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Bitácora de la facultad de Ciencias SocialeS Edición 2/2013
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sextante Como el sextante de los navegantes
Latitudes
Temas de central importancia para las ciencias sociales y para nuestra Facultad.
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Pertinencia y calidad: la Facultad de Ciencias Sociales frente a los retos de Colombia Vicedecanatura de Investigaciones y Posgrados
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Ciencias Sociales, Justicia Transicional y Construcción de Estado Pablo Kalmanovitz
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Ciencias sociales y locomotoras Margarita Serje
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y cartógrafos, nuestro periódico será un instrumento de observación útil para construír un mapa más completo de la Facultad.
Proyectos de investigación y diversos frentes de trabajo de los profesores la Facultad.
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Debates alrededor del pluralismo religioso en Colombia Jean Paul Sarrazin
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Observaciones filosóficas para la paz Rodolfo Arango
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Los Traumas Post-Conflicto: Líneas de Fuga y Sueños para Interpretar Alex Fattal
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Nuestras condenadas lenguas colombianas Daniel Aguirre Licht
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Química y Arqueología de Los Andes se unen para reconstruir las técnicas culinarias prehispánicas Elizabeth Ramos
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Un asesino oculto en la Bogotá colonial y republicana Elizabeth Ramos y Mónika Therrien
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Encuentro con los otros: Perspectivas para la reconciliación en Colombia Angelika Rettberg
C c o r r i e n t e s Experiencias docentes y retos e innovaciones en pedagogía de ciencias sociales.
Rector Pablo Navas Sanz de Santamaría
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Mitos y realidades bajo la Cultura Política Chavista Gabriel Camargo-Toledo y Alejandra Ortiz Ayala
Vicerrector Administrativo y Financiero Javier Serrano
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La metodología artesanal de la etnografía y los tiempos de la investigación en la universidad Mónica Espinosa
Vicerrector de Asuntos Académicos José Rafael Toro
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Violencia, duelo y memoria: Conversaciones sobre estética y política con Jean-Luc Nancy María del Rosario Acosta
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¿Qué es un laboratorio de psicología y cognición? William Jiménez Leal
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Maestría en Estudios Internacionales: Una apuesta por la interdisciplinariedad en el análisis de lo glocal
Vicerrector de Desarrollo y Egresados Mauricio Sanz de Santamaría Vicerrector de Investigaciones y Posgrados Carl Langebaek Decano - Facultad de Ciencias Sociales Hugo Fazio
R R u m b o s Producción académica y publicaciones de la Facultad.
edición [2] Dirección Mauricio Nieto Edición María José París Diseño y diagramación Víctor Gómez Equipo Sextante Catalina García Martha Lux Impresión Panamericana Formas e Impresos, quien solo actúa como impresor.
Facultad de Ciencias Sociales Universidad de los Andes Carrera 1 # 18 A-10 Edificio Roberto Franco, sexto piso Teléfono: 339 49 49 Ext.: 3330 sextante@uniandes.edu.co http://sextante.uniandes.edu.co Bogotá, Colombia
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¿Para quién investigamos? ¿Para quién publicamos? Elvia Vargas Trujillo. Enrique Chaux
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La vida social del libro Alejandro Castillejo Cuéllar
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En búsqueda de las representaciones del patrimonio cultural en Colombia Luis Gonzalo Jaramillo E. y Manuel Salge Ferro Noticias
i t i n e r a r i o s Novedades y eventos.
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El Programa de Iniciativas Especiales de la Facultad de Ciencias Sociales llevó a 19 estudiantes de Antropología al Resguardo Indígena Embera-Chamí Karmata Rua
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El programa de Historia de la Universidad de Los Andes: Uno de los mejores del mundo según el QS Ranking
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Primera Escuela de posgrados de Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental –SOLCHA-
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Conozca las líneas de investigación de la Facultad de Ciencias Sociales en formato audiovisual
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El dolor: tema de la conferencia inaugural de posgrados 2013
Seminario ‘Minería en Latinoamérica: retos y oportunidades’ Luis Gonzalo Jaramillo, profesor del Departamento de Antropología fue reelegido como Representante de la Universidades en el Consejo Nacional de Patrimonio
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Pertinencia y calidad: la Facultad de Ciencias Sociales frente a los retos de Colombia Vicedecanatura de Investigaciones y Posgrados. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes.
