Euphoria
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eriplo Vol. XXI, año IV, junio 2013
1 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
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Sar a Lew
Periplo somos un grupo de jóvenes que por diversas circunstancias de vida, nos hemos visto envueltos en un periplo. Un periplo es un viaje, una circunnavegación y, así, una exploración. Una revista es una propuesta literaria que sostiene un diálogo, a la manera antigua, número con número, que profundiza en un océano virgen. Es la propuesta de un itinerario digital y bimestral en el que las letras naveguen con los vaivenes de nuestro tiempo. Periplo es una tentativa de reconocer los mares que surcamos, uno a uno. Es nuestro objetivo abordar distintas temáticas que serán la columna vertebral de cada número, desde las más diversas disciplinas humanistas, con el desafío de ser transversales en el tiempo y en el espacio y con una óptica integradora. Buscamos lograr esto con el reto de los antiguos cartógrafos que diseñaban mapas bajo la premisa del rigor y la belleza, preocupados simultáneamente por la utilidad y la estética de sus atlas, nosotros procuramos aprender ese ademán.
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About Us
Para Periplo el viaje no es sólo un trayecto, sino también el ejercicio imprescindible de imaginar que hay algo que aguarda al otro lado. En este espíritu, Periplo quiere aunar la razón de planear la ruta y la emoción de zarpar hacia lo desconocido. Por eso ofrecemos espacio a la creación y a la reflexión; condiciones necesarias para avanzar hacia el conocimiento. Estamos convencidos de que la imaginación es el impulso vital del pensamiento: para partir hacia el horizonte hay que atreverse a imaginar, con plumas y pinceles, que el mundo no se acaba donde la vista alcanza. Periplo es un espacio en el que confluyen las bifurcaciones de un idioma. El espacio trasatlántico en el que el español va y viene, muta, se sostiene y se camufla, es también el territorio cultural en el que nuestro idioma y se mide en dialéctica de tensión y reconciliación. En Periplo subyace el espíritu linguísticamente panhispánico que pone en sintonía la creación y el pensamiento de quienes comparten una lengua con la convicción de que, soñar y creer en español, es en sí mismo un puerto de partida y, por ello, han de estar más cerca que nunca. Somos cosmopolitas por surgir y habitar ciudades de todo el mundo: nuestros orígenes son diversos pero nuestra lengua es una y nuestra palabra plural. Periplo es además hijo de su tiempo por estar comprometido a dar testimonio al siglo que vive; considerando la trayectoria histórica de la humanidad, buscará reflejar el pensamiento de un tiempo y sus dudas, sus posibilidades, sus inspiraciones y bloqueos. En una época de cierta incertidumbre cultural, Periplo pondrá de relieve las inquietudes de unos cuantos; curiosidades de muchos que, como nosotros, buscan ver el otro lado de las cosas. En la medida en la que no huimos, nuestra pequeña embarcación literaria será un viaje que irá dejando rastro y huella por si, en algún punto, queremos regresar a una costa conocida. Viajar también es perderse; he aquí una brújula por escrito para aquellos que no teman desprenderse de sus raíces y busquen profundizar en nuevos mares. Las expediciones de los antiguos dejaban evidencias instructivas documentadas en sus περίπλους ( periplous), porque cuando la humanidad quiere dejar asentado algo que considera importante, lo escribe. Nosotros aprendimos el gesto y, sin conocer el destino final de nuestro periplo, decidimos dejar testimonio de nuestro recorrido. Ω PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 3 •
Cul de Sac
Cul de sac La euforia es el volumen en el que habla nuestra época. Termómetro de una forma de estar en el mundo, esta emoción gobierna nuestro modo de sentir y percibir el presente inmediato del espacio. Después de la agitación impuesta por la descarga de la ira quisimos ponernos esta vez en tesitura extasiante para acercarnos a las nociones artístico-filosóficas de la euforia. En su modalidad entusiasta y vehemente, este estado mental profundamente ambivalente llega a ser procedimiento de fuga y evasión, o de estatus privilegiado de consciencia desde el cual se hacen operativas nuevas propuestas de pensamiento y creación. Nos interesa la euforia como emoción, como movimiento y alteración interna experimentada en todas las edades del cuerpo. La euforia es explosiva e implosiva. Por eso abordamos la euforia como un suceso colectivo del humano cuando se ve arrollado junto a otros por un entusiasmo común, masificado. Y también una noción más íntima y privada: el éxtasis. Ya sea en la discoteca, el estadio o la cama, la euforia nos consume y nos define simultáneamente. La euforia persiste desde la mitología clásica hasta los más recientes videojuegos, encontramos la agitación más sensible en los estímulos más explosivos pero también en aquellos más sutiles y capaces de conmocionarnos; así, Ramón G. Ortega ofrece una captura del cuerpo extásico al contacto con el agua. En este número revisamos formas actualizadas de la euforia, como aquella alrededor del matrimonio homosexual o bien esa otra que interfiere al comerciar con arte. También asaltamos al escritor Fernando Iwasaki para que nos desentrañase los ritos eufóricos de la narración en la cocina de la escritura. Desde la vida ondulante de Oscar Wilde hasta la euforia shakespeariana se teje una sensibilidad en la cultura que gira en torno a las emociones explosivas. Inmersos en el epicentro de este éxtasis narrativo, este volumen ahonda en los sistemas filosóficos que se despliegan de la euforia tanto como en sus producciones pictóricas, plásticas y literarias, pero delimitando una frontera con el caleidoscopio del delirio. He aquí un número explosivo. Portada: Laur a Picallo
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Sar a Lew PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 5 •
Índice
CALEIDOSCOPIO
CINE EN RAMA
AITÍA
[30]
[61]
[15]
Euforia por segundo Ramón G. Ortego
La euforia shakespeariana: Trono de sangre o el Macbeth nipón Nerea Oreja
El camino del goce Nadège Rollet
[84] Synesthésie Paula G. Furió
MICROTRAYECTOS
PAPELES NÁUFRAGOS
LENGUAS VIVAS
[21]
[75]
[48]
[113]
La chelista Sheila L. Lastra [58]
Residencia de ancianos Rubén Rojas [111]
La previa Marcos Vilela
The Formidable Manifest of Magnificent Fools de Thomas Keily Traducción de Irene García
Al final del túnel Nadia Arenas [66] Catarsis Sara Lew
Euforia Alberto Sánchez Argüello [118] Impasse Claudia Sánchez
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Índice
ACTUALIZARTE
LEGADOS
MANO A MANO
[23]
[69]
[41]
Damien Hirst y la euforia en el mercado del arte Ángel Saiz
Oscar Wilde un ícaro decimonónico Heraclio Castillo Velázquez
Con la euforia en la boca: entrevista a Fernando Iwasaki Víctor Bermúdez
PLUMAS LIBRES
NOSTOS
PANOPLIA
[100]
[104]
[77]
Dentro/A través Arantxa Romero
Euforia real contra euforia de ficción: el caso del videojuego God of War Maira Giosa
De la euforia a la angustia Mariano Cruz
ET CETERA
[97] La euforia por el matrimonio homosexual Carolina Arrieta
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PLUMAS EN EL TINTERO
Mar ample
Alberto Sánchez Arguello. Managua, Nicaragua,1976. Psicólogo. Ganador del primer concurso de cuento versión juvenil de la Fundación Libros para niños en el 2003 con La casa del agua. Primer lugar en el VII concurso nacional «Otra relación de género es posible» categoría cuento, de CANTERA Nicaragua. Selección de jurado para publicación en el 2008 por la obra Chico largo y charco verde, en el cuarto concurso nacional de literatura infantil «Libros para niños y niñas 2008», categoría cuento. Ángel Saiz. Historiador y crítico de arte vallisoletano. Nómada y desarraigado. Conversador pausado y enemigo de la perfección. Cuando empezó a perder el norte decidió refugiarse en él para vivir hipnotizado con el vaivén de las olas. Es un buscador de musas, ya que su amor por el arte nunca fue correspondido. Ángel pertenece al Consejo Editorial de esta publicación de la que es, además, miembro fundador y en la que está a cargo de las secciones Síndrome de Stendhal y Actualizarte. También sostiene a flote el blog de historia y crítica de arte La derrota de Samotracia. angelsaiz@revistaperiplo.com Arantxa Romero González. Madrid, 1990. Ametralladora homérica en Mitologización de realidades S.A. En Madrid se hace pasar por historiadora del arte y en extraordinarias ocasiones balbucea poemas y caza fotografías en La espada o la metáfora. Junto con Irene Tourné, Federico Ocaña y Pablo L. Álvarez ha dado a luz a Fractal –creación y pensamiento– grupo que por hoy, y esperan que por mucho tiempo, no es más que un amasijo de preguntas. Le gusta mucho vivir.
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PLUMAS EN EL TINTERO
Carolina Arrieta. Zaragoza. Ella atraviesa las fronteras de la aduana y la locura con inusitada insistencia. Le obsesionan la fugacidad, el fútbol, la cocina y le inquietan como a nadie los rizadores de pestañas. Aprendió a mezclar vinagre e incertidumbre y aliña de interrogaciones las superficies blancas. La realidad se la come viva mientras duerme. Carol selecciona las brevedades de Microtrayectos.
Claudia Sánchez. Buenos Aires. 1965. Apasionada por la lectura y la observación minuciosa de la realidad cotidiana, disfruta recreando mundos fantásticos detrás de las palabras. Convencida de que una frase, al igual que los gestos inconscientes, expresa mucho más que lo que dice, escribe minificciones intentando que la realidad nunca supere a la ficción. Eventualmente recibe colaboraciones espontáneas de su hijo de siete años.
carolinaarrieta@revistaperiplo. com
Irene García Cabello. Mérida, Badajoz, 1992. Estudiante de Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca, siempre tuvo muy claro que su camino lo marcarían las letras de una u otra forma. Escritora, traductora y bloguera, por ahora trata de no tomarse demasiado en serio a sí misma y de probar un poco de todo mientras el tiempo y las circunstancias lo permitan. De vez en cuando se asoma por su blog, TheWritersInn, donde intenta colgar relatos y reflexiones varias siempre que puede. Ahora mismo trabaja en la que (espera) será su primera novela.
José Ramón Urízar. Madrid. Filólogo. Profesor de letras desde hace ya un tiempo y desde hace no tanto proyecto de lingüista. En la docencia se desvive y en la investigación se devana los sesos, a veces con resultados. Es lunático empedernido y amante vocacional e incondicional de la lengua y de la filosofía, en las que se pierde y no se encuentra. Es débil ante el aroma del café y tímido en la multitud.
Heraclio Castillo Velázquez. Villahermosa, México, 1985. Licenciado en Letras. Apasionado de la cocina, su vida es un drama porque no puede preparar un arroz decente ni tiene idea de cómo hacer unos huevos estrellados. Sus publicaciones han circulado en pasquines fotocopiados hasta en libros académicos de reconocimiento internacional (gracias a Dios, con ISBN). Su primera novela, Las horas fortuitas (2011), sigue apolillándose en oficinas de correos. Actualmente trabaja en medios de comunicación impresa y en rescatar del olvido su blog.
Maira C. Giosa. São Paulo, Brasil, 1987. Graduada en periodismo por la Facultad Cásper Líbero de São Paulo. Máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad por la Universidad Autónoma de Madrid. Brasileña de nacimiento, española de corazón. Periodista frustrada (pero activa), historiadora por opción, amante del cine y de las artes. Viajera incondicional, aunque sea sólo dentro de su propia imaginación. Estudiante de la historia de Grecia, especialmente la de Atenas. Vive a base de lecturas de todo tipo y café con leche. PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 9 •
PLUM AS EN EL TINTERO
Marcos Vilela. Buenos Aires, 1987. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Se gana la vida con el pequeño teatro de títeres que pasea allá por donde puede, aunque dedica la mayor parte de su tiempo a escribir. Vive en Madrid y desde hace poco posee un blog, Catavientos en la cueva, en el que habla de cine, literatura y música.
Nadège Rollet. Rambouillet, France, 1988. Lingüista y música. En doctorado bajo cotutela entre La Sorbona y la Universidad Complutense de Madrid en lingüística indoeuropea. Pianista y cantante del grupo Cosmic Trip. Le interesa la lengua, su historia y las lenguas antiguas: en particular el griego, el latín y el antiguo indio. Considera la lengua como una entrada privilegiada en la experiencia humana. Le anima no sólo estudiarla sino jugar y crear con ella.
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Mariano Cruz. Alcalá de Guadaíra, 1973. Licenciado en Filosofía. Fundó junto con poetas como Serafín Moreno y Chema Muñoz, la revista Infame Turba, en la que comenzó publicando poesía. Escribe ensayos sobre cine y literatura para la revista Shangrila. Ahora ocupa su tiempo en decidir si deja el master en Estudios Clásicos para dedicarse a terminar la novela que lleva escribiendo demasiado tiempo. Reside en Londres, ciudad en la que afirma se puede ser feliz mirando pasar gente por la calle.
Nadia Arenas. Barcelona, 1982. Licenciada en Comunicación Audiovisual, ha trabajado como redactora y guionista en televisión, web y radio. Amante del cine y apasionada de la fotografía, también le gusta escribir y, cuando su tiempo libre se lo permite, viajar con su cámara colgada del cuello. Como todo lo que escribía lo acababa perdiendo, ha abierto varios blogs. El último se llama Seamos breves.
Nerea Oreja. Pamplona, 1989. Licenciada en Filología Hispánica. Actualmente profundiza en sus conocimientos sobre Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, interesada especialmente en la óptica comparatista del análisis que descubre la relación existente entre las diversas artes, así como en la línea sociocultural de los estudios literarios. Nerea modula los vicios cinematográficos de Periplo desde la sección Cine en rama. nereaoreja@revistaperiplo.com
Rubén Rojas Yedra. Jerez, 1982. Habita las calles de Madrid. Licenciado en Periodismo, Máster en Literatura española y actual doctorando en Literatura con una tesis sobre Juan José Millás. Es corrector de estilo profesional, creador de contenidos para el blog perth111. Ha publicado cuentos en blogs especializados, revistas literarias y alguna antología.
PLUM AS EN EL TINTERO
Sheila L. Lastra. Salamanca. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y máster en Gestión de la Documentación y Bibliotecas por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado como profesora de español en Escuelas Oficiales de Idiomas de la comunidad de Madrid y, como correctora, ha colaborado con la editorial SGEL, el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y la Real Academia Española. Actualmente trabaja en la Universidad de Salamanca. Escribe a la deriva, buscándole orillas al ombligo. Lleva mucho tiempo sin tocar tierra.
Sara Lew. Argentina, 1974. Reside en España. Si la buscan, seguramente la encuentren cerquita del mar, entre pinceles y plumas, entre teclado y ratón. Para ella la escritura y el dibujo se acompañan, forman parte de un mismo proceso creativo: una palabra inspira a la siguiente, como un trazo inspira al otro. Publica sus desvaríos en su blog Microrrelatos Ilustrados.
Víctor Bermúdez. Humanista breve, teórico del té, la luz, la convicción humana y otras vicisitudes similares. Ha crecido en Mexicali y se ilustra en Salamanca, donde el autor pulveriza fotones y aprende sobre los vicios, la avaricia y el fervor vacacional. Entre las vehemencias impuestas por el invierno y el ejército femenino, el joven poeta encuentra tiempo para sujetar el timón de la Revista Periplo, garabatear una tesis sobre ciencia y poesía, traducir a Lorand Gaspar y Bernard Noël, olfatear los versos de su primer poemario (Del electrón el ámbar) y planear tácticas bélicas en la pista de tenis. Sostiene el blog The light passenger. victorbermudez@revistaperiplo.com
REVISTA PERIPLO LETRAS QUE NAVEGAN PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 11 •
TRAVESÍA MITOLÓGICA
PLINIO, EL JOVEN Cartas IX, 6 Gayo Plinio a Calvisio Rufo Tr aducción de José R. Urízar
Omne hoc tempus inter pugillares ac libellos iucundissima quiete transmisi. «Quemadmodum» inquis «in urbe potuisti?» Circenses erant, quo genere spectaculi ne levissime quidem teneor. Nihil novum nihil varium, nihil quod non semel spectasse sufficiat. Quo magis miror tot milia virorum tam pueriliter identidem cupere currentes equos, insistentes curribus homines videre. Si tamen aut velocitate equorum aut hominum arte traherentur, esset ratio non nulla; nunc favent panno, pannum amant, et si in ipso cursu medioque certamine hic color illuc ille huc transferatur, studium favorque transibit, et repente agitatores illos equos illos, quos procul noscitant, quorum clamitant nomina relinquent. Tanta gratia tanta auctoritas in una vilissima tunica, mitto apud vulgus, quod vilius tunica, sed apud quosdam graves homines; quos ego cum recordor, in re inani frigida assidua, tam insatiabiliter desidere, capio aliquam voluptatem, quod hac voluptate non capior. Ac per hos dies libentissime otium meum in litteris colloco, quos alii otiosissimis occupationibus perdunt. Vale.
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TRAVESÍA MITOLÓGICA
He pasado todo este tiempo entre tablillas y librillos, en gozosa tranquilidad. —Y cómo has podido, en la gran ciudad?–– me dirás. Se celebraban los juegos circenses, esa clase de espectáculo que a mí no me atrae lo más mínimo: nada nuevo, nada original, nada que no sea suficiente con haberlo visto una sola vez. Todavía me sorprende que tantos miles de hombres puedan, como si fueran niños, tener tantas ganas de ver esos caballos a la carrera y a esos hombres mantenerse en sus carros. Y si al menos se vieran atraídos por la velocidad de los caballos o por la habilidad de los hombres, alguna razón habría. Pero es que animan a un trapo, adoran a ese trapo y si en mitad de la propia carrera o del enfrentamiento este color se trajese hacia aquel lado y aquel otro color hacia este otro, su tesón y fervor se trasladaría e inmediatamente dejarían de lado a los aurigas y caballos que ahora desde lejos reconocen y cuyos nombres gritan. Tanto apoyo y respeto a una túnica tan soez lo acepto entre el populacho, que es más soez que la túnica, pero cuando me vienen a la mente ciertos hombres importantes, que con tanta ansia se obcecan en algo tan vacío, frívolo y repetitivo, me aferro al goce de que este otro goce no me aferre. Y así, durante estos días, de buena gana dedico mi tiempo libre a las letras, mientras otros los desperdician en unas actividades de completa inactividad. Salud.
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aitía
Esta sección sobre etimología explora la estructura de algunas palabras para rastrear la vigencia o no del término tal y como surgió, así como la continuidad de la cultura que lo produjo, en nuestro siglo. De entre las innumerables armas que asisten a la agonística de la discusión, hay una de lo más efectiva, contundente y falaz: el recurso a la etimología. Atizar el fuego agonizante de los orígenes de una palabra, allí en los confines de la historia, ilumina un instante tan breve como suficiente para zanjar cualquier debate ardoroso. Pero a esta sección no nos convoca ningún afán policíaco ni justiciero, sino más bien cierto espíritu lúdico, detectivesco, el mismo entusiasmo de un niño que persigue sigiloso a un grupo de hormigas para descubrir el agujero donde habitan. Redacción a cargo de Violeta Gomis violetagomis@revistaperiplo.com
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AITÍA
El Camino del Goce
Pluma: Nadège Rollet
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ara los antiguos, cuatro humores coexisten en el cuerpo humano y de su equilibro depende la salud de cada uno. La euforia, tema de este número, tal como el éxtasis, es una emoción que se relaciona para ellos con el humor de la sangre, es decir, con un temperamento «sanguíneo», un ánimo esperanzado, valiente, confiado... En este sentido, ambas emociones se conciben como un movimiento ascendente, un viaje emocional fuera del ámbito «convencional», o sea moderado, del estado mental.
