Taller de Creación Literaria Edición Casa L.A.T.A

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PRESENTA: TALLER DE CREACIÓN LITERARIA EDICIÓN CASA L.A.T.A

Ana Ríos / Claudia Pitayo Janet H. Rosas / Janet Muñoz Rosagel Maryan Fátima Valencia / Ruben Hernández

COMPILADOR: L.OLIVER MIRANDA CHARLES


Revista Literaria Infame (Placer consumado en letras...). Publicación del Taller de Creación Literaria Ed. Casa L.A.T.A Responsable de edición L.Oliver Miranda Charles Cuidado de Edición Alejandro Aguirre Saraí Martínez Diseño de Portada L.Oliver Miranda Charles Ilustraciones: Eric Laines Portada: Profana. I. Mandrágora II. Peregrino III. Sin Título IV. Imaginantes V. Cria cuervos VI. Luz VII. Sin Título Primera Edición: Enero del 2015. ©Revista Literaria Infame (Placer consumado en letras...). revista.infames@gmail.com Registro en trámite.

Este libro se publicó gracias al apoyo del Casa de la Juventud L.A.T.A (Laboratorio de Arte y Trabajo Alternativo) quienes facilitaron el espacio para el desarrollo del mismo.



T a l l e r L i t e r a r i o ed. LATA

ÍNDICE MARYAN FÁTIMA M. VALENCIA PUNTERÍA INTRUSO EXTRAVÍO ROULETTE CUERPOS SIN NOMBRE

9 10 11 12 13

CLAUDIA PITAYO DECLARACIÓN TEMPORADA DE MANGOS

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RUBEN HERNÁNDEZ DIOS NO ESTÁ EN UN CRUCIFIJO EL ECO DE TU MIRADA CARICIA ROTA CADÁVERES EN LAS PUPILAS

19 20 21 22

JANET MUÑOZ ROSAGEL LOS MONSTRUOS DE MAMÁ PIOJOS SOMBRA EXTRAVIANDO VIDAS

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JANET H. ROSAS PÁJAROS NEGROS

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ANA RÍOS PENUMBRA UTOPÍAS

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MARYAN FÁTIMA M. VALENCIA PUNTERÍA Juanito es un niño que tiene súper poderes, con un solo dedo puede detener el tiempo de tus pasos, incinerarte de desencanto el alma, robarle la cordura a tu pensamiento y, sin escuchar suplica alguna, volverlo a hacer. Cuando conocí a Juanito, él me miró a los ojos y apuntó con su dedo índice (justo en medio de ellos). No hubo un “Hola”, una sonrisa, ni siquiera un gesto. ¡PUM! Esa fue la primera vez que Juanito me mató.

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INTRUSO I Él es grande como el miedo de pies fugaces, pocos cabellos y ojos verdes demasiado cálidos como para pertenecer a un monstruo. Silencioso observa el enigma de las paredes rojas mientras bebe alcohol para confundirse entre los tristes. II Creerías que no tiene lengua hasta que te habla de la injusticia que le parece soñar tu carne fresca, lleva la piel perforada de objetos de aquellas que se han fragmentado entre sus manos, que han sentido al filo de su alma arrebatarles la piel. III Se ha manchado los ojos del terror de los cuerpos sublimes, y entonado el sabor de la crudeza. Él no se alimenta por hambre sino por deseo y basta que lo recuerde para que intente devorarme otra vez.

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EXTRAVÍO Hace tiempo que el silencio invita a despedirme, qué importa de qué o de quién si lo que aplasta es la exigencia del olvido, el riesgo de aligerar la historia hasta volverla susceptible al extravío. Esa sed de abrir las manos para quebrarlo todo, de seducirse por la distancia y soltarse a ella.

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ROULETTE Hoy me percibí girando, dando vueltas y vueltas con dirección pero sin sentido. Ya medio mareada escuché a alguien decir que este mundo no es más que el terreno de juego entre los que quieren ganar y los que buscan que los otros pierdan. Seguí girando enloquecidamente hasta que algo llamado inercia me detuvo, entonces un gran peso (tan blanco como el filo de un colmillo) se dejó caer sobre mí como buscando quebrarme, porque está noche también oí decir que este mundo lo destruye todo. No me parecía rota, hasta que tuve (sin saber por qué) la seguridad de que alguien me había nombrado y entonces me descubrí número ese al que pocos, muchos o ninguno apuesta, ese que puede hacer ganar o perderlo todo. ¿Suena divertido, no? Lo es, al menos hasta que cansada de girar, te preguntas: ¿Quién, al escribir las reglas del juego, te arrebató a ti, número, el derecho a ponerte en riesgo?

