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Ludwing van Beethoven: reseña histórica de un caso clínico

Luis E. Núñez Moscoso / Médico Internista

Sharlot C. Chacón Arévalo / Médico Internista

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El caso de Ludwig van Beethoven representa una de las mejores reseñas del género patobiográfico. Después de Wolfang Amadeus Mozart, el estudio de las enfermedades de Beethoven aparece con una frecuencia nada desdeñable de 36 estudios de carácter clínico.

La incontestable personalidad de un genio

La lectura de determinadas biografías resalta la personalidad excepcional, excéntrica e insumisa de Beethoven que nos hacen sonreír si reducimos la imagen que tenemos de él a esos albures de la salud muy naturales en cada uno de nosotros. Todas estas supuestas alteraciones tienen un fundamento, pero en ningún caso la obra de arte puede reducirse a una patología; su genio y obra proceden de múltiples componentes que siempre conservarán una parte de misterio.

Así, entre los maestros que cuentan con creaciones geniales, moduladas por su estado depresivo, sobresale Beethoven como un genio de primerísimo rango. Su tercera sinfonía, “Heroica”, representa, en palabras de Berlioz, música de un estilo en que el dolor conserva constantemente formas tan puras y tal nobleza de expresión (Berlioz, p.72). La obra fue compuesta a la sombra de uno de los primeros episodios depresivos sufridos por Beethoven, y agravado por su aislamiento acústico, además de la tensión emocional suscitada por la amenaza de Napoleón Bonaparte quién se encontraba a punto de invadir Alemania (Alonso Fernández, 1999, p.184). Así, y en ello coinciden diferentes biografías, el fin de la crisis de Heilingenstadt, a fines de 1802, inaugura un prolongado período de equilibrio relativo caracterizado por la más elevada capacidad creadora que se mostró notablemente estable durante años enteros, y no cesó del todo hasta1813 (Solomon, p.163).

Piano de Beethoven en 1817, construido por Thomas Broadwood

Otras características de la personalidad de Beethoven nos muestran hasta qué limites el trabajo de la creación se convertía en un hecho compulsivo. Su vida estaba organizada de tal modo que aprovechaba todo lo posible para su actividad creadora, al punto que, le confiesa a Gerhad von Breuning, que cuando concebía una idea, incluso se levantaba en medio de noche “porque de lo contrario podría olvidarla” (Solomon, p. 110).Así, el creador se mantiene como un ser profundamente asocial, al margen de sus propias convicciones, lo que hará que en muchos casos se le considere próximo a la locura. El exilio, el vagabundeo y el vivir en soledad, se convirtieron en otras características de la personalidad que influyeron en la génesis de su obra (Solomon, p. 152).

De esta personalidad contrastada del genio emerge su profunda personalidad narcisista, reconocida por él mismo en el célebre escrito de Heiligenstadt, y una gran fragilidad en su estructura personal que se manifiesta mediante una fuerte tendencia depresiva.Crisis y creación aparecen constantemente unidos.

Su imagen del iluminado por una luz interna de inspiración es lo que convierte en héroe. Su imagen pública, su trayectoria personal, lo convertirían en el ideal del sigloXIX, justificando que el fin del arte es producir belleza y si sólo el artista, que no fue este el caso, percibe la belleza de su objeto, esto es suficiente como destino de vida. Esta imagen persiste hoy en día (Berlín, p. 33) y se olvida que, en muchos casos, el propio Beethoven reconoció el papel social. En 1801 escribió a Wegelerque deseaba que su arte se manifestará“...sólo para el beneficio de los pobres”, y el mismo año le propone a Hoffmeister que se dispensara al artista un patrocinio casi socialista (Salomon, p. 174),posteriormente, el 8 de septiembre de 1809, tras la invasión francesa de Viena, dirigió su sinfonía“Heroica” en un concierto de beneficencia para el fondo teatral de los pobres.

La sordera de Beethoven

El origen de la sordera de Beethoven sigue siendo fuente decontroversias, y aún hoy en día sería difícil determinar la causa, estuviese vivo (O´Shea, p.45). ElTestamento de Heiligenstadt nos ofrece un imponente cuadro sintético de la condición psicológica de Beethoven y de la dirección que su vida había tomado a causa de la sordera, principal factor de descontento en su vida (Solomon,p. 151).

Trompetilla de Beethoven Fabricada por el inventor Johann Mäzel para Beethoven.

Las composiciones de Beethoven recrean así un mundo sonoro a su medida, a su imagen, imponiendo esa creación a la gente que sí puede oír (Buchet, p.78).Hoy en día es imposible entraren detalles sobre si la sordera afectó su potencial creador.Desconocemos de igual manera la organización requerida para la producción y organización de nuevas ideas musicales y los efectos que la sordera puede causar en todo este sistema. Sin embargo, si tenemos en cuenta que el proceso creador está influenciado por impresiones subjetivas, la experiencia de la sordera no imposibilita la creatividad en la más auditiva de las artes: la música (Harrison, 1988).

Las diferentes biografías señalan entre 1796 y 1797 el inicio de su sordera.La sintomatología adoptó un carácter intermitente, apareciendo tinnitus y una disminución parcial de la capacidad paraoír las frecuencias elevadas, al mismo tiempo los ruidos estridentes súbitos le provocaban incomodidad, incluso dolor (Salomon,p 158). En 1801, en carta a su amigo el médico Franz Wegeler, escribió que padecía de una sordera grave que lo obligaba a abandonar sus actividades sociales y que si tuviera otra profesión podría afrontar la enfermedad, pero que en su caso era un inconveniente terrible” (Salomon, p. 147-148).