Pincel: Germán Dotta
Las palabras mismas euforia y éxtasis comparten esa idea de movimiento incluso en su etimología. Euforia proviene del griego εὐφορία (euphoría), nombre que designa ‘la emoción del que está εὔφορος (eúphoros)’. Εὔφορος se compone del adverbio εὐ (eu), ‘bien’, y del verbo φέρω (phéro), ‘llevar’, de donde proviene la idea de viaje. Significa entonces literalmente ‘que lleva bien’, con la idea general de ser un buen compañero, es decir, se puede aplicar, por ejemplo, a fuerzas como el viento cuando este es ‘favorable, propicio’, a personas, para referirse a alguien que se ha hecho buen compañero de la adversidad, ‘que soporta bien (el dolor, una desgracia...)’, o a la tierra, los árboles, etc. ‘que tiene una buena producción, que es productivo’ en el sentido de que lleva buenos frutos. En español, la primera acepción está relacionada con el sentido médico de euforia: ‘facilidad para resistir una enfermedad’ que se extiende a ‘estado de salud’ (definición de la RAE en 1914). Después, la palabra evolucionó hacia un sentido más general: ‘capacidad para soportar el dolor y las adversidades’ y ‘sensación de bienestar, resultado de una perfecta salud’. El recorrido semántico de la palabra empezó PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 15 •
aitía
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AITÍA
más tarde a abrir sus puertas a terrenos un poco más excéntricos, que se alejan de la esfera de significación relacionada con el estado de salud clínico. Con la acepción ‘estado de ánimo propenso al optimismo’ (definición de 1956) y sobre todo el añadido ‘sensación de bienestar, resultado de una perfecta salud o de la administración de medicamentos o drogas’ (definición de 1984) llegamos al sentido actual de euforia que utilizamos generalmente para designar un estado tan optimista que parece anormal y posiblemente resultado de la influencia de drogas. En la palabra éxtasis, griego ἔκστασις, también está clara esa idea de alejamiento del estado natural si nos fijamos en su etimología. Se trata de un nombre de acción formado sobre el verbo ἐξίστημι (exístemi), compuesto de la preposición ἐκ (ek) ‘fuera de’ y del verbo ἵστημι (hístemi) ‘estar de pie’. Por tanto, ἔκστασις (éxtasis) designa el hecho de estar fuera de uno mismo (fuera de su puesto) es decir, la turbación, la agitación, y en particular la perdición de la mente. De ese sentido se entiende bien la significación ‘estado del alma enteramente embargada por un sentimiento de admiración, de alegría, etc.’ o ‘estado del alma caracterizado por cierta unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor, y por la suspensión del ejercicio de los sentidos’ (RAE, 2001). El éxtasis implica un movimiento de la mente hacia fuera de su estado normal, sea por la agitación provocada por una emoción fuerte como la admiración o la alegría, sea por la contemplación de una divinidad que le hace perder el conocimiento del mundo exterior. El éxtasis también se relaciona con el estado de trance, el estado típico de una mente enajenada, y se materializa en su homóloga inglesa ecstasy, la droga típica de la rave party que se combina con los ritmos hipnóticos de la música electrónica. Así, las palabras euforia y éxtasis transmiten la idea de una alegría incontrolable, alcanzada a través la enajenación, la exaltación y la agitación del ánimo que se atreve a traspasar las fronteras de su estado natural. El mismo fenómeno, tanto lingüístico como emocional, se encuentra en el orgasmo, auténtica ascensión hacia ese estado fuera de control. En la raíz de orgasmo, griego ὀργασμός, tenemos el sustantivo ὀργή (orgé) que significa originalmente ‘ímpetu natural, disposición, temperamento, carácter’ (Chantraine, 1977). Rápidamente, se especializa en ‘pasión’ y sobre todo, en su sentido clásico, ‘ira’, o sea un estado de agitación muy intenso. Evidentemente, la ira es el sentimiento de agitación del ánimo más típico pero también es una de las pasiones más violentas que siente el ser humano. De este sustantivo deriva el verbo ὀργάω (orgáo) que significa, aplicado a plantas y vegetales, ‘estar lleno de savia’, y, aplicado a seres vivos, ‘tener la sangre en movimiento’ (Sebastián Yarza, 1999), lo que supone estar vivo, activo, con sangre PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 17 •
AITÍA
en las venas. Podríamos decir entonces que vivir se relaciona con una especie de agitación, sea una agitación concreta —la de la sangre—, sea una agitación de tipo emocional. Pero ¿es la ira la única agitación posible del ánimo? Ὀργάω también significa ‘estar lleno de ardor’ (Chantraine, 1977), y claramente, de ardor sexual. En otras palabras, este verbo se hace filósofo y nos enseña que estar vivo es en definitiva gozar. De esta manera el ὀργασμός es propiamente el resultado de la acción de ὀργάω. El itinerario semántico de la palabra orgasmo resulta muy interesante no sólo por la noción de movimiento que está inherente a la palabra ὀργή, sino también por la transformación del sentimiento de ira designado por la misma palabra en el del goce. En mi opinión, esta metamorfosis es una lección de sabiduría: haríamos bien en dejar de lado las pulsiones negativas y transformarlas en pulsiones positivas, es decir, en dejar la ira para el goce. Quizá esta afirmación suene hippie y demasiado marcada por los años 60, pero no hay que olvidar que la primera en gritar make love, not war fue Lisístrata, personaje conocido de la comedia epónima de Aristófanes de 441 a. C. En esta obra, la heroína propuso a las mujeres de Atenas presionar a los hombres de la ciudad para que dejaran la guerra utilizando sus propias armas: la huelga del sexo.
Lisístr ata: … Si nos quedáramos en casa bien pintadas y nos paseáramos desnudas en nuestras camisitas transparentes de Amorgos, con el triángulo depilado, y los hombres se pusieran calientes y quisieran acostarse con nosotras y no nos dejáramos sino que nos priváramos de ello, harían la paz enseguida, lo sé bien (Ar. Lys. 149-154).
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___ Bibliografía ARISTÓFANES. Lisístrata. Traducción de Francisco R. Adrados. Madrid: Cátedra, 1987. CHANTRAINE, Pierre. Dictionnaire étymologique de la langue grecque. Paris: C. Klincksieck, 1968-1977. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. 22ªedición. Madrid: Espasa Calpe, 2001.
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Microtr ayectos
Pluma: Sheila L. Lastr a
Pincel: Giada Ricci
La Chelista Entonces alguien la abrazó al chelo. El arco en la mano derecha, los muslos apretados contra aquellas caderas irreductibles; le pidió que tocara. Ella no sabe leer música. El arco en la mano como un pincel seco. La primera vez alguien la llevó del codo sobre las cuerdas, le indicó que lo mantuviera firme, que dejara caer todo el peso del hombro en aquella garganta desnuda, que la hiciera vibrar, y el primer sonido se le fue abriendo desde el diafragma como el agua alrededor de la primera piedra y le llenó los pulmones. Inclinando el peso de un lado a otro de aquella garganta, los muslos iban apretándose a sus propias caderas, aire soplado entre las costillas y amplificado en una caja de resonancia que respiraba con sus pulmones. Útero caja de resonancia, latido pulsando las cuerdas. Cuando se soltaron se sintió cercenada. Como si le hubieran quedado al aire las entrañas, sacudidas aún por el eco. Coda palpitante y muda. Hueca después del abrazo. No dijo más en toda la tarde.
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Microtr ayectos
Pluma: Sheila L. Lastr a
Actualizarte es una cúpula dedicada a la crítica y la reflexión sobre el arte contemporáneo, analizado desde una perspectiva global y transversal con el resto de la publicación. Desde la altura, buscamos construir un espacio para poner en el punto de mira la producción artística de nuestro tiempo. Redacción a cargo de Ángel Saiz angelsaiz@revistaperiplo.com
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Actualizarte
Damien Hirst
Pluma: Ángel Saiz
N
o se puede hablar de euforia y arte contemporáneo sin nombrar a Damien Hirst. Este artista británico se incorporó a la escena artística internacional a principios de la década de los noventa, siendo más conocido por sus actos escandalosos que por realizar una obra de verdadera calidad. Algunos aspectos de su biografía, como haber sido abandonado por su padre cuando era un niño, haber sido detenido en varias ocasiones cuando era adolescente o haber tenido que trabajar en una morgue para pagarse los estudios de Bellas Artes, eran resaltados continuamente por los medios para dar mayor valor a su obra.
y la euforia en el mercado del arte
Pincel: Cristina Carmona
Una vez que empieza a ser conocido comienzan algunos actos transgresores, que le aseguraban amplias menciones en la prensa, como cuando se colocó un cigarrillo encendido en la punta del pene delante de los periodistas. Este y otros episodios similares eran achacados a sus excesos con la cocaína y con el alcohol. En lo puramente artístico, Damien Hirst comienza a crear algunas obras centradas obsesivamente en el tema de la muerte, llegando a ser conocido como «el artista de la muerte». Algunos trabajos eran tan truculentos como una fotografía en la que se retrata sonriente junto a la cabeza seccionada de un hombre gordo y calvo en una morgue. Comienza a exponer en la Galería Saatchi PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 23 •
Actualizarte
de Londres junto a otros jóvenes artistas británicos que más tarde serían conocidos como los Young British Artists, calificativo tomado del título de una de las exposiciones, y famosos posteriormente por su excesiva visión empresarial del arte. De hecho, se considera al galerista Charles Saatchi como el creador del modelo comercial del arte contemporáneo, al que siguieron otros muchos, y que triunfó y se generalizó en la última década del siglo XX y la primera del XXI. Saatchi incrementó la fama de Damien Hirst con la compra por ocho millones de euros de su obra más emblemática: The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living, un tiburón tigre sumergido en un tanque de formol. El reconocimiento y salto definitivo a la fama fue la concesión en 1995 del Premio Turner, uno de los galardones más reconocidos internacionalmente y concedido por la Tate Gallery de Londres. Fue su salto definitivo a la fama y la consolidación de un tipo de obras que repetirá de forma obsesiva hasta convertirse en el artista vivo más rico del mundo. Por supuesto no desaprovechó la oportunidad propagandística que le brindó este evento para explotar su faceta de enfant terrible al aparecer bajo los efectos del alcohol y las drogas y confesar que esa misma noche había perdido el cheque de vente mil libras de las que constaba el premio.
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Su controvertida personalidad, su afán de lucro y una obra escandalosa hicieron de Damien Hirst un espectáculo mediático, siendo reconocido inmediatamente en cualquier lugar del planeta. Recibe también el apoyo institucional al completo del mundo del arte, en el que participan galerías, marchantes, casas de subastas, publicaciones prestigiosas, coleccionistas e incluso entidades financieras. No hay feria o bienal de renombre en la que no aparezca representada su obra. Rápidamente, los precios se empiezan a inflar, incorporándose con velocidad en los ránquines de artistas vivos más cotizados, obra más cara jamás vendida, etc. De repente, en todos los periódicos del mundo, las escasas noticias que aludían al mundo del arte lo hacían únicamente para informar sobre las astronómicas cifras que se habían pagado en la última subasta. Y lo que era más preocupante, los periódicos económicos más prestigiosos del mundo empezaban a destacar regularmente noticias provenientes del mundo del arte. Este hecho desata una euforia nunca antes conocida en el mercado del arte. Coleccionistas e inversores de todo el mundo enloquecen por adquirir alguna obra de Damien Hirst, sin otro fin que especular con su precio y, en gran número, sin otro fin que acumularlas en un almacén de Hong Kong.
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El propio artista desarrolla un método de trabajo de producción empresarial, con la creación de series repetitivas y de tirada casi infinita elaborada por los trabajadores de su taller y que él después firmará. En 2007 contaba con 250 colaboradores repartidos entre los seis talleres que tenía repartidos por todo el mundo y estaba representado por dos de las galerías de arte más importantes del mundo: La Gagosian Gallery de Nueva York y la White Cube londinense. Entre estas series destacan sus pinturas realizadas con puntos de colores o mariposas, las pinturas girantes, los animales muertos metidos en tanques de formol, vitrinas con cajas de medicamentos o instrumentos quirúrgicos, moscas o ceniceros repletos de colillas. Llegó a confesar en una ocasión que para hacer arte al nivel que él quería, necesitaba contratar un buen número de colaboradores y asistentes que realizasen las obras. En realidad, era un alumno aventajado del creador de este método, Andy Warhol, que en 1975 sentenció: «Hacer dinero es arte». Sin embargo, toda esta euforia no era más que una simple burbuja que poco a poco se fue desinflando, con un atasco en las ventas y su cotización a la baja en el mercado del arte. Detrás de esa euforia no había un verdadero afán coleccionista, sino pura especulación o instrumentalización de los cauces legales para evitar pagar impuestos,
basándose en una total desregulación del mercado del arte que permite incluso la subida de precios mediante prácticas monopolísticas. A todo esto se suma un factor especulativo ausente en cualquier otro tipo de mercado: jamás hay escasez de estos productos. La presentación de la obra For the love of God en 2007 fue todo un desafío al mercado del arte. Se trataba de la reproducción de una calavera humana sobre un molde de platino totalmente rodeada de diamantes de primera calidad. Automáticamente el mundo entero centró su atención en esta obra. Era la obra más cara de la historia, por valor de unos cien millones de dólares. La galería White Cube comenzó a buscar un comprador, pero el elevadísimo valor de la obra lo impidió. Finalmente, comunicó que la obra había sido vendida a un consorcio de inversores. Sin embargo, unos meses más tarde, tanto la galería como el propio Damien Hirst tuvieron que reconocer que eran los propietarios del cincuenta por ciento de la obra. Fue la primera fractura en la euforia por la obra del artista británico. Poco tiempo después, The Art Newspaper, un periódico especializado en el mundo del arte, publicó una lista con las cientos de obras de Hirst que la galería White Cube tenía en stock, mientras que la versión oficial conocida hasta entonces era que en cada exposición celebrada se
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vendían todas las obras y estaban trabajando con una lista de espera de compradores. Era una simple estrategia para inflar los precios pero que rápidamente se vino abajo. El 15 de septiembre de 2008, Damien Hirst lanzó un órdago al mercado del arte, organizando una subasta en Nueva York, sin contar con los intermediarios habituales: galerías y marchantes; para así obtener el cien por cien de los beneficios obtenidos. Estos intermediarios se vieron en la encrucijada de si abstenerse de pujar en la subasta haciendo que inmediatamente bajasen los precios de la obra de Hirst y perdiendo cantidades enormes de dinero por todo el stock que tenían acumulado o, por otro lado, apoyar una estrategia que les marginaba, pujando y adquiriendo obras del artista. Finalmente optaron por esta última opción. La subasta fue un éxito, todas las obras se vendieron por un precio mayor del estimado, pero el andamiaje del sistema se tambaleaba. Hay que tener en cuenta que ese mismo día 15 de septiembre de 2008 se producía un punto de inflexión en la deriva futura del mundo occidental: la caída de Lehmann Brothers, Merryl Lynch y AIG, provocando la quiebra del sistema financiero internacional. Mientras, el mundo del arte continuaba viviendo en el espejismo de un universo paralelo. Entre todas las obras de la subasta, The Golden Calf, un becerro con los cuernos
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y las pezuñas de oro sumergido en un tanque de formol, se convertiría en el icono de una época decadente. Un artista enriquecido de una forma fraudulenta criticando la vanidad y la locura del mundo. No dejaba de ser francamente irónico. El sistema del arte se vendría abajo en los siguientes meses. En octubre y noviembre hubo nuevas subastas que presagiaban el desastre, con la mayor parte de las obras sin vender. En febrero de 2009, el volumen del negocio se contrajo un 75%. La embriaguez de una época dominada por la euforia había tocado a su fin. Desde entonces en adelante, los mismos medios que habían encumbrado a este artista comenzaban a criticar los excesos que tanto habían alabado. Se había convertido en un símbolo del derroche y mercantilización de la cultura. Un claro ejemplo fue la inauguración simultánea en las once sedes de la galería Gagosian por el mundo en las que no se presentó ninguna pieza novedosa. Sin embargo, la Tate Gallery decide echarle una mano en uno de sus peores momentos con la organización de una exposición retrospectiva coincidiendo con la celebración de los Juegos Olímpicos en Londres, asegurándose una gran afluencia de público. El propio artista, que en sus años de apogeo mostró su «careta» más rebelde diciendo que jamás expondría en ese museo, finalmente tuvo que pasar por
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el aro. La calavera de diamantes tuvo un lugar destacado en la sala de turbinas del museo para que la gente pudiera hacer cola y admirarla. Aunque la exposición no fuese un fracaso es cierto que las obras habían adquirido un sentido radicalmente distinto del que habían tenido unos años antes. El artista, sin haberlo deseado, había creado un panteón de objetos extemporáneos, una vanitas cargada de barroquismo y una mirada a la historia de un fracaso. Dos rupturas más se suceden en poco tiempo en la vida de Hirst, primero es su mujer la que lo abandona y unos meses más tarde la Galería Gagosian, tras diecisiete años de trabajo en conjunto. Actualmente el mercado del arte vive una resaca ocasionada por tanta euforia. El crédito no fluye con la misma facilidad, se ha reducido el número de ferias y eventos artísticos y los verdaderos coleccionistas vuelven a refugiarse en los valores seguros de los artistas clásicos o consagrados.
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____ Bibliografía «Damien Hirst rompe con Gagodian». El País, 14 de diciembre de 2012. OPPENHEIMER, Walter. «Damien Hirst o el arte de ganar (mucho) dinero». El País, 7 de abril de 2012. RUIZ, Cristina. «Revealed: the art Damien Hirst failed to sell». The Art Newspaper, 23 de agosto de 2008. TUBELLA, Patricia. «Amigos de Hirst pujaron para favorecer su subasta». El País, 22 de septiembre de 2008. «Works by Damien Hirst lose 30 per cent of their value, while one third fail to sell at all». The Telegraph, 27 de noviembre de 2012. Recursos: Documental La gran burbuja del arte contemporáneo. Director: Ben Lewis. Año 2009.
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R amón G. Ortego
Ramón (1984, Ávila) presenta una serie en proceso de creación, donde interpreta la euforia como el signo de excitación provocado por el factor sorpresa. Inmortaliza la expresión de cada persona que se presta a colocarse bajo la ducha sin saber si lo que caerá será agua fría o caliente. Esta selección muestra los instantes que corresponden al agua fría, donde los retratados deben mantenerse bajo el agua varios segundos contradiciendo la reacción natural del cuerpo de apartarse al instante. De esta manera experimentan una situación en la que aflora una breve emoción eufórica en ellos donde cada reacción desvela aspectos de su personalidad. A pesar de utilizar un encuadre convencional que recuerda a las fotografías impersonales de carnet, Ramón cambia al formato cuadrado retratando un instante donde los personajes están desinhibidos siendo ellos mismos, olvidándose de la cámara durante los segundos que dura la «ducha». Cada uno sufre el agua fría a su manera pero todos parecen sonreír, es la magia de la euphoria.
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Euforia por Segundo
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El diálogo es una de las formas más efectivas de la apertura humana, voz a voz, cara a cara, mano a mano, el diálogo construye un puente entre ideologías, cosmogonías y enseñanzas. Esta sección se centrará en entrevistas variopintas que den la voz, la cara y la mano de figuras que por su trayectoria, tienen algo que decir acerca del tema de cada número. Redacción a cargo de Dirección General direcciongeneral@revistaperiplo.com
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Con la euforia en la boca:
Entrevista a Fernando Iwasaki
Fotografía © Santi Burgos, modificada por Periplo
Por Víctor Bermúdez
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Fernando Iwasaki nació en Lima en 1961 y es autor de más de una veintena de obras que va desde el cuento (Inquisiciones peruanas, Ajuar funerario, Papel Carbón), la novela (Libro del mal amor, Neguijón), el ensayo (El Descubrimiento de España, Arte de introducir, Nabokovia Peruviana) hasta la crónica (La caja de pan duro, Una declaración de humor) o la historia (Extremo Oriente y Perú en el siglo XVI, Proceso Diocesano de San Francisco Solano), por nombrar sólo algunas. Autor de difícil introducción y catalogación, de perfil sarcástico e ingenioso, Fernando Iwasaki confronta la verdad con humor y sabe hacernos arrodillar nuestras convicciones más solemnes para reírnos de ellas. En la boca cargamos la euforia. En la palabra, el grito, el llanto o el gemido, la euforia puede con nosotros, nos supera. Estamos inmersos en una cultura eufórica. Son las obligaciones de esta emoción las que hacen pensar que intentar dominarla es la concomitancia contemporánea de subir una roca a la cima de una montaña. De ahí que se planteen estas ocho interrogantes sobre cómo la euforia nos hace sus sirvientes, para mejor aprender a someternos. Dos nociones principales, para partir de alguna parte: aquella de El sentimiento trágico de la liga, en la que la euforia habita algún lugar entre el balón y la palabra. Y esa otra de Helarte de amar, en la que el éxtasis traza una ruta de ida y vuelta entre los personajes y su boca.
