Año 1 Nro.1 Mayo 2020
Narraciones Publicación del Centro de Salud Mental nº1
Suplemento Narraciones Residentes Concurrentes
Género, dispositivos y clínica
Gabriela Wagner Marina Laski Joana Barbich María Celeste Quinn Rocío Yamila Mosqueira Lucía Natalí García María Paula Paragis Solange Ove Angeles Zorraquín Melanie Faks Fernando Sebastián Roselli Juana Blaiotta
Narraciones Suplemento Residentes Concurrentes
Publicación del Centro de Salud Mental Nº1 Año 1 Número 1
1. Suplemento Narraciones es una publicación del Centro de Salud Mental Nº 1. Comité de Docencia e Investigación. Jefe de Unidad Dr. Horacio Rodríguez O´Connor Secretaria CODEI Lic. Patricia Álvarez Zunino Narraciones Dirección Silvina Czerniecki Comité Editorial Pablo Castillo Marina Pambukdjian Elena Singerman Comité editorial Concurrentes y Residentes Melisa Tancredi Daniela vendramini Melina Rapoport Sofía Giorgiutti Nicolás Maccora Diseño Editorial Nicolás Palant Arte de Portada y dibujos de secciones Débora Zilberman Manuela Pedraza 1558, C.A.B.A. Mail:narracionescentro1@hotmail.com ISSN: 2618-3005
Narraciones
Publicaciรณn del Centro de Salud Mental Nยบ1
Suplemento Residentes y Concurrentes
Nº 1 – mayo 2020
Índice Presentación Pág. 9
Apertura La formación en servicio y su dimensión ético política en el campo de la salud (Mental) Por Gabrieal Wagner Pág. 12
Conversaciones Perspectiva de Género y feminismos. Antecedentes y abordajes en el Centro de Salud Mental Nº1. Por: Marina Laski Pág. 21
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Nuestra práctica “Por un concepto de estrago interpelado por las subjetividades de la época”. Lo invisibilizado en las lecturas clínicas. Por: Joana Barbich y Juana Blaiotta Supervisor: José Recalde Pág. 31 “Taller de radio: una experiencia a viva voz”. Por: Fernando Sebastián Roselli y María Celeste Quinn. Supervisor: Darío Caniglia. Pág. 40 Algunos puntos de encuentro y desencuentro entre el psicoanálisis y la teoría de género: entrecruzamientos”. Por: Rocío Yamila Mosqueira y Lucía Natalí García. Supervisora: Laura Easarret Pág. 47 Fútbol y psicoanálisis, una experiencia entre varios Por: Solange Ove y Angeles Zorraquín Supervisor: Paula Barredo Pág. 54 La apuesta por el sujeto en un caso de violencia de género Por: María Paula Paragis Supervisora: Ángeles Justo Pág. 62 Psicoanálisis en marcha Por: Melanie Faks Supervisora: M. Florencia González Pág. 70
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Presentación Narraciones es una publicación del Centro de Salud Mental N°1 “Dr. Hugo Rosarios”, que surge en el marco del Comité de Docencia e Investigación de dicha institución. Se propone destacar las diversidades discursivas provenientes de considerables campos como lo son el psicoanálisis, la filosofía, la política, el campo social, el arte y la literatura; e intenta establecer un diálogo, un debate -siempre fragmentario- preservando ese vestigio en el que un discurso fracasa en su aspiración de totalizarse y solidificarse. En este punto, el discurso psicoanalítico ocupa un lugar central y posibilita la orientación epistémica. Incorporamos dentro de Narraciones la realización de un suplemento exclusivo para Concurrentes y Residentes, que saldrá en el mes de mayo de cada año, porque sostenemos que la capacitación en la clínica, se sustenta en lo que llamamos el trípode freudiano: formación constante en los estudios teóricos, el atravesamiento de un análisis y la supervisión de los casos. Esto no equivale a un mandato superyoico, sino al requerimiento mínimo y ético para conducir un análisis, como así también las intervenciones de nuestras prácticas. Convocamos al lector a recorrer juntos este pacto de lectura, ya que la formalización de la experiencia en las instituciones públicas (incluso más allá de cómo éstas se configuren), es el único modo que tenemos de garantizar nuestra praxis. El Covid-19 marca un punto de inflexión a nivel mundial. Una pandemia que interpela desde las grandes corporaciones trasnacionales hasta las efímeras representaciones que cristalizaban nuestros modos de ser en el mundo. Las pocas certezas que quedaban en este universo globalizado son arrasadas. Fronteras y dispositivos parecen perder espesura. El estado de excepción que teorizaron desde Carl Schmitt hasta 9
Giorgio Agamben está lejos de ser leído como una especulación filosófica. Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz, acuñó su famosa frase: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, Michel Foucault la invirtió por “La política es la continuación de la guerra por otros medios”. Hoy la guerra parece ser contra un enemigo invisible. Es cierto que cuando empezamos a delinear este proyecto transitábamos otras territorialidades. Pero nos parece que a pesar de las incertidumbres con que se nos presenta el futuro esta propuesta debíamos mantenerla. Seguramente aparecerán otros interrogantes. Todo acontecimiento novedoso habilita determinadas preguntas y obtura otras. Pero comprender desde donde partimos es un buen punto para remontar esta aventura. En este primer número del suplemento el eje es “Género, dispositivos y clínicas”, convocando a concurrentes y residentes de los diferentes efectores del sistema de salud a participar en la transmisión y formalización de sus prácticas. En esta primera entrega se cuenta con dos secciones que se mantendrán constantes en cada número. Un primer eje es: “Conversaciones”, en esta sección invitamos a alguna personalidad a escribir sobre la temática elegida. Y la segunda sección es: “Nuestras prácticas”, donde se expondrán los trabajos supervisados de los concurrentes y residentes. Por eso en cada texto se encuentra el autor y su supervisor. En las diferentes secciones respetamos la singularidad en la que cada autor recorre la temática escogida, como así también las opiniones vertidas sobre los diversos temas, siendo de exclusiva responsabilidad de los respectivos autores el contenido de cada artículo. En algunos momentos ciertos textos podrán cobrar otra significación en diálogo con lo real, otros aparecerán como parte de un rompecabezas que por definición nunca se terminará de armar… Sin desconocer las nuevas condiciones reafirmamos 10
igualmente nuestra voluntad de compartir estos trabajos realizados previamente a qué todo el mundo se conmoviera con esta pandemia. Tampoco el tiempo en Kant es el mismo que en Heidegger. Ni el de Heidegger es similar al de Lacan. Así que priorizamos continuar con “Suplemento Narraciones de concurrentes y residentes”, en el que el eje escogido y la presentación de sus textos fueron concedidos antes del famoso 19 de marzo. Les damos la bienvenida a todes.
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Apertura La formación en servicio y su dimensión ético política en el campo de la salud (Mental) Gabriela Wagner La normativa vigente en la Ciudad señala que “la residencia del equipo salud constituye un sistema remunerado de capacitación de posgrado a tiempo completo, con actividad asistencial programada y supervisada, tendiente a incorporar a todos los profesionales del área de la salud con el objeto de formar en el ámbito intra y extra hospitalario un recurso humano capacitado en beneficio de la comunidad” (Ordenanza N° 40.997/86). Otra alternativa de formación que ofrece la Ciudad de Buenos Aires son los programas de concurrencia, ad honoren y de tiempo parcial. Tanto el Programa docente de la Residencia como de la Concurrencia de Salud Mental datan del año 2003. La concurrencia de Psicología es una de las más numerarias del sistema. En los últimos años las vacantes de formación ofrecidas por las 36 sedes, distribuidas en distintos efectores, fueron entre 170 y 190, siendo el 25 % de estas vacantes en formación infanto –juvenil, y solo un 7% en el primer nivel de atención. Los debates históricos con sus matices e intensidad según el devenir de los contextos histórico sociales y el papel del Estado, sobre si las concurrencias, constituyen un “trabajo” ad honorem o un “posgrado”, suelen obturar la discusión sobre la dimensión pedagógica de este sistema tan “especial” de formación de “recurso humano” en el campo de la salud orientado “en beneficio de la comunidad”. El componente de la formación nos confronta con las preguntas sobre el qué, el cómo y el para qué de una formación de posgrado privilegiada por el Estado, en el campo de la salud (mental) y nos permite retomar aquellas ideas de las décadas de los ‘60 y ‘70 cuando 12
las residencias y concurrencias estuvieron asociadas a procesos de reformas y transformaciones de los modelos de atención, ya que la finalidad de la formación de recurso humano desde el sistema de salud público es, en definitiva, para mejorar la calidad del sistema y la producción de salud1. Según Franco Basaglia las instituciones tienden a negar el mandato social para la que fueron creadas, para terminar produciendo lo contrario. En su experiencia en Gorizia en 1970 constata cómo el hospital tradicional deja de cuidar y termina agravando las dificultades de los pacientes para su inclusión social. En las instituciones formativas a veces sucede lo mismo2, la tendencia a la profesionalización, la fragmentación de saberes que generan espacios de poder, la hiperespecialización y la vacancia de espacios interdisciplinares, nos distancian cada día más de las necesidades de los usuarios y la mirada poblacional de los problemas de salud (mental). El objetivo de este texto es invitar a la reflexión sobre la finalidad y la instrumentalidad de nuestros programas de formación. El cómo o la formación en servicio. Las residencias y concurrencias en salud forman parte de un modo de formación muy particular ya que implican la formación en servicio, es decir subrayan el aprendizaje “en” y “por” la experiencia. Se “aprende” “haciendo”, la práctica es el insumo para la formación. Una de las características más potentes de la experiencia es la imprevisibilidad, en contraposición a la formación Rovere, Mario (2011). Disertación en el Curso de formación docente para el Área de Prácticas en salud en la formación del psicólogo”. Disponible en: https://elagoraasociacioncivil.files.wordpress.com/2013/11/prc3a1cticas-en-salud-en-la-formacic3b3n-del-psicc3b3logo-mario-rovere.pdf 1
Monceau G. Análisis colectivo: para combatir los efectos de la institucionalización en educación y salud. En: EnSiQlopédia das Residências em Saúde. Org: Ricardo Ceccim y otros.Porto legre, 2018. Disponible en: https://bit.ly/2HXdzP4 2
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de corte más “academicista” donde se procura “textualizar” la realidad con sus problemas y no “problematizar” los “textos”3. Esta imprevisibilidad es la que va armando nuestra caja de herramientas que construimos nosotros mismos de manera artesanal. Este es el sello que le da tanta potencialidad a la formación en servicio, estar asentada sobre la experiencia, el hacer y los problemas a resolver en ese devenir. Las relaciones sociales en la Grecia Antigua admitían una separación entre teoría y práctica. Para los griegos el hombre se convirtió en hombre al distanciarse de lo manual y lo productivo, separando definitivamente la teoría de la práctica. Quedando la tarea intelectual y política en la esfera de los hombres libres y lo manual en la esfera de los hombres esclavos4. Este antagonismo inspiró la formación de profesionales desde la era moderna, legado del modelo científico de educación en ciencias de la salud. Sin embargo la separación de estos dos órdenes se vuelve imposible en el campo de la salud, ya que el contacto temprano del profesional con los sujetos que van a ser “objeto” de su intervención se hace necesario desde el inicio y exige la inserción de los mismos en los escenarios de su práctica. El aprendizaje en servicio debe entenderse como un esfuerzo pedagógico que se desarrolla en los escenarios cotidianos de formación, en relación con el trabajo y el acompañamiento de los coordinadores y referentes locales, y muy cerca de las personas de sufren, y esto la ubica en una formación de alta calidad, favoreciendo la capacidad de mediar entre lo universal, lo particular y lo singular.
Spinelli, Hugo (2016). Volver a pensar en Salud: Programas y territorios. Revista Salud Colectiva. 2016;12(2):149-171. 4 Silveira de Morais Vasconcelos y barros vieira: “Aprender en servicio”. En: EnSiQlopédia das Residências em Saúde. Org: Ricardo Ceccim y otros.Porto legre, 2018. Disponible en: https://bit.ly/2HXdzP4 3
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Este proceso de formación puede ser analizado desde distintos aspectos. Por un lado como modo de formar y producir distintas subjetividades y valores, tanto de los trabajadores como de los usuarios a los que están dirigidas las prácticas, como también cómo serán comprendidas las demandas, las necesidades y el sufrimiento de los usuarios. En este sentido la capacitación apunta a una dimensión ético política de la formación de los trabajadores y de qué sistema de cuidados y producción de salud queremos como sociedad. El para qué o los modelos de atención y cuidados. La formación de los residentes y concurrentes puede ser pensada como reproducción de los modelos de atención y subjetivación de los agentes de las prácticas existentes o instituidas o por el contrario como “punta de lanza” para la transformación de modelos de organización del trabajo en salud más centrados en las poblaciones. Es decir pueden contribuir a conservar o transformar el status quo. Estamos entonces frente a una manera de pensar una política pública de formación de modelos de atención y los trabajadores que reproducirán esos modelos. Es hacia esta dimensión que quiero orientar las reflexiones en relación a los programas de formación de la residencia y de la concurrencia en particular. Los modelos de atención pueden ser abordados desde múltiples dimensiones: desde el aporte de las ciencias sociales en especial la Antropología; desde la Clínica implicada en cada uno; desde la organización del sistema, más centrado en el hospital o en la atención primaria; y por último desde la Epidemiología, según la teoría de la causación de las enfermedades (miasmática, del germen, la caja negra o del riesgo).
