ENCUENTROS Y DESENCUENTROS Parejas de artistas en el arte colombiano

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" El amor no es s贸lo un sentimiento. Es tambi茅n un arte" Balzac

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CAROLINA CONVERS

Sin título, 100x200 cm, 2011

REVELACIONES OCTUBRE 2011

galeria doscasas Calle 2 26A No. 4 - 29 l Bogotá - Colombia l Teléfono (571) 2860209 l www.galeriadoscasas.com


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5 El Poblado - MedellĂ­n (574)266 8526 - 311 354 7844 l www.mundoartegaleria.com l www.fgranada.com


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DAVID MANZUR SAN SEBASTIÁN Y EL MARTIRIO DE SAN SEBASTIÁN ENCUENTRO DE DOS OBRAS MAESTRAS

El martirio de San Sebastián / 2002-2003 / Óleo sobre lienzo / 290x190 cm

LA DORADA - CALDAS

Exposición: Septiembre 1 de 2011

Antiguas bodegas del ferrocarril sector centro La Dorada Con el apoyo de:

La Melissa

Estación de servicio, restaurante y hotel 8

Autopista Bogotá - Medellín, La Dorada, Caldas Teléfono (6)857 3096 Fax 857 1863 lamelissa20040@yahoo.es


San Sebastiรกn / 1984 - 1986 / ร leo sobre lienzo / 300x200 cm

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40 VISIONES

UNA MIRADA PARA LA HISTORIA

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a単os

NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2011


YOLANDA MESA

Amores interrumpidos 70 x 70 cms Óleo sobre lienzo 2011

NICHOLAS SPERAKIS

Cargando a Lucas al frente de un grupo en la calle 85 115 x 100 cms Óleo sobre lienzo 2011

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Tel (571) 6163935 Cel: 312 5826152 / mesayolanda14@hotmail.com / Bogotá, Colombia


Editorial

J

Por Carlos Salas

uan Cárdenas y Mónica Meira conforman una pareja de artistas con 40 años de matrimonio. Fueron fotografiados por Hernán Díaz hace unos años resultando un bello retrato en el que aparecen vestidos con oscuros trajes y sombreros. Mónica mira directamente al espectador y se refugia en Juan ocultando parte de su rostro que asoma una belleza juvenil. Él, con un cigarrillo en la mano, tiene la mirada inclinada, absorta en sus propios pensamientos, mostrándose como un pintor consumado. El aire de esta fotografía despierta distintos sentimientos. La mirada con algo de picardía de Mónica le resta solemnidad. Los trajes que visten pertenecen a un tiempo incierto. Cuando nos ofrecieron esta fotografía para acompañar su artículo, nos sentimos muy complacidos y ellos tuvieron una genial idea: rebuscaron viejos trajes y se vistieron con ellos para retratarse teniendo como fondo la fotografía de Hernán Díaz. El resultado no podía ser más sorprendente, una imagen con la que se puede jugar en el tiempo, con el presente a partir de una mirada franca al pasado y con el futuro como horizonte. Decidimos hacer nuestra portada con esta emotiva fotografía que sintetiza el sentido de la edición número 40 con la que cerramos nuestro ciclo editorial. En ella se crea un paréntesis: el de los años compartidos, el de las múltiples vivencias, el de los hijos, el del trabajo de taller, el de los viajes, las aventuras, las visitas a museos, los aprendizajes, la maestría en su arte y muchas otras cosas que en esta edición el lector podrá ir descubriendo en cada una de las parejas -a través del maravilloso encuentro que se da cuando dos artistas deciden compartir sus vidas-. El absorbente mundo de cada artista se ve confrontado con su vida en pareja, como es el caso de Françoise Guilot quien durante diez años fue la compañera de Picasso. Ella se tomó el trabajo de relatar en un libro las anécdotas, reflexiones e intimidades de su relación, dejándonos un valioso testimonio de una pareja de artistas. Los 40 años que le llevaba Picasso a Françoise, no fueron una barrera para que se comportaran como un par de jóvenes, lo que confirma que si el universo de un artista es tan concentrado, tan apabullador con quienes lo comparten, lo es más aún cuando se trata de una pareja de artistas, donde todo gira alrededor de sus inquietudes artísticas, sus búsquedas, logros y frustraciones generando un universo con sus propias constelaciones. Después de leer y releer estos testimonios de vida en pareja de estos artistas, me percato cada vez más de la riqueza que entraña cada una de estas relaciones y me lleva a pensar que el ideal de una o un artista es tener como pareja a otro u otra artista a pesar de las dificultades que pueden traer sus diferencias. Encuentros y desencuentros. Parejas de artistas en el arte colombiano es una caja de sorpresas. Con ella se cierra MUNDO abriendo mundos. Como epílogo al ciclo de MUNDO ofreceremos en el mes de noviembre la edición especial, Una mirada para la historia. Un número en el que 40 personalidades cercanas a nuestro proyecto, a través de nuestras ediciones, harán un repaso de la primera década del siglo XXI que corresponde a los diez años de MUNDO.

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Revista 40 Agosto 4 de 2011 Director Coordinación general Coordinación editorial Concepto Gráfico Diseño Gráfico Portada Entrevistas Publicidad y mercadeo Comercial Asistente Impresión Distribución

Carlos Salas Tamara Zukierbraum Luz Adriana Hoyos G. MUNDO Andrea Camargo Ayer y hoy, Juan Cárdenas y Mónica Meira, 2011 Luz Adriana Hoyos G. Augusto Restrepo Juan Carlos Castillo Leonardo Torres Zetta comunicadores DIMSA

Fotografía Sergio Trujillo Magnenat y Sara Dávila: Sergio Trujillo Magnenat Fotografía de las obras: Sergio Trujillo Dávila Juan Cárdenas y Mónica Meira: Juan Cárdenas y Mónica Meira Fotografía de las obras: Oscar Monsalve Alfredo Guerrero y Cecilia Delgado: Ignacio Gómez Pulido. Fotografía de las obras: Alexander Magre Fernando Botero y Sophia Vari: Archivo de los artistas Nicholas Sperakis y Yolanda Mesa: Olga Lucía Jordán Diego Mazuera y Elsa Zambrano: Olga Lucía Jordán Francisco Rocca y Gloria Uribe: Olga Lucía Jordán Máximo Flórez y Esther Lopéz: Archivo de los artistas John Castles y Consuelo Gómez: Olga Lucía Jordán Fernando Dávila: Archivo del artista Julia Merizalde: Sebastián Dávila Antonio Sierra y Flor María Bouhot: Archivo de los artistas Luis Fonseca: Olga Lucía Jordán Guillermo Londoño y Diana Drews: Olga Lucía Jordán Saúl Sánchez y Carolina Gómez: Olga Lucía Jordán Alejandro Obregón y Freda Sargent: Archivo de Freda Sargent Diana Fraser y Santiago Riaño: Olga Lucía Jordán Joseph Kaplan y Erika Diettes: Olga Lucía Jordán Angélica María Zorrilla y Catalina Jaramillo: Archivo de las artistas Jose Alejandro Arboleda y Alejandra Nader: Archivo de los artistas Agradecimientos María Cristina Trujillo Dávila Sergio Trujillo Dávila Irene Acevedo Nueveochenta Arte Contemporáneo Galería El Museo La publicación de los textos y del material gráfico de la presente revista ha sido realizada con la plena autorización de los artistas o de sus herederos. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio gráfico, mecánico o electrónico, conocido o por conocer, sin autorización previa y escrita de REVISTA MUNDO. Carrera 5 No. 26A-19 / Tel. (571) 2322408 - 2322467 Torres del Parque - Bogotá - Colombia revistamundo@hotmail.com ISSN 757 1657-8546 Hecho en Colombia


"El mayor placer después del amor es hablar de él" Louise Labé

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS Parejas de artistas en el arte colombiano Editorial Por Carlos Salas El siglo XX y la nueva pareja Por Luz Adriana Hoyos Sergio Trujillo Magnenat y Sara Dávila Juan Cárdenas y Mónica Meira Alfredo Guerrero y Cecilia Delgado Fernando Botero y Sophia Vari Nicholas Sperakis y Yolanda Mesa Diego Mazuera y Elsa Zambrano Francisco Rocca y Gloria Uribe Máximo Flórez y Esther Lopéz John Castles y Consuelo Gómez Fernando Dávila y Julia Merizalde Antonio Sierra y Flor María Bouhot Carlos Rojas y Luis Fonseca Guillermo Londoño y Diana Drews Saúl Sánchez y Carolina Gómez Alejandro Obregón y Freda Sargent Alberto Riaño y Diana Fraser Joseph Kaplan y Erika Diettes Angélica María Zorrilla y Catalina Jaramillo Jose Alejandro Arboleda y Alejandra Nader

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" El amor es una llama que consume y consume porque es fuego, un fuego eterno...mientras dure" Vinicius de Moraes

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El siglo XX y la nueva pareja: dos creadores, dos soledades, dos libertades Por Luz Adriana Hoyos G.

Periodista y Magíster en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana. Investigadora en temas de historia cultural, arte y representación e historia de las mujeres en Colombia.

En los Cuadernos de Malte Laurids Brigge, Rilke escribió: “El amor es la obra suprema de la que todas las demás no son más que preparaciones”. El poeta nos dice cómo el amor complementa la búsqueda de lo absoluto y despierta la capacidad creadora en cada individuo. La unión con el otro es un puente entre dos soledades, dos mundos interiores que construyen uno nuevo. Estas ideas ya esbozaban con claridad lo que sería en el siglo XX la construcción de un nuevo modelo de pareja que no estaba planteado desde la sumisión de una de las partes, ni desde la entrega y pérdida conjunta del uno en el otro y viceversa, sino desde una conversación de dos seres humanos que inventan su propia forma de unión. La biógrafa Hazle Rowley nos muestra a la pareja conformada por Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre como uno de los modelos determinantes: “Al pensar en Sartre y en Beauvoir evocamos la libertad. (…) Como existencialistas, Beauvoir y él rechazaban cualquier concepto de “naturaleza humana”. Como filósofos, desafiaban todas las convenciones sociales. Nadie podía decirles cómo vivir su vida, ni siquiera su vida amorosa. De manera consciente “inventaban” su relación mientras la vivían”(1). Esta visión se dio hacia la segunda mitad de siglo XX y mostró al mundo un ejemplo un tanto racional de lo que significaba la unión de dos individualidades -hay que mencionar que las ideas de una pareja entre iguales se dieron desde los albores del siglo en el mundo artístico-. Estas nuevas uniones pusieron en una misma cesta el arte y el matrimonio. En 1911 aparecieron dos corrientes artísticas una en Múnich y otra en Moscú en las cuales participaron parejas de pintores. Se fundó el Blaue Reiter con el expresionismo alemán, a la cabeza del artista ruso Wassily Kandinsky. En este grupo se encontraban él y su esposa, la alemana Gabriela Münter y los rusos Alexei von Jawleski y Marianne von Werekfine. Los cuatro convivieron y pintaron en la misma casa cerca de Múnich entre 1908 y 1909. La característica principal de estas uniones era la de trabajar juntos, lo cual se vivió en los ambientes de vanguardia europeos, donde las parejas se conocían estudiando en las Escuelas de Bellas Artes. Sin embargo, el matrimonio traía para las mujeres la particularidad de ser eclipsadas por sus maridos, ya que debían estar al tanto de las obligaciones domésticas para favorecer la profesión de su esposo. Muchas optaron por elegir campos que les permitieran una actividad lucrativa como las artes decorativas -es el caso de Robert y Sonia Delaunay y de Hans Arp y Sophie Taeuber-. En Rusia, Mijaíl Lariónov y Natalia Goncharova impulsaron el arte moderno, los dos constituyeron un modelo en el movimiento artístico ruso junto a Alexandr Rodchenko y Varvara Stepanova, quienes desde el constructivismo elaboraron proyectos en compañía. En occidente esta particularidad se muestra en parejas

como los ingleses Vanesa Bell y Duncan Grant, los suecos Isaac Grünewald y Sigrid Hjertén; los mexicanos Frida Kahlo y Diego Rivera y, en Estados Unidos, Yves Tanguy y Kay Sage o Jackson Pollock y Lee Krasner. Aunque estas uniones planteaban una relación igualitaria, no fue del todo cierto ante una sociedad que seguía considerando la condición de “genialidad” exclusiva en la creación masculina. Así le ocurrió a Lee Krasner cuando fue invitada junto a su esposo Jackson Pollock a una exposición llamada Artista: marido y mujer en 1949. Una reseña de este mismo año que publicó Art News bajo el título Man and Wife anotaba: “Existe también una tendencia entre algunas de estas esposas en ‘asear’ el estilo de sus maridos. Lee Krasner (la señora Pollock) toma sus pinturas y esmaltes y transforma sus desenfrenadas, vastas líneas en limpios y menudos cuadrados y triángulos”(2). Comentarios como este impidieron cualquier otra exposición juntos. Lee Krasner se mantuvo a la sombra de su marido y, muchos años después, fue rescatada por historiadoras feministas hacia la década de los 80 que pudieron ver en ella “algo más que la mejor fuente viviente sobre Pollock”(3). Si bien es cierto que esta mirada social mostró el poco reconocimiento de las mujeres artistas en la época, ya se estaba demasiado lejos de situaciones tan dramáticas y desoladoras como la trágica historia de amor que encarnaron los escultores Auguste Rodin y Camille Claudel. En este caso se confinó al aislamiento tan sólo a la mujer. Camille vivió encerrada en un manicomio treinta años, hasta su muerte. Esta experiencia deja ver cómo “vivir para el otro(…)se inscribe en la tradición de abnegación que durante tanto tiempo ha impedido que las mujeres se realizaran”(4). El siglo XX trajo consigo un cambio abismal: moldeó a la pareja como dos personas iguales y reconoció a la mujer en su individualidad. Y es desde el arte que se posibilitó este encuentro. Permitió el descubrimiento interior e hizo posible que se pudiera compartir con el otro a través de una creación conjunta. El siglo lo cierra una pareja enigmática que representa ese ideal de unión: Christo y Jeanne–Claude, quienes crearon obras monumentales y efímeras e inventaron su propia expresión artística. Los Christo fueron una pareja fascinante que trabajó con plena libertad: “Todos nuestros proyectos reflejan una continua presencia de la ausencia”. Estas palabras evidencian cómo la obra hace realidad dos sueños que resultan de un mismo síntoma, una misma pasión, y una urgencia por retar a la inmortalidad. 1. Hazle Rowley, Sartre y Beauvoir. La historia de una pareja. 2. Gretchen T. Munson, Man and Wife, Art News, octubre de 1949. Citado en: Crítica feminista en la teoría e historia del arte. 3. Anne M. Wagner, Lee Krasner como L.K. 4. Florence Montreynaud, Amar. Un siglo de amor y pasión.