Nuestro problema desde las ciencias sociales es que “impacto”, o mejor “pertinencia” son conceptos mucho más complejos que los listados de revistas de expertos más citadas casi siempre de otras latitudes.
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La función de las ciencias sociales no es interpretar la realidad sino cambiarla”. No podemos pensar en una frase más trillada y a la vez más pertinente para introducir esta edición del Sextante. Y si se trata de lugares comunes, ya hemos oído muchas veces que la compleja realidad colombiana hace de nuestro país un “privilegiado” objeto de investigación, e igualmente se puede argumentar que Colombia enfrenta hoy cambios históricos notables que demandan una profunda comprensión de las realidades sociales, culturales, demográficas, económicas y geográficas del país y sus regiones. Los retos que suponen la solución de los conflictos armados, la construcción de paz, la gobernabilidad y democracia, la salud y el bienestar, la búsqueda de la equidad, la diversidad y riqueza cultural, la inserción de Colombia en un nuevo orden global, y la formación de un capital humano idóneo para enfrentar estos cambios; son todos frentes urgentes, que requieren de la participación de investigadores innovadores con capacidad de trabajo que trascienda los límites de los juegos globales de éxito académico de las disciplinas especializadas. Una muy difundida manera de entender y medir la pertinencia de la investigación y la producción académica es en términos de “excelencia académica”, de “calidad científica”, de publicaciones periódicas “indexadas” con alto índice de impacto; pero nuestro problema desde las ciencias sociales es que “impacto”, o mejor “pertinencia” son conceptos mucho más complejos que los listados de revistas de expertos más citadas casi siempre de otras latitudes. Los campos de investigación y los intereses de los profesores de la Facultad son muy variados, pero una rápida mirada a las líneas y grupos activos de los distintos departamentos muestran una clara y marcada preocupación por atender problemas reales, actuales y locales. Un número notable de profesores de distintos departamentos trabajan temas relacionados con el conflicto armado y sus nefastas consecuencias; al mismo tiempo existe una preocupación sobre los diálogos de paz y el manejo de una etapa posterior al conflicto; justicia transicional, reparación, reinserción y construcción de un Estado de Derecho. El interés por la política nacional, por la gobernabilidad, o el funcionamiento del Estado es también notable. Otros grupos de investigación se ocupan de áreas claves para la construcción de futuro en temas como la educación y el bienestar de la población infantil. La geografía, la diversidad cultural y biológica, la historia de la sociedad colombiana; son, entre otros, temas de creciente interés en la Facultad de Ciencias Sociales.
Así la Facultad, sus programas de pregrado y posgrado, sus profesores e investigadores, conforman un centro de educación e investigación que se ocupa los más apremiantes retos del país que tienen la vocación de convertirse en un referente útil para la comprensión y la acción en la construcción de futuro. En el reto que implica promover y fortalecer campos de investigación sobre los más inminentes desafíos de la sociedad colombiana, debemos lograr también que los conocimientos, producto de la investigación o la consultoría, sean difundidos a públicos amplios y relevantes; que tengan un impacto más allá de su reconocimiento de pares académicos. La calidad (entendida como el reconocimiento de una comunidad de expertos internacionales) y la pertinencia (como el sentido que tiene el conocimiento para un contexto específico) no son metas excluyentes, por el contrario muchas veces se confunden, pero no son lo mismo; y es saludable que dejemos por un momento la obsesión por el reconocimiento internacional y reflexionemos con cuidado sobre la pertinencia del conocimiento y la educación. Este puede ser el camino más seguro hacia la excelencia y la visibilidad de la producción académica dentro y fuera del país. Para este número de Sextante hemos invitado a la profesora Margarita Serge, del departamento de antropología y al profesor Pablo Kalmanovitz, invitado para dictar un curso de verano en el departamento de Ciencia Política, para que desde sus áreas de trabajo reflexionen sobre la pertinencia de las Ciencias Sociales y su papel en la construcción de un nuevo país. Las demás secciones, tanto de esta edición, como de los anteriores, conforman una lista considerable de temas en los cuales las ciencias sociales, y en particular los frentes de investigación de los profesores de la facultad juegan una función clave en la construcción de futuro.
