POLÍTICA 655

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EL PAÍS

Un INE autónomo para los mexicanos POR JUAN CARLOS HERNANDEZ A.

T

ras la polémica y cerrada elección del año 1988, algunos pensantes e intelectuales y no pocos políticos crean la necesaria institución que viniera a dar credibilidad, paz pública y profesionalismo a la organización de las elecciones en México, y es así como nace el Instituto Federal Electoral (IFE) a finales del año de 1990, para organizar la que fue su primera elección del 18 de agosto de 1991, para la renovación de la Cámara de Diputados. Tras esa elección se vieron los buenos resultados y así se preparó la singular elección de 1994, en que se renovaría la presidencia, senadores y diputados federales. Se buscó entonces la ciudadanización de los consejeros electorales, se perfeccionó el instrumento para votar y otros mecanismos. Pasó la elección sin precedente de algún reclamo y el país quedó tranquilo. El IFE dio un gran paso al ganar credibilidad ante los ojos de propios y extraños; no se cuestionó en ningún momento su probada capacidad de organización en temas electorales. Es en 1996 cuando se desprende totalmente del aparato gubernamental y ya no opera la representación de la Secretaria de Gobernación en la mesa de decisiones. Un importante logro de plenitud en su autonomía, nuevos retos por venir, México tiene ya una institución hecha por mexicanos que trasciende fronteras y goza de alta solvencia moral en el ámbito político-electoral.

La elección de 1997 fue una de las que vislumbraron la preparación de un IFE plenamente ciudadanizado, que cuenta ya con un servicio civil de carrera profesional y se enfila hacia la elección presidencial del año 2000, donde una vez realizada, se muestran los resultados por todos conocidos, el parteaguas del partido hegemónico y la llegada de la llamada alternancia del poder. El IFE da una vez más, una muestra contundente de autonomía y probada independen-

cia respecto del gobierno. Sin importar quien gane o pierda, el órgano electoral entrega resultados confiables. Nadie, absolutamente nadie cuestionó la operación de la elección intermedia del 2003, en la que se renovó la Cámara de Diputados, luego se preparó el organismo electoral para la elección del 2006, en ésta sí se cuestionaron los resultados, pero sin sustento, el IFE aguantó y demostró su profesionalismo al no entrar en la polémica. Sólo hay que recordar que la elección de aquella jornada electoral fue cubierta por ciudadanos capacitados y doblemente insaculados, ellas y ellos son los que en realidad se erigen como autoridad el día de la votación. Imposible cuestionar la acción altruista de quienes en la práctica hacen el gran esfuerzo de recibir los votos y entregar los paquetes electorales a la autoridad electoral después de una exhaustiva jornada de trabajo. Los resultados de las elecciones de 2009, 2012 y 2015 fortalecieron al IFE, hoy INE, y la de 2018 no dejó duda sobre la certeza de los resultados y de que la ley se cumple. Al INE no le interesa quién gane o pierda, lo que importa es que, quien llegue al poder, sea a través de una competencia limpia y de alta credibilidad, certeza y legalidad. Hoy día, se habla de una toma de poder del INE por algunas facciones partidistas, a propósito de la renovación de cuatro consejeros electorales. Eso no va a pasar. Al INE no se le debe debilitar, al contrario, hay que fortalecerlo pues no sólo está en juego la siguiente elección federal intermedia del 2021 y por supuesto la del 2024, sino también lo está la libertad de elección y el futuro político de este país. Política / ZAPOPAN / 23


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