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50

años

Sergio Trujillo Magnenat y Sara Dávila

“Mi papá idolatraba a mi mamá, se moría por ella”

En 1935, el pintor colombiano Sergio Trujillo Magnenat realizó la edición única de un libro manuscrito inspirado en el poema Toi et Moi de Paul Géraldy, una obra clásica de la poesía amorosa que el poeta había dedicado a la cantante de ópera Germaine Lubi en 1912. Trujillo Magnenat lo transcribió de su puño y letra e ilustró bellamente dedicándolo a la pintora colombiana Carolina Cárdenas. Sergio y Carolina se conocieron en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá en 1928, cuando la artista regresó de Londres donde había vivido su niñez y adolescencia. Fueron compañeros de estudio y entre ellos surgió una amistad muy cercana que duró 8 años y se vio truncada por la súbita muerte de la pintora a los 33 años de edad. Durante estos años los artistas experimentaron con diversas técnicas. Pero quizás, la más importante labor que realizaron juntos fue la producción de cerámica entre 1932 y 1933 de diferentes piezas como teteras, candelabros, platos y jarrones horneados en la fábrica de tubos de gres Mayólica. Sergio y Carolina organizaron la primera exposición de cerámica artística en Colombia en el año de 1936, ésta tuvo lugar en la Sociedad Colombiana de Ingenieros. Dos meses después la artista murió de meningitis. Debido a esta pérdida Sergio Trujillo Magnenat pintó la obra La muerte y la doncella. Luego el pintor conoció a la también artista Sara Dávila quien se convertiría en su esposa y compañera de toda la vida. Se conocieron como profesor y alumna en la Escuela de Bellas Artes, se enamoraron y más tarde se casaron. El pintor retrató en muchas ocasiones a Sara y le dedicó para el aniversario de sus bodas de oro: El Cantar de los Cantares del Rey Salomón, una hermosa y única edición en la que el artista recreó las escenas de los cantos a partir de bellos dibujos y su propia caligrafía. ¿Cómo comienza la historia de sus padres? María Cristina Trujillo: Mi mamá inició sus estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes y tuvo como profesor a mi papá. Fue cuando comenzó todo. Más o menos en el año 1936. Se casaron en la estación del tren de la Capilla de Cachipay y la fiesta fue en la finca Gaira que tenía mi abuelo José Domingo Dávila Pumarejo. Ellos se casaron y él siguió trabajando en su arte pero ¿qué pasó con el trabajo artístico de ella? M.C.T.: Cuando íbamos a la finca ella hacía acuarelas. Recuerdo que mi mamá tenía una industria de carteras de cuero que vendía en el almacén Camacho Roldán. Pintaba pero no todo el tiempo ya que tuvo muchos hijos, somos seis. Hacia los años 60, cuando los hijos crecieron, mi mamá se dedicó a la cerámica y le iba muy bien. Daba clases, tenía muchas alumnas y vendía las cerámicas en varios almacenes. ¿Cómo era la relación de sus padres? M.C.T.: Era bonita pero a veces conflictiva, aunque mi papá idolatraba a mi mamá, se moría por ella. Ellos estuvieron todo el tiempo juntos. ¿Cuéntenos un poco sobre la vida artística de su padre? M.C.T.: Todo el día trabajaba y cuando yo era una niña, trabajaba junto a mi mamá. Mi mamá hacía muchas cosas como hobbie. Por ejemplo, pintaba la maleta que yo llevaba al colegio y me hacía los disfraces. Alguna vez me hizo un vestido que era un juego de naipes. ¿Hicieron juntos algún proyecto? M.C.T.:No, ellos hacían trabajos independientes. Se acostaban tarde trabajando. A él le gustaba mucho la obra de ella y a mi mamá le fascinaba la obra de mi papá. Todas las mujeres que mi padre pintó en su vida tenían el rostro de mi mamá y algunos diseños que ella ilustraba en la cerámica eran de mi papá. Él también le hizo un libro precioso a mi mamá: El cantar de los cantares. Toda la carátula del libro es repujada en estaño. Lo adquirió para sus colecciones el Banco de La República. SARA DÁVILA: Autorretrato / 1937 SERGIO TRUJILLO MAGNENAT: Retrato de Sara Dávila / 1947 CAROLINA CÁRDENAS: Dibujo / 1933

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Chérie, explique-moi pourquoi tu dis : « mon piano, mes roses », et : « tes livres, ton chien » ... pourquoi je t'entends déclarer parfois: « c'est avec mon argent à moi que je veux acheter ces choses. » Ce qui m'appartient t'appartient ! Pourquoi ces mots qui nous opposent: le tien, le mien, le mien, le tien? Si tu m'aimais tout à fait bien, tu dirais : « les livres, le chien » et : « nos roses ».

Querida, explícame por qué / tu dices "mi" piano, "mis" rosas, / y tus libros, tu perro ... porque / te escuché frecuentemente: / es con mi mismo dinero / que voy a comprar esas cosas. / Lo que me pertenece es tuyo ! / Por qué esas palabras que nos apartan: / lo tuyo, lo mío, lo mío, lo tuyo? / Si tu me amaras mucho, / dirías : « los libros, el perro / y nuestras rosas ». (Extracto del Poema Toi et moi de Paul Géraldy)

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Juan Cárdenas y Mónica Meira

40

años

“El arte ha sido nuestro punto de unión”

Juan y Mónica han tenido una vida inmersa en el arte. Ambos son incansables en su quehacer, de manera que sus días transcurren entre el ejercicio plástico y la reflexión constante sobre la trascendencia de su obra que los confronta con el pasado y el presente del arte. Juntos han compartido 40 años, a través de los cuales han construido una vida intensa que les ha permitido llenarse de experiencias y profundizar en su relación no sólo de pareja sino también de artistas. Los viajes y las estancias en otros lugares como París y Nueva York cambiaron su mirada y enriquecieron su aprendizaje. Estos dos artistas son muy independientes y de temperamentos distintos. Cada uno tiene su taller, un universo propio y muy íntimo, en el que son los únicos testigos de sus creaciones, aunque cuentan siempre con una puerta abierta para el intercambio de opiniones y la mirada honesta del otro.

MÓNICA MEIRA: Abismo / 2001 Montaña negra con llamas / 2006 Piedra roja / 2007 Roca / 2007 Trasteo / 2007

¿Cómo se conocieron? ¿Qué los unió? Mónica Meira: Juan fue mi profesor de dibujo anatómico cuando estaba estudiando Bellas Artes en la Universidad de los Andes. Esto fue en 1969, una época muy agitada en la que estaban ocurriendo cosas singulares. La escuela se encontraba en "El campito", unas construcciones antiguas con ventanas llenas de barrotes ya que había sido una cárcel para mujeres y manicomio; la mayoría de los estudiantes éramos mujeres... Juan Cárdenas: Acababa de llegar de Estados Unidos cuando me llamaron de los Andes para que dictara un curso de anatomía. La mayoría eran alumnas, sólo había dos hombres en la clase. Pensé disecar cadáveres como lo hacían en el Renacimiento y llevé a mis alumnos a la Javeriana en donde había logrado obtener permiso para ello. Encontramos ahí unas tinajas de latón llenas de formol con cadáveres y órganos flotando. Esto causó mucho impacto en las alumnas y algunas se desmayaron. De las pocas que aguantó ésto fue Mónica y pensé: aquí hay madera. Allí nos conocimos y un buen día la invité a cine. Me dijo que no. No le volví a hablar en un año. Nunca más hemos vuelto a pelear. Ya vamos a cumplir 40 años juntos. ¿Cómo es el diálogo entre ustedes desde la cotidianidad y el arte? M.M.: No me imagino una vida diferente a la que he vivido junto a Juan. El arte ha sido nuestro punto de unión, nos hemos desarrollado juntos. No podría visitar un museo con otra persona que no fuera Juan. Pasamos todo el tiempo con la obsesión y fascinación por el arte. Vivimos confrontando nuestras obras con lo que está pasando hoy en día o con lo que pasó en otras épocas. Los dos hemos gozado de hacer esto toda la vida. Nuestros hijos también son artistas. Ustedes han tenido la oportunidad de viajar y vivir en el exterior ¿Qué les han dejado los lugares que han visitado, las ciudades donde han vivido? J.C.: Hace 40 años le dije a Mónica: si te casas conmigo te llevo a Europa y así fue. Nos fuimos dos meses de luna de miel, conocimos París y luego fuimos a Madrid. Esa fue nuestra primera experiencia en Europa. Años más tarde el destino nos llevó de nuevo a París donde estuvimos diez años. Nuestros hijos crecieron allá. Vivir en otro país le permite a uno apreciar las cosas de manera distinta. Una cosa es recibir la información desde Colombia y otra es vivirla en carne propia. M.M.: Años después cuando nuestros hijos estaban por entrar a la universidad decidimos irnos a Nueva York para que estudiaran en la misma escuela en donde habían estudiado Juan y su hermano Santiago. Allá hice un posgrado en New York University que marcó mi carrera de forma definitiva. Estos viajes han sido experiencias increíbles enfocadas hacia el arte. Lo que ha enriquecido el aprendizaje, la profundización y el desarrollo de la obra de cada uno. ¿Cómo los ha influenciado en su pintura este tipo de mirada? M.M.: Cuando uno está en un solo sitio tiene una manera de ver las cosas, pero si se abre la visión hay un cambio en la manera de pensar y eso necesariamente influye en la obra. Las experiencias fueron muy enriquecedoras pero al mismo tiempo muy 19


JUAN CÁRDENAS: New York Academy / 2010 Matrimonio por conveniencia / 2009 Interior abstracto / 2010 Página derecha: Tríptico con mujer desnuda / 2008

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duras. Llegar a un sitio con cierto bagaje pero en donde toca empezar de cero te cuestiona y más aún cuando haces un tipo de arte que va en contravía de la moda. La experiencia que viví en Nueva York fue durísima pero al mismo tiempo muy enriquecedora. J.C.: Te obliga a tomar decisiones muy serias. Por ejemplo en Nueva York en los años 60, la moda era hacer expresionismo abstracto y si no se seguía esa corriente, nadie te tenía en cuenta. Es cuando te cuestionas si te vas a doblegar ante una tendencia de moda. Mi temperamento, mi idiosincrasia no me llevaban a hacer expresionismo abstracto y no me sentía capaz de comprometer mis creencias simplemente para ser reconocido. Hay que tomar decisiones contundentes si uno se respeta como artista. Creo que la historia valora en un artista la manera cómo vio y comentó su paso por este mundo, no como se plegó a las modas. ¿Conversan sobre la obra de cada uno? M.M.: Totalmente. Nos tenemos un respeto muy grande, cuando alguno de nosotros cree que puede ayudar al otro con una crítica la dice. Durante el proceso de las obras no hablamos. No muestro mi trabajo ni siquiera a Juan sino hasta que ya está terminado. Mi proceso es pasional, muy íntimo. Cuando la obra está lista la muestro. Me interesa oír lo que me pueda decir una persona que conoce mi trabajo o a alguien que reacciona espontáneamente frente a mi obra. J.C.: Lo que ha venido ocurriendo en este momento histórico es un cuestionamiento sobre la definición y naturaleza del arte. Nosotros hemos tenido mucha suerte en la familia porque nos podemos criticar, cuestionar y orientar mutuamente confiados en la honestidad de lo que nos estamos diciendo. ¿Cuál es su concepto sobre la obra del otro? M.M.: La obra de Juan me parece extraordinaria. No he conocido a nadie que dibuje o pinte como él lo hace, es un estilo único. Trabaja 24 horas al día, no sale de su taller. Solo permite ver su obra hasta que esté completamente seguro de que la puede ver el público. Es muy exigente, se demora muchísimo en un solo cuadro, puede durar hasta 10 años pintándolo. Es uno de los grandes artistas que he conocido. J.C.: La personalidad de Mónica es muy fuerte, es sui generis y eso se refleja en su obra. No se ha dejado llevar por ninguna moda. Cuando uno ve la obra de Mónica se entiende claramente el mundo que le tocó vivir. Ha influido en mi en muchas cosas aunque no se note. En el siglo XX se planteó que la pintura debía ser plana y no una ilusión tridimensional. Lo que Mónica está haciendo ahora es muy interesante, su pintura siendo totalmente plana, tiene una tremenda ilusión pictórica tridimensional. Es hecha casi al azar, como Jackson Pollock pero sin tirar la pintura sino que la escurre sobre el lienzo, es en parte improvisación y azar y en parte control. Es pintura plana sin serlo. Su obra tiene una cantidad de características muy interesantes que tienen que ver con las ideas que han surgido desde el siglo XX. ¿Cómo es la relación artística entre los dos, se da de igual a igual o han tenido diferencias? M.M.: Sin egos y sin pensar quién es más famoso o expone más. Al contrario, como he admirado tanto a Juan me fascina ver su obra. Me parece que cada etapa de su pintura lo intriga a uno más. La manera de ser de cada uno en ese sentido es muy diferente. Juan no se preocupa por exponer continuamente sino en producir una obra que sea excelente. Yo en cambio, no me demoro años en un cuadro. Juan es mucho más investigativo. Tiene una serie de cuadros que ha hecho sobre la historia de Colombia, es una reconstrucción de lugares y personajes que ya no existen. Mirar la historia entra en los nuevos conceptos del arte. Los dos han trabajado como docentes ¿Cómo ha sido esta experiencia? J.C.: Hay un problema que se presenta al enseñar las artes. Como el arte esencialmente es lo que cada uno tiene adentro para comentar, un profesor no puede tergiversar ese principio en el alumno imponiendo dogmas. Hay que tratar de orientarlo para que comente sus vivencias lo mejor que pueda. Diría que es una enseñanza muy difícil, en comparación, por ejemplo, con las ciencias donde basta con suministrarle la información al alumno. M.M.: Tuve la fortuna de estudiar con los grandes maestros colombianos cuando ellos estaban tratando de desarrollar su propio lenguaje. Eran jóvenes. Me pareció increíble


poder tener cerca todo ese grupo de gente cuando me estaba formando como artista. Por eso pienso que es muy importante que los artistas dicten clase en un momento dado porque es un acto muy generoso. Transmitir lo que se ha aprendido, las técnicas, los errores… realmente es algo muy importante para los artistas y para los alumnos. Darles herramientas para que ellos desarrollen una disciplina. Es importante que un artista experimentado se lo pueda transmitir a alguien que está empezando. ¿Alguno ha sido tema de la obra del otro? J.C.: He pintado mucho a Mónica, no con el fin de retratarla sino como un personaje más que está en el cuadro. Nunca me ha gustado trabajar con modelo porque me aburre mucho tener a alguien en mi taller, es un espacio muy sagrado. En buena parte por eso hago autorretrato. M.M.: A menudo he hecho retratos de la familia y lo he incluido. A veces el entorno de uno se vuelve el modelo. Juan tiene mucho de eso en su obra. Es todo lo que pasa en su taller y en su vida. Yo también lo he hecho. Durante años el retrato fue muy importante en mi trabajo. Todavía lo sigo haciendo. ¿Qué proyectos tienen? M.M.: Acabo de hacer la exposición Piedras en la galería Club el Nogal. Para esta muestra las piedras se salieron del paisaje, se volvieron una instalación. Cada piedra era un universo propio. Me interesaba desarrollar la forma tridimensional junto a la pintura y al dibujo, a manera de grabado. Es la metáfora del camino y de la vida. Tengo varios proyectos de exposiciones para el año entrante, una en grandes formatos también con el tema del paisaje. Por otro lado estoy trabajando en una serie de grabados experimentales. J.C.: Estoy trabajando una serie sobre la historia de Colombia que comprende lugares y personajes que llevo muchos años investigando, tratando de saber cómo eran realmente. Con el modernismo surgió la idea de que la pintura histórica estaba mandada a recoger. Yo no creo en esos sofismas. Lo que yo hago se distancia de la pintura histórica como la entendió, por ejemplo, Jacques Louis David. Lo mío es algo casi arqueológico. Quiero dejarle al país un pequeño legado antes de que todo se pierda. Por eso le he dedicado tanto tiempo. Va a ser una exposición grande en la que se incluyen lugares, pues he estado reconstruyendo aspectos de la antigua Santa Fé anterior a 1810, cosa que me parece fascinante. También me gustaría hacer una exposición de retratos comisionados de personajes de la vida nacional, como Gabriel García Márquez quien me visitaba en mi taller en Nueva York donde lo pinté y Rafael Puyana. No es el retrato común y corriente, es una visión diferente. Aparte de mi obra trabajo en una serie de ensayos sobre arte universal y también, en este momento, en un estudio sobre la obra tardía de Goya.

