odisseo y Camilo Séptimo, quienes pasaron de presentarse en pequeños espacios como los desaparecidos Imperial y Caradura a grandes venues como El Plaza Condesa, el Teatro Metropólitan y el Pepsi Center.
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Zoé ya pasó a la historia como una de las grandes bandas en México, que fueron de tocar en El Chopo a llenar Auditorios Nacionales y shows en el Foro Sol. Veamos un poco del camino de esta agrupación, enfocándonos en 2011, año en el que fue lanzado su célebre MTV Unplugged, el cual nos dejó temas como “Labios Rotos”. En la actualidad ya podemos comparar el legado de estos músicos con el de bandas igual de importantes como Café Tacvba. Algo que merece la pena ser mencionado es que León Larregui y compañía ya cuentan con un disco de reversiones a cargo de otros cantantes, el cual si bien no es un logro que esté marcado para suceder en determinado momento de la vida de un artista, sí lo podemos considerar como un signo del gran legado que ya dejaron. Imagina a Alejandro Fernández, Bronco, Morat, Juanes, Andrés Calamaro y otros artistas que brillan en sus respectivos géneros musicales, interpretando composiciones de Zoé.
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Siddhartha ha forjado una carrera sobresaliente como solista, desde que lanzó “Náufrago”, en 2011, hasta su pasado concierto en el Auditorio Nacional y su próximo show en el Vive Latino 2022. Y aquí entre nos, les podemos decir que uno de los favoritos de nuestra querida directora Laura Romero. Gracias Jorge por toda la música que nos has regalado a lo largo de este tiempo. La separación de Bengala nos dio dos proyectos; Communión que nos dejó un disco que no logró trascender, a pesar de que había talento por parte de Diego Suárez, y Reyno formada por Sebastian Franco, la cual se convirtió en un favorito, aunque tiempo después él decidió despedirse del proyecto para tomar su camino. Otra de las bandas que también vimos despedirse, personalmente puedo destacar a Pxndx y aquella conferencia celebrada el 10 de diciembre de 2015, que le rompió el corazón a más de un fan, y quien diga que ellos no tienen público, basta con buscar en Google “Pxndx en la Arena Ciudad de México”. Pero este adiós nos regaló un José Madero solista, que ha sabido experimentar con su sonido y sus letras, a pesar de los errores que se han atravesado en el camino; incluso, fue parte de The Metallica Blacklist con “The Unforgiven”. Por otro lado, el adiós de Pxndx también nos dio los proyectos solistas de Arturo Arredondo y Ricardo Treviño, conocidos como Arthur White y Trech, respectivamente. Sin olvidarme de Desierto Drive, la banda que formaron junto a Kross, el baterista. Y quizá estos nombres no les suenan a todos, pero les puedo asegurar que a miles de personas sí, las cuales todavía logran hacer tendencias en redes sociales y moverlas con el amor que le tienen a esta agrupación regiomontana.
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Tampoco podemos dejar de mencionar a Porter, quienes son uno de los grandes de esta escena, y desde la salida de Juan Son lograron encaminar el proyecto hacia una etapa de gran crecimiento, en parte gracias al sello que le imprimió David Velasco, si bien están en un punto exitoso, todavía les falta dar un paso más hacia la consagración.
P ORT E R . Fo t o g r a f í a d e B r u n o Mu ñ o z
Sin duda, DLD es una banda importante dentro de la historia de Revista Kuadro y, en lo personal, la portada que ellos engalanaron, en 2015, me trae buenos recuerdos. Hablar de ellos en 2011 nos remonta a esa transición entre el disco “Por encima” y “Primario”, época donde su fama subía como la espuma, pues seguramente se ganaron el cariño de muchos fans con la canción “Por siempre” y se mantuvieron a la expectativa gracias a “Arsénico” y “Primario”. A propósito de esta banda capitalina, les puedo decir que, para mí, la mejor forma de medir la consagración que ya tienen, fue gracias a mi hermano, quien el otro día me dijo que el cover de “Mi vida”, de José José, “trasmite misma melancolía que la versión original y, además, el arreglo es muy bueno” y ahí me di cuenta que la música de DLD ha logrado ir más allá. Hablar de la escena musical en nuestro país, es hacer un recuento de muchas, muchas etapas diferentes, incluidos diversos géneros que nos han ayudado a construir la realidad que hoy conocemos. Y podría ser hablando de bandas que han ido y venido a lo largo de estos 10 años, pero las líneas no son suficientes, así que sólo me queda agradecer y felicitar a nuestra Revista Kuadro por todo lo bueno que nos ha aportado.
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La música es quizás el arte en el que más repercuten los cambios de tiempos. Y no hablamos específicamente de los avances inherentes en la forma en que se crea, sino también en la que se consume y se difunde. Desde hace una década, la mayoría de estos cambios han tenido como eje rector el Internet, es decir, todo lo “nuevo” no es más que el perfeccionamiento y simplificación de lo que ya conocíamos desde comienzos del siglo. Al poner esto sobre la mesa no se pretende menospreciar la importancia de las revoluciones que estamos viviendo. Es todo lo contrario. Es extraordinaria y fascinante la manera en que una infinidad de cambios han ocurrido en estos 10 años que apenas y logramos tener conciencia sobre ello. Cuántos podrían hoy imaginarse salir a la calle, ejercitarse o musicalizar una fiesta sin su Spotify. Bien, en 2011 así se hacía, porque no fue hasta 2013 que la plataforma líder de streaming musical llegó a México. Desde ese entonces, consumir a través de ella o de otros servicios se volvió normal, y se podría decir, la regla. Tal como sucedió con la irrupción de lo digital ante los formatos físicos, la llegada del streaming le dio un nuevo valor a la música, tanto monetario como emocional. Dejamos de pagar por canciones, de emocionarnos por recibir en tiendas de cafés o festivales una tarjeta con un código que te permitía bajar una rola de manera legal o de esperar fielmente cada ocho días a que llegara la “Canción de la semana”. Incluso el mercado ilegal perdió terreno. Arriesgarse a bajar un virus a tu computadora ya no competía con pagar menos de $100 pesos mensuales para tener acceso a lo que creíamos era un infinito catálogo musical disponible 24/7. Con la llegada del streaming vinieron otras formas de descubrir música y sus historias. En entregas periódicas, medios ya conocidos o nuevos informan sobre los más recientes estrenos, lo que no se sabe sobre tal o cual artista o la historia desconocida de un álbum. De la misma manera como sucedió con otros formatos, en la era del streaming existen nuevos rituales para melómanos, como esperar el primer minuto de los viernes para descubrir estrenos, o seguir listas de reproducción que ayudan a ampliar y actualizar nuestro panorama musical.
