Shiraz. Más fuerte que la guerra

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SHIRAZ. MÁS FUERTE QUE LA GUERRA

Isabel Salas Pérez


CAPÍTULO 1: Estaba paseando por la calle junto a mi hermano Mohamed camino al colegio ya que mis padres no me dejaban ir solo y por ello me acompaña él. Solo yo voy a la escuela, aquí es la costumbre de que solo vaya un hijo al colegio, además varón, el porqué no lo sé. Me llamo Shiraz y tengo 10 años. Vivo en Siria, en Homs, una ciudad pequeña pero muy conocida en el país; con mucho turismo pero con mucha precariedad. El único problema que tiene, es que hay muchas peleas con los gobiernos y otros países por problemas de religión o leyes. Hemos estado a punto de entrar en guerra, espero que no suceda. Mi familia es musulmana, de bienes, es decir no nos falta de nada. Tengo tres hermanos, el mayor, como he dicho antes, Mohamed de 15 años, y dos hermanas pequeñas, Ralia y Maram, de 7 y 3 años. Antes de entrar a clase mi hermano me dijo: -Cuando salgas de la escuela te espero en la esquina de la tienda, sal rápido que tengo prisa. -¿Por qué?- le dije. No me contestó y al salir corrí a toda prisa para que no se enfadara conmigo. Últimamente se mete en muchos líos, a saber lo que tenía que hacer, no lo soporto. La verdad no me llevo muy bien con él, nos peleamos mucho y siempre acabamos pegándonos. Mi padre está harto de nosotros, al final siempre acaba castigándome a mi, ya que para él, Mohamed es su hijo favorito, siempre lo apoya en todo. Al principio era él el que iba a ir a la escuela, pero decidió no ir porque odia estudiar; entonces me apuntaron a mí. A mí tampoco me gusta la escuela, pero me obligan a ir. Llegamos a casa y nada más entrar por la puerta, me encontré con una sorpresa, ¡era mi tía Bashira! Ahora entendía por qué tenía que salir rápido de clase. -Shiraz, cuantas ganas de verte- contestó ella. Yo no sabía qué decir, estaba sorprendido. Bashira vive en Alemania, ya hace trece años que vive allí. Se fue para encontrar trabajo, y lo consiguió. Trabaja en una empresa de anuncios, de esos que salen por la televisión. Desde entonces no había vuelto a Homs, y por eso me sorprendí. -¿Qué haces aquí?- le pregunté. -Pues venir a verte, te echaba de menos y he dicho, ¿porque no venir a ver a mi sobrino favorito? Y aquí estoy. -Tenía muchas ganas de verte, te tengo que contar muchas cosas- le dije. -Tengo una cosa que decirte y creo que te va a gustar. -¿Qué? -¡Me quedo! No vuelvo a Alemania, me han dado trabajo cerca de Homs y he decidido quedarme, ¿qué te parece?- me preguntó. - Estupendo, seguro que cuando se entere Amir se alegrará mucho. Oye, ¿ por qué no vamos a verle? -No sé Shiraz, no creo que sea conveniente.