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37

años

Alfredo Guerrero y Cecilia Delgado “Nuestra vida es una larga conversación”

ALFREDO GUERRERO Retrato / 1978 Desnudo / 2010 CECILIA GUERRERO Nicho / 1997

Alfredo Guerrero y Cecilia Delgado se conocieron en 1964 en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena. Luego de finalizar sus estudios de Bellas Artes en Colombia se fueron a Europa, visitaron Madrid, Florencia y París, estos lugares fueron referente en su carrera artística, ya que Cecilia estudió en la Academia de Bellas Artes de Florencia y en la Escuela Superior de Grabado en París y Alfredo realizó estudios en la Academia de San Marcos en Florencia y en la Escuela de Bellas Artes en París. Actualmente viven en Cartagena. Juntos han compartido muchos años de convivencia y conversación diaria, actividades que se nutren del ejercicio artístico constante y el interés mutuo por enriquecer sus conocimientos en arte e historia. Cada uno tiene su quehacer diario por separado. Ambos afirman que su conversación ha sido de toda la vida. Tanto sus afinidades como sus diferencias artísticas la han hecho más interesante. ¿Qué es lo que admiran de cada uno? Alfredo Guerrero: Su claridad y convicciones. Ella conoce muy bien mi sistema de trabajo. Cecilia Delgado: La firmeza en su destino como artista. Toda su vida gira alrededor del taller. Trabaja constantemente, siempre pensando en lo que está haciendo y en lo que va a hacer. Él está siempre presente en su trabajo y en su obra. ¿Cómo pasan un día juntos? A.G.: Hablando de arte, viendo películas y documentales acerca de la pintura y la historia del arte, visitando amigos, yendo al mar, a las Islas del Rosario y a Barú. C.D.: Cada uno tiene su ritmo cotidiano. Por mi parte tengo otra actividad por fuera de mi taller, enseño pintura a un reducido grupo de mujeres. Me gusta enseñar, es una manera de tener interlocutores, cambiar ideas, esto me refresca. Alfredo sale muy poco, su rutina es más lineal. ¿Cuál es la temática de la obra de cada uno? ¿Se han influenciado o son independientes en su trabajo? A.G.: Mi temática es la figura humana, por consiguiente somos absolutamente independientes el uno del otro en este aspecto. C.D.: Mis temas han sido los espacios, puertas, zaguanes, ventanas y desde hace unos años, la naturaleza muerta. La luz en cada uno de ellos es lo principal, marca el tiempo con una atmósfera de silencio. Es el silencio lo que más me interesa expresar. ¿Qué opinión tienen de la obra de cada uno? A.G.: La pintura de Cecilia es muy rigurosa y limpia. C.D.: Gozo mucho su obra. No he abordado nunca el cuerpo humano, así que es un complemento para mí tener a un compañero-colega que trata el cuerpo humano y me hace ver todo lo que se puede decir a través de él, las implicaciones estéticas y humanísticas que tiene este tema. Es como entrar de visita a otro mundo muy distinto al mío. Me permite ampliar mi sensibilidad. ¿Han realizado alguna obra juntos? A.G.: Nunca. Son temas y soluciones distintas. C.D.: No, nunca. No hay conexión ninguna para esto. ¿Cómo se complementan en la vida y en el arte? ¿Cómo es la conversación? A.G.: Tenemos la misma biblioteca, hemos visitado los mismos países y museos y conocido gente interesante. Hemos podido apreciar obras magníficas y eso genera muchísimas conversaciones. C.D.: Es una larga conversación que tenemos sobre el arte y la vida. De hecho cuando no estamos pintando vemos muchos videos de arte, leemos sobre historia del arte, analizamos y escudriñamos en qué consiste esta larga historia, puesto que este tema renueva, confirma y enriquece nuestro trabajo. ¿Cuáles son sus encuentros y afinidades, los desencuentros y diferencias? A.G.: Indudablemente que tenemos afinidades, desencuentros y diferencias, lo importante es cuál de los dos esgrime argumentos que convenzan. C.D.: Hay diferencias evidentes en la obra ya que tenemos temas diametralmente distintos y afinidades en el fondo, tenemos preocupaciones humanísticas iguales, también compartimos la misma idea estética al tocar nuestros temas. Temperamentalmente somos muy distintos.

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Fernando Botero y Sophia Vari “Disfrutamos de la misma pasión”

Juntos son una pareja excepcional. A los dos los caracteriza una fuerte personalidad y una entrega total a su obra. Han sabido llevar una relación en la que no hay egos que se confronten, resultado de un entendimiento mutuo y del amor que se han tenido durante 36 años. De nacionalidades distintas, ella griega y él colombiano, no han tenido desencuentros ya que, como lo afirma Sophia: "La mentalidad griega y la colombiana son muy parecidas". No trabajan nunca bajo el mismo techo y disfrutan de la misma pasión: el arte. Los dos están conscientes de que su obra son dos mundos distintos. Él habla desde la figuración y ella desde la abstracción, pero esto no ha sido un inconveniente para el diálogo que siempre han tenido sobre sus procesos creativos: “Cuatro ojos son más que dos” afirma Botero acerca de lo útil que ha sido escucharse mutuamente. 24


36

años

“El secreto está en Sophia” Conversación con Fernando Botero

¿Cómo se conoció con Sophia y cómo ha sido esa convivencia entre dos artistas? Nos conocimos en una comida en París y como era artista y muy guapa me interesé por ella. Así empezó nuestra relación y llevamos 36 años de muy buen entendimiento. Ella era pintora pero todavía sin la vocación y entrega total al trabajo que tiene hoy en día. Su actividad se diluía entre la vida social y su arte. Hoy en día es una persona que está totalmente dedicada a su obra, ha hecho muchas exposiciones importantes. Ahora tiene una gran exposición de escultura monumental en Madrid y va a exponer este año en Londres y Basilea. Aunque ella hace una obra abstracta, esto no nos causa problemas porque nos gusta el arte de gran calidad. Ella disfruta de la misma manera que yo viendo a los grandes maestros. ¿Cuál es el secreto de estar juntos tantos años? El secreto está en Sophia. Es una mujer refinada y es un privilegio estar con ella. Disfruto muchísimo de su compañía. ¿Sophia ha sido en algún momento tema para sus obras? He pintado siete retratos de ella, grandes, importantes. Los tenemos colgados en la sala de la casa en París. Ella está muy orgullosa de haber sido mi inspiración y mi modelo tantas veces. En cuanto a esa relación con el arte ¿Cómo es la comunicación y la experiencia compartida entre ustedes? Me encanta mostrarle a Sophia las obras que voy haciendo. Ella me hace comentarios muy útiles, cuatro ojos son más que dos. Yo también le hago comentarios sobre sus obras. No trabajamos nunca bajo el mismo techo. Cada uno de nosotros tiene su estudio y por lo menos una vez al mes Sophia viene a ver mis obras y yo voy al estudio de ella. ¿Sophia y su arte lo han influenciado? No, porque ella es abstracta. Ni yo a ella, porque es imposible que un pintor figurativo pueda influenciar a alguien que hace abstracción. Son dos mundos completamente distintos. Analizo su obra como si fuera la de una artista completamente extraña para mi. ¿Qué le gusta a usted de Sophia? Es una mujer inteligente y muy divertida. Tiene una manera de mirar las cosas con perspicacia y analiza muy bien las situaciones. Es una delicia tener un diálogo con ella, en las reuniones es la persona que más habla y que hace reír a todo el mundo. La veo como una persona excepcional. Pienso que en las parejas de artistas son muy importantes los viajes, ¿Cuáles han sido los viajes que han realizado? ¿Cómo los han enriquecido? Imposible que yo haga un viaje a tirarme en la playa, nunca lo hago. Todos mis viajes tienen conexión con mi trabajo o con un interés cultural. Prácticamente hemos estado en todo el mundo, en donde hay grandes museos y una cultura importante. Hemos ido a India, Japón, Singapur, China, a toda Europa y América Latina. Recientemente fuimos a Budapest con motivo de una exposición mía y en Octubre vamos a ir a Viena. Siempre me piden que vaya a las inauguraciones, aunque cada vez me divierte menos, lo sigo haciendo. ¿Y ahora qué está planeando con su obra? ¿Cuáles son sus proyectos? Hice una serie de 40 óleos y 50 dibujos sobre la Crucifixión que voy a exponer en Nueva York en octubre. También me llegó una carta de invitación formal del Vaticano invitándome a exponer estas obras, pero no se ha concretado la fecha. Es muy complicado comunicarse con los Cardenales. ¿Usted qué piensa de la obra de Sophia? Es una pintora muy seria con una obra de formas y colores fantásticos. Una abstracción muy bien hecha, con un gran refinamiento. Soy crítico de la abstracción, considero que es un arte incompleto. En el arte se tiene que ir más allá del color y la forma. Aceptando que la abstracción es decorativa me gusta la obra de De Kooning , Klein, Mondrian y la de Sophia.

FERNANDO BOTERO: Naranja / 1977 Ladrón / 1980 El zurdo y su cuadrilla / 1987

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“Disfrutamos de la misma pasión” Conversación con Sophia Vari

¿Cómo fue el encuentro con Fernando Botero y cómo se han mantenido juntos tantos años? Nos conocemos hace 36 años. Siempre digo que me gustaría contar una historia distinta, pero simplemente nos encontramos en una cena de amigos en París. No es algo muy original pero así ocurrió. Una relación entre dos artistas puede ser o algo terrible por el ego de cada uno o al contrario, puede ser maravilloso y esto último es lo que pasa con nosotros. Desde el principio él, siendo un artista tan grande, se comportó como si yo fuera del mismo nivel. Esto ha hecho que nuestra relación sea excepcional. Hablamos de arte todo el tiempo, es lo principal en nuestra relación. ¿Cómo es esa conversación? Llena de amor. En ella hay inteligencia, tolerancia y un espacio para cada uno. También influye que llevamos el mismo ritmo de vida. El ritmo es todo en la vida. ¿Qué los une? Disfrutamos de la misma pasión, trabajar todos los días… nunca pensar en vacaciones. No importa que no estemos en el mismo nivel como artistas. El maestro Botero es un artista colosal al que conoce todo el mundo. Yo soy una buena artista, no más. ¿Qué le gusta a usted de Fernando Botero? Todo. No llevaríamos juntos tantos años si no fuera así. Es una cuestión de afinidades, somos igualitos. En cuanto al arte, los dos tienen estilos muy distintos ¿Fernando Botero la ha influenciado en su obra? Totalmente. Con él entendí lo que era verdaderamente el arte. Me enseñó en pocos años lo que me habría tomado dos vidas enteras aprender. ¿Cuáles son sus proyectos actuales? Tengo una exposición en Madrid de 15 esculturas monumentales. Estas mismas esculturas las exhibí en Montecarlo, París, Mónaco y también en Italia. En junio tengo una exposición en París cuyo tema es Grecia, mi país está pasando por un momento muy difícil, siento una pesadumbre muy grande con lo que ocurre allá. Expondré mis joyas en la feria de Basilea, en octubre realizaré una exposición de joyas, esculturas y pinturas en Londres y después realizaré otra exposición en Nueva York. Ustedes dos son de culturas diferentes ¿Cómo se entienden esas culturas, la griega y la colombiana? A mí me parece que Grecia y Colombia son la misma cosa. Para empezar, la mentalidad griega y la colombiana son muy parecidas. La comida y la manera de vivir son las mismas. Cuando fui a Colombia por primera vez con el maestro, él trataba de explicarme y yo le decía: "No vale la pena que me expliques nada, me siento en casa". Me siento colombiana de corazón, espero todo el año el momento de regresar a Rionegro. Me gusta la arepa, el aguardiente, el ají que adoro y sus maravillosas montañas. ¿Cómo son sus encuentros y desencuentros, esas diferencias que existen entre ustedes y las afinidades? No tenemos desencuentros, hacemos totalmente la misma vida. Tenemos amigos que queremos mucho. No nos gusta llevar una vida social agitada porque nos cansa y la energía no es la misma de la que teníamos a los veinte años, por eso toda se debe poner en el trabajo. ¿Qué es lo que admira de la obra de Fernando Botero? Pienso que es el artista más importante del momento porque tiene un estilo y un mundo tan definido que es excepcional. Su técnica, su manera de pintar, de dibujar tiende a la perfección.

FERNANDO BOTERO: Mujer cayendo de un balcón / 1994 Autorretrato / 1994 Gente de circo / 2007

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SOPHIA VARI: Tango / Paseo de La Castellana, Madrid / 2011

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Nicholas Sperakis y Yolanda Mesa

36

años

“Tenemos dos filosofías de vida distintas”

Se encontraron por primera vez en Nueva York. Yolanda visitó el taller de un amigo griego de Leonel Góngora, Nicholas Sperakis, y desde ese instante quedó impresionada con su obra. 1982 fue el año en el que comenzaron la aventura de compartir juntos la vida. Su hogar ha estado entre dos ciudades: Nueva York y Bogotá. Cada ciudad está presente en la obra de cada uno, para Yolanda existe una constante reminiscencia de su vida en Nueva york, lo cual plasma en sus pinturas; para Nicholas, Bogotá es fuente de inspiración, la ventana de su taller le entrega al ojo de este artista, una variedad de temas. El éxito de su relación ha sido la independencia que han tenido en la vida artística, aunque tienen el mismo taller, los espacios de trabajo están separados; su acuerdo es no hacer comentarios y críticas de la obra del otro. En su vida cotidiana comparten el gusto por la música, el cine, el teatro y el arte. ¿Cómo se conocieron? Yolanda Mesa: Fui a vivir a Nueva York en 1982. Era muy amiga del artista Leonel Góngora y un día él me propuso que llamáramos a Omar Rayo porque me lo quería presentar. Lo llamó pero no nos pudo recibir porque ya tenía un compromiso. Entonces Leonel me dijo que iba a llamar a su amigo griego, Nicholas. Lo llamó y le dijo que íbamos a ir a visitar su taller y que luego nos iríamos a cenar a un restaurante español. Conocí el estudio de Nicholas y me impresionaron sus trabajos gigantes en madera y sus pinturas. Me enamoré primero de su obra. Después salimos a cenar y Nicholas me pidió el teléfono porque yo en ese momento estaba buscando un espacio más grande para taller y vivienda. Bajo ese pretexto me siguió llamando y empezamos a salir. Él me animaba mucho en mi carrera, yo era más joven e insegura porque no conocía Nueva York como Nicholas que había nacido allá. Apenas llevaba dos meses en esa ciudad cuando lo conocí y empecé a estudiar gráfica. Nicholas me abrió los ojos y me enseñó el mundo del arte, la cultura y los museos. Un día me propuso que fuera a vivir a su estudio. Me dijo que tenía suficiente espacio, que allá podría poner mi caballete. Así fue como empezamos a compartir la vida sentimental y artística. Trabajábamos en espacios contiguos. A pesar de eso cada uno era muy independiente, ni él me influenció a mí con su obra ni yo lo influencié. En aquella época mi tema eran los bañistas y Nicholas hacía un trabajo expresionista. ¿Qué impresión tenían de la obra de cada uno? Y.M.: Me encantó. Él tenía grabados, maderas y pinturas muy grandes, muy fuertes y expresionistas. Eso me llamó mucho la atención en la obra. N.S.: Muy positiva. Es una pintura figurativa original. ¿Qué les gusta de cada uno? Y.M.: La honestidad. Es una persona íntegra ciento por ciento. No miente, no daña a nadie. Es lo que es. Su vida gira alrededor del arte. N.S.: Es muy inteligente y práctica. Abierta a entender la vida de los demás. El tema de los viajes es especial en la vida de algunas parejas de artistas. ¿Han viajado juntos? Y.M.: Sí, muchísimo. Nos casamos en febrero de 1983. En ese momento el primer viaje que hicimos fue a una región muy bella de Masachussets y luego viajamos a México, donde cada uno de nosotros hizo una exposición en el Museo del Chopo de la UNAM. Viajamos por todo México. También fuimos Europa. Nuestros viajes siempre han tenido que ver con el arte, lo cultural es lo fundamental. ¿Cómo son esos encuentros y desencuentros que han tenido? ¿Desde el punto de vista artístico, cuáles son esas diferencias? Y.M.: Somos muy distintos. Nos hemos ido amoldando el uno al otro. Desde que me casé hace 28 años he ido aprendiendo nuevos gustos gracias a Nicholas. Gracias a él ahora aprecio la música de modo diferente. Tenemos dos filosofías de vida distintas. Una es la de la música, visitar museos, ir al teatro, esto lo compartimos mucho. La otra es la de la vida práctica en la que somos muy diferentes. Para mí la vida hay que disfrutarla en los momentos más simples y 29


