Mi jardín

Como en el golf, hay que armarse de unas herramientas buenas para alcanzar la satisfacción.

Me refiero al jardín de la casa. Ojalá tengan el privilegio de tener una zona verde que se deje moldear a imagen y semejanza propia, con sus pasillos, sus hondonadas, sus árboles, algunos frutales y el verde del pasto, ese color metafórico que, recién recortado, asemeja un tapete sinuoso, extremo y profundo.

Que cantidad de circunstancias se necesitan para disfrutar de este placer. Déjenme decirles que una de las principales es la satisfacción del trabajo terminado. Porque si, se puede terminar y si es cierto que a los 10 días se debe reanudar la faena, también lo es que durante ellos, ojalá por el sol, la vista final produce una satisfacción difícil de narrar, digamos que espectacular.

Ojalá el área no sea muy grande porque el asunto se vuelve ingobernable o comienza a necesitar de ayuda terciaria lo que se vuelve muy costoso y trunca la alegría de los momentos de soledad. La herramienta básica, la podadora. Como en todo, las hay top en categoría hasta el rodillo, aquel de Lorenzo y Pepita que simplemente recorta el pasto sin mayores pretensiones que eso, recortar el pasto.

Yo conseguí, comenzando pandemia, una a gasolina con 5 posiciones de altura de muy buen precio que me ha resultado muy buena. Con excepción de alguno que otro cambio, de piezas leves, con tres años se comporta bien pero sin ayuda recogedora de hierba lo que da paso a terceros trabajos necesarios, difíciles pero agradecidos.

Los rastrillos modernos son mucho más grandes que los antiguos. Hechos de un material mucho más fuerte, dejan un camino de limpieza de unos 40 centímetros de ancho con lo cual se recoge bastante bien el pasto recortado. Mi fórmula es hacer montículos cada 10 metros cuadrados y luego recogerlos con otra de las herramientas básicas: la carretilla. Ojalá de espacio grande, de color sonoro y ojo, de llanta dura, porque las de goma se pinchan con mucha facilidad. Se recomienda la escogencia de un buen lugar de acopio en lo posible para los camiones de basura o en su defecto un buen lugar para incineración, con ramas y hojas caídas del cielo que siempre, siempre, llueven con el viento.

Una herramienta moderna es la llamada desbrozadora. Se encuentra en los “depot” y soluciona los ángulos y lugares a donde las esquinas de la carrocería de la podadora topan, evitando el corte de la hierba en esos lugares angulares. Este aparato, el mío es eléctrico, cuya carga dura unas 2 horas de trabajo continuo, está armado con un nylon (2 cms de diámetro) en el extremo inferior con el cual se logra muy bien acceder a esos pastos difíciles de alcanzar. El trabajo después de su uso es sobrecogedor, casi perfecto, alrededor de los troncos de los árboles, y debajo de los arbustos donde tampoco la podadora alcanza su objetivo.

Después de podar, barrer, recoger y desbrozar, tendrá usted un jardín precioso cuya belleza visual hará de los entornos de su casa algo bello, satisfactorio y limpio para jugar esos aproach de 10 o máximo 20 yardas, donde me volví no experto, pero si muy bueno para esos tiritos en el campo que en mis comienzos, me hicieron sufrir.

Claro que las hay mucho más sofisticadas y ahora la tendencia es, como todo, a electrizar el trabajo, de tal manera que las emisiones del dióxido resultan menores.

Hoy, 3 años después de la pandemia, agradezco haber escogido este pasatiempo como ajuste a mis horas. Además del ejercicio que, mucho me conviene, el escenario de mi casa pasó de ser un rough descuidado a un mini fairway ondulado cuasi perfecto. Mi esposa me amó.