Amir, tiene 23 años, es mi profesor desde que empecé la escuela y el único que se preocupa de mí. Siempre me pregunta cómo estoy, en la escuela o en casa, me ayuda en mis problemas y siempre me apoya en todo. Bashira y Amir estuvieron de novios, pero al irse ella, lo dejaron y Amir lo pasó muy mal. Estaban enamorados, aunque no lo querían admitir. -Por favor, hazlo por mi, así damos una vuelta. -Bueno la vuelta la aceptó, luego ya veremos si nos acercamos a ver a Amir. Dimos un paseo por la ciudad, nos tomamos un helado y volvimos a casa. Antes de ir, nos acercamos al colegio porque le dije a mi tía que me había olvidado los deberes, y así se encontraría con Amir, pero no estaba, así que volvimos a casa. Por la noche sacaron el tema de la guerra. Mi padre decía que pronto estallaría la guerra. Él participa en un grupo de musulmanes que quieren protestar para tener sus propias leyes. No le entendía, estábamos bien y no necesitábamos cambios en nuestra vida. La conversación seguía, mi madre y mi tía no estaban de acuerdo, y mi padre se enfadaba junto con mi hermano. Mohamed siempre le da la razón en todo, por ello lo de mejor hijo. No quería seguir escuchando la conversación, así que me fui a la cama. Los días, semanas y meses transcurrían, y todo seguía como siempre. Mi padre con sus protestas, mi hermano con sus cosas, mi madre cuidando a mis hermanas y mi tía trabajando sin aún no haberse pasado a ver a Amir. Últimamente en las noticias se hablaba mucho de la guerra, que iba a estallar y lo peor es que iba a pasar aquí, en Siria. Hubo mucha gente que empezó a marcharse a otra ciudad, yo no entendía nada, pero bueno estaba tranquilo. Todas las mañanas me levantaba, me iba al colegio, esperando que Bashira me recogiera y viera a Amir, después por la tarde hacía los deberes y me iba a jugar al parque, si se podía llamara así, estaba muy mal, viejo y descuidado y por la noche cenaba y me iba a la cama. Pero había una cosa que había cambiado: mi madre todos los días antes de irme al colegio solamente me decía que estudiara, pero una mañana me dijo preocupada: -Shiraz, ten cuidado, no te acerques a nadie y ve deprisa al colegio, te quiero mucho y siempre te he querido. Le hice caso, pero sinceramente no entendía nada de lo que estaba pasando. Ese mismo día Mohamed y mi padre no volvieron a casa hasta muy de noche y no solía llegar tan tarde, además llevaban con ellos unas armas o eso me pareció ver. Algo iba a pasar y no me lo querían decir, estaba muy asustado, ¿de verdad iba a estallar la guerra?


CAPÍTULO 2: Un día por la mañana, mi padre se acercó a mí, tenía miedo, porque el día anterior me había peleado con mi hermano. -Mañana tendrás que ir tú solo al colegio, Mohamed me tiene que acompañar a un sitio. -¿A dónde?- dijo Mohamed extrañado. -Ya verás, mañana te lo cuento todo. Por la noche hubo una discusión muy grande en mi casa. Mis padres y Mohamed gritaban y hablaban sobre no sé qué de la guerra. No entendía nada e intentaba escuchar, pero la conversación era extremadamente rara. Me fui a la cama e intenté descansar. Al día siguiente, como me dijo mi padre me fui solo a la escuela; antes de salir llegó mi tía Bashira. -¿Qué haces aquí?- le dije. -Ayer me llamó tu madre y me dijo si te podía llevar a clase, ¿ya estas preparado? -Justo ahora salía de casa. Salimos dirección al colegio y como me dijo mi madre cruzabamos de acera en acera cada vez que aparecía algún extraño en nuestro camino. Notaba algo raro en mi tía, estaba pálida y de vez en cuando temblaba, no le quise preguntar pues sabía que iba a ser peor. Al llegar nos encontramos con Amir, los deje un momento a solas , aunque me puse detrás de una pared para escucharlos. Me pensaba que iban a hablar de sus cosas, que se besarían y que volverían a estar juntos; pero no fue la ocasión, estaban muy raros y hablaban de la guerra, después se dijeron adiós y lo más extraño fue cuando Bashira le dijo a Amir que me cuidara y que estuviera atento de mi. Entramos en clase y comenzamos la teoría. Cuando ya faltaba poco para terminar e irme a casa, llamaron a Amir. Por los pasillos solamente se oían gritos y ruidos; todos los niños comenzamos a preocuparnos. Yo me puse a jugar con mis canicas, tengo miles y miles de canicas y de todos los colores, me pareció un poco raro, pero de repente las canicas se pusieron a temblar; deje de jugar y salí en busca de Amir cuando de repente escuché como un estallido cerca de mí. Todo el mundo empezó a correr de un lado a otro sin saber adónde ir. Los profesores llamaban a sus alumnos y se los llevaban. Yo no encontraba a nadie de mi clase y decidí salir a fuera. No me lo podía creer, todo estaba destruido, no quedaba nada, ni la tienda de la esquina, ni el patio del colegio, el parque, ni nada de nada. Miraba a mi alrededor y solamente veía a gente correr y gritar. ¿Qué estaba pasando? Alguien me cogió y me llevó dentro de la escuela. Era Amir, me había encontrado, le di un abrazo y me eché a llorar. -Tranquilízate, estoy aquí, no pasa nada. Tenemos que irnos con los demás niños. -Me quiero ir a casa Amir, quiero estar con mis padres- le dije asustado.


- No podemos, nos han dicho que os llevemos al mar y que cojamos una bote y escapemos. -¿Al mar?, ¿un bote?No entiendo nada Amir, ¿qué está pasando? Por un momento me acordé de lo que me dijo mi madre al salir de casa y lo que Bashira le dijo a Amir. Si tenía algo que ver con esto, realmente es que algo grave estaba pasando. Fue entonces cuando Amir me dijo: -Ha empezado la guerra, Shiraz. Me quedé callado por unos segundos y Amir me cogió de la mano y me llevo dirección con los demás. Me paré y le dije: -No puedo, antes necesito ir a casa, por favor llévame. Estaba convencido de que no me llevaría, pero me llevó prometiéndome que debíamos ir corriendo y luego regresar con los demás. Tardamos un par de minutos; en la calle no quedaba nada, solamente se oían bombas y disparos y gente gritar y llorar. Al llegar a casa me encontré con lo peor, no había nadie y estaba todo destruido. Me eché a llorar, gritar, pensaba que habían muerto. -Shiraz, vámonos, te prometo que los encontraremos, pero ahora vámonos. Miré a Amir y me di cuenta que tenía razón, que ahora él era el único que estaba conmigo, que solo él podía salvarme, me tenia que ir con él. Fuimos a la escuela y ya no quedaba nadie. -¿Qué hacemos ahora?- le dije preocupado. -Tendremos que ir nosotros solos hacia el mar. -¡Pero eso está muy lejos y a varios días de camino! -Tranquilízate Shiraz, juntos podemos llegar y seguro que por el camino encontramos a los demás niños, a tus padres y hermanos y a Bashira. Antes de salir de la ciudad, alguien nos gritó desde lo lejos, era Bashira, estaba herida, le habían disparó, por suerte solamente le rozó la bala. Amir intentó frenar la sangre para que no sangrara más ya que no teníamos nada con que curarla. -¿Dónde están mis padres y hermanos Bashira? Me miró, e hizo un no con la cabeza, después me dijo: -No lo se Shiraz, pero te prometo que lo encontraremos. Fue exactamente lo que me dijo Amir. Empezamos camino al mar, y no había nadie que conociéramos, solo gente extraña y desconocida. Por mi cabeza solo se me venían los recuerdos de las frases que me dijo madre; qué quería decir con eso, estaba bien, le había pasado algo. No lo sé, lo único que sabía es que tenía que encontrarla y abrazarla. Realmente tenía miedo de no verla nunca más y decirle lo mucho que la quería. Ahora solamente podía cuidar de mi tía y llegar hasta el mar, ya que era nuestra única salvación de sobrevivir.


CAPÍTULO 3: Antes de llegar tuvimos que pasar por Krak, allí nos dijeron que nos darían de beber y comer. Aunque no fue así, solamente nos dieron un par de mantas y agua. Por suerte curaron a mi tía y descansamos hasta el día siguiente en una carpa habilitada para la gente, aunque ahora nos llamaban refugiados. Había más de mil personas. Quise buscar a mi familia aunque era imposible. -No veo a nadie, es decir, ni a mis padres ni hermanos- les dije. -Ahora no pienses en eso, seguro que al llegar a la costa los encontramos enseguida- contestó Amir. Mi tía seguía pálida, y la herida no se curaba. No podía dormir y decidí dar una vuelta. También había tiendas de campaña donde algunos sirios dormían con sus familias. Oí un ruido cerca de una de las pocas tiendas que había, tenía miedo de acercarme, pero estaba seguro de que era un niño pequeño y que estaba solo. Era una niña, estaba congelada y además tenía una herida en la cabeza. Hablaba otro idioma, y no sé cómo lo conseguí, pero me la llevé conmigo para que Amir hablara con ella. -Amir, despierta, te tengo que enseñar algo. -Shiraz, qué pasa, es de noche, vete a dormir. -Mira, Amir, está herida, sola y además tiene frío, no entiende nada y está asustada, ¿por qué no le ayudamos? -¿Cómo? si no podemos ni nosotros cuidarnos- dijo enfadado. -No te entiendo, está sola, yo la voy a ayudar. -Shiraz, espera, no despiertes a los demás. Acércate pequeña, ¿cómo te llamas? -le preguntó Amir. La niña no contestaba, era obvio que no entendía nuestro idioma y que era de otro país. Era rubia y con los ojos verdes y grandes. Era más pequeña que yo, sobre unos 7 años, llevaba un vestido azul aunque ahora estaba negro. Amir intentaba sacarle información pero resultaba imposible, por su aspecto Amir decía que era rusa, que había oído ese idioma en un viaje cuando fue a visitar Rusia. -¿Cuando has ido a Rusia?- le dije. -No es momento de hablar de eso, vamos a curarla Shiraz. La llevamos donde curaron a mi tía. La niña no dejaba de llorar y se quejaba cada vez que le tocábamos la herida. Después de curarla, fuimos hasta donde estábamos durmiendo, se echó encima de la manta y se durmió. -Me da mucha pena, ¿qué vamos a hacer, Amir? No podemos dejarla, está sola, no tiene a nadie. -No sé Shiraz, si nosotros no tenemos nada que echarnos a la boca ¿qué vamos hacer con una más?, ya pensaremos qué hacemos. Mañana por la mañana intentaremos buscar a sus padres. -Hay mucha gente, pero hay que tener esperanzas, aún así, gracias Amir.


Me tumbé al lado de la niña y me dormí. Al día siguiente, Amir le contó todo lo sucedido a Bashira y ella se quedó con la niña intentando sacarle información, mientras yo y Amir íbamos en busca de sus padres. Fuimos a un sitio donde se suponía que te sacaban información y guardaban los nombres de todos con una foto. Buscamos a la niña pero no hubo manera de encontrarla; por suerte Bashira consiguió sacar su nombre. Se llamaba Sasha. Volvimos a buscar , y encontramos el nombre aunque no había foto, el problema es que estaba todo en ruso. Pedimos ayuda pero nadie nos atendía, así que fuimos a preguntarle a Sasha aunque no fue de gran ayuda. Nos hablaba pero no entendíamos nada. Bashira observaba la hoja pero tampoco encontraba nada. Al final decidimos quedarnos con Sasha y luego ya veríamos qué hacíamos con ella. Al cabo de un rato Bashira se fue a curarse y Amir le acompañó. Yo me quedé con Sasha. Al principio no hablaba, supongo que tendría vergüenza; me recordaba mucho a mi hermana pequeña Ralia, la misma edad, el mismo color de ojos y la misma sonrisa, aunque ella no sonreía mucho. De repente me dijo algo: -Hola- contestó asustada. -¿Has hablado? -Sí. -Hola, eh… Me llamo Shiraz, tú, Sasha, ¿no? -Sí. -¿Entiendes mi idioma?- le pregunté. -Sí. -¿Por qué no nos habías hablado antes? -Tenía miedo, además mi madre me dijo que no hablara con extraños. -Espera un momento, voy a buscar a Amir y Bashira- le dije. -No espera- dijo ella. - Prefiero quedarme contigo, yo te traduciré la hoja. Le hice caso y fui corriendo a por la hoja. Me contó que vivía en Rusia, exactamente en Odesa, allí también había conflictos y por ello estaban aquí, su padre era soldado y ella y su madre habían venido a verle. -No lo entiendo, habéis venido en el peor momento, ¿por qué? -Nos llamaron diciendo que mi padre estaba muy grave y que seguramente iba a morir, así que mi madre decidió venir. -¿Lo has visto? -Cuando llegamos ya estaba muerto. -Lo siento mucho, te prometo que encontraremos a tu madre. -Gracias, aunque no creo que sea posible, se la llevaron hace dos días en uno de esos botes y me dijo que a lo mejor no nos volvíamos a haber y que me quería mucho. -Te prometo que la encontraremos, mañana cogeremos un bote e iremos con ella. Al rato llegaron Amir y Bashira. Le conté todo lo de Sasha, no se lo podían creer, por la noche, mi tía, estuvo arropándola para que no se sintiera sola.


A la mañana siguiente nos colocamos en las filas que se hacían para coger el bote, por suerte madrugamos y éramos los primeros. -¿Cómo te encuentras, tía? -Bien gracias, la herida ya ha curado. Una pregunta ¿cómo conseguiste que hablara?- dijo ella. -No tengo ni idea, supongo que me cogió cariño, la verdad es que estaba muy asustada. Pasada una hora nos metieron en el bote y comenzamos el viaje hacia dentro del mar.


CAPÍTULO 4: Era un bote de aproximadamente veinte personas y éramos más o menos treinta y cinco. Se movía mucho y tenía miedo por si se volcaba. Antes de embarcar nos dijeron que tardaríamos un par de días en llegar a Grecia, y que allí nos esperaban. Hacía mucho frío y además había muchas olas en el mar y eso nos impedía movernos. Por la noche era imposible dormir, aunque mi tía y Sasha descansaron un rato. Mientras tanto, me quede hablando con Amir, me explicó las estrellas del cielo, a él le encanta todo lo que tenga que ver con el universo. -¡Mira una estrella fugaz, pide un deseo!- me dijo. -Que no haya guerra. Me miró y luego me dijo: -Estoy aquí y no te voy a dejar y si algún día te dejo acuérdate de que yo siempre he estado a tu lado y que te quiero mucho. Prométeme que si me pasa algo vas a cuidar a tu tía y a Sasha como un hombre, tienes que luchar por encontrar a tus padres. Al principio no sabía qué decirle, pero después de reaccionar le prometí que haría todo lo posible. Nos quedamos un rato más mirando el cielo y después nos fuimos a descansar. Por suerte sobrevivimos un día, aunque no todos, por la mañana nos dijeron que había muerto un bebé por hipotermia. A mediodía, a lo lejos vimos un barco, algunos gritaban para que viniera a por nosotros y Amir decía que nos calláramos, que podrían ser rusos. Ellos seguían gritando y al final el barco se acercó. De repente tiraron una bomba en el agua y el bote estuvo a punto de volcar. Ahora ya no gritaban para que les ayudaran, ahora gritaban de miedo. Amir me dijo que me tirara al agua con Sasha y que nos hiciéramos los muertos. Bashira y Amir también se tiraron; cada vez estaban más cerca y nos disparaban cada vez más. Yo cogía fuerte a Sasha y no me soltaba de ella. De repente escuche un disparo muy cerca de mi, al girarme me di cuenta que era Bashira; le habían disparado. -¡No! -grité- ¡Bashira! ¡Bashira!- solté a Sasha y fuí a por ella. Amir me cogió lleno de lágrimas en los ojos. -Vete, coge a Sahsa y escapar, yo iré a por Bashira. Fue entonces cuando llegó lo peor, justo cuando Amir fue a por Bashira le dispararon, sangraba mucho y apenas podía nadar. Solté a Sasha y le dije que nadara. Fuí a por Bashira y al llegar apenas podía moverse, también sangraba mucho y ni siquiera podía hablar. -¡Bashira, vamos, tenemos que llegar a la orilla! Le hablaba pero no me contestaba. Intentaba empujarle hacia la orilla, pero pesaba mucho y no tenía fuerzas. ¿Qué podía hacer, seguir luchando o abandonarla? De repente Amir gritó y me acerqué decidiendo abandonar a mi tí, le dí un beso y me fui. -¡Amir, qué pasa!


-Coge a Sasha y llévatela, iros rápido, te prometo que yo cuidare de tu tía, la quiero mucho y la voy a salvar, nos veremos en Grecia, recuerda lo que te dije ayer, sé fuerte y vete, ¡corre!- me dijo sin apenas voz con que escucharle. -Pero no tienes fuerza y además estás sangrando -con lágrimas en los ojos-, y creo que está muerta. -No digas eso Shiraz, está bien, tú vete, escapa y sobrevive. Le di un beso y me fui. Sasha había encontrado una tabla de madera y nos fuimos. Los rusos ya se habían marchado. Nadamos y nadamos hasta llegar a la orilla. Sasha estaba congelada. La abracé y le dije que todo iba a ir bien que teníamos que llegar a donde estaban los demás. Busque una manta con que tapar a la niña, no hubo suerte. Intenté que alguien nos ayudara, pero todo el mundo estaba asustado y nos nos hacían caso. -Sasha, esperaremos a que llegue Amir y Bashira y nos iremos con ellos. -¿Te vas a quedar conmigo, verdad? -dijo asustada. -Por supuesto que si, me voy a quedar contigo y voy a encontrar a tu madre, te lo prometo. Nos tumbamos en la orilla junto a una palmera y dormimos. Al día siguiente, alguien me despertó. Era un hombre, con la piel morena y unos ojos azules y enormes. -¿Estáis bien? -me preguntó- ¿Necesitas ayuda? Venid, os daré un par de mantas y os llevaré al campo de refugiados, allí os darán de comer, y encontraréis a vuestros familiares. Fue entonces cuando me atreví a preguntarle: -¿Ha llegado más gente del mar? -Sí, a los vivos los han llevado al campo de refugiados y los muertos están allí. Corrí para ver si estaban allí Amir y mi tía. Al acercarme había ocho cadáveres. Los cuatro primeros no eran, luego había dos niños, más o menos de mi edad; estaban pálidos y, cómo no, muertos. Los dos últimos llevaban la cara tapada. No sabía si desvelar las caras o mejor no. El hombre que me acompañó, quitó la manta. Sasha gritó y yo me eché a llorar. Eran ellos, estaban muertos,no me lo podía creer. Lloré y lloré sin parar, Sasha me abrazaba y el hombre solo hacia que consolarme. Llegó un camión donde echaron los cadáveres junto con los de Amir y Bashira. Antes de que los metieran, cogí sus manos y las junté; fueron ellos los que me salvaron la vida y los que más me habían querido en este mundo, los iba a echar de menos. Cuando el camión marchó, el hombre nos llevó al campo de refugiados. Al llegar nos dieron de comer y beber aunque yo no probé bocado. No podía dejar de llorar. Pasaron varios días y yo seguía igual. El hombre se llamaba Damián, era de Grecia y era voluntario; me explicó que se ofreció para ayudar a los refugiados. Se preocupó de nosotros dos y buscó a nuestras familias. Tardó varios días en encontrar toda la información. Pasada ya una semana y el hombre nos dijo:


-He encontrado algo, Sasha: tu madre está viva, está en otro campo de refugiados cerca de aquí, en Larisa una ciudad de Grecia. La niña se emocionó y me dio un abrazo. -Esta misma tarde partes para allí; -a la vez dijo- no sé nada de tu familia, Shiraz, no hay nada de tus padres o hermanos, lo siento. Por una parte estaba triste pero por otra alegre porque Sasha había encontrado a su madre. Por la tarde antes de que se marchara, se acercó a mí. -Gracias, te voy a echar de menos, gracias por salvarme la vida, por preocuparte de mí y por estar a mi lado, sin ti no hubiera sobrevivido y ahora no hubiera encontrado a mi madre. Te quiero y no te voy a olvidar- me dio una abrazo y se subió al coche y desde allí me dijo adiós. -Aún no he encontrado nada, Shiraz, si quieres, podemos irnos a otro campo de refugiados por si encontramos algo. -Damián, ¿te puedo preguntar algo? -Claro, dime. -En verdad no sé qué haces aquí, yo estoy seguro de que he perdido a mi familia, y no me gustaría que tú perdieras a la tuya, ve con ellos y diles que les quieres, yo ya no tengo a nadie. -Me tienes a mí, te voy ayudar. -No quiero, quiero que te vayas, mucho de los que han estado a mi lado han muerto y quiero que tú sobrevivas y no mueras. -No te entiendo, Shiraz, estoy aquí para ayudarte y no lo hago por hacerlo, lo hago porque quiero que tú también seas feliz, como yo. -Yo ya no puedo ser feliz, lo he perdido todo. -Eso aún no se sabe, los voy a encontrar, ten fe y si de verdad lo has perdido todo, no va a ser así, porque yo me voy a quedar contigo. Me quedé mirándole, y no sabia que decirle, le di un abrazo y le di las gracias, después se fue. Estaba atardeciendo y me acordé de Bashira, a ella le encantaba los atardeceres. Después me vinieron a la mente mis hermanos, ¿dónde estarían?, los echaba de menos, incluso a Mohamed. Y mis padres, ¿qué sería de ellos? y cómo no también me acordé de Amir y Sasha, realmente iban a ser a los que más iba a echar de menos. No sabía lo que iba a pasar desde este momento. La guerra me había quitado a lo que más quería en esta mi vida, me había quitado mi vida, mi familia. Pero sabía que tenía que luchar por sobrevivir y buscar a mi familia. Ya no tenía miedo, me había hecho un hombre. FIN Isabel Salas Pérez 9/05/16 Castellón de la Plana


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