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Entre el balón y la palabr a Periplo.—La fugacidad de la euforia. Si el fútbol sostiene la tensión en 90 minutos, la ficción hace lo suyo en el maratón de las 200 páginas. En El sentimiento trágico de la liga nos hablaste sobre como disfrutamos del erotismo retórico del fútbol, que seduce por el oído y por la vista. Háblanos del estallido de la euforia literaria: ¿Cómo habitan la casa de la euforia, el fútbol y la literatura? ¿Cómo nos calentamos? Fernando Iwasaki.—Como la euforia de escribir equivale a la de jugar, sospecho que la euforia de leer debería corresponderse con la de ver los partidos por televisión. Y ahí sí que los calentamientos son curiosos, pues unos acarician las cubiertas de los libros mientras otros preparan tragos y sanguchitos, los literarios leen las solapas y los futboleros repasan las alineaciones. Y durante la lectura ensimismada y la contemplación del juego no existe ninguna otra cosa. Es decir, se te quitan todas las ganas de follar. P.—En «Diez contra la Dolce vita» haces hincapié en que hay equipos que embrujan y otros que aburren. En su forma de hacer convencen o no. En sus derrotas satisfactorias o en sus torpes victorias, el fútbol y la literatura poseen formas de cortejo, de avanzadilla, como en «La liga de los goles ridículos», de extrema sutileza seductora. No es un secreto que en el fútbol y en la literatura hay modelos de mundo, aguerridos o violinistas, «Apolíneos o Dionisíacos», pero ¿cómo se administra la adrenalina literaria en las historias? ¿Cómo se convence a través de la forma? F. I.—En el capítulo 68 de Rayuela, Julio Cortázar hechiza y seduce a través de la forma pura, de los juegos verbales que Alfonso Reyes llamaba jitanjáforas y que Cortázar enhebraba con una maestría incomparable. ¿Por qué deberíamos saber qué quiso decir Cortázar cuando escribió que «Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso»? Toda la adrenalina futbolera y literaria cabe en esa línea, en los esproemios del merpasmo que nos ordopenan hasta el límite de las gunfias.
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P.—El fútbol y la literatura crean realidades alternativas estableciendo un campo abierto a las emociones extremas en las que, además, ser radical es un valor. Pienso ahora en «Los caballeros de la redonda» o en «La cólera del Barça». Y en cómo en ambas realidades hay simulacro pero también hay épica. ¿Por qué nos jugamos tanto en la ficción (literaria o futbolística)? ¿Realmente crea condiciones axiológicas de las que dependemos anímicamente? ¿O ese pacto ficcional es a la vez artificial y necesario? F. I.—Creo que está científicamente demostrado que cuando uno ha visto perder a su equipo por goleada, se pone de malas pulgas, no aguanta bromas y ni siquiera está para arrumacos. Por el contrario, cuando uno ha visto a su club perforar el arco de los rivales, te vienen unas ganas enormes de seguir penetrando las porterías contrarias, incluso muchas horas después del final de los partidos. Eso, más bien, no siempre ocurre con la literatura, porque por más buenos que sean El túnel de Sábato, La náusea de Sartre o Ensayo sobre la ceguera de Saramago, en lo último que piensas después de leerlos es en aplicar «intrapiernosa». P.—La mitología clásica es capaz de hablarnos de las pasiones que el fútbol cristaliza. «Los tanistas de Joaquín Hinostroza Bellmont» nos habla de esa joya eufórica que es el árbitro, en el que se vierten irracionalidad y desenfreno simultáneamente. Fútbol y literatura parecen ser dos campos epistemológicos en los que la euforia habita algún espacio entre el balón y la palabra... ¿Cómo se reconcilian en favor del espectador para que la adrenalina sea la unidad de medida de la memoria futbolística? F. I.—Los malos libros permanecen más tiempo en la memoria que los partidos malos, porque los partidos malos se olvidan para siempre. Por otro lado, cuando nos dicen que un libro es malo evitamos leerlo, aunque los partidos siempre los aguardamos como si se tratara del melón más dulce por calar. Mi sensación es que abunda más la adrenalina futbolística que la literaria. Ahora bien, los libros estupendos segregan adrenalina después de haber sido leídos y nunca al revés. Y una buena manera de seducir y enamorar es hablar de los maravillosos libros que todavía crepitan en la memoria. Por lo tanto, sólo podríamos reconciliar fútbol, literatura, memoria, palabra y adrenalina, si conseguimos trabajo narrando partidos.
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De la boca a la euforia y viceversa P.—Convengamos que otra forma de la euforia es el éxtasis. Helarte de amar es una perla ingeniosa de cómo ese éxtasis gestiona el clímax de la trama. Las historias alcanzan puntos álgidos de excitación. Los personajes ansían. Parece haber una correlación entre el desarrollo de la historia y la posibilidad incesante y continuada del éxtasis. Pienso ahora en «En el batimóvil, con miss Graciela» o en «La española cuando besa» en donde la emoción (y no sólo el conflicto) parece ser el núcleo de la acción. Lector-personaje-narrador, ¿confluyen todos en la euforia? F. I.—Si no confluyen todos en la euforia, deberíamos al menos tener la ambición de conseguirlo. Después de todo, la euforia no es otra cosa que el enthusiasmos dionisíaco, y alcanzar el éxtasis tiene que ser como la catarsis. Helarte de amar es un libro de relatos eróticos, y el erotismo siempre desea culminar en clímax o por lo menos culminar. P.—El erotismo juega con la posibilidad fortuita del éxtasis. Convence, seduce y embauca porque abre la posibilidad de un placer prologado por la incertidumbre. Te veo como un escritor con una escritura muy cercana a la experiencia sensorial, al cuerpo como enjambre literario. F. I.—Nuestro cuerpo es materia de conocimiento y creación. En Ajuar funerario escribí microrrelatos de terror sugeridos por las creaciones del cuerpo; en Neguijón me interesaba novelar los delirios del dolor físico durante el barroco, y en Inquisiciones Peruanas me interesó cómo a miles de hombres y mujeres les compensaba reemplazar la salvación eterna por una hora de placer.
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P.—La obsesión enciclopédica con el placer. Pienso ahora en el relato «Entre las piernas de Luciana» donde una fijación cuasi obsesiva con el gozo me lleva a preguntarte: ¿Puede el placer extático rozar lo patológico?, ¿no es nunca suficiente para el lector sediento de ficción?, ¿y para el narrador? ¿Hay un placer eufórico en el acto de la escritura? F. I.—Mientras escribimos no somos los mismos. Tampoco cuando viajamos. Durante la adolescencia también leemos así, pero la universidad nos enseña a leer con caja de herramientas y nos convertimos en lectores académicos y campanudos. Escribir sin ningún tipo de censura y con absoluta libertad es algo que puede tener consecuencias patológicas. P.—En «Travesía estelar» parece que la excitación es lo que realmente fractura los horizontes culturales y nos conecta con lo humano. En «Mírame cuando te ame» ese éxtasis parece ser un rito de formación, un aprendizaje esencial en el crecimiento personal. ¿Crees que el lector reactiva aprendizajes y recuerdos a través de lo extático? ¿Y como escritor? ¿Fantasea el narrador con sus lectores? F. I.—Los antiguos griegos iban a Eleusis para aprender del éxtasis. Mircea Elíade definió al chamanismo como la «técnica arcaica del éxtasis». Los místicos tenían arrobos para escuchar las revelaciones divinas. Y en el budismo, la ascesis y la iluminación suponen acceso pleno al conocimiento. Los personajes de mis relatos aprenden del éxtasis, sacan conclusiones del conocimiento del placer y —en cierta forma— se convierten en apóstoles del éxtasis.
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Hay relatos que flotan en la marejada. Relatos que constelan el mar, como pequeñas islas móviles, como barquichuelas valientes sin ancla. Relatos que escaparon de una botella o de un autor que, falto de público, decidió regalárselos al agua salada. Son relatos náufragos. Esta sección es una caña que intentará pescar alguno de esos textos para darle unas páginas de tierra firme. Redacción a cargo de Joserra Ortiz joserraortiz@revistaperiplo.com
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El último minuto
Pluma: Marcos Vilela
Pincel: Cristina Carmona
La previa Tomó el colectivo a la vuelta del hospital. Se acordó de que hastasu casa iba a tenerun viaje de media hora, así que procuró dormitar un poco contra el vidrio y dejar la mente en blanco. En la calle, los coches, especialmente aquellos en los que se adivinaban hombres al volante, hacían sonar sus bocinas en los semáforos y luego aceleraban violentamente, emitiendo gruñidos desesperados, como si la ciudad no fuera más que alguna especie de medidor de la hombría. A veces Buenos Aires se ponía así cuando jugaba Boca. «La Mitad Más Uno» dicen, y eso se nota. «Espero que juegue Silva; ese no le hace un gol a nadie», pensó. Después de escucharsese sintió culpable. ¿No tenía que estar pensando en su madre? Julián se revolvió en el asiento y procuró alejar de su mentealineaciones, cánticos, dorsales. Dejó de mirar por la ventana, también, como si aquello fuera suficiente para conseguirlo, y en el trayecto que restaba desde Chacarita se esforzó en dibujar mentalmente una imagen de su progenitora.Sin embargo, sólo fue capaz de imaginar tubos, sábanas, médicos. Despuésla culpa y, como un mecanismo de defensa, las palabras que su hermana le había dicho para animarlo a que se fuera a casa: «Andá, Julián, mirá el partido. Acá no tenés nada que hacer». 48 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
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Primer tiempo Cuando llegó asu casa tiró al suelo la mochila llenade ropa. La había llevado al hospital previendo la larga internación de su madre. Después se sentó a oscuras en el sillón del living y prendió la tele, justo cuando el referee hacía sonar el silbato. Señores, la hora de la verdad, el partido en marcha y movieron para adelante. El Rojo empezaba atacando en La Bombonera y perdiendo la pelota, pero le gustó como símbolo, como declaración de intenciones. Tuzzio cruza la mitad de la cancha. La voz del relator era grave, nasal, apresurada. Corre Battión, gana Battión, escapa, pero después pierde con Erbes. Todo era más intenso de lo que esperaba, y lo cierto es que, contra todo pronóstico, la somnolencia que arrastraba del hospital no lo aplanó. El rebote le va quedando a Fredes, cambió a la izquierda, ¡atención! Julián se incorporó en su asiento sin demasiada fe: era imposible, el partido acababa de empezar. Viene buscando la salida por el medio, ¡atención!, la viene buscando el Tecla Faría, un sombrero en el área…¡Cayó! «¡Cayó!», repitió Julián desde la oscuridad azulada del living. ¡Puede ser gol de Vidal! ¿Podía? ¡Gooooooooool! Julián se levantó de un saltó y emitió un alarido seco apretando el puño a la altura del pecho, algo desconfiado todavía. ¡Gooooooooooooool! ¡De Independiente! ¡El tucumano Vidaaaaal! Un gol así se hace raro, y a Boca, en su cancha, en menos de un minuto. Demasiado para ser verdad. Sin embargo, lo era: gol de Independiente. Le hubiera gustado, pero el primer momento de espontaneidad había pasado y ya era tarde para empezar a festejarlo. «Si mamá estuviera bien, si pudiera verlo», pensó. Precisamente ella, a quien el fútbol no le hubiera importadode no ser por ellos, por su padre y por él. Ella, que se hacía la que festejaba cuando ellos festejaban. Ni siquiera había llegado a entenderlo después de tantos años mirando, sin ver, a esos muñequitos corriendo de un lado a otro. Como si el miedo a haber podido despertar al gigante fuera más poderoso que la alegría generada por el gol, a Julián lo invadió una agitación desagradable. Tiro libre para Independiente que, ¿te digo?, en este momento, como está, si aprovecha el momento y mete el segundo, si Ferreira se acuerda cómo le pegaba, aquí se viene una desgracia para Boca. Y es verdad que habían pasado tan sólo unos minutos desde el gol, pero la sensación era la de que no había imposible, porque, de alguna manera, todavía no se había apagado el fuego absurdo del primer gol. Ideal para su zurda, señores. Es un buen momento para Independiente. ¡Atención! «Vamos,carajo», bisbiseó. Se acomoda Oscar Ferreira, va El Malevoooooooooooooo…¿Entraba? ¡Goooooooooooool! Julián, que antes del tiro libre estaba con las manos en la cabeza, ahora las dejaba caer sobre la mesita con fuerza y, de nuevo, no era capaz de
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festejar. ¿Era posible lo que estaba viendo? En realidad no le importaba si lo era, lo cierto es que estaba sucediendo. Se levantó y caminó como un neurótico por el living, reprimió un grito de alegría que lo hubiera hecho sentirse ridículo en la soledad de la casa, se volvió a sentar, se levantó, fue a la cocina a buscar algo que no encontró o que no fue capaz de buscar, paseó por el pasillo de su casa como lo hubiera hecho un loco en el patio de un psiquiátrico, volvió al sillón. ¡Era tan extraño ver cómo a los siete minutos ganabanasí! Pero era lo que estaban marcando en la esquina superior izquierda de la pantalla, seguro. Sí, no había duda: BOC 0 IND 2 – 07: 34. ¿Y Boca? ¿Dónde estaba Boca? El técnico de Boca está desesperado. Dos goles en diez minutos, y van doce. Julián no se fiaba de ese equipo, y menos en La Bombonera. No se fiaba del fútbol, tampoco. Mete el centro Riquelme, ahí estaba, ¿Boca no era siempre así? El arquero quieto, va Silva, le queda a Schiaviiiii… ¡Goooooooooooool! Lo contempló todo con ojos trémulos, metódicos. ¡Goooooooooooool de Boca! ¡Roncaglia! ¡Apareció como un ángel para pegarle a esa pelota con la cabeza! Se le hacía tan raro ver un partido inmerso en la penumbra de su casa, solo, en silencio, que era como si las jugadas y los goles, especialmente este último, sucedieran en mundos remotos, fantasmagóricos. «Y mamá en el hospital». Todavía se acordaba de cuando vivía su padre, hace dos años. Los domingos se juntaban en casa con el tío Fernando, que venía a veces de Avellaneda, y si era mediodía ella les hacía empanadas. La recordaba de aquí para allá con la bandeja. Preguntaba algo, sonreía, era feliz con el ambiente bullicioso que se originaba encasaesas tardes. ¡Atención! Arco del riachuelo, se viene Independiente buscando un tercer gol. Centro de Ferreiraaaaaaaaaaa ¿Cómo? ¡Goooooooooool! ¡Tecla! ¡Gooooooooool! ¡Tecla! ¡Goooooooooooool! ¡Tecla! Fue completamente inesperado. Esta vez sí se levantó del sillón, veloz, excitado, y emitió al mismo tiempo un aullido colérico que no significaba nada o que tal vez significara «vamos todavía». Golpeó con el pie la base del sillón individual que estaba junto al suyo en una demostración de alegría desmesurada, de tensión contenida, de frenetismo absurdo. Ahora todo era más real. ¡Errrrrnesto Faría voló en paloma y dice que Independiente le gana a Boca por tres a uno! ¡Impresionante! Ahora sí. «Pobre mamá». También le hubiera gustado que su padre estuviera allí para verlo. Fueron muchas veces las que, antes de morir, expresó un descreimiento cada vez mayor por el fútbol. «A este juego, en este país sobre todo, lo vendieron, Julián, lo vendieron» le decía. Y ahora esto, le iban ganando a Boca en La Bombonera por dos goles y Faría que se besaba el escudo. Cuánto le hubiera gustado. PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 51 •
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Intenta Boca Juniors con Juan Román Riquelme, continúa Román. Riquelme siempre lo hacía volver al partido. Era de Boca, lástima. Por allí estaba cayendo el jugador Ledesma, el centro de Sánchez Miño, la pelota que la tiene Gaona Lugoooo y Román que quiereeeee… ¡Golazo! ¡Gooooooooooooooool! No se lo esperaba. Solo un estúpido espera algo de un partido de fútbol. A un minuto de terminar el primer tiempo, un gol de Boca cambiaba el partido y le recordaba su estado de ánimo, el original, sin encubridoras pasiones deportivas. Su madre se estaba consumiendo en un hospital. Ahí en la esquina BOC 2 - IND 3 – 45: 22.
Segundo tiempo Bajó el volumen de la televisión y se fue a la cocina a comer algo. Tenía quince minutos. Sentado y con los codos sobre el hule azul y triste de la mesa, Julián masticaba un sándwich que había preparado sin ganas. El reloj de la pared marcaba los segundos con el mismo tictac de siempre, pero no fue hasta entonces que asoció el ruidito con el paso irremediable del tiempo. «Qué lugar común», pensó. Y aun así, imaginó la cara de la muerte y rezó por su madre. Apoyó la cabeza sobre el brazo y se quedó en silencio un momento. Desde la televisión, ahora con el volumen más bajo, le llegaban voces perfectas hablando de nada. Propagandas de champú, de ropa, de humo, y el tictac, y su madre. Estuvo a punto de llorar, de dejar caer la cabeza contra la mesa, pero volvió a escuchar la voz del relator que lo arrullaba, inmortal. Sí, la voz de aquel hombre era justo lo contrario a la muerte. Julián volvió allivingy subió el volumen. Los jugadores ya estaban parados en la cancha. Señoras y señores, pitazo del árbitro y Boca que juega al fútbol reanudando así el partido.Un partido que está siendo no apto para cardíacos. No le fue difícil distraerse una vez que volvió a sentarse frente a la pantalla, pero igual se obligó a prestar atención al partido, para no pensar. Está para pegarle Riquelme desde la mitad de la cancha de Independiente, zona de diez, ¡atención!, centra Román, ¡pica Silva, pica Silvaaa! ¡Salió mal el arquero! ¡Palo! ¡Gooooooooooool! ¡Gooooooooool! Era imposible. Un empate de Boca a los cinco minutos del segundo tiempo ero lo mismo que no haber hecho nada. Julián dio un golpe en el reposabrazos y blasfemó. ¿Ahora qué? Era más fácil un cuarto de Boca que otrode Independiente.Lo tenían todo a favor. Cosa de locos. Así es el fútbol, era todo de Independiente pero en Boca está todavía Riquelme, y en el arco de Independiente está este chico Rodríguez, que le falta demasiado. «Puta con este Riquelme, anda haciendo un partido bueno de tres y nos tiene que tocar a nosotros. Y esa hinchada de mierda que no se cansa». 52 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
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Cuando a un equipo le dan vuelta el partido de esa forma, la sensación de injusticia y de desequilibrio universalconvierte cualquier queja en un ridículo. La opción es el silencio, al menos los minutos posteriores al gol.Luego la realidad, loca, vuelve a volcarse en el partido. Después está la esperanza, que haceacto de presencia en los corazones postrados con la exactitud del reloj. Tictac, tictac. «Pobre mamá». Y también la capacidad de regeneración y de olvido, que en el fútbol es casi inmediata. Riquelme con la pelota, viene con tiempo para pensar. «¡Sacale la pelota, la concha de tu madre!». Julián se levantaba de su asiento a medida que los jugadores de Boca avanzaban con la pelota. Riquelme largaaaa… ¡No, está habilitado! «¡Sacale la pelota, la concha de tu madre!». ¡Sánchez Miño desde el fondo! Coloca el centro para Silva ¡Ahí estáaaaaa…! «¡No!». ¡Ledesma, Ledesmaaa…! ¡Goooooooooooool! ¡Goool, goool, goool! «¡La concha de su madre!». Lo gritó con más resignación que cólera, mientras se dejaba caer de nuevo en el sillón, ahora sí, abatido. El desastre era completo. Riquelme, solito, ha hecho un pase de novela jugando y rompiendo el offside. ¡Genio! Señores, se levanta La Bombonera, está viva La Bombonera, late La Bombonera. ¡Boca cuatro, Independiente tres! Julián se quedó absorto en el resplandor azul-verdoso de la televisión, adormecido por la voz del relator, por los miles de gritos enlatados que se escuchaban de fondo Y dale Boooo, y dale Boooo!, absurdos. Estamos viendo un partido para el recuerdo, vimos un partido para el recuerdo, porque van cuarentidós minutos del segundo tiempo y Bocadio la vuelta, sí, escucha bien, señora, dio la vuelta un tres a uno. Desde chico, Julián había sentido cierta atracción por las gestas inolvidables. Era capaz de detenerse ante partidos y deportes insólitos solo para comprobar si los sentenciados eran capaces de revolverse contra los hechos. Un equipo modesto contra River, por ejemplo, perdiendo por dos, a veinte minutos del final, era para él un regalo; el niño-Julián, el adolescente-Julián, pegabael rostro a la pantalla atraído irremediablemente por la posibilidad del milagro. Tiro libre para Independiente, minuto cuarentitrés. Sin embargo, no era capaz de apreciarlo del mismo modo cuando el que necesitaba la hazaña era El Rojo. Se viene Independiente. Le va a pegar Omar Ferreira contra el área buscando el milagro. Milagro, qué fea sonaba esa palabra cuando se trataba de Independiente. Julián ahora miraba el partido por fidelidad, sin esperar demasiado de la televisión. En realidad, sin esperar nada de la vida: el fútbol fataliza la introspección. Centra Ferreiraaaa…Que probaran, no tenían nada más que perder. Tuzzio que la bajaaaaaaa ¡Gooooooooooooool!¿Qué? ¡Gooooooooool!. «No, no, no, no», gritó. Ni siquiera sabía por qué negaba, pero debieron 54 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
Papeles Naúfr agos
escucharlo los vecinos de todo el edificio, del primero al último. Nunca antes había gritado un gol así. «¿Buscando un milagro? ¡Comete esa, la puta madre!». Tenía ganas de llorar. ¡Gooooooooool! ¡De Independiente! ¡Ernesto El Tecla Faría! Quedaba un minuto. El relator, un poco más tarde, anunciaba cinco de descuento. «Vamos, carajo…» susurró Julián. Cinco minutos a los que aferrarse no eran muchos. Cinco minutos. Julián no podía escuchar el tictac —«pobre mamá»—, allá lejos, en la cocina, aunque lo mismo hubiera dado que sonara a su lado. Estaba convencido de que algo iba a suceder, y puede decirse que veintidós figuritas sobre la rutilante alfombra verde que arrojaba la pantalla lo habían hipnotizado hasta la paranoia. Sí, cinco minutos eran suficientes. Algo significativo iba a ocurrir, era lo único de lo que estaba seguro. La busca Boca a cinco minutos del final, señores. «¡Vamos, denme la alegría más grande de mi vida, muchachos!».
