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Esta Barbie es una supermamá

¡Hi, Barbie!”... Es la frase que más he escuchado en el último mes, sin lugar a duda, y es que el estreno el mes pasado de la película “Barbie” ha causado un revuelo increíble; primero por la expectativa que creó en el público, la fiebre de memes, filtros, tendencias en redes sociales, eventos, en fin, todo el mundo…literalmente todo el mundo, hizo algo para montarse en la “ola” revolucionaria de Barbie.

Es que no podemos negar que la película cumplió su efecto: tener un estreno megaexitoso, que todo el mundo hablara de Barbie y que, por supuesto, las tiendas se llenaran de mercancías alusivas a la famosa muñeca.

Cuando yo estaba pequeña, jugaba con mis Barbies, tenía muchas, y soñaba con tener la cintura pequeña, las piernas y el cabello largos como las muñecas, cosa que estaba muy lejos de ser realidad porque era bajita, no tenía esa cintura de avispa y tenía tres pelitos que de milagro me podía hacer una colita.

Pero, aun así, soñaba con ser como Barbie, de tener mi carro convertible rosado, y cuando Santa me trajo para Navidad el penthouse de la Barbie, yo estaba indignada porque yo quería la casa soñada. Quería los 200 zapatos que tenía ella y, por supuesto, también anhelaba tener tanta ropa como mis muñecas. Pero en ese entonces lo único por lo que quería parecerme a Barbie era porque, según mi opinión y la de muchas niñas de mi edad, Barbie era el estándar de una mujer bonita.

Ahora que analizo este escenario, la verdad es que debió ser muy exigente y hasta un poco frustrante, para muchas niñas y adolescentes como yo, ese estándar al que nos queríamos igualar.

Gracias a Dios, los tiempos cambiaron y hoy en día las Barbies han evolucionado y no solo representan la belleza física, porque hay cientos de tipos de Barbies, sino que también representan muchas profesiones con las que las niñas de hoy se pueden identificar, lo que hace que las niñas quieran ser dentista, piloto, astronauta, maestra, bailarina, jinete, doctora, entre otros miles de profesiones que existen.

Ahora, las Barbies son más que mujeres lindas, son mujeres que logran lo que quieren. En ese sentido, me gustó mucho la película, pero lo que más disfruté fue ese monólogo poderoso que interpretó América Ferrer (actriz conocida por su papel en Uggly Betty), ¡WAO! Simplemente maravilloso, habló de la culpa con la que vivimos las mujeres y esa presión constante de cumplir con todos los roles que nos exige la sociedad o las expectativas de los demás que esperan que seamos perfectas en todo y, la verdad, es que hay días en que no queremos ser buenas en nada.

Para mí, eso fue lo más poderoso de la película, y si a eso le sumamos toda la presión que trae consigo la maternidad, a veces a las mujeres nos toca decir: ¡sabes qué, soy suficiente y no tengo que demostrarle nada a nadie! Aprovechemos esta ola rosada para hablar esto con nuestras hijas, pero, sobre todo, hablémoslo entre nosotras y sanemos esas heridas para que podamos amarnos tal como somos y con todo lo que hemos o no logrado, porque recordemos que justo detrás de nosotros vienen nuestros hijos siguiendo nuestro ejemplo.

Supermamá, tú puedes ser lo que quieras ser y sabes qué: ¡no tienes que demostrarle nada a nadie!

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