elementales. Para Nicholas, en cambio, es más importante todo lo que tenga que ver con la cultura. ¿En algún momento, algunos de los dos ha sido tema de la obra del otro? Y.M.: Solamente una vez hice un autorretrato a partir de una foto donde estamos los dos cargando a nuestra hija y algunos retratos a lápiz que hice de él. N.S.: Sí claro, desde la imaginación y la memoria, en grabado, en muchas imágenes de mis pinturas y xilografías en madera. Estos retratos son una interpretación simbólica de Yolanda. ¿Alguna vez han hecho alguna obra juntos? Y.M.: No. Pero si hemos expuesto juntos por lo menos veinte veces. En el Museo de Arte Moderno de Cartagena, en el Museo Bolivariano de Santa Marta, en la Pinacoteca de Barranquilla, en la Cámara de Comercio de Medellín. En la galería Sextante y Casa Negret, entre otros. ¿Y en estas exposiciones han trabajado una temática en especial? Y.M.: Desde el año pasado que expusimos en el Museo Bolivariano de Santa Marta y en la Pinacoteca de Barranquilla trabajamos una temática que se llama Visiones urbanas. Es la misma temática, pero cada uno la interpreta de manera muy distinta. Nicholas retrata lo que él ve desde la ventana del taller. Lo mío es una reminiscencia de Nueva York con algunos elementos de Bogotá. ¿Por qué tomaron la decisión de volver a Colombia? Y.M.: Creo que fui yo quien decidió. Volvimos hace seis años. Yo llevaba 23 años viviendo en New York en donde realicé varias exposiciones y Nicholas era muy conocido. Pero me dio nostalgia por mi país, sentí que debía empezar a hacer cosas aquí. Arrastré a Nicholas y a mi hija y llegamos a Colombia. ¿Nicholas extraña Nueva York? N.S.: Extraño las instituciones culturales, los museos, los festivales de cine, teatro, arte y música. Todo el movimiento contemporáneo. A mis amigos artistas, escritores, compositores, músicos. Lo que no extraño es la transformación del Nueva York reciente, de los nuevos ricos, los grandes bancos y multinacionales, los inmensos edificios. No tiene la identidad cultural que tenía antes. Se ha vuelto una ciudad muy impersonal. En los años 60 y 70 era una ciudad más manejable. ¿Cómo es un día en la vida de los dos? Y.M.: Preparamos café en la mañana y después cada uno hace sus cosas. Somos muy independientes. Doy clases, voy al taller a pintar, luego llega Nicholas hacia el mediodía. A él le encanta quedarse hasta las 7 u 8 de la noche, pero en cambio, yo salgo más temprano. Nos gusta mucho leer, escuchar música, ver las noticias internacionales por televisión y reunirnos con nuestros amigos en eventos culturales. Hay algo importante que ha hecho que nuestra relación haya durado tantos años y es que tenemos una regla desde que nos casamos: no criticamos, ni hablamos de la obra del otro. Creo que si lo hubiéramos hecho no estaríamos juntos. ¿Qué le ha enseñado Nicholas en la vida y en el arte? Y.M.: A seguir adelante a pesar de los problemas. Cuando he querido colgar la toalla, Nicholas me ayuda a seguir. ¿Qué le ha enseñado Yolanda? N.S.: A ser más diplomático con la gente. A volverme más práctico y disfrutar de las pequeñas cosas. ¿Qué viene ahora en la obra de Yolanda y Nicholas? Y.M.: Nicholas sigue trabajando el tema de visiones urbanas, que son las imágenes que va recolectando de lo que ve desde el taller: los vendedores de frutas, los vendedores ambulantes, etc. Yo estoy trabajando ahora el tema de los amores sagrados, que son las fantasías entre personas de una comunidad religiosa. Dentro de mis exposiciones tengo una invitación para participar en el evento JUANNIO 2011, una exposición-subasta en el Museo de Arte Moderno Carlos Mérida de Guatemala, en el mes de Junio.

YOLANDA MESA Amores sagrados / 2011 Amores sagrados / 2011 Amores interrumpidos / 2010 Amores interrumpidos / 2011

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Yolanda: "Siempre tuve la certeza de que mi compañero de vida iba a ser un artista. No sentí nunca que viviría con un economista, médico o dentista, posiblemente porque no habría tenido mucho de qué hablar y compartir. No me imaginaba hablando de números o estómagos, pero sí de Van Gogh, de colores, de formas y composiciones. Cuando conocí a Nicholas en el año 1982 en Nueva York, fue en su taller-hogar en Chelsea, en un loft en donde se respiraba arte por todas partes, no sólo por el olor a trementina, sino porque cada rincón tenía su presencia, con xilografías de gran formato, pinturas grandes y medianas, libros de arte y afiches de exposiciones pasadas. Para ese entonces yo era una artista joven, había vivido y estudiado durante dos años en Madrid y seis meses en París. Recién llegada a Nueva York siendo estudiante de grabado en Pratt Graphic Art Center me sentía un tanto asustada con la ciudad. Como mi plan de estudios era de sólo un año, quería sacarle todo el provecho posible, visitar museos, galerías, conocer el mundo del arte en una ciudad de dos mil galerías. Conocí a Nicholas a través del artista Leonel Góngora, un muy buen amigo mío, el cual había conocido un año antes en una exposición colectiva en Medellín, llamada El Desnudo. Cuando viajé a Nueva York, Góngora me presentó artistas latinoamericanos, como Rodolfo Abularach, Omar Rayo y por último “el artista griego”, como llamaba Leonel a Nicholas en ese entonces. A partir de ese momento comenzamos a compartir nuestro tiempo visitando los maravillosos museos de Nueva York, y a la vez conociendo otros artistas. Cada vez me familiarizaba más con el ambiente artístico neoyorquino de los años 80. Participé en muchas muestras de arte latinoamericano, y casi siempre manejábamos grupos muy diferentes en el campo artístico. A partir de 1984, en nuestro primer viaje a Colombia juntos, comenzamos a vincularnos en el campo artístico en varias ciudades con exposiciones, talleres y conferencias en el Museo de Arte Moderno de Medellín, Cooperartes de Bogotá, Museo Rayo en Roldanillo y otras instituciones. En ese momento se nos abrieron dos mundos diferentes, Nueva York y Bogotá. En el primero, viví durante 23 años con interrupciones, para luego regresar a Bogotá hace seis años con nuestra hija maravillosa, Constanza".

NICHOLAS SPERAKIS: Vista cercana de peatones en la calle 85 junto a una paloma gigante / 2011 Joven en frente de vendedores de frutas con su copa de vino / 2010 Cargando a Lucas al frente de un grupo en la calle 85 / 2011

Nicholas: "Este es el relato de mi vida como artista junto a mi esposa la artista colombiana Yolanda Mesa: Nos conocimos a fines de Septiembre de 1982 un domingo en la tarde, después de un inusual huracán en Nueva York. Nos encontramos en mi taller-hogar, un loft en el corazón del barrio Chelsea. En esa tarde memorable, fuimos presentados por mi viejo amigo, el artista Leonel Góngora, miembro del grupo Rhino Horn del cual yo formaba parte. Yolanda y yo vivimos durante muchos años juntos compartiendo taller y hogar, sin embargo siempre mantuvimos nuestros espacios separados e independientes el uno del otro, tanto en Nueva York como aquí en Bogotá. De cuando en cuando nos visitamos y admiramos nuestro trabajo, pero nunca nos enfrascamos en críticas. Mi conexión con el Arte Latinoamericano comenzó en el año 1965, cuando conocí el artista chileno Juan Gómez Quiroz en Pratt Graphic Art Center, período en el cual la comunidad artística Latinoamericana era bastante grande. Más adelante conocí a Fernando Botero, y luego, durante una ceremonia en el auditorio de The National Academy and American Institute of Arts and Letters en Nueva York, conocí a Leonel Góngora, en una ocasión en la que cada uno recibió un premio. Hablamos sobre mis planes de visitar México y conocer más de cerca su arte contemporáneo y la Cultura precolombina. Durante esa visita, Góngora me invitó a su residencia en México, en la Zona Rosa presentándome un grupo de artistas, miembros del Salón Independencia, llamado el grupo Los Interioristas. Estos artistas eran Arnold Belkin, José Luis Cuevas, Francisco Corsas, Icaza, Rafael y Pedro Coronel, Arnoldo Cohen y otros artistas importantes. En 1984 Yolanda me presentó el aspecto mágico y majestuoso de Colombia desde el punto de vista visual, durante nuestro primer viaje juntos. Luego de idas y venidas y de estadias largas y cortas, decidimos radicarnos en Colombia en 2005. Siento una fascinación por el arte, la literatura, la arquitectura y el teatro contemporáneo de este país. En 1990 nació nuestra hija Constanza, maravillosa y creativa". 31


36

años

Diego Mazuera y Elsa Zambrano

“El diálogo entre la obra y la cotidianidad se convierte en un instrumento” Han convivido muchos años, en los que se han complementado en el arte y la vida cotidiana. Tienen temáticas, estilos y técnicas distintas por lo que afirman que por esta razón es muy difícil influenciarse. Actualmente cada uno tiene su taller y de esta manera cada día trabajan en su propia búsqueda. ¿Cómo se convirtieron en pareja?¿Cuánto tiempo llevan juntos? Diego Mazuera y Elsa Zambrano: Nos conocimos en los talleres de pintura y grabado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Llevamos juntos tanto tiempo que nuestros hijos ya tienen 25 y 30 años. Desde que empezamos a imprimir en la misma prensa disfrutamos compartiendo el trabajo, la familia y los días. ¿Cómo pasan un día juntos? D.M y E.Z.: Los días los pasamos trabajando cada uno en su propia búsqueda y en su propio taller. Compartimos la cotidianidad. ¿Cuál es la temática de la obra de cada uno? E.Z.: Me inspiro en el concepto del coleccionista, en generar significados propios a partir del acto de buscar y encontrar objetos y referentes culturales. D.M.: Me baso en la investigación de las huellas que va dejando la tierra en el espacio. Y por esta razón el trabajo se convierte en una obra multitemática. ¿Alguna vez han sido temática de la obra del otro? D.M y E.Z.: Con tanto tiempo juntos, es inevitable la apropiación de gestos específicos de la obra de uno y del otro, pero esto ha pasado en muy pocas ocasiones. ¿Cuál es el concepto que tienen del otro como artista? D.M y E.Z.: De absoluto respeto y admiración. ¿Cómo es esa conversación entre el arte y la vida cotidiana? D.M y E.Z.: Hablar de arte es hablar de la vida cotidiana, somos un reflejo del acontecer social. El diálogo entre la obra y la cotidianidad se convierte en un instrumento, que se usa en el trabajo y en las inquietudes intelectuales de cada uno. ¿Cómo es esa relación desde el arte, se influyen, se hacen comentarios sobre la obra? D.M y E.Z.: Es difícil influenciarnos porque las obras son muy diferentes en cuanto a temática, técnicas y estilo, pero deben haber algunas coincidencias subyacentes. En la convivencia es natural que hagamos comentarios sobre la obra de cada uno. ¿Han creado obra en compañía? D.M y E.Z.: En la vida hemos creado un mundo, pero nunca una obra en compañía. ¿Qué viene ahora en el campo artístico de los dos? D.M y E.Z.: Elsa está trabajando en una serie con el tema de la colección de objetos específicos y Diego continúa en la búsqueda de todas las posibilidades tanto técnicas como abstractas, de los temas que se propone periódicamente.

ELSA ZAMBRANO: Relaciones peligrosas 1 / 2011 Relaciones peligrosas 2 / 2011 Relaciones peligrosas 3 / 2011 DIEGO MAZUERA: Segmentos del asteroide Apofis 1 / 2011 Segmentos del asteroide Apofis 2 / 2011 Segmentos del asteroide Apofis 3 / 2011

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Francisco Rocca Lynn y Gloria Uribe

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años

“Hemos sabido compartir y ser independientes”

Una vez finalizaron sus estudios de Bellas Artes en la Universidad Nacional, Gloria y Francisco partieron a un largo viaje por Suramérica que finalizó en París, ciudad que los acogió con todas las ilusiones e ideas que llevaban en sus maletas dos jóvenes artistas con muchísimos deseos de desarrollar su carrera artística y sus sueños de pareja. En París compartieron un hermoso taller y contaron con la fortuna de tener buenos amigos que los ayudaron a establecerse en el ambiente cultural. Fue en esta ciudad donde fluyeron sus creaciones, sus nuevas ideas y proyectos.

Gloria:

"Conocí a Francisco en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional; yo como estudiante de Diseño Gráfico y Francisco, joven pintor recién graduado y con tanto talento que sus obras lograban no solamente mi admiración sino también la de sus profesores y de los jurados en los Salones Nacionales y Bienales Internacionales. Después de que Francisco hubiera ganado dos Salones Nacionales, uno de los cuales era una bolsa viajera y el otro viajar a París por dos años, resolvimos casarnos y conocer Suramérica. Conocimos tantos artistas, visitamos tantos talleres, vivimos tantas aventuras que, cuando llegó el turno de París, ya teníamos un morral lleno de ilusiones y de ideas. Una vez en París, el entorno artístico fue favorable gracias a nuestros amigos Darío Morales, Luis Caballero y Pedro Moreno que nos vincularon con Fernando Botero, Emma Reyes, Eriberto Cogollo y Gregorio Cuartas. Poco tiempo después, llegaron: Antonio Barrera, Saturnino Ramírez, Gustavo Vejarano, y otros artistas más, formando un verdadero grupo, solidario pero independiente. Mi desarrollo artístico fue diferente, quería especializarme en dibujos animados y, poco a poco, mis ilustraciones se convirtieron en paisajes imaginarios. Bajo el ojo a veces condescendiente y a veces crítico de Francisco y de mis amigos, presenté mis trabajos en la Galería Bénézit (situada en la Rue de Seine) que me hizo encontrar un sentido y un valor real a mi trabajo. En París, compartimos nuestra vida de artistas en un formidable taller, espacioso y lleno de luz. Los trabajos de Francisco, sus óleos, sus grabados, su dibujo y su línea, siempre me han llenado de admiración. Por mi parte, yo sigo con mi mundo particular del real imaginario".

