Multitud n°4 - De cara al Bicentenario.

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entrevistas a Michael Hardt y gabriel salazar + la anomalía chilena + que pasó con los seis tigres de la literatura chilena + mucho más

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Revista Multitud: Daphne Barley, Miguel Carmona, Nicolás Slachevsky y Mauricio Utz. Agradecemos la participación especial en este número de: L. Felipe Alarcón, Daniel Wasserman, Jon Beasley-Murray, Carlos Osorio, Carlos Osorio, Álvaro Viveros, Michael Hardt, Gabriel Salazar, Patricia Espinoza, Patricio Rodríguez, Daniel Rojas, Naín Nomez, Bruno Lloret, Fransisco Ide [http://laotracacadeloro.blogspot.com/], Lee Busel, Enrique Galáz, Luan Krögh, Bertrand Díaz, Arturo Aguilera [www.flickr.com/laalegriadelhogar], María José Middleton, Daniel Aguilera, Andrea Aguilera, Paulo Slachevsky, Ana Urbain, Eloísa Vicuña y Silvia Aguilera. Diseño y Diagramación: Estelí Slachevsky Aguilera Contáctanos: revistamultitud@gmail.com | http://www.multitudenred.org Impreso en Talleres Lom Ediciones, Agosto del 2010. 600 ejemplares.

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Editorial

¿Qué significa para Multitud el Bicentenario?

Colectivo Multitud Desde un inicio nos hemos planteado como un proyecto de izquierda. Una posición al parecer poco audaz, que nos deja un tanto vacilantes, sobre todo en un contexto en que “izquierda” parece ser algo desaparecido o prostituido. Sin embargo, aún creemos que probablemente es la mejor caracterización que podemos tener. Izquierdas hay muchas (de ahí quizás la expresión española según la cual uno es “de izquierdas”), por ello tenemos que remitirnos a eso que tenemos más a mano, nuestro propio contexto -tiempo y espacio. Eso es el país en el que estamos, su pasado y su presente. Y ¿qué encontramos como izquierda? Una izquierda típicamente latinoamericana, una mezcla de internacionalismo, marxismo (en todas sus corrientes) y patriotismo. Este último es el que más abundó en los movimientos de izquierda de América Latina, sobre todo por el viejo discurso de la dominación imperialista; tanto así que el antiimperialismo, como implicante de una posición patriótica, fue uno de los elementos fundamentales en la fundación del Partido Socialista y también lo que determinó toda la política del Partido Comunista prácticamente de los años 1930 en adelante. Y esta corriente parece repetirse o perpetuarse incluso hoy.

Contra ese punto de vista reaccionamos nosotros: ya no queremos ni necesitamos del patriotismo. Y el valor de quienes se atreven a proclamar eso no es nuevo ni exclusivo nuestro. De ahí que con tanto énfasis queramos resaltar el pensamiento de Recabarren en particular o los anarquistas en general, entre muchos otros, quienes más se concentraron en la construcción de un nosotros autónomo, individuos de carne y hueso que se corresponden en la lucha, sin dejarse engañar por el fantasma patrio. Cuando hablamos de multitud como sujeto social, también queremos expresar el hecho de que no nos podemos contentar con el sentimiento patriótico como instrumento de lucha o resistencia. No nos podemos aferrar a la patria; debemos aceptar nuestra condición de “individuos sin hogar” como fundamento principal de nuestra existencia común y resistencia, o en palabras de Virno, que: “la multitud se mancomuna -se pone en común- por el riesgo que deriva del ‘no sentirse en la propia casa’, de la exposición absoluta al mundo”. Eso es lo que creemos que se ha desprendido desde un inicio de las páginas de Multitud, nuestro esfuerzo colectivo. Y el Bicentenario da lugar a que lo recordemos enfáticamente, con

escepticismo y reflexión crítica para aquellos que creen celebrar algo. Recordar hoy las figuras o los hechos que rodean el mito de este país con vista al mar, no es resaltar emblemas de su construcción en tanto nación; al contrario, para nosotros se trata de ‘desinstitucionalizar’, recuperar nuestros hitos del desfile triunfal de la memoria oficial; se trata de nuestra historia más allá de lo que ellos han llamado nuestra historia, nuestro poder (el poder popular en los ‘70, la educación a la autogestión obrera de Recabarren, etc.) más allá de lo que han querido acaparar para su poder. Nos planteamos frente al Bicentenario, sus terremotos, sus expresiones de descontento y de festividad, tal como hace un siglo se planteara Recabarren, cuando, como recuerda Gabriel Salazar en la entrevista que acá publicamos, no existía una verdadera izquierda en la política, y la construcción de alternativas sociales vino de las propias manifestaciones de lo político inherente a la multitud, la clase popular, y eso, en la misma calle. Sin creer en la linealidad positiva de la historia, ni en su curso necesariamente circular, quizás solo nos podemos decir al respecto, tal como dice la cueca, ¡Vuelta!

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umba de los libres 5 Alza, Chile, Sin mancha la frente | L. Felipe Alarcón 8 Neoliberalismo y Biopolítica: una aproximación Local | Daniel Wasserman 11 La Anomalía Chilena | Jon Beasley Murray 14 Aproximaciones subjetivas al pensamiento revolucionario en Chile | Nicolás Slachevsky

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eliz eden 16 Extrañamiento y precaridad laboral en las sombras del bicentenario | Carlos Osorio 19 alegría para el bicentenario | Álvaro Viveros 20 Fantasmas, desperdicios y errores | Miguel Carmona

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nstantáneas 22

hoja de contacto | Andrea Aguilera, Daniel Aguilera y Nicolás Slachevsky

Entrevista al historiador Gabriel Salazar | Revista Multitud Entrevista al intelectual norteamericano Michael Hardt | Revista Multitud

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lores bordadas 38 Estética y política: desacuerdo y diálogo | Patricia espinosa 42 ¿Qué pasó con los seis tigres de la poesia chilena? | Daniel Rojas Pachas 45 Los Gemidos en la vanguardia latino americana | Naín Nomez 46 Pinturas, rayado, escritura callejera chilena | Patricia Rodriguez

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uras brisas

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CHILE-MUGRE | Enrique Galáz Carta al Vicentenario | Bruno Lloret ciertos discursos | Fransisco Ide Meta Relato Cuantico | Lee Bussel

indice

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Ilustraci贸n Luan Kr枚gh

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Foto Andrea Aguilera

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«Alza, Chile, sin mancha la frente».

Algunas notas sobre raza, lengua e identidad nacional1 “Nacida la nación bajo el sino de la pobreza, supo que debía ser sobria, super-laboriosa y civilmente tranquila, por economía de recursos y de una población escasa”. - Gabriela Mistral, Breve descripción de Chile “A língua é mina patria. E eu ñao tenho patria: tenho mátria. E quero fátria” Caetano Veloso, Língua

L. Felipe Alarcón Licenciado en Ciencias Políticas y Gubernamentales, Universidad de Chile Ser chileno en el Bicentenario. Tener identidad, y encima nacional. Tenerla y ser chileno: hablar el español de Chile, ser astuto, valiente y solidario como sólo un chileno puede serlo. Ser, lo que se dice, un chileno de ley. Se mencionó, casi al paso, dos cosas que hacen de alguien un chileno: lengua chilena y raza chilena. Dos unificadores, para entrar ya en materia. Entremos: la lengua, el fenómeno de la lengua, es central en el problema nacional, y central también para la «identidad nacional»2. Pero no se trata solamente de que exista una lengua nacional, que se consagre en una Constitución que la lengua oficial es ésta y no otra, y que, así, esa lengua se imponga como de hecho se ha impuesto. Una lengua que se diga nacional debe, por fuerza, ser “el elemento mismo de la vida del pueblo, la realidad que cada uno puede apropiarse a su manera sin destruir por ello la identidad”3. Lengua e identidad nacional, se ve. Pero, ¿qué hace que una lengua pueda ser elemento de la vida social, más específicamente, de la vida nacional? puede decirse, junto con Balibar, que “la escolarización es la principal institución que produce etniticidad

como comunidad lingüística. Pero no está sola: el Estado, los intercambios económicos, la vida familiar son también escuelas en un sentido, órganos de la nación ideal reconocible por una lengua común que le es «propia»”4. Existe, se sabe, toda una red de saberes históricos y tácticas relacionadas al problema de la lengua. Pero se dijo «lengua propia» ¿Tiene Chile lengua «propia»? El problema, en este punto, sería latinoamericano. “Se llevaron el oro y nos dejaron el oro”5. Pero no sólo a los chilenos se les dejó el oro, se le dejó también a toda América Latina. América, la Latina, y su moneda única de intercambio. Moneda única, mercado común, que deja, que ignora, otras monedas, de acuñación americana. Dejemos eso hasta acá y sigamos así: hubo que apropiarse de la lengua, hacer del español el español de Chile, poder hablar, como Borges, del idioma de los argentinos pero ser siempre leal a España. Lealtad que Gabriela Mistral pondera así en Martí: “guardó a España la verdadera lealtad que le debemos, la de la lengua y ahora que los peninsulares pueden mirar a un antillano sin tener atravesada la pajuela de la independencia, ya

podrán desde Madrid decir leal al insurrecto, porque conservó una fidelidad más difícil de dar que la política: esta de la expresión: Tanto estimó a los padres de la lengua que a veces toma en cuenta a los segundones y tercerones de ella”6. Problema latinoamericano aunque ejemplo-límite: no hay legua «pura», no hay lengua «autóctona»7, todo lo que hay es creación de lengua nacional. NOTAS

1. A Luz María Jeldes, como siempre. Agradezco a M° Gabriela Hoffmann y Ernesto Feuerhake. Ellos, por supuesto, no son responsables de lo que hice con sus aportes. 2. Etienne Balibar, Étienne. Identité/ Normalité. En Nous, citoyens d’Europe? Les frontières, l’État, le peuple. Paris : Éditions La Découverte, 2001. P. 133. 3. Balibar, Étienne. Identité/Normalité. En Nous, citoyens d’Europe? Les frontières, l’État, le peuple. Paris : Éditions La Découverte, 2001. P. 133. 4. Íbid. 5. Neruda, Pablo. La Palabra. En Neruda, Pablo. Confieso que he vivido. Buenos Aires: Debolsillo, 2004. P. 79. 6. Mistral, Gabriela. La lengua de Martí. En Calderón, Alfonso (comp.). Prosa de Gabriela Mistral. Santiago: Editorial Universitaria, 1989. 7. Loraux, Nicole. Né de la Terre. Mythe et politique à Athènes. Paris : Éditions du Seuil, 1996.

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Ilustraciones Daniel Aguilera

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Habría que ver este proceso en América Latina, habría que ver cómo se consolidó la lengua. No hay espacio aquí sino para una indicación, para un par de citas. Esta indicación: Cuicatl, ñe’ë porä, ikar, yarawi, ül et al. Sobre lengua y poesía (contemporánea) amerindias de Andrés Ajens8. Estas citas: “… Considero que por ahora se hace necesario la apertura de cuatro escuelas: una de hombres i una de mujeres en Iquique, una alternada en Pisagua i otra de la misma clase en La Noria. Fuera de lugar me parece hacer presentes a Us., al proponer esta medida, la conveniencia que envuelve su adopción para hacer simpática

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nuestra ocupación militar a la masa del pueblo. Es en la escuela pública de instrucción primaria donde deben naturalmente acercarse i entenderse los elementos de nacionalidades diversas que forman la gran mayoría de las poblaciones de este territorio. Y es allí también donde concluirán por chilenizarse los criollos de estas poblaciones”9. “Los misioneros supieron antes que nadie que aprender el dialecto local era cazar al indio con su propia miel y se pusieron, no sólo a aprenderlo sino a enseñarlo a algunos de los soldadotes; y nadie ha concedido después al formidable nudo lingüístico más atención. Incorporación

y lengua común eran un solo negocio para los misioneros. ( … ) La enseñanza de mayas y quechuas por el misionero fue siempre un medio y nunca una finalidad; para mejor enseñar el español, en un trueque hábil de lengua por lengua, ellos aceptaron quechuas o guaraníes en el trato y en el adoctrinamiento, y su plan era mantener la lengua bilingüe hasta el punto en que el español de los alumnos tuviese la destreza suficiente. Los maestros misioneros de México recibieron del ministro Vasconcelos las mismas órdenes: disponer del dialecto como cosa de tránsito; no rehusar a los niños tarascos o tarahumaras esta caridad y esta cortesía de hablarles su dialecto en el comienzo de las relaciones”. 10 Dejemos de lado, por ahora, el asunto de lengua y pasemos a la raza. Exageración propia de un texto así: decir que las características, diríase psicológicoculturales, diríase cualidades morales e intelectuales, de «el chileno» (omisión femenina, otro tema otro) constituyen raza. Pero si la raza es un “indicador de grupo genealógico humano”11, casi todo puede funcionar como raza. Casi todo pero sobre todo la «cultura»12. El punto aquí sería que una raza se construye. Y se construye, al menos, de dos formas. La primera, digamos la interna, a través de un lento trabajo de la Historia: creación de un origen común, establecimiento de mitos fundacionales, esencialización de ciertos rasgos13. La segunda, digamos la externa, a través de la diferenciación con el otro, a través de decisiones, disputas y guerras. Por supuesto, como siempre y por siempre, estos mecanismo de creación de raza no funcionan aisladamente ni son separables más que analíticamente. Hacen


falta los dos y ninguno es primero que el otro. Conocemos innumerables intentos de establecer un origen común, de establecer características propias, de fundar la chilenidad. Desde Nicolás Palacios a Gabriela Mistral, por nombrar a los nombrados. Desde Carlos Pezoa Véliz a Miguel Serrano, por nombrar a los innombrados. Se crea una lengua nacional, se crea una raza: se crea una identidad nacional, pero en el mismo movimiento se crea un otro más o menos específico. Nace un extranjero, nuestro extranjero. Aún no nuestro inmigrante14. Extranjero como enemigo pero también extranjero como huésped15. Respecto al extranjeroenemigo: “Como escribió un testigo de la época, eran “… agitadores extranjeros (principalmente españoles, italianos, argentinos, etc.) que ignoraban la psicología de nuestro pueblo y su natural tendencia a la violencia, al pillaje y al saqueo, como acababa de dar pruebas en las revolución de 1891, (quienes) exacerbaron la desesperación de las masas”. Y ella llevó a la oligarquía a insistir desde comienzos del siglo en la aprobación de la ley de residencia, que permitiría expulsar a aquellos extranjeros acusados de provocar agitaciones”16. Respecto al huésped: “… la clase media se refina cada día con la inmigración europea, que le aporta sangre nueva, vigorosa, activa, rica de sentimentalidad y de inteligencia. Así el coeficiente indio, fuente de pereza y de barbarie, va disminuyendo poco a poco…”17. Problemas latinoamericanos respecto a la creación de identidad nacional y, por lo tanto, del estatuto del extranjero. Con todas sus inestabilidades, cada intento de definición de una raza y una lengua propias tiene su reverso. Así se irían formando, a

la par, identidad y diferencia, lo propio y lo ajeno, lo nacional y lo extranjero18. Esta pequeña nota intenta abrir el tema, abandonar la pregunta por qué es lo propiamente chileno y volcarse hacia los mecanismos que hacen que algo sea propiamente chileno, y los

efectos que esos mecanismo tienen, no sólo en el «alma nacional» sino también en creación de un otro. Abandonar la búsqueda incesante de homogeneidad, también. El Bicentenario de Chile ofrece, quizás, esa posibilidad.

NOTAS

8. Ajens, Andrés. Cuicatl, ñe’ë porä, ikar, yarawi, ül et al. Sobre lengua y poesía (contemporánea) amerindias. Recuperado el 30 de Julio de 2010, de sitio web Lenguandina: http://www.lenguandina.org/textos/notassobre.htm. 9. González Miranda, Sergio. El dios cautivo. Las ligas Patrióticas en la chilenización compulsiva de Tarapacá (1910-1922). Santiago: LOM ediciones, 2004. P. 33 10. Mistral, Gabriela. Lenguas españolas y dialéctos indígenas de la América. En Scarpa, Roque Esteban (comp.). Gabriela anda por el mundo. Santiago: Editorial Andrés Bello, 1978. 11. Labelle, M. Un lexique du racisme. Étude sur les définitions opérationnelles relatives au racisme et aux phénomènes connexes. Paris, Montréal: UNESCO-CRIEC, 2006. P. 7. 12. Incluso Nicolás Palacios, entusiasta del nacionalismo y racista como pocos, escribe en el capítulo III de su Raza chilena que “muy poco importaría que el hombre fuera blanco, negro o amarillo ni que su cráneo fuera más o menos ovalado o que sus huesos estuvieran algunos centímetros de más o de menos, si no fuese que esos signos externos de las razas corresponden a almas diversas, y son las cualidades morales e intelectuales lo que establece la jerarquía entre las razas humanas”. Sobre el asunto de la cultura como raza ver, sobre todo, Étienne Balibar e Immanuel Wallerstein. Race, nation, classe. Les identités ambiguës. Paris : Éditions La Découvert & Syros, 1997, o, en su defecto, la poco aconsejable edición castellana editada por IEPALA en 1991. 13. Así lo nota Julio Pinto, nos parece, cuando dice que “cuando se habla de identidad, necesariamente hay que remitirse a la esencia de algo, a un yo integrado que no admite contradicciones, diversidades, ni cambios” (Pinto, Julio. El dilema de la identidad nacional: entre los discursos unificadores y los vectores de acción histórica. En Sonia Montecino (comp.). Revisitando Chile: identidades, mitos e historias. Santiago: Publicaciones del Bicentenario, 2003. P. 568). 14. Sobre la distinción entre extranjero e inmigrante ver Alarcón, L Felipe. Nacionalización de la sociedad, creación del inmigrante. En Revista Pléyade, nº 4. Santiago: CAIP,2009. 15. “Al hombre libre, nacido en el grupo, se opone el extranjero (gr. xénos), es decir, el enemigo (lat. hostis) susceptible de devenir mi huésped (gr. aikhmálotos, lat. captiuus)” (Benveniste, Émile. Le vocabulaire des institutions indo-européennes, Tome I. Paris : Les Éditions de Minuit, 1969. P. 355. Traducción propia). El asunto será, entonces, determinar cuándo un extranjero es enemigo y cuándo un extranjero es huésped. Esto cruzará buena parte de la historia de «los extranjeros» hasta nuestros días: ciertos extranjeros son bienvenidos y otros no. 16. Fernández, Enrique. Estado y sociedad en Chile, 1891-1931. Santiago: LOM Ediciones, 2003. P. 33. La ley que refiere Fernández es la número 3.446, promulgada el 12 de diciembre de 1918. 17. Vicuña, Carlos. La tiranía en Chile: libro escrito en el destierro en 1928. Santiago, LOM Ediciones, 2002. P. 37. 18. Sobre este asunto, el de la «creación» de identidad, no se puede dejar de decir esto: habría que descartar dos hipótesis: la del trabajo unilateral del Estado, la de la creación ex nihilo de la nación, y la de la espontaneidad. Ni plan estatal ni delirio de masas. Ni el Estado y sus “instituciones u organizaciones habitualmente consideradas privadas” (González Miranda, Sergio. El dios cautivo. Las ligas Patrióticas en la chilenización compulsiva de Tarapacá (1910-1922). Santiago: LOM ediciones, 2004. P. 33) ni la expresión del alma nacional. La primera porque implicaría una concepción metafísica del Estado, al decir de Salazar y Pinto (Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile, Volumen 1. Santiago: LOM ediciones, 1999). La segunda porque implicaría una espontaneidad prácticamente absoluta, una potencia que se desarrolla. La primera y la segunda porque consideran al poder como algo externo, al Estado y a la sociedad como estructuras independientes

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NEOLIBERALISMO Y BIOPOLÍTICA: UNA APROXIMACIÓN LOCAL Daniel Wasserman

Titulado en Derecho, Universidad de Chile

Una breve aproximación teórica El modelo económico en el mundo es el neoliberalismo y Chile tampoco es la excepción. Históricamente se entiende la entrada del modelo neoliberal con la crisis financiera de 1973 y en Chile producto de las reformas económicas y jurídicas establecidas por la dictadura militar. A nivel económico el sistema neoliberal responde a la necesidad de restringir el gasto del Estado, el aumento de las facilidades para la inversión y la necesidad de generar una desregularización de las economías, entre otras. En el ámbito teórico, el pensamiento neoliberal tiene como gran representante a Hayek, el cual establece una reformulación del concepto de ‘mano invisible’. Hayek piensa que los ordenes espontáneos tienen una mayor eficacia que aquellos órdenes humanos creados y planificados conscientemente. De allí que el mercado sea el lugar preferente dentro de los ordenes espontáneos, que se establezca una supremacía de los derechos de los individuos por sobre los colectivos y que el sistema jurídico tenga como finalidad resguardar los ordenes espontáneos antes que entrar a intervenir en ellos. Michel Foucault, a propósito de

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la Biopolítica, pone su atención en el neoliberalismo, ya que éste es una de las tecnologías de poder que da forma y sentido a lo que sería el dominio Biopolítico en la actualidad. Es decir el manejo y control sobre la vida que existe en el cuerpo social por parte del Estado (Biopolitica), se articula por medio de un saber de la realidad humana y su relación con el mercado. Si pudiéramos sintetizar las ideas centrales de Foucault respecto del neoliberalismo habría que distinguir dos grandes ejes: Primero, el neoliberalismo visto como continuidad propia del liberalismo histórico. El mercado se representa como una verdad acerca de la naturaleza humana (lugar de veridicción), lo que se traduce en que el libre juego de la oferta y la demanda se entienda como un tipo de saber natural y por lo mismo no modificable por parte del hacer del Estado. Así el mercado se convierte en este saber que el Estado tiene que reproducir y asegurar. Segundo, Foucault comprende que el sistema neoliberal tiene como rearticulación fundamental la expansión de su saber a aspectos no económicos de la vida de la población. Observa que el neoliberalismo, en el desarrol-

lo del siglo XX, se construye como una sociología económica; el proceso de intervención para la preservación de las realidades del mercado, se hace por medio de una reconducción de los diferentes ámbitos de la vida con el objeto que estos se conviertan en espacios económicos. Así el ámbito neoliberal tiene un horizonte mayor que su antecesor –el liberalismo- ya que por una parte busca el aseguramiento de las realidades de mercado y por otra genera una reconducción total de la vida orientada en el saber económico. Bajo esta última perspectiva, el neoliberalismo es lo que Foucault concibe como el pleno desarrollo del sistema de dominación Biopolítica, puesto que las acciones del Estado tienen que gestar un Homo Oeconomicus. La materialización del Homo Oeconomicus será por medio de políticas públicas, la técnica jurídica y la seguridad social entre los más relevantes. De allí que Foucault nos recuerde que si bien el liberalismo habla de un orden invisible, es porque en ella existe una mano que es la representación del poder, y consecuentemente del Estado, el cual la propicia. Los medios de gestión de dominación se estructurarán de forma que aparezca el mercado como el horizonte lógico y natural


donde ejercer la vida; su invisibilidad está dado por aquello, la dominación pasa a naturalizarse en la perspectiva de la comunidad. Mirado desde el sujeto viviente, o de la comunidad en su sentido plural, el efecto propio es la constricción de la posibilidad de entender un orden alterno al sistema económico de dominación. Chile El sistema neoliberal en Chile tiene como antecedente teórico a nivel de propuesta de Estado el texto denominado “El Ladrillo”, a propósito de la elaboración del programa de gobierno de Jorge Alessandri en su candidatura de 1970, realizado por un grupo de economistas de la Universidad Católica. Posteriormente, con el ingreso de la dictadura militar que derroca al gobierno de Salvador Allende en 1973, dicho trabajo se incorpora dentro de las políticas económicas del Estado. En su

prólogo se sintetizan los objetivos principales: “la apertura de nuestra economía, la eliminación de prácticas monopólicas, la liberación del sistema de precios, la modificación del sistema tributario por uno más neutral, eficiente y equitativo, la creación y formación de un mercado de capitales, la generación de un nuevo sistema previsional, la normalización de la actividad agrícola nacional, destrozada por la Reforma Agraria, y la protección de los derechos de propiedad.” En definitiva, reformular las bases completas de la economía de la sociedad chilena. Es importante entender que “El ladrillo”, como el gran proyecto del neoliberalismo asume ciertos aspectos teóricos-epistemológicos acerca del mismo. Es de especial interés entender que el proyecto se desmarca de la realidad del país. Como se mencionan en su introducción: “Sin embargo, es posible aislar, en lo

sustantivo, las causas económicas de la actual crisis y a ello se encaminan los esfuerzos de este trabajo…” En este sentido hay una labor de descontextualización de la propuesta de reforma, la cual desarticula la realidad, estableciendo un catálogo de soluciones. Entonces: ¿cómo se hace posible dicha desarticulación? La desarticulación es posible en la medida que el proyecto de reforma se ve como un modelo autosuficiente de aquello que propone, en tanto esta es entendida como una verdad (como atemporal). En esto el problema se hace latente, el modelo neoliberal puede imponerse sobre el contexto, puesto que éste no es relevante para solución. Las soluciones económicas del mismo son siempre independientes del lugar y la historia donde se encuentran. La discontinuidad hace posible la inversión de la problemática social, puesto que el modelo

