8 minute read

Elektra

Next Article
Adriana Lecouvreur

Adriana Lecouvreur

ELEKTRA DE RICHARD STRAUSS es una ópera sobrecogedora que aúna una intensa tragedia de apenas una hora con una desenfrenada parte vocal y una orquesta poderosa. Algunos críticos han escrito sobre la partitura orquestal de esta ópera, que Strauss llevó su genialidad al extremo.

Pero empecemos refrescando la memoria acerca del mito griego sobre el cual está basada la ópera. Ella, Elektra, es la hija de Agamenón, Rey de Micenas. Su mujer es Clitemnestra. Además, Elektra tiene tres hermanos, dos chicas, Ifigenia la cual es sacrificada por su padre para la batalla y Crisótemis, más un hermano, Orestes. Su padre, Agamenón es el líder de los griegos en la Guerra de Troya. Mientras Agamenón está fuera, Clitemnestra se había buscado un amante, Egisto, y juntos habían matado a Agamenón cuando este regresó de la guerra.

Advertisement

Elektra se consume de dolor y rabia por este asesinato mientras jura venganza por la muerte de su padre junto con su hermano Orestes. Ella y su hermana Crisótemis viven en Palacio, pero Elektra está marginada y tratada como un animal, como un perro salvaje. Crisótemis anhela tener una familia con marido e hijos, a diferencia de Elektra y por tanto no puede entender esa obsesiva sed de venganza. Elektra es incapaz de mostrar otro sentimiento que no sea el de la venganza, y está esperando ansiosamente a que Orestes vuelva y así poder consumarla. Cuando Elektra oye que Orestes ha sido asesinado se trastorna. Sin embargo, él no está muerto en verdad, y regresa al Palacio. Pero Elektra y Orestes no se reconocen en un primer momento, ya que han pasado muchos años desde que Orestes se fue. Cuando finalmente descubren la verdadera identidad de cada uno, Elektra está sobrepasada por una auténtica conmoción. Orestes comete los asesinatos y Elektra baila hasta la muerte en un auténtico frenesí.

Richard Strauss acudió a la interpretación de la obra de Hugo Von Hofmannstal, Elektra, y quedó impresionado por la similitud con la obra de Oscar Wilde, Salomé, la cual Strauss había transformado en ópera en 1905. Aunque, en cuanto a concepto, Elektra era una continuación de Salomé, Strauss sintió que con Elektra estaba delante del trabajo de un genio. Nada más completar Salomé, inmediatamente, empezó su colaboración con Hugo Von Hofmannstal. Este autor, Hofmannstal, transformaría el mito de la tragedia griega en un drama psicológico, poniendo el foco en la mente torturada de Elektra, Crisótemis y Clitemnestra. Elektra se mueve por la venganza, Crisótemis por el deseo y Clitemnestra por el miedo y la culpa. La música es cromática y contrapuntística. Es la ópera más experimental que Strauss escribió, prácticamente organizada como una sinfonía. Hay leitmotive para cada personaje, y dentro de cada personaje, para cada estado de la mente y cada emoción.

La ópera empieza años después de la muerte de Agamenón. Clitemnestra y su amante, Egisto viven en el Palacio. Elektra y su hermana Crisótemis son retenidas allí casi como prisioneras, incapaces de partir o casarse. Crisótemis sin embargo tiene una buena relación con su madre. En cambio, Elektra es marginada. Vestida con harapos, no tiene permitida la entrada en el interior de Palacio, viviendo recluida

junto con los perros. La escena tiene lugar en el patio de afuera de Palacio. Cinco sirvientas hablan sobre Elektra y la compara a un animal salvaje. Elektra aparece, y el recuerdo del brutal asesinato de su padre Agamenón es revivido por ella con vívidos detalles, gritando y exclamando por él. Su mente sufre cuando recuerda el amor y la ternura de su padre. Strauss hace aquí, al principio de la ópera, una cosa genial, y es que cada vez que suena el leitmotiv de Agamenón se puede oír perfectamente a través de la orquesta, ya que hace coincidir el leitmotiv con las tres sílabas de su nombre. Será un leitmotiv importantísimo para toda la ópera.

Strauss compuso la música de esta ópera queriendo describir emociones. Desde el primer momento de la ópera en la que Elektra canta llorando el nombre de su padre, Agamenón, y poco a poco asciende de intensidad con su canto hasta convertirlo en un grito; o incluso más adelante cuando nos muestra sentimientos como la ternura o se derrite cantando líricamente su amor paterno, Strauss no está describiendo todas y cada una de las emociones por las que transita Elektra. Ahora bien, cuando Orestes regresa al Palacio y traman la venganza, Elektra se mostrará eufórica, solo pensará en su danza triunfal, la que será su danza final. Strauss para esta danza compone un ritmo que martillea debajo del canto de Elektra para no dejar que la intensidad decaiga, y poco a poco ir aumentando la intensidad. Aunque Strauss fue un compositor muy original, no dejaba de venir de una línea de composición de grandes y famosos compositores. De hecho, si nos fijamos bien en el ritmo de esta danza que estábamos hablando, nos daremos cuenta que es casi idéntico al primer movimiento de la séptima sinfonía de Beethoven, pero también a la cabalgata de las Valquirias. Después nos encontramos con el personaje de Crisótemis, la hermana de Elektra. El gran deseo de Crisótemis es casarse y tener hijos, y, por tanto, sus temas son más atonales y secos, menos agresivos que Elektra. Es una música más melódica con la que Strauss explorará la música que vendría dentro de unos años con su ópera Der Rosenkavalier. Crisótemis dice que su padre está muerto y que su hermano nunca volverá. Las dos hermanas son como dos pájaros cautivos en una jaula. Pero esta es sin duda la ópera más experimental de Strauss. Salomé apuntó en esta dirección previamente, pero Elektra fue unos pasos más allá. Su música es muy cromática, y, en algu-

