Revista notas CPAU #50 - resiliencia

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Resiliencia | Encuesta de perfil profesional Convenios Urbanísticos

resiliencia

Revista del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo ISSN 2591-3484 dic. 2021 año XIV


Autoridades CPAU

Staff

Presidente Arq. Emilio Rivoira

Propietario Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo

Vicepresidenta 1° Arq. Claudia Lanosa Vicepresidenta 2° Arq. Flora Manteola Secretario Arq. Fabián de la Fuente Pro-secretaria Arq. Rosa Aboy Tesorero Arq. Néstor Magariños Pro-tesorero Arq. Andrés Borthagaray Consejeros/as titulares Arq. Jorge Aslan Arq. Griselda Balián Arq. Bárbara Berson Arq. Paloma Carignani Arq. Carolina Day Arq. Adriana Dwek Arq. Roberto Frangella Arq. Agustín García Puga Arq. Paula Lavarello Consejeros/as suplentes Arq. Pablo Suárez Arq. Ana Artesi Arq. Matías Gigli Gerente General Esteban López Gerenta Técnica Arq. Irene Kalnins

Directora Arq. Bárbara Berson Coordinadora editorial Arq. Vera Blitstein Colaboradores en este número Emilio Rivoira Fernando Diez Daniel Kozak Colaboradores/as permanentes Esteban López Lorena Obiol Obra de tapa Leandro Erlich Foto de tapa Hasegawa Kenta, cortesía de Mori Art Museum Ilustración de secciones Rocío Lluís Diseño ZkySky Diagramación Camila Macca Edición Nº50 / ISSN 2591-3484 Año XIV / Diciembre 2021 Dirección Nacional del Derecho de Autor Expte. 46045728 / La revista notas CPAU forma parte de la Asociación de Revistas Latinoamericanas de Arquitectura (ARLA)

Servicios al Matriculado D.M. Federico Carrasco Directora de Biblioteca Lic. Julieta M. Stramschak

Leandro Erlich

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Asesor Legal Dr. Eduardo Padilla Fox

Mail: revistanotas@cpau.org Teléfono: +54 (11) 5239 9416

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El CPAU y la dirección de notas CPAU no se hacen responsables de los conceptos vertidos en los artículos firmados, que son de exclusiva responsabilidad de sus autores/as.

Asesora en Comunicación Lorena Obiol

Título: Cloud (UK, 2016) Mori Art Museum, Tokyo, Japón, 2017

www.cpau.org / info@cpau.org 25 de Mayo 482, C1002ABJ, CABA Tel: +54 (11) 5239 9401 Fax: +54 (11) 4312 4759 Atención de L a V de 9 a 17 hs

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Índice

Editorial: Resiliencia Bárbara Berson 03

Tema de tapa Resistir actuando Emilio Rivoira 06 2050: una Buenos Aires autónoma Fernando Diez 08 Los nuevos futuros urbanos José Dadon 10 Hacia una red de Infraestructura Azul y Verde para la Región Metropolitana de Buenos Aires Daniel Kozak, Demián Rotbart, Hayley Henderson, Rodolfo Aradas 12 La infraestructura como soporte de lo público Ignacio J. Imwinkelried, Daniel Huespe, Gonzalo Mir 16 Las aguas urbanas como factor de resiliencia en la ciudad Rocío di Corrado, Fabián de la Fuente 20 Diseño y política: redefiniendo códigos en el campo del hábitat Valeria Fenoglio 22 Buenos Aires: un código urbanístico para una ciudad más saludable María José Leveratto, Magdalena Eggers 24

Los arroyos porteños fluyen hacia el futuro Martín Civeira 30 El territorio y el mapa Pablo Engelman 32 Espacios verdes públicos: marketing verde o democracia participativa ambiental María Eva Koutsovitis, Jonatan Baldiviezo 36 Recuperar lo ausente Mariana Giusti, Graciela Guiliani, Graciela Novoa (Colectivo de Arquitectas) 38 Respirar aire puro Tatiana Cárdenas (Asuntos del Sur) 41 La Reserva Ecológica: del discurso de la corrección a la amenaza extractivista José Basualdo (Bosques Nativos) 42 Indicadores ambientales para la planificación y gestión de las ciudades Javier Pisano 44

Ejercicio profesional Encuesta de Perfil Profesional 62 La posición del CPAU en relación a los convenios urbanísticos 64 Código Urbanístico: respuestas del GCABA sobre su aplicación 65 La preocupación por los trámites: Mesa de Seguimiento y Carta a la SECDU 66 Charlas online: El bien común en la formación de Arquitectura; Tierra pública e instrumentos urbanísticos en debate; Cambio climático 67 Convocar a la reflexión: Cuerpos en el espacio e Intersticios Urbanos 68 Jornadas nacionales de cátedras de Legal y Ética 2021 70 2300 personas tomaron cursos de Capacitación CPAU 72

Eficiencia energética Gabriela Casabianca 46

Estados contables al 31 de diciembre 2020 74

Reciclaje de materiales de obra Susana Caruso 48

Informe de los auditores independientes 76

Edificios Energía Cero Micaela D’Amanzo, Carolina Ganem Karlen, María Victoria Mercado 50

Ordenando el territorio desde la cuenca Matanza-Riachuelo Juliana Galarreta Bolia 26

Energía y territorio UMWELT 52

Paisaje no es asesoría, es proyecto Ana García Ricci 28

El cambio cultural como camino hacia ciudades resilientes Javier Bajer 59

Cultura CPAU Biblioteca CPAU 80 Una obra de teatro: Petróleo Coni Siniavsky 81 Un libro: En el tiempo de las Mariposas Mariana Segura 82 Una ciudad: Tokio, Japón Federico Brancatella 83



Editorial Resiliencia

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ste nuevo número de la revista reúne múltiples miradas sobre el tema de la resiliencia en las ciudades. En la actualidad, el camino para generar ciudades razonables y resilientes lo lideran los proyectos que saben integrar y colaborar con los ritmos de la naturaleza, en lugar del histórico modelo que intenta domesticarla y explotarla. Este cambio de paradigma es el camino a tomar ante los grandes desafíos en el mejoramiento de la vida urbana. Las soluciones a las graves problemáticas medioambientales y sociales aún no resueltas serán los objetivos de las próximas décadas. En los artículos aquí reunidos encontramos diversos enfoques referidos a la multifacética y compleja problemática de las ciudades del futuro, que requiere múltiples marcos y perspectivas de abordaje. Temas complementarios como la energía, la alimentación, el clima, los residuos, el agua, entre otros, no solo trascienden los límites disciplinarios, sino que también requieren de múltiples instrumentos para abordarlos, desde regulaciones gubernamentales hasta iniciativas ciudadanas. Situaciones aparentemente tan distantes como la superación de la permanencia de las infraestructuras monofuncionales, las inundaciones, la degradación del paisaje urbano, el problema alimentario y el desempleo, son parte de una realidad compleja e integrada. Las dramáticas amenazas ecológicas y la crisis social sostenida son componentes de una catástrofe global a la cual hay que enfrentar con urgencia. Las costas y cuencas del mundo están en peligro, y las nuestras no son la excepción. Se requiere una planificación urgente comprendiéndolas como una oportunidad de interfaz entre la ciudad y el territorio líquido. La clave para encontrar el camino en el desarrollo de ciudades resilientes es sin duda la articulación sabia de sociedad, tecnología y naturaleza. Arq. Bárbara Berson

Foto: Albano García



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Tema de tapa Cada edición de notas CPAU tiene un tema diferente asociado a la disciplina de la Arquitectura y de la relación de ésta con otros campos de la cultura. Este segmento de la revista tiene como objeto profundizar en el oficio arquitectónico, desbordando sus límites para ampliar y multiplicar su dimensión disciplinar. «La ciudad, a través de la zonificación, ha tenido divisiones muy claras entre recreación, comercio, vivienda, producción e infraestructura. Ya no podemos hacer eso» Anita Berrizbeitia


Resistir actuando EMILIO RIVOIRA Arquitecto FADU, UBA (1974). Presidente CPAU (2020-2022) y vicepresidente (2006-2010 y 2018-2020). Es Director del programa Moderna Buenos Aires | CPAU. Fue Consultor internacional de OEA en Planeamiento Físico con misiones en Bolivia, Barbados, Brasil y Argentina. Fue profesor adjunto de Diseño Arquitectónico de la FADU. Se desempeñó como Subsecretario de Planificación Urbana de la MCBA y jurado del Concurso de Puerto Madero. Es miembro del colegio de asesores y jurados SCA, fue jurado del Premio Konex de Artes Visuales, ha sido curador y jurado del envío argentino a Bienales de Arquitectura de Venecia y asesor y jurado de premios SCA-CPAU. Es socio del estudio Hampton-Rivoira Arquitectos desde 1985.

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a realidad ineludible de la cuestión ambiental, dimensionada, demostrada y enfáticamente declamada, nos compromete a intentar escuchar a los especialistas, comprender los indicadores, tomar conciencia y proponernos asumir, desde donde esté parado cada quien, el rol que podemos tener en un mundo que cambiará dramáticamente en corto plazo.

El urbanismo, la gestión y las ciencias del paisaje deben conducir el consenso por una mejor vida pública y privada, y orientar las infraestructuras y uso de recursos hacia modos prudentes de mínimo despilfarro.

No todo es desarrollar resiliencia, entendida esta como estrategias para resistir, sino prestar atención a cómo actuar debidamente en lo que nos corresponda día a día en nuestro papel en la sociedad. No hay que transformarse en especialistas ni tener erudición ambiental. Hay que actuar seriamente según nuestra conciencia creada en el debate y la mejor información que dispongamos.

A principios del siglo pasado, ese perímetro se corrió, abandonando la academia, de la mano del movimiento moderno. Iba acompañado de una nueva tecnología, el hormigón y el acero, y sostenía verdades sociales que justificaron sus virtudes.

Debemos superar la actitud de derroche y despilfarro a la que estamos entrenados por el consumismo desenfrenado, y comprender que hay otra realidad posible, reduciendo la marcha exagerada que traemos desde el día antes de esta crisis sanitaria que nos trastocó sin dejar claro si hemos entendido el mensaje o volveremos desesperadamente a una normalidad que en realidad era el problema... En arquitectura hay que decidirse a tomar decisiones tecnológicas apropiadas, contribuir a circuitos productivos razonables, dimensionar programas adecuados y no escuchar más el canto de sirenas de la iconicidad visual, la genialidad forzada y la ansiosa búsqueda de originalidad. Eso debe enseñarse en nuestras facultades, eso debe aprenderse en nuestras capacitaciones.

Así, el perímetro de nuestra profesión se desplazará hacia adelante, hacia un nuevo paradigma.

Hoy es necesario afinar este nuevo paradigma, comprender con humildad que ya no se trata de agotar el planeta y todos sus seres vivos y que debemos entender que cada quien tiene que hacer lo mejor que pueda sin angustiarse por el volumen de su aporte. Pero debe hacerlo. Desde el CPAU este año decidimos que nuestras tres ediciones de la revista Notas estuvieran dedicadas al bien común, la equidad y la resiliencia. Creemos que es un aporte en la dirección correcta. Hemos tratado de hacer oír palabras de especialistas de múltiples disciplinas, que sumen para entender que solo el bien común construye, que solo entendiendo la igualdad de condiciones sumaremos diversidad, y que solo actuando y resistiendo conscientemente corregiremos el rumbo de este planeta que seguimos esforzándonos en conocer.

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2050 Una Buenos Aires autónoma FERNANDO DIEZ Arquitecto UBA, urbanista, ensayista y crítico. Profesor en la Universidad de Palermo, director editorial de Summa+. Integra las academias Argentina de Ciencias del Ambiente, Nacional de Bellas Artes y de Arquitectura y Urbanismo. Consejero CPAU 2002-2006.

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egún el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) el calentamiento global para 2050 se encamina hacia +2,7ºC, y posiblemente más. Los intereses nacionales, el lobby del petróleo y la propia inercia del sistema económico y productivo no han permitido realizar las reducciones necesarias, y ya hay escepticismo con que las medidas que se consigan adoptar en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de este año (COP26) sean suficientes. En este sentido, la experiencia muestra que los gobiernos subnacionales han demostrado ser más decididos y efectivos en una transición energética hacia la sostenibilidad. California avanzó más que Estados Unidos, San Francisco más que California; Dinamarca más que Europa, Copenhague, que asumió el reto de llegar a ser carbono-neutral en 2030, más que Dinamarca. Hay serias dificultades para avanzar en una agenda de ciudad sostenible: la inercia de los sistemas, las infraestructuras que ya tenemos, el costo económico. El propio gradualismo de la mayoría de las iniciativas ha demostrado ser inconducente. Si, como es necesario, deseamos llegar a cero emisiones en 2050, debemos encontrar mecanismos más drásticos, tanto técnicos como económicos, transformando una matriz sostenible en una conveniencia competitiva para las empresas, la ciudad y el país. No es improbable que, en poco tiempo, los productos de exportación sean gravados por su huella de carbono, limitando el acceso de nuestros productos a mercados como la Unión Europea si no logramos reducir dicha huella. Por otro lado, no podemos soslayar el recurrente voluntarismo de nuestras leyes, tantas veces centradas en objetivos, pero sin describir los mecanismos para alcanzarlos. Los cambios radicales y acelerados son posibles. En los años noventa •8

se fumaba en aviones, edificios públicos e incluso hospitales; hoy en ningún restaurante o café se puede fumar. La ciudad prohibió las bolsas de plástico descartables en los supermercados aunque se siguen entregando en los demás comercios. La bicicleta se ha convertido en un medio significativo de transporte. El ritmo de esos cambios es, sin embargo, insuficiente. Apenas comenzado el siglo XXI, el arquitecto, crítico y ensayista neoyorquino Michael Sorkin, que lamentablemente perdimos el año pasado en manos del COVID-19, propuso un ejercicio de imaginación en el programa Autonomous New York, que puede verse en la plataforma Terreform (terreform.info/nycss •). Hacía entonces la pregunta de cómo debería ser la ciudad de Nueva York para ser autónoma en agua, energía y alimentos. Ese enfoque tiene la ventaja de romper la inercia. Permite pensar primero cómo sería una Buenos Aires sostenible, postergando la preocupación sobre cómo alcanzar ese objetivo desde los condicionamientos del presente. Permite establecer una meta, comunicarla, formalizarla en planos y dibujos, pero también en cifras, equipamientos e infraestructuras. La radicalidad de estos cambios implica necesariamente cambios culturales, una mudanza de los hábitos y las costumbres sociales, la asignación del tiempo y del concepto de trabajo y descanso, la alimentación, los hábitos domésticos y el tiempo que dedicamos al cultivo y la preparación de nuestros alimentos. Muchas máquinas energético-intensivas que fueron inventadas para «ahorrar» mano de obra dejarán de tener sentido. Lo mismo con muchas máquinas domésticas para «ahorrar» tiempo: serán abandonadas o reemplazadas por una inteligencia (¿quién necesita un abridor de latas eléctrico? ¿Quién necesita un alimento enlatado? ¡Las conservas en frascos reutilizables!). Estos cambios culturales estarán acompañados por el surgimiento de nuevas tecnologías, muchas aún no desarrolladas, pero previsibles. En una ciudad sin coches, por ejemplo, autitos autónomos eléctricos para una sola persona responderán a un llamado geolocalizado y te buscarían para llevarte hasta


Nueva York autónoma: New York City (Steady) State, Terreform

la estación de metro o tranvía… si sos mayor, llueve o tenés una valija; porque sino podrías caminar, ya que nunca estarías a más que ocho minutos de distancia. El cultivo hidropónico ya es conocido, y las huertas urbanas, privadas en terrazas y balcones, comunitarias en parques y plazas o industriales en lugares concentrados, no son difíciles de imaginar. Autos de servicios y emergencias y camiones utilizarían biocombustible o hidrógeno, pero la mayor parte del transporte será eléctrico. Habrá autos privados, pero poca necesidad o interés en usarlos dentro de la ciudad. Casi todo el abastecimiento externo de la ciudad será fluvial, razón por la que los puertos de frutos, mercados descentralizados y centros de distribución estarán en Núñez, la dársena F, Puerto Madero (los depósitos volverán a ser depósitos, mercados) y barcazas en el Riachuelo. Todas las superficies de la ciudad estarían ocupadas por paneles solares o huertas urbanas. Las calles, sombreadas por paneles solares que se alternarían con árboles para disminuir la isla de calor. Los árboles se multiplicarían por cinco o por diez, incluyendo frutales, actuando como agentes de sombra y captadores de carbono, y el producto de su poda sería un preciado combustible renovable. ¿Césped? Sería un concepto ornamental superado, se limitaría a superficies deportivas. En plazas y parques lo reemplazarían cultivos o plantas locales en complementaria asociación nutritiva. En el verano los edificios se refrescarían gracias a mejores condiciones arquitectónicas, como la ventilación cruzada, fachadas dobles, sombreadas, pero también con el agua del subsuelo. En invierno, muros trombe, invernaderos, dobles fachadas y toda suerte de recursos conocidos aplicados sobre los edificios existentes minimizaría el consumo de energía de calefacción (el gas se habría discontinuado, y parte de su red de distribución se adaptaría a hidrógeno). La energía eléctrica provendría de más de 5000 ha de paneles solares de alto rendimiento, públicos y privados, distribuidos en azoteas, espacios públicos y ríos; además de probablemente unos dos mil grandes aerogeneradores ubicados en el Río de la Plata, que se sumarían a miles de microgeneradores

helicoidales privados y públicos en edificios altos, postes de luz, ángulos de grandes edificios y paseos públicos. Las usinas térmicas que ya tenemos, adaptadas a hidrógeno, suplirían la demanda de punta. La basura ya no existiría como concepto. Todos los restos orgánicos serían el preciado insumo de compost para las huertas urbanas. Los envases descartables se habrían discontinuado en 2025: el lechero volvería a llevarte la leche a tu casa, el sodero la soda y así siguiendo, o algo diferente, integrado en un sistema inteligente de proveedores. Todos esos cambios deberían hacerse contemplando también la sustentabilidad del propio proceso de cambio y transición. Un proceso donde se aplican los mismos principios de primero reusar, luego reducir, y solo luego reciclar, de modo que los edificios e instalaciones actuales no se demolerían sino que se reaprovecharían. Cuando no fuera posible, todos sus componentes serían reusados o reciclados. Para dar una idea, en el caso de una estructura de hormigón a demoler, se cortarían las partes en nuevas piezas, que se podrían aprovechar en nuevas construcciones, solo los fragmentos que no puedan reutilizarse como piezas se reducirían para reciclar separadamente el acero y los agregados como nuevos insumos. Todas estas actividades e infraestructuras estarían localizadas en el territorio, y serían estratégicas para esa transformación las tierras públicas, en especial las costas y aquellas de grandes dimensiones. El concepto decimonónico del parque como un lugar exclusivamente de ocio habría sido superado, al igual que la extrema especialización del trabajo del siglo XX. Descanso y trabajo, placer y producción estarían asociados en el cultivo de los propios alimentos, el uso compartido de los espacios abiertos y la socialización emergente de nuevos compromisos comunitarios. Una ciudad de Buenos Aires autónoma, carbono neutral para 2050, ¿es posible? Opino que sí, pero es necesario primero imaginarla para saber en qué dirección marchar. •

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Los nuevos futuros urbanos

JOSÉ DADON Doctor en Ciencias Biológicas (UBA). Investigador independiente del CONICET. Director del Centro de Investigaciones Gestión de Espacios Costeros y Director de la Maestría en Gestión Ambiental Metropolitana de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU-UBA).

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l enfoque del desarrollo urbano1 pensado desde el crecimiento económico propone ciudades cada vez más integradas al mercado global, capaces de atraer inversiones e incorporar y producir masivamente alta tecnología. Ello supone incrementar tanto la masa de consumidores como los recursos energéticos disponibles y, en muchos casos, también la dependencia financiera y tecnológica. Superar los efectos indeseados de este tipo de desarrollo, como el agotamiento de recursos naturales, la contaminación, la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos, entre otros, implica que la planificación debe incluir objetivos de restauración y conservación de recursos y procesos naturales. Además de limitar usos urbanos y actividades económicas conflictivas, ambos objetivos requieren la asignación de recursos técnicos y mecanismos de financiación sostenidos en el tiempo. Por su parte, los planes de acción frente al cambio climático proponen la descarbonización de las ciudades hasta alcanzar el cese de emisiones netas y la eficiencia energética. En esos términos, la ciudad ideal es imaginada como un sistema autosuficiente que se abastece de materiales y alimentos a partir del entorno regional inmediato y crece de manera acorde a esa provisión. Esta noción, reformulada bajo nuevos términos a partir de propuestas ya clásicas, pero de difícil aplicación, como la ciudad jardín de Ebenezer Howard, se encuentra desbordada por las actuales metrópolis. Estas, devenidas en centros financieros, de comunicaciones y de producción de tecnología, albergan todavía amplios sectores de producción industrial empobrecida y áreas de subsistencia precaria donde la brecha social es cada vez más amplia.

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Los objetivos de desarrollo sustentable proponen la desaparición de la pobreza, la plena vigencia y equidad de derechos y obligaciones para todos los habitantes, la provisión universal de servicios básicos, educación y salud, la igualdad de oportunidades y el pleno empleo. Si bien todas las administraciones gubernamentales adhieren, al menos formalmente, a dichos objetivos, la conjunción de los mismos encuentra en la realidad límites muy concretos. La formulación de estos objetivos deseables, por urgentes que sean, se realiza a partir de la identificación de problemas y la estimación de su incidencia negativa en el desarrollo urbano, pero peca de exceso de optimismo al estar desarticulada de una simultánea evaluación de la capacidad de ges- tión y de los medios disponibles en cada sociedad para llevarlos a cabo. Si bien pueden considerarse factibles en el caso de ciudades relativamente pequeñas y aisladas en regiones con clima benévolo y abundancia de recursos, no pareciera serlo en las áreas metropolitanas que actúan como nodos centrales de intensos intercambios y flujos de población, financieros, comerciales y tecnológicos. Bajo esas condiciones, los objetivos económicos, sociales y ambientales para la sustentabilidad no son realistas, ni compatibles entre sí. Por el contrario, muchos resultan ser mutuamente excluyentes, o bien, ante la imposibilidad de encarar las acciones simultáneas necesarias, conducen a una alternancia entre situaciones críticas extremas sin llegar a solucionar ninguna de ellas. Ejemplo de ello son los planes de urbanización de barrios precarios que consolidan situaciones de riesgo ambiental y sanitario al promover el asentamiento y el crecimiento poblacional en áreas degradadas, como antiguos basurales; o bien, la pérdida de servicios ecosistémicos en el caso de los humedales ocupados por barrios cerrados. La crisis sanitaria incorporó nuevas variables a una ecuación insoluble. Puso en cuestión respuestas que hasta el momento se consideraban razonables y posibles, agudizó problemas ya existentes y creó otros nuevos. El diseño de las medidas sanitarias presuponía que los habitantes de las ciudades cumplen ciertas condiciones promedio, como


el nivel socioeconómico, educativo, hábitos de consumo, cobertura de servicios y acceso a redes informáticas. La pandemia obligó de manera compulsiva e inmediata a incorporar como parte del sistema sanitario a los hogares y lugares de residencia de la población, no solo para encarar medidas de prevención, sino como sedes de atención primaria e internación. Se revelaron de manera dramática las consecuencias de la enorme inequidad territorial que subsiste en las metrópolis. Las medidas preventivas fueron inaplicables por los sectores de menores recursos y allí recayeron los mayores impactos de la pandemia, resultando en elevados números de personas contagiadas y fallecidas. Las intervenciones de facto, como los «cercos sanitarios» en barrios populares y villas (Lacarreu, 2020), aplicados por autoridades municipales en varios países de la región, resultaron cuando menos cuestionables. Las epidemias de fin de siglo XIX llevaron a las principales ciudades de América Latina y del mundo a implementar servicios de agua potable, saneamiento y transporte de bajo consumo energético. La planificación de las ciudades debe incorporar ahora los conocimientos aprendidos durante las emergencias sanitarias. En los periodos interpandémicos la población tiende a reconstruir la cotidianeidad previa intentando dejar atrás las penurias sufridas, pero los responsables de la gestión urbana no deberían seguir idéntica conducta. Los actuales patrones de intervención urbana deben ser reformulados para reducir riesgos e impactos sociales, económicos y ambientales y enfrentar futuras emergencias, como las esperables a partir del análisis de escenarios de cambio climático, cuyos riesgos latentes podrían manifestarse con singular intensidad. La experiencia mundial adquirida durante el período 2020-2021 indica que no basta con determinar causas, síntomas y formas de transmisión para enfrentar las crisis y emergencias. Esto se puso en evidencia durante la pandemia, cuando diversas medidas que apelaban a la cooperación de los ciudadanos resultaron difíciles de sostener o fracasaron, aun cuando sirvieran al propio beneficio. El diseño y la implementación de planes de acción deben estar fundamentados de

manera inexcusable en conocimientos científicos, pero también es indispensable contar con amplio consenso previo sobre salud pública y calidad ambiental. Para eso, deben profundizarse las campañas de educación e información científica y ampliarse los canales de consulta y participación ciudadana. En términos más enfáticos, es necesario dar prioridad a planes de acceso a la vivienda digna, al redimensionamiento y fortalecimiento de los sistemas de salud y las redes de energía, agua y saneamiento para brindar servicios esenciales a la totalidad de la población, así como revisar los criterios escogidos para el diseño y usos del espacio público, el equipamiento comunitario y los sistemas de movilidad y transporte. Conviene entonces revisitar el futuro, sin extrapolar las tendencias del pasado ni insistir con premisas que se revelaron erróneas, sino para solucionar problemas del presente. Aun considerando un amplio y variado espectro de alternativas posibles, en cualquier futuro deseable las prioridades deben ser claras y orientarse a revertir, o al menos mitigar, la inequidad territorial y avanzar en la integración social como objetivos relevantes, ineludibles y urgentes. 1. El presente artículo es un extracto de uno mayor, titulado «Conglomerados metropolitanos y COVID-19: cuestiones críticas para el rediseño urbano y la gestión ambiental», publicado en la revista Cuestión Urbana, 10, en diciembre de 2021. Bibliografía Lacarrieu, M. (2020). Habitar y gobernar los territorios de la pobreza en tiempos de pandemia: tensiones entre el aislamiento y los derechos a la ciudad. Cuestión Urbana, 8-9.

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Hacia una red de Infraestructura Azul y Verde para la Región Metropolitana de Buenos Aires

DANIEL KOZAK Arquitecto UBA (Diploma de Honor y Medalla CPAU). PhD Oxford Brookes University. Director del CIHE-FADU-UBA. Investigador CONICET. Director de la Maestría en Proyecto de Intervención en el Patrimonio Territorial, Urbano y Arquitectónico, IA-UNSAM.