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Ciencias Sociales, Justicia Transicional y Construcción de Estado Pablo Kalmanovitz. Profesor invitado por el Departamento de Ciencia Política.
as actuales negociaciones de paz con las FARC deberán tratar el difícil tema de la justicia transicional. Se han discutido en los medios y en foros académicos cuestiones de selectividad penal— ¿sobre quiénes, entre los miles de troperos, mandos medios y líderes del Secretariado, deben enfocarse los recursos judiciales?—, se ha reclamado públicamente el deber de reparar a las víctimas, y se ha anunciado la creación de una Comisión de la Verdad en el llamado Marco Jurídico para la Paz. Sin embargo, hasta donde sabemos, los mecanismos de la justicia transicional no han pasado aún por la mesa de negociación. Su diseño e implementación plantea uno de los grandes retos para las ciencias sociales en la situación histórica de Colombia hoy. La pregunta de fondo es cómo construir un Estado de Derecho en un país que ha sufrido tan prolongado y atroz conflicto. El discurso contemporáneo de la justicia transicional ha sido articulado sobre todo por promotores y defensores de los derechos humanos. Sobresalen los llamados a hacer justicia—justicia penal para los victimarios, justicia correctiva para las víctimas—y a investigar los orígenes y la naturaleza de los hechos victimizantes. Esta orientación jurídica ha hecho a la justicia transicional rica en reclamos de derechos y deberes, pero relativamente pobre en la discusión de los fines sociales que justificarían y orientarían las políticas públicas de castigo, reparación y búsqueda de la verdad en las condiciones particulares de una transición. Decir, como se hace a menudo, que se debe castigar a los victimarios para combatir la impunidad, es simplemente afirmar el deber de castigar—se debe castigar para que no falte el castigo. Pero, más allá de esto, ¿cuáles deben ser los fines del castigo como política pública transicional? En el caso de las reparaciones ¿por qué invertir cuantiosos y escasos recursos en la restitución de bienes, cuando podrían más bien invertirse en alivios a la pobreza extrema?
La pregunta de fondo es cómo construir un Estado de Derecho en un país que ha sufrido tan prolongado y atroz conflicto.
Las Ciencias Sociales juegan un papel crucial en la construcción del Marco Jurídico para la Paz, pues la tradicional orientación jurídica del discurso de la Justicia Transicional es rica en derechos y deberes, pero relativamente pobre en la discusión de los fines sociales que justificarían y orientarían las políticas públicas de castigo, reparación y búsqueda de la verdad en la resolución del conflicto colombiano.
El discurso de la justicia transicional ofrece algunas respuestas. Se dice que castigar a los victimarios es imperativo porque contribuiría a (re) establecer el Estado de Derecho; la obligación de castigar sería un instrumento para promover la “cultura de la legalidad” en el régimen post-transicional. La razón es que, al castigar a los victimarios, se envía un poderoso mensaje social, cuyo efecto sería a la vez disuasorio y afirmante de normas fundamentales para la vida en comunidad. Se ha dicho también que las reparaciones son valiosas en la medida en que reestablecen los derechos de las víctimas, restauran su estatus pleno como sujetos de derecho y manifiestan el compromiso estatal por la protección de derechos. Así como el castigo, las reparaciones contribuirían a reestablecer un orden legal mellado por la victimización masiva, y podrían además contribuir a generar confianza en la institucionalidad y a fomentar la solidaridad social. La validez de estas justificaciones depende de hipótesis causales que han sido estudiadas sistemáticamente, y a veces refutadas, por las ciencias sociales. Si bien no hay consenso sobre qué hace posible la existencia de un Estado de Derecho, nadie duda de la dificultad de su construcción. Construir un Estado de Derecho tiene que ver no solo con afirmar públicamente ciertos valores y reconocer públicamente la dignidad ciudadana, sino también, y principalmente, con la institución de un poder público independiente, dotado de recursos y con miembros competentes, que logre someter tanto a los organismos públicos como a los ciudadanos a un orden legal a lo largo del tiempo, incluidas élites legales e ilegales, locales, regionales y nacionales. Las ciencias sociales tienen herramientas potentes para modelar los retos de este proceso, incluyendo, entre otros, la compatibilidad