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Según el antropólogo Eduardo Menéndez5, cuando hablamos de modelos de atención “nos referimos no sólo a las actividades de tipo biomédico, sino a todas aquellas que tienen que ver con la atención de los padecimientos en términos intencionales, es decir que buscan prevenir, dar tratamiento, controlar, aliviar y/o curar un padecimiento determinado”. En la década de los 70 Menéndez6 acuñaba el concepto de Modelo Médico Hegemónico para dar cuenta del modelo de atención hegemónico en occidente, es decir el modelo biomédico y Flexneriano7 impuesto en la enseñanza médica desde principios del siglo pasado, como el que gozaba de mayor consenso y coerción, haciendo referencia al concepto de Hegemonía8.
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Menéndez E. “Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones teóricas y articulaciones prácticas”. En: Salud colectiva. Comp. Hugo Spinelli. Lugar Editorial, 2008. p. 11-49 6 Menéndez E. “Modelo Médico Hegemónico y Atención Primaria”. Segundas Jornadas de Atención Primaria de la Salud. 1988 30 de abril al 7 de mayo. Buenos Aires. 1988 Pág. 451-464 7 El Informe de Flexner de 1910 se constituyó en un proceso estandarización de la formación de los médicos en EEUU y América Latina. La idea era elevarlos para que no cualquiera ingrese. Se rechazó la idea de causalidad social ya que estaba fuera de lo que se consideraba científico, se inaugura la medicina científica. Cambia la concepción del cuerpo: de integrado (donde al afectarse una parte se proyectaba en todo el cuerpo), por una idea de cuerpo como máquina, con sistemas separados. Surge la dualidad mente cuerpo. Comienza a declinar la medicina holística, con la consiguiente diferenciación de las enfermedades mentales y las psicosomáticas. Cambia la estructuración de la investigación enfocándose en el individuo y lo subindividual. Esto generó un ocultamiento de la relación del medio con la enfermedad, y la tendencia a pensar al sujeto como responsable de la enfermedad. 8 Gramsci (1891-1937) en sus “Cuadernos de la cárcel” habla de la hegemonía como la dialéctica entre coerción y consenso. Es decir que no se debe contar solamente con el poder y la fuerza material para dominar, sino también con la aceptación más o menos voluntaria de los sujetos dominados, aceptación mediada por las formas culturales de interacción entre dominados y dominadores. La hegemonía implica que los valores y visión del mundo de las clases dominantes se convierten en una especie de “sentido común” compartido por los grupos dominados.
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El autor aludía al concepto de Modelo para dar cuenta de la abstracción de las principales características que permiten explicar la realidad, sosteniendo que no alude a los comportamientos de las personas; el modelo es un mapa rudimentario, una aproximación. También lo denomina Médico haciendo referencia a los “curadores” que una sociedad reconoce como autorizados y legítimos para dar respuestas técnicas a los padecimientos (en nuestro caso los psicólogos entre otros curadores como chamanes, religiosos, etc.). Además señalaba las diferentes relaciones de subalternidad, hegemonía y transacciones con las otras formas de atención, ya sea la medicina académica (china y ayurveda), la medicina popular, la medicina tradicional, el modelo de autoayuda o la auto-atención. Muchos de los rasgos9 que describió del modelo hegemónico nos ayudan reflexionar y analizar críticamente los modelos de atención propuestos para abordar los padecimientos psíquicos. Los más de 30 rasgos estructurales que conceptualizó pueden ser divididos en: las principales concepciones técnico-ideológicas (biologismo, identificación ideológica con la racionalidad científica, individualismo), relaciones organizacionales (relación curador-paciente asimétrica y subordinada ,exclusión del saber del paciente, orientación curativa, la salud-enfermedad como mercancía, autonomía médica, eficacia pragmática, tendencia a la medicalización de los problemas, tendencia a la escisión entre teoría y práctica, profesionalización formalizada) y exclusiones (a-sociabilidad, a-historicidad, a-culturalismo) Otra dimensión de análisis es aportada por Gastón de Sousa Campos10 de la mano del concepto de Clínica del Sujeto o Ampliada, como aquella que incluye el sujeto, el contexto y su padecimiento. El autor señala que la transformación de la clínica moderna debe basarse en un corrimiento del énfasis en la enfermedad para centrarlo sobre el Sujeto concreto, no un caso, un Sujeto portador Menéndez E. “Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones teóricas y articulaciones prácticas”. En: Salud colectiva. Comp. Hugo Spinelli. Lugar Editorial, 2008. p. 11-49 10 De Sousa Campos, G.W. “La clínica del sujeto: por una clínica reformulada y ampliada”. En: Gestión en salud. Lugar Editorial, Bs. As., 2001. 9
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de alguna enfermedad o un padecimiento. Critica lo que denomina la ontologización de la enfermedad y agrega: “Es como si la dolencia ocupara toda la personalidad, todo el cuerpo, todo el Ser del enfermo. Su paciente con nombre y apellido desaparecerá para dar lugar a un psicótico, a un hipertenso, un canceroso o a un quejoso múltiple cuando no se acierta de inmediato con algún diagnóstico.” Al respecto señala que hay múltiples y diversos tipos de clínica, denomina Clínica Oficial, a la “clínica clínica”, y critica su mirada reduccionista y el peso del biologicismo, al desresponsabilizarse por la integralidad de los Sujetos, ya que sólo se ocupa de la enfermedad, nunca de la persona que está enferma, olvidándose de las dimensiones subjetivas y sociales. Por otro lado, la Clínica también puede ser “degradada” cada vez que la racionalidad clínica es atravesada por otras racionalidades del tipo instrumental o estratégicas, ya sea económica u organizacional, perdiéndose la oportunidad de resolver problemas de salud. Ejemplifica con la clínica que denomina queja-conducta tan observada en las guardias. En este sentido nos corresponde reflexionar sobre qué tipo de clínica está implicada en nuestros programas formativos. ¿Se incluyen los contextos histórico- sociales? Por último, podemos ubicar otra línea de análisis en los modelos de atención centrados en el Hospital, es decir “hospitalocéntricos” o modelos centrados en la estrategia de APS como rectora y organizadora de todo el sistema de salud, es decir un modelo que tiende a la “primarización” de la salud. Como señala Mario Rovere11 el espacio de mayor inserción comunitaria e interacción con la dinámica social del sector salud está dada por el primer nivel de atención y la orientación de políticas Rovere, M. “Redes en el marco de la Estrategia de APS y Primer Encuentro”. En: Redes en Salud. Los grupos, las instituciones, la comunidad. Buenos Aires, 3ra ed. El Ágora; 2017. 11
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sanitarias que lleva a priorizar este nivel se conoce como atención primaria de la salud (APS). ¿Qué implica un modelo y otro? ¿Cómo se integraría la salud mental a los lineamientos de una Red de Cuidados Progresivos centrada en la APS? ¿Qué plus agregaría que los residentes y concurrentes se formen en o para un modelo u otro? El corrimiento del eje, en una suerte de revolución copernicana, sobre la población, hace que nos corramos de la centralidad del hospital y que los centros de salud cobren protagonismo por estar más cerca de las poblaciones, de los escenarios donde transcurre lo cotidiano. Como subraya Rovere, en esta nueva perspectiva, el hospital adquiere una nueva funcionalidad; no deja de ser menos importante, cumple una función de referencia, una especie de segunda línea de trinchera donde contiene, “ataja”, o resuelve lo que desborda la capacidad resolutiva del primer nivel. Esto es lo que está en el centro de un modelo centrado en una Red de Cuidados Progresivos. El abordaje territorial, implica el conocimiento de las necesidades de los colectivos sociales, un vínculo sostenido en el tiempo, que permite hacer diagnósticos más ajustados en tanto permite a los trabajadores “ver” la película y no la foto. Este modelo de atención facilita mucho más incluir una lógica de cuidados, un trato humanizado y singularizado, y por otro lado, abrir la atención a otro tipo de intervenciones que tengan como objetivo visibilizar y abordar las condiciones y determinantes que generan enfermedad y daños a la salud. Por otro lado los cuidados pueden incluir otros escenarios, saliendo del tradicional consultorio, hacia la visita domiciliaria, las plazas, las organizaciones barriales, etc. La alta frecuencia de enfermedades crónicas demanda de una mirada integral y con continuidad de cuidados a diferencia de una lógica de abordaje de lo agudo sostenida por el modelo 19
hospitalario. Los padecimientos psíquicos se incluyen dentro de esta lógica de la cronicidad, de hecho muchas personas necesitarán acompañamiento y cuidados durante largos períodos en sus vidas. Esto nos introduce dentro de un modelo que enfatice la ética de los cuidados como condición humana, nociones tan poco conceptualizadas en el campo de la Salud12. Desde el modelo biomédico y sus teorías etiológicas de la enfermedad las enfermedades infecciosas fueron un claro ejemplo de éxito en el modelo de “atención”, este tipo de enfermedades se “atienden”, se curan; sin embrago las enfermedades no transmisibles no se curan, se acompañan, son abordables desde una lógica de “cuidado”. Esto abre a un debate profundo en relación a qué concepto de salud enfermedad adherimos en el campo de la Salud Mental, qué modelo de atención priorizamos, a fin de cuentas cómo pretendemos producir salud o reproducir un modelo fragmentado y cada vez menos eficiente si pensamos en la salud integral para todos y todas como se declaraba en Alma Ata en 1978. Lo que está en juego es la propia consideración y los consensos sobre qué requerimos, cómo implementamos y qué acordamos como necesario, para organizar una formación de posgrado privilegiada por el Estado, en el campo de la salud, articulando lo posible con lo necesario.
Michalewicz, Alejandro; Pierri, Carla; Ardila-Gómez; Sara. “Del proceso de salud/en fermedad/atención al proceso salud/en fermedad/cuidado: elementos para su conceptualización”. Anuario de Investigaciones, vol. XXI, 2014, pp. 217-224. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=369139994021 12
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Conversaciones
DĂŠbora Zilberman
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Perspectiva de Género y feminismos. Antecedentes y abordajes en el Centro de Salud Mental Nº 1 Marina Laski Ante todo debo aclarar que la elaboración de este artículo me toma inmersa en un novedoso e insólito escenario creado por la pandemia del coronavirus COVID 19. Esto nos/me obliga a un cambio profundo respecto de los ejes sobre los que construimos/ construyo nuestra/mi habitualidad, nuestra/mi vida cotidiana. Los movimientos, los desconciertos, los aciertos y desaciertos que conlleva la incorporación de nuevas rutinas y hábitos de higiene, la alteración en los modos de consumo tanto respecto de elementos básicos de subsistencia (alimentos, por ejemplo) como de los consumos culturales (cine, teatro, etc.), la creación de nuevas formas de relacionarnos en la intimidad y en lo social, inciden también en las modalidades y posibilidades de plasmar y trasmitir las ideas y experiencias que signaron nuestro/mi trabajo en el Centro de Salud Mental N.º 1. No obstante, lo intentaré. Este trabajo tiene por objetivo visibilizar y dar testimonio del recorrido que ha hecho el Centro de Salud Mental Nº 1 en el proceso de asumir e incorporar la perspectiva de género en las conceptualizaciones y prácticas que alberga la institución. Y también de brindar un testimonio del trabajo realizado por los equipos que integré durante mi labor en ella, así como fundamentar la convicción de que los estudios de género y el feminismo/los feminismos enriquecen dichos abordajes y, en consecuencia, otorgan respuestas más diversas, específicas y efectivas a las problemáticas que presentan las y los consultantes de la comunidad. Este texto representa un breve y seguramente sesgado testimonio inspirado, de algún modo, en la lectura de la entrevista realizada a Dora Barrancos en el Nº 5 de la Revista Narraciones, “Ninguna de 22
las feministas de la generación del 70 imaginamos que hoy íbamos a tener feminismos de masas”. Me adhiero y exclamo que quienes arribamos al feminismo en la década del 80, tampoco podíamos imaginarlo. Y me animo a afirmar que tampoco era algo previsible para quienes se incorporaron en los 90 y en los primerísimos años del nuevo milenio. Asumí el feminismo a partir de mi incorporación a organizaciones no gubernamentales (ONGs) que luchaban -aún luchan- por los derechos de las mujeres. Era una época en que decir “soy feminista”, conllevaba el desprecio y aislamiento en las instituciones que aún no comprendían los aportes de ese movimiento al campo científico social. En el campo no gubernamental, entonces, quiero destacar la labor desarrollada en FM Suburbana, una radio comunitaria donde conduje entre 1987 y 1991 el programa “Salud vecino, salud vecina”, la creación de la ONG Mujeres al Oeste (1993), la participación en la Red Nacional por la Salud de las Mujeres, entre otras actividades. Los estudios de género han producido y producen movilizaciones y resistencias en el conjunto de la sociedad y de lxs cientistas sociales, entre los que se encuentran lxs profesionales psi, ya que propone cambios sustanciales en los modos de abordaje e interpretación de las subjetividades y sus consecuentes conceptualizaciones. Poco a poco las resistencias van cediendo para abrir caminos que conducen a una vida más equitativa en cuanto a derechos se refiere, a la vez que una vida más cuidadosa respecto de la comunidad, de sí mismx, de lxs otrxs. Otrxs que también somos nosotrxs ya que integramos el colectivo comunidad, inmersxs en esa dinámica interpersonal y de interdependencia que toda comunidad implica. Aclaradas las circunstancias, el contexto dentro del que escribo este texto, comienzo a trasmitir las acciones y programas que constituyen los antecedentes que forjaron los actuales abordajes en el Centro de Salud Mental Nº 1.