DEMIÁN ROTBART Arquitecto y urbanista. Director General de Planeamiento Urbano del Municipio de General San Martín. Investigador (UBA) con foco en soluciones basadas en la naturaleza y recuperación de renta urbana. Profesor adjunto de Gestión Urbana (UNSAM).

HAYLEY HENDERSON Investigadora, Institute for Infrastructure in Society, Crawford School of Public Policy, The Australian National University. Previamente becaria postdoctoral, Centro de Estudio Urbanos y Regionales (CEUR-CONICET). PhD (The University of Melbourne).

RODOLFO ARADAS Ingeniero Civil, PhD. Profesor Regular cátedra de Planificación de Recursos Hídricos (Facultad de Ingeniería, Universidad de Buenos Aires). Consultor del BID y del IFC (Banco Mundial). Especialista en el diseño de obras de infraestructura hídrica.

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l concepto relativamente reciente de Infraestructura Azul y Verde (IAV)1 remite al reconocimiento de las capacidades innatas del espacio verde y el agua, y los ecosistemas en que están inmersos, de producir beneficios ambientales y de calidad de vida. En oposición al manejo histórico y convencional de los excedentes hídricos, con énfasis en la infraestructura gris2, la IAV responde tanto a una demanda para mejorar la calidad ambiental en las ciudades como para dar una respuesta a las limitaciones de las soluciones tradicionales, mediante el aprovechamiento de los rasgos geomórficos propios de los sistemas naturales.3

El término Blue-Green Infrastructure apareció por primera vez en el mundo angloparlante en la década de 2000 (Lamond y Everett, 2019, p. 1), más o menos al mismo tiempo que el concepto de Trame Verte et Bleue surgió en Francia, como una política de conservación integrada centrada en el resguardo, la consolidación y la producción de corredores de biodiversidad a lo largo de los cursos de agua y espacios verdes que atraviesan las ciudades y regiones metropolitanas (Vimal, Mathevet y Michel, 2012). Algunos de los componentes IAV son, por ejemplo, parques, reservas naturales, corredores verdes, ríos, arroyos, lagunas, humedales, reservorios de

1. También designado como BGI por sus siglas en inglés. 2. Denominamos aquí infraestructura gris, en contraste a la verde o azul y verde, a la infraestructura pluvial convencional, generalmente subterránea e impermeable. 3. Este artículo constituye una versión resumida y adaptada del capítulo “Beneficios y desafíos en la implementación de Infraestructura Azul y Verde: una propuesta para la RMBA” Kozak, D.; Henderson, A.; Rotbart, D. y Aradas, R. (2021), que a su vez retoma algunos de los temas desarrollados en el Documento de Trabajo del Lincoln Institute of Land Policy “Implementación de Infraestructura Azul y Verde (IAV) a través de mecanismos de captación de plusvalía en la Región Metropolitana de Buenos Aires. El caso de la Cuenca del Arroyo Medrano” (Kozak et al., 2020a), cuyos resultados preliminares fueron publicados en “Blue-Green Infrastructure (BGI) in Dense Urban Watersheds. The Case of the Medrano Stream Basin (MSB) in Buenos Aires” (Kozak et al., 2020b). • 12


biorretención y plazas o parques inundables. Incluyen desde elementos urbanos tradicionales simples, como bulevares arbolados y jardines, hasta más sofisticados –pero aun así low-tech– como superficies constituidas por depresiones vegetadas diseñadas para capturar y filtrar aguas pluviales y otros dispositivos de bioinfiltración. Pueden ser de acceso público o restringido, a la vez que pueden asentarse sobre tierras públicas o privadas. Una de sus principales características es que brindan servicios ecosistémicos, como la morigeración del efecto de isla de calor y la regulación de la temperatura en general; mejoras en la calidad del aire mediante el uso de la capacidad fitorremediadora de la vegetación urbana; reducción del ruido; captura de CO2; restitución o instauración de corredores de biodiversidad; y –nuestro principal interés aquí– un mayor control en el manejo de la escorrentía de aguas pluviales y la calidad del agua; entre muchas otras prestaciones. Particularmente, la caja de herramientas que despliegan las IAV en la planificación y gestión de las aguas urbanas plantea uno de los aspectos más innovadores de este abordaje. Existe un creciente consenso acerca de las limitaciones de las soluciones tradicionales para resolver los drenajes urbanos (e.g. Castro Fresno, et al., 2005; CIRIA, 2015; CIWEM, 2007). El abordaje tradicional de la ingeniería hidráulica se ha concentrado históricamente en el volumen de agua a desplazar, con el objetivo de desalojarla lo más rápido y lejos posible de la ciudad, sin priorizar su calidad ni capacidad para construir espacio público y amenidad urbana. Las respuestas desde la infraestructura gris al avance de la urbanización no solo aumentaron la contaminación en los cursos de agua entubados, disminuyeron el reabastecimiento de acuíferos y descuidaron el potencial inherente de los ríos y arroyos para brindar servicios ecosistémicos y amenidad (Dhakal y Chevalier, 2016), sino que también han generado a menudo problemas de inundación en las cuencas bajas por la aceleración de los tiempo de desagüe y en la cuencas altas como resultado de obstrucciones en los entubamientos (CIWEM, 2007, p. 2). Las respuestas contemporáneas a estas problemáticas apuntan a un cambio fundamental en el diseño y la gestión del drenaje urbano. Buscan replicar los mecanismos naturales de absorción, retención y expansión4, con el objetivo de resolver el drenaje pluvial más cerca del sitio de origen, y a menudo incluyen proyectos de desentubamiento

–es decir, la reapertura de cursos de agua que fueron canalizados y sellados o entubados– y distintos grados de renaturalización de los lechos y las márgenes de los ríos y arroyos. La presencia de arroyos a cielo abierto en ciudades como Buenos Aires, constituidas principalmente por planicies aluviales, era o bien entendida como una potencial amenaza –la de la inundación– o como el sitio de la marginalidad, el lugar de “orilleros” y “malandras”. En este modelo histórico, el lugar de los arroyos urbanos era el de sitio postergado a la espera del progreso. El modelo actual de infraestructura hidráulica en Buenos Aires, y en la mayoría de las ciudades de nuestra región, se concentra principalmente en la evacuación del agua –sin priorizar su calidad ni potencialidad para producir espacio público, como mencionamos arriba– (ver Figura 1 en la página que sigue). La red de IAV que proponemos, nuestro modelo deseado, opera mediante tecnología modular que permite sumar niveles de sofisticación sobre las intervenciones y ampliar su capacidad para lograr mayor resiliencia en el tiempo. Se puede combinar con tecnologías convencionales y se complementa con la infraestructura existente. Puede comenzar por micro-intervenciones a escala de una cuadra y ser escalado en red hasta llegar a la totalidad de la cuenca a partir de micro y macro proyectos combinados. En el mismo sentido, la etapabilidad de las obras es más operativa comparada con las de la infraestructura gris. Puede ser descentralizada, y adaptarse a presupuestos acotados y entornos construidos variables. Este modelo también aumenta el espacio público en las áreas de intervención, donde usualmente es más necesario. En muchas ciudades de nuestra región, las cuencas bajas y zonas inundables están habitadas por la población más vulnerable, en viviendas con altos niveles de hacinamiento y barrios con escaso espacio verde público. Particularmente, el déficit crítico de espacio verde que existe en Buenos Aires ha sido subrayado durante la actual crisis de COVID-19; especialmente en los barrios de menores recursos, pero también en toda la ciudad donde la demanda para realizar actividades al aire libre con distanciamiento constituye un nuevo reto. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) cuenta con menos de 6 m2 de espacio verde por habitante5 –muy por debajo de las recomendaciones de la OMS– y su distribución es considerablemente desigual.

4. En otras palabras, buscan recuperar la interacción natural del lecho del curso de agua con sus geoformas naturales, típicamente las llanuras aluviales y sus formas asociadas. 5. Ver: https://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/?p=27349 13 •


Nuestra propuesta aumenta la superficie verde pública, y contribuye a que sea más accesible y esté distribuida de forma más equitativa. También brinda la oportunidad de democratizar la gobernanza urbana a escala metropolitana al involucrar distintos actores gubernamentales y no gubernamentales. Los comités de cuenca –que tendrían el mandato de gestionar los arroyos desentubados– cuentan, por definición, con la potencialidad de expandir la colaboración intersectorial para incluir actores no gubernamentales y mejorar la coordinación horizontal entre gobiernos locales, y vertical entre los tres niveles de gobierno. Una red robusta de IAV disminuye el riesgo de inundaciones y mejora la calidad del agua en los sistemas pluviales y sus desembocaduras, a la vez que potencia la movilidad sustentable y contribuye a la mejora de la calidad ambiental mediante la prestación de servicios socioambientales. Las ciudades con mejores redes de IAV, ceteris paribus, cuentan con más recursos para sobrellevar la actual pandemia. En primer lugar, por la alta correlación entre calidad ambiental y letalidad del COVID-19, particularmente en cuanto a la contaminación atmosférica.6 Pero también en términos de disponibilidad de contacto con entornos naturales para favorecer la salud mental de la población;7 más aún si los espacios verdes y azules conforman una red de movilidad para peatones y ciclistas. La construcción de la IAV y su mantenimiento demandan tecnología simple y de desarrollo local, disminuyendo la dependencia de importación de componentes, participación de empresas extranjeras y consumo de divisas. Tienen una mayor incidencia de la mano de obra8 con relación al costo total de las inversiones, ayudando a generar empleo. Además, la mano de obra es contratada a nivel local, por lo general mediante contratos de construcción y prestación de servicios de mantenimiento, incluyendo a la comunidad y las cooperativas locales para realizar diversas tareas, desde jardinería hasta limpieza. Por otra parte, la reducción o control de inundaciones genera ahorros por la disminución de daños.

Una red IAV de estas características impulsa la posibilidad de producir valorización del suelo por dos vías en entornos urbanos con riesgo hídrico: 1) la relacionada con la disminución del riesgo de inundación; y 2) la que se genera a partir de las mejoras en el espacio público y las cualidades ambientales del entorno urbano. De forma comparativa, el abordaje hidráulico tradicional opera solo sobre la primera variable. Esta valorización doble habilita la aplicación de instrumentos de captación de plusvalía por parte del Estado con un alto grado de efectividad y podría financiar parte de las obras, reduciendo la necesidad de financiamiento o generando un flujo financiero que permita devolver créditos iniciales. Uno de los aspectos que quedan claros a partir de la actual crisis del COVID-19 es la importancia de los servicios ecosistémicos en las ciudades y la necesidad de conferir entidad a la principal red que los provee: la red IAV. La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con más espacio verde público y de mayor calidad, aumentar el contacto con entornos naturales en nuestras ciudades, en forma de plazas, parques, reservas naturales, y corredores azules y verdes. No solo es vital incrementar la cantidad de superficie verde pública por habitante, sino lograr que su distribución sea equitativa y principalmente asegurar su accesibilidad. La red IAV amplía el espacio público de la ciudad, construye corredores de biodiversidad, enlaza espacios verdes y azules distantes, brinda soporte para la movilidad no motorizada y presta servicios ecosistémicos, como un mayor control en el manejo de la escorrentía de aguas pluviales y la calidad del agua. •

6. Ver, por ejemplo, Bhaskar, A. et al. (2020). Más allá de la actual pandemia, ya era bien conocida la magnitud de los efectos nocivos en la salud de la polución atmosférica –principalmente producida por la emisión de los motores de combustión interna– en términos de incidencia en el aumento de enfermedades respiratorias, trastornos en el desarrollo cognitivo y muertes prematuras. 7. El acceso a los espacios verdes reduce en los niños el riesgo de desarrollar un amplio abanico de trastornos durante la adolescencia y en los adultos. Es una intervención importante en la edad temprana para reducir el riesgo de depresión, ansiedad y el abuso de drogas. Ver, por ejemplo, Engemann, K. et al. (2019). 8. Mano de obra que, a su vez, es menos calificada, permitiendo brindar trabajo a las comunidades locales, y consecuentemente contribuyendo a la recuperación económica pospandemia. • 14


Figura 1: Modelos histórico, actual y deseado, según nuestra propuesta de desentubamiento de arroyos urbanos para la RMBA, fotografías y fotomontaje para el caso del arroyo Maldonado. Fuente: Elaboración propia, incluyendo imágenes del AGN (fotografías 1891, 1925 y 1937). Gráfica: Pilar Costa y Camila Lennon.

Referencias Bhaskar, A. et al. (2020). Air pollution, SARSCoV-2 transmission, and COVID-19 outcomes: A state-of-the-science review of a rapidly evolving research area. medRxiv Castro Fresno, D., Rodríguez Bayón, J., Rodríguez Hernández, J., y Ballester Muñoz, F. (2005). Sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS). Interciencia, 30(5), 255-260. CIRIA. (2015). The SuDS Manual 2015. London: Construction Industry Research and Information Association (CIRIA). CIWEM. (2007). Policy Position Statement on Deculverting of Water courses. London: Chartered Institution of Water & Environmental Management.

Dhakal, K. P. y Chevalier, L. R. (2016). Urban Stormwater Governance: The Need for a Paradigm Shift. Environ. Manag., 57, 1112–1124. Engemann, K. et al. (2019). Residential green space in childhood is associated with lower risk of psychiatric disorders from adolescence into adulthood. Proceedings of the National Academy of Sciences, 116(11), 51-88. Kozak, D., Henderson, H., de Castro Mazarro, A., Rotbart, D., y Aradas, R. (2021). Beneficios y desafíos en la implementación de Infraestructura Azul y Verde: una propuesta para la RMBA. En: D. Zunino Singh, V. Gruschetsky y M. Piglia (Eds.), Pensar las infraestructuras en Latinoamérica, Buenos Aires: Editorial Teseo, pp. 223-244. (2020a) Implementación de Infraestructura Azul y Verde (IAV) a través de mecanismos de captación de plusvalía en la Región

Metropolitana de Buenos Aires. El caso de la Cuenca del Arroyo Medrano. Documento de Trabajo. Massachusetts, Estados Unidos: Lincoln Institute of Land Policy. (2020b). Blue-Green Infrastructure (BGI) in Dense Urban Watersheds. The Case of the Medrano Stream Basin (MSB) in Buenos Aires. Sustainability, 12(6). doi:10.3390/su12062163. Lamond, J., y Everett, G. (2019). Sustainable Blue-Green Infrastructure: A Social Practice Approach to Understanding Community Preferences and Stewardship. Landsc. Urban Plan, 191, doi:10.1016/j. landurbplan.2019.103639. Vimal, R., Mathevet. R. y Michel, L. (2012). Entre expertises et jeux d’acteurs: La trame verte et bleue du Grenelle de l’environnement. Nat. Sci. Soc. 20, 415-424. doi:10.1051/nss/2012043. 15 •


La infraestructura como soporte de lo público IGNACIO JOSÉ IMWINKELRIED Arquitecto FAUD-UNC y Magíster FA-UCC. Profesor Adjunto Interino en Arquitectura 4A (FAUD-UNC). Es codirector del Instituto Bioclimático de Proyecto y Jefe de trabajos prácticos en Tecnología, Construcción y Sustentabilidad en la FA-UCC. Profesor a cargo del curso Infra.Tecturas en la ESAD-UM. Socio fundador de DERIVA taller de arquitectura.

DANIEL HUESPE Arquitecto y Magíster en Diseño Arquitectónico y Urbano (ambos FAUD-UNC ). Jefe de trabajos prácticos en Arquitectura 4A en la FAUD-UNC y Jefe de trabajos prácticos de la FAC-UCC. Profesor a cargo del curso Infra.Tecturas en la ESAD-UM. Socio fundador del estudio DERIVA taller de Arquitectura.

La infraestructura en el territorio. Pont du Gard, Francia, 19 a.C.

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GONZALO MIR Arquitecto FAUD UNC y Magíster en Proyectación arquitectónica e Historia Politecnico Di Milano-AUIC. Profesor a cargo deñ curso Infra.Tecturas en la ESAD-UM. Arquitecto colaborador en DERIVA taller de arquitectura desde 2018. En los últimos años ha desarrollado experiencias laborales en el exterior formando parte de equipos de trabajo en Australia e Italia.


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l agua ha sido históricamente uno de los recursos naturales más importantes para el desarrollo de la civilización. Su consumo para la vida diaria, su utilización para la producción agrícola y ganadera, su explotación como recurso de generación energética, su función como vía de comunicación e incluso su profundo impacto cultural, han sido importantes variables que en innumerables casos han forjado el nacimiento y progreso de diversas sociedades. Esto ha llevado a que muchísimas ciudades se hayan fundado a la vera de ríos, en las márgenes de lagos o en costas marinas, generando un profundo vínculo entre los sistemas hídricos y los asentamientos para la vida en comunidad. Sin embargo, con el incremento sostenido del calentamiento global y la contundente migración de las poblaciones rurales a las ciudades, se han contrapuesto a las variables anteriores problemáticas crecientes tales como inundaciones por precipitaciones extremas, desbordes de cursos de agua por intervenciones inadecuadas sobre los cauces, contaminación por falta de manejo de efluentes, etc.

urbano al cual deberá adaptarse. Según Oriol Bohigas en este punto «el diseñador tiene una contradicción difícil de resolver: trazar infraestructuras que de momento pueden ser claramente extraurbanas, sin identidad, pero que muy pronto, en la probable expansión de las ciudades, se convertirán automáticamente en ejes expresivos de un sistema urbano que todavía no se prevé» (Bohigas, 2011).

La infraestructura como oportunidad En esta compleja situación entre problemáticas ambientales y procesos de expansión urbana horizontal sobre territorios naturales se encuentran casos paradigmáticos como el entubamiento del arroyo Maldonado comenzado en la década de 1920 en Buenos Aires, Argentina. Con el avance de la ciudad sobre el cauce de este arroyo aluvionar, que al desbordar su capacidad de conducción de agua produce en su cuenca un anegamiento, aparece una problemática concreta que indudablemente debía ser resuelta por un proyecto de infraestructura. Lo determinante en estos casos es que las infraestructuras han sido pensadas solo como remediación de las problemáticas urbanas en lugar de proyectarse como elementos de interfase entre la construcción de la ciudad como hecho antrópico y la gestión y preservación de los ecosistemas existentes. Es habitual valorar la inserción de los grandes sistemas de infraestructuras en el paisaje, como los acueductos romanos o los diques en las zonas montañosas; esto se debe a que estos grandes sistemas han sido proyectados desde una visión estratégica del territorio y por tanto «ahora los vemos construidos, integrados en el medio, se nos presentan como extensiones naturales del mismo, parecen haber estado allí siempre y se nos hace difícil pensar en cuál era su situación previa» (Moneo, 2011). En contraposición, en el caso del entubamiento del arroyo Madonado se puede apreciar que en ningún tramo del territorio se ha pensado en el paisaje de referencia del que formaba parte; es por ello que tal vez Jorge Luis Borges, cuando afirma que «Allá por el Maldonado, que hoy corre escondido y ciego» (1965), parece hacer referencia a la «ceguera» del proyecto frente a los altísimos valores paisajísticos y ecosistémicos de dicho arroyo. El simple valor funcional, estructural, económico o de buen proyecto ingenieril no asegura por sí solo una correcta adecuación de la infraestructura al medio ambiente donde se inserta o al futuro crecimiento

La infraestructura y su paisaje de referencia. Arroyo Maldonado, Buenos Aires, Argentina.

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Además, la característica monofuncional de las infraestructuras conlleva a rápidos procesos de obsolescencia de las mismas. Es por ello que en casos como el entubamiento no solo aparecen deficiencias de carácter técnico sino que se suman problemáticas de carácter cultural y social. Los cauces del arroyo quieren retomar su curso y los desbordes no solo generan pérdidas materiales sino que develan la memoria del paisaje que alguna vez fue. Estos indicadores podrían definir a las infraestructuras como instrumentos para generar identidad y hacer que los cursos de agua vuelvan a ser partes activas de un ecosistema en equilibrio entre natural y artificial.

La evolución de las infraestructuras urbanas Frente a estas situaciones de rápida obsolescencia de las infraestructuras dentro de los tejidos urbanos sería imprescindible indagar la posibilidad de hibridar arquitecturas públicas con infraestructuras como ensayo para generar la amalgama que estas últimas deberían construir con la ciudad. Si entendemos que la infraestructura siempre se relaciona a lo colectivo, a las problemáticas de grandes poblaciones, seremos capaces de detectar el potencial que tienen como herramienta para construir espacio público y para promover una visión a futuro para las nuevas generaciones.

El agua ha sido en la fundación de las ciudades un elemento convocante, vinculado a la vida, al ocio, a la comunicación. Es por ello que entender el rol de infraestructuras tales como el arroyo Maldonado dentro de los tejidos urbanos tiene que ver con una oportunidad de hibridar las condiciones ingenieriles de remediación de catástrofes con los proyectos urbanos de espacio públicos. Un ejemplo de esta hibridación programática es la obra UVA La Imaginación (Unidades de Vida Articulada), en Medellín, Colombia, del estudio Colectivo 720. Este proyecto consistió en desarrollar intervenciones en las inmediaciones de los tanques de almacenamiento de agua del acueducto municipal. Es importante destacar que «la estrategia principal fue abrir estos espacios sin afectar la operación del sistema de abastecimiento, a través de la reutilización de infraestructuras y aperturas para el disfrute público»1, lo que claramente promueve una simbiosis entre infraestructura y Arquitectura.

La apertura de la infraestructura para el disfrute público. UVA La Imaginación. Colectivo 720. Medellín, Colombia. 2014-2015.

También es destacable comprender la capacidad que pueden tener los proyectos de infraestructuras en su simultaneidad de usos dependiendo de los ciclos de los ecosistemas naturales. Es así que el Parque Inundable de La Aguada, en Santiago de Chile, puede funcionar como remediador de los desbordes del Zanjón de La Aguada, el principal cauce colector de aguas de lluvias de la ciudad de Santiago, a la vez que funciona como uno de los grandes espacios públicos en los momentos que no tiene caudal de agua. Se puede destacar además la importancia del proyecto paisajístico como una infraestructura capaz de rescatar los valores de la flora y la fauna, no solo como elementos estéticos del paisaje sino como la posibilidad de restaurar los ecosistemas naturales. La infraestructura como catalizador urbano. Deriva Taller de Arquitectura. Córdoba, Argentina, 2015. • 18

1. Para más información véase arquine.com/uva-la-imaginacion


Infra.Tecturas: lo híbrido como soporte de la ciudad Partiendo del estudio de las problemáticas ambientales globales y sus implicancias directas en el contexto local y del crecimiento desmedido de las ciudades, es clave plantear un nuevo enfoque sobre el rol de las infraestructuras urbanas en el tejido de las ciudades del siglo XXI. Es importante situar en estado de crisis el concepto de infraestructura como elemento oculto bajo la superficie, con escasos valores espaciales, para repensarlas como potenciales eventos urbanos de acceso público, y que además funcionen de manera sincronizada con los nuevos programas de índole pública que demanda la sociedad. Teniendo en cuenta el desafío que comprende el manejo del agua, ya sea tanto como recurso natural o como amenaza debido al cambio climático, es necesario complementar los sistemas de infraestructuras hidráulicas con programas arquitectónicos que aseguren el acceso público a los recursos naturales. De esta manera, se busca repensar las infraestructuras como potenciales eventos urbanos que generen nuevos nodos de alto impacto, que no solo sean un soporte estructurante de la ciudad sino que además sean un soporte de espacio público para la vida en comunidad. • Bibliografía Moneo, R. (2011). Infraestructura. En E. Torres (Ed.), Arquitectura e Infraestructuras, pp. 25-28. Borges, J. L. (1965). Un cuchillo en el norte. En Para las seis cuerdas. Buenos Aires: Emecé Editores. Bohigas, O. (2011). Infraestructuras suburbiales. En E. Torres (Ed.), Arquitectura e Infraestructuras, pp. 13-16.

Arriba y abajo: Parque Inundable de La Aguada. Arq. Pablo Allard y José Rozas. Santiago de Chile. 2013-2017. 19 •


Las aguas urbanas como factor de resiliencia en la ciudad Sobre la necesidad de producir intersecciones disciplinares y articulación de conocimiento para una gestión y planificación eficiente.

ROCIO DI CORRADO Licenciada en Planificación y Diseño del paisaje, FADU-UBA. Posgrado en Gestión y Políticas Metropolitanas, FLACSO. Docente de Planificación Urbana y Regional, FADU-UBA. Directora de Recursos Naturales en el Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible de la Provincia de Buenos Aires. Miembro fundadora del Colectivo Sudestada. FABIÁN DE LA FUENTE Arquitecto UBA, Posgrado Gestión y Políticas Metropolitanas, FLACSO. Ejerce la enseñanza en Planificación Urbana en FADU-UBA, Profesor Maestría en Gestión Ambiental 3IA/UNSAM, Profesor Titular Taller de Proyecto Integrado, Profesor en el Posgrado Patrimonio y Modernidad y Profesor Especialización en Gestión y Producción del Hábitat, (IA/UNSAM). Es miembro de la Comisión de Urbanismo y Medioambiente CPAU y en la actualidad conforma la Comisión Asesora permanente del Consejo del Plan Urbano Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires. Miembro fundador del Colectivo Sudestada.

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esde los tiempos de las fundaciones de Buenos Aires y sus núcleos urbanos más representativos, las lógicas de producción del territorio estuvieron ligadas principalmente a la dependencia de una planificación (o su ausencia) basada en conceptos antropocéntricos que de alguna forma terminaron soslayando las dinámicas, espacios, fuentes, sumideros y otras características propias del soporte físico natural del sitio donde se implantan y densifican hoy sus áreas metropolitanas. Su matriz ambiental se vio altamente intervenida (muchas veces vulnerada) por el avance de la urbanización, con la ayuda de una insensible dotación de infraestructuras en el espacio urbano que, a su paso, posibilitaron desarrollo. Al mismo tiempo, estas lógicas de lo posible obturaron las dinámicas naturales, dando lugar hoy a un conflicto en ciernes.