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El descuento En ese momento de delirio, como si el mundo real hubiese estado celoso y no hubiera podido permitirse quedar del todo excluido, sonó el teléfono. Al principio no pensaba atender. Sin embargo, aunque no hubo premoniciones —simplemente la voz del aparato, intempestiva, que insistía—, sin dejar de mirar la pantalla del televisor ni una milésima de segundo, resoplando, llegó hasta el teléfono y se lo acercó a la cara: Quedan dos minutos, señores. Esto se acaba, se acaba. —¿Hola? —Hola, ¿ Julián Alberdi? La saca Sánchez Miño. La Busca Riquelme. —Sí. Cancha de Independiente, señores —dijo, aún sin apartar los ojos del partido. —Es del Hospital Pirovano. La pierde Boca en el costado derecho. Llamo por su madre. —¿Qué pasó? Van a empatar a cuatro, se va a terminar el partido. ¿Pasó algo? —Bueno… Ojo que Schiavi se hace un lío. ¡Ojo con El Tecla! Fue hace unos minutos. ¡Ahí está! ¡El Tecla! ¡El Tecla! Acaba de fallecer. ¡Gooooooool! ¡Goooooooolde Independiente! Lo acompaño en el sentimiento. ¡Goooool, gooooool, goooooool! No fue capaz de reaccionar de ningún modo. Julián, aturdido, lerdo,había soltado el teléfono con la intención de sacudirse de encima la sensación de irrealidad. Para llorar, también. Le temblaban las manos, las piernas, la voz. ¿Cómo era posible? ¿Podía ser verdad? Lo cierto es que al principio se sintió incapaz de asimilar algo así. Respiró hondo y, ahora más que nunca, no impidió que las lágrimas resbalaran por su mejilla, como cuando era niño. Lo acarició la melancolía, que es el sentimiento predominante del Hombre, aquel que necesitamos enterrar a cada paso yque, con desesperación canina, tratamos de sustituir por la vacuidad de la supervivencia. Entonces sí, sintió la euforia y la locura y gritó con rabia hasta el dolor, para no olvidarse jamás del glorioso momento en queIndependiente, su Independiente, le había ganado a Boca en La Bombonera con un gol en el último minuto.
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Un trayecto puede ser más largo o más corto, dependiendo del espacio a recorrer y del tiempo que tardemos en llegar a su destino. Sin embargo, la mayoría de las veces, la llegada al destino es solo el inicio del febril periplo aventurero. Como somos la sección más impaciente de esta revista, el destino de nuestros microtrayectos se alcanza en apenas instantes, cuando el final sobrecoge inesperadamente al pasajero. Sólo entonces comienza el verdadero desplazamiento; a solas el lector y el cuento, su forzosa sospecha de sentido, la brevedad de la vida, y el desafío que supone llegar a descifrarlo. Redacción a cargo de Carolina Arrieta carolinaarrieta@revistaperiplo.com
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Microtr ayectos
Pluma: Nadia Arenas Pincel: Anna Grimal
Al Final del Túnel El suelo tembló bajo sus pies y, en apenas unos segundos, él quedó sepultado. Envuelto en una oscuridad infinita, pero empujado por su instinto de supervivencia, logró salir de entre los escombros y empezó a caminar por lo que parecía un improvisado túnel con una luz al fondo. Estaba tan ansioso por escapar de allí que avanzó con gran premura durante unos instantes, hasta que un pensamiento le heló la sangre: estaba yendo hacia la luz, como aquellos que van a morir. Presa del pánico, y queriendo huir de su trágico destino, decidió deshacer el camino, alejándose definitivamente de su única salida al exterior.
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Microtr ayectos
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Cine en Rama
Pluma: Nerea Oreja
Cine-en-rama significa plantarse frente al séptimo arte a partir de diferentes puntos de vista. Desde literatura hasta sociología, las ramas de sensibilidad y conocimiento humano enriquecen la mirada sobre aquellas imágenes en movimiento perpetuo. Redacción a cargo de Nerea Oreja nereaoreja@revistaperiplo.com
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Cine en Rama
La euforia shakespeariana:
Trono de sangre o el Macbeth nipón
«La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia que no significa nada». – William Shakespeare, Macbeth
Pluma: Nerea Oreja
Pincel: Luis Paredes
Se habla de la euforia como capacidad para soportar tanto el dolor como las adversidades. Se habla de la euforia como movimiento interior, éxtasis interno del ser humano que lo moviliza o inmoviliza, lo arrebata, lo extrae de sí y, en último término, puede llegar a enloquecerlo, puede llevarlo a comer de «la raíz de beleño, que aprisiona la razón», como temerá Banquo en la famosa tragedia inglesa, cuando las fatídicas hermanas le anuncien la senda de su destino (Shakespeare, 1974: 496). Las próximas líneas tratarán de sumergirse en el oscuro fango de la avaricia y la ambición de poder que llevan a la corrupción del alma humana y a las atrocidades más impensables, tema que goza y ha gozado de enorme salud en creaciones artísticas de muy diversa índole a lo largo de la historia. Y será la euforia, ese ambiguo vocablo, compleja emoción, la que guíe esta urdimbre de victorias, sangre y muerte que las palabras se disponen a tejer. La trayectoria del demonio, senda irrevocable de un destino que jamás podrá cambiar su curso, enmarcará con cánticos fúnebres los límites del telar en el que la diégesis se desarrolla, tanto en el Macbeth teatral como en el cinematográfico.
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Cine en Rama
Podría considerarse unánime la aceptación de Shakespeare como uno de los autores que mejor ha sabido retratar la complejidad del ser humano, la inefable dinámica de su psicología errabunda. Y, ahondando en cuestiones de condición humana, el autor llega a forjar obras que traspasan las barreras de espacio y tiempo, erigiéndose como platónicas semillas inmortales que darán su fruto en el futuro y quedando por siempre dibujadas como machadianas estelas en la mar. Tal es el consejo que Sócrates da a su interlocutor, Fedro:
Así es, en efecto, querido Fedro. Pero mucho más excelente es ocuparse con seriedad de esas cosas, cuando alguien, haciendo uso de la dialéctica y buscando un alma adecuada, plante y siembre palabras con fundamento, capaces de ayudarse a sí mismas y a quienes las plantan, y que no son estériles, sino portadoras de simientes de las que surgen otras palabras que, en otros caracteres, son canales por donde se transmite, en todo tiempo, esa semilla inmortal, que da felicidad al que la posee en el grado más alto posible para el hombre (Platón, 2008: 276e-277a).
Siguiendo la huella shakespeariana, el aventurero observador topará con la ambición, la traición, la sed de mal y poder, la venganza, la ira, todos ellos sentimientos expresados de forma eufórica, desbordante, como medios para soportar el impulso interno, tanto alegre y combativo como afligido y taciturno. La euforia será la materialización de la inagotable capacidad de manipulación que sobre el ser humano imprimen el interior y el exterior en forma de movimiento emocional y de acontecimientos circunstanciales que modelan la forma de su destino, como un Golem que a la larga se vuelve contra su creador. La lucha incansable por el poder es una de las constantes del teatro de Shakespeare. Pero donde este motivo encuentra mayor y más profundo desarrollo es en Macbeth, donde no existen anécdotas que funcionen como accesorios a la narración central, sino que la tragedia se presenta cruda, desligada de cualquier elemento que pueda evadir al receptor de la cuestión primera y esencial. Como afirman Jordi Balló y Xavier Pérez, se trata del «gran argumento sobre los seres sedientos de poder, dispuestos a todo por conseguirlo. Un ansia terrorífica: cuando llegan al placer máximo, a la cumbre de la ascensión, se insinúa el abismo del descenso» (Balló y Pérez, 1997: 208). El ansia, traducida en euforia bélica, conducirá a Macbeth a actuar de forma sanguinaria bajo la fiebre de la ambición y la firme convicción en que su porvenir está escrito en el cosmos. De este modo, el protagonista trágico dibuja una narración estructurada en forma de ascensión y caída en la que la progresiva subida al trono va acompañada de un decrescendo moral del personaje, donde la bondad primera desaparece y, tras el clímax eufórico, la caída se presenta inexorable. La euforia, alimentada por la ambición, es el motor que mueve a Macbeth y lo propulsa hacia la condición de rey de Escocia. Del mismo modo, ese eufórico ímpetu inicial, expresión del gozo interior del personaje, que lo lleva a salirse de sí y a arrasar con todo lo que en su camino se interponga para lograr el objetivo último, irá progresivamente mutando en febril
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locura cuando el remordimiento, el miedo y los fantasmas acechen a cada instante al nuevo rey. La estructura de subida y bajada ha sido considerada como metáfora sobre la pérdida del paraíso, ya que en ella alberga la ambición humana que impulsa al hombre al desafío del rey-Dios, fracasado al fin, como no podía ser de otro modo, y abocado a la expulsión o, en el caso shakespeariano, al derrocamiento y la muerte. La sed fáustica de absoluto conduce al antihéroe a la victoria y a la derrota sucesivamente, haciendo de él un mero títere del destino augurado por las maléficas brujas, sirvientas de su reina, Hécate. La eufórica ambición y la megalomanía humana fueron inmortalizadas por el dramaturgo isabelino, convertidas en motivos atemporales y, tal vez, míticos, ya que desafían la historicidad del tiempo y el lugar, y se extienden de forma flexible a la heterogeneidad que los acoge y moldea. Tal sería el caso de Trono de sangre (1957) del japonés Akira Kurosawa, quien tomó el espíritu macbethiano como eje central de este filme de libre adaptación. La libertad que se le asigna en la traslación del código teatral al cinematográfico se refiere a la variación que el director nipón le imprime al original, si bien el espíritu de este subyace de forma notable en el film. A este respecto, resulta interesante prestar atención a la sentencia que Pere Gimferrer lanza sobre la producción de Kurosawa:
La película de Kurosawa, aunque ciertamente es una adaptación muy fiel de la pieza de Shakespeare, y, lo que es más, obtiene sin lugar a dudas, por vías muy peculiares, una atmósfera shakespeariana, salta a la vista que, por más que la obra sea seguida escrupulosamente, la trasposición al mundo japonés y la adopción de una estética cercana a veces al teatro Noh deben situar a esta cinta en un plano parecido al de una versión libre, ya que los elementos visuales son en ella tan llamativamente excéntricos respecto a la visión occidental de Shakespeare que crean una sensación de libertad extrema equivalente a la de una adaptación modernizada, si bien el resultado es en verdad fiel al espíritu de la tragedia inglesa (Gimferrer, 2005: 114-115). La unión de fidelidad y creatividad por la que Kurosawa apuesta en su filme, unida al mantenimiento de un shakespearianismo espiritual indudable, ha sido compartida por diversos autores que no han temido al teatro como elemento estructurador central, sino que lo han acogido en el seno cinematográfico para moldearlo sin perder su esencia configuradora. No debe olvidarse, a este respecto, la aceptación de que la principal aportación, en opinión de algunos críticos, del cine sonoro ha sido el redescubrimiento de los elementos dramatúrgicos. Trono de sangre se filma con un verdadero sentido del cine, pero sin dejar de lado el teatro, medio inicial de la tragedia que le va a servir como epicentro diegético. Kurosawa, por tanto, opera su propia alquimia sobre una creación representativa del arte dramático occidental y la convierte en propicia para la expresión de una realidad sumamente alejada de aquella a la que en un inicio servía. La historia precinematográfica, anclada en la Escocia medieval del siglo XI, se extiende y llega hasta el Japón feudal del siglo XVI, adoptando en la traducción la forma del relato sobre samuráis que, al mismo tiempo, PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 63 •
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da un giro al mostrar una ambición individual y no un arrebato motivado por el código honorífico al uso. En este sentido, la adaptación sería doble, ya que por un lado tendríamos la recodificación del teatro en cine y, por otro, la remodelación del contenido de occidente a oriente. Por ello, los visos de intertextualidad parecen quedar claros en la creación del cineasta japonés. Se ha mencionado anteriormente la fuerte presencia que el teatro tiene en este filme, a pesar de construirse bajo el sello de una visión puramente cinematográfica. La aportación del teatro clásico japonés, también conocido como teatro Noh, se presenta a modo de hieratismo, de minimalismo en el movimiento de la cámara, de los espacios casi vacíos que Kurosawa propone a modo de escenario. Esta forma teatral otorga al filme un aura de misterio e inquietud que casa a la perfección con la temática del drama inglés, pero que a su vez le imprime una nueva perspectiva, más intimista y reflexiva, aspectos que quedan reforzados por la banda sonora, cortesía de Masaru Sato. La elección del blanco y negro, con matices en gris, ha sido interpretada como apoyo a esa interioridad que quiere lograrse con la inmovilidad, acercando la estética del filme al expresionismo como modo de mostrar más el movimiento interior del personaje que su impresión de la realidad.
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A pesar de las variaciones formales y de contenido, la esencia del drama original sigue presente en la creación nipona, con la ambición, la traición y el ansia de poder,una vez más, como ejes centrales de la narración. La euforia de la que respecto a Macbeth se ha hablado encuentra su paralelo en el personaje de Taketori Washizu, valeroso samurái que sirve y posteriormente traiciona a su señor. El estatismo de la estética no impide mostrar el proceso psico-emocional del protagonista antiheroico, que asciende y desciende dantescamente en el camino hacia un trono de sangre logrado a base de sangrientos asesinatos y desintegración moral. La euforia inicial de una posible victoria, profetizada por la extraña anciana que gira una rueca en el bosque de las telarañas, lleva a Washizu a la pérdida de su bondad inicial y al seguimiento exhaustivo de las predicciones que, estando junto a su amigo Yoshaki Miki, aquel espíritu maligno le hizo. La repetición del ciclo shakespeariano de la fatal euforia, principio y fin de todos los males, lleva a plantear una estructura circular en Trono de sangre, posiblemente simbolizada por la rueca que la anciana gira y que, al mismo tiempo, remite a las Parcas que hilan el destino, señalando a su vez, en un plano más abstracto que el del filme, el hecho de que la historia de la humanidad siempre se repite, una y otra vez, y seguramente casi nunca para bien. El simbolismo, por tanto, remitiría al carácter cíclico de las tragedias humanas, también representado en la capacidad de volver al drama inglés y remodelarlo como drama japonés, sin dejar de mantener siempre vigente su validez universal. Se habla de la euforia como capacidad para soportar tanto el dolor como las adversidades. Se habla de la euforia como movimiento interior, éxtasis interno del ser humano que lo moviliza o inmoviliza, lo arrebata, lo extrae de sí y, en último término, puede llegar a enloquecerlo. La euforia se erige, materializada en las formas artísticas que Shakespeare y Kurosawa, autores tan alejados en el tiempo y el espacio, nos presentan, como emoción universal arraigada en lo más hondo de la condición humana como motor de sus más amables y horrendos actos. En fin, podría decirse que la euforia se ha convertido para el arte en un modo de proceder y de entender al objeto principal de su creación: la semilla inmortal del ser humano y sus pasiones.
Ω ––– Bibliografía BALLÓ, Jordi y PÉREZ, Xavier. La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine. Barcelona: Anagrama, 1997. GIMFERRER, Pere. Cine y literatura. Barcelona: Seix Barral, 2005. PLATÓN. Fedro. Barcelona: RBA, 2008. SHAKESPEARE, William. Obras Completas. Vol. II.Madrid: Aguilar, 1974. Filmografía KUROSAWA, Akira.Trono de sangre. 1957. PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 65 •
Microtr ayectos
Sar a Lew
Catarsis Todo da vueltas. O tal vez soy yo la que gira sin cesar cual derviche poseído por la música del silencio. La soledad es tan gratificante cuando baila conmigo... Esa alegría muda se apodera de mis labios, que esbozan una sonrisa. El sol se cuela por la ventana de mis ojos provocando destellos de luz que iluminan la habitación, y mi alma. Todo recupera su sitio y yo el mío, frente al teclado. Ya estoy preparada para escribir.