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umba de los libres neoliberal se desentiende de la especificidad de la sociedad al cual se le aplica. Así el problema no recae en el mercado sino en la comunidad, la cual pasa a entenderse como un grupo sin historia, de allí que pueda habilitarse su gestión. No es extraño, por lo mismo, que un modelo que busca la discontinuidad se realice en la dictadura militar de Pinochet, en que las relaciones de fuerzas de los diferentes actores sociales se encuentran en un claro desequilibrio. Es importante entender que la inclusión del régimen neoliberal, que se hace a través de la reformulación Estado, no nace de la comunidad misma y de su representación, sino desde el quiebre institucional donde las soluciones se imponen. No está demás decir que es en el mismo período que el Estado es responsable por asesinatos masivos, torturas y violación a los derechos humanos. El proyecto neoliberal implicó una gama amplia de cambios en la sociedad chilena. En ella es posible observar los efectos propios del quehacer Biopolítico y la inclusión de las variables de la vida. Por ejemplo la salud de la población se convierte en lugar preferente del mercado al consagrarse un sistema público de salud a cargo del Estado (FONASA) y un sistema privado (Las ISAPRES). La salud pasa a tener consecuentemente dos partes, un grupo poblacional representados por los sectores más pobres del país que depende del sistema público, con las tradicionales carencias que ella tiene, y por otra parte un grupo poblacional, general-

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mente de los sectores medios y altos, que depende del sistema privado, al cual deben pagar altos costos para obtener las eficiencias de un modelo rentable económicamente. Al establecerse una diferenciación de la salud inevitablemente se hacen patentes las diferencias socioeconómicas de la población; además que las aspiraciones poblacionales se trasladan respecto de su acceso y calidad. Es demostrativo ver como uno de los dramas de la clase media es su miedo profundo a perder el trabajo y por lo mismo pasar el gran fantasma de morir en un hospital público o tener que esperar largo tiempo por alguna urgencia médica. La instalación del sistema privado no solo generó que desde la salud se lucrara con las enfermedades de la población – y su dolor corporal-, sino también que la salud privada se viera como un aspiración social y por tal un deseo de querer integrarse al mercado en la variable central de la vida. El sistema de control Biopolítico logra que el deseo poblacional sea reconducido hacia la mercantilización de sus necesidades y consiga reproducir el espacio de veridicción que implica. Así, esta articulación de las conductas de la vida se puede ver reflejada en el sistema de pensiones de capitalización individual, el cual lleva que las jubilaciones sean reflejo de la vida económica del sujeto y que sus propios aportes sean móviles de inversión hacia el mercado. Otras expresiones del dominio Biopolítico se dan en los sistemas de promoción y fortaleci-

miento del mercado; como son los beneficios tributarios a la inversión. Caso paradigmático fueron las políticas públicas para la gestación de forestales en el sur de Chile, que viene a reemplazar la gran propiedad individual del espacio rural por medio de grandes grupos de inversión. En este caso particular, la solución al problema histórico del mundo rural, se entiende que era específicamente la falta de mercado; de allí que se haya puesto como política pública su promoción. También se puede mencionar la baja tributación de la gran minería para incentivar la inversión extranjera. Para finalizar, se hace observable que al estructurarse un sistema de control general de la población por medio del mercado, el discurso y la representación política sea acorde a ello. Esto no solo producto del consenso que el modelo económico ha tenido; sino porque la misma estructuración de la representación política restringe la pluralidad discursiva (V.G. el sistema binominal del congreso). Si bien la apertura del discurso político no implica necesariamente que se logre desconfigurar el sistema de dominación Biopolítica, posiblemente son las labores de esta, que incluyen la misma práctica política y la propia forma de alteridad que puede llegar a producir, donde se halle el impulso para generar un nuevo modelo. Habría que empezar a imaginar el lugar donde encontrarse con la comunidad, su contenido y la práctica misma que debe incorporar.


La anomalía chilena Yo no voy a morirme. Salgo ahora, En este día lleno de volcanes Hacia la multitud, hacia la vida. --Pablo Neruda, Canto general

Jon Beasley-Murray

University of British Columbia jon.beasley-murray@ubc.ca

A primera vista, la historia reciente de Chile está fuertemente marcada por discontinuidades. Parecería que, desde mediados de los años 60, el país ha pasado del centro a la izquierda, de la izquierda a la derecha, de la derecha al centro, y del centro a la izquierda de nuevo, con la Democracia Cristiana de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), la Unidad Popular socialista de Salvador Allende (1970-1973), la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), y la Concertación (1990-presente). Incluso las presidencias de la Concertación han evidenciado diferencias marcadas, desde la Democracia Cristiana de Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle hasta los socialistas Ricardo Lagos y, más recientemente, Michelle Bachelet. De hecho, la victoria de Bachelet en 2006 se ha interpretado muchas veces como una instancia más de los “giros a la izquierda” en América Latina aunque implicó un traslado de poder entre dos presidentes del mismo partido dentro de la misma coalición que había estado en poder durante más de cuarto siglo. El hecho de que el electorado haya votado por una mujer (es más, una madre soltera) que fue victima de tortura bajo la dictadura se ve como un cambio en las sensibilidades políticas del país. La politóloga Lois Hecht Oppenheim subraya la “historia turbulenta [de Chile] como labo-

Foto Paulo Slachevsky ratorio social” y “los cambios dramáticos que han ocurrido a lo largo de los últimos 40 años”; basa su definición del “excepcionalismo de Chile” en “el hecho de que ha servido como el sitio de una amplia gama de experimentos políticos a lo largo de su historia.”1 El hecho de que el país se conoce ahora por su estabilidad económica y política, se debe solamente a la “compulsión al olvido” que Tomás Moulián identifica en el fondo de la transición post-Pinochet hacia la democracia.2

Los cambios dramáticos en la forma del estado chileno ocultan continuidades históricas más profundas. Moulián, por ejemplo, señala que el “nuevo tipo de Estado, que se denominará neoliberal, puede adoptar formas democráticas o autoritarias.” Entonces existe una unidad fundamental compartida por la dictadura y la transición democrática que la sigue: el “objetivo primordial” del estado actual es “asegurar la reproducción de la infraestructura creada por el autoritarismo.” La dictadura

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umba de los libres logró subordinar la política a la economía, y consiguió “la absorción de la oposición en el juego de alternativas definidas por el propio régimen.”3 Según Moulián, la dictadura cambió la manera de ejercer el poder, desde la dependencia de la ideología hasta una integración postideológica de individuos atomizados al mercado. Pero durante la transición de dictadura a democracia, “cambiaron los titulares de poder, pero no la sociedad. Se ha realizado el principio central del ’gatopardismo’: que todo parezca cambiar para que todo siga igual.” Esta es la “contrarrevolución” que apunta a negar el legado de la Unidad Popular.4 O en palabras del filósofo Willy Thayer, “Transición nombra, no el pasaje de la Dictadura a la democracia, sino la transformación que la Dictadura operó, el desplazamiento del Estado como centro-sujeto de la historia nacional, al mercado excéntrico post-estatal.” El efecto más profundo de la transición, para Thayer, es “la mutación en el modo de producción de la representación.” Hasta la propia palabra “transición” es engañosa porque “atribuiría movimiento y transformación” a una realidad que es de hecho “estacionaria e intransitiva.” En una transición, “no sucede nada nuevo.” Es “el aburrimiento definitivo.”5 Tanto para Moulián como para Thayer, la única ruptura definitiva en la historia reciente de Chile es el golpe de 1973. Según Moulián, la Izquierda es cómplice en la amnesia histórica que ha borrado este acto de refundación sumamente violento; es la intención de su libro Conversación interrumpida con Allende cerrar esa brecha. Según Thayer, la Izquierda aún no ha tomado conciencia de la magnitud de esa cesura; al no ver que el golpe no sólo ocurrió dentro de la historia sino que además im-

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pactó la historia misma, hasta sus críticos más radicales se vuelven estructuralmente cómplices cuando reiteran, en su crítica, el “estado de excepción fundacional de la Dictadura que suspende la Constitución y refunda la Constitución.” Entonces Thayer quiere también rescatar algo de la época previa: una “crítica puramente destructiva, no conservadora, no fundadora de derecho,” que él encuentra en “las prácticas populares del Gobierno de Salvador Allende” y sobre todo en su “performance anasémica, desobrante, muda, sin juicio.” Esta performance antisemántica “se activó sin exitismo como ‘huelga general revolucionaria.’”6 Sin embargo, el gobierno de Allende también “se caracterizó por inscribir la destrucción de la representación en los cotos de la representación Republicana.” Al final, la huelga general no logró destruir la república; lo que sí deshizo a la república fue “el Golpe soberano como big bang de la Globalización.”7 Thayer subraya los aspectos destructivos de la huelga general revolucionaria que, siguiendo la interpretación de Georges Sorel ofrecida por Walter Benjamin, él entiende como distinta de una “huelga general política,” cuya intención es reforzar el poder estatal. Pero seguramente la huelga revolucionaria es también afirmativa: es una instancia de lo que Benjamin llama violencia mesiánica o “divina,” eso es, “violencia sobre toda vida en nombre del viviente.”8 El performance (o la pura performatividad) que señala Thayer es el poder constituyente, que precede, atraviesa, y sobrevive el auge y la caída de la Unidad Popular de Allende. En vez de rupturas y discontinuidades en la historia chilena, en su libro Chile: The Great Transformation Javier Martínez y Álvaro Díaz señalan que lo que más llama la

atención son las continuidades. Los autores van más allá de “los aspectos estrictamente episódicos de la experiencia chilena” para buscar procesos de largo plazo que expliquen el éxito de Pinochet y la transición al neoliberalismo que ocasionó. Por ejemplo, tradicionalmente la tierra chilena había estado en manos de una pequeña clase de terratenientes. Y aunque a finales de los años 50 se empezaron a dividir algunos de los latifundios, para principios de los 60 muchos seguían creyendo que “todos los males nacionales-- reales o imaginados--podían atribuirse al latifundio.” Con la Democracia Social de Frei, y aún más con la Unidad Popular de Allende, se nacionalizaron y se redistribuyeron enormes franjas de tierra: “Entre los años 1964 y 1973, se expropiaron más de 5.000 tierras, representando más de 10 millón hectáreas o el 60 por ciento de las tierras bajo cultivo del país.”9 Esta tendencia continuó con Pinochet: “A pesar de las expectativas, el golpe militar no significó una vuelta al latifundio.” En cambio, la dictadura dio “un nuevo giro al proceso”: convirtió la tierra en una mercancía fungible, posibilitando ventas, alquileres, subastas y empresas privadas10. Diez años de Democracia Social y Socialismo ya habían disminuido el poder de la oligarquía rural; el gobierno de Pinochet se aprovechó de la oportunidad para acelerar el ritmo del cambio, pero ahora en nombre del mercado en vez del estado. De manera más general, Martínez y Díaz subrayan que las tres administraciones sucesivas “fueron gobiernos revolucionarios”; la Democracia Social allanó el camino para la Unidad Popular que, a su vez, permitió que la dictadura completara la tarea, siempre con un “giro.” “El radicalismo del proyecto neoliberal,” según Martínez y Díaz, “fue posible porque todos los intentos


anteriores habían sido radicales también.” Mejor dicho, la contrarrevolución de Pinochet continuó (y hasta aceleró) procesos revolucionarios que ya estaban en marcha, pero los llevó en otro sentido. La llegada del neoliberalismo no hubiera sido posible sin la “socialización avanzada” que habían ya logrado Frei y Allende, en la cual “el poder de las clases dirigentes fue gravemente debilitado.” 11 La multitud es la clave de las continuidades subyacentes de Chile. La Democracia Social y la Unidad Popular fueron también en su manera respuestas al poder constituyente. Así que la narrativa de Martínez y Díaz se enfoca demasiado en el gobierno. En cuanto a la reforma agraria, por ejemplo, hacen caso omiso de las numerosas tomas de terreno en que los campesinos y migrantes urbanos tomaron las riendas. Cathy Schneider señala la migración masiva y el consecuente incremento en la cantidad de personas sin techo en Santiago en la década de los 50: “Antes del final de la década,” informa, representaban “unas 150.000 personas, o el 8 por ciento de la población.” Siguió una serie de tomas de tierras, notablemente la toma de 1957 del terreno que se transformaría luego en el barrio de La Victoria: durante dos meses, la policía asedió a 3.000 habitantes ilegales pero al fin el gobierno cedió los derechos de vivienda a los habitantes. Sin embargo esto fue sólo el comienzo ya que “durante las próximas décadas, más del 40 por ciento del crecimiento de Santiago se debió a las tomas ilegales de tierras.”12 Mientras tanto, en el campo, hubo una “expansión explosiva de sindicalismo rural . . . que fue acompañada de un incremento dramático en la cantidad de huelgas y tomas de tierras” a finales de los años 60. Nos dice el sociólo-

go Patricio Sivla que en 1964, sólo 1.800 campesinos formaban parte de sindicatos, pero al cierre de la administración de Frei, esa cifra se había aumentado a 140.293, o “cerca de la tercera parte de todos los trabajadores agrarios de Chile.” El incremento del sindicalismo fue en parte resultado de los intentos del gobierno a incorporar al campesinado, con su ley de reforma agraria de 1967, pero “produjo una profunda división entre la Democracia Cristiana y los partidos de derecha, posibilitando la victoria de la Unidad Popular en las elecciones presidenciales de 1970.” Bajo Allende, el campesinado se radicalizó aún más, se duplicó de nuevo el número de sindicalistas, y hubo un “incremento enorme en la cantidad de huelgas y tomas de tierra.”13 La Unidad Popular estaba atrapada entre sus elementos radicales o mesiánicos, que encarnaban lo que Thayer llama la huelga general revolucionaria, y sus tendencias legislativas y constitucionales. El llamado gobierno de “unidad popular” finalmente no era ni popular ni unido. En palabras de Moulián, fue herido por un conflicto interno entre revolución y contrarrevolución, “desenfreno ‘festivo’ y conspirativo.”14 La dictadura intervino para acallar el desorden y para instalar una nueva constitución, pero sólo continuó el proceso revolucionario aunque en cruel y sangrienta caricatura. Y ni bien se había declarado la nueva constitución, que se estallaron los movimientos sociales de los años 80. Estos movimientos fueron desmovilizados y absorbidos al pacto forjado por la Concertación postdictatorial. Pero como bien lo descubrió Bachelet a pocas semanas de asumir su cargo en 2006 cuando los estudiantes salieron a la calle y los escándalos de corrupción golpearon al corazón de su administración, la multitud persiste.

Notas Traducido por Camille Sutton. Extraído del libro Posthegemony (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2009). 1. Hecht Oppenheim, Politics in Chile, xvii, 4. 2. Moulián, Chile actual, 31, 33, 116. 3. Ibid., 362, 364, 146. 4. Ibid., 121, 358, 25. 5. Thayer, El fragmento repetido, 124, 128, 129, 130. 6. Ibid., 77, 80. 7. Ibid., 44. 8. Benjamin, “Critique 297.

of

Violence,” 291,

9. Martínez and Díaz, Chile, 2, 61, 61-62. 10. Ibid., 62, 61. 11. Ibid., 130, 131, 135. 12. Schneider, Shantytown Protest in PinoChile, 41, 45.

chet’s

13. Silva, “The State, Politics Unions in Chile,” 436, 437. 14. Moulián, Conversación Allende, 86.

and

Peasant

interrumpida

con

Bibliografía > Benjamin, Walter. “Critique of Violence.” En Reflections, editado por Peter Demetz, traducido por Edmund Jephcott, 277-300. New York: Schocken, 1986. Hecht Oppenheim, Lois. Politics in Chile: Socialism, Authoritarianism, and Market Democracy. 3ra ed. Boulder: Westview, 2007. > Martínez, Javier, y Alvaro Díaz. Chile: The Great Transformation. Washington y Geneva: Brookings Institute y United Nations Institute for Social Development, 1996. > Moulián, Tomás. Chile actual: Anatomía de un mito. Santiago de Chile: LOM/ARCIS, 1997. > ------. Conversación interrumpida con Allende. Santiago de Chile: LOM/ARCIS, 1998. > Schneider, Cathy Lisa. Shantytown Protest in Pinochet’s Chile. Philadelphia: Temple University Press, 1995. > Silva, Patricio. “The State, Politics and Peasant Unions in Chile.” Journal of Latin American Studies 20, no. 2 (noviembre 1988): 433-452. > Thayer, Willy. El fragmento repetido: Escritos en estado de excepción. Santiago de Chile: Metales Pesados, 2006.

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umba de los libres

Aproximaciones subjetivas al pensa Nicolás Slachevsky | estudiante de Bachillerato, Universidad de Chile

1-“El pensamiento revolucionario en Chile, diseminado, discontinuo, ha trascendido de la mano de la violencia de los contextos que le dieron nacimiento, casi siempre marcado por las interrupciones abruptas del Estado o alguno de sus aparatos en reacción.” Así empezaba un artículo que quería escribir sobre el pensamiento revolucionario en Chile. 2- “Quizás por lo mismo el trazo que dejó, parece ser, más que el orgulloso sabor de lo vivido en la izquierda contestataria, el decorado de su victimización. De ahí que nadie se atreva a ir más allá del legado institucionalizado de los íconos; de ahí que el pensamiento radical, en su extensión, se nuble a ratos bajo conclusiones metafísicas y moralizantes, o el reconocimiento light del pensamiento demócrata”. Así seguía. 3- En la historia de Chile hay pocos románticos. Hay, pero son pocos. 4- La mayoría de los románticos no son revolucionarios, son poetas. 5- Cuando digo románticos, por supuesto, me estoy expresando mal. Si dijera revolucionarios tendría que referirme a una buena cantidad de burócratas que, por muy burócratas que hayan sido, no podemos negarles un lugar en esa cosa difusa que es el «pensamiento revolucionario». 6- Si habláramos de poetas, a su vez, tendríamos que entrar nuevamente a referirnos a

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una buena cantidad de burócratas (o quizás tecnócratas) que, por muy burócratas que hayan sido, no podemos negarles cierta parte de esa cosa difusa que es la poesía. 7- Llegados a este punto, podemos sacar una conclusión, una por lo menos: hay un territorio compartido entra la poesía y la revolución. 8Cuando digo romántico no sé muy bien a lo que me refiero. A eso vamos. 9- El Che era un romántico y un poeta. Recabarren, si bien un hombre esencialmente moderno, un poeta; Miguel Enríquez, un romántico. El Topo Lira, para variar, un revolucionario. 10- Marmaduke Grove, en persona, recorrió en un avión rojo el sur de Chile en el primer intento de establecer una república socialista en el país. Nadie me va a negar que la revolución y la poesía comparten un territorio común; y es extenso. 11- Pero no vamos a hablar de poesía. Acá vamos a hablar de revolución, se ha dicho. 12- A Recabarren le gustaba contestar a las preguntas cotidianas de los obreros que, casi inminentemente, podían presentarse mientras éste daba un discurso público. En una entrevista de José Miguel Varas a Salvador Ocampo dirigente comunista apadrinado a temprana edad por Recabarren, cuenta cómo en la Pampa, ante la molestia de los compañeros y la admiración de los mineros, el ‘Maestro’ ocupó

más de media hora de un mitin clandestino para explicar a los obreros el fenómeno natural de las estrellas fugaces. Era de noche y poco antes una estrella fugaz había irrumpido en su discurso acaparando la atención de todos quienes allí estaban. Recabarren era tipógrafo; leía: eso respondía cuando le preguntaban por qué sabía tanto. 13- Si de literatura se tratase, habríamos de mencionar la afición de los pensadores marxistas por el género del prólogo (desde Marx, a Lenin, Trotsky, e incluso el Che). Para el marxismo, el prólogo es un género mayor. 14- Recabarren, en cambio, fue un poco más práctico. No se especializó en prólogos, pero su obra discursiva y periodística consagró su intencionalidad con la escritura de constituciones que habrían de servir al gobierno socialista de los obreros. Recabarren orientó su trabajo a la educación obrera, la conciencia de su condición de clase y, sobre todo, a la educación de gobierno. Quizás, buscaba cumplir con la frase de Lenin que dice que hasta un cocinero debe saber manejar el Estado. Recabarren, además, sabía que los obreros tenían que ser el Estado. Hoy hablamos de autonomía, autogestión. 15(a)Recabarren no fundó una literatura, pero fue un poeta. 15(b)- El Partido Comunista, hasta el Partido


Ilustración Daniel Aguilera

amiento revolucionario en Chile Comunista, sólo lo recuerda como el fundador del Partido Comunista. 16- Nabokov, el autor de Lolita, habla de lo peligroso de ser un sentimental. “Un sentimental puede ser una perfecta bestia en sus ratos libres”, dice, “Una persona sensible no será nunca cruel”, dice. Para ejemplificar, agrega que “Una solterona sentimental puede mimar a su loro y envenenar a su sobrina. El político sentimental puede acordarse del día de la madre y aniquilar implacablemente a un rival. A Stalin le encantaban los niños. Lenin lloraba en la ópera, sobre todo en La Traviata”. A mí me gusta Nabokov y no me gusta Stalin, pero entre Nabokov y Lenin, prefiero a Lenin. Quizás es cierto que Stalin era un sentimental; no por ello los sentimentales van a ser Stalin. 17- Una vez escuché de la boca de un compañero de armas de Miguel Enríquez el relato de una acción del MIR, el asalto de un banco. En medio del acto de fuga, contrariados, los militantes tuvieron que detenerse a cargar bencina. Mientras esperaban en el lugar, un tanque del ejército se detuvo a cargar junto a ellos. Cuando llegaron al punto de encuentro y le contaron el episodio a Miguel Enríquez, éste contestó Y POR QUÉ NO SE LO TRAJERON. 18- A veces, el sentimentalismo revolucionario me inspira amor y ganas de llorar. 19- Magno Espinoza, Escobar

Carvallo y Luis Olea, que eran anarquistas, crearon el movimiento obrero en Chile, poco antes de la irrupción de Recabarren. 20Luis Olea se fue de Santiago a la Pampa para promover el movimiento obrero. Allá dirigió la protesta de los salitreros de Iquique que dio lugar a la matanza de Santa María. Cuando iba para Iquique, sabía quién era y a quienes se enfrentaban. 21Luis Olea dijo “Somos un conjunto de poesía y prosa, de amor y odio, de fe y escepticismo, somos una mezcla extraña que emulsiona lo bueno y lo malo y hace estallar el rayo de luz en los instantes de duda”. 22- Luis Olea sabía que éramos una mezcla extraña. Después de Santa María se perdió su rastro. Hay artículos firmados con su nombre en Perú, algunos años después. 23- Carlos Pezoa Véliz, también anarquista, sufría la soledad de los hospitales, y murió a los 28 años de tuberculosis, adicto a la morfina, nadie dijo nada: tal vez un arquetipo del poeta moderno. 24- Rafael Vergara era profundamente cristiano y su fe era un acto de rebeldía. 25A Rafael lo mataron cuando se devolvía a retener el cuerpo de su hermano caído mientras eran perseguidos por la policía. 26- ¿Se habían juntado para reconocerse en la clandestinidad, o estaban en una acción de recuperación en

una panadería? 27- Los hermanos Vergara sabían quiénes eran y a quiénes se enfrentaban. 28- Rafael y Eduardo Vergara no son solo el testimonio de las balas que puso la dictadura. Son la convicción de una generación retenida en la tragedia. 29- Y ¿quién es Salvador Allende? ¿Cómo separar el valor revolucionario de la frivolidad del poder? 30- La autoeliminación de su cuerpo en tanto personificación del Estado es, para nosotros, una declaración de principios. 31- ¿Podemos decir que el último discurso es uno de los poemas más bellos que ha dado esta tierra? Yo creo que sí, quizás por ser una voz metálica que planea sobre toda nuestra historia. Perdimos un país, quizás, y conmigo no cuenten para recuperarlo. Pero hay dos o tres voces que sí fueron de acá, unos 10 rostros que permanecen en nuestra memoria, unos 15 ó 20 momentos en que la fuerza de esta historia ha arremetido por el todoo-nada, que puede que algún día nos sirvan para crear una patria flotante sobre nuestras identidades proyectadas. 32- Quizás, solo nos queda por decir que el pensamiento revolucionario en Chile -con todo su amor y sentimentalismo; sus cruzadas que aún nos acarician el cuello- más que la certeza de que tuvimos patria, es la prueba de la imposibilidad de este espacio imaginado e impuesto por huestes poco creativas y ya bicentenarias.