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Si analizamos además las acciones y las políticas públicas de las últimas décadas referidas al desarrollo urbano, podemos diagnosticar análisis precipitados y soluciones uniformes para realidades particulares, dinámicas y complejas. Muchos fueron los autores y las acciones que nos llevaron a recorrer el Área Metropolitana de Buenos Aires y pensarla como un territorio —en el sentido más amplio—, utilizando como vector para profundizar las investigaciones, sus aguas urbanas y su gran frente rioplatense, en la acepción de estar presentes ante un paisaje a descifrar, comprender y gestionar. El término territorio abarca una noción amplia: espacio físico, social y cultural, donde se inserta no solo un aglomerado metropolitano construido, visible y tangible, sino también aquellas huellas, paisajes, sistemas naturales que están siendo constantemente invisibilizadas que forman parte del acervo intangible de nuestros espacios urbanizados. Pensar el territorio como unidad nos lleva también a hacer foco en la interescalaridad para comprender su fenomenología, resolver conflictos, plantear programas y proyectos que, además de llevar prosperidad a sus tierras, propongan un prospectivo camino para una sustentabilidad social, ambiental y productiva. Esta interescalaridad plantea una redefinición de los límites físicos y de esferas temáticas de sus componentes constitutivos, todo ello en tensión y en una sola intersección. Esta debe ser ambiental, socioespacial, jurisdiccional y jurídica, viendo que los límites o contornos de su espacialidad física, en muchos casos, responden simplemente a cuestiones y referencias políticoadministrativas, desatendiendo las configuraciones de otras regiones, microrregiones o unidades de paisajes urbano-ambientales, no delimitadas por actos administrativos como tal.


Los ríos urbanos en el AMBA (principalmente su gestión y gobernanza) conforman temas recurrentes y concurrentes que en muchos casos trascienden sus situaciones particulares, y nos advierten de realizar un análisis profundo a nivel jurisdiccional (municipal, provincial o incluso nacional) ante situaciones conflictivas y eventos extraordinarios; mirándolos como espacios fragmentados con solapamientos y desresponsabilidades de la institucionalidad responsable de su gobernanza, acrecentando la conflictividad a la hora de poder planificarlos y gestionarlos eficientemente. En los últimos años, la evolución de conceptos y premisas del desarrollo sostenible hicieron revertir la concepción de las «cuencas» como algo exclusivamente hídrico y de captación de excedentes en el territorio, para transformarlo en agenda, como espacio complejo; donde interactúan los sistemas físico-ambientales y socioeconómicos, configurando así una nueva concepción de espacialidad territorial. Ello en gran medida fue posible gracias a la relevancia internacional y al creciente desarrollo de la organización y la participación social, que en defensa de sus derechos y ante la conflictividad ambiental, reacciona demandando soluciones acordes y actuales. El agua, componente esencial para la supervivencia humana, ha sido un factor determinante para la localización de Buenos Aires y, ahora y en los tiempos que nos preceden, debe ser un factor estratégico para atender y resguardar. En derredor de ella, existe un sin número de sitios, paisajes, entornos y subsistemas naturales a proteger y recrear. Desde esta perspectiva —intersección entre lo ambiental y urbano— tiene que ser considerada como clave a la hora de pensar, planificar y gestionar nuestros territorios, así como dotarlos de la elasticidad y maleabilidad necesaria ante el aumento de factores claves como las precipitaciones, niveles de freáticos, aguas subterráneas, la disminución de la capacidad del suelo para retener agua y la baja pendiente del relieve que caracteriza a nuestra pampa, además de la especial perspectiva de abordaje en la gobernanza de áreas costeras ribereñas y los territorios de cuencas internas. Necesitamos pensar territorialidades (ambientes urbanos equilibrados y adecuadamente transformados) que puedan recuperarse ante el cese de una perturbación, modelar la amplitud cuyo umbral nos permita retornar al estado inicial o que las oscilaciones del ecosistema sean lo suficientemente resilientes para resistir, absorber, adaptarse y recuperarse de manera eficaz ante algunos de los efectos más difundidos del cambio climático. Amplia bibliografía tanto internacional como nacional hacen aportes para que las mencionadas necesidades puedan proyectarse en infraestructuras resilientes, con metas y acciones a considerar.

Conocer y gestionar desde el inicio los riesgos climáticos actuales y futuros son las metas del corto plazo para los que transitamos y amalgamamos las huellas invisibilizadas del territorio. Sabemos que los pilares del desarrollo económico y social de nuestro país lo constituyen la infraestructura urbana, el transporte y la gestión ambiental; pero también sabemos que ante más cambios de uso de suelo y variaciones climáticas (naturales y antropógenas) sin identificar, sus impactos generan riesgos en muchos casos irreversibles. El análisis del riesgo es fundamental para cuantificar en base a las estimaciones de la exposición y la vulnerabilidad concreta ante dicho fenómeno. Esto nos da como resultado un diagnóstico adecuado para establecer prioridades dentro de los procesos socioeconómicos, evaluando las trayectorias sociales y naturales, las medidas de adaptación y mitigación y, sobre todo, la gobernanza de ese territorio pampeano anfibio y complejo. Los criterios a considerar a la hora de seleccionar o priorizar medidas deberán estar íntimamente relacionadas con su viabilidad social, técnico-financiera y con sus implicancias socioambientales. En este sentido, proponemos como objetivo principal devolverle al territorio una mirada compleja, integral e interdisciplinaria, que ponga en evidencia manifiesta la relación entre urbanidad y soporte natural, entendiendo que en los ríos urbanos y sus sistemas ambientales es donde posiblemente encontremos las claves para repensar y reconfigurar la noción de territorio metropolitano. Para eso, es posible y necesario volcar los esfuerzos a las propuestas, entendiendo que la recopilación de datos, información, diagnósticos y educación ciudadana ambiental es ardua pero ejecutable. Generar un tablero de gestión urbana ante eventos climáticos extraordinarios podría ser una herramienta fundamental donde poder caracterizar vulnerabilidades, definir eventos climáticos históricos y futuros, modelando una matriz de riesgos con gobernanza activa; y desde allí, producir un nuevo paradigma en la planificación, con cambios y adaptaciones en las morfologías urbanas, la ocupación del suelo, en tipos constructivos, incorporando soluciones y tecnologías aptas y con capacidad para romper la inercia de lo proyectual en términos tradicionales, como respuestas situadas para estos territorios porteños y anfibios. •

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Diseño y política: redefiniendo códigos en el campo del hábitat

VALERIA FENOGLIO Arquitecta (UNC). Doctora en Arquitectura UNT. Investigadora de CONICET. Miembro del grupo de investigación Co-construcción interactoral del conocimiento, en CIECS-CONICET-UNC.

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l diseño es un oficio con una increíble cantidad de poder: el poder de elegir, el poder de influir. Por lo tanto, lo que elegimos diseñar y para quién y con quién es un acto político (Monteiro, 2019). Preguntarnos hacia dónde y cómo debiera dirigirse el diseño y la gestión de innovaciones tecnológicas es el tema central del presente trabajo. Explorar el significado de los desarrollos tecnológicos en relación con nuestra forma de vida como así también la promoción de una reforma tecnológica basada en procesos más responsables con la vida humana, también es un tema central. Para el filósofo Andrew Feenberg en los desarrollos se concretizan una serie de intereses, costumbres, valores y relaciones de poder, que el autor denomina como código técnico, es decir, normas cognitivas y sociales que configuran los procesos de producción de conocimiento. Feenberg sostiene que los desarrollos tecnológicos pueden constreñir y colonizar, pero también pueden liberar potencialidades reprimidas del mundo de la vida que de otra forma hubieran quedado sumergidas. En ese camino andamos, buscando esas potencialidades y capacidades locales, redefiniendo antiguos códigos establecidos en el campo del hábitat y repensando el diseño siempre desde una perspectiva política. Por lo tanto, diseñar siempre implica hacer elecciones de valor: de alguna manera el diseñador es responsable de lo que hace en y con la realidad que pretende intervenir o transformar. La experiencia a la que se hace referencia en este trabajo

está atravesada por una serie de elecciones y premisas de diseño que fueron configurando un proceso tecnológico donde el producto (viviendas en madera) se convierte en una excusa para la creación de una alianza estratégica entre el sector de ciencia y tecnología, el sistema educativo y el medio productivo local.

Villa Paranacito: generación de un emprendimiento productivo solidario y asociativo La experiencia que se presenta se inscribe en el marco de una serie de proyectos de investigación1 que venimos desarrollando desde hace varios años en la localidad de Villa Paranacito, provincia de Entre Ríos. Esta localidad cuenta con una riqueza natural en el cultivo de salicáceas (álamos y sauces), especie forestal que provee un amplio rango de productos (madera rolliza, postes, pulpa y papel, tableros, madera terciada, madera contrachapada, madera aserrada, embalaje, etc.). Se trata de un cultivo que se adapta a las características agroecológicas zonales, requiere una baja inversión inicial frente a otros cultivos, con rentabilidad superior a la media de otras producciones. Sin embargo, su uso ha sido subvalorado y no ha generado renta importante en la región como resultado de un mercado únicamente primario en la cadena de valor (venta de rollizos para pasta de papel o madera aserrada). Por otro lado, los jóvenes que egresan de la Escuela Técnica Augusto Widmann tienden a emigrar hacia Buenos Aires o hacia ciudades más grandes de Entre Ríos en busca de trabajo. Frente a esta situación el proyecto busca abordar esta problemática socioproductiva mediante un desarrollo

1 Equipo de investigación dirigido por la Dra. Paula Peyloubet en el CIECS-CONICET-UNC • 22


tecnológico de sistema constructivo en madera que permita aprovechar y articular las capacidades que emergen en la localidad (recursos humanos) con las capacidades del sector científico-tecnológico y la disponibilidad del recurso natural (álamo en la construcción). En ese marco, el proyecto busca posicionar a la Cooperativa de Productores Forestales del Delta como un emprendimiento local basado en una línea de producción y comercialización de componentes prefabricados de madera local, que responda a la demanda privada (viviendas particulares y/o para turismo) y al déficit habitacional (vivienda pública) a partir del aprovechamiento y uso de la matriz productiva de la región. La propuesta prevé la incorporación de los mencionados jóvenes como socios de la Cooperativa, gozando de esta manera de una directa institucionalización y de los beneficios que esto supone en calidad de lazos asociativos y comerciales para su inserción formal en el mercado. Por lo tanto, la experiencia en Villa Paranacito no solo aborda el diseño de un producto tecnológico (sistema constructivo) sino que tracciona la formación del oficio en carpintería a través de la Escuela Técnica, proveyendo de recursos humanos calificados que viabilicen este círculo socioproductivo inclusivo, dinamizando la economía local y regional. El hecho de que el proyecto de investigación revalorice el oficio y la capacidad local hace que los actores puedan trabajar desde su identidad; básicamente, desde lo que son y saben hacer, creando un sujeto social que puede modificar y apropiarse del producto tecnológico en base a su experiencia en el oficio (generación de trabajo autónomo). De esta manera, las elecciones para el diseño y la gestión de la propuesta local fueron: búsqueda de valor agregado a un recurso subutilizado, reconocimiento de la capacidad instalada, promoción de alianzas interinstitucionales, generación de un emprendimiento productivo solidario, uso de un recurso renovable como es la madera implantada, generación de encuentros productivos locales.

Encuentros productivos en la Escuela Técnica Augusto Widmann de Villa Paranacito. Fuente: Proyecto de investigación PICT START UP 00013-MINCYT

Hacia un nuevo código de diseño: socialmente responsable y sostenible Las preocupaciones sociales y ambientales deberían ser las bases de un diseño crítico y reflexivo cuyo objetivo sea crear mundos alternativos. Pensar los procesos de desarrollos tecnológicos desde este enfoque representa una invitación a abordar la problemática del hábitat en nuestro país, a partir de repensar y reconstruir el código o las premisas de diseño con que se construyen las soluciones. Asimismo, esto nos lleva a pensar en la relevancia de preinstancias reflexivas, cuyas bases propositivas aumenten las posibilidades de proceder a otras operaciones alternativas, que den lugar a innovaciones tecnológicas responsables y conscientes con el medio social, urbano y natural. La propuesta investigativa en Villa Paranacito fue abrazada y apropiada por la comunidad de manera inmediata, reforzando lazos de solidaridad y cooperativismo. El reconocimiento de la problemática socioproductiva (adversidades) se constituyó en el elemento central que los vinculó de manera estratégica para propiciar nuevas posibilidades de trabajo para los jóvenes de su comunidad, participar en la incorporación de un nuevo producto en el mercado que valoriza su recurso natural como es el álamo, y generar un proceso colectivo de tomas de decisiones. Por lo tanto, existe una condición colectiva en Villa Paranacito de afrontar y construir sobre aquellas adversidades que vienen atravesando (resiliencia comunitaria). Los que formamos parte del proyecto estamos comprometidos con este tipo de experiencias de cooperación y solidaridad. Experiencia que, si bien constituye una propuesta de diseño a escala pequeña (cinco mil habitantes), puede continuar siendo una invitación a redefinir códigos ya establecidos, generando nuevos diseños que propicien beneficios colectivos y redistributivos en las comunidades. •

Sistema constructivo en madera de álamo. Fuente: Proyecto de investigación PICT START UP 00013-MINCYT 23 •


Buenos Aires: un código urbanístico para una ciudad más saludable MARÍA JOSÉ LEVERATTO Arquitecta UBA y M Sc Arizona State University. Profesora de grado y posgrado en las Universidades de Buenos Aires, del Litoral, de Rafaela, Di Tella y Belgrano. Consultora en sustentabilidad ambiental urbana. Integrante de comisiones IRAM y del Consejo Asesor en Cambio Climático Apra-GCBA.

MAGDALENA EGGERS Arquitecta UBA y Mag. UTDT. Profesora de grado en UTDT, y docente en SCA, CPIC y CPAU. Asesora en normativa para construir en CABA, integrante de las comisiones de Arquitectura del CPAU y Ejercicio Profesional SCA. Coordinadora del equipo de Arete-PI.

a las leyes de Indias proponían ciudades atendiendo a factores ambientales tales como vientos, asoleamiento y su relación con los ríos. Con el transcurrir del tiempo, algunos de estos criterios fueron afianzándose, y otros se perdieron. Por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires, a medida que los códigos permitían elevar la altura de los edificios, se comenzó a exigir más terreno libre, hasta llegar al famoso «pulmón de manzana» incorporado en el Código de Planeamiento Urbano desde 1977. Este código incluía el concepto de FOT (Factor de Ocupación Total a construir en una parcela), que favorecía el esponjamiento al limitar la capacidad constructiva en cada barrio. En 2008, y luego de diez largos años de debate, finalmente se aprobó un Plan Urbano Ambiental para la Ciudad. Con postulados tal vez lavados pero claros, el Plan establece cinco principios básicos que deberían guiar el desarrollo urbano de la Buenos Aires, uno de los cuales es una ciudad saludable. Y para lograrlo define propuestas territoriales específicas como la promoción de un sistema de parques, estímulos para el crecimiento de la zona sur, favorecer las identidades barriales y garantizar la afectación al uso público de los predios ribereños. Trece años después, pocas de estas propuestas pueden verse reflejadas en transformaciones concretas de nuestra ciudad, marcada por gestiones de gobierno sin políticas a largo plazo que limitan sus acciones a gestos pintados de verde y con el mal y gastado título de sustentables. Buenos Aires cuenta con distintos instrumentos normativos para lograr una ciudad más saludable: entre ellos el Código Ambiental, sobre el que aún no hay definiciones, el Código de Edificación y el Código Urbanístico. Sobre este último, sancionado en el año 2018, quisiéramos señalar algunas críticas que consideramos no aportan a la transformación hacia una ciudad más resiliente y con mayor calidad de vida, sino que la limitan y condicionan. El primer señalamiento es que el Código Urbanístico debería regular el espacio público, pero no lo hace y se concentra exclusivamente en los espacios privados, perdiendo la oportunidad de legislar sobre vías públicas, parques, plazas, etc., donde podrían implementarse una variedad de estrategias

de mejora ambiental urbana, como por ejemplo la incorporación de distintos sistemas de retención de lluvias, suelos permeables, arbolado, etc. Otra crítica central se relaciona con las denominadas «unidades de sustentabilidad» que poco tienen que ver con su nombre, y son enormes manchas homogéneas que permiten un incremento de constructibilidad en barrios residenciales, y considerable aumento de la masa construida sin establecer un límite de FOS (Factor de Ocupación de Suelo). En las Unidades de Sustentabilidad Baja, por ejemplo, es posible una ocupación de suelo del 89% de la manzana, cuando con la limitación de FOT, esta se regulaba sola. Este incremento en la capacidad constructiva –que en algunos casos se cuadruplicó– además de romper con las identidades y morfologías barriales, no ha sido acompañado por legislación que promueva la incorporación de nuevas áreas verdes ni que garantice el equipamiento y la infraestructura necesaria para su sustentabilidad. Si bien desde una perspectiva ambiental es positivo contar con niveles adecuados de densidad y mixtura de usos, en el caso de Buenos Aires la expansión de la mancha urbana no se relaciona con la falta de oferta construida dentro de los límites de la ciudad, sino con la ausencia de instrumentos que promuevan el acceso a la vivienda. Al tener una mirada prioritariamente morfológica y sectorial de la Ciudad, el Código Urbanístico no se funda en estrategias integrales de desarrollo territorial respecto de cuestiones ambientales como el manejo de las cuencas hídricas, de la ribera o los espacios verdes de distintas escalas. El resultado es un marco legal que permite densificar la construcción de edificios sobre áreas inundables, avanzar con rellenos y edificaciones sobre el borde costero, impermeabilizar amplias superficies de suelo y renunciar a la incorporación de grandes parques o corredores verdes. El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) es contundente: no estamos logrando cumplir con ninguna de las metas de reducción de GEI (Gas de Efecto Invernadero) necesarias para limitar el calentamiento global, y las consecuencias van a ser muy graves. Buenos Aires, por sus características geográficas, topográficas e hídricas es

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Desembocadura del arroyo Ugarteche en el Río de la Plata, Ciudad de Buenos Aires. Foto: Magdalena Eggers.

particularmente vulnerable frente al impacto de fenómenos hidrometeorológicos severos, más aún teniendo en cuenta que se esperan incrementos en lluvias intensas y sudestadas, cambios en el régimen de vientos, elevación del nivel del mar, aumentos en las temperaturas promedio y más olas de calor. En este contexto, que es global, la teoría urbana incorpora cada vez con más fuerza visiones alternativas respecto de la relación entre ciudad y naturaleza, con un amplio abanico de estrategias para la adaptación y mitigación frente al cambio climático, como vemos se están aplicando en otras urbes. Soluciones que proponen reconocer y recuperar el valor de los servicios ecosistémicos, y buscan no combatir, sino acompañar e integrar los ciclos del agua, el suelo, el clima y la vegetación de manera consciente en el territorio y el proyecto. Incrementar áreas menos antropizadas con paisajes urbanos dinámicos y flexibles. Estrategias «verdes» y «azules» que complementan –e inclusive reemplazan– grandes obras de ingeniería, sumando además mejoras en la calidad de aire y agua, biodiversidad, salud, acceso a alimentos, descanso y recreación. ¿Por qué no imaginar una Buenos Aires que avance en ese sentido? ¿No podríamos recuperar –por ejemplo– un amplio corredor verde entre Palermo y Liniers a través de la Av. Juan B. Justo, que continúe luego hacia el Gran Buenos Aires para integrarse a otros corredores y parques metropolitanos? ¿No nos merecemos poder recorrer la ribera del río en bicicleta o caminando, de norte a sur, para luego conectar con

el Riachuelo, disfrutando de aves, plantas, sonidos, ritmos y mareas? ¿Cuándo será el tiempo de comenzar a sanear los arroyos que surcan la ciudad para recuperarlos y reconocerlos con sus ciclos y características particulares como parte del paisaje de nuestros barrios? Creemos que la respuesta es que sí nos lo merecemos, y que el momento es ahora. Porque no hay tiempo, porque las ciudades no se modifican de un día para el otro, porque Buenos Aires así sería más competitiva, democrática y eficiente y porque no solo nos lo merecemos sino que nos conviene como sociedad avanzar hacia allí. Preservemos nuestras tierras públicas y nuestra ribera, compremos nuevos terrenos estratégicos, recuperemos espacios dentro de la trama donde diseñar proyectos que aporten a la infiltración, retención y almacenamiento de agua de lluvia, al refrescamiento, al sombreado y la generación de brisas dentro de la trama urbana. La propuesta entonces es redefinir la relación entre lo urbano y la naturaleza. Comenzar a evaluar abordajes alternativos e innovadores en nuestro Código Urbanístico y en otros marcos legales, para fortalecer y actualizar las herramientas que nos ofrece el Plan Urbano Ambiental, legislar sobre el espacio público y sobre las características del entorno ya construido. En definitiva, avanzar realmente hacia una ciudad más saludable, más adaptada y más resiliente que será también una ciudad más justa, bella y más feliz. •

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Ordenando el territorio desde la cuenca Matanza-Riachuelo JULIANA GALARRETA BOLIA Abogada ambientalista. Fue Coordinadora en la Dirección Ejecutiva de Gestión de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo y ahora se desempeña en el Poder Judicial de la Nación. Maestrando en Política, Derecho y Gestión Ambiental por la Universidad Austral.

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l fallo Mendoza tuvo su origen en la demanda realizada por vecinos de Villa Inflamable, encabezados por Beatriz Mendoza, por los graves problemas de salud provocados por la contaminación ambiental, inculpando a ciertas empresas que arrojaban sus desechos al río y al Estado nacional, provincial y de la Ciudad de Buenos Aires por los daños y perjuicios ocasionados ante el incumplimiento de sus funciones. Se calculó entonces que la cuenca Matanza-Riachuelo (CMR), que abarcaba catorce municipios de la provincia de Buenos Aires y la zona sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tenía una población de tres millones de personas que se veían afectadas por los distintos contaminantes industriales del agua, al igual que por los desperdicios cloacales y los basurales a cielo abierto —potenciales contaminantes de las aguas subterráneas y superficiales y los suelos—, afectando así la calidad de vida de los habitantes. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en su pronunciamiento del 8 de julio de 2008, estableció que el Gobierno Nacional, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires eran responsables, de manera concurrente, de la ejecución de un programa de saneamiento ambiental de la CMR. Así, el Poder Judicial de la Nación tomó un rol activo en el diseño e implementación de políticas públicas, estableciendo las pautas a cubrir por el programa, basándose en el Artículo 41 de la Constitución Nacional y la Ley General del Ambiente. Se creó entonces la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) y se le encargó el diseño y puesta en marcha de un Plan Integral de Saneamiento Ambiental (PISA), con catorce lineamientos surgidos del fallo de la Corte, que buscan mejorar la calidad de vida de quienes habitan la cuenca, recuperar el ambiente en todos sus componentes y prevenir nuevos daños con suficiente y razonable grado de predicción. Entre estos lineamientos se encuentra el Ordenamiento Ambiental del Territorio (OAT). 1. Ambiente se entiende aquí como el entorno del ser humano, en donde se encuentran bienes naturales, sociales y culturales, y la interrelación de este con los individuos. • 26

El OAT es la organización de actividades a llevar a cabo dentro de un ámbito espacial determinado, contemplando factores que van más allá del uso exclusivo del suelo. Implica ordenar un ambiente en función de aptitudes de uso y ecosistemas, que el Estado debe llevar adelante con criterio restrictivo. Esto comprende, entre otras cosas, la utilización de los recursos naturales de modo tal de mantener su capacidad regenerativa a través del tiempo. En el caso de la CMR, su capacidad de oxigenación y recuperación natural es limitada, ya que es un río típico de llanura: ocupa una superficie de 2.240 km2, con una longitud media de 75 km y escasa pendiente, con un caudal medio de agua considerablemente bajo, lo que dificulta aún más su saneamiento.

La puesta en práctica del OAT Si bien toda actividad humana modifica el ambiente1, existen diferentes tipos e intensidades de daño, y para poder identificar su gravedad es necesario integrar en la organización de dichas actividades las variables sociales y económicas. Para poder aplicar herramientas de ordenamiento territorial es imprescindible contar con un sistema de información geográfico que permita recabar datos precisos y completos sobre los recursos naturales existentes en la cuenca y sus características particulares, las industrias que se encuentran activas y las que no, las personas que habitan en las inmediaciones del agua y la potencial situación de vulnerabilidad en la que se encuentren, etc. Esto, a su vez, implica un trabajo coordinado de todos los actores involucrados para poder definir las áreas a trabajar, conforme el nivel de degradación ambiental, la relevancia de los ecosistemas naturales, la infraestructura en transportes y servicios básicos, el nivel de informalidad de los asentamientos y el interés particular de los distintos sectores de la sociedad. Rediseñar el tejido urbano de la cuenca desde una óptica de desarrollo sostenible2, tal como dicta la Constitución Nacional, con el fin de contrarrestar cientos de años de abandono y desidia, podría ser considerada una tarea imposible si se tuvieran en cuenta únicamente criterios técnicos y/o políticos, y no así a las necesidades y aspiraciones de la comunidad respecto del uso y goce del ambiente en el que habita. 2. Desarrollo capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado ambiental y el bienestar social.


Llevar a cabo acciones transformacionales implica necesariamente un involucramiento de prácticamente todos los ministerios nacionales, parte de los organismos provinciales y de la Ciudad, los gobiernos municipales alcanzados y las empresas del Estado afectadas (AySA, CEAMSE y ABSA, entre otras); pero principalmente necesita la participación ciudadana, en tanto las acciones estatales deben estar direccionadas a mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, tanto individualmente como a nivel colectivo. Un ejemplo de esta metodología es la creación de Parque Industrial Curtidor (PIC), en el municipio de Lanús, el cual nucleará a una gran cantidad de industrias curtidoras dentro de un mismo espacio, y que contará con una planta de tratamiento para los efluentes químicos de estos establecimientos. Esta acción permitirá dar apoyo a las empresas para adecuar su producción y tratamiento de desperdicios a la normativa ambiental, alejando estas actividades contaminantes de los espacios habitacionales. De igual forma, permitirá llevar a cabo el trabajo de remediación y readecuación ambiental de los lugares que las empresas dejan vacantes. Otro de los proyectos de infraestructura más destacables es el Sistema Riachuelo, integrado, a su vez, por tres obras: el colector margen izquierdo, que permitirá transportar los efluentes de provenientes del radio servido de la Ciudad de Buenos Aires y parte del Conurbano Bonaerense; la planta de pretratamiento, que se encargará de tratar los efluentes líquidos transportados por el colector margen izquierdo; y el emisario subfluvial, que trasladará los efluentes ya tratados al interior del Río de la Plata. En paralelo, en las áreas de la cuenca que no se encuentran alcanzadas por esta obra se siguen realizando los trabajos de

conexiones cloacales y la construcción y mejoramiento de las plantas de tratamientos locales. Por último, es importante destacar la inmensa labor que se realiza hace años respecto a la relocalización y mejoramiento de viviendas, destinado a dar una solución definitiva a las familias que viven en el camino de sirga y asentamientos aledaños y en zonas con riesgo sanitario y ambiental debido a la contaminación, así como en la generación de nuevos y mejores espacios verdes, protegiendo las zonas de humedales y meandros que quedan en la cuenca e integrándolas al diseño urbano para proteger la biodiversidad y así aprovechar sus servicios ecosistémicos3. Esta enumeración busca retratar la centralidad del trabajo articulado y coordinado, colocando al todo por encima de las partes, y en donde se ubica al ambiente como transversal a lo social, político, económico, cultural, etc. Es cierto que queda mucho por hacer y que, por ello, los resultados no suelen advertirse. Inclusive a nivel normativo y administrativo surgen trabas en la implementación de proyectos y mejoras, pero poder identificar acciones estatales y verlas materializadas resulta un escenario promisorio. Para revertir los daños y aspirar a nuevos vínculos más sanos con nuestro entorno, el derecho a un ambiente sano debe ser pensado más allá de los recursos naturales, y la planificación urbana debe contemplarse desde una óptica interdisciplinaria e interjurisdiccional. • 3. Se entiende por servicios ecosistémicos a los recursos o procesos naturales que benefician a la sociedad a nivel salud, economía y/o calidad de vida. Silos sobre la cuenca Matanza-Riachuelo. Fuente: ACUMAR.

