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JUAN ROGELIO

UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

JUAN ROGELIO

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DE LOS DEMONIOS

Me incorpore . Estaba sudorosa y muy espantada. Tení a la respiracio n agitada y creí que se me iba a salir el corazo n, debido a lo fuerte que sentí a que golpeaba contra mi pecho. Nunca antes, como esa noche, habí a podido abrir los ojos tanto como lo hice e sa, despue s de haber dormido. Tampoco, hasta antes de esa noche, me habí a asustado tanto. Y menos au n me habí a ganado el sentimiento como esa vez. Fue por eso que, en cuanto vi a mi mama , igual que si tuviera yo cinco an os, me abrace a ella. No dije nada, y me puse a llorar contra su pecho. Sentí co mo ella me daba en la espalda unas palmaditas, que me devolví a el abrazo y que me apretaba contra su pecho. Igual sentí que sus manos me acariciaron el cabello, como para que me calmara. –No pasa nada, hijita –oí que me dijo –. Ya. Ya. Ya paso . Fue nada ma s una pesadilla, mi nin a.

FOTOGRAFÍA: RICARDO CORONEL

UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

ROMEO DUVALIER PEÑA

EL BOLO

Nuestra casa estaba ubicada en la esquina donde inicia el camino que lleva a la Balastrera y continua hasta Tajuco, Can a Brava y Echegaray, todos los dí as en las noches algunas veces nos despertaba el ruido del tren o de alguno que fuera tomado o le entro la tarde y pasaba caballo.

Los perros labraban siempre y se callaban muy de madrugada, una noche se escuchaba el quejido de un caballo, como queriendo salir por que los cascos pegaban a las piedras, de pronto un quejido de una persona se escucha, mi papa se asoma pero nada, continu an estos quejidos, abre la puerta y con un candil nos asomamos a ver que pasaba habí a caí do a la zanja para la construccio n del drenaje, gritamos vecinos necesitamos ayuda, vecinos vengan a ayudar, ahí estaban los vecinos alumbra ndonos con candiles y el caballo estaba patas arriba, suponí amos que estaba ya muerto quien lo montaba por lo estrecho de la zanja, fueron a traer mecates y tablas para poderlo intentar levantar, en el primer esfuerzo solo los pujidos, el rechinar del mecate y crujir de la tabla se escuchaba.

Se mueve algo ahí , se quejaba, estoy bien, solo que cuando lo intentan levantar me aplasta mi caballo, las madera se juntan para tratar de hacer una palanca y entre todos un nuevo tiro n y logra salir un sen or todo sucio, con un morral cargando, y el caballo se moví a, quieto bonito, oh bonito, tate quieto, el caballo al reconocer la voz de su amo, quedo inmo vil, como pudieron metieron ma s tabla y al soltar el pesado caballo en las tablas pudo girar para poder salir.

La luz de los candiles logra alumbrar, Salvador que bueno que estas bien, si el caballo hubiera llegado hasta el fondo me mata la montura y hubiera terminado aplastado, del morral saco una botellas de vidrio que decí a Corona, las abrio con los dientes, e ntrenle que aquí no ha pasado nada, ajusto su montura y silbando desaparecio entre la oscuridad de la noche.

Temprano los vecinos fueron a ver si habí a quedado alguna botella quebrada no, solo que unas piedras impidieron que el caballo llegara hasta el fondo sino otro hubiera sido el destino tra gico de Salvador.

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