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18/10 por Antonio Legaza

por Antonio Legaza.

Vi la voz de un pueblo unirse en cantos subversivos,

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despertar de un letargo decadente,

abrirse paso por grandes alamedas como se predijo.

Vi en deudos de la equidad que se ha soñado insurrectos del yugo injusto,

reivindicaciones vestidas de alteridad como signo resistente de la degradación humana,

bocanadas de desidia rasgar opulentas opresiones.

Vi el despertar de un pueblo domado alzarse entre élites monopólicas,

rasgar acuerdos espurios y cuestionar el eter-no retorno al anacronismo.

Vi en la anomia un fuego intenso y placentero,

adhiriendo cuerpos fragmentados que creían subsumidos.

Vi en los crédulos deslegitimados giñar mira-das hacia el oscurantismo,

poderosos alardeantes replantear el espíritu caritativo

y sujetos desclasados vestir patéticos amarillos.

Vi el verde disparo hacia el pueblo como el disparo hacia sí mismo…

Vi un gobernante sin gobierno y su silencio como clave del estallido,

propuestas cavernarias de “cambio” que sólo buscan statu quo,

apetito de normalización y trampa que pre-serve intacto el giro hacia el fascismo.

Vi, finalmente, que no hay paz social sin justicia,

que los derechos cobran vidas,

que la moralidad se ajusta a beneficio,

que la dignidad no se transa y la indignación nos libra.

Constanza

Te diré en versos lo que durante noches he susurrado

¡Entre tantos (des)amores encontré finalmente refugio en ti y ahora resulta que te amo!

Sí, te amo… entre recovecos y escondrijos pero te amo

Lo hago como no lo he hecho antes y me miras como si toda la alegría del mundo reposase en ti.

Te amo, de eso no hay duda, y con ello acaricias la gélida alborada desde donde procedo.

Lo digo y me estremezco, lo siento y sospecho que después de un giro al sol ya no hay vuelta atrás.

Entendí que te amaba cuando supe que en tus pequeñas manos siempre habrían retazos de un verano, que dibujabas arreboles en tardes oscuras si te lo proponías y luego entre mis brazos dormitabas.

¿Qué hará el destino con nuestros espíritus impetuosos?

¿Caminaremos juntos por la vida de la mano?

Desolación

Hoy vi tu rostro como en otros tiempos, como hace mucho tiempo...

Emergiste de un espectro onírico y seguías dando frente a tu propio abatimiento.

Sobrevives aún en la indiferencia de la autodestrucción que ya se enquista como duelo de la propia existencia.

Me miraste en silencio mientras fluía parquedad de tus ojitos sufridos.

De la levedad de tu esencia me mostraste que aún no me desmarco.

¿Cómo se lidia con la muerte en vida? ¿Cómo responde el corazón acongojado?

En los registros de los sentimientos queda espacio de borrosidades; esbozos de amor eclipsados por heridas que marchitan, ideas de olvido se diluyen entre vínculos punzantes.

El gran anhelo

Finalmente, amparado en tu regazo oí el silencio agudo de la muerte.

Bailamos juntos sobre ruinas y mezquindades, traspasamos cualquier vestigio de noches palidicentes.

De nuestros pasados hicimos cadáveres y hoy reposan opacas aquellas pasiones.

Destellos reminiscentes fustigaron añorantes el goce ajeno, el daño ajeno…

¿Me alcanzará la vida para quererte tanto?

Hoy te llamo amor y creo es insuficiente,

hoy te digo amor y con eso resumo lo que siento.

Transmuté contigo hasta los márgenes de lo que es verdadero, recibí de ti el gran anhelo:

¡Lo que antes fue intenso ahora es profundo, lo que hoy nos estremece antes fue perecedero!

S/T

Me encuentro recogiendo los pedazos de mí mismo que ya había resarcido,

libre de rostros, de espera, de nombres; no así de memorias que acechan lo vivido.

Quimeras bautizadas de amistad a sabiendas de un corazón acongojado.

Pudimos volver el tiempo, pudiste sentir mi cariño…

Asisto hoy a mi propio ocaso, que no es muerte ni suicidio

¿Será tan solo un nuevo cambio?

El presente nos mira con ternura, sus ojos bri-llan con la chispa incendiaria que alguna vez sentimos y que ahora envidio.

El tiempo ¡oh!, el tiempo hacía destellos en nuestros cuerpos acurrucados…

¿Qué más puedo decir? tu voz sigue siendo la melodía que no se puede oír, mis versos en cambio, la última balada que quizá escucharás.

Vida y muerte

Pareciera que tus ojos difuminan el ocaso de un destino magullado,

como si el invierno haya posado inmanente en tu cuerpo,

como si el dolor tiñera del más negro los días ya restados.

¡Ay, mujer sobreviviente! por ti recorren las marcas de una historia en que has existido más de lo que viviste.

Tú no fuiste como otras, tú no amaste como otras.