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Paisaje no es asesoría, es proyecto Redefinir el rol de los profesionales del Paisaje

ANA GARCÍA RICCI Licenciada en Planificación y Diseño del Paisaje, FADU-FAUBA, UBA. Socia fundadora de Bulla, una oficina de Planificación Urbana y Diseño del Paisaje que desarrolla proyectos de escala territorial, urbana, colectiva y doméstica. Se ha dedicado a la actividad académica, la investigación y de difusión. En 2012 Bulla crea Escape, un laboratorio de cruce de conocimiento, think tank territorial.

a Licenciatura en Planificación y Diseño del Paisaje es el título de grado que otorga la UBA desde 1993; una carrera joven en nuestra casa de estudio y novedosa desde su origen. Se definió, con algo de visión y un poco de resquemores internos, formar profesionales vinculando la Facultad de Agronomía (FAUBA) y la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo (FADU), con la incomodidad propia de dos Facultades gestionando una carrera en común, con todo lo que eso implica.

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Centro de exposiciones. Foto: Fernando Schapochnick.

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Así surge este título basado completamente en la interdisciplina. La formación técnica y científica como sostén de la formación proyectual, de planificación y de diseño. Un blend profesional. Este escenario plantea, a mi entender, algo prometedor, ambicioso y muy novedoso para la formación de grado universitaria. Invita a los estudiantes a salirse de los límites de la formación dura y pura de una casa de estudio y fomenta el intercambio, el cruce de saberes, la formación complementaria, la mesa extendida. Pero todo lo positivo de aquello creo que es lo que nos hace débiles. El «no pertenecer» a ninguna de las dos casas de estudio hizo de Paisaje una carrera huérfana, sin padre ni madre. Sin sentido de pertenencia en ninguna de las dos Facultades. Sin el empuje y sin el entusiasmo del que sí pertenece y fomenta con constancia el desarrollo


académico de su gueto. Con nula participación en los espacios de decisión en el ámbito de formación de grado y, en la vida profesional, sin representatividad alguna.

de vida de las personas. Pensar en un parque urbano a orillas del Río de la Plata repleto de grama bahiana y robles, creo yo, es una oportunidad perdida.

A fuerza de los primeros licenciados, se fueron ganando espacios que hacen que Paisaje sea visible, huérfana pero visible. Así formamos LiPAA (Licenciados de Paisaje Asociados de Argentina) como centralidad desde donde se construye y se tejen lazos con otras instituciones. Logramos matricularnos en el CPAU y ser socios adherentes de SCA, hechos que nos habilitaron a poder ser titulares de concursos de espacio público, rompiendo así la paradoja de la Universidad Pública como formadora de profesionales idóneos para planear los espacios públicos pero inhabilitados a ser parte de la discusión.

El desafío para nuestra ciudad es encontrar las oportunidades, desde las más mínimas hasta las más complejas, que requieren una mayor gestión. Tanto desarrollar proyectos en las vacancias del tejido, aunque se trate de proyectos efímeros, momentáneos o nómades, como pensar en los sistemas de los grandes parques urbanos. Plantearnos, por qué no, la posibilidad de visualizar nuestros arroyos y convivir con ellos. Generar refugios de biodiversidad urbana. Es momento de proyectar los grandes parques urbanos como lo que son y representan y no como excusa para habilitar otro negocio. Es vital la presencia de jurados de paisaje en los concursos de espacio público así como también en la conformación de las bases. Es clave actualizar la formación de nuestra carrera de grado para formar profesionales capaces de entender la coyuntura actual.

Definir el rol del profesional del paisaje como proyectista me resulta clave. Paisaje no es una asesoría. El trabajo de los profesionales del paisaje es complementario, necesario y anticipatorio. Es intelectual y ante todo proyectual. El desarrollo de un proyecto de paisaje implica un proceso de diseño complejo y completo que abarca el entendimiento del territorio y sus dinámicas para luego operar comprendiendo el sitio. Entender para operar. El mal ejercicio de sumar la mirada del profesional de paisaje de manera tardía a los proyectos, creyendo que el rol es embellecerlo todo o simplemente tapar lo mal resuelto, es una mirada errónea sobre nuestra profesión. Los paisajistas de fines del 1800 y de principios del 1900 han sido los creadores de los grandes parques urbanos, las calles arboladas y un sinfín de proyectos de menor escala, tanto en nuestra ciudad como en todo el país. Así se construyó sobre la topografía de la ciudad y, omitiendo su paisaje originario, el gran «paisaje cultural» que hace a la identidad de nuestra ciudad hoy en día, pero que refleja una aproximación con menos apego a la flora nativa. Si bien se han introducido en nuestra ciudad numerosas especies desde el norte de nuestro país, se reconoce un manejo de la paleta botánica plagado de exóticas. De ese tiempo a esta parte, la profesión de paisaje estuvo fuera de las mesas académicas. Proyectar el espacio público parecía estar a cargo de otras profesiones que, en el mejor de los casos, con una asesoría eran capaces de resolverlo todo. La Ciudad de Buenos Aires es dueña de un paisaje originario dotado de riqueza: pastizales en sus altos, talares de barranca, albardones y una numerosa extensión de territorio húmedo, inundable, variable e inestable. Debemos definir un cambio de paradigma en cuanto a los espacios públicos y su calidad en términos ecológicos. Sobre los espacios verdes se fomenta constantemente la cantidad, el metraje y la superficie. Cuanto más mejor, parámetro con el cual acuerdo, pero el cambio cualitativo es inminente. No todo el verde es lo mismo, no todo aporta con la misma eficacia. El diseño de la matriz botánica así como de la topografía no puede ser genérico sin situarse en su contexto. Definir con precisión la botánica implica el diseño de comunidades vegetales que suman a la biodiversidad urbana y por consiguiente mejora la calidad

Me resulta imposible pensar en un camino resiliente para la Ciudad de Buenos Aires sin sumar al binomio Arquitectura-Urbanismo el término Paisaje. Es momento de correr los egos, de soltar la potestad del espacio público y construir en el trabajo interdisciplinario. Debemos profundizar en el contenido y el aporte. Dejar de entender el paisaje con una mirada superficial y pintoresquista para ampliar la mesa y trabajar en equipo. La salud de nuestra ciudad está en juego. •

Proyecto Baldío. Foto: Delfina Facio.

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Los arroyos porteños fluyen hacia el futuro MARTÍN CIVEIRA Ingeniero Civil UBA. Especialista en Ingeniería Portuaria y en Gestión de Tecnologías en Energía. Forma parte del proyecto @arroyoslibres.

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principios de la década de 1920, el futuro que prometía un progreso ilimitado para la capital de la República Argentina traía en su hoja de ruta la canalización, rectificación y ocultamiento de sus principales cursos de agua. Esa red fluvial indómita, casi invisible en tiempos secos, pero que con las precipitaciones se convertía en un azote y un obstáculo a sortear en muchos de los pujantes barrios porteños, podía y debía ser disciplinada e, inclusive, ser puesta al servicio de la sociedad. De hecho, el paradigma ingenieril e higienista, en línea con las naciones más avanzadas de la tierra, había demostrado su eficacia en Buenos Aires, tan sólo unos pocos años antes: ¿no habían sido acaso los exitosos entubamientos de los arroyos Terceros del casco histórico? ¿No habían sido la solución para que esos albañales a cielo abierto dejaran de ser foco de miasmas, enfermedades e inundaciones? En una ciudad próspera, con luz eléctrica, tranvía, fastuosas mansiones y hasta un modernísimo transporte subterráneo, ¿realmente alguien añoraba ese pasado reciente, de puentes más o menos improvisados, para que los elegantes peatones tuvieran que cruzar esos riachos insignificantes y hediondos? ¿Alguien en su sano juicio podía extrañar las antiguas banderas rojas que solían ondear en los altos, cuando las crecidas los hacían infranqueables?

Las tecnologías constructivas habían evolucionado notablemente desde fines del siglo XIX: en pleno 1925, el hormigón armado era un aliado habitual para crear admirables conductos subterráneos, que nunca más deberían ser reemplazados. Adicionalmente, la técnica ya recomendaba separar líquidos cloacales de pluviales, por lo que el sistema a adoptar sería diferente al del Radio Antiguo, en donde ambos corrían mezclados. Argumentos similares se esgrimieron en el Honorable Congreso de la Nación, para aprobar las partidas destinadas a los diversos planes de entubamiento, que se inauguraron en 1939, pero que en algunos casos se completaron recién hacia 1966. Obras Sanitarias de la Nación había dividido oficialmente el drenaje de la ciudad en cuatro zonas: las tributarias al Riachuelo, y las que correspondían a los arroyos Maldonado, Vega y Medrano. De este modo, en 1933 quedaba sellado y enterrado el futuro de los arroyos urbanos, como piezas de un plan de obras de largo aliento, para los respectivos desagües pluviales que pasarían a conformar. Atrás, muy atrás habían quedado los papeles amarillos que contenían las propuestas anteriores de Alfred Ebelot y Wenceslao Villafañe para dotar a Buenos Aires de una red fluvial con esclusas, canales y puertos, que permitieran la navegación y el transporte de mercaderías. Pero la realidad fue otra, y el Medrano, el Vega, el Maldonado y el Cildáñez, a los que se adicionaron media docena de cursos de agua menos populares, pasaron a ser empleados modelo de la red pluvial de la capital. Sobre sus valles de inundación se crearon calles y bulevares, plazas y parques, y se construyeron viviendas. Y no se habló más de su existencia. Con el tiempo, los diseños adoptados en la década de 1930 comenzaron a resultar insuficientes. La ciudad había crecido más allá de cualquier predicción, y su capacidad de dar servicios a una marea de entusiastas habitantes y visitantes comenzó a mostrar signos de agotamiento. Tanta exigencia empezó a exhibir las grietas del modelo de cobertura de los arroyos. La fe en lo obtenido hasta entonces comenzó a flaquear, al hacerse evidente que el sistema pluvial colapsaba cada vez más seguido. Ya no había que sufrir una «tormenta del siglo» para inundarse.

Plano del territorio cedido a la Nación para ensanche de la Capital Federal, con indicación del límite definitivamente adoptado. Buenos Aires, 1888. • 30

Sin embargo, la elección hecha oportunamente no dejaba muchas opciones: había que seguir por la senda de la construcción subterránea, cavando nuevos túneles que


aliviaran las secciones repletas de aquellos creados hacía ya cincuenta años. Entubamientos paralelos a los existentes garantizarían la supervivencia del sistema; al menos, para eventos de diez años de recurrencia. Pero ¿y después? Después... Esa pregunta inocente, casi formulada por un niño, hacía tambalear los cimientos de la civilización. Después de los túneles, sólo quedaba crear más túneles, más salas de bombas, más compuertas… Afortunadamente, y tal como sucediera a principios del siglo XX, apareció otro paradigma exitoso en algunas partes del globo. En esta ocasión, el nuevo modelo nos está dando pistas certeras de que existe una alternativa al añejo estándar imperante, de las ahora bautizadas «obras grises». Hoy en día, el camino para desarrollar ciudades razonables, resilientes y vivibles lo han empezado a liderar los proyectos que intentan integrar, colaborar e imitar a la naturaleza, en lugar de pretender domesticarla y/o dejarla en un rincón del paisaje de la trama urbana. Se trata de las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) o Nature Based Solutions (NBS).

Un primer paso para materializar estos enunciados ha sido el reciente proyecto del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que busca la regeneración de unos quinientos metros de arroyo en el barrio de Saavedra, cerca de donde está emplazado el curso entubado del arroyo Medrano. La iniciativa incluye una próxima licitación del Estudio de Impacto Ambiental y Social, busca emplear SBN a fin de «construir las obras hidráulicas en la cuenca del arroyo Medrano, para la recuperación del valle de inundación de Parque Saavedra, protegiendo el ambiente y cumplimentando con la normativa ambiental vigente». La mayoría de los arroyos porteños continuará en sus bunkers subterráneos por varias décadas más. Pero ahora, al menos, los casi trescientos kilómetros de cursos de agua enterrados tienen la posibilidad de soñar que, alguna vez, habrán de reunirse con los tres mil metros que sobreviven entre nosotros, a plena luz del día. •

En lo que a cursos de agua urbanos respecta, más de doscientas acciones de daylighting (desentubamiento) han prosperado en el planeta, desde finales de la década de los noventa. Los proyectos varían en magnitud y técnicas aplicadas, pero la gran mayoría tiende a la sustentabilidad. Se trata de una disciplina relativamente reciente y, por lo tanto, en constante ajuste y evolución, para la cual es indispensable conformar equipos multidisciplinarios (Arquitectos, arqueólogos, meteorólogos, paisajistas, sociólogos, ingenieros...). Con la vista puesta en estas tendencias, las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires, en su Plan BA 2030, Eje Integración Urbana, indican que se incorporarán «los ríos urbanos en la vida de los vecinos y el paisaje de la ciudad, transformando la relación entre las personas y el agua y recuperando las riberas como espacios de vida con funciones sociales, recreativas y ambientales». El texto señala que «los ríos serán valorados para la socialización, recreación y navegación a través de un proceso de saneamiento y reocupación de las riberas, destinándolas a nuevos usos: actividades deportivas, culturales y ocio urbano».

Arriba: arroyo Vega sobre la calle Blanco Encalada, s/f. (Archivo General de la Nación). Coloreada por Fernando Furundarena @argentinaencolor. Abajo: río Hovinbekken (Oslo, Noruega). Foto: Rainer Stange.

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El territorio y el mapa PABLO ENGELMAN Arquitecto UBA. Posgrado en Alta Dirección en Urbanismo (FAUP). Profesor Titular Regular de Proyecto Final de Carrera (UP). Editor general asociado de Bisman Ediciones.

El contraste era extraordinario: la foto satélite solo mostraba una sopa de verdes más o menos uniformes sembrados de vagas manchas azules, mientras que el mapa desarrollaba una rejilla fascinante de carreteras departamentales, pintorescas, de vistas panorámicas, bosques, lagos y puertos de montaña. Encima de las dos ampliaciones en letras mayúsculas negras, estaba el título de la exposición: El mapa es más interesante que el territorio. Michel Houellebecq, El mapa y el territorio.

Traducir el territorio Publicar contenidos acerca de la arquitectura y la ciudad es mucho más que mostrar un producto del que una o más personas son autores. La principal característica de nuestra época es que el flujo de información disponible acerca de cualquier tema es inabarcable, y que el acceso a ella es instantáneo, gratuito y masivo. Es por eso que el recorte intencional de esa información publicada o exhibida debe ser claro, democrático y honesto, y debe dialogar continuamente con la realidad de la sociedad a la que pertenecemos. Realizar ese recorte y llevarlo a un feliz resultado equidistante entre las necesidades del autor y el proceso industrial que convertirá ese pensamiento en un objeto cultural a consumir es el trabajo del editor. En Bisman Ediciones somos traductores (o acaso cartógrafos) de un tiempo líquido y sin certezas en donde la información tiende a desmaterializarse; intérpretes de una realidad construida o por construir; intérpretes de arquitectos que opinan sobre esa realidad y, a su vez, la traducen en ciudades. • 32

A lo largo de nuestra trayectoria editorial de casi 25 años, con Hernán Bisman nos ha tocado contar proyectos de investigación de diferentes procesos urbanos y territoriales; cada uno de ellos se transformó en un desafío en sí mismo y nos permitió entender e involucrarnos en un universo amplio que buscaba relevar el territorio para traducirlo en elementos tangibles y registrables. Este proceso nos permitió interactuar con diversos profesionales de la cartografía, sociología, antropología, geografía, programación, arquitectura, urbanismo, ambiente, etcétera, y, como consecuencia, nos involucramos con procesos y tecnologías como el GIS (Geographical Information System) y los universos de programación. Pero, sobre todo, nos permitió pensar en cómo la sumatoria de formatos podía generar un acceso a la información que, por un lado, siguiera siendo específico para investigadores, pero que a su vez fuese interesante y de fácil acceso para el público en general. En ese camino, en esa búsqueda, hemos desarrollado sitios web, revistas, periódicos en gran formato, mapas, mapeos superpuestos y, por supuesto, libros. El objetivo siempre fue buscar ampliar el universo de exposición de estos contenidos, democratizar el acceso a la información de calidad mediante distribución gratuita o plataformas digitales. También algo que siempre estuvo presente en la edición de estos contenidos fue darle la posibilidad al usuario de interactuar con los contenidos, poder generar sus propios recortes, superponer capas y desarrollar conclusiones propias que sirvan para comprender y generar hipótesis sobre las problemáticas urbanas que se manifiestan en el territorio.


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El caso del Atlas Ambiental de Buenos Aires En el año 2007 se comenzó a trabajar en una plataforma que pudiera transmitir una percepción amplia del ambiente, que superase las habituales reducciones sectoriales, y que se convirtiese en un elemento de difusión masiva sobre lo que sucedía en el territorio. Con ese fin, la dirección del proyecto a cargo de Paulina Nabel y David Kullock realizó una primera elección de los aspectos físicos, bióticos y culturales más significativos que intervienen e interactúan en el ambiente urbano y convocó a más de 60 especialistas, quienes seleccionaron la información significativa de cada tema, la reelaboraron, ampliaron e interpretaron. Dicha elección apuntó a cumplimentar uno de los objetivos académicos del Atlas, que se refiere a la calidad, transparencia y jerarquización de la información. El proyecto de investigación y desarrollo fue financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Contó con el apoyo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –impulsado por Eduardo Epsteyn y luego Marcelo Vensentini, ambos ministros de Medio Ambiente, y de Pablo Mesa como coordinador–, que fue la institución adoptante y participó del desarrollo junto con el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (CONICET) y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA), que fueron las entidades beneficiarias. El Atlas se desarrolló para ser accesible gratuitamente a través de un sitio web, transformándose en una herramienta que brinda información detallada sobre la situación ambiental de la Ciudad y el Área Metropolitana. El objetivo del proyecto fue volcar toda la información ambiental sobre mapas del Área Metropolitana de Buenos Aires y hacer que esa información gráfica se enlace con textos e imágenes. Lamentablemente hoy el proyecto se encuentra fuera de línea y no ha sido actualizado por la gestión actual, lo cual deja invisible una gran cantidad de información fundamental sobre el ambiente, que ahondaba sobre las verdaderas problemáticas por fuera de los actuales eslóganes superficiales. El Atlas fue un proyecto magnífico y de alguna forma una referencia para el desarrollo de plataformas que visualicen las características presentes e históricas del ambiente en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Pensado como una herramienta gratuita de acceso a la información, fue desarrollado con una plataforma de software libre en una época en que aún no era habitual, y de alguna manera ya marcaba una fuerte mirada sobre la democratización de la información. Pero, a su vez, el contenido profundo desarrollado por un gran equipo interdisciplinario contaba con múltiples niveles de acceso. El contenido indexado para investigadores, por un lado, y el contenido editado para el público en general, por otro, cohabitaban un universo de información precisa que a su vez podía cruzarse, superponer capas y generar conclusiones y análisis ad hoc por parte de los visitantes. •

Ficha técnica AUTORES Jorge Telerman, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Eduardo Epsteyn y Marcelo Vensentini, ministros de Medio Ambiente, Pablo Mesa, coordinador (funcionarios a cargo); Paulina Nabel, David Kullock, directores del CIGA-MACN-CONICET (compiladores) et al (150 investigadores CONICET, FADU-UBA, FCEyN-UBA, MNCN). EQUIPO EDITORIAL Hernán Bisman (editor general), Pablo Engelman (editor adjunto); Magdalena Caretti, Rodrigo Becerra (equipo de edición); Matías Puzio (corrección); Julio C. Benedetti (dirección cartográfica); Mario Saucedo y Matías Parimbelli (equipo de cartografía); Jorge Alba Posse (dirección de arte); Maximiliano Cosatti y Vanesa Milos (equipo de diseño); Juan Erlich (fotografía), Ariel Aizemberg (tecnología).

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Espacios verdes públicos: marketing verde o democracia participativa ambiental

MARÍA EVA KOUTSOVITIS Ingeniera UBA. Coordinadora de la Cátedra de Ingeniería Comunitaria e integrante del Movimiento La Ciudad Somos quienes la Habitamos.

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os espacios verdes desempeñan un rol fundamental en el ambiente urbano ya que brindan un conjunto de servicios ambientales, entre los que podemos mencionar su función como elementos mitigadores de la contaminación, sumideros de dióxido de carbono, amortiguadores del impacto de las precipitaciones y, desde otra perspectiva, son también fundamentales como ámbito de socialización y como alternativa de recreación y esparcimiento de amplios sectores de la población.

JONATAN BALDIVIEZO Abogado UBA. Fundador del Observatorio del Derecho a la Ciudad e integrante del movimiento La Ciudad Somos quienes la Habitamos.

Densidad de la población (hab/km²) por comuna 2018

La temperatura máxima en la Ciudad de Buenos Aires viene aumentando sostenidamente desde la década del sesenta. Sin embargo, en lugar de adoptar las medidas necesarias para su mitigación, el modelo urbano que hace décadas se consolida ha potenciado el fenómeno de calentamiento a partir de la ocupación del entorno ribereño y de la privatización sistemática de las superficies verdes públicas. Solamente en los últimos trece años, la Ciudad privatizó 500 ha de tierras públicas, de las cuales 150 eran superficies verdes. Los datos oficiales revelan que los valores medios de superficie verde por habitante en la Ciudad de Buenos Aires se encuentran muy por debajo de los estándares recomendados. Mientras la ley de ordenamiento territorial de la Provincia de Buenos Aires establece como saludable 10 m2 de superficie verde por habitante, y reconocidos estándares internacionales recomiendan entre 10 y 15 m2, la Ciudad de Buenos Aires en promedio cuenta con 6 m2 de superficie verde por habitante.

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Distribución de las superficies verdes por Comunas (Estadística y Censo de la Ciudad de Buenos Aires). Fuente: DGEyC Ministerio de Economía y Finanzas GCBA. Proyecciones de población. Informes de rsultados 789/2014.

Referencias (hab/km²) 10.205 - 11.042 11.043 - 16.115 16.116 – 23.738 23.739 – 30.238


Este indicador ambiental no se distribuye de manera uniforme en el territorio de la Ciudad de Buenos Aires, resultando extremadamente crítico en los barrios populares, donde alcanza valores cien veces menores a los recomendados. Se estima que, actualmente, los habitantes de las villas de la Ciudad de Buenos Aires representan un 15% de la población total de la ciudad, es decir, aproximadamente 400.000 habitantes de la Ciudad no acceden formalmente a los servicios básicos y se encuentran expuestos permanentemente a elevados riesgos sanitarios y ambientales. En el sur de la Ciudad, en las Comunas 4 y 8, donde 1 de cada 3 habitantes vive en una villa, asentamiento o barrio popular, la mortalidad infantil se multiplica entre 2 y 3 veces respecto a las comunas del norte y la esperanza de vida está reducida en promedio 10 años. Democratizar el espacio público nos obliga a replantear dos dimensiones centrales y en permanente diálogo: la ambiental y la accesibilidad, ambas críticas en los barrios populares. Durante el período 2019-2021, la Cátedra de Ingeniería Comunitaria de la UBA junto a mujeres integrantes de la organización social Salvador Herrera y la Secretaría de Discapacidad de la CTA-Capital, relevó diferentes dimensiones del espacio público en los barrios populares Villa 20, el sector de Caacupé de la Villa 21-24, Inta, Scapino y Albariños de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las dimensiones del espacio público relevadas fueron las condiciones de accesibilidad al espacio público, el arbolado, la disposición de los residuos sólidos urbanos, las luminarias y las superficies verdes públicas. Los resultados del relevamiento evidenciaron que en Villa 20 hay 1 árbol cada 80 habitantes y la superficie verde por habitantes es de 0,122 metros cuadrados. En el caso del barrio Scapino se obtuvieron resultados coincidentes, 1 árbol cada 71 habitantes. Y en el barrio Albariños, 1 árbol cada 600 habitantes. El relevamiento del espacio público se complementó con la realización de una encuesta de discapacidad. La encuesta incorporó un módulo donde las familias encuestadas debían priorizar dimensiones del espacio público a mejorar en su barrio. Los resultados fueron coincidentes en todos los barrios relevados: mejorar las condiciones de accesibilidad, la oferta de superficies verdes y la luminaria pública.