GLORIA URIBE: El espantapájaro / 2000 FRANCISCO ROCCA: Mujer 2 / 2007 Tacones en verde / 2009

Francisco:

"Nuestro encuentro fue en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional. En los últimos semestres para mí era vital encontrar un taller en Bogotá, lugar indispensable para desarrollar mi trabajo y tener independencia. El maestro Antonio Roda me llamó para que diera clases de dibujo en la Universidad de los Andes donde él era Director de Bellas Artes. Esto me permitió ahorrar un dinero y junto con Gloria y Saturnino Ramírez resolvimos alquilar un gran espacio en la calle 20 con carrera 12 donde ya el maestro Giangrandi tenía su taller. Gloria y yo nos quedamos con el taller pues Saturnino se fue para Medellín. Luego hicimos un viaje por Suramérica y terminamos en París, donde pudimos reposar de la correría y nacieron Sebastián y Lorenzo. El trabajo artístico fue en aumento una vez nos establecimos en París; la alternancia entre la pintura, el dibujo y el grabado han constituido para nosotros fuentes de renovación creativa. Gloria ha reafirmado sus inspiraciones evocativas de una América imaginaria y fantástica. Yo trabajo diferentes temas como la figura humana, paisajes, objetos, espacios. Con Gloria hemos sabido compartir y ser independientes en nuestro taller y trabajo. La experiencia en hacer obras compartidas la realizamos con éxito cuando, para los 500 años de América, fuimos invitados por el crítico chileno Miguel Rojas Mix a realizar tres pinturas murales en España en las ciudades de Cáceres, Badajoz y Aldea Centenera. Participaron también los artistas argentinos Carpani, Luis Felipe Noé y el chileno José Balmes. Los planes de trabajo continúan y siguen siendo los mismos, tenemos exposiciones en Europa y queremos traer la obra a Colombia que es nuestro país y punto de referencia ya que es aquí el lugar de nuestras raíces". 35


Máximo Flórez y Esther López “Nos une el amor y la pasión por el arte”

Máximo y Esther llevan juntos 34 años. Viven en Bucaramanga en una casa-taller en la que comparten su vida cotidiana y artística. Tal y como lo afirma Esther: “Primero que todo nos une el amor que nos profesamos, el amor por los hijos y los nietos, la pasión por el arte, la naturaleza, la música y la cocina”. Los dos han tenido una conversación fluida, que se nutre del arte y la vida cotidiana ya que han logrado establecer una armonía en sus gustos y actividades que les permiten enriquecer cada día su relación. Las temáticas de su trabajo han sido variadas a través del tiempo. Máximo ha abordado el arte como su misma vida, sus temáticas han ido cambiando a partir del lenguaje figurativo, hasta llegar a la abstracción geométrica. Se ha expresado en las disciplinas del dibujo, grabado, pintura y escultura. Su filosofía está enmarcada en descifrar los acontecimientos que los han rodeado, transformándolos en representaciones estéticas. Esther ha abordado el arte en relación con sus etapas de vida. Incursionó en el grabado, la pintura y la cerámica, luego hizo una pausa para dedicarse a la observación e intervención de la naturaleza, realizando instalaciones efímeras de flores recolectadas de los árboles que las producen; ensambles de semillas y objetos recolectados de la naturaleza. Su interés primordial está ligado a la observación de los ritmos de vida. 36


¿Cuándo comenzó su historia? Máximo Flórez y Esther López: En 1970, fue amor a primera vista. ¿Cómo se convirtieron en pareja? E.L.: Habían pasado siete años después de conocernos en los cuales Máximo se fue a vivir a Santa Marta, Barranquilla y Bogotá. Tuvimos un encuentro fallido o más bien un desencuentro en 1972, hecho que dio lugar al cuadro Mujer pensando en los huevos del gallo. Volvió a Bucaramanga en 1976 y fundó el taller de grabado de la Escuela de Bellas Artes y en 1977 ingresó como profesor de la facultad de arquitectura de la USTA y de la cátedra de dibujo artístico de la facultad de arte ITAE. En ese año nos encontramos cuando estaba culminando mis estudios y fui nombrada monitora de la cátedra de dibujo de Máximo. A partir de ese reencuentro nos unió el amor por la fotografía y en una sesión en el laboratorio fotográfico se inició el idilio. Juntos nos dedicamos a trabajar en el taller de grabado de la Escuela iniciando una sociedad artística vigente hasta el momento. En 1979 nos casamos, ese mismo año nació nuestro primer hijo Máximo y dos años después, Valentina. ¿Qué les gusta de cada uno? M.F.: El sentido que tiene por la vida. E.L.: Sus ojos, su amor por el arte y la naturaleza y su excelente sentido del humor. ¿Cómo es un día de los dos? M.F y E.L.: Los dos hacemos un ejercicio con la naturaleza temprano en la mañana, luego preparamos juntos el desayuno y conversamos sobre las actividades del día. Después nos vamos a nuestros lugares de trabajo. Nos encontramos al mediodía para compartir la preparación de la comida, nos gusta la comida vegetariana. En la tarde nos distribuimos tareas de administración y gestión de los proyectos de la Fundación SEPTUM. Al culminar la tarde volvemos a reunirnos alrededor del té, es la hora en que preferencialmente recibimos a familiares y amigos en nuestra casa-taller. En la noche conversamos antes de dormir. Todo es compartido con nuestros hijos Máximo y Valentina, ellos ya iniciaron sus hogares y ahora nuestros nietos llenan de alegría la casa-taller. ¿Qué opinan de la obra de cada uno? E.L.: La obra de Máximo es una constante evolución plástica. Su conocimiento y su pasión por el arte van unidos a la disciplina y al amor por su trabajo, todo esto se ve reflejado a lo largo de su vida. M.F.: La obra de Esther refleja una verdadera forma de vivir el arte, sus instalaciones son efímeras, duran pocos días. El registro fotográfico nos ofrece la oportunidad de disfrutar esta propuesta con el tiempo. ¿Cómo se complementan en la vida y en el arte? ¿Cómo es su conversación? M.F y E.L.: Nuestra conversación es fluida, está llena de matices que van desde la discusión seria hasta la más suave y comprensiva dosis de buen humor. Los puntos comunes y las diferencias están marcados por la percepción que tiene cada uno de nosotros frente al arte. ¿Han realizado alguna obra en compañía? M.F y E.L.: Sí, hemos hecho algunas. También estamos acostumbrados a consultarnos mutuamente nuestros procesos creativos. ¿Qué viene ahora en el campo artístico y qué planes tienen? M.F y E.L.: Profundizar en nuestros procesos y ejecutar los proyectos artísticos diseñados desde la Fundación.

34

años

ESTHER LÓPEZ: Ensamble / 2002 Mesitas de lunes / 2007-2011 MÁXIMO FLÓREZ: Retrato de Esther / 1984 Constelaciones / 2010

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29

años

John Castles y Consuelo Gómez “Nos gusta lograr lo máximo a partir de lo elemental”

La escultura es el lenguaje que entrelaza sus vidas. Los dos se sintieron atraídos por el trabajo de cada uno desde que se encontraron hace 29 años cuando comenzaron una vida juntos que se enriquecía cada día. Comparten un mismo estudio pero trabajan de manera independiente para no intervenir en los resultados. Las noches son el espacio de la conversación, es tan espontánea como el arte en sus vidas.

John: "En 1982 nos presentó Mónica Negret, una amiga en común que también es artista. En ese momento, Consuelo había llegado de Ohio donde hizo un posgrado en escultura. Aparte de esa inexplicable atracción que sienten las personas en ciertas circunstancias, me interesó muchísimo su trabajo, puesto que planteaba aspectos materiales de la escultura como era la relación entre el vidrio y la madera; y también se centraba, en el equilibrio de pesos y contrapesos. Consuelo estaba preparando, su participación en el Salón Atenas del Museo de Arte Moderno. De modo que fue delicioso ese intercambio de ideas. Muy pronto encontramos aficiones comunes, como el interés por las formas y diseños prehispánicos y el gusto por el diseño moderno. También hemos sido docentes durante muchos años. Todos estos aspectos comunes han permitido complementar, enriquecer y por lo tanto hacer más agradables nuestras vidas. La vida cotidiana prácticamente ha girado alrededor de las comidas, en la noche, en el momento de la preparación, Consuelo es excelente cocinera, es el momento para comentar el día y los acontecimientos diarios que por lo general son extraordinarios. Aunque compartimos el estudio, muy poco interferimos en el desarrollo del trabajo, pues cuando algo está en evolución, cualquier opinión puede inhibir la culminación natural. Solamente cuando alguna obra está terminada surgen los comentarios, que a veces, más bien son una conversación. Siempre me ha parecido admirable y sorprendente lo versátil y diversa que es la obra de Consuelo, como si no quisiera identificarse con un estilo o con un lenguaje. Nuestro trabajo ha sido personal e individual, solamente hemos realizado un proyecto conjuntamente, en el concurso escultórico para el aeropuerto de Rionegro en 1984. También hemos participado en muchas exposiciones y certámenes juntos".

Consuelo: "Nos conocimos hace 29 años y desde ese momento hemos estado juntos, compartimos la cotidianidad y en el trabajo tratamos de mantener espacios independientes. Admiro en el trabajo de John su capacidad de mostrar de manera sencilla, la complejidad de la obra. Mi trabajo se enfoca hacia la geometría popular, la arquitectura y los objetos domésticos. El arte es parte de nuestra vida, es algo natural y fluye de manera espontánea como cualquier conversación, generalmente la noche es el espacio ideal, lejos de los compromisos que tenemos. Nos gusta la idea de lograr lo máximo a partir de lo elemental y tratamos de evitar los excesos, sin embargo nuestro trabajo es distinto".

CONSUELO GÓMEZ: Casa 1 / 2010 Casa 3 / 2010 JOHN CASTLES: Traslapo cruzado / 2009 Horizontal / 2008-2009

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Fernando Dávila y Julia Merizalde Price

25

años

“Definitivamente el arte nos unió”

Durante 25 años crecieron juntos como artistas, realizaron viajes que enriquecieron su camino y ampliaron sus conocimientos y amor por el arte. El recuerdo de su vida en Nueva York es muy especial para los dos ya que fue una época de aprendizaje y convivencia. Llevan separados más de 10 años, durante los cuales han seguido trabajando en su obra. Los dos afirman que aún mantienen una amistad y que de toda esta experiencia les quedó un hijo maravilloso, Sebastián, quien también siguió los pasos del arte. ¿Cómo se convirtieron en pareja? Julia Merizalde: Nos conocimos en el 74. En esa época yo estudiaba educación preescolar y Fernando daba clases de pintura en un jardín infantil donde yo hacía mis prácticas. Empezamos a salir y dos años después nos casamos. Definitivamente el arte nos unió. Cuando nos conocimos, Fernando estaba haciendo unos dibujos para el Salón de Agosto en el Minuto de Dios y ese trabajo me pareció maravilloso. Yo siempre he dibujado y le mostré mis dibujos que le encantaron, entre esas obras había una pequeña acuarela que hice con un pincel para delinear los ojos. A él le encantó esa pequeña pieza. La primera cita que tuvimos fue para asistir a una exposición del Salón Nacional en el Museo de Arte Moderno. Hubo mucha complicidad en los procesos de aprendizaje que nos interesaba explorar a los dos. El manejo del espacio y la composición fueron temas que siempre estuvieron presentes, pero principalmente fue el color, teniendo en cuenta que Fernando es daltónico, fue el proceso que más estudiamos juntos. ¿Qué le gustaba de él? J.M.: Su sensibilidad y su profunda comprensión del arte. Me gustaba compartir con él las visitas a galerías y museos. ¿Qué concepto tiene de la obra de Fernando? J.M.: Me encanta su dibujo y también el manejo del color que es muy personal. ¿Qué viajes realizaron juntos y cómo estos enriquecieron su vida artística? J.M.: Viajamos a Europa: visitamos París, Londres, Madrid, Ámsterdan, Venecia y otras ciudades. Fue delicioso porque en los museos cada uno se iba por su lado, luego nos encontrábamos, hablábamos de lo que habíamos visto y después compartíamos lo que nos había gustado. ¿Qué ocurre con su obra después del divorcio? J.M.: Una transformación fuerte. Siempre he trabajado la figura humana. Al comienzo exploré el desnudo y el retrato en pastel. A partir de mi estadía en Nueva York empecé a trabajar la figura humana en escultura. En los últimos años he desarrollado Cantos de silencio, serie en la que introduje elementos de la abstracción al intervenir y seccionar mis piezas figurativas para encajonar estas nuevas formas generando ritmos y creando espacios internos. Al realizar estos cortes, de una figura inicial surgen múltiples representaciones. Estos “cantos” son las facetas diferentes que pueden haber dentro de cada ser. ¿Qué le deja toda la experiencia de pareja y qué viene ahora? J.M. Un hijo maravilloso. Una experiencia llena de aprendizajes. Ahora, crecimiento.

JULIA MERIZALDE: Para que nunca despierte / 2007 Escrito en el muro / 2004 FERNANDO DÁVILA: Autorretrato de un pintor / 2011

Fernando Dávila:

"Mi vida está llena de recuerdos gratos, uno de ellos es mi matrimonio con Julia Merizalde. Aunque estamos divorciados hace años tengo muy buena relación con ella y un gran respeto por su trabajo. Hace ocho años me volví a casar de nuevo con otra colombiana, Nelly Gómez y vivimos en los Estados Unidos. El recuerdo más importante de mi matrimonio con Julia fueron tal vez los 5 años que vivimos juntos en Nueva York durante la década de los 80 cuando nuestro hijo Sebastián tenía dos años de edad. Yo estudiaba pintura en el Arts Student League of New York y por las tardes hacía copias y dibujos en los grandes museos que tiene esa maravillosa ciudad. Julia comenzó allá sus clases de escultura y compartimos tal vez la experiencia más enriquecedora de nuestras vidas". 41


23

años

Antonio Sierra y Flor María Bouhot

“Nos conocimos gracias al arte y toda nuestra vida siguió esta pasión” ANTONIO SIERRA: Sin título / 1997 FLOR MARÍA BOUHOT: Los espíritus del poder / 2011