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1. Consultoría en Salud Sexual y Vih/sida Corrían los primeros años de la década del 90 y la epidemia del Vih/sida empezaba a instalarse con fuerza en la Argentina. Respecto de la vía de trasmisión sexual dos posiciones totalmente opuestas le hacían frente: una conservadora, que sostenía que el preservativo no prevenía la infección y aconsejaba la abstinencia sexual y otra científica que afirmaba el buen uso del preservativo como método válido para impedir la trasmisión del virus por vía sexual. Había una tercera postura, la negacionista, que minimizaba los riesgos, sostenida por no pocos colegas sexólogxs. Las consultas empezaban a hacerse presentes en el Centro de Salud. Un grupo de profesionales de los equipos de Prevención y Promoción de la Salud y de Familia (orientación sistémica) asumimos el desafío de dar desde el ámbito gubernamental respuestas a las consultas comunitarias. Fue así que constituimos la Consultoría en Salud Sexual y Vih/sida. 2. Equipo de Atención a Mujeres Víctimas de Violencias de Género Surgido del Equipo de Prevención y Promoción de la Salud, teniendo en consideración la creciente demanda comunitaria, se elaboró el Proyecto de Prevención y Asistencia a Víctimas de Violencias de Género. Estuvo integrado por las licenciadas Cristina Dotti, Silvia Hofman, Sonia Altube (concurrente) y Marina Laski (coordinadora). Nos propusimos la creación de un dispositivo institucional para implementar acciones de prevención comunitaria y de atención de la salud mental de las personas víctimas de violencias de género -en especial, las mujeres- además de desarrollar actividades de docencia e investigación. Para ello especificamos los siguientes objetivos: • Favorecer los procesos individuales y colectivos para la construcción de las identidades y las relaciones interpersonales y comunitarias en el marco de los Derechos Humanos y la 24
perspectiva de Género
• Brindar espacios y herramientas pertinentes para el desenvolvimiento de los procesos psicoterapéuticos individuales y grupales • Brindar espacios y herramientas para la inclusión de la perspectiva de género en los procesos comunitarios • Favorecer la deconstrucción de los estereotipos de género • Promover el conocimiento de los marcos legales y los recursos institucionales • Promover el empoderamiento y los procesos de apropiación de derechos de las personas víctimas de violencias • Promover los derechos a una vida libre de violencias
Para dar cumplimiento a dichos objetivos organizamos diferentes actividades: talleres sobre variedad de temáticas y eventos relacionados con fechas significativas, como el Día Internacional de las Mujeres, 8 de marzo. También se promovió la participación de las pacientes y asistentes a los talleres en las movilizaciones convocadas por el movimiento de mujeres. Respecto de la atención psicoterapéutica, cabe destacar que la admisión se realizaba de forma inmediata, con abordaje individual. Sin embargo, a partir de evaluar las diferentes evoluciones de las mujeres que contaban con una red familiar y/o social de contención de las que no contaban con dicha red, siendo que las pertenecientes al primer grupo manifestaban progresos terapéuticos más sólidos, en 2014 se organizó un dispositivo grupal al que denominamos Grupo de ayuda mutua de mujeres víctimas de violencias que funcionó hasta mediados de 2017. 3. Cursos de Posgrado: Género, Salud Mental y Derechos 25
Una de las actividades relevantes relacionadas con Docencia e Investigación, fue la implementación del Curso de Posgrado, Género, Salud Mental y Derechos. Con una duración anual, se desarrolló durante 2013, 2014 y 2015. Estaba destinado a profesionales universitarixs pertenecientes a las Ciencias de la Salud, Sociales y Humanas. Un dato curioso fue que solo una profesional del Centro de Salud Mental realizó el curso, dato que corrobora lo afirmado al principio respecto de la marginalidad que los estudios de género ocupaban hasta hace muy poco tiempo. Para desarrollar temáticas tales como las bases epistemológicas de las teorías de Género, los aspectos filosóficos, antropológicos, sociales y de salud mental -tanto desde el psicoanálisis como de la teoría sistémica, la gestalt y la psicología comunitaria-, abordar las características específicas de los diferentes colectivos genéricos, en el marco de la legislación vigente, de las políticas nacionales de igualdad y de los acuerdos internacionales, entre otras temáticas, contamos con la valiosísima colaboración de profesionales docentes de primer nivel: Alejandra Albacete, Dolores Breit, Mabel Campagnoli, Claudia Cernadas, Graciela Climent, Silvana Darre, Ana María Fernández, Silvia Franco, Graciela González, Adriana Granica, Diana Maffia, Irene Meler, Marisa Ricordi, Débora Tajer, Karin Taverniers y Eugenia Casa. Algunas conclusiones El concepto de género refiere a las características y oportunidades económicas, sociales, culturales y subjetivas atribuidas a cada colectivo de seres humanos en un ámbito social particular, en un determinado momento histórico. A su vez, la igualdad de género significa igual tratamiento para varones, mujeres y población LGTTBQ (lesbianas, gays, travestis, transexuales, binaries, queer) respecto de las leyes y políticas, e igual acceso a los recursos y servicios de las personas, familias, colectivos y sociedad en general. La promoción, prevención y atención de la Salud Mental de los diferentes colectivos genéricos exige que se incorporen las especificidades de cada uno de ellos para responder a las preguntas 26
que surgen de sus padecimientos, conflictos, logros y derechos facilitando el surgimiento y desarrollo de nuevos interrogantes. Ello implica la deconstrucción de los estereotipos de género que representan creencias culturalmente asumidas y compartidas de las características específicas que se atribuyen a varones y mujeres. Estos procesos de deconstrucción (y construcción personal y colectiva) se han precipitado a niveles masivos a partir del audaz e incesante reclamo de justicia encabezado por las mujeres -especialmente las adolescentes y jóvenes- con relación a la abogacía por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y al derecho a una vida libre de todo tipo de violencias. De modo tal que el movimiento de mujeres y los feminismos han ganado las calles, transformándose en un movimiento popular que genera cada día más entusiasmo, aceptación y compromisos. Los avances logrados en diferentes áreas (legal, educativa, de lenguaje, de mayor autonomía personal y participación social y política) constituyen una base necesaria y fundamental para garantizar el pleno ejercicio de derechos. Sin embargo, aún es necesario profundizar en los ámbitos académicos y de implementación de las políticas públicas, la plena asunción y acompañamiento de las transformaciones políticas, sociales, culturales, simbólicas e institucionales que se requieren para revertir las raíces profundas de un orden social que aun hoy continúa conservando sus rígidas características patriarcales.
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Nuestra práctica
Débora Zilberman 29
Nota al lector Narraciones propone brindar un espacio para la difusiรณn de los escritos que surgen como producto de un tiempo de trabajo de reflexiรณn sobre las prรกcticas que realizan los jรณvenes profesionales en formaciรณn.
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“Por un concepto de estrago interpelado por las subjetividades de la época”. Lo invisibilizado en las lecturas clínicas. Hospital Rivadavia Autoras: Joana Barbich, Juana Blaiotta Supervisor: José Recalde A partir de nuestra experiencia en la clínica con niñes y adolescentes, y de la participación en espacios grupales de supervisión, nos encontramos con que la mayoría de les pacientes son traídxs a consulta por sus madres. A su vez, muchas de las problemáticas que allí se presentan, implican a madres estragantes y a padres ausentes. También se escucha esta trama en pacientes adultes, en su mayoría mujeres. No tenemos una estadística de casos y no es allí hacia donde queremos dirigirnos. El propósito de este escrito parte de interrogantes que se nos han ido presentando a partir de nuestra práctica clínica. Nos preguntamos entonces: ¿Por qué casi siempre es la madre la que aparece en escena? ¿Por qué hablar de estrago nos remite necesariamente a lo materno? ¿Por qué se naturaliza la ausencia de los padres? ¿Por qué nombramos a las funciones “parentales” como materna y paterna? ¿Por qué seguimos sosteniendo un binarismo? ¿Qué efectos tiene este modo de nombrar en cómo se orienta el tratamiento? ¿Se verifica efectivamente el estrago materno en la mayoría de los casos clínicos o el problema es cómo se lee eso que se presenta? ¿En qué contexto histórico social nacieron los marcos teóricos a partir de los cuales leemos la clínica? ¿Es posible pensar un caso o escuchar un paciente por fuera de ese que escucha? ¿Qué implicancias tiene esto? El psicoanálisis surgió tomando como modelo a la familia nuclear y en una conformación social burguesa, occidental y patriarcal. A este tipo específico de sociedad, y a los sujetos que allí se forman, 31
se le dio un estatus universal. En este sentido nos parece importante elucidar las condiciones de producción de esta herramienta teórica para no reproducir acríticamente los regímenes de poder que regulan esta práctica y visibilizar aquello que invisibilizado opera como un apriori epistémico configurando latentemente nuestra posición ética y de escucha clínica. De este modo resulta necesario analizar la dimensión política del psicoanálisis y la posición que como psicoanalistas creemos deseable: la de habitar lugares transitorios que estarán siempre en revisión. Esto implicará una búsqueda e interpelación constante de nuestro lugar teniendo en cuenta que siempre estamos teorizando en relación a las propuestas de cada momento histórico lo cual nos invita a revisar, cada vez, las teorías y relaciones de género y poder que operan detrás de nuestra práctica diaria. Nos proponemos problematizar el concepto de estrago materno en el marco de las funciones “parentales” tomando como referencia los desarrollos de Lacan. Partiendo de allí intentaremos revisar en el psicoanálisis las marcas de la época, no para descartarlo sino para recuperar de él su capacidad crítica y repensarlo para que pueda ser superado en pos de nuevas construcciones. Estrago materno, ¿estructural o histórico - social? Lacan en el seminario IV menciona: “...esa madre insaciable, insatisfecha, a cuyo alrededor se construye toda la ascensión del niño por el camino del narcisismo, es alguien real, ella está ahí, y como todos los seres insaciables, busca qué devorar”13. En el seminario 17 refiere: “El papel de la madre es el deseo de la madre (...) siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre (…) Hay un palo, de piedra por supuesto, que está ahí, en potencia, en la boca, y eso la contiene, la traba. Es lo que se llama el falo”14. A través de Ia figura del palo, Lacan alude a la operación de Lacan, J.. Seminario 4: La relación de objeto. Buenos Aires, Argentina: Paidós(1956 1957). p.197 14 Lacan, J.. Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Paidós. (1969 - 1970) p.118. 13
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la metáfora paterna, paso segundo en relación a un deseo materno caracterizado como estragante. Nos preguntamos: ¿Por qué el deseo de la madre siempre produce estragos? ¿Por qué se naturaliza que la mujer- madre es la boca del cocodrilo? ¿Se trata de algo estructural y universal? ¿O podemos pensarlo como una construcción histórico social? Para recorrer estos interrogantes intentaremos analizar cuál es el contexto en el que se conceptualiza el estrago materno desde el psicoanálisis. En la construcción del psicoanálisis con Freud, podemos pensar la función materna en relación a una determinada propuesta social e histórica para las mujeres en la modernidad centrada en la conyugalidad y la maternidad donde una de sus funciones principales era la crianza de los hijos siendo ellas las encargadas primarias del cuidado infantil. Esto podría traducirse en una propuesta de género de sexuarse pasivamente donde el deseo de la mujer quedaba supeditado al de ser madre. En una sociedad que vedaba a las mujeres el protagonismo, el maternaje se convertía en una posibilidad, sino la única, de la puesta activa de un proyecto. „¿No hay un retorno acá de una madre asexuada que renuncia a todo goce genital por la completud narcisista que el hijo ofrece?“15. Por otra parte la función paterna se constituye como tal solidariamente con las sociedades patriarcales y los sentimientos religiosos primando de este modo la lógica del amo y de la no postergación permitiendo a los varones cierta omnipotencia y privilegios de género. En este contexto el Edipo se conceptualiza como norma universal e incuestionada dejando por fuera las relaciones de poder que lo atraviesan cuando se abordan las diferencias y la sexuación: “Mientras que el psicoanálisis toma inadvertidamente al niño Bleichmar, S.: “Norma, autoridad y ley. Bases para la redefinición de una legalidad en Psicoanálisis. En La subjetividad en riesgo”. Buenos Aires, Argentina: Topía editorial. (2005) p.40. 16 Benjamin, J.: Los lazos de amor: Psicoanálisis, feminismo y el problema d 15
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edípico como norma (es decir al varón como modelo del individuo), gran parte del pensamiento moderno pretende que expresa a un sujeto neutro, sin género y universal. Pero en el pensamiento liberal moderno el individuo es tácitamente definido como masculino, aunque el concepto incluya a las mujeres”. Lo que estamos cuestionando es plantear al Edipo como norma universal y dicotómica que deja por fuera otros modos posibles de subjetivación y no considera sus atravesamientos históricos. Esto no quiere decir que no haya cuestiones necesarias y estructurales, sino que es importante pensar cómo las nombramos y qué consecuencias tiene el modo en que lo hacemos. Teniendo en cuenta esta perspectiva, no negamos la existencia de mujeres-madres estragantes, pero si planteamos que existen madres que en situación pueden ser estragantes. Lo estragante no es inherente al posicionamiento subjetivo de la mujer-madre, lo que implica desnaturalizar la cuestión mirando los condicionamientos históricos sociales que están basados en lugares subalternos. Así, en primera instancia, nuestra propuesta consiste en alojar las diferencias sin reproducir la desigualdad repensando el estrago materno ya existente e introduciendo un interrogante: ¿por qué el estrago paterno no está conceptualizado? Más allá del binarismo: nuevos modos de nombrar Queremos cuestionar la idea de la heteronormatividad de la función materna y paterna sostenida desde el binarismo y problematizar la lectura que hacemos de la materialidad de los cuerpos, mujer-vagina-madre/ varón-pene-padre, y la significación que le damos. Consideramos que el binarismo construye polaridades excluyendo de este modo los cuerpos y modos deseantes no hegemónicos. Si partimos de que la cría humana se subjetiva a partir de un Otro, ¿por qué limitarlo a materno y paterno? Sostenemos que 34
existen funciones universales y necesarias para la constitución subjetiva. Para une niñez, por ejemplo, hace falta un cuidador primario, no hay posibilidad de subjetivación si no hay alguien que sostenga, sin apego, sin socialización primaria. Lo que queremos cuestionar, y está en discusión, es que esto solamente lo pueda hacer una mujer- madre. Además, resulta necesaria la introducción de una ley simbólica, pero ¿por qué esta tiene que ser ejercida por un varón- padre? Lacan asigna una dimensión significante a la función materna y paterna, así nos indica que no se trata de la madre o el padre de carne y hueso, sino que son funciones que van más allá de quién o quiénes la/s encarne/n. Leemos aquí que esta perspectiva abre la posibilidad de pensar a “un otro” que encarne esas funciones sin necesidad de asignarle a priori un género específico, y también de pensar que “ese/os otre/s” puede/n ser uno, dos, tres o más. Mantener la denominación de las funciones como materna y paterna parece ser una forma de universalizar lo que es en realidad una operatoria simbólica determinada por un tipo de sociedad e ideología. “Entonces podremos preguntarnos por qué se denomina paterna si se trata de una función simbólica”17 y ¿por qué no se reconocería en la madre un sujeto con capacidades simbolizantes? Para salir de esta encrucijada, y tomando los desarrollos de Winnicott en “Realidad y juego” (1971), proponemos llamar función de cuidado a la denominada función materna. Del mismo modo planteamos que “la función paterna debería llamarse por propiedad función tercera, independientemente de quien la ejerza y más allá de dicotomías empobrecedoras”18.
