Pícaros refugiados

Page 1

PÍCAROS REFUGIADOS


CAPÍTULO 1: INFANCIA ANTES DE LA GUERRA

Me llamo Yassin Hamid, tengo 13 años y vivo con mi familia en Idlib, una pequeña ciudad de Siria. Nuestra tierra es fértil y la mayoría de la gente se dedica a la agricultura. Además es una ciudad tranquila donde convivimos con bastantes refugiados iraquíes sin discriminarlos como por ejemplo mi mejor amiga Latifa y su familia. Latifa y yo nos conocemos desde pequeños, ella antes vivía en Irak pero por problemas económicos vinieron a Siria cuando ella tenía tres años. Desde entonces somos vecinos y todos los días vamos juntos al colegio junto con mi hermano mayor Salim. Después del colegio siempre quedamos para hacer los deberes. Hoy teníamos más deberes que otros días así que se quedó hasta más tarde y a cenar. Mientras cenábamos estaba pensando en confesarle mis sentimientos, ya que desde hace años siento algo por ella. Latifa es preciosa, tiene una larga melena morena y unos ojos verdes que hechizan, es muy inteligente, divertida y tiene mi edad. Acabamos de cenar y la acompañé hasta su casa para aprovechar ese momento y hablar con ella a solas. Le dije:

­ Latifa, desde hace un tiempo quiero hablar contigo sobre un tema muy importante. ­ Vale, dime. ­ Llevo mucho tiempo pensándolo y creo que ya es el momento. Y es que siento algo especial por ti, y creo que te quiero. ¿Tú qué sientes? ­ ¿En serio? Ha sido inesperado, no sé qué decirte, dame tiempo para asimilarlo y te responderé. ­ Vale, nos vemos mañana, buenas noches. ­ Buenas noches.

Pasaban los días, y Latifa no me contestaba, no me hablaba y apenas salía. Eso me hace pensar que no le importo y que ya ni siquiera quiere ser mi amiga. No debí decírselo, llevo días triste y desde aquella noche mi hermano Salim también se comporta raro, me trata mal y ya no quiere jugar conmigo. Creo que tiene que ver con lo de Latifa, pero ninguno me habla para poder saber qué pasa o arreglarlo.


Por la tarde fui con mi madre a los cultivos para ayudarla porque mi padre estaba enfermo y no podía ir. Mi madre me veía muy decaído, y me preguntó:

­ ¿Qué te pasa, Yassin? Llevas varios días muy triste y casi no comes. ¿Estás enfermo o te encuentras mal? ­ No, mamá, estoy bien sólo es que tengo muchos deberes últimamente y estoy un poco cansado. ­ Pues cuando volvamos te preparo algo y descansarás. ¿Y Salim por qué no quería venir? ­ No sé qué le pasa, creo que está enfadado conmigo. ­ Pues cuando vayamos a casa ya hablaremos los tres.

Acabamos ya de recoger todo lo necesario para hacer la cena. Al volver a casa, la ayudé a hacer la comida, Salim no estaba. Llegó a la hora de cenar, parecía que estaba enfadado y dijo que estuvo con Latifa y unos amigos. Eso me molestó mucho pero no me lo creí del todo. Salim se apartaba todo lo posible de mí y me miraba mal, mi madre notó su comportamiento y al acabar de cenar nos reunió para hablar lo que pasaba. Mi madre consiguió que lo arreglaramos. Ya me sentía un poco mejor pero, Latifa seguía sin hablarme. Como Salim dijo que estuvo con Latifa le pregunté:

­ ¿Sabes si le pasa algo a Latifa? ­ No, no le pasa nada, me voy a dormir. ­ ¿Y porque no me hablabas? ­ Te he dicho que me voy a dormir, adiós. ­ ¿Por qué no me contestas?

Se fue a la habitación a dormir sin contestarme. Estuve varios días insistiendo para que me contestara, pero no había manera de que me lo dijera, así que no le volví a sacar aquel tema.