Desde su casa-taller en México, Flor María Bouhot recuerda los años que pasó junto a su esposo Antonio Sierra. Una entrañable amistad y amor incondicional eran la esencia de su relación. Antonio fue asesinado violentamente en 1999, desde ese instante, la vida de Flor María dio un giro inesperado. El miedo a la inseguridad que se vive en el país, la hizo aceptar ofertas de trabajo en Guadalajara, en donde ha desarrollado su vida artística los últimos años. La ausencia de Antonio es presencia en su vida, sigue siendo su amor y la inspiración de su obra que se tornó más espiritual. El compartir unos años con Antonio fue un aprendizaje en la vida, en el arte y en el intelecto. Hoy, Flor María continúa su camino y sigue siendo una guerrera sin derrotas. ¿Cómo se convirtieron en pareja y cuánto tiempo pasaron juntos? Flor María Bouhot.: Expusimos juntos en una muestra organizada por el Club Los Triángulos en la capilla vieja de Bello, a mediados de 1976. En aquel momento yo tenía estudios de pintura que había realizado en la Escuela de Bellas Artes de Medellín, y Antonio era autodidacta, pero ya mostraba su talento para el dibujo. Allí nuestros espíritus se encontraron y a partir de ese momento hasta el día de su muerte, 23 años después, permanecimos juntos. Por desgracia las cosas cambiaron abruptamente el día 16 de junio de 1999, cuando fue asesinado cerca a la Universidad Javeriana en Bogotá. El cariño surgió desde el mismo instante en que nos conocimos, y al pasar el tiempo se convirtió en un amor incondicional que nos unió en convivencia por más de 20 años. Nos conocimos gracias al arte y toda nuestra vida siguió esta pasión, apoyándonos en la búsqueda de nuestras metas y objetivos. ¿Qué le gustaba de él? F.M.B.: Su actitud hacia la vida, fue honesto con ella. Fue un poeta de la noche, la vivía en sus tinieblas y profundidades buscando su luz, confrontando su razón de ser, venciendo sus miedos y demonios, encontrando en la noche su fuente de inspiración artística y personal. Encontraba en ella la fantasía, lo lujurioso y violento del ser, lo secreto, lo que se dice y se calla, la inhumanidad de los seres que deambulaban en la oscuridad, teniendo como cómplice a las sombras. La ternura para los suyos, la compinchería con sus hijos. Me gustaba su forma de entrega al arte, la camisa de cuadros verdes con la que íbamos a mercar, sentarnos en la plaza con los hijos a desayunar, los desayunos en la cama que él preparaba los domingos, todo de él me encantaba, hasta sus momentos de silencio. ¿Cómo se influenciaron el uno al otro en el trabajo artístico? F.M.B.: La mayor influencia fue nuestro compromiso frente al arte para comunicar nuestras inquietudes y posturas. La disciplina y la investigación de cada uno de los temas a plantear. ¿Después de la muerte de Antonio, qué pasó con su obra y su vida como artista? F.M.B.: Con una depresión profunda y el primer infarto, decidí abandonar el país, porque tuve mucho miedo. Me desilusionaba vivir en un país tan inseguro, y con falta de oportunidades en el campo artístico. Enfilé mis metas hacia Guadalajara, México, donde me ofrecieron oportunidades de vida y de desarrollo artístico. La angustia de tanta violencia y la falta de armonía en general las calmé por un buen tiempo. Hoy vivo con una aparente tranquilidad, desgraciadamente la violencia civil tocó este país. Mi obra dio un vuelco más espiritual, de unión con los ancestros y espíritus de la naturaleza, decidí hacer un homenaje al poder que encontramos en cada uno de sus espíritus. La vida de artista la vivo con intensidad en los rincones de mi casa que también es mi taller, y entre la pintura y el grabado. Me interno en el quehacer del hogar, descanso para saborear un buen café, un vaso de vino, dar nuevas miradas a la obra. Tengo muy poca vida social, y la satisfacción de seguir siendo una guerrera sin derrotas. Sigo pensando en mi amado Antonio el cual no creo poder reemplazar, porque con él viví mis momentos más felices y también los más angustiantes.

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Carlos Rojas y Luis Fonseca

18

años

“Sufrí mucho la muerte del maestro, fue como mi padre” El pintor Luis Fonseca recuerda al maestro Carlos Rojas y lo trascendental que fue para él haber compartido con este gran artista. Carlos Rojas guió los ojos de Luis hacia la apreciación del arte y lo impulsó a dibujar y pintar. Desde su casa en el barrio Quinta Camacho de Bogotá, inmerso en recuerdos, rodeado de obras y de una gran cantidad de objetos que Carlos Rojas coleccionó durante años. Nos contó cómo acompañó al maestro Rojas durante 18 años de vida. ¿Cómo se conoció con el maestro Carlos Rojas? Yo trabajaba en una carnicería y llevaba los domicilios a la casa del maestro Rojas. Un día llevé un pedido y mientras esperaba que me pagara me puse a verlo pintar. Él no se había dado cuenta que yo estaba ahí. Hasta que se volteó y me vio. Me dijo: -¿Y por qué no me había dicho que estaba ahí? -Es que me fascinó verlo pintar. -¿A usted le gusta la pintura?, me preguntó. -Sí, me gusta. -¿Y ha pintado algo? -No, nunca he hecho nada, le respondí. -Llévese esos papeles, haga unos dibujos y me los trae… Yo no tenía la mente abierta al arte y me puse a estudiar algunas imágenes ya hechas. Así fue como realicé varios dibujos y se los llevé. Me dijo: “Muy regular, pero puede mejorar”. Le seguí llevando los pedidos cada cuatro ó cinco días. Uno de esos días me dijo : -Yo tengo que viajar a Europa en 15 días y me gustaría que se quedara aquí cuidándome el apartamento. ¿Se puede o no se puede? -Me parece estupendo, le dije. A los quince días me fui para allá. Cuando regresó le dije que yo me iba. Y me dijo: -No y por qué tiene que irse, quédese. Ahí puede vivir. Y cuando usted esté de descanso en su trabajo me ayuda. Empecé a ayudarle porque me quedaba tiempo, así que me enseñó a templar las telas y a darle la primera mano de pintura a los lienzos. Ahí me quedé 18 años. Y durante esos años empecé a pintar. La temática de los dos es muy distinta… Completamente, él era abstracto y yo figurativo. Además soy autodidacta. Nunca fui a una escuela a que me enseñaran. El maestro Carlos fue el que me enseñó todo. ¿Qué piensa de la obra de Carlos Rojas? Nunca me atrevería a opinar de la obra de él. Hice siempre lo que él me dijo que hiciera. Para mí fue un maestro y sobre todo, me dedicó mucho tiempo. ¿Y él que opinaba de la suya? El me decía, “va pa´arriba” y si yo hacía algo mal me rompía las obras. ¿Qué recuerdos tiene de él? Me acuerdo mucho de su mal genio, es para tener cuentos toda la vida. Él peleaba con todo el mundo pero era una magnífica persona y se encargaba de su familia. ¿Cómo compartían juntos? El compró una finca en Silvania y allá íbamos los fines de semana a cultivar orquídeas. A él le encantaba. Nos devolvíamos el sábado y los domingos íbamos al mercado de las pulgas en Bogotá. Todos estos objetos que tengo en la casa fueron comprados allá. Él me escuchaba mucho y me pedía conceptos de lo que comprábamos. ¿Usted conservó la colección de objetos? Sí, eso fue parte de lo que me correspondió cuando murió, casi todos los bronces que están aquí y todos estos objetos artesanales los conservo. Varios de estos objetos están dedicados al Maestro Carlos Rojas por artesanos colombianos. ¿Cómo consideraría usted esa relación? Para mí fue una tabla de salvación. ¿En cuanto a los sentimientos, qué le queda a usted? Yo sufrí mucho la muerte del maestro porque él fue como mi padre. Me ayudó mucho. Soy lo que soy gracias a él. Fué una maravilla de ser.

CARLOS ROJAS: De la serie Horizontes / 1990 LUIS FONSECA: Filodentro / 1997 Anturio / 1997

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Guillermo Londoño y Diana Drews

15

años

“El cimiento de nuestra relación es el arte"

Hace 15 años comenzaron su vida juntos. Luego de vivir 5 años en Bogotá se fueron a Berlín. Esta fue una ciudad inspiradora en la que vivieron un tiempo enriquecedor que les abrió los ojos a nuevas miradas en el campo artístico. Actualmente viven en Bogotá en una bellísima casa que construyeron juntos, con un inmenso jardín y espacios para trabajar con plena libertad. Diana tiene el taller en su casa, para ella este lugar es estupendo porque realiza su obra en armonía. Guillermo tiene su taller en Las Nieves, un edificio con múltiples talleres, que le permite la concentración en su trabajo y al mismo tiempo compartir con otros artistas sus inquietudes artísticas. Comparten sus días trabajando arduamente. Cada uno de manera independiente en sus proyectos pero juntos en su vivencia diaria. ¿Cómo comenzó su historia de pareja? Diana Drews: Desde 1996. Ya llevamos 15 años juntos. Guillermo Londoño: Hace varios años, un primo me llamó y me dijo que quería invitar a su novia, estudiante de artes plásticas, a conocer mi taller. Recuerdo con claridad cuando vi entrar a la estudiante, era Diana y me pareció preciosa. En esa época estaba remodelando la casa y Diana tuvo que quitarse los zapatos porque tenía que pasar por encima de un montón de arena y yo quedé absolutamente fascinado con ella. Me pareció que era la mujer más bella que había visto. En cambio Diana quedó aterrada conmigo. ¿Fue amor a primera vista? D.D.: No, aterrada no. Lo que pasó fue que no me gustó ni cinco. G.L.: Le parecí feo y engreído. No me volvieron a llamar. Cuatro años después me la encontré y todavía seguía con su novio. Me contó que ya se había graduado, yo tenía un trabajo como director artístico de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y le dije que estaba buscando artistas jóvenes para hacer exposiciones. Le propuse que me invitara a su taller y me mostrara su obra. A los dos meses me llamó y me contó que había terminado con mi primo. Obviamente pensé: “voy a tratar de mejorar, voy a ser amable y sencillo”. Quería enmendar todo lo que a ella no le había gustado de mí. La recibí en mi casa y miré su obra. Me pareció interesantísima. En esa época estaba de moda la película de Almodóvar Mujeres al borde de un ataque de nervios y con un grupo de mujeres hicimos una exposición con ese nombre en la cual incluí a Diana. Desde ese momento nunca más la dejé salir de la casa. D.D.: Fue muy bonito, porque no fue amor a primera vista sino que fue creciendo y creciendo. Yo siempre le decía que íbamos a durar 15 días, pues acababa de terminar mi relación y pensaba que era algo temporal. Y esos 15 días se volvieron 15 años. Primero estuvimos juntos 5 años y luego nos fuimos a vivir a Alemania cuatro años y allá nos casamos. ¿Cómo es su conversación entre el arte y la vida cotidiana? ¿Cuáles son esos puntos que convergen y esas diferencias? D.D.: El arte lo compartimos mucho. Siempre opinamos sobre nuestra obra de manera crítica. G.L.: A nivel plástico cada uno tiene un lenguaje muy propio e independiente. Es enriquecedor el que nos guste el mismo arte, incluyendo el cine y la música. Nos afecta de manera muy parecida, ya sea que nos emocione o no. Siendo personas que trabajamos con métodos tan diferentes cuando nos encontramos haciendo de críticos frente a la obra de un tercero, estamos de acuerdo, nunca hay una diferencia. Somos profesionalmente críticos. Cuando Diana o yo estamos haciendo una obra y nos invitamos a verla, nos complementamos. Diana respeta mis opiniones y lleva a cabo una transformación en su obra. Lo mismo hace ella conmigo y también tomo la crítica de Diana como prioridad sabiendo que son otros dos ojos que complementan lo que yo quiero llevar a cabo. ¿Qué opina de la obra de Diana? G.L.: Me enamoré de Diana y a través del tiempo me he dado cuenta que mi amor por

DIANA DREWS: Germinar, cultivar, florecer / 2011 Germinar, cultivar, florecer (detalle) / 2011 Sembrar, abonar, cosechar / 2011

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GUILLERMO LONDOÑO: Guadalupe / 2011 Fábrica de chicle / 2011 Aguas mansas / 2011

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ella es amor por su obra. Me parece una artista fenomenal, tiene alto nivel de raciocinio y de compromiso hacia lo que hace. Eso dice mucho de ella. Estoy enamorado de su trabajo y después de todo lo demás. ¿Qué opina de la obra de Guillermo? G.L.: Me gusta mucho su obra. Siento a veces algo de envidia porque en mi caso, tengo que pensar mucho los procesos de la obra, en cambio a Guillermo todo le fluye, es muy libre en el proceso creativo. ¿Se da una relación de igual a igual en este sentido? D.D.: Siempre he respetado el trabajo de Guillermo por lo que lleva una trayectoria mayor que la mía. G.L.: Creo que estamos muy nivelados. No estamos buscando una carrera de triunfo exterior, nuestra tarea no es con concursos ni con galerías ni con precios, es curiosamente más espiritual, es un compromiso. Lo comparo con ser sacerdote, nuestra carrera no está en llegar al papado sino en estar comprometidos con lo que hacemos. Por eso creo que nunca ha habido competencia sino simplemente fascinación, admiración y ganas de que nuestro mundo, el que compartimos, esté totalmente sumergido en la plástica. Nuestros viajes tienen un fin cultural, nuestro fin de vida es el cultural, nuestra casa está hecha en torno a la colección de obras que tenemos. Definitivamente, el cimiento de nuestra relación es el arte. ¿En algún momento han sido tema artístico para el otro, o han realizado algún proyecto juntos? D.D y G.L.: Hemos participado en proyectos juntos. En Alemania, hicimos varios trabajos a cuatro manos y a diferencia de sentir celos por el otro, era una gran diversión ver los aportes que ambos hacíamos a una sola obra. Nos dio muy buen resultado. Lo más bonito de la experiencia en Alemania es que vivíamos de lo que hacíamos juntos. ¿Cómo fue la experiencia en Alemania? D.D.: En Alemania hice un posgrado en la Universidad de las Artes de Berlín, mientras Guillermo aprendía alemán. Cuando terminé le dije que nos quedáramos más tiempo pues yo quería vivir como persona independiente y no como estudiante. Se alargó la estancia a cuatro años. G.L.: Lo que descubrimos en Alemania es que el mundo de las galerías es cada vez más reducido. Son galerías que no tienen tanto espacio y manejan una obra conceptual o a un gran artista. Nosotros teníamos una galería que nos manejaba la obra y tuvimos clientes que nos encargaban obras y las trabajábamos como equipo. ¿Y qué vieron en Alemania que les influyó? D.D.: Nos abrió mucho más la mente. En el posgrado había muchos extranjeros, artistas de todas partes: Turquía, Grecia, España, Suramérica. Me enriqueció mucho ver obra de otras personas de mi edad. G.L.: Me ayudó para entender que esa competencia que tenemos los artistas en Colombia no tiene ninguna razón de ser. Aquí los artistas somos inmensamente egoístas los unos con los otros. En Alemania en cambio, todo era camaradería y solidaridad, se compartía mucho más. Esto lo estoy viendo ahora en el taller que tengo en Las Nieves con artistas más jóvenes. La generación que viene ahora se abre y comparte mucho más. Esa fue una gran enseñanza de Alemania, darnos cuenta de que la labor de artista es dura y emocionante para todos por igual. Que todos los que trabajamos en arte estamos enamorados de nuestro trabajo y tenemos que remar permanentemente contra la corriente. ¿Qué le gusta de Guillermo? D.D.: Nos reímos mucho, eso es lo más importante. Es muy generoso en sus sentimientos con las personas, muy sociable. ¿Qué le gusta de Diana? G.L.: Que es una persona muy comprometida. Sus proyectos los lleva a cabalidad, a fondo. Es muy profesional en lo que se propone. Además, me parece que es un churro de mujer. ¿Actualmente, qué están trabajando en su obra? D.D.: Siempre he pintado, pero también hago obra tridimensional. Voy de uno a otro. Ahora estoy haciendo una instalación con asientos de un kínder. Se llama Jardín y hace referencia al jardín infantil pero también al jardín natural donde están las plantas. Son treinta sillas que van acompañadas por pinturas y dibujos. G.L.: Estoy tratando de romper con todos los esquemas que tenía cuando me gradué


de la Universidad. Yo venía de una escuela donde el arte minimal estaba en furor. Aunque mis profesores habían sido expresionistas abstractos americanos, se veía a la pintura como una técnica muerta. Siempre estuve luchando para que mi pintura fuera expresionista, minimal, abstracta, monocromática y plana. Traté de mantener ese legado durante años. En Alemania me di cuenta cómo los artistas no tenían esa rigidez. La pintura es tan amplia, tan extensa, fascinante, viva y permanente, tan cercana al ser humano que sentí que durante todos estos años estaba privándome de ese placer y de esos encantos. En este momento, estoy tratando de romper con todos esos principios con los que me formé para descubrir la pintura sin importarme el tema ni la corriente. La casa es un proyecto que han hecho en compañía ¿Cómo la planearon? G.L.: El proyecto de la casa vino después de nuestro viaje a Alemania. La vida en Berlín fue tan intensa y fascinante que volver a lo que teníamos antes no era fácil. Nos embarcamos en el proyecto de construir nuestra casa. En lo primero que pensamos fue en tener cada uno su taller en la casa. Planeamos que los dos tuviéramos espacios lo suficientemente amplios e independientes. ¿Qué viene ahora para los dos? D.D.: Trabajar mucho porque el viaje a Berlín y el proyecto de la casa nos tomó mucho esfuerzo mental. Ahora ya encontramos la tranquilidad y el espacio, estamos muy contentos trabajando. Es una época de mucha dedicación a lo nuestro y por eso tampoco hemos vuelto a viajar.