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Extrañamiento y precariedad laboral en las sombras del bicentenario Carlos Osorio

Sociólogo, Universidad de Chile T ra n s f o rma c i o n es estructurales e impactos subjetivos sobre los trabajadores Las transformaciones estructurales en Chile implicaron y se tradujeron en una individualización de las relaciones laborales, en una perdida de las garantías del estatuto salarial , en un descenso de la negociación colectiva y en una responsabilidad individual frente a los distintos riesgos asociados a la permanencia y oscilaciones del mercado laboral. Junto a este proceso, se desarrollaron en Chile procesos análogos en los ámbitos de la previsión, de la salud y de la educación, por nombrar los más relevantes. Es decir, se consagró la responsabilidad individual de estas actividades sociales y por ende, se privatizaron los riesgos asociados a las mismas. Por tanto, como modo de validación de dicha transformación, es que se hacía necesario un soporte discursivo y un principio legitimador, que encontró en la empresa- como dispositivo icono de la modernización neoliberal- el caldo de cultivo. Estas mutaciones crean, por tanto, una clase trabajadora más heterogénea, mas fragmentada, más complejizada, dividida entre trabajadores calificados y descalificados, aptos y no aptos, del mercado formal e informal, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, estables y precarios, inmigrantes

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y nacionales, blancos y negros, etc. sin hablar de las divisiones que provienen de la inserción diferenciada de los países y de sus trabajadores en la nueva división internacional del trabajo (Antunes, 2006: 187) Esta individualización de la experiencia del trabajar, constituye un régimen laboral derivado de la flexibilidad organizacional y salarial en virtud del cual determinadas personas que trabajan en una empresa dejan de ser tratadas como miembros de un colectivo laboral o profesional y pasan a recibir la consideración de “proveedoras particulares de prestaciones particulares en condiciones particulares” (Gorz, 1998: 63). Es decir, en este marco los empleadores conciben y se relacionan con los trabajadores, no en tanto colectivo, sino como sujetos individuales, determinando de manera personalizada las condiciones de trabajo (Díaz, 2006: 48) Hay una expresión que Marx llamó trabajo social combinado, donde trabajadores de diversas partes del mundo participan del proceso de producción y de servicios (Antunes, 2006: 186). Lo que sin duda no camina en el sentido de la eliminación de la clase trabajadora, sino de su precarización y de su utilización todavía más intensificada. En otras palabras, aumentan los niveles de explotación del trabajo.

Incertezas y culpas Hoy, dentro del ámbito del trabajo, los trabajadores flexibles, evalúan riesgos, toman decisiones y administran racionalmente el trabajo propio. En ese sentido, los mecanismos de control ya no están fuera sino dentro del mismo sujeto. Esta idea de la responsabilidad individual, internaliza el control y por tanto la sujeción bajo alegorías y metáforas tales como “el trabajador es su propio patrón”. En este sentido, los intereses de la empresa se igualan con los intereses individuales de los trabajadores, ya que beneficios de la firma implica beneficios personales. En consecuencia, el sujeto se iguala a la empresa y el trabajador se constituye en una organización del trabajo en sí mismo. De esta forma, el individuo depende de la capacidad del propio trabajo para triunfar (al internalizar el conflicto) ya que suspende el papel del mercado en el éxito del emprendimiento (que fue un emprendimiento forzoso, a raíz de las transformaciones estructurales acaecidas en Chile). En consecuencia, el fracaso sería personal, y no se explicaría por fallas del mercado. De este modo, la sobreexplotación, la autogestión el autocontrol y el autodisciplinamiento constituyen formas de internalización del control (ya no fuera sino dentro del individuo), donde la autogestión corresponde a la modalidad de


Foto Bertrand Diaz sujeción, en tanto que esta técnica de subjetivación apela al hombre “libre”. Así, la transferencia de la responsabilidad de la organización y de la gestión del proceso de trabajo converge en un mismo objetivo: la autogestión y la individualización del riesgo. Estos mecanismos han permitido producir las formas más eficientes y profundas de internalización del control conocidas en la historia de la humanidad (Wittke, 2005: 155). El problema está en que esas relaciones laborales (participativas, proactivas e identificadas con la empresa) son irreales con un empleo inestable, incierto y con formas más sofisticadas de control y sujeción, ya que a la par de este proceso subjetivo de involucramiento y de independencia, también se encuentra una sensación subjetiva de inseguridad individual, incertidumbre y vulnerabilidad.

Las transformaciones en el ámbito laboral, han remecido los cimientos y condiciones de trabajo, sin disminuir la preocupación y energía constante sobre las cuales éste tiene que ser desarrollado. En efecto, la mitad de los trabajadores trabaja más de 8 horas al día y 5% del total llega a 12 horas diarias. Los problemas de gran responsabilidad, atención, y concentración son los más declarados por los trabajadores. Afectan a hombres y mujeres por igual, al igual que por edad y nivel socioeconómico; la inestabilidad laboral afecta más a personas de nivel socioeconómico menor y la conciliación de trabajo y hogar afecta más a la mujer trabajadora, evidenciando la doble carga de trabajo. Los problemas mayores que declaran que afectan su calidad de vida son la responsabilidad y concentración a la que están sometidos (PNUD, 2009).

Repercusiones Las actuales condiciones de empleo establecidas en el marco del proceso de flexibilización laboral, exponen a las personas a constantes situaciones de inestabilidad, precariedad e intensificación del trabajo que van filtrando sus efectos en la vida cotidiana. Las condiciones laborales generan en los trabajadores y trabajadoras realidades, situaciones extremas, que afectan su bienestar material, psicológico y salud mental. En efecto, en la Encuesta IDH 2008, del total de trabajadores consultados, el 88% declaró que el trabajo es el aspecto de su vida que le demanda más tiempo y energía (PNUD, 2009: 110). Para los trabajadores, el tipo de relaciones existentes en sus lugares de trabajo y las condiciones en que éste se desarrolla determinan no sólo la productividad y la calidad de su tiempo de trabajo, sino también su posibilidad de

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disponer y disfrutar de tiempo libre de calidad (PNUD, 2009: 110). Ahora bien, un 55% de los trabajadores encuestados dice no disponer de tiempo libre nunca o casi nunca, después de cumplir con sus tareas diarias (PNUD, 2009) La falta de seguridad laboral se refuerza con la percepción de que existe un mercado laboral altamente selectivo y competitivo, que genera un fuerte temor a sobrar. Como respuesta a la inestabilidad, en el sujeto se impone una tensión permanente que se vivencia a través de aumentar la necesidad de adaptarse y someterse a la incertidumbre. Esto conlleva a que el trabajador se sienta en un estado de expectación frente al futuro, para así estar en condiciones de poder responder a las demandas que podrían venir del sistema (Soto, 2006: 210). El precio de esta dinámica opresiva la paga el trabajador a través de un sinnúmero de manifestaciones de angustia, que abarcan desde los trastornos de pánico (…) hasta los fuertes estados de angustia que caracterizan a los estados depresivos (…) Junto a la angustia aparece el estrés, la impotencia y muchas veces la depresión como cuadro psicopatológico. Palabras finales Las lógicas de planificación organizacional definen sistemas de alineamiento de los trabajadores basados fundamentalmente en los componentes variables de la remuneración (bonos, comisiones, ect). Las personas incorporan estas lógicas y organizan sus estrategias de posicionamiento en torno a

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ellas. El nivel individual (personas) y organizacional (empresa) logran confluir a través de los sistemas de gestión y recompensa (Soto, 2006: 308). La precariedad laboral se transforma en el marco que da forma y circunscribe los procesos de vinculación en el trabajo. Las expectativas de estabilidad laboral, promoción, condiciones y contenidos de trabajo no son lejanas a las reivindicaciones tradicionales que dieron forma al movimiento obrero durante el siglo XX. Sin embargo, hoy los trabajadores intentan individualmente dar respuestas a esas necesidades, a través de estrategias de tolerancia, diferenciación, y competencia que dan cuenta de procesos permanentes de frustración/ idealización respecto de la propia trayectoria laboral. En este contexto lleno de pesimismos y esperanzas, surgen inquietudes: ¿Cómo consigue entonces un director de una planta de telemarketing que sus teleoperadoras pongan al servicio de la empresa las palabras que aprenden en la calle y que inspiran cercanía o confianza? ¿Cómo se obtiene la obediencia de un reponedor en un supermercado, de una repartidora a domicilio o de un trabajador fabril subcontratado? ¿Cómo es posible que se siga reproduciendo la sociedad en contextos donde los sujetos no son capaces de articular sus biografías en discursos coherentes, con proyección y referentes colectivos, habiendo nada más que una sumatoria de

acontecimientos fragmentarios? ¿Cómo es posible que el trabajolugar central en la reproducción material y simbólica de la sociedad- no genere consecuencias sociales específicas, cuando el mismo trabajo se ha descentrado, precarizado e individualizado? ¿Dónde cabe la responsabilidad, la individualidad y la autogestión si justamente es el sujeto el que no está presente? ¿Qué categorías sociales sería necesarias para afrontar colectivamente estos procesos? Notas Traducido por Camille Sutton. Extraído del libro Posthegemony (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2009). 1. Castel, R: La inseguridad social ¿Qué es estar protegido? Editorial Manantial. Buenos Aires, 2004.

Bibliografía > Antunes, R (2006). ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo. Editorial Antídoto. Argentina >Díaz. X, Godoy. L, Stecher. A, Toro. J.P (2006): Trabajo, identidad y vinculo social. Reflexiones y experiencias en el capitalismo flexible. Centro de Estudios de la Mujer (CEM) y Universidad Diego Portales (UDP). Santiago, Chile >Gorz, André (1998): Miserias del presente, riquezas de lo posible. Paidós, Buenos Aires > PNUD (2009): Informe de desarrollo humano en Chile. Santiago, Chile. > Soto, A (Editor) (2006): Flexibilidad laboral y subjetividades. Hacia una comprensión psicosocial del empleo contemporáneo. Editorial LOM, Santiago, Chile. > Wittke, T (2005): La empresa, nuevos modos de subjetivación en la organización del trabajo. En Schvarstein, Leonardo y Leopold, Luis (compiladores), Trabajo y subjetividad. Entre lo existente y lo necesario. Editorial Paidos. Buenos Aires.


Álvaro Viveros

Estudiante de Ciencias Políticas, Universidad de Chile

Ilustración Andrea Aguilera

Alegría para el bicentenario!

cuestiones críticas sobre el estado de la participación política Más allá de las oleadas democratizadoras de los últimos veinte años, la situación de la participación política (y social) se presenta de manera compleja y alejada de los ideales fundacionales de las transiciones democráticas pos totalitarista y/o autoritaristas de los años 70’ y 80’s. Sabemos que tras la II Gran Guerra occidente entró de lleno en el ciclo del «liberalismo democrático», las democracias «pluralistas» y a un ritmo cuasi keynesiano de la economía. Momento donde los partidos políticos viven su época de esplendor consolidando el reinado del mercado que encuentra su máxima expresión en la era Reagan-Thatcher. Gracias a este camino trazado, a finales del siglo XX, asoma en plenitud la crisis de los sistemas democráticos y los procesos democratizadores. Se comienzan a vislumbrar sus profundos vicios y la desconexión con el ‘ciudadano’ resalta más aún sus falencias. Las formas de representación y de delegación del poder se trizan. La democracia representativa comienza a diluirse en/como el sistema económico donde funcionaba. Esto bien se denomina una crisis de legitimidad. El sistema de partidos políticos se convierte en un sistema de “partidocracias”, en un espacio cerrado que pareciera ya no cumplir su función de servir de canalizador a las aspiraciones y deseos de la ‘gente común’ y su papel de intermediario entre el poder y la gente se oscurece por lo que podríamos llamar el «sistema de los poderosos». En Latinoamérica, la cosa fue algo distinta, los sistemas autoritarios y/o totalitarios emergieron con gran fuerza, frente a lo cual las multitudes salen a las calles a demostrar su descontento, el trabajo de los movimientos sociales es ar-

duo y año tras año sus acciones más poderosas. A los regímenes no les queda otra que terminar abruptamente, tal como comenzaron, o comenzar procesos paulatinos de transición pactada. El caso chileno es un buen ejemplo de la segunda opción. En Chile, las luchas sociales por recuperar la democracia y los llamados derechos civiles, generaron grandes expectativas. El letargo de la actividad política de la ‘gente común’ comienza a desaparecer a mediados de los años ochenta, y a su vez, a empujar los procesos de democratización de la Sociedad. Proceso que promete, pero que pareciera devenir simplemente en aquella constante alegría que ha de venir. Así, comienza a una nueva transición, esta vez en ‘democracia’. El viejo problema que Baudrillard y Touraine ya habían observado, el de la crisis de la representatividad, es el producto de este último tránsito. Los partidos, se encuentran deslegitimados por sus prácticas muchas veces aberrantes y por su incapacidad de articular las grandes expectativas y la energía social presentes a principio de los años noventa. La desilusión no esperó la noche. El sistema de partidos no funcionó. Pese a ello, hay quienes creen que más que un sistema de partidos perfecto, lo que se necesita es una élite política profesional, que estabilice y de causas y cause de los procesos democratizadores. Quizás acá se encuentra nuestro país, razones que nos ubican como ejemplo paradigmático de una correcta democracia representativa del Siglo XXI: elecciones claras y confiables, gobernabilidad y prácticas de gobernanza al estilo OCDE, FMI y otras tantas construcciones ‘ideal-tipo’ de un régimen ‘democrático’.

Pero, el problema no es la democracia como sistema, sino más bien como valor junto a la ocupación y construcción de espacios de participación política. La partidocracia profesional de nuestro país se estableció con fuerza, pero cometió el peor de los errores posibles cuando el fin es consolidar procesos democratizadores: como se dijo, no fue capaz de canalizar las expectativas y la energía social de la ‘gente común’. Lo que concluye con una fuerte desvalorización de la representación y de la legitimidad de la actividad política e incluso social. «No estoy ni ahí», se dice en estas últimas dos décadas. Los poderosos toman la representación, en principio, como la imposibilidad para el otro de un ejercicio directo de la ‘democracia’. Nos enseñaron que no es necesaria la participación si están ellos ahí, en/con el poder. Enseñanza cuyas raíces han superado la macropolítica o las actividades de gobierno nacional, estando plenamente arraigadas en todo tipo de organización político-social. Se dice que es para evitar cometer errores del pasado: La sobrepolitización de la sociedad que nos llevó a la crisis sociopolítica más trágica de nuestra historia. Este contexto no es para nada alentador. Primero intentaron quitarnos la opción de pensar y actuar en conciencia, como dicen algunos, dieron muerte a las ideologías, al pensamiento ideológico. Ahora, nos educarán con escasa capacidad de emancipación. Sentir la necesidad de emanciparnos es un desafío, es la motivación que hace eco en un bicentenario que no es más que fiesta por la aquella alegría que fue, desapareció y que supuestamente debiese haber llegado.

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ELIZ EDEN

Fantasmas, desperdicios y errores

consideraciones prácticas de la acción política de izquierda chilena “Nuestro derecho reacciona contra el suyo, y si el derecho está con nosotros, es que tenemos la superioridad.” - Max Stirner Miguel Carmona | Estudiante de Filosofía, Universidad de Chile El discurso unitario es el reinante en este momento, que se refleja tanto en un gobierno que coquetea con cada miembro de la oposición (nombre con el cual los medios se refieren solamente a la Concertación y a ningún otro tipo de movimiento político o social) como en un Bicentenario que exije que los habitantes de Chile se unan bajo una supuesta identidad común cuya alegoría es el roto chileno, personaje que desde sus inicios se le fue asignado el coraje y la astucia principalmente. Por lo tanto, con todo esto sumado al terremoto que antes que nada se vivió como un problema nacional, a mi parecer no nos equivocamos que este año el discurso de la unidad se ha exigido incluso más que los años anteriores. Es interesante ver al mismo tiempo que este recurso también es propio de la izquierda chilena, que no ha cambiado sustancialmente de orientación a lo largo de los años, teniendo el discurso patriótico como elemento de resistencia fundamental contra el capitalismo, que hoy se aplica al neoliberalismo, valorizando las iniciativas empresariales nacionales, entre otros. La problemática fundamental a la que apunto aquí es a la vez general y local: local, por una parte, porque esta situación nos exije preguntarnos qué rol ha jugado y puede jugar este discurso no sólo patriótico, sino también estatal y partidista en el pensamiento de izquierda chileno, pero también general ya que esto nos obliga a preguntarnos si es

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que debemos considerar la multitud como un proyecto en sí o como masa que debe ser modelada y entrar en los modelos tradicionales de reflexión política y por lo tanto como algo que necesita proyectar un ideal de vida social y un ideal de hombre (de la misma manera en que el Che hablaba del hombre nuevo que debería surgir de la vida socialista). Al parecer la orientación patriótica de los partidos de izquierda comienza por ahí por los años 20’, con la bolchevización primero y estalinización después del Partido Obrero Socialista que pasará a llamarse Partido Comunista y con la creación del Partido Socialista en los años 30’, partido desde un inicio patriótico, tal como nos relata Charlin la opinión de uno de los fundadores del PS: “Eugenio Matte opinaba que el Partido Socialista debía ser exclusivamente de Chile, para los chilenos y con los chilenos”. Sin embargo en su contexto puede ser que esto no nos sorprenda mucho, luego del rol que jugó el análisis del imperialismo en la revolución rusa y en las revoluciones que le siguieron y la derrota de Trotsky y su posterior exilio y muerte. Debemos por lo tanto encontrar ahí (junto con la imagen de Allende y la teoría de la dependencia) las bases de la izquierda hoy en día, considerando la valorización de la patria como un elemento redentor, que nos liberaría supuestamente del capitalismo, alcanzando el desarrollo, etc. No está demás decir que

este proyecto prácticamente quitó toda posibilidad a las otras tendencias para desarrollarse. Echó abajo todo aquello que había construido Recabarren, cuyo pensamiento se estableció principalmente en torno al internacionalismo, la autogestión y el pensamiento revolucionario, así como el trabajo de los anarquistas, igualmente internacionalistas y basados en la acción directa, y otros como los trotskistas que se volvieron cada vez menos respetables. Coronación de toda esta tendencia fue el reformismo que empezó a reinar en los diferentes partidos en los años 60, que incluso durante y después del Régimen Militar se mantuvo como orientación de los partidos de (cada vez menos) izquierda, hasta llegar a lo que son hoy (es decir, casi no-partidos). Para qué más decir que la cultura de izquierda se mantuvo impregnada de patriotismo igualmente, tanto en la música (Inti-Illimani, Quilapayún...) como en la literatura (Neruda, De Rokha y muchos más, con aquellas grandes excepciones que son José González Vera y Manuel Rojas, cercanos a los anarquistas y también más cercanos a la época de Recabarren). Sin embargo, considero que aquella opción política no puede combatirse con simples argumentos del estilo “no funcionó antes, no funcionará ahora” (a pesar de que pueden tener cierta validez). Por eso ahora intentaré discutir con los fundamentos de este tipo de tendencia política a partir de dos


elementos fundamentales suyos: su afirmación de que la acción política se desarrolla a través de la exaltación del sentimiento patrio, la lucha por establecerse en el Estado y la organización del proletariado en su partido (extrañamente todos esos partidos creen representarlo al mismo tiempo, así como todas las religiones creen ser únicas en la representación de la voluntad divina) y discutiré por otro lado el tema de la proyección de una sociedad y un hombre ideales que algunos consideran necesario para cualquier acción política, todo esto en relación a las posibilidades de nuestro contexto nacional (posibilidades que surgen de una visión no exhaustiva de aquél). Antes que nada sería interesante preguntarse por qué se cree necesaria una proyección de sociedad y de hombre para cualquier proyecto político. Sin duda, es por aquella tendencia utopista, teoricista, que siempre ha existido en todo el espectro político y cuyo error fundamental es no considerar al individuo como alguien inserto en un contexto, por no estar de acuerdo a una filosofía de la praxis (término tan querido a Gramsci). La proyección de una mejor sociedad futura parece responder a una especie de instinto milenarista que necesita una esperanza, una luz al final del camino (y si es que aquella se ve inevitable tanto mejor ya que sólo nos tendríamos que sentar a esperar su llegada) por la

cual se debe luchar. De esta manera, se olvida el motivo fundamental de la lucha: uno mismo y (quizás) “los suyos”. Al intentar proyectar un cierto Hombre ideal no sólo se cae también en esto, sino que también se ve a los individuos como algo que no debieran ser, apelando al error de ser uno mismo y diciendole “Tú debes ser otro”, como si los individuos no tuvieran ya en sí la posibilidad de interactuar entre sí, la posibilidad de construir sociedad juntos, como si debieran tender hacia una unidad propia del pueblo inserto en el Estado-nación. Es por eso que el concepto de multitud es tan potente, ya que como dice Virno: “El punto decisivo es considerar esas singularidades como puntos de llegada, no como datos previos o puntos de partida; los individuos deben ser considerados como el resultado final de un proceso de individuación. […] El individuo de la multitud es el término final de un proceso después del cual no hay otra cosa, porque el supuesto resto (el pasaje del Uno a los Muchos) ya ha sido realizado”. Aquel sujeto social que denominamos como multitud que se pone de manifiesto luego de las nuevas transformaciones laborales de finales del siglo XX encierra en sí su propio proyecto político. No es materia prima, es resultado. No necesita unidad ya que de allí viene, lo que lo hace independiente de las estructuras tradicionales de lucha política. Este resultado es una multiplicidad de

individuos capaces de interactuar y crear lo suyo, sin necesidad de esperar otra sociedad, otro Hombre, otro Estado, otro partido. El otro tema pendiente se deduce del anterior. El individuo no tiene para qué someterse a un partido político ni rendirle honores al Estado y a la patria. En ese sentido vale la pena hablar de autogestión y acción directa: construir lo nuestro, dependiendo de nosotros mismos, haciendo cumplir nuestro interés. El error del punto de vista del análisis del imperialismo es pensar que el patriotismo pueda ser de utilidad para nosotros, pero la verdad es que no haría más que librarnos a problemas mayores ya que se intentaría hacer cumplir los intereses de la patria, no los nuestros. Respecto a aquello vale tan sólo remitirse al discurso marxista tradicional en torno a la nación, en tanto que reconoce el discurso patriótico como un discurso que esconde las diferencias de vida y de jerarquía entre los individuos y que incluso puede oponerlos con otros que comparten formas de vida social semejantes, es decir aquellos con quienes deberían compartir. Es por eso que para una revisión política de la izquierda chilena hay que pasar necesariamente por los conceptos de partido, Estado y patria, los cuales nosotros consideramos que hay que echar por la borda.