Público y las Secretarías de Ambiente y Gestión Comunal, elaboraron un informe en relación al estado actual de las superficies verdes públicas de la Ciudad. El informe revela, por un lado, que la información proporcionada por los organismos competentes de la Ciudad no coincide con la que figura en sitios oficiales y, además, corrobora que el gobierno porteño contabiliza como superficies verdes absorbentes a las plazas cementadas, los terrenos no absorbentes bajo la traza de las autopistas, canteros, “veredones” y bulevares. A través del nuevo Código Urbanístico, sancionado en 2018, el Gobierno porteño se comprometió a promover lo que llamó Espacios Verdes de Proximidad, una serie de parques y plazas de uso cotidiano que debían estar al alcance de los/as vecinos/as, a una distancia no mayor de cinco minutos de caminata (400 m). Se trató de una suerte de contraprestación a cambio de permitirle al mercado inmobiliario que se triplicara y hasta quintuplicara la capacidad constructiva en barrios residenciales de casas bajas, que iban a llenarse de potenciales nuevos habitantes. Sin embargo, este mandato legal se encuentra incumplido. Estas mismas organizaciones, acompañadas por decenas de asambleas y colectivos urbanos, presentaron el año pasado en la Legislatura porteña un proyecto de Ley de Marco de Espacios Verdes. Este proyecto definía los espacios públicos verdes en función de la accesibilidad, el uso, la proximidad, la conexión vertical hidrológica entre las aguas de lluvias y las napas y sus dimensiones mínimas. Además, incorporaba la dimensión de la agroecología urbana, la educación ambiental y mecanismos democráticos de gestión. Si bien el proyecto fue impulsado por numerosos colectivos ciudadanos, está a la espera que alguna legisladora o legislador de la Ciudad le dé estado parlamentario para que pueda comenzar a debatirse en las diferentes comisiones de la Legislatura Porteña. Uno de los grandes desafíos en el marco de la agenda climática es repensar nuevos modelos de ciudad basados en la democratización de todas las dimensiones urbanas desde una perspectiva ambiental y de género. La pandemia por COVID-19 ha profundizado las desigualdades urbanas y ha visibilizado la importancia de los espacios públicos para garantizar una calidad de vida adecuada a los habitantes. Alcanzar la democratización de la ciudad con estándares adecuados de calidad de vida implica poder habitar, transitar y disfrutar de los centros urbanos en igualdad de condiciones. •

El Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC), la Cátedra de Ingeniería Comunitaria (CLIC) de la UBA, el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP) y la Defensoría de Laburantes, a partir de un reciente pedido de acceso a la información pública al Ministerio de Espacio

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Recuperar lo ausente El derecho a la naturaleza y al horizonte en un contexto de extractivismo urbano: el caso de Costa Salguero

MARIANA GIUSTI Doctora en Urbanismo FADU-UBA y Doctora en Geografía FGH-US. Arquitecta UBA. Miembro del @cdarquitectas. Investigadora y docente de grado en FADU y de maestría en UNC. Fundadora del @estudio_vakuum. GRACIELA GUILIANI Arquitecta FADU-UBA. Especialista en PUyR y en EIA. Miembro del @cdarquitectas. En la Universidad de Compostela obtuvo DEA en el Doctorado de Geografía. Estudió en Lincoln Institute of Land Policy. Trabajó en el GCABA. Docente en UBA, UB, UNGS, UNLAM. GRACIELA NOVOA Arquitecta FADU-UBA. Especialización Proyecto Urbano FADU-UBA. Miembro del @cdarquitectas. Premio Nacional de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Secretaría de Cultura de la Nación.

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Cuál es la relación que tendría que existir entre la ciudad resiliente y la política urbana que se aplica en una ciudad? La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) forma parte de los procesos y efectos que producen los modelos económicos que caracterizan y se formalizan en las ciudades. Podemos entender las políticas urbanas presentes en la ciudad a partir de cómo opera un modelo de desarrollo determinado y planificado y de cómo se sostiene y reproduce bajo distintas formas. En el actual contexto global de crisis socioeconómica, cambio climático y crisis energética, el hinterland1 de los territorios (Brenner, 2016) y las ciudades transitan profundas disputas de sentido. En grandes ciudades como la CABA, estas disputas se dan entre dos modelos: la ciudad como mercancía y espacio para el desarrollo del capital, en oposición a la ciudad como bien común, como espacio para la vida en sociedad, el encuentro y la interacción de todos los ciudadanos. Presenciamos procesos en los que el suelo de las ciudades, parte de ese bien común y de los derechos urbanos y ambientales, se reconvierte como mercancía a través de vías institucionales, 1. Hinterland: porción de territorio con escaso desarrollo. • 38

Colectivo de arquitectas Colectivo de profesionales arquitectas que surge el 29 de septiembre de 2020 en defensa de la venta y cambio de zonificación de las 32 ha de Costa Salguero y Punta Carrasco. Se funda a partir del pedido a los Legisladores de CABA por el archivo de la Ley 2094-J-2020 que proponía la rezonificación, y pidiendo la preservación de la totalidad de predios de Costa Salguero y Punta Carrasco para uso y utilidad pública.

incluso a partir de mecanismos ilegales consentidos, impactando más fuertemente sobre sectores más excluidos, sobre los ecosistemas y las generaciones futuras. Por lo tanto, entendemos que existe una incongruencia entre lo que se publicita • y los hechos concretos que se despliegan en la CABA. En tal sentido, el proyecto de venta y rezonificación de Costa Salguero y Punta Carrasco propuesto por el Gobierno de la Ciudad es un claro ejemplo de cómo se materializan procesos de extractivismo urbano, de cómo el Estado y las instituciones desplazan su rol planificador y regulador para convertirse en facilitadores de la especulación; de cómo los espacios libres y públicos, centrales en la planificación de ciudades resilientes, son destinados a la generación de renta, despojándose de su función social y negando su papel ambiental (Giusti, 2021). Por un lado, nos encontramos con este proyecto y por otro, con diversos actores sociales que reconocen y defienden la condición pública del predio de 32 ha, su relación con el Río de la Plata en aproximadamente un kilómetro y


Festejo del primer cumpleaños del Colectivo de Arquitectas en Costa Salguero (25-09-2021).

medio de costa, en un sector de la ciudad con gran potencialidad en términos de accesibilidad y centralidad; lo que plantea la posibilidad de establecer nuevas relaciones con la naturaleza, de atenuar los graves indicadores de falta de acceso a áreas verdes y su mala distribución, y una oportunidad para comprender el borde costero de forma integral y según una escala metropolitana. Se trata del reconocimiento de estos aspectos y la necesidad de su tratamiento, su restauración y su potenciación como patrimonio natural identitario y cultural, como una de las condiciones fundamentales que llevan hacia una ciudad resiliente. El Colectivo de Arquitectas en defensa de las tierras públicas (CdA) se constituyó a partir de un grupo de profesionales arquitectas con diversa procedencia profesional, con diversos posicionamientos partidarios, y una amplia franja etaria; y se conforma en el contexto de otra red solidaria de mujeres (@soyarquitecta. net, creada por la Arq. Cayetana Mercé). Ante la información de que la Legislatura porteña, luego de haber aprobado la venta de Costa Salguero en diciembre de 2019 (Ley 6289, del 5 de diciembre de 2019), se disponía a sancionar en primera lectura una ley que autorizaba la modificación de la normativa urbanística aplicable al predio (Ley 2094-J-2020) se realizó la primera acción fundante del Colectivo. Se elevó una carta a los sesenta legisladores, firmada en 72 h por más de trescientas profesionales arquitectas, solicitando el archivo de dicha ley y la preservación de la totalidad de predios de Costa Salguero y Punta

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Carrasco para uso y utilidad pública, condiciones que se encontraban ya establecidas en la Constitución de la CABA (art. 8 y 27) y el Plan Urbano Ambiental (art. 9). A partir de esta visibilización, encaramos la participación en la Audiencia Pública. Organizadas en comisiones (Argumentos, Legales, Comunicación y Prensa), se dio inicio a una labor pedagógica tanto para adentro del propio CdA como de extensión. A partir del estudio de las normas, elaboramos un documento con argumentos claros y generando elementos de comunicación para fomentar la participación ciudadana. El reclamo, multiplicado a través de redes sociales3 en el contexto del COVID-19, instaló un alerta en relación a la venta de tierras e inmuebles públicos que derivó en un hito histórico de participación en una Audiencia Pública, con 7053 inscriptos/as y 2057 disertantes, de los/as cuales un 97,3% se manifestó en contra de la Ley. La democracia ciudadana se llevó adelante transversalmente por jóvenes, mujeres, colectivos barriales, adultos/as mayores, colectivos de profesionales, académicos/as, artistas, agrupaciones políticas, constituyentes de la nación y de la CABA. La Audiencia Pública resultó un medio para el fortalecimiento de los lazos sociales con el objeto de intentar frenar la pérdida de un bien común. Siguiendo a Lefevbre (1975), se buscó traducir y producir elementos para que 39 •


Acciones de visibilización y reconocimiento del patrimonio natural y cultural.

la ciudadanía pueda usar, p nsar e imaginar la ciudad, y a partir de ello se ejerció una resistencia urbana por lo común y lo colectivo. A partir de ese momento y hasta la actualidad, el CdA continuó llevando a cabo diversas acciones: el relevamiento de todas las intervenciones de la Audiencia Pública y la difusión de los datos recabados; el envío de notas a los funcionarios que podrían intervenir; videos difundidos a través de redes sociales articulando con otros grupos como Croquiseros Urbanos; acciones en el espacio público como el «circuito 4K», «plantar memoria» (sumándonos a la iniciativa de Abuelas de Plaza de Mayo para el 24 de marzo) y campañas en redes junto con artistas visuales (#32x32). En marzo de 2021 formamos parte de la iniciativa popular para la creación de un parque público en las 32 ha. Retomando el planteo inicial, identificamos solo algunas de las acciones que dan consistencia a la política urbana que se desarrolla hoy en la ciudad, en paralelo al caso de Costa Salguero, tales como la sanción del Código Urbanístico, la venta de tierras públicas y la larga lista de Convenios Urbanísticos pendientes de aprobación. Nos preguntamos: ¿cómo se articulan estos instrumentos con la ciudad resiliente? ¿Qué previsiones se toman cuando el Código Urbanístico aumenta la capacidad constructiva con mayor altura y ocupación, y menor capacidad de absorción del suelo, cambiando la configuración de algunos barrios o los Convenios Urbanísticos • 40

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que no son sometidos a una evaluación de impacto ambiental previa? Sin mencionar la infraestructura de servicios necesaria e insuficiente, cuando no ausente. Entonces, luego de nuestra experiencia como CdA, además de haber irrumpido en el statu quo de la profesión y ratificar una vez más que la participación ciudadana es una herramienta indispensable, pensamos también que es central tomar conciencia de la importancia de la integralidad y coherencia de la política urbana para poder lograr ciudades más equitativas, seguras, vivibles, saludables y resilientes. • Bibliografía Brenner, N.(2016). The Hinterland urbanized? Architectural Design, 86(4), 118-127. Giusti, M. (2021). Elogio del espacio libre. Racionalidad ecológica vs. urbanización: Las formas de la expansión urbana y de los espacios libres en pequeñas ciudades del interior bonaerense. Una nueva perspectiva de análisis. El caso de Chascomús, Provincia de Buenos Aires, Argentina (17792020). [Tesis doctoral cotutelada, Universidad de Sevilla y Universidad de Buenos Aires]. Repositorio Institucional US. Harvey, D. (2004). El nuevo imperialismo. Madrid: Akal. Lefevbre (1975). El derecho a la ciudad. Barcelona: Península. Svampa, M. y Viale, E. (2014). Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo. Buenos Aires: Katz. Vazquez Duplat, A. M. (2016). Feminismo y «extractivismo urbano»: notas exploratorias. Nueva Sociedad, 265, 153-163. Theodore, N., Peck, J. y Brenner, N. (2009). Urbanismo neoliberal: la ciudad y el imperio de los mercados. Temas Sociales, 66, 1-12. 3. Bajo los siguientes hashtags: #novendanlacostanera, #elrionosevende, #defendamoselrio, #parquesitorresno y #parquenuestrorio.


Respirar aire puro Un derecho que cobró otra dimensión en pos pandemia

TATIANA CÁRDENAS ARCINIEGAS Comunicadora social y periodista de la Universidad del Quindío, Colombia. Coordinadora Metodológica de Asuntos del Sur y Coordinadora del Proyecto Partícipes.

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erá imposible borrar de nuestra memoria los meses de encierro por cuenta del aislamiento preventivo obligatorio al que nos llevó la crisis sanitaria surgida por el COVID-19.

En las grandes ciudades, aquellas personas y familias que contaban con mayor acceso fueron quienes, entre otras garantías, tuvieron la posibilidad de tener cerca ambientes naturales, sin necesidad de salir de sus casas o propiedades. El sol y los espacios verdes se vieron como un privilegio.

Para otros y otras la realidad fue distinta. Disfrutar de áreas públicas parquizadas o agrestes, con arbolado y suelo absorbente, ya era algo escaso antes y lo fue más durante el encierro. En ciudades como Buenos Aires, donde la estadística oficial dice que hay, en promedio, 6 m2 de espacio verde por habitante —4 m2 menos de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)— el acceso a parques, plazoletas, plazas y paseos públicos se volvió una añoranza. Es común que las comunidades empobrecidas vivan en sectores y barrios donde los espacios verdes no abundan ni son de calidad, espacios hacinados que aportan mayores factores de riesgo de exposición a diversas enfermedades. Si estas familias tuvieran espacios verdes, su calidad de vida mejoraría enormemente. Por lo tanto, también hablamos de justicia social, de la imperiosa necesidad de reducir las desigualdades socioeconómicas, que también son desigualdades en salud. Esta necesidad es incuestionable y una problemática ambiental de primer orden para las ciudades, tomando además relevancia desde el punto de vista sanitario. Ya la OMS ha advertido en varias ocasiones que el 88% de los habitantes de zonas urbanas están expuestos a unos niveles de contaminación del aire exterior superiores a lo recomendable, teniendo esto un efecto directo en las enfermedades no transmisibles. Ahora que, en contexto de pandemia, hablamos mucho más de aquellas que son transmisibles, los espacios abiertos de calidad son nuestros mejores aliados.

Es por ello que cobran más relevancia iniciativas ciudadanas en defensa del ambiente y que buscan incrementar los espacios verdes públicos. Una de ellas es la Ley Marco de Espacios Verdes Públicos para la Ciudad de Buenos Aires (Proyecto de Ley N° 703-P-2021), impulsada desde el proyecto Partícipes • de Asuntos del Sur, y cocreada por un grupo de organizaciones y colectivos de la sociedad civil. • El interés de este proyecto de ley es que existan acciones concretas y medibles para recuperar áreas costeras, garantizar la integridad de parques, reservas ecológicas, plazas y plazoletas. Asuntos del Sur, en colaboración con el Observatorio del Derecho a la Ciudad y Jóvenes por el clima, realizó en 2020 un informe de situación sobre los espacios verdes en la Ciudad de Buenos Aires, • incluyendo análisis y mediciones que son el punto de partida para mejorar la situación en la Ciudad. La actual es la última generación que tiene la oportunidad de reconstruir la relación con la naturaleza antes de llegar a un punto irreversible. Por ello, este año, además, es importante apoyar la iniciativa #GeneraciónRestauración, que marcará el inicio del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas.• Pero el cambio no depende únicamente de sembrar más árboles y garantizar más y mejores zonas verdes. Los sectores de la energía y el transporte en las ciudades son especialmente importantes, a medida que crece la urbanización, y contribuyen enormemente al cambio climático. Es por ello que deben ser llamados a hacer parte del compromiso con la solución.

Cambio estructural En la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), en Glasgow, se presentaron diversos planes de acción climática para las ciudades globales. Pero la aplicación de los mismos está sujeta a un cambio estructural de las formas de producir, transportar y moverse entendiendo que el crecimiento permanente, en las condiciones actuales, no es posible en un planeta finito. • 41 •


La Reserva Ecológica: del discurso de la corrección a la amenaza extractivista JOSÉ BASUALDO Arquitecto y urbanista. Master en Planificación Territorial de la Universidad de Barcelona (ES). Asesor en Ordenamiento Territorial de la Fundación Bosques Nativos, docente del Lincoln Institute (EEUU) y de la Universidad Nacional de Río Negro.

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reemos necesario construir una reflexión sobre la función actual de la Reserva Ecológica, sus posibilidades como activador de la estructura de espacios verdes de CABA y los riesgos presentes y futuros a los que se encuentra sometida esta pieza ambiental. Para lograr esto reseñaremos brevemente la historia y la función de la Reserva como parte de la estructura urbana, posteriormente analizaremos algunas cuestiones que amenazan este rol para poder, en última instancia, construir una reflexión sobre su presente y su futuro. Esta pieza ambiental tiene una extensión de 350 ha y es el reducto más importante de biodiversidad de la ciudad, ya que alberga más de 2000 especies entre aves, mamíferos, anfibios, reptiles y vegetación autóctona. Este balcón privilegiado al Río de la Plata forma parte de un corredor ecológico de más de 100 km de extensión denominado Ecoruta del Río de la Plata. Pero este edén de la biodiversidad tiene un origen espurio desde el punto de vista ambiental, ya que se erige sobre suelo artificial producido por el relleno de esa zona del río con material de las demoliciones realizadas en la década del setenta para la construcción de autopistas. Si bien el objetivo primigenio era urbanizar este suelo, esa iniciativa no prosperó por la baja resistencia del terreno y sus características de inundabilidad, y por ende el sector fue abandonado. Los posteriores años de abandono se convirtieron en la oportunidad para que ese suelo artificial fuera colonizado por la flora autóctona que se desarrolló espontáneamente en el terreno: un muestrario de distintos ecosistemas nativos del sistema chaco pampeano. Pastizales y bosques fueron receptores de fauna, y de esta forma el proceso de regeneración configuró un bioma con alta biodiversidad a escasa distancia del centro de la ciudad. En 1986, y por iniciativa de diversas ONG y fundaciones, el entonces Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires lo consideró parque natural y lo estableció como Zona de Reserva Ecológica. La Reserva bien podría ser definida como una bomba de biodiversidad, en la medida que posee bañados, lagunas, * El presente artículo fue escrito con anterioridad a la resolución del convenio. • 42

pastizales, matorrales y bosques. Sus cuatro lagunas y bañados la convierten en una pieza ambiental con características de humedal. Se han contabilizado no menos de 250 especies de aves, anfibios, reptiles y mamíferos, así como medio centenar de mariposas. El sistema de humedales cubre cerca de un tercio de la superficie de la Reserva, que está sujeta a variaciones en el nivel de agua, y muestran claramente la función de regulación hídrica que presta este espacio. Este humedal, que tiene la categoría de sitio Ramsar y por ende debe ser protegido, es parte de un sistema ambiental más amplio, que brinda servicios ecosistémicos a toda la ciudad, y que incluye a los parques de Puerto Madero, pero por sobre todo al humedal existente en las 71 ha de la ex-Ciudad Deportiva de la Boca. Este humedal está siendo amenazado por la intención de construir un barrio con viviendas de lujo con una intensidad de uso que compromete seriamente su supervivencia e integridad y, en consecuencia, de la Reserva Ecológica. Algunas cifras que muestran la magnitud de este emprendimiento: 900.000 m2 previstos de construcción, torres de 45 pisos con una altura de 145 m, y una ingente cantidad de obras de infraestructura a cargo de la ciudad para posibilitar la ejecución de este negocio inmobiliario. A cambio, los desarrolladores acuerdan entregar poco más de la mitad de esas 71 ha en forma de parque público. Actualmente se ha firmado un convenio urbanístico entre la desarrolladora IRSA y el Gobierno de la Ciudad, que tiene la primera lectura.* Desde el 15 de octubre de este año se está desarrollando una audiencia pública no vinculante sobre este convenio, en donde la ciudadanía tiene la oportunidad de opinar sobre el proyecto. La audiencia ha convocado la atención de casi 2.600 ponentes y muestra, por lo menos en las dos primeras jornadas, un abrumador rechazo al proyecto por parte de la academia, las organizaciones de base y los partidos políticos. La Fundación Bosques Nativos ha acompañado el rechazo al proyecto, y ha fundamentado su posición en razones de orden ambiental, de naturaleza urbanística y de oportunidad.


Lo ambiental Es indudable que el proyecto Costa Urbana generará un impacto ambiental de proporciones en un sinnúmero de aspectos, al punto tal que comprometen la supervivencia de la Reserva Ecológica. Un listado preliminar de impactos negativos podría empezar con el hecho de que el proyecto afectaría el ciclo de vida de aves que anidan en el predio de la Reserva, las obras de excavación y cimentación modificarían el régimen del acuífero, se alteraría la vida de insectos y aves por el incremento lumínico, las torres construirían una pared para aves y para el viento ribereño, desaparecería la biodiversidad en las 71 ha y comprometería la de la Reserva. Además, el impacto visual sería innegable, las obras de infraestructura afectarían la calidad de vida del área, y así. En síntesis, este convenio está habilitando la degradación del capital ambiental que hoy tiene la ciudad.

sociedad a través de lo Gobierno quien le otorga valor a ese suelo asignándole normativa, por eso, en este caso estamos asistiendo a un acto de entrega del capital social a privados, en la medida que son todos los ciudadanos los que asumirán el costo del acondicionamiento de la infraestructura del área para posibilitar este negocio. Es posible pensar alternativas para el desarrollo de esta área: podría haber un plan de negociación de una edificabilidad razonable y acorde con una pieza de esta características, se podría sumar la intervención de equipamientos comunitarios de bajo impacto antrópico en el área y la compensación, si fuera necesario, de un excedente de edificabilidad en forma de transferencia de derechos de construcción, habida cuenta que IRSA es propietaria de más de 1.200 propiedades en CABA. Es por esto que consideramos el proyecto como parcial y reduccionista en su concepción, miope en su diseño y viciado de discrecionalidad en su instrumentación.

Lo urbanístico

La oportunidad

Si bien en el Modelo Territorial 2010-2060 del Gobierno de CABA, el predio en cuestión está calificado sucintamente como de «urbanización sustentable», cuesta encontrar argumentos que puedan equiparar esta calificación con el proyecto contenido en el Convenio Urbanístico Costa Urbana. En este sentido, es necesario puntualizar algunas razones que discuten esta situación. En primer lugar la aprobación del convenio parece centrarse solo en el terreno en cuestión y no contempla la pertenencia del mismo al resto de la estructura urbana. Al mismo tiempo se utiliza la figura del convenio urbanístico, un instrumento que opera como una norma que complementa la regulación existente, pero que en este caso la refuta más que complementarla, ya que, como dijimos, dicha regulación considera a la zona como de urbanización sustentable. Para aclarar un poco más, debemos subrayar que un suelo sin edificabilidad tiene un valor nulo, por ende es la

La pregunta que debemos hacernos es ¿cuál es el mejor uso que puede hacerse de un terreno con estas características? La ciudad no precisa de más viviendas de lujo: de hecho se calcula que seis de cada diez departamentos de Puerto Madero están desocupados. Dos grandes desafíos increpan a la política urbana de la ciudad: el primero de ellos es el cambio climático; y por eso sostenemos la necesidad de pensar a las 71 ha como parte de una pieza ambiental más amplia que incluya la Reserva Ecológica y los parque de Puerto Madero, con el fin de configurar un área con calidad suficiente como para brindar servicios ecosistémicos y mejorar la resiliencia de todo el sistema urbano. El segundo desafío es que, al vivir en una ciudad cada vez más desigual, tal vez sea el espacio público uno de los instrumentos más formidables a la hora de posibilitar la mezcla social y la construcción de ciudadanía. Por ende, no podemos darnos el lujo de ceder un solo metro cuadrado a favor de lo privado y es preciso abogar por la construcción de más y mejor espacio público con calidad ambiental. Si dejamos que prosperen este tipo de intervenciones nos exponemos a ser cómplices en la construcción de una ciudad cada vez más vulnerable en lo climático, más excluyente en lo social, más lejana en lo que hace a los derechos y más ajena a la hora de las decisiones que nos afectan como ciudadanos. •

Vista de Puerto Madero desde la Reserva Ecológica. Dibujo del autor. 43 •


Indicadores ambientales para la planificación y gestión de las ciudades Instrumentos de normalización disponibles (normas ISO/IRAM)

JAVIER PISANO Arquitecto UBA. Especialista en Planificación Urbana y Regional. Miembro de la Comisión de Urbanismo y Ambiente del CPAU, representa a la institución en el Subcomité de Construcción Sostenible y en la Comisión de Ciudades Sostenibles de IRAM. Consultor en temas urbano ambientales. Docente FADU-UBA.

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n la actualidad, todas las políticas públicas urbanas se ven atravesadas por el paradigma de la sustentabilidad, con los matices que determina la ubicación geográfica y las particularidades que establecen cada una de las dimensiones de análisis de cada una de las metrópolis. Esto puede verificarse en los procesos de formulación de la mayoría de los planes recientes, las normas vigentes en CABA, las recomendaciones de Naciones Unidas, los sistemas de certificación internacionales, y la generación de instrumentos de normalización internacional, como son las normas ISO. La aplicación de políticas urbanas bajo el paradigma de la sustentabilidad tiende a fortalecer la visión integral en la actuación sobre el territorio; un manejo holístico que no solo refiere a la mejora de la relación del sistema urbano con el subsistema natural. Claramente la articulación de los grandes temas metropolitanos, la generación de redes entre núcleos urbanos, la compacidad de las urbanizaciones junto a un uso racional del «suelo urbano» o urbanizable, la mejora de los sistemas de movilidad, la eficiencia energética, la convivencia con el soporte territorial en el que se insertan, la generación de actividades económicas y la instalación de actividades culturales, educativas y sociales para la población residente, junto con una reformulación de los espacios públicos urbanos hacia la escala del peatón y no del vehículo automotor, son el eje en la mayoría de las políticas públicas urbanas, y colaboran en la construcción de resiliencia en las ciudades. • 44

La generación de políticas públicas bajo este paradigma permitiría reducir los impactos de las acciones de urbanización sobre un territorio, produciendo una mayor eficiencia y eficacia en el uso de los recursos disponibles. Implementar políticas públicas que transformen el modo lineal del «metabolismo» de la ciudades (insumo-consumo-emisiones), en un modo circular donde parte de las «emisiones» se reducen y otras se transforman en insumos de nuevos procesos, es parte de los objetivos, al proyectar políticas de planificación sustentables. Es importante destacar que todos los indicadores de gestión que se han creado bajo este marco conceptual incorporan esta visión holística del sistema urbano y monitorean variables de cada una de las dimensiones que lo integran. Un sistema de indicadores posibilita modelizar la realidad según las variables que nos interesan observar particularmente. Es decir, nos permite enfocar las cuestiones más significativas. Un Indicador es una descripción de la realidad, basada en datos confiables, recogidos mediante metodologías válidas y consensuadas. Los indicadores pueden ser del tipo cuantitativos o cualitativos; y pueden establecer líneas de base para aspectos de todas las dimensiones de estudio de los procesos urbanos. Pueden, también, escalarse a todos los niveles de actuación sobre el territorio (políticas, planes, programas, proyectos).


