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EDUARDO SABUGAL TORRES
UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”
EDUARDO SABUGAL TORRES
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NOTAS SOBRE LA AMBIENTACIÓN TERRENAL DE REVUELTAS A PROPÓSITO DE LOS DÍAS TERRENALES
El realismo que propuso Jose Revueltas en la literatura fue un realismo crí tico, es decir “un realismo que toma el mundo exterior, el mundo circunstante, para someterlo a una crí tica artí stica, a una depuracio n de elementos, y así buscar ciertas esencias este ticas” (Revueltas, Conversaciones con Jose Revueltas 51), su alejamiento del realismo socialista le hizo entender la literatura al margen de los propo sitos de este, que entendí a la literatura como una tarea que estaba obligada a mostrar la contradiccio n entre el socialismo victorioso y el capitalismo moribundo, y como pretendí a Andrei Zhdanov, deberí a abonar a la construccio n socialista. La este tica de Revueltas se alejo de ese antagonismo maniqueo, pues entendio el arte como inscrito en una diale ctica histo rica, en donde el hombre inicia la reapropiacio n de sí mismo, es decir, su desenajenacio n. Como ha sen alado Adolfo Sa nchez Va zquez(1), la literatura para Revueltas constituyo en sí misma, un factor de revolucio n, de transformacio n, y de crí tica de las relaciones. La figura del proletario con frecuencia aparece en su obra, y por lo mismo estudiar la forma en co mo aparece retratada nos puede dar una idea general de algunas concepciones que Revueltas tení a del proletariado en tanto clase social, sobre todo durante la de cada de los cuarenta. Aquí se proponen unas breves notas en torno a la representacio n del proletariado en la novela Los días terrenales, publicada en 1949 por Jose Revueltas y retirada de circulacio n al an o siguiente por decisio n del propio Revueltas, despue s de haber sido duramente criticada. Dicha representacio n se entiende en el sentido que Roland Barthes en S/Z da al concepto de connotacio n, es decir como “la huella nombrable, computable, de un cierto plural del texto […] un rasgo que tiene el poder de referirse a menciones anteriores, ulteriores o exteriores, a otros lugares del texto (o de otro texto)” (Barthes 5) Leer es un trabajo, y para Barthes ese trabajo consiste en esparcir el texto en lugar de recogerlo. El texto esparcido es analizado por unidades mí nimas de lectura que Barthes llama lexias, cortos fragmentos contiguos, cuya dimensio n dependera de la densidad de las connotaciones, que es variable segu n los momentos del texto en cuestio n. Barthes llama texto tutor al texto que se somete al ana lisis lexicolo gico que e l propone. Los días ter renales sera el texto tutor en el que se dibujara el espacio estereogra fico de la escritura revuelteana. Lo que interesa al maltratar Los días terrenales no es dar con el texto “verdadero”, sino con el texto “plural”. Se analizara n algunas lexí as referentes a los escenarios y las ambientaciones terrenales que ayudan a configuran la representacio n de la figura del proletario, y que permiten rastrear la mí mesis y la diale ctica revuelteana. Por eso nos preguntamos ¿do nde suceden las acciones que realiza este o aquel personaje?, ¿cua l es el espacio desde donde habla?, ¿que espacios transita o habita?
Resulta interesante que el telo n de fondo del desarrollo de algunos personajes de Los días terrenales transcurre en un espacio cerrado (una habitacio n, una oficina clandestina) y por el contrario en otro tipo de personajes, la accio n sucede en espacios abiertos, a la intemperie. Revueltas inicia la novela con la presentacio n de Ventura, un viejo pescador de origen indí gena, tuerto, lí der de varios pescadores que representan a diferentes pueblos. La pesca, ayudada por el envenenamiento del agua del rí o, simboliza la accio n humana que altera el orden natural, para producir algo. Sin embargo, ese ecosistema natural y ese control sobre las aguas y los peces, trae consigo algo ma s que el producto de la pesca, trae tambie n la muerte. Un cada ver, atrapado en el dique artificial que han hecho para atrapar a los peces, les devuelve la imagen de un
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hombre muerto, acaso como un mal presagio para todos y en especial para Gregorio. Son los viejos motivos de Caí n que Revueltas pone en escena una y otra vez a lo largo de su obra. Ese escenario en donde se desarrollan los personajes que encarnan al proletariado rural es el paso de lo natural sin domesticar au n, el tiempo previo a la agricultura, el tiempo de los cazadores, que de pronto se trastoca por la mano del hombre en algo envenenado, que trae consigo la muerte de lo natural y del hombre. Precisamente la descripcio n de aquel escenario, el rí o y la vegetacio n que rodea al rí o, esta en el tenor con el que empieza la novela: “En el principio habí a sido el Caos, ma s de pronto aquel lacerante sortilegio se disipo y la vida se hizo. La atroz vida humana” (Revueltas, Los dí as terrenales 7). Es decir, primero hay un desorden inhumano, pero au n lejano de la atrocidad, y despue s, mediante el trabajo del hombre, aparece el mundo atroz, el de la ceguera (Ventura es tuerto) en donde Caí n siempre esta matando a su hermano. Ahí , en ese mundo natural, en donde los pescadores representan el primer trabajo humano, so lo Gregorio puede ver.
Al mismo tiempo Revueltas crea en la novela, una atmo sfera difusa en el tiempo, casi fantasmal, asociada al trabajo obrero dentro de la ciudad. Hablando de los ruidos de la urbe nocturna, con campanas, fa bricas, estaciones y ferrocarriles, escribe: “[..] no ya de la ciudad moderna y cosmopolita, sino el de un Me xico primitivo, ignorado y profundo, tal vez la Tenochtitlan prehispa nica, posfigurada y vuelta a nacer en el oí do casi en virtud de cierta metempsicosis hacia atra s, hacia siglos lejanos” (Revueltas, Los dí as terrenales 42). Mientras que el escenario parece intemporal, exento de mutaciones, los personajes se mueven vertiginosamente, casi siempre hacia una caí da o quebrantamiento. Sin embargo, el espacio descrito contribuye a devolverles cierta forma de enraizamiento o profunda vinculacio n con lo que hacen, piensan o sienten. Son comunistas en el siglo XX, y salen a la noche, con la propaganda bajo el brazo, como si intentaran regresar irracionalmente al comunismo primitivo, asociado a ese lugar ignorado y profundo, prehispa nico, prehisto rico acaso. El espacio los termina de construir en tanto personajes. Así , su acti-
vidad de militantes comunistas esta asociada inevitablemente al espacio que transitan. Se menciona “[…]aquel panorama de esfuerzo, de lucha, de activo combate que era el barrio obrero con sus fa bricas, con sus mu sculos, con su rumor sano, con su fragancia de aceite y petro leo” (Revueltas, Los dí as terrenales 104). Sin embargo, mientras la lucha y el esfuerzo, esta n ahí , en la ciudad ruidosa y olorosa que recuerdan la industrializacio n, el enclaustramiento de Fidel y Julia, por el contrario, representan la militancia dolorosa, solitaria, casi de celda monacal, el espacio í nfimo de la penitencia ma rtir. De alguna manera tambie n ellos esta n apandados con su hijita muerta, dentro de ese miserable espacio, en donde esta n maniatados por la militancia, por las propias ideas (que Fidel escribe religiosamente en la ma quina de escribir) por el luto, la clandestinidad y la pobreza. La construccio n del espacio exterior (el barrio obrero y el basurero que hay que cruzar) se relaciona con el combate y la otredad, en tanto que la construccio n del espacio interior (la habitacio n, la oficina clandestina) se asocian al dolor y a la incomunicacio n. Quiza la pregunta ta cita que Revueltas plantea aquí es ¿co mo se transita de uno al otro? ¿cua l es la diale ctica secreta que hay entre ambos espacios?
Bibliografía
Barthes, Roland. S-Z. Trad. Nicola s Rosa. Me xico:
Siglo XXI, 2011. Impreso. Revueltas, Jose . Conversaciones con José Revueltas.
Xalapa: Universidad Veracruzana, Centro de
Investigaciones Lingu í stico-Literarias., 1977. Impreso. — . Los días terrenales. Madrid: FCE, ALLCA XX,
UNESCO, 1996. Impreso.
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