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¿Qué son los Audiotrayectos? Nada más y nada menos que la transmisión oral de los textos literarios publicados en la revista. Todos ellos se convierten en literatura vociferada. La oralidad nos permite narrar, producir, sentir por medio de la voz, seguir conquistando canales sensitivos, hablar con los oídos. Con los audiotrayectos volvemos a los orígenes, a las fuentes, a jugar a ser juglares otra vez. Redacción a cargo de Dirección General direcciongeneral@revistaperiplo.com
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Legados es un espacio para hacer una revisión de diferentes biografías que personifiquen cada uno de los temas tratados. Así, veremos aquí planteamientos de vidas paralelas y comparadas, o ejemplos en solitario de aquellas figuras con una trayectoria singular. Una bitácora vital de rastros apasionados. Redacción a cargo de Daniel Ruiz Luján danielruiz@revistaperiplo.com
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Legados
Oscar Wilde Un Ícaro decimonónico
Pluma: Her aclio Castillo
Pincel: Alejadr anda Fernández
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ensar en la euforia es acercarse (sólo un poco) a la idea de felicidad. Mientras esta se esfuma en un instante, la euforia se prolonga de forma indefinida con el riesgo de caer en cualquier momento. «Jugar con fuego» podría ser una expresión ad hoc si pensamos en el riesgo de vivir al límite, con la adrenalina recorriendo cada poro y, al mismo tiempo, mirar desde lo alto el abismo sobre el cual caminamos. Es el vértigo. La posibilidad de que el presente se derrumbe. En el mundo de las letras pocos han sido quienes, en vida, han disfrutado de las mieles del éxito. Uno de los casos más llamativos (y recurrentes entre los estudiosos) ha sido el de Oscar Wilde. Hay quienes, como José Emilio Pacheco, en el prólogo a La balada de la cárcel de Reading, aún se preguntan por qué el escritor de origen irlandés se obstinó en vivir, en vez de escribir, su propia tragedia (Wilde, 2010b). Su juicio fue algo más que eso: fue el símbolo de una divergencia ideológica de las que hacen época. La sociedad europea había conseguido hacer ilegal no sólo un acto, sino un estilo de vida (Zanotti, 2010). Tras cautivar a la sociedad de finales del siglo XIX (en ambos lados del Atlántico), en la cumbre de su talento tuvo al mundo a sus pies. Sin embargo, su propio mundo se convirtió en una tragedia, por muchos atribuida a Lord Alfred Douglas, Bosie, el hijo más joven del Marqués de Queensberry. ¿Qué historia hay detrás?, ¿qué misterio aguarda en sus últimos escritos? Contrastes. Quizás un poco de resignación. Pero una vida intensa, llena de matices. Una personalidad con el peso de su historia. PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 69 •
Legados
El ascenso Nacido en Dublín el 16 de octubre de 1856, Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde, El Apóstol del Esteticismo, fue un personaje polémico de la Europa de finales del siglo XIX, incluso desde la publicación de sus primeros escritos. En el poema Ravenna, que recibió el Newdigate Price en 1878, ya se apreciaba esa inclinación por la cultura griega que se materializó en obras posteriores. Años más tarde, y ya establecido en Londres, reunió sus escritos en Poemas, publicado en 1881, el cual tuvo un éxito tal que las cuatro ediciones de ese año se vendieron prácticamente en semanas. El verano de 1881 también marcó un punto de partida en el ámbito de la dramaturgia. Junto a Algeron Swinburne, Whistler y Frank Miles, Wilde creó los personajes de la obra Patience, representada en el Teatro Savoy cada noche. De esta experiencia se publicó una caricatura en Punch, donde se caracteriza a Wilde sosteniendo un lirio y ataviado con un traje medieval. No obstante, el mismo periódico satírico definió a Wilde en 1883 como una mary-ann, enésimo apodo para prostitutas y homosexuales (Zanotti, 2010). Hacia 1884 salió a la luz Poemas en prosa, que tuvo muy buena acogida entre el público. Al respecto, Carlo Pellegrini, el principal caricaturista de Vanity Fair, realizó un «retrato de dandy» del escritor irlandés. Dicha publicación era la revista de los famosos de la Inglaterra victoriana y eduardiana; ser caricaturizado en ella equivalía poco menos que a ser canonizado (Zanotti, 2010). Ese retrato da una idea de la dimensión de Wilde: aunque ya era muy famoso, lo era casi exclusivamente por su comportamiento controvertido, no por sus obras, pues estas prácticamente no existían. El Wilde de Vanity Fair, de apariencia satisfecha y con una expresión de euforia, tiene también el aspecto de un muñeco gordo y fofo con el que pronto la Inglaterra respetable empezó a jugar a los médicos, aunque será años más tarde, en la cumbre del éxito, cuando los ojos de la sociedad victoriana se posen en el escritor. El vuelo La vida londinense fue el espacio idóneo para desplegar un colorido plumaje de extravagancia. Wilde vestía calzón corto, claveles verdes en el ojal y se había declarado fan de girasoles y azucenas. Así entró en el mundo de la popularidad. Tras una gira por Estados Unidos entre 1881 y 1882, al año siguiente se instaló en París, donde su asimilación decadentista y actitudes estereotipadas alcanzaron grados insospechados. 70 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
Legados
En los cuatro años posteriores Wilde se casó con Constance Mary Lloyd, y luego nacieron sus hijos Cyril y Vivian, lapso en el que surgieron los primeros rumores de su homosexualidad. Hacia 1887 llegó a ser director de la prestigiosa revista The Women’s World. En adelante cosechará éxitos con El Príncipe Feliz y otros cuentos (1888), que marcó el punto de ascenso en su carrera literaria; La decadencia de la mentira (1889), El retrato de Mr. W.H. (1889) y ya en 1890, El retrato de Dorian Gray, que constituirá su gran triunfo literario, además de ser su única novela. Sus escritos posteriores, además de granjearle la ovación de la Inglaterra de su tiempo, lo consolidaron como uno de los grandes estetas del mundo moderno. En la lista destacan títulos como El crimen de Lord Artur Saville y otras historias (1891), Intenciones (1891), Una casa de granadas (1892), Frases y filosofías para uso de la juventud (1894) y su gran poema La esfinge (1894). A la par de estos éxitos, los teatros de la Inglaterra victoriana representaron con lleno total El abanico de Lady Windermere (1892), Un marido ideal (1895), La importancia de llamarse Ernesto (1895), Una mujer sin importancia (1895) y Salomé, aunque esta última no fue estrenada hasta 1896, pese a haber sido publicada en 1892. Si se mira de este modo, parecen cinco años de gran productividad literaria. También fueron años de una vida intensa, aunque llena de altibajos. Wilde llevó a la práctica una de sus máximas mejor que nadie: «El dandismo es la afirmación de la absoluta modernidad de la belleza» (Wilde, 2010a: 41). Pero ¿qué es un dandy? De acuerdo con Paolo Zanotti, «la reconstrucción de la figura aristocrática en el ámbito artístico se resume en un personaje: el dandy» (Zanotti, 2010: 45). A este tenor, el dandismo es un culto al yo que implica convertirse en un ser elegante, alérgico al trabajo, autosuficiente, estéril, elegantemente frío. A finales del siglo XIX, cuando ir por la calle rasurado
podía ser un indicio de afeminamiento, interpretar al pie de la letra estas indicaciones era una clara provocación al ideal normativo de masculinidad, por lo que el gusto de los estetas fue calificado como un indicio de degeneración. Wilde llevó al extremo este «ser dandy». Se codeó con actrices, músicos, poetas, artistas de élite. Asistía al teatro, a los cafés; siempre en compañía de jóvenes admiradores, deslumbrados por su pose afectada, su refinamiento, la elocuencia de su conversación (imposible resumirla en sus aforismos). Esa pose que podríamos denominar camp en su tiempo fue asumida como parte de la pose estética que tanto había cultivado el escritor. El término designaba gestos enfáticos y teatrales, especialmente de homosexuales, aunque Susan Sontag define lo camp como «una variante de sofisticación, una visión irónica de la vida entendida como una representación basada en la transformación sistemática de lo serio en frívolo y de lo frívolo en serio» (Sontag, 1996: 372). Una de las principales características de lo camp, según Sontag, es ironizar sobre sí mismo, además de hablar cifrado, típicos dispositivos necesarios para reconocerse entre iguales sin exponerse demasiado. En Wilde hay numerosos ejemplos: el clavel verde en PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 71 •
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el ojal (y que remitía al grupo de los Uranistas), el gusto excesivo por la decoración y los menesteres de un hogar, y en su escritura, alusiones a una Grecia clásica donde hombres mayores compartían el lecho «intelectual» con jóvenes de su mismo sexo, como en El retrato de Dorian Gray, al comparar a Dorian con Antinoo, una clara referencia homosexual al ser este el amante del emperador Adriano y que fue «una de las piedras de toque» de la belleza gay en ese período (Zanotti, 2010: 50). Respecto a su única novela, Wilde expresó en una ocasión que «Basil Hallward es lo que yo creo que soy; Lord Henry, lo que el mundo cree que soy; Dorian es lo que yo quisiera ser» (Calloway and Colvin, 1997: 66). Sin embargo, El retrato de Dorian Gray fue un parteaguas en su vida personal también. En junio de 1891, poco después de la publicación de la novela, conoció a Lord Alfred Douglas, Bosie, el hijo más joven del Marqués de Queensberry. Bosie presumía, con un dejo de admiración, de haber leído El retrato de Dorian Gray al menos catorce veces. Wilde, impactado y atraído por la personalidad de Bosie, se ofreció para ayudarlo como tutor. Poco a poco, la intimidad entre ambos llegó a una intensidad tal que Wilde comenzó a llevar una vida doble. Alquilaba habitaciones secretas con el propósito de continuar su labor literaria, y aunque es verdad, también aprovechaba esos espacios para hacer «menos públicos» sus amoríos, entre los que se cuentan Robert Ross y John Gray, por mencionar algunos. Disfrutando de su éxito, y abrumado por el vasto ingreso que le brindaban dos de sus más brillantes dramas, Wilde se dedicó a disfrutar de la fama. Desempeñó un papel como mecenas y se rodeó de jóvenes poetas, escritores, pintores y sibaritas, a quienes compraba con regalos y dinero para que le dedicaran halagos. Fue una época del «lujo por el lujo» (parafraseando una de sus principales máximas: «el arte por el arte»). No obstante, hacia 1893 ya se veían las nubes de una tormenta que arrasaría con todo. La caída Aunque era imposible vivir con Bosie, este se convirtió en la parte central de la vida creativa de Wilde, quien consideraba que el carácter destructivo (y autodestructivo) de Bosie algún día podría ser transformado en algo más fino. Convencido de que la vida podía ser una imitación del arte, asimiló el papel de su propia creación en un drama destinado a descender rápidamente de una comedia a una tragedia.
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Legados
Mientras la pareja seguía empeñada en una relación tormentosa, el mundo a su alrededor se resquebrajaba sin que ellos lo percibieran. A mediados de 1984, el Marqués de Queensberry, preocupado por la íntima amistad que unía a su hijo con el escritor, decidió tomar medidas al respecto, por lo que se presentó en la casa de Wilde para acusarlo de corromper a su hijo. En respuesta, el escritor lo echó de su casa y prohibió a la servidumbre permitir que «el bruto más infame en Londres» entrara a su casa de nuevo. Ese hecho marcó la caída abrupta en la carrera de Wilde (Callway and Colvin, 1997: 77). El drama estalla cuando Wilde entabla una querella contra el Marqués porque este había insultado en una tarjeta al escritor: «A Oscar Wilde posando como somdomita (sic)» (Zanotti, 2010: 51). Tal acción dio lugar a una serie de juicios que derivaron, en 1895, en una condena al escritor de dos años de trabajos forzados, a pesar de la elocuente defensa que presentó Wilde. La prisión supuso un tremendo calvario para el esteta, quien aceptó todo como la escena final de un drama; no como una penitencia, sino como una catarsis. Disciplina y regularidad fueron palabras clave en la vida carcelaria de Pentonville, Wandsworth y Reading. Cuando no estaban trabajando o comiendo, los prisioneros se mantenían en sus celdas y eran conocidos sólo por el número de las puertas (Oscar Wilde fue conocido en el interior como «C.3.3.», es decir, pasillo 3, celda 3). Trabajaban como animales. Ninguno fue «reformado»: no estaban ahí con ese propósito, sino para ser castigados. Seguir a Wilde a través del sistema penitenciario parece una indiscreción, pues el orgullo que tanto había ostentado por las calles de Londres, cuando tenía el mundo a sus pies, se degeneró bajó el régimen opresivo de la cárcel. Pero el mayor castigo del esteta fue estar encerrado lejos del mundo, ignorado y olvidado. La catarsis Al salir de prisión en 1897, Wilde abandonó Inglaterra para no volver. Tras su estancia en prisión escribió dos de sus mejores obras: Epistola in Carcele et Vinculis (mejor conocida como De Profundis, aunque no fue publicada hasta 1905) y La balada de la cárcel de Reading (1898). El resto de su vida transcurrió entre viajes, su ruptura con Bosie, un cambio de nombre (en adelante se llamaría Sebastian Melmoth) y una vuelta a los placeres del cuerpo. Una vez concluida La balada de la cárcel de Reading, vagabundeó por París, con la singularidad cada vez más alta y notable de ser quien era: el escritor vilipendiado y
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admirado, el príncipe de la decadencia; y también su condición de marginado excelso, de proscrito, de apátrida, de homosexual. Oscar Wilde murió en París el 30 de noviembre de 1900. No obstante, en sus últimos momentos conservó su dandismo. Es conocida su frase en el lecho de muerte: «O se va el papel tapiz o me voy yo». La muerte de Wilde fue una liberación de una vida que se había vuelto insoportable. Su final fue curiosamente simbólico, pues incluso escribió un epigrama que reúne todo su pensamiento: «Hice del arte una filosofía, y de la filosofía, un arte; alteré las mentes de los hombres, y el color de las cosas; levanté la imaginación de mi siglo de modo que creé mitos y leyendas a mi alrededor; resumí todo en una frase, toda la existencia en un epígrafe: lo que sea que toqué lo hice hermoso» (Calloway and Colvin, 1997: 105).
____ Bibliografía CALLOWAY, Stephen y COLVIN, David. Oscar Wilde. An exquisite life. New York: Welcome Rain, 1997. SONTAG, Susan. «Notas sobre lo “camp”». Contra la interpretación. Madrid: Alfaguara, 1996. WILDE, Oscar. Cuentos completos. México: Espasa Calpe, 2000. —. Ensayos y artículos. Barcelona: Edicomunicación, 1999. —. Espejos de bolsillo. Aforismos selectos de Oscar Wilde. México: Quimera Ediciones, 2010a. —. La balada de la cárcel de Reading. México: Quimera Ediciones, 2010b. 74 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
Microtr ayectos
Pluma: Rubén Rojas yedr a Pincel: Jenny Castellanos
Residencia de ancianos Los enfermeros sueltan las pastillas sobre mi boca —grande, abierta— y en los jardines brotan flores terciopelo. Aquí todos tenemos una historia, la mía es esta: alargo el brazo para tocar los pétalos —son suaves— y caigo de mi silla de ruedas sobre una alfombra de burbujas. Al fondo del jardín solar nace el volcán Xixabangma y todo este espléndido sitio vibra porque ha entrado en erupción y vamos a morir todos bajo una lava verde... ¡Pero yo no quiero huir! He dicho espléndido sitio, y no exagero. Cualquiera puede venir y comprobarlo, si hace caso de todo lo que le dicen. Repito, si hace caso de todo... Me he caído, y ahora puede ocurrir: 1) que la gran mosca dirigible me aúpe por los pasillos de la residencia; 2) que sean las 12 y acabe la hora del paseo; o 3) absolutamente nada.
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El escuadrón estrictamente humanista del barco propone una sección para ensayarlo todo, a la manera de Montaigne. πανοπλία, panhoplon. Pan, todo y hóplon, armas: una panoplia es un conjunto de armas. Con el espíritu de la insasiable curiosidad, aquí se adentrará en los temas con una armadura humanista, un arsenal variado e infalible que procurará dar pinceladas plausibles de una visión flexible del mundo. Ensayos transversales en tiempo, espacio y disciplina; aproximaciones interartísticas e interdisciplinares que buscan dilucidar parcelas de la humanidad. Ahora un arma, ahora un escudo que intentan ofrecer una coraza de sensibilidad ante la vida valiéndose de todo lo que pueda denominarse humano. Redacción a cargo de Víctor Bermúdez victorbermudez@revistaperiplo.com
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Panoplia
De la Euforia a la Angustia
Pluma: Mariano Cruz
Pincel: Amalia Mor a
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n 1870 el joven Nietzsche regaló a Cósima la reconciliación con la naturaleza. En las romerías Wagner un pequeño ensayo que había escrito de Dionisio, el ser humano se transforma en potencia durante los meses de verano. El texto tenía artística. En la obra de arte de la naturaleza: un título emocionante, La visión dionisíaca del En la embriaguez dionisíaca, en el mundo, y formaba parte de los preparativos de impetuoso recorrido de todas las escalas lo que iba a ser su primer libro, con tan sólo 27 años, anímicas durante las excitaciones El origen de la tragedia. narcóticas, o en el desencadenamiento de Esas páginas transmiten ideas que, aunque hoy los instintos primaverales, la naturaleza se nos son familiares y no faltan en ningún manual de manifiesta en su fuerza más alta: vuelve a estética, en su día sonaron extrañas, escandalosas y juntar a los individuos y los hace sentirse revolucionarias, y cuyas consecuencias para el futuro como una sola cosa, de tal modo que el de aquel joven profesor aún hoy nos asombran. principium individuationis aparece, por así Nietzsche escribió en ese ensayo sobre la doble matriz decirlo, como un permanente estado de del arte griego. Sobre Apolo, que es el dios del sueño, y debilidad de la voluntad. Cuanto más sobre un escultor que comienza a soñar una vez su obra decaída se encuentra la voluntad, tanto ha sido extraída de la piedra. Habló de Dionisio, que más se desmigaja todo en lo individual; es el dios de la embriaguez, del éxtasis, del olvido de sí. cuanto más egoísta, arbitrario es el modo El que propicia la ruptura del principium individuationis, como el individuo está desarrollado, tanto
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más débil es el organismo al que sirve. Por esto, en aquellos estados prorrumpe, por así decirlo, un rasgo sentimental de la voluntad, un «sollozo de la criatura» por las cosas perdidas: en el placer supremo resuena el grito del espanto, 1os gemidos nostálgicos de una pérdida insustituible (Nietzsche, 1997: 235). Los dioses griegos no son obra de la indigencia. «No los ideó un ánimo estremecido por la angustia» (Nietzsche, 1997: 237). No hay «deber», «ascetismo» o «espiritualidad» en la religión griega. Todo lo contrario, se celebra en ella la vida en su aspecto más saludable, juvenil, lujurioso, despreocupado, deportivo, carnal; el puro nervio de la existencia. Una vida sin dolor, sin vejez, sin decadencia, una vida siempre en plenitud que no conoce los episodios oscuros de la existencia. En sus dioses, los griegos inventaron una pasión y una energía inextinguibles, una sexualidad inmortal, una moral sin resentimiento. Los dioses griegos, como la naturaleza, son crueles sin ser malévolos. A ellos les están vedadas las «grandes pruebas del espíritu» que estigmatizan la vida humana: «El griego conoció los espantos y los terrores de la existencia, mas, para poder vivir, los encubrió: una cruz oculta bajo rosas, según el símbolo de Goethe. Aquel Olimpo luminoso logró imponerse únicamente porque el imperio tenebroso del Destino, el cual dispone de una temprana muerte para Aquiles y de un atroz matrimonio para Edipo, debía quedar ocultado por las resplandecientes figuras de Zeus, de Apolo, de Hermes, etc.» (Nietzsche, 1997: 237). Pero esta vitalidad de la religión griega no es sino una medicina, un fármaco contra la angustia. La realidad establece que el ser humano está sometido al juego de las edades y que el curso de la vida no es sino, en palabras de Francis Scott Fitzgeral, «un lento proceso de demolición». Nos dirá Nietzsche que el culto griego de los cuerpos en plenitud procede, es la consecuencia de la profunda sabiduría del pueblo griego. Una criatura de los bosques, Sileno, revelará a los mortales, en efecto (Nietzsche resume su encuentro con Midas, tal y como es relatado en la Biblioteca de Apolodoro): «Lo mejor es no existir, lo mejor en segundo lugar morir pronto» (Nietzsche, 1997: 237). Este diagnóstico sobre la naturaleza de la existencia humana es común al de Buda, por ejemplo. Las diferencias entre ambos se dan en la cura, en el tratamiento. El budismo
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persigue todo lo que nos aleja de una vida terrenal como tal, todo vínculo con lo carnal y mundano, en favor del asesinato del yo a través de la meditación, para extinguirse finalmente en el nirvana. Dionisio, por su parte, enseña a los griegos a amar la vida a través de esa imagen del cuerpo en su estadio de plenitud juvenil que representan los dioses olímpicos. Paradójicamente, en ambos casos se persigue combatir el principium individuationis. La religión griega es un velo. Pero en la romería dionisiaca se canta, se canta para olvidar que uno es uno: «En muchedumbres cada vez mayores va rodando de un lugar a otro el evangelio de la “armonía de los mundos”: cantando y bailando manifiéstase el ser humano como miembro de una comunidad superior, más ideal: ha desaprendido a andar y a hablar» (Nietzsche, 1997: 232). Apolo es el que pinta la verdad con la apariencia de lo imperecedero, de lo eternamente joven. Mientras Dionisio trae la verdad del desgarro, de la herida. Del acuerdo entre ambos nacerá la tragedia. Cuando el éxtasis dionisiaco abandona al iniciado y la embriaguez se disipa, cuando la realidad precaria de la existencia humana vuelve a penetrar por sus poros, sobreviene la náusea. Estamos contemplando el absurdo de una existencia sometida a la necesidad de que todo lo vivo decaiga; la energía de los cuerpos ha de transformarse en impotencia, la razón en resignación: «En la consciencia del despertar de la embriaguez ve por todas partes lo espantoso o absurdo del ser hombre: esto le produce náusea. Ahora comprende la sabiduría del dios de los bosques» (Nietzsche, 1997: 244). Náusea, absurdo y angustia, tres conceptos angulares
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del existencialismo plasmados en todo su sentido en este de texto de Nietzsche, casi desconocido hasta principios del siglo XX. Tres nociones que cuajan a partir de la racionalización de la euforia dionisiaca en la dialéctica socrático-platónica. Ya Kierkegaard, de quien se cumple este año el bicentenario de su nacimiento, justo el año del nacimiento de Nietzsche, había publicado un libro sobre el concepto de angustia. Se habla en él de angustia como temblor de la fe y la libertad, como un resonar de la nada, en unos términos que recogerán posteriormente Heidegger y Sartre en Ser y tiempo y El ser y la nada, respectivamente. La función de la tragedia será, para los hombres que vencieron la amenaza de la esclavitud, para la generación de Salamina, la de «transformar aquellos pensamientos de náusea sobre lo espantoso y lo absurdo de la existencia en representaciones con las que se pueda vivir: esas representaciones son lo sublime, sometimiento artístico de lo espantoso, y lo ridículo, descarga artística de la náusea de lo absurdo. Estos dos elementos, entreverados uno con otro, se unen para formar una obra de arte que recuerda la embriaguez, que juega con la embriaguez» (Nietzsche, 1997: 44-46). El arte trágico de Esquilo y Sófocles será la expresión de esa vida vivible, pero por ello mismo será una expresión sublimada. Habrá menos verdad, la realidad se transformará en un enigma, pero el hombre no debe convertirse a su vez en un investigador si no quiere estropear el remedio al sufrimiento y redescubrir lo absurdo que viene a dulcificar. La única transcendencia posible será la justicia impartida por los dioses olímpicos.