Glocer Fiorini, L. Deconstruyendo el concepto de función paterna. Un paradigma interpelado. Publicado en Revista de Psicoanálisis, vol.70, Buenos Aires, Asociación Psicoanalítica Argentina. (2013): p.34. 18 Ibid., p.36. 17
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Salida posible del binarismo ¿Nuevas “parentalidades”? Proponemos pensar el estrago materno desde lógicas más amplias que la familia nuclear. ¿Quiénes pueden ser aquellos otres que encarnen la crianza? Si el complejo de Edipo está compuesto heteronormativamente y es universal, ¿cómo se puede pensar la conflictiva edípica en una familia donde no hay un padre y una madre, sino que hay dos padres o dos madres, o bien se trata de familias monoparentales o triejas? En este contexto, ¿podemos seguir considerando un complejo generalizable con ciertas características y estándares? Nos parece fundamental problematizar y visibilizar qué importancia le damos en el campo psicoanalítico a los cambios que rápidamente se están dando, principalmente en las sociedades occidentales, respecto al posicionamiento de las mujeres en las relaciones de poder con los hombres, a otros modelos distintos del de la familia nuclear, al fuerte crecimiento y difusión de las biotecnologías y su impacto en las maternidades y paternidades actuales, así como a las presentaciones sexuales y de género que desafían la noción de diferencia sexual. Nos preguntamos, ¿cómo se va conformando la “novela familiar” y las teorías sexuales infantiles en les hijes criadxs en familias no convencionales desde el punto de vista de la sexualidad y el género? Sostenemos a modo de propuesta que la “novela familiar del neurótico” podría seguir vigente si dejamos de naturalizar que el modelo de familia sólo es la nuclear. El interrogante que surge entonces es cómo las teorías sexuales infantiles van a ser construidas cuando el modo de gestación sea in vitro, por adopción, monoparentalidad, trieja u homoparentalidad, por nombrar algunas. El desafío será poner letra y narrativa a esos diversos modos de configuración familiar. También, nos parece necesario destacar la importancia de la implementación de legislaciones que posibilitan que estas formas de 36
“parentalidades” no convencionales sean visibilizadas. Cabe destacar entre otras la Ley n° 24779: “Ley de adopción” (año 1997); Ley n°26.743: “Ley de identidad de género” (año 2007); Ley n° 26.618: “Ley de matrimonio igualitario” (año 2010); Ley n° 26.862: “Ley de fertilización asistida” (año 2013). Se trata de considerar a las leyes no como “abstracciones culturales sino como construcciones en el contexto de una historización necesaria”19. En este sentido y considerando la práctica clínica nos preguntamos: ¿Por qué muchos analistas no han podido acompañar estas narraciones que vienen existiendo desde tiempo atrás y sólo pueden empezar a hacerlo una vez que el marco jurídico ha cambiado? ¿Será que sólo cuando lo no convencional se convierte en norma se puede escuchar algo de esto en la clínica? Cuánto no hemos dicho porque no podía ser escuchado. Partimos de conceptualizar el estrago materno para revisar el concepto y repensarlo. Luego planteamos por qué no se teorizó acerca del estrago paterno. Siguiendo esta línea, proponemos dar un paso más: ¿Por qué en vez de seguir nombrando binariamente al estrago como materno y paterno simplemente no lo llamamos estrago? El modo en que nombramos a las funciones que operan en la constitución subjetiva no es ingenuo ni inocuo sino que constituye realidades y da lugar a una lectura sesgada de la clínica cuando, por ejemplo, polariza las funciones en maternas y paternas dejando por fuera otros modos posibles de crianza. Es necesario enfatizar que la forma en que se conceptualizan las funciones “parentales” tiene efectos en el proceso analítico, por lo que resulta fundamental una redefinición de términos y funciones que habiliten nuevas construcciones. De este modo, a lo largo del trabajo, buscamos deconstruir y visibilizar las lógicas que sostienen a la teoría psicoanalítica, no para descartar sus aportes sino para interrogar la teoría a partir de la 19
Ibid., p.37.
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cual leemos la clínica. Creemos que lo que se dogmatiza pierde potencia disruptiva por lo que apostamos a contagiar el interés y coraje intelectual de repensar, y seguir repensando, cómo operan las lógicas patriarcales - entre otras- invisibilizadas. Confiamos en que vale la pena aventurarse a la tarea de trabajar sobre los impensados de una teoría lo cual abre la posibilidad de cuestionarnos y estar atentos a cómo escuchamos e intervenimos en la clínica. Consideramos entonces que el psicoanálisis debe reformularse las veces que sea necesario de un modo que incluya a “nuevas” configuraciones subjetivas y singulares, siempre teniendo en cuenta que el horizonte es que jamás todo podrá decirse, sin por eso dejar de intentarlo cada vez. Será deseable eliminar lo binario para todo el mundo y no sólo para quienes no entran en él. Así, parte del trabajo que habrá que hacer, será no encajar lo diverso en lo dado o patologizarlo. Se tratará de acompañar en construir experiencias y narrativas singulares para les niñes criadxs en otras configuraciones “familiares” que comprendan diversidades sexuales e identitarias.
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Bibliografía. •
Benjamin, J. (1996): Los lazos de amor: Psicoanálisis, feminismo y el problema de la dominación. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
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Bleichmar, S. (2005): “Norma, autoridad y ley. Bases para la redefinición de una legalidad en Psicoanálisis. En La subjetividad en riesgo”. Buenos Aires, Argentina: Topía editorial.
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Glocer Fiorini, L. (2013): Deconstruyendo el concepto de función paterna. Un paradigma interpelado. Publicado en Revista de Psicoanálisis, vol.70, Buenos Aires, Asociación Psicoanalítica Argentina.
•
Lacan, J. (1956 - 1957). Seminario 4: La relación de objeto. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
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Lacan, J. (1969 - 1970). Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
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“Taller de radio: una experiencia a viva voz”. Centro de Salud Mental Nº 1 Autores: Fernando Sebastián Roselli y María Celeste Quinn. Supervisor: Darío Caniglia. Presentación El presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis y dar cuenta de las distintas actividades e intervenciones desplegadas en el taller de radio perteneciente al dispositivo de hospital de día. Para tal fin se utilizarán fragmentos de la obra de Freud y Lacan, así como aportes de autores contemporáneos para llevar adelante una articulación teórico-clínica. La elección del taller como eje del trabajo se debe a la idea de repensar nuestra práctica cotidiana y nuestra posición como profesionales dentro del dispositivo.
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Taller de radio: Una experiencia a viva voz Partimos de puntualizar al hospital de día como una trama asistencial que incluye entrevistas individuales, familiares y una red de talleres grupales. Fantini sostiene que es una red asistencial discursiva en la cual el sujeto puede “hacerse un lugar” para construir y localizar su propio ritmo, su espacio, su decir, su propio trazo20. Es por esto que los talleres grupales son pensados como la base del dispositivo terapéutico donde podría decirse que conforman un espacio de ficción donde recrear ese afuera que se les muestra disgregado y fragmentado. Y como tal, en este espacio de ficción se recorta un espacio común de trabajo del cual se puede entrar y salir para volver a entrar en otro, ya sea leyendo un poema, recomendando una película o comentando los artículos del diario. Siguiendo esta línea de pensamiento cabe remarcar que los pacientes de hospital de día presentan patologías graves. En su mayoría manifiestan una modalidad de estructuración del psiquismo en donde se presenta como dificultad una falla en la función simbólica que genera sufrimiento y un profundo padecer subjetivo. Es así que pensamos el taller de radio como herramienta que le permita al paciente recuperar el lazo social, que en muchos casos se interrumpe por la propia patología y el estigma que desencadena el mismo diagnóstico. Trabajamos el encontrarnos, el poder construir una noticia, escuchar al otro, esperar los tiempos y este poder generar la idea de la radio tiene que ver con hablarle a un público imaginario. Los pacientes toman la palabra y los coordinadores intervenimos en función de este hecho que los vincula con el otro de la sociedad. Esto sigue la línea en la que los pacientes puedan libremente ejercer su erecho a expresarse, recuperando alguien que los escuche, la dimensión humana del otro de la cultura. Tal como plantea Vallebella setrata que “el paciente pueda Fantini, N Coordenadas teórico-clínicas en el hospital de día, Buenos Aires, Facultad de psicología (2008). 20
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‘echar mano’ a sus recursos, para poder hacer algo con su padecer. La contrapartida de esto, es un equipo funcionando, escuchando para evaluar las posibles estrategias para cada paciente”21. Es martes por la mañana y a F le toca conducir. Comienza R con su resumen de noticias habitual, quien le da el pase a H para que lea un poema. Sigue L con su espacio de reflexión política. N ahora comparte una receta de cocina. Otra poesía, la recomendación de una película y una versión karaoke de un tema popular culminan con una nueva edición de “Tirame un Centro”; el programa de radio que se graba todas las semanas. Con la grabación terminada, F recuerda cierto hecho particular que le pasó el fin de semana al cual R interrumpe contando sucesos propios de su pasado. En ello decidimos intervenir en acto vehiculizando dichos sucesos a sus espacios terapéuticos individuales. Luego se produce un silencio que dilata la finalización del taller hasta que éste culmina. Esta viñeta manifiesta parte de algunas ocurrencias que suceden durante el desarrollo del taller. La intervención en acto por parte de los coordinadores apunta hacia la función de corte donde “algo queda dicho”. Es un acto porque se enmarca en una escena y tiene un sentido que implica al otro. Alejandro Vainer sostiene que el analista interviene no sólo con sus palabras sino también con su cuerpo como subjetividad22. En otras palabras, todo lo que un analista hace y dice cuando está con pacientes es una intervención. Ahora bien, esto también nos convoca a preguntarnos acerca de nuestra posición como coordinadores dentro de un taller de Hospital de Día, como lo es el taller de radio. Esbozamos aquí la posición Vallebella, V. La invención de un dispositivo en Hospital de día, Buenos Aires, Minerva Ed (2004) . 22 Vainer, A Las intervenciones del analista.. Recuperado desde https://www.topia.com. ar/articulos/las-intervenciones-del-analista.(2008) 21
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de la coordinación como destotalizada ya que se intenta intervenir desde un no-saber. Al tratar con patologías graves la transferencia no puede sostenerse desde el lugar del Otro, del Otro completo gozador. Pues el taller es pensado como un armado ficcional de carácter simbólico-imaginario que no implica la demanda del Otro. Un grupo de pacientes y diversos coordinadores que aquí trabajan en conjunto con una transferencia diversificada y lateralizada en aras de una coordinación barrada de sentido y goce. Élida Fernández explicita que se trataría de “marcar un lugar de terceridad posible, establecer un espacio donde “los otros” no son sólo enemigos; dar existencia a los otros como conjunto referente”23. Las intervenciones de los coordinadores en el espacio grupal del taller parten de tener en cuenta la singularidad de los pacientes en función de su rasgo sintomático, para así ponerlo en juego y posibilitar un trabajo con ello. Se intenta ir de lo general a lo particular teniendo en cuenta el caso por caso. Allí donde queda como objeto, objeto del Otro, se tratará entonces de apostar al surgimiento del sujeto que rescate alguna especificidad de su singularidad. Precisamente el espacio de taller abre la posibilidad para que el paciente, puesto a trabajar, produzca objetos que lo representen y que conlleven su marca con cierta cesión de goce. En palabras de Colette Soler sería un tratamiento de lo real por lo real de goce a partir de la creación de un objeto nuevo en el que se depositaría un goce que de este modo se transforma hasta volverse estético, mientras que el objeto producido se impone como real24. Es el surgimiento de un trazo posible, creado en transferencia, que le permite al sujeto hacer cierto lazo al síntoma y al otro, propiciando así alguna forma de lazo social. Este objeto al conllevar la marca más propia del sujeto permite identificar a su autor, a tal punto que el sujeto produce un objeto que al circular entre otros, lo termina de Fernández, Élida E. Las psicosis y sus exilios. Buenos Aires. Letra Viva. (1999) Soler, Collete El trabajo de la psicosis en Estudios sobre la psicosis, Buenos Aires, Manantial. (1989) 23 24
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producir a él. Si hay objeto producido, hay sujeto productor. J es un paciente que siempre trae noticias pertenecientes al mundo de la música. A su vez, toca diversos instrumentos musicales y compone sus propios temas. Pronto fue apodado por el grupo como “el músico”. Como consecuencia de ello propuso componer la cortina musical del taller de radio. Estas producciones susceptibles de condensar cierto goce, propician un alivio a partir de la exposición a las miradas de otros semejantes. J al poner a circular el objeto, su música, hace posible enlazar su rasgo sintomático a los otros, posibilitando que éste no quede como un goce autoerótico y autista que deje solo al sujeto aislado en su aplastamiento. Por otro lado el taller de radio, como ficción posible, organiza una escena a partir de la disposición de diversos lugares establecidos por los participantes que permitan el “como si”. Todas las semanas lo primero que deciden los pacientes en el taller de radio es la elección de locutor, aquel que presenta a los demás y a sí mismo. Los pacientes han llegado al consenso de hacer de él un rol rotativo e incluso los que menos se animan a hacerlo el grupo los ayuda a anotar los diferentes pases dentro del programa. Como refiere Miller frente al traumatismo del lenguaje el sujeto está condicionado a devenir inventor, es empujado a instrumentalizar el lenguaje. El taller posibilita un movimiento de puesta en juego de una invención singular para que a partir de allí se incluya la misma en el lazo social. Es decir “(…) la diferencia entre los sujetos que alcanzan a hacer del lenguaje un instrumento y aquellos que permanecen instrumentos del lenguaje”25. Los coordinadores operan ayudando a la invención de recursos o sosteniendo los mismos para propiciar la instrumentalización del lenguaje. Miller, Jacques- Alain La invención psicótica, Conferencia introductoria al tema durante el Seminario de la sección clínica París-LLe-France. (1999-2000) 25
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A modo de conclusión se puede decir que el pasaje de cada sujeto por el hospital de día y su forma de inclusión en las actividades es singular para cada uno de ellos. Es por esto que en el taller de radio se abre un espacio en el que se ofrece un lugar donde cada sujeto tenga la posibilidad de realizar alguna operación sobre su goce. H entra a la sala y toma un libro del que leerá un fragmento de su interés. Se ve llegar a R sacando su cuaderno en donde se aprecian sus recortes de noticias, a los minutos entra N dando cuenta de su receta del día, J decide buscar una noticia musical que le resulte llamativa en internet, mientras L escribe aquella reflexión habitual sobre política y F decide ser el encargado de la locución. Otra nueva mañana en la que se grabará “Tirame un Centro”, otra mañana de encuentro.