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CUERPOS SIN NOMBRE Yo no sé de gobiernos pero sé del dolor de los cuerpos sin nombre, y de los nombres sin cuerpo. Porque lo he sentido cual nudo, cual hueco porque se huele y se traga en silencio, porque corrompe la sangre, el pensamiento y la acción. Y de acción hablo cuando escribo, escribir es atacar, apuñalar al silencio apostarle al rasguño de la piel fría. Y qué más da si pierdo la apuesta, más pérdida sería que me arrancaran el cuerpo o el nombre, la palabra o la voz que lanzaran el nudo al hueco, que gobernaran mi dolor.

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CLAUDIA PITAYO DECLARACIÓN No pude evitarlo, estaba sobre mí, no pasó desapercibido ningún momento, siempre estuvo ahí asechando en busca de mi punto más flaco. Lo escuché desde que cruzó el umbral con movimientos sigilosos, no causó gran destreza ubicarlo (seguramente lo planeó de tiempo, pues contaba con la perfecta insidia, desenvoltura y sutileza de un profesional). A cada centímetro que él se acercaba, el cuerpo se me iba impulsando más al abismo, a la orilla del mundo donde se llega para saltar o perecer; comenzaba el duelo, era él o yo. Lo miré por sobre el hombro a escasos pasos de la sala parecía una bestia lista para atacar Su imagen daba vueltas a mi cabeza una y otra y otra vez, (jamás la congoja había sido mayor al verme expuesta ante el daño que seguramente alguno de los dos sufriría) llegó por el lado izquierdo y tocó mi brazo, lentamente dejó caer su asquerosa existencia y no lo resistí más, de pronto lo hice, no soporté la náusea que me provocaba su lengua rozando mi piel, ni la totalidad de su cuerpo sobre el mío.

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Lo hice con un golpe conciso y estruendoso, fuerte. Su miserable existencia cayó al piso con la fragilidad de una espiga de trigo, me descubrí trémula, excitada y lo miré una vez más antes de deshacerme de él; inmóvil y ya destrozado por completo lo levanté de su momentáneo yacer y lo arrojé por la ventana, debo decir que me llené de un inhóspito placer al ver su cuerpo desfallecido lejos de mí. Aseguré bien la puerta para cerciorarme de que la neutralidad de mi morada no fuese quebrantada en ninguna próxima ocasión y volví a mi lectura; fue así como pasé de lectora a asesina y viceversa. Todo regreso a la calma. ¡Total! en estos días la muerte es irrelevante y la de un mosquito sin lugar a dudas lo es aún más.

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TEMPORADA DE MANGOS Yo no pedí que salieras, es más, cuando decidiste hacerlo por la puerta del frente recuerdo haber corrido a la ventana para esperar que voltearas de un giro repentino, uno de tantos giros que dabas cuando el alma se te regresaba conmigo o como los míos, que te buscaban entre tanta gente en horas de tarde, en verdad pensé que en ti nacería una vez más el tallo de la piedad ¿Por qué no diste ese giro? Me pregunto estúpidamente si alguna de tantas veces fui la causante de ese sufrimiento que callabas a ciegas, ese que te ponía a llorar cerquita de la ventana para que todo cuanto tocase lo inundara de tristeza. Debo confesar que cuando tú estabas triste, me costaba más trabajo dormir, pues tus lagrimas llenaban de humedad hasta el recoveco más prohibido de la casa. Estoy sumergida en toda esta maldita humedad, todo aquí es tan detestable, sigues en la pasta de dientes abierta, en la derrota del periódico de los lunes, en éste jodido frío que dejaron tus lamentos en ventanas, puertas, muebles y fruta de esta casa. ¿Por qué lloraste sobre la fruta? No soporto casi a ninguna, mucho menos a los mangos, esos son los que más daño me hacen. Sigo viendo la calle que no tiene fin y otras tantas iguales a la que tomaste para irte corriendo sin voltear a ver que yo te seguía desde la ventana. Te cansaste del ambiente helado con el que se vive aquí, de ésta casa que está hecha más de tu dolor que de concreto, te cansaste de lamentar frente a vidrios sucios y opacados por la voracidad del tiempo. Estoy a nada de una hipotermia sentimental (con todo eso ya había olvidado lo mal que se siente estar sola), así que esta tarde me voy a parar frente a la misma ventana y como todos los días me quitaré ese escalofrío que me da cuando espero que regreses y voltees para decirme: entre los dos terminaremos estos malditos mangos.