DIANA DREWS: Frases de consuelo 2 / De la serie Pintura a la lata / 2011

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50 CAROLINA GĂ“MEZ: Distribuir las palabras / 2011


Saúl Sanchez y Carolina Gómez

14

años

“Nuestras inquietudes se bifurcan muchas veces” Se conocieron muy jóvenes cuando sus vidas no estaban cerca del arte. Trabajaban en la misma oficina, allí se hicieron amigos y con el tiempo fueron afianzando su relación. El trabajo de cada uno es distinto pero hay temas que los han marcado, como la fascinación por lo urbano. Han tenido su taller en diferentes sitios y hace menos de un año comparten un espacio en Las Nieves. Por ahora siguen trabajando y sueñan con viajar y vivir por un buen tiempo en Europa o Estados Unidos. ¿Cómo se convirtieron en pareja? Saúl Sánchez y Carolina Gómez.: Hace 14 años nos conocimos en uno de los empleos temporales que teníamos en ese tiempo, mucho antes de tomar la decisión de estudiar artes. Después de un año de conocernos nos hicimos novios un siete de diciembre. ¿Qué opina de la obra de Saúl? C.G.: Admiro la capacidad que tiene de llevar la pintura a otros medios. Logra involucrar al espectador y es muy abierto a las opiniones de otros frente a su trabajo. Es talentoso y arriesgado, no deja de sorprenderme cada día. Se puede decir que soy una fan de su trabajo, del cual he aprendido mucho. ¿Qué opina de la obra de Carolina? S.S.: Me sorprende y emociona. Es una artista maravillosa, apasionada con su trabajo y comprometida con sus ideas. Sus pinturas son refrescantes y contundentes gracias a un proceso íntimo en todo el desarrollo de la obra. ¿Cuáles son las temáticas de su obra? C.G.: Mis intereses están en la ciudad y su mobiliario, en la arquitectura y la señalización, en el metal, el asfalto y en algunos objetos que hacen parte del paisaje urbano. Estas imágenes las recopilo con mi cámara fotográfica y luego las reelaboro en pintura, explorando el medio y buscando alejarme cada vez más de su referente mecánico. S.S.: Mi trabajo se ha concentrado en los últimos años en el estudio de condicionamientos espaciales, tanto a nivel conceptual, como formal. A partir de proyectos desarrollados desde la práctica pictórica y sus posibilidades expansivas, intento profundizar en reflexiones sobre esquemas de aprendizaje, cruces entre experiencias hegemónicas y subalternas y universos habitados por el poder y sus significados. Así mismo, me han interesado las formas en las que la pintura puede comportarse como un medio en constante movimiento, indagando en su objetualidad y su relación con el espacio. ¿Cómo se complementan en la vida y en el arte? S.S. y C.G.: Trabajamos en compañía desde hace más de 10 años. Desde entonces hemos compartido todas nuestras ideas, inquietudes sobre el arte y la vida misma, así como nuestras expectativas y proyectos. ¿Han realizado alguna obra en compañía? S.S.: En todos mis proyectos Carolina ha sido coautora, he contado con su apoyo y paciencia desde el momento en que aparece una idea hasta su concreción y producción. Es una construcción a cuatro manos. Hay un proyecto específico que desarrollamos en conjunto, como pareja. Se trata de una serie de pinturas sobre las monarquías en traje de baño. Esta serie inició hace siete años, y cada año procuramos trabajar en una pintura nueva. ¿Cuáles son sus encuentros y desencuentros, los puntos que los diferencian y que los unen en el campo artístico? S.S. y C.G.: Nuestras inquietudes se bifurcan muchas veces, casi siempre hay puntos de discusión, de debate. Tenemos un diálogo permanente pero en este punto existe una gran independencia a la hora de asumir los problemas particulares de cada uno. ¿Qué viene ahora en el campo artístico de los dos y qué planes tienen juntos? S.S. y C.G.: Nuestros planes próximos son seguir trabajando, desarrollando y madurando la obra de cada uno. SAÚL SÁNCHEZ Y CAROLINA GÓMEZ: Victoria / 2011 SAÚL SÁNCHEZ Faisán, del proyecto Pato o Conejo / 2011 In front of, del proyecto You are here / 2007 Vista general del proyecto You are here / 2007

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14

años

Alejandro Obregón y Freda Sargent “La vida era pintar y compartir”

ALEJANDRO OBREGÓN: El caballero Mateo / 1964 FREDA SARGENT: Viaje por Sopó / 2009 Luna # 5 / 2011

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La pintora inglesa Freda Sargent estudió en la Escuela de Bellas Artes y en el Royal College of Art de Londres. Luego realizó una maestría en París y posteriormente viajó a Roma cuando ganó el Abbey Major Prix. Freda Sargent y Alejandro Obregón se conocieron en París después de que ella hubiera ganado el premio de pintura del gobierno francés. Freda recuerda esa época como el tiempo de pintar y compartir. Era la vida de dos artistas en París, cada uno tenía su taller, trabajaban y conversaban sobre su obra. Dice Freda: “Uno está en la misma vida, todo es influido. Es muy enriquecedor. Una experiencia que no es común, pues estábamos trabajando con la misma pasión y era maravilloso que lo pudiéramos compartir. Era la vida pintar, ese era nuestro interés, una manera de vivir”. Durante esos años en Europa, Obregón retrató a Freda en la obra La primavera. A su vez él también fue su modelo. Expusieron juntos en una ocasión en París, cada uno con diez cuadros. Freda ganó el Premio de Roma y Alejandro viajó con ella. Después se separaron por un tiempo. Freda volvió a Inglaterra donde tuvo varias exposiciones. La Tate Gallery adquirió una de sus obras. Un tiempo después, Alejandro y Freda se establecieron en Colombia. Sobre su vida en este país Freda comenta: “Tenía que ganarme la vida como pintora. Lo que tenía en Europa y mis reconocimientos los dejé allá. Acá me enfrenté al problema de ser mujer, tener familia y ser pintora”. Actualmente Freda sigue pintando en su estudio en Bogotá. Su exhibición más reciente incluyó una serie de pinturas basadas en poemas de T.S Elliot, Wordsworth y Blake que “no son ilustraciones, ni tienen un corte sentimental ni nostálgico”.


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11

años

Alberto Riaño y Diana Fraser “No lo veo como un punto final”

DIANA FRASER: Jardín Zen 1 / 2011 Jardín Zen 2 / 2011 ALBERTO RIAÑO: Abrazo / 1998

Alberto y Diana se complementaban profundamente desde la palabra. Los dos crearon su propio espacio de casa-taller donde compartieron por varios años la vida cotidiana y artística. Gracias a Diana, Alberto comprendió el arte de la cerámica, Diana por su lado, se nutrió de la geometría, del ojo arquitectónico de Alberto. Alberto dejó este mundo en 2006, Diana inició una nueva etapa de su vida, vivió el duelo y la pérdida de su compañero. Hoy mira esos años compartidos con gratitud.

Diana:

“Conocí a Alberto cuando estábamos muy jóvenes, yo tenía 17 años y todavía estaba en el colegio, él era un poco mayor y estudiaba arquitectura. Nos encontrábamos en el barrio a hablar horas enteras. Pasaron unos años y nos distanciamos, él se casó y yo viajé con una beca a Estados Unidos. Luego estudié en Japón. Cuando volví a Colombia me encontré con él en Villa de Leyva y, como en el pasado, nos sentamos a hablar. Fue muy lindo por que en ese momento éramos dos artistas que habíamos recorrido caminos distintos y que al reencontrarnos, desarrollamos un interés común: el páramo. Servir la mesa ha sido algo muy importante para mí. Tal vez sea por lo que soy ceramista. En Japón me eduqué con budistas y supe que el arte mayor para ellos es la cerámica la cual embellece la vida diaria. Por ejemplo, la tacita donde tomas el té cada día recoge la energía en tus manos, es un momento de contemplación. Lo mismo ocurre con la comida. Alberto le daba poca importancia a esto tan significativo para mí. Con los años lo entendió y terminamos haciendo vasijas entre los dos. Alberto era arquitecto y por ello su mirada se guiaba por la geometría. Me fascinaba su capacidad de diseño tan distinta a la mía. Me siento frente al torno y ahí visualizo. Estando casados y ya embarazada, buscamos donde vivir y tener nuestro taller en el mismo lugar. Encontramos una casa en el Bosque Izquierdo que era muy oscura pero Alberto, con su ojo de arquitecto, dijo que era la casa perfecta. Hicimos muchos cambios a la casa y finalmente se iluminó. Nos pasamos a vivir a la parte de arriba porque el resto del espacio se lo tomaron nuestros talleres. Se puede decir que vivíamos en un taller. Ahí creció nuestro hijo Santiago. En medio de los dos talleres teníamos un espacio de encuentro delicioso donde nos sentábamos a hablar. La conversación giraba alrededor de lo que estábamos trabajando. A veces Alberto entraba a mi taller y me robaba piezas del torno y experimentaba con ellas hasta que se aburría y terminaba botándolas. Me recordaba a los niños que en mi taller cogían una bolita de greda, la miraban y jugaban con ella sin ningún afán por darle forma. Así empezó Alberto. Nuestras conversaciones eran esenciales en nuestra convivencia, acompañaban la vida laboral, la vida productiva y económica. Empezaban desde el desayuno y terminaban tarde en la noche, era a todas horas. Alberto y yo siempre tuvimos tema de qué hablar. En las buenas relaciones hablas con tu pareja más que con cualquier otra persona. Es un alimento constante. Mis emociones se mezclan. Son como las mil capas de una cebolla en comunicación permanente. Lo que más falta me hace es conversar con él sobre su muerte. Fue muy difícil vivir su duelo. Todo el mundo se imaginaba que si yo iba al taller era para aferrarme al pasado sin entender que era mi espacio de duelo. Viví con intensidad el recoger sus cosas. En esos momentos miré la obra a distancia y comprendí cosas que tal vez no entendía antes. Es como un horizonte nuevo en el que empiezas a ver pedacitos y a armar un rompecabezas. Mi formación es budista, para mí el arte siempre ha sido el arte de lo humilde. Trabajar con la tierra y el barro requiere de humildad. Uno mismo se moldea dentro de ese proceso. También está el alimento de los otros. De Alberto recibía una mirada distinta a la mía que nos llevaba a discusiones muy interesantes. Como no separo mi quehacer artístico del ser madre y compañera, la muerte de Alberto significó cuestionarme a mí misma. Me preguntaba ¿Y ahora, qué voy hacer? Yo veía las cosas con los ojos de Alberto. Agradezco muchísimo lo que viví con él. No lo veo como un punto final. Siento que de alguna forma su existencia me ronda, de una forma etérea". 54


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10

años

Joseph Kaplan y Erika Diettes “Nos complementamos, yo con mi tranquilidad y ella con su efervescencia”

Erika y Joseph se hablaron por primera vez en un funeral y, aunque parezca inusual, fue un encuentro en el que sus vidas se cruzaron. Tienen un carácter totalmente diferente, Joseph aporta realidad a la vida de Erika y ella le permite soñar. Estas diferencias hacen de su compartir diario, un balance perfecto que los complementa tanto en su vida como en su arte.

ERIKA DIETTES: Sudarios / Museo Iglesia de Santa Clara / 2011 JOSEPH KAPLAN: Autorretrato/ 2009

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¿Cómo comenzó su historia? Erika Diettes: Había visto a Joseph en algunas inauguraciones de exposiciones. Nos hablamos por primera vez en una funeraria donde acompañábamos a un amigo cuyo padre había fallecido. Así que uno sí conoce personas en los funerales … Joseph Kaplan: Nuestra historia comenzó en el velorio del padre de un amigo. La vi de lejos vestida de negro y me llamó mucho la atención. Yo no le causé una buena impresión ya que le dije que no podía estar en el mismo cuarto donde estaba el cuerpo porque mi religión no me lo permitía. En la misa, Erika se dio la paz con todos excepto conmigo, así que yo me le acerqué y le comenté que eso sí lo podía hacer. Todos se rieron y así conseguí mi primer beso en la mejilla. ¿Cómo se convirtieron en pareja? E.D.: Después de ese encuentro Joseph estuvo llamándome insistentemente. Un día me invitó a salir, me recogió en la universidad y fuimos a almorzar. Me pareció un almuerzo muy largo porque Joseph era muy tímido y casi no habló. Hablábamos regularmente y de repente se desapareció y yo lo empecé a llamar. Así empezó todo. Con Joseph siempre sentí mucha tranquilidad, hay algo en él que me da una profunda seguridad. J.K.: La llamé en varias oportunidades. Me tardé un tiempo en invitarla a nuestra primera cita. Esa tarde la recogí en la universidad. Ella tenía gafas y se me hizo parecida a Linda Carter, la actriz de la mujer maravilla. Almorzamos, pero para Erika fue la cita más larga y aburrida pues yo estaba muy nervioso y me quedé mudo. No fue el mejor comienzo. Unas semanas después volvimos a salir y todo fue mucho mejor. ¿Qué les gusta de cada uno? E.D.: Joseph es una persona bellísima, es un hombre dulce, amoroso y tranquilo. Una vez que puedes superar las barreras de su timidez, es muy divertido. Algo muy lindo en nuestra relación es que nos reímos mucho juntos. Me encanta que nunca reacciona impulsivamente, lo cual es una ventaja muy grande porque yo tengo la tendencia a serlo. En él encuentro la pausa necesaria. J.K.: A mí me gustan muchas cosas de Erika: su belleza, su sinceridad, su talento y su capacidad de hacer lo que sueña y lograrlo. ¿Qué opinan de la obra de cada uno? E.D.: Él es muy talentoso. Su manejo del color es maravilloso. Sus monotipos y dibujos son increíbles. J.K.: Soy un gran admirador de la obra de Erika, ella trabaja temas muy difíciles. Su talento para fotografiar y relacionarse con los sujetos, siempre me sorprende. ¿Cuáles son las temáticas de su trabajo? E.D.: Mi interés principal es el ser humano. En los últimos seis años la violencia y el duelo han sido mi principal enfoque. Silencios, mi trabajo sobre sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial que viven en Colombia, tiene una relación directa con haber conocido la comunidad judía a través de Joseph. J.K.: La temática de mi trabajo tiene que ver con mi entorno diario, el cual es la lavandería y los objetos en ella, por eso me puse el título de “pintor-lavandero”. Trabajo mucho a través del grabado y la pintura. ¿Han sido tema para la obra del otro? E.D.: No como parte de mi obra, pero a Joseph sí le tomo muchas fotos, especialmente cuando viajamos. Creo que desde que estamos juntos ha aprendido a posar. Ya conoce sus ángulos. J.K.: Erika ha sido modelo para varios de mis dibujos. Como es muy difícil hacer que se quede quieta más de cinco minutos, casi siempre me toca trabajar a partir de fotografías.