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Arribamos aquí a una de las tesis famosas de este joven Nietzsche (que como tantas otras suyas será a su vez «robada» por Freud unos años después): la actividad artística como sublimación de la angustia por el absurdo de la existencia. Esta misión se consigue a través del drama trágico, una visión imperfecta y doméstica del éxtasis dionisiaco, en la que el pueblo fundido en una sola alma ha sido sustituido por el coro de la tragedia, cuyo mensaje será: vivir el absurdo a través de su representación artística es superarlo, domesticarlo. La imagen del horror nos libra del horror real. Toda la vida se transformará en su apariencia. Dionisio quedará definitivamente domesticado por Apolo. La existencia será intelectualizada para hacerla soportable y el espectador de entre el pueblo contemplará sentado en las gradas del teatro al hombre descifrador de enigmas que acaba descubriendo lo que no desea. En el existencialismo filosófico, de Kierkegaard a Heidegger y Sartre, los tres conceptos, náusea, absurdo y angustia, han perdido su contexto heroico. El malestar en la cultura del siglo XX es banal, la religión se ha esfumado y las guerras son indignas. Se habla mucho del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial, pero la primera se cobró la vida de un millón de jóvenes británicos en las trincheras y en los llanos fangosos de Francia y Bélgica. La propia patria de Sartre contó millón y medio de muertos y Rusia y Alemania probablemente el doble cada una. Largo sacrificio a cambio de tan poco. Los jóvenes europeos fueron a la guerra por lo contrario de lo que fueron los hombres de Salamina. Ya no habrá más heroísmo en literatura, a pesar de la cantidad de buenos escritores que la guerra se cobró: Apollinaire, la promesa de Jacques Vaché… En lo sucesivo, para la filosofía existencial, náusea, absurdo y angustia serán padecimientos de la conciencia pura, del individuo libre y solo, de esa voluntad tanto más débil cuanto más se afirma, cuanto más aislada, como ha escrito Nietzsche en su texto. La existencia es una tarea, no una esencia dada como la de las cosas. Para Heidegger, sobre el horizonte de la muerte, la temporalidad, la finitud, aparece la nada. Y con ella la experiencia de la angustia. Pero esta experiencia es la que nos otorga el don posible de una vida auténtica. Frente a la mediocridad, el dejarse llevar, la masa, la asfixiante cotidianeidad; el salto rebelde hacia la propia elección. La existencia auténtica se hace eligiéndose, buscando sendas perdidas. Abrazar la libertad es el único consuelo del ser para la muerte que somos. La aventura de la vida es una tarea de solitarios, de conciencias aisladas, asediadas por la nada. En Sartre, la conciencia es conciencia de la nada también, la existencia es algo gratuito y sin sentido. No hay la más mínima transcendencia, no hay dioses, sólo pura contingencia. A falta de Dios será la conciencia la encargada de donar sentido a la vida. Pero ya se ha dicho que es de la nada de lo que somos conciencia. Se apela de nuevo a la libertad, pero en un sentido más radical si cabe. Una absoluta libertad que tiene como reverso una absoluta responsabilidad. Y es esta responsabilidad del ser humano la que introduce la angustia. Sin reglas, sin consuelo espiritual, solos con nuestra libertad, conciencias aisladas una vez más,
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nos espera la náusea. El absoluto estupor ante el silencio de los objetos, de todo lo que no es la propia conciencia. Antoine Roquentin, el protagonista de La náusea, ha descubierto en qué consiste la existencia. La sensación de lo que no puede explicarse. Lo que se puede explicar, como una figura geométrica, no necesita existir. Lo que existe no puede ser explicado, es arbitrario y absurdo. Es la absoluta contingencia: «Todo es gratuito: este jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega a comprenderlo, se le revuelve el estómago y todo empieza a flotar, como la otra noche en el Rendez-vous des cheminots; eso es la Náusea» (Sartre, 2011: 105). Dionisio nos proponía el olvido de nuestras debilidades humanas a través del cante, el baile y la narcosis. La filosofía existencialista, por el contrario, entiende que la autenticidad como sustancia de la vida comienza cuando se asumen la conciencia de la nada y la angustia, a partir de las cuales el sujeto se revela como libre, asumiendo la responsabilidad y el compromiso con el otro. Una vida consciente a partir de la revelación de las verdades de la existencia, una verdad que no se encuentra en el vino de Dionisio, ni en el éxtasis de las coribantes, ni en los cantos y ditirambos, sino en cierta integridad moral dentro de la precariedad de la condición humana. Hace mucho que se disiparon las fiestas en honor del dios extranjero. El teatro ya no se coloca bajo su patrocinio. A estas alturas poco queda ya de Dionisio, que ha sido vencido en el sinsentido de los campos de batalla. La euforia de los soldados es muy distinta de aquella que poseía a los coros de la hermandad del patrón de los bosques. Tal vez su canto se oiga lejano para unos pocos iniciados en medio de la catástrofe de la guerra eterna. ____ Bibliografía Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia, Madrid: Alianza Editorial, 1997. Sartre, Jean-Paul. La náusea, Madrid: Alianza Editorial, 2011.
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Kalós bella éidos imagen scopéo observar. La bella imagen siempre ha sido objeto de placer para el ser humano. La belleza se reconoce visualmente y tiene la capacidad de fascinar, de atrapar al humano con un lazo invisible: la vista. Caleidoscopio se ofrece como una sección que albergue un elemento hedónico al barco de Periplo, basada en una premisa básica: tenemos que volver a un estado de inocencia visual para apreciar nuestro mundo. Aquí se adentrará al tema central mediante el arte fotográfico, prestándose así para una reflexión visual que rebase las letras y permita explorar otros espacios sensoriales de la experiencia humana. Redacción a cargo de Yanire Fernández yanirefernandez@revistaperiplo.com
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Synesthésie Paula G. Furió (Valencia, 1987)
Esta serie es el resultado de una reflexión y búsqueda de la situación en la que la euforia puede manifestarse físicamente sin quedarse simplemente en la alegría. De este modo, Paula encontró el orgasmo como la síntesis perfecta de la felicidad, la tensión y el placer, tanto físico como mental. El éxtasis. La técnica empleada tiene mucho que ver con el rol que tomamos cuando nos convertimos en amantes, tal como dice Paula «… nuestros sentidos se transforman y amplifican. En la penumbra se activa nuestra visión periférica y se pierden los colores y la nitidez. Por eso utilicé un 28 mm y una película de 3200 ASA en blanco y negro». El resultado son unas imágenes puramente sensitivas donde el ruido de las sales de plata crea una atmósfera envolvente, íntima, nos lleva a una abstracción puntillista donde nuestros sentidos se mezclan. Synesthésie es el título de la serie, que hace alusión a la maravillosa cualidad que sólo unos pocos poseen. Paula juega con el color de la euforia haciéndolo manar de cada poro de la piel de los amantes. Azules, verdes, amarillos y naranjas, tonos fríos y cálidos porque el sexo es una mezcla de sensaciones/ colores, alegres, vivos, salvajes, desinhibidos, saturados… AMOUR FOU «… de un impulso irresistible que en cualesquiera circunstancias, empuja el uno hacia el otro, a un hombre y a una mujer, que nunca pueden unirse». Luís Buñuel
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Periplo presenta esta breve bitácora que recoge las diversas observaciones del camino. Siguiendo la línea transversal que rompe espacio y tiempo, Et Cetera es ese apartado de todo lo demás, sus voces son las más plurales y desconocen los límites de la irreverencia y la corrección política. Un poco de todo, una selección protagonista. Redacción a cargo de Dirección General direcciongeneral@revistaperiplo.com
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La euforia por el matrimonio homosexual
Carolina Arrieta
Euphorias Allá donde las tierras mojadas se llenan de hoatzines y lobos de río, en plena Amazonía peruana, imaginemos a un curandero invocando espíritus a la ceremonia de la Ayahuasca. Y a sus cantos, mezclados con el humo seco del tabaco y el ritmo irregular de las chapadas, envolviendo a un grupo de turistas en una atmósfera embrujada, minutos antes de recibir el brebaje —verdoso y con sabor a vómito— que los ha de conducir a un insólito estado de euforia. En esta antigua tradición indígena la euforia parece un medio para el autoconocimiento; se confía en la calma posterior al éxtasis como el momento apropiado para mirar de frente a nuestros viejos fantasmas. A más de 1000 km de aquella selva, en un atestado local de ambiente, en Lima, el estado eufórico no es un medio sino una meta. Imaginemos a Joaquín, soltero, 29, jugando a traspasar con su cuerpo las luces de los focos mientras la muchedumbre vibra. Joaquín atiende a este tipo de eventos casi todos los fines de semana; encuentra a sus amigos, se toman unas copas, bailan olvidando que el mundo los olvida. Lejos de presentar una puerta al conocimiento, el boliche ofrece una vía de escape a una realidad en la que Joaquín no se siente reconocido. PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 97 •
Et Cetera
La iconogr afía gay Una década después de los disturbios de Stonewall (1969), el acontecimiento que dio el pistoletazo de salida a la conquista de los derechos de los homosexuales, Paco y Ángela, españoles, homosexuales, por fin pudieron salir a la calle. Eran los 80, los dos marchaban con sus torsos desnudos mientras proclamaban el amor libre que habría de terminar con la unidad básica de organización patriarcal: el matrimonio. En este sentido, a este y al otro lado del océano, el movimiento lésbico-gay (MLG) fue un buen socio de los partidos radicales de izquierda. De aquel tiempo nos ha llegado esa estética exultante opuesta al arte lúgubre y recatado de dos mil años de cristiandad y cuarenta de dictadura. Lo cierto es que la iconografía gay siempre ha sido eufórica, la misma etimología del término (del latín gaudium) nos remite a la alegría y al gozo. Sin embargo, esa euforia por la ruptura con el «¡vivan las caenas!» ha desembocado, con el pasar de los años, en una asimilación a toda costa a las estructuras ayer criticadas y hasta ridiculizadas. Efectivamente, nada parece hoy despertar más euforia entre los gais que la palabra matrimonio. De la revolución sexual al matrimonio Dice un proverbio polaco que la mujer llora antes del matrimonio y el hombre después, cabría preguntarse a qué altura del convite lloran en Polonia los amigos homosexuales de la pareja. En España ya no se llora, no desde 2005, año en el que este país católico-folclórico le sacó los colores a media Europa pasando a formar parte de aquellos en los que era legal el matrimonio homosexual. Después llegaron otros: en Europa (Noruega, Suecia, Islandia o recientemente Francia) y en Latinoamérica (Argentina, Uruguay y Brasil). Por si fuera poco, en lo que de momento parece una buena estrategia de voto, un presidente de los Estados Unidos ha hecho público su apoyo al same sex marriage por primera vez. Así que el júbilo es grande y la plaza una verbena; los homosexuales quieren casarse, pero ¿a qué se debe este viraje en sus reivindicaciones? Kerman Calvo, en su artículo Building Reciprocal Relations: The State and the Lesbian and Gay Movement in Spain (2011) ha descrito el caso español. Según el autor, las nuevas generaciones dentro del MLG, crecidas ya bajo el manto de la democracia, consideraron anticuadas las viejas proclamas de libertad y subversión, consagrándose a cuestiones más bien identitarias. Abandonaron el perfil revolucionario por uno «reformista»; ya no se trataba de derruir los cimientos de la sociedad, sino de ser aceptados por ella. En otras palabras, los homosexuales empezaron a ver que era posible vivir felizmente dentro del sistema. En Los placeres ocultos (Eloy de la Iglesia, 1977), considerada una de las primeras películas de temática homosexual rodadas en España, la madre del protagonista, con una voz exánime debido a la larga enfermedad, le espeta a su hijo homosexual, en pleno lecho de muerte, que viva con quien quiera y como quiera, pero que no se quede solo. Quizá haya sido ese perpetuo miedo a la soledad el responsable de que los homosexuales busquen un hueco en la sociedad tal y como está constituida, olvidando (quién sabe si consciente o inconscientemente) el viejo clamor de sus antedecesores: la necesidad de sujetar a la sociedad patriarcal por los talones y ponerla bocabajo hasta que le caigan uno a uno sus mitos. PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 98 •
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Ahora bien, para que el MLG entrase a formar parte de la arena política debía acomodarse un rincón en la narrativa ciudadana. El respetable gay La película de Eloy de la Iglesia (si bien un ejercicio de pedagogía poco delicado) inaugura una línea que se puede observar hoy día en los medios españoles: la representación de gais y lesbianas como el hijo e hija perfectos. O como dice Weeks (2009: 18) «el respetable gay en oposición al transgresor, disruptivo y desafiante marica», las lesbianas butch desapareciendo en favor de exitosas y estilizadas féminas; porque la normalización tiene un precio: la total asimilación a los símbolos heteronormativos. ¿Eres gay? De acuerdo. ¿Eres lesbiana? Está bien, pero sé discreta, por favor, compórtate como una mujer (o como un hombre). No, así no; como en lo que hemos quedado que es ser una mujer (o un hombre), encuentra una pareja, cásate si es lo que deseas y deja de llamar la atención. En el centro comercial de los discursos, mientras el mundo occidental parece andar buscando acomodo a los gais, el MLG pide el derecho al matrimonio con el mismo fervor que antes lo cuestionaba. A pesar de ello, cuando un político de corte conservador como el primer ministro británico David Cameron se autoproclama defensor del matrimonio homosexual —se lo agradecemos— cabría preguntarse dónde está el truco. Cuál es esa luz hacia la que avanzamos sin tregua como polillas. ¿Es acaso esta euforia la misma que siente Joaquín, soltero, 29, mientras apura la copa en su local favorito de Lima? ¿Acaso es el mismo éxtasis que nos sirve de evasión mientras aceptamos sin cuestionarnos unas estructuras tal vez impropias? Todavía quedan preguntas importantes en el aire: ¿somos hombres los gais? ¿Somos mujeres las lesbianas?. Tal vez un día, conseguidos ya todos los derechos necesarios, esa euforia inicial deje paso al periodo de reflexión en el que —como aquellos turistas que hemos dejado a las puertas de experimentar la ayahuasca— tengamos la lucidez suficiente para mirar bien dentro de nosotros, interrogándonos sobre lo que somos, lo que queremos ser y lo que no. _____ Referencias CALVO, Kerman. «Building Reciprocal Relations: The State and the Lesbian and Gay Movement in Spain». Working online papers. Universidad de Salamanca. 2011 <http://portal.uam.es/portal/page/ portal/UAM_ORGANIZATIVO/Departamentos/CienciaPoliticaRelacionesInternacionales/ publicaciones%20en%20red/working_papers/WPKermanCAlvopdf.pdf> Consultado: 18/05/2013 CALVO, Kerman. «Sacrificies that Pay: Polity Membership, Political Opportunities and the Recognition of Same Sex Marriage in Spain». South European Society and Politics, vol. 12, núm. 3, 2007, pp. 295-314. MIRA, Alberto.«Laws of Silence: Homosexual Identity and Visibility in Contemporary Spanish Culture». Contemporary Spanish cultural studies. London: Arnold, 2000, pp. 241-250. WEEKS, Jeffrey. «The Remaking of Erotic and Intimate Life». Política y Sociedad, 2009, vol. 46, núm. 1 y 2: 13-25.
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Plumas Libres
Dentro/A tr avés Pluma: Ar antxa Romero
Pincel: Cristina Carmona
«Dormir es de muertos» me dijo poniéndose sobre mí abriéndome las piernas para vivirme de nuevo
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Plumas Libres
Un único chute directo a la aorta atronador como un alarido partiendo el universo un sólo electroshock en el corazón del raciocinio . . . Y abrir el tercer ojo que calcine las vísceras p u r e z a (no me digáis que no es un buen final)
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Sección sobre literatura antigua, historia y pensamiento clásico. ¿Existe alguna razón para nuestro fervor por la cultura grecorromana? ¿Qué arcanos se ocultan en esos vestigios? Responder a esto excede por mucho nuestra mínima erudición, pero osamos postular una hipótesis provisoria. Dice Ricoeur que la poesía revela al mundo. Decimos, siguiéndolo, que la reflexión sobre el mundo clásico opera en nosotros con la misma fuerza creadora que el lenguaje poético. Podemos reconocer cierta vecindad entre la avidez filológica y la potencia alquímica de la metáfora. La metáfora extrae una idea innovadora de la mezcla insólita de dos imágenes y funde dos tiempos diversos: el de la fuente y el del hermeneuta; dos modos de ver el mundo de cuya mezcla surge, si la empresa es exitosa, algo novedoso. Ese noble propósito es el que anima al eventual tripulante de esta página. Redacción a cargo de Helena Alonso helenaalonso@revistaperiplo.com
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Nostos
Euforia real contr a euforia de ficción:
el caso del videojuego God of War
Pluma: Mair a Giosa Pincel: Gonzalo Aguirre
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a mitología griega es comúnmente caracterizada por grandes contiendas familiares, que existían entre casi todos los dioses del panteón. De hecho, las principales contiendas fueron responsables de la creación del universo y de las primeras generaciones de los dioses olímpicos que hoy conocemos. En la Teogonía de Hesíodo, tanto las peleas de Urano y su hijo Cronos, como de este y su hijo Zeus (en la Titanomaquia), son descritas como batallas que cambian el mundo no sólo desde el punto de vista de la sucesión y liderazgo familiar, sino incluso geográficamente. En estas peleas es posible encontrar rasgos distintos de la personalidad humana, transferidos a los dioses a través del mito en su función como reproductores de historias. Las luchas entre los dioses — hermanos, padres, hijos, madres etcétera— incluían no sólo discusiones verbales, sino que también podían resultar en combates sexuales, entre hombres y mujeres. Para citar un ejemplo de la misma Teogonía, la discusión entre Urano y Gea dio como resultado, finalmente, la concepción de Afrodita.