Los sistemas de indicadores en el marco de herramientas de normalización Desde 2009, el CPAU participa de los procesos de normalización en los temas de sustentabilidad que se generan desde IRAM, vinculados con el ejercicio profesional. A partir del segundo semestre del 2016, por pedido del CPAU, el GCBA y otras instituciones, se generó, dependiente del subcomité de Construcción Sostenible, la comisión de Ciudades y Comunidades Sostenibles. Sus integrantes son representantes de instituciones públicas, académicas y gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y de profesionales. Esta comisión realiza el tratamiento de todas las normas vinculadas a indicadores de sostenibilidad, empezando por la norma ISO 37101, sancionada como IRAM 37119, Términos generales para un sistema de gestión para el desarrollo sostenible, actualmente vigente. Este año se finalizó el tratamiento de la Norma ISO-IRAM 37120, Ciudades Sostenibles. Indicadores para los servicios urbanos y la calidad de vida, y se enviará a discusión pública próximamente, con el objetivo de que se transforme en norma en el primer cuatrimestre de 2022. El plan de trabajos para el año 2022 incluye la norma ISO 37100, de vocabulario, la norma ISO 37122, Indicadores de ciudades inteligentes, y la norma ISO 37123, Indicadores de ciudades resilientes. Para todas las normas a tratar, la comisión aspira a adaptar su aplicación al medio local como ISO-IRAM, para poder mantener la estructura de origen, y que la norma local pueda ser comparable con la norma internacional que genere los indicadores de otras ciudades del mundo. Norma IRAM 37119 Norma ISO - IRAM 37120 Norma ISO - IRAM 37123

Norma ISO - IRAM 37122

Esquema ilustrativo de la estructura normativa generada por ISO, incluida dentro del plan de trabajos dentro de la comisión de Ciudades Sostenibles.

La norma ISO 37123, Ciudades y comunidades sostenibles. Indicadores para ciudades resilientes, proporciona un conjunto de indicadores sobre la resiliencia con los que las ciudades pueden medir su situación. Esta norma complementa a los indicadores incluidos en la norma en proceso de sanción y publicación en el ámbito local, ISO-IRAM 37120, Ciudades Sostenibles. Indicadores para los servicios urbanos y la calidad de vida. Como ilustra el Gráfico, el conjunto normativo se completa con la norma ISO 37122, Indicadores de ciudades inteligentes. Según publica ISO, la norma ISO 37123 fue desarrollada con la participación de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres • (UNDRR, por sus siglas en inglés) para asegurar que esté alineada con el Marco de Sendai, un acuerdo voluntario de los Estados miembros de la ONU para trabajar en la reducción del riesgo de desastres. También se transforma en un aporte a la campaña mundial de la UNDRR, Ciudades Resilientes.•

En su introducción, la norma establece una visión integral del concepto de ciudades resilientes, que genera el marco para la formulación de los indicadores específicos para cada dimensión:

Una ciudad resiliente es capaz de prepararse, recuperarse y adaptarse a los choques y tensiones. Las ciudades se enfrentan cada vez más a las perturbaciones, incluidos los fenómenos naturales extremos o los provocados por el hombre, que provocan pérdidas de vidas y lesiones, pérdidas materiales, económicas y/o medioambientales. Estos choques pueden incluir, entre otros, inundaciones, terremotos, huracanes, incendios forestales, erupciones volcánicas, pandemias, vertidos químicos y explosiones, terrorismo, cortes de energía, crisis financieras, ciberataques y conflictos. Una ciudad resiliente también es capaz de gestionar y mitigar las tensiones humanas y naturales en curso en una ciudad, relacionadas con la degradación del medio ambiente (por ejemplo, la mala calidad del aire y del agua), la desigualdad social (por ejemplo, la pobreza crónica y la escasez de vivienda) y la inestabilidad económica (por ejemplo, la creciente inflación y el desempleo persistente) que causan impactos negativos persistentes en una ciudad. (ISO, 2019). La necesaria visión holística a la que induce la problemática ambiental nos invita a trabajar en equipos interdisciplinarios, con mirada multidimensional y con instrumentos que, a partir de los avances en las aplicaciones informáticas, son útiles para las etapas de diagnóstico, planificación y gestión. Las herramientas de normalización, que en otros órdenes del ejercicio profesional nos establecen parámetros técnicos claros de calidad, construidos a partir del consenso de todos los actores del sector, en el ámbito del urbanismo establecen un menú interesante de sistemas de indicadores y procedimientos para su elaboración que, adecuados a la realidad local, parametrizan aspectos de cada componente del medio. Este sistema de indicadores, ajustado en aspectos cualitativos y cuantitativos, homologado en su constitución por varias instituciones, con espíritu colaborativo en su sistema de gestión, se transforma en una poderosa herramienta de planificación y gestión de las ciudades. Nos permitiría establecer una línea de base cuali-cuantitativa, con la posibilidad de proponer metas concretas a alcanzar, con políticas públicas y programas de actuación, que, finalmente, permitan fortalecer la robustez de reacción de nuestras ciudades ante impactos negativos de eventos o situaciones que las afectan. •

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Eficiencia energética La estrategia para una ciudad más sustentable y resiliente GABRIELA CASABIANCA Arquitecta UBA. Docente e investigadora del Centro Hábitat y Energía de la FADU-UBA, donde dicta la materia Energía en Edificios. Certificadora y Formadora del Programa Nacional de Etiquetado de Eficiencia Energética en viviendas y consultora en eficiencia energética.

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l desarrollo sostenible de las ciudades y su contribución a la mitigación del cambio climático es hoy un objetivo global importante: según la Agencia Internacional de la Energía, el sector edilicio y la construcción representan aproximadamente el 36% del uso final de la energía (destinada principalmente a climatización, y en menor medida a iluminación y electrodomésticos) y el 39% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) relacionadas con el recurso energético. En Argentina, cerca del 90% de las viviendas están localizadas en áreas urbanas, con situaciones de déficit tanto en cantidad de viviendas como en la calidad constructiva, en muchos casos en condiciones irrecuperables. En el año 2017, la Ciudad de Buenos Aires adhirió al compromiso de ser una ciudad carbono neutral, resiliente e inclusiva para el año 2050. Para lograr este compromiso, debe acelerar su acción climática en el corto y mediano plazo con el objetivo de alcanzar una reducción del 52% de sus emisiones para el año 2030 y de un 84% para 2050 con respecto a las emisiones del año base 2015. En este contexto,

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la oportunidad de implementar programas de mejora de la eficiencia energética en edificios existentes es especialmente relevante, ya que existe una capacidad limitada de crecimiento en la superficie construida y, por lo tanto, la mayor oportunidad de reducción de emisiones en el sector de las edificaciones estará vinculada a acciones de retrofit. Esto implica implementar un conjunto de medidas orientadas a mejorar la eficiencia energética de un edificio existente, con el fin de reducir sus requerimientos energéticos y las emisiones asociadas; estas acciones pueden aportar hasta el 55% de la reducción de GEI necesaria para alcanzar el compromiso adquirido. Más del 37% del parque de viviendas de CABA tiene más de cincuenta años, de acuerdo a los datos del INDEC (Censo 2010), y fue construido de acuerdo con las técnicas, materiales y normas de construcción de épocas precedentes, menos rigurosas que las normas actuales en cuanto a las características térmicas de las envolventes edilicias, resultando un comportamiento energético edilicio muy deficiente comparado con los parámetros actuales.


Entre diciembre de 2019 y agosto de 2020 se realizó una prueba piloto de Etiquetado Energético de Viviendas, en el marco del Programa Nacional de Etiquetado de Viviendas que impulsa la Secretaría de Energía de la Nación. Ese estudio, que abarcó 150 viviendas, incluyó la definición de criterios de evaluación y alertas sobre la situación energética de las unidades etiquetadas y un análisis de posibles mejoras para obtener una mejor categoría en la etiqueta. Como ejemplo, se indica que la transmitancia térmica media de paredes es de 2,0 W/m2K, de las cubiertas de 2,2 W/m2K y de las aberturas 4,1 W/m2K, lo que excede los valores que establecen normas actuales como el Código de Edificación de la Ciudad. Un importante aporte a la sostenibilidad de los edificios consiste en mejorar el parque existente a través de medidas de intervención orientadas a reducir el consumo energético y, consecuentemente, las emisiones. Entre estas intervenciones, los aspectos relacionados con el aislamiento térmico, la reducción de infiltraciones y puentes térmicos son indispensables para disminuir la alta demanda energética necesaria para alcanzar adecuadas condiciones de confort térmico en los espacios habitables: aumentar la aislación y cambiar aberturas son las medidas de mayor efectividad que inciden directamente en la reducción del consumo de energía destinado a la climatización. Estratégicamente, es importante avanzar en la caracterización del parque edilicio existente y el desarrollo de acciones para su rehabilitación; la demolición y nueva construcción no son una opción viable, ni económica ni energéticamente, ya que implican el consumo de mayores recursos tanto financieros como energéticos. Los materiales de construcción tienen un fuerte impacto en lo energético en su fabricación y puesta en obra y las demoliciones, además,

generan enormes cantidades de residuos de construcción que no son totalmente reciclables o recuperables. La prioridad debe ser avanzar en el sector edilicio, fomentando las acciones de retrofit, recuperando lo existente (y por eso es fundamental conocer las características del sector), y las mejoras en la eficiencia energética apuntan directamente a la reducción del consumo de energía destinada a calefacción y refrigeración, y a la reducción de las emisiones de GEI originadas por las energías fósiles que cubren esa demanda de energía. Además, estas acciones también contribuyen a mejorar las condiciones de habitabilidad, y tienen otros cobeneficios asociados, tanto a nivel macro, como reducción de contaminación del aire, creación de empleo o reducción de la vulnerabilidad a la pobreza energética, como a nivel de los ocupantes, tales como mejoras en la calidad de vida, el confort y la salud, disminución de los gastos de energía para los usuarios finales e inclusive la perspectiva de aumentar el valor inmobiliario de los edificios y/o las unidades de vivienda que se sometan a estas acciones de rehabilitación. El camino de rehabilitar es actualmente adoptado en muchas ciudades, sobre todo en Europa donde el parque inmobiliario es inclusive mucho más antiguo que en nuestras ciudades: se apunta a la transformación del entorno construido, implementando medidas que mejoren o promuevan la resiliencia de las ciudades al cambio climático. •

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Reciclaje de materiales de obras Beneficios para una ciudad más resiliente

SUSANA CARUSO Arquitecta UBA. Maestranda en Gestión Ambiental (UNSAM). Directora de Proyecto de investigación en materiales con fibras naturales y papeles de obra en el CEP-ATAE, FADU-UBA. Práctica profesional en reciclado de edificios y arquitectura sustentable.

ntre las condiciones para que una ciudad pueda definirse como sostenible están la reducción del impacto ambiental de sus actividades y la promoción de modalidades de consumo y producción sostenibles, acordes con sus propias circunstancias territoriales, geográficas, sociales, económicas y culturales. La industria de la construcción es una importante generadora de residuos. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, esta circunstancia se ve exacerbada ante la falta de alternativas de inversión, que genera un incremento en el número de edificaciones como resguardo de valor, lo cual conlleva, entre otros impactos, un inevitable aumento del tránsito por traslado de materiales y por la recolección de residuos de obra. Y estos, a su vez, aceleran el agotamiento de rellenos sanitarios. Afortunadamente, muchos de estos residuos pueden llegar a transformarse y cobrar nueva vida, contribuyendo a disminuir el impacto. En el Centro Experimental de la Producción (CEP), que dirige el arquitecto Levinton, se llevan a cabo desde hace varios años investigaciones para transformar distintos tipos de residuos en materiales de construcción, siguiendo un criterio de economía circular. Un caso abordado desde el CEP es el de los cascotes generados por demolición de las viejas casas de ladrillo de la ciudad, mediante la gestión de cascotes y poliestireno expandido realizada para una obra del Estudio Kozak, a través de una Asesoría Técnica Rentada de la FADU-UBA, junto a la Arq. Marta Yajnes (ver nota •). Esta asesoría dio como resultado la fabricación en la misma obra de bloques para cerramientos de fachada, utilizando los

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residuos de demolición de la vivienda existente en el terreno. Por otro lado, al indagar sobre el aprovechamiento de los residuos de papel de una obra, tales como bolsas de cemento, cal, adhesivos y premezclas, entre otros, vemos que actualmente son desechados en volquetes, no siendo recogidos por recuperadores urbanos por considerarlos “sucios”. El reciclaje de los papeles de obra requiere del establecimiento de políticas públicas específicas y estrategias de separación in situ. A modo de ejemplo exitoso se puede mencionar el caso de la cementera Argos para su filial Colombia, la cual implementó para sus clientes un programa de recolección de bolsas de cemento usadas en obra, con posterior entrega a fabricantes de fibrocemento o cartón para ser utilizadas como insumo. La iniciativa incluye el entrenamiento del personal en obra para su adecuado manejo y reciclaje. Si dirigimos la atención a Europa, notamos que en un país como España, que sigue la estricta legislación ambiental europea, las tasas de reciclaje de papel llegan al 80% (por ejemplo, Recytrans). La Asociación de Empresas Gestoras de Residuos de la Construcción y Demolición de Castilla y León (AGERDCYL), menciona en su página web que el 90% de los residuos de construcción y demolición puede valorizarse, entre ellos los residuos de papel y cartón, los cuales logran ser recuperados por gestores especializados. En el Proyecto de Investigación Avanzada que dirijo desde el año 2013, con sede en el CEP-ATAE, se exploran las posibilidades de crear materiales constructivos para ser empleados en proyectos de autoconstrucción, vivienda social y generación de empleo. Se procura que resulten económicos, de bajo peso, con buena aislación térmica y con reducido impacto ambiental respecto a bloques, ladrillos y revestimientos de fabricación tradicional. Se usan como materia prima papeles y cartones no reciclados habitualmente, fibras naturales y bioplásticos. La investigación forma parte de Proyectos UBACyT, dirigidos por la Arq. Marta Yajnes.


Placas con Papeles de Obras. Foto: Susana Caruso.

Hasta el momento se han fabricado bloques, ladrillos, placas de revestimiento, varios modelos de módulos para dividir ambientes, módulos para difusión acústica y diversos objetos de diseño y equipamiento, todos ellos con papel cemento. Este material cuenta con varios ensayos en el INTI de resultados satisfactorios y se han aplicado placas de papel cemento en dos estudios de caso en viviendas de la Ciudad, que cumplen satisfactoriamente con las cualidades esperadas. Es importante tener en cuenta que la Ciudad de Buenos Aires genera a diario más de ocho mil toneladas de basura (GCBA). La mayor parte se entierra en los rellenos sanitarios que se encuentran ubicados en el conurbano bonaerense. Según una nota del diario Clarín del 5 de abril de 2021, solo el 46% de las personas que viven en la Ciudad separa sus residuos. Se pierden así por día dos mil toneladas de desechos que podrían reciclarse, pero se tiran como basura. Dentro de esas dos mil toneladas diarias de desechos potencialmente recuperables, se encuentran papeles que no son valorizados en la actualidad, en forma de bolsas de productos en polvo para la construcción. Estos papeles son arrojados diariamente a los volquetes, contaminándose con restos de pinturas, productos fraguados y residuos orgánicos. Si fueran separados in situ evitando la contaminación, podrían aprovecharse para su uso en mezclas cementicias (Caruso y Yajnes, 2016). Sin embargo, a través de una consulta telefónica realizada al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre disposición final de residuos de papel y cartón provenientes de obras, sabemos que son separados y desechados como Residuos Sólidos Urbanos (RSU). Estos residuos, por ser de origen orgánico, generan gases de efecto invernadero en su proceso de descomposición. Es necesario señalar que las fibras de celulosa provenientes de papel o cartón que forman parte de una mezcla cementicia, aportan a los materiales mayor liviandad y más aislación térmica y acústica que productos similares de mercado, además de contribuir a la regulación de la humedad en espacios interiores.

De acuerdo a la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland, en 2020 se despacharon en la CABA 156.258 toneladas embolsadas, o sea 3.125.160 bolsas de 50 kg (AFCP). Cada bolsa de cemento vacía pesa 150 gr, lo que significan 468.774 kg de papel al año solo para este material. Si tomamos en cuenta también el papel de las bolsas del resto de materiales en polvo, es posible inferir que podría disponerse de una considerable cantidad de este residuo para la elaboración de distintos productos. Para determinar sus mejores posibilidades de aprovechamiento. Sería necesario realizar una cuantificación aproximada de bolsas desechadas y elaborar pautas para su separación in situ y su recolección diferenciada. Es necesario controlar las fuentes de emisión de contaminantes ambientales producidos por la industria de la construcción y su impacto en las ciudades. Las investigaciones mencionadas, realizadas en el ámbito de la universidad pública, no solamente apuntan a la visibilización de esta problemática sino que pretenden desarrollar herramientas que, aplicadas al manejo de residuos, promuevan una mirada más abarcativa para transitar el camino hacia una ciudad más resiliente, tomando en cuenta distintas variables de la sustentabilidad. • Bibliografía Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (2020). Anuario 2020. Datos estadísticos. Asociación de Empresas Gestoras de Residuos de la Construcción y Demolición de Castilla y León (s.f.). La Asociación ARGOS (s.f.). Sacos verdes. Programa de aprovechamiento de sacos de cemento y agregados. Caruso, S. I. y Yajnes, M. E. (2016). PIA TRP 01. Pp. 2635- 2654 Estudio Kozak (2016). Casa Olaya [obra de Arquitectura]. GCBA (2021). Una Ciudad más reciclable. Recytrans (21 de julio de 2020). ¿Cómo se recicla el papel y cartón?

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Edificios energía cero Camino hacia ciudades post carbono

MICAELA D’AMANZO Arquitecta FAUD-UM. Becaria Doctoral del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía INAHE-CONICET. Doctoranda UTN, Regional Mendoza.

CAROLINA GANEM KARLEN Arquitecta FAU-UM. Especialista en Diseño Sustentable, Centro ABITA-UNIFI (Florencia, Italia), Máster y Doctora en Arquitectura (Programa en Arquitectura, Energía y Medioambiente) por la ETSAB-UPC (Mención de Doctor Europeo) Barcelona, España. Investigadora Independiente del INAHE-CONICET y Profesora Titular Efectiva en la Carrera de Proyectos de Diseño de la UNCuyo. Docente Investigadora Categoría 1 CONEAU. Formadora y Certificadora Energética de Edificios por la Secretaría de Energía de la Nación.

n el marco del calentamiento global y la incertidumbre ante el futuro de las ciudades, se proponen nuevas formas de pensar y hacer Arquitectura. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en conjunto con la Agencia Internacional de Energía (IEA), señalan que los edificios consumen el 40% de la energía final mundial y producen el 33% de emisiones de gas efecto invernadero, directa o indirectamente. Existe un objetivo global de limitar el calentamiento global a 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales, y que podría alcanzarse a partir de una conciencia colectiva, donde como arquitectos podemos hacer aportes valiosos. Las políticas para la descarbonización de las ciudades combinan la eficiencia energética mediante la conservación de la energía, la electrificación sin combustibles fósiles y el uso de energías renovables para cumplir con la demanda eléctrica en los edificios. Estas medidas podrían reducir hasta un 54% las emisiones de carbono. Hace más de una década se está consolidando una nueva aproximación en el diseño edilicio con el objetivo de lograr un equilibrio entre consumo y producción de energía en el sector: los Edificios Energía Cero (EEC) y sus variantes (edificios de energía positiva, edificios de energía casi nula o baja energía). Estos se diferencian de otros edificios concebidos en el marco de la sustentabilidad porque su funcionamiento debe cumplir anualmente con un balance energético neutro entre generación y demanda de energía primaria. Se plantea un criterio de diseño integral, con vistas hacia la Arquitectura regenerativa, atento a disminuir la huella ecológica en las construcciones y aumentar la biocapacidad de la tierra. Para ello, se involucran diversas estrategias:

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A. integración de estrategias pasivas y de conservación de

energía (como ganancia solar, ventilación e iluminación natural, aislamiento térmico de la envolvente);

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MARÍA VICTORIA MERCADO Arquitecta FAU-UM. Máster en Energías Renovables: Aplicaciones en la Edificación por la Universidad Internacional de Andalucía (España) y Doctora en Ciencias, Área Energías Renovables por la FCE-UNSa. Es Investigadora Adjunta del INAHE-CONICET, Profesora Titular a Cargo de Arquitectura Bioclimática y JTP Acondicionamiento Natural en la Carrera de Arquitectura de la UNCuyo. Formadora y Certificadora Energética de Edificios por la Secretaría de Energía de la Nación.

B. eficiencia energética y tecnologías para la producción de

energía a partir de energías renovables (en zonas urbanas los sistemas fotovoltaicos y eólicos son los mayormente utilizados);

C. sistemas de recuperación de aguas grises y pluviales para

diferentes usos dentro del edificio;

D. materialidad baja en carbono, donde se evalúan el ciclo de

vida persiguiendo establecer ciclos «de la cuna a la cuna»;

E. mejoramiento del confort térmico y calidad del aire en el

interior del edificio;

F. reducción de los desperdicios y desechos generados tanto

en el proceso constructivo, durante su operación y mantenimiento, y al final de la vida útil del edificio.

Desde el punto de vista financiero, si bien es necesaria una inversión inicial para la adquisición de sistemas de energías limpios y el mejoramiento constructivo mencionado, diversos estudios comparativos entre edificios convencionales y edificios energía cero en etapa de funcionamiento muestran que los EEC generan una demanda energética un 25% a un 50% menor. Tal es la importancia de la contribución al ahorro energético, que internacionalmente se encuentran disponibles medidas regulatorias para construir bajo estos estándares, como por ejemplo la Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo EPBD 2010/31/EU, del año 2010 y la establecida por Departamento de Energía de los Estados Unidos (US DOE), A Common Definition for Zero Energy Buildings, del año 2015. Recientemente, el International Code Council (ICC) ha incorporado al International Energy Conservation Code (IECC), versión 2021, anexos para edificios residenciales y comerciales, los cuales establecen referencias de requerimientos


Fotografía del edificio corporativo ITC Soluciones, polo TIC Mendoza (proyecto Arq. Gustavo Llera), que cumple con los requerimientos de edificio de baja energía o casi nula ubicado en el polo industrial de la Ciudad de Mendoza, Argentina. Se observa el diseño de protecciones solares que integra paneles fotovoltaicos. Fuente: Fotografía de las autoras, 2021.

energéticos fundamentales al momento de proyectar. Estas plantean un rango entre 20 kWh/m2 a 180 kWh/m2 anual en edificios residenciales y no residenciales nuevos, según zona climática. Con la posibilidad de rehabilitar edificios existentes bajo estos estándares. Se estima que la renovación de la totalidad del parque edilicio podría darse, en un escenario optimista, para 2050. A nivel nacional, si bien aún no se encuentra reglamentada la implementación de EEC, en términos de generación de energías renovables en Argentina, se sancionó el Decreto 1075/2017 ley N° 27.424 «Régimen de fomento a la generación distribuida de energía renovable integrada a la red eléctrica pública», lo que es considerado un avance importante en la legislación nacional, que puede dar pie a la integración de EEC. Específicamente, el artículo 7° indica que:

…a partir de la sanción de la presente, todo proyecto de construcción de edificios públicos nacionales deberá contemplar la utilización de algún sistema de generación distribuida proveniente de fuentes renovables, conforme al aprovechamiento que pueda realizarse en la zona donde se ubique, previo estudio de su impacto ambiental en caso de corresponder, conforme a la normativa aplicable en la respectiva jurisdicción.

El impulso de políticas gubernamentales es primordial para la construcción masiva de EEC. Actualmente, grandes capitales del mundo se suman a la meta «post carbono», readaptando los modelos tradicionales a conceptos colaborativos y sostenibles, mediante la instalación de redes de distribución eléctrica inteligentes (smart grids) y libre conectividad. Los edificios eficientes son actores fundamentales en los nuevos modelos de ciudad y la integración de sistemas de energías renovables para producción de energía los hace «prosumidores», alentando una mejor gestión de los consumos. Bajo la mirada de la planificación urbana, el agrupamiento de edificios de energía cero en ciudades como Buenos Aires podría otorgar seguridad ante la pobreza energética y mayores beneficios ambientales. Ya a partir del año 2012 en el marco del Programa Eficiencia Energética en Edificios Públicos (PEEEP) y la Agencia de Protección Ambiental (APRA) han realizado diagnósticos energéticos en obras públicas lo que tiempo después ha dado paso a nuevos programas de eficiencia energética. El crecimiento en la capacitación de profesionales en normativas vigentes, investigación y educación ambiental amplía la visión para determinar criterios propios con el objetivo de mejorar nuestras ciudades en el presente y hacia el futuro. Se espera como proyectistas poder integrar estas nuevas tendencias a las tradicionales, siendo facilitadores de los EEC para la renovación de edificios construidos y en nuevos proyectos, y de esta manera contribuir a la mitigación del cambio climático. • 51 •


Energía y territorio Nuevas infraestructuras de producción energética renovable en Chile UMWELT Oficina de investigación y práctica en Arquitectura y Diseño Territorial fundada en Santiago de Chile por Ignacio García Partarrieu y Arturo Scheidegger. El 2016 ganaron el premio Debut de la Trienal de Lisboa 2016 por sobre 140 candidatos a nivel mundial.

Es importante recalcar que no estamos en un análisis simplista, sino en una encrucijada de complejidades. Tenemos que combinar el llegar a final del mes con el fin del mundo. Nicolas Hulot

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hile, como consecuencia de su geografía y clima, cuenta con algunos de los mejores lugares para la instalación de infraestructuras de producción energética renovable a nivel mundial. Desde el desierto más seco y con mayor radiación solar en el norte, pasando por la potencia y caudal de los ríos que nacen en Los Andes y bajan a los valles centrales, hasta los glaciares y las mareas del Estrecho de Magallanes en el extremo sur del continente. Tanto por estas excepcionales condiciones naturales como por una serie de cambios en la industria (a nivel local y global), esta transformación se volvió irreversible. Enmarcado por fuertes movimientos sociales que reclaman una perspectiva más ecológica entre infraestructuras y territorio, la construcción de proyectos de energías renovables se está dando a una velocidad que obliga a repensar de manera urgente esta transformación y sus posibles impactos, consecuencias y potencialidades. En este contexto la investigación parte de preguntarse cuáles son los impactos, problemas y sobre todo las oportunidades de los diferentes tipos de proyectos de energías renovables —solar, eólico, geotérmico, hidroeléctrico, mareomotriz, etc.— que se están implementando y se implementarán a lo largo de todo el país durante los próximos años. A lo largo de más de 4.000 km, en un rango de latitudes equivalente a la distancia entre Noruega y Egipto, diferentes comunidades en diferentes geografías y climas se verán afectadas por estas nuevas infraestructuras. Nos planteamos el desafío de entenderlos como activos públicos, de repensar su condición histórica de cajas negras, aisladas, mono funcionales, y de externalidad negativa, aprovechando la oportunidad de que en muchos casos se tratan de las inversiones más importantes que estos lugares recibirán en mucho tiempo. Si entendemos que estos artefactos son parte del sistema mayor de flujos productivos que organiza

el territorio global, parece imperativo asumir su importancia no solo funcional sino que también simbólica y su potencial para conformar nuevos espacios colectivos. La investigación consta de proyectos en distintas escalas, desde lo territorial a lo arquitectónico, que proponen maneras alternativas de diseñar y de integrar estas infraestructuras a sus contextos, superando el enfoque actual basado principalmente en variables técnicas y económicas, asociando las potenciales fuentes de generación a las diversas regiones y latitudes del país junto a sus especificidades geográficas, ecológicas, productivas y culturales. El desarrollo del territorio se entiende hoy como una competencia por el suelo y sus recursos entre los productores por un lado y las comunidades locales y los ecosistemas por el otro, siendo estos últimos usualmente los más desfavorecidos. Tal como se ha hecho notar en el último tiempo, la mera producción en base a energías renovables, como esfuerzo aislado, no es suficiente en la transición hacia un mundo post carbono (Iturbe, 2021), aun cuando se trata de una condición necesaria. En su versión actual, el mundo de las energías renovables no hace más que replicar en clave verde muchos de los vicios del paradigma fósil. La única manera de que esta transformación sea sostenible en el tiempo es que las ciudades, principales consumidoras de energía, se hagan cargo de los efectos que producen sobre estos territorios. De no hacerlo, se trata solamente de colonialismo energético en base a oligopolios, especulación y la creación de nuevas zonas de sacrificio (Rivas, 2021). Hemos intentado imaginar nuevas formas de mediación y convivencia más complejas y justas, pues, tal como dice una frase ampliamente difundida en las redes: «Si despoja a los pueblos, no es energía limpia». •

Hulot, N. (14 de abril de 2019). Tenemos que combinar el llegar a fin de mes con evitar el fin del mundo [entrevista]. Diario El País. Iturbe, E. (2021). Two Modernities in one. En Non Extractive Architecture, Vol.1 Rivas, P. (7 de noviembre de 2021). Una central eléctrica llamada España vaciada. Diario El Salto.

