Segunda Edición

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THE

PARADOX Segunda Edici贸n

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Mi 贸per


ra tosca


6 - 29

i l u s traci ón

30 - 55

p i n tura

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c o n s e cue nci as

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CONTENIDO

FOTOGRAFÍA


82 - 91 92 - 101

pa r a d ox u s

102 - 107

cine

108 - 133

arte callejero

CONTENIDO

prop u e s ta ar t Ă­ s ti ca


fotografĂ­a

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Faber franco: colombia namiko kitaura: jap贸n

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Faber Franco

flickr.com/photos/queestrano

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FotografĂ­a

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En la fotografía encontré el primer lenguaje visual que me permitió ver en el arte una forma para conocerme.

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Fotografía


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N a m iko K ita u r a namikokitaura.com

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En la naturaleza como en mi trabajo, sujeto y objeto se fusionan en una sola realidad, evidente en los diversos llanos y paisajes frecuentemente usados en el arte japonés. De manera similar, el especial significado que se da a las estaciones en la poesía japonesa, es una expresión de su detallada observación y afecto por las plantas como un signo del siempre desvaneciente y perpetuo patrón de la naturaleza. Fotografía

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Esa relación espiritual elogia objetos no solamente por su valor estético sino también por los intensos sentimientos poéticos que evocan, así como en el amor verdadero por las flores, no tanto por su fragancia o color sino más por su forma y significado emocional. Esto es lo que me propongo lograr.

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Fotografía


FotografĂ­a

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FotografĂ­a


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Ilustraci贸n

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midi: colombia julia prat: espa単a

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Midi antimidi.tumblr.com

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Ahora que hago memoria al respecto, el dibujo siempre me ha acompañado como subsidiario de algo más: mi elección profesional. Como lingüista siempre he sentido que la concepción que convencionalmente se tiene del lenguaje está restringida a ciertos medios y lugares comunes y fue así que lo visual cobró aún más importancia en mi trabajo. En el año 2013 comenzó oficialmente MIDI con el fin de darle una voz propia al dibujo, como proyecto e invocación de un sujeto enunciador y como la forma de materializar uno de los tantos relatos que voy creando. Algunos se refieren a mí como un ilustrador, sin embargo, considero que sea como MIDI o como cualquiera de las voces que uso, jamás he dejado de trabajar con el lenguaje, por lo cual nunca he dejado de ser un lingüista.

Ilustración

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Julia Prat juliaprat.com

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‘"Una imagen vale más que mil palabras" fue algo que me dijeron una vez, y nunca he tenido muy claro si era verdad o no, pues la gente nunca entiende nada cuando ven mis dibujos, más o menos me pasa lo mismo cuando me explico, así que como no soy una gran oradora, a veces prefiero explicar cosas a través de la ilustración con la misma incoherencia con la que suelo mostrarme al mundo. Con esta profesión no me haré rica nunca, pero dice otro refrán que “no es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita" y yo esto lo necesito, y poco más. Unas bombillas si los de Iberdrola no siguen subiendo las facturas.

Ilustración

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Pintura

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esteban ocampo: colombia zaria forman: estados unidos

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Esteban Ocampo

estebanocampo.com

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Pintura

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La pintura para mĂ­ es una terapia. Pienso que mi vida la he pasado intentando buscar significado a las cosas, no todas, pero la mayorĂ­a. La pintura es mi escape hacia un sinsentido que construyo con imĂĄgenes. Mientras trabajo en una obra en particular, intento no apegarme mucho a lo que esta puede significar mientras reacciono a su proceso, simplemente la dejo ser y al final, si tiene algo que decirme, lo tomo.