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La mayoría de estos casos pueden ser descritos, terminológicamente, como amorales, ya que casi todo era permitido —excepto las raras veces en las que Zeus imponía su voluntad incontestable—. Estos rasgos pueden ser identificados a partir del propio concepto que se ha creado alrededor de cada dios. Así, es posible imaginar algunos aspectos humanos —tales como la
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ira o la lujuria— reflejados en los inmortales. Pero no son sólo los «pecados capitales» los que revelan la psique divina. La εὐφορία, «sensación de bienestar propensa al optimismo y que puede llevar a alguien a soportar dolores y adversidades» (Libre traducción del Diccionario Electrónico Houaiss de la Lengua Portuguesa, 2002), es un aspecto que se puede observar con frecuencia en la mitología. Aunque pueda aparecer en las acciones divinas, en los héroes esta emoción terrena es más visible ya que puede estar conectada no sólo con la pasión carnal, sino también con el afán de la batalla, la política y la adoración a los dioses. En este sentido, el héroe es una representación del hombre común capaz de realizar hazañas, mientras que los dioses son seres inalcanzables. Antes de seguir con la discusión sobre cómo la euforia interfiere en la vida heroica, es necesario hacer un breve paréntesis, con respecto al papel del héroe en la mitología. Sin entrar en muchos detalles, para todos los estudiosos del tema el héroe, más que un simple guerrero, es quien trae equilibrio al mundo. Bajo su
liderazgo, se produjeron historias de éxito militar y político. Los héroes son creadores de ciudades, además de salvadores. Aunque en los cuentos mitológicos los héroes pasen por dificultades éticas, sus actitudes están siempre de acuerdo con la moral de la época. Son defensores del honor y de la justicia aunque a veces esta sea ejercida en pro de un rey o de ellos mismos. Los héroes mataban, pero no sin un propósito definido. La crueldad no era parte de su conducta. El héroe debe ser algo entre monstruoso y criminal. El trepidar vibrante de una voluntad dispuesta a afirmarse sin concesiones. Es curioso percibir cómo esta noción se trasladó a nuestros días. Si hoy, cuando imaginamos un héroe, pensamos en sus características morales y éticas, en cierto modo positivas, se nos hace complicado imaginar un anti-héroe, un hombre que luche por la justicia sin ser parte de sus engranajes. Ese es el caso que prácticamente todos los videojuegos modernos tienen como protagonista: el anti-héroe, el asesino, el monstruo, el expatriado, etcétera. Obviamente, hay algunos juegos que tienen como protagonistas a héroes de hecho, que llevan el modelo clásico de honor y justicia adelante. La ir a de Kr atos Hay un caso en concreto del cual se hablará aquí, el juego God of War, primero de la franquicia creada por Sony y lanzado para la PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 105 •
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consola Playstation 2 en 2005. El personaje principal es un gran guerrero espartano que, en una batalla perdida, recurre a Ares, el dios de la guerra, para que le salve a él y a su ejército a cambio de fidelidad eterna. El nombre del guerrero es Kratos que, no por casualidad, en griego es la personificación de la fuerza física y poder; es hijo del titán Pallas y del río Estigia, hermano de la Victoria (Niké), de la Fuerza (Bia) y del Fervor (Zelus). Sin embargo, mientras la figura mítica ejercía un papel al lado de sus hermanos como fuerza alada al servicio de Zeus, el personaje del videojuego es su opuesto, su antónimo. Tras aliarse con Ares, Kratos pasa a liderar el ejército espartano de la manera más brutal y violenta imaginable: sus hombres degollaban aldeas enteras, mujeres y niños incluidos hasta el día en el que, ciego por las órdenes del dios, el comandante entra en un templo y asesina a su propia esposa e hija. Cuando se da cuenta, ya es demasiado tarde. Después de este día, arrepentido de sus acciones, Kratos intenta suicidarse, pero los dioses del Olimpo quieren utilizarlo para derrotar al dios, cada vez más mortífero y sanguinario. Influenciado por Atenea, la protectora de todos los héroes, Kratos es convencido para destruir a Ares por su vil traición, a cambio de borrar todas las horribles visiones y pesadillas de la mente de Kratos sobre su vida pasada. Para recuperar su vida en nombre de los dioses, Kratos pasa por innumerables desafíos —típicos del héroe que no se contenta con desafiar enemigos puramente humanos: hidras, minotauros, soldados, zombis, cíclopes, cerberos, medusas e incluso distinguidos personajes de la mitología, como el héroe Perseo, el titán Prometeo y el arquitecto del laberinto de Creta, Dédalo—. Estas luchas pueden ser físicas (matar enemigos) o intelectuales (descifrar enigmas para seguir al nivel siguiente), y que van aumentando de dificultad conforme el protagonista llega al final de la historia. Es necesario dejar claro, para comprensión del lector, que muchos más personajes aparecen en los juegos siguientes. Pero, además de las constantes (y complicadas) batallas, Kratos también cuenta con la ayuda de casi todos los dioses del Olimpo, que quieren ver a Ares lejos del poder y bajo su control. Así, Atenea es la guía del anti-héroe, que le acompaña a ratos, apareciendo para darle mensajes cuando Kratos interpela a estatuas representativas de la diosa. Los otros 106 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
dioses tales como Afrodita, Zeus, Poseidón y Hades, le dan poderes especiales de su propia naturaleza o conforme avance la historia del juego. Así Kratos tiene, como regalo de Afrodita, la cabeza de Medusa tras derrotarla, con la cual puede petrificar a sus enemigos; el rayo de Zeus, para ser utilizado desde lejos; el tridente de Poseidón, para poder respirar bajo el agua; el poder de invocar a los muertos del Hades, que le ayudan durante las luchas más difíciles. Estos poderes especiales, como era de esperar, le son concedidos de acuerdo con el nivel de dificultad y conforme el juego avanza. Las armas, también de acuerdo con la historia inventada, son curiosas. Además de la cabeza de Medusa —un arma y regalo a la vez, ya mencionado— la más eficiente son las Espadas del
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Caos. Según Luis Alberto de Cuenca, «la espada es el arma noble por excelencia de la poesía heroica […] su acero debe brillar como el fuego, como una llama» (DE CUENCA, 1991: 18). Y así es. Atadas a sus brazos con cadenas que prenden fuego cuando son utilizadas, las Espadas del Caos sirven al héroe como arma de media distancia. Son un regalo de Ares, a la vez que son también un castigo. También tiene una poderosa espada larga, regalo de Artemisa, que despide un aura de color púrpura. La última, la que Kratos utiliza para luchar contra Ares, es un regalo de todos los dioses. Diferente de los héroes a los que estamos acostumbrados, Kratos no es un ejemplo a seguir. Aunque su aventura haya sido la misma que la de un héroe, es decir, la búsqueda de la victoria, pasando por una aventura e, incluso, por un descenso a los infiernos, que, de acuerdo con Fernando Savater, significa «un renacimiento en el fulgor de la proeza» (Savater, 2009: 143). Sanguinario y violento como el dios a quien quiere destruir, él mata no sólo a sus enemigos, sino a cualquiera que aparezca en su camino, sea capitán de navío, héroe o ciudadano. Hecho a propósito, estos personajes conceden puntos de vida a Kratos cuando mueren, mientras que los enemigos le dan sangre, que puede ser coleccionada y utilizada para mejorar las armas. Simbiosis entre jugador y personaje En este caso tan específico del God of War, es muy complicado distinguir la euforia en el concepto descrito más arriba, pues el personaje no tiene ningún aspecto moral positivo —ya que su único objetivo es que se apaguen los sueños y visiones del crimen que ha cometido— y el hecho de soportar dolores y adversidades no necesariamente le proporcionan bienestar. Al revés: los soporta resignado, como si ni siquiera los sintiera. Lo único que le causa dolor son las pesadillas, y lo que le proporciona
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bienestar —tal como se puede observar y entender de la historia— es la matanza de sus enemigos, cosa que se acentúa con gravedad en los juegos siguientes. El acto violento, que caracteriza a todos los guerreros —sean héroes o no— es lo que diferencia la euforia del personaje con la que siente el jugador, que está al otro lado de la consola. Es este placer de matar con un objetivo, ya sea el de vencer una guerra, o el de vengarse de alguien, o aun de recuperar algo perdido, que hace con que nos identifiquemos con Kratos de cierto modo, aunque sus acciones violentas no sean de modo algún fuente de inspiración en nuestra realidad. Este sentimiento eufórico, al contrario de lo que pueda significar, no está inspirado por ninguna moralidad o conciencia ética —en el caso del God of War, la más bruta venganza, con un cierto grado de locura— y, por lo tanto, tampoco puede inspirar sentimientos nobles. Donde hay hechos no hay ética. Tomando como punto de partida que si no se mata no se avanza en la historia, el jugador tiene la oportunidad de «encarnar» al anti-héroe y sentirse capaz de realizar hazañas fantásticas e intentar cumplir con la misión de los dioses. Pero como la mayoría de las personas tiene en sí una parcela de moral y ética propias
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de la sociedad, no nos sentimos tal como Kratos. Es decir, no sentimos cada emoción que el juego quiere que entendamos como únicas del personaje, sino que nos quedamos solamente con aquello que sería lo más excitante y superficial: la euforia que viene, no con el matar propiamente dicho —porque al final somos civilizados, no bárbaros— sino con el placer de seguir adelante con la historia y verla llegar a un final, feliz o no. Existe, por lo tanto, una simbiosis entre el jugador y el personaje, ya que nos sentimos tal como un héroe, y entendemos como siendo el objetivo primordial del juego. Es fundamental, desde un punto de vista estratégico, que el jugador tenga una total identificación con el personaje. Para eso, es también fundamental que el juego proporcione al jugador la posibilidad de ser más que un observador, más que solamente la persona que mueve la historia adelante. Es necesario hacer un vínculo psicológicamente emocional, de manera que el jugador se sienta como parte importante de la historia. Así,
el sentimiento eufórico que surge cuando se encarna el héroe se da, inevitablemente, por asociación a los héroes griegos ya conocidos del mundo clásico. Es posible observar a Kratos desde una perspectiva lejana — aunque emocionalmente conectada— y trazar paralelos con Medea, por ejemplo, que en la pieza de Eurípides hace cosas terribles por vengarse del héroe Jasón, o con Edipo, el héroe trágico por definición. También es posible hacer una línea recta con los guerreros homéricos, tales como Odiseo— que usaba de su inteligencia para derrotar a los enemigos, tal como Kratos resolviendo enigmas— o Aquiles, que prefería la gloria a la vida. Esa euforia desmedida de Kratos es la que le lleva a sus acciones, muchas veces desesperadas, y acaba contagiando al jugador. Es así, identificado emocional y psicológicamente, que el jugador se alegra de las victorias del personaje —puesto que además le permite avanzar pantallas— y siente con sus derrotas, como si fueran suyas. Matar monstruos, vencer batallas o resolver puzles son motivo de éxito para ambos jugador y personaje, pero además son pequeñas dosis de euforia para enganchar al jugador. Es necesario que siga jugando. El jugador siente, por lo tanto, que es un «deber» seguir adelante y terminar la historia —que está obviamente muy bien construida pues lo que se pretende es que sea creíble—, no sólo para satisfacer su curiosidad,
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sino para que el personaje pueda tener un fin, digno o no. Y el final del juego, como en una epopeya homérica, mezcla las sensaciones de euforia y júbilo, como si las conquistas del personajes fueron las nuestras. El jugador siente en la piel la excitación del personaje, y el personaje, por lo que podemos entender, tiene el placer de matar por el sentimiento de venganza que le mueve y que, en los juegos que continúan la historia, aparece con mucha más fuerza y aún más amoral, como es característico de la venganza. Todo esto, sumado al facto de que el personaje actúa en un ambiente que hace constantes referencias al mundo griego, con todos sus monstruos, héroes, dioses, paisajes y figuras mitológicas de las más variadas, permite que se complete el vínculo imaginativo y emocional. Cuando se termina el juego, es posible decir que la euforia de uno es la euforia del otro —personaje y jugador— pero es necesario resaltar que no son sentimientos iguales, aunque tengan la misma esencia. Aunque haya una conexión verdadera y simbiótica, ella nunca podrá ser del todo completa, ya que obviamente 110 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
se trata de un videojuego. El jugador siente la euforia típica a los jugadores: la de superar pruebas. Mientras tanto, la euforia del personaje es motivada por razones con las cuales podemos simpatizar y creer, pero nunca comprender físicamente. Se puede hacer la misma comparación con el sentimiento y aprecio que tiene un lector por las historias fantásticas y las novelas. La ficción y los sentimientos que ésta proporciona —entre ellos la euforia— es un instrumento poderoso para incentivar nuestros sueños y deseos, conscientes o inconscientes, y hacer con que parte de ellos se vuelvan «realidad», aunque sea por breves momentos.
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–––– Bibliografía EURÍPIDES. Medea. Gredos: Madrid, 1983. DE CUENCA, Luis Alberto. El héroe y sus máscaras. Mondadori: Madrid, 1991. HESÍODO. Teogonia. Iluminuras: São Paulo, 1991. SAVATER, Fernando. La tarea del héroe. Madrid, 2009. VALCÁRCEL, Amelia. Ética contra estética. Barcelona: Crítica, 1998
Microtr ayectos
Pluma: Alberto Sánchez Argüello
Pincel: Sar a Lew
Euforia Hoy estamos bailando la conga en la calle frente al asilo. Gilberto no pudo más y se ha tenido que retirar para una dosis de oxígeno, pero nosotros hemos comenzado con cinco horas de baile sensual sin inhibiciones. Ayer escalamos el árbol de la terraza y tanto Rosario como Matías se rompieron la cadera, pero no se quejaron, se reían como posesos mientras los ponían en camillas, nadie diría que tienen ciento sesenta años entre los dos. Los vehículos nos pasan rozando, pero nosotros sólo los abanicamos como si fueran toros debutantes. Los enfermeros nos miran sonrientes desde la cuneta; a pesar de la alegría y las carcajadas, no dejo de pensar que este desenfreno comenzó con el cambio de medicación. Lo más probable es que quieran cobrar nuestros seguros de vida, pero bueno, igual de algo hay que morirse.
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Traducir, del latín traducĕre, significa literalmente hacer pasar algo de un lugar a otro. Übersetzen, en alemán, comparte forma en infinitivo con el verbo que significa pasar de una orilla a otra. Μεταφράζω, con el prefijo «meta», también se refiere a un cambio de lugar... Muchas lenguas europeas reflejan en la propia palabra esta visión de la traducción como transporte. Y es que eso es traducir, pasar de una lengua a otra. Pero no sólo, porque traducir se parece más a transplantar que a transvasar. El paso de una lengua a otra es el de una literatura a otra, el de un sustrato a otro y, en nuevas condiciones, las palabras germinan de manera diferente, crecen y se polinizan y enriquecen con las de la otra lengua, hasta que las raíces terminan confundiéndose. Eso es lo que busca esta sección: ser un invernadero en el que contemplar los frutos de los transplantes de lengua en lengua. Porque traducir es hacer vivir. Redacción a cargo de Irene Gutiérrez Moncayo irenegutierrez@revistaperiplo.com
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Lenguas vivas
The Formidable Manifest of Magnificent Fools de Thomas Keily
Tr aducción de Irene García
Pincel: Sar a Stefanini
Thomas Keily es un joven poeta australiano. Creció en Darwin, en el Territorio del Norte, estudió Económicas en la Universidad de Queensland y trabajó como economista durante varios años. Más tarde, decidió viajar; pasó un tiempo en Turquía, donde aprendió todo lo que pudo del pensamiento sufí y de la poesía. Por entonces empezó a escribir y a publicar en su página web poemas que, más tarde, dramatizaría en unos vídeos, antes de volver a su Australia natal. Desde entonces, sigue escribiendo incansablemente; en Internet podemos encontrarle tanto en su web como en su canal de Youtube. Su poesía es fresca, sencilla; llega directa al corazón del lector, le produce un escalofrío porque es tan fácil sentirse identificado con ella que parece cosa de magia. Y quizá tenga algo de eso: la magia de las palabras de Thomas Keily invade todos y cada uno de sus versos. Es cercano y tangible sin dejar de lado el lirismo, el alma inalcanzable del poeta, el genio de la literatura. Es un hombre joven, un hombre que se debe a su tiempo sin dejar de ser, ante todo, artista. «El genial manifiesto de los magníficos locos» es uno de estos poemas que estremecen, que nos rozan el alma y nos punzan el cerebro. Publicado en marzo de 2012, sus versos suponen un canto a la alegría de vivir, a la belleza, a esa locura que nos posee a veces y hace que todo sea más brillante, más hermoso. Una oda a la insensatez que hace del mundo un lugar mejor donde vivir. Y es que, en palabras de su autor, «quizás sólo los locos tengan fe/ pero nosotros somos esos locos».
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Lenguas vivas
The Formidable Manifesto of Magnificent Fools we r beautiful and maybe only the fools have faith but we r those fools we r beautiful and maybe it is foolish to believe that anything is possible but we have blazoned banners over billboards, of sunlight and sky because we have an inalienable right to the authorship of our own lives and once the spell was broken, we cut those monsters open and from the bellies of telles pulled bleary-eyed children back, blinking into day now let there be imagination, again and let there be creativity, again and let there be a relentless commitment to the expressions of beauty that beauty seeks in us so that we may one day rise up and touch that promise of a people of a species called into awkward chorus but glorious because it is written together we r those fools we r beautiful and maybe it is foolish to enter the world unarmed but we have lept barefooted from the trenches with nothing but umbrellas and the best intentions we have stood surrendered and defenseless beneath a white tea-towels strung up and suspended from a broomstick this! is how fragile we are every human is fragile and it is this process of being gently broken open, of being woken into a delicate weeping reeling from the taste of tears on yr fingers that will show us just how we can love u more let yr house of bravado collapse into invitation we r those fools
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Lenguas vivas
El genial manifiesto de los magníficos locos somos hermosos y quizás sólo los locos tengan fe pero nosotros somos esos locos somos hermosos y quizá sea insensato creer que no hay nada imposible pero los estandartes adornan nuestras calles de luz y de cielo pues tenemos el derecho inalienable a escribir la propia vida y, una vez roto el hechizo, abrimos a esos monstruos en canal y del vientre de la bestia rescatamos a los niños que, llorosos, parpadeaban a la luz del día dejemos ahora paso a la imaginación dejemos paso a la creatividad dejemos paso a esa entrega total a la proclamación de la belleza que la belleza misma nos exige para que un día nos alcemos y alcancemos la promesa de un pueblo de toda una especie, coro extraño pero glorioso, pues lo escribieron juntos nosotros somos esos locos somos hermosos y quizá sea insensato venir al mundo desarmados pero saltamos descalzos de las trincheras sin nada más que paraguas y buenas intenciones allí nos quedamos, rendidos y vulnerables sobre nosotros un paño blanco colgado del palo de una escoba ¡así!, ¡así somos de frágiles! así de frágil cada humano será este proceso de desgarrarnos suavemente, de despertarnos sollozando aturdidos por el sabor de las lágrimas entre los dedos el que nos enseñará a amarnos más y más las fachadas pretenciosas se tornarán generosas nosotros somos esos locos
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Lenguas vivas
we r beautiful and maybe it is foolish to dance like everyone is watching but our shame and our underpants are cast off and scattered, left hanging from the ceiling fans just look at us now! let the end of hiding call out everything that is hidden and let us be seen let the end of hiding call out everything that is hidden and though the roads we have chosen have left us open and exposed to humiliation and bindies the hurt and the hammers of those who hate mirrors and other such things of beauty let us choose to love more than is practical or necessary just as we ask to be loved more than is precedented or appropriate we r those fools we know that to see and experience the world this way is still a ridiculous idea but maybe only the fools have faith and we are those fools
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Lenguas vivas
somos hermosos y quizá sea insensato bailar como si nos observaran pero nos deshicimos de la ropa y la vergüenza, que cuelgan del ventilador del techo ¡y miradnos ahora! con nosotros reaparecerá todo lo oculto que nos observen con nosotros reaparecerá todo lo oculto y a pesar de que los caminos elegidos nos dejaron desprotegidos, expuestos a la humillación y a las cadenas al dolor y a los golpes de quienes odian los espejos y todo aquello que implica belleza escojamos amar más de lo conveniente más de lo necesario igual que pedimos que nos amen más de lo que acostumbramos más de lo apropiado nosotros somos esos locos sabemos que ver y experimentar el universo de esta forma es aún una idea estrafalaria pero quizá sólo los locos tengan fe y nosotros somos esos locos
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Microtr ayectos
Pluma: Claudia Sánchez
Pincel: Jenny Castellanos
Impasse
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Microtr ayectos
Uno de los guiones de sol que se filtra por la persiana cae sobre mi párpado derecho en el instante en que estoy soñando que me pierdo en un lugar oscuro y alguien llega alumbrando con una linterna que se transforma en una luz cálida que me hace parpadear. La única neurona despierta activa la alarma del razonamiento y todas las demás se vuelven locas… ¿cómo el sol? Si el sol recién sale cuando yo estoy llegando al trabajo después de dejar al nene en el colegio y haber dejado las camas tendidas, después de preparar el desayuno luego de haber levantado al niño tras llamarlo cien veces… apúrate que llegamos tarde y yo ya estoy a medio vestir y me arreglo el flequillo con cepillo y secador y hace diez minutos que sonó este despertador… ¿¿las 9:30?? Salto de la cama como resorte para ver que el niño duerme a pierna suelta y mis cálculos mentales precafeína demoran cinco segundos más de lo habitual en concluir que mínimamente demoraría otra media hora para hacer lo indispensable y de todos modos llegaría tarde a todos lados para encontrarme con las consecuentes caras de incredulidad cuando les diga que me quedé dormida porque puse el despertador para más temprano para poder dejar listo el posteo donde digo que necesito un respiro, un impasse, porque no me alcanza el tiempo para hacer todo lo que tengo que hacer y que no puedo pensar ni escribir ni comentar ni visitar a los amigos ni nada. No, no me van a creer. Mejor llamo y digo que estoy enferma. Que cuando me recupere vuelvo.