¿Cómo se complementan en la vida y en el arte? ¿Cuáles son los puntos en común y las diferencias? E.D.: Soy una persona absolutamente soñadora y es común que esté lejos de la tierra. En mi mente nada tiene límites, todo es posible, no entiendo de proporciones ni de pesos. Si lo que necesito hacer en mi trabajo termina pesando muchos kilos me parece que eso no es problema alguno. Joseph es terrenal, él siempre está analizando todas las situaciones y eso hace que nos ayudemos mucho, porque yo le aporto fantasía a su vida y él me ayuda a volver a la realidad. J.K.: Nos complementamos mucho, yo con mi tranquilidad y ella con su efervescencia. Esto ha sido clave en nuestra vida de pareja ya que nos da un balance perfecto. Nos acompañamos y apoyamos en el proceso de la obra de cada uno pero no hemos hecho una obra en compañía. Es muy estimulante y gratificante poder compartir el proceso artístico de los dos. 57


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años

Angélica María Zorrilla y Catalina Jaramillo “El arte fue la puerta de la seducción”

En un concierto se tomaron de la mano, ese primer contacto marcó el inicio de la relación y desde ese instante han seguido un camino juntas. El arte es su punto de unión, de seducción y conversación. Los libros de artista, los dibujos, los pequeños objetos, las cartas y los regalos son su instrumento de comunicación constante. Viven juntas desde hace tres años y la dinámica de su relación ha sido muy especial pues han sabido compartir los espacios individuales y de pareja. Entre las dos acordaron tácitamente no entrometerse en lo que cada una esté haciendo. Sus vías en el arte son muy cercanas, y las temáticas, aunque parecen tocarse, son tratadas de manera diferente. Esta misma cercanía también les ha hecho plantearse proyectos que podrían realizar juntas en un futuro, por ahora, es un puente, un encuentro para la conversación y el apoyo mutuo en sus creaciones.

CATALINA JARAMILLO: Sillas musicales / 2011

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¿Cómo comienzan su historia? Catalina Jaramillo y Angélica María Zorrilla: Nuestra historia tiene todos los elementos de un cuento corto, de esos horrorosos que tanto se publican últimamente. Está marcada por otras cercanías antes de hacernos mutua compañía, hombres, mujeres, perros y gatos, así como noches de travestis y fiestas de artistas famosos que nos invitaban sin siquiera conocernos. Romances de lejos, romances imaginarios, romances pobres, intensos, llorones, múltiples romances. También se vio nutrida por martinis nocturnos, tesis de grado, libros, cervezas como escape a todas las responsabilidades adquiridas. Rosas dibujadas, fotografías narradas en primera persona, torpe voyerismo, depurado espionaje. Tardes de té más libros, dibujos con punta de grafito y dibujos hechos tan sólo por un haz de luz. Tiene además dos versiones como cuatro ojos propios y alrededor de unos ocho ajenos, todos narradores, en femenino y en masculino; fanzines, una bolera, una universidad pública y muchas caminatas por el centro de la ciudad. Sensaciones intensas bajo la luz del estrobo, canciones cursis y cogidas de mano que hacían levitar; juicios de valor, muchos juicios de valor; botas verdes y zapatitos de niña coqueta fueron testigos de la primera noche vivida de manera completa; cartas en papel, mensajes de texto, cartas en el e-mail, nubes de paréntesis y huellas de dedos que actuaban como recuerdo. Alguna que otra lágrima, del uno mismo y del otro, gritos y, para completar, la sinfonía, silencios compartidos, acuerdos tácitos de no contar los días para que el tiempo no pese.


¿Qué le gusta de Angélica? C.J.: - Un perro que es lobo, lazarillo y se hace bolita. - Unas sirenas que cuidan de sus plantas. - Dibujos anacrónicos. - Una figura anacrónica. - Unas manos creadoras. - Un nombre que abarca el alfabeto entero. - Un animal solitario, en su nombre todos los animales solitarios. - Tesoros en sus cuadernos. - Algunas cajas con secretos. - Un cuarto con rosas verdes y azules. - Un poderoso lado siniestro. - Un pupitre con marcas antiguas. - Una palidez seductora. - Una colección de acciones para melancólicos, niños o títeres. - Varias teteras. - Una letra pequeñita. - Tantas cartas de amor. - Papeles y lápices y cuadernos. - Bolsas de té que cuelgan de arbustos. - Pesadillas de proporciones épicas. - Recetas de más de 100 años. - Un año más que yo. - Sombreros que cuelgan del baño. - Talento en todo lo que hace. - Una refinación exquisita. - Regalos que se convierten en maravillas de sólo nombrarlos. - Tanto de erudita. - Un color favorito. - Un cerdito funky. - Una alcancía con monedas de 500. - Una moto en la que me lleva de paseo. - Libros acumulados en su cabeza. - Una cabeza llena de conocimiento. - Un corazón único y generoso. - Los gin tonics más famosos. - Los dientes pequeñitos. - Olor a delicia. 59


ANGÉLICA MARÍA ZORRILLA: Libro del té / 2008

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- Los mejores pasos de baile. - Casi tantas vocales como consonantes. - Dibujos que no me ha hecho. - Un barquito rojo en el baño. - Dos cajas de música. - Una afición a las películas de terror. - Un desprecio encantador por la moda. - Los discos viejos de su papá. - Cicatrices que no he visto en su cabeza. - Hipermetropía y astigmatismo. - Una prensa antigua para hacer libros. - Miedo a la oscuridad. ¿Qué le gusta de Catalina? A.M.Z.: - Su perversa ingenuidad. - Esos ojos de mandorla. - El borde de su lengua, muralla, límite y roce que te deja vivirle. - El eclipse que cuida de su cuello. - Unas manos de mujer bella. - La tranquila desnudez. - Sus pies de niña pequeña. - Todas las letras que tiene en su haber. - Sus sueños tórridos, eróticos, pueriles, faltos de malicia, todos esos sueños en los que no aparezco yo. - Las proporciones oceánicas de sus lágrimas. - Que la abarco con mi abrazo. - Su sabor ácido, tan exquisito como extraño. - La dulzura de su razonamiento. - El silencio que sólo ella puede producir y con el cual vivir. - Su gata persa Mermelada. - Las líneas que produce con el lápiz óptico. - Las líneas que produce con el grafito. - Las líneas que produce con su narración de niñita tímida. - Su infancia aterradora. - Una determinación fuerte, como de volcán ardiente. - Su torpeza para dar regalos. - Que me deja cuidarla. - Su quehacer, ese que no para aún cuando ella se empeña. - Que me ha ayudado a distraer la concentración de muerte que me venía consumiendo. - Sus dibujos blancos. - Su pelo de muñeca enmarañada y los moños con los que le adorna. - Sus silencios prolongados. - Como se sienta cuando está frente a la computadora, con las rodillas sobre el pecho. - Sus libros, esos que prefirió hacerlos para ella misma. - El miedo a los fantasmas. - Su dependencia al café en las mañanas. - Que su cabeza siempre vaya con ella así a veces no lo quisiera. - Su carencia de recuerdos físicos y el miedo que tiene a perder la memoria. - El peso de su cuerpo y de sus caricias. - Su buen gusto para los zapatos. - La caperucita roja que cosió para mí. Ya que empezaron teniendo una conversación tan íntima ¿Cómo es su conversación con el arte? Esa seducción… C.J. y A.M.Z.: El quehacer siempre ha estado presente. Hacer para la otra fue una parte consciente y dedicada del proceso de seducción. Nos comprometimos con una especie de regodeo estético que nuestras cartas, dibujos y regalos tenían casi la exigencia de una obra. Somos tan afines en planteamientos que desde siempre quisimos trabajar juntas en algún proyecto, aunque hasta ahora sólo nos hemos ayudado mutuamente en nuestros trabajos personales. ¿Han sido temática en la obra de cada una? C.J.y A.M.Z.: Como sujetos y como objetos, más no en todos los casos. Algunas veces somos pretextos, otras textos, otras líneas, emociones o impulsos. Hay algunas imá-


genes que son ella y para ella, casi como exvotos donde pides y agradeces y como en todo lenguaje, se tiene siempre la posibilidad de presentación de los sujetos, tanto explícitos como tácitos. ¿Cuáles son los encuentros y desencuentros en la vida como en el arte que han marcado su relación? C.J. y A.M.Z.: Los encuentros son inesperados pero sorprendentes, queremos sorprendernos siempre. Los desencuentros, bueno, sólo se dan y toca ponerse a la tarea de encontrarse de vuelta. ¿Cuáles han sido las exposiciones y proyectos que han trabajado juntas? C.J.y A.M.Z.: Historias Íntimas en Mundo. Fue la primera exposición en que participamos las dos, lo hicimos con libros de artista, lo cual nos pareció justicia poética para nuestra historia compartida, pues los libros nos hicieron hablar por primera vez. Después vinieron muestras en Medellín y Estados Unidos. Sobre los proyectos juntas, siempre hemos querido hacer un manual de enamoramiento entre señoritas, pero no lo hemos logrado, de ahí que digamos que sigue en enunciado. ¿Cuáles son los proyectos que está haciendo cada una? A.M.Z: Hace un tiempo he estado trabajando desde y con la melancolía y he podido darme cuenta que este temperamento no es exclusividad humana, así que empecé una serie de animales solitarios que están en compañía de objetos con los cuales no podrían tener relación alguna y que dentro de la historia de la melancolía aparecen reiterativamente. Dispares es una serie grande, en mi investigación llevo identificados alrededor de 70 animales. También estoy trabajando en un proyecto acerca de la teoría de conjuntos, ¿qué se tiene adentro y qué se queda afuera? Todo lo que se contiene al serlo todo, siendo todo y una cosa cada vez. Algo así como un inventario de una objetivada realidad. Con Catalina y Alexandra McCormick tenemos una editorial para apoyar a jóvenes que también estén interesados en hacer libros de artista. Se llama Tres Palitos. Ya tenemos editados dos libros, uno de un artista joven que vive en Nueva York, a.n.x.i.e.t. y que se expondrá allá a principios de julio y otro de Alexandra. Estamos desarrollando otros cuatro, entre los que hay libros de Catalina y míos. C.J.: Estoy empezando unos dibujos combinados con ingeniería de papel, es un trabajo que se acerca a la instalación con el que intento romper la forma tradicional de relacionarme con el dibujo. La serie se llama Sillas musicales y parte de una cita de Roland Barthes.

CATALINA JARAMILLO: Regalo de Catalina a Angélica / 2010 ANGÉLICA MARÍA ZORRILLA: Pertinacia topo (Talpidae) tras libro / 2011

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Jose Alejandro Arboleda y Alejandra Nader

“La obra que realizamos juntos es acerca de nuestra relación, habla de la vida y del arte”

Jose Alejandro y Alejandra han creado un mundo para los dos en el cual conviven sus personajes imaginarios Mimicry y Massita. Así lo describe Jose Alejandro en el blog Cuento diario que creó hace algunos años: “Mimicry conoció a Massita hace un par de años y decidieron zarpar juntos en un viaje sin destino. Remarían continuamente y aunque Mimicry aparenta ser más grande que Massita, ella puede llegar a ser incluso más fuerte. El día que se montaron en el mismo bote, tenían claro que se alejarían de la orilla y no volverían a ella, remarían juntos sin parar”. El amor se ha abierto camino con plena libertad. Entre los dos han ido construyendo una relación que no se limita a convencionalismos y dialoga constantemente con el espíritu creador de ambos artistas. "Lo que nos caracteriza es la libertad. No tenemos fecha en la que podamos celebrar los aniversarios, porque no nos dimos cuenta de cuándo comenzó. No ha habido imposiciones, ni prohibiciones, al comienzo no pensábamos en tener una relación como pareja, simplemente dejamos que las cosas fueran pasando. Los dos estudiábamos artes en el mismo curso, el resto pasó como a cualquiera le puede pasar, hablamos, nos conocimos, nos gustamos y de repente estábamos juntos. Primero fuimos pareja, luego hicimos obra juntos y queríamos que esa misma libertad que tenía nuestra relación, la tuviera nuestra obra. Somos jóvenes, nuestra obra en conjunto nace y habla de nuestra relación sentimental y madurará con ella”. 62


¿Qué les gusta a cada uno del otro? Alejandra Nader: Su silencio. Jose Alejandro Arboleda: De ella me gusta que me ama. No hay una experiencia más sublime que la de sentirse amado y amar hasta considerar la muerte. ¿Cómo fue la experiencia creadora en compañía cuando inventaron el juego para su trabajo de tesis? A.N.: Un día acompañé a Jose a una asesoría y Ricardo Toledo nos dijo: “¿Ustedes nunca han pensado hacer nada juntos? ¿No se han dado cuenta de lo mucho que está ella en su trabajo y lo mucho que está él en su trabajo?” Nosotros no lo habíamos pensado y tenía toda la razón. Jose me propuso que hiciéramos el proyecto y yo le dije: “¡Pero me vas a aguantar! Ya que somos tan distintos. Yo no planeo, yo pinto”. J.A.A.: Nuestra obra en conjunto es independiente a nuestra obra individual, como nuestra relación sentimental es independiente a nuestra individualidad. Desarrollar obra entre los dos ha sido fácil, el momento de reunirnos y hablar sobre lo que queremos, tomar decisiones y materializar es muy agradable y nos entendemos muy bien. ¿Han sido tema en el trabajo del otro? A.N.: Empecé a pintar a Jose, le hacía retratos y pintaba su cuerpo. J.A.A.: Ilustrar se ha convertido en mi método para meditar. En estos momentos lo que más ha ocupado mis pensamientos ha sido Alejandra, no es sólo un tema de mi obra sino la mayor parte de mis días. ¿Qué les gusta de la obra de cada uno? A.N.: Él es muy callado pero yo siento que me habla todo el tiempo, no con palabras sino desde su obra. Sus dibujos de cuerpos han sido los que más me han influenciado de su obra. J.A.A.: Alejita es la persona más transparente que he conocido y su obra no puede ser diferente. Alejita tiene una pequeña colección de retratos de las personas que ama, retratos a los que les dedica un tiempo especial y sobre los que pone su corazón. Su obra no es pretenciosa, se desentiende del ambiente político a la hora de pintar, no se preocupa por innovar con ideas elevadas. El arte es sencillamente su herramienta para hablar de ella y de las cosas que ama. En su relación ¿cuáles son los encuentros y cuáles los desencuentros? ¿Cómo es su conversación sobre la vida y el arte? A.N.: No puedo recordar algo fuerte que hayamos tenido. Nunca hemos tenido un problema. En lo artístico somos muy distintos a la hora de abordar un trabajo. Yo no planeo, Jose en cambio es metódico, más limpio, más organizado. J.A.A.: Así como es nuestra relación sentimental es nuestra obra. Hemos dejado que la relación se forme sin ponerle límites ni reglas; confiamos en que cada giro hace parte de lo que debemos vivir en el momento. ¿Cuáles son sus proyectos? A.N.: Jose trabaja en fotografía y yo pinto. Pero tenemos planeado hacer obras juntos. Ahora estoy haciendo una serie de retratos. Me interesa mucho no sólo hacer el retrato sino hablar con la persona a la que voy a pintar. Uno puede retratar a una misma persona en varios momentos y nunca es la misma. Me gusta coleccionar esos momentos. J.A.A.: Lo que hago lo he asumido como una disciplina, como parte esencial de mis días y por ello no dejaré de hacer obra individual, pero me motiva muchísimo hacer obra con Alejandra y así permitir que nuestra relación se siga manifestando en nuestro trabajo artístico.

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años

ALEJANDRA NADER: I love / 2011 Autorretrato / 2009 JOSÉ ALEJANDRO ARBOLEDA: Rebeca / 2010

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" La pareja es el encuentro de dos libertades" Julia Kristeva

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