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Tres poemas a duermevela por Amadeo Tornasol
from Nudo Gordiano #13
por Amadeo Tornasol.
Suspensión
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«entreveo, como en mágica fuente el tiempo
remoto en que aún yo era rey» -Stefan George
Despertado del sueño,
de pie, desnudo, frágil,
en el jardín sin nombre de la noche,
inmóvil, confundido,
yo contemplo la muerte.
En secreto, el viento
va arrastrando su marasmo frío,
su enfermedad,
sus ligeras turbaciones,
hasta ocuparlo todo
y trastornarlo todo, y diluirlo todo en náusea y pesadilla.
La mano de la muerte
de mi lento verdugo silencioso,
ha tomado mi brazo con poder,
acaso desde antes, pero ahora lo noto.
No puedo separarme, aunque quisiera.
No puedo decir nada.
Yo contemplo la muerte,
su mano firme, su brazo severo,
su rigidez, su cuerpo como estatua,
su cuerpo inmoble
que ha hecho de la noche su ropaje.
No puedo ver su rostro
porque un manto raído lo ha cubierto,
porque esconde sus secretos arcanos,
sus mil ojos, su terror imposible.
Oh, ángel de la muerte.
Oh, mensajero.
Mis pies están helados,
ya no sienten la yerba que pisaban.
El viento, su marasmo, ha entumecido
mi cuerpo, lo ha negado,
y ahora flota.
Hay flores, tal vez, sugeridas,
hojas que se sacuden,
símbolos que no puedo distinguir,
deseos de llorar que no se cumplen,
deseos de mirarme en el espejo,
de saber quién soy yo,
memorias proyectadas al vacío infinito
de esta oscuridad.
Sólo un instante
porque ya vuelvo al sueño
por mirar a los ojos a la muerte,
ojos que se han abierto como fauces por entre el manto ajado,
ojos que me deslumbran con sus ciclos perpetuos.
Sólo un instante, porque ya vuelvo al sueño,
al delirio narcótico, a la risa
al olvidar la sensación del tiempo,
a sus dulces licores babilónicos,
a su alegre ilusión,
a esta podredumbre disfrazada de dicha,
a este desconsuelo miserable,
a estas adicciones de falsa recompensa,
a esta decadencia, cada vez más profunda,
a esta soledad, vuelvo a este ensueño.
Aquí se quedan mis ojos idos,
mi boca llena de babas blancas,
mi impotencia.
La muerte no es el cese de la vida,
La muerte es este ángel,
es este hipnotismo,
esta suspensión,
este tiempo perpetuo.
Este tiempo marchito que corroe
mi mente frágil.
Despertado del sueño de la muerte
yo contemplé la vida.
Tormenta
Irregular
cae la lluvia
sobre el techo de zinc.
Retumba
por las cuatro paredes de mi cuarto,
vuelve a caer, y vuelve a derramarse.
La oscuridad apenas se interrumpe
cuando caen relámpagos.
Entonces
puedo ver cómo se estrechan las paredes,
cómo quiere asfixiarme esta serpiente.
Cierro los ojos.
Siento cómo las gotas me perforan.
Digo a la lluvia: lávame la piel,
quítame el barro, el miasma y la enfermedad.
Y a la serpiente: ven. Ata mi cuerpo.
Ven a estrangularme hasta que salga
todo este miedo.
Premonición
Ahora que ya se han ido de mí todos los buitres, ya no me cuesta pronunciar mi nombre, ya no desgarra adentro.
He recordado, al fin, mi rostro verdadero.
Cuán pronto, el sueño ha terminado.
Afuera brilla el sol.
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