¿Cómo podrías hacerlo sin conocer nada de ese extraño llamado amor?

¡Cuán distinto sería tu destino sin los avatares del dolor transitado!

Podrías tener ese sueño inexistente o desper-tar con más aspiración que solo no morir.

El gran medio día se ve lejano, la profundidad del sin sentido amenaza con cumplir.

¿Despertará tu espíritu acongojado? ¿Será honrado el corazón herido o el destino como tantas veces pasará de largo?

Traición

Ligado a mí se encuentra anclado el filo del destierro.

Allí donde la razón no pudo se impuso el desconcierto.

Se subyuga el criterio a manos de ojos ciegos.

Suena lento la canción final…

Verdugo y cómplice se regocijan en su banquete mal habido.

Ha muerto la última de las virtudes: ¡La pasión!

Queda entonces el más breve instante; profanos sigilosos arremeten con violencia.

¡El porvenir, oh, el porvenir! Impaciente nos-talgia que se mira a la distancia…

¿Qué harán soñadores sin sueños? ¿Dónde irán los espíritus hambrientos?

Abril

Quebrantado así el destino tu presencia se hizo cielo.

Cercado por tus brazos me desprendo de los cuerpos precedidos.

¡Cómo no hacerlo si en tu arribo azaroso ya me encuentro replegado!

Miradas desnudantes como símbolo de un lenguaje austero nos cubren en medio del silencio que amansamos.

¿Qué esperar de mi vehemente extranjera, que lo ofrezco todo menos la eternidad?

Me uno a ti y surge un ocaso, ha nacido un doble sentimiento… ¡el gran amor y el gran desprecio!

Despedida

Podría reposar por siempre en tu recuerdo,

¡Podría! Pero hoy te digo adiós.

Adiós significa abandonar la esperanza ingenua de un nuevo encuentro, mirarte distinto, quererte distinto.

Implica un acto de rebeldía a mí mismo. Hoy te suelto porque lo merezco.

Ahora habrá nuevas personas, de otros cosquilleos nos inundaremos, otros cuerpos nos regocijarán.

El mismo sol que tiñó tu pelo alumbrará con cálida resignación cada caminar.

Es tiempo de despedidas.

La tuya, intempestiva y prematura; la mía, vacilante y conflictiva.

Separarse no es olvido ni decir adiós el cre-púsculo de una historia.

Separarse es crecer con otros y decir adiós aquel paso fundamental.

Arrepentimiento

Hoy desperté cobijado en tu recuerdo, no sé por qué te sueño, no sé por qué te ansío. Innecesaria indiferencia se desliza y me corrompe.

¡Oh, diosa errante, dame libre albedrío!

Profunda realidad, libérame de culpas pues no busco compasiones

¿Pesa tanto semejante acto? Continúo embriagado en tus dudosas intensiones…

¿Cómo me alejo? ¿Cómo termino esta historia que ahora dejas?

Se aproxima débil un futuro al que rindo culto, quedarás en la retina de mis ojos cansados, agradeceré tu compañía, dormiremos juntos en torno al pasado.

Devenir

Tiempo dañado, tiempo olvidado, tiempo que fue y que ya doy por pasado.

Tiempo extraño, tiempo vendado, tiempo que di y que también tú me has dado.

Tiempo gastado, tiempo pesado, tiempo que en mis hombros tú recuerdo yo he cargado.

Tiempo perdido, tiempo engañado, tiempo que al cariño tu rabia ha olvidado.

Tiempo vivido, tiempo ganado, tiempo que este duelo yo lo doy por superado.

Tiempo presente, tiempo en reparo, tiempo que tarda y que te espera muy pausado.

Tiempo futuro, tiempo proyectado, tiempo que no quiere vernos en la vida separados.

Breve sueño

¿Cuánto pesa el perdón que tan bajo he susurrado?

Arriesgado es caminar y mirar atrás sin estremecerse.

¿Cómo se repara aquella virtud que atentó contra sí misma?

Muchos sueños mueren demasiado tarde, pero este... ¡Ay! Demasiado pronto.

¿Podré volver acaso, con otros ojos, con un amor distinto a encontrar a mis perdidos?

Mucho tiempo quizá, pasaré mirando a lo lejos aquella soledad que entre nuestras almas se ha tendido.

Tal vez caí, presa del deseo que olvidó la libertad de sus designios.

En mí hay algo pendiente que quiere hablar, un breve instante para la canción final, un tibio acercamiento al gélido pozo al que fue arrojado mi espíritu.

¡Ay, mis manos, aquellas frías manos ofrecidas hoy más que nunca arden con el hielo que ha quedado!

Ahora, en el ocaso, que es también el albor del descontento, busco redención.

¡No demos por perdido al menos un día en el que hayamos sonreído!

Allí me encuentro, en el sepulcro silencioso, acosado por el pensamiento.

La alborada me mira avergonzada... ¿Será posible que donde hay muerte haya resurrección?

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