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La descontinuación de un aparato que revolucionó tanto la manera de escuchar música como a la propia industria también fue uno de los hechos que marcaron la década pasada. Los iPod se fueron. Los modelos Classic, Nano y Shuffle dejaron el mercado. Si aún no estaba muy claro que la era en la que pagar por cada canción o álbum digital estaba muerta, en 2019 Apple dio la señal: iTunes decía adiós. La plataforma que almacenó millones de bibliotecas musicales mutaba para dar paso a la era de las app.
De manera simultánea, con sus altas y bajas, se han mantenido a flote las ventas de los formatos físicos, lo que probablemente continuará así por muchos años, pues ni los repuntes en el mercado musical físico lograrán competir con la simplicidad de escuchar música al instante. Quienes no salieron bien librados -o enfrentaron más de un obstáculo para sobrevivir- fueron los medios impresos. Revista Kuadro, Indie Rocks!, Marvin y Grita son algunos de los ejemplos más sobresalientes de esta mudanza a la galaxia de lo digital. En algún encuentro editorial a mediados de la década pasada, una de las personas al frente de uno de esos medios respondía a una pregunta del público.
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¿Cómo harán frente a la cada vez menos demanda del impreso por parte de un público que cada vez más le preocupa la cuestión ambiental?, preguntaron. Palabras más, palabras menos, el expositor respondió: Quien no quiera contaminar que viva en las cuevas. Nosotros seguiremos imprimiendo para nuestro público. La respuesta llamó la atención no por la contundencia, sino por la seguridad ante lo que vislumbraba inseguro.
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Años después e influenciada seguramente más por los cambios en el mercado que por una conciencia ambiental, esa revista, como muchas otras, dejaron el papel. Sí, lograron adaptarse, pero muchas de ellas lo hicieron obligadas más que de manera planeadas o visionaria. Otros medios culturales/musicales corrieron con menos suerte, como aquel impreso de extraordinarias portadas con diseños alucinantes llamado El Fanzine, o qué decir del periódico La Semana de Frente, ambos gratuitos y que, por cierto, todos sus números pueden consultarse gracias a Internet. Dentro de la corriente de cambios también llegaron las sesiones musicales. De un momento a otro, medios reconocidos, medianos o incluso nativos digitales se hicieron de mini-conciertos en estudios, oficinas e incluso espacios públicos que -en su mayoría- buscaban presentar a artistas y bandas bajo un concepto diferente, en el que la intimidad se volvía la plusvalía y el punto de encuentro entre el público y el talento. A pesar de lo extendido que ya se encontraba este formato, en los últimos dos años dio un nuevo giro para dar pie a conciertos online de paga, que aunque se tenía previsto que murieran con el fin de la pandemia de Covid-19, hay quienes encontraron que este es un formato por el que algunas personas pagarán haya o no conciertos presenciales.
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No sé si a todes les pasó, pero yo sí llegué a creerlo, ingenuamente, hace algunos años. Que los festivales tenían un sentido catártico, de comunión, en donde los mundos latían al ritmo de un solo corazón. Que los conciertos multitudinarios, herederos de Woodstock, Live8, o incluso de los Juegos Píticos en el santuario de Delfos de los griegos, famosos por sus orgiásticas bacanales, eran altares modernos a la santísima Trinidad, al sexo, las drogas y el rocknroll. ¿Cómo no sucumbir ante tal mito, ante tal fascinación dionisiaca y salvaje por el éxtasis, la fiesta, la ebriedad y la sensación? Hubo una época hace como 10 o 15 años, en que ir a un festival daba caché. Nadie te lo decía, pero aquello te hacía sentir valiente. Te hacía sentir hije hippie de la “revolución Avándaro”. Aguantar dos días enteros de Vive entre sustancias, alcohol, lluvia y slams, sin dormir y sin morir, te llenaba de cierto amor propio. Quisimos suponer que había un signo histórico en el “festival”, algo político. que, entre tanta miseria y ausencia apolínea, los jodidos poníamos la cuerpa como forma de resistencia. Hasta que llegó el día en que descubrimos que esas ganas de cotorrear, de beber cerveza, fumar mota o alucinar con LSD, no eran exclusivas de cierta banda más exótica y atrevida.
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De repente descubrimos que no solo en otras ciudades acudían multitudes a honrar a Santa Teresa, sino también en peñas, en colinas, en playas ocurrían raves más intensos que los Vives Latinos. Descubrimos también que eso que creías propio de tu generación o tus amistades mileniales, era en realidad común con las generaciones de arriba (¿ok, boomers?) y a las centenialls de abajo, bailando reggaeton en algún Flow Fest. De repente los fresas, los hipsters, los raperos salieron para reclamar espacios y escenarios, y fue cuando descubrimos lo “universal” de la fiesta, la “necesidad del festival”.
