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Arte
Bond Intervención espacio público Acrílico espejo doblado Los Ángeles, California 2021
DM: Y por el lado de la postproducción o el colaborar con otros soportes, con otras disciplinas, ¿ese lado te interesa más o te da lo mismo el lugar que habite la obra? ¿Consideras que sigue siendo arte?
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MC: Para mí tiene que ver con la distribución de las imágenes y cómo pueden aparecer en distintos lugares. No solo en un espacio destinado al arte sino también descubrir cómo podría verse una pieza que fue pensada para eso en un videoclip o en una escenografía. Y ahí, claro, quizá no sé si me interesa tanto la pregunta de si sigue siendo arte o no, más bien me importan las variaciones del objeto en esos otros campos que pueden ser aparentemente distantes entre sí, y las variaciones de la imagen como parte de la obra. Lo versátil o cómo se va transformando el objeto en esos lugares que a veces no tienen nada en común. No siento una cosa tan estricta en ese sentido. De hecho, es mejor que no sean solo para un mismo espacio. Prefiero que sean móviles, que sean fluidos todo el tiempo. Que tengan una vida propia.
DM: Las piezas que co-produjiste con Yávar funcionan así. Dependen de cómo las disponga quien las manipule.
MC: Sí. Porque también está ese interés de cómo interactúa el espectador con el objeto y la obra. En un plano puede ser el material y el reflejo y lo que pasa con esto. La persona que está mirando la obra se ve a sí misma. Ahí hay una interacción directa con el espectador, aunque no quieras o no pienses nada de la obra, la imagen va a aparecer. Y por otro lado, eso de que se pueda interactuar con las piezas es quitarles la distancia que en general provocan los objetos en nombre del arte, es un juego también. En este caso es una escultura que viene en una caja y de hecho fue más problemático hacer la caja, el contenedor, que la propia escultura. La obra completa es este juego en que puedes ponerla de una forma o de otra y la caja es parte de la obra. Pero si quieres puedes botar la caja y dejar la pieza sola.
DM: ¿Qué opinas de que el arte devenga artesanía?
MC: Me parece bien que exista eso. De hecho, hice algunos objetos de uso cotidiano con Primor y me pareció muy bonito el ejercicio. Creo que una persona que se dedica al arte o a hacer objetos de esta categoría también puede producir cosas que se pueden usar, que tengan una función. Siento que mientras más se mezclen cuestiones como el diseño, las técnicas y las ideas, hay más posibilidades de que cosas nuevas puedan aparecer y está bien.
DM: ¿Qué opinas de la abstracción versus lo figurativo? Tu trabajo empezó como una aproximación más figurativa hacia el mundo, pero después terminó en la pura abstracción.
MC: Claro, porque tuve una formación de pintura y el taller de la Universidad de Chile es muy de observar la realidad y traducirla. Pero al final me di cuenta que mi interés por
Bond Intervención espacio público Acrílico espejo doblado Los Ángeles California 2021
19.07 Acero inoxidable Sala Juan Eugenau, Universidad de Chile 2019
la pintura tenía que ver más con las obras que tocaban temas en relación al espacio y al espectador, como Velázquez y el máximo ejemplo que es Las Meninas. Cómo el espectador es parte de la obra y cómo el pintor te integra en el espacio, en esa ventana. En ese sentido las pinturas que me llaman la atención proponían esas relaciones. También los bodegones nórdicos con objetos que brillaban y reflejaban el entorno y que mostraban lo que estaba fuera del encuadre. Bajo esa mirada me interesaba la pintura, pero después llevando eso a lo material me di cuenta que la figuración no era el único medio, que haya un tema ahora no me parece algo importante. Ahí vienen entonces los materiales que reflejan, los metales, los espejos, y al final claro me quedé con eso. Me importa la experiencia, la reacción que produce el material, la sensación visual previa a la interacción física, el juego con los sentidos.
DM: Transmiten cosas que te ponen en un plano confuso o ambiguo. Son piezas enigmáticas a las cuales tienes que acercarte y a medida que lo haces van cambiando, o si las tocas también cambian. Y está esa parte que tiene que ver con la época de las imágenes y de la fotografía. Como en general son obras que tienden a reflejar se vuelven reacias a la mera captura porque hacen que aparezca el medio a través del cual las estás capturando. En ese caso son velazquianas, generan ese fenómeno de representar a quien representa.