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Bibliografía •
Fantini N (2008). Coordenadas teórico-clínicas en el hospital de día, Buenos Aires, Facultad de psicología.
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Fernández, Élida E (1999). Las psicosis y sus exilios, Buenos Aires, Letra Viva. Miller, Jacques- Alain (1999-2000) .La invención psicótica, Conferencia introductoria al tema durante el Seminario de la sección clínica París-LLe-France.
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Soler, Collete (1989) El trabajo de la psicosis en Estudios sobre la psicosis, Buenos Aires, Manantial.
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Vainer, A. (2008) Las intervenciones del analista. Recuperado desde https:// www.topia.com.ar/articulos/las-intervenciones-del-analista
•
Vallebella, V. (2004) La invención de un dispositivo en Hospital de día, Buenos aires, Minerva Ed.
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“Algunos puntos de encuentro y desencuentro entre el psicoanálisis y la teoría de género: entrecruzamientos”. Hospital Pirovano - Centro Salud Mental N1 Autoras: Rocío Yamila Mosqueira y Lucía Natalí García. Supervisora: Laura Easarret Es el objetivo del presente artículo realizar un cuestionamiento acerca del entrecruzamiento de los discursos de género y psicoanalítico, admitiendo la importancia actual del primero, aunque marcando la necesidad de nunca ignorar la subjetividad que el psicoanálisis nos permite pesquisar en el decir del sujeto. Para ello, nos serviremos de autores clásicos y contemporáneos de ambas teorías. Haremos especial hincapié en el concepto de identidad de género, graficando nuestra postura con una breve viñeta. ¿Que implica el discurso de género? ¿Cuáles son sus puntos de encuentro y desencuentro con el psicoanálisis? ¿Qué decimos cuando hablamos de identidad de género? Se despliegan una innumerable variedad y complejas presentaciones clínicas que se ven atravesadas por avances de: procedimientos médicos - y sus debates bioéticos concomitantes-, legales en la determinación de derechos, reflexiones sociológicas entre otros. Como profesionales, nos encontramos atravesados por el discurso de género que se entrecruza con el discurso psicoanalítico, siendo de especial importancia poder hacerlos coexistir sin perder de vista la especificidad de cada uno y la singularidad del sujeto que allí consulta. Las teorías de género se inician en 1955, cuando se comienza a estudiar e investigar a los sujetos hermafroditas. En ese entonces, se establece una diferenciación entre el sexo biológico y el sexo asignado, y se empieza a hablar sobre la idea que la feminidad y la masculinidad se construyen en la relación humana por medio del lenguaje, y esto tiene el poder de modificar los destinos que la naturaleza ha fijado. Las teorías de Género se han ido desarrollando y 47
en la actualidad se plantean interrogantes sobre las construcciones culturales, psicológicas, históricas que moldean los modos de comportarse de los géneros masculino y femenino. Hacen hincapié en que dichos modos no tienen una base natural e invariable, sino que responden al imaginario social que tiene un despliegue distinto frente a la sexualidad del varón y la mujer (entre otras). Asimismo, la categoría de género se ha incorporado en la antropología, la psicología, el psicoanálisis, la historia, etcétera, como un modo que permite observar, desde múltiples perspectivas, la complejidad de la sexualidad humana. Desde el psicoanálisis se puede retomar a Freud, quien en 1920 ya planteaba la no concordancia entre los caracteres sexuales somáticos (hermafroditismo físico), los caracteres sexuales psíquicos (actitud masculina o femenina) y el tipo de elección de objeto. Este autor sostenía que dichos determinantes varían entre sí en cada sujeto. ¿Qué decimos cuando hablamos de sujeto en la teoría psicoanalítica? El sujeto psicoanalítico es una categoría abstracta que plantea la división entre lo que se dice y lo que no se sabe dicho. Es un concepto central que distingue al discurso psicoanalítico de cualquier otro que le supone unidad al discurso manifiesto. Freud convoca a una responsabilidad del sujeto en la escena, una implicación, la posibilidad de instalar alguna pregunta para apuntar al sujeto, poder hacerle lugar al inconsciente, a un saber no sabido por el paciente; modo de inclusión de la causalidad psíquica. El psicoanálisis se enfrenta a un desafío al mantener como horizonte la escucha de la singularidad del sujeto en un contexto de derechos universales. Si alguien se acerca a análisis en busca de, por ejemplo, un cambio registral, o de una cirugía para cambio de sexo ¿cómo se escucha esa demanda desde el discurso psicoanalítico? Para reflexionar sobre dicho interrogante que involucra el entrecruzamiento del discurso de género y psicoanalítico, se expondrá una breve viñeta de una paciente de 25 años que inicia tratamiento psicológico re48
firiendo como motivo de consulta deseos de ser un hombre, para lo cual estaba interesada en realizarse la cirugía de reasignación de sexo. Era llamativo que a pesar de expresar “lo que quería”, la paciente refería malestar e intensa angustia por sentirse “obligada a encastrar en la sociedad”. Mostraba una cierta premura en realizar la intervención quirúrgica para poder asumir una posición sexual definida. Durante varios meses, se invitó a la paciente a que hable y asocie, ante lo cual comenzó a relatar que se sentía conforme con su cuerpo femenino, queriendo solo modificar su “imagen exterior”. Asimismo, recordó una serie de abusos sufridos en su infancia por parte de un hombre mayor, lo cual le producía rechazo e incomodidad con la idea de portar un cuerpo con genitales masculinos. La demanda inicial de la paciente de “ser un hombre” había caído, como así también su malestar e intensa angustia. Desde una posición psicoanalítica, la demanda no fue escuchada solo desde la voluntad de cambio de sexo y del derecho a concretarlo, sino como algo dicho conscientemente que hubo que recuperar en su sentido inconsciente. La posibilidad de un cambio en la respuesta del sujeto frente al encuentro con un real que se inscribe como trauma (Rubistein, 2010) tiene lugar gracias al trabajo psicoanalítico que no olvida los derechos de la paciente a obtener una cirugía del cambio de sexo, pero no deja de analizar los condicionamientos inconscientes que subyacen a dicho pedido. Volviendo a la viñeta, es importante destacar que como intervención se ofreció acompañar a la paciente en la búsqueda de información sobre diferentes tratamientos (hormonales, fonoaudiológicos) para masculinizar su aspecto, teniendo en cuenta la importancia a nivel subjetivo de alojar en análisis su decisión de tener un cuerpo femenino con aspecto masculino. Asimismo, se trabajó sobre la flexibilización de la idea que desplegaba la paciente de que “ser normal”, implicaba tener un género definido. Para ello, se ejemplificó con grupos contemporáneos que eligen solo modificar su aspecto exterior, sin realizar intervenciones sobre sus genitales. A su vez, se abrió el espacio en análisis para comenzar a interrogar qué es la normalidad, dando cuenta que la misma es una construcción que varía según el contexto socio-histórico-económico, no existiendo 49
por ende, “la normalidad” como algo ya dado, fijo e invariable al cual uno debiera moldearse. Los estudios de género ponen en visibilidad que femenino y masculino no constituyen categorías esenciales, transhistóricas e inmutables sino construcciones sociohistóricas (Allegue & Carril, 2000). En la viñeta expuesta se observa como una flexibilización de la concepción de la identidad de género fue necesaria, ya que la paciente no se sentía plenamente incluida dentro de las mujeres ni de los varones. Acerca de la identidad, Butler cuestiona que la identidad sexual de cada sujeto se conforme mediante un género fijo y preestablecido con una determinada significación social y cultural inmutable. Por el contrario afirma la existencia de movilidad en lo sexual sujeta a la experiencia con los otros (Falcone y García Neira, 2017). En la misma línea, Femenías (2003) entiende que tanto el sexo como el género son lábiles y resignificables en el constante ejercicio de la sexualidad. En este punto, como en tantos otros, se observa la pertinencia de servirse de ambas teorías, psicoanalítica y de género, para enriquecer y complejizar el abordaje que ofrecemos a nuestros pacientes. Se trata de integrar los aportes de otras ciencias, sin perder la especificidad acerca del estudio del inconsciente, del deseo, de la sexualidad, del aparato psíquico. Retomando el contrapunto, las relaciones entre los estudios de género y el psicoanálisis de orientación freudiana y lacaniana han sido tensas desde un comienzo. El primero acusa al otro de apoyar una sexualidad falo-céntrica, y el último fundamenta su crítica en lo insuficiente de concebir la sexuación humana en términos de identidad, dejando de lado el goce. En este sentido, creemos pertinente aclarar que la sexuación para el psicoanálisis no depende estrictamente del sexo biológico, punto de acuerdo con los estudios de género, pero tampoco se reduce a las identificaciones que estandarizan los roles sociales y de poder en el concepto de identidad de género (Falcone y García Neira, 2017). Freud (1905) mismo discriminaba entre sexo biológico, caracteres masculinos/ femeninos y elección de objeto hetero u homosexual (San Miguel, 50
2004). Por otra parte, conceptos como la envidia del pene, plantear lo masculino como base de ambos sexos, o la pasividad asociada a lo femenino son puntos de imposible conciliación entre teorías, y que en una época de auge feminista en la que se va instalando una igualdad de género, no dejan de cuestionarnos acerca de si es necesaria una relectura. Es importante tener presente la época en la que Freud escribió, pero ello no quita la posibilidad de revisar la teoría psicoanalítica a la luz de los estudios de género. Por su parte, Lamas (1996) sostiene que la diferencia sexual en el psicoanálisis implica la existencia del inconsciente. Las personas están parcialmente determinadas por la historia de su propia infancia, por los vínculos dentro de la familia y en la sociedad. Es importante indagar sobre el papel del inconsciente en la formación de la identidad, así como considerar la influencia de la cultura circundante. Al mostrar que los hombres y las mujeres no están predeterminados, el psicoanálisis propone algo diverso a lo puramente biológico o a la marca implacable de la socialización: la existencia de una realidad psíquica. Es posible considerar que las formas psíquicas, fantasías o creencias, con las que los niños se representan los dos sexos guardan una continuidad con los mitos sociales, como materiales de origen cultural introyectados. Cuando los niños se interrogan sobre la sexualidad de los padres o la diferencia genital entre ellos, lo hacen desde guiones ya elaborados y puestos a su disposición por los adultos significativos, cauces previos y establecidos por donde circulará la fantasía infantil (San Miguel, 2004). En este punto, se puede pensar un acercamiento entre las identificaciones de las que habla el psicoanálisis y de la identidad de la que hablan los estudios de género. En conclusión, como ya se dijo, es relevante hacerse de los aportes de otras teorías para enriquecer nuestro trabajo, sin perder la especificidad de la disciplina desde la que nos paramos para llevar adelante nuestra práctica. Dentro de los estudios género, puede pensarse que hay una tendencia a pensar discursos universales, que aún guardando las diferencias de las disidencias no dejan de verse englobadas en características comunes. Lejos de desestimar 51
el reconocimiento de las diferencias, el psicoanálisis apunta a la singularidad y al caso por caso. Es posible pensar que los estudios de género implican una lectura “para todos”, mientras que el psicoanálisis se sirve de la singularidad y el caso por caso. La integración negaría necesariamente las diferencias irreductibles entre estos discursos. No se trata de evadir estos dilemas, sino simplemente mostrar las diferencias y ambigüedades de las teorías y la complejidad de los sujetos (Gutiérrez Prieto, 2005).