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instantรกneas chilenos frente al bicentenario

Nicolรกs Slachevsky: Contemplando el desastre, Dichato, 2 de Marzo 2010

Andrea Aguilera: Pichanga, Colo, Chiloe, Febrero 2010

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Daniel Aguilera: Vendedora del centro, Santiado, Marzo 2010

NicolĂĄs Slachevsky: NiĂąos damnificados del mirando un juego de equilibrio, Dichato, 2 de Marzo 2010

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“EL MOVIMIENTO POPULAR NO TIENE PORQUÉ ENTROMETERCE EN LA POLITICA DE LOS POLITICOS” entrevista al historiador gabriel salazar Revista Multitud Gabriel Salazar, premio nacional de historia en el 2006, casi no necesita presentaciones. A los 74 años es activo profesor de la Universidad de Chile y uno de los más importantes historiadores del movimiento popular chileno. Al mismo tiempo, su trabajo intelectual ha ido de la mano del quehacer político (lo cual, como nos recuerda en su entrevista, va mucho más allá ‘la política de los políticos’), y así como en los 70’ no dudó en participar del movimiento revolucionario MIR, lo que le valió la tortura y el exilio, hoy se mantiene en la búsqueda de alternativas de vida y resistencia a la versión criolla del capitalismo global. Así fue que nos recibió en el departamento de historia de la Universidad de Chile, el pasado 20 de Julio, donde se refirió al concepto de multitud, sus perspectivas sobre la historia reciente de nuestro país y su análisis de nuestra situación actual, en medio de las celebraciones de estos ‘doscientos años de vida republicana’, cuando el ‘roto’ chileno parece ser remplazado por la figura del ‘choro’ y la identidad nacional parece no ir más allá de estas esporádicas expresiones festivas. Cuestión de conceptos Revista Multitud: Cómo debes saber, el concepto de “multitud” es ocupado en general por aquellos que encuentran al concepto “pueblo” limitado, y por contraposición a este, intentando identificar un sujeto social que puede auto-organizarse no ya en base a su pertenencia común a una clase o un país, sino en base a su diferencia, su pluralidad de intereses negados por la dominación capitalista, prescindiendo así de aquellas estructuras que antes se consideraban indispensables para la acción política, tales como los partidos políticos o los Estados-nación. ¿De qué manera el concepto de

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“pueblo” se relaciona con el concepto de “Multitud”? Gabriel Salazar: Yo sé que el concepto de “multitud” comenzó a ser trabajado particularmente por la psicología social francesa a partir de los años 80 y le dan una definición como la que ustedes ahí recogen, pero para mí “pueblo”, como yo lo uso, es más o menos lo mismo porque en rigor pueblo presupone una asociatividad libre, que se establece espontáneamente a tal punto que llega a constituirse una comunidad de intereses, una comunidad de historia, una memoria colectiva, una comunidad de proyectos de acción. Por lo tanto el pueblo aparece como un actor social capaz de realizar acciones auto-definidas o autodeterminadas que equivale también a como se ocupa multitud. En ambos casos el concepto de multitud y el que yo uso como pueblo tiene que ver con el hecho de que no se rige necesariamente ni por la territorialidad, de habitar un mismo lugar (normalmente pueden habitar un mismo lugar), ni se rige por el concepto de clase social, que antes llamaban “Pueblo” con mayúscula, la clase popular solamente, ni tampoco tiene que ver con un concepto necesariamente revolucionario. Para mí pueblo es mucho más símil de comunidad, y la comunidad se puede constituir en cualquier parte, va a depender de las formas asociativas que se desarrollan. Yo creo que en el mundo que estamos viviendo las formas asociativas son bastante más libres e inevitablemente no están necesariamente conectadas con la territorialidad, porque antes pueblo era un conjunto de vecinos, en la época española eran vecinos con casa poblada, que era la condición para ser ciudadano, pero las ciudades y sociedades modernas, que han implicado una gran movilización de personas, las comunidades de intereses, las identidades colectivas, la formación de movimientos sociales presuponen la formación de comunidades flotantes,


que pueden constituirse aunque no estén viviendo vecinalmente. RM: ¿Puede perfectamente, entones, tener un carácter internacional? GS: Claro, en el sentido de poder constituirse una comunidad de intereses, por decirte hoy día entre las distintas etnias de todo el continente latinoamericano y que están unidas por Internet o por cualquier forma de comunicación que les permita actuar de conjunto frente a la globalización, por ejemplo. Entonces, constituyéndose el lazo asociativo con comunidad de intereses objetivos, valores, etc. y actuando en la misma dirección, para mí ahí se constituye algo que yo puedo llamar actor social, sujeto histórico, comunidad, pueblo o multitud. Multitud me gusta un poco menos porque en un sentido más tradicional, que viene de la filosofía tipo Ortega y Gasset, “multitud” es un aglomerado, un conglomerado de individuos que aparece de repente pero sin lazo entre ellos, que es el concepto de “masas” que sacó Ortega y Gasset. Claro, tú vas por la calle, está lleno de gente, vas a un restaurant, está lleno de gente, vas al estadio, está lleno de gente, osea las multitudes están por todas partes, pero son conglomerados de individuos sin relación entre ellos necesariamente. Es una masa que se te aparece. Originalmente era así, por eso no me gusta el término “multitud”. En cambio, “pueblo” al menos tiene ese resabio antiguo de que somos comunidad y tú puedes mantener eso aunque ya no tengas vecindad, manteniendo la comunidad de intereses. Pero entiendo el concepto y creo que estamos en la misma. Sobre la historia moderna de chile

RM: Respecto a la historia de Chile. Sobre la Unidad Popular, contra la mistificación en la que cae gran parte de la izquierda, te has esmerado por recordar que se trató de un proyecto constitucionalista dirigido por partidos y que, como tal, no fue un proceso representativo del poder popular y, más aún, que su afán constitucionalista habría inhibido el potencial revolucionario de la masa. Si bien es cierto, a nuestro parecer, en la crítica a la institucionalidad política de entonces por no haber canalizado el potencial revolucionario del momento se deja en segundo plano lo más importante, los procesos populares independientes de la UP que, si bien no estuvieron orientados a una finalidad revolucionaria, fueron las verdaderas expresiones del poder popular y la auto-organización. En todo esto se podría ver al sujeto popular como hacedor de su propia historia y su propio contexto; véase, la urbanización por tomas de terreno alrededor de Santiago como el verdadero motor del capitalismo urbano, la economía terciarizada, etc., o la ocupación de fundos como antecedente de la muerte de la oligarquía latifundista y pie de la posterior parcelación agrícola, y no al contrario. Entonces, finalmente, la pregunta es saber si la historia la hace el pueblo, obligando a las instituciones a acomodarse a su movimiento (es decir, el espíritu de sobrevivencia del capitalismo), o si son los procesos trascendentes, del estado y sus instituciones, los que canalizan y dirigen realmente los movimientos del pueblo. GS: No, mi posición con respecto a Allende y la Unidad Popular es que ellos partieron respetando la Constitución de 1925, que fue una Constitución liberal, que no era desarrollista ni nacionaldesarrollista, y que al pretender desarrollar un proyecto revolucionario a través de un Estado liberal iban a “pedirle peras al olmo”. Más tarde o más temprano tendrían que darse cuenta de que ese estado era inútil, era un estorbo y que más bien les iba a reventar en las manos, perjudicando el proyecto que ellos traían. Yo creo que el Partido Socialista en especial y Allende, tenían un proyecto de cambio social y construcción de socialismo bastante auténtico en la medida que ellos lo pensaron como un proyecto basado en la historia latinoamericana, con una especificidad latinoamericana. Incluso

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FF THE RECORDS ellos entendían el marxismo como un marxismo que era válido pero que tenía que ser enriquecido con la historia local de América Latina. Este proyecto era auténtico (el del Partido Comunista era distinto porque eran muy dependientes de la Unión Soviética), pero ni uno ni otro plantearon el tema que hacer la revolución, significa cambiar el estado de raíz y que el pueblo construya otro, que fue lo que en cambio Recabarren y compañía habían planteado en los años veinte. Por eso, para mí, el tema del constitucionalismo del proyecto revolucionario de Allende y compañía de la unidad popular estaba basado en una premisa que era extraordinariamente peligrosa, cierto que era única en el mundo, pero era muy peligrosa y era evidente que iba a haber una reacción golpista, y de no tener un poder armado para defender eso, para profundizar el cambio, iba a venir simplemente una masacre como de hecho ocurrió. Por eso yo entré al MIR, ingresé pensando que en definitiva había que defender el proyecto y profundizarlo al mismo tiempo, pero esto tenía que hacerse con el pueblo. Por eso luego me echaron del MIR, porque yo planteaba eso y ahí los jefes no, ellos manipulaban todo allá arriba. Por esa razón yo estoy de acuerdo con que lo que aparece a partir del año 69 más o menos en adelante, que son manifestaciones de poder popular basadas en las tomas de sitio, de terreno, de fábrica, de catedral, de universidades, etc. toma que la pusieron en el tapete los pobladores de los 30’ en adelante. La toma era acción directa, sin pasar por el Partido, el Estado y la respuesta revolucionaria: acción directa del pueblo, violando la legalidad, ejerciendo poder popular, organizando la toma, auto-gobierno dentro de la toma, y por lo tanto era la raíz de un poder popular que tendría que haberse desarrollado por ahí y haber terminado por cambiar el Estado. Pero eso no ocurrió porque fue un estallido espontáneo que vino de los pobladores, se expandió a todo el mundo, pero la UP lo condenó, Allende lo condenó, el PC lo condenó, la mitad del PS lo condenó y se produjo la división. Además apareció muy tardíamente, el 69, no alcanzó a desarrollarse ni alcanzamos a construir el concepto de “poder popular”. Eso emergió en la práctica en las JAP o en los Comandos Populares, los Cordones Industriales, etc. pero no logramos construir el concepto como

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para elaborarlo políticamente frente a la Unidad Popular. Es por eso que al final prevaleció la condena de Allende y el aislamiento de los que estábamos en esa posición, porque además el MIR no se atrevió, aunque estaba de acuerdo con eso, no se atrevió a plantearlo abiertamente contra la unidad popular. Y quedamos desarmados. Entonces estoy de acuerdo, sí, con lo que ustedes dicen ahí, que en definitiva es el pueblo, o las multitudes, o la clase popular (que es un concepto que me gusta más todavía porque, para no hablar de clases obrera, clase popular incluye todo: los pobladores, las mujeres en su casa, los dueños de casa, los jóvenes, los cabros chicos, todos), lo ideal sería que la clase popular fuera desarrollando ese poder no sólo por el auto-gobierno local, y por ahí ir construyendo poderes locales, incluso dominando por ejemplo la comuna y el municipio, sino también esta última instancia, que es la gran tarea que es construir el Estado a nuestra voluntad y semejanza. Pero eso quedó interrumpido el 73, después no se volvió a hablar. Durante las jornadas de protesta aparece de nuevo el poder popular con otras manifestaciones, con la transición también se dejó eso de lado y para mí hoy día los únicos que están haciendo mención de nuevo a eso son algunos grupos de jóvenes en las poblaciones o estudiantes de aquí también, de las universidades, pero vinculándolo ahora a otra cosa: poder popular como expresión de una nueva cultura popular, la idea de que la cultura popular es poder, osea hay que potenciar eso. RM: La pregunta anterior necesariamente nos lleva a otro cuestionamiento. ¿Cómo se relaciona el pueblo con los movimientos políticos que se sienten llamados a representarlo o dirigirlo? GS: Tenemos unos debates ahí con unos historiadores amigos, que tienen que ver en el fondo con qué vamos a entender como político, la política o lo político. Para algunas personas el movimiento popular tiene que plantearse políticamente para que lo que haga tenga sentido, sino no tiene valor, y plantearse políticamente significa para ellos plantearse hacia el Estado y hacia los temas del Estado, del gobierno, de hoy, de la política. Entonces para ellos, en mi


concepto, tal como yo los entiendo, el movimiento popular es político en tanto se vincula a la política de los políticos. Es como yo defino lo que ellos dicen. Yo entiendo que el movimiento popular no tiene porque entrometerse en la política de los políticos, aquella que está sujeta a la constitución o a los alrededores del Estado, porque para mí lo político surge cuando yo me auto-construyo como sujeto político, donde yo pienso el problema, yo hago las propuestas, yo las realizo con las multitudes a las que yo me asocio. Entonces, lo político yo lo veo surgiendo del sujeto, de lo social, de la cultura popular y de ahí se va expandiendo poco a poco. Eso es lo político. A mí me importa un bledo la política del Estado, porque si eso otro crece y se desarrolla, más tarde o más temprano va a construir su propio Estado o puede prescindir del Estado. Por ejemplo el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, un movimiento campesino que empezó tomándose las tierras, organizando la producción agrícola, después organizando industrias, bancos, universidades, colegios, fueron desarrollando un poder completo y no tenían para qué tomarse el estado, ni hacer la política de los políticos, porque ellos fueron potenciándose solos, se fueron empoderando, a tal punto que ya ellos podían después chantajear al Estado “Háganos este favor sino”, por ejemplo, “no votamos por usted”, “no le damos boleto porque podemos resolverlo nosotros”. Fue por esa razón que el Partido de los Trabajadores brasileño tuvo el poder que tuvo, en gran parte por el apoyo del MST, y los Sin Tierra en este momento no dependen de Lula porque si no apoyan a Lula, Lula está sonado, entonces Lula tiene que hacer lo que el Movimiento le pide. Entonces hay una relación al Estado de poder a poder, siempre y cuando partamos del desarrollo de nosotros como poder, es por eso que yo entiendo lo político como algo más profundo, más social, más cultural, más nuestro y basta que nosotros lo hagamos para ser político. Por eso no me preocupa mucho la política de los políticos: si tenemos poder, podemos reírnos de ellos y prescindir. Ahora, si no desarrollamos un poder estamos sonados. Por eso estos historiadores tienden a entender lo político en forma tradicional de acuerdo a lo que la clase dominante nos ha impuesto.

RM: ¿Y cuál crees que ha sido la trascendencia de los movimientos revolucionarios en Chile, desde los anarquistas en la Patagonia, por ejemplo, o Partido Comunista, el MIR, etc…? GS: Yo creo que el movimiento que realmente ha desarrollado lo político desde su propio vientre es todo el movimiento mutualista que empezó por 1820 y algo, 1826-27, y un siglo después plantea construir el Estado y lo hace por sus propias propuestas. Es una expresión que duró mucho tiempo de desarrollo hacia adentro, una vez que se potencian se desarrollan hacia afuera y lo hacen con propuesta, no con protesta, y ahí van a construir el Estado. Coronación de ese movimiento fue la acción que hizo Luis Emilio Recabarren, porque todo su discurso consistía en educar al movimiento popular, mutual y mancomunal para gobernar por sí mismos (incluso, él escribió constituciones políticas, etc.) eso es para mí una expresión de cómo debería ser un movimiento social. Pero justamente en los años ‘20, ‘25, por ahí, cuando el PC se bolcheviza y mandan a cambiar a Recabarren, comienza lo otro: la política, como para tomarse el poder, no construir nuestro poder, sino tomarse el poder, conquistar el poder y lo que fue peor, conquistar el poder por las votaciones y por lo tanto no cambiar la Constitución. RM: Contrariamente a historiadores o intelectuales como Tomás Moulián, has combatido la idea de que la dictadura en Chile haya sido una revolución capitalista, argumentando que no hubo un cambio en la configuración de las clases dominantes. En otra lectura, sin embargo, podríamos decir que si bien los apellidos de los poderosos en Chile siguen siendo los mismos, antes de la reforma agraria esta era una clase que principalmente vivía del latifundio, y que las democracias sociales y luego la dictadura, en otro rumbo, terminaron con la gran propiedad agrícola, dando pie al neoliberalismo y la economía global. ¿Cómo entiendes la transformación del carácter de la clase dominante en ese periodo? GS: Lo que yo digo es que Pinochet, su dictadura, lo que hizo fue reinstalar el modelo liberal clásico que dominó en Chile hasta el 30 (o incluso hasta el 38 en muchos sentidos). Chile fue un país liberal desde que se instaló el régimen portaliano hasta que

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FF THE RECORDS terminó el segundo gobierno de Arturo Alessandri, absolutamente librecambista, abierto hacia al mercado internacional, puertas abiertas al capital extranjero (había, claro, unos aranceles protectores en la aduana pero eran mínimos, todo el resto una apertura total hacia el capital extranjero). Eso cambió parcialmente el 38 (aunque el Estado del 25 era liberal), de los radicales hasta la UP. Lo que ellos intentan es desarrollar la industria, proteger la economía nacional para realizar cambios estructurales. Entonces, esa fue una etapa de excepción, por eso terminamos con la reforma agraria, por eso terminamos con la industrialización promovida por el Estado. Entonces, lo que hace Pinochet es borrar todo lo que hicieron los gobiernos entre el 38 y el 73 y reinstalar el Estado portaliano liberal tal como era en 1910, perfeccionado, porque el Estado liberal que instala Pinochet es el más liberal del mundo y, desde el punto de vista liberal, es perfecto, por eso no admite más reformas. Es tan perfecto que está en una meseta de perfección, que no pueden reformarlo más en un sentido liberal salvo pequeños detalles, por eso Piñera no va a poder hacer nada como no sea “ya, voy a vender las pocas sanitarias que le quedan al Estado” o intentar privatizar los hospitales, que son migajas, porque todo eso ya se hizo, ya se destruyó la industria, entonces ahora está vendiendo migajas porque no puede hacer otra cosa. Entonces lo que hace Pinochet y compañía no es una revolución, porque revolución presupone cambiar todo, sino que en el fondo, y lo dice el propio Moulián, reinstala, restaura, repone el liberalismo antiguo, más aún perfeccionado. Por eso, luego solo es cuestión de términos. Revolución o no revolución, da lo mismo. RM: ¿Pero entonces, a tu entender, la muerte del latifundio no cambió la configuración de las clases dominantes? GS: ¡Es que el latifundio estaba muerto mucho antes! Lo que la reforma agraria hizo fue destruir el latifundio en términos de su enorme extensión, dejando las 80 hectáreas de riego básico, y esas 80 hectáreas, las mejores tierras del latifundio, quedaron sobre manos de privados y son las mismas sobre las cuales se desarrolla el nuevo capitalismo

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agrario. Y todo el resto, que fue repartido de distintas maneras, fue un desastre absoluto, porque les entregaron tierras a los inquilinos que nunca habían sido empresarios, porque no eran verdaderos campesinos, sino peones, y no supieron qué hacer con las tierras. Pero yo digo que el latifundio venía destruido de antes porque la hacienda hizo crisis ya por 1910, cuando ya no pudieron importar maquinaria para mantener la productividad a un nivel alto; dejamos de exportar trigo por 1915. Chile fue un exportador de trigo por mucho tiempo. Pero en el año 20 ya se acabaron. Y al revés, empezamos a importar trigo argentino. Y para mantener la productividad cuando no pudieron importar máquinas, tuvieron que meter inquilinos de nuevo, y al meter de nuevo inquilinos en la hacienda no intentaron elevar la productividad. Sólo les dieron derecho a voto a los inquilinos. Como unidad capitalista, la hacienda se convierte en un potentado electoral. Entonces el hacendado que estaba en crisis económica, crisis capitalista, ya valía callampa. Lo que hace la reforma agraria es eliminar la parte improductiva del latifundio, la parte mala, que se la entregan a los inquilinos; de ahí el fracaso de la reforma agraria. Esta, si quieren, terminó por sepultar al viejo latifundista que ya estaba muerto como clase capitalista, pero con las 80 hectáreas legales permitió que apareciera una burguesía agraria que antes no existía. Nuestra situación actual RM: Los movimientos populares de los 80’ han tenido un lugar importante en tu análisis, principalmente por haber sido descentralizados y más alejados de la lógica partidaria. Quizás por lo mismo más genuinos. Sin embargo, poco queda de la efervescencia de esos años, quizás porque es menos concreto aquello a lo que uno se opone. ¿En qué medida crees que se relaciona el movimiento popular de los 80 con los movimientos sociales hoy? ¿La revolución pingüina, por ejemplo, se puede considerar un movimiento popular? ¿Los saqueos después del terremoto? GS: Bueno, en los años 80 era obvio: el Estado se había convertido en un enemigo flagrante de los sectores populares; de ahí que la oposición y la


lucha contra ese estado era una cosa muy obvia. Por eso que se producen todas esas explosiones en las jornadas nacionales de protesta, que fueron más de 22 (y no 3 o 4 como dicen parte de los análisis). Fue por ese período tiene un segundo florecimiento el poder popular: aparecen ollas comunes autogestionadas, comprando-juntos autogestionados, talleres productivos autogestionados y así también otras manifestaciones. Sobre esa base aparece la resistencia a Pinochet. Y estas nuevas organizaciones sociales no corresponden ya a los cordones industriales de la época de Allende, sino a otras formas de asociación popular. Y sobre esa base, también, los movimientos como el MIR, el Frente Patriótico, el Movimiento Juvenil Lautaro, realizan una labor armada que tiene un cierto respaldo popular. Entonces, en ese periodo hay autonomía de las acciones populares, mucha autonomía, y se manifiesta en diversas cosas: la educación popular, la auto-construcción de vivienda, etc., todo en la resistencia contra Pinochet. De hecho sabemos que esas cosas generaron una posibilidad de transición a la democracia distinta a la que finalmente se hizo. Porque la transición que se realizó, ustedes saben, fue pactada por ciertos intelectuales y políticos, lo que implicó hundir el movimiento popular. Pero después del año del desencanto, que viene en 1992, 1993, por ahí, cuando la gente se da cuenta para donde iba la Concertación y la transición, se produce un repliegue y un no-saber-qué-hacer de los jóvenes. Yo tuve varias generaciones de alumnos que no hallaban qué pensar, ni qué decir, ni qué hacer. Un desastre. Poco menos que se querían suicidar. Pero después del 94, 95, reaparece esta tendencia a una asociatividad popular autónoma de la política, aunque sin reproducir la ollas comunes, ese tipo de cosas que funcionaron durante Pinochet, que en parte fueron prohibidas por el Estado y que en parte la nueva situación las dejó obsoletas. Entonces, la asociatividad popular durante la época de la transición, es una asociatividad que no tiene que concentrarse en cuestiones materiales, sino de cuestiones inmateriales. Lo material se resuelve de otra manera, con el tráfico. Tráfico de drogas, tráfico de CDs, tráfico de libros, tráfico de cuanta cosa existe. Y robo. La industria del robo, podríamos decir, el tráfico asociado a éste, ha tenido un desarrollo gigantesco en este período. El tráfico

de armas también. Entonces hay una asociatividad nueva en el mundo popular que no está relacionada necesariamente con ‘producir con gran esfuerzo’ o ‘ganar las ollas que nos van a alimentar’. El tráfico es una actividad económica más centrada en la comercialización y eso va acompañado de una resistencia armada a la policía que si la miras un poco, es más espontánea y se ha desarrollado más culturalmente que durante la dictadura. Porque en la dictadura eran organizaciones leninistas las que manejaban las armas. Pero hoy día no. No se requiere el MIR para tener armas. Es una asociatividad distinta que yo tiendo a llamar inmaterial porque, aunque manejen el tráfico y las mercancías, está basada en una potenciación cultural. Y es la cultura de la identidad poblacional actual: el “choro”. Yo creo que esa es la figura que la personifica. Porque el choro roba, es audaz, el choro tiene amigos, tiene redes propias; el choro realiza acciones espectaculares, alunizajes. Ahora van a robar con autos, camiones, camionetas, todo ese tipo de cosas. Y el choro, por tanto, se atreve y se agarra con los pacos a balazos, nada de cuentos. Y dentro de esta nueva cultura, eso es prestigio. Entonces los cabros jóvenes de hoy en día, entre admirar al choro con toda la cultura que lo rodea, y admirar al profesor en el aula que le enseña a sacar una nota en el SIMCE, profesor que gana una porquería, que está con todos los diarios encima para que cometa un error, porque le amplifican el error y le echan la culpa de los resultados del SIMCE: está claro a quién admiran. Entonces yo veo una asociatividad popular que está montándose sobre una cultura propia, sobre modelos propios, y hay ahí en expansión un movimiento popular que todavía no se ha politizado en el sentido de la política, pero que está desarrollando poderes propios. En ese sentido, yo creo que el movimiento pingüino tiene que ver con esas raíces. De todos los cabros que se movilizaron el 2006, que deben haber sido como 500 mil, yo diría que había 50 mil ABC1, y el resto era popular. Y, ¿de dónde diablos sacaron esa tendencia a formar la asamblea, tomar decisiones, discutir en la base? Nadie les enseñó, no es el modelo que dejamos nosotros, no es el modelo de la Concertación: eso viene de la base. Lo que se discute en la base son las acciones a realizar, o los raperos que discuten cómo van a organizar

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FF THE RECORDS la tocata, o qué van a hacer para comprar los instrumentos. Entonces eso es lo que afloró para atacar el tema de la educación, poniendo en el tapete la importancia de la asamblea y el valor relativo de los representantes. Hoy, más que dirigentes interesan los voceros. Y esa es otra cultura, una democracia participativa directa. Parecida o incluso más interesante que el poder popular de la época de Allende. Y aunque los colegios se han puesto más represivos y han atacado el movimiento pingüino, esa postura sigue vigente y en cualquier momento reaparece. Entonces, para mí se está desarrollando una cultura madre en los sectores populares que tiene muchas manifestaciones distintas si uno aprende a leerla cómo es y se saca la careta de “estos son delincuentes”; y es una cultura madre que crece y crece, por algo también los saqueos en el sur. Y esas dinámicas también se dan en la Universidad, con los colectivos u organizaciones. O también se ve en los mismos temas de interés de los alumnos; una buena parte de las tesis, por ejemplo, van dirigidas a estudiar este mismo fenómeno: qué es la delincuencia, qué es el choro, quiénes son los raperos, los anarquistas, qué es el movimiento pingüino, quiénes son los… ¿Cómo se llaman los que tienen las mechas paradas? RM: Punkis. GS: Eso, los punkis… Se ve que todos están todos pensándo-se. Para mí eso es lo político emergente. Todavía falta mucho para ir más lejos, pero ahí está, y eso es lo bonito de todo esto. RM: Para terminar, yéndonos a otro tema. ¿Cómo entiendes el triunfo de la derecha? GS: Yo creo que tiene que ver, más que nada, con la siguiente cuestión: en Chile no hay izquierda. Por primera vez en un siglo no tenemos izquierda. Porque el partido socialista no es izquierda. ¡Rossi tirándose de cabeza contra Chávez! Es lo mismo que ocurrió en 1910, en que todos eran liberales; no había diferencias entre radicales, por ejemplo, democráticos, liberales, conservadores, nacionales. Eran todos liberales; no había izquierda. ¿Y dónde se formó la izquierda en ese momento?

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En la calle: Recabarren, la FOCH, la FECH, los profesores; los actores sociales no como partidos políticos. Yo creo que actualmente estamos en la misma. No hay izquierda, entonces la gente perdió esa categorización política que teníamos antes, distinguiéndola de la derecha o la centro-derecha. Y antes la izquierda era firme, confiábamos en ella, o por lo menos votábamos por ella. Pero ahora no hay nada; no hay referentes. La gente ya no piensa la política polarizada. Eso explica el voto mutante que ya no tiene una definición categorial y que no está regido por un proyectopaís o una ideología. Está regido por el “a mí me parece bien, voy a votar por esta cosa”; por tanto depende mucho de la imagen que te proyecten los candidatos, facilitados por los medios. Por eso lo de Piñera, ¡o que la gente le haya creído al ME-O!, que además estaba apadrinado por un tipo como Max Marambio. Eso explica la victoria de Piñera, y no hay duda de que por él votó gente de pueblo. Y ahora en el gobierno ellos están practicando un populismo barato. Piñera lo demostró en este tiempo con eso de ir al sur y pasar la noche en una mediagua, o hacer una tallarinata, igual que las ollas comunes, y él estar sirviendo los tallarines. Eso es un populismo Kitsch, como le puso Gumuzio. Entonces, que la gente bambolee votando así, es porque esas divisiones categoriales de la política ya no existen: son todos liberales. Pero yo creo que ese fenómeno no impide que se siga desarrollando la cultura popular autogestionada. Lo que pasa es que mientras obliguen a esta cultura a votar según la farándula, su voto va a ser mutante. Pero no hay que olvidar también que hay casi 4 millones de personas que no votan, que es donde están los jóvenes más críticos contra el sistema. Por eso veo el triunfo de Piñera como una confusión que existe en la ciudadanía respecto de la política; confusión que va a continuar. Las cosas se están aclarando muy lentamente: la ridiculización de Piñera, el desplome de la Iglesia como norte ético por otro lado, que ojalá se profundice, etc. Poco a poco van a ir aclarando las cosas, pero todavía falta para que decante.


“Lo que la Multitud tiene que hacer es expresar sus actos autónomamente” Entrevista al intelectual Michael Hard Revista Multitud Michael Hardt, intelectual estadounidense dedicado a la teoría literaria y principalmente a la filosofía política, ha estado en el centro de los debates en torno a la vigencia del pensamiento marxista luego de su trabajo de los últimos 10 años en colaboración con el filósofo y activista italiano Toni Negri. Juntos escribieron la trilogía compuesta por los libros Imperio (2000), Multitud (2005) y Commonwealth (2009), último que aún no se encuentra en castellano. En ellos abordan las transformaciones del capitalismo global en los últimos 50 años y las posibilidades de resistencia desde una perspectiva marxista actualizada con los aportes de filósofos como Spinoza, Foucault y Deleuze. Luego de conseguir su email por las bondades de Internet, accedió a darnos una entrevista por videoconferencia el pasado 4 de Julio, en medio de las celebraciones por el día nacional de EEUU y justo al término del decisivo partido del mundial entre Alemania y Argentina, el cual quería ser visto por todos y en el que Michael Hardt aseguró que estaba por Argentina. En el contexto de nuestro bicentenario, en la entrevista hablamos sobre el nuevo orden global, las crisis económicas que han estremecido el mundo, la situación de Latinoamérica e incluso de nuestro terremoto del pasado 27 de febrero, intentando así obtener luces de la situación actual de este país con vista al mar en su marco global. Cuestiones de concepto Revista Multitud: Desde los años 70’ el concepto de poder popular como forma de organización basada en la autogestión ha tenido bastante éxito en Chile y en Latino América en general. ¿En este sentido de lo popular, en qué se diferencia el concepto de pueblo respecto al de multitud? Michael Hardt: El concepto de pueblo en su uso común tiene varios significados. En cierto sentido, con multitud nos limitamos a esclarecer un sólo sentido. El pueblo en el uso común se ocupa para referirse

a una identidad unificada, a menudo una identidad nacional; eso es lo que queremos contrastar con la noción de multitud, reconocer la pluralidad de fuerzas populares que están actuando en conjunto. Entonces, creo que cuando la gente habla de fuerzas populares en Chile como en otro lugar, se refieren a algo como a lo que nos referimos con multitud. Contra lo que estamos luchando es el supuesto, la noción, de que el sujeto político, llamado pueblo o fuerzas populares, sólo puede ser afectado políticamente cuando es unificado, a menudo bajo una estructura estatal o partidista. RM: Basándose en la tesis del nacimiento de un nuevo capitalismo de tipo cognitivo, como producto del crecimiento de la industria de la información y de aquello que se ha llamado la ‘producción inmaterial’, algunos hablan del nacimiento de una nueva clase que remplazaría la vieja figura del proletariado de la producción material, es decir, el cognitariado. ¿Cómo este término se relaciona con la multitud? ¿Se puede asociar con la multitud cierto análisis de clases presentes en la sociedad? MH: Diría en primer lugar que soy reacio a usar el término capitalismo cognitivo o cognitariado, sólo porque lo encuentro demasiado restrictivo a la hora de mencionar las transformaciones contemporáneas del capital como si sólo se refiriera al trabajo mental, y eso se entiende como una fuerza productiva de muy alto nivel o privilegiada. En cierto sentido, prefiero o producción inmaterial, que tiene sus propios problemas como término, o producción biopolítica, que encuentro más preciso pero más oscuro para la gente. Por ejemplo, creo que cuando alguien habla de capitalismo cognitivo o cognitariado, uno piensa que sólo se refiere a aquellos que trabajan a través de un tipo de trabajo intelectual elevado o que se ocupa para referirse a algo así como que los trabajadores de Microsoft nos guiarán hacia el futuro. En cambio, veo que las transformaciones en este aspecto también tienen que ver por ejemplo con los afectos o la producción

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FF THE RECORDS de afectos y la producción de informaciones y conocimientos a diferentes niveles. Estos dos son sólo ejemplo, tipos de trabajo productivo que me parece muy importante incluirlos. Por un lado, cuando pensamos acerca de la producción de afectos además de esta producción cognitiva, se nos revelan formas de trabajo realmente dominantes en los trabajos menos privilegiados, como los servicios o los trabajos de género: por ejemplo, se requiere a menudo en los servicios que las mujeres cumplan roles dentro de la producción afectiva. Esto nos permite insistir en incluir la producción afectiva, además de la cognitiva. Otra cosa, sería pensar acerca de la variedad de conocimientos que se producen que no serían, creo, fácilmente reconocibles cuando hablamos de capitalismo cognitivo. Ejemplo de eso es a lo que uno se refiere, en Brasil al menos, con el tema de la biopiratería. En Brasil, cuando uno habla acerca de biopiratería se refiere, por ejemplo, cuando los conocimientos de grupos indígenas en el Amazonas, como las propiedades medicinales de una planta o de un árbol u otros tipos de conocimientos tradicionales, son dañados. En este caso específico hay una lucha entre Monsanto, que quiere privatizar ese conocimiento y la producción de aquel que se da en un contexto colectivo, generalmente indígena. Bueno, esos saberes también me parecen que deben ser incluidos en la producción de conocimiento que no es capturado, para mí, en la noción de cognitariado. Entiendo que una categoría de lo cognitivo es limitante y no incluye estos dos ejemplos que mencioné, un aspecto general de los afectos o de la producción afectiva y los conocimientos indígenas en los cuales hay igualmente una producción de conocimientos pero en un contexto muy diferente. Estas preguntas acerca del capitalismo cognitivo son igualmente centrales en la manera en que Toni y yo pensamos acerca de esto en términos de producción inmaterial y biopolítica. Pero yendo más allá, creo que lo que se requiere no es un pensamiento que abandone la noción de clase, lo que se requiere es una reconsideración de la clase o, en términos más tradicionales de Marx, necesitamos una nueva investigación acerca de la composición de clase. Lo que dice mucho es esta obvia apreciación: la gente no trabaja de la manera en que solía trabajar, los flujos del trabajo y lo que son las jerarquías entre las formas de trabajo han cambiado. Esto es lo que

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tenemos que hacer, hacer una nueva investigación acerca de lo que la gente está actualmente haciendo al trabajar y cuáles son las jerarquías entre las diferentes formas de trabajo, y mi suposición es que la composición de clase en la cual varios de nuestros conceptos políticos están basados, establecidos hace bastantes años y generalmente centrados alrededor del trabajo industrial y de la producción industrial, ya no es la central y dominante y por lo tanto debemos en ese sentido repensarlas. Un ejemplo útil y claro: he mencionado en otros trabajos al grupo Comuna en Bolivia. En ciertas luchas sociales como la llamada guerra del agua en Cochabamba o de los gases en El Alto, cuando usaron el término multitud, ellos estaban intentando captar una nueva composición de clase que estaba incrustada en las luchas. El pensamiento previo en Bolivia en términos de clase, los remitía alrededor de los mineros, es decir el capitalismo del segundo sector industrial. La fuerza central de las luchas laborales en Bolivia desde los años 50’ habían sido ellos, estaban centradas alrededor de una composición determinada. Por lo tanto, la apreciación -y creo que esto es una utilidad, o por lo menos una primera utilidad, de usar el término multitud- es el reconocimiento que la composición de clase ha cambiado y nos fuerza a hacer una nueva investigación acerca de ella. RM: Entonces, ¿Sí se puede decir que las clases siguen existiendo hoy en día? ¿Y crees que haya dos clases que se opongan? ¿Podríamos hablar de proletariado? MH: Diría que es útil nuevamente -una operación tradicional- distinguir entre una comprensión de clase empírica y la comprensión de clase como proyecto político. Es una cosa reconocer empíricamente lo que la gente hace, cómo trabaja, dónde está la relación entre trabajadores y capitalistas, etc. Todo eso es importante, pero cuando uno habla de proletariado, aquello es un proyecto político y es una manera de orientar las subjetividades como fuerza política. Por lo tanto tiene sentido hablar acerca del proletariado hoy en ese sentido político. Si es que podemos comprender una posible organización de la multitud de individuos que trabajan en las estructuras del trabajo en la sociedad, si es que podemos construir aquello como un proyecto político, sólo entonces tendría sentido.


RM: Cambiemos el tema. Tanto en lo económico, lo político o lo militar, hay una aparente permanencia de las diferencias entre el Norte y el Sur, lo que ha hecho prevalecer el concepto de imperialismo en gran parte de la izquierda. Junto con Toni Negri propones una nueva soberanía internacional, el Imperio. ¿Cómo se diferencia este del imperialismo? ¿En qué sentido podemos ver el Imperio, como una realidad presente o aún en construcción? MH: Nosotros estamos pensando el Imperio como una tendencia, en el mismo sentido en que Marx en 1860 pensaba acerca de la sociedad capitalista, en un tiempo cuando esta apenas existía. Él estaba hablando acerca de aquello realmente como una tendencia o algo en formación, y eso es también lo que estamos pensando acerca del Imperio, pero creo que hay bastantes cosas que no son tan misteriosas y que a lo mejor parecen obvias a todos hoy en día. Creo que de esa manera parece inevitable dejar de pensar el orden global o la política internacional en términos de imperialismo porque -es mi punto de partida- ni siquiera los Estados Unidos, sin otro Estado-nación, es capaz de dictar el orden global de las cosas por sí sólo. Creo que eso es algo que los últimos 10 años de política internacional de los Estados Unidos han probado. Es decir, creo que hubo un gobierno de los Estado Unidos, cuando Bush estuvo a cargo, que realmente pensó que ellos podían repetir los imperialismos del pasado, ellos pensaron que podían reglamentar el ambiente internacional, pero sus fracasos en términos militares, en términos económicos, en términos políticos, incluso en términos sociales, los fracasos de aquel esfuerzo, de unilateralismo, de imperialismo, los fracasos de aquello demuestran

que es una imposibilidad hoy en día. Supongo que el contexto latinoamericano es el mejor y el más importante para evaluar aquella hipótesis, la hipótesis de que los Estados Unidos ya no son capaces de dictar siquiera las políticas de los países latinoamericanos. Aquello me parece evidente, aunque eso no quiere decir que no sigan existiendo jerarquías globales enormes entre Norte y Sur, también Norte y Norte, Sur y Sur. Siguen habiendo grandes jerarquías pero aquellas no pueden ser entendidas estrictamente en términos de soberanía nacional e incluso imposición de soberanía nacional, la imposición de los dictados de los Estados Unidos, o incluso en términos de defensa de la soberanía nacional. Déjenme darles un ejemplo, mencioné anteriormente esta “guerra del agua” en Cochabamba el 2000. Esta fue una clásica lucha en contra del neoliberalismo, contra la privatización del agua. El Banco Mundial dictó al gobierno boliviano que ellos debían racionalizar el precio del agua, una estrategia neoliberal absolutamente convencional, de tal manera que el gobierno cumplió la orden, vendieron los derechos del agua a un consorcio, que estaba controlado en parte por una corporación francesa pero también varias más. Entonces, tuvimos una lucha alrededor de la cuestión del agua y la multitud que estaba luchando, ¿Contra quién lo hacía? Ellos no estaban en contra del imperialismo yanki, ellos estaban en parte contra el gobierno boliviano, estaban también en parte en contra del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, estaban también en contra de un consorcio internacional de corporaciones, y aquello me parece una buena instantánea, un buen ejemplo, de lo que este Imperio en formación puede ser, esta especie de colaboración entre el gobierno nacional, instituciones internacionales (como el FMI y el Banco Mundial) y consorcios de corporaciones internacionales. Aquello no quiere decir que los Estados-nación dominantes ya no sean importantes: sí, siguen siendo importantes. Francia por ejemplo sigue siendo importante, Estados Unidos sigue siendo importante, pero no podemos entenderlo sólo en términos de aquel modo de pensar del imperialismo, tenemos que intentar de entender de hecho una red mucho mayor o una colaboración entre estos diferentes niveles que en conjunto forman Imperio. RM: Y, considerando la predominancia del modelo

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FF THE RECORDS cultural de los viejos países imperialistas como los Estados Unidos o los países europeos ¿Crees que la misma lógica que reemplaza al imperialismo por el Imperio puede ser aplicada a la cultura? MH: En cierto sentido en la cultura, igual que en las luchas políticas y económicas, sigue existiendo la importancia de los Estados-nación, como la dominación global de la cultura estadounidense y la imposición de la cultura europea o dominación de las culturas europeas. Pero diría que ahí también, en el dominio cultural, las formas de resistencia no se pueden pensar adecuadamente en término de Estados-nación. Por el contrario, tenemos que pensar en diferentes estrategias de resistencia cultural o producción cultural para las cuales no son adecuados los viejos modelos de imperialismo cultural como manera de pensar. La cultura también sirve para esclarecer a lo que yo me refiero en términos políticos y económicos, porque si bien en todas estas instancias obviamente hay que seguir luchando contra la dominación de los Estados Unidos, en ni una de ellas esto termina ahí, simplemente no es suficiente. Por otra parte, la cultura no hay que pensarla como cultura monolítica, es decir, hay que considerar, por ejemplo, las diferencias en la cultura estadounidense, incluso en Hollywood, y que pueden haber algunos elementos que son útiles como formas de resistencia tanto como otros son sólo formas fragmentarias de dominación. Esto es otra cosa en la que creo que el marco tradicional del imperialismo nos sesga, nos fuerza demasiado a menudo a pensar las culturas nacionales en general como homogéneas, y no reconocer las diferencias dentro de ella en mismo. Sobre la situación global actual RM: ¿Consideras que la actual crisis Europea responde, de alguna manera, a la teoría marxista de las crisis cíclicas, como consecuencia inexorable de las contradicciones del capitalismo? ¿Dónde radica la importancia de estas crisis para los movimientos sociales? MH: Bueno, acá, lo que me parece más importante, es distinguir entre una crisis objetiva y una crisis subjetiva. Si bien es cierto que objetivamente podemos reconocer que el capitalismo tiene contradicciones a las que podemos relacionar este tipo de crisis, las crisis capitalistas por sí solas, como esta, no implican que el capitalismo vaya a colapsar. De hecho el capitalismo funciona en base a colapsos. Me parece que una muy buena