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RUBEN HERNÁNDEZ DIOS NO ESTÁ EN UN CRUCIFIJO Dios no está en un crucifijo, no cuelga de la pared, no vive en la ciudad de oro que predica blasfemias y no besa tu frente antes de dormir. Él no habita el templo donde las viudas entierran sus ganas de sentir, no está en el agua que bendice la mano de la bestia y no juzga a los hombres que quieren morir. Dios vive entre vagos que beben tonaya y no comprenden la grandeza de su ser. Tiene sexo cada noche con diferente mujer. Come carne, bebe vino y es músico, es poeta, es chofer. Dios es un niño, juega a las escondidas y se masturba por primera vez. Es el rugido del mar y el viento que acaricia tu pelo. Es la piedra y la carne. Es el fuego , la lluvia, el ser. Dios no está en un crucifijo, para encontrarlo no hay que buscar, basta mirar un espejo y sonreír frente a Él.

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EL ECO DE TU MIRADA Déjame beber tus lágrimas y recarga en mí la tristeza, cuenta las muertes que te trajeron a mi encuentro. ¿Cuantos edenes incendiaste para habitar este infierno de velas oxidadas y sueños de plomo? ¿Cuantas veces le escupiste a Dios en el espejo? Tu dolor me rompe la nostalgia, me despedaza. Quiero arrancar las líneas de tus manos y pintar nuevas con tinta de mis sueños. Cuéntame el dolor que surca tus huesos, ¿en qué vaso de cerveza extraviaste el eco de tu mirada? La noche se amotina en tu rostro y quiero desprenderla, pero no puedo acercarme sin desangrarte, sin marchitar tus ojos ¿Cómo fue que en un beso el dolor quedo anclado? Arranca de una vez la magia de mis dedos para terminar con la rabia que pende de tu espalda, déjame beber tus lágrimas y curemos con un blues la herida en tu costado.

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CARICIA ROTA I Él no conoce el fuego negro de tus ojos que aletea como cuervo en la jaula de los muertos, no acaricia el alma en cada encuentro, ríe inerte mientras tu condición de virgen sangra, roe como perro sus propios huesos. II Él no cierra la puerta tras tu espalda, sólo busca la caricia rota de tu sexo que huye del hastío de los cerdos, deja cicatrices en tu falda con el pretexto que da la piel calcinada, con un esbozo de su tiempo inunda tus venas en un rito de pétalos de madrugada. III Él no se enamoró del dolor punzante de tus alas, vive al filo de tus labios sin conceder esperanza. No ha notado que tu vida se balancea en el péndulo de tu mirada.

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CADÁVERES EN LAS PUPILAS I Sus ojos secos como granos de arena, lascivo escarnio en la mida, la mueca más bien obscena de una verdad amarga. La carne de sus labios escupe fuego que incinera la conciencia. II Su piel suave (ahí radica lo peligroso de su figura), las manos pequeñas con pedazos de piel en las uñas. Una colección de cadáveres en las pupilas. III El pelo olor a muerte y una sonrisa rabiosa, su pecho hueco (apenas espacio para su propia sombra), en lugar de corazón, una piedra.

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IV Las piernas más largas que existen sombrías al tacto y el sexo de una sed convulsa que sólo se calma infringiendo dolor V Escaras lleva en todo el cuerpo (recuerdo de sus víctimas) de las noches de terror.

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JANET MUÑOZ ROSAGEL EXTRAVIANDO VIDAS A mi hijo no lo encuentro, ha dejado de cantar, a veces lo escucho gritando cuando su voz sale por los huecos de la arena. -¡Mamita! Pero el lamento se va con el viento, trato de alcanzarlo pero yo no vuelo tan alto. (Presiento que han deshilado su cuerpo para darle de comer a la tierra y amordazar la vida). Mis lágrimas no resucitan a los vivos, valiente, renazco con ellas, la rabia no pudrirá mi corazón, ni el del otro inquietará para ayudar a su forma. Antes lloraba, maldecía, preguntaba: ¿por qué?, ahora escribo creyendo que si la poesía no nos salva de las balas, que nos salve entonces del silencio.