QUIZÁS SIEMPRE HA SIDO ASÍ, PERO NO LO SABÍAMOS. DENTRO DEL “SER” HAY TENDENCIAS E INSTINTOS HACIA LA CELEBRACIÓN, EL ENCUENTRO, EL PLACER CARNAL. UNA SEMILLA DE DISFRUTE PARA TODOS LOS GUSTOS, PARA TODOS LOS MOLES. UN DÍA, NO HACE TANTAS DÉCADAS, EL CAPITALISMO DESCUBRIÓ QUE, ADEMÁS DE LA FAMILIA, LA PROPIEDAD Y LA SEGURIDAD, LA CUERPA DESEABA ALGO MÁS: LA “EXPERIENCIA” DE LO EFÍMERO SOBRE LOS CONTRATOS LABORALES PROLONGADOS, EL PATRIMONIO O LOS BIENES RAÍCES. LA INDUSTRIA MUSICAL Y LA INDUSTRIA DEL ESPECTÁCULO, INESPERADAS Y CERTERAS POTENCIAS, LE LLAMARON “NECESIDAD” A ESE DESEO, Y LE PUSIERON LA OFERTA A LA DEMANDA. ERA CUESTIÓN DE TIEMPO PARA QUE LA FESTIVALIZACIÓN DEL MUNDO, EMPEZADA EN EUROPA Y ESTADOS UNIDOS, ATERRIZARA EN LATINOAMÉRICA CON SUS PODEROSOS MERCADOS Y SU TOXICIDAD TAN SALUDABLE.
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| Fe s t iva l N R M A L p o r Ro d r i g o G u e r r e r o | M U T E K p or Javi er S ot o | Fe s t iva l M a r v i n p o r A l e j a n d r o S e r v í n
Así fue como un día surgió una furiosa explosión de festivales que se propagó como plaga, con una gran variedad de nombres. El Nrmal, el Mutek, el Marvin. O el Hipnosis, el Bahidorá, el Roxy. El Hell & Heaven, el Domination, el Knotfest, para los de huesos metaleros; el EDC, el BPM y el Trópico para los más electrónicos. Aparecieron algunos (como el Colmena, el Goliath o el Sonofilia, que trajo por primera vez a Bjork a estas tierras) que brillaron una sola vez y se extinguieron. Otros, como el Coca-Cola Zero Fest, Corona Music Fest, y el MotoRockr, buscaron la manera de permanecer vigentes, hasta hallar en dos palabras la clave del éxito: Corona Capital. La festivalización ha crecido tanto que hay alguno en cada extremo y en cada costado; ya no es necesario ir a una “ciudad importante”, como Monterrey -con su Hellow Fest, el Machaca, el Live Out, el Pal Norte- o Guadalajara -con su Coordenada, el Akamba o su propio Corona- para “festivalear”. Con que vivas cerca de Puebla -y su Catrina-, o Querétaro -y su GNP- o Toluca -el Ceremonia- o Cuernavaca y su Vaivén, es suficiente. Quedarte en casa dejó de ser una opción. Hoy, tal ultraje se paga con el famoso fomo (fear of missing out) de lunes, cuando abres tus redes y te das cuenta de la tremenda fiesta que te has perdido.
Triste, ¿verdad? Si la fiesta está del lado del pueblo, el festival, del privilegio. La utopía comunitaria se cae ante tal revelación. Los “costos” populares se han elevado y hoy, por más que se pueda pagar el boleto a meses sin intereses, en early birds o hasta en fase 44, nadie puede decir que ir a un festival es barato. Hay que pagar las tarifas dinámicas de los Ubers, las cervezas al triple de su precio. Hay que ponerse muy pedo para exprimir cada centavo del boleto.
Todo ha cambiado en diez años sin que lo hayamos notado. Aparecieron las zonas VIP, las zonas exclusivas, la propuesta gourmet de comida en camioncitos exóticos. De un Vive Latino “latino”, se pasó a un Vive mixto para todos los gustos y para todos los odios. De un Corona Capital en español e inglés, a una colonización. Las fotos muestran la evolución perfecta de ese cambio. De los pelos largos hippies, las playeras negras y los atuendos pandrosos, se pasó a la ropa de marca, el peinado trendy, el maquillaje perfecto. De la exposición morena se pasó a la blanquitud de pasarela.
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Si alguna vez los festivales fueron formas de rebelión, ahora son símbolos de estatus. Hay que tomarse la selfie. Hay que subir los “en vivo”. Hay que mostrar al mundo lo hedonista, lo salvaje, lo fashionista que eres. Quién sabe en qué momento la música pasó a segundo plano y la experiencia empezó a consistir en otra cosa: en las activaciones, las pulseritas cashless, las marcas, el merchandising, en el post, el durante, y el previo. Ya nadie dice “voy a ver a tal banda”. Lo de hoy es decir “voy a tal festival”, aunque no sepamos quién toca. La festivalización se ha comido lo importante. Llegó la pandemia del 2020 y se fueron los conciertos. Creímos que sin festivales el mundo se caería a pedazos, pero al final hallamos nuevas formas de catarsis, de encuentro, de armar la fiesta. El festival estuvo en la primera línea de sufrimiento, pero también de reinvención. Llegó Billie Eilish con su concierto en línea, llegó BTS a romper récord de ventas para entradas digitales, apareció Travis Scott en Fornite para promocionar sus Adidas. Se buscó reactivar de alguna forma la industria, pero solo se confirmó, pese a todo, que esto era otra cosa, algo para salir del paso.
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Ahora que el festival se ha revelado contra la destrucción de su auténtica esencia, entiendo, con cierta tristeza, que la celebración no tiene nombre de refresco, seguros o cervezas. Si bien la música vale cien misas, habrá que tener cuidado con sus iglesias y sus feligreses. Habrá que volver a entender que el festival no le pertenece a unos cuantos y, por el contrario, las razones para festivalear nos pertenecen a todes. Ahora que la vida vuelve, poco a poco, y la gente retoma todo aquello que nunca ha sido exclusivamente suyo, lo confieso: estaba equivocado. El festival es, pues, dulce sucedáneo. llusión de placer. Espacio excepcional en donde les otres no incomodan, sino acompletan. Y aunque en el centro mismo de la masa uniforme no se deja de pensar, no se deja de ser, no se alcanza la reconciliación del “yo” con el “todo”, es una esperanza de comunidad que nunca llega, pero en la que valdrá la pena volver a creer. Como en la playa o el peyote. Como en el sexo.
| Bahidorá por Rodrigo Guerrero
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Hace 10 años el panorama musical en México sonaba de una manera distinta, por un lado, la escena independiente encontraba una nueva etapa al consolidar proyectos cuyos comienzos en la década de los dosmiles los colocaba como los headliners de los principales festivales del país. En géneros musicales, no nos limitábamos, teníamos propuestas que iban desde el recién inaugurado indie, electrónica, ska, rap, pop que demostraban que el foco de atención no se quedaba en el mainstream, lo emergente crecía.
