POLÍTICA 661

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TEMA DE PORTADA

Las consecuencias de la polarización POR LEO ZUCKERMANN

D

ecía Pascal Beltrán del Río que los mexicanos debíamos aprender de lo que está ocurriendo en Estados Unidos. Como nuestro vecino del norte, somos “un país polarizado. También, enojado por años de malos gobiernos. Igualmente, desubicado en cuanto a su esencia y los valores que lo mantenían unido”. Concluía el director de Excélsior en su columna: “Hemos visto las barbas del vecino cortar. Es tiempo de poner las nuestras a remojar”.

afroamericano, George Floyd, con toda tranquilidad e impunidad. Uno de los orangutanes uniformados lo estranguló con su rodilla durante ocho minutos. Ya sometido, Floyd pedía que lo soltaran porque no podía respirar. El evento fue grabado por los transeúntes e inmediatamente subido a las redes sociales. Esto generó, con toda razón, una indignación social enorme que desembocó en manifestaciones y hasta motines a lo largo y ancho del territorio estadunidense.

No podía estar más de acuerdo.

¿Y qué hizo Trump?

Aunque lo que polariza en Estados Unidos es diferente a México, tenemos algo en común que yo quisiera destacar: dos presidentes que, en lugar de unir a la población en estos tiempos críticos de pandemia, siguen dividiendo a la ciudadanía. Me refiero, desde luego, a Donald Trump y a Andrés Manuel López Obrador.

En lugar de calmar las aguas, las agitó más.

Si todavía viviera, diría el filósofo de Güemes, “los que polarizan, polarizan”. Desde el púlpito presidencial tenemos dos personajes que no sólo les encanta dividir, sino que están convencidos de que es su mejor estrategia político-electoral. Pues eso tiene consecuencias. Se trata de la política del conflicto permanente. Saben que el pasto está seco y, en lugar de regarlo, esparcen gasolina cuando se prende el fuego. En el caso de Estados Unidos, cuatro policías de Minnesota, racistas y cretinos, mataron a un 18 / TEMA DE PORTADA / Política

No voy a repetir las barbaridades que ha dicho estos días el Presidente de Estados Unidos. Sólo voy a mencionar una que tuiteó: “Cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo”. Se trata de una frase muy conocida de los años de protesta a favor de los derechos civiles de los afroamericanos, invocada por un jefe de policía racista de aquella época y ampliamente rechazada desde entonces. Pero Trump, como siempre, está en campaña. A él le tiene sin cuidado que lo identifiquen como un racista de mano dura porque, a fin de cuentas, eso le gusta a su base electoral. Y es que muchos estadunidenses se asustan con la gente en la calle, particularmente las minorías, y quieren que sus gobiernos los repriman para restaurar la “ley y el orden”. Parte de la estrategia de Trump es, como siempre, echarle la culpa a los medios de comunicación.


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