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Zaria Forman zariaforman.com

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En Groenlandia sentí el poder y la fragilidad del paisaje. El tamaño puro, la majestuosidad y la belleza de los icebergs es tranquilizante. Los golfos de hielo están vivos con un movimiento constante y sonidos estruendosos que nos recuerdan sus capacidades destructivas. Aun cuando su amenazante potencial es evidente, también lo es su vulnerabilidad; yo pude ver el hielo derritiéndose bajo el contradictorio sol caliente. Explorar las islas llanas de Las Maldivas me generó un sentimiento similar a la dualidad entre el poder y la fragilidad. El acechante y vasto océano pedía mi atención, mientras éste firmemente rodeaba cada pequeña isla. El color, la claridad y el calor del agua me invitaban incesantemente mientras las olas chocaban vilmente a lo largo de la invadida costa.

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Pintura


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Pintura


nocturna número no sé qué Por Carlos E. García

Estridencia en tu oído Tu demencia es tu delito Y es que escondes tus temores en un callejón Tu alma es inocencia a tiros.

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A la 1:30 am, la musa aterriza sin piedad ni aviso mientras yo intento despejar la montaña de platos sucios que se apilan en la cocina y en la cual ya empieza a abrirse paso el milagro de la vida.... Tras días de intentos fallidos, ¿cómo suena un mar lleno de serpientes desovando? ¿Alguien lo sabe? pregunta la voz interior, con ese tono particular de las voces interiores, y pienso de pronto que la voz real debería parecerse a la interior, al menos en como suena. Cada vez que encuentro mi voz real en una grabación experimento esa sorpresa que nos amarga al 95% de los mortales, ese sonido amorfo, que no suena a mí... ¿Será esa máquina maldita que no me supo interpretar? ¿O ese micrófono de tres pesos que no me capta bien? Pero volvamos al mar y las serpientes... Quién iba a decir que las serpientes suenan como el espumarajo de jabón lava loza que se escurre por los pelos indomables de un caribeño, o que por cada vez que en una peli a alguien le rompen la cabeza hay una sandía llorando por su suerte en la vitrina de un supermercado, o que el sonido del pubis de una virgen se hace con la barba de ciento dos días de un vikingo.

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A veces me pregunto de dónde vino todo el encanto por lo sonoro... del abuelo tal vez, pero si ni siquiera lo conocí (dice la voz interior). El abuelo fue uno de los primeros radioeléctricos del caribe. Él dio vida con sus artes a una precaria estación de radio en su pueblo. Su invento, genial para la época, era liderado por un cincuentón soltero de aspecto casi vampírico, pálido, alto y con un aliento que llegaba al alma de la gente con la que entablaba conversación, un don Juan venido a menos, de vestires y andares que no dejaban indiferentes a sus también particulares vecinas, un par de mellizas solteronas instaladas en su propio tiempo, mujeres que entre muchas otras cosas no habían sido bendecidas con el don de la belleza, y cuyos actos rechinantes con el mundo en general les obsequió la fama de personas no gratas en cualquier sitio de ese caserío, salvo la iglesia. Eran ellas las poseedoras del único receptor de radio del lugar, por lo cual, en su afán por conquistar el corazón del locutor de la radio del abuelo, de casarse y no quedar para vestir santos, sintonizaban a todo volumen a las siete en punto de la mañana “La voz