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Fútbol y psicoanálisis, una experiencia entre varios Centro de Salud Mental Nº 1 Autoras: Solange Ove y Ángeles Zorraquín Supervisor: Paula Barredo Pretemporada azarosa La canchita de futbol del fondo del Centro Uno siempre fue un lugar de encuentro. Antes, después, incluso durante las sesiones. Azarosamente se encuentran allí analistas y pacientes. A veces surgen juegos compartidos: manchas, escondidas y partidos de fútbol en donde, sin ningún cálculo, los efectos de jugar con otros emergen. En el equipo de Niños Tarde nos dimos cuenta de los efectos de estos encuentros espontáneos y decidimos formalizarlos. Pensamos un espacio en el cual se pueda jugar con otros, en plural, ya que a veces el dispositivo analítico tradicional, de a dos, no alcanza. Decidimos abrir el encuadre para posibilitar múltiples transferencias e intervenciones. A principios del 2018 fijamos un horario con frecuencia quincenal, e invitamos a niños que ya se encontraban en tratamiento con analistas del Equipo. Fue así como surgió el taller de pelotas-futbol, una práctica entre varios. En palabras de Antonio Di Ciaccia “La práctica entre varios (pratique a plusieurs) es el nombre dado por Jacques-Alain Miller a una modalidad inédita de trabajo clínico con niños [...] desarrollado por parte de diversas personas en un contexto institucional preciso. Esta modalidad de trabajo hace referencia al psicoanálisis de Sigmund Freud según la enseñanza de Jacques Lacan. Sin embargo, ella no prevé la utilización del dispositivo analítico propiamente dicho.”26 Primeras fechas Los primeros encuentros propusimos jugar al fútbol. Suena obvio, Di Ciaccia Antonio. “La práctica entre varios”. Artículo publicado en el blog NEL Medellín. Año 2015 http://nel-medellin.org/blogla-practica-entre-varios-parte-i/ 26
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pero en esos encuentros, no había arcos, no siempre se formaban dos equipos contrincantes, no había “fuera”, tampoco un referí al que se respete, en una oportunidad jugamos con dos pelotas. Decidimos delinear un arco con tiza, esto permitió que haya goles, jugábamos a los penales y al fútbol libre, consistía en un todos contra todos al estilo “mete gol -entra” donde el que metía gol atajaba y se convertía en el arquero rotante. Con esas tizas propusimos que cada participante escriba su nombre en la pared, para fin de año, ellos mismos registraban quién estaba presente y quién ausente. En el 2019, frente a la cantidad de niños postulados decidimos cerrar el grupo. Comenzamos con 10 niños, dos niñas y tres coordinadoras. Se nos ocurrió encargar pecheras-camisetas a un taller de costura de comunitaria, esto favoreció que se puedan diferenciar los equipos. También propusimos que haya dos capitanes (quienes seleccionaban a los integrantes de su equipo), luego entre todos elegían el nombre. En una ocasión surgió el tanteador donde se registraban los goles, esto permitió que hubiera ganadores y perdedores. Tarjeta roja sin var Nos comenzamos a preguntar cómo instaurar reglas sin ponernos en el lugar de educadoras. Al mismo tiempo, ubicamos que era imprescindible la figura de la ley para que el grupo pueda funcionar. Las reglas del juego fueron necesarias y decidimos inventarlas entre todos. Esto permitió que el juego fuera posible. Antes de cada partido las escribíamos entre todos en la pared, algunas se repiten todos los encuentros como “no vale mano”, “no vale pegar”, otras variaban según el día, por ejemplo un niño propuso “no vale actuar”, justificando que los otros jugadores actuaban que se lastimaban para sacar provecho de la situación, sin dar cuenta que él utilizaba el mismo recurso a su favor, cuando no le salía la jugada: se tiraba al piso, teatralizando una lesión, así lograba que el juego se detenga. Con el transcurrir de los encuentros se pudo ir pensando cómo se jugaban para cada integrante del taller, la frustración, los enojos, 55
la contingencia, como concebían al otro, entre otras cosas. Ahora pueden jugar en grupo, armar las reglas, notar cuando falta algún compañero y acordar los nombres de sus equipos cada vez. En el entretiempo conversan estrategias de juego. También surgen las quejas cuando consideran que algo no es justo o el enojo cuando pierden, algunos no pueden sostener el juego y abandonan la cancha. Nos preguntamos ¿Cómo permitir el enojo sin quedar excluido o expulsado de la escena? ¿Cómo poder darle lugar a la furia y resguardar que el juego continúe? Nos encontramos con que el lugar de árbitro no nos ha sido fácil de encarnar, en ningún encuentro utilizamos la tarjeta roja, nunca nadie fue expulsado, sin embargo ubicamos que el límite es la violencia física: no se puede hacer doler al otro y hasta ahora ha bastado con la palabra para poner un límite allí. De a poco vamos ajustando esta cuestión para poder hacer valer las tarjetas. Más allá de las peleas y enfrentamientos que surgen los chicos vienen semana tras semana con ganas de jugar y cada encuentro es singular. Reclutando jugadores-haciendo pases Sostenemos la importancia de pensar cómo es derivado cada niño, qué recorrido hace por el espacio, cómo se pone en juego su singularidad. Cada derivación es llevada a cabo por analistas del Equipo de Niños Tarde, luego de considerar en su espacio individual que la misma es pertinente. J, por ejemplo, llegó a su espacio individual ya que según los dichos de su madre, no se relacionaba con pares, susurraba al hablar y le costaba comunicarse. Ha referido “Lamaestra me decía que podía ser autista, yo veo que J no es normal, no juega con los nenes en la plaza”. Ya en la tercera entrevista con J, luego de algunos encuentros en los que jugaba o dibujaba tímidamente casi sin emitir palabra, pide ir a jugar afuera. El juego que propone es estar uno en cada extremo del patio, marcar los arcos, patear la pelota e intentar meter goles. En ese encuentro, comienza a escucharse su voz y no sólo eso, sino que además comenzó a utilizar distintos artificios como “Mirá, hay una araña atrás tuyo” para que la analista desvíe su mirada y él 56
pueda meter un gol. Se pensó la derivación al grupo luego de un tiempo avanzado del análisis, observando que J había comenzado a notar que otros niños jugaban al fútbol en la canchita del fondo del Centro. Él mismo comenzó a preguntar con entusiasmo y ganas de participar. Fue así que se pensó que el grupo sería un espacio del que J podría apropiarse. En los inicios, J se quedaba a un costado de la cancha, no se animaba a patear la pelota, hablaba bajito. Intervenimos algunas veces, alentando cuando hacía una jugada, promoviendo su participación. Con el transcurrir de las semanas, se fue observando cómo proponía reglas que le concernían como por ejemplo, pasar la pelota, marcaba cuando algo no le gustaba, disfrutaba y hasta llegó a enojarse porque no le hacían pases como él quería, tranquilizándose luego de poner eso en palabras. Cabe destacar, que las relaciones con sus compañeros en la escuela y en ámbitos recreativos comenzaron a cambiar favorablemente, pudiendo replicar lo sucedido en el taller. Ser expulsado- ser alojado También observamos otros casos en los cuales, el relato de la escuela es que los niños tienen dificultades para socializar con sus compañeros y en el taller, muy por el contrario, tienen un lugar valorado. Tal es el caso de N, quien puede jugar y hacer lazo con sus pares, a diferencia de lo que dicen que ocurre en el colegio, que según su maestra, se pelea con sus compañeros y hace lío. Podríamos preguntarnos allí ¿Qué mirada tiene la institución sobre él y qué efectos eso genera? ¿Qué del taller de fútbol le resuena distinto y le permite circular de otro modo por el espacio? ¿La dificultad es de N o de la institución? Deleuze en su texto “Posdata de las sociedades de control” plantea el régimen actual de las escuelas como la introducción de “la 57
empresa” en todos los niveles de la escolaridad. Dice: “Lafamilia, la escuela...son figuras cifradas, deformables y transformables, de una misma empresa que sólo tiene administradores”27 . Podríamos pensar que en general, desde las instituciones educativas, lo que no funciona, lo que no se puede controlar, es excluido, expulsado, aunque se hagan llamar escuelas integradoras. Con su discurso amo, se pretende que las cosas marchen y sino, comienzan a pedir ayuda por fuera para que se les “solucione el problema”. Muchas de las derivaciones que recibimos en el equipo, provienen de las escuelas. Según plantea Alexandre Stevens la posición del psicoanálisis “consiste, en efecto, en que no nos centramos en el déficit o la deficiencia. Centrarse sobre el déficit es lo que hacen todos los que quieren educar el sujeto. Con esto no quiero decir que la educación no es necesaria para estos sujetos, ellos van a la escuela también, aprenden cosas, etc. Es normal que algunos se orienten por el déficit. Estos sujetos también deben ser educados, pero centrarse sobre el déficit para el lazo subjetivo sería tomar una posición de tipo cognitivo comportamental. Del lado del psicoanálisis no se busca rectificar al sujeto, por el contrario, nos interesamos por el síntoma y nos dejamos enseñar por las invenciones del sujeto”28. Teniendo en cuenta lo que venimos observando en el taller, podríamos decir, que es muy importante ver en cada caso de qué se trata ese supuesto déficit, pudiendo escuchar a cada niño que llega a la consulta individual y según cada caso, su posterior derivación al taller. Creemos sumamente importante pensar en conjunto con los analistas de cada niño y trabajar para que cada uno haga su invención singular tanto en su espacio individual como en el taller. “Fue con el cuerpo, no fue con la cabeza”
Gilles Deleuze: “Posdata sobre las sociedades de control”, en Christian Ferrer (Comp.) El lenguaje libertario, To 2, Ed. Nordan, Montevideo, 1991 Medellín. Año 2015 http://nel-medellin.org/blogla-practica-entre-varios-parte-i/ 28 Revista Diagnósis nº15. Primer semestre. “Conversando con Alexandre Stevens” por Andrea Cucagna y Gabriela Rost. Año 2016. 27
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Frente a la actividad clínica en un escenario entre varios, no dudamos en embarcarnos en esta suerte de proceso psicoanalítico azaroso; quizá por ese desafío entusiasta demoramos en teorizar o buscar respuestas a las preguntas que tenemos, como por ejemplo ¿Qué sucedía allí en cada encuentro? ¿Cómo pensar nuestras intervenciones? ¿Qué tiene de singular este espacio? ¿Cómo se pone en juego lo propio de cada uno en el grupo? Allí en cada encuentro ponemos el cuerpo, en un segundo momento hacemos una lectura de lo que va pasando, conversamos entre nosotras, con las analistas de cada chico y también lo compartimos en el equipo, así podemos ir pensando algunas respuestas, otras quedarán para seguir pensando. Una experiencia de equipo dentro del Equipo de Niños Tarde Antes de concluir, nos parece fundamental compartir algo de lo que sí estamos convencidas: en el taller de pelotas queremos defender y sostener una posiciónética psicoanalítica, en palabras de Lacan: “...encontinuidad con aquello a lo que nos incita nuestra experiencia cuando, en lugar de reducirla a un denominador común, a una común medida, en lugar de hacerla encajar en las gavetas ya establecidas, intentamos articularla en su topología, en su estructura propia […] quiero decir en elegir como patrón de medida de la revisión de la ética a la que nos lleva el psicoanálisis, la relación de la acción con el deseo que la habita”. En el taller de fútbol buscamos generar un espacio distinto, para que advenga el sujeto, facilitando a su vez, vía el uso de los semblantes, un escenario entre varios, en el cual estamos atentas a lo que surge de singular de cada uno. Jugar con otros, compartir con otros... El jugar constituye al sujeto, y compartir con otros enriquece, hace lazo, resuena en el cuerpo. Para nosotras es un continuo aprendizaje que deja marca, tanto coordinar el grupo y jugar con otros, como compartir y pensar el trabajo con nuestro querido Equipo. Jacques Lacan,Seminario VII - La ética del psicoanálisis. Bs. As. Editorial Paidós. 2007. Pág. 38328 Revista Diagnósis nº15. Primer semestre. “Conversando con Alexandre Stevens” por Andrea Cucagna y Gabriela Rost. Año 2016. 29
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Bibliografía • Deleuze Gilles: “Posdata sobre las sociedades de control”, (Traducción: Martín Caparrós,) en Christian Ferrer (Comp.) El lenguaje libertario, To 2, Ed. Nordan, Montevideo, 1991. •
Di Ciaccia Antonio. “La práctica entre varios” Artículo publicado en el blog NEL Medellín. Año 2015 http://nel-medellin.org/blogla-practica-entre-varios-parte-i/ Revista Diagnósis nº15. Primer semestre. “Conversando con Alexandre Stevens” por Andrea Cucagna y Gabriela Rost. Año 2016 http://www.revistadiagnosis.org.ar/index.php/ diagnosis/article/view/37 •
Lacan Jacques Seminario VII - La ética del psicoanálisis. Bs.As. Editorial Año 1988
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Paidos.
