Revista MOMENTOS 48

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BLOG LITERARIO

EL LECTOR FINGE Y SIGUE LEYENDO

Una estrategia que muchos escritores utilizan en sus obras literarias consiste en crear un mundo dentro de la ficción, tan creíble que el lector puede llegar a aceptarlo como real; sin embargo, con el tiempo aprenderá a desconfiar de cada palabra que la literatura le presenta.

POR JACOBO

VIVEROS GRANJA*

STEPHANIE RUEDA VELASCO / MARGARITA KOCHNEVA PIXABAY

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o sé si lo que a continuación diré es aún desconocido, o si puede ser una sorpresa o escándalo que en algunos académicos dure la extensión de este artículo. Una diferencia entre el texto literario y el texto académico podría ser que este último se debe ceñir a la “verdad” de las fuentes consultadas, es decir, yo leo una cantidad de libros, de revistas, entrevisto a expertos, observo documentales, y toda información que me interese la cito entre comillas, la menciono detalladamente en la bibliografía y la reconozco igualmente “dentro” del texto, donde registro los datos necesarios para que el lector interesado busque el material que yo he mencionado en mi artículo, tesis, monografía o ensayo. Pero cuando escribimos un texto literario (entendamos por este concepto un cuento, una novela, un poema o una

obra de teatro), yo puedo inventar una cita y adjudicársela a un autor real; por ejemplo, imaginen que están leyendo un cuento y de repente un personaje afirma lo siguiente: “Muy bien lo dijo Aristóteles: ‘el tiempo es sustancia de un sueño’”. En el anterior caso, el filósofo existe pero nunca escribió lo que aparece entre comillas. Puedo también inventar una cita y a un autor de este modo, imaginemos ahora que estamos leyendo una novela y el narrador nos dice: “‘correr entre la gente es demorar el tiempo’; afirmó Luigi de Psalmy”. Ni la cita existe ni el escritor tampoco. A veces ocurre ante este segundo caso, que ciertos lectores convencidos de lo que leen van a buscar los libros de Luigi de Psalmy, sin encontrarlos nunca. A propósito de esto, hay un texto titulado “Examen de la obra de Herbert Quain”, y si uno llega sin prevención a su lectura, se entera de la existencia de un escritor llamado Herbert Quain, descubre que el Times y el Spectator han hablado de su muerte, se dan a conocer los títulos de sus obras literarias, se citan palabras del escritor y hasta se describe en detalle alguna de sus creaciones, ayudándose de un esquema para que el lector entienda la compleja novela que compuso este escritor. Finalmente se nos da un resumen sobre lo que trata la comedia The Secret Mirror, y el autor de este texto que estamos leyendo nos confiesa que Quain le dio la idea para uno de sus cuentos. La forma cómo se presenta este escrito parece según algunos un ensayo, o quizás una reseña. Ciertas personas cuando leyeron por primera vez “Examen de la obra de Herbert Quain” fueron a las librerías o preguntaron si tenían a la venta uno de sus libros, pero hay algo en ese caso que

REVISTA [40] MOMENTOS


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