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explicación de esto es la noción de Naomi Klein de “capitalismo del desastre”, que implica que incluso en estos momentos de crisis se aprovecha para hacer privatizaciones, por ejemplo. Es decir, las crisis pueden ser útiles para el capitalismo. Entonces, objetivamente, las crisis pueden ser producto de las contradicciones mismas del capitalismo, pero en sí, no significan posibilidades políticas. Si por el contrario, tomamos en cuenta que hay fuerzas subjetivas que pueden tomar el control de estas crisis, entonces sí pueden significar algo para el futuro. A lo que me refiero con esto es que la verdadera importancia de las crisis del pasado está en haber sido momentos históricos en los que han habido fuerzas subjetivas que han precipitado las crisis, que han causado las crisis, o incluso que han tomado control de las crisis; y es eso lo que produce los cambios reales. Y estas fuerzas subjetivas pueden ser movimientos no sólo de resistencia, de protesta, si no ante todo movimientos que visen a crear alternativas sociales. Eso es lo que tiene que tiene que animar esta forma subjetiva de crisis. Tomemos por ejemplo el caso de EEUU. La importancia de la crisis de los 30’ no radica simplemente en el colapso objetivo del capitalismo, sino en el poder que tomaron los trabajadores industriales y toda su organización durante los años 20’. Es la cara subjetiva de la crisis, la creación de alternativas sociales. O también pensando en la crisis económica de los 70’, en Norteamérica y particularmente en Europa; no podemos decir que se trate sólo de una crisis inflacionaria, porque la respuesta fue el resultado de la acumulación de todas las luchas de los años 60’. Es decir que podemos hacer una lectura subjetiva de las crisis en la manera en que el control de las crisis puede ser tomado, como ya dije, por fuerzas subjetivas. También es una manera de leer los conflictos en Argentina en el 2000-2001. La importancia de estos estuvo en las luchas, la capacidad de los movimientos de los trabajadores, de los movimientos de los desempleados, no solo de protestar contra la crisis y la devaluación, sino de dar una cara subjetiva a la crisis, creando formas de organización social alternativas. Entonces, hoy, una de las cosas que me parece que están en juego es que lo que está pasando desde el 2008, aún considerándolo desde las “crisis cíclicas del capitalismo”, no significa nada nuevo, puesto que puede finalizar en una reconsolidación del capitalismo; puede ser que con esto los ricos se vuelvan más ricos. Puede ser eso. Pero si por el


contrario somos capaces de transformar la crisis en algo animado por fuerzas subjetivas, puede convertirse en algo distinto. RM: Y hablando de los conflictos actuales en Europa luego de la crisis, principalmente en Grecia: ¿En qué medida estas luchas representan el proyecto político de la Multitud, cuando sus demandas están orientada a la recuperación de lo público más que a la construcción de lo común? MH: La pregunta es interesante. Yo creo que en esto podemos distinguir dos temporalidades distintas entre ellos y nosotros. En lo inmediato, creo que sus demandas tienen que estar orientadas a reformas de Estado: reformas del sistema financiero, de la distribución de la riqueza, de las seguridades sociales; al menos ello me parece necesario en la crisis griega hoy en día. Eso no quita que al mismo tiempo uno pueda y deba desarrollar otras alternativas sociales, organizaciones sociales, que vayan más allá del control estatal. Pero mantengo la idea de que estamos operando en dos temporalidades distintas. Nosotros estamos en una situación de demandas más inmediatas, y ellos en un tiempo distinto para la construcción de alternativas. Latinoamérica en el marco del Imperio RM: ¿Cómo entiendes este nuevo proceso de integración latinoamericana basado en el Bolivarismo? MH: Bueno, una perspectiva es la que estábamos hablando anteriormente sobre el Imperio, la cuestión geopolítica. Cuando Toni y yo hablamos del Imperio como un sistema de múltiples capas nos referimos a un sistema desigual de poderes. Así, cuando hablamos del Imperio como una red de Estados-nación dominantes, de grandes corporaciones, de instituciones supranacionales, todas ellas trabajando en conjunto con lo militar, o con la dominación cultural hollywoodense, se hace evidente que hay conflicto en todas esas capas. Así que, pensándolo en términos geopolíticos, creo que en estos últimos diez años ha sido un hecho positivo el surgimiento de la posibilidad de una cierta interdependencia a nivel regional o continental. En Latinoamérica ahora existe la posibilidad de plantearse metas elevadas por sobre las limitaciones de los Estado-naciones. Y aunque ustedes hablan a nivel continental de Bolivarismo, yo pienso que en gran medida ha sido

Brasil, más que Venezuela, la fuerza dominante o el organizador principal de estos desafíos regionales. Y bueno, por otro lado, me parece que esto también demuestra que los Estados Unidos ya no pueden ordenar ni a los países latinoamericanos ni al continente como un todo. De hecho, parece cada día más que con las alianzas regionales el poder de los Estados Unidos gradualmente decaerá. En cualquier caso, creo que existe un desarrollo positivo en la dirección que está tomando la reorganización de la escena geopolítica, especialmente en la jerarquía entre los Estados-nación. Si nos referimos a la organización interna dentro de Latinoamérica, cuál es la dinámica entre los distintos estados en la interdependencia continental o regional, eso es más complicado. RM: Aquí en Chile, últimamente hemos visto el surgimiento de fuertes propagandas patrióticas, basadas en diversos eventos: el terremoto de este año, el Mundial y, ahora por venir, nuestro Bicentenario. ¿Cuál es tu opinión sobre esto? ¿De dónde consideras que proviene este interés por lo patriótico? Y cuando no viene del mismo Estado, sino de los Medios. ¿Crees que podemos hablar de Apartados Ideológicos de Estado? MH: Bueno, a veces pienso que Toni y yo nos hemos apresurado mucho en oponernos a todas las ideas nacionalistas. Pero hay veces que históricamente podemos pensar que las interpelaciones a la nación o al pueblo han tenido efectos positivos. Aún así, en los casos que mencionabas si me parecen Aparatos Ideológicos de Estado, creo que es útil pensarlo de esta manera, o como un desvío, una red de distracción de los reales conflictos internos, orientado a la unidad nacional en tiempos de emergencia como en un terremoto, distrayendo de las posibles luchas. Aunque no sé suficiente sobre la respuesta al terremoto en Chile, podemos mencionar, por ejemplo, la respuesta de los Estados Unidos al Huracán Katrina en Nueva Orleans. Al ser este fijado como una tragedia nacional, aumentó la necesidad de una unidad nacional que, en cierta forma, nos cegó de los reales conflictos que sucedían, usualmente problemas raciales, así que me parece que el discurso de la nación actuaba como una distorsión o un cubrimiento de las reales dinámicas políticas. Podríamos pensar este fenómeno como una contradicción con la afirmación de la decadencia

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FF THE RECORDS de los Estados-nación, pero en vez de decadencia o desaparición de estos diría que ahora funcionan en un contexto mayor. Los Estados-nación son todavía muy importantes, poseen mucho poder y, en algunos momentos más que en otro, especialmente en estos momentos de desastres, es mucho más poderoso y efectivo. Esto lo pudimos ver luego de los ataques del 11 de Septiembre en Estados Unidos, en el que hubo un momento de fuerte orgullo nacional e incluso actos espontáneos en las calles de celebración de la nación. Parte de la explicación, aunque probablemente no una parte muy interesante, es que en las situaciones de miedo ese discurso se hace mucho más poderoso. RM: En Chile, y en realidad en bastantes países latinoamericanos, ha habido una fuerte radicalización de los movimientos indígenas, como los Mapuches, que poseen aspiraciones nacionales y cuyas demandas apuntan a fortalecer identidades nacionales. ¿Los considera un asunto de interés para la Izquierda desde la perspectiva de las singularidades y la autonomía que posee la Multitud frente a los Estados nacionales, por ejemplo? MH: En realidad conozco menos el caso de los Mapuche que el de otros contextos nacionales en Latinoamérica. Creo que en cierto sentido hay una larga historia en la izquierda de incapacidad para reconocer la importancia de las comunidades indígenas y sus demandas. Quizás lo diría de esta manera, y no sé si realmente cabe pero es una respuesta directa: el indigenismo, junto con otras diferencias raciales, étnicas o de la civilización, es exactamente aquello a lo que nos referimos con la noción de Multitud, cuando pensamos que la Multitud como proyecto político es capaz de actuar políticamente manteniendo diferencias radicales entre quienes la componen. Así sea no solamente en términos de clase, como lo que estábamos hablando antes, sino también en términos raciales, reconociendo las diferencias y aún así siendo capaces de llevar a cabo proyectos políticos de cooperación entre ellos. Sin embargo, no todas las demandas indígenas de autonomía pueden caber en la Multitud, o cooperar en tal estructura política. Digamos, las demandas de algunas comunidades indígenas hacia una preservación o reconstrucción de alguna identidad tradicional están fuera del proyecto político en el que estoy interesado. Pensando en proyectos

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políticos indígenas en el Norte y Sur de América, creo que existe una división entre aquellos a los que me refiero con eso y aquellos que buscan autonomía en el sentido de su propia transformación. Los zapatistas lo dicen así: “No queremos la libertad para ser quienes somos, queremos la libertad de decidir en quiénes nos convertiremos”. Así que no es un asunto de celebrar una identidad tradicional e inmutable, en ese sentido, no es ser quienes somos, sino en quiénes nos convertimos. No es como una reproducción de museo de lo que era la comunidad hace cien años sino una constante recreación de lo que la cultura indígena significa. En Bolivia, que conozco mucho mejor que Chile, me parece que hay una división entre estas dos posturas, y puedo encontrar la segunda noción de comunidad en El Alto, cerca de La Paz, y estas son principalmente formaciones de personas que han emigrado de sus comunidades tradicionales y han creado una noción de sí mismos mucho más híbrida y cambiante. Y precisamente porque muchos de esos elementos de la identidad tradicional y las comunidades indígenas son realmente horribles, con una fuerte división de géneros o otras formas de jerarquía que no me parece deban ser reproducidas. RM: Refiriéndose y proyectando hacia Latinoamérica el pensamiento filosófico de Walter Benjamin; la idea de que las luchas de una clase cumplen con redimir a los caídos del pasado de las garras de la memoria oficial, por así decirlo; un mesianismo de las luchas presentes que se nutre de la imagen de los vencidos de la historia. ¿Qué crees tú que pasa con la memoria de la izquierda latinoamericana, marcada por irrupciones violentas de sus procesos revolucionarios, como es el caso de el Che, o Allende, por ejemplo? ¿Siendo iconos de luchas pasadas y de emblemas viejos, potencian o dificultan las luchas actuales y futuras de la Multitud? MH: En realidad con la discusión sobre el mesianismo, no sé si no la entiendo o no me gusta. Lo que sí me hace sentido, y creo que es la mejor manera que tengo de responder a esto, es que más que honrar o repetir el pasado, la construcción de un evento político puede redimir ese pasado. Eso es lo que más rescato de la noción de Benjamin sobre el pasado. En todo caso la pregunta es interesante. De hecho creo que es más interesante que la respuesta. Sin


duda es cierto que hay momentos en que hay que dejar ese pasado atrás, porque no queremos y no deberíamos estar amarrados a su experiencia, repetir lo mismo que ellos. Pero también creo que hay otros momentos, y que ciertamente son momentos mucho más interesantes, en los que hay que reedificar el pasado transformándolo, a veces incluso contra la misma tradición que oficialmente lo honra. Es como si pudiéramos ver a través de nuestras propias políticas una manera de pensar el Che o Allende muy distinta a como los trata el discurso oficial. Eso me parece algo poderoso, momentos potentes. De todas maneras, como decía, creo que la pregunta es más interesante que la respuesta. Quizás no necesita ser respondida. RM: ¿Nos podrías dar un breve avance para hispanohablantes de tu nuevo libro con Toni Negri, Commonwealth? Aún no está en castellano. MH: Bueno, como todos los libros, se refiere a muchas cosas, por lo que es difícil resumirlo en una sola idea. Sin embargo, el tema central es lo común en sí mismo, que podemos entenderlo de dos maneras: primero, lo común como lo que proviene de la tierra y su ecosistema, es decir, el agua potable, los océanos, los bosques, los terrenos, etc. todos ellos son en cierto modo comunes. El segundo significado, en el cual nos enfocamos mucho más, se refiere a lo común en términos de los resultados de la creatividad humana, es decir, ideas, tecnologías, efectos, imágenes, información, lenguajes, la CocaCola, etc. Todos ellos hacen parte de lo común en el sentido que son producidos de forma compartida. Entonces, nuestra hipótesis es que esta producción de lo común está deviniendo central en la esfera de la producción, incluso más central de lo que es hoy día la producción industrial de bienes materiales, que también fue lo central en su momento. En base a esto, podemos ver que esta prominencia de la producción inmaterial en la economía capitalista crea contradicciones en el capital, contradicciones en la necesidad de la acumulación privada, acumulación de riqueza como propiedad privada, es decir ideas, tecnologías, que lleva a restringir lo común a la forma de propiedad privada. Entonces, hay una contradicción entre eso y el hecho de que para seguir produciendo se necesita una apertura de este dominio de lo común. Es decir, las ideas sólo son producidas cuando podemos compartirlas, cuando se comparten tecnologías, igual que con los

lenguajes y aquello que es común… Ese es el punto principal, que la propiedad privada es cada vez más inadecuada para cumplir con las necesidades de la economía capitalista. Entonces, volviendo a lo más conceptual, pensamos que lo común es aquello que no puede ser ni propiedad privada, ni propiedad pública, entendida esta como aquello que es controlado y regulado por el Estado. RM: Y para terminar con algo alentador, ¿qué nos puedes decir acerca de la Multitud en Latinoamérica? MH: ¡Ja! ¿Qué me pueden decir ustedes acerca de Multitud en Latinoamérica? Yo no creo estar capacitado para responder. Es algo muy general quizás una respuesta posible sea decir que las políticas latinoamericanas han llegado a ser centrales para la izquierda de todo el mundo a lo largo de los últimos diez años, en parte por ese poder compacto, espeso, de los “Gobiernos Progresistas”, principalmente en Brasil, Argentina, Paraguay, Venezuela, Bolivia, etc. Pero lo que hay que ver detrás de esto es que han sido las multitudes las que han llevado esos gobiernos al poder. Son los movimientos sociales de cada país gracias a cuyos hombros estos gobiernos han llegado al poder. Es decir, creo que incluso la estructura social de estos países, la verdadera estructura social y los procesos de estas estructuras son resultado del poder de las luchas sociales en Latinoamérica, de la multitud en Latinoamérica. Sin embargo, la pregunta más obvia es, de qué manera la multitud se expresa en estos gobiernos progresistas una vez que llegan al poder, y también, qué se puede hacer después. Es decir, es difícil reconocer como esta se expresa en el poder, aunque estas expresiones existen, por supuesto. Pero lo que la multitud tiene que hacer es expresar sus actos autónomamente de estos gobiernos progresistas. Luego, eso da a entender los desafíos para Latinoamérica en nuestros tiempos; después del largo e importante período de éxito de estos Gobiernos Progresistas, son necesarias nuevas expresiones de estas multitudes poderosas, que justamente ahora están tomando sus nuevos desafíos... ¡Lo intenté!

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lores bordadas

POLÍTICA Y ESTÉTICA: DESACUERDO Y DIÁLOGO Patricia Espinosa H.

Instituto de Estética | Pontificia Universidad Católica de Chile Podemos constatar fácilmente cierta atrofia de la capacidad propositiva del arte. A todas luces el sueño vanguardista parece haberse hecho añicos, permitiendo que esa atrofia de la capacidad propositiva, sea a la vez la atrofia del arte mismo. Más aun, estaríamos en presencia de una insuficiencia profunda, para recobrar, aunque sea en parte, el paradigma de una modernidad que habría privilegiado la creación de nuevos espacios estéticos fuertemente relacionados con la transformación del contexto material de la vida futura. El arte así concebido llenaba su derrotero de significaciones que rompían las propias fronteras, articulando de manera febril sus propias contradicciones. Pero esa energía parece haber desaparecido, quedando el gesto vacío de una ruptura sobrecodificada y sospechosamente cómplice con el devenir mercantil. Según Jean Baudrillard: “luego viene la fase melancólica, el trabajo del duelo, si se quiere, del arte, quizá fracasado, una especie de suicidio fallido, pero es bien sabido que los suicidios fallidos tienen a menudo una utilidad publicitaria”1 . Estamos entonces frente al fracaso de un proyecto que habría movilizado a la discusión estética desde el siglo XVIII hasta mediado del siglo pasado. Como sabemos, la noción moderna de la estética comienza su camino con el filósofo A.T. Baumgarten quien publicó su Estética, en 1750. Allí proponía la crítica del gusto como una teoría filosófica. Pasando por las manos de Kant, Schelling, Goethe y Schiller llegó a ser una noción que proponía el arte como autosuficiente y como una actividad que no necesita servir a otro propósito más que su propio fin. Según Hugo Achugar: “El arte, por lo tanto y según esta

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concepción, es un fin en sí mismo y no debe, o no debería, ser didáctico, políticamente comprometido, propagandístico o moral, no debería, además, ser juzgado por otros criterios que no fueran los estéticos”2 . A pesar de esto, las distintas oleadas vanguardistas habrían movilizado, cantado y logrado su propia desaparición por la vía del arte-vida. Contrasentido evidente entre el afán autonomista del discurso estético y la tarea revinculadora de las vanguardias. Paradoja también de un proyecto tristemente consumado: algo así como la derrota del triunfo de la búsqueda desesperada del arte nuevo. Según Peter Burger: “Ha desaparecido una frontera que últimamente -hasta Adorno- tenía el incuestionable estatus de un principio metafísico que garantizaba la posibilidad del arte: la frontera entre el arte y la industria de la cultura, y, simultáneamente entre el arte y el no arte.”3 Sin fronteras, o más bien con su interminable disolución, lo que entra definitivamente en conflicto es la posibilidad de establecer una discursividad estética capaz de rearticular el fenómeno artístico desde una mirada que ocupe el imposible lugar abierto por la euforia y el posterior e interminable duelo. La pregunta es entonces cómo superar la decadente y opresiva sensación que anima la reflexión estética de Baudrillard: “En el fondo, mi escena primitiva es esa; que hoy ya no sé, al mirar tal o cual cuadro, o performance o instalación, cosas así, si están bien o no, y ni siquiera tengo ganas de saberlo en verdad, entonces hallo que estoy como en suspenso, pero es un suspenso que no ofrece excitación alguna, que no es intenso; es un suspenso más bien de la neutral-

ización y de la anulación”4 . Consumación de la aporía, o bien, el final del camino de la embriaguez, que en este caso no es otro que el de la apatía absoluta llevada a la categoría de juicio estético. Sin embargo, la catástrofe del juicio estético, de la estética y en algún sentido del propio arte, se relaciona precisamente con la pervivencia casi fantasmática de la constelación teórica que ha defendido la autonomía de la esfera artística y estética. Esta pervivencia es fomentada desde la hegemonía marcada por el aparataje globalizado de la entretención, en donde se insiste en manifestaciones que se encuentran desgarradas entre el goce subjetivo que ofrecen y la imposibilidad de objetivarlo, permitiendo que sólo queden como una reflexión autoconsciente, como autonomía carente de normas objetivas. Así, la autonomía conduce al vaciamiento. En tanto la autonomía es la consecuencia de un desgarro original, la ruptura entre la materialidad de la obra de arte y el cuerpo social que la mantenía, su afirmación no es sino la sentencia de una pérdida irreparable. Pérdida desde una perspectiva en todo caso moderna, en la que se afirmó la relación entre la utopía artística y la utopía política: hoy todo pareciera indicar que esa no fue nada más que una relación espuria, surgida al calor del febril deseo transformador y revolucionario que animó buena parte de los siglos XIX y XX. Pareciera ser que el desmonoramiento de la utopía política revolucionaria, necesariamente hizo obligatoria la pérdida de sentido de la utopía artística, en tanto su capacidad denunciadora y transformadora del mundo.


Ilustración “El satelite más hermoso de la Unión Sovietica“, Arturo Aguilera Pero la aceptación de este estado de cosas, la aceptación de la distancia irremediable entre la creación artística y la sociedad, estaría significando la castración absoluta de la capacidad de interpelación que la obra artística vendría realizando desde hace mucho respecto del mundo. Esta interpelación profunda, radical, que, por ejemplo, ha marcado a fuego nuestra literatura desde Baldomero Lillo a Roberto Bolaño, no solo movilizó una gran cantidad de fuerzas creativas, si no que coayudó a transformaciones importantes de nuestra percepción de lo social. Si vemos el gran espacio simbólico que separa a Blest Gana de Baldomero Lillo, nos daremos cuenta del cambio de una perspectiva que en el primero de los casos implicaba que el Otro pobre no apareciera más que como un decorado que aportaba el color local, en tanto que ese mismo Otro pobre pasa a ocupar en Lillo el lugar central en una mirada que permite su visibilización y con ello, el comienzo al largo camino de su reconocimiento como sujeto social. Cuando Ricardo Piglia imagina la literatura del nuevo milenio remarca la situación de no centralidad desde donde emite su propuesta: “Nos planteamos entonces ese problema desde el margen, desde

el borde de las tradiciones centrales, mirando al sesgo. Y este mirar al sesgo nos da una percepción, quizá, diferente, específica. Hay cierta ventaja, a veces, en no estar en el centro. Mirar las cosas desde un lugar levemente marginal”5 . El reconocimiento de la situación de enunciación, desplazada del lugar de la centralidad, le permite a Piglia conectarse e invertir el impulso de una tradición que mantiene vivas las conexiones entre la literatura y la sociedad. En efecto, para Piglia: “si nos disponemos a imaginar las condiciones de la literatura en el porvenir, de esa manera quizá también podemos imaginar la sociedad del porvenir. Porque tal vez sea posible imaginar primero una literatura y luego inferir la realidad que le corresponde, la realidad que esa literatura postula e imagina”6 . Esta inversión, imaginar la literatura para después imaginar un mundo que le corresponda, tiene como base el reconocimiento de un fenómeno preliterario y evidentemente social: el lenguaje: “En definitiva la literatura actúa sobre un estado del lenguaje. Quiero decir, que para un escritor lo social está en el lenguaje. Por eso si en la literatura hay una política, se juega ahí”7. Pero el lenguaje no es en ningún caso una interioridad indeterminada, un espacio neutro: el lenguaje

es un campo de batalla donde se compite por la construcción de la verdad, más aun es una instancia construida por la propia lucha por su dominación. En ese entendido, la politicidad de cualquier obra literaria, por ejemplo, estaría presente en el origen mismo de la experiencia que la funda: el lenguaje. Esta perspectiva permite, entre otras cosas, aclarar el marco de la discusión respecto de las relaciones que puedan establecerse entre estética, arte y política, ya que sitúa la reflexión no en la pregunta sobre la pertinencia de plantear la cuestión de la relación entre esos tres elementos, ya que es una relación dada por el propio lugar común que comparten, es decir, el lenguaje. Según Piglia: “En nuestra sociedad se ha impuesto una lengua técnica, demagógica, publicitaria, y todo lo que no está en esa jerga queda fuera de la razón y del entendimiento. Se ha establecido una norma lingüística que impide nombrar amplias zonas de la experiencia social y que deja fuera de la inteligibilidad la reconstrucción de la memoria colectiva”8 El ya largo desarrollo de la estética de la autonomía del arte, que ha adquirido el carácter de una doctrina que funciona como base de múltiples prácticas discursivas como, por ejemplo, la