*El trabajo aquí presentado se ha desarrollado desde el año 2016 en adelante en el contexto de una serie de talleres, seminarios y workshops liderados por UMWELT y Pilar García Alfonso en el MARQ (Magíster en arquitectura) y MAPA (Magíster en arquitectura del paisaje) de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Ligas Hídricas: mini centrales hidroeléctricas como articuladoras ecoprogramáticas. Lugar: Río Malleco, Provincia de Malleco, Región de la Araucanía, Sur de Chile. Autor: Daniel De León 53 •


Colonización Solar: conexión multi-industrial del asentamiento María Elena. Lugar: María Elena, Provincia de Tocopilla, Región de Antofagasta, Norte Grande de Chile. Autor: José Luis Reyes • 54


Maritorio Energético: energía undimotriz como articuladora del ecosistema y el patrimonio del estrecho de Magallanes. Lugar: cabo de San Isidro, península de Brunswick, región de Magallanes y de la Antártica Chilena, extremo sur de Chile. Autora: Paola Salazar Opazo 55 •


Artificios Solares: cultivando el desierto de Atacama entre el cielo y el suelo. Lugar: Diego de Almagro, Provincia de Chañaral, Región de Atacama, Norte Chico de Chile. Autor: Argenys Ricardo Nelson Trimiño

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Eólica: estrategias para la integración productiva y energética en el contexto rural. Lugar: LLanquihue, Provincia de Llanquihue, Región de Los Lagos, Sur de Chile. Autor: Juan José Castro 57 •


Aquastructura: una nueva infraestructura hídrica en base a plantas desalinizadoras en el desierto de Atacama. Lugar: Copiapó, Provincia de Copiapó, Región de Atacama, Norte Chico de Chile. Autora: Andrea Bit

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El cambio cultural como camino hacia ciudades resilientes

JAVIER BAJER Máster en Neurociencias y doctor en Psicología Social. Editor en Jefe de Strategic HR Review y profesor visitante en reconocidas Escuelas de Negocio.

¿Cuál es el principal cambio que las ciudades latinoamericanas deben realizar para tener ciudades más resilientes? Cualquier intento de hacer una ciudad resiliente puede fracasar si los planes no incluyen una transformación cultural como eje principal. Ya hay demasiada evidencia que muestra cómo grandes proyectos urbanísticos, que en papel prometían cambios positivos para los habitantes de una ciudad, terminaron descartados o, peor aún, generando gastos presupuestarios sin poder mostrar resultados concretos. El problema es que muchos diseños de ciudades ponen en un segundo (o tercer) plano los cambios necesarios en las conductas de quienes usarán una plaza, o un camino o un hospital, concentrándose en los aspectos urbanísticos estructurales, pues estos resultan más fáciles de representar en conversaciones con los líderes de estas ciudades. La idiosincrasia latinoamericana requiere de un mayor foco en las conductas de las personas, si la intención es generar resiliencia en escala. Nuestra relación con las reglas de convivencia, nuestra percepción del otro, de lo que está mal y lo que está bien, es muy propia de nuestra cultura. Es por eso que es imprescindible que quienes diseñan ciudades incorporen en sus equipos, desde el principio de los proyectos, especialistas en conducta social con experiencia en economía de la conducta, para construir los diseños de forma tal que las conductas ciudadanas se vean apoyadas y reforzadas por los diseños más técnicos.

¿En qué medida la cultura estatal afecta la posibilidad de realizar cambios urbanos en el corto plazo en las ciudades?

sobreimprime la agenda de los funcionarios de carrera, el oportunismo, la campaña o la visibilidad de algún proyecto en particular, interfieren de forma directa sobre la posibilidad de realizar cambios reales en las ciudades.

¿Cómo podríamos construir un urbanismo con un enfoque resiliente para la Ciudad de Buenos Aires y la Región Metropolitana? Es interesante la pregunta, porque hoy existen agendas muy diferentes (muchas veces por razones obvias) entre las prioridades de CABA y AMBA. Para hablar de un urbanismo regional deberíamos anteponer la calidad de vida de los ciudadanos, por encima de las agendas políticas. Y eso requiere de mucha madurez y compromiso, no solo con los ciudadanos sino con el largo plazo de sus vidas. Crearía un equipo que trascienda la política, obviamente apoyado por la misma, con una agenda de quince años. Desde ese lugar, sería posible construir un modelo sistémico y sustentable, diseñando soluciones de fondo (habitacionales, de transporte, de gestión de residuos, de seguridad, de acceso, de inclusión, de disfrute, etc) pensadas en todos los actores sociales por igual. El lector desilusionado puede pensar que esto es una utopía y que las cosas nunca cambian. Yo estoy convencido de que podemos construir ciudades resilientes en América Latina, porque lo hemos hecho en distintas partes del mundo, en lugares donde nadie creía posible. Es solo una cuestión de animarse y desafiar los modelos tradicionales usados detrás de ciudades, que hoy sufren la falta de diseño coherente, desperdiciando muchas oportunidades y recursos, mientras implementan parches en sus intentos frustrados de desarrollar mayor resiliencia. •

Uno de los desafíos enormes que tienen las ciudades es el corto plazo que tienen los líderes para hacer una diferencia significativa. En América Latina, donde el poder político 59 •



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Ejercicio profesional Esta sección es un espacio de comunicación del CPAU con la matrícula. Aquí encontrarás las acciones que lleva a cabo el Consejo, actualidad de la profesión, actividades, guía para realizar trámites y más. «La estrategia más efectiva para que haya resiliencia y desarrollo sostenible es mirar los recursos disponibles en el sitio, o la comunidad, o en tu interior, e intentar aprovecharlos al máximo sin depender de factores externos». Anna Heringer


ACCIONES

Encuesta de perfil profesional

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omo ya adelantamos en la edición anterior, realizamos la Encuesta de Perfil Profesional que, cada dos años, nos permite conocer la situación de nuestra matrícula. En esta edición, por varias razones, la muestra tomó otra magnitud, porque es una de las prioridades de la gestión actual de Consejo. Queríamos conocer cómo trabajamos y qué percibimos de la profesión. Pero también por la coyuntura: la pandemia nos obligó a replantear la encuesta con nuevos temas y preguntas. Alcanzamos un récord de 1.755 personas encuestadas, triplicando casi el número de la muestra anterior.

Análisis de los resultados La información que publicamos a continuación es parte del resumen elaborado por la socióloga Natalia Carini: «La media de edad es alta, se encuentra en un valor cercano a los 55 años. El universo que respondió la encuesta está compuesto mayoritariamente por varones; sin embargo, la caracterización por género muestra una distribución equilibrada entre varones y mujeres. A pesar de que la amplia mayoría de las personas matriculadas se encuentran en la actualidad en actividad laboral, se resalta que cerca de un 20% no posee trabajo. Este porcentaje no debe ser subestimado; sin embargo, dada la distribución por edad en muchos casos puede suponerse que algunos se hayan retirado del mercado laboral, sean inactivos, es decir, que estén jubilados. Es por esto que resulta necesario analizar la distribución de los profesionales sin actividad según la edad. Así, de este análisis surge que existe un 10% de matriculados sin actividad laboral en el grupo de hasta 29 años; un 13% que tienen entre 30 y 40 años; un 12% que tienen entre 41 y 50 años; un 15% entre 51 y 60 años; un 23% que tienen entre 61 y 70 años; y, por último, cerca de un 40% de los profesionales mayores de 70 años que manifestaron encontrarse sin

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actividad laboral. A partir de los datos expuestos, queda manifiesto que a medida que se avanza en la edad aumenta el porcentaje de profesionales que no se encuentran en actividad laboral. En este sentido, la franja etaria más preocupante podría encontrarse entre los 41 y 60 años quienes podrían presentar mayores dificultades para insertarse en el mercado laboral desde su profesión. En cuanto a los ingresos de los matriculados, es destacable que el promedio de ingresos podría considerarse, en términos generales, bajo. Independientemente de la edad de los profesionales, la mayoría de los encuestados percibe ingresos mensuales que, en promedio, van desde los 50 a los 100 mil pesos. Esta escala representa los ingresos más frecuentes entre los profesionales que participaron de la encuesta. Para tomar una referencia, en comparación con el salario mínimo, vital y móvil establecido en julio 2021 (fecha de realización de la encuesta) éste se ubicaba alrededor de los 27.216 pesos, es decir que el equivalente a dos salarios mínimos se incluiría dentro de la escala más frecuente de ingresos promedio entre los profesionales. El análisis de los ingresos percibidos debería complementarse con las condiciones de trabajo y contratación de los trabajadores profesionales de arquitectura. Esta profesión está caracterizada principalmente por la inserción ocupacional como trabajadores independientes, lo cual plantea ciertas problemáticas específicas. Si bien esta categoría engloba diferentes tipos de experiencias y posiciones dentro del mercado laboral, se pueden identificar factores comunes que dan cuenta de cierto grado de vulnerabilidad de los profesionales independientes, quienes deben afrontar de modo autónomo estas dificultades. En particular, aquellos que se encuentran en una posición de informalidad, pueden presentar ciertos riesgos tales como encontrarse desprovistos de la protección otorgada por el sistema de seguridad social. Las condiciones de contratación precarias e informales fueron señaladas por varios de los encuestados y creemos que pueden llegar a haber más


profesionales en esta situación, pero que han registrado algunas de las categorías prefiguradas de respuestas (ejemplo: contrato con estudio) sin ahondar en la situación precaria de su contratación. En cuanto a las tareas principales en donde los profesionales concentran su ejercicio profesional, la mayoría de las respuestas dadas por los encuestados identificaron las actividades de Proyecto, Dirección, Diseño y Construcción dentro de las principales. Mientras que Medianería, Paisajismo, Comercialización y Ventas, Arquitectura Efímera y Transporte fueron seleccionadas en menor medida. La percepción de las personas encuestadas respecto de las especialidades con mayor proyección se encuentra marcadamente orientada hacia el uso de nuevas tecnologías y el desarrollo de arquitectura sustentable (uso de materiales y energía que reduzca el impacto ambiental). Esto último se corresponde, a su vez, con el interés que expresaron los matriculados respecto a capacitaciones y actividades formativas, también vinculadas a temáticas de uso de nuevas tecnologías y medio ambiente. En esta línea, fue alto el porcentaje de encuestados que manifestó no haber incorporado nuevas tecnologías en su actividad laboral, por lo que resulta una necesidad palpable para el desarrollo profesional de los mismos. Siguiendo esta línea, resulta fundamental atender al pedido de ampliación en las temáticas de capacitación en donde se incluya la formación en softwares especializados, y fundamentalmente en Building Information Modeling (BIM, procesos y metodologías para la generación y gestión de datos de un edificio u obra de ingeniería civil durante su ciclo de vida). La adquisición de habilidades y destrezas en este sistema es no solo una solicitud expresada de los encuestados, sino un requisito de múltiples ofertas laborales tanto locales como internacionales. Por otra parte, los encuestados manifestaron también un notorio interés por temáticas asociadas a sustentabilidad y protección del medio ambiente mediante acceso a formación en métodos constructivos, uso de materiales, uso eficiente de la energía, en definitiva, en herramientas y métodos que reduzcan el impacto negativo sobre el medioambiente.

laboral (independientemente de la calificación de los trabajadores) y en un contexto de permanente transformación del mercado laboral producto de los cambios tecnológicos cada vez más acelerados, profundizados por los requerimientos de la pandemia, una de las estrategias que permiten hacer frente a nuevas oportunidades se presenta a través de la formación continua, la incorporación de nuevas habilidades y destrezas que actualmente son requeridas. Estas necesidades han sido fuertemente señaladas por los profesionales consultados en el presente estudio. En cuanto a la funciones y misión del CPAU, gran parte de los profesionales señalaron estar conformes con el funcionamiento del Consejo. Sin embargo, otro grupo de profesionales manifestó y solicitó mayor acompañamiento y defensa en el desarrollo de la actividad profesional. En algunos casos mencionaron pedidos de intervención del Consejo para facilitar trámites ante el GCABA (que, en muchos casos, refirieron que entorpece y retrasa el desarrollo de los proyectos y no dan respuesta a sus solicitudes de reclamo). La opinión general y más frecuente en relación con la misión del CPAU se corresponde con la necesidad de defensa del ejercicio profesional, acompañar al matriculado para facilitar el desarrollo de su actividad profesional. Como señalamos anteriormente, el hecho de ser una profesión caracterizada por el ejercicio «independiente» plantea la necesidad, manifestada por los profesionales, de sentirse parte de un colectivo, que colabore en su profesión, que lo asesore y facilite su desempeño laboral. Para lograr el objetivo de defender y acompañar en el ejercicio profesional, una solicitud de los profesionales es la construcción de lazos, vínculos y articulación entre CPAU y administraciones públicas del ámbito nacional, provincial y/o municipal que faciliten desde la realización de tramitaciones necesarias para la actividad profesional, e interrelación con universidad a través de convenios que permitan el acceso a cursos de capacitación y formación en temáticas de interés profesional que resulte accesible en términos de costos para los profesionales; en otras palabras, que CPAU actúe como un actor fundamental en un contexto económico es adverso, propiciando que el trabajador tenga más herramientas que mejoren su futuro profesional y laboral». • VER RESULTADOS DE LA ENCUESTA →

En una actualidad atravesada por la pandemia, que acentuó y acrecentó los niveles de desigualdad e injusticia en todo el mundo 63 •


CONVENIOS

La posición del CPAU en relación a los convenios urbanísticos El CPAU dejó en claro su posición en todas las audiencias públicas y presentó once puntos que, a su criterio, deben cumplirse para garantizar un tratamiento igualitario y transparente.

Y

a en noviembre de 2020 el Consejo se expidió en varias audiencias públicas sobre los Convenios Urbanísticos. En esa oportunidad, conformó un equipo técnico para trabajar sobre las instancias de reglamentación que deberían aplicarse a estos instrumentos. «El convenio es una herramienta poderosa de modificación de las normas, lo que implica un valioso y, a la vez, riesgoso instrumento que debe ser sólido en su encuadre reglamentario y criterioso, además de transparente, en su aplicación (…). A la fecha, los Convenios ya presentados han resultado controversiales», aseguró Emilio Rivoira, presidente del CPAU, en una nota periodística en marzo de 2021. «En este sentido, entendemos en el CPAU que la definición de un marco reglamentario es un hecho positivo que limita la posibilidad de uso arbitrario, alejándolo del solo interés inmobiliario», agregó. Para esa época, el CPAU elaboró un documento de once puntos que tiene como objetivo asegurar la calidad de los impactos urbano-ambientales, garantizar la equidad de las propuestas sin desvirtuar el Código Urbanístico y bregar por la transparencia de las operaciones, garantizando la participación ciudadana. En las últimas audiencias del 15 de octubre y del 19 de noviembre, también el CPAU participó como expositor. En la primera, habló el propio Rivoira y en la segunda estuvo Andrés Borthagaray, presidente de la comisión de Urbanismo y Medioambiente. «Consideramos válida la herramienta», aclaró Rivoira, pero hizo muchas salvedades. «Por la escala, este convenio no es la herramienta idónea», agregó en referencia puntual al convenio celebrado con IRSA y volvió sobre la igualdad, la transparencia y la participación. Borthagaray expuso a partir de las posiciones ya presentadas por Rivoira en la audiencia anterior • 64

sobre el convenio entre el GCABA y la empresa IRSA. Se refirió en primer lugar a la figura del convenio, luego habló sobre la relación de los convenios con el Código Urbanístico, siguió con el proceso de planeamiento y participación, en cuarto lugar relacionó los convenios con el Plan Urbano Ambiental y, a continuación, con los temas presupuestarios, para luego abordar el tema en relación con la situación de los y las profesionales en cuanto la normativa. Finalmente, trató la relación de los convenios con la emergencia ambiental y con la necesidad de generar un marco de confianza. Borthagaray enfatizó que cada convenio merece un tratamiento particular, caso por caso, con registro y análisis del impacto en cada comuna, así como de las mejoras que traerá. En ambas sesiones, el Consejo presentó los once puntos mencionados • Por otra parte, el consejero Néstor Magariños agregó, en otra oportunidad: «Lamentablemente ninguno de los convenios cumplió con los once puntos y, además, hay algunos puntos —como la publicidad previa a la ley y consulta a los linderos— que consideramos indispensables para garantizar la transparencia». También remarcó «un punto importante en nuestra posición: los convenios no deben aplicarse sobre terrenos pequeños que están bien encuadrados en el Código Urbanístico». •

Ver documento con los once puntos Nota sobre la audiencia del 19/11 Nota sobre la audiencia del 15/10 La opinión del Consejo a través del artículo de su presidente, Emilio Rivoira


CÓDIGOS

Código Urbanístico: respuestas del GCABA sobre su aplicación Durante este año, recabamos consultas que nos enviaron matriculados y matriculadas y las enviamos al GCABA. Respondidas de acuerdo a la legislación vigente, las compartimos en un apartado especial de nuestra web. Es importante aclarar que en las obras registradas con normativas anteriores se deben respetar las referencias, definiciones e instrumentos contemporáneos, siempre y cuando no se incremente la superficie o se cambie el uso. Las respuestas del GCABA también fueron transcriptas tal como nos fueron enviadas. • VER CONSULTAS Y RESPUESTAS DEL GCABA →

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TRÁMITES

La preocupación por los trámites

Mesa de Seguimiento

Carta a la SECDU

La situación de las tramitaciones y reclamos de profesionales nos ha llevado a abrir una Mesa de Seguimiento de Trámites que, si bien ya funcionaba desde antes, formalizamos a mitad de año.

A fines de septiembre enviamos junto con el Consejo Profesional de Ingeniería Civil una nota al secretario de Desarrollo Urbano, Álvaro García Resta. En ella, resumimos la preocupación de ambas entidades ante las evidentes dificultades en la gestión de las tramitaciones que traen complicaciones a nuestra matrícula con sus comitentes.

Se trata de un formulario, disponible para toda la matrícula activa, que nos permite sistematizar los problemas, informar a la dependencia del Gobierno el problema e intentar que se resuelva, tener una devolución y seguimiento de cada caso y también, periódicamente, elaborar un informe con el estado de situación general. Su presentación es voluntaria, no actuaremos en ningún caso si no es un pedido expreso de un/a matriculado/a cuya incumbencia esté debidamente documentada en la respectiva encomienda. No recibiremos pedidos de propietarios/as, inversores/as, gestores/as, vecinos/as u otros/as matriculados/as. Al momento, recibimos 197 pedidos para canalizar diversos problemas en relación con los trámites. Acceder al formulario • 66

Reconocemos la receptividad que la SECDU ha demostrado en frecuentes reuniones de trabajo y comprendemos las dificultades de adaptación a nuevos códigos y procedimientos, por eso le solicitamos que se revean procesos en beneficio de la práctica profesional. Para ello, acercamos un anexo con sugerencias. • Ver nota y anexo


CHARLAS

Charlas online Estos son los temas que se trataron en las charlas transmitidas en vivo y en directo desde nuestros canales. Todas siguen disponibles en nuestro canal de Youtube. El bien común en la formación de la Arquitectura Cómo formar profesionales que contemplen el bien común es el tema que trataron los docentes en esta charla online. Nos contaron qué desafíos tienen en cada facultad y cómo enseñan Arquitectura teniendo en cuenta esta visión. Presentado por Emilio Rivoira, presidente del CPAU, participaron también del encuentro el consejero Roberto Frangella, el coordinador del programa Arquitectura para el Bien Común, y la consejera Carolina Day, integrante también del programa.

Docentes de la charla Gustavo Diéguez, profesor titular del taller A77 de la FADU-UBA. Lucas Gilardi, profesor adjunto del taller A77 de la FADU-UBA. Alejandro Borrachia, decano de la Escuela Superior de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Morón. Vanesa Franco Gómez, profesora de Proyecto Final Integrador de la Universidad de Morón. Fabián de la Fuente, profesor titular del taller de Proyecto Integrado IA de UNSAM y consejero CPAU. Julia Cattani, docente en taller de Proyecto V e Integrado de la UNSAM y de RED-Ferrari de FADU-UBA. Ver charla en Youtube

Tierra pública e instrumentos urbanísticos en debate El Observatorio Metropolitano (OM) organizó un webinar en el que tres especialistas disertaron sobre las subastas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde distintos lugares: Luis Baer (CONICET-UBA) se refirió a las subastas en tanto política de suelo, Ivana Socoloff (CONICET-UBA) las analizó desde los actores y la dinámica inmobiliaria mientras que la mirada de Néstor Magariños se centró en el planeamiento urbano. Fue moderado por Alicia Novick, directora del OM. En noviembre, el Observatorio Metropolitano (OM) presentó la actualización del Mapa de Subastas, herramienta de producción propia que contiene toda la oferta de tierra pública que se puso a la venta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) desde 2017 a la actualidad. Mapa de Subastas Públicas 2017-2021

Cambio climático: mensajes clave y certezas científicas La conferencia Cambio climático: mensajes clave y certezas científicas, estuvo a cargo de Inés Camilloni, doctora en Ciencias de la Atmósfera por la Universidad de Buenos Aires La charla fue transmitida por todos nuestros canales de streaming: Youtube, Facebook, Linkedin, Twitter y Twitch

Emilio Rivoira dio la bienvenida como anfitrión y presidente del CPAU mientras que los arquitectos Daniel Kozak y Fernando Diez, asesores del CPAU en temas ambientales, complementaron el evento con sus comentarios. Camilloni es doctora en Ciencias de la Atmósfera (UBA), profesora asociada en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA) e investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA/UBA-CONICET). Integra el Consejo Asesor Científico del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Ambiental Global (IAI) y forma parte del Comité Científico del Programa Interdisciplinario sobre Cambio Climático de la Universidad de Buenos Aires (PIUBACC). Además, es autora líder de reportes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. • 67 •


CONVOCATORIAS

Convocar a la reflexión

Durante este segundo año de pandemia invitamos, a través de nuestras comisiones de Arquitectura y de Formación y Asuntos Universitarios, a participar de dos convocatorias cuyo objeto fue el espacio público; una estuvo orientada a estudiantes y otra, a profesionales.

Cuerpos en el Espacio La convocatoria invitaba a hacer una aproximación al espacio público que cruce las miradas desde la disciplina con sus experiencias subjetivas, en tanto personas que lo habitan, circulan y desarrollan diferentes actividades en él. «Históricamente, los cuerpos encuentran en el espacio público un soporte productor y reproductor de reclamos sociales, territorios de disputa y también de construcción colectiva. En la coyuntura de la pandemia, hemos visto cómo el espacio público se convirtió en lugar de esparcimiento, encuentro, construcción de redes sociales, de expresiones artísticas y donde el cuerpo se volvió protagonista. Frente a este escenario, creemos que es indispensable generar espacios de reflexión acerca del rol del espacio público desde su doble dimensión. Por un lado, a partir del modo en que esos espacios fueron pensados y materializados y, por otro, entendiendo que estos juegan un rol central como productores de las subjetividades que los habitan. Esta convocatoria invita a reflexionar y a producir una narrativa visual sobre los modos de habitar los espacios públicos», subrayó la presidenta de la comisión de Formación y Asuntos Universitarios, la arquitecta Rosa Aboy. La Convocatoria Cuerpos en el Espacio Público invitó a estudiantes de Arquitectura, Diseño, Urbanismo y Planificación del Paisaje a «reflexionar y visibilizar los modos que adquiere la inserción de las personas, con su diversidad y corporeidad, en el espacio público, incluso • 68

en aquellos casos en los que pone en crisis las nociones ideales del espacio público mismo. En efecto, allí se produce el encuentro de la materialidad arquitectónica y urbana con las prácticas y experiencias de los cuerpos. De este modo, el espacio urbano aparece como un escenario para la comunicación y el intercambio, donde sus habitantes materializan los principios de igualdad y también, a veces, se convierte en un territorio de desigualdad, exclusión y estigmatización». • Ver trabajos

Jurado de la Convocatoria: comisión de Formación y Asuntos Universitarios Presidenta Arq. Rosa Aboy Presidenta alterna Arq. Paloma Carignani Equipo de trabajo Arq. Rodrigo Aja Espil Arq. Maria Violeta Nuviala Antelo Arq. Fernando Galizia Arq. Paula Yacuzzi Asesora de la Comisión Arq. Graciela Runge


Intersticios Urbanos En el contexto demarcado por la pandemia, Intersticios Urbanos fue una convocatoria a la reflexión que permitiera un aporte profesional y ciudadano sobre la temática. «La denominamos Intersticios Urbanos y, con esto, nos referimos a áreas públicas en las que se producen discontinuidades por destinos inadecuados o indefinidos, espacios sin ninguna función o con usos inconvenientes que rompen la continuidad de la ciudad caminable, que separan y dividen, que generan vacíos urbanos», expresó la comisión de Arquitectura, organizadora de la convocatoria, en las bases. Para el Jurado, los trabajos recibidos invitaron, en su conjunto, a la reflexión, al análisis y representación de desafíos a futuro y a estrategias posibles de solución, desde diferentes ópticas, escalas y sentires. Tanto las propuestas distinguidas como las destacadas se proyectaron sobre distintos puntos geográficos, con acciones que en su mayoría se basan en la creatividad, requieren pocos recursos económicos y técnicos para su materialización y ponen en valor el patrimonio natural, particularmente en relación a los cursos hídricos, los espacios verdes y el borde costero. •

Jurados/as y asesores/as Presidente CPAU Arq. Emilio Rivoira Presidenta de la comisión de Arquitectura CPAU Jurado invitado Arq. Flora Manteola Arq. Daniel Kozak Jurada invitada Arq. María José Leveratto Jurada invitada (Uruguay) Arq. Daniella Urrutia Asesor Arq. Andrés Borthagaray

Trabajos distinguidos

Trabajos destacados

No hagas la plaza. Gabriel Mariano Antón.

