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La sabiduría de los padres del desierto

José Luis Picoaga Chávez

Médico Internista y Oncólogo

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Navidad del 2021. Nos imaginábamos hace un año que este tiempo se miraba distante y hasta difícil, pero no, aquí estamos. Celebrando otra vez el nacimiento de quién vino al mundo a traer sueños, aquellos de la felicidad inagotable, de la libertad, de la eternidad... con su mandato claro y sencillo: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a los otros; ustedes se amarán entre sí, como yo los he amado; así sabrán todos que son mis discípulos si se tienen amor los unos con los otros”

Leyendo el hermoso libro “La Sabiduría de los Padres del Desierto”, de Anselm Grün, me percato que hace más de 17 siglos, un conjunto cada vez más numerosos de monjes, se retiró al desierto a vivir los “koans” o anuncios, cuestiones o sentencias, que deberían agotar el pensamiento analítico y la voluntad egoísta, para estar preparados para dar una respuesta serena y profunda a la vida de esos tiempos, que no era muy diferente a la de ahora, respecto a los valores y a la profesión de fe que se vivía. Estos padres, que estaban en monacato, que reducían su vida a elementales formas de ascetismo y que, en silencio, humildad y oración, se acercaban al Señor, crearon muchos mensajes y filosofía de vida, válidos enteramente hasta nuestros días. Es un libro denso, lleno de argumentos, que debe ser leído con lentitud y hasta releído. Solo quiero comentarles algunas de sus conclusiones.

Anselm Grün

La espiritualidad del ser humano debe nacer desde abajo. Es decir, la que viene de arriba, de la jerarquía eclesiástica, que pregona perfecciones -total desprendimiento, dominio cabal de sí mismo, constante amistad, amor desinteresado, superación de la sexualidad- produce separaciones, limitaciones y mayores debilidades. Ellos dicen que debemos comenzar por conocernos a nosotros mismos, a nuestras pasiones y que, mientras más nos conozcamos, más cerca estaremos del Señor. Que no debemos refugiarnos en la piedad porque al hacerlo lo que suele ocurrir es que nos elevamos por encima de los demás, para sentirnos superiores. Honestos y auténticos. Humildes, es decir descender a nuestra condición de tierra, de humus. Ante la rabia o la ira, la espiritualidad de arriba la oprime, la sofoca; pero si es vista desde abajo, me preguntaré: ¿Qué quiere Dios mostrarme o decirme con ella: una herida profunda? ¿Un desencuentro?, ¿Un camino al Señor? Así que no la apago, al contrario, la debo expresar porque así me conoceré mejor, me bajaré a mi realidad.

Permanecer consigo mismo. Perseverar, contenerse, estar quieto. El libro relata que, si queremos conocernos mejor y queremos encontrar la paz espiritual, debemos estar como el agua tranquila de un estanque; así veríamos reflejado nuestro rostro, así veríamos nuestros pecados. Así nos encontraremos y tendremos un verdadero encuentro con el Señor. La quietud es un sanatorio, la quietud es el cielo. Allí mora Dios.

Desierto y tentación. Sus oraciones y actividades las efectuaron en el desierto porque concebían que así estaban más cerca de Dios. Aceptemos que nuestras vidas tienen constantes y numerosas desavenencias o luchas, tentaciones; como el árbol. que si no es sacudido por el viento no crece ni echa raíces. Así que son positivas la soledad y la tentación porque la constante lucha hace al hombre más fuerte y maduro. Sin tentaciones seríamos desatentos y no vigilantes, perderíamos vida, nos alcanzaría el tedio.

Los padres del desierto ejercitaban y practicaban el ascetismo, concebida como una vida austera, como una búsqueda de la perfección de tipo personal, como un encuentro consigo mismo para lograrla plenitud; no se trataba deuna renuncia a las comodidades materiales y de una mortificación corporal para alcanzar la virtud.En realidad, era un ejercicio para obtener una habilidad, un estado de ánimo como el de la paz interior, que procedía de la lucha interna, que significaba el dominio sobre todas las pasiones del cuerpo y del alma; el fin es totalmente positivo, el de la consecución del amor entre los seres humanos y para consigo mismo, en breve dela limpieza del corazón; de modo que para ellos no era renuncias, martirios, sacrificios sumos, sino más bien de amor. Recomendaban a sus nuevos o jóvenes discípulos, hacer disponible al cuerpo para que sea gobernado por la propia voluntad, ser el señor de los impulsos y ser libre de apetitos; igualmente, postulaban la dieta, el sueño, la vigilia. Usaron en ese tiempo, la frase “sin luchas no hay victorias”. Entonces, este pensamiento no es de ahora, ni perteneciente a un particular grupo ideológico, ni mucho menos.

Son solo partes de este libro, que están consagradas a conseguir la superación personal y a vivir la salud espiritual, como componente necesario y visible de la salud holística; se ha usado después para la vida religiosa.

Pero aprovecho para elevar por ustedes y por cada uno, una afectuosa oración, que el nacimiento del Señor los lleve por los mejores caminos, que los ayude a practicar su libertad para administrar sus pensamientos, para gobernar sus emociones, para ejercitar el perdón, para pedir perdón, para decir que aman, para practicar la humildad, para que se sientan amados y amen. La vida es corta, digan ahora a las personas que aman, que las aman, para que disfruten cada momento de esta vida. Es una nueva etapa de la vida; sí: es el primer día del resto de nuestras vidas y bien vale la pena cambiarla para ser mejores cada vez, para ser felices,

Que el Señor los bendiga, los sostenga en sus brazos cuando crean desfallecer y los ampare siempre. Feliz Navidad y un soñado 2022.

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