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Dentro de estos cambios, surgía la pregunta: ¿Quiénes eran sus protagonistas? Los artistas y bandas liderados o conformados en su mayoría por hombres seguían dominando las listas de popularidad en medios y acaparaban los espacios en festivales, mientras que los proyectos femeninos estaban presentes como una cuota de género, sin tomar en cuenta su trabajo como creadoras dentro de la música, junto a la falta de oportunidades y espacios seguros para el desarrollo de sus carreras. Al repasar 10 años dentro de la historia de la industria musical en nuestro país, se suelen hablar de “espacios vacíos” o resulta fácil llegar a los mismos nombres al querer ser “equitativos” en las escenas musicales, asimismo, el rol que juegan las mujeres en esta industria se desenvuelve en diversas ramas desde la producción, prensa, booking, management, y claro, como músicas.
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A una década de cambio: ¿Qué tan equitativa se ha vuelto la escena musical en México?
LA VISIBILIZACIÓN EN LOS ESCENARIOS Una pieza esencial para la industria musical son los shows en vivo, y la realización de festivales con talento nacional como internacional. En los últimos años hemos visto un avance en el desarrollo de festivales y eventos musicales que han descentralizado la oferta musical en vivo, desde el norte del país hasta en fechas recientes con una nueva mirada a la región sur. No es una novedad que en muchos carteles existe una constante: No hay participación de mujeres o suele ser mínima. Como muestra de lo anterior podemos mencionar una serie de estudios realizados por medios especializados, pasando por la investigación de la plataforma feminista especializada en la escena musical latinoamericana, Ruidosa, con ¿Cómo ha evolucionado la brecha de género en los escenarios de américa latina? (2019),
la cual demuestra que en festivales realizados en México (junto a Colombia y Chile) durante 2016 a 2018, la participación de mujeres y bandas mixtas llegó a un 20% y 30%. Por otro lado, el medio mexicano de entretenimiento, Slang publicó a comienzos de 2020 el especial La representación femenina en los festivales mexicanos de 2019, en dicho análisis realizado a 50 festivales durante 2019, se llegó a la conclusión de que en más de 30 de estos eventos se tenía una participación del 75% de actos conformados por hombres. Elis Paprika, una de las principales artistas dentro de la escena musical alternativa en México y fundadora de la plataforma feminista Now Girls Rule comenta que en 2014 cuando grabó el tema “Now Girls Rule” había muchas mujeres sin ser consideradas y existía una falta de conocimiento por organizadores de festivales de la escena musical, lo cual impulsó a la creación de la plataforma: “Empecé a hacer cita con ellos para preguntarles porque no las estaban invitando, me decían que no había mujeres en la música, y había muchísimas, de ahí surge la idea de hacer: Now Girls Rule (…) También muchos bookers me decían: ‘Encárgate de enseñarnos lo que está pasando’ o me decían: ‘¿por qué te quejas si te invitamos?’ No se trata de mí, se trata de todas las que estamos haciendo cosas, no están siendo valoradas.”
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LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA DIFUSIÓN DE PROYECTOS Como parte de los cambios en la última década, los medios de comunicación han tenido un papel importante dentro de la difusión de proyectos musicales o directamente relacionados a ello. Por un lado, se encuentra la evolución de los medios, la cual ha respondido a un cambio tecnológico, empujando a encontrar un nuevo espacio dentro de internet. En la práctica periodística existe un conjunto de vicios que han puesto en duda si hay una cobertura de calidad junto a un tratamiento con perspectiva de género sobre los proyectos liderados por mujeres. A partir de ello, Karina Cabrera, periodista musical con más de 20 años de experiencia en medios y fundadora de la comunidad Sonoridad, responde que la entrada de la música generada por mujeres a la agenda ha sido impulsada por las mismas, a partir de un trabajo constante dentro de la música y un cambio en la forma en que se abordan estos temas: “La gran revolución musical en este momento, más allá de los géneros, somos las mujeres que estamos trabajando dentro de la industria musical, somos nosotras las que realizamos las investigaciones, las que estamos empujando para un nuevo análisis, las que estamos provocando que se observe estos grupos desde otra perspectiva, el que se les nombre, agregue, que dejen de ser una cuota de género.” Asimismo, en los últimos años se ha dado una cobertura a los proyectos liderados o conformados por mujeres en espacios alternativos dentro de internet, ya sea a partir de medios independientes, blogs, radios por internet por mencionar algunos ejemplos. Cabe resaltar el caso de ChidasMx, medio de comunicación especializado en música conformado por mujeres donde se hizo trabajo por difundir los proyectos de músicas nacionales e internacionales, así como en destacar esfuerzos para amplificar la equidad de género en la música en el país durante 2017 hasta su cierre en 2020.
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HACIA NUEVAS NARRATIVAS SONORAS, ¿CUÁL ES EL SIGUIENTE PASO? En diez años, los cambios dentro de la industria musical han llegado en diferentes formas, una de ellas ha sido la atención y acciones para erradicar la violencia tanto para las músicas como para el público. Aunado a ello, hemos observado la creación de colectivas y comunidades cuyo trabajo se ha enfocado en crear espacios seguros para todxs dentro de la industria musical, impulsando la colaboración dentro y fuera de la música, teniendo como ejemplos como Jam de Morras, Mujeres Vinileras, entre otros.