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LOS MONSTRUOS DE MAMÁ Palabrotas, Mariana ahora sabe que les dicen palabrotas. Lo descubrió cuando platicaba con Pancho Corajes, Pancho es el primer monstruo que salto de la boca de Elena (mamá de Mariana), y es que fue una cosa que no pasaba nunca, pero aquel día su mamá estaba tan enojada, que comenzó a gritar a todo lo que se atravesaba en su camino, y ese camino se encontró con Mariana, que en ese momento tenía una reunión con sus juguetes en plena cocina de la casa, fue entonces que su mamá soltó una palabrota de la cual nació un MONI (Monstruo Obrero No Identificado). Mariana asombrada se acercó al pequeño monstruo que había salido de la boca de su madre (ahora llamado pancho), lo tomó en la palma de su mano, se lo puso a la altura de los ojos y se acercó lo más que pudo, después sacó su lengua y con una jugosa lamida lo probó, tenía un sabor a limón podrido, su mamá no podía ver aquel pequeño individuo que Mariana puso en su bolsa del pantalón, la señora Elena después de decir aquella gran cosa, se puso rápidamente las manos en su boca diciendo a su pequeña: –No quise decir eso levanta este desorden, por favor Mariana obedeció y se fue a su habitación para platicar con Pancho corajes, Pancho le conto que venía de un mundo llamado palabrotas donde había muchos como él, otros más grandes y que los adultos los traían a este mundo cada que los nombraban

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Mariana cautivada por este pequeño monstruo se propuso conocer a todos, así que planeo hacer todo lo posible por hacer enfadar a su mamá y lo consiguió, en poco tiempo Mariana tenía toda una colección de monstruos (MONIS), lo malo fue cuando comenzó a llamarlos por sus nombres originales (esos que los grandes solo decían), causándole grandes problemas a Mariana, la castigaron en la escuela ya que no podían creer que una niña tan pequeña dijera esos insultos, su maestra le indicó que esas palabras no eran para las niñas, ni para nadie, que tenía prohibido decirlas. Pero la pequeña Mariana no entendía aquel asombro de la gente adulta, si ellos las decían casi siempre. Mariana pensó mejor en ponerles nombres diferentes para ya no tener más problemas, entre ellos les puso, Pancho, Bruno, Mantequilla, Cebollín, Chocolate, Tuna y hasta Cuaderno, eso si, todos se apellidaban Corajes. Mariana continúo teniendo muchos amigos monstruos, pues nunca, nunca paran de nacer.

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PIOJOS Un día cuando Fernanda llego de la escuela entro a su casa felizmente gritando: -Mami, Mami tengo piojos Su madre se quedó pasmada, pues los piojos no son nada que festejar, inmediatamente le pregunto: -¿Qué dijiste Fernanda? -Mami que tengo piojos, ¿Pero qué son piojos? Su madre abrió muy bien los ojos y le explico que son unos bichos muy chiquitos que vivían en la cabeza de algunas niñas o niños, que se alimentaban de la mugre, de la sangre y de su piel, que no eran buenos, pues terminarían comiéndosela toda si no se los quitaban con un buen baño y una trenza todos los días A Fernanda esto no le importo pues no le gustaba bañarse y mucho menos peinarse a sus cinco años, pensaba que ¿para qué? Sí siempre terminaba sucia y despeinada al final del día. Aun así, su madre preparo la regadera para comenzar el rito quita piojos, a Fernanda esto no le pareció, pues ella amaba a los animales y lo que su madre quería hacer, era ahogar a sus nuevas mascotas. Así que tuvo una idea genial, juntó a todas sus muñecas sobre la cama y comenzó a tararear: -Piojito, piojito que estás por ahí cambia de casa que te mojarás

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Aquellos animalitos comenzaron a bajar uno por uno por su largo cabello negro, eran guapos y guapas algunas usaban zapatillas como su mamá y otros trajes como su tío, Fernanda se aseguró que todos estuvieran a salvo en los cabellos de sus muñecas y cuando el último piojo bajo, Fernanda se acercó para presentarse, los piojos solo la miraron y rieron cuando ella también lo hizo. Cuando su mamá al fin bañó a la pequeña no encontró piojo alguno, solo algunas casitas abandonadas, ahora estaba limpia y libre de cualquier amenaza piojera Fernanda se convirtió en una protectora de los amigos piojeros con el lema: Adopta no uno, sino millones de amigos. Se volvió moda traerlos en la mochila, en la ropa y sobre todo en el cabello, los adultos no entendían aquella emoción, suspendieron las clases por tres días hasta que todos los niños y niñas llegaran rapados a la escuela y así fue que después de la gran fumigación y de unas calvas cabecitas todo volvió a la normalidad. Dicen que se acabaron los piojos pero que la nueva moda ahora son las pulgas.