CAPÍTULO 2: ESTALLIDO DE LA GUERRA: PRIMEROS DRAMAS SOCIALES Y FAMILIARES

Ha pasado un año desde entonces, Latifa sigue sin hablarme y ya estoy acostumbrado a su ausencia pero mis sentimientos por ella siguen intactos. En las noticias sale que en las afueras de la ciudad ha caído una ​ bomba y que todas las escuelas estarán cerradas. Mi padre, muy preocupado por nuestra seguridad, decide irse a la guerra. Llevaban varios días sin haber bombardeos en Siria, y ya estaba todo tranquilo, así que reabrieron las escuelas. Un día llegaba tarde al colegio, Salim no iba conmigo ya que salió sin avisarme, yo me acosté tarde la noche anterior y por eso no me desperté a tiempo. De camino hacia el colegio me encontré a Latifa, que parecía que también llegaba tarde. No hablamos pero me vio y seguimos separados hacia el colegio. De pronto oímos una fuerte explosión muy cerca y tembló el suelo, por la procedencia del sonido parecía que viniera del colegio. A unos metros del colegio vimos todo destrozado, nos acercamos más y vimos todo destruido y a todos muertos. Nunca olvidaré lo que he visto, el colegio hecho escombros, el patio donde solíamos jugar lleno de personas muertas; nuestros amigos, compañeros y profesores…, y entre ellos Salim también. Me sentía culpable, yo también debí de haber estado allí, yo también debí haber muerto. Durante todo ese caos me giré y miré a Latifa, ella se veía más afectada y estaba llorando. Al verme mirándola se fue corriendo a su casa y fui tras ella. Cuando llegamos a nuestras casas vimos que todo el mundo estaba fuera asustado, perdí de vista a Latifa y fui a buscar a mi madre. Al verla, la abracé y empecé a llorar. Ella asustada me preguntó:

­ ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Salim? ­ Yo estoy bien, mamá, iba de camino al colegio y oí una fuerte explosión. Ha caído una bomba, al llegar al colegio vi todo destruido y a todos muertos… Salim también.­ dije entre lágrimas. Mi madre, al escuchar mi respuesta empezó a llorar desconsoladamente y me abrazó con todas sus fuerzas.


Por la tarde hicimos una reunión de vecinos para hablar sobre lo sucedido y lo que podríamos hacer, la mayoría decidimos abandonar el país y unos pocos querían quedarse. Unos días después mi madre y los padres de Latifa hablaron para huir de la ciudad juntos e ir a Europa. Cuando terminaron, me encontré con Latifa y le dije:

­ Latifa, ¿cómo estás? ­ Lo mejor que se puede después de lo que ha pasado... ­ Y todo este tiempo… ¿Qué te pasaba? ¿Estabas enfadada? ­ No estaba enfadada, solo no sé cómo seguir siendo amigos. Se ve que Salim nos escuchó aquella noche en la que hablamos y le molestó. Preferí alejarme de los dos para no haceros daño, y ahora Salim ya no está. Lo siento mucho… ­ Ya, me siento culpable, yo también debí haber estado allí, si no hubiéramos discutido seguiría vivo… ­ No digas eso, no es tu culpa. Ahora solo tenemos que preocuparnos de sobrevivir. ­ Tienes razón, vamos a buscar a nuestros padres a ver a dónde quieren ir. ­ Vale, vamos.

Fuimos a buscar a nuestros padres, que estaban preparando las cosas para marcharnos. Dijeron que esta misma tarde nos iríamos de Idlib e iríamos a algún país de Europa. Decidieron que viajaríamos a Alemania, aunque es un país muy lejano dicen que ahí viviríamos bien y que el largo camino merecería la pena. Entre los tres juntaron todos los ahorros para poder comer y pagar alguna embarcación o transporte ya que sabían que no sería barato.


CAPÍTULO 3: EL CAMPO DE REFUGIADOS

Dos días después, ya preparados salimos y vamos a buscar a mi padre para irnos todos de Siria. Después de unas cuantas horas caminando llegamos a un campo de refugiados donde estaban todos los heridos de la guerra. Entramos dentro, y había un montón de gente en camillas, heridos y hasta muertos. Me asusté mucho porque nunca vi algo así en mi vida, y enseguida empezamos a buscar a mi padre. Después de un rato, lo encontramos en una camilla, tenía muchas heridas y estaba cubierto de vendas. En ese momento estaba durmiendo y no lo queríamos despertar. Mi madre se fue a buscar un médico para preguntarle cómo estaba y cuando podría marcharse, y yo me quedé al lado de mi padre llorando. Después de tanto tiempo sin verlo y encontrarlo así, me puso muy mal y no podía parar de llorar. Mi llanto lo despertó, le sorprendió mucho verme aquí y me dijo:

­ ¡¿Hijo qué haces aquí, dónde está tu madre?! ­ Nos hemos ido de Idlib, mamá decía que ya no es seguro vivir allí y hemos venido a por ti para irnos todos a Europa junto con la familia de Latifa. Mamá hace un rato se ha ido a buscar un médico. ­ ¿Y dónde está Salim, se ha ido con tu madre? ­ Papá… Salim murió en un bombardeo hace unos días.

Mi padre tampoco pudo evitar llorar. Luego estuvimos un buen rato en silencio, hasta que vino mi madre. Vio a mi padre despierto y enseguida lo abrazó. El médico dijo que no se podía ir aún, así que decidimos quedarnos allí un tiempo hasta que mi padre mejorase y pudiéramos marcharnos todos. Durante estos días nos pudimos alimentar mejor que en casa y reponer fuerzas para nuestro largo camino, ya que los cultivos de donde vivíamos estaban dañados por los bombardeos y sólo podíamos salvar pocas cantidades. Mientras Latifa y yo siempre jugábamos, nuestros padres estaban hablando muy preocupados del viaje, sobre cómo llegaríamos a Europa y que tenían miedo de que no fuera seguro o no acabara bien. Yo preferí olvidarme del tema del viaje y pasar el tiempo con Latifa sin preocupaciones. Un día llegó un grupo de voluntarios europeos, entre ellos había una familia que tenía un hijo de cinco años más que nosotros que se llama Roberto.


Son de piel clara, pelo rubio, ojos azules y altos. Me sorprendieron mucho, nunca había visto unas personas así, porque en Siria somos todos de piel y cabello más oscuro, pero la ​ mayoría también tenemos ojos claros. Decían que venían para darnos comida y ayudarnos con los heridos. Roberto venía todos los días a visitarnos y traernos también comida y ropa. A veces nos habla sobre Europa, y hoy le preguntamos: ­ Roberto, cuéntanos cosas sobre tu país. ¿Cómo es? ­ Pues soy de Holanda, es un país que está al norte de Europa. Hay muchos lagos y prados. Es un lugar precioso. ­ Parece muy bonito. ­ Y lo es, deberíais ir alguna vez. ­ Nuestros padres quieren ir a Alemania, ¿Sabes cómo es? ­ Si, se parece mucho a Holanda. ­ Entonces nos gustará Alemania. ­ Seguro que si chicos, bueno me tengo que ir. Nos vemos mañana. ­ Vale Roberto, gracias por las cosas que nos traéis. ¡Adiós! ­ De nada, adiós.

Como era ya tarde, cogimos las cosas que nos dieron y volvimos al refugio. Después fui a las habitaciones y cuando entré vi a mi madre llorando delante de la cama en la que estaba mi padre. Le pregunté que qué pasaba, ella no paraba de llorar y me contestó el médico. Dijo que se murió mi padre a causa de una hemorragia, por no haber tratado bien las heridas. No puedo creerme lo que está pasando, primero perdemos a Salim y ahora a mi padre. Mi madre también está muy triste y no sabe qué hacer ahora que estamos sin él. Latifa intenta animarme pero no me ayuda mucho a superarlo.


CAPÍTULO 4: LLEGADA A TURQUÍA

Seguimos con nuestro camino durante varias semanas cuando por fin llegamos a Turquía, donde compraríamos una embarcación para ir a Europa. Llevábamos ya casi un mes en Turquía, pasando por varias ciudades como Konya o Kayseri para ver donde podríamos comprarla, pero no teníamos suerte. Llegamos a Karaman, otra ciudad turca. Nos encontramos con un hombre que paraba a todas las personas que le parecían extranjeras. Como me esperaba, también habló con nosotros. Les dijo a nuestros padres: ­ Hola, ¿Les interesa alguna embarcación para ir a Europa? ­ Si, ¿Usted nos podría conseguir una? ­ dijo mi madre. ­ Yo no, pero si van a Esmirna hay una mafia que vende embarcaciones entre 1000 y 1200 euros. Es un grupo de 5 personas vestidas de negro, los reconocerán enseguida. Pero como no quieren que les descubra la policía tienen una palabra clave, tenéis que decirles “Parlak hilal” para saber qué queréis embarcación y si os responden “Bu parlak” no sospechan de vosotros. ­ Gracias, llevábamos ya tiempo buscando embarcaciones.­ dijo el padre de Latifa. Mi madre se apuntó los nombres, y yo le pregunté al señor: ­ ¿Y qué significa eso? ­ “Parlak hilal” significa media luna brillante y “Bu parlak” brillante es. Se refiere a la bandera turca. Quería preguntarle más cosas pero se fue corriendo porque apareció la policía. Mi madre se sorprendió por la cantidad de dinero que tendríamos que pagar por una embarcación sin siquiera saber cómo sería y sin garantizarnos la llegada a Europa.


Nuestros padres se pusieron a hacer el recuento del dinero que nos quedaba, porque desde que salimos gastamos bastante en comida y transporte. En total teníamos 919 euros, que no eran suficientes para comprarla. A mi madre se le veía muy preocupada sobre cómo podríamos ganar ese dinero que nos faltaba. Latifa encontró un cartel en el que decía que buscaban personas para trabajar en una lavandería, el problema es que era antigua y tenían que lavar la ropa a mano. Mi madre y la de Latifa decidieron trabajar allí. Llevábamos ya un mes y medio y cómo ganaban muy poco y era un trabajo duro porque tenían que lavar mucha ropa junto con dos mujeres más y a veces con la ayuda de Latifa, quería pensar alguna forma de ganar dinero más rápido. Pensé en pedir limosnas delante de la lavandería, pero no contaba con que casi nadie quería dar dinero. Más tarde pasó un hombre que aparentaba ser rico, de mediana edad, con gafas e iba con un traje elegante y unos mocasines de marca. Me alegré porque pensé que ese hombre, al ser rico, me daría más dinero que las demás personas. El hombre hizo como si no me veía y eso me enfadó mucho, así que elaboré un plan: acercarme al señor a ofrecerle limpiarle los zapatos mientras yo le robaba la cartera. Comencé mi plan, me acerqué al señor y le dije: ­ Hola, buenas tardes señor. ¿Le puedo limpiar los zapatos a cambio de unas monedas? ­ De acuerdo joven, pero tenga cuidado que son muy caros. ­ Tendré cuidado. Al sentarse en un banco se le cayó la cartera, eso me facilitó el plan. No se dio cuenta y para poder cogerla le dije que también le podría limpiar las gafas. Me dio las gafas, comprobé que no veía nada, cogí la cartera y me fui corriendo. Cuando me alejé lo suficiente me puse a mirar cuánto dinero había dentro y había 280 euros. Me alegré un montón porque eso significaba que podríamos irnos ya de Turquía después de tanto tiempo y que mi madre y la de Latifa por fin podrían dejar de trabajar en aquel horrible lugar. Me reencontré con mi madre y le dije: ­ ¡Mamá, he conseguido dinero, ya no hace falta que trabajéis! ­ ¡¿En serio, Yassin?! ¡Qué alegría! ¿Y cómo lo has conseguido?


­ Eso no importa mamá, vamos a contar a ver cuánto dinero tenemos ya. ­ Sí que importa, quiero saberlo, dímelo. ¿No lo habrás robado verdad? ­ No, mamá, lo he conseguido pidiendo limosnas y limpiándole los zapatos a la gente.

­ Ah, menos mal. Me alegro de que nos hayas ayudado hijo. Vamos a hacer el recuento del dinero que tenemos ya​ . ­ Vale, voy a buscar a los demás. No me gustó mentirle así a mi madre, no quería que se preocupase y no tenía otro remedio, necesitábamos dinero y ellas no podían seguir trabajando así. Nos juntamos todos, en este tiempo mi madre y la de Latifa ganaron 80 euros juntas, y junto con lo que conseguí yo más las limosnas teníamos en total 360 euros ganados, más lo que teníamos ya, era suficiente para poder pagar una embarcación. No queríamos seguir mucho tiempo más en Turquía, así que lo más pronto posible retomamos el viaje hacia Esmirna. Llevábamos ya varias semanas, pasamos por varias ciudades, primero por Antalya. Las playas de allí son preciosas, nunca había visto la playa ni el mar de verdad. Nos quedamos hasta por la noche en la playa y después buscábamos un restaurante cercano para comer. Nos permitimos ese lujo porque llevábamos ya tiempo comiendo bocadillos o cosas así. Vi que los restaurantes eran muy caros y cocinaban marisco, gambas, cangrejo… entre otras cosas que no me gustan nada. Después de estar buscando otros sitios más baratos, encontramos un restaurante chino y comimos allí. Me gustó mucho aunque no pudimos comer mucho me quedé satisfecho. Después cogimos otro autobús para ir a Esmirna, así de paso dormimos. Justo cuando me desperté llegamos a Esmirna, y nos dirigimos hacia el puerto donde el hombre de Karaman dijo que nos encontraríamos con la mafia que nos vendería alguna embarcación. Allí había un grupo de personas, suponíamos que era la mafia así que nos acercamos y mi madre les dijo la clave, ellos respondieron la frase que nos dijo el hombre de Karaman y nos guiaron hasta un almacén donde había embarcaciones. Elegimos una mediana, se veía un poco vieja, pero como era la única en la que cabíamos todos y que no valía más de 1100 euros la compramos. No podíamos gastarnos todo el dinero en sólo una embarcación porque necesitábamos más


dinero para llegar a Alemania. Decidimos descansar después del largo viaje y zarpar al día siguiente. Ya es por la mañana, el padre de Latifa se va a comprar una brújula para no perdernos en el mar, mi madre y la de Latifa preparan el barco para zarpar y ponen el equipaje en el barco y Latifa y yo nos ponemos a desayunar. Noto a Latifa un poco cansada y le pregunto: ­ ¿No has dormido bien?

­ No mucho la verdad… ­ ¿Qué, tienes miedo? ­ dije riéndome ­ ¡No te rías, no hace gracia! ­ Estoy bromeando Latifa, no te pongas así. ¿O acaso sí que tienes miedo? ­ Es que no sé nadar y me da miedo que pueda pasar algo. ­ Tranquila, yo estaré a tu lado, no nos pasará nada. Eso la tranquilizó un poco. Nos quedamos un rato en silencio comiendo, y me puse a pensar. Me acordé de que no me dijo nada sobre lo que hablamos aquella noche desde que murió Salim y decidí sacarle el tema. ­ Oye, ¿te acuerdas de lo que te pregunté aquella noche en la que hablamos? ¿Ya lo tienes claro? ­ Sí, me acuerdo. Aún no lo tengo claro, necesito más tiempo. Iba a decirle algo pero nuestras madres nos llamaron para acabar de recoger las cosas y ponerlas en el barco. Esperamos al padre de Latifa que volvió con la brújula y zarpamos.


CAPÍTULO 5: HUIDA HACIA EUROPA: LAS BARRERAS Y FRONTERAS Nos dirigimos al puerto de Atenas y vamos hacia el oeste, que era la dirección que nos indica la brújula. La primera semana había buen oleaje que además nos facilitaba el viaje. El padre de Latifa dice que gracias a eso llegaremos antes de lo previsto. Desde que zarpamos no paraba de pensar en mi conversación con Latifa, enseguida me acerque a ella y le dije: ­ Latifa, ¿cómo estás, sigues teniendo miedo? ­ Bueno… ahora ya no tanto, ya que ha sido tranquilo el viaje y nos queda poco para llegar. ­ ¡Pues sí, dentro de poco ya estaremos en Europa! Una cosa, sobre lo que hablamos... ¿Cuándo crees que lo tendrás claro? Justo cuando me iba a contestar se acerca una tormenta que sacude el barco. Todos tenemos miedo porque el barco es demasiado pequeño e inestable frente a esta tormenta, la cual parece el diluvio universal. Cuanto más cerca estamos de la costa más fuerte es la tormenta y más grandes las olas. A unos 200 metros de la costa el barco vuelca, no nos dio tiempo de reaccionar y caímos en las aguas frías y nos llevan las corrientes fuertes. Intentaba ayudar a Latifa porque sabía que no sabe nadar, pero no pude, las corrientes son demasiado fuertes y nos llevaban a los dos. Mi madre pudo cogerme y llevarme hacia la orilla, pero a Latifa no podían cogerla porque la corriente se la llevaba demasiado lejos. Mientras mi madre me lleva hacia la orilla yo veo a Latifa cada vez más lejos y escucho como grita mi nombre, y como al final se ahoga. No reaccioné de ninguna manera, solo me quedo mirando el sitio en el que Latifa se ahogó. Llegamos a la costa de una playa, los padres de Latifa aún no estaban, mi madre está tumbada en la costa cansada de tanto nadar, y yo empiezo a llorar y enfadarme conmigo mismo por no haberla salvado. Mi madre me dice: ­ ¡Yassin cálmate, has hecho lo que has podido! ¡No te pongas así!


­ ¡Tú no lo entiendes mamá! ¡Le dije que conmigo estaría segura y que no le pasaría nada, y mira que ha pasado! ­ Lo siento mucho hijo… Sé que la querías mucho. Al oír esas palabras empiezo a llorar más fuerte y ella me abraza. De repente oímos otro fuerte llanto, miramos al mar y vemos a los padres de Latifa. Su padre lleva a la madre que está llorando. Ella se resiste y quiere ir a buscar a Latifa, pero el padre sabe que ya no pueden hacer nada. Descansaremos en Grecia unos dias. Siempre iba a la playa, aquella playa donde llegamos a Grecia y donde murió Latifa. Me siento en la orilla y pienso en Latifa y lo que ha pasado, no puedo evitarlo, siento que ha muerto por mi culpa y que no hice lo suficiente por ella. Así estuve los tres días que nos quedamos en Atenas. Ahora nos dirigimos hacia Macedonia, después de atravesar casi toda Grecia sin problemas. En las frontera entre Grecia y Macedonia, nos paró un grupo de policías, el jefe, que era el policía Balog, habla con el conductor para hacer una revisión. Aquel policía resaltaba entre los demás, era más alto y corpulento y parece enfadado. Nos hacen bajar a todos del autobús y piden los pasaportes. Los policías descubren que somos inmigrantes así que nos querían detener para llevarnos de nuevo fuera de Europa. El padre de Latifa comienza a pegar a los policías y se unen otras personas del autobús. La madre de Latifa se quiere meter para separarlos pero el padre de Latifa dice que huyamos. Mi madre de repente coge mi mano y empezamos a correr. Solo se dio cuenta el policía Balog que nos empieza a seguir. Después de correr un buen rato conseguimos que el policía nos pierda de vista escondiéndonos entre unos arbustos. Esperamos un rato hasta que fuera seguro salir y seguir el camino. Gastamos lo último que queda para el viaje hacia Alemania. Tuvimos suerte pasamos las fronteras de Serbia fácilmente sin ningún problema, pero cuando todo parecía que estaba yendo bien, en Hungría desafortunadamente nos vuelve a parar la policía, entre ellos estaba Balog. Al parecer no se dieron por vencidos y seguían buscándonos. Esta vez nadie nos ayuda a escapar, sino todo lo contrario, nos separan a los niños de nuestras familias y después nos metieron en una furgoneta.


CAPÍTULO 6: LLEGADA AL DESTINO: ¿FIN DE LOS PROBLEMAS? Llevo varios días en una furgoneta con otros niños y sin ver a mi madre, no se porque me han separado de ella. Intento hablar con los demás niños, pero no hablan mi idioma. Luego intento hablar con el conductor pero hay un cristal grueso que nos separa y no me hace caso ni me responde. Después de media hora la furgoneta se para, nos sacan de ella y vemos enfrente un edificio. Ya sé dónde estamos, en un internado. Es un edificio de dos plantas y un poco viejo, no tiene muchas ventanas pero las pocas que hay tienen barrotes. Por dentro no se ve tan vieja, y nos llevan a una habitación grande donde hay muchas camas. La mayoría de los niños que hay no se parecen a mi, son como los voluntarios europeos que venían al campo de refugiados en Siria. El hombre que nos llevaba en la furgoneta me lleva al final de la habitación y señala una cama como si dijera que me quede allí. Me siento en la cama y el hombre se va, los niños de mi alrededor comienzan a acercarse hacia mí. Algunos me señalan riéndose y otros empiezan a empujarme. Yo empiezo a gritar con la esperanza de que venga alguien a ayudarme y enseguida viene una mujer. Me separa de toda la gente, me lleva a otro sitio y dice: ­ Hola, soy la profesora Schmit y sé hablar tu idioma. ¿Qué pasaba, se metían contigo? ­ No sé qué ha pasado. Un señor que nos trajo aquí me llevó hasta una cama, me senté en ella y cuando se fue los niños empezaban a acercarse a mi. Unos se reían y otros me empujaban y me asusté así que empecé a gritar. ­ Tranquilo, hablaré con ellos y si vuelve a pasar algo así avisame.

­ Gracias, profesora Schmit.


­ De nada. Por cierto, ¿cómo te llamas? ­ Me llamo Yassin. Una pregunta señora Schmit, ¿Por qué me han traído aquí? ­ Un hombre te trajo y dijo que te encontró inconsciente y sólo.

Iba a decirle todo lo que pasó en realidad pero se fue porque la llamaron. Ahora que me ha dejado solo vuelvo a tener miedo y no sé qué hacer, ¿y si se vuelven a meter conmigo?, ¿y si pasa algo peor?, ¿y si la profesora Schmit no llega a tiempo a ayudarme? Esas y otras preguntas pasan por mi cabeza sin poder evitarlo. Al final decido volver a mi cama, cuando entro en la habitación, veo que no hay nadie así que ahora estoy más tranquilo y decido descansar porque cuando estuve en la furgoneta no pude dormir bien porque se movía mucho. Me acordé de mi madre, estoy preocupado por ella, no sé cómo está ni donde está, ni si está viva, siempre termino llorando y por las noches no puedo dormir bien. Me desperté al día siguiente, suena un timbre y veo que todos se van de la habitación, para no quedarme sólo decido seguirlos pero manteniendo una distancia para que no me vean. Llegamos a un gran comedor, supongo que era la hora de desayunar así que hago cola para coger comida. Llega mi turno y me dan una bandeja llena de comida. Me alegré mucho porque llevaba tiempo sin comer tanta cantidad de comida. En la bandeja hay todo tipo de comida: puré de patatas, carne, ensalada, yogur… Me lo como rápido, sin dejar nada, y salimos todos al patio a jugar. Me acerco a unos niños que están jugando a las canicas, eso me recuerda a Latifa, le encantaba jugar a las canicas conmigo. Después de un rato jugando, me olvidé de todo lo malo que me pasó ayer cuando de repente, alguien me pega una patada. Me despierto en un sitio diferente, parece la habitación de un hospital y me veo lleno de vendas. Justo entra un hombre y me dice:

­ Hola Salim, soy el doctor Huseín. Por fin te has despertado, llevas ya varios días inconsciente. ¿Cómo te encuentras? ­ ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí?


­ ¿No te acuerdas de nada? Una señora te trajo, estabas lleno de golpes, sangrando y como ya sabes inconsciente. Ella me dijo que te pegaron unos niños. Ahora me acordé de todo. Del policía que me separó de mi madre, del internado, de los niños y de la profesora Schmit. Le pregunté al doctor: ­ ¿Sabe cuando vendrá la señora? ­ Seguramente vendrá pronto, ahora dime tu dirección para avisar a tus padres, seguro que están muy preocupados. ­ No puedo, mi padre está muerto y no sé dónde está mi madre. ­ ¿Te has perdido?

­ Más o menos, yo no vivo aquí. Vivía en Siria con mis padres pero por los bombardeos quisieron que vinieramos a Alemania. Mi padre murió por heridas de la guerra y unos policías me separaron de mi madre cuando estábamos en Hungría. ­ ¿Y entonces dónde vives? ­ En un internado, la señora que me ha traído seguramente es mi profesora. ­ Entonces voy a llamarla para que venga. Un rato después aparece la profesora Schmit, al verme se pone muy contenta y me abraza. Me cuenta también lo que ha pasado y que ya han pillado a los niños que me pegaron y que están expulsados temporalmente. Ya llevo cuatro días en el hospital desde que me desperté. El médico como cada día viene a hacerme una revisión para ver si me estoy recuperando bien. Durante estos días hablaba mucho con él y nos empezamos a llevar muy bien. Me dijo que ha estado mucho tiempo estudiando para ser médico y que ahora quiere formar una família. También me dijo que es sirio y que por eso me entendía, entre otras cosas.


Hoy me despierto un poco más temprano para esperar al médico Huseín a que me haga la revisión diaria. Llega diez minutos más tarde y me dice después de la revisión:

­ ¡Has mejorado mucho, Salim! En unos días podrás salir del hospital y volver al internado.

­ ¡No, no quiero volver! ¡Me pasará lo mismo otra vez cuando vuelvan los niños o quizá algo peor! La profesora Schmit escuchó mis palabras y se fue a hablar a solas con el médico Huseín. Cuando acabaron de hablar vuelven a entrar a la habitación y parecen contentos. La profesora Schmit dice: ­ Salim, he hablado con el doctor y dice que si tu quieres, cuando estés ya curado, puedes vivir con él. Sin pensarlo dos veces asiento contento. No tengo que volver a aquel horrible lugar y viviría con alguien que me trata bien y con quien puedo hablar sin problemas. Ya han pasado los dos días, estoy curado y me han dado el alta. Por la tarde vamos a su casa y me enseña una habitación, la cual a partir de ese día sería mía. Es el doble que la que tenía en Siria, tiene una gran ventana y ya hay muebles. Unos días más tarde mi padre adoptivo, el doctor Huseín, me apunta a una academia para primero aprender alemán y luego poder ir al colegio y estudiar como cualquier niño normal de mi edad, sin bombardeos, muertes ni guerras.

EN SIRIA MUEREN MILES DE PERSONAS INOCENTES POR LAS GUERRAS, ELLOS SOLO QUIEREN VIVIR SUS VIDAS MEJOR POSIBLE, EN EUROPA. -------​ Yassin Hamid​ ----11/05/2016 Castellón de la Plana

Cristina Nasalean y Zhuping Yang


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.