Contenedores urbanos. Horacio Sardín, Roberto Frangella. Colaboradores: Lorenzo Di Ninno y Federico Batemarco.

Plan desregulador para Buenos Aires Bárbara Berson, Horacio Sardín, Roberto Frangella, Valeria del Puerto. Colaboradores: Lorenzo Di Ninno y Florencia Dipadova. Ni de frente ni de espaldas, adentro... Manuel Otero Castro. Colaborador: Gustavo Reinoso.

Pasaje verde - Comuna 12. Guillermo Nicolás Klein, Fermin Amado, Nuria Arinci, Verónica Murphi. Proyecto Plazoleta Pujol. Juan Kutianski, Leonardo Liñan, María Paula Ferreira Cepeda. Intersticios urbanos - Pasaje Civit Melina Liotta, Nicolas Horovitz. Colaboradores: Roxana Chapoñan y Diego Redondo. La escuela sin patio. Mario Nestor Boscoboinik, María Patricia Coprez, Jorge Aníbal Iribarne. Colaboradores: Mijal Boscoboinik, Agustín Oderiz.

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ACTIVIDADES

Jornadas nacionales de cátedras de Legal y Ética 2021 En agosto se realizó, de manera virtual, el encuentro con docentes de facultades de Arquitectura del país y participaron también autoridades de los tribunales de ética. Por Lorena Obiol

E

n una modalidad virtual durante los días 9 y 12 de agosto se llevaron adelante estas jornadas en las que se abordaron los temas relacionados con los alcances de las actividades reservadas al título de arquitecto/a, los honorarios exiguos y la ética, el inicio de la profesión y el ejercicio profesional en el futuro. La primera jornada contó con la participación de los presidentes del CPAU y la SCA y del presidente de la comisión de Ética del CPAU. «En 2014, Carlos Marchetto e Irene Kalnins, luego de participar en Mendoza en unas Jornadas de Ética de FADEA, identificaron la importancia de poder transmitir y convocar a las cátedras de Legal del país, con el afán de profundizar, perfeccionar, debatir y contribuir al crecimiento de la formación de arquitectas y arquitectos en la profundidad de aspectos éticos, normativos y legales», comenzó el racconto histórico Emilio Rivoira, presidente del CPAU. «Es sumamente positivo que los cuerpos docentes se hayan podido sumar a esta versión con modalidad virtual, que nos puede resultar abstracta pero que también permite que se pueda nuclear más gente que la que se hubiese podido hacer si tuvieran que desplazarse hacia la sede del CPAU», agregó antes de darle paso a Jorge Aslan, presidente de la comisión de Ética. «Estas jornadas, en momentos tan especiales como los que estamos viviendo, representan nuestro deseo de tener una mirada positiva y esclarecedora relacionada con el buen devenir de nuestra profesión. El sentido de la responsabilidad debe prevalecer en nuestra

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profesión como personas, como profesionales y como integrantes de la sociedad», expresó Aslan. El presidente de la comisión hizo referencia al largo tiempo que transcurre entre la terminación de la carrera universitaria y la entrega de los títulos habilitantes, a la necesidad de unificar criterios en torno a la ética profesional entre todos los consejos y colegios del país, para evitar significados equívocos. Luego de agradecer especialmente a la arquitecta Kalnins, homenajeó al arquitecto Jorge Víctor Rivarola, «quien escribió hace ya más de ochenta años el plenamente vigente libro Responsabilidades y Derechos de los Arquitectos. Este libro nos enseñó y guió durante nuestra carrera profesional y es, aun hoy, espacio de consulta permanente». Darío López, presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, tuvo un espacio en la inauguración: «Discutir y actualizar el sistema de ética es muy importante para el ejercicio profesional. Estas jornadas nacionales contribuyen a este debate y a transmitirles a los jóvenes profesionales, porque vemos en la comisión de Ética que los problemas que surgen son todos solucionables con la aplicación de la norma, la aplicación del sistema, y eso hace que los jóvenes profesionales sean mejores». Finalmente, Carlos Marchetto, coordinador de las Jornadas junto con Kalnins, y vicepresidente de la comisión de Ejercicio Profesional, remarcó la necesidad de seguir con la periodicidad de estos encuentros: «Es importante mantener este ritmo de encuentros cada dos años con docentes de Legal para reflexionar y compartir estrategias


educativas sobre este tema, que parece muy duro, y que necesita convocar a los y las estudiantes para que puedan tomar conciencia de que en poco tiempo serán profesionales, se van a conectar con clientes y tienen que empezar a mentalizarse». Luego, anunció el temario y dio paso al primer panel, Alcance de las actividades reservadas al título de arquitecto/a, a cargo de Graciela Runge y Rosa Aboy. La programación continuó con Honorarios exiguos y ética, por Jorge Uriol Demarchi y Orlando Ferraro. En el segundo día se abordaron El ejercicio profesional en el futuro, por Griselda Balián y Paula Lavarello, y El inicio de la profesión, por Gerardo Montaruli, Ezequiel Bakrokar y Roberto Colombo. El cierre de las Jornadas quedó a cargo de Montaruli, en su rol de presidente de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos.

Alcances de las actividades reservadas a título Rosa Aboy, consejera y presidenta de la comisión de Formación y Asuntos Universitarios (COFAU), comenzó remarcando la importancia de tomar desde el Consejo la discusión de las actividades reservadas a título.

«Este tema atraviesa transversalmente todas las actividades de la matrícula porque tiene que ver con lo que antes llamábamos las incumbencias. Hay una decisión de esta gestión de tomarlo desde las diferentes comisiones porque vemos que tanto estudiantes como, en algunos casos, profesionales que vienen a matricularse no están al tanto de lo que implican las actividades reservadas a título», comenzó la presidenta de la COFAU. «Las universidades son fundamentales en la definición de estas actividades y de los perfiles profesionales. Fueron las propias facultades las que decidieron mantener dentro de los planes de estudio algunas de las actividades vinculadas al urbanismo y la planificación, que fueron dejadas de lado en las actividades reservadas a título y, sin embargo, siguen integrando las currículas. De ahí la importancia de conocer cuáles son las actividades reservadas al título sobre las que no solamente podemos desarrollar nuestras prácticas sino sobre las que tenemos responsabilidades legales», advirtió Aboy. «Es importante que nuestros títulos sean homogéneos y homólogos, que la forma y los contenidos nos habiliten para los distintos perfiles profesionales y que sean, de alguna manera, asimilables, ya sea que uno se

reciba en la Patagonia o en Salta, si bien hay particularidades locales que hay que atender», agregó y anticipó que luego del recorrido histórico que explicó Graciela Runge, asesora de la COFAU, se iban a mostrar los videos enviados por la Universidad Nacional de Rosario (enviado por la arquitecta María Laura Guirria y el magíster y arquitecto Claudio Solari) y por el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Entre Ríos. Runge, luego de agradecer, fue directo sobre las actividades reservadas a título. «Como dijo Carlos (N de la R: Marchetto), en 2019, después de la promulgación de esta resolución, nuevamente iniciamos nuestras reflexiones respecto de algo que suponíamos resuelto. Desde 1987 habíamos transitando el desarrollo de la profesión con nuestras primeras 19 incumbencias, luego la 20 a partir de 2006, y generalmente no habíamos tenido problemas», comentó a modo de introducción mientras se preparaba a mostrar uno de los videos que ejemplificaba la relación entre formación y ejercicio profesional a partir de las actividades profesionales reservadas al título. «La Ley de Educación Superior planteó un glosario diferente. Ahora es Actividades profesionales reservadas al título, por un lado, y alcances de título, por el otro», explicó previamente a referirse a la definición de los estándares y continuar con el recorrido histórico de las exincumbencias. «En mayo de 2018, sin ninguna situación de intercambio, sin informar sobre esta resolución que nos iba a afectar, el Ministerio resuelve la 1254/18. A partir de acá es importante definir qué es una actividad reservada a título: subconjunto limitado dentro del total de alcances de título que refieren a las habilitaciones que involucran tareas que tienen un riesgo directo sobre la salud, la seguridad, los derechos, los bienes o la formación de los habitantes», leyó Runge, quien contó que, junto a FADEA, el CPAU presentó un documento propositivo en relación al tema. Luego de detallar la propuesta, que incluía cinco actividades reservadas a título con un marco doctrinario basado en el Manual del Ejercicio Profesional de la Arquitectura (MEPA) y que, además, se podía verificar en los aranceles orientativos y referenciales de las diferentes provincias del país, Runge explicó la situación actual y concluyó: «En este momento, no podemos dejar de trabajar junto con académicos/ as y asociaciones profesionales para que en todo el país los alcances de título tengan la misma estructura, de modo tal que nuestro título tenga en todo el país las mismas competencias».•

71 •


CAPACITACIÓN

2300 personas tomaron cursos de Capacitación CPAU Dentro del programa que tenemos en el Consejo para capacitar arquitectos y arquitectas, incluimos el beneficio de que nuestra matrícula activa o vitalicia se pueda capacitar de manera gratuita. También, tenemos cursos arancelados que incluyen descuentos para profesionales del CPAU. Durante 2021 dimos capacitación a 2300 profesionales en 30 cursos completamente gratuitos y 3 que fueron de interés general, con arancel. Al finalizar el ciclo, les consultamos mediante nuestro campus virtual si preferían el formato virtual que nos impuso la pandemia y la mayoría respondió que sí. •

La preferencia de lo virtual ¿Estás interesado/a en que los cursos vuelvan a formato presencial? 150 respondieron que NO 51 respondieron que SÍ ¿Estás interesado/a que se sigan desarrollando capacitaciones virtuales? 200 respondieron que SI 1 respondió que NO ¿Crees que la plataforma virtual aporta beneficios para el desarrollo de la capacitación en función del contacto con los/as docentes, descarga de materiales, entrega de TP final, etc.? 198 respondieron que SI 3 respondieron que NO ¿Qué horario es más conveniente para que te capacites? 12 prefieren Turno Mañana (10 a 12:30 horas) 23 prefieren Turno Tarde (15:30 a 18 horas) 164 prefieren Turno Noche (18:30 a 21 horas) • 72


Temáticas dictadas este año ¿Cómo elegir una carpintería de aluminio? ABC del Ejercicio Profesional en CABA y Jurisdicción Nacional. Buenas Prácticas en la Prevención de Riesgos Laborales en Etapa de Excavaciones y Demoliciones Dirección de Obra e Higiene y Seguridad en la Construcción Fachadas en Aluminio y Vidrio – Enfoque Técnico para Profesionales de la Arquitectura Herramientas Normativas para el Ejercicio Profesional de los Estudios de Arquitectura Historia de la Valoración del Movimiento Moderno Mantenimiento de Edificios Miniobras Miniobras I Miniobras II Normas para Construir en la Ciudad de Buenos Aires Normativas Aplicadas a Edificios de Educación Patologías de las Construcciones. Módulo I Patologías de las Construcciones. Módulo II Patologías de las Construcciones. Módulo III Prácticas Sustentables para Obras en Construcción Seminario Salamonópolis Tasaciones, Peritajes y Medianería Walter Gropius, la Escuela Bauhaus y la Arquitectura Moderna 73 •


BALANCE ANUAL

Estados contables al 31 de diciembre de 2020

Estado de situación patrimonial al 31 de diciembre de 2020 y 2019 (en pesos) Activo

31/12/2020

Activo corriente

31/12/2019

Pasivo

117.925.639 120.907.800

Deudas comerciales (nota 3.3)

Inversiones (anexo E)

115.623.823

Créditos (nota 3.2) Total activo corriente

1.743.171

1.855.946

235.292.633 217.135.903

1.149.217

462.660

Deudas sociales (nota 3.4)

3.894.886

3.110.439

Deudas fiscales (nota 3.5)

950.510

554.216

5.994.613

4.127.315

Total pasivo corriente

Activo no corriente

Pasivo no corriente

Bienes de uso (Anexo A)

139.015.568 138.289.489

Previsiones (Anexo G)

3.500.000

4.084.218

Total activo no corriente

139.015.568 138.289.489

Total del pasivo no corriente

3.500.000

4.084.218

Total del pasivo

9.494.613

8.211.533

Patrimonio neto

Según estado correspondiente

Total del activo • 74

31/12/2019

Pasivo corriente

Disponibilidades (nota 3.1)

94.372.157

31/12/2020

374.308.201 355.425.392

364.813.588 347.213.859

Total pasivo y patrimonio neto

374.308.201 355.425.392


Estado de recursos y gastos Correspondiente al ejercicio finalizado el 31 de diciembre de 2020. Comparativo con el ejercicio anterior. (En pesos) 31/12/2020

31/12/2019

Matrículas

78.429.209

90.255.140

Encomiendas

44.140.051

55.024.923

Certificaciones

1.009.732

2.596.275

Otros Ingresos Operativos

1.971.087

3.046.404

125.550.079

150.922.742

80.443.021

77.341.683

Honorarios

7.809.196

8.657.536

Inmuebles y Servicios

1.963.261

3.739.942

19.064.640

21.991.855

2.887.160

9.370.387

460.704

528.625

26.391.183

32.181.865

Total

139.019.165

153.811.893

Resultado operativo

(6.590.784)

(2.889.151)

Resultado Financieros y Por Tenencia. Incluyendo el RECPAM

31.702.083

(36.225.550)

Depreciación de bienes de uso

(7.011.570)

(5.881.255)

6.378.302

(4.084.219)

17.599.729

(49.080.175)

Recursos (Anexo B)

Total

Gastos (Anexo C) Sueldos y Cargas Sociales

Operativos De Informática De biblioteca Especiales

Otros ingresos y egresos, neto (nota 3.6) (Déficit) Superávit del ejercicio

Estado de evolución del patrimonio neto Correspondiente al ejercicio iniciado el 1 de enero y finalizado el 31 de diciembre de 2019. Comparativo con el ejercicio anterior. (En pesos) Resultados Acumulados

Total al 31/12/2020

Total al 31/12/2019

Saldos al inicio Saldos al cierre del ejercicio 2019del ejercicio

347.213.859

347.213.859

396.294.034

(Déficit) Superávit del ejercicio

17.599.729

17.599.729

(49.080.175)

364.813.588

364.813.588

347.213.859

Rubros

Saldos al cierre del ejercicio

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AUDITORÍA

Informe de los auditores independientes A los señores miembros del Consejo Directivo del CONSEJO PROFESIONAL DE ARQUITECTURA Y URBANISMO Domicilio Legal: 25 de Mayo 486 Ciudad Autónoma de Buenos Aires CUIT: 30-52772883-1

Informe sobre los estados contables Hemos auditado los estados contables adjuntos de CONSEJO PROFESIONAL DE ARQUITECTURA Y URBANISMO que comprenden: (a) el estado de situación patrimonial al 31 de diciembre de 2020, (b) los estados de recursos y gastos, de evolución del patrimonio neto y de flujo de efectivo por el ejercicio finalizado en esa fecha, y (c) un resumen de las políticas contables significativas y otra información explicativa incluidas notas 1 a 5 y anexos A a G como información complementaria. Las cifras y otra información correspondientes al ejercicio económico terminado el 31 de diciembre de 2019 son parte integrante de los estados contables mencionados precedentemente y se las presenta con el propósito de que se interpreten exclusivamente en relación con las cifras y con la información del ejercicio económico actual.

Responsabilidad del Consejo Directivo en relación con los estados contables El Consejo Directivo es responsable de la preparación y presentación razonable de los estados contables adjuntos de conformidad con las normas contables profesionales argentinas, y del control interno que se considere necesario para permitir la preparación de estados contables libres de incorrecciones significativas.

Responsabilidad de los auditores Nuestra responsabilidad consiste en expresar una opinión sobre los estados contables adjuntos basada en nuestra auditoría. Hemos llevado a cabo nuestro examen de conformidad con las normas de auditoría establecidas en la Resolución Técnica N° 37 de la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas. Dichas normas exigen que cumplamos los requerimientos de ética, así como que planifiquemos y ejecutemos la auditoría con el fin de obtener una seguridad razonable de que los estados contables están libres de incorrecciones significativas. • 76


Una auditoría conlleva la aplicación de procedimientos para obtener elementos de juicio sobre las cifras y la información presentadas en los estados contables. Los procedimientos seleccionados dependen del juicio del auditor, incluida la valoración de los riesgos de incorrecciones significativas en los estados contables. Al efectuar dichas valoraciones del riesgo, el auditor tiene en cuenta el control interno pertinente para la preparación y presentación razonable por parte de la entidad de los estados contables, con el fin de diseñar los procedimientos de auditoría que sean adecuados en función de las circunstancias y no con la finalidad de expresar una opinión sobre la eficacia del control interno de la entidad. Una auditoría también incluye la evaluación de la adecuación de las políticas contables aplicadas y de la razonabilidad de las estimaciones contables realizadas por la entidad, así como la evaluación de la presentación de los estados contables en su conjunto. Consideramos que los elementos de juicio que hemos obtenido proporcionan una base suficiente y adecuada para nuestra opinión de auditoría.

Opinión En nuestra opinión los estados contables mencionados presentan razonablemente, en todos sus aspectos significativos, la situación patrimonial del CONSEJO PROFESIONAL DE ARQUITECTURA Y URBANISMO al 31 de diciembre de 2020, el resultado de sus operaciones, el flujo de efectivo y la evolución del patrimonio neto por el ejercicio finalizado en esa fecha, de conformidad con las normas contables profesionales argentinas.

Informe sobre otros requerimientos legales y reglamentarios A. Al 31 de diciembre de 2020 la deuda devengada a favor del Sistema

Integrado Previsional Argentino que surge de los registros contables asciende a $ 3.183.477. no siendo exigibles a esa fecha.

B. Hemos aplicado los procedimientos sobre prevención de lavado de activos

de origen delictivo y financiación del terrorismo previstos por normas legales y profesionales.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 20 de julio de 2021. LA VISTA CASAL S.A. C.P.C.E.C.A.B.A. Tº 1 Fº 78 Juan Enrique Casal (socio) Contador Público (U.B.A.) C.P.C.E.C.A.B.A. T° 322 F° 24 77 •



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Cultura CPAU Esta sección está dedicada a recomendaciones de colega a colega sobre obras de Arquitectura, libros, música, muestras y ciudades del mundo. Además, reflexiones, notas de opinión y correo. ¡Animate y participá! Escribinos a revistanotas@cpau.org «La necesidad de que las ciudades del futuro sean resilientes se debe al hecho de que ahora más que nunca en la historia, las amenazas tanto naturales como provocadas por el hombre amenazan a las ciudades en forma de conmociones y tensiones». Han Admiraal y Antonia Cornaro


Biblioteca CPAU Abierta todo el año de L a V de 10 a 17 hs biblio@cpau.org

Aspectos estratégicos de la gestión pública para el crecimiento sostenible de las ciudades Navarro Arrendondo, A., González Torres, C., Ainstein, L., Signorelli, G. & Machuca, L. (2016). Caracas: CLAD.

Estrategias metodológicas de análisis urbano frente al cambio climático: matriz para el diseño adaptativo en asentamientos informales López Valencia, A. P. (julio a diciembre de 2018). Revista de arquitectura [Universidad Católica de Colombia], 20 (2), 78-89.

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Aquí la Biblioteca del Consejo presenta libros y revistas relacionados con el tema de tapa.

Ya está disponible la Biblioteca CPAU Digital. Hace click acá para descubrir todo el material.

Gestión regional/urbana apropiada en el nuevo siglo: el caso de las grandes aglomeraciones difusas

Gestión ambiental en entornos metropolitanos

Ainstein, L. (2016). Caracas: CLAD.

Lebrero, C. & Dadon, J. (Eds.). (2017). Buenos Aires: Diseño.

Resiliencia urbana en ciudades intermedias de América Latina

Huertos urbanos: ¿movimiento hispter o estrategia de resiliencia?

Cravino, María Cristina (2001) Pacha, M. J. (mayo de 2018). Medio ambiente y urbanización, 88, 11-28.

Porraz Castillo, M. (2017). Urban gardens : hipster movement or resilience strategy? Landuum, 4, 54-60.


Una obra de teatro Petróleo Por Coni Siniavsky

Elenco Grupo Piel de Lava: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes Dramaturgia y dirección Piel de Lava y Laura Fernández Asesoramiento artístico y entrenamiento corporal Andrés Molina Música y diseño de sonido Zypce Iluminación Matías Sendón Escenografía Rodrigo González Garillo

V

er Petróleo es una experiencia sensorial completa.

El clima que se genera durante toda la obra es impecable: no solo las luces y la música, también la coreografía de quienes actúan, sincronizada hasta en el más mínimo de sus movimientos. Esta sincronización se expone, aún más, cuando se encuentran dentro de un dormitorio ínfimo: cada persona deja lugar a otra, que lo ocupa, como un tetris de seres humanos llenando el espacio en una hermosa danza.

Piel de Lava Grupo teatral que inició en 2003. Lleva realizadas cinco obras (Neblina, Colores Verdaderos, Tren, Museo y Petróleo), una película (La Flor, dirigida por Mariano Llinás) y un libro que compila su trabajo.

Al comenzar, una voz en off con acento español explica las reglas de juego; un juego injusto con una ironía que se entiende al transcurrir las escenas. Los protagonistas, o debería decir les protagonistas: actrices mujeres haciendo de hombres, mueven parte de la escenografía con una coreografía bella, al ritmo de una música perfecta, para entrar en clima de teatro, La iluminación pensada al detalle cambia al presentar a cada protagonista, y vuelve a cambiar para que en una coreografía semi a oscuras se posicione primero en la escena el próximo protagonista.

La escenografía, tiene un mecanismo que le permite mutar, es otra danza en la oscuridad del teatro. Permite ver qué sucede, con la curiosidad de saber que no deberíamos mirarlo, porque cuando se enciende la luz se descubre el cambio, el adentro ya es un afuera, los espacios interiores cambian a exteriores en otra danza en semioscuridad. Ese manejo de la luz y del sonido me hizo saltar en la silla en más de una oportunidad. Concentrada en lo que sucedía, completamente inmersa en la obra, cada vez que la luz y la música se combinaban para hacer un cambio inesperado o esperado, lograba sobresaltarme, tanto en el apagón como en el encendido. Por eso, insisto: el clima es perfecto. Una obra con actuaciones impecables, que naturalmente forman parte del engranaje de espacio, luz y música.

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Un libro En el tiempo de las mariposas Por Mariana Segura

Autor Julia Ávarez Idioma Inglés Año 1994 Género Novela Editorial Workman Publishing Company

C Julia Ávarez Poeta, novelista y ensayista de habla inglesa, de nacionalidad estadounidense y dominicana. En el tiempo de las mariposas fue su segunda novela. Dedicada actualmente a escribir para niños/ as y jóvenes, tiene también publicados libros de poesía, ensayos y novelas para adultos/as. 82

uando vamos eligiendo lecturas, muchas veces lo hacemos por recomendaciones, otras por intuición, algunas por casualidad y unas otras, por necesidad de conocer ya sea a escritoras o a personajes. Como hija de las Madres del pañuelo blanco y madre de las hijas de pañuelo verde, mi llegada a En el tiempo de las mariposas combinó un poco de todo, aunque las mariposas fueron la mayor motivación. En la década del sesenta, en un Caribe convulsionado, cuatro mujeres destinadas a ser esposas y madres ponen en cuestión una dictadura, desafiando no solo a la misma dictadura, sino al propio patriarcado. Julia Álvarez, una dominicana radicada en Estados Unidos desde sus diez años con su familia, se muda a ese país huyendo de la dictadura de Trujillo. Poco tiempo después, llegan a su casa historias de mujeres que la enfrentaron y por lo cual el régimen las asesinó. Aún niña, guarda ese recuerdo que en la adultez decide indagar.

En el tiempo de las mariposas no es una novela histórica, sino una novela basada en la vida de las hermanas Mirabal, un homenaje a las llamadas mariposas. A través de la pluma de la autora, el relato se arma a cuatro voces (o cinco, con ella misma) en el cual cada hermana va contando, entre historias domésticas y diálogos intensos, cómo llegan a enfrentarse al régimen. Julia le da voz a Dedé, la única sobreviviente, Patria, Minerva y María Teresa. Cada hermana se suma a la oposición desde lugares diferentes. Desde la rebeldía y resistencia política, desde la fe en la Iglesia, desde el amor o desde el alejamiento, asumiendo la crianza de hijos/as y sobrinos/as, las cuatro marcan un hito fundamental: las revoluciones pueden ser hechas por mujeres. Hace unos días se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La elección de ese día no fue arbitraria. Me cuenta Ana Falú que hace cuarenta años, Magaly Pineda y las dominicanas propusieron esta fecha para conmemorar las luchas contra las violencias hacia las mujeres, en homenaje a las hermanas Mirabal.


Una ciudad Tokio, Japón Por Federico Brancatella

Superficie 2.194 km² Coordenadas N 35°41′23″ E 139°41′32″ Población 12.527.115 habitantes Gobernadora Yuriko Koike

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Centro de información turística de Asakusa, Kengo Kuma

Shizuoka Press Building, Kenzo Tange

The National Art Center, Kisho Kurokawa

Sede de Gobierno de Tokio, Kenzo Tange

Tokyo International Forum, Rafael Viñoly

Nezu Museum, Kengo Kuma

Museo de Arte Oriental, Le Corbusier

Complejo Olímpico de Yoyogi, Kenzo Tange

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Encontrá todas nuestras ediciones en www.revistanotas.org

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El camino para generar ciudades razonables y resilientes lo lideran los proyectos que saben integrar y colaborar con los ritmos de la naturaleza, en lugar del histórico modelo que intenta domesticarla y explotarla. La clave para encontrar el camino en el desarrollo de ciudades resilientes es, sin duda, la articulación sabia de sociedad, tecnología y naturaleza.


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