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Pesca

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Mundo forestal

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TRUTTACAT Un interesante proyecto colaborativo de pesca de las nuevas generaciones de pescadores Con agradecimiento al resto de responsables técnicos Jesús Reina Fraile Ingeniero de Montes de Truttacat; a Isabel Cabrera Barbero (Ingeniera de Mont es en Satur L. Fagil), capitana del Equipo juventud de pesca con mosca de Cataluña; y a la Federación Catalana de Pesca y Casting.

El mismo día que se abría la temporada de pesca, se cerraron los ríos, y con ellos el mundo entero, porque tras meses de espera, miles de deportistas y aficionados a la pesca se recluyeron entre sus paredes habitacionales, espacios donde ahogar recuerdos de una intensa actividad piscatoria durante la fresca mañana, bajo el reflejo de la luz cenital, o quizá, al amparo de un frenético sereno. En estos días de confinamiento, se recurre a la memoria, a compartir imágenes de simbiosis fluvial, al debate en redes con otros compañeros igualmente privados de esta necesidad vital, muchos de ellos, volcados en la creatividad del montaje de artificiales con las que afrontar el anhelado futuro.

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Miembro del equipo introduciendo datos en el cuaderno de río para Truttacat El pescador lleva sus logros con discreción, acostumbrado a mezclar fantasía con realidad, mecanismo ancestral con el que alimentar el despiste o la admiración del compañero, perdiéndose en su memoria personal, una valiosa información que facilitaría al ingeniero el diseño de una adecuada ordenación del recurso. Pero, ¿cómo encontrar la complicidad entre el pescador y el gestor? En la implicación de pescadores, la protección de datos era una premisa de obligado cumplimiento, y no fue fácil, porque los “expertos” nos dijeron que en este mundillo eso de la colaboración era de ingenuos. Lejos de desanimarnos, decidimos poner en marcha la iniciativa a modo de proyecto piloto, encontrando así a los mejores voluntarios, nuestros jóvenes. Durante toda la temporada 2019 se puso en marcha el proyecto de pesca colaborativa al que denominamos “Truttacat”. La iniciativa se vinculó a la selección catalana juvenil de salmónidos, contando además de los deportistas, con monitores y varios padres. En total, doce voluntarios que aportarían información progresiva y acumulada en forma de bases de datos. Sin interferir en la acción de pesca de cada uno de ellos, y requiriendo no más de medio minuto después de cada jornada, la metodología del proyecto consistió en abrir desde el móvil una sencilla aplicación denominada “Cuaderno de Río”, y en la que se introdujeron datos como el DNI, el código o matrícula del tramo, el número de horas de pesca, y las especies capturadas, obligándoles a diferenciar entre truchas mediterráneas, atlánticas e híbridas, así como otras especies susceptibles de ser capturadas. El propio cuaderno incorpora imágenes y parámetros de diferenciación morfológica que los voluntarios tuvieron que interiorizar, aprendiendo a identificarlos sobre ejemplares jóvenes y adultos, al tiempo que se despertaban nuevas inquietudes entre el grupo, las del conocimiento.

La información introducida en el móvil exigía la correcta posición geográfica, y por ello se desarrollaron, mediante aplicaciones de código libre como QGIS, enlaces con geolocalización para consultar sobre la cartografía autonómica los tramos libres y acotados. Posteriormente, la propia Generalitat presentó otro sistema denominado “PESCAT”, con la que se obtiene idéntica información. Ambas aplicaciones son utilizadas por los participantes desde el escritorio de sus dispositivos, y es que resulta fundamental introducir el código y/o matrícula correctamente. La edición posterior de los datos, así como el cruce con los de información geográfica, posibilita que los resultados se visualicen sobre mapas que responden a la configuración de múltiples variables. Doce deportistas participaron en 2019 en la iniciativa, con 216 jornadas de entrenamiento sobre 48 tramos de ríos catalanes, invirtiendo 640 horas de pesca hasta alcanzar unas 1.800 observaciones en forma de captura y suelta, previa identificación de parámetros morfológicos y del fenotipo de truchas como bioindicadores de la calidad de esos ecosistemas, ofreciendo así, información valiosa para la universidad y el gestor. Además, cada uno de los

Bioindicadores de salmónidos en Cataluña voluntarios obtuvo, como retorno a su esfuerzo, su informe individual de temporada. Durante las primeras semanas de confinamiento, se analizaron los datos de 2019, realizando cálculos y representando resultados mediante sistemas de información geográfica, consiguiendo establecer el primer mapa de calidad del bioindicador de los ríos pirenaicos de Cataluña. Como conclusión, se ha podido confirmar la existencia generalizada de poblaciones de trucha mediterránea pura en el Pirineo de Lleida, concretamente en el Noguera Pallaresa, incrementándose el grado de introgresión con el alejamiento desde dicha cuenca. Por el contrario, las poblaciones de salmónidos en la provincia de Girona presentan un grado variable de hibridación genética, aunque alguno de los jóvenes ya pudo detectar la posible presencia de una nueva micropoblación de trucha mediterránea pura en tramos aislados de cabecera, cuestión que será confirmada cuando podamos volver al río. El confinamiento ha servido para que el grupo que rodea a este equipo de jóvenes deportistas crezca y se organice, afrontando así la temporada 2020 con un total de treinta colaboradores dispuestos a conseguir información más detallada, a adentrarse en la experiencia de la observación, poniendo las bases de un proyecto fácilmente replicable en el resto del territorio nacional. La pesca responsable tiene, en la colaboración con la ciencia, la posibilidad de alcanzar una complicidad entre el deportista y el gestor, abriendo nuevas vías de entendimiento que fomenten la mejora y la persistencia de los ecosistemas fluviales; porque en las cañas de los pescadores del siglo XXI, se encuentran las mejores herramientas para el seguimiento y conservación de nuestras poblaciones piscícolas. B

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