MC: Sí, eso de la imagen desdoblada, en la que el objeto te devuelve la imagen de ti mismo y eso ocurre de manera directa, no conceptual. Además me gusta experimentar con las posibilidades fotográficas de la escultura o del objeto, porque también se puede producir una imágen donde no se vea la cámara y eso de repente es más complejo, y se generan otros recortes que son tan ambiguos que a veces no sabes si son reales o digitales.
DM: ¿Es una escultura que es consciente del tiempo en que acontece?
MC: Claro, de cómo circula, sobre todo en internet. Para mí al final la circulación ha sido a través de las redes sociales y es súper importante internet. Las imágenes que yo consumo también, porque influyen mucho en lo que me llama la atención de ciertos materiales.
DM: No solo la pieza en sí misma sino en todas sus posibilidades o ramificaciones o reproducciones. A propósito de lo anterior, ¿qué significa para ti el espejo? MC: Igual tengo un rollo más espiritual con eso. Una historia biográfica de porqué empecé a usar espejos que tiene que ver con un juego que yo hacía de poner un espejo en mi mentón y mirar el reflejo mientras caminaba. El piso se convertía en el reflejo del techo y había una distorsión del espacio a partir de la imagen reflejada. Ese juego me obsesionaba cuando era chica, podía pasar mucho tiempo haciendo eso. El espejo tiene esa propiedad de atraparte, bueno también de reflejar tu imagen y todos los conflictos y temas que esto puede generar. Verte a ti mismo y el contexto contigo en el reflejo. Entonces ahí también el material se vuelve un medio para entrar en temas personales, pero sigue siendo abierto y abstracto, sigue siendo vacío, para cada persona va a ser distinto.
19.07 Acero inoxidable Sala Juan Eugenau, Universidad de Chile 2019
PERO UNA CARTA QUE NUNCA ENVIÉ
Paulina Flores
Querido V:
Gracias por responder, eso es lo primero. Intenté leer tu correo en word. Lo copié y lo pegué. Pero es diferente. aauuuuuuuuuuuuuffff. Son plataformas diferentes, extrañas entre sí. No es que antes no hayamos hablado de esto, pero ahora se siente distinto. No sé si mejor, pero algo así. Me he dado cuenta, por ejemplo, que me cuesta mucho escribir cuando una página de word está terminándose: cuando escribo y quedo al medio de dos páginas, con ese espacio entre medio, no blanco como la “hoja”, sino gris. Es incómodo y me desconcentra. Como escribir y estar cayéndose, o escribir durante un terremoto. Así que ahora, lo que hago, es escribir o más abajo o más arriba, para no tener ese espacio molesto. Y luego lo subo. O lo bajo. Pero quizás tampoco queda igual Quizás nada quede igual. Porque los libros no se leen en “hojas” de word. He pensado en cambiar la configuración para escribir sin esos espacios –a lo Kerouac–, o escribir en formato de libro. Pero eso me recuerda a un ex–amigo que escribía así y a todos los ex––––amigos de esa época, que sin quererlo me hicieron daño. Siempre pienso que no le cuento esas cosas a nadie, pero lo más probable es que las haya repetido demasiado. El otro día leí algo terrible en un libro terrible que estoy leyendo. “La guerra no tiene rostro de mujer”. Es un libro horrible en el sentido bueno: puros testimonios –o testimonios puros– de mujeres –chicas de entre 14 y 21– que pelearon en la segunda guerra mundial. Imagina algo así como ser una mujer: ir descalza y sin fuerzas, hambrienta mientras te bombardean y además te llega la regla. Enamorarse durante la guerra. Peinarse antes de ir a la lucha. Dormir sobre el uniforme para que al otro día este planchado, cajas de bombones. Mucho sentimentalismo, de lo mejor que hay. La autora también escribe algunas reflexiones. A veces. Esta es la que leí: “Me he quedado algo perpleja. Antes pensaba que el sufrimiento libera, que tras superar las penas, el individuo ya solo se pertenece a sí mismo. Que su propia memoria le protege. Pero estoy descubriendo que no, que no es una regla general”.