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La música nos habla de la identidad, interactuamos a partir de ella y en muchos casos refleja que sucede a nuestro alrededor. A lo largo de la historia musical hemos sido testigos de “espacios vacíos” cuando se habla de mujeres, en contraste a este escenario, el cambio se está generando y la labor tanto de periodistas, músicas y el público es salir del canon para exigir una escena musical equitativa.
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Por definición, lo alternativo o la alternativa se produce naturalmente ante la variedad de opciones. Lo alternativo es una lección que se puede tomar o no, sin embargo, durante varias décadas se ha utilizado como un concepto vago que conjunta todo aquello inclasificable que va desde la música, la ropa, la salud, la comida, las expresiones artísticas hasta los modos y prácticas de vida.
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¿Por qué lo digo? Aquí traigo unos datos interesantes: fue en 1991 cuando los premios Grammy incluyeron la categoría “Mejor Álbum de Música Alternativa” con el propósito de reconocer a aquellos proyectos que no terminaban de ser una etiqueta concreta y tampoco figuraban en el mainstream de esa época. La primera ganadora del premio fue Sinnéad O’Connor con I Do Not Want What I Haven’t Got, segundo álbum de la irlandesa y producido por ella misma. Durante los años venideros pasaron por las filas de estas nominaciones R.E.M., Tom Waits, Fiona Apple, David Bowie, The White Stripes, Gnarls Barkley, St. Vincent, Björk, entre otros. Es notable que no existe un patrón entre todos los enlistados anteriormente en cuanto a género y estilo pero sí en las características que según la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación cumplen para ser considerados alternativos y ese es: tener propuestas vanguardistas y experimentales que pueden utilizar tecnologías o nuevas técnicas de producción y grabación. Cuando esta categoría llegó a América Latina, fue en 2004, casi diez años después cuando en la 5° ceremonia de los Grammy Latino se incluyó a Café Tacvba junto a Kinky, Babasónicos y Plastilina Mosh en la recién estrenada categoría para el talento latino. Si bien esto definió por mucho la concepción actual de lo alternativo en las escenas musicales, es necesario remarcar que la existencia de alternativas existían muchísimo antes que el mainstream lo convirtiera en una categoría de premios o una sección en alguna tienda de discos. Mucho de la etiqueta alternativa vivió por años y quizá décadas, escondida en lugares emblemáticos como el Tianguis del Chopo, en los hoyos funky que nacían y eran clausurados por toda la ciudad, hasta el antiguo balneario de Pantitlán donde se presentaron los Ramones en su primera visita a México.
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Con lo anterior no quiero verme como el tío “tú qué vas a saber de la música alternativa, chamaque pendejx” sino que sin necesidad de denominarlo, innovar y crear lejos de los métodos y formas establecidas ha existido a lo largo de la historia de la humanidad como una forma de supervivencia cultural y artística, es así como dentro de la era de la interconectividad que vivimos en esta década, las alternativas de “lo alternativo” nunca habían sido tantas y tan diversas.
De 2010 para acá los avances y las formas de consumo han cambiado de forma gigantesca. El Internet vino a cambiar completamente la jugada de los procesos de creación al poner al alcance de todos herramientas como softwares y hardwares de “uso profesional” que resultó en el boom del bedroom pop del que nacieron propuestas como Cuco, Goth Babe o Rex Orange County, sin embargo, no hay que olvidar que todas estas propuestas no descubrieron el hilo negro de la música independiente, sino que, reitero, a través de la supervivencia cultural y artística retomaron el concepto punk del DIY pero con nueva tecnología, una más democratizada para seguir creando fuera de los estudios y con los bellos errores y estética de la filosofía del “hazlo tú mismo”.
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Y no sólo con la democratización de los medios sino que “lo alternativo” se ha definido según las necesidades de consumo de los melómanos, o mejor dicho, los entusiastas de la música ya que si nos guiamos por las tendencias “la música alternativa” ha tenido etapas bien definidas marcadas por las tendencias del mercado musical, por ejemplo: en algún momento de 2010 a 2014, lo “fuera de la norma” estaba definido por ukeleles, lentes de armazón grueso, ropa y accesorios vintage, una añoranza por el pasado así como la gentrificación de la colonia Roma y Condesa en CDMX, que dista mucho de lo que definía a lo alternativo unos años antes en el apogeo del emo y happy punk, ¿se recuerdan a ustedes mismos cantando durísimo “Sognare”, “Cita en el quirófano” o “Helena”? Yo sí. Sé que muchos podrán argumentar “eso no tiene nada que ver” o que quizá los ejemplos que ocupé no reflejan su realidad particular, pero si nos ponemos a pensar más y le buscamos tres pies al gato, resultará evidente cómo actualmente la etiqueta de “música alternativa” más que definir una forma de hacer música y experimentarla a través de los diferentes puntos de esta contemporaneidad compartida, refleja más cómo consumimos la música y cómo nos la venden. Vamos, no es necesario ir muy lejos, sólo basta con que en este momento vayas a tu servicio de streaming favorito y busques una playlist alternativa, dime qué te muestra: ¿rock alternativo?, ¿alternativo latino? ¿indie alternativo? Un abanico lleno de posibilidades y capaz de poner en duda qué tan alternativa y true es tu preferencia musical.
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En tu búsqueda puedes encontrar dos cosas: la primera, que la música elegida por el algoritmo proviene de artistas cuyos experimentos sonoros derivan de distintas latitudes y géneros o que, por otro lado, correspondan a una época en particular definida por un sonido “alternativo” por excelencia, llámese rock, punk, new wave, R&B o neoperreo: una tendencia, no precisamente mala pero sí impuesta que poco a poco se han convertido breve o totalmente en parte del común denominador, el status quo, el pop.