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lores bordadas educación artística, la crítica y la historia del arte, ha obnubilado el desarrollo de un pensamiento estético que participe de la reconstitución de los lazos entre la obra de arte y la sociedad. Pero también es cierto que la doctrina de la autonomía de la esfera estética se acopla casi perfectamente con el cada vez mayor proceso de fetichización del arte promovido por la industria cultural. Destino trágico de una utopía que pretendía resguardar el arte de los avatares del mundo, convertida ahora en un instrumento poderosísimo de una maquinaria reificadora, coayudante, en definitiva, de la más completa estrategia de contracción del arte para convertirla en simple entretención. Ningún totalitarismo, de ninguna época, ninguna restricción de carácter político o religioso, pudo poner jamás al arte en una disyuntiva como la actual. Según Ricca, siguiendo a Adorno: “La misma autonomía expresiva del arte moderno, puede no ser más que la contracara de una libertad anunciada y prometida pero siempre diferida en el todo social […] el problema del arte autónomo es que su libertad es el reflejo de la falta de libertad en el todo”9. El fracaso o más bien el dramático destino de las discursividades que dieron forma a la estética de la autonomía del arte, subsumida ahora dentro de una lógica de la banalización, obliga a replantear las lógicas y las perspectivas desde donde pensamos la reflexión estética. La propuesta de Jaques Rancière sobre la unidad radical entre política y estética descansa en situar lo estético al interior mismo de lo social. De ahí que ni la estética ni la política puedan ejercer una presión causal sobre su par en el binomio. Para que esto se produzca es necesario situar lo estético fuera del ámbito convencional instaurado por la reflexión estética moderna. Rancière logra esta reubicación a partir de lo que denomina la “división de lo sensible”:

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“Denomino como división de lo sensible ese sistema de evidencias sensibles que pone al descubierto al mismo tiempo la existencia de un común y las delimitaciones que definen sus lugares y partes respectivas. Por lo tanto, una división de lo sensible fija al mismo tiempo un común repartido y unas partes exclusivas. Este reparto de partes y lugares se basa en una división de los espacios, los tiempos y las formas de actividad que determina la manera misma en que un común se presta a participación y unos y otros participan en esa división”10. Desde este punto de vista cualquier ámbito de la experiencia conduce inevitablemente a una distribución particular de lo visible y lo sensible, un orden de acciones posibles o disponibles, de situaciones apropiadas, etc. Así, la experiencia humana básica opera en el establecimiento de una partición de lo real, pero también una toma de posiciones respecto de esa misma partición o división de lo sensible; es decir, en tanto demarcación, se fundan relaciones de interioridad y exterioridad, inclusiones y exclusiones y dinámicas de pertenencia. De ahí que podamos constatar la inmanencia de una política en la estética y la inmanencia de una estética en la política. Esta posición asume que hay una política inmanente a las prácticas artísticas (en su selección, exclusión, jerarquías, etc.) y que no hay configuración política que no esté fundada en una decisión respecto de la visibilidad de sus ingredientes y de sus dinamismos espacio-temporales. Según Rancière, la estética: “puede entenderse como el sistema de las formas que a priori determinan lo que se va a experimentar. Es una delimitación de tiempos y espacios, de lo visible y lo invisible, de la palabra y el ruido, de lo que define a la vez el lugar y el dilema de la política como forma de experiencia. La política se refiere a lo que se ve y a lo que se puede decir, a quién tiene competencia

para ver y calidad para decir, a las propiedades de los espacios y los posibles del tiempo”11. La pregunta sobre las posibles relaciones entre la estética y la política, por tanto, queda anulada en cuanto situamos ambos fenómenos en un plano más elemental de la experiencia cultural. La estética pasa a ser considerada como una matriz cognoscitiva básica, a saber, división de espacios, tiempos y formas, un “sentir común anterior a todo discurso sobre el arte y los artistas”. Según Rancière la estética debe entenderse como “Puede entenderse como el sistema de las formas que a priori determinan lo que se va a experimentar”12. Pero también la política es resituada en el pensamiento de Rancière, el cual distingue dos órdenes diferentes que ayudan a destrabar las relaciones del concepto político de las prácticas de búsqueda del poder y su administración institucional, estos órdenes son la policy (policía) y la política. La policía se entenderá como aquella maquinaria de repartición de funciones y lugares, dentro lo cual se ejerce el poder de legitimación y que define los modos de hacer, ocupar y decir. La policía mantiene estable aquello que Rancière denomina el orden de lo visible, su función básica es la reproducción del orden establecido, otorgando garantías de pertenencia, visando la participación de los iguales y prohibiendo la entrada sin control de nuevos agentes y discursividades. La policía no debe homologarse sin más a la tradicional categoría de Estado de raíz althuseriana, aunque la referencia parece evidente, ya que las lógicas actuales de la dominación exceden con mucho a la tradicional categoría de Estado. En efecto, la policy abarcará todo el multiforme e incasablemente ubicuo sistema de poder, el que se caracteriza por su heterogeneidad y capacidad autotransformadora al interior de un mundo globalizado. Según Rancière: “la policía es


primeramente un orden de los cuerpos que define las divisiones entre los modos del hacer, los modos del ser y los modos del decir, que hace que tales cuerpos sean asignados por su nombre a tal lugar y a tal tarea; es un orden de lo visible y lo decible que hace que tal actividad sea visible y que tal otra no lo sea, que tal palabra sea entendida como perteneciente al discurso y tal otra al ruido”13. De este modo podemos afirmar que la policía se encarga de administrar el orden de lo sensible, la distribución de lo sensible, haciendo que esto se mantenga estable, aun dentro de las lógicas señaladas para su autotransformación. La policía mantiene invariable el acuerdo fundacional sobre la base de la que se mantiene un orden determinado. En cambio desde la perspectiva de Rancière, la política, es definida por ser fundamentalmente un desacuerdo, un conflicto: “La política es en primer lugar el conflicto acerca de la existencia de un escenario común, la existencia y la calidad de quienes están presentes en él”14. Lo que se juega en la política es el derecho a ser contado como una parte dentro del conjunto. La política será siempre intención de reposicionamiento de lo establecido, la que “rompe la configuración de lo sensible”. En la política entonces se operarán las transformaciones que cambian a los cuerpos del lugar que les ha sido establecido y se redefinirán las funciones de los espacios propios o ajenos. Más aun, la política será la acción que permitirá la mutación del orden del discurso, neutralizando los protocolos fundados en la legitimidad de los que tiene derecho a decir. En tanto la política es conflicto, será también encuentro de modalidades heterogéneas o dicho de otra forma, la inscripción de la diferencia en el territorio de la policía. Desde este punto de vista, si la matriz de la dinámica de la política es el disenso, el conflicto, la matriz de

la dinámica de la estética es la posibilidad de encuentro, el espacio donde pueden confluir y dialogar las prácticas y las discursividades heterogéneas. Es lo estético lo que permite la posibilidad de interlocución al interior de lo político, en tanto que la estética es aquel sentir que refundaría la experiencia de lo comunitario. Varias implicaciones importantes pueden obtenerse de todo lo anteriormente señalado. En primer lugar, la necesidad de descorrer el límite que insistentemente se pretende establecer para separar las praxis artísticas de las praxis comunitarias. Con la mantención de ese límite no se conseguirá otra cosa que la más completa inclusión de toda actividad artística dentro de la maquinaria de la entretención. Por ejemplo, la escena actual de la narrativa chilena presenta evidencias de un proceso de degradación inquietante que pasa por el adelgazamiento continuo del espesor de las discursividades que la mayor parte de los narradores manejan y la reiteración monocorde de estereotipos fuertemente anclados en el cuerpo social. Una especie de transparencia que no exigirá más la actividad cocreadora del lector parece estar llegando a un punto hegemónico como parte de una estrategia de reubicación definitiva de la narrativa como parte de la industria del ocio. En segundo lugar, la reflexión de Rancière nos permite volver a interrogar al arte en general y a la literatura en particular sobre cuál es su posición respecto del estado del mundo. Sabemos que no podemos esperar que la respuesta a esta interrogante devenga de la superficie de la discursividad de la obra. No es tanto lo que el arte dice, si no más bien cómo esa obra acontece o, más bien dicho, qué tanto de acontecimiento repetitivo o redistributivo del régimen de lo sensible posee, es decir, de lo que está marcado como lo que se puede decir, hacer o ver. Si insistimos

en esta línea podríamos interrogar a las obras sobre la posibilidad de ser un punto de concretización de una estética como lugar de diálogo de opuestos irreconciliables, cuyo politicidad estaría marcada por su capacidad de disenso respecto al régimen policial aconteciendo como una entidad relacional, por tanto, no cosificable debido a su poder de convocatoria de desacuerdos permanentes. En definitiva, de lo que se trata es de aquello que nos recuerda Piglia cuando dice que: “la literatura lo que hace, en realidad lo que siempre ha hecho, es descontextualizar, borrar la presencia persistente de ese presente y construir una contrarrealidad”15. Para Piglia tanto la literatura, la estética, como política tienen una función refundadora. La creación artística debe devolverle al mundo una demanda contundente para escapar del destino marcado por su neutralización absoluta.

Notas 1. Baudrillard, Jean. La simulación en el arte: http://www.analitica.com/va/arte/ portafolio/5715848.asp (Viernes, 17 de agosto de 2001.) 2. Achugar, Hugo. La política de lo estético. 3. Peter Burger. Aporías de la estética NUEVA SOCIEDAD NRO.116 NOVIEMBRE- DICIEMBRE 1991, PP. 112-121). moderna.

4. Baudrillard, Jean. Op. cit 5. Piglia, Tres propuestas 6. Piglia 7. Piglia 8. Piglia 9. Ricca, Guillermo. “Espectros del sujeto. Aproximaciones desde la teoría política y la estética”. A parte Rei 58. julio 2008. p. 6 10. Rancière, J. La división de lo sensible”. http://200.51.43.210/Bibliografia/00-

D0892/filosofia/nota1.html 11. Rancière, J. op. Cit. 12. La división de lo sensible 13. Rancière, El desacuerdo 14. ibid 15. Piglia, Tres propuestas

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¿Qué pasó con los seis tigres de la poesía Chilena? Para mí Viena tiene mucho que ver con la literatura y con la vida de algunas personas muy cercanas a mí y que entendieron el exilio como en ocasiones lo entiendo yo mismo, es decir como vida o como actitud ante la vida. “Roberto Bolaño-El exilio y la literatura”

Daniel Rojas Pachas | Editor Revista y Editorial Cinosargo En el relato “Encuentro con Enrique Lihn” publicado en Putas Asesinas, Bolaño menciona su relación epistolar con el tetas negras, nos cuenta como ésta lo salvo de la auto-aniquilación durante un periodo de exilio voluntario, hambre, desolación y falta de perspectivas vivido en su estancia en Gerona. Vale la pena mencionar que ese período al que Bolaño alude, nos retrotrae al año 81 o 82 y las condiciones que nos grafica no están condicionadas por un contexto político o social de opresión inmediato, alguna guerra o dictadura tan usuales en el mundo en que vivimos... más bien es el estado constante de quien ha asumido el viaje sin retorno de la literatura. La propia guerra y dictadura de los obsesos con la palabra y que como bien señala el autor de Los Detectives Salvajes, se refleja en aquellos que han pretendido mantenerse solos en su barco y a la deriva, remando contracorriente siempre que sea necesario escapar del advenimiento de los policías de la literatura “a quienes nada se les escapa y nada perdonan” y procurando desde luego ser una voz ajena a los compadrazgos, sin abrazar becas o como dijera Eduardo Llanos, alienado de aquellos “mecenas de conducta sexual dudosa”… grandes vampiros y señores feudales en busca de efebos y una cohorte de clones complacientes.

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La ondulada me inquietaba, presentía el peligro pero me gustaba la suavidad: subir y bajar. La última línea era la crispación. Me dolía el pene, el vientre, etc. (Bolaño-Amberes 2002) Este viaje de encierro y descreimiento casi masoquista, vale la pena decirlo, en gran medida implica una apuesta al vacío, al fracaso absoluto lejos de todo romanticismo creacionista (me refiero a Huidobro), instrumentalización partidista (me refiero a Neruda) y ennoblecimiento olímpico del acto (me refiero al bastardo producto de la cruza de ambos). La noción de derrota queda clara en la siguiente frase de Bolaño: “La literatura se parece mucho a la pelea de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái: pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear, eso es la literatura” Si pensamos esto en función de la conversación que Bolaño

dijo sostener con Lihn en torno a lo que éste último calificaba como “Los seis tigres de la poesía Chilena” podemos entender mejor la analogía de los samuráis y sus luchas… Rodrigo Lira (autoeliminado), Maqueira (autoexiliado), Bertoni (autoexiliado), Gonzalo Muñoz (autoexiliado), Juan Luis Martínez (muerto a temprana edad), el destino de Bolaño y Lihn, para que decirlo, todos conocemos esas historias de tiempo + enfermedad catastrófica = Diario de muerte… Por ello dentro del relato el autor agrega con tono mordaz “Más que tigres, gatos, se lo mire como se lo mire. Gatitos de una provincia perdida”. Esta suma de ideas y por qué no, anécdotas, forman parte de la historia literaria de culto en Chile y América o la “historia secreta”, siguiendo a Bolaño en sus disquisiciones: “El arte, dijo, es parte de la historia particular mucho antes que de la historia del arte propiamente dicha. El arte, dijo, es la historia particular. Es la única historia particular posible. Es la historia particular y es al mismo tiempo la matriz de la historia particular. ¿Y qué es la matriz de la historia particular?, dije. Acto seguido pensé que me respondería: el arte. Y también pensé, y ése fue un pensamiento afable, que ya estábamos borrachos y que era hora de volver a casa. Pero mi amigo dijo: la matriz de la historia


particular es la historia secreta.” (El dentista- Putas Asesinas). Sostener una visión consciente frente a digresiones de ese tipo y pensar en personajes… no sé, como el Chico Molina y su mito en el cual la historia particular se trenza a golpes con la historia del arte… al menos a mí me deja bastante como lector que procura ser crítico y llevar esa actitud a la escritura, sobre todo en esta selva o desierto sitiado por millares de esperpentos... y con el término aclaro, no necesariamente hago alusión a aquello a lo que Valle Inclán entendía por esperpento… sino a los que pululan y profitan por un mar que soporta todo tipo de viajeros… aún cuando estos sólo estén navegando en torno a su propio eje, el de sus padrinos y la mala lectura de los clásicos y no tan clásicos… Veo por ejemplo a amigos y otros no tan cercanos abocados al oficio. Tan sólo una pequeña cantidad encerrados y dedicados a su bitácora… Pienso en esa medida en lo que dice Bukowski en su poema “Cómo ser un gran escritor”: ( ) agarra una buena máquina de escribir / y mientras los pasos

van y vienen / más allá de tu ventana / dale duro a esa cosa, / dale duro. / haz de eso una pelea de peso pesado. / haz como el toro en la primer embestida. / y recuerda a los perros viejos, / que pelearon tan bien: / Hemingway, Celine, Dostoievski, Hamsun. / si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas / como te está pasando a ti ahora, / sin mujeres / sin comida / sin esperanza... / entonces no estás listo / toma más cerveza. / hay tiempo. / y si no hay, / está bien / igual. Arenas dice algo similar en su poema The Parade Ends: (…) Me siento, desesperado, feliz, a su lado, frente a ella, / paso las manos por su teclado, y, rápidamente, todo se pone en / marcha. / El ta ta, el tintineo, la música comienza, poco a poco, ya más rápido / ahora, a toda velocidad. / Paredes, árboles, calles, / catedrales, rostros y playas, / celdas, miniceldas, / grandes celdas, / noche estrellada, pies / desnudos, pinares, nubes, / centenares, miles, / un millón de cotorras / taburetes y una enredadera. / Todo acude, todo llega, todos vienen. / Los muros

se ensanchan, el techo desaparece y, naturalmente, flotas, / flotas, flotas arrancado, arrastrado, / elevado, / llevado, transportado, eternizado, / salvado, en aras, y, / por esa minúscula y constante cadencia, / por esa música, / por ese ta ta incesante. Sin embargo aquellos son la periferia de lo precario… Lo que se atisba en el horizonte, la mayoría que podemos otear, discurre por sendas corrientes y comparte embarcación, otros son meros tripulantes, hay quienes guían esas barcazas a quién sabe dónde y con qué fines… los que lo secundan en lugar de amotinarse abrazan ese suicidio en masa y todos en definitiva van traficando sus lecturas, desparramando por la red y el mundo sus intenciones… ya sea en encuentros, lecturas, giras, congresos… tengo sus libritos dedicados, escucho de sus luchas diarias contra el papel en blanco, leo sus frenéticos y autopublicitarios estados en la red social de turno y sin querer me hago parte de su desazón, sus brindis y manifiestos de trasnoche a veces con el ánimo dispuesto

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lores bordadas a rendirse y luego sus alegres planes y esperanzadas utopías condenadas a un precipicio mayor… Y me pregunto a la manera de Luis Hernández: “Dios mío / De dónde sale / Tanta gente / Solitaria” Tanto malditismo, tanto engrupido negando y sufriendo la poesía, cortándose las venas en nombre de la literatura, dignificando al poeta como un ser especial, mesiánico, otras veces le escupen y lo llaman vago pero tan vapuleado lo llevan que comienza a parecerse a Jesucristo por ende recobran la fe y amor hacia él pues coinciden en lo marginal y en esa disqueaura de misticismo, en ese ir y venir empieza la reafirmación de los egos y las poses en un entorno colectivo con una escena que hoy en Chile, tanto en esas “provincias perdidas” del norte y sur extremo como en la suma de “provincias perdidas” que es Santiago… se asemeja al fútbol con jugadores de primera, segunda y hasta tercera división peleando por un escaño, por un traspaso a las grandes ligas, quizá un escándalo y nota en las últimas noticias, alguna foto de portada o una entrevista siquiera radial… el panorama más que desolador es risorio… Como diría Lihn, exquisito para un voyeur: “es decir como un tipo que observa y se observa en la sociedad, y que se sabe cómplice o parte de ella: un participante de este carnaval. Me parece, en todo caso, que no tiene que ser asumido en forma demasiado patética. En la gente hay capacidades para disfrutar incluso con estas cosas, a través del humor. De ese humor, y de ese distanciamiento que produce el humor, es algo que ha dado muestras también este país, como una manera de defenderse de la realidad, y de hacer irrisión de ella. Son antídotos, por así

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decirlo, contra la monstruosidad ambiental” De este panorama actual sólo queda imaginar un perro sarnoso mordiéndose la cola o un bowl (la escena literaria de un país -digamos nuestra copia feliz del edén) lleno de canicas (escribidores) que agitas para ver cómo chocan y se dan de cabezazos entre sí destrozándose unos a otros o contra las paredes… un happening constante, un circo romano al uso, una pasarela llena de vedettes con escritura… por eso más que preguntar por los seis tigres de la poesía chilena, vale la pena preguntar por la poesía y la literatura chilena… ¿dónde está?, ¿dónde quedó la escritura?… En otra parte, eso está claro… En el exilio o en el encierro… en ese pendejo que aún no se contamina, que todavía no lee ese anuncio de centro cultural con talleres dictados por bucaneros y corsarios que se creen el terror de los siete mares… Creo que a eso se refería Bolaño al pensar en el exilio como vida o como actitud ante la vida. Luego agrega: “Literatura y exilio son, creo, las dos caras de la misma moneda, nuestro destino puesto en manos del azar. Sin salir de mi casa conozco el mundo, dice el Tao Te King, e incluso así, sin salir uno de su propia casa, el exilio y el destierro se hacen presentes desde el primer momento. La literatura de Kafka, la más esclarecedora y terrible (y también la más humilde) del siglo XX, así lo demuestra hasta la saciedad”. Vale la penar continuar con el diálogo póstumo y cruzar lo dicho por uno de los otrora tigres con aquel que los castigó con semejante epíteto… y quizá… sólo quizá, dar sentido a esta digresión a medias personal y a medias tributaria de mis lecturas

de ambos autores y la realidad circundante… y por qué no… citar una coordenada clave que Lihn le da a Schopf en una entrevista… Lihn inquiere: Me sitúo entre los trabajadores que se han concertado, sin ponerse de acuerdo en el estilo, para levantar la casa de la poesía chilena. No se vive ni se escribe a la intemperie. Hemos rescatado algunos restos del siglo diecinueve, quizás una hermosa puerta de hierro forjado, antigüedades. Pero todo eso se encuentra en el jardín y en el primer piso: yo trabajo en el tercero y no siempre con compañeros de mi agrado, pero cada cual hace lo suyo. Lo que no puede pedírsenos es que funcionemos como órganos de una determinada tradición estilística, bajo una sola batuta. Basta con una tradición de geniosidad, habilidad y eficacia en un país como éste, culturalmente en pañales: casi una selva, casi un desierto. Un buen refugio para completarlo mañana o demolerlo pasado mañana, eso es todo. Lo que no soporto son los aprendices ineptos, los meros curiosos que circulan por la construcción o esos falsos niños con sus castillitos de arena en el jardín, y los poetastros, los poetas justamente olvidados, los “guaripoetas” Bolaño se pregunta entonces: “¿Merecimos los chilenos tener a Lihn? Esta es una pregunta inútil que él jamás se hubiera permitido. Yo creo que lo merecimos. No mucho, no tanto, pero lo merecimos”. Del mismo modo haciendo la reflexión podemos decir viendo la saturación de cafiches, astros y divas de la literatura circundando hoy y siempre… Merecimos tener al tigre Bolaño… No mucho, no tanto, pero lo merecimos.