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PINCELES EN LA PALETA
Alejandra Fernández Mingorance. Madrid. Ilustradora de sueños. Espíritu autodidacta y coleccionista de imágenes. Andalucía le mostró los colores, las texturas y los aromas a cuento y desde entonces desarrolla su faceta más creativa ilustrando palabras. alejandrafernandez@revistaperiplo.com
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Pincel: ANNA M ASINI
Amalia Mora. San Benedetto del Tronto, Italia, 1982. Graduada en pintura en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, desde donde trabajo, esta inagotable ilustradora con su peculiar mirada claroscura ha expuesto con artista como Davide Rondoni o Daniela Tieni en galerías colectivas por toda Italia; ha colaborado en publicaciones como Bologna Dei Musei, Rockit, Lo Straniero, Watt Magazine, Pastiche magazine, BeeSoft o PetitNoir, y ahora se suma a la plantilla de pinceles de Periplo. amaliamora@revistaperiplo.com
Anna Grimal. Girona. Tiempo atrás estudio en la Escuela Massana en Barcelona y más tarde se dio un viajecito por Bélgica (Ghent) para acabar de rematar sus conocimientos de ilustración. Contenta con su recorrido ahora intenta hacerse camino poco a poco entre los medios de comunicación y los libros. Aunque lo más importante es cómo se divierte con una hoja de papel y su lápiz. annagrimal@revistaperiplo.com
PINCELES EN LA PALETA
Anna Masini. Milán. Dibuja, escribe, toca, mira, observa, saca fotografìas. Huele, rasca, recorta, pega, arranca, encola, rasguea, improvisa, experimenta. Sean lápices, notas, figuras o pensamientos... es la imaginación la que habla a través de los dedos, a través de la materia. annamasini@revistaperiplo.com
Annalisa Bollini. Turin, 1984. Se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Turín antes de decidir estudiar ilustración en el European Institute of Design (IED). Realizó una estancia en el Milwaukee Institute of Art and Design (MIAD) en Estados Unidos. Después hizo un curso en Diseño Web y Multimedial Graphic. Ilustró su primer libro Histoires de fetes d’ici et d’ailleurs con Flies France editions. Sus trabajos han sido seleccionados para Ilustrarte 2012. annalisabollini@revistaperiplo.com
Cristina Carmona. Madrid, 1987. Diseñadora gráfica, actualmente estudia Bellas Artes en la USAL. Su trabajo se centra en la ilustración y la fotografía. A través de sus dibujos evoca en el espectador el recuerdo de lo que considera experiencias comunes, sensaciones que alguna vez nos han rozado. Recurre a un lenguaje figurativo en el que introduce elementos que generan extrañamiento para así retomar la consciencia de lo olvidado. Sus personajes sirven como espejos en los que proyectar esas inquietudes. Con la fotografía trata de encontrar nuevas realidades en el entorno cotidiano, tendiendo a la abstracción, a modificar el significado de los objetos y a la alteración de la lógica asociada a ellos.
Daniela Tieni. Roma. Se graduó en Escenografía e hizo un máster en Artiterapia en la Universidad Roma Tre. Asistió a cursos de ilustración con Chiara Rapaccini, Chiara Carrer, Henning Wagenbreth e Javier Zabala. Participa en numerosas exposiciones; ha sido seleccionada para el catálogo y la muestra Ilustrarte 2009. Colabora con la rivista Giudizio Universale e Alice Baum. Publica en 2010 su primer fanzine Forte mi chiama con Teiera, editorial indipendiente historietas e ilustración. Confesso che ho desiderato, editado por Edizioni Campass y escrito por Giulia Belloni es su primer libro ilustrado. danielatieni@revistaperiplo.com
cristinacarmona@revistaperiplo.com
Cristina Forts. Barcelona. Ilustradora y diseñadora. Habría querido ser veterinaria pero se demaya cuando ve sangre. Le gusta la música, los ukeleles, los áticos, los pintauñas, los viajes largos en coche, los frigopié, el amor y las mañanas de verano.
Germán Dotta. Montevideo, 1982. De pequeña estatura, cresta, queriendo ser Stefan Sagmeister, diseñador todo el día, ilustrador, creativo de agencia y docente, busca salirse de todos los parámetros y hacer lo que le gusta en busca de cuestionar y provocar al observador. germandotta@revistaperiplo.com
cristinaforts@revistaperiplo.com PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 121 •
PINCELES EN LA PALETA
Giada Ricci. Entre Riccione y Roma. Dibuja desde siempre y es ilustradora desde hace un par de años . Cuando dibuja no puede faltar la música y su gato. Ama los libros, los esmaltes de colores, uno al lado del otro, el blanco, el gris y cocinar ragú. Le gusta sentir en el aire que la primavera va llegando y es sumamente curiosa. Giada ha encontrado en la ilustración un mundo fantástico, un mundo aparte, suyo. giadaricci@revistaperiplo.com
Gonzalo Aguirre Martínez. Pando, Uruguay. Artesano. Juega a ser fotógrafo y diseñador. Escondido detrás de su cámara, captura imágenes cotidianas llenas de ironía y acidez. Su particular sentido del humor llena sus fotos de un doble sentido donde lo trágico se vuelve cómico, lo cómico se vuelve trágico y viceversa se vuelve ambos. gonzaloaguirre@revistaperiplo.com
Itsaso Arizkuren. Pamplona, 1992. Un atardecer fue lo que hizo falta para que la fotografía se convirtiera en epicentro de su actividad artística. La expresión mediante colores, formas, texturas y encuadres, bajo la convicción de la psicología que subyace en estos conceptos. Tras dieciocho años en Pamplona, emigra a Barcelona, donde estudia Comunicación Audiovisual. itsasoarizkuren@revistaperiplo.com
Jenny Castellanos. Barcelona. Vivaz en sus creaciones, combina a la perfección desde el diseño krystelcardenas@revistaperiplo.com gráfico hasta la pintura al óleo. El poder de la imaginación al mando para darnos a conocear un universo de colores y formas donde realidad y sueño se funden para dar lugar a sus ilustraciones. jennycastellanos@revistaperiplo.com
Julieta Piaggio. Buenos Aires. Curiosa, amante de la pintura, la música y lo cotidiano, pixela realidades por Buenos Aires. No teme buscar cielos a lo Magritte y caer a un pozo por eso: buscar lo bello y simple no es ridículo. julietapiaggio@revistaperiplo.com
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Krystel Cárdenas. GuayaquilEcuador. Estudió Arquitectura en su ciudad de origen, sin embargo, su encanto por el dibujo la llevó a Barcelona en el 2011 donde cursó un posgrado en Ilustración. Desde ese entonces sus manos no han parado de buscar esa línea sensible y los pequeños y obsesivos detalles que caracterizan sus ilustraciones. Es posible encontrarla con una libreta y un lápiz desgastado en alguna cafetería de Barcelona, dibujando la sombra de la azucarera y numerando con letra diminuta el papel.
Laura Picallo. Bilbao, 1991. El dibujo se ha convertido en un elemento más de sí misma. No hay día en el que no tome un lápiz y acabe garabateando algún personaje para el cómic que nunca hará o algún paisaje en el que nadie se acabará perdiendo, porque las líneas grises sobre el papel la completan. Estudia Comunicación Audiovisual en Barcelona y combina su pasión por el cine de animación con el amor por el dibujo. laurapicallo@revistaperiplo.com
PINCELES EN LA PALETA
Lely Do Nascimento. Foz de Iguaçu, Brasil. Inició su carrera profesional al mismo tiempo que ingresó en un grupo de investigación sobre animación. Antes dibujaba como amateur. Actualmente es ilustrador de historias, explorador del arte en viñetas, buscando siempre nuevas técnicas para mejorar la concretización de trabajos innovadores y creativos.
María García. Se hace llamar ladydilemas porque las interrogaciones duermen con ella. Intenta pintar un realidad soñada, su no-realidad, pero al dibujarla queda manchada de tinta. Estudió arquitectura, trabajó en una revista y diseñó otra. Un lápiz la persigue desde pequeña. mariagarcia@revistaperiplo.com
lelydonascimento@revistaperiplo.com
Luis Paredes. Córdoba, Argentina, 1974. Estudió Cine y Televisión y desde el inicio se dedicó a la animación. Junto con unos amigos creó un estudio el dibujos animados Garabato Animaciones, donde realizaron la primera serie de animación del interior del país (Argentina), ORSON entre el 2000 y 2001. Incursionó después en la animación 3D realizando principalmente publicidad, luego se ocupó de la postproducción y edición en televisión, para finalmente dedicarse a su gran pasión: la ilustración infantil. Es autor del libro Ave Sedario (2010).
María del Rosario Coronado Peláez. Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad Complutense de Madrid. Le apasionan los idiomas, le embauca la musicalidad que encierran, y le divierte pensar en la vida que se esconde detrás de cada palabra y en la sabiduría popular que hay detrás de cada dicho. Los idiomas le abren puertas para acercarse a los otros, y ventanas a través de las que conocer y comprender el mundo. Sus estancias en París y en Le Mans han sido fuente de inspiración y aprendizaje.
Nuria M. B. B. Nacida en Valencia, España. Entiende la vida a través del arte. Es ilustradora y diseñadora gráfica. El estilo de sus ilustraciones confluyen entre el detallismo y la sencillez, y sus figuras tienden a ser estilizadas. Ha publicado el álbum ilustrado «Brujas», Carena Editors, y tiene varias tiras cómicas: «Luis & cía.» apareció en la Revista Babia y «Dê & cía» como webcomic. Actualmente también estudia Historia del Arte.
Sara Lew. Argentina, 1974. Reside en España. Si la buscan, seguramente la encuentren cerquita del mar, entre pinceles y plumas, entre teclado y ratón. Para ella la escritura y el dibujo se acompañan, forman parte de un mismo proceso creativo: una palabra inspira a la siguiente, como un trazo inspira al otro. Publica sus desvaríos en su blog Microrrelatos Ilustrados.
nuriabono@revistaperiplo.com
Sara Stefanini. Sessa, Suiza. Ilustradora y diseñadora gráfica, vive en Svizzera. Le encantan las tazas y las sillas pero su primer amor es su perro salchicha, Héctor. Lee y escucha todo lo que encuentra. Le gusta diseñar por las mañanas con café y es adicta a Youtube. sarastefanini@revistaperiplo.com PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 123 •
Pincel: ANNA M ASINI
Javier Ares Yebra. Betanzos, A Coruña, España, 1983. Guitarra Clásica. Ha sido músico y compositor de varios cortometrajes (El Corazón del jardinero, 2007) y producciones teatrales ofrecidas en Madrid con los grupos de teatro Panicoscenico y En Obras. Licenciado en Comunicación Audiovisual (URJC, Madrid); Máster en Investigación en Comunicación (Universidade de Vigo). Desde 2010 forma un dúo con la pianista Lorena Güelfo, con el que participan en proyectos de carácter interdisciplinar, buscando el diálogo de la música con todas las artes posibles. Actualmente finaliza los estudios de guitarra clásica en el Conservatorio Superior de A Coruña con el profesor Ramón Carnota. Laura Hernández Penalva. 1992, Crevillent (Alicante). Caótica por necesidad. A veces no sé si soy música o soy músico, pero no es raro esto cuando hablamos de lo que alguno llaman «el arte inefable». La mayor parte del tiempo flautista, con alguna rata encandilada.
Lorena Güelfo Márquez. El Puerto de Santa María. Cádiz, España, 1986. Licenciada en piano y Máster en Interpretación Musical (UNIA). Obtuvo premios en certámenes como el «Ángeles Reina» (Málaga) o el Concurso de Intercentros (Cádiz). Mozart, el arte antiguo y la gastronomía son sus grandes pasiones. Todavía le gusta leer con velas. Actualmente es profesora de piano en el Conservatorio Profesional de Lalín (Pontevedra), y pianista en la Symphonic Wind Orchestra Banda de Lalín, con la que ha grabado el nuevo CD de la formación. Desde 2010 forma un dúo con el guitarrista Javier Ares, ofreciendo conciertos por diversas ciudades de la geografía española. Lucía Donoso Madrid. Ciudad Real. Profesora Superior de Clarinete por el RCSM de Madrid y Licenciada en Historia y Ciencias de la Música (UR). Pasó y paseó por Salamanca haciendo el Máster de Música Hispana de la USAL y actualmente escribe su Tesis Doctoral sobre el compositor Ángel Arteaga de la Guía (UCLM). Sin entender la división entre teoría y práctica en la música, busca equilibrar el reparto de su tiempo entre la interpretación, la docencia y la investigación.
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TRIPULACIÓN
Pincel: Daniela Tieni
Tripulación
Ángel Saiz. Historiador y crítico de arte vallisoletano. Nómada y desarraigado. Conversador pausado y enemigo de la perfección. Cuando empezó a perder el norte decidió refugiarse en él para vivir hipnotizado con el vaivén de las olas. Es un buscador de musas, ya que su amor por el arte nunca fue correspondido. Ángel pertenece al Consejo Editorial de esta publicación de la que es, además, miembro fundador y en la que está a cargo de las secciones Síndrome de Stendhal y Actualizarte. También sostiene a flote el blog de historia y crítica de arte La derrota de Samotracia.
Beatriz Arribas. Madrid, 1988. Una vida siempre ligada a los lápices, las imágenes y la creatividad. Estudió Bellas Artes en la UCM y fue al poco tiempo de comenzar cuando empezó a sentir curiosidad por el diseño. Una curiosidad que fue creciendo hasta convertirse en pasión. Hoy en día, y tras haber cursado un máster en Diseño Gráfico, en su vocabulario predominan palabras como palo seco, rgb, pantone, html... beatrizarribas@revistaperiplo.com
Carolina Arrieta. Zaragoza. Ella atraviesa las fronteras de la aduana y la locura con inusitada insistencia. Le obsesionan la fugacidad, el fútbol, la cocina y le inquietan como a nadie los rizadores de pestañas. Aprendió a mezclar vinagre e incertidumbre y aliña de interrogaciones las superficies blancas. La realidad se la come viva mientras duerme. Carol selecciona las brevedades de Microtrayectos. carolinaarrieta@revistaperiplo. com
angelsaiz@revistaperiplo.com PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI • 125 •
TRIPULACIÓN
Cristina Aguilar. Madrid, 1985. Estudió Musicología e Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, donde actualmente disfruta –de y con– una beca para realizar su tesis doctoral. Dirige la Revista de Musicología Síneris, y es aficionada a la caza de comas en cursiva. Está a cargo de la sección más sonora de esta tropa.
Joserra Ortiz. San Luis Potosí, México, 1981. Es doctor en estudios hispánicos por la Universidad de Brown, donde escribió una tesis sobre el corridismo hagiográfico en el triángulo dorado del narco mexicano. En 2011 publicó su primer libro de cuentos, Los días con Mona (FETA) y, además de Periplo, forma parte del equipo de Los perros del alba. Dirige el proyecto de difusión «Jornadas de detectives y astronautas» y su revista, Cuaderno rojo estelar.
Hispánicos por la misma institución; doctoranda incansable y vocacional conservadora del Legado y la Tradición clásicas en el Medievo y época moderna... La Historia es un continuum que no se puede dividir, todo tiene que ver con todo, y su cerebro está aquí, despierto, para absorver la mayor cantidad de información posible y alimentar su ansia de saber y de entender. helenaalonso@revistaperiplo.com
joserraortiz@revistaperiplo.com
cristinaaguilar@revistaperiplo.com
Daniel Ruiz. Mexicali, 1986. Comunicólogo y defensor de las causas perdidas. Pianista esporádico y lector de la línea sofisticada que frecuenta el coñac. Añora y reinventa el siglo XVIII y su iPod parece estar atrapado en los noventa. Escritor lento pero apasionado, atento siempre a los pequeños detalles que a menudo se olvidan. Daniel lidera Legados, la sección biográfica más apasionada de Periplo.
Enrique Sánchez Zapatero. Salamanca, 1985. Técnico de Sonido por el Centro de Estudios del Vídeo en Madrid y Licenciado en Historia por la Universidad de Salamanca. Melómano confeso, amigo de los libros… Como diría Josele Santiago: «Delante de ti hay un tipo de lo más corriente». En sus ratos libres, Kike ajusta los niveles de ruido blanco producidos de puerto a puerto. enriquesanchezzapatero@revistaperiplo. com
María Fernanda Iwasaki. Lima, 1988. Sevillana de andar por casa y japonesa con los amigos. Para darle sentido a su vida decidió licenciarse en Interpretación Textual por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, hacer un máster de Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca y trasladarse a vivir a Berlín. Le gusta el orden, pero en su sitio: el equilibrio en la cuerda floja, la tierra en una maceta. Fernanda está al frente de la sección más dramática del barco. fernandaiwasaki@revistaperiplo.com
danielruiz@revistaperiplo.com
Helena Alonso García de Rivera. Madrid,1983. Licenciada en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid; máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad y Estudios Medievales 126 • PERIPLO • Junio 2013 • Vol. XXI
Sofía de Andrés Paradinas. Salamanca, 1985. Licenciada en Filología Hispánica y Filología Inglesa (USAL) y Máster de
TRIPULACIÓN
Edición Editorial (UAM). Contradictoria por naturaleza y viajera por necesidad, no acaba de encontrar su mundo salvo cuando se sienta frente a un libro, lápiz rojo en mano.
Irene Gutiérrez Moncayo. Ronda, 1987. Licenciada en Traducción e Interpretación y entusiasta de la comunicación Sara Requero. Madrid. 1987. intercultural. Su primera pasión Gran amante del cine que quiso fue la lectura. La música y las artes convertir su afición en profesión plásticas despiertan su curiosidad y acabó licenciándose en hacia otros lenguajes, por lo Comunicación Audiovisual. Sus que decide valerse de diferentes ansias de organizar y controlarlo idiomas para conocer el mundo. todo la llevaron a especializarse Su segunda pasión es la aventura. en la rama de Producción Movida por la curiosidad, ha Audiovisual, pero al final su vivido en Suecia, Canadá, Francia Nerea Oreja. Pamplona, interés por las nuevas tecnologías y España, y ha realizado varios 1989. Licenciada en Filología y su incapacidad de parar de Hispánica. Actualmente hablar cuando le gusta un tema, la periplos por los continentes Europeo y Americano. Irene vigila profundiza en sus conocimientos llevaron por esta nueva profesión el juego de lenguas y el trastorno sobre Teoría de la Literatura y de la Comunicación Online. Es babélico de Periplo. Literatura Comparada, interesada adicta a su smartphone. especialmente en la óptica irenegutierrez@revistaperiplo.com sararequero@revistaperiplo.com comparatista del análisis que descubre la relación existente entre las diversas artes, así como en la línea sociocultural de los estudios literarios. Cinéfila lírica de esta casa de múltiples pantallas, Nerea es la Redactora de Cine-en-rama.
sofiadeandres@revistaperiplo.com
nereaoreja@revistaperiplo.com
Violeta Gomis. Madrid. Filóloga. Veintitantos. Apasionada de las palabras, las islas Cícladas, la cocina y la naturaleza. Le encanta viajar, especialmente a lugares con yacimientos arqueológicos en los que poder perderse entre inscripciones griegas. Comprometida con la sociedad, siempre encuentra el modo de relacionar el mundo antiguo con la actualidad.
Víctor Bermúdez. Humanista breve, teórico del té, la luz, la convicción humana y otras vicisitudes similares. Ha crecido en Mexicali y se ilustra en Salamanca, donde el autor pulveriza fotones y aprende sobre los vicios, la avaricia y el fervor vacacional. Entre las vehemencias impuestas por el invierno y el ejército femenino, el joven poeta encuentra tiempo para sujetar el timón de la Revista Periplo, garabatear una tesis sobre ciencia y poesía, traducir a Lorand Gaspar y Bernard Noël, olfatear los versos de su primer poemario (Del electrón el ámbar) y planear tácticas bélicas en la pista de tenis. Sostiene el blog The light passenger.
Yanire Fernández. Valladolid 1987. De pequeña tuvo prohibido tocar la cámara familiar, quizás por eso se acabaría convirtiendo en una pequeña obsesión inconsciente, que volvió florecer a los 17 años. Comenzó su aprendizaje artístico realizando el Bachillerato en la Escuela de Arte de Valladolid, en ese tiempo se enamoró del lenguaje y los medios audiovisuales. De este modo siguió su formación estudiando dos años de fotografía y video, así como Arte digital en CEV (Madrid) de mano de la fotógrafa Sandra Sue. En su obra fotográfica no falta la búsqueda y experimentación, consideradas la base de su desarrollo personal y las claves para su evolución artística
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