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de América” (era el nombre que había puesto el locutor a la estación de radio), donde el locutor hablaba con una voz profunda, como la de quien se ha fumado todo el tabaco y ha bebido todo el ron del mundo, saludando con ese tono de los locutores de otros tiempos y con aquella música ritual de fondo que disfrazaba la pobreza del lugar, procedente de un disco de vinilo que ya sonaba rayado de tanto prestar sus servicios día tras día, antes de que el calor abrazara el pueblo: “BUENOS DÍAS AMERICA”. Tal vez eso era América para le gente de aquel pueblo: dos calles repletas de morenos, mulatos y hasta blancos, pequeños genios que mezclaban su arte con la parranda, con la ciencia imprecisa de invadir campos electromagnéticos y mezclarlos con fiestas interminables, carne asada, patacones, ron y el bullicio de aquel caribe de cuarenta grados. Muchos años después, siguiendo la senda del abuelo, llegó a mí la radio, la música, el sonido. En un principio todo era un juego de evasión de la realidad. Yo soñaba con ser abducido por entidades de dimensiones paralelas y pasaba horas intentando generar una lógica “narrativa” con la estática generada por los aparatos de radio, los televisores, los motores de las neveras, la licuadora... Esperaba encontrar la frecuencia con la que ser llevado al lugar del origen de la vida, pasaba horas enteras mirando al cielo recitando cadenas alfanuméricas, buscando las palabras que rompieran el código que abriera el universo para que los amigos del cielo llegaran a buscarme, todos los días, una y otra vez, no importaba dónde pudiera estar - un bus, una carnicería, la mitad del océano o una parranda; allí, mientras mis padres disertaban en la mitad de las reuniones con sus amigos - me comía las colillas de los cigarrillos con azúcar y repetía los enlaces de palabras.

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Me frustraba, me enfadaba, no encontraba la explicación a por qué todo el mundo veía luces, escuchaba cosas y sentía fantasmas, y yo no. Estaba solo con esos sonidos en mi cabeza, con la música convirtiéndose en franjas de colores, transformándose en seres que salían de los altavoces y que se regaban por el aire, como el humo, pero de colores, y pensaba que cada vez que sonaban canciones tristes el humo contenía unos fantasmas infelices que se escapaban por los parlantes de los equipos de sonido y buscaban las alcantarillas o los armarios abiertos para esconderse y atrapar a la gente cuando llegara la oscuridad. Vuelvo a los platos, a la cocina, a las serpientes, está todo limpio... parece... Pero unas gotas de un líquido enigmático se cuelan por la rendija de un armario, y es extraño que suene una gota metálica si el fondo del armario es de madera, está medio podrido y allí no

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hay ninguna olla. Me da pereza arreglar goteras a las 2 am, pero me dedico al sonido, así que seguro logro justificarlo de alguna manera cinematográfica. Mientras pienso en qué hacer con la gotera, del lavaplatos emana un eructo largo y contundente, la nevera se le suma y dos compases después entra la calefacción... Toda la atmósfera me recuerda a aquellos sonidos cotidianos que en su momento fueron objeto de tormento, como las fresas odontológicas, los ruidos del monstruo de abajo de la cama, el radio mal sintonizado de mi padre en las mañanas o el silencio largo y eterno que se formaba en la espera de un teléfono que jamás sonaba, negándome con su gesto mezquino el poder escuchar la voz de ese amor de colegio que supo llevarse el viento.

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( Ilustraci贸nes: Sergio Gonz谩lez )

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Empieza a llover y me invade una sensación de confort proveniente de la capacidad liberadora de ese mundo raro de lo sonoro, tomo un butaco de la cocina y empiezo el ejercicio voyeur de mirar por la ventana. Santiago de Compostela es una ciudad bella de noche, y aún más si llueve. Noto que, pese a la hora, el barrio está vivo aún, la vecina rumana tiene visita y lanza al aire un sonido gutural e indescriptible, producto de sus orgasmos; gatos, caracoles y meigas(1) huyen espantados. Son casi las 3 am, hora en que cierran los “garitos” de fiesta y empiezan a subir y bajar por la calle empedrada grupos de elegantes mujeres que caminan con dificultad debido a los tacones y que son seguidas por unos cuantos borrachos que les cantan cosas. El tumulto desaparece rápido y empiezo a

quedarme dormido, pero me resisto a ir a la cama, es una rebeldía desde niño, una especie de lucha por no terminar el día y darle el gusto a la negra noche. Las cabezadas se vuelven incontrolables, y allí, en ese estado mágico de la ensoñación, aparece mi abuela sentada en un tablero de ajedrez gigante. Mueve la reina, me mira con cierta ternura y dice: “Mijo, no es ná el bailá sino el saber dar la vuelta”, se levanta y sus pasos no suenan a pasos, es algo parecido a un contrabajo a ritmo de danzón. Decido irme a la cama. La gotera suena con intensidad, tiene el ritmo del danzón de la abuela. Hago el ejercicio mental de convertir la gotera en aquel contrabajo y que el sueño me coja y lo armonice todo, que para eso son los sueños, para que se cumplan y poder hacer en ellos lo que nos plazca.

