2 minute read

LA PROCRASTINACIÓN, UN HÁBITO DE AUTOSABOTAJE

La procrastinación es un problema común a todas las culturas y a lo largo de toda la historia, asociado con resultados negativos. Procrastinar deriva del verbo latino procrastināre, ‘postergar hasta mañana’. Pero es más que postergar voluntariamente. También deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, que significa ‘hacer algo en contra de nuestro mejor juicio’.

En un estudio, los doctores Timothy Pychyl y Fuschia Sirois descubrieron que la procrastinación es un problema de gestión de emociones, más que de productividad o gestión del tiempo. Se trata de hacer frente a emociones desafiantes y estados de ánimo negativos generados por ciertas tareas como aburrimiento, ansiedad, inseguridad, resentimiento, frustración y muchas más.

El problema es que uno se enfoca más en resolver la urgencia inmediata de administrar los estados de ánimo negativos (cómo me siento), que a dedicarse a la tarea (lo que debo hacer). Al final, terminamos evadiendo la tarea porque es más tentador hacer algo ahora y sentir una gratificación inmediata que trabajar con un objetivo a largo plazo.

Ejemplo: Tengo que lavar mi auto o limpiar el patio de casa, pero prefiero hacer cualquier otra cosa. Mi cerebro, queriendo protegerme de situaciones desafiantes e incómodas, me da un millón de excusas para postergarlas. Mi mente me insiste en que use mi tiempo en pasatiempos más placenteros. Me dice: «Déjalo para mañana. ¿Por qué mejor no revisamos qué hay de nuevo en Facebook o Instagram, vemos una película o comemos una golosina?». Es la tendencia de nuestra mente a dar prioridad a necesidades a corto plazo en vez de a las de largo plazo. Desafortunadamente, es un mal hábito que a medio-largo plazo conlleva consecuencias indeseables en distintas esferas de la vida, matrimonios rotos, proyectos inconclusos, fracasos académicos, despido laboral, malas finanzas, malas relaciones y problemas de salud mental y física.

Esta es, precisamente, la razón por la que la procrastinación tiende a no ser un comportamiento de una sola vez, sino un círculo, que fácilmente se convierte en hábito crónico.

Daniel Goleman dice: «Si no controlas tus habilidades emocionales, si no tienes consciencia de ti mismo, si no eres capaz de controlar tus emociones estresantes, si no puedes tener empatía y relaciones efectivas, entonces no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos». Es imposible no experimentar emociones negativas, pero debemos aceptarlas, hacernos responsables de ellas, analizarlas, comprenderlas, superarlas y dejarlas ir. Solo buscando la parte positiva de cada situación evitarás autosabotearte. La buena noticia es que, como conducta aprendida, se puede desaprender.

¿QUÉ HACER?

1. Cuando tengas por delante una tarea complicada, puede que vengan pensamientos e imágenes negativos; entonces, piensa en cosas positivas, como «estoy alcanzando mi objetivo» o «lo estoy haciendo bien». La idea es no caer en la procrastinación.

2. Encuentra una recompensa mejor que evadir tu tarea, una que pueda aliviar tus sentimientos desafiantes en el presente sin causar daño a tu yo del futuro. La solución debe ser interna, solo dependiente de nosotros mismos.

3. Trabaja en tu concentración y enfoque. Cuando los niveles de atención son frágiles, resulta fácil dejarnos seducir por distracciones y placeres instantáneos.

4. Gestiona tu motivación. Es importante que trabajes en tus mejores momentos. Si estás agotado o de mal humor, tus probabilidades de procrastinar aumentan.

5. Divide tus tareas pendientes en un conjunto de tareas más pequeñas y manejables, realizables con menos esfuerzo y ansiedad.

Así, resulta necesario familiarizarse con este mal hábito y amortiguar su impacto, aprendiendo pautas que permitan desoír esa voz interna traicionera que nos susurra «déjalo para mañana». El momento perfecto para empezar ¡es ya!

This article is from: