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imágenes desde el fondo del mar
Denisse
tomó la decisión de viajar alrededor del mundo para buscar su propia formación. Emplea las imágenes para visibilizar aquellas partes que solemos obviar. Por ejemplo, la Antártida o las profundidades del Perú. Su último proyecto fue, precisamente, construir un Museo Submarino en el metaverso.
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Un testimonio de Denisse Sotomayor
La travesía para llegar hasta aquí ha sido larga, cambiante e inesperada. Inicié mi carrera como reportera policial en un periódico popular. Tenía dieciocho años, trabajaba tardes y también madrugadas. De alguna manera me gustaba la calle, la nocturnidad y la adrenalina, pero, un par de años después, entendí que esas no eran las historias que quería publicar. Renuncié al diario y empecé mi vida como periodista independiente. Tiempo después, buscando en Internet me enteré que existía una estación científica peruana en la Antártida, que se llama Machu Picchu. Ninguno de mis colegas de entonces había siquiera escuchado de ella. Supe, sin siquiera calcular la distancia o imaginar el frío, que quería escribir sobre ese Machu Picchu. Entonces tenía 24 años y tuve que convencer al Ministerio de Relaciones Exteriores que yo era la periodista indicada para difundir la labor de esos científicos en el Polo Sur. Luego de muchas reuniones y persistencia, me enviaron como parte de la expedición peruana. Pasé tres meses en la Antártida.
Ese viaje cambió mi vida y la perspectiva que tenía sobre mi profesión. Decidí dedicarme a la difusión de la ciencia, el mar y convertir mis viajes en expediciones. Pero no fue hasta el año 2013, cuando recién descubrí mi camino como documentalista subacuática. En aquel año, conocí a un pintor que vivía en Los Órganos (Piura) y que tenía el sueño de pintar bajo el mar. Entonces tuve que aprender a bucear y, por primera vez, sumergí mis cámaras. Desde la primera inmersión, me enamoré del mundo submarino peruano, de su aparente silencio y su abundante biodiversidad. Supe que mi profesión había tomado un nuevo rumbo y tocaba educarme. Me concentré en entender la luz bajo el agua y en cómo mejorar como buza. Incluso me mudé al norte del Perú y me certifiqué como Divemaster, la primera categoría de buzo profesional a nivel mundial. Durante ese tiempo de entrenamiento, buceé la mayor cantidad de veces posible, disparé mis primeras fotos y aprendí a componer en medio de las corrientes. Formarme como fotógrafa submarina en el Perú era muy difícil debido a las escasas referencias. Afronté otra renuncia, esta vez a mi trabajo como docente universitaria, y vendí todas mis pertenencias para comprar un pasaje de ida a Indonesia.
En la vida real y en el metaverso. Los creadores del Museo Submarino en Minecraft se juntan para bucear en los arrecifes del Peru y sus avatars posan en la galeria burbuja Puedes encontrarlos en Minecraft Java 1.19.2 servidor: msm.linkisland.art
Mares Lejanos
En la primera parte de mi viaje recorrí y buceé en Indonesia, Malasia, Singapur, Myanmar, Tailandia, Brunéi y Filipinas. En total, siete países de Asia durante un año y medio. ¿Cómo hice para conseguir recursos? Trueque: cambiaba trabajo por horas de buceos. Recuerdo que vi mi primer tiburón martillo en la isla de Borneo y me enamoré de los paisajes submarinos en las costas de Papúa, dentro de la Reserva Nacional Raja Ampat, considerado uno de los mares más prístinos del mundo. Más adelante, pasé una temporada en Australia, donde conocí el dragón de mar y a otros fotógrafos submarinos con equipos que podían llegar a costar más que un auto de estreno. En aquella época, una de mis imágenes ganó un concurso de fotografía submarina en Estados Unidos y el premio fue un viaje de buceo a Hawái. Allá fotografié mantas gigantes en medio de la noche y pude ver, de cerca, la geografía de sus volcanes sumergidos. En Jupiter (Miami) registré dos tipos de tiburones: el toro y el limón
Después de tres años, decidí regresar a mi país para poner en práctica lo aprendido y mostrar el Perú profundo, el que vive en el fondo del mar en medio de un espacio de colores, corales y peces. De pronto, me di cuenta que no solo debía mostrarlo y ponerlo en valor, sino también protegerlo. E intentar que más personas quieran defenderlo.
Mares Virtuales
Mi último proyecto es el Museo Submarino en Minecraft, una de las plataformas de videojuegos que, hace tres años, alcanzó el segundo podio de popularidad a nivel global de todos los tiempos, solo por debajo de Tetris. La idea nació después de conocer a Kioshi Shimabuku, diseñador y gestor cultural que ya había creado Link Island, el primer centro cultural peruano en la virtualidad. Escogimos Minecraft para poder llegar a nuevas generaciones. Le conté lo que imaginaba y él aceptó ser el constructor de un espacio subacuático en el metaverso que represente la vida submarina del norte del país. A través de tres galerías temáticas, donde se exponen mis fotos submarinas, reprodujimos parte de las 116 mil hectáreas del Mar Pacífico Tropical Peruano, que lleva más de diez años esperando convertirse en una reserva nacional.
Puedes recorrer el Museo Submarino caminando, volando o buceando. Incluso puedes teletransportarte entre las galerías. Dentro de la ballena, una de las galerías, se exponen fotos sobre estos animales gigantes que llegan todos los años al Perú desde la Antártida, buscando aguas cálidas para reproducirse y tener a sus crías. En el medio de la sala, hay un botón en el que puedes escuchar el canto de una ballena jorobada registrado por los científicos en el norte del país. En el MX-1, el arrecife artificial más importante del Perú, deberás sumergirte para aprender sobre los animales que lo habitan a través de las imágenes expuestas. Al final del muelle, los dos pisos de la galería burbuja reúnen fotografías de las tortugas verdes, el pez globo y los corales multicolor. En el Museo Submarino también hay espacio para los detalles como los miradores en forma de mantarraya y de malagua.
Hoy sigo viajando para mejorar como documentalista y para encontrar nuevas formas para comunicar sobre el mar peruano. Mi objetivo es que las imágenes sean la evidencia y el llamado de atención de nuestra riqueza por explorar.
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