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Equidad | Mesa de Seguimiento de Trámites Encuesta de Perfil Profesional
equidad
Revista del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo ISSN 2591-3484 oct. 2021 año XIV
Autoridades CPAU
Staff
Presidente Arq. Emilio Rivoira
Propietario Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo
Vicepresidenta 1° Arq. Claudia Lanosa Vicepresidenta 2° Arq. Flora Manteola Secretario Arq. Fabián de la Fuente Pro-secretaria Arq. Rosa Aboy Tesorero Arq. Néstor Magariños Pro-tesorero Arq. Andrés Borthagaray Consejeros/as titulares Arq. Jorge Aslan Arq. Griselda Balián Arq. Bárbara Berson Arq. Paloma Carignani Arq. Carolina Day Arq. Adriana Dwek Arq. Roberto Frangella Arq. Agustín García Puga Arq. Daniel Silberfaden Consejeros/as suplentes Arq. Paula Lavarello Arq. Pablo Suárez Arq. Ana Artesi Arq. Matías Gigli
Directora Arq. Bárbara Berson Coordinadora editorial Arq. Vera Blitstein Colaboradores/as en este número Arq. Rosa Aboy Colectivo Nuestras Arquitectas Arq. Emilio Rivoira Colaboradores/as permanentes Esteban López Lorena Obiol Obra de tapa Alma Larroca Ilustración de secciones Arq. Javier Bossi Diseño ZkySky Diagramación Camila Macca Edición Nº49 / ISSN 2591-3484 Año XIV / Octubre 2021 Dirección Nacional del Derecho de Autor Expte. 46045728 / La revista notas CPAU forma parte de la Asociación de Revistas Latinoamericanas de Arquitectura (ARLA)
Gerente General Esteban López Gerenta Técnica Arq. Irene Kalnins
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Servicios al Matriculado D.M. Federico Carrasco
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El CPAU y la dirección de notas CPAU no se hacen responsables de los conceptos vertidos en los artículos firmados, que son de exclusiva responsabilidad de sus autores/as.
Asesor Legal Dr. Eduardo Padilla Fox Asesor Contable Ctdor. Fernando E. Tozzi
Alma Larroca Título: Don't let me down
Asesora en Comunicación Lorena Obiol
www.cpau.org / info@cpau.org 25 de Mayo 482, C1002ABJ, CABA Tel: +54 (11) 5239 9401 Fax: +54 (11) 4312 4759 Atención de L a V de 9 a 17 hs
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Índice
Editorial: Equidad Bárbara Berson 03
Tema de tapa Todo se trata de sumar Emilio Rivoira 06 El ejercicio profesional y la equidad de género Valeria del Puerto 08 El futuro de la equidad en las ciudades Entrevista a Ana Falú 10 La amistad es fundamental Leslie Kern 12 Palabras buenas Tomás Abraham 14 La nueva belleza de la Arquitectura Mederico Faivre 16 Géneros, sexualidades y espacio en trama: un debate pendiente en Argentina Martín Boy 18 Geografía feminista Mónica Colombara 20 La equidad como agenda y como construcción permanente en la formación y en el ejercicio de la Arquitectura Rosa Aboy 22 ¿Por qué no han existido grandes arquitectas mujeres? Victoria Migliori 24
La equidad de género para un nuevo paradigma profesional Cayetana Mercé 28 Caminando hacia la paridad de género Inés Moisset y Carolina Quiroga 30 Una experiencia formativa basada en la equidad Claudio Ferrari 32 Creer en lo imposible Liliana Taramasso 34 Unidad de Género FADU 36 Urbanismo feminista desde la participación y acción comunitaria Collectiu Punt6 38 Las calles para las mujeres Jimena Ramírez Casas 40 Acompañar el cambio de paradigma Luciana Pellegrino 42 Un viaje a la inclusión Agostina Signorini 44 Paisajes del cuidado Paula Soto Villagrán 46 Un perfil profesional elitista Clara Mansueto 48 Piqueteras y albañilas construyendo el mundo que deseamos Frente de Organizaciones en Lucha 50
Ejercicio profesional ¿Qué hicimos en los primeros meses de nuestra gestión? 56 El CPAU activo 58 Cómo funciona la Mesa de Seguimiento de Trámites 60 Valores vigentes a partir del 1º de octubre 61 Encuesta de Perfil Profesional 62 Dialogar para formarse mejor Por Laura Chertkoff 64 Por un hábitat equitativo Por Sergio Lanzafame 66 Intersticios urbanos 67 El Centro en debates Por Lorena Obiol 68 Rehabilitación edilicia y reactivación del área central 71
Cultura CPAU Un libro: 4 3 2 1 Andrés Ferrari 74 Una ciudad: Río de Janeiro Ana Paula Saccone 75 Una serie: Succession Milagros Irastorza 77
Editorial Equidad
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n este nuevo número de la revista trataremos el tema de la equidad en la Arquitectura y lo haremos de una forma amplia. La equidad es tomada como un anhelo, una lucha a conquistar. Refiere a lo justo, por tanto utiliza la imparcialidad para reconocer los derechos de las personas. Nos interesa tratarla bajo distintas lecturas para reconocer toda su complejidad, desde un enfoque socioeconómico, político, de género, etario, etc. Comenzando por el tema de género, podemos detectar que el trabajo de mujeres y disidencias ha sido silenciado a lo largo de la historia. Sus obras son poco nombradas en los medios de comunicación y universidades. Hoy, diversas asociaciones autoconvocadas se reúnen y trabajan para dar visibilidad a la labor y al pensamiento de arquitectas contemporáneas y de la historia de la Arquitectura. En las universidades, podemos descubrir que la gran mayoría de estudiantes son mujeres, así como también sucede en los cargos docentes, pero el número baja sustancialmente a medida que aumenta la jerarquía del cargo. El desequilibrio en el acceso a los trabajos también trae aparejado como consecuencia una deficiente redistribución de recursos ampliando aún más la brecha. Pudimos comprobarlo a través de la encuesta realizada por CPAU y la información en su base de datos, a partir de los cuales se puede leer que los encargos de mayor volumen son firmados en su gran mayoría por hombres mayores de sesenta años. Por lo que vemos, el tema etario también se hace presente en esta fisura. Desde un enfoque socioeconómico podemos observar a lo largo de la historia, la gran dificultad de acceso a las casas de estudios para las personas de bajos recursos económicos. Con el surgimiento de nuevas universidades en el área metropolitana, se da un puntapié para revertir el estado de situación. Invitamos a que reflexionemos sobre la equidad también en diversas escalas, comprendiendo los territorios que la atraviesan desde lo más pequeño, como el cuerpo humano, continuando con la vivienda, el barrio, la ciudad; para abordar así la construcción permanente de los derechos sobre cada una de esas instancias, de la multiplicidad de interrelaciones con diversidad de voces en un proceso de diálogo abierto y constante.
Arq. Bárbara Berson Foto: Albano García
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Tema de tapa Cada edición de notas CPAU tiene un tema diferente asociado a la disciplina de la Arquitectura y de la relación de ésta con otros campos de la cultura. Este segmento de la revista tiene como objeto profundizar en el oficio arquitectónico, desbordando sus límites para ampliar y multiplicar su dimensión disciplinar. «En los países menos desarrollados, el rol que pueda jugar la mujer tanto en lo político, en lo social, en lo económico, es clave para poder salir de ese bajo desarrollo (...) Es lo justo que hacer, pero también lo inteligente». Michelle Bachelet
Todo se trata de sumar
EMILIO RIVOIRA Arquitecto FADU, UBA (1974). Presidente CPAU (2020-2022) y vicepresidente (2006-2010 y 2018-2020). Es Director del programa Moderna Buenos Aires | CPAU. Fue Consultor internacional de OEA en Planeamiento Físico con misiones en Bolivia, Barbados, Brasil y Argentina. Fue profesor adjunto de Diseño Arquitectónico de la FADU. Se desempeñó como Subsecretario de Planificación Urbana de la MCBA y jurado del Concurso de Puerto Madero. Es miembro del colegio de asesores y jurados SCA, fue jurado del Premio Konex de Artes Visuales, ha sido curador y jurado del envío argentino a Bienales de Arquitectura de Venecia y asesor y jurado de premios SCA-CPAU. Es socio del estudio Hampton-Rivoira Arquitectos desde 1985.
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ultiplicar efectos positivos en esta sociedad que ha decidido desafiarse a sí misma es condición ineludible para quienes queremos comprometernos con cambios que se anuncian, desde las ciencias hasta las artes, como imprescindibles. Los años de simplemente tomar conciencia parecen agotarse: es hora de superar esa niñez en la que se comprende que el planeta se agota y la sociedad no se tolera, para entrar al menos en una adolescencia que nos permita avanzar en un sentido positivo-activo, hacia un mundo donde consumir sana y equilibradamente recursos y construir acuerdos de convivencia desde las diferencias y las semejanzas de las personas sea un acto corriente y natural. Parece difícil si uno asume que la suya es una enorme responsabilidad, pero este paso a la adolescencia debe darnos seguridad en los pequeños actos, en las reconocibles verdades menores de lo que hacemos. Eso es suficiente. Si elijo la tecnología adecuada en mi proyecto, si armonizo con quienes comparto la comunidad donde trabajo, si reconozco que la temática de género es una revolución inexorable, si hago lo que hago porque lo siento y no porque es lo correcto, si decido despilfarrar menos, si reduzco mi ambición y mis excesos, si quiero a mi país hasta el sufrimiento, amo a mi familia y mis amigos, si hablo de estas preocupaciones con ellos todo lo que puedo y si además de esto me queda espacio para el humor; si trato, en fin, de debatir mi santidad y mis demonios con la tranquilidad y la certeza de que soy tremendamente imperfecto pero lo suficientemente astuto para habitar, en sentido animal, un territorio en un momento histórico de cambio, algo en mí ha crecido. Porque todo se trata de sumar, empezando por sumarnos a quienes entendemos pocas verdades que superan la obviedad de la desesperación y en pocas líneas resuman lo que debe hacerse, para que no sigan nuestros hijos e hijas no queriendo traer descendencia a un mundo donde el futuro es incierto. En cada espacio que ocupemos tratemos de sumar.
> Foto: Claudia Waslet. Teatro Argentino, La Plata. Obra de Inés Rubio, Tomás García, Alberto Sbarra, Roberto Germani, Enrique Bares y Carlos Ucar. @caw___
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Por eso Bien Común, Equidad y Resiliencia son los tres temas que la revista Notas CPAU desarrolla en este segundo año de azote mundial de una pandemia que, esperamos, haya llegado para poner en evidencia todo lo que nos falta para entender, como alguien anónimo dijo, que no volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema.
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El ejercicio profesional y la equidad de género
VALERIA DEL PUERTO Arquitecta UBA. Presidenta CPAU 2018-2020 y vicepresidenta primera 2016-2018. Cofundadora de la red Soyarquitecta.net. Docente FADU-UBA 1989-2002. Miembro Comisión de Ejercicio Profesional CPAU. Socia titular de del Puerto-Sardin Arquitectos.
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as problemáticas de género figuran entre las prioridades del CPAU y cada vez tienen más protagonismo en la agenda de la institución. Cupos, participación e impulso a iniciativas que difundan las voces de profesionales mujeres son algunas de las actividades que promovemos para reflexionar sobre estas temáticas. Cuando la ONU difundió en 2015 sus diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, decidimos apoyar especialmente el número cinco, que convoca a «Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas». La intención de este llamamiento universal a la acción era poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo. «Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública» es lo que proclama como una sus metas esta organización internacional.
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El CPAU, en tanto entidad que regula el ejercicio profesional de la Arquitectura en la Ciudad de Buenos Aires, asumió este compromiso firme y sostenido por las autoridades del Consejo. Desde el año 2002, por ejemplo, se estableció un cupo del 25% del género opuesto a la mayoría para la composición del Consejo. En proporción, la participación es pareja desde hace años, tanto es así que el Consejo Directivo actual está compuesto por diez consejeras y diez consejeros. Para hacer un racconto de lo actuado desde esta entidad, entre 2018 y 2020, como presidenta del CPAU, y con el apoyo unánime de los/as integrantes del Consejo, impulsé las siguientes tareas: Cumplir el compromiso del 30% de participación de mujeres, como mínimo, en eventos o charlas que organiza o auspicia el CPAU. Honrar este compromiso, firmado en 2017, significó dar de baja auspicios que no cumplían con esta premisa. Esta decisión logró una participación más equitativa de las arquitectas en la integración en paneles y eventos organizados por empresas e instituciones.
Fortalecer las voces de las mujeres, tanto en charlas, capacitaciones y conferencias, como en la revista Notas y actividades culturales. De esta manera impulsamos la construcción del debate relacionado con la disciplina y difundimos la tarea, la obra y el pensamiento de colegas arquitectas que no habían tenido la oportunidad de hacerlo previamente. Elaborar un nuevo protocolo de comunicación que promueve la eliminación del enfoque androcéntrico, y que define un lenguaje lo más inclusivo posible para aplicar en todas las áreas del Consejo, en sus medios de comunicación, redes, notas, actas, etc. Para facilitar su aplicación, realizamos talleres de redacción con el personal. Relevar estadísticas de los datos surgidos de actividad del CPAU, donde se visibiliza la situación diferenciada entre hombres y mujeres respecto a la conformación de la matrícula, visado de encomiendas profesionales en relación a las tareas y superficies de obra, entre otros. Estos datos e indicadores fueron comunicados a la matrícula en general y también compartidos con quienes realizan tareas de investigación y acciones de género.
Serie Mujeres en Obra. Foto: Laura Nazar. Vivienda colectiva en Trelew, Chubut, obra de María Belén Goytía y Silvia Meschini. Compass www.lauranazar.com.ar
El camino para lograr la equidad de género es largo y todavía hay mucho para hacer. Entre los objetivos planteados para la gestión 20182020 quedaron algunos pendientes. En la Comisión de Ejercicio Profesional estamos avanzando con la modificación del estatuto interno y su adecuación a los tiempos actuales, un trabajo que realizamos junto con las autoridades del Consejo. En tanto, la comisión de Formación y Asuntos Universitarios está encarando la formación en cuestiones de género a través de talleres y charlas. Otra de las acciones que llevamos adelante fue dar apoyo a la creación de la red Soyarquitecta.net, hace aproximadamente tres años. El salón del Consejo albergó la primera reunión de lanzamiento de esta red profesional, de la que actualmente participan más de quinientas arquitectas de todo el país, con más de cinco mil seguidores/as en redes sociales.
Como integrante de esta plataforma, que acompaña a las arquitectas en su camino profesional y visibiliza y difunde su trabajo, me sumo en la misión de construir un espacio de contención, confianza, y de vinculación entre profesionales, instituciones y redes de mujeres del país y del exterior. Sabemos que para diseñar políticas y para plantear líneas de acción es necesario contar con datos precisos. Por esta razón es que desde la red Soyarquitecta.net, y en conjunto con la línea de investigación Urbanismo, Arquitecturas y Diseño Feministas (CONICET) y la Universidad Nacional de Tucumán, lanzamos la Encuesta Arquitectas Argentinas que tuvo apoyo del CPAU, FADEA, y una enorme cantidad de colegios y universidades del país. Este relevamiento, cuyos resultados se darán a conocer el 29 de octubre, nos permitirá conocer la situación profesional de las arquitectas de todo nuestro territorio nacional, las dificultades y las barreras enfrentadas y las situaciones de discriminación, entre otros datos de gran valor. El informe final será compartido con la comunidad y con las entidades profesionales de toda la Argentina.
Para finalizar, y retomando la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU y nuestras actividades en relación a la igualdad de género, puedo concluir que es alentador comprobar cómo se están multiplicando las acciones y las políticas de inclusión en nuestras instituciones profesionales, medios de comunicación y universidades. Un trabajo enorme que llevan adelante casi exclusivamente las mujeres. Ojalá que el año 2030 nos encuentre en un mundo mejor, con los objetivos cumplidos. •
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El futuro de la equidad en las ciudades ENTREVISTA POR LORENA OBIOL ANA FALÚ Arquitecta FAU-UNT. Pionera en América Latina en los temas de ciudad, vivienda y hábitat en la intersección de género y derecho de las mujeres. Activista feminista y académica, investigadora de CONICET, Profesora Emérita de la UNC y Directora de la Maestría de Gestión y Desarrollo Habitacional. Ha sido Directora Regional de UNIFEM (hoy ONU Mujeres), para los Países
Andinos, Brasil y los Países del Cono Sur (2002-09). Directora Ejecutiva de CISCSA Y Cofundadora de la Red Mujer y Hábitat LAC (1986) y de la Articulacion Feminista Marcosur (2000). Impulsó el Programa de Ciudades sin Violencia para las Mujeres, Ciudades seguras para todos/as, que inspiró a programas regionales y globales. Directora CISCSA ONG Córdoba.
¿Cuál es el aporte del urbanismo feminista y transfeminista para la construcción de una ciudad con equidad?
Estamos hablando de una complejidad analítica, que es la que realmente busca abordar el urbanismo feminista: pensar en la construcción de una ciudad con equidad o con igualdad, que incluya y garantice los derechos de todos y todas, y no solo los de las mujeres. Estamos convencidas que cuando incluimos a las mujeres, incorporando sus diferencias y sus demandas y necesidades, también se hacen visibles a otros sujetos invisibilizados. El feminismo busca la inclusión de todas y todos los sujetos omitidos. No podemos pensar en un feminismo que no integre las desigualdades, que son un tema central en nuestras ciudades y en nuestros territorios.
Lo importante para destacar, es que la convivencia en la ciudad es muy distinta para hombres y mujeres. La experiencia de cada uno/a no es ajena a estos espacios en los que vivimos o actuamos. El espacio público y la planificación urbana están pensados en clave androcéntrica, la cual ni siquiera incluye a todos los hombres. Hay varones que están omitidos, ya sea por su raza, por su origen étnico o económico, o su identidad sexual, o por los territorios donde viven. Están invisibilizados, como algunos territorios son invisibilizados en los planos de las ciudades.
¿Entonces, para quiénes está destinado el espacio público? La ciudad burguesa, liberal, viene siendo pensada en clave masculina, o sea para hombres productivos, blancos, jóvenes y heterosexuales. Las mujeres somos las omitidas en la planificación porque no se incorporan a las mujeres con sus demandas y necesidades, ni relacionada a los roles que la división sexual del trabajo les asigna y ha instalado en la sociedad. Es decir: hombres productivos y mujeres dedicadas al cuidado y la tarea de reproducción social. La evidencia empírica nos dice que las mujeres no solo cuidamos y garantizamos la reproducción social, sino que también producimos y trabajamos. Y, por otro lado, esa reproducción social invisibilizada, devaluada, no valorada, tiene una contribución económica al desarrollo. Entonces, hay una serie de temas imbricados que necesitamos evidenciar para que podamos pensar la ciudad y el espacio público de la ciudad y de los barrios desde hombres y mujeres y diversidades. También es importante decir que el espacio público de la ciudad es particularmente relevante para la vida de las mujeres. Y que una mejor y mayor convivencia en las ciudades lleva implícita, por ejemplo, la erradicación de la violencia contra las mujeres. Por ejemplo, conocemos que en algunos días y horarios las mujeres cambian sus recorridos porque temen transitar ciertos espacios públicos, por el temor a las violencias sobre sus cuerpos. Esto implicaría trabajar sobre el conjunto de la sociedad estos temas tan difíciles como las violencias puertas adentro y puertas afuera. • 10
¿Cómo desarmar estos privilegios y garantizar, desde las empresas, las instituciones y los gobiernos, que esto suceda? Me parece que hay grandes debates que vienen dándose hace muchos años, y que ahora están colocados en las agendas de activistas, académicas, de investigación; me refiero al derecho de la ciudad para todos y todas. Desde la disciplina urbanística, arquitectónica, podemos tener incidencia en el diseño de la forma urbana, del territorio construido, de la ciudad consolidada, por ejemplo dónde se localizan los bienes y los servicios urbanos, de cómo se ubican los equipamientos en el espacio público, y cuánto de ese espacio público, que se puede definir por su uso, está pensado en función de esta ciudadanía diversa. Pero obviamente no se reduce solo a lo material, también está la dimensión política. En ese sentido, nos cabe un rol en la planificación urbana, en las políticas territoriales, en el desarrollo de los instrumentos de planificación no solo a nivel urbano, sino también a nivel de la política habitacional, de las normativas para las viviendas. Creemos que es necesario revisar desde la inclusión de género todo esto, interpelando la episteme patriarcal que se expresa en las formas urbanas y proyectuales, arquitectónicas, por eso se hace necesario incorporar la dimensión de los derechos y necesidades de las mujeres desde una clave de inclusión feminista. Y, también, quiero agregar que las ciudades no se reducen a lo material y a la gestión de lo político, hay una dimensión simbólica que necesitamos identificar y que tiene que ver con intangibles: los significantes, las subjetividades, las memorias.
¿Qué implica diseñar con perspectiva feminista? Para poder realmente profundizar en el derecho a la ciudad para las mujeres hay un atributo central sobre el cual debemos trabajar que es el de la proximidad. Aquel que nos regaló Jane Jacobs a fines de los años sesenta, en defensa de sectores de Nueva York que la utopía de la modernidad quería arrasar; como quiso hacer Le Corbusier, quien tanto aportó a la Arquitectura y el Urbanismo, en algunas propuestas para Buenos Aires que, por suerte, no se ejecutaron. Por supuesto que la modernidad no se pensó en clave de inclusión de las mujeres, sino en clave androcéntrica, o sea del hombre como universal. Es impresionante cómo el Modulor, por ejemplo, está diseñado con una altura de un hombre de 1,82 m, que levanta la mano y toca un cielorraso de 2,40 m; me pregunto si el promedio de los hombres franceses cuando Le Corbusier plantea esta propuesta tenían esa estatura, y ni hablar de las mujeres que, en general, son más bajas que los hombres. Esta es una muestra del pensamiento androcéntrico y no inclusivo. No tenemos que perder de vista el atributo de la proximidad y su importancia en la escala del barrio o de la ciudad que queremos más compacta; así lo exige el cambio climático, el gasto energético. Esta condición de la proximidad o la cercanía de servicios, demanda también de la intersección con otras dimensiones necesarias tales como la diversidad, que nos atraviesa a las mujeres —distintos sectores sociales y niveles de educación, diferencias raciales o étnicas, distintas identidades sexuales, diversas capacidades, discapacidades, para mencionar algunas— y cómo esta diversidad de personas y sus condiciones se reflejarán en cómo usan el tiempo y el espacio. Cuando analizamos estas distintas situaciones en el cruce con los territorios, dará diferencias sustantivas. El uso del tiempo es una herramienta muy decisiva, mide desigualdades entre los sexos porque el tiempo es el bien más escaso en la vida de las mujeres. Y sobre esto hay que trabajar cuando pensamos en cualquiera de las escalas territoriales, ya sea la casa, el barrio, la ciudad o las áreas metropolitanas.
¿Cuáles son los roles que van ocupando las mujeres y los que nunca ocupan? La pregunta que deberíamos hacernos desde la disciplina arquitectónica y urbanística es ¿cuánto y cómo impacta en el diseño, en la Arquitectura, en la planificación de las ciudades y de los barrios las diferencias de roles y esta división de trabajos que persiste entre mujeres y hombres? ¿Cuánto afecta el acceso a los bienes urbanos, que no son igualmente accesibles ni equitativos, en calidades ni en ofertas para la ciudadanía, y que van a responder a grandes desigualdades sociales, económicas y culturales, que se expresan en el territorio y en las formas de habitar las viviendas? En el caso de las mujeres, esto se agrava, porque sufren dobles y triples discriminaciones, porque persisten las diferencias de las mujeres, las que no somos iguales a los hombres. Y somos omitidas en nuestra disciplina, en las políticas, y de muchas maneras. Las desigualdades y la omisión de las mujeres en la Arquitectura y en el Urbanismo no se explican en la naturaleza biológica de los sexos, es preciso deconstruir los estereotipos consolidados que responden a una cultura misógina, además de racista, homofóbica y xenofóbica. Tenemos que prestar mucha atención
y tener una mirada crítica permanente para entender que, a veces, hay categorías que realmente no nos alcanzan como concepto. Por ello, desde el feminismo y desde el Urbanismo feminista, pensamos que hay que trabajar en la intersección de conceptos. Porque la concepción androcéntrica, heteronormativa y patriarcal son centrales, sin embargo no alcanzan para explicar las múltiples discriminaciones que sufren las mujeres. Es central cuestionar la neutralidad de las políticas, ya que no es tal, es la omisión de las mujeres, es la forma en que nos diluyen a las mujeres en conceptos supuestamente neutrales como familia, población, hogares, que no lo son; ni todas las familias son nucleares, porque hay distintos arreglos familiares, ni la población es homogénea, ni las mujeres somos iguales a los hombres. Las mujeres somos diferentes, lo que no queremos es ser desiguales. Y nuestra profesión también es política. Porque cada decisión proyectual tiene un contenido que subyace. No es solo armonía, proporciones, espacio; son también decisiones proyectuales, de planificación, que afectan a las personas que van a habitar esos espacios. Entonces, en relación a cómo se incorporan a este orden material, la pregunta vuelve a ser: ¿para quiénes son la ciudad, el barrio, la vivienda? Las injusticias territoriales no solo responden a la desigualdad social y económica. No es igual andar por las ciudades y por los barrios con cuerpos de mujeres que con cuerpos de hombres. Ni qué decir de los cuerpos disidentes, esos cuerpos valientes que hoy levantan sus derechos. Creo que es muy interesante reflexionar cómo estamos siendo educados, cómo son las carreras que nos forman, que se afianzaron desde la utopía de la modernidad que mencioné, y que responden, desde estas concepciones de que la Arquitectura y el Urbanismo, a un hombre universal.
¿Qué reflexión puede hacer de los estereotipos del habitar familiar no solo desde la forma, en este caso, sino más desde la función? ¿Le cabe un análisis feminista a cómo están diseñadas las viviendas? Una investigación reciente en Londres en viviendas de parejas heterosexuales, en el marco de la pandemia y del teletrabajo, da cuenta de que la mayoría de los varones tienen su espacio o usaron el espacio dedicado para el trabajo de estos hogares, ya sea un espacio especial tipo oficina, o una habitación privada, en donde podían dar respuesta a sus necesidades laborales. Mientras tanto, las mujeres usaron los espacios residuales: la mesa de la cocina, el cuarto de los hijos, el dormitorio propio. El resultado de esta investigación afirma que las mujeres pudieron responder a sus trabajos un tercio de tiempo menos que los varones, porque sufrieron interrupciones. Creo que estas investigaciones dan cuenta de cómo podríamos empezar a imaginar y a pensar una casa sin sexo, en donde pudiéramos compartir los espacios y tener hombres y mujeres sus propios rincones o lugares o habitaciones. Y en donde tengamos en cuenta, también en esa clave, las responsabilidades de las mujeres, como el espacio de cocina integrado al espacio de vivir, hasta que avancemos en un pacto de paridad doméstica entre mujeres y varones. •
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La amistad es fundamental LESLIE KERN Autora de dos libros sobre género y ciudades, incluido Ciudad feminista: La lucha por el espacio en un mundo diseñado por hombres (Godot, 2020). Es profesora en la Universidad Mount Allison, Canadá. El próximo libro de Kern es una guía interseccional para la gentrificación.
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no de los aspectos más dolorosos de la pandemia ha sido la ausencia de los amigos. Las cuarentenas recurrentes nos encerraron a muchos de nosotros en la burbuja del hogar y nos aislaron una y otra vez de ellos. La privación de este contacto social nos hizo dar cuenta de que la amistad es mucho más que un complemento agradable a la familia: es un ingrediente esencial para una vida significativa. Lamentablemente, nuestros hogares y ciudades no fueron construidos tomando en consideración la amistad o cualquier otra relación extrafamiliar. La familia nuclear en un hogar unifamiliar ha llegado a dominar nuestros espacios urbanos, cerrando nuestras mentes a las posibilidades de otras formas de vivir y cuidarnos unos a otros. Las consecuencias negativas de esta elección de diseño (y sí es una elección) se hicieron más visibles durante la pandemia. Algunos grupos, como los adultos solos, que componen un gran porcentaje de los hogares en muchas ciudades, quedaron completamente aislados durante las cuarentenas y olvidados por las políticas de salud pública enfocadas en las «burbujas familiares». Las mujeres sufrieron el peso de una mayor carga de trabajo en el hogar, y eso llevó a una impactante pérdida de empleo, altos niveles de estrés y un aumento del riesgo de violencia doméstica. Problemas de salud mental como la depresión, la angustia, la soledad y el aislamiento se vieron exacerbados. La familia y el hogar no existen de la misma manera para todos y no siempre son seguros. Sin embargo, seguimos formulando políticas y construyendo ciudades que suponen que la familia es el cimiento correcto y el más adecuado para la sociedad.
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Esta suposición se ve reflejada en el diseño de los hogares construidos para alojar a un tipo de familia. Sin embargo, esta es una forma de vida relativamente reciente, que dista mucho de ser universal. Si bien puede venirles bien a algunas personas, limita la posibilidad de vivir en otras formaciones de hogares más allá de la familia nuclear. Excluye muchos tipos de hogares que el modelo dominante de vivienda nunca tuvo demasiado en cuenta, como las familias queer, las personas con discapacidades, los adultos mayores, los jóvenes y quienes no pueden o no quieren vivir de esta forma. Además, mantiene relaciones de género desiguales porque sigue suponiendo que el trabajo doméstico y de cuidado será realizado por esposas y madres en el espacio privado del hogar y dentro de la propia familia. Cuando salgamos de la pandemia, tendremos la oportunidad de reconsiderar la importancia de una amplia variedad de relaciones interpersonales, incluida la amistad. Si la amistad y otras relaciones no tradicionales se consideraran como un derecho fundamental en la ciudad, tendríamos que asegurar que nuestra infraestructura física y social esté diseñada para facilitar y mantener estos vínculos. Creo que esos cambios son necesarios para crear un entorno urbano más equitativo y sustentable. ¿Cómo sería esta «ciudad de la amistad»? Incluiría el reconocimiento de que el espacio público es importante para mantener los lazos sociales. Con demasiada frecuencia, nuestros espacios urbanos están diseñados para limitar la interacción social por temor a la delincuencia, la congregación de personas sin techo o el deseo de reducir costos de mantenimiento del espacio público. Si realmente queremos valorar y promover la amistad, en
También habría que construir una variedad más amplia de opciones de vivienda para ofrecer alternativas para que amigos u otros hogares que no sean la familia nuclear vivan juntos o en un espacio adyacente, y compartan algunos de los espacios y tareas del hogar. Por ejemplo, las comunidades de covivienda, que incluyen departamentos individuales, pero tienen cocinas, jardines, patios, espacios infantiles, lavaderos compartidos, no crearían una separación estricta entre familia y amigos. Hacer esto posible significa que las ciudades deben ser flexibles con sus zonificaciones y códigos de edificación, y tienen que incentivar a las empresas constructoras a concebir diseños creativos para la vivienda no tradicional. Promover estas ideas genera muchos beneficios. Tal como lo descubrimos durante la pandemia, depender demasiado de un sistema de cuidados que está supeditado al trabajo gratuito de las mujeres en el hogar ya no es viable. Si priorizamos la amistad y otras relaciones, construimos una red mucho más fuerte de personas que pueden cuidarse entre sí y a sus comunidades. Esto nos permite reconocer y apreciar nuestra mutua interdependencia. Repartir el trabajo de cuidar, crear más espacios comunitarios sociales y compartir recursos como cocinas, lavaderos y electrodomésticos entre redes más amplias es
también una forma de vida más sustentable y ecológica. El hogar unifamiliar usa, y derrocha, muchísima energía, agua, comida y tiempo. Si expandimos nuestras ideas sobre la familia y el hogar para incluir otras relaciones, podemos imaginar otras maneras de compartir recursos equitativa y sustentablemente. Por último, podemos promover una mayor igualdad para muchos grupos marginalizados, reconociendo, valorando y construyendo ciudades que honren los distintos tipos de relación. En lugar de ser vistos como desviaciones de la norma, los hogares LGBTQI serían considerados componentes importantes de la comunidad. Lo mismo aplicaría para los hogares multigeneracionales, las personas solas, los adultos mayores y las relaciones de parentesco únicas de las culturas inmigrantes. Lograr la equidad en la Arquitectura y la construcción requiere mirar de manera crítica los espacios y los sistemas que damos por sentados, incluso el hogar y la familia. Aun cuando sea solo un ejercicio para la imaginación, empezar con la amistad como el cimiento de las relaciones sociales en la ciudad nos abre los ojos a muchas maneras posibles de vivir, cuidar y construir que han sido ignoradas u olvidadas. Existe un potencial maravilloso para construir una ciudad justa, sustentable y equitativa si estamos dispuestos a pensar de manera original y creativa, más allá del hogar unifamiliar y la familia nuclear, que son modelos del pasado. • >
todos los grupos etarios, tenemos que insistir en que los espacios públicos, tales como plazas, parques, bibliotecas, veredas, instituciones públicas, incluyan lugares seguros y accesibles para que se reúnan y socialicen pequeños grupos. Si bien los cafés y los restaurantes cumplen esta función, pueden resultar caros y poco hospitalarios para algunas personas, especialmente los jóvenes.
Pausa de obra. Foto: María Jesús Huarte. Casa NGM, obra de María Jesús Huarte y Christian Giani. @territoriodearquitectura 13 •
Palabras buenas TOMÁS ABRAHAM Profesor emérito de filosofía de la Universidad de Buenos Aires, y escritor. Sus últimas publicaciones son El deseo de revolución (2017), La máscara Foucault (2019), Aburrimiento y entusiasmo (2021) y La matanza negada (2021).
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Por qué se usa la palabra equidad y no igualdad? Quizá porque es más suave, menos problemática, y porque no debe haber nadie en el mundo que se oponga a que haya un mundo más equitativo. Pero desigualdad es una palabra frecuente, bien amortizada. Nadie desconoce que la desigualdad es universal, y aquí sí, el término cabe: se dice «desigualdad», no inequidad. Equidad opuesta a desigualdad. Equidad es un valor moral asociado a la justicia. Digo valor moral, aunque se diga social, económico, político, porque su base es moral. Como también lo es el orden jerárquico de un régimen autoritario por el que cada uno debe estar en el lugar que le corresponde según las abscisas que separan el arriba del abajo, la obediencia del imperio. Equidad es una palabra buena; así como hay malas palabras, las hay buenas. Más aún, las malas palabras ya no existen, lo que existe es lo políticamente incorrecto. Doy fe. Editores que permiten escribir a un columnista que el presidente es un idiota porque se mandó una cagada, me pidieron que elimine de un escrito autobiográfico que mi padre en su juventud rompió el noviazgo con mi madre porque estaba gorda, que un empleado de mala onda de la embajada rumana era un psicótico, que el equipo de Boca jugaba mal porque tenía once muertos, y que en los cuentos de Kafka había topos, chinos, cucarachas y bedeles. Gordura en mujer no se permite porque es un estigma físico, psicótico tampoco porque desprecia a un enfermo, muertos no, nunca supe por qué, lo reemplacé por «troncos», y me solicitaron con amabilidad si podía separar de la lista temática kafkiana a chinos de cucarachas: el racismo está prohibido, con lo que me planteaban un problema porque quedaban los bedeles al lado de las cucarachas, pero comprendía que había una diferencia geopolítica a tomar en cuenta. Una palabra fea –hay palabras feas, son palabras de poco uso que funcionan como insultos– es meritocracia. La condena a la política de méritos es que si no se parte de las mismas condiciones no es lícito pedir y calificar resultados. A desigualdad de puntos de partida, igualdad de resultados. Buen ejemplo de lo que algunos llaman equidad. Los puntos de partida nunca son los mismos, y no solo por la pobreza; la llamada pobreza, y digo llamada porque «los pobres» han dejado de ser personas a las que no les alcanza el dinero para llegar a fin de mes o tener una vivienda digna, sino una categoría o casta social de gente buena a la que se le tiene lástima y que le sirve a políticos y a la clase media para lavar culpas. O digamos pecados, para estar más afín a nuestra idiosincrasia. La inequidad de puntos de partida es lo más usual, no solo por la desigualdad social sino porque nació mi hermanito que duerme en mi cuarto y no me deja concentrar, porque nos tuvimos que me mudar a un lugar con paredes muy anchas y • 14
mala conexión, porque mi mamá no me ama, y porque Juancito tiene oído absoluto y no es justo que saque un diez en la clase de música. Para adjuntar un dato personal, el único aplazo que tuve en la secundaria fue en dibujo y de nada sirvieron las excusas por ser un zurdo reformado de acuerdo a las crueles técnicas disciplinarias habituales en la década del cincuenta del siglo pasado que me hizo inhábil para la motricidad fina: el tres en rojo sangraba en mi libreta. Otra palabra fea es competencia. En deportes se dice «lo que importa es competir», en la vida laboral lo que importa es no competir. ¿Por qué? Porque se puede ganar, y ganar está mal, perder no tanto, porque el que pierde da pena, y hasta tiene charme. Al menos entre nosotros que somos un país igualitario en sus principios, no como los yanquis para quienes la palabra looser no tiene ningún residuo romántico. El problema es que, en una economía de mercado, en un sistema capitalista, la competencia implica pluralidad; es una forma de democracia algo extraña, pero tiene las reglas de toda democracia: muchos en conflicto de acuerdo a marcos regulatorios que impiden la dictadura, que en economía es igual a monopolio. Hasta la fecha nadie ha inventado una organización no competitiva –ni siquiera la feudal–, en la que unos vasallos son mejores que otros; y menos la comunista en la que nomenklatura es un desguace en el que gana el mejor adulón. ¿Está mal la equidad? ¿Está mal que las arquitectas ganen lo mismo que los arquitectos? ¿Está mal que Naomi Osaka gane lo mismo que Novak Djokovic? La respuesta a la segunda pregunta es obvia: está bien, las mujeres tienen la misma capacidad que los hombres, es un dato científico, y la moral suele no desatender a la ciencia. Por la ciencia o por el movimiento me too, hay cada vez más mujeres al frente de estudios de arquitectura como de naciones. Para responder a la pregunta sobre Osaka- Djokovic, no sé. En el deporte se paga de acuerdo a lo que se genera. Varón que genera más dinero que mujer, gana más. Pero si se considera lo contrario, que es una cuestión cultural, y aunque Djokovc le gane a Osaka 6-1 6-1, si eso no debería reflejarse en dinero, no me opongo, aunque Djokovic se oponga. Resumamos. Equidad no es igualdad, un mundo de iguales solo se ve en los cementerios. Y para eso siempre hay tiempo, para algunos cada vez menos. Que en la vida cada ser sea singular a pesar de las especies, es algo destacable, y bello. Que seamos individuos y no clones, es una situación quizá transitoria de la que espero que la humanidad pueda gozar mucho tiempo. Y considero que hay una palabra que falta, una que inventó Hegel: «reconocimiento». El tema está desarrollado en su obra La fenomenología del espíritu, en las secciones
Serie Mujeres en Obra. Foto: Laura Nazar. Vivienda colectiva en Trelew, Chubut, obra de María Belén Goytía y Silvia Meschini. Compass www.lauranazar.com.ar
en las que las consciencias se enfrentan y se miran. En sus magníficas escenas conceptuales, se entabla una lucha para que la mirada del otro no me convierta en un objeto, en una cosa, sino que me reconozca en mi libertad, en mi condición de sujeto. Pero para eso debo yo mismo reconocerle su misma condición de sujeto libre, lo que siempre es un riesgo. No es ningún halago ser reconocido y valorado por una mascota, es un penal sin arquero; lo riesgoso es que un sujeto por su libertad puede no mirarme y mirar a otro. Los celos también existen en el mundo de las ideas. Ser reconocido es un asunto de dignidad, de hacerme valer. Si estudio, quiero que el profesor reconozca mi trabajo. Si entrego un buen proyecto espero que el cliente me manifieste su conformidad. Los premios, las notas, los salarios, si están desnivelados por los merecimientos no solo están bien, sino que, en caso de eliminarlos, humillamos a todos; mejor no hacerlo en nombre de la equidad.
Por último, recuerdo otro concepto, «la mala fe», de Sartre. Hablamos de equidad y de pobreza para ignorarlas mejor. Nuestra sociedad, y nuestra cultura, pletórica de moralismos, usa el lenguaje moral con fines catárticos para dormir mejor y despertarse como siempre. Sartre inventó el término para mostrar un modo en que la argumentación funciona como excusa. Es imposible eludir esta trampa semántica. Desde el 2001 nuestro país ya no tiene rincones de miseria: se le ha metido en su mismo centro. La pandemia lo ha acentuado. Se impone el tema de la equidad, para mí también; quizá con la diferencia de que estimo que no tiene solución. Es feo, malo e incorrecto decirlo. Cada vez que escucho la palabra «inclusión», supongo que habrá un desocupado más. No tiré la toalla, simplemente la puse a ventilar. •
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La nueva belleza de la Arquitectura MEDERICO FAIVRE Arquitecto UBA. Desarrolló trabajos de urbanismo y en el espacio público. Premio Konex 2002. Profesor Titular FADU, UBA. Presidente de la Comisión de Medio Ambiente de la SCA (1999-2001). Sus obras fueron exhibidas en salas nacionales e internacionales, en el Museo Nacional de Bellas Artes y los Museos de Arte Moderno de San Pablo y de París.
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La crítica reflexiona sobre los límites, estamos en un periodo de credibilidad «banal», donde no se puede legitimar como éxito el capitalismo actual, por la cantidad de conflictos existentes y contradicciones que nos generan una sensación de no futuro. Marina Garcés
stamos frente a cambios de paradigma que van más allá de los gobiernos, y habrá que ir afinando nuestro accionar para tender a construir nuevos equilibrios y correlaciones de fuerzas dentro de nuestra estructura social. Sin duda la asignación de recursos será la base de futuras disputas, y la construcción de la obra pública no escapará a esta lucha, que no puede ser azarosa, y que tendrá que incorporar mano de obra intensiva y movilizar nuestra industria, afianzando el trabajo y la producción. Pero, también, tendrá que ofrecer bienes durables en el sentido material y conceptual, alejándose de los monumentos de ocasión. Propongo analizar, como ejemplo, los espacios costeros de la ciudad de Rosario con los de la Ciudad de Buenos Aires. La evolución de unos y otros, su devolución en alegría y servicios, no pueden compararse. El generar espacios y bienes públicos opulentos que no pueden mantenerse por estar mal pensados y mal construidos solo avivará las tensiones sociales y pospondrá la inversión en educación, salud y vivienda. La orientación errónea que hemos seguido durante décadas se torna evidente al ver cómo envejecen las obras y los espacios públicos que configuran nuestras ciudades. Ahora, a la luz de la pandemia del COVID-19, se suma que tendremos que darle nuevos roles para adaptarlos a nuevas exigencias y para que nuestras ciudades no se empobrezcan y tuguricen. Lo que los transforma en ruinas no es solamente la falta de mantenimiento, sino la falta de conciencia con que fueron pensados, ejecutados y priorizados. Las sociedades desequilibradas, carenciadas e injustas en donde transcurren nuestras vidas no dispondrán de excedentes suficientes para mantener lo construido e invertir simultáneamente en vivienda, salud y educación. Necesitamos acuerdos de justicia social, acuerdos con la naturaleza y su capacidad de digerir lo que producimos. La inversión en obras públicas como solución para generar puestos de trabajo en sociedades con desocupación creciente puede transformarse en «entretenimiento» si no logramos una visión estratégica de nuestro país y sus regiones. La mecanización y la robotización son parte del presente. Tempranamente como profesional adherí a la necesidad de generar puestos de trabajo incorporando el concepto de tecnología social, utilizando mano de obra intensiva. Ahora creo que puede usarse nuevamente esa concepción, pero por sobre todo mejorar la educación de los operarios para que no se malogre y embrutezca una generación más de trabajadores. Cuándo podremos incorporar en nuestras universidades y facultades de arquitectura, con un sentido crítico, las consecuencias ambientales y sociales de lo que proyectamos, cuantificando su huella de carbono.
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Cuándo podrá nuestra industria sincerar lo que cuesta, en términos energéticos, producir los materiales de construcción, para que colaboren en esta revolución de lo magro, de lo reversible, que es lo apropiado para construir nuestro presente. Cuándo se antepondrá la huella ecológica a cualquier otro argumento para justificar y validar la búsqueda de innovación y de belleza. En todo caso será una «nueva belleza» que transite por paradigmas más allá de los valores visuales, que sin duda no deben dejarse de lado, porque son parte esencial de nuestro tiempo, pero no pueden ser los que justifiquen y determinen la orientación de la arquitectura como rama del conocimiento. Sé que lo que señalo requiere cambios profundos en la organización de la sociedad, en el campo de la política, en la enseñanza, en los modos de producir y en las escalas de valores. Los desequilibrios de todo tipo están pidiendo atención para reorientar el comportamiento de nuestra sociedad. Es una buena tarea tornar visible lo que está oculto en esta manera actual de construir, que hipoteca el futuro: le estamos pidiendo de más a la naturaleza y a la tolerancia de los pueblos. Tenemos que buscar cómo se puede mover menos materia y menos recursos y que esto sea valorado, enseñado y festejado como un camino hacia una «nueva belleza». ¿Qué se espera de los/las arquitectos/as? La actual comprensión de la finitud planetaria nos sirve como el marco para una nueva modernidad, en el que se disminuye el nivel de entropía de la arquitectura. Desde mi manera de ver, la arquitectura se sigue resistiendo a incorporar ciencia y metodologías pasivas, y es demasiado proclive a consumir «novedades tecnológicas irreflexivas», un reflejo directo de lo que ofrece el mercado, que la hace alejarse del concepto de niveladora social. El mundo que rodea a la arquitectura y la construcción en general no se ha notificado que, al día de la fecha, estas utilizan el 50% de la energía mundial; un dato dramático que no parece modificar lo que se enseña, lo que se publica y lo que se festeja. La arquitectura refleja y pone en escena nuestras miserias, virtudes y sueños, como sociedad y como especie, y actualmente deja en claro la poca visión que tenemos desde la noción de supervivencia. La mundialización de las imágenes no está acelerando el pensamiento innovador; estamos festejando en exceso la predominancia de lo visual sin advertir que no deja conocimiento útil, y que se presta con demasiada docilidad al capitalismo consumista irreflexivo: estamos viviendo una ficción de innovación. •
< Secando adobes en El Quebracho. Foto: María José Leveratto. @maria_jose_leveratto 17 •
Géneros, sexualidades y espacio en trama: un debate pendiente en Argentina
MARTÍN BOY Doctor por la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales. Sociólogo. Docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y en la Universidad Nacional de José C. Paz. Investigador Adjunto de CONICET.
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l espacio público de las ciudades puede pensarse de diversas maneras: desde la dimensión física, desde la simbólica, desde el (des)encuentro de los diferentes grupos, desde el movimiento o circulación, entre otras posibilidades. Pero… ¿qué implica (re)pensar las ciudades desde el género y la sexualidad? Si bien las miradas teóricas que vinculan al género con el espacio aún no son perspectivas hegemónicas en la academia, los aportes de ciertas autoras feministas permiten dar cuenta de cómo estas dos variables actúan en forma articulada. Una de las pioneras en trabajar esta relación fue la geógrafa Doreen Massey, quien desde la década de 1990 dio cuenta de cómo los espacios, los lugares y los sentidos que tenemos sobre estos se estructuran sobre la base del género. El espacio público fue concebido por y para los varones, a fin de favorecer el desarrollo de actividades realizadas habitualmente por ellos. Este punto de partida, según la autora, implica que ciertos espacios estén vedados simbólicamente para las mujeres al provocar la sensación de que no les pertenecen o, en sus palabras, «que habían sido diseñados para hacerme experimentar, sin lugar a dudas, mi subordinación previamente estipulada» (Massey, 1994, p. 185). La planificación del espacio desde la gestión pública y desde las/os urbanistas es determinante para pensar el espacio concebido, al decir de Lefevbre (2013). Quiénes lo construyen primero en el plano de las ideas y luego en soporte material y, sobre todo, para qué tipo de público destinatario lo piensan, es una de las preguntas que el feminismo ha comenzado a poner sobre la agenda desde la década de 1990. Lefevbre, a partir de su tríada conceptual, nos permite problematizar el espacio como un producto social, es decir que su abordaje debe incluir las prácticas, relaciones y las experiencias sociales de los grupos, no es solamente pensar al espacio como un soporte o un lugar
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donde suceden los hechos. Tal como plantea Torres (1993), «la estructura espacial no debe ser vista solamente como la arena en la cual la vida social se desarrolla, sino como el medio a través del cual las relaciones sociales se producen y reproducen» (p. 4). La afirmación de Torres habilita a pensar la resignificación, reapropiación y disputas que los grupos sociales protagonizan. Siguiendo esta línea, ¿qué implica problematizar la masculinización del espacio público? En junio de 2015, el movimiento Ni Una Menos en la Argentina organizó la primera manifestación en diferentes ciudades del país para reclamar por la violencia de género y por los femicidios perpetrados en todo el territorio nacional. Solo en la Ciudad de Buenos Aires, las organizadoras estimaron que trescientas mil personas asistieron (Iglesias, 2015), cifra que fue multiplicándose en cada nueva edición. La nacionalización de la protesta y su réplica en diferentes ciudades de la región latinoamericana y a escala global, colocó en el centro de la agenda la necesidad de abordar la violencia contra las feminidades desde la política pública. La toma del espacio público en espacios centrales no fue un dato menor. Las manifestaciones en general se realizaron frente a espacios políticos que deberían responder a la demanda social con el desarrollo de nuevos marcos normativos y/o lanzamiento de políticas públicas. En esta línea, los espacios aledaños a los parlamentos y los edificios municipales fueron los lugares elegidos para manifestarse. En estas circunstancias particulares, el espacio público central se feminizaba poniendo en tensión el carácter masculinizado habitual. De acuerdo con lo expuesto anteriormente, y según relevamientos realizados, en la Ciudad de Buenos Aires solo el 3% de las calles y/o avenidas cuenta con un nombre de mujer (Nueva Ciudad, 2017). Es decir, 59 calles de un total de 2165. En otras ciudades como París, esta cifra desciende al 2,7%. A su vez, pocas son las instituciones públicas y/o privadas que cuentan con un nombre femenino. Y cuando eso sucede, son nombres asociados a las vírgenes católicas (Clínica Santa Isabel, Hospital Santa Lucía, Hospital Santa María, entre otros ejemplos). Además, usualmente, ciertas
Foto: Griselda Balián. Cementerio Parque, Mar del Plata. Obra de Carmen Córdova y Horacio Baliero.
instituciones asociadas a tareas de cuidado, como escuelas o de uso exclusivo de mujeres (Parador Azucena Villaflor, por ejemplo) llevan nombres femeninos. A pesar de que la práctica de la enseñanza es ejercida mayoritariamente por feminidades, solo 35 de las 438 escuelas primarias de la Ciudad de Buenos Aires cuentan con nombres de mujeres (La Nación, 2004), es decir, el 7,99%. Los datos dan cuenta de una ciudad que al menos está funcionando en dos velocidades. Por un lado, una ciudad construida que da pruebas contantes de cómo el espacio se (re)produce en forma masculinizada y, por el otro, grupos protagonizados por mujeres que se reapropian y resignifican el espacio en pos de la conquista de nuevos derechos y de transformaciones culturales y estructurales
@griseldabalian_baag
de fondo. Estas resistencias dan cuenta de cómo el espacio concebido por géneros a partir de contenidos patriarcales ya no son obstáculos para ellas a la hora de subvertir el orden y crear una ciudad más equitativa, democrática, plural e igualitaria. • Bibliografía Iglesias, M. (4 de junio de 2015). Todo el país le dijo basta a los femicidios. Histórica marcha contra la violencia machista. Clarín. La Nación (10 de agosto de 2004). A pesar del protagonismo femenino en la enseñanza primaria. Sólo 35 de 438 escuelas porteñas llevan nombres de mujeres. Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing. Massey, D. (1994). Space, gender and place. Minneapolis: University of Minnesota Press. Nueva Ciudad (16 de marzo de 2017). En la Ciudad solo hay 59 calles con nombres de mujeres ¿cuáles son? Torres, H. (1993). El mapa social de Buenos Aires (1940-1990). Serie Difusión, 3, 1-50. Buenos Aires: Ediciones FADU.
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Geografía feminista MÓNICA COLOMBARA Docente, formadora y capacitadora docente. Investigadora independiente. Geógrafa feminista especializada en la perspectiva de género en el análisis espacial. Socia fundadora de la Fundación Propuesta.
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Jamás seremos libres del peso de la responsabilidad de nuestras acciones respecto a «cómo conocer el espacio geográfico», pues, lejos de ser neutrales e imparciales, son fruto de nuestra visión del mundo. Pamela Moss (2017) El espacio se manifiesta como un instrumento de control social, de discriminación que respalda la dominación masculina en la sociedad. Por esta razón la geografía de género se aboca a las prácticas sociales de producción y reproducción del espacio, tomando como referencia las diferencias de género y las relaciones de poder que surgen de ellas. Diana Lan (2016)
< Foto: Laura Lamari. Obra Pilar 2, del estudio Lamari-Razeto arquitectura. @restudioarquitectura
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l movimiento de mujeres y el feminismo en nuestro país genera grandes transformaciones en la subjetividad de las mujeres y sujetos subordinados, trastoca viejos valores patriarcales y promueve la conquista de derechos. Consecuentemente ha logrado aumentar su participación en el ámbito académico con investigación y elaboración de tesis, profundizando y complejizando sus reflexiones con rigor académico. Cabe preguntarnos entonces, ¿cuáles son los vínculos de la geografía con el movimiento de mujeres y las disidencias y las corrientes feministas? ¿Cuál es el panorama de los estudios geográficos con perspectiva de género en Argentina? ¿Cuándo se inician? ¿En qué contexto sociohistórico se plantean? ¿Qué temáticas predominan? ¿Desde qué abordajes teóricos son trabajadas? ¿Cuál es el nivel de producción actual? Intentaremos dar una apretada síntesis. La sociedad no es neutra, sino desigual, patriarcal, heterogénea, diversa, excluyente; la producción y el consumo del espacio se explica no solo a través de factores económicos sino también socioculturales. Estos factores determinan las relaciones de género, las relaciones entre varones y mujeres y la utilización diferencial del espacio. En otras palabras, la geografía feminista pretende analizar la relación entre las divisiones de género y las divisiones espaciales para descubrir cómo se constituyen mutuamente. Se trata de conocer cómo los varones y las mujeres experimentan los lugares y mostrar que las diferencias forman parte de la constitución social tanto del lugar como del género, y que esto se puede cambiar. En los años ochenta se hicieron los primeros trabajos sobre las mujeres con el objetivo de visibilizarlas; posteriormente, con la inclusión de la categoría género en los análisis espaciales, se desarrollan problemas de la agenda política del feminismo, por ejemplo, la violencia de
género (desde los micromachismos hasta los femicidios), la desigualdad de las condiciones de vida, el trabajo de las mujeres en zonas rurales, las diferencias en la movilidad urbana, la diferencia salarial, las redes espaciales en la trata de personas con fines de explotación sexual, cuestiones de salud reproductiva, el derecho al aborto, entre otros. Las reflexiones desde la perspectiva de género intentan aportar a la geografía nuevos elementos conceptuales para reconocer e interpretar las implicancias territoriales derivadas de las relaciones de género, entendidas como una construcción social. Los paradigmas de referencia en Argentina se ven asociados en la mayoría de los trabajos a la geografía radical y a la geografía cultural y humanística. Sin embargo, en los últimos años los trabajos se orientan hacia la construcción de marcos epistemológicos y metodológicos diferentes: se fijan en la diferencia sexual como eje de poder, pero no le otorgan exclusividad ni la aíslan de otros ejes de opresión como clase, edad, etnicidad, sexualidad, discapacidad, religión, etc., dando lugar a la interseccionalidad que posibilita aún más analizar las diferencias sociales en varias escalas de análisis geográfico. La ciudad, como otras instituciones humanas, segrega espacialmente a las mujeres y a otros sujetos subordinados. La estructura y funciones de las ciudades tienen base en la articulación del patriarcado –un sistema de dominación político-ideológico–, y capitalismo –un sistema de dominación económica–. La ciudad refleja, entre otros aspectos, la división sexual del trabajo, entre el espacio de la producción, destinado al mercado, y el espacio de la reproducción, destinado a la vida. Para tratar cuestiones de género en la ciudad se deben reconocer estas relaciones. El patriarcado domina y jerarquiza haciendo que hombres y mujeres no vivan de la misma manera. Es necesario que los estudios urbanos incorporen entonces la perspectiva feminista para poder desentrañar la situación de opresión de quienes viven (y sobreviven) en las ciudades. Actualmente, estamos asistiendo a un momento de enorme potencial: se vislumbran diversas geografías de género, encuadradas en variados marcos teóricos, que van desde el patriarcado, la teoría queer y los estudios culturales hasta el poscolonialismo y el posmodernismo. Esto permite enlazar al género con otras categorías y experiencias; y, también, impacta en la revisión conceptual de categorías geográficas como espacio público, lugar, espacio privado, entre otras. • 21 •
La equidad como agenda y como construcción permanente en la formación y en el ejercicio de la Arquitectura ROSA ABOY Arquitecta y doctora en Historia Moderna. Profesora investigadora titular, directora de la maestría en Estudios Urbanos y de la Vivienda en América Latina y consejera directiva de la FADU, UBA. Consejera y directora de la comisión de Formación y Asuntos Universitarios del CPAU.
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esde hace algunos años, la preocupación por la equidad comenzó a impregnar las otrora rígidas estructuras de las instituciones profesionales de la arquitectura y el urbanismo. Esta nueva sensibilidad es el resultado de un lento proceso histórico que fue ampliando los confines de una profesión tradicionalmente asociada al género masculino y a sectores sociales altos y medioaltos de la sociedad, cuya actividad principal había estado orientada, principalmente, a proyectar y construir edificios institucionales y viviendas notables. Las universidades fueron el primer ámbito de una lenta y trabajosa inclusión, que aún está lejos de ser equitativa. En efecto, desde mediados del siglo XX, la participación femenina y de estudiantes de la clase media en las facultades creció dinamizada, en buena medida, por la gratuidad de la enseñanza, que animó a sectores medios urbanos a emprender una carrera universitaria. Esta diversidad aumentó en las décadas de 1960 y 1970, en las cuales, no obstante, como sostiene la investigadora Dora Barrancos, «los vínculos de género en las casas de altos estudios, aun en aquellas que pasaban por notables cambios de programa y de óptica, eran jerárquicos. Los varones dominaban por completo la escena en la cátedra, en la gestión y en las organizaciones estudiantiles» (Barrancos, 2007, p. 224). El desequilibrio en el claustro estudiantil en favor de los varones fue dejando paso a un marcado predominio de mujeres, que en la actualidad supera el 60% en el caso de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Este predominio femenino se mantiene en los cargos docentes de menor jerarquía, pero decrece marcadamente a medida que se avanza en la carrera docente, no mostrando diferencias muy marcadas con el escenario que describe Barrancos para la década de 1960. En efecto, la participación de mujeres dentro del • 22
claustro de profesores ronda, en la actualidad, el 25%, considerando a todos/as los/as profesores/as titulares y adjuntos/as de las siete carreras que se dictan en la FADU. Si en lugar de considerar las siete carreras de esa casa de estudios, consideramos únicamente la materia proyectual (troncal) de la carrera de Arquitectura, se observa que entre las veintisiete cátedras existentes en 2021, ninguna tiene al frente a una profesora titular mujer y solo dos cátedras cuentan con profesoras adjuntas regulares. Esta situación tiene un peso simbólico importante, pues la materia Arquitectura ha sido el ámbito del que provinieron todos los decanos desde el retorno de la democracia. Todos ellos varones, con la excepción de la arquitecta Carmen Córdova, única decana mujer de la FADU, que fue obligada a renunciar sin haber completado su mandato. Estos desequilibrios tienen su origen en tradiciones culturales y roles de género de largo arraigo en la sociedad argentina, como las tareas de cuidado, tradicionalmente asociadas a las mujeres, que suelen constituir obstáculos en la carrera académica y laboral, poniendo a las mismas en desventaja respecto de los varones. Los cambios culturales de las últimas décadas están produciendo una lenta transformación social en las generaciones jóvenes hacia la coparentalidad que, de sostenerse en el tiempo y con el apoyo de políticas públicas, serán productoras de mayor equidad. Las transformaciones en curso van de la mano de una mayor visibilización y ampliación de los derechos de quienes no se identifican dentro del binarismo. Una encuesta reciente del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) permite por primera vez expresar la identificación de sus matriculados en relación con el género desde una mirada no binaria. Según esta muestra, aun en procesamiento, el 59% de los matriculados son varones y el 40% son mujeres,
mientras que algo menos del 1% se identifica por fuera de esas categorías. Si bien es un porcentaje muy bajo y que suponemos subrepresentado, constituye un avance notable en la formulación de la propia encuesta. El caso del CPAU es interesante, pues la institución ha puesto en agenda, ya desde las dos gestiones anteriores, la cuestión de la inclusión de las mujeres a través de iniciativas como el compromiso de fijar un mínimo de participación en todo evento auspiciado u organizado por el CPAU, que se estableció en un 30%. La gestión actual ha decidido profundizar y ampliar la agenda de equidad, sumando a las cuestiones relativas al género las que hacen a la equidad social, intergeneracional y de perfiles profesionales, entre otras. La encuesta 2021 del CPAU permite saber que el 63% de los/as matriculados/as es mayor de 51 años, siendo el rango etario entre 51 y 60 años el más numeroso (27% del total). Por su parte, los/as menores de 40 años, representan algo menos del 18% sobre la totalidad, lo que permite suponer un menor grado de participación en las encomiendas profesionales de los/as más jóvenes o, al menos, un menor grado de formalización y colegiatura. Por su parte, datos propios del CPAU del año 2020, permiten saber que las encomiendas están distribuidas en un 68% a cargo de varones y un 32% a cargo de mujeres. El cruce de esta distribución por género con el tipo de encargo muestra que la brecha se incrementa en las encomiendas de proyecto y dirección de obras (varones en un 75%) y tiende a una mayor igualdad en los otros dos tipos de encomienda relevadas en la muestra. En efecto, en el rubro habilitaciones, las encomiendas presentadas por mujeres representan el 47% y 45% en las encomiendas por Ley 257. Esto da cuenta de una participación femenina sustancialmente más alta en las encomiendas de menor reconocimiento profesional y económico. De los párrafos anteriores se desprende que son los profesionales maduros y de género masculino los que concentran la mayor cantidad de encargos tradicionalmente asociados al perfil liberal de la profesión. Estas características hacen que, inversamente, los jóvenes y las mujeres arquitectas tengan una menor participación en el registro de las encomiendas productoras de un mayor capital económico y social. En efecto, en el mercado del prestigio, los arquitectos varones y de más de 50 años aparecen mejor posicionados que sus colegas de otros géneros y que los más jóvenes, si bien esto último es parcialmente atribuible a la valoración positiva que en la práctica de las profesiones suele adjudicarse a la trayectoria y la experiencia. Los resultados provisorios de la encuesta 2021 dan cuenta de una gran diversidad de perfiles profesionales. Constituye otro acierto de la muestra el amplio abanico en la formulación de las preguntas, pues las 1431 respuestas recibidas se desagregan en 35 ramas de actividad. Su lectura permite confirmar que una amplia mayoría define como su actividad principal el proyecto y la dirección
de obras. En segundo lugar, aparecen las actividades vinculadas a la construcción, seguidas del gerenciamiento de proyectos, asesoría, documentación de obra, gestoría, docencia, consultoría, mantenimiento de edificios, gestión, desarrollo inmobiliario, etc. Así como la universidad constituyó en la Argentina del siglo XX una herramienta de ascenso y equidad social, la capacitación sigue siendo una estrategia privilegiada de la matrícula. En el último año, el 57% declara haber realizado cursos de capacitación para mejorar su desempeño profesional. La mayor parte de las capacitaciones se vincula a cursos, seminarios, conferencias y congresos. Por su parte, sobre un total de 932 matriculados que contestaron esta pregunta, 66 cursan especializaciones, mientras que 135 declaran capacitarse en maestrías. El perfil académico y de investigación es minoritario entre quienes se matriculan, pues las agencias de promoción científica, como el CONICET o la ANPCyT, así como la docencia en universidades, no requieren de la matrícula. Tal vez en eso radique, en parte, que quienes cursan o han cursado estudios de doctorado sean únicamente 13 matriculados. Al cabo de este artículo, quedan esbozadas algunas conquistas y una agenda pendiente, en términos de equidad, en el campo de la Arquitectura. Desde el punto de vista del género, asociaciones como Soy Arquitecta, Un día, una arquitecta y el Colectivo de Arquitectas en defensa de las tierras públicas juegan un importante papel en la visibilización, concientización y producción de conocimiento con perspectiva de género. Asociaciones estudiantiles en diversas facultades recuperan la agenda de equidad a través de comisiones de géneros y disidencias y plantean fuertemente la necesidad de mayor inclusión de los jóvenes en el claustro docente. Estos temas, así como los vinculados a los derechos sociales y ambientales, muestran el protagonismo que las generaciones más jóvenes han tenido en la construcción de la agenda pública de ampliación de derechos ligados a nuestras disciplinas. Por su parte, los marcos institucionales también, lentamente, se van modificando. Las resoluciones de paridad en la integración de listas de consejeros y consejeras superiores y directivos de la UBA y de otras universidades, así como los proyectos de paridad en la integración de jurados de concursos académicos, tribunales de tesis y en cargos de gestión de gobierno, presentados por profesoras y graduadas en la FADU, UBA, van en el mismo sentido, acompañando las normativas de inclusión y derechos sancionadas por leyes nacionales y locales en la última década. Por su parte, distintas facultades cuentan con unidades de género y han establecido la obligatoriedad de capacitación en la Ley Micaela. En el panorama descrito, el papel del CPAU es central, como faro para marcar los rumbos de una profesión, y de un campo de formación y de actividades, que está en el camino de lograr mayores niveles de equidad y solidaridad intergeneracional, de géneros y de perfiles profesionales comprometidos con el bien común. • 23 •
¿Por qué no han existido grandes arquitectas mujeres? VICTORIA MIGLIORI Arquitecta y especialista en Teoría del Diseño Comunicacional (UBA). Editora y docente desde el año 1992 en grado y pregrado. Jefa de Trabajos Prácticos de la materia Introducción al Conocimiento Proyectual, Cátedra Turrillo, CBC. Premiada en concursos nacionales de Arquitectura. Colaboradora de UD/UA. Cofundadora de la red soyarquitecta.net.
Un día de taller en Introducción al Conocimiento Proyectual, CBC, FADU, UBA. Foto: V. Migliori.
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n el año 1971, la historiadora Linda Nochlin publica el ensayo Por qué no han existido grandes mujeres artistas – cuyo título me atrevo a tomar prestando para este texto–, en el que propone una reflexión histórico-artística en relación a la diferencia sexual entre los grandes nombres de la historia del arte. ¿Cuántos nombres de arquitectas pueden recordar? ¿Cuántas son? ¿Son tan conocidas y reconocidas como lo han sido tradicionalmente los hombres? ¿Hasta qué punto son visibles? ¿Cuál es el precio que tuvieron que pagar por esa visibilidad? ¿Cuántas de ellas figuran en los libros de arquitectura con los que estudiamos y siguen estudiando los futuros profesionales? ¿Qué participación tienen en la construcción del discurso arquitectónico? ¿Cuál era su extracción social? Dejemos en claro que la investigación sobre mujeres arquitectas silenciadas por la historiografía tradicional está, a estas alturas –y por suerte–, encaminada y avanzada. En nuestro país es fundamental la tarea del colectivo Un Día, Una Arquitecta y de investigadoras como Inés Moisset, por ejemplo. Si bien todavía queda mucho trabajo por hacer al respecto, la tarea de reponer nombres ya no tiene vuelta atrás; pero, ¿eso salda la deuda? Definitivamente no; y es ahí dónde retomo el texto de Nochlin, porque su trabajo hace foco en algo que creo que ha sido central en torno a la figura del «gran arquitecto». Según la autora, la pregunta que el título del presente texto parafrasea es tramposa, porque «en la base de esta pregunta se encuentran muchas premisas simplistas, distorsionadas y carentes de sentido crítico sobre la creación del arte [arquitectura] en general y sobre las grandes obras de arte [arquitectura] en particular». Los libros y las publicaciones especializadas han sido las encargadas de difundir y homologar de alguna forma la producción arquitectónica utilizando de manera recurrente el término «grandes» como título honorífico. La tradición artística, que incluye a la arquitectura entre sus disciplinas, asocia ese término a la idea de genio, en tanto alguien dotado de un aura especial que lo convierte en único e irrepetible: «una mirada romántica y elitista, centrada en la glorificación del individuo».
¿Dónde está la voz pública de las arquitectas? Utilizando el mismo recurso, este subtítulo parafrasea a la catedrática inglesa Mary Beard en su conferencia «La voz pública de las mujeres» en la que esta especialista en la Antigüedad Clásica analiza el modo en que la historia ha tratado a las mujeres poderosas (Beard, 2018). La conferencia inicia con una cita de la Odisea de Homero que, seguramente, ha pasado desapercibida, o al menos ha sido naturalizada, durante siglos. En el primer canto del poema se puede leer cómo el joven Telémaco (hijo de Ulises y Penélope) le dice a su madre: «... mas tú vete a tus salas de nuevo y atiende tus propias labores, al telar y a la rueca, y ordena, asimismo, a tus siervas aplicarse al trabajo; el hablar les compete a los hombres y entre todos a mí, porque tengo el poder en la casa». El término que utiliza Telémaco es mythos, que en griego homérico alude al discurso público en esos tiempos, algo que claramente estaba vedado a las mujeres. Tomando como base la web de la FADU¹, es posible hacer un ejercicio estadístico en relación a la conformación de las cátedras de todas las materias de la carrera de Arquitectura. El resultado final permite diferentes lecturas, pero se observa que no hay mujeres titulares en las materias Arquitectura I a V, Teoría de la Arquitectura y Construcciones, y que la relación final de titulares de todas las materias de la carrera es del 11% de mujeres y 89% de varones. Podrían sumarse a estos datos los porcentajes vertidos en el artículo «Docentes Mujeres del Área Proyectual» publicado en esta misma revista en 2016 (Quiroga, Mignaqui y Martínez González, 2016). En definitiva, queda más que claro que las mujeres no formamos parte de la construcción formal del discurso público de la arquitectura. Por supuesto que hay una construcción de otro discurso que hacemos las arquitectas, pero no parece ser valorado por la academia. 1. No todas las cátedras tienen sus sitios vinculados a la FADU, pero puede sumarse una búsqueda minuciosa por otras redes que reponen en gran medida los faltantes.
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¿Cómo juntamos todo esto?
¿Solo se trata de mujeres?
El pensamiento proyectual no es privativo de las materias troncales (Arquitectura I a V y Teoría de la Arquitectura) y ni siquiera lo es de la carrera de Arquitectura. Siguiendo a Inés Moisset, el pensamiento proyectual es una herramienta para adquirir nuevos conocimientos «a través de secuencias de hipótesis que investigan el futuro y lo evalúan, proponiendo escenarios, no alternativas sino posibilidades» (Moisset, 2017).
Por el taller de Introducción al Conocimiento Proyectual (ICP), en el CBC, pasan estudiantes muy diferentes, con todo lo que ese adjetivo implica: extracción social, género, variedad de intereses personales y profesionales, expectativas, deseos y en los últimos años, también de diferentes países. Es placentero ver cómo la educación pública permite una mixtura impensada en muchos otros espacios. Sin embargo, cuando el año termina, surge la pregunta: ¿cuántos de ellos (sobre todo aquellos que siguen Arquitectura) logran terminar la carrera? ¿Podrán evitar la frustración que la imposibilidad de llegar a ser un genio (que cuando yo estudiaba se los llamaba «lápiz de oro») les pueda generar?
Por otro lado, la estructura de la carrera sigue abonando la idea del «gran arquitecto», que ha sido ampliamente superada2. Si bien los nombres de las cátedras intentaron una despersonalización convirtiéndose en siglas, que en muchos casos replican nombres de estudios conocidos, el fondo del plan de estudios sigue siendo el mismo: una carrera cuyo eje es una única materia, en donde el resto funcionan como satélites sometidos a su influencia, resulta una idea obsoleta. La Arquitectura requiere de trabajo colectivo y colaborativo (no es una frase hecha, basta con ver la cantidad de profesionales involucrados en el proceso de una obra), las ideas se construyen siempre con otros y nunca son privativas de una única figura. Si a esta estructura académica sumamos la ausencia de mujeres como titulares de las materias eje, tendremos un discurso unívoco que solo sigue apuntando al mismo lugar.
2. Queda flotando aquí la conversión en «marca» que el marketing ha hecho con la idea de genio, de gran figura.
La idea del «gran arquitecto» en tanto genio no afecta solo a las mujeres, también deja afuera a estudiantes en situaciones de vulnerabilidad (en todas las variantes del término) que no logren acceder a «ciertos niveles socioculturales», dejando para ellos las tareas consideradas menores (áreas técnicas y tecnológicas, por ejemplo). Si llegaron hasta aquí y lograron seguir el derrotero de estas ideas, de seguro estarán al menos, con enojo o intriga. En ambos casos, este texto busca pensar con quien lo lee, no llegar a afirmaciones definitivas: no busquen aquí respuestas, porque no se trata de dar respuesta, sino de construir nuevas preguntas. • Bibliografía Beard, M. (2018). Mujeres y poder, un manifiesto. Buenos Aires: Crítica. Homero (2008). Odisea. España: Del Nuevo Extremo. Moisset, I. y Períes, L. (Comps.) (2017). La experimentación proyectual. Actas Proyectar 2017. Universidad de Buenos Aires. Nochlin, L. Por qué no han existido grandes mujeres artistas.
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0% 0% 100% 100%
Varones
Mujeres
Titulares de cátedra de la carrera de Arquitectura según sexo, FADU, UBA. Porcentajes.
Profesores, según sexo, en las cátedras de las materias Arquitectura I a V, FADU, UBA.
75 50
11,1% 88,9%
25 0 Consultos
Titulares de cátedra según materias de la carrera de Arquitectura, FADU, UBA. Porcentajes. No se incluyen materias optativas.
0% 100%
0% 0% 100% 100%
Titulares
Asociados
Adjuntos
0% 0% 100% 100%
26,7% 26,7% 73,3% 73,3%
12 1 87 8
Construcciones Construcciones
Historia Historia
Mo Mo
33 3 66 6
0% 100% 0% 100%
26,7% 73,3% 26,7% 73,3%
12,5% 87,5% 12,5% 87,5%
0% 0% 40% 100% 100% 60% 40% 60%
25% 25% 33,3% 75% 75% 66,7% 33,3% 66,7%
Construcciones
Historia
Morfología
Teoríade de Arquitectura Teoría lalaArquitectura Estructuras
Instalaciones Instalaciones Legal
Construcciones
Historia
Morfología
Estructuras
Legal
0% 100% 0% 100%
25% 75% 25% 75%
33,3% 66,7% 33,3% 66,7%
40% 60% 40% 60%
28,6% 71,4% 28,6% 71,4%
Teoría de la Arquitectura
Instalaciones
Planificación urbana
Materialización de proyectos
Matemática y física
Teoría de la Arquitectura
Instalaciones
Planificación urbana
Materialización de proyectos
Matemática y física
ArquitecturaIIaaVV Arquitectura
Fuente: elaboración de la autora basada en información proporcionada por los equipos docentes por cátedra, y publicada en sus páginas, a partir de www.fadu.uba.ar 2019-2020. 27 •
Planifica Planific
La equidad de género para un nuevo paradigma profesional CAYETANA MERCÉ Arquitecta y periodista. Titular de la agencia de comunicación Mercé O’Grady y coordinadora de soyarquitecta.net.
esde el 2014, a través de espacios como el que generó el proyecto Un Día Una Arquitecta (UDUA), liderado por Inés Moisset, que visibilizó el trabajo de las arquitectas publicando cada día una biografía de referentes nacionales e internacionales, se puso en evidencia cómo la producción de las mujeres fue excluida sistemáticamente de los libros de estudio, trabajos de investigación, artículos de divulgación, paneles de debate, premios internacionales, etc.; todos espacios fundamentales para crear una historia de la arquitectura más diversa, justa y equitativa.
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En paralelo al trabajo de UDUA se activaron charlas y eventos sobre estas temáticas, como el Encuentro de Mujeres Arquitectas en la Bienal de Arquitectura de Buenos Aires (2015), la difusión de artículos sobre la temática, actividades académicas y la construcción de redes y colectivos enfocados especialmente en la temática urbana con perspectiva de género. En 2018 se presentó en la FADU-UBA el libro Mujeres, Casas y Ciudades, de Zaida Muxi (DprBarcelona, 2018), entre otros hitos que fueron un punto de inflexión para muchas arquitectas de esta generación. En lo personal fui parte del equipo de redacción de UDUA desde el inicio del proyecto. Allí pude identificar el potencial y el empoderamiento que produce pertenecer a un grupo de género con objetivos comunes. Al mismo tiempo, seguí con interés el trabajo de redes de mujeres periodistas con quienes me vinculaba por mi trabajo de ese momento en el diario Clarín, • 28
y entendí que la lucha por la igualdad de género logra construir lazos de una enorme potencia sin importar diferencias generacionales ni intereses profesionales específicos. En ese contexto, en 2018 inicié el proyecto soyarquitecta.net, una red profesional que en principio tuvo el objetivo de poner en contacto a las arquitectas activas para generar un acompañamiento y contención durante las diferentes etapas del camino profesional. El proyecto tuvo desde su inicio el apoyo de Valeria del Puerto, quien era en ese momento presidenta del CPAU, quien nos permitió lanzarlo en la institución, lo que fue un importante aval para las siguientes etapas. Más arquitectas comenzaron a sumarse a la red. A través de herramientas como el networking, eventos y capacitaciones, y proyectos especiales con foco en la adquisición de derechos de las mujeres, soyarquitecta.net fue creciendo exponencialmente. Desde su creación han participado de estas actividades más de quinientas arquitectas argentinas y a través de los canales de redes sociales las profesionales se mantienen en contacto diariamente evacuando consultas, pedido de referencias sobre gremios, ofertas de trabajos, etc. Desde hace unos meses se está trabajando para expandir esta dinámica a otras ciudades y provincias del país, como por ejemplo Rosario y La Rioja. Por otra parte, ya está iniciado el trámite de la conformación de una asociación civil para obtener personería jurídica propia.
Estructurada en cuatro áreas profesionales –actividad privada, académica y científica, estatal y tercer sector–, esta encuesta fue creada frente a la falta de datos e información acerca de la situación de las arquitectas y su desempeño profesional en la Argentina. Tiene como objetivos establecer un diagnóstico en las diferentes regiones del país, plantear líneas de acción y transformación para mejorar la situación existente y reflexionar sobre las dificultades que atraviesan las profesionales argentinas.
Este conjunto de acciones de soyarquitecta. net, así como las que llevan a cabo paralelamente otros grupos de género que sería muy largo enumerar, apuntan a un mismo objetivo que es desarmar el modelo tradicional patriarcal, jerárquico y egocéntrico que históricamente ha dominado a la Arquitectura, para introducir nuevos enfoques inclusivos con perspectiva de género, entendiendo que lo que se necesita es un nuevo sistema de valores donde los/as arquitectos/as sean parte de la solución y no del problema. •
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Dentro de los proyectos especiales 2021, están el Premio Nacional Soy Arquitecta –abierto a todas las arquitectas del país en seis categorías– y la Encuesta Arquitectas Argentinas, que se lanzó en mayo en conjunto con el equipo de la Línea de Investigación Urbanismo, Arquitecturas y Diseño Feministas perteneciente al CONICET, y cuyos resultados se darán a conocer a fin de octubre de 2021.
Foto: Mara Steinberg. Fachada en obra del edificio Hip García, obra de Mara Steinberg, Corinne Mauas, Germán Hauser. 29 •
Caminando hacia la paridad de género En una jornada histórica, el 13 de agosto el Consejo Directivo de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires aprobó una resolución que establece la garantía de representación con paridad de género en todas las instancias de evaluación colegiadas que dependan de la facultad.
CAROLINA QUIROGA Arquitecta (UBA), especialista en Patrimonio. Profesora del Taller de Arquitectura e Investigadora FADU, UBA. Directora de LINA Plataforma que dicta el Taller de Arquitectura Feminista UBA, UNCuyo, UNDAV, UNLP, UNT.
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urante los últimos años, hemos presenciado numerosos avances donde mujeres y diversidades no solo se han visibilizado sino conquistado importantes derechos. Asimismo, las cuestiones de género ocupan un lugar prioritario en la agenda mundial en todos los ámbitos, y en particular, en las cuestiones referidas a la formación que obligan a revisar y actualizar procedimientos y prácticas hacia una verdadera educación inclusiva. La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), suscripta por Argentina desde 1980, y con jerarquía constitucional, reconoce el derecho de las mujeres a la existencia de medidas de acción afirmativas específicamente en el campo de la educación. Su reciente Recomendación General Comité CEDAW (2017) encomienda que se apliquen medidas para cerrar la brecha de género en los puestos directivos en todos los niveles de la enseñanza con objeto de eliminar la discriminación de las mujeres de ese ámbito: aumentar el número de mujeres en puestos directivos, examinar los procedimientos de nombramiento y promoción y eliminar las disposiciones discriminatorias que obstaculizan su representación equitativa, acabar con las culturas institucionales predominantes que ponen trabas a la promoción de las mujeres en la profesión docente, establecer metas con plazos concretos para lograr la paridad en los puestos de las universidades –directivos, cátedras, rectorados y vicerrectorados–. Además, promueve el
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INÉS MOISSET Arquitecta UNC. Doctora por el Istituto Universitario di Architettura di Venezia. Investigadora CONICET, sede en el IEH, UBA. Premio Bernardo Houssay de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
establecimiento de políticas y cuotas para favorecer la igualdad de representación de las mujeres en los órganos rectores –claustros, consejos, órganos de investigación–. No obstante, estos profundos cambios a nivel político y social poco han influido en la FADU, que continúa siendo un ámbito sumamente inequitativo. Desde su creación en 1901 como Escuela de Arquitectura en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y luego como Facultad de Arquitectura y Urbanismo en 1947, la cantidad de mujeres estudiantes ha crecido, siendo hoy más de la mitad de la matrícula y de las personas graduadas. Esta proporción se refleja en los inicios de la carrera docente (51% mujeres ayudantes) pero decrece a medida que se asciende a los cargos de mayor jerarquía, siendo las profesoras titulares el 30% en FADU y el 21% en Arquitectura. Lo mismo sucede en los ámbitos de gestión. En este marco, la resolución busca revertir la persistente disparidad en la participación de mujeres y diversidades en las diferentes instancias de evaluación, ya que las mismas son momentos donde se habilitan o inhiben oportunidades a las diferentes perspectivas dentro de la producción académica y científica y, por lo tanto, la paridad de género debería ser respetada en estas instancias también. Se deben arbitrar los medios necesarios para implementar la paridad en tribunales de evaluación de dirección de institutos y centros, concursos docentes en todas las categorías y dedicaciones, concursos de becarias/os, tesis y trabajos finales de grado y posgrado;
paridad en las comisiones académicas de las carreras de posgrado, comités académico-científicos para publicaciones y eventos; tribunales de registro de aspirantes, y todas aquellas instancias de evaluación realizadas en el marco de la facultad. Otra cuestión considerada como fundamental fue que las personas responsables de evaluar deben cumplir con las políticas de formación y concientización en la temática, desarrollada por la Secretaría de Asuntos Académicos de la Universidad de Buenos Aires y de cumplimiento obligatorio en todas las casas de estudios. La Ley N° 27.499 conocida como Ley Micaela, promueve la capacitación obligatoria de los agentes del Estado en materia de género y violencia contra la mujer, a la cual adhirió el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en el 81° Plenario de Rectores en 2019. La resolución aprobada comprende tres artículos. El primero establece que se arbitren los medios necesarios para garantizar representación con paridad de género –cupo mínimo– dentro del ámbito de enseñanza, investigación y extensión en todas aquellas instancias de evaluación colegiadas cuya integración dependa de esta facultad. El segundo, que se conformen los tribunales y comités de evaluación respetando la paridad de género. Un tercer artículo, que se instrumenten mecanismos que acrediten el cumplimiento de la Ley Micaela por parte de las personas designadas para los tribunales evaluadores. Para tomar dimensión de la importancia y alcance de esta normativa, es necesario revisar cómo al momento se han formado las instancias evaluativas en la carrera de Arquitectura. A nivel docente, los tribunales de concursos de profesoras/es regulares y auxiliares docentes han sido en su mayoría varones. Sobre estudiantes, puede mencionarse el jury o evaluación del taller de Arquitectura, que funciona desde 1996: en 2011, casi 1000 estudiantes de Arquitectura fueron evaluados en 33 tribunales compuestos por 94 arquitectos y solo 5 arquitectas. Si bien esto se ha ido equilibrando, la paridad ya no depende de la voluntad de quienes los organizan, sino de un marco institucional que garantiza el derecho de las/os estudiantes. Cabe mencionar que aún resta un camino para desmontar la perspectiva androcéntrica en la formación arquitectónica. Hoy, ninguna arquitecta conduce las materias de Teoría (10 cátedras), Construcciones (5 cátedras) ni Instalaciones (4 cátedras). De las 8 cátedras de Morfología, solo una titular es mujer y de las 12 cátedras de Historia, solo 2. Y la más brutal de las inequidades ocurre en los talleres de Arquitectura: 27 cátedras todas a cargo de profesores varones y un plantel de profesores regulares por concurso de 64 varones –23 titulares, 5 asociados y 36 adjuntos– y solo 2 profesoras adjuntas. Desde inicios de 2020, elaboramos un diagnóstico y propuestas sobre equidad, basados en nuestra trayectoria en la temática. A continuación, dicho documento fue trabajado en equipo con la comisión de Equidad y Géneros de Territorio con las arquitectas y diseñadoras Clara Mansueto, Manuela Roth, Daniela Szajnberg, Anabella Roitman, Mariana Monteserin, Carolina Antolini, Soledad Clavell, entre otros/as colaboradores y asesores. La iniciativa fue apoyada por más de quinientas firmas de personas y organizaciones. Esperamos que este camino emprendido por FADU-UBA se multiplique en otros espacios, donde arquitectas y arquitectos compartimos y construimos conjuntamente. •
Tribunales del Jury Proyecto Arquitectónico, FADU, UBA 2015-2020
Composición según sexo de los tribunales Total de integrantes de los tribunales: 591
Mujeres
Varones
16,1% 95
83,9% 496
Presidencia de cada Jury según sexo Cantidad total de tribunales: 197
Presidido por mujeres
Presidido por varones
6,1% 12
93,9% 185
Composición de los tribunales Cantidad total de tribunales: 197
47% 92
Tribunales mixtos
53% 105
Tribunales sin juradas mujeres
Tribunales sin jurados varones
0% 0 Fuente: Dimas González (2020). Trabajo realizado para el Seminario SI-FADU-UBA: Investigación en Diseño, Arquitectura y Urbanismo Feministas.
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Una experiencia formativa basada en la equidad CLAUDIO FERRARI Arquitecto UBA. Decano del Instituto de Arquitectura de la Universidad Nacional de San Martín. Titular de la materia Arquitectura PU/PA en la FADU, UBA. Ha sido autor de obras y proyectos como la Ex aduana Taylor (hoy museo Casa de Gobierno), Centro Cultural Kirchner y Parque de la Memoria.
a igualdad de oportunidades es una idea de justicia social que propugna que un sistema es socialmente digno y justo cuando todas las personas tienen las mismas posibilidades de acceder al bienestar social y poseen los mismos derechos. Entre 1980 y 2015, el 1% más rico del mundo recibió una proporción dos veces mayor del crecimiento económico que el 50% de la población con menores ingresos, según el Informe de desigualdad global del World Inequality Lab •. Hoy, ese desequilibrio nos plantea un escenario mucho más acuciante, donde el acceso equitativo del que estamos hablando se ha tornado un desafío que implica cambios sustantivos en la organización de la sociedad. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calcula que en la actualidad se extraen globalmente cien mil millones de toneladas de recursos naturales para la producción anual, triplicando la cantidad que se extraía en 1970. Alrededor de la mitad de los materiales utilizados son minerales no metálicos, usados mayormente en el sector de la construcción, seguido por una cuarta parte que corresponde a biomasa y el resto combustibles fósiles y metales. A este ritmo de producción, consumo y descarte, para 2060 el uso anual de materiales sería de 313 mil millones de toneladas, más del triple del número actual. Enfrentar desde la universidad los cambios globales a los que estamos sometidos, conviviendo diariamente en un escenario de crisis planetaria, nos exige tener una mayor conciencia de los objetivos de estudio que se plantean en las distintas áreas de conocimiento. La pandemia nos ha hecho reflexionar más profundamente sobre nuestra misión y objetivos, intentando asimilar los cambios acelerados que muestra la actividad humana, y nos ha permitido resolver, en gran parte, la discusión acerca de si las universidades debieran tener «contacto» con la realidad.
L
Cualquier respuesta pospandémica debería apoyarse, como sugiere el filósofo Edgar Morín, en los principios de una economía verdaderamente regenerativa basada en el cuidado y la reparación (Sánchez y Eduardo, 2009). Lo superfluo se ve desplazado por necesidades esenciales y primarias de la sociedad, la que nos replantea una nueva ética de la formación y una reformulación de los perfiles de graduados, con las consecuentes variaciones en planes de estudio, objetivos, contenidos y modalidades de enseñanza y aprendizaje. En ese sentido, las escuelas de arquitectura están en un proceso de resignificación del espacio disciplinar, más orientadas a la integración social del conocimiento que el alcanzado en otros momentos de la historia. Desde el espacio del Instituto de Arquitectura y Urbanismo entendemos que es necesario mantener un estado de reflexión colectiva sobre estos hechos, para pensar hacia dónde y cómo queremos ir. Ser un/a arquitecto/a hoy –uno comprometido con el desarrollo justo del hábitat– implica, entre otras cosas, desarrollar propuestas concretas que ayuden a cambiar las condiciones de vida en el mundo real, entendiendo el nivel de precariedad en el que vivimos. En una entrevista, el pintor y escritor chileno Adolfo Couve decía: «El fracaso es casi siempre ansiedad, apurarse», y también dijo que «Puede ser que el miedo que le tengo a la muerte haga que esté controlando todo, el encerado, el jardín, el riego, el loro, la casa. El miedo me ha hecho vivir en circuitos muy precarios. Porque el problema es que buscamos una seguridad que no existe. Somos lo que somos nomás, y como somos casi nada y es lo único que somos, si perdemos el casi nada, perdemos todo» (García y Porzio, 2015).
< Mapa de la cuenca Reconquista (LabUrA-UNSAM).
Biblioteca Popular La Cárcova, taller integrador IA-UNSAM, dirigido por Diéguez, Gilardi, Busnelli.
Lo que define en gran medida los principios de una formación inclusiva en estos contextos vulnerables es el principio de equidad. La equidad es una idea muy pertinente a los objetivos de un plan de estudios en cualquier nivel de la educación. En las universidades este concepto se va poniendo más difuso producto de las formas de acceso al conocimiento, y la imposición de una idea de clase dominante que se arroga el derecho natural de acceso al conocimiento. La Honorable Cámara de Diputados de la Nación expresó en 2018: • «¿Es de equidad que hayamos poblado la provincia de universidades, cuando todos sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?» Y entonces, me pregunto: ¿cómo transformar desde la experiencia estos «imaginarios» para lograr una mayor equidad?
Desafíos En el Instituto nos planteamos los siguientes desafíos: • Crear un mapa del territorio, interpelarlo, relevar (revelar) a partir de una observación propia legitimada por el espacio y el tiempo de investigación. • Definir el concepto de Arquitectura en un contexto donde no hay un imaginario simbólico de este campo de conocimiento, más allá de la casa individual, y objetivar esa realidad para traducirla a un plan de estudios adecuado a las normas que otorgan un título profesional habilitante. • Pensar la enseñanza de la Arquitectura fuera del núcleo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde en cien años no se pensó en crear una escuela de Arquitectura y Urbanismo en territorios donde muy pocas veces la disciplina puso su interés. • Comprender cuál es la procedencia y los objetivos de los estudiantes que desean estudiar Arquitectura en la Universidad de San Martín, o cualquier otra universidad del conurbano bonaerense, para construir desde esos imaginarios una posibilidad de adaptar la Arquitectura a estas demandas no convencionales. El diseño curricular está determinado por estos desafíos, y por cómo generar programas de inclusión; creemos firmemente que sin este contrato entre autoridades docentes y estudiantes no es posible un modelo de transferencia de conocimientos exitoso.
La herramienta proyectual comienza así a ser un arma poderosa, pudiendo establecer espacios de síntesis y resolución de conflictos al introducir la Arquitectura en lugares donde nunca había transitado. Amplía la posibilidad de integrar la práctica a un espacio social de conocimiento, que actúa como un súper conductor de las vinculaciones más complejas, como puede ser el reclamo de infraestructuras básicas a partir del intento que producir proyectos urbanos desde la escuela, o acercar el diálogo entre los actores de un barrio desde un escenario de proyecto en diversas escalas. Para los que viven al margen de la ciudad, estos significantes son de naturaleza muy distinta al de las áreas centrales, y hay que construirlos en un ADN nuevo, por eso resulta tan difícil planificar en el conurbano: entre otras cosas, porque no hay una idea común sobre su lógica constitutiva. Lo que está claro en los alumnos desde el primer día es que saben lo que quieren transformar y vienen a este espacio de conocimiento a buscar las herramientas. Esta acción interpela a nuestro saber disciplinar, nuestras prácticas e incluso nuestra forma de enseñanza de la Arquitectura. Las ideas de un conocimiento circular implican una integración permanente con la comunidad: no se puede ser elitista en esta matriz, todo se piensa naturalmente en una función social. Es, además, una manera de decir que toda la Arquitectura es pública, y que no se puede hacer la separación de público y privado definido por el imperativo del catastro parcelario, el cual significa hoy un verdadero atraso cultural que subsiste lamentablemente en nuestro país por el origen agropecuario de la cultura del suelo. Las programaciones de los ejercicios de proyecto comienzan a tener agendas no convencionales, donde se incluye el trabajo social, la producción local, el medioambiente, la política pública, la tecnología y, por supuesto, la solución a los problemas de hábitat y la edilicia de la vivienda doméstica con sus procesos de construcción, las técnicas, los materiales y la invención de nuevos procesos constructivos basados en la investigación teórica y los ensayos de laboratorio. •
Uribe Sánchez, J. L. E. El pensamiento complejo de Edgar Morin, una posible solución a nuestro acontecer político, social y económico. Espacios Públicos, 12(26), 229-242. Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México. García, M. y Porzio, C. (Eds.) (2015). La tercera mano. Extractos a entrevistas a Adolfo Couve. Alquimia ediciones. 33 •
Creer en lo imposible El recorrido de la Universidad Nacional de Moreno hacia la equidad de géneros
LILIANA TARAMASSO Arquitecta UBA, especialista en Educación. Decana de Ciencias Aplicadas y Tecnología UNM Profesora titular UNM y UBA. Integro Arquitectas en Defensa de Tierras Públicas, Croquiseros Urbanos de Buenos Aires, Mujeres y Diversidades (La Corriente Fundadora).
as estadísticas oficiales indican que, en el sistema universitario, las mujeres superamos en un pequeño porcentaje a los varones en lo que respecta al alumnado, egresados/as y cargos docentes. Sin embargo, existe una brecha contundente respecto a los cargos de profesores/as y autoridades superiores.
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Quienes somos docentes universitarias desde hace décadas hemos transitado –y aún vivimos– las desigualdades profundas que estas brechas significan: el llamado techo de cristal, la naturalización de discriminaciones y violencias, la invisibilización de la incidencia y aportes de las mujeres docentes y profesionales, como así también todo tipo de situaciones que empobrecen y limitan a nuestras universidades, la construcción de conocimientos y su vinculación para resolver problemáticas complejas del hábitat, tanto como ocurre en otros ámbitos de la sociedad y la cultura. No obstante, aquello que todavía predomina en diferentes casas de estudio, especialmente en las más tradicionales, se encuentra en procesos de cambios impulsados por diferentes actores y políticas que dinamizan y muestran caminos favorables a conocer y profundizar. Son contextos de avances de luchas y reivindicaciones, del Ni
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Una Menos y la «marea verde» en Latinoamérica y en el mundo, que expresa múltiples feminismos y diversidades y, a la vez, el marco institucional de un gobierno popular en Argentina que discute y materializa leyes, políticas sociales y estructuras gubernamentales a favor de los derechos de sectores vulnerados. Queda mucho que deconstruir y transformar en distintas áreas, entre ellas, en la educación superior. En 2020 celebramos el décimo aniversario de la Universidad Nacional de Moreno (UNM), Universidad del Bicentenario. Recientemente, se realizó el sexto proceso eleccionario para conformar su tercer gobierno para el período 2021-2025. Una novedad importante ha sido la incorporación en el estatuto de la paridad de género y la alternancia en las listas de candidatos/as de los estamentos docente, no docente y estudiantil. Se logró equidad en la Asamblea Universitaria, máximo órgano de autoridad, constituida en junio de 2021 por representantes electos, con una representación absolutamente equitativa: 50% varones y 50% mujeres. Por otro lado, la representación docente de la carrera de Arquitectura en el Consejo del Departamento de Ciencias Aplicadas y Tecnología (DCAyT) está compuesta por la decana, una consejera titular y un consejero suplente.
Una clave para ampliar la participación y lograr equidad en el gobierno universitario radica en los concursos docentes: esta política institucional, llevada a cabo y reforzada recientemente pese al escenario de pandemia, hoy nos permite contar con un porcentaje importante de docentes concursados/as superior al 60%, lo cual favorece las condiciones y amplía las posibilidades de equidad de mujeres, de jóvenes e incluso de egresados/as de la propia universidad que hoy integran su gobierno. El estatuto de la universidad y su reglamento electoral también contienen un criterio, a mi modo de entender, destacable: el claustro docente se integra indistintamente por docentes auxiliares y profesores, que pueden elegir y ser electos, lo cual democratiza y renueva la integración en las instancias de consejos asesores de carreras y departamentales. Como decana del DCAyT de la UNM –integrado por las carreras de Arquitectura, Ingeniería en Electrónica, Licenciatura en Gestión Ambiental y Licenciatura en Biotecnología–, actualmente dirijo uno de los tres departamentos de la universidad, que cuenta con once carreras y tres tecnicaturas. Las mujeres aún tenemos menor incidencia en áreas científico-tecnológicas, aunque desde diferentes políticas e iniciativas se procura alentar y apoyar las vocaciones en este campo, rompiendo estereotipos de géneros. En la UNM hay vicedecanas y consejeras representantes en las instancias de gobierno, como así también directoras de centros de estudios, programas y proyectos de investigación. Si bien hay mucho trabajo por delante, en los últimos años la universidad ha implementado numerosas líneas de acción para profundizar el enfoque de género. Desde 2016 contamos con un espacio de atención a través del Programa de orientación, información y asesoramiento sobre convivencia universitaria, que cuenta con un protocolo para la prevención, protección y asistencia ante situaciones de violencia. Asimismo, se ha creado un Programa de extensión para la promoción de los derechos humanos que, entre otros aspectos, promueve la reflexión sobre la perspectiva de género. Además, se constituyó el Espacio intersectorial de diálogo en torno a políticas de igualdad de géneros, contra las violencias sexistas y las discriminaciones, mesa de trabajo desde la cual se propuso un plan de capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres, de la UNM en el marco de la Ley Micaela. De esta manera, en 2020 se capacitaron más de 3300 integrantes de distintos estamentos. La universidad también brinda asesoramiento técnico a la Red de asistencia integral de las violencias por motivos de género, sede Moreno, en un trabajo conjunto con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. Por otro lado, nuestra casa de estudios concretó la inclusión de contenidos para la sensibilización sobre las diversidades de género en el Curso de Orientación y
Preparación Universitaria (COPRUN), para estudiantes ingresantes. Por último, recientemente, atendiendo la petición realizada por el estamento estudiantil, el Consejo Superior aprobó por unanimidad la incorporación de las variables de identidad de género y diversidad sexual en los distintos Sistemas de Información Universitaria (SIU). Uno de los principales desafíos es trabajar los contenidos curriculares de los programas de estudio de las asignaturas de las carreras del DCAyT, en particular los de Arquitectura, donde soy docente, incorporando perspectiva de género. Esto involucra, por un lado, visibilizar y estudiar casos de autoría de arquitectas, urbanistas y diseñadoras que en múltiples ocasiones han sido invisibilizadas –tanto en sus proyectos, como en sus obras y bibliografía– y, por el otro, reconocer el impacto de las problemáticas de géneros en diferentes escalas y representaciones del hábitat, en los espacios públicos y privados; esta tarea está presente en las clases teóricas, en los ejemplos y también en la reflexión y producción en talleres. La pandemia ha puesto foco en las situaciones de cuidado, reproductivas y productivas, atravesando las clases virtuales, tanto para docentes como estudiantes. En este sentido, en junio la universidad ha planteado sus Lineamientos y Plan de Gobierno 2021-2025, en los cuales el compromiso con la igualdad de género ha sido formulado en uno de los puntos del programa de gobierno del DCAyT:
«(…) creemos que la perspectiva de género debe estar incluida en nuestros próximos lineamientos de investigación y extensión a la vez que debemos realizar una revisión integral de los programas con el mismo propósito. Es menester generar espacios de reflexión e intercambio entre los docentes y al interior de toda la comunidad acerca de la importancia de la igualdad de género en el ámbito universitario y contribuir en las temáticas específicas a producir conocimientos que sirvan para incidir y transformar las condiciones actuales y la naturalización de paradigmas de exclusión, violencias simbólicas y concretas. Trabajaremos en la propuesta de constitución del Programa de Estudios de Perspectivas de Géneros en Ciencias Aplicadas, Tecnología y Hábitat».
Parafraseando a Zaha Hadid, que en algún momento dijo «yo todavía creo en lo imposible», somos muchas las que creemos que la sociedad debe y puede ser más justa y armónica, que la interseccionalidad hace confluir aspectos que no deben ser discriminatorios y excluyentes, sino igualitarios, multiculturales y diversos. •
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UNIDAD DE GÉNERO EN LA FADU La Unidad de género fue creada en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo el 7 de marzo de 2017 conforme al Protocolo de acción institucional para la prevención e intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u orientación sexual, establecido para toda la Universidad de Buenos Aires. Para recibir información, realizar consultas o denuncias podés, escribir a espacio.genero@fadu.uba.ar o comunicarse al 011 5285-9214
Accedé a la encuesta anónima •
Detalle por claustro y género de las personas denunciadas y de las denunciantes Estadísticas del Informe de gestión 2019 Denunciantes
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Denunciados/as
Mujeres
Mujeres
19
0
Hombres
Hombres
1
14
Otros
Otros
1
0
Estudiantes
Estudiantes
14
4
Docentes
Docentes
3
9
No docentes/ Contratados/as
No docentes/ Contratados/as
0
1
Tipo de acoso
12 Acoso sexual
Procedimiento
8
18
Hechos con connootación sexista
Seguimiento UG
Denunciantes
Modalidad
2 Vía Administrativa
16 Personal
1 Virtual
3 Ambas
Denunciados/as
4
Arquitectura
4
Arquitectura
2
Diseño gráfico
0
Diseño gráfico
6
Diseño industrial
1
Diseño industrial
3
Diseño de indumentaria
3
Diseño de indumentaria
0
Diseño textil
0
Diseño textil
0
Diseño de paisaje
0
Diseño de paisaje
4
Diseño de imagen y sonido
4
Diseño de imagen y sonido
0
No docentes/No cotratados/as
1
No docentes/No cotratados/as
1
CBC/Posgrado/Otras unidades académicas
1
CBC/Posgrado/Otras unidades académicas
0
No se sabe/No contesta
0
No se sabe/No contesta
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URBANISMO FEMINISTA DESDE LA PARTICIPACIÓN Y ACCIÓN COMUNITARIA COL·LECTIU PUNT 6 Colectivo en Barcelona conformado por Roser Casanovas, Adriana Ciocoletto, Marta Fonseca, Blanca Valdivia Gutiérrez y Sara Ortiz Escalante. Desde el 2005 trabaja repensando los espacios domésticos, comunitarios y públicos desde una perspectiva feminista. En 2016 se constituyeron como cooperativa, con más de cuatrocientos proyectos realizados en el ámbito local e internacional.
E
l urbanismo feminista toma la vida cotidiana como fuente de análisis y transformación, y se basa en dos pilares clave: la integración de la perspectiva de género interseccional y la participación activa y transformadora de la comunidad, y de las mujeres en particular, en los procesos urbanos y territoriales. La mirada neutral del urbanismo androcéntrico ha excluido a la mayoría de la población. La experiencia de un territorio se puede conocer solo a través de la participación activa de las personas que lo habitan, ya que son ellas las máximas expertas de su vida cotidiana. La participación no es ni neutra ni universal, ya que puede ser definida a partir de los valores y construcciones sociales imperantes en la sociedad, y perpetuar jerarquías y roles de poder dentro de las comunidades. Por ello, es necesario aplicar la perspectiva de género interseccional1 para fomentar la participación equitativa y equilibrada de diferentes personas y, por lo tanto, contribuir a la desjerarquización y despatriarcalización del urbanismo. Hay dos motivos que hacen necesario incluir la perspectiva de género interseccional en la participación urbana. Por un lado, aumentar la participación de las mujeres, que a pesar de ser el 51% de la población mundial seguimos siendo frecuentemente excluidas en la toma de decisiones. Por otro, al incorporar diversidad de experiencias de género en la participación, las dinámicas de poder se pueden transformar y el proceso participativo puede visibilizar temas antes no contemplados. De esta manera, se permite integrar a diferentes individuos con diversidad de necesidades y experiencias, visibilizar la importancia de la esfera reproductiva, el tener un cuerpo sexuado femenino y la dimensión de la vida cotidiana; y reflexionar sobre las relaciones entre mujeres, hombres y sujetos
no binarios, cómo se construye la masculinidad y la feminidad y las implicaciones del género en los roles y actitudes de las personas. Estos elementos tienen un gran impacto en la configuración de los espacios, por ejemplo, en qué servicios urbanos se priorizan, cómo se estructuran los sistemas de movilidad o en la percepción de seguridad de las personas en el espacio público. A su vez, es importante visibilizar las tareas de cuidado y evidenciar el rol imprescindible que desempeñan para el mantenimiento de cualquier sociedad. Esto lleva a tomar conciencia de que trabajar a partir de la vida cotidiana significa incluir todas las actividades que se desarrollan en el día a día y cómo las diferentes actividades, tiempos y espacios se relacionan, ya que las diferentes esferas de la vida de las personas interaccionan. Partiendo de lo expuesto, un proceso participativo que tenga realmente la voluntad de integrar la diversidad de voces y realidades tiene que incorporar de manera consciente diferentes mecanismos y estrategias para integrar a personas que normalmente están excluidas de la toma de decisiones. Desde la práctica del urbanismo feminista que llevamos en Col·lectiu Punt 6 desde hace más de quince años, siempre incluimos de alguna u otra manera la participación comunitaria, ya que no entendemos otra manera de hacer urbanismo. En esta participación siempre utilizamos metodologías feministas que se adaptan a las personas y contextos y pueden aplicarse desde estudios de diagnóstico urbano hasta procesos de transformación a diferentes escalas de la planificación o tipos de proyectos (espacios públicos, movilidad, equipamientos, vivienda...). Cada proyecto tendrá su particularidad pudiendo ser desde un grupo de discusión de mujeres que sean coautoras de un estudio, hasta un proceso de gran envergadura que implique a mucha más población diversa.
1. El concepto de interseccionalidad ha sido introducido por feministas posestructurales y poscoloniales para romper con la concepción esencialista de lo que significa ser «mujer», y examina cómo los sistemas estructurales de género, racialización, clase social, identidad sexual, diversidad funcional, origen y estado migratorio se interrelacionan, crean jerarquías de poder y privilegios y refuerzan las diferentes formas de opresión: sexismo, heteronormatividad, racismo, clasismo, homofobia, lesbofobia, transfobia. El origen del concepto de interseccionalidad se le atribuye a la feminista afroamericana Kimberlé Crenshaw, que fue quien lo acuñó para explicar la opresión vivida por las mujeres negras en el mercado laboral en Estados Unidos. • 38
y definición del problema, la fase de diagnóstico participado y propositivo, la transformación y la evaluación. Sin embargo, pocas veces en los procesos participativos liderados desde las instituciones esto sucede. En múltiples ocasiones, la participación se acaba en la fase de diagnóstico propositivo, sin poder involucrarse en la transformación o la evaluación. En todos estos años de trabajo, el urbanismo feminista ha conseguido un empoderamiento colectivo de mujeres en múltiples territorios: locales, estatales e internacionales. En el momento actual, tanto a nivel comunitario como institucional, es cada vez más reconocida la necesidad de incluir el conocimiento de las mujeres en los procesos de transformación y mejora urbana. Hemos conseguido visibilizar el conocimiento y la aportación de las mujeres a la construcción de los barrios, pueblos y ciudades, promover el activismo y avanzar en el derecho de las mujeres a la ciudad. Y prueba de esto es el creciente número de colectivos, académicas y feministas en múltiples instituciones que están trabajando este tema. Sin embargo, aún estamos lejos de que estemos presentes y seamos parte decisoria central en los procesos de transformación de manera sistemática y transversal. Continúa siendo una batalla de las feministas que desde dentro o fuera de las instituciones siguen abogando por este cambio de paradigma. •
Este artículo se basa en un resumen extraído del Capítulo 4: Comunidad e interseccionalidad, de nuestro libro Urbanismo Feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida (Col·lectiu Punt 6, 2019). Para otras referencias bibliográficas sobre el tema acceder punt6.org •
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Una experiencia que para nosotras marcó nuestros inicios fue uno de los primeros talleres que realizamos para el Instituto Catalán de las Mujeres en 2005. Cuando explicamos que haríamos un taller sobre urbanismo y una señora mayor nos dice: «¡Ah! Pero si hubiera sabido le hubiera dicho a mi marido que venga, que es el que sabe...». Ahí entendimos que el trabajar junto con las mujeres para valorar su experiencia de la vida cotidiana y también como expertas en el urbanismo era fundamental para conseguir barrios, pueblos y ciudades más equitativos. Desde una perspectiva feminista consideramos imprescindible hablar de las mujeres como sujetos activos y autónomos, proporcionando espacios y oportunidades de empoderamiento, donde sus voces estén presentes en debates y decisiones sobre la configuración urbana, de los que han sido tradicional y sistemáticamente excluidas, como expertas y como usuarias. Pero a su vez, los procesos urbanísticos participativos deben transgredir los roles de género heteropatriarcales para poder responder a las necesidades de las mujeres diversas y promover la capacidad para cuestionar estos roles y estereotipos. Participar no debe suponer una sobrecarga de trabajo, se ha de buscar el espacio y el tiempo necesarios para que las mujeres puedan participar y para ello, se debe corresponsabilizar a la sociedad de las tareas domésticas y de cuidado, para que no sean responsabilidad exclusiva de las mujeres. La participación de las personas y en particular de las mujeres en procesos participativos no debe dejarse al voluntarismo. La participación comunitaria también debería ser compensada social o económicamente. Desde la óptica del urbanismo feminista, la participación de las mujeres debería estar presente en todas las fases de planificación urbana: desde la fase de empoderamiento, capacitación
Col·lectiu Punt 6 en acción.
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Las calles para las mujeres
JIMENA RAMÍREZ CASAS Antropóloga (Uni Andes). Investigadora CIUT-FAU-UNLP. Candidata a Doctora en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
E
n la última semana del pasado mes de mayo, una serie de casualidades me llevaron a participar de un taller convocado por el Museo de Bogotá, cuyo propósito fue reflexionar colectivamente sobre las violencias basadas en género en el marco de las movilizaciones ciudadanas que desde abril habían tomado diversos espacios públicos colombianos. El taller devino en un espacio de sororidad formado por un pequeño grupo de mujeres entre los veinte y cuarenta y cinco años de edad. No fue sorprendente para ninguna de nosotras saber que todas y cada una habíamos sufrido episodios violentos por el solo hecho de ser mujeres. En una de las actividades hablamos de los múltiples episodios de violencia sexual que se han registrado en el marco del paro nacional que comenzó en Colombia la última semana de abril. Otro de los ejercicios colectivos consistió en compartir experiencias de agresiones en los espacios públicos urbanos que recorremos a diario en Bogotá. Episodios de acoso callejero, manoseos en el transporte público y un sinfín de pequeñas agresiones que en conjunto hacen que recorrer la ciudad sea una experiencia de riesgo. La puesta en común de muchas de las agresiones de las que somos víctimas en el espacio público da cuenta de la premisa básica del urbanismo de género: el espacio público no es único, neutral, ni universal. Subordina de manera diferente las corporalidades de las personas, no solo debido a la diferencia sexuada, sino a las diferentes formas de uso según los roles que nos han sido asignados. En ese sentido, la configuración de los espacios públicos puede coartar o habilitar actividades, libertades y movimientos. Una de las variadas formas en que se expresa la desigualdad urbana tiene que ver con las maneras en que las mujeres habitamos, usamos y nos apropiamos del espacio urbano (Ramírez Casas, 2020). Las mujeres –al menos gran parte de nosotras– planeamos nuestros recorridos por la ciudad en función de nuestra seguridad personal, y no solo por temor al delito callejero. Todas tenemos anécdotas que describen alguna situación peligrosa, propia o ajena, que nos lleva a planificar estrategias para salvaguardarnos.
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Por consiguiente, esta manera particular de recorrer la ciudad, las ciudades, forma parte no solo de mi cotidianidad como urbanita, también permea mis capacidades como investigadora. Los primeros años de mi vida adulta transcurrieron en Bogotá, cuando era una de las ciudades más peligrosas del continente, así mi forma de vivir en una ciudad está signada por mi experiencia bogotana. Los últimos veinte años he vivido en Buenos Aires, pero no he abandonado mis modos bogotanos. En mi vida urbana porteña hay experiencias particulares que están atravesadas por mi condición de mujer, en primer lugar, y luego también por la condición de inmigrante. Mi interés profesional por los modos de apropiación y usos del espacio público está también signado por esta doble condición de otredad: mujer e inmigrante.
Ciudades para las mujeres Desde 1981, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres en honor a la memoria de las hermanas Mirabal, activistas dominicanas muertas en manos de la dictadura de Trujillo. A principios de los noventa, esta conmemoración tuvo reconocimiento de los organismos internacionales. La cotidianidad de la vida urbana nos depara algunas de estas violencias. En los últimos tiempos se ha empezado a discutir el derecho de las mujeres a transitar las calles sin ser víctimas del acoso callejero, tanto así que en diferentes ciudades este comportamiento otrora naturalizado se ha convertido en una contravención. En este punto es necesario señalar la imperiosa necesidad de una planificación urbana con perspectiva de género. El Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, (ONU-Hábitat), habla de la importancia de implementar medidas encaminadas a pensar el urbanismo de las ciudades con perspectiva de género: «La falta de seguridad y movilidad es un serio obstáculo para alcanzar la igualdad de género en la ciudad, en la medida que limita el derecho de las personas a participar plena y libremente como ciudadanos en sus comunidades».
Mujeres en las calles o las calles para las mujeres El 3 de junio de 2015 decenas de miles de mujeres de las más variadas edades, extracto social e ideología tomaron las calles argentinas para exigir el fin de los feminicidios, la forma más extrema de violencia machista. Desde entonces, las marchas multitudinarias se repiten cada año y las frases emblemáticas «ni una menos», «vivas nos queremos», pueden leerse en pancartas, camisetas, pañuelos y mochilas de quienes se concentran en los más diversos espacios públicos urbanos argentinos, calles metropolitanas, plazas de ciudades intermedias. Al menos en la Ciudad de Buenos Aires, este grito colectivo empieza a ser escuchado. Recientemente, las políticas públicas porteñas empiezan a tener en cuenta las variables de género. Si bien está lejos de ser una ciudad planificada con los lineamientos del urbanismo de género, desde los entes gubernamentales se están generando datos con perspectiva de género que a la postre permitirán formular –planificar– políticas públicas transversales a todos los sectores de la sociedad. En este sentido, es de gran importancia la presentación por parte del Gran Buenos Aires de un Sistema de Indicadores de Género, • un compendio de datos estadísticos y de gestión con perspectiva de género, que permite visibilizar la situación diferenciada entre varones y mujeres en la ciudad. La iniciativa, que pretende cerrar la brecha estadística y producir información específica para contribuir a disminuir las desigualdades, es un paso fundamental para diseñar las políticas necesarias para lograr la igualdad de oportunidades entre los diversos habitantes de la ciudad.
Del mismo modo, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, siguiendo el derrotero planteado por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU y buscando cumplir con los objetivos de igualdad de género, realizó una encuesta para conocer la percepción de seguridad de las mujeres y las niñas en CABA. La información recopilada con este herramienta permite dar cuenta de cómo es vivida la ciudad en términos de la percepción de (in)seguridad por parte de las mujeres y las niñas, remitiendo a la noción de «ciudades seguras para las mujeres» que reconoce a la ciudad como un ámbito donde la violencia hacia las mujeres se expresa de múltiples formas, que van desde la agresión verbal al femicidio. Si bien en la Argentina se reconoce una marcada tradición de movilizaciones masivas desde inicios del siglo XX, no deja de ser sorprendente que el movimiento Ni Una Menos haya adquirido tanta notoriedad en el resto del continente y que se lo reconozca en gran parte del mundo. Las mujeres argentinas han protagonizado movimientos más que emblemáticos. No hay más que recordar la huelga de inquilinos en 1907, también conocida como huelga de las escobas, o las no tan glamorosas prostitutas de San Julián, que en 1922 se negaron a prestar sus servicios sexuales a los soldados que masacraron peones rurales en las estancias patagónicas. Estas y muchas otras anónimas mujeres han tomado las calles desde hace tiempo, transgrediendo las costumbres y tradiciones que dictan que el lugar de la mujer es el espacio doméstico. Son ejemplo para las muchas mujeres que en este momento están en las calles latinoamericanas gritando «no nos maten». •
Foto: Claudia Waslet. Biblioteca Nacional, Ciudad de Buenos Aires. Obra de Alicia Cazzaniga, Francisco Bullrich y Clorindo Testa.
@caw___
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Acompañar el cambio de paradigma Reflexiones sobre la vivienda desde una perspectiva de género
LUCIANA PELLEGRINO Arquitecta UBA. Investigadora y docente en FADU, UBA. Becaria UBACyT, especialista en temas de Género y Hábitat. Es miembro de la Comisión Directiva del programa GADU-UBA (Género, Arquitectura, Diseño y Urbanismo) y cofundadora de la Plataforma Colectiva Habitaria.
a crítica feminista ha evidenciado la conexión que existe entre el espacio, el género y las relaciones de poder. Los lugares que habitamos no son neutros; el espacio opera como un contenedor que crea, da forma y mantiene relaciones de poder. Las diferencias de género que existen en la sociedad se ven reforzadas por la domesticidad, donde la arquitectura ha jugado un papel fundamental en la construcción social del género. En los inicios del sistema capitalista comienza a darse una especialización de los espacios según las actividades que se desarrollaban en ellos. Se establece un dualismo público-privado que configura el espacio, segregándolo según estas dos esferas, asociando el ámbito público con lo productivo y el ámbito privado con lo reproductivo. La casa ha sido utilizada como lugar de perpetuación de la división sexual del trabajo, asignando a las mujeres la responsabilidad de realizar cotidianamente una serie de tareas domésticas dentro de un ámbito privado, necesarias para que el trabajo productivo fuera de la casa pueda desarrollarse. En esta división entre público y privado, como si solo lo público pudiera ser fuente de derechos de ciudadanía, en muchos casos se ocultan los abusos de poder patriarcal que tienen lugar «puertas para adentro», quedando despolitizados, cuando el feminismo nos ha enseñado que lo personal sí es político.
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La concepción vigente de la vivienda ha sido creada según la imagen idealizada de familia «tipo» (una familia heterosexual, nuclear y tradicional) que relega a la mujer en
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el interior, confundiendo intimidad, interior y familia. La mayoría de los proyectos de vivienda repite este esquema de forma acrítica; en su articulación y distribución espacial continúan reproduciendo patrones que responden a estructuras jerárquicas y rígidas de la familia nuclear patriarcal. Estas configuraciones desencadenan usos jerárquicos, tales como dormitorios con mucha diferencia dimensional, espacios de cocina o lavadero invisibles para los habitantes pasivos, baños restringidos a una parte de los habitantes, ámbitos de trabajo doméstico dimensionados para una sola persona, etc. Esto también se ve reflejado en la nula consideración de las necesidades de personas mayores, de niñas y niños y del trabajo doméstico y de cuidado, que continúa estando, en su mayoría, en manos de las mujeres. Superar la dicotomía entre producción y reproducción es vital desde el pensamiento feminista, ya que supone cuestionar una clasificación de la vida social, androcéntrica, legitimada y naturalizada, que al invisibilizar el trabajo doméstico de las mujeres, alejado de los parámetros del mercado, las ha privado de derechos, prestigio, autonomía y calidad de vida. La producción de viviendas imperante, tanto en el mercado como en operatorias públicas de vivienda, asumen la homogeneidad de necesidades de los habitantes, considerándolos sujetos abstractos, sin tener en cuenta sus particularidades (diversos grupos de convivencia, género, edad, etc.) en cuanto a la manera de usar y significar el espacio. La racionalización de los espacios, propia de la vivienda tradicional, promueve que las tareas reproductivas se lleven a cabo dentro del hogar y por una sola persona, muchas veces de forma invisible. A su vez, las viviendas son pensadas para núcleos de convivencia cada vez más pequeños y compactos, que se relacionan directamente con el resto de la ciudad. Se salta prácticamente de la habitación a una gran avenida y se
espacio jerarquías sociales predeterminadas, a la vez que se podría garantizar la visibilidad de todos los ámbitos donde se llevan a cabo tareas domésticas, permitiendo la participación en estas tareas de todas las personas usuarias de la vivienda. Explorar la flexibilidad de una vivienda implica poner a prueba como ésta se adapta a diferentes grupos de convivencia y su capacidad de ser modificada de acuerdo a la variabilidad del grupo y a los cambios de las personas a lo largo de su ciclo vital.
Entonces caben ciertas preguntas: ¿cómo la vivienda puede articular la perspectiva de género en su diseño y sus posibles modos de habitar? ¿Cómo se puede diseñar una vivienda que no reproduzca roles de género? Aquí quiero remarcar que para incorporar la perspectiva de género en el diseño de nuestros espacios cotidianos no existen recetas; pensar desde una perspectiva de género implica un posicionamiento y una manera de entender las relaciones y el mundo. Desde el feminismo se plantea que es necesario poner los cuidados en el centro de la vida y desde la Arquitectura podemos acompañar diseñando espacios que, en vez de restringir, posibiliten distintas dinámicas, usos y apropiaciones espaciales y promuevan otro tipo de relaciones de proximidad y cuidado. Es posible enunciar algunas estrategias que nos permitirán romper con ciertas estructuras tradicionales de la vivienda. Se pueden diseñar hogares flexibles y no jerárquicos que a su vez resitúen los cuidados. El espacio podría permitir la socialización de estas prácticas invisibilizadas e históricamente feminizadas, como el cuidado de menores y de personas dependientes, la alimentación, la salud o la limpieza. Se pueden desjerarquizar las dimensiones de las habitaciones para no reproducir o reflejar en el
De todas formas, los cambios en los papeles de quien sostiene la vida no se dan únicamente por una configuración espacial diferente, sino que deben ir acompañados de un trabajo consciente del grupo y sus individuos. Los hábitos de colectivizar algunos elementos de la vida cotidiana pueden ser reforzados por una Arquitectura adecuada que contenga espacios para la interacción. Otra concepción de la vivienda colectiva podría permitir el desarrollo de espacios de relación entre lo individual, el núcleo de convivencia, la comunidad y la sociedad, y la conformación de esas «otras» formas de habitar dependerán tanto de lo que quieran sus habitantes como de lo que posibilite el espacio. •
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polariza lo privado y lo público, donde, en el primer caso, las personas se relacionan con su entorno más próximo y, en el segundo, con desconocidos. La entrada, la calle, o el barrio han dejado de ser espacios de encuentro o interacción. La vivienda colectiva, en vez de pensarse únicamente como un «apilamiento de unidades» que hace más rentable el uso de suelo, podría explotar las relaciones de proximidad entre habitantes para fomentar lazos comunitarios y propiciar la inclusión de espacios intermedios y equipamientos comunitarios que sirvan como nexo con el entorno barrial.
También se podrían desarrollar tipos de proyectos que permitan que las personas incidan en las decisiones de su propia vivienda o incorporar instancias participativas de los/as habitantes, para lograr resultados más adaptables a sus necesidades y estilo de vida. La implicación de los/as usuarios/as es una de las mayores singularidades y potencialidades, ya que es la gran incógnita en la mayoría de proyectos de vivienda colectiva, y se convierte en una oportunidad para integrar la participación activa de los/as habitantes en diferentes fases del proceso: diseño, construcción, uso, gestión, transformación y mantenimiento. Los proyectos cooperativos pueden resultar un marco de experimentación en la producción de vivienda colectiva, que permite superar algunas de las limitaciones existentes en las promociones tradicionales. Se puede poner en práctica una Arquitectura apta para la colectivización de tareas reproductivas, o lo que en el contexto nórdico se denominada «infraestructuras para la vida cotidiana» y se pueden diseñar espacios comunes y de encuentro, trabajando las transiciones y gradientes espaciales para articular las distintas instancias de colectivización y privacidad. Se trata entonces de repensar el espacio para que no esté determinado por «roles» establecidos en función del género, sino por opciones individuales y estrategias colectivas.
Foto: Mariana Giusti. Habitáculo, Municipio de Escobar, Provincia de Buenos Aires. Obra de Mariana Giusti, Gabriel La Valle, Pablo La Valle. @estudio_vakuum
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Un viaje a la inclusión La necesidad de incorporar la perspectiva de género en la movilidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
AGOSTINA SIGNORINI Licenciada en Estudios Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella). Actualmente se encuentra cursando la Maestría en Gestión de Ciudades en la Universidad de Buenos Aires. Se desempeñó en el sector privado y en el tercer sector, focalizando su labor en este último en temáticas de desarrollo sustentable y gobernanza. Actualmente trabaja para la Práctica de Energía en el Banco Mundial, en asistencia a proyectos en diversos países de Latinoamérica y el Caribe.
L
a población que habita en ciudades ha crecido exponencialmente a través de los años y debido a una falta de planificación que la acompañe, las urbes se enfrentan a problemas como contaminación, inseguridad, falta de conectividad, exclusión, entre otros. Las mujeres han sido históricamente uno de los grupos más afectados por estas problemáticas, particularmente en lo que refiere a planificación y movilidad. Para revertir esta situación, es importante no sólo realizar un diagnóstico de la situación actual en las ciudades, sino también identificar a los actores que pueden ayudar a gestar un cambio.
Moviéndose por una ciudad de hombres La investigación sobre género y movilidad sostiene que las ciudades han sido diseñadas por hombres sin consideración del uso de la ciudad y esquemas de movilidad de las mujeres (ONU-Hábitat, 2012). Las urbes suelen seguir patrones de dispersión, con manchas urbanas expandidas a través del tiempo y usos diferenciados del suelo que han alejado las zonas residenciales de las de trabajo. Los sistemas de transporte, por su lado, siguen estos patrones de expansión con servicios hacia el centro de las ciudades en hora pico, en busca de eficiencia (C40, 2019). Estos trayectos se corresponden con los esquemas de traslado por la ciudad de los hombres (casa-trabajo), pero no de las mujeres. Ellas realizan una mayor cantidad de viajes durante el día dado que son quienes, además de trabajar y estudiar, se ocupan de las tareas de cuidado no remunerado, categoría que es mucho menos relevante en la cotidianidad de los viajes de los hombres. Sus traslados también se caracterizan por ser, en promedio, de menor duración y en un porcentaje considerable fuera del horario pico. Esta es exactamente la situación que podemos observar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según el diagnóstico realizado por el Plan de Género y Movilidad (2019). De esta manera, como indica Chant (2013), el aprovechamiento de la prosperidad urbana es desigual y, por ende, es necesario repensar los esquemas de transporte. Asimismo, el diseño del espacio y el equipamiento urbano afecta el uso de la ciudad por parte de las mujeres. Las unidades, estaciones y paradas de transporte público no suelen estar • 44
diseñados para que las mujeres se sientan seguras. De hecho, en CABA un 10% de las mujeres ha dejado de usar transporte público por razones de seguridad, contra un 4,7% en el caso de los hombres (Dirección General de Estadística y Censos del GCBA, 2017). Asimismo, la accesibilidad del transporte público es limitada y es difícil para una mujer trasladarse si tiene un carro de bebé o personas mayores a cargo. Por esta razón, muchas ciudades no se consideran inclusivas en diseño, infraestructura e instalaciones (ONU-Hábitat, 2012). La falta de incorporación de la experiencia y perspectiva de género en el transporte dificulta, por ende, la movilidad de las mujeres en su vida diaria, reduciendo sus posibilidades de progreso e impacto en la comunidad.
¿Hacia una paridad en el sector? Para incorporar la perspectiva de género en transporte, es necesario tener voces femeninas en el sector. Al verificar la Encuesta de Hogares Permanentes correspondiente al segundo trimestre de 2020 para la Ciudad de Buenos Aires, podemos notar que sólo un 2,8% de todas las mujeres que participan del mercado laboral están empleadas en transporte/almacén y comunicaciones, mientras que en el caso de los hombres la cifra alcanza un 15,9%. Sin embargo, si consideramos simplemente al sector de transporte/almacén y comunicaciones, las mujeres representan hoy en CABA un 12,88% del total, demostrando un crecimiento del 3% de la cifra identificada por el BID a nivel nacional en 2016. Si bien esto implica un avance, aún estamos muy lejos de la paridad. Al buscar profundizar en los detalles de la participación femenina en el sector según organismo y función, podemos observar que existen pocos datos públicos oficiales disponibles y que ellas enfrentan barreras particularmente difíciles para desempeñarse como conductoras, a pesar de programas creados para superar esta brecha. Las conductoras no superan el 2% del total en taxis y aviones, con ninguna en trenes dado que hay una ley que lo prohíbe (Buenos Aires Ciudad, 2019). En el caso de las colectiveras, sólo se pudo recabar un dato oficial que indica que hay casi 500 a nivel nacional, un número muy reducido si consideramos que solo en la Ciudad de Buenos Aires existen 19.600 conductores (2019). El subte
Foto: Marta Laissue. Sexto Pabellón del Cementerio de La Chacarita, Buenos Aires. Obra de Ítala Fulvia Villa.
es una excepción que podría tomarse como ejemplo a seguir, donde podemos encontrar un 21% de conductoras y un 34% de guardas femeninas (Buenos Aires Ciudad, 2019). Por último, es importante identificar el porcentaje de participación de las mujeres en puestos jerárquicos, ya que desde ahí pueden influir directamente en la planificación del sector. Al verificar los organigramas de los diferentes organismos y empresas del sector, podemos observar que la media de participación femenina en puestos de jerarquía es del 22,91%. Si bien este número se encuentra por encima del sector en general y de la participación de mujeres en gerencias y direcciones de empresas públicas de la Ciudad (2020), está más de diez puntos por debajo de la participación de mujeres en direcciones generales y cargos superiores de GCBA (2019) y lejos la paridad deseada para abolir la segregación vertical en el sector. Otro actor de relevancia para impulsar cambios para las trabajadoras son los sindicatos. Al revisar sus autoridades se observa que la media de participación femenina es solo el 11,93%. A este dato alarmante se suma que un 23% de los sindicatos no tiene a ninguna mujer en sus cúpulas. En resumen, si bien ha habido un avance en la participación de las mujeres en el sector, aún hay gran trabajo a realizar para romper los techos y paredes de cristal.
Transporte para todos/as En conclusión, podemos notar que aún existen barreras para que las mujeres disfruten plenamente de la ciudad. El gobierno ha comenzado a tomar pasos para incorporar la perspectiva de género en el transporte mediante la elaboración del Plan de Género y Movilidad (2019) y la guía de Movilidad Cotidiana con Perspectiva de Género (2021), pero aún la deuda no está saldada. Es necesario atacar tres frentes para avanzar hacia una ciudad con movilidad más inclusiva: • Repensar los esquemas de movilidad aplicando la perspectiva de género, fomentando una mayor intermodalidad en la red, para acompañar los diversos viajes de las mujeres durante el día. Es necesario incorporar su voz para adecuar correctamente los sistemas a sus verdaderas necesidades.
@martalaissue
• Pensar el equipamiento de la ciudad con perspectiva de género: la ubicación de la estación; la luminaria y vigilancia disponible; y la predictibilidad en el horario del arribo del transporte son algunos de los elementos a considerar para mejorar la experiencia de seguridad de las usuarias. La incorporación de rampas, escaleras mecánicas, barandas, asientos, baños con cambiadores, espacio para cochecitos también mejorarán la accesibilidad para muchas mujeres. Para esto también es necesario la participación activa de este grupo al rediseñar la ciudad. • Tener un diagnóstico completo de la participación de las mujeres en el sector transporte en la Ciudad de Buenos Aires, con datos actualizados y precisos; categorizados por organismos/empresas, puesto y antigüedad. Además, se debe contar con un registro de estos datos a través del tiempo. Así se podrán identificar avances, brechas y acciones para avanzar hacia la paridad. Las políticas públicas raramente son neutrales al género, razón por la cual es necesario siempre evaluar su impacto en las mujeres. Generar una red de transporte más inclusiva generará un impacto positivo en la calidad de vida de las mujeres y redundará en beneficios para el conjunto de la población. •
Bibliografía Buenos Aires Ciudad (2019). Plan de Género y Movilidad. C40 (febrero de 2019). Gender Inclusive Climate Action in Cities: How leadership and expertise can shape sustainable and inclusive cities Chant, S. (abril de 2013). Cities through a “gender lens”: a golden “urban age” for women in the global South? Environment and Urbanization, 25(1), pp. 9-29. Encuesta Permanente de Hogares. Instituto Nacional de Estadística y Censos. De la República Argentina. Estadística y Censos. Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. ONU-Habitat (2012). Gender Issue Guide: Urban Planning and Design. Nairobi: UN-Habitat. Turnbull, P. (diciembre de 2013). Promoting the employment women in the transport sector – obstacles and policy options. Working Paper, 298. Geneva: International Labour Office. 45 •
Paisajes del cuidado Dimensiones socioespaciales del cuidado y el orden urbano
PAULA SOTO VILLAGRÁN Magíster y Doctora en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Profesora investigadora del departamento de Sociología de la misma universidad, donde es jefa del área de investigación Espacio y Sociedad y docente en la licenciatura en Geografía Humana.
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a articulación entre género y espacio urbano es un abordaje relativamente nuevo en Latinoamérica. En efecto, en las disciplinas que favorecen la dimensión espacial de las relaciones sociales como la Arquitectura, el Urbanismo y la geografía, disciplina desde la cual se construye esta reflexión, han tenido claras resistencias en el uso de la categoría de género y han descuidado el espacio como una construcción social y política, favoreciendo una mirada del espacio como superficie neutral donde se distribuyen los fenómenos sociales, pero no como algo vivo y objeto de resistencia. En este contexto, mi argumentación a partir de esta reflexión es que el espacio tiene un papel fundamental en la producción de un orden patriarcal urbano, o más bien, como he sostenido en otros textos (Soto, 2014), que existe un régimen de género urbano que excluye las experiencias de las mujeres dentro de la urbe. En este sentido, me parece muy relevante retomar el concepto de «paisajes del cuidado» para poner en el centro las desigualdades que se generan a partir del cuidado dentro de las ciudades. Si pensamos que «la ciudad moderna está construida sobre la base de la separación entre actividades de producción y reproducción, de manera que áreas residenciales, lugares de trabajo, zonas comerciales y de servicios se localizan diferencialmente en el espacio, separadas unas de otras» (Molina, 2006, p. 14), claramente el no considerar a las mujeres como trabajadoras asalariadas ni tampoco considerar el trabajo de cuidados como un trabajo, tiene consecuencias visibles en las desigualdades espaciales que experimentan cotidianamente las mujeres. El trabajo de cuidados, de acuerdo con Fisher y Tronto (1990), es un concepto que no tiene un significado unívoco, hay diferencias en la forma en que se utiliza y, desde la perspectiva de estas autoras, hay tres dimensiones definicionales: económica, filosófica y política: «es una actividad de la especie humana que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar o reparar nuestro ‘mundo’, de modo que podamos vivir en él de la mejor manera posible. Este mundo incluye nuestros cuerpos, nuestras individualidades [selves] y nuestro entorno, que buscamos entretejer en una red compleja que sostiene la vida» (p. 40). La distribución del cuidado se ha planteado usualmente a partir de la división del trabajo por género, pero también por clase, y a menudo es una práctica racializada. En este sentido, la ciudad es el marco donde se expresan las contradicciones de la organización social del cuidado. Las políticas públicas que proveen estos servicios son esenciales, pero los patrones de movilidad y accesibilidad condicionan su utilización (Comas, 2017, p. 60). Sin embargo, parece que los cuidados están localizados al interior de las casas, y se han dejado fuera de la agenda urbana. No obstante, el cuidado se convierte en la trama misma de la ciudad, tejida a través de múltiples prácticas que permiten que la vida continúe. Así, es de vital importancia pensar que las ciudades que permitan el cuidado de manera más justa y equitativa ayudarán a poner en el centro la creación de espacios públicos justos en la ciudad. Las personas enferman, envejecen, se lesionan, mueren y, antes, han de nacer (Comas, 1999). Todo ello requiere la satisfacción de necesidades cotidianas como alimento, ropa, cobijo, asistencia en caso de enfermedad o dependencia; por ello probablemente sea útil pensar el cuidado en términos de interdependencia. Todas estas actividades forman parte de los cuidados y ocurren en
lugares dentro de la ciudad. En efecto, para capturar la relación entre espacios del cuidado y las relaciones de cuidado en la ciudad, algunas autoras han utilizado el concepto de «paisajes del cuidado» (Milligan y Wiles, 2010), que permiten abarcar lo institucional, lo doméstico, lo familiar, lo comunitario, lo público y lo privado, así como la transición entre ellos. Entonces, los paisajes del cuidado tienen una espacialidad, y la pregunta que conviene hacerse es ¿cómo las ciudades podrían cuidar? ¿Es posible que las infraestructuras urbanas cuiden? ¿Qué materialidades podrían cuidar en la ciudad? Finalmente, cuidar en movimiento es algo que está estrechamente relacionado con dimensiones físicas, emocionales y sensoriales del cuidado que revelan la continuidad entre la experiencia de viaje de las mujeres, las materialidades y sus entornos. En primer lugar, una dimensión interesante de la accesibilidad en los espacios de cuidado que pueden llegar a ser los transportes es que estos están pensados para el tránsito, para el flujo y no necesariamente para actividades como el cuidado que implican estar en el espacio, no solo pasar por él. En este sentido, las materialidades de los transportes tales como la disposición de los asientos, los largos transbordos, las escaleras eléctricas sin funcionar, la mala calidad de los accesos, dificultan que el cuidado pueda ser practicado durante el viaje. Así, las materialidades e infraestructuras están en copresencia con las personas y pueden fomentar, facilitar o dificultar las prácticas de cuidar a otros. En segundo lugar, si pensamos en los sujetos que cuidan, una característica que caracteriza los viajes de las mujeres en la ciudad es que precisamente por razones de cuidado viajan especialmente con bultos, bolsos, mochilas, que parecen ser una extensión corporal y que pueden ser obstaculizadores del viaje en cuanto al peso, dimensión y la fuerza que se requiere para trasladarlos; esta idea de cuerpo extendido en objetos como bolsos, carriolas, maletas, mochilas, materiales de trabajo, etc., marcan la dinámica del cuidado durante el viaje. Quizá es necesario reconceptualizar la noción de infraestructura y equipamientos urbanos dentro del sistema de diseño y planificación urbana, no solo en cuanto a la localización y tamaño, sino también las materialidades que se encuentran presentes en esas infraestructuras de uso cotidiano. Necesitamos contar otras historias de la ciudad que hagan visibles los lugares en los que las personas, individual y colectivamente, generan respuestas ante las injusticias y el abandono. • Bibliografía Comas, D. (1999). Cuidados como crisis de la reproducción social. Las políticas públicas y más allá. Fisher, B. y Tronto, J. (1990) Toward a Feminist Theory of Caring. En E. Abel y M. Nelson, Circles of Care, 35-61. Nueva York: University of New York Press. Milligan, C. y Wiles, J. (2010). Landscapes of care. Progress in Human Geography, 34(1), 736-754. Soto Villagrán, P. (2014). Patriarcado y orden urbano. Nuevas y viejas formas de dominación de género en la ciudad. Revista venezolana de estudios de la mujer, 19(42), 199-214.
< Foto: Aldana Troncoso. Panteones subterráneos en el Cementerio de la Chacarita, obra de Ítala Fulvia Villa. @aldanatroncoso_ph_ 47 •
UN PERFIL PROFESIONAL ELITISTA Desigualdad de género e interseccionalidad en el debate sobre la producción de Arquitectura
CLARA MANSUETO Arquitecta UBA. Docente e investigadora del Centro de Hábitat Inclusivo y del Programa Género, Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la FADU, UBA. Miembro fundadora de Proyecto Habitar. Doctoranda y becaria del programa Jóvenes Investigadores en Arquitectura de la FADU, UBA.
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a lucha feminista sostenida durante más de cuarenta años en nuestro país ha avanzado enormemente en la visibilización de la opresión sobre el género femenino y los cuerpos feminizados que ejerce el sistema productivo imperante. El debate en torno al género encuentra hoy un creciente interés en los/as profesionales de la Arquitectura y el Urbanismo, que postulan su tratamiento en instituciones como las universidades, colegios y consejos que los reúne, hecho que significa un momento clave en la revisión crítica de la profesión. En este sentido, este artículo pretende ahondar en el intersticio abierto por el debate en torno al género, incorporando otras formas de desigualdad que actúan reunidas, para fortalecer el sentido transformador en el debate sobre la producción de Arquitectura. La reunión de la lucha de los movimientos sociales y las organizaciones feministas encuentra en la crisis del 2001 un momento de cambio profundo. Con la incorporación de las piqueteras, trabajadoras de fábricas recuperadas, cooperativistas y las mujeres de los movimientos de desocupados a los encuentros nacionales de mujeres, se pone en evidencia la desigual e injusta carga de trabajo que recae en las mujeres y cuerpos feminizados de los barrios populares subrayando la interseccionalidad entre el género, la clase, la etnia y la orientación sexual.
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Precisar en este concepto favorece una lectura de la desigualdad en su complejidad, de la manifestación que tiene en cada ámbito, del sistema de reglas que la sostienen y del papel que jugamos los/as profesionales. En la experiencia de Proyecto Habitar desarrollando procesos de mejoramiento habitacional en barrios populares, hemos visto a las mujeres constantemente ocupadas por tareas urgentes que refieren a la salud de las personas, tales como la preparación y entrega de alimentos, la distribución de medicamentos y la promoción de salud, el acompañamiento en los trámites para acceder a subsidios, la entrega de materiales escolares y vestimenta, el acompañamiento a mujeres y personas trans frente a situaciones de violencia, el acompañamiento a jóvenes con adicciones, entre otras. Esta práctica cotidiana se lleva el tiempo de vida de sus protagonistas y concentra la preocupación en las condiciones materiales que posibilitan la reproducción, dejando poco margen para la reflexión crítica y la proyección creativa de acciones que transformen el espacio. Es por tanto un aspecto sustancial para el desarrollo de procesos participativos de elaboración de proyectos de mejoramiento del hábitat en barrios populares.
Foto: Laura Lamari. Obra Pilar, del estudio Lamari-Razeto arquitectura.
@restudioarquitectura
A su vez, en el ámbito universitario, también se observa la escasa participación de mujeres y diversidades en los espacios de decisión, junto con la marginalidad que se les asigna a las propuestas de formación de profesionales con perspectiva de trasformación de la desigualdad social. Las estructuras de poder que se han consolidado a través del tiempo sostienen un perfil profesional elitista, y que excluye de sus incumbencias la resolución de los problemas de quienes no poseen los recursos suficientes para ser considerados clientes. En este contexto, los espacios de enseñanza-aprendizaje que promueven acciones de trasformación territorial para acceder a derechos humanos no son considerados como necesarios en la formación de grado, sino como prácticas de extensión, de investigación o como materia optativa. En un sistema de reglas que favorece el crecimiento individual, que valora la cantidad de metros cuadrados construidos y las repercusiones formalistas en el mercado, se está destinando a la irregularidad a las producciones con perspectiva social, colectivas y diversas (en géneros, edades y experiencias). Donde no se abren concursos, los recursos son escasos y asignados de manera discrecional, y no existe el reconocimiento académico y laboral para los docentes.
Esta desigualdad no escapa a los consejos y colegios que regulan la profesión estrechamente asociados al perfil profesional que se promueve en las universidades. Allí tampoco encuentran sitio formal quienes desarrollan una práctica en condiciones de precariedad por tratarse de poblaciones con escasos recursos o por tratarse de territorios catalogados como informales. Finalmente, sin un debate profundo que visibilice las dificultades que atraviesa el género femenino y diversidades para desarrollar su vida, como habitantes, como estudiantes, como docentes, como profesionales, corremos el riesgo de orientar la acción hacia instrumentos que operen en una redistribución de los espacios de poder entre los géneros al tiempo que se reproduce la opresión en las otras dimensiones. En el debate abierto en torno a la desigualdad de géneros, nos encontramos frente a una oportunidad histórica de revisar críticamente nuestra práctica para avanzar en formas sociales de producción y reproducción del espacio que transformen las reglas de un sistema capitalista, colonialista y patriarcal que sostienen la desigualdad interseccional. •
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Piqueteras y albañilas construyendo el mundo que deseamos En la ciudad de Fiske Menuco (General Roca)¹, en Río Negro, un grupo de mujeres y disidencias organizadas en el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) trabajan día a día deconstruyendo estereotipos de género y construyendo sin patrón.
FRENTE DE ORGANIZACIONES EN LUCHA (FOL) Organización social con definiciones políticas, que agrupa trabajadoras/es en situación de informalidad y precarización y autogestiona los recursos que se destinan a la creación de trabajo en los barrios populares.
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l Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) comenzó a desarrollarse en el barrio Alta Barda de Fiske Menuco, en 2016. Se trata de un barrio ubicado al norte de la ciudad, a 15 km del centro, que crece desde hace más de treinta años a fuerza de recuperaciones de tierra. La urbanización precaria se evidencia en que el tendido de luz y gas no llega a todo el barrio y en que en gran medida carece de acceso por red a agua potable. La señal telefónica es mínima e inestable. Este escenario se asemeja a distintos barrios en los que la organización popular ancla sus proyectos y luchas cotidianas. Los fríos patagónicos se combaten con salamandras ardiendo de restos de madera y basura, y los calores del verano –y las pandemias– se atraviesan casi sin agua y, esta vez, con sequías. Todo esto a pocos kilómetros de pozos de fracking que, usando millones de litros de agua, extraen de las entrañas de la tierra gas y petróleo para alimentar a las grandes industrias y ciudades. En este contexto de total precariedad nos proponemos un proyecto barrial y comunitario que reconstruya los lazos sociales y nos anime a encontrar nuestras potencias como sujetos históricos, a través de la autoorganización como parte de la clase trabajadora. Nos animamos a construir entre muchos/as la respuesta a las preguntas de ¿cómo queremos vivir? y ¿qué podemos hacer para construir en el día a día algo de ese proyecto? A la vez, reclamamos por trabajo con todos los derechos,
por acceso a la salud pública, por una vida libre de violencias machistas. A lo largo de los años hemos organizado cuadrillas de albañilería, de limpieza y mantenimiento de espacios públicos, de carpintería, costura, conservas, reciclado, manualidades, de merenderos y comedores. También contamos con espacios de géneros, de formación política, de niñez e incluso incorporamos un espacio de acompañamiento jurídico con compañeros/as estudiantes de derecho de la Universidad Nacional del Comahue. La articulación con trabajadores del sistema público de salud, con compañeras/os coordinadoras/es de espacios de salud mental, escuelas y bibliotecas populares nos enseña que nuestro horizonte político es con otros/as, nunca aislados/as. De esta manera vamos construyendo redes y lazos de contención que buscan mejorar la calidad de vida de cada compañero/a y cada vecino/a desde la construcción en común (que implica el debate y las diferencias) y, por sobre todo, la solidaridad.
¡Alerta! Albañilas trabajando sin amo y sin patrón Ya desde los inicios del FOL en Alta Barda detectamos la necesidad de construcción y refacción de viviendas en el barrio: decidimos formarnos en este oficio para poder aportar al derecho a una vivienda digna. Iniciamos con herramientas propias y prestadas refaccionando casas precarias que necesitaban una mejora habitacional. Luego de mucho tiempo de no tener un lugar estable para la organización surgió en la asamblea la necesidad de construir un lugar propio. Brenda Parra, compañera albañila, relató en
1. La denominación Fiske Menuco corresponde a una propuesta de renombramiento de la ciudad de General Roca, Río Negro, como forma de reparación histórica por la campaña militar llamada la Conquista del Desierto. • 50
Fotos: Martín Álvarez Mullally
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el corto documental: «en primera instancia estuvimos en casa de compañeros, de ahí nos retiramos, fuimos a alquilar, en muchos lugares estuvimos. Hasta que llegamos a una asamblea y charlamos entre todos los compañeros, decidimos no alquilar más y usar esa plata que se nos iba en alquiler, para poder construir nuestro salón. Mucho sacrificio para poder construir nuestro salón, nuestra casita del FOL». La compañera Natalia Chávez recuerda los primeros tiempos de la construcción: «en ese entonces no teníamos luz, teníamos que andar pidiendo. No teníamos agua, teníamos que ir a sacar a un canal. Nos costó –agrega–, los compañeros/as empezamos a pensar qué podíamos hacer para poder construir nuestro salón». «Ruka Nehuen», propuso Nancy Cofre, otra de las compañeras, en una asamblea en la que votamos el nombre. Todos/as asentimos: vivimos en un territorio ancestral mapuche. Actualmente somos veintisiete compañeros/as (veinticuatro compañeras y tres compañeros), que trabajamos en la ampliación de Ruka Nehuen, con proyecciones de poder añadir al espacio de merendero y comedor dos ambientes, tanto para desarrollar cuadrillas de trabajo textil como para depósito de mercadería, además de los baños y una cocina. Un aspecto fundamental en nuestra forma de hacer es que concebimos y organizamos el trabajo sin patrones. La compañera Isabel Romero nos comentó al respecto que «trabajar sin patrón es algo muy bueno porque uno toma la responsabilidad de trabajar sin que nadie lo mande, sin estar esperando orden de nadie. Uno tiene que tener su responsabilidad y ver el rendimiento; que no tengamos patrón no significa que no hacemos nada (…) Participar en el proyecto del FOL para mí es algo bueno, significa mucho, porque una sale de casa y se junta con sus compañeras, comparte momentos muy lindos». Es en ese encuentro entre compañeros/as en los que no solo se definen las decisiones y orientaciones de la organización, sino que también se tejen otras formas de
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vincularnos como parte de una política del cuidado desde abajo, donde los saberes son compartidos y se transforman en potencia colectiva. En este sentido también nuestra compañera albañila Miriam nos dijo «está muy buena la posibilidad que tenemos de aprender a sacar medidas, pegar ladrillos, revocar, pesar. Cuesta mucho tener agua para trabajar, pero se sigue, se lucha y se logra». En un marco de gran exclusión de los mercados formales de trabajo y respuestas insuficientes por parte del Estado, ponemos en juego la autogestión y la horizontalidad, mientras luchamos por un mundo más justo en el que trabajemos menos, trabajemos todos/as, produzcamos lo necesario y socialicemos todo.
Albañilas, con a Cuando estrenamos el corto documental Albañilas, construyendo sin patrón el impacto mediático fue superior al que esperábamos: llegamos a medios regionales destacados y tuvimos una afectuosa devolución de la inmensa mayoría de las personas que lo vieron. Sin embargo, era infaltable que hubiera comentarios en Facebook en los que se destacara la gravedad del error lingüístico del título. La palabra albañilas resonó en parte por el histórico relato lingüista machista y misógino, promovido fuertemente en nuestra lengua por la RAE, que nos invisibiliza constantemente como sujetos políticos/as. Pero la arena de la lingüística no es el único campo en el que el conservadurismo del sistema patriarcal y capitalista pretende dominarnos y subordinarnos. Ana López destacó la lucha colectiva que damos como mujeres albañilas en una sociedad con estereotipos de género machistas y patriarcales: «Yo aprendí a construir. Hoy el machismo está diciendo –y a mí me lo dijeron– ‘eso no es para vos’, y yo le dije bueno, eso ya
Fotos: Martín Álvarez Mullally
es machismo. Yo sí lo puedo hacer, me considero una persona capacitada para hacerlo. No dependo de ningún hombre. Todo lo que aprendí fue entre mujeres, y todo se puede. Eso, para mí, es ser una mujer albañila. El tiempo de ahora es todo por igual, todo lo que puede hacer un hombre yo lo puedo hacer también». Miriam también nos habló en este sentido: «ser mujer albañil cuesta porque siempre hay algún machista que trata de hacerte sentir mal, hoy le estamos demostrando que sí podemos. Estamos a la altura de cualquier hombre albañil». Muchas de las compañeras que nos organizamos en el FOL somos madres, abuelas e hijas responsables de crianzas y tareas de cuidado, pero también jefas de hogar, y generamos el ingreso principal de la casa. En este sentido, el FOL como herramienta de lucha por trabajo con todos los derechos y contra la precarización, enfrenta un mercado laboral cada día más vacío de oportunidades para los/as jóvenes, mujeres y disidencias.
y relatos pretende construir una comunicación emancipadora que sea capaz de disputar sentidos instalados por los medios hegemónicos, que nos colocan siempre en el lugar de «vagos» y «planeros» cada vez que salimos a las calles a reclamar nuestros derechos. La construcción de trabajos dignos en los barrios populares que hacemos desde nuestra organización es, entre otras cosas, lo que les falta contar a los medios que sostienen el statu quo. Frente a estos discursos no queda más que escuchar la voz de nuestras compañeras: «Yo acá no cobro un sueldo de arriba porque yo me lo gano trabajando como se lo ganan todos nuestros compañeros. Por eso, si nosotros salimos a luchar a la calle, la luchamos para nuestra organización y a la vez luchamos por los vecinos que tenemos alrededor, para tener agua, para tener luz, para ayudarlos con mercadería también», remarcó Natalia. •
Comunicación desde y para lo colectivo El 5 de mayo de este año desde el Frente de Organizaciones en Lucha estrenamos Albañilas, construyendo sin patrón • el corto documental que retrata el trabajo cotidiano de la cuadrilla de albañilería, compuesta en su mayoría por mujeres cis y disidencias, en el barrio Alta Barda, ciudad de Fiske Menuco, Río Negro. La producción audiovisual que realizamos en conjunto con Cartago TV recorrió varias provincias del país e incluso llegó a Ecuador, Bolivia y Alemania. Producir contenidos desde y para nuestra organización es parte de la lucha por el reconocimiento de los sectores populares. La posibilidad de ser protagonistas, de ser representadas y contadas desde nuestras propias vivencias
Para conocer más sobre FOL Facebook-Square Frente de Organizaciones en Lucha Compass folweb.com.ar
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Ejercicio profesional Esta sección es un espacio de comunicación del CPAU con la matrícula. Aquí encontrarás las acciones que lleva a cabo el Consejo, actualidad de la profesión, actividades, guía para realizar trámites y más. «Podemos empezar por observar el punto fundamental de respeto en el lugar de trabajo: el pago. A diferencia de otras medidas de valoración, el pago es un número. Es tangible y objetivo». Jeanne Gang
GESTIÓN
¿Qué hicimos en los primeros meses de nuestra gestión?
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uando la actual conducción asumió el Consejo en diciembre del año pasado, se propuso ser un CPAU con plena consciencia de la realidad. «Transitamos la gran incertidumbre que propone la continuidad de la pandemia, la esperanza de llegar a una pospandemia y la adaptación de esta nueva realidad a un contexto socioeconómico que, en lo nacional y regional, ya se mostró hostil antes del virus. Esto requiere mirar no solo con ansiedad y optimismo el día después sino analizar una problemática social, ambiental y económica que ya era evidente el día antes. Es un desafío de anticipación», escribió Emilio Rivoira, presidente del CPAU, al inicio de su mandato. En esa misma nota, el Consejo comunicaba –por su intermedio– un plan de acción con diez puntos que serían su prioridad: la importancia del trabajo social y solidario, la integración del CPAU y la SCA, la equidad (tema al que nos abocamos, además, en esta edición de la revista), la relación con el Gobierno, la necesidad de escuchar a la matrícula, las incumbencias profesionales y otros temas de interés como formación y universidad, sustentabilidad y nuevas tecnologías, prestación de nuevos servicios. De acuerdo con esas prioridades establecidas a finales del año pasado, el Consejo elaboró un informe con las acciones realizadas en sus primeros meses.
La importancia del trabajo social y solidario En el mes de junio presentamos nuestro programa Arquitectura para el Bien Común • (ver nota en esta edición), un espacio que dirigen Roberto Frangella y Carolina Day, destinado a la difusión y reflexión sobre la práctica profesional por un hábitat equitativo.
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La necesidad de escuchar a la matrícula Lanzamos la Encuesta de Perfil profesional como una forma sistematizada que nos permite conocer la situación de nuestros/as profesionales. Publicamos los resultados (ver nota en esta edición) y, en este momento, estamos procesando la información, para luego difundir conclusiones y definir acciones. Creamos, al principio de la pandemia en 2020, el mail red@cpau.org • para tener contacto directo ante distintas situaciones de nuestra matrícula.
La relación con el Gobierno A partir de la invitación del GCABA, sostuvimos la participación continua en grupos de tratamiento de los nuevos Códigos y otras iniciativas oficiales, a fin de aportar desde nuestro punto de vista a la reducción del grado de incertidumbre que las nuevas normativas generan en la matrícula. La situación de las tramitaciones y reclamos de profesionales nos ha llevado a abrir una Mesa de Seguimiento de Trámites • (ver nota en esta edición). Nos reunimos con referentes de la Legislatura en relación con nuestros temas de competencia y participamos de todas las audiencias públicas de nuestra incumbencia, a las que llevamos nuestros pedidos y observaciones respecto de los proyectos y normativas tratados.
La equidad En el convencimiento de que la equidad y la inclusión son consignas prioritarias en esta gestión, con un Consejo compuesto por diez consejeras y diez consejeros, sostenemos los protocolos y temáticas de género, además fomentar las oportunidades para jóvenes profesionales y atender situaciones de desigualdad en el trabajo profesional.
Las incumbencias profesionales
Área central y reconversión edificios en desuso
Comenzamos a trabajar con profesionales del estado local para sostener y profundizar la defensa de sus incumbencias.
Como continuidad de un trabajo que hicimos en 2019 sobre metodología de identificación y categorización de edificios en desuso en el área central, nos sumamos activamente en la preocupación por la temática del deterioro del micro y macrocentro en diversos frentes de opinión. Nos reunimos con legisladores, participamos de mesas redondas y hablamos en distintos medios de comunicación.
La integración del CPAU y la SCA Hemos iniciado en marzo las reuniones de una comisión de trabajo con tres miembros de cada institución y sus presidentes para debatir, con asesoría legal, la propuesta de un convenio de integración que venimos elaborando desde 2020, orientado a la constitución de una sola entidad que integre una sociedad civil (SCA) con una delegación del Estado (CPAU). La consideración de complejos aspectos legales, institucionales y contables es fundamental como marco sustentable de la voluntad de conformar una entidad única que represente a arquitectos y arquitectas de la Ciudad de Buenos Aires.
Formación y universidad La comisión de Formación y Asuntos Universitarios (COFAU) organizó un encuentro con decanos y decanas • de universidades públicas y privadas con temáticas abiertas y énfasis en lo referente a los alcances de título (ver nota en esta edición). Además, para fortalecer el vínculo con futuros/as integrantes de la matrícula, lanzamos la convocatoria multimediática Cuerpos en el Espacio Público. Realizamos las Jornadas Nacionales de Cátedras de Legal y Ética, en las que abordamos los siguientes temas: alcances de las actividades reservadas al título de arquitecto/a, honorarios exiguos y ética, el inicio de la profesión y el ejercicio profesional en el futuro.
Sustentabilidad y nuevas tecnologías La trascendente realidad que la crisis sanitaria nos impone está en relación directa con consideraciones medioambientales. La complejidad del tema nos ha llevado a tratar con mesura en comisiones su implicancia, que será volcada en acciones en meses venideros. En cuanto a nuevas tecnologías, abriremos un capítulo de trabajo sobre actuales tecnologías de madera, en una iniciativa compartida con la Universidad de Morón.
El Consejo en tiempos de pandemia La crisis sanitaria que padecemos nos ha obligado, desde 2020, a sostener procedimientos y tareas habituales del Consejo en teletrabajo con gestiones y tramitaciones en forma virtual. Esto nos ha permitido sostener el funcionamiento y, a la vez, identificar procesos a distancia que podrán mantenerse en el futuro, facilitando la gestión de la matrícula. Asimismo, seguimos la evolución de la pandemia en relación con nuestras actividades y recordamos el cumplimiento de normativas oficiales, priorizando ante todo el bien común. Insistimos en la aplicación de los protocolos para cuidarnos en nuestro ámbito laboral. Y elaboramos un número especial de la revista Notas CPAU dedicado a este tema.
Programas especiales del CPAU El Observatorio Metropolitano (OM) y Moderna Buenos Aires (MBA) son programas especiales del CPAU que proponen estudiar las visiones de la realidad urbana de la ciudad, su gestión y transformación, así como también contribuir a la difusión de los valores del patrimonio en permanente evolución de nuestra Arquitectura. Algunas de las temáticas profundizadas por el OM son: el debate en torno a Costa Salguero, el AMBA en la agenda pública, qué hacer con el centro de la ciudad, los dilemas de la gestión urbana entre lo público y lo privado. Además, presentó recientemente un compilado de notas de opinión en relación al centro porteño • (ver nota en esta edición) y prepara la actualización del mapa de subastas. • Por su parte, Moderna Buenos Aires –programa financiado por Mecenazgo del GCABA– ha sostenido sus recorridos en forma virtual, presentó su homenaje a la Arq. Ítala Fulvia Villa, lanzó la propuesta Museo a la Calle –que releva el arte muralista en los edificios porteños– y avanzará en su iniciativa «Cómo cuidar la herencia de nuestra Arquitectura», mediante la firma de un convenio con el instituto IDA. • Conocé más información sobre estos temas. • 57 •
ACCIONES
El CPAU activo 7 de julio
Actualización de la Ley de Catastro
A partir de tomar conocimiento del proyecto de ley N° 1479-J-2021, nos manifestamos a favor del modelo de ciudad abierta, democrática e inclusiva, que integre a los diferentes sectores sociales, sin áreas segregadas, tal como está previsto en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Asimismo, expresamos nuestro acuerdo en lo referente a mejorar los instrumentos públicos que se nutran del uso de recursos como la georreferencia para la ubicación de parcelas, lo que constituye una medida que moderniza el procedimiento del registro. También, acompañamos el propósito de la norma de permitir la regularización de los denominados Barrios Populares existentes. Esta decisión, aplicada exclusivamente a estos casos, colaborará para una normalización del catastro local.
8 de julio
Nuevo predio para el Tiro Federal
20 de julio
Solicitamos la prórroga de los incentivos a la construcción
23 de julio
Momento crítico para las tramitaciones
Advertimos que el proyecto contradice la Ley del Plan Urbano Ambiental y otros programas de recuperación del contacto con el medio natural, cuya importancia no hizo más que ponerse de relieve en el contexto actual de pandemia. Convocamos a brindar información clara sobre las condiciones en que se aprobó, cómo se piensa garantizar el acceso y a tomar en cuenta un programa que permita cumplir el mandato de la Constitución y las leyes de la Ciudad. Además, consideramos necesario que en todo nuevo documento se haga referencia a la relación con la zona costera en su conjunto, con perspectiva metropolitana.
Ante lo inminente del vencimiento del plazo para acceder a beneficios para las obras remitimos una nota • al Jefe de Gobierno porteño y a la Legislatura. Le pedimos al Lic. Horacio Rodríguez Larreta la ampliación del plazo que preveía la Ley 6323 para obtener incentivos económicos, determinados para el inicio y la obtención de permisos de obra. También, que se considere una extensión en las fechas de inicio de construcción.
La dificultad de interpretación de los nuevos Códigos de Urbanismo y de Edificación y la aplicación de nuevas normas complejas –como la plusvalía y otros instrumentos– han provocado un entorno complicado de asimilar entre nuestro ámbito y el municipal, agravado sensiblemente en la actualidad por fallas oficialmente aceptadas en el sistema digital para elevación de tramitaciones TAD (trámite a distancia). Ver nota Mesa de Seguimiento • en la página 60
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26 de julio
Actualizar el PUA es una oportunidad para ajustar la visión de la ciudad y los marcos de actuación
13 de agosto
Trámites: nos reunimos con la SECDU
Nuestra comisión de Urbanismo y Medio Ambiente, integrante de la Comisión Asesora Permanente del Plan Urbano Ambiental, analizó los avances enviados por el GCABA y opinó al respecto. • Según nuestra perspectiva es necesario considerar al mismo tiempo el conjunto de la ciudad y sus partes. No ignoramos la complejidad que implica la gestión de una ciudad metropolitana, la necesidad de operar simultáneamente sobre lo grande y lo chico, tampoco ignoramos las dificultades de los procesos de planeamiento. No obstante, creemos que un proceso de planeamiento es el único camino para orientar el desarrollo urbano. Para esa tarea, la Ciudad cuenta con nuestra colaboración
Emilio Rivoira, presidente del CPAU, y Claudia Lanosa, vicepresidenta 1°, se reunieron en forma presencial con el secretario Álvaro García Resta y los funcionarios Alfonso Crotto y Antonella Borgna. Junto con referentes de SCA, CPIC, CAI, CAMARCO, CEDU y AEV transmitieron a las autoridades su preocupación por la situación de las tramitaciones que afectan al sector. En el encuentro, se reconoció la dificultad de transitar una etapa en la que nuevos códigos y normativas deben asentarse tanto en la comunidad profesional como en órganos de aplicación y la exigencia de una adecuación cultural a procedimientos innovadores. En ese marco, se discutieron mecanismos en progreso de pronta aplicación tendientes a reducir los inconvenientes presentados. Se identificó la importancia de la participación de las entidades en la activa comunicación a sus representados/as de los avances que se propongan, así como el aporte que conduzca a superar la situación. En esa dirección, desde el CPAU elevamos a la SECDU el informe de resultado del primer mes de funcionamiento de la Mesa de Seguimiento de Trámites y a la brevedad daremos a conocer un paquete de preguntas típicas, respondidas por SECDU sobre interpretaciones del CUR.
17 de agosto
Agradecimiento y felicitación a la UBA
La Universidad de Buenos Aires cumplió 200 años el 9 de agosto y, como parte de sus festejos, distinguió a 200 personas de las ciencias, las artes, la academia y los ámbitos cultural, social, político y empresario. Entre ellas, hay seis profesionales de la Arquitectura, de las cuales tres forman o formaron parte del CPAU: María Teresa Egozcue (expresidenta del CPAU), Flora Manteola (actual vicepresidenta 2°), Berardo Dujovne (exconsejero), Guillermo González Ruiz, Jorge Moscato y Justo Solsona. Para agradecer y felicitar a la UBA, dirigimos una carta al rector de la UBA • Prof. Dr. Alberto Edgardo Barbieri, y otra al decano de la FADU, Prof. DG Carlos Venancio.
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SERVICIOS
Cómo funciona la Mesa de Seguimiento de Trámites En el mes de julio pusimos a disposición de nuestra matrícula un formulario que nos permite seguir y sistematizar los casos que nos llegan al CPAU en relación con posibles problemas luego de iniciada la tramitación de un expediente. Desde entonces, dimos respuesta a ciento treinta consultas.
L
a dificultad de interpretación de los nuevos Códigos de Urbanismo y de Edificación y la aplicación de nuevas normas complejas –como la plusvalía y otros instrumentos– han provocado un entorno complicado de asimilar entre nuestro ámbito y el municipal, agravado sensiblemente en la actualidad por fallas oficialmente aceptadas en el sistema digital para elevación de tramitaciones TAD (trámite a distancia)», comunicamos en una nota de Acciones a nuestra matrícula el 23 de julio, ante las manifiestas dificultades que nos informaron los/as profesionales mediante nuestros distintos canales de comunicación. Si bien el año pasado y el principio de 2021 colaboramos con quienes nos escribieron para tratar de solucionar situaciones puntuales con los trámites y así generamos canales con los organismos correspondientes del GCABA y pudimos ayudar a resolver muchas de ellas, decidimos sistematizar este procedimiento mediante la creación de la Mesa de Seguimiento de Trámites, como forma de atender también los numerosos pedidos que nos llegaron a través de la Encuesta de Perfil Profesional, donde nos pedían puntualmente interceder con el GCABA en los temas relacionados con los trámites. Más allá de esta gestión, en la que intercedemos ante el GCABA por nuestra matrícula, sabemos que la situación merece otro tipo de acciones como, por ejemplo, que se cambien algunos procedimientos. Por eso, le enviamos una carta al Jefe de Gobierno porteño en la que manifestamos una vez más nuestra preocupación, enumeramos los posibles cambios que podrían mejorar los trámites y lo invitamos a pensar y resolver en conjunto. Para eso, al momento de cierre de esta edición, lo convocamos a una de nuestras reuniones plenarias de Consejo. • • 60
¿Cómo funciona? Se trata de un formulario, disponible para toda la matrícula activa, que nos permite sistematizar los problemas, informar a la dependencia del Gobierno el problema e intentar que se resuelva, tener una devolución y seguimiento de cada caso y también, periódicamente, elaborar un informe con el estado de situación general. Su presentación es voluntaria, no actuaremos en ningún caso si no es un pedido expreso de un/a matriculado/a cuya incumbencia esté debidamente documentada en la respectiva encomienda. No recibiremos pedidos de propietarios/as, inversores/as, gestores/as, vecinos/as u otros/as matriculados/as.
Informe de las consultas recibidas al 15 de septiembre Al momento, recibimos 154 consultas por reclamos o problemas con las tramitaciones ante DGROC. De ellas, 130 fueron verificadas, enviadas al GCABA y respondidas. Las otras 24 aún se encuentran en proceso con la consulta abierta. De las 130 consultas respondidas por la DGROC, podemos decir que: 71 tienen demoras o falta de respuesta del GCABA* 16 tienen errores en la documentación 15 tienen la documentación incompleta 9 se encuentran dentro de los plazos vigentes 8 tienen errores en cuanto a la carga o al sistema 8 tienen vencido el plazo de presentación 3 tienen otro tipo de problema o situación *En estos casos, el organismo respondió «se elevó la consulta», «se solicitó su estudio prioritario», «en estudio», «en proceso de revisión y registro», etc.
Encontrá acá el Formulario de reclamos de expedientes ante el GCABA
SERVICIOS
Valores vigentes a partir del 1º de octubre Actualizamos la tabla para los trámites de habilitaciones. Te contamos los fundamentos.
B
asándonos en nuestra experiencia profesional e institucional, revisamos los valores y las escalas aplicadas al visado de las encomiendas de habilitaciones. Para esto, previamente acordamos los fundamentos con el Consejo Profesional de Ingeniería Civil (CPIC). Como lo ameritan situaciones como esta, el tema fue tratado en una reunión plenaria de nuestro Consejo. Resolvimos sostener el mismo criterio que nos impulsó a determinar los valores de los visados, aplicando escalas en relación a las superficies a habilitar. A principio del año habíamos definido aplicar provisoriamente una escala de superficies más acotada para determinar los valores, pero vamos a ratificar nuestro pleno acuerdo con los fundamentos que nos llevaron a equiparar los valores de todos los visados con el CPIC.
Derecho anual vencido Aplicamos un recargo para el derecho anual 2021 que figure impago al 1º de octubre. Para fijar el valor del derecho anual abonado fuera del término establecido por la Ley N° 6.070/58 en su Art. 34 (30 de abril de cada año y sus prórrogas determinadas), vamos a aplicar un recargo por mora de $ 2.200 al valor fijado originalmente de $10.800,- Es decir que si no pagaste tu derecho anual 2021 hasta el 30 de septiembre (última prórroga), tenés que abonar $13.000,- en las diversas formas de pago que fijamos para permitir cumplir con esta obligación si estás ejerciendo tu profesión. Si tu caso requiere de una atención particular, escribinos a red@cpau.org ••
Para la habilitación de locales, se considera la superficie total del local a habilitar para fijar el monto del visado, pero se amplía la escala para determinar el valor a abonar a partir del 1º de octubre: Habilitaciones Hasta 120 m²
$2.400
Hasta 360 m²
$3.600
Hasta 1.000 m²
$8.000
Hasta 2.500 m²
$16.000
Hasta 5.000 m²
$28.000
Supera los 5.000 m²
$55.000
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MATRÍCULA
Encuesta de Perfil Profesional Compartimos los resultados de la muestra que, en esta edición, alcanzó un récord histórico de 1.755 personas que respondieron voluntariamente.
C
ada dos años, llevamos adelante la Encuesta de Perfil Profesional que nos permite conocer la situación de nuestra matrícula. Aunque, en esta edición, la muestra tomó otra magnitud. Sin dudas, la coyuntura obligó a repensarla y repensarnos. Pero, también, porque conocer cómo trabajan y qué perciben de la profesión los arquitectos y las arquitectas de nuestra matrícula fue, desde el inicio de la gestión actual del CPAU, una de las prioridades. Así fue que repensamos toda la encuesta, además de incorporarle temas y preguntas. También mejoramos la difusión y, gracias a eso, alcanzamos un récord de 1.755 personas encuestadas, casi triplicando el número de la muestra anterior. Pero más valioso que la cantidad de casos es el hecho de que los resultados son representativos del universo del CPAU. El muestreo en los ítems que podemos comparar con la totalidad de la matrícula arrojó datos idénticos o muy similares. Compartimos los resultados completos de la muestra • mientras trabajamos en el análisis y comparación de los datos. La información recibida dará lugar a acciones más cercanas al interés de nuestra matrícula, ya sea en el seguimiento e información de la actividad, en oferta de capacitación en relación al interés, en la formulación de honorarios o en los temas de interés recabados.
¿Cuál es el rango etario?
53 < 30
261
329
474
245
393
31 - 40
41 - 50
51 - 60
61 - 65
65 >
De las 1.755 personas que respondieron la encuesta, 53 tienen menos de 30 años (3,02%), mientras que 261 tienen entre 31 y 40 años (14,87%), 329 están entre los 41 y 50 años (12,29%), 474 tienen de 51 a 60 años (27,01%), 245 entre 61 y 65 años (13,96%)
y 393 mayores de 65 años 14,87 (22,39%). El promedio de edad de las personas encuestadas es de 54,64 años. Mientras que el promedio de edad de la matrícula activa y vitalicia del CPAU corresponde a 53,66 años.
Segmentación según género Total de personas: 1.755
En el último número del año publicaremos las conclusiones junto con los datos completos. •
Mujer
Otro
40,2% 706
0,2% 3
Varón
59,6% 1.046 FICHA TÉCNICA Universo relevado Matrícula activa y vitalicia
Tipo de encuesta Cuestionario digital respondido vía web
Tamaño de la muestra 1.755 personas encuestadas
Período del trabajo de campo Mayo - junio 2021
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De las 1.755 personas que respondieron la encuesta, el 59,60% pertenece al género varón, mientras que el 40,23% se identifica como mujer. La relación entre los porcentajes de varones y mujeres muestra la cercanía a un equilibrio. Este dato condice con la composición actual de la matrícula (60,84% varones y 39,16% mujeres), que también
refleja una tendencia hacia la paridad. Y, por otro lado, valida en este aspecto la representatividad de la muestra. A la pregunta cerrada de «varón» o «mujer» incorporamos la categoría «otro» que fue elegida por tres personas. Este dato indica que el género autopercibido excluye las categorías binarias de varón/mujer.
¿Cuál es tu situación laboral actual? Total de personas: 1.755
Del total de las personas encuestadas, que aún se mantiene en 1.755, 1.431 (81,54%) respondieron que están trabajando actualmente. Pero 324 personas (18,46%) respondieron que se encontraban sin ninguna actividad laboral al momento de responder.
¿Tenés un solo trabajo o varios? Total de personas: 1.431
Con actividad laboral
Tengo uno solo
81,54% 1.431
50,73% 726
Sin actividad laboral
Tengo más de uno
18,46% 324
49,27% 705
Esta es la primera pregunta condicional que posee la encuesta. Quienes respondieron “Sin actividad” pasaron directamente a la pregunta 24, ya que no les correspondía responder ninguna de las siguientes preguntas de la sección.
Independiente
197
Consultoría / Asesoría
194
En relación de dependencia en el sector público
179
Docencia
150
En relación de dependencia en empresa
106
Con contrato en el sector público
66
Con contrato en empresa
41
En relación de dependencia en estudio
33
Con contrato en estudio
33
Otros
2
El resultado es casi parejo: 726 personas (50,73%) respondieron que tienen un solo trabajo mientras que 705 (49,27%) dijeron que tienen más de uno.
Esta pregunta cerrada solo tenía solo dos respuestas posibles.
¿Cuál de los siguientes cargos define mejor tu actividad profesional actual? Total de personas: 1.431
¿Cuál de los siguientes tipos de empleo define mejor tu actividad profesional actual? Total de personas: 1.431
1.033
Debido a la condición de la pregunta anterior, a partir de ésta la cantidad de personas encuestadas es de 1.431, excepto en una que no era obligatorio responder.
Empresario
Las 1.431 personas que respondieron esta pregunta podían elegir por una o varias de las respuestas predeterminadas.
Hay 300 personas que trabajan en el sector público, ya sea con contrato o en relación de dependencia.
Así fue que 1.033 personas dijeron trabajar de forma independiente, 191 están en relación de dependencia (ya sea en una empresa o un estudio) y 99 tienen contrato en una empresa o un estudio.
179 personas se dedican a la docencia y 197 hacen consultoría o asesoría. La opción “otro” fue seleccionada por 33 personas.
899
Profesional independiente
200
Director/a
174
Socio/a
173
Empleado/a sin personal a cargo
140
Empleado/a con personal a cargo
88
Gerente/a
50
Otra
49
Funcionario/a
2 De las 1.431 personas que respondieron esta pregunta, 200 dijeron que director/a define mejor el cargo de su actividad profesional actual, mientras que 88 son gerentes/as y 174 son socios/as.
Inspector/ra
Por otro lado, 313 dijeron ser empleados/as con o sin personal a cargo (410 y 173, respectivamente), 2 son inspectores/as y 899, profesionales independientes. La categoría “otro” fue tildada por 50 personas.
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COMISIONES
Dialogar para formarse mejor Con el objetivo de realizar acciones destinadas a cooperar con las instituciones universitarias en el mejoramiento de la formación profesional en las áreas de Arquitectura y Urbanismo, nuestra comisión de Formación y Asuntos Universitarios (COFAU) se encuentra en un momento de trabajo «entusiasta, creativo e hiperactivo» según la mirada de Rosa Aboy, su presidenta. Por Laura Chertkoff
A
boy, arquitecta y doctora en Historia, es profesora titular de la cátedra de Historia de la Arquitectura I, II y III en FADU, UBA y directora del Centro de Investigación de Historia de la Vivienda en América Latina (CEIHVAL) y de la Maestría en Estudios Urbanos y de la Vivienda en América Latina (MEUVAL). Integra la COFAU junto con las arquitectas Paloma Carignani (presidenta alterna), Victoria Nuviala y Paula Yacuzzi, los arquitectos Rodrigo Aja Espil y Fernando Galizia y también con la arquitecta Graciela Runge, como asesora, y Soledad Mónaco y Micaela Corfield, integrantes del área de Capacitación del CPAU. «La función de la COFAU que considero más relevante y por la cual me postulé a la presidencia es la de construir una articulación entre el CPAU, las universidades y el medio social», enumera Aboy. «Dada mi pertenencia al ámbito universitario y a diferentes ámbitos de la profesión, me parece muy importante crear espacios de diálogo e intercambio entre nuestra institución y las instituciones que forman a quienes serán los futuros matriculados y las futuras matriculadas, creando puentes con las autoridades y con los diferentes claustros de las facultades de Arquitectura».
¿Cuáles son los planes en esta gestión? Nuestros planes son compartidos por los consejeros y las consejeras que tenemos a cargo las comisiones asesoras. Si algo caracteriza a esta gestión es una preocupación muy fuerte por la equidad. Equidad en términos de géneros, pero también en un sentido amplio. Nos preocupa la equidad entre los diferentes perfiles profesionales que exceden en mucho el tradicional perfil de proyectista y director/a de obras. Entre
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nuestra matrícula hay profesionales que se dedican a la consultoría, docentes de facultades, integrantes de institutos y redes de investigación, funcionarios y funcionarias del Gobierno, asesores y asesoras legislativos/as, integrantes de ONG y de organismos internacionales. La COFAU debe interactuar con esa diversidad de perfiles profesionales a través de la capacitación, los cursos de formación permanente, la discusión acerca de las incumbencias profesionales. Y de manera central, a través de la interacción con las universidades, para discutir sobre el reto que implica desarrollar nuestra profesión en una realidad plural, desafiante y compleja.
¿En qué aspecto concreto el CPAU puede contribuir a la formación de futuros/as profesionales? Desde la COFAU planteamos generar un ámbito de diálogo con decanos y decanas, pero también con profesores/as, graduados/as y estudiantes, quienes serán nuestra futura matrícula. La convocatoria Cuerpos en el Espacio, que estamos organizando desde la COFAU en este momento, apunta a crear un puente entre la formación disciplinar de los/as futuros/as arquitectos/ as y su experiencia como personas que habitan la ciudad, más específicamente el espacio público. En nuestra formación se suele pensar que el espacio público es el espacio de toda la gente, el espacio democrático por excelencia. Y creo que la pandemia ha puesto de manifiesto las mejores prácticas asociadas a este: los parques, plazas y espacios costeros han sido lugares de encuentro, de aprendizaje, de ocio, de prácticas deportivas, de tiempo compartido, de celebraciones, etc. Pero también hay espacios públicos poco amigables para
Participantes de la reunión
Arq. Gloria Diez Decana Universidad Abierta Interamericana Arq. Vicenta Quallito Directora de la carrera de la Universidad Abierta Interamericana Arq. Roberto Converti Decano Universidad Argentina de la Empresa Arq. Norberto de la Torre Decano Universidad John F. Kennedy
personas con movilidad restringida, para determinados cuerpos o subjetividades. Pasaron pocos días desde la apertura de la convocatoria y ya tenemos consultas de estudiantes y preinscripciones que aspiramos a incrementar en los próximos días. Apuntamos a que este espacio de diálogo con los estudiantes también enriquezca los análisis que seguiremos desarrollando entre el CPAU y las universidades.
Reunión con los decanos y las decanas Para profundizar los vínculos con las casas de estudio, se realizó el 6 de septiembre una reunión con los/as decanos/as de las facultades de Arquitectura de las universidades del AMBA, tanto públicas como privadas. Los ejes propuestos para el debate fueron las actividades reservadas al título (anteriormente llamadas incumbencias), la dimensión y escalas de lo urbano o del urbanismo en los planes de estudio y la dimensión de género. «Tuvimos asistencia perfecta de las catorce universidades convocadas y hubo consenso entre las personas presentes acerca de que cada uno de los tres ejes que abordamos hubiese dado como para un encuentro particular, debido a la riqueza y el interés de los debates e ideas que surgieron», señala Aboy. «Lo próximo será armar una mesa de discusión con decanos/as para profundizar en los ejes planteados y realizar reuniones con los demás claustros de las diferentes universidades». •
Arq. Carmen Barani Universidad John F. Kennedy Arq. Enrique Talenton En representación del decano de la Universidad de Buenos Aires Arq. Daniel Ventura Decano la Universidad de Flores Arq. Alejandro Borrachia Decano Universidad de Morón Arq. Daniel Silberfaden Decano Universidad de Palermo Arq. Jaime Sorín Decano Universidad Nacional de Avellaneda Arq. Fernando Pini En representación del coordinador de la carrera de la Universidad Nacional de la Matanza Arq. Liliana Tamarasso Decana Universidad Nacional de Moreno Arq. Daniel Etcheverry Vicedecano Universidad Nacional de Moreno Arq. Claudio Ferrari Decano Universidad Nacional de San Martín Arq. Ciro Najle Decano Universidad Torcuato di Tella Arq. Raúl Lamas Director de la carrera de la Universidad Católica de La Plata
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PROGRAMAS
Por un hábitat equitativo Por Sergio Lanzafame
E
l CPAU presentó en el mes de junio el espacio Arquitectura para el Bien Común, un programa que plantea un trabajo de concientización de la matrícula para que la profesión pueda estar al servicio de todos los sectores de la sociedad, no solo de los que tienen mayor poder adquisitivo. En la presentación, que se realizó de manera virtual, el presidente del CPAU, Emilio Rivoira, destacó que su creación era «una asignatura pendiente» para el CPAU, porque hay una gran cantidad de arquitectos y arquitectas que «dedican su quehacer y experiencia a compartir las preocupaciones y necesidades de los sectores más frágiles de la sociedad», y resaltó que el bien común debe ser «vector guía de lo que tenemos que hacer y no de lo que nos conviene a cada persona». La idea general del programa es la de articular, vincular y acercar a los/as profesionales que participan de distintas acciones tendientes a lograr ese objetivo, así como a quienes estén interesados en hacerlo. Y también, la de poner en valor esta práctica de la arquitectura tan «compleja y poco difundida». Entre los objetivos, Arquitectura para el Bien Común plantea promover el desarrollo de una arquitectura integradora, que incorpore el sentido del bien común en la práctica profesional, visibilizar e incentivar experiencias profesionales que aporten a transformar las condiciones desiguales del hábitat, fomentar la capacitación de profesionales interesados en esta temática, generar un espacio de intercambio, asesoramiento y articulación permanente para intentar dar respuesta a demandas concretas de profesionales y comitentes sin posibilidad de acceso a servicios de profesionales y promover el mejoramiento de las condiciones de trabajo de profesionales que desarrollan su práctica en el hábitat popular. El consejero Roberto Frangella y la consejera Carolina Day, responsables del espacio, dieron cuenta de los principios sobre los que sustentan esta propuesta. «[Queremos] crear vínculos entre profesionales de la arquitectura y las clases más excluidas» y «dar visibilidad a quienes dedican su práctica a atender las necesidades de los sectores más frágiles de la sociedad», señalaron. Plantean que detrás de esta acción hay una «necesidad de encontrar un espacio donde poder vincularse y poder ser útiles a tanta necesidad, ante una pobreza tan generalizada». Aunque la propuesta incluye «tejer vínculos con las acciones de los gobiernos», Frangella y Day dejaron claro que estas acciones de bien común equitativas, colectivas y comunitarias necesitan que «los partidismos políticos sean dejados de lado».
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Si bien el CPAU es una organización que congrega profesionales que actúan en la Ciudad de Buenos Aires, la convocatoria es abierta, entendiendo que el AMBA es un territorio único y que el «bien común es transversal a todo y a todas las personas, por lo que se necesita del aporte y asesoramiento multidisciplinario». La continuidad del programa es otro objetivo central. «Si bien esta iniciativa comenzó en esta gestión del CPAU, por entender el momento crítico que vive el hábitat social, nos interesa muchísimo que no termine cuando finalice la gestión actual y que logremos consolidar una estrategia que trascienda a las personas y permita darle continuidad al programa», señalan. Tanto Frangella como Day son profesionales con una larga trayectoria en el trabajo con sectores vulnerables y comparten este espacio de trabajo y reflexión con arquitectos y arquitectas con experiencias similares en cooperativas o programas estatales de urbanismo y construcción de vivienda o espacios públicos. Ambos dieron su parecer sobre lo que pueden aportar los profesionales de la Arquitectura en el objetivo de que todos los seres humanos habiten en lugares dignos. «La Arquitectura, siempre social porque responde al abrigo del ser humano, no debiera estar diferenciada para ningún habitante del país. Para terminar con la extrema pobreza y la carencia de un hábitat social digno, solo hay que proponérselo, y debería ser un empeño no solo de los gobiernos sino de todos/as los/as argentinos/as, mucho más en momentos de crisis como la pandemia que transitamos. Ante una situación así, es nuestro deber poner el hombro y compartir fraternalmente todo lo que tenemos en pos del bien común», plantean. •
Si querés conocer más de esta iniciativa o sumarte al Programa, escribinos a: biencomun@cpau.org
CONVOCATORIAS
Intersticios Urbanos
Nuestra comisión de Arquitectura está llevando adelante esta convocatoria que invita a pensar en conjunto el paisaje de la ciudad, que puede ser, a la vez, una contribución al futuro, un aporte constructivo y un estímulo en medio de las tensiones cotidianas generadas por la pandemia en toda la sociedad.
I
ntersticios Urbanos se trata de una convocatoria abierta para proponer ideas sobre el espacio público, enmarcadas en este contexto particular que estamos atravesando desde marzo del año pasado cuando comenzó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. «De hecho, hemos desarrollado nuevos hábitos que cambian nuestra relación con el espacio público. Varios de esos hábitos pueden perdurar y convertirse en formas más inteligentes de hacer frente a los desafíos del cambio climático, de la calidad del aire que respiramos, de los riesgos que corremos como peatones/as, de una relación más amigable con la naturaleza marcada por la idea de infraestructura azul y verde, incluyendo el sistema de ríos y arroyos urbanos. La identificación de nuevas relaciones con el espacio público existente y a desarrollar se concibe como una herramienta de inclusión, de salud, de espacio de juego y aprendizaje y de supervivencia de actividades seriamente comprometidas, más allá de las restricciones sanitarias. La idea de intersticio se proyecta a la posibilidad de superar vacíos y barreras en la continuidad de la ciudad como espacio caminable, marcado por vías de alta velocidad, por cruces de difícil acceso peatonal, por pérdida de la continuidad en el arbolado urbano, por su desarticulación entre los sistemas de plazas y parques, por la pérdida de perspectiva del sistema natural de ríos urbanos, e inclusive de los ferrocarriles como ríos urbanos», expresa la comisión de Arquitectura en las bases de la convocatoria. Intersticios Urbanos invita a una reflexión que permita un aporte profesional y ciudadano sobre esta temática. «Nos referimos a áreas públicas en las que se producen discontinuidades por destinos inadecuados o indefinidos, espacios sin ninguna función o con usos inconvenientes que rompen la continuidad de la ciudad caminable, que separan y dividen, que generan vacíos urbanos sin ninguna función o con usos inconvenientes que rompen la continuidad de la ciudad caminable. Muchas veces en nuestros recorridos imaginamos posibles adecuaciones, ajustes, inclusiones o exclusiones de diferente escala, que podrían mejorar situaciones existentes, en un proceso mental de diseño», explica en las bases. La escala de la intervención es abierta y el área es, principalmente, el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Puede ser un proyecto u obra construida, el desarrollo posible de nuevas actividades (programática) o una presentación normativa. Pueden participar arquitectas y arquitectos con matrícula CPAU o equipos interdisciplinarios que incluyan una persona matriculada en nuestro Consejo. • 67
«La pandemia ha generado cambios en varias ciudades del mundo: hacia una reducción del espacio del automóvil en la ciudad, un aumento de los espacios caminables, de movilidad activa, de promoción del transporte público, medidas de emergencia para la inclusión, espacios abiertos para la educación y la recreación. Un conjunto de nuevas prácticas, concepciones y usos del espacio público que se articula con nuevos usos del espacio privado, relaciones entre el espacio de trabajo y el espacio residencial, pero que, en todos los casos, hace más intensa la demanda de espacios abiertos de calidad, con presencia de la naturaleza y accesibles a distancias razonables. Pensar entre todos/as el paisaje de la ciudad puede ser a la vez una contribución al futuro, un aporte constructivo y un estímulo en medio de las tensiones de nuestro trabajo profesional cotidiano», agrega la información de las bases. Al cierre de esta edición, el jurado se encontraba evaluando el material recibido. En el siguiente número, daremos a conocer los trabajos seleccionados y a sus autores/as. •
Asesor y Jurados/as Asesor por el CPAU Arq. Andrés Borthagaray Jurados/as Arq. Emilio Rivoira, presidente CPAU Arq. Flora Manteola, presidenta de la comisión de Arquitectura Arq. María José Leveratto, invitada por la comisión de Arquitectura Arq. y urbanista Daniel Kozak, invitado por la comisión de Arquitectura Arq. Daniella Urrutia, invitada por la comisión de Arquitectura
Encontrá acá más información sobre la convocatoria
ÁREA CENTRAL Y PANDEMIA
El Centro en debates Nuestro Observatorio Metropolitano convocó a cinco especialistas a escribir en la sección Opinión sobre los dilemas que presenta hoy el área central de CABA. Así, Lorena Vecslir, Silvia Fajre, Manuel Socías, Andrés Borthagaray y Néstor Magariños contribuyeron especialmente con sus textos a analizar y responder algunos interrogantes. Por Lorena Obiol
L
as restricciones y el aislamiento provocados por la pandemia impusieron innumerables cambios en la vida de las personas y en el devenir de las ciudades. «Por varios meses, solo percibimos fragmentos del espacio público desde una ventana, mostrando con énfasis la fragilidad de nuestras sociedades», describió Silvia Fajre en su artículo. • «El espacio público hoy tiene la polaridad de la amenaza y la reparación. Se visualiza como el espacio del miedo donde el otro se materializa como el riesgo, pero también ofrece la reparación de las secuelas del aislamiento porque los humanos somos animales sociales por definición, requerimos de los vínculos para ser porque la identidad es absolutamente relacional», agrega. Lorena Vecslir • analiza el centro porteño en línea con otros centros históricos y también desde la misma construcción como centro que lleva en su ADN. Para ella, la pandemia no hizo más que reforzar tendencias en curso, que ya se venían evidenciando años y hasta décadas antes, como por ejemplo el éxodo de oficinas hacia el corredor norte de CABA y GBA, que comenzó en la década de los noventa. Además, «en el caso de Buenos Aires, como en otras grandes ciudades, la pandemia impuso un freno en el devenir de estos procesos de turistificación, que ya comenzaban a mostrar como contracara una progresiva gentrificación y segregación de los espacios centrales».
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Manuel Socías • también parangona Buenos Aires con otras centralidades: «Las grandes ciudades del mundo están atravesando una discusión similar y la mixtura de usos con eje en la residencialización es la propuesta que más resuena. Pero otorgar una nueva vitalidad a los centros históricos y financieros es una iniciativa que debe ir acompañada de planificación y con el Estado encabezando y orientando el proceso en todas sus dimensiones». El autor dedica los párrafos siguientes a su proyecto de ley denominado Plan de Reconversión del Centro Porteño, que consiste en brindar incentivos para transformar las oficinas vacías en espacios habitables y generar un stock de 3000 nuevas viviendas destinadas al alquiler residencial y permanente para familias de ingresos medios, en menos de cinco años. «Esta iniciativa atiende varios objetivos a la vez: genera una nueva oportunidad de renta para los propietarios, facilita el acceso a la vivienda mediante un régimen de alquiler administrado y provee al centro de una nueva vitalidad», explica en su nota.
Residencializar, esa parece la cuestión
La opinión del Consejo
Sin dudas, para Socías el momento para dotar al centro de usos mixtos es ahora. «Se precisa de audacia e imaginación para pensar cuál es la dinámica que queremos darle al centro de la ciudad. Desde hace años se discute la importancia de abandonar los usos exclusivos e incorporar también el uso residencial». El legislador asegura que el centro debe volver a ser un área vital de la ciudad, pero ahora reconvertido en una zona más accesible, inclusiva y sostenible.
El texto de Néstor Magariños • hace hincapié en los estudios diagnósticos y en los lineamientos de gestión y de actuación que se elaboraron en el CPAU. Luego de enmarcar la situación, el autor propone algunas acciones que podrían implementarse: «Existe consenso en restablecer la residencialidad. Para ello, hay varias acciones que podrían implementarse: (a) Identificar y revisar el stock construido y el nivel de vacancia con la idea de retornar al estado residencial aquellos edificios que originalmente lo fueron o, aun, transformar en residencia edificios que nunca lo fueron pero están vacantes. Eso permitirá disponer de un catálogo de edilicio. (b) Diseñar e implementar políticas de crédito para activar el proceso de reconversión, tanto para las reformas que deban realizar los/as propietarios/ as para vender y/o alquilar como para los/ as posibles compradores/as. (c) Dar impulso desde el Gobierno, mudando oficinas públicas que hoy funcionan mal (por ejemplo, juzgados), trasladándolas a edificios corporativos que, como mencioné, han perdido ocupación», describe en su artículo el consejero.
«Para que esta política tenga éxito, se deberán considerar las reticencias mostradas por la población para vivir en el área central. Son numerosos los aspectos urbanos y edilicios que ahuyentan a la población e impulsan a buscar nuevas localizaciones que respondan mejor a los nuevos paradigmas habitacionales», advierte Fajre sobre esta iniciativa. Para ella es fundamental no solo considerar incentivos para refuncionalizar los actuales usos sino repensar el área central con el objetivo de atraer residentes. «Sin lugar a dudas, para volver al centro se requiere analizar y mejorar el equipamiento destinado a la vida cotidiana, pero básicamente lograr una cualificación integral (…) Priorizar el peatón es absolutamente recomendable, pero es importante acompañar esta estrategia con la diversidad de usos, para garantizar la vitalidad, porque, como sabemos, la naturaleza del espacio público está en clara vinculación con el tejido de su entorno. Ofertar créditos blandos o incentivos fiscales para la refuncionalización o rehabilitación de los edificios vacantes o subocupados es generador de empleo y dinamizador de toda la producción vinculada a la construcción, algo que es imprescindible hoy», completa Fajre. «Una cuestión a tener en cuenta cuando se piensa de manera genérica en residencializar el centro es la densidad de viviendas ya existente hacia el oeste de la avenida 9 de Julio, en la zona de Retiro y en el barrio de San Telmo, siendo un uso permitido por el Código de Planeamiento en la mayor parte de los distritos funcionales que componen el área (…) En segundo término, la propuesta de convertir el centro en una ciudad de quince minutos, reclama una reflexión acerca de los atributos distintivos del área central respecto de cualquier otro barrio de la ciudad, que lo ubican en una posición demasiado privilegiada como para limitarlo a usos de cercanía orientados solo para quienes allí residan», objeta Vecslir, quien además menciona las grandes inversiones recientes (como el Paseo del Bajo y la peatonalización) que, a su criterio, hacen parecer contradictoria la iniciativa de promover un comportamiento barrial del centro.
Además, enumera algunas tareas urgentes que el Gobierno porteño debería encarar: «(1) Promover una normativa específica que permita aceptar patrones de accesibilidad y habitabilidad de acuerdo a las épocas en las que fueron construidos los edificios. Se trata de recuperar edificios existentes para usos nuevos o para los que tenían originalmente (aquellos que fueron construidos para habitar). Existen también modelos de vivienda que pueden marcar alternativas, como el alquiler temporario (con menos exigencias que los actuales alquileres) o las residencias para estudiantes; pero, básicamente, hay que alentar la residencia de familias. (2) Completar proyectos públicos como la Diagonal Sur, destinando a vivienda los terrenos residuales del ensanche. Ese suelo podría entregarse a cambio de metros cuadrados (unidades de vivienda) a desarrolladores privados, cuyo negocio se potencia al postergar la inversión en tierra. (3) Considerar la magnitud del problema y dar prioridad al centro respecto del desarrollo de otras áreas, hasta equilibrar su situación. La posibilidad cierta de tugurización, como ha ocurrido en las áreas centrales de otras ciudades, sería una catástrofe económica para toda la ciudad. No hay tierra mejor equipada que la del centro de la ciudad». Por su parte, Andrés Borthagaray • –quien, además de consejero, es presidente de la comisión de Urbanismo– se enfoca en la movilidad y en la accesibilidad del área central. «Si algo define al área central de Buenos Aires es su accesibilidad. Algunos antecedentes 69 •
muestran claramente cómo la cuestión urbana y la movilidad en Buenos Aires se presentaban como estrategia de conjunto. Sin embargo, las decisiones han ido solo parcialmente en la dirección de esas propuestas. Es algo que hoy, frente a la crisis generada por la pandemia que ha afectado a las áreas centrales en varias partes del mundo, tiene una profundidad específica en nuestro caso. Sin embargo, más allá de las medidas inmediatas necesarias para atender la crisis y recuperar una mayor diversidad de funciones en el centro, para poner en valor su patrimonio y su potencial es necesario recuperar también una visión de conjunto asociada a la movilidad», define. Borthagaray enumera y analiza las causas inmediatas de la crisis actual del centro, pero también refiere «causas anteriores que es necesario considerar para una estrategia a futuro. Y, sobre todo, hay un patrimonio, un capital y un factor de atracción que tiene valor más allá de esta situación». Al igual que Vecslir, rescata las posibilidades únicas de acceso en transporte público, pero también pone en valor el espacio de las calles y avenidas, su relación con los espacios públicos circundantes y con el sistema de arbolado y espacios verdes que, según él, inducen a una movilidad más activa en las que incluye los trayectos a pie y en bicicleta. «Pero para poner en valor los puntos positivos, las políticas deben ser consistentes. La asignación de recursos, también», dice casi sobre las líneas finales de su texto.
A modo de cierre, no de conclusiones El juego de escala o doble condición del centro –local/global– requiere, según Vecslir, que pensemos más allá de los límites geográficos si queremos reflexionar sobre el sistema de centralidades metropolitanas. «Desde esta perspectiva, el futuro del área central depende no solo de políticas y promoción de programas locales, sino que requiere de un acuerdo entre las administraciones municipales de la región metropolitana a fin de detener el crecimiento por expansión del área urbanizada, redistribuir y compensar las cargas y beneficios, y planificar un desarrollo coordinado de los centros y subcentros con los servicios y las redes de infraestructuras existentes y previstas, racionalizando las nuevas implantaciones y el consumo de suelo». «La urgencia de repensar y transformar el centro abre también una ventana para discutir y contrastar los paradigmas de desarrollo urbano en pugna en nuestro país. Se trata de decidir si las ciudades se construyen exclusivamente al calor de la renta privada o si prima una racionalidad pública y comunitaria que promueva mayores niveles de equidad y equilibrio social y territorial. Nosotros impulsamos aquella perspectiva que pone al Estado en el centro, en diálogo y articulación con la iniciativa privada, pero al servicio de las necesidades y expectativas de progreso de sus habitantes», declama Socías. «Los programas que han buscado recuperar áreas centrales desde una mirada integral no lo han hecho solamente a partir de la definición de un proyecto urbano, sino que se han abocado a implementar, de manera coherente, un conjunto de instrumentos urbanísticos e incentivos para promover cambios espaciales, económicos y sociales del centro, a través de iniciativas públicas, privadas y mixtas», suma Vecslir. Volviendo al punto inicial que nos impone la pandemia, Fajre aporta: «Si las restricciones vinieron para quedarse, tendremos que plantearnos la coexistencia con el virus e incorporar en nuestra cotidianeidad los protocolos requeridos. Pero las ciudades seguramente tendrán otro valor simbólico y otros desafíos». •
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ÁREA CENTRAL Y PANDEMIA
Rehabilitación edilicia y reactivación del área central
A
mediados del año pasado pusimos a disposición de la Secretaría de Desarrollo Urbano del GCABA (SECDU) una metodología de identificación y categorización de edificios en desuso en la zona del centro, desarrollada por nuestro Instituto de Ejercicio Profesional en 2019. Porque, tal como explicó Emilio Rivoira en una entrevista al diario Infobae en mayo de este año, «El tema del área central es una preocupación previa a la pandemia. Pero la crisis por la cuarentena, que afectó el uso de las oficinas, puso en evidencia que no son deseables los barrios con usos exclusivos, que tienen momentos desérticos como los fines de semana o las noches. Un ejemplo es lo que se hizo en Puerto Madero, que es un barrio de usos mixtos, con oficinas y viviendas. Vemos ahora una oportunidad de incorporar la residencialidad a la zona del microcentro». Además de ese relevamiento, en el que listamos alrededor de setenta edificios en desuso –ya sea abandonados, no terminados o en litigio–, en 2020 enviamos a las autoridades locales y nacionales una serie de medidas para incentivar la actividad de la construcción y la Arquitectura en el contexto de recesión y pandemia que atravesamos. Una de esas medidas pedía «identificar un stock de construcciones abandonadas o en desuso mediante un mapeo que favorezca la intervención y rehabilitación dentro del parque existente». Un año después de esto, el tema del área central se convirtió en un debate instalado en la agenda pública ante la preocupación por la vacancia del microcentro y sus consecuencias. Por supuesto que desde el CPAU nos sumamos activamente y participamos de reuniones con legisladores, encuentros con entidades y dimos notas en diversos medios.
Reunión con legisladores
Entre los temas abordados, hicieron hincapié en la ley de regularización de trámites (sobre la que hicimos varias observaciones en la audiencia pública de noviembre de 2020) la ley del Código de Edificación, la prórroga del vencimiento de los incentivos a la construcción y la necesidad de revalorizar el microcentro. También en esa semana, invitamos a Manuel Socías, legislador del Frente de Todos y autor del Plan de recuperación del centro porteño, a una reunión plenaria del Consejo. «Nos brindó una clara exposición, que acompañó con una presentación en pantalla. Consejeras y consejeros pudimos intervenir, opinar y exponer todas nuestras ideas. Al final, hicimos una síntesis con Manuel y subrayamos el alto nivel de consenso social y político que presenta este tema, que nos compromete a transformar esta crisis en oportunidad. Aunque, para ello, es fundamental disponer de herramientas que den incentivos, tal como lo propone este proyecto», comentó Rivoira. Socías respondió detalladamente cada una de las intervenciones del Consejo en relación con los temas planteados, como la importancia de la consideración del Plan Urbano Ambiental, la necesidad de identificar la diversidad de tipologías edilicias, los aspectos normativos particulares y la injerencia de los tiempos de tramitación de los proyectos.
Más información sobre este tema «El tema del área central es una preocupación previa a la pandemia» «La transformación de usos en el centro es una oportunidad» Cómo salvar al centro porteño
El miércoles 2 de julio, Emilio Rivoira y Claudia Lanosa se reunieron en el edificio de la Legislatura porteña con Daniel del Sol, legislador por Vamos Juntos (PRO) y presidente de la comisión de Planeamiento Urbano, Paloma González Lobos, directora de esa comisión, y Rita Basile, asesora parlamentaria de Del Sol. 71 •
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Cultura CPAU Esta sección está dedicada a recomendaciones de colega a colega sobre obras de Arquitectura, libros, música, muestras y ciudades del mundo. Además, reflexiones, notas de opinión y correo. ¡Animate y participá! Escribinos a revistanotas@cpau.org «Estamos todavía en un mundo en el cual vemos mucha supresión a causa de nuestra raza o nuestro género; así que no nos volvamos complacientes, especialmente ahora». Maya Lin
Un libro 4, 3, 2, 1 Por Andrés Ferrari
Autor Paul Auster Idioma Inglés Año 2017 Género Novela Editorial Seix Barral
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uando me invitaron a hacer un comentario sobre un libro, el primero que recordé fue 4, 3, 2, 1 de Paul Auster. Seguramente sea porque es uno de los últimos que leí, o tal vez no.
Paul Auster Escritor, guionista y director de cine estadounidense. Sus textos han sido traducidos a más de cuarenta lenguas. Fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 1992 y recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006. 74
En esta novela, Auster nos presenta cuatro historias alternativas de un mismo personaje. No cualquier momento de la historia personal, sino aquel en el que se define nuestra identidad. Ese que va desde un poco antes de nuestro nacimiento hasta el momento en el que ponemos un pie en el mundo adulto. El protagonista, Archie Ferguson, es siempre el mismo, pero en cada una de las cuatro tramas las relaciones con las personas con las que comparte este viaje de formación cambian, porque al igual que él, ellos también son definidos una y otra vez por sus circunstancias. La familia, y más que la familia en sí, la manera en que la madre resuelve el vínculo con sus orígenes, con el padre de Ferguson, el amor
o su profesión. Los amigos, casi siempre los mismos, pero en cada una aparecen en momentos diversos y de manera fortuita, iguales a sí mismos pero distintos cada vez. El amor y el sexo, a veces feliz y otras confuso, imposible o inexistente. Y también sus formas de habitar el barrio, la ciudad y la historia son diferentes cada vez. La manera en que nombra los capítulos (1.1, 1.2, 1.3, 1.4, 2.1, 2.2…) da cuenta de una forma de ir entretejiendo y contrastado estos mundos diferentes en los que, si bien el protagonista es esencialmente el mismo, la identidad emergente en cada uno de ellos es otra. A medida que avanzaba en la lectura me resultaba imposible no reconocer mi propia identidad como resultado del azar. Cuando le compartí esta revelación a un viejo amigo afecto al tango, me dijo: «Yo ya te lo había dicho pibe, lo importante en esta vida son la vieja, los muchachos, las minas y el barrio».
Una ciudad Río de Janeiro, Brazil Por Ana Paula Saccone
Superficie 1.200,329 km² Coordenadas S 22°54′30″ O 43°11′47″ Población 6.747.815 habitantes Alcalde Eduardo Paes
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Museo de Arte Contemporáneo de Niterói
Ministerio de Educación y Salud (Palacio Capanema).
Teatro Popular de Niterói
Museo De Arte Moderno de Rio de Janeiro
Catedral Metropolitana de San Sebastián
Jardín Botánico de Rio de Janeiro.
Rambla de la Playa de Copacabana
Edificio Petrobras
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Una serie Succession Por Milagros Irastorza
Título original Succession Año 2018 País Estados Unidos Reparto Brian Cox, Jeremy Strong, Sarah Snook, Kieran Culkin, Hiam Abbass, Alan Ruck, Nicholas Braun, Matthew Macfadyen Dirección Jesse Armstrong (Creador), Adam McKay, entre otros Distribuidora HBO / Direct TV Go
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Ir más allá del padre a condición de servirse de él». Mi hermana psicoanalista me propone: «¿Querés entender esta frase de Lacan? Mirá Succession». Un magnate norteamericano ya viejo y sus hijos compitiendo por sucederlo. Y para seguir parafraseando a mi hermana que siempre lo explica mejor: una sucesión implica un doble movimiento: que un padre pueda aceptar que va a morir y deje ese lugar a sus hijos, y que los hijos dejen de ser hijos. Ir más allá del padre, matar simbólicamente al padre, dejar de estar bajo el ala paterna. Servirse de él no es renegar del padre, es con el padre, pero más allá de él. Sobre esto trata Succession: un padre que no quiere dejar su lugar. Hijos que quieren ocupar el lugar del padre, pero sin dejar de ser hijos, sin correr riesgos y sin asumir costos.
Es una tragicomedia perfecta, tiene algo de drama griego o romano que recuerda al Saturno de Goya devorando a sus hijos, pero aquí sin esa mirada desquiciada, sino bien calculada y fría. El humor ácido que trae alivio a la densidad de la trama, una banda sonora potente y un elenco impecable que logra que uno empatice con personajes miserables y muchas veces patéticos, pero de alguna manera casi queribles. No hay nadie bueno ni inocente en Succession, todos son seres mezquinos, ruines y egoístas que buscan destruirse, padres y hermanos sin el más mínimo rastro de amor, pero que sin embargo se sienten familia. Una serie que es un lujo, inteligente e incómoda, que se distingue entre la enorme oferta de productos con fórmulas para atraer y agradar tantas veces vistas.
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Lanzamos el programa
ARQUITECTURA PARA EL BIEN COMÚN Un espacio dedicado al trabajo profesional por un hábitat equitativo, dirigido por el consejero Roberto Frangella y la consejera Carolina Day.
«Desde el inicio, un objetivo prioritario de esta gestión es generar un espacio que dé visibilidad al conjunto de profesionales de la matrícula que dedica su quehacer a la práctica extremadamente compleja y poco difundida de atender las necesidades de los sectores más frágiles de la sociedad» Emilio Rivoira, presidente del CPAU
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La equidad es un anhelo, una lucha a conquistar. Refiere a lo justo, por tanto utiliza la imparcialidad para reconocer los derechos de las personas. Nos interesa tratarla bajo distintas lecturas para reconocer toda su complejidad, desde un enfoque socioeconómico, político, de género y etario. Invitamos a reflexionar sobre la equidad también en diversas escalas, comprendiendo los territorios que la atraviesan desde lo más pequeño, como el cuerpo humano, continuando con la vivienda, el barrio, la ciudad; para abordar así la construcción permanente de los derechos sobre cada una de esas instancias, de la multiplicidad de interrelaciones con diversidad de voces en un proceso de diálogo abierto y constante.