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Propuesta

ARTÍSTICA

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carol prusa: estados unidos

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Carol Prusa carolprusa.com

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Exhibici贸n, Miami, 2014


Mi trabajo es intentar llegar a términos con las singularidades, lo ilimitado, los estados perceptibles y mi locación. Busco en los matemáticos y científicos grandes teorías, y en los filósofos lenguajes para expresar la rareza de lo que es posible. Anhelo darme cuenta de una visión radical, una que considere las interacciones caóticas que son centrales para la formación del universo, y aplomar su belleza vital. Espero que mi trabajo cree, como dijo Edmund Burke en sus pensamientos de infinidad, “una especie de horror encantador”.

Propuesta Artística

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Propuesta ArtĂ­stica


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paradoxus

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Propuesta ArtĂ­stica


Ha sido un largo dĂ­a, han sido horas lentas.

Paradoxus

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Hay momentos en que no pensamos nada no recuerdo nada ahora‌

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Ahora siento que me voy...

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... que me alejo.

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Deambulo entre dramas humanos donde la tolerancia estรก perdida...

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... y vivimos sedientos buscรกndola con exclamaciones que tan solo parecen lamentos.

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Hay lugares en que no se juzga nada‌ y se es libre.

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Yo no sĂŠ si existes.

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cine 102


fernando garcía: colombia Sebastián hoffman: méxico

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fernandogarcía nocheshortfilm.com.co

Enfrentarse a la muerte no es cómodo para muchos, algo desconocido, quizá un sueño lento y denso del cual se intenta salir o despertar pero es inevitable; se intenta evadir pero está arraigada a nuestra piel. Solo queda aceptar, mirar cada una de las cosa a su alrededor, nada más que recuerdos, porque la soledad y el silencio son los únicos que susurran al oído, acompañando su camino a la redención.

Cine

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Todas las motivaciones están en el lugar, en el aire que se respira, cada momento de silencio observando a Álvaro García revivir su pasado, con su espacio, su gente, sus sueños, sus realidades.

( Ilustración: Sergio González ) 105

Cine


sebastián hoffman www.halleyfilm.com

A mí me gusta un cine que te introduzca a mundos distintos. Para mí la atmósfera es más importante que la historia. Contar historias me da flojera, la vida no es narrativa, para mí es una serie de sentimientos, imágenes, sonidos y personajes mezclados en una línea de tiempo espiral. El cine que pretendo hacer no es un espejo de la realidad sino más apegado al lenguaje de los sueños o el de las drogas, por ejemplo. Finalmente todo es un holograma.

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( Ilustraci贸n: Sergio Gonz谩lez ) 107

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arte callejero

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crudo: colombia nemo’s: italia 109


Crudo facebook.com/onuodurc

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Arte Callejero


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Pinto para ser libre, para sentirme vivo. Para mĂ­ la pintura es eso: vida. El graffiti es una forma de vivir la pintura, y mĂĄs allĂĄ de ser arte o vandalismo, es vida. Cuando pinto no solo escribo mi nombre, me convierto en esas cinco letras.

