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Cálculos renales y urinarios: ¿Qué hacemos con ellos?

Por Dr. M Auricio colici G no*

La litiasis es una enfermedad causada por la presencia de cálculos (piedras) que se encuentran en el interior de los riñones o de las vías urinarias (uréteres o vejiga). En general, la litiasis urinaria se forma cuando la orina se concentra o se sobresatura de minerales, lo que permite su cristalización y unión.

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Tiene una prevalencia de 5 a 12 por ciento y una recurrencia de 50 a 70% cada diez años, es decir, puede repetirse. El 75% de los cálculos es expulsado sin que el paciente requiera una cirugía, mientras que los que deban pasar por el quirófano, son intervenidos por vía urinaria.

Son más habituales entre los hombres (dos por cada mujer) y entre los 30 y los 50 años. Entre los factores que favorecen su formación sobresalen la ingesta de poco líquido (y, por lo tanto, menor deseo de orinar), familiares que hayan padecido cálculos renales, antecedentes previos (si ya hubo, existe mayor riesgo si no se realiza un tratamento adecuado) y consumir una dieta rica en proteínas, lacteos, sal y azúcar.

El calcio es el mineral que más abunda en las litiasis, ya como oxalato o fosfato.

Los síntomas pueden pasar desapercibidos o causar un cólico renal: un dolor muy intenso en la zona baja de la espalda, que se puede irradiar hacia el abdomen o hacia los genitales, y que veces está acompañado por náuseas, vómitos y sudoración, sangre en orina e infección urinaria.

El tratamiento es mediante litotricia extracorpórea por ondas de choque (que consiste en romper los cálculos en pequeños fragmentos para poder expulsarlos más fácilmente por la orina) o con una cirugía minivamente invasiva.

El cólico renal es un episodio de dolor lumbar muy intenso, acompañado por malestar general, sudoración, náuseas

Pero con el paso del tiempo apareció otra Pelada, parecida a la primera, pero no lloraba: prefería las bromas pesadas, golpear y hasta robar a los descuidados. Esta Pelada seguía a las ancianas que iban a misa de tinieblas -la primera del día- en la Compañía de Jesús. Comenzaba burlándose de ellas, luego las asaltaba, les robaba rosarios, misales y mantillas que después abandonaba en cualquier parte. La llamaban la “chinita”, para distinguirla de “la llorona”.

Le gustaba aparecerse en el Puente de la Cañada -sobre la calle 27 de Abril- donde atajaba a descuidados, trasnochadores, ebrios y jugadores. En cuanto los veía llegar, les cantaba un estribillo que hacía que los provocados se volvieran contra ella. Nunca pudieron alcanzarla, porque de un salto se perdía entre el yuyal de la Cañada.

Las autoridades recorrían la zona sin lograr nada y muchachos del sector formaron patrullas para sorprenderla, pero fue como si el ánima supiese que andaban tras ella. Por fin, cuatro “abrojaleros” la atraparon y entablaron una batalla con la fantasma que, para mejor defenderse, se quitó la ropa. Luego de mucho pelear, descubrieron que era un conocido peluquero del barrio, que alegó ser solo un bromista que había salido aquella noche a divertirse asustando gente. Esta declaración no evitó que le dieran una paliza. y/o vómitos. No todos los pacientes presentan los mismos síntomas, algunos refieren dolor en la zona inguinal.

Pero como para darle la razón, no cesó la aparición de la Pelada. Una noche se hizo ver por un conocido sargento de la policía, con fama de bravo, cruzándose con él en las Cinco Esquinas. Era la Pelada llorona - la auténtica- y el policía prefirió alejarse de ella, que lo siguió de cerca, gimoteando; cuando el sargento llegó a un boliche que había en la esquina de Bolívar y Montevideo, se tomó un par de cañas y reconoció ante los parroquianos el susto que llevaba encima.

La Pelada dejó de aparecerse a principio del siglo XX, dudándose si fue porque mejoró el alumbrado, o porque las oraciones de las ancianas devotas consiguieron la liberación de su alma. Aun así, en las casas de la zona, las mujeres siguieron “alumbrando” con velas a su ánima para que saliera del Purgatorio y dejara de andar penando y molestando por las calles. Sugerencias: 1) Acostumbrémonos a tener libreta y birome a mano para recoger estos relatos sea donde sea; 2) Leer “Duendes en Córdoba”, de Azor Grimaut. Es de Ediciones del Boulevard.

Generalmente, el cólico ocurre por la obstrucción del riñón a causa de un cálculo. Si se ubica en la zona baja del uréter, cerca de la vejiga, puede haber molestias al orinar. Si, además, hay fiebre, es muy probable que haya una infección urinaria. No solo los cálculos urinarios causan un cólico renal. Todo lo que ocupe el uréter y obstruya el riñón puede provocarlo. Por ejemplo, algunos tumores que crecen dentro o fuera del uréter, en otro órgano y que compriman el sistema urinario.

Entre los beneficios de la litotricia extracorpórea, cabe destacar que es un tratamiento ambulatorio, no existe límite de edad para su aplicación, puede utilizarse en la mayoría de los casos de cálculos de la vía urinaria, no se requiere anestesia, es un procedimiento no invasivo de gran eficacia, evita cicatrices, hay mínimo riesgo de complicaciones y de infecciones, el tiempo de recuperación se reduce a horas y se puede tener un rápido retorno al trabajo.

* Médico urólogo. Especialista en el Centro Argentino de Urología. centroargentinodeurologia.com.ar

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