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UNA SOMBRA Me conocí embriagada, envuelta en las sabanas deslucidas de tanto sudor ajeno. Parecían las cuatro de la tarde, la ventana estaba abierta y un viento rebelde le subía la falda, yo yacía bocabajo, la habitación parecía estar vacía, sólo me acompañaban simples cuadros de flores, el color amarillo de las paredes, y el olor de la casualidad, me gustaría decir que no recuerdo nada, pero encuentro la consecuencia de cada copa de vodka, tequila y mezcal que empaparon mi entrepierna. He perdido la cuenta de las sombras que acompañé en el lecho de algún orgasmo. Las borrachas como yo caminamos por la cuerda floja, por la breve línea del horizonte, nos sentimos inmortales. Profesamos que el amor es posible, entre vaso y caricia, entre baile y caída, somos eternas corriendo detrás de un amanecer Al abrir los ojos, la luz del día evaporó el infinito que me sirvió la noche, al querer levantarme pude ver un espejo que me miraba con un reflejo vacío, no me vi, lo acaricié y dibujé una sombra, era yo A la deriva flote en la cama de nuevo, mi soledad llegó al instante, era enorme, cuidadosamente me tomó entre sus brazos, y cosiendo el hueco que rasgaron me introdujo el alma, la sombra, mi sombra, pasó el hilo y la aguja una y otra vez para quedar bien remendada. Yo no dejaba de llorar, ella me consoló con un susurro: Amor mío no llores, ellos solo rompieron la piel más fina del rincón más oscuro, el corazón quedo intacto. Estás a salvo.

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JANET HERNÁNDEZ PÁJAROS NEGROS Me duele aceptarlo, pero estoy muy lejos de siquiera tocarte los sueños, de acariciar tu mirada (cada vez se hacen más grandes nuestros silencios). Es ahí cuando tu ausencia me sofoca y me atormenta. Buscar tus pertenecías que respiran en las paredes de mi alma, solo me condenan al dolor y la desesperanza. Pájaros negros se posan en mi ventana y sólo me acaricia tu recuerdo como nubes negras de insectos y amapolas aplastadas, tus brazos se han perdido en mis cuatro paredes, (hasta tu retrato me mira con indiferencia) hace que se obstruya mi luz y me deja ciega. Lágrimas de frustración me recorren por aquel adiós no dicho y una metamorfosis de respiros penetra mi alma. Quisiera que todo hubiese sido un mal sueño, mis pasos se acortan en los senderos de tus recuerdos ignorando los relojes. Desafortunadamente vuelvo a donde ya no existe nada alrededor de nosotros. Me dan nauseas. Soplo fuerte y borró tu piel fría, luego tu silueta y tus arrullos, tus promesas. Ya no estas, sólo queda ese perro callejero que aúlla de lejos y tu ausencia para siempre.

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ANA RÍOS PENUMBRA La noche para mí, era el mejor momento del día, en la oscuridad se descubren cosas que la luz no permite ver. Al caer la noche, me entregaba al acto más placentero que pudiera experimentar: dormir. Mi cuerpo se preparaba para entrar en estado de letargo, descansar la conciencia y viajar a lo onírico. Una de esas tantas noches, en las que el cansancio se apoderaba de mí, me tumbé en la cama sin seguir mi ritual para dormir (cepillado de dientes, trenzado de cabello, ponerme el pijama y pensar una serie de estupideces hasta que el sueño me venciera). Caí en un sueño profundo hasta que unos murmullos sollozantes lograron sacarme de mi sopor, escuchaba voces que murmuraban palabras que no podía entender, trate de abrir los ojos para ver que sucedía, pero mi intento fue en vano, sentí los parpados pegados, los ojos me pesaban, intente levantarme, mover las manos, las piernas, el cuerpo, quise gritar, pedir ayuda pero obtuve el mismo resultado, nada me respondía, estaba paralizada, me costaba respirar. Poco a poco mi cuerpo fue respondiendo mi llamado, empecé moviendo los dedos, las manos y los brazos, mi sentido del tacto se activó, comencé a tocar la superficie de donde me encontraba acostada, se sentía un frio debajo de mi espalda, me descubrí en un lugar con no más de 70 cm de ancho y con el largo de mi cuerpo.

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Revista Literaria Infame

Reaccioné, empezaba a ser víctima de la ansiedad y el terror, estaba encerrada, manoteaba, y golpeaba las paredes, quise gritar pero la voz no apareció, el aire cada vez era menos y más denso. En un grito seco y sollozante, desate el horror que paralizaba mi cuerpo, miré a mí alrededor y me encontré en el mismo lugar donde había caído rendida, mi cama. UTOPÍAS I -Se venden utopías con trozos de esperanza para personas de mirada vacía, semblante de hierro y paso acelerado. II -Se vende bicicleta sin frenos, que hace sentir rosar la libertad.

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