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Nemo’s www.whoisnemos.com

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¿Quién es Nemo’s? No es un héroe, por cierto, sino un tímido-polémico-avergonzado que como no podía jugar al fútbol empezó a pintar. Yo siempre he dibujado. En la escuela, en la clase, en la calle, en el tren, tranvía, metro, durante el almuerzo y la cena: siempre y en todas partes. Sin embargo, fue cuando empecé a pintar murales que nació Nemo [sin “S”]. Nemo como el capitán de Veinte mil Leguas de Viaje Submarino, en el silencio de los abismos luchaba contra la guerra y la injusticia en el mun-

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do; Nemo como el joven protagonista de uno de las primeras historietas escritas e ilustradas por Winsor McCay, que cada noche vuelve a soñar increíbles aventuras en el reino fantástico de Slumberland y - por último, pero no menos importante - como Ninguno, "nemo" en la lengua latina: un sin-nombre que hacía mi trabajo más misterioso, misterio profundizado por la siguiente adición del genitivo “’s” que cambió el significado de Ninguno a De Ninguno.

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Los humanoides inquietantes, protagonistas de mi trabajo, nacen de mi naturaleza inquieta y son la traducción gráfica de lo que siento y vivo todos los días. La condición social, las constantes contradicciones, hipocresías y la respetabilidad repugnante me llevaron a desarrollar una reacción de apatía y negación: por lo tanto he tratado de encarcelar a la fatiga, la tristeza, la ansiedad y disgusto en los cuerpos blandos y deformados de mis personajes escondiendo entre las arrugas de aquellas carnes flácidas la humillante condición humana. Los represento en momentos de paradoja, pesadillas que evocan escenas de nuestra realidad. Y es en las calles que me fui a buscar esta realidad, desarrollando una técnica que me atrajo a la idea del Street Art.

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Empecé a pintar en un momento en el que el arte callejero (Writing y Street Art) se expresaba con spray de color, una técnica que personalmente considero demasiado impetuosa y distante, y que luego abandoné para utilizar los acrílicos de uso y pinceles. El spray, por su propia naturaleza, elimina el contacto de la mano con la pared borrando cualquier sensación táctil y emocional que puede surgir de diferentes materiales y paredes. Los pinceles y pinturas, sin embargo, quedan mejor con mi ritmo frenético de trabajar. El paso siguiente fue el estudio teórico del street art combinado con mi experiencia práctica, lo que ha dado origen a la necesidad de utilizar ma-

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teriales que venían de la calle y, por lo tanto, no habían sido creados específicamente para dibujar. Así que empecé a buscar pedazos de papel en los vertederos o en lugares abandonados para usarlos para rellenar/colorear mis dibujos, a fin de minimizar el uso de productos industriales. En primer lugar, he utilizado papel blanco sencillo o más gris, luego eligiendo diferentes colores que variaban de acuerdo a la masa. Más tarde descubrí que el tiempo y el sol oscurecen el papel, creando diferentes tonos e intensidades cromáticas, por lo que pueden sustituir totalmente los colores acrílicos que había utilizado hasta ahora: en este momento el único material que tenía que comprar era el color negro, esencial para la definición de los contornos.

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Mi reflexión continua sobre el arte callejero me llevó paralelamente a la necesidad de romper aún más las barreras entre quien mira y vive el mural y los que lo llevaron a cabo. Y así nació el proyecto de collage “Before and after”, combinando pintura acrílica y papel; este último resiste la acción del tiempo y el clima, mientras que el acrílico es mucho más permanente, por lo que podría jugar con sus diferentes cualidades y características. Empecé a dibujar los huesos de mis personajes en acrílico, cubriéndolas después con una capa delgada de papel que simula la piel: cayendo y siendo arrancada con el tiempo, poco a poco dejaba entrever el esqueleto debajo.

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Por lo tanto, tanto el tiempo como la acción de las personas (que arrancan pedazos de papel) contribuyen a la evolución de la obra inicial que está en constante transformación. La última - por ahora - metamorfosis consiste, por lo tanto, en el nacimiento de un "artista colectivo": todos aquellos que miran, arrancan y modifican la obra se convierten en NemO’s. Nadie debe quedar excluido de un proceso creativo que, por su propia naturaleza, es de todos.

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Profesando ser sabios se hicieron necios. Romanos 1:22

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Revista The Paradox Colombia 2014


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