nos instantes incluso muy disonante, no tanto en la música de Crisótemis, pero sí en la música de Clitemnestra que oiremos un poco más adelante. Crisótemis nos dice que ella es una mujer, pero una mujer con deseos. La música suplica una y otra vez, volviéndose cada vez más desesperada, enfatizando precisamente la desesperación que Crisótemis siente. Clitemnestra entra seguida de su dama de confianza. Ella ha tenido remordimientos en forma de pesadillas, y sus damas han ofrecido todo tipos de sacrificios a los dioses, pero nada ha funcionado. Su música es fantasmal, marcada por una pulsación y con un acorde obsesivo. Si oímos los acordes por separado, no son disonantes, pero de la manera que están unidos los unos con los otros, dan la sensación fantasmal y descorazonadora que es justamente cómo Clitemnestra está. El expresionismo de la música de Strauss aquí es evidente. No hay una gran diferencia de esta música al Woozeck de Berg o incluso a la música de Schoënberg.

Lo que ocurrirá después es que Elektra compromete a su madre, Clitemnestra. Las dos tendrán una conversación aparte donde Clitemnestra se aterroriza de ver la ira y la rabia en Elektra. Clitemnestra entra dentro del patio de Palacio, donde por cierto transcurre toda la ópera. La ópera es un solo acto, por lo que no hay intermedio. Por tanto, Clitemnestra entra en el patio y Elektra extrae de ella sus preocupaciones a través de halagos, de una manera sarcástica. Elektra le dice que es como una diosa., y Clitemnestra empieza a abrir su alma a Elektra. Confiesa que está teniendo terribles pesadillas, que ha sacrificado animal tras animal, y nada ha dado resultado. Elektra le dice que ella sabe una cosa que sí que funcionaría, y burlándose de su madre le dice que no es un animal al que hay que sacrificar sino a una persona. Clitemnestra de manera inocente le pregunta si está hablando de alguna de sus damas de compañía, pero Elektra le dice que no, que sólo una víctima apaciguaría la ira de los dioses y sus pesadillas, y esa víctima es… ¡Clitemnestra! Y la persona que se encargará de hacer ese sacrificio es Orestes.

El papel que juega Orestes varía en las diferentes versiones que hay del mito griego de Elektra, bien sea la de Eurípides, Sófocles o Esquilo. Pero todas tienen en común que Orestes ha sido enviado lejos para su salvación de pequeño. Aunque el motivo y la forma de por

qué fue enviado lejos puede diferir un poco unas de otras, ya que algunas dicen que fue la misma Elektra la que se aseguró de enviarlo lejos para salvarlo, todas coinciden en que fue enviado. Por tanto, Hofmannstal, tanto en su obra como en su libreto también envía a Orestes lejos. Clitemnestra no tiene miedo de él, de que pueda volver buscando venganza, ya que ella se siente segura, tiene guardia vigilando constantemente. Crisótemis le dice a Elektra a continuación que Orestes ha sido asesinado. Ella está absolutamente devastada, ya que este era la última esperanza para llevar a cabo la venganza de su padre. Elektra agarra a Crisótemis y le dice que, si Orestes no va a volver, ella misma tendrá que ayudarle para consumar la venganza. Trata en cierto modo de forzarla. Pero Crisótemis no quiere de ningún modo formar parte de esto y escapa, por lo que Elektra se ha quedado completamente sola planeando el asesinato ella misma. De repente, un extraño entra en Palacio. El público puede saber inmediatamente de quien se trata por la música, por qué su música ha sonado anteriormente, pero Elektra no lo reconoce, y él tampoco reconoce a Elektra. Son unas grandes páginas de música hasta que ellos se dan cuenta realmente quienes son. Será la primera vez que el público oiga a Orestes. Primero había escuchado a Elektra, después a Crisótemis, más tarde a Clitemnestra y ahora nos encontramos a los cuatro. La música de Orestes es diferente a cualquier música de los otros. Es muy tranquila, con unos acordes muy pausados. Cuando Orestes y Elektra por fin se reconocen, la música se vuelve lírica, serena y profundamente tierna, caracterizando el amor del uno al otro.

Orestes lleva a cabo los asesinatos y la ópera termina con una salvaje bacanal. Strauss hace una cosa genial durante esta danza brutal, primero hace sonar un acorde en mayor, para, de repente hacerlo sonar en modo menor, de una manera incrustada en lo alto de la frase. Y así, es como consigue que la danza camine de un modo salvaje hacia el final de la ópera. Es un final dramático. Elektra danza frenéticamente hasta su muerte en escena.

[ 196 ] Fernando Torner

This article is from: