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Quimera fúnebre por Alexis Francisco López Hernández

por Alexis Francisco López Hernández.

Serás

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Escucha el lóbrego son de la cítara,

escucha cómo te llama al sepulcro;

altiva dama, no temas a su ara;

no rechaces al descanso seguro.

Deja a tus crines teñirse de nieve;

y al cruel e infausto hado no reniegues,

deja que el destino obre como debe

y el hado de tu estrella no prolongues

Pronto tu alma tornará al postrero hogar,

y en las infaustas entrañas de Cronos

tu blanca prenda será abandonada.

Ya tu memoria solo habrá de vagar

en los ecos de tumbas en ayunos,

y serás tierra, polvo, sombra, nada.

Tumba

Ya siento al lóbrego espacio de la sepultura,

Incitándome, invitándome a guardar silencio,

a acallar los gritos que cruzan por mi cabeza.

A censurar los miedos que yacen en mi corazón.

Siento cómo los gusanos trepan por mi ser,

siento sus mordidas remordiendo mi cabeza,

Asaltando, despertando los recuerdos de tu rostro

invocando los miasmas de tu pútrido perfume.

Oigo cómo sus pequeñas trompas susurran

«Recuerda, recuerda, aquel latido infernal»

Y cosen con sus mandíbulas sus voces a mi sentido.

Siento cómo estos insectos sellan mis labios,

Negándome el placer de alguna vez saborear

lo que nunca me perteneció por decreto divino.

Pena

Colmas de amarga pena los dulces tiempos que una vez gocé;

Permutas mi alegría, y las sendas que pisé, en dolor que jamás sentir pensé.

Llenas de placer tu alma con cada llanto que por ti derramé;

Traes tormento a mi calma, y haces desterrarme de la vida que alguna vez amé.

Congojas mi inútil ser, trastornas mis sentidos en cruel dolor, me haces aborrecer los dones que da el amor, y abrasas mi alma con lúgubre ardor.

Cual amargo Ciprés que a Febo perpetuamente hace llorar, me torturas a través de mi amar despreciar y a mi esperanza siempre pisotear.

Yo no pedí el oro con el cual Amor decidió matarme; Ahora moro y lloro en el círculo infame Donde a Dido espero para guiarme

Sueño

Arcana figura del mundo onírico,

de voz quimérica, de voz ficcional,

cuando ya no tienes potestad real

yace en mi memoria tu ser deífico

Tornas la realidad en sueño idílico

suplantando el aire con miasma abismal,

y tu sombrío ser posa en el umbral

del mundo ficticio, del mundo mítico.

Lirio dulce de marchitos campos,

aún alberga en mi alma los estragos

que el pútrido aroma tuyo dejó.

Oscura visión de mejores tiempos,

¿Qué logras al mostrar destinos vagos

cuando el sino mismo fue quien te alejó?

Dulce Muerte

Dulce muerte, no te alejes,

tu manto de mí no apartes,

ven conmigo a todas partes

y solo nunca me dejes.

Ya que hemos andado tanto

suplícote que me mates,

haz que esta vida no me ate

en su mentiroso canto.

Adelanta al sino lóbrego,

y aquesta alma líbrala ya

de este sepulcro carnal.

Infausta estrella ¡Te niego!

la muerte a la vida acalla

marcando el dulce final.

Un quid pro quo

Triste tumba abandonada,

homenaje del olvido;

por cruel Cronos devorada.

¿A quién atañó tal sino?

Yace tu cruz oxidada,

tus flores han decaído,

y tu nombre borrado han

los infaustos alaridos

del cruel tiempo indefinido.

¡Oh, injusto y cruel destino!

Por aquesta alma te pido

que troques nuestras fortunas

y me dejes su designio.

Spes Ultima Dea

Horridas sirenas suenan

entonando infaustos cantos,

y ya las calles se llenan

de fúnebres elegías.

Tristes réquïems se escuchan

en la inhóspita ciudad

por las almas que ahora penan

en el tártaro fatal.

Cuatro sombras embalsaman

de Peste, Guerra, Hambre y Muerte

a la infausta humanidad,

y con un sudario cubren

el rostro de la Esperanza

recitando, lamentando:

Spes ultima dea.

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