La apuesta por el sujeto en un caso de violencia de género. Centro de Salud Mental Nº 1 Autora María Paula Paragis Hospital Rivadavia Supervisora: Ángeles Justo ¿No sabemos acaso que en los confines donde la palabra dimite empieza el dominio de la violencia, y que reina ya allí, incluso sin que se la provoque?” A lo largo de la historia de la humanidad se ha asistido a la reiteración de diversas manifestaciones de la violencia, las cuales más de una vez se han visto dirigidas hacia las mujeres. Si bien en los últimos años se ha producido un fenómeno sociopolítico que ha generado que estos hechos de maltrato adquirieran especial relevancia y notoriedad en la sociedad, principalmente por la difusión que han tenido en los medios masivos de comunicación, podemos conjeturar que no se trata de un aumento de la frecuencia de dichos casos, sino que ha crecido su detección. Dado que cada época inscribe de diferentes formas las manifestaciones de la violencia, entendemos que resulta fundamental situar el contexto del fenómeno, puesto que su significación varía, antes de proceder a su interpretación. ¿De qué hablamos cuando hablamos de subjetividad? Suele ser una tarea difícil definir de qué se trata el concepto de subjetividad, si bien se utiliza muy frecuentemente en el ámbito de la Psicología y es posible hallar gran cantidad de material que aborda la temática. Resulta esclarecedora la mirada de Emiliano Galende cuando indica que no existe una subjetividad que pueda aislarse Lacan, J. Introducción al comentario de Jean Hyppolite, Escritos 1, Buenos Aires,: Siglo XXI, (1954) 1995, p. 356. 30
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de la cultura y la vida social, así como tampoco es posible aislar a la cultura de la subjetividad que la sostiene; puesto que se trata de una mutua determinación/producción31. Nos encontramos, entonces, en un terreno complejo que no admite reduccionismos. Al indagar sobre la subjetividad se debe partir de una interrogación de los sentidos, las significaciones y los valores, tanto éticos como morales, que produce una determinada cultura, la forma de apropiación por los individuos y la orientación que efectúan sobre sus acciones prácticas. Teniendo en consideración dicha relación entre el sujeto y la cultura, entendemos que la subjetividad es algo trascendental, en tanto no está adentro y no está afuera, no es algo que tengamos que incorporar o podamos evitar incorporarlo: “La subjetividad es trascendental porque sitúa todo fenómeno humano en relación a un sistema de significados que de algún modo son los que nos permiten la convivencia”32. Más allá de estas precisiones generales, debemos tener presentes las características que ha adquirido la época actual y la incidencia que la misma tiene en la producción de subjetividad. El pseudo-discurso capitalista y la globalización creciente –imperantes hoy en día- intentan capturar al sujeto mediante los objetos de consumo, las pantallas y los slogans de felicidad plena, produciendo una multiplicidad de subjetividades (meritocracia, emprendedorismo, voluntarismo, etc.) que rodean el ideario popular y fomentan el plus de goce. Sin embargo, ello no implica una captura absoluta del sujeto, tal como lo entendemos desde la perspectiva psicoanalítica. En este sentido, J. Aleman33 plantea la diferenciación entre los términos sujeto y subjetividad: mientras que el pseudo-discurso
Galende, E. El impacto de la cultura en la subjetividad de las personas. Rosario, Argentina: Universidad Nacional de Rosario – Secretaría de Extensión Universitaria. Recuperado de: https://casamdp.files.wordpress.com/2013/08/galende.pdf (2013) 32 Ibídem, p.2. 33 Alemán, J. Lacan, la política en cuestión… conversaciones, notas y textos. Grama ediciones: Buenos Aires. (2010) 31
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capitalista puede sostener la máquina a toda velocidad en lo que a (re)producción de subjetividades refiere, es acaso al nivel del sujeto que yace lo inapropiable de su estructura; el atravesamiento de la travesía significante que implica el lenguaje y la consecuente inscripción de la falta dan cuenta de la potencia de aquel intersticio en el que podemos ubicar la responsabilidad del sujeto por aquello que lo rodea, captura y sujeta de forma alienante. En otras palabras, para que la captura imaginaria del pseudo-discurso capitalista haga mella, debe rastrearse en el sujeto una cuota de responsabilidad respecto de la captura misma, sin lo cual el discurso operaría más bien como relato ordenador que como una verdad incuestionable. Corresponde entonces a las vicisitudes de la clínica psicoanalítica actual ubicar allí, en la potencia del discurso imperante y especialmente en la producción generalizada de subjetividades, una cierta disposición del sujeto-objeto a quedar atrapado en sus redes. Viñeta clínica Romina (28 años) acude al Equipo de Psicodiagnóstico a fin de realizar una evaluación, la cual es solicitada por el Servicio de Neurología de un hospital general. En la nota de derivación se consigna que la paciente presenta olvidos, los cuales no responden a patología orgánica. Durante la entrevista de admisión, la entrevistada refiere que se encuentra muy preocupada al respecto, ya que dichos olvidos se han vuelto cotidianos y ha tenido situaciones en las cuales se ha desorientado en lugares que le resultan familiares. Teme que ello le suceda estando en compañía de su hija de 8 años. Al indagar sobre la configuración familiar, Romina cuenta que es oriunda de un país limítrofe y ha venido a vivir a Buenos Aires junto a su marido –padre de la niña-, con quien se encuentra en pareja hace 10 años. De su relación de pareja refiere situaciones de violencia física y verbal hacia ella, algunas de las cuales han sido presenciadas por su hija. Manifiesta que su marido es una persona muy posesiva y narcisista, que no le permite entablar relaciones con otras personas porque es “celoso” y “controla” (sic) lo que ella hace. Por este motivo actualmente está considerando la posibilidad de separarse, 63
dado que “él no cambia más” (sic). Dichos problemas vinculares con su pareja motivaron que comenzara tratamiento psicológico algunos meses antes, el cual suspendió un par de sesiones después. Sin advertirlo, ubica su verdad con respecto a aquello por lo que consulta: “Me quiero olvidar de esas cosas que me hace, pero me termino olvidando de otras” (sic). Al devolverle sus propios dichos relata que los olvidos comenzaron hace 8 meses aproximadamente, lo cual coincide con el momento en que se vuelve manifiesto para ella que su marido la engaña con una amiga suya. Asimismo, refiere que no es la primera vez que le sucede algo de esta índole, dado que a sus 14 años su hermana falleció y había tenido episodios de olvidos similares. ¿Qué hacer frente a un caso de esta índole? ¿De qué manera propiciar que algo se conmueva cuando nuestra función es la de evaluar y la limitación temporal apremia? Abordajes posibles de la violencia de género Para comenzar a responder a dichos interrogantes es importante señalar que los tratamientos que se brindan hoy en día a las víctimas de violencia son principalmente de índole educativo y adaptativo, en tanto se pretende reeducar a la víctima y al agresor en pos de cierto ideal de bien, tratando el problema focalmente con el objetivo de erradicar las conductas nocivas. Dichos modelos de asistencia se basan en aquello que la ley establece, proveyendo a las mujeres que padecen cualquier tipo de violencia el acceso gratuito, rápido, transparente y eficaz en servicios creados a tal fin, así como también se promueve la sanción y reeducación de quienes ejercen violencia. Si la víctima acude a un centro especializado, se inicia un proceso tendiente a alejar al victimario del hogar mediante medidas preventivas y protectoras. La Justicia se dirige entonces a la pareja, ya que con la misma medida con la que se protege a uno, se sanciona al otro. En el marco judicial subyace la idea de que la mujer resulta un ser frágil, no autoválido, que requiere de acciones que promuevan su fortalecimiento, a la vez que en el hombre reside el germen del mal a ser erradicado/reeducado.
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Desde la perspectiva psicoterapéutica, numerosos autores han abordado la temática de la violencia conyugal desde las teorías sistémicas y cognitivo-conductual. En términos generales, se considera que “es importante realizar un esquema de valoración que apoye el trabajo terapéutico, que delimita las áreas de ajuste que generan el conflicto y realiza un inventario de las habilidades que la pareja debe adquirir y fortalecer”34. Existen diversos modelos de intervención que siguen esta línea, los cuales corresponden principalmente a programas de tratamiento ordenados judicialmente, a la vez que toman modelos explicativos de la violencia doméstica en los enfoques feministas, centrados en la inequidad de género, evidenciando este tipo de violencia como una consecuencia de la discriminación y como expresión de la violación de los derechos humanos de las mujeres35. Por otra parte, también existen modelos que detallan perfiles, tipologías y dimensiones del comportamiento de los maltratadores36. Los tratamientos que abordan la violencia conyugal focalizan en salvaguardar la seguridad de la víctima y permitir la toma de decisiones en un ambiente de mayor tranquilidad, los cuales generalmente tienen un plan de tratamiento individual. Sin embargo, dado que en ocasiones las parejas desean continuar con su relación, se trabaja de forma conjunta sobre las disfuncionalidades que el vínculo presenta, si bien el eje transversal del tratamiento es la seguridad de la víctima; por ello se realizan varias mediciones que garanticen la protección bajo el ambiente terapéutico y se monitorea el grado de peligrosidad sesión tras sesión.37 González Ortiz, D. Guía de tratamiento psicológico para la regulación emocional y habilidades de afrontamiento para parejas con violencia doméstica. Universidad Católica de Colombia, Facultad de Psicología, Maestría en Psicología. Recuperado de: http://repository.ucatolica.edu.co/handle/10983/3129, (2016) p. 31.. 35 Walker, L. E. El síndrome de la mujer maltratada. Biblioteca de Psicología Desclee de Brouwer. (2012). Recuperado de: http://www.edesclee.com/img/cms/ pdfs/9788433026095.pdf 36 Hamberger, L. K., & Holtzworth-Munroe, A. Psychopathological correlates of male aggression. In K. D. O’Leary & E. M. Woodin (Eds.), Psychological and physical aggression in couples: Causes and interventions (pp. 79-98). Washington, DC, US: American Psychological Association. (2009). 34
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Consideramos que este tipo de enfoque genera un soslayamiento de todo lo atinente al sujeto, a su singularidad y las peculiaridades que tienen su manera de gozar, desear y amar, en tanto podría pensarse que la respuesta a dicho desconocimiento no es otra que la insistencia de la pulsión. Insistencia que más de una vez deja asombrados e indignados a quienes observan cómo el agresor reincide, más allá de las medidas de vigilancia que pesan sobre él, o de las mujeres que retiran sus denuncias o luego de muchos años de separación deciden volver con una pareja que las golpeaba. Estas acciones, que garantizan la defensa de la vida y la restitución de los derechos vulnerados, en muchos casos obstaculizan la posibilidad de que la llamada “víctima” se responsabilice, lo cual nos advierte sobre el ideal del Bien. Es digno de destacar que las propuestas anteriormente mencionadas no son la única vía de trabajo con esta problemática, sino que es posible llevar a cabo prácticas terapéuticas que no coagulen a los involucrados en identificaciones de tipo “agresor” y “víctima”, y que permitan un despliegue simbólico de aquello que en la pareja acontece, con las marcas propias de la historia de cada quien. Por este motivo planteamos que si bien se trata de una problemática con determinadas particularidades, desde el Psicoanálisis no concebimos un “tratamiento específico” para la violencia de género, sino que se propone un movimiento que vaya de lo general a lo singular que allí está en juego. Si bien los encuentros con Romina no se enmarcan en un tratamiento propiamente dicho, se propone un espacio en el cual las técnicas de evaluación oficien como disparadores para darle lugar a la palabra. En casos tan delicados como los de violencia, nos encontramos con sujetos que muchas veces dan razones de por qué no han podido o pueden hacer otra cosas que permanecer en esa situación. Ante ello, resulta importante advertir que no se trata de Stith, S. M., & McCollum, E. ECouples treatment for physical and psychological aggression. In Daniel, O., y Erica, M. W. (Eds.) Understanding Psychological and Physical Aggression in Couples: Existing Evidence and Clinical Implications, Washington, DC: American Psychological Association, . (2009). p. 233-250. 37
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cuestionar esos argumentos ni de forzar a que los abandonen, sino de que el sujeto mismo pueda interrogarse sobre aquello que no sabe porque perpetúa. Este movimiento, que iría del caso jurídico al caso clínico, implica el pasaje por la responsabilidad subjetiva de la posición en relación al Otro. Nuestra práctica, en el mejor de los casos, posibilita que al alojar algo del padecimiento del sujeto y buscar la mejor respuesta posible a ello, éste pueda encontrar una elección que no le lleve a un destino trágico. Reflexiones finales A partir del recorrido realizado nos hemos propuesto interrogar, sacudir y hacer tambalear algunas generalidades que con frecuencia insisten en lo social (y muchas veces también en el ámbito académico) con respecto a la violencia en la pareja. Desde nuestra perspectiva, consideramos que la mira del analista va más allá de las exigencias de los protocolos y la corrección política, sin por ello ignorarlos. Teniendo en cuenta las características de la época y la proliferación de discursos diversos que coagulan a sujetos como Romina bajo el rótulo de víctima, sostener esa lógica del “para todos” torna deficitaria –sino imposible- la pregunta respecto del deseo a nivel singular, en la medida en que se ve apuntalada precisamente sobre la negación de la diferencia. En la actualidad vemos cómo han proliferado gran cantidad de etiquetas que nombran el padecimiento subjetivo, las cuales hacen lazo conformando grupos que se pretenden homogéneos. Antes de precipitarnos a responder de forma protocolar o establecer pautas para un tratamiento “específico” para el caso aquí abordado, hemos procurado ofertar un espacio de escucha en el que pudiera ser alojado el padecimiento que llevaba a Romina a intentar borrar las huellas de lo traumático a través del acto. Sin soslayar la gravedad y el riesgo que comportaba dicha situación para la paciente, se ha brindado orientación y se implementó la articulación entre diversos dispositivos del hospital: el equipo de Psicodiagnóstico facilitó su derivación para tratamiento en consul67
torios externos, a la vez que se le brindó asistencia junto a Trabajo Social. Desde nuestra perspectiva, frente a la creciente patologización del padecimiento subjetivo, que impone tratamientos rápidos y efectivos para evitar la historización al nivel del cuerpo, se ha intentado abrir una brecha a través de la cual la paciente pudiera interrogarse, propiciando así la emergencia del sujeto.