LOS GEMIDOS en la vanguardia latino-americana: el legado de pablo de rokha

“No hacía cantos, su acto era su canto, su acto era el canto de su canto, su acto era el canto del canto de su canto, porque no hacía cantos, vivir era cantar, hacer era cantar y justificarse”. Pablo de Rokha. Naín Nómez |Poeta, Profesor Universidad de Santiago de Chile En síntesis, se trata de una obra Nace el poeta Pablo de Rokha el propia tentativa que aspira a una en ruptura con el modernismo 17 de octubre de 1894 en Licantén, trascendencia fáustica: “Yo canto, y el mundonovismo, tanto por Curicó, zona central de Chile y se canto sin querer, necesariamente, su temática totalizadora, la suicida en 10 de septiembre de irremediablemente, fatalmente… reformulación del lenguaje y 1968. Publicó 38 libros y algunos como quién come, bebe o anda y la nueva visión de mundo que de sus inéditos se han editado en los porque sí, moriría si no cantase”. inaugura. Se trata de un gigantesco últimos años gracias a la Editorial No se trata sólo de una actitud esfuerzo por buscar un discurso Lom. Fue uno de los pioneros de lírica, sino que el poema va que se identifique lo más posible la vanguardia latinoamericana, buscando su ritmo interior a través con las contradicciones históricas y aunque santificación canónica de de las reiteraciones y repeticiones, sociales del continente y del país. la época no le fue favorable y método que lo acerca a la épica Al intentar fijar naturaleza , historia sigue siendo leído por unos pocos sin dejar de ser lírica. Esta fusión, y situación desacralizada del ser lectores fieles y esforzados que resultaba problemática para una humano, el poeta hace una escritura lo celebran en antologías y en las crítica que buscaba su ratificación que parece no terminar nunca de autoediciones de sus libros. en los géneros tradicionales. El estructurarse y se disolviera en De las 48 obras publicadas sujeto de Los gemidos, expresa partículas gramaticales reiteradas por el poeta, uno de sus libros continuamente la necesidad de hasta el infinito. Cada nueva obra fundamentales fue Los gemidos reconciliar el universo natural del poeta tendrá en cuenta este publicado en 1922. En su momento con el histórico. Al reintegrarse mismo proceso de liberación del causó extrañeza, asombro e a la materia, el orden natural lenguaje, para luego intentar indiferencia, lo mismo que ocurrió vuelve a hacer sentido por medio ordenarlo estéticamente. con Trilce de César Vallejo. de la experiencia humana del Madurado entre 1916 y 1922, es conocimiento, en donde asume sus Figura única en la historiografía un libro de ruptura no sólo con la contradicciones vitales. literaria chilena y latinoamericana poesía anterior, sino también con La fragmentación de la escritura por su estigma trágico y la poesía que en ese momento se rokhiana en esta obra, tiene una paradigmático, su aspiración escribe en Chile, cuyos cánones se fuerte intención estética, que es prometeica siempre frustrada y representaban en Pedro Prado, la de estructurar un universo en recomenzada, su romanticismo Manuel Magallanes Moure o Víctor formación, pero nunca totalmente barroco, Pablo de Rokha ha Domingo Silva. Sólo la temprana constituido. Los temas son dejado una huella literaria a veces obra creacionista de Vicente multifacéticos (el estiércol, el amor, menos perceptible que la de otros Huidobro, marca un diálogo desde los curas, las plazas públicas, el poetas como Huidobro o Neruda, su óptica afrancesada con el poeta deportista, el box, el automóvil, pero tal vez más enfática, con ese de Licantén. ¿A qué obedece la etc.) y lo mismo ocurre con la énfasis que supo darle a toda su irreductibilidad de Los gemidos? forma de los textos, narrativos, obra y a toda su vida. Por eso el Habría que señalar por un lado, metafóricos, llenos de claves dadas poeta dijo alguna vez: “La batalla su carácter fundamentalmente por las mayúsculas, los subrayados de la vida va perdida desde la panóptico y por el otro, su con negrita, las exclamaciones, cuna y sin embargo, lo heroico es apariencia desordenada y las cursivas, los paréntesis, los ganarla”. O más bien, como señaló caótica, que busca la acumulación asteriscos, los cambios de métrica, en su propio retrato en “Pablo de de imágenes, las cuales se entre otros. De ahí la composición Rokha por Pablo de Rokha” de Los repiten y transforman de manera de mosaico, la falta de un hilo gemidos: “Yo tengo la palabra interminable, como si el texto fuera conductor más allá de un sujeto agusanada y el corazón lleno de una máquina de metáforas infinita. casi arcaico en su transfiguración cipreses metafísicos, ciudades, El único límite que se impone el romántica, pero cuyo ritmo polillas, lamentos y ruidos enormes; sujeto, eje y centro de la poética respiratorio conduce las relaciones la personalidad, colmada de rokhiana, es el que le impone su con el mundo representado. eclipses, aúlla”.

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lores bordadas

Pintura, rayados, escritura callejera chilena

Patricio Rodríguez-Plaza | Pontificia Universidad Católica de Chile La pintura callejera chilena, en donde caben desde los murales políticos hasta el graffiti o el esténcil más postmoderno, nos plantea interrogantes interesantes, así como problemáticas muchas veces inesperadas. La primera (al menos para aquellos que trabajamos en el mundo universitario) es de orden académico, en cuanto a la posibilidad de asumir tal expresión como objeto de estudio, lo que lejos de de ser aceptado, más bien suscita la indiferencia o el franco repudio. Las grandes obras de arte -se suele escuchar- no tienen que ver con estos elementos menores de una cultura, que además en el último tiempo, se ha visto mimada por una postmodernidad que desmoviliza políticamente, haciendo de estas mismas expresiones un sustituto adormecedor de actividades genuinamente movilizadoras. Acá resuena, tanto una cierta izquierda, como una eventual derecha, que reducen tales expresiones urbanas, sea a una mirada que contrae lo expresivo no más que a ciertas de sus manifestaciones, sea a una ilustratividad política que sólo habrían encarnado las tradicionales brigadas muralistas como la Ramona Parra, la Elmo Catalán o la Inti Peredo; cuyas secuelas, por lo demás no han dejado de existir luego de sus tiempos heroicos de los tiempos de la Unidad Popular y la dictadura militar de Pinochet. Un segundo punto se refiere a la percepción ciudadana, la que oscila entre la negación por tratarse de un elemento distractor y hasta disfuncional del orden establecido en la ciudad y por lo cual estas

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manifestaciones son entendidas como vandalismo, o la aceptación por reconocer allí un pasado de luchas y unos retazos de historia poblacional digna de ser admitida en los recovecos de la ciudad. Entremedio de lo cual aparece también la indiferencia o la incomprensión de parte de ciudadanos que no se sienten admitidos debido a los sentidos juveniles y cerrados que muchas de sus manifestaciones exponen como marcas de territorialidades cercadas y definidas. Dicho esto, queda por admitir que tales expresiones forman parte constitutiva de la ciudad; que estas no pueden circunscribirse en exclusiva a una de sus manifestaciones (mural, graffiti, picturograffiti, esténcil, tag), ni tampoco que su análisis puede agotarse sólo en los signos pintados, debiendo agregar una reflexión que se mueva en los ejes históricos y en aquel otro que incorpore el recorrido completo de una experiencia estética totalizadora: signos, espacios, materialidades, recepciones. Y digo bien estética y no artística, asunto que he tratado en otro lugar y que aquí sólo señalo al pasar. La ciudad es hoy en día una red que no sólo se arma desde las coordenadas de lo comunicacional e informático, entendidos como una última etapa de las modernidades. La ciudad es igualmente el espacio tiempo que juega, alude o transfigura las tradiciones artesanales hoy día entrecruzadas con lo popular y lo masivo. Pienso que una expresión y experiencia como la de la pintura, los rayados y la escritura callejera, se ubica hoy entremedio de tales de-

nominaciones ya que se refiere y se entremezcla con varias de estas conceptualizaciones. Como callejeo alude al movimiento sin rumbo fijo, sin una pretensión de transcendencia, aunque más de alguno de sus cultores así lo quiera. Como quehacer manual reivindica lo hecho a mano, lo comunitario o la soledad de la marca y por este concepto la actualidad de los rayados se entrelaza con el trabajo de las brigadas. Pero también la aparición de imágenes feéricas o inspiradas en la televisión o el comic nos indica un carácter que expande lo popular hacia lo mediático, produciendo simultáneamente pertenencia y actualidad. Pertenencia debido a que cualquiera de las apariciones pictóricas o escritutarias de sus manifestaciones nos sugiere una cercanía, una familiaridad que todos hemos experimentado: escribir, rayar, garabatear han sido actividades practicadas en algún momento de nuestras vidas escolares o no escolarizadas. Pero también las pinturas o las escrituras aparecidas en la carnalidad de la ciudad (en sus muros, cielos rasos, baños, buses o pisos) remiten a la experiencia novedosa del zapping, del intertexto informático o simplemente a la exposición televisiva. Que todo esto nos abrume o nos deje indiferentes, no puede, luego, acallar las apariciones formales de este fenómeno, ni tampoco las interrogaciones y las pistas de reflexión que nos proponen sus contenidos en medio de nuestro publicitado Bicentenario.


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uras brisas

Chile-Mugre Enrique Galáz

Beatifícate a la zorra que hace tanto nutre a nuestro Chile-mugre Es santo por derecho su deber está cumplido ¡Se te ocurre¡ ¿El sur mató a los cisnes de supuesta angustia celulosa? Vengaremos a sus plumas… cada una por un hijo de patrón Nuestro dictador rabioso murió envuelto en un pañal de plata Bailamos en su entierro y no dejó ni cripta pa’ mearlo Dos milenios, uno más tardaría en hallar uno solo de sus granos Que me droguen si es mentira que me empañen si me atrevo a olvidar Casi al mismo tiempo que a las momias del Frente Sandinista Descubrí a dios clavado a la uretra de los monos Atravesé rejillas y negrura en el tórax de los sucios Y miré el pasado con el odio del presente en las pupilas

Ilustración Ana Urbain

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uras brisas

Carta al Vicentenario Bruno Lloret Querido Vicente. Te escribo esperando que allá abajo, en tu celda, te dejen recibir correspondencia, sobretodo viniendo de un compatriota. Y es que quién podría olvidarse de ti cien años después de que te lanzaras con tus vítores y alabanzas sobre nuestra centenaria tierra. Hoy tengo el agrado de comunicarle, mi buen, que pasamos el gran Agosto, y le dentramos en tierra firme a los doscientos años de vida republicana ininterrumpida (¿?) (chúpese esa), ocasión especial para casi todos los chilenos. Apenas comenzamos y ya tenemos algunas interrogantes sobre el lomo, como por ejemplo: ¿Por qué es especial para “casi” todos? En parte porque no todos los historiadores concuerdan que el 18 de Setiembre de aquel año tan lejano fuese el año fundacional de nuestra patria, sino que, además, siempre contamos con un par de pajarones que se dedican a todo menos a valorar nuestra tierra heroica. Y aquí algunos me podrían chantar la moto. Sobretodo entre los asiduos a este tipo de publicaciones. “Que la patria no existe, que la patria es un invento.” Etc. Y la verdad es que patria tenemos, y mucha. Esto de ignorarnos me parece el colmo. ¿Cómo ignorar que los que llegaron a limpiar las costas de

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la indiada fuesen andaluces y bravucones de lo peor? Una angosta faja enculada a fuego y aguardiente por los sedientos pordioseros de palacio, cristianos de malasangre, malamuerte sobre nuestros aguerridos araucanos: algunas victorias tuvieron sobre los ladrillos y cañones que amparaban las cruces: Santiago del Nuevo Extremo más de una vez destrozado; mas el tiempo no avanza en vano, y si don Diego se fue con la cola entre las piernas, el desastre no se demora, cae con don Pedro; y si no fuesen los españoles, otro gallo cantaría de igual forma: el mundo tiene que repartirse de cuando en cuando, y a los de estos lares no les serviría no tener oro ni la ausencia de pirámides lujuriosas. La cuestión fue así. Así nomás fue. Qué le vamos a hacerle, dijo el perico. Y se instalaron los guatones con decoro, repartiéndose el calcetín derretido de formas diversas, acá tocó ser el Reyno de Chile, o Capitanía General de Chile, o lo más austral que la cristiandad conociese. Dispuestos nuestros bravos conquistadores a enaltecer a la Corona con tierras, fieles, y más tierras y más fieles, de ahí nace lo que podríamos denominar, ya en la comodidad de estas tempestades posmodernistas, el primer culebrón criollo: una febril telenovela al más puro estilo de la época titulada “La Araucana”. De aquella no sacamos más enseñanza de que los indiecitos, antes de ser pasado

por los sacramentos, eran dignos guerreros. Alabanza a los caídos desde la pluma del verdugo. ¿Qué buenos futuros depararía el destino a este impotente sable, dócil ya de chicha y estancias? La buena patria verá pasear por sus tierras, como una pasarela distinguidísima, allá en el culo del mundo, a los buenos primeros patrones: herencias de cerdos, peonaje, encomiendas, el sufrimiento de los diezmados primeros mestizos, tan atónitos de estos dioses blancos y sus endemoniados corceles como de la rapidez con que fueron despojados de todo: trabajen indios culeados, arriba España. Pero los reyezuelos no quedaron en paz con sus enemigos, más que dueños, habitantes del sur, los últimos vástagos que abrazaban a la dura Pacha Mama insular con amor y respeto. Entonces se pacificó, se fortaleció, se introdujo más pólvora y más muerte. De aquellos días la cosa no ha cambiado mucho. Con pena te cuento, Vicente, que descansas barriga al sol del sétimo infierno, mientras lenguas de lavas te lavan los pies: no hemos cambiado mucho. Los jaguares de Latinoamérica se creen tales. Nuestros líderes penosamente intentan codearse con gente de verdad importante, pero los intentos no son más que fantochadas, sueños del pibe al entrar en la sede de la ONU para discutir temas medioambientales


o de desarme nuclear, ideas innovadoras en la cabeza, hijos del coaching maldito que domina los laburos, todos soñando con tener la semilla de emprendimiento de los jóvenes que antaño se erigieron con Macintosh, hace poco Google, Facebook o el mismo Twitter, a través de los cuales se piden renuncias, se encuentran pruebas de negocios poco transparentados, en fin, se juega a dominar implementos que el resto de la indiada latina no ha logrado divisar siquiera. Los jaguares somos en verdad tristes gatos de puerto, y jugamos, entre la basura apostada afuera de los burdeles, con el maquillaje desechado a ser divas por una noche: no sólo jaguares, sino tigres también, y uno que otro león. Pobre Vicente. Cien años desde que declara el comienzo del creacionismo, cien años en donde nada ha cambiado mucho. Y desde el arribismo de una babel en Sanhattan, de la mano de nuevas directivas recién salidas de las escuelas de administración y una historia maquillada intentamos ser admitidos en Roma. Somos excelentes para recordar: una derrota como el combate naval de Iquique, las colas infernales a las que los bolcheviques nos sometían, lo pésimo que funcionaba el sistema de salud público cuando era el único viable, lo genial de Alessandri, lo bravo de nuestros militares, lo estable de nuestra economía, lo entretenido que es ser chileno. Olvidamos entonces, por ejemplo, que O’higgins era un irlandés (seguramente medio borracho) hijito de don Ambrosio, Virrey de algo grande (porque: ¿Qué éramos

en ese entonces comparados con el Perú?), que apenas si atinaba a concederle la paternidad. Olvidamos que el combate naval no fue sino un gallardo encuentro entre catalanes: Pratt y Grau. Pensamos que Cochrane, Condell y Willow son apellidos típicos de Combarbalá. Olvidamos entonces que fue Su Majestad del Commonwealth quien nos apoyó contra los cholitos del norte mientras les cediéramos la exclusividad del oro blanco. Olvidamos que EE.UU. fue el que ajustició a la Unidad Popular y no los intachables militares chilenos (que, ojo, no son más intachables ni más militares que el resto de los compadres de la región: la oportunidad hace al ladrón). Recibimos con los brazos abiertos a nuestros vencidos padres peninsulares para que se instalasen con Telefónica, sus constructoras y sus servicios de aguas. Olvidamos tanto y tan fácil: Manuel Rodríguez: Guerrillero del Amor. Alberto Hurtado: Noble Santo del Asistencialismo.

Salvador Allende: un loco lindo, medio güeno pal’ whisky. Los últimos quizás no serán olvido sino maquillaje (ya con doscientos años bastante habrá usado nuestra vieja república): nadie habla del Neruda-Winnipeg, nadie lee otros poemas de Gabriela sino son los piececitos de niño, nadie lee las reflexiones sobre la distribución de la riqueza que escribiese el joven Alberto Hurtado: es mucho más fácil quedarse con los premios Nobel, con los poetas de porcelana, pulir hasta el hueso y reformar a nuestros íconos: San Alberto, San Pablo, Santa Gabriela, y así: ¡Colmemos el cielo con estrellas! Todo este delirio, querido Vicente, responde a un asunto clarísimo, y que sería bueno aclararlo de vez en cuando. Los chilenos, más que jaguares, vendríamos a ser la ratita presumida de Latinoamérica: Economía estable (¿Para quiénes?), pujante; gobiernos consolidados en torno a ejemplares procesos electorales, capacitaciones masivas al newdeal empresarial de Chicago y sus secuaces a nuestros castaños

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uras brisas gerentes: un bautismo general: a orillas del río Mississippi: todos los indios sumergidos por los nuevos valores. Somos un país arribista. Si lo analizamos, si vemos a nuestros caudillos trastornados, encima de sus corceles esquizoides, entenderíamos algunas cuantas verdades. A derribar los mitos. Si tanto les gusta la farándula, compatriotas, aquí tienen: Bernardo O’higgins: irlandés y masón.

Guacho,

Arturo Pratt: Catalán, maricón y borracho. Gabriela Mistral: normalista y tortillera.

Nortina,

Pablo Neruda: Insufrible, ególatra y estalinista. Sigamos, sigamos, que la fiesta da para rato, no todos los días un país como el nuestro cumple 200 años. Sobre el asunto de la nueva poesía (o Poesía, si te acomoda más así), querido Vicente, debo comentarte que hemos sido derrotados: la literatura, si bien se ha acabado (ejemplo claro de esto es Bolaño, de quién no se sabe si en verdad era mexicano, catalán o chileno; probablemente sólo un ser humano; pero de todas maneras, la literatura chilena estricta se ha acabado), ha dado paso a algo que sólo algunos pocos, ingenuos y MUY optimistas considerarían creación: Farándula. Y quizás hablamos en vano. Quizás ese neologismo, antaño despectivo, y hoy utilizado como un estandarte tan serio como “Prensa deportiva” o “Efemérides”, es decir, como una carta de presentación, sea, al fin y al cabo, una luz de poesía sobre las nucas enfermas de los

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que siguen leyendo. Quizás lo que hace Pamela Díaz sí sea poesía, es decir, ¿Qué hace tan distinto un poema de Bertoni de una anécdota comentada en algún programilla de mediodía? Quizás por eso es uno de los mejores poetas que siguen vivos y/o siguen pisando tierra chilensis. Quizás por eso no me extrañaría que a algún gerente de Chilevisión le invitara a hacer un programa de opinología junto a Erick Polhammer, el desaparecido Maquieira y el Divino Anticristo. Deberíamos entender a la farándula como lo necesario para un país de cartón como el que hemos estado construyendo hace dos siglos ya. No por nada las medidas destacadas dentro de este marco de celebración serán: Una Bandera Bicentenario, puesta en un mástil de 61 metros, en pleno centro de Santiago. Un Gran Parque de la Ciudadanía, al lado del Estadio Nacional. Un Gran Parque en las riveras de Nuestro Río Mapocho, con un Gran Tramo Navegable. Una Remodelación del Museo Bellas Artes (no vaya a ser porque el MAC está hecho pedazos, muy oportuno el terremoto). Y aquí quiero detenerme en dos puntos, volviendo a lo bueno que somos para recordar algunas cosas y para olvidar otras. Nuestro presidente es el ejemplo más claro: Colocar en el Altar de la Patria a Bernardo O’higgins y a José Miguel Carrera juntos. ¡Júbilo entre las dos escuelas de historiadores! ¡Villa Francia no tendrá motivos para salir a protestar! ¡Qué otro símbolo más

reconciliador que arreglar este asunto, tan presente en nuestras vidas, como lo es la lucha entre carreristas y o’higginistas! (Esperamos también una discreta ceremonia para reconciliar a los oreros y papeleros, otra deuda pendiente en la memoria chilena). Lo comento de paso: ¿Nos olvidamos de los muchachos del ’73? El problema, diríamos, es que ni siquiera hay intento alguno para erigir una estatua a Pinochet en la Plaza de la Constitución, el fascismo de frentón ya murió, lo adecuado: un memorial a las víctimas de la reciente catástrofe, una GRAN (repito: GRAN) bandera del Bicentenario, y por si fuese poco, pasando y pasando: Ley antiterrorista a cambio de la reapertura del Museo Mapuche de Cañete. Y a ver si entre el Windows en mapudungun y el Estado de Sitio logramos poner a nuestras raíces bien lejos, mientras menos se note, mejor: a ver si se cansan, no son más especiales que los onas, diaguitas, Kawashkar y el resto de los muchachos que ya sólo figuran (y muy de vez en cuando) en un recortable del Icarito. Qué quieres que te diga, Vicente. Nada ha cambiado. Cien años son apenas un suspiro para este moribundo rincón del planeta. Los mismos juegan a lo mismo. Aunque quién sabe, don Pedro Montt no pudo asistir a la celebración del centenario por problemas de fuerza mayor… Quién sabe…


CIERTOS DISCURSOS Francisco Ide Wolleter

para escribir el poema de un territorio figurado (tentativo), debiese cambiar antes todo discurso circundante, como el de los taxistas, el tópico aquel de que antes / de que antes / de que antes, el que tanto gusta a los veteranos para quienes -no obstante el formol- la putrefacción es evidente. talvez, propagar la idea de que el presente es el futuro de alguien y el pasado un artificio, una puerta giratoria, una cicatriz tapada con el barro que se junta en las mediaguas durante inviernos en que las calles son ríos estancados los perros cisnes descompuestos la risa un evento del que nos despojan los borrosos canales nacionales un territorio que se pliegue hacia afuera como poliedro, uno en que el cáncer cese de confeccionarnos y las aves no sean remolcadas por la niebla -opresora para los que van de a pie-, sino que sean niebla disipada, alud y desborde de un cielo -que si se mira nos devuelve una imagen como de carta de ajuste o de arcoiris derramadoy el sol no sea una potencia derrocada ni el crepúsculo un ancla que reubica el mar en su descenso y trae, tan solo, el recuerdo de una noche que pareciera una pendeja monstruosa de 17 y el suelo tumba de estrellas descuartizadas patria ideal de siluetas vislumbradas entre el polvo suspendido que el rayo de luz de la tarde deja ver al colarse por las cortinas, cuerpos desvanecidos por el olor del pasto regado tipin 7p.m independiente de la violencia del Estado en los veranos perpetuos que a fuerza de desear instituirá la clase __________, entre autos que suenan sólo en las más densas oscuridades del cerebro, cuando se duermen las más densas oscuridades de noches de temperatura soportable, entre gente que se habla con el silencio del doble cautiverio que significa una jaula con canarios capturados en una fotografía, entre unas cuantas leyes que se aprobarán, por lo menos, en la fantasía de alguien y que harían para este puñado de pura mierda -entre otras cosas: las noches soportables / los días un espejismo / un oasis / un domingo desierto con cerveza, moluscos y tabaco si cambia el discurso si se acaba con esto de que al lugar donde uno vaya se está siempre en la metrópolis y que cuando hablamos de cualquier lugar, nos referimos también a las altas cumbres, a las completas extensiones del territorio y de la aurora, a la más insólita de las profundidades del mar, de la siesta o de la muerte

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uras brisas

Ilustración Francisco Ide

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Meta Relato Cuántico Lee Busel | Magister en Cachi-Pum

Bacterias, engendros, alimañas y seres rastreros, arrodíllense ante mí Virus, salamandras y anfibios están ante su rey El hijo del microbio eterno La indestructible ponzoña, pero hagan cola por que yo no pagaré sus pecados Existencia repleta de nimiedad, llenos de nada, son lo efímero y no existirán más. Ustedes bodrios nacieron para obedecer y creer que son lo más grande Inútiles ciegos ante la verdad, ante mí, su verdad, por que yo soy la magnificencia, la eternidad Y no se percatan. Filibusteros patógenos rogando no pagar una pensión alimenticia, Quejándose en la micro sobre sus desdichadas vidas, su psicoterapia rutinaria, 480 pesos, rozándose en el metro apretados y excitados, unos con otros Se quejan pero les encanta y lo disimulan tan bien Por que les avergüenza o por que les dijeron que les avergüenza o que se tienen que avergonzar Por que para ustedes está el cielo Pero solo si son inmaculados y puros y castos y buenos y si trabajan y si se quejan de cosas que no importan y no se quejan de cosas que importan. Ustedes récenme a mí por ustedes, arrepiéntanse por mí que yo me arrepiento por ustedes Por que me dan pena, por que me dan lástima sus miserables vidas parasitarias Sigan así y el cielo será suyo El paraíso eterno será suyo.

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http://www.multitudenred.org

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FOTO Daniel Aguilera

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