La evolución de la sordera es de forma cíclica, entre 1803 y 1806 existen abundantes testimonios de que su percepción acústica era normal y no estaba incapacitado.En 1805 dirigió el ensayo general en la reposición de “Fidelio”y en 1808 llamó la atención sobre la ejecución de ciertos matices de la interpretación de Rust, lo cual demostraba que su oído era muy agudo (Solomon, p. 159),pero a partir de 1812 su situación se agravó progresivamente. En1814, en uno de sus cuadernos de conversación “Diagnóstico de los médicos sobre mi vida”, anotó lo siguiente: “Si no me pueden salvar¿tendré que recurrir al uso de...?”.Aunque alguno de sus biógrafos (Buchet, p.173), lo clasifica como un intento de suicidio, debido a una recaída de la sífilis, poco podemos conocer del significado de esta anotación, y sencillamente podría ser la búsqueda de una solución alternativa.

Su última presentación pública como pianista fue el 25 de enero de 1815, de la que Ludwig Sphornotifica que “A causa de su sordera no quedaba nada del virtuosismo del artista que antes había sido tan considerado” (Solomon,p.284). El inicio de los “Cuadernos de Conversación” en 1817 nos certifica que en esas fechas podríamos considerarlo clínicamente sordo, y en 1819 sufre un cuadrodepresivo-obsesivo (Buchet, p. 217)

Nos encontramos así con un paciente cuya sordera comienza a la edad de 28 años, acompañada de tinnitus constante que en alguna ocasión parece inclinarle al suicidio.

dio. Las posibilidades diagnósticas que podemos encontrar en el cuadro clínico, en correlación con su evolución, son: otoesclerosis, sífilis secundaria, otitis membranosa externa. Entre las hipótesis que justificarían esta alteración del nervio auditivo se sigue insistiendo en la evolución clínica de una sífilis que Beethoven se habría contagiado durante su primera estancia en Viena en 1792, donde en palabras de Buchet: “no vivió como un monje” (p. 41).

Como una importante alternativa en la identificación de la sordera se ha propuesto la enfermedad de Paget, esta teoría se basa, sobretodo, en los caracteres físicos descritos de Ludwig van Beethovenque hasta el momento no habían sido considerados (Naiken, 1971),donde la sordera estaría causada por una afectación de la base del cráneo, incluidos los huesos temporales, debido a la enfermedad de Paget. Esta teoría fue propuesta por primera vez por Heinrich Neumanen 1927, pero poco aceptada por los profesionales médicos.

La enfermedad final

Pocas dudas existen hoy sobre la causa del fallecimiento de Beethoven; se conoce que tuvo un alto consumo de alcohol por más de treinta años y que su muerte se debió a una cirrosis hepática evolucionada.

Sus biógrafos constatan los primeros síntomas de esta afección hepática en torno a 1820, donde aparecen las primeras crisis de ictericia, signo ominoso de su dolencia (Solomón, p.317). La duración de esta crisis es imposible conocerla hoy en día. En una carta a Bernhard Romberg, fechada en 1822, Beethoven escribió: “…durante un año entero, la enfermedad no me dio tregua” (Solomon, p. 326). Posteriormente, anula un viaje a Londres por sufrir una grave enfermedad que sus médicos califican como “inflamación intestinal”. A partir de 1826 sufre un agravamiento de salud; el nuevo cuadro clínico se caracteriza por: ascitis, sed, anorexia, diarrea constante, y acúmulo de líquido en las piernas (Solomon, p. 349). Durante la primera semana de 1826 es visitado por el doctor Wawruch, quién encontró al enfermo esputando sangre, con dificultad respiratoria y un fuerte dolor en el costado que le impedía el descanso en cama. A la semana siguiente el cuadro se agrava y presenta hidropesía, oliguria, hepatomegalia dura y agravamiento de la ictericia. El 20 de diciembre se le somete a la primera intervención de paracentesis de la que le extraen 12 litros y en otra posterior fue de una cantidad mucho mayor (Solomon, p. 324). El 11 de enero de 1827 los médicos dan el caso por perdido ya que instauran una terapia paliativa consistente en “bebida alcohólica helada para aliviar su incomodidad y sus períodos de melancolía”. A partir del 2 de febrero se anulan todas las restricciones en torno a la cantidad de alcohol. Falleció el 26 de marzo de 1827.

Sobre la enfermedad final de Beethoven se siguen barajando múltiples teorías. En una última revisión (Palferman, 1993) se propone una serie de diagnósticos que podrían explicar todo el cuadro clínico de Beethoven, como: sarcoidosis, hepatitis crónica activa, cirrosis idiopática, artropatía seronegativa asociada a una enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome de intestino irritable, y enfermedad de Paget.

Otro posible diagnóstico fue el de hemocromatosis, enfermedad debida al depósito excesivo de hierro en los tejidos. Beethoven era conocido como “El Español” por su tez morena (Buchet, p.52). De todas formas, aún este diagnóstico es difícil en la actualidad y se basa en pruebas de laboratorio completándose con en la historia familiar. En el caso de Beethoven, no conocemos la existencia de casos similares entre sus hermanos; por tanto, nos parece un diagnóstico retrospectivo muy difícil de asumir.

Una de las últimas hipótesis está basada en el análisis de unos cabellos que supuestamente fueron recortados a Beethoven en su lecho de muerte.

Bibliografía

Las 27 referencias bibliográficas de este artículo las puede encontrar en: https://drive.google. com/file/d/1AiLWyVhAqyvWZ- CbI2ZSziYxWTuZSf9KH/view?usp=sharing

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