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Psicoanálisis en marcha Centro de Salud Mental Nº 1 Autora: Melanie Faks Supervisora: M. Florencia González En esta ocasión se nos ha convocado a concurrentes del Centro de Salud Mental a trabajar acerca de una temática que atraviesa de un modo innegable nuestra práctica, cada vez en mayor medida. Se imponen en las consultas los efectos que han tenido los movimientos de género sobre las subjetividades de quienes se presentan en los dispositivos clínicos, tanto en el ámbito público como en el privado. Asimismo, las distintas comunidades psicoanalíticas no han sido ni son ajenas (tampoco deberían serlo) a las críticas recibidas desde distintas disciplinas y movimientos actuales. En primera instancia será de vital importancia poner de manifiesto que muchos practicantes del psicoanálisis estamos al tanto y participamos de los debates que hoy se dan en distintos ámbitos académicos e institucionales respecto al cuestionamiento, tanto de las bases teóricas como de las prácticas psicoanalíticas. El debate y el desacuerdo es necesario y nos sirve para pensar nuestra práctica y teoría cada vez. Muchos no quieren decirlo, pero hubo, por ejemplo, un giro en los desarrollos de Lacan luego de las críticas recibidas por Deleuze y Guattari en su Anti Edipo. El psicoanálisis no es una praxis ni una teoría muerta, muy por el contrario está bien vivo y se sostiene por el deseo de quienes nos interesamos en seguir desarrollándolo en distintos ámbitos (hospitalarios, universitarios, institucionales, etc.). No es menor que a ciertas comunidades analíticas se les haya puesto los puntos respecto a su mirada psicopatologizante sobre las personas nombradas por las ciencias y otros discursos como “transexuales”, por ejemplo, clasificándolas de psicóticos, envidiosos del pene, borders, con un edipo no resuelto, etc. Lo mismo 69
respecto a la concepción de homosexualidad como desviación de la norma, tal como advierte Preciado, P. B. (2019). Pero también parece que quienes, con justas razones, plantean estas cuestiones, desconocen el trabajo que muchos otros psicoanalistas vienen desarrollando en los últimos tiempos que poco tienen que ver con esas miradas. También es cierto que toda teoría se desarrolla en un contexto de época, y que no existe teoría alguna que resista los límites de lo que es posible desarrollar en determinado momento histórico. Pues eso no debería pasarle inadvertido a nadie, y Lacan en el año 1953 ha sido preciso en esto: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en movimiento simbólico? Que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra…” (Lacan, 1953, p. 308). Como joven practicante, no puedo más que narrar mi experiencia en la práctica analítica en los ámbitos hospitalarios, institucionales y de consultorio. Esta variedad de lugares y cierta reticencia personal a la tradición, me ha permitido desarrollar una versatilidad en la práctica que se encuentra lejana a la típica concepción del analista y su diván. He participado en la creación de talleres de hospitales de día de adultos y de niños (psicosis, autismo). He atendido casos de mujeres y hombres golpeados y abusados sexualmente. He trabajado con diversos grupos en donde nos hemos puesto a pensar el para qué, y los efectos de nuestra práctica. Y estos efectos en su doble vertiente (generación de lazo social, y manifestación de la singularidad del sujeto) son formalizados y compartidos en distintas comunidades para continuar desarrollando. En consonancia con esto, me parece que hay una cuestión clave a la cual Jullien, F. (2013) llamó disponibilidad, aquella con la que recibimos a los individuos que nos consultan o a quienes les tocamos en suerte como efectores de salud. La población que consulta puede ser de la más variada, pero esto no debería resultar un pro70
blema en términos, por ejemplo, de especialización, pues lo importante es poder encontrarse disponible para ubicar el padecimiento y acompañar de la forma en que se pueda. Lacan ubicó algo similar al hablar de la posición del analista. Esta no es cualquier posición, sino que es un espacio que se abre en el analista como menos uno para dar lugar a la palabra de aquel que consulta y que por alguna razón sufre o padece de algo. Así, el analista otorga al consultante la posibilidad, en principio, de hablar y desde ese momento su acto está en juego. A partir de darle la palabra y colocar de su lado el saber se abren para ese consultante distintas posibilidades: aquel pedido inicial podría abrir paso a una demanda de saber, en otros casos también podría abrirse una pregunta de aquel consultante y generar algún tipo de alivio. Acompañando lo dicho anteriormente, me parece de un gran valor volver a los principios de neutralidad y abstinencia desarrollados por Freud para poder llevar a cabo un dispositivo analítico. ¿Por qué me interesa resaltar esto? Porque la experiencia cuenta que el encuentro con uno o varios analistas que se rijan por esta ética, instala la posibilidad de que aparezca la manifestación de lo más singular de cada sujeto: su goce. No será aquí el lugar para responder al debate de si estas intervenciones responden o no a un modo capitalista e individualista, pero brevemente quisiera exponer que lo que solemos encontrarnos en el trabajo con los analizantes es con lo que se resiste a ser cooptado por el Amo y nuestra función bajo ninguna circunstancia tiene que ver con la normativización. No trabajamos solamente con neurosis regidas por la ley del padre, y tampoco vanagloriamos a este último. Nos alcanza con introducir un elemento “x” que haga de tope ante la irrupción de lo que se presenta como exceso para el sujeto. Son innumerables las críticas que ha recibido el psicoanálisis sobre su “falicismo”. Y en razón de eso es que varios analistas se han encargado de revisar esta cuestión. Al mismo tiempo, no habría que olvidar que en 1894 fue Freud quien le dio un lugar y le abrió las puertas a las mujeres que padecían de sus síntomas, como por ejemplo las parálisis de histeria, alojando allí un lugar inédito 71
en cada una de ellas. Apostó a que aquellos síntomas podían querer decir algo, otorgándole así un lugar de sujeto, elevando su palabra al lugar de lo que posteriormente, con Lacan, llamaremos significante. Buscando la etiología de las neurosis, Freud (1894) ubicó el padecimiento en hombres y en mujeres; resaltar esto es también fundamental ya que el lugar del padecimiento de la mujer a fines del 1800 era considerado nulo, por eso se encontró que en muchas de ellas la producción del síntoma estaba en relación a esfuerzos sexuales que tenía que hacer: “a la mujer (...) se le demandan acciones específicas permanentes que seduzcan al individuo masculino para la acción específica. De ese modo la tensión sexual se mantiene baja” (Freud, 1894, p. 244). Volviendo a la importancia que están teniendo los movimientos feministas y de género, es destacable decir que los mismos han logrado generar visibilidad respecto a las desigualdades y violaciones de derechos a los que se ven sometidos grandes sectores de la sociedad. Gracias a estas luchas, los Estados poco a poco han comenzado a tomar cartas sobre el asunto. Se han instalado debates en todo el mundo, los cuales han producido cambios en las legislaciones de distintos países. Se han generado dispositivos, por ejemplo, en donde se trabaja sobre las redes de trata y la violencia de género. Muchas mujeres han comenzado a hablar. Se han formado grupos terapéuticos de mujeres víctimas de violencia. Todas estas cuestiones son evidentemente logros necesarios, que se van universalizando e instaurando. En lo que concierne a la práctica del psicoanálisis, se nos hace visible en los casos que abordamos, que el tratamiento por lo universal a veces no es suficiente para trabajar con un individuo padeciente. Dentro de ese gran espectro de violencias, de historias entrelazadas, de síntomas que durante años fueron signos de abusos ocultos, es donde el psicoanálisis puede dar chance a singularizar ese padecimiento. ¿Por qué singularizarlo? Porque dentro de ese conjunto de individuos que sufren, hay cuerpos. Cuerpos que andan 72
a cuestas con golpes, con muertes, con dolores, y con sus propios modos de hacer con lo real. Y cada cuerpo, cada parletre se las debe arreglar con el que lleva. Es allí donde los analistas, en-cuerpo, nos disponemos a habilitar la escucha para hacer con el traumatismo de lalengua. En conclusión, lo que interesa dejar plasmado en esta narración es que algunos analistas estamos en marcha. No trabajamos únicamente con el diván: formamos dispositivos; no trabajamos sólo con neuróticos sino con los padecimientos subjetivos de cada quien; no entendemos que la sexualidad deba ser de un modo u otro: entendemos a la sexualidad como una posición de cada ser hablante más allá de la anatomía; tenemos y tendremos la disponibilidad para escuchar cada vez y a cada quien.
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Bibliografía: •
Freud, S. (2011). Manuscrito F. Recopilación III. En Obras completas, Tomo I. Editorial Amorrortu. Buenos Aires: Argentina.
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Lacan, J. (2010). Función y campo de la palabra. En Escritos I. Editorial Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina.
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Jullien, F. (2013). Cinco conceptos propuestos al psicoanálisis. Editorial El cuenco de plata. Buenos Aires, Argentina.
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Preciado, P. B. (2019). Intervención en las Jornadas Nº 49 de la École de la Cause Freudienne: Mujeres en Psicoanálisis 17.
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Autores Gabriela Wagner Residencia Salud mental 2002-2006 Htal Borda Instructora Salud Mental Comunitaria 2007-2010 Psicóloga de Planta CeSAC 9 2010 Maestría de Salud Mental Comunitaria UNla defensa 2018 Especialista en Gestión de Organizaciones de Salud- UNLa Coordinadora Gral de la Concurrencia de psicología Clínica desde 2018 Docente de grado UNLa
Marina Laski Licenciada en Psicología (UBA). Sexóloga. Mgt. en Investigaciones Feministas. Ciencia y Sociedad desde el pensamiento feminista (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España). Fue Coordinadora del Equipo de Atención a Mujeres Víctimas de Violencias de Género y Directora y docente de los Cursos de Posgrado Género, Salud Mental y Derechos. Es autora de diversos artículos sobre temáticas de su especialidad.
Solange Ove Licenciada en Psicología U.B.A. Practicante de psicoanálisis. Concurrente de 5to año del equipo de Niños Tarde del Centro de Salud Mental Nº1. Actualmente co-coordinadora del taller de juego con pelotas-fútbol del equipo de Niños Tarde. Angeles Zorraquín Licenciada en Psicología U.B.A. Practicante de psicoanálisis. Ex-concurrente en el equipo de Niños Tarde del Centro de Salud Mental Nº1. Actualmente co-coordinadora del taller de juego con pelotas-fútbol del equipo de Niños Tarde.
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Joana Barbich Hospital Rivadavia Concurrente de 2do. Año del servicio de Salud Mental del Hospital Bernardino Rivadavia. Equipo Infanto Juvenil
María Paula Paragis Concurrente de 4to año, Centro de Salud Mental Nro. 1 “Dr. Hugo Rosarios” Licenciada en Psicología (Universidad de Buenos Aires). Maestranda en Psicoanálisis (UBA). Docente de la Cátedra I de Psicología, Ética y Derechos Humanos (Facultad de Psicología, UBA). Investigadora UBACYT.
Fernando Sebastián Roselli: Licenciado en psicología (UBA Concurrentes en Psicología Clínica en C.S.M. Nº 1 “Hugo Rosarios”. Integrantes del equipo de hospital de día de adultos.. Ex integrantes del equipo de adultos mañana en C.S.M. Nº 3 “Dr. Arturo Ameghino”.
María Celeste Quinn: Licenciada en psicología (UBA) Concurrentes en Psicología Clínica en C.S.M. Nº 1 “Hugo Rosarios”. Integrantes del equipo de hospital de día de adultos. Ex integrantes del equipo de adultos mañana en C.S.M. Nº 3 “Dr. Arturo Ameghino”.
Rocío Yamila Mosqueira Psicólogas UBA. Residentes de psicología clínica de 1er y 4to año del CSMN1 y Hospital Pirovano. Supervisora: Psicóloga de planta del H. Pirovano. Ex jefa de residentes del CSMN1 y H Pirovano
Lucía Natalí García Psicólogas UBA. Residentes de psicología clínica de 1er y 4to año del CSMN1 y Hospital Pirovano. Supervisora: Psicóloga de planta del H. Pirovano. Ex jefa de residentes del CSMN1 y H Pirovano
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Melanie Faks Concurrente de 5to año del Centro 1 Integrante de los equipos de Niños Tarde y Adultos Mañana. Durante los primeros años integró el equipo de Hospital de día de Adultos, coordinando talleres de música y de lectura y escritura. Co-creadora del taller de música del equipo de Niños Tarde. Psicóloga de niños y adolescentes con problemáticas en el desarrollo en Fundación Claudina Thevenet. Consultorio privado, niños, adolescentes y adultos
Juana Blaiotta Hospital Rivadavia Concurrente de 2do. año del servicio de Salud Mental del Hospital Bernardino Rivadavia. Equipo Infanto Juvenil
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Narraciones Publicación del Centro de Salud Mental nº1 Suplemento Narraciones Residentes Concurrentes
La locura no se puede encontrar en estado salvaje. La locura no existe sino en una sociedad, ella no existe por fuera de las formas de la sensibilidad que la aíslan y de las formas y de forma de repulsión que la excluyen o la capturan. M.Foucault Somos nuestra memoria, somos ese quimétrico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. J.L. Borges