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La familia de Bony, una historia de amor y resiliencia

Una perrita adoptada que perdió la movilidad de sus piernas sigue dando extensos paseos gracias a la construcción de un carruaje adaptado. “Es impresionante lo que ella mejoró en su ánimo, en su fuerza. Ella volvió a ver el aire, a estar con los otros perritos del barrio”, aseguran sus dueños.

Bony es una perrita blanquinegra de 13 años que desde los pocos meses vive rodeada del amor de su familia, en una casa amplia de San Isidro y se a8ende en una veterinaria del barrio de Saavedra. Hace poco más de un año perdió la movilidad por el avance de una enfermedad neurodegenera8va que afectó su columna. Entonces, Ángel y Aída y su hija SoYa le fabricaron un carruaje adaptado con el cual puede recorrer el barrio, visitar a las mascotas amigas de la zona, disfrutar del aire libre. “Ella 8ene una vida espléndida acá a pesar de tantas dificultades, se afrontan con dignidad”, señalan.

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A pocas cuadras de la estación ferroviaria, la casa de Bony está en una zona residencial tranquila. Aquí la perrita ya se ha vuelto una celebridad. “Cada vez que la saco a pasear alguien se acerca llorando de emoción al verla, me cuentan historias, mandan fuerza”, dice Ángel.

Al menos dos veces por día preparan el móvil, construido con ingenio y eficiencia por un amigo de la familia. Se trata de una estructura metálica que en la parte delantera 8ene una rueda que gira en 360 grados y por detrás cuenta con dos ruedas de bicicleta y una especie de manubrio para poder dirigir el vehículo. La perra puede estar acostada sobre un colchón mullido con almohadones sin sufrir vibraciones ni moles8as. Además, una amiga de SoYa confeccionó una patente con el nombre de la perrita y la dirección de la casa.

“Le preguntás si quiere ir a pasear y empieza a ladrar y mirar el carrito, es muy expresiva, todo el 8empo te avisa cuando 8ene hambre, cuando necesita algo”, asegura Aída. “Fuimos cambiando hábitos en este año y nos adaptamos; ella es la primera que se adapta, es tan buena”.

A su vez, SoYa recuerda: “En pandemia Bony perdió la movilidad en las patas traseras, por un 8empo tuvo fuerza en las de adelante y ahí la ayudábamos para pasear, pero luego pasó a estar postrada. Su vida era estar solo acá en la casa, no podía salir, al principio arrastrábamos el colchón hasta el pa8o para que estuviera al sol”. Ella cursa las úl8mas materias para licenciarse en musicoterapia y 8ene latente el recuerdo de la perrita “tocando” el bombo de una batería donde ella ensaya.

Ángel también conmovido por la situación en ese momento evoca: “Ella era muy ac8va, a las seis de la mañana se subía a la cama, te despertaba con lengüetazos, se ponía al lado mío. Cuando pasó a estar echada sí notábamos que había algo que no estaba en su lugar, más allá de lo Ysico. Verla ahí me hacía mal. Yo me decía la tengo que sacar a pasear, por mí, por ella, porque está viva, hay una nueva oportunidad”.

Entonces llegó la ingeniería que se puso de su lado: “Este amigo de la familia se da maña, pensamos cómo poder trasladarla, ya que Bony pesa más de 30 kilos. Unos vecinos paseaban a un caniche en cochecito, pero con ella no era posible. Así llegó el diseño del carruaje”, cuenta SoYa.

“No solo se trata de poder sacarla a pasear. Desde que le conseguimos el carruaje, es impresionante lo que ella mejoró en su ánimo, en su fuerza. Ella volvió a ver el aire, a estar con sus amiguitos del barrio que estuvo como un año sin ver”, cuenta Aída.

Hoy la vida de Bony es ac8va, con paseos de una hora, recorridas por plazas de la zona. Incluso la han llevado al hipódromo a ver a los caballos. “Los animales cuando la vieron se le acercaron y fue un momento muy especial para ella, se emocionó, ella está lúcida de la cabeza y toda interacción para ella es super importante”, dice Ángel.

Una vida de resiliencia

Bony llegó al hogar cuando tenía dos o tres meses. Fue rescatada por voluntarios del Proyecto 4 Patas (P4P), una asociación civil sin fines de lucro abocada a difundir, proteger y promover los derechos de los animales.

Según contó la chica que la rescató, la perrita fue hallada en San Isidro en torno al río. Creen esta situación pudo influir en su cuadro clínico posterior.

“Fue una perra normal hasta el año, cuando empezó con sus primeros problemas. Casi fallece. Vomitaba sangre, no se podía sentar por moles8as en la panza”, recuerda Aída.

Ahí entró en escena Diego García Ré, el veterinario actualmente a cargo de la Veterinaria San Juan del barrio de Saavedra. “Con su ojo clínico detectó que se trataba de un problema congénito en sus riñones e hígado, tenía problemas para procesar las proteínas. Así que decidió no darle pollo o carnes rojas, sí darle alimento balanceado hepá8co y complementar con frutas y verduras”, indica SoYa.

El veterinario, antes de abrir la clínica en

Saavedra, trabajaba en zona norte. En ese 8empo atendió a Pintado un gato callejero que adoptó esta familia y que requirió una serie de cirugías y cuidados complejos.

En cuanto a Bony, gracias a la dieta vegetal “llevó una vida completamente normal” ya que el diagnós8co era el correcto. La perra tuvo algunas otras intervenciones por dis8ntos problemas, entre ellos con la dentadura, pero nada que la pusiera en riesgo.

Ahora, esta perrita 8ene sesiones semanales de kinesiología, chequeos semestrales y demás cuidados por la enfermedad neurodegenera8va, pero sobre todo es el amor de su familia el que brega porque tenga la mejor calidad de vida posible, con los mimos de todos los días, con las aventuras que depara cada paseo, con la energía de seguir adelante pese a las dificultades.

Juan Castro

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