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Todo lo creado a partir de lo “inclasificable”, o aquello que no encuentra lugar en el mainstream, debería tener la libertad de encontrar su propio espacio sin la necesidad de encasillarse a través de una etiqueta que dentro de las nuevas formas de posicionamiento y consumo musical resulta, la mayoría de las veces, plástica y sin un significado real que envuelva las implicaciones del proceso creativo. La alternativa de lo alternativo aún yace en sí misma: en la autonomía, la autogestión y la independencia de vivir perdidos -y creativos- dentro de una época que tiene un pasado fuerte, un futuro dudoso y un presente brillante que poco a poco necesita menos de los grandes tiburones de la industria musical y más de sus propias herramientas, e ideas creadas a partir de la comunidad e independiente de los números de reproducciones en Spotify.
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Carajo. Esto debe ser la definición cabal de un déjà vu. Y no por volver a escribir sobre un tal Paco Zamudio, ni por haber vuelto a sentir esta suerte de descarga eléctrica en el esternón no bien me volvieron a mentar su nombre. Tampoco porque me dijeron otra vez: «Rudo, urge mucho, no te vayas a tardar», sabiendo que sí me iba a tardar. No es por eso. Es un déjà vu porque cuando me dijeron: «déjate fluir, escribe con sentimiento, sin pensar tanto» lo volví a escuchar a él, como cuando me decía: «Rudo, la música es de sentirse, no de pensarse mucho», o también: «Rudo, es que te tiene que gustar a ti primero si quieres que le guste a quien te lea». Rudo esto, Rudo lo otro, Rudo aquello. Pues Paco, Paco, Paco: ni aprendí nada de lo que me dijiste, excepto quizás que se intenta, porque los que no lo intentan
son unos cobardes, y uno puede darse el lujo de ser idiota, pero cobarde nunca. Y no me malinterpreten: esto no se trata de sensibletería barata ni de lloriqueos gratuitos. Ni a él ni a mí nos gustó eso jamás. “Esto no es una elegía”, diría Silvio Rodríguez. Y sí, cito a Silvio porque a él le cagaba, pero de momento no puede ponerse a darme un sermón sobre por qué no le gustaba ni Silvio ni la trova en general. De momento no puede usar su incuestionable autoridad para decirme: «quita eso, Rudo, mira, mejor checa esta banda — seguro una de pinche nombre impronunciable terminado en “eishon”—». Lo dije antes, lo digo ahora. Lo escribí cuando sucedió, lo escribo ahora: a mí me caía mal. Lo dije muchas veces, se lo dije a él.
Me caía mal desde el momento primigenio cuando lo conocí en la presentación de una antología de la que, aparte de todo, él era coautor y estaba firmando libros. Porque no podemos solo firmar el libro y ya está, ¿verdad? ParaQuién? GarabatoMuchas GraciasSonrisita ElQueSigue. No, claro que no. Don Paco retrasando toda la fila porque se iba a poner a hablar con cada morra y cada vato que le preguntara lo que fuera. Y no, ni modo que contestara solamente con monosílabos por lo menos para agilizar. Claro que no. Había que estar dando cátedras para todo aquel que le preguntara algo. Carajo, están viendo que el niño es metalero y le cantas guturales. Por fin me toca. Saludo. Se levanta de su silla preponderante —respetuosísimo como siempre— y era ENORME.
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Lo quise abrazar y no alcanzaban mis raquíticos brazos, y en ese momento yo no sabía todavía que no era solo enorme de estatura. Al tiempo supe de su sonrisa, de su sapiencia, de su ser ENORMES también. Es más, yo ni pregunté nada y aun así —vale madre—, me tocó mi primer lección. —Vale madre—, ojalá la recordara. —Vale madre—, ojalá pudiera volver a intentar abrazarte.
profesionales». ¿Lo soy yo? Claro que no, ni que fuera él. ¿Tiene razón? Pues claro que sí, pero precisamente por eso me caía mal.
Corrijo: me cae mal. Me cae mal porque me lo acabó diciendo a mí que ni le pude aprender nada (y me cae que se esforzó), pero no se los dijo a estas nuevas generaciones que tanto necesitan un comentario así, y dado que no lo tienen, Mi ayer, mi antier, mi inicio de semana quizá por eso andan tan campantes e me los bebí leyendo chingos de mensajes, insolentes. Me cae mal porque ni siquiera todos similares: «Pinche Rudo, me debes puede ver lo que de su mano se hizo y el texto». «No has entregado el texto», se sigue haciendo. Me cae mal porque «Me urge tu texto, ya es el último que no está acá para decir que todo lo de falta». Pero ya no es igual... se parece, antes estaba mejor. O no, quizá más bien pero no es. Y más porque para que yo lo dijera y él cuando esto sea leído por me respondiera (corrigiera ti, lectoralectorqueridos, con) las cosas chidas de -“Me cae mal para cuando me regañen por la esta contemporaneidad que yo porque nunca tardanza y por la estupidez, considero abyecta, pero que pudo siquiera el regaño va a ser merecido, él diría que no está tan mal caerme mal”sí, mucho, pero lo que no y que me relaje, por esto mereceré nunca es tener y aquello. Y que escuche esta carta infalible que ni metal. los editores podrán quitarme a mí ni quitar del texto: «Rudo, deja reposar Es que en serio me cae mal. Lo dije el texto primero el tiempo necesario, antes, lo digo ahora. Lo escribí después lo revisas», y sobre todo, la cuando sucedió, lo escribo ahora. Lo infalible: «Rudo, si no lo sientes, no dije muchas veces, se lo dije a él. Me lo entregues». Porque eso me lo dijo cae mal como todo sabiondo infalible, él. Es el tipo de cosas que decía él. figura indiscutible, pluma consagrada, Los que lo vivimos, lo sabemos. A ver, enciclopedia viviente, corrector ¿Díganle algo? acérrimo, jefe exigente, maestro estricto. Esos que decimos que caen mal Nel, estoy mintiendo, porque a sus ojos, pero ni caen mal. Lo repito porque en claro que no hubiera sido ni por asomo serio que era un dolor de huevos tenerlo ninguna disculpa lo arriba escrito, como editor. Lo repito porque no pude sino todo lo contrario, (y conste que aprenderle lo que él merecía. Lo repito lo llegué a intentar con él), porque si porque nunca voy a saber tanto como él y algo decía como mantra (y cómo me caía eso que me dio cátedra tras cátedra. Lo mal que lo dijera) es: «tienen que ser repito porque tenía razón.
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ME CAE MAL PORQUE NUNCA PUDO SIQUIERA CAERME MAL. Pero ahora que lo pienso, sí me caes mal, porque, ¿cómo no me vas a caer mal, cabrón, si ya ni siquiera puedo pinches pelear contigo? Si nos dejaste solitos y el mundo se volvió un poco más triste y más pinche ignaro. Porque diste un estilo, una línea editorial, una manera de hacer, que tratamos de seguir, pero que no estás para supervisar.
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Me caes mal porque te vuelvo a llorar y te vuelvo a agradecer y no te veo tu sonrisa burlona y tu aspirar profundo para decirme que estoy equivocado. Porque no puedo agradecerte todo lo que me diste. Porque nunca pude constatar si podía abrazarte con estos brazos que siguen raquíticos y ahora más guangos, pero, ¿sabes qué? Esta vez te gané porque de momento no puedes decir que no eres un referente, una escuela, una manera, un sensei, una gúia. Porque sí. Porque no puedes evitar que sea yo un presumido escribiendo que el ese tal PACO ZAMUDIO era mi amigo, Mi mentor. Ese que no se creía nada porque no se creía, era. No, corrijo: ES. ERES (y aquí te mencionaría la rola de los Tacvbos porque tampoco te gustaban. Ya sabes, sólo por chingar). Es más, mejor te vuelvo a citar a Silvio, —nada más para más te emperres—, e insisto, como insistí yo tanto en este texto, como insistías tú: «Esto no es una elegía, ni es un romance ni un verso». Pero insisto más todavía, y vuelvo a citar: «Más bien una acción de gracias». Porque gracias, Paco. Por fin, por una vez te gané una discusión, y podrías decir que solamente porque de momento no vas a rebatir, pero nel. La gané limpia. Una vez me dijiste que ya no ibas a estar en poquito tiempo, y mira: a tantos años, a tantas personas, a tanta música, a tanta vida, aquí estás. Aquí sigues, y no veo que te vayas a ir en un rato. Estoy quitando tantito a Silvio y poniendo en su lugar un chingo de metal bien pesado aunque ni le entienda y ni me guste, nomás porque eso me decías. Igual te reitero que puros pinches gritos culeros. Pero nel, ya quité el metal y ya estoy escuchando a Silvio otra vez (nomás para hacerte emperrar). Pero, ¿sabes qué no quito —y nunca voy a quitar—? Esta enorme convicción de darte las gracias por tanto. Tan enorme como nuestra mutua intención de hacernos emputar. Tan enorme como toda tu sapiencia. Tan enorme como tu lucha por quedarte acá otro rato. Tan enorme como el vacío que dejaste. Tan enorme como lo eres tú. Ah, y por cierto, ya volví a poner trovita. También dijiste que defendiéramos nuestras convicciones. Te chingas, lo escuchas. Me chingo, a ti te escucharé el resto de mi vida.
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Antes había que buscar la música. Hoy puedes esperar cómodamente a que sea la música quien te encuentre. Somos pececitos que nadan en el océano digital a los que tarde o temprano les gana el instinto por morder el anzuelo que arrojan los algoritmos. Mi analogía podría hacer saltar a decenas de fanáticos de la música. “Yo no uso Spotify, ni Deezer, ni ninguna aplicación. Yo busco, exploro, investigo”, refunfuñarán ofendidos, vacunados ante cualquier síntoma de borreguización. Pero la realidad es que la mayoría del público no es así. Yo mismo me he dejado atrapar por el silogismo digital: “si te gusto ___ es posible que te guste ___”. Ni hablar. Tengo 43 años. Disfruté en carne propia de la experiencia sabatina de truequear, comprar y hasta robar (porque mis bolsillos prepatorianos eran incapaces de sufragar sólo contenido original y sucumbí a la tentación de adquirir casetes y discos replicados) música en el Tianguis Cultural del Chopo. Descubrí grupos, solistas, productores y compositores por recomendaciones de boca en boca. Me vi obligado a investigar el título
de una canción que por casualidad escuché como fondo en la escena de una película y también me enteré de la existencia de un disco muchos años después de haberse estrenado, porque mi generación carecía de una red mundial de información que nos entregara las noticias calientitas y recién sucedidas. Por eso me gustaba leer revistas musicales. Entonces los periodistas tenían línea directa con aquellos que hacían la música. Sólo a través de las entrevistadas publicadas podíamos conocer lo que pensaban. Los departamentos de promoción de las disqueras decidían cuando nos enteraríamos de un lanzamiento. Todo eso cambió cuando la tecnología nos aseguró el acceso a la información. Durante la pandemia el fenómeno fue más claro. Los músicos se conectaron directamente desde sus casas y a través de sus redes, con sus seguidores. Respondieron preguntas sin necesidad de que existiera un intermediario periodístico y ellos mismos deciden cuándo informar acerca de sus próximos lanzamientos o giras. Incluso, se dan el lujo de “filtrar accidentalmente” el cartel de un festival.
En este contexto, que una publicación como Kuadro, hoy instalada por completo en el universo digital, se esfuerce por seguir contado historias relacionadas con la música, me parece loable y hasta con notables tintes de heroísmo. La industria es un animal cambiante. El único principio que prevalece es la adaptación. Si en otras décadas las bandas y solistas debían buscar la oportunidad de ser firmados por una disquera transnacional, un día no pueden pasar por alto la necesidad de contar con un buen Community Manager. En ese contexto, Kuadro ha sabido transformarse y navegar en la cresta de cada ola temporal. No ha permitido que se extinga esa pasión por compartir la música y sin la pretensión de erigirse como gurú, se ha ganado el respeto y la reputación que a otros le cuesta más de 10 años. Seguimos empecinados en buscar música que hacerle llegar a quienes continúan siendo arqueólogos del sonido. Aunque le pese al algoritmo.
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E L C R E C I M I E N T O ( ¿ N E G A T I V O ? ) D E L A E L E C T R Ó N I C A E N E L P E R I O D I S M O M U S I C A L p o r
Años atrás, Pete Tong, DJ y locutor de la BBC Radio 1, me comentaba que si alguna vez era “secuestrado por extraterrestres, quedaba gente talentosa en Radio 1, como Annie Mac y B.Traits”, haciendo referencia a que él no pensaba abandonar la estación, pero en el raro caso de hacerlo, existían personas que seguirían divulgando la música electrónica en la famosa estación de radio británica.
J a y
R o s
Para mi mala fortuna, Pete Tong estaba equivocado. B.Traits abandonó la estación en 2018, tras 6 años de trabajar en la misma, y Annie Mac le siguió en 2021, dejando atrás 17 años de carrera. Aunque ambas mencionaron como motivo de salida que querían dedicar más tiempo a sus vidas personales, otro suceso me hace suponer que hubo más razones detrás.
El mismo año que B.Traits se va, el programa Essential Mix de Pete Tong anunciaba el cierre de sus redes sociales, una clara pista de que la falta de presupuesto estaba generando problemas dentro de la estación. Un año antes, en 2017, VICE decidía cerrar Thump, la vertical que iniciaron en 2013 dedicada a promover y opinar sobre todo lo relacionado a la industria de la música electrónica, en lo que fue el primero de varios despidos globales que ha tenido la compañía. No vayamos tan lejos, en México, muchas revistas desaparecieron de los puestos de revistas y estanterías de Sanborns (¿habrá sido nuestra culpa por leerlas gratis mientras esperábamos a que alguien saliera del baño?).
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Publicaciones como DJ Concept y Rolling Stone ahora sobreviven sólo como versiones digitales y, varios sitios que desde sus inicios fueron digitales, parecieran estar en coma, muestran actividad de vez en cuando, pero no estás completamente seguro si aún viven. La música electrónica ha perdido su espacio en la escena del periodismo, principalmente en México. Podrías decir que no importa, ahora tienes a las redes sociales y a los influencers para hablar de tu música, pero sabes muy bien que sólo hablan de los Cinco discos productores de FOMO (fear of missing out) de cada mes, jamás voltearán a verte si vas comenzando. El nuevo “periodismo” a base de influencers sólo está interesado en ser parte de la tendencia, no en promover nuevos artistas o nuevos géneros. En un mundo con servicios de streaming que te dan acceso a más de 50,000,000 de canciones, sólo se habla del nuevo álbum de Taylor Swift, el nuevo sencillo de Billie Eilish, o la nueva coreografía para ganar seguidores en TikTok, cortesía de Doja Cat.
Se piensa que, con tantos sistemas de distribución de música al acceso de cualquier individuo, como CD Baby, Tunecore, Distrokid, entre otros, ahora cualquier músico puede llegar a la cima, sin depender de firmar con uno de los grandes sellos discográficos. Sin embargo, ha sucedido lo contrario, los nuevos artistas se siguen perdiendo en un gigantesco océano de lanzamientos semanales, de los que nadie habla porque no cuentan con los seguidores suficientes en redes sociales para ser tomados en cuenta. Convertirte en un músico que pueda vivir de sus creaciones se ha convertido en un loop infinito parecido al de conseguir empleo. Sin seguidores, nadie habla de ti, si nadie habla de ti, no obtienes más seguidores. Casi imposible llegar al escenario de un festival con 100 seguidores en Facebook. Puedes creerme en esto: era más fácil hacer llegar tu música a un editor o periodista, que conseguir 1,000,000 de followers en Facebook. Afortunadamente, está última década no acabó con todos. Proyectos enfocados 100% a la música electrónica, como BEAT 100.9 FM, siguen vivos. La cantidad de artistas que han llegado a la cima con ayuda de dicha estación es inmensa. El número de eventos o festivales que han volteado a ver México gracias a ellos es considerable. ¿Ves la importancia de no dejar morir esta carrera? El periodismo musical en México, y gran parte del mundo, sobrevive a base de gente que ama la música. Te sorprendería saber cuántos de los textos que lees, en múltiples publicaciones digitales en la actualidad, fueron escritos por periodistas que no cobraron ni un centavo. Esto, solamente en los últimos diez o quince años. ¿Tendrá alguna oportunidad de renacer el periodismo musical en la próxima década?
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S á n c h e z
A veces agradecer se convierte en un acto mecánico, uno que se realiza así, sin pensar más allá de la inmediatez del protocolo, de la etiqueta, de la buena educación. Sin embargo al hacerlo de esta forma nos ha quitado el propósito real. Agradecer es un acto tan sencillo y tan complejo en sí mismo que para hacerlo de forma consciente hay que estar en comunión con el presente y el pasado. Con lo que se hizo y se hace para que en este instante tan breve llamado presente sea dichoso por los beneficios recibidos. Hoy que Revista Kuadro cumple diez años, agradecemos todo el trabajo de la
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gente que le ha dado forma al proyecto y ha dejado parte de sí en las páginas de esta revista durante una década. Agradecemos los obstáculos así como las facilidades, tanto el apoyo como la crítica que nos han convertido en un p r o y e c t o s ó l i d o . Ta m b i é n a g r a d e c e m o s la amistad y el compromiso de todos los aliados que hemos hecho en el camino. Agradecemos a todo el equipo que hace y ha hecho a Revista Kuadro su casa y guarida, gracias por explorar nuevas formas de transmitir y compartir la pasión por la música junto a nosotros. Pero principalmente te agradecemos a ti, l e c t o r, l e c t o ra , l e c t o r x , s i n t i n u e st ra s palabras no tendrían cabida ni sentido en este plano. ¡Gracias por dejarnos acompañarte durante estos diez años!
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I l u s t r a c i o n e s p o r T H E J AV I S C E F F E C T
The end.