de los incentivos de agentes políticos con la existencia de un orden jurídico; las causas y los modos de la corrupción política; y la emergencia y dinámicas de reclutamiento de grupos armados ilegales. La relevancia de este conocimiento para la justicia transicional es obvia: si la construcción del Estado de Derecho es un objetivo del castigo y las reparaciones transicionales, entonces deberán articularse explícitamente con políticas públicas que las proyecten al largo plazo, incluyendo políticas de seguridad, solución pacífica de conflictos y protección efectiva de derechos. Habrá confianza en las instituciones judiciales más por funcionar idóneamente a lo largo del tiempo que por llevar a término juicios o reparaciones transicionales. Así pues, las medidas de justicia transicional no son suficientes para generar legalidad y confianza en lo público; es más, como lo han mostrado casos de transición exitosa que no implementaron justicia penal ni correctiva—El Salvador, Mozambique, España—, es posible que tampoco sean necesarias. Deben reconocerse, no obstante, los propósitos más modestos de la justicia transicional, entre ellos su potencial legitimador. En la medida en que sea ampliamente percibida como justa, la justicia transicional puede brindar legitimidad a negociaciones políticas transicionales, lo cual les dará más resiliencia y hará más probable su éxito. Sobre esto las ciencias sociales también dan luces. La simpatía prácticamente universal hacia las víctimas, las fuertes emociones retributivas y de indignación moral características de las transiciones, así como la movilización efectiva de organizaciones de víctimas y de promotores transnacionales de derechos humanos, pueden hacer de la justicia transicional un factor legitimante crítico en procesos de transición política. Tal es ciertamente el caso hoy en Colombia.
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l debate público sobre las “locomotoras del desarrollo” en Colombia, llámese minería e hidrocarburos, infraestructura, vivienda o agroindustria, se centra en los problemas de productividad, de gestión pública, de infraestructura, de capacidad técnica y sólo en el mejor de los casos se mencionan sus implicaciones ambientales, entendiéndolas como conflictos entre el uso y la vocación ecológica de unidades biogeográficas. Rara vez se discute a fondo su dimensión social. Esto se debe seguramente a que la imagen de las locomotoras evoca incuestionadamente la noción benéfica del progreso que se impone en el siglo xix con la figura de los barones ferroviarios en los Estados Unidos, pioneros de la era corporativa contemporánea. Las locomotoras simbolizan así el avance triunfal de un orden económico, político y militar en el que la gestión estatal se orienta a garantizar la rentabilidad sostenida de enormes inversiones de capital, energía y tecnología —necesariamente en cabeza de grandes corporaciones— con la esperanza de que su prosperidad revierta, eventualmente, al conjunto de la población. Ante su avance, las ciencias sociales parecen ausentes y aturdidas. Tal vez por la locomotora de la innovación, que se traduce en un afán por centralizar y uniformar el quehacer de la investigación para medir estadísticamente la productividad, dejando de lado los problemas de la producción de conocimiento. Sus análisis han venido asumiendo, de manera estratégica para responder a la adopción de estándares “internacionales”, los lenguajes y perspectivas teóricas de las disciplinas sociales del mundo anglosajón, que separan el papel de las ciencias sociales DE y PARA (el desarrollo, el Estado, la nación). Es decir, separan como dos proyectos opuestos y jerarquizados, las ciencias sociales aplicadas de las “puras”, o la “consultoría” de la verdadera investigación. Ello ha resultado en que “los sociales” que transitan entre las ONG, la empresa y el Estado —sus ávidos mercados laborales— donde su quehacer se define a partir de requerimientos técnicos, releguen lo social como compromiso crítico a los “teóricos de la academia”. Esta oposición —que constituye, por lo demás, una falacia—ignora el rol histórico de las disciplinas sociales en América Latina. Aquí han tenido un papel activo en la construcción de las naciones y los Estados, aportando con la creación de utopías y contra-utopías (como lo evidencian los trabajos de Mariátegui, Ortiz, Rama, García Nossa o Fals Borda por mencionar solo algunos) y proponiendo la investigación–acción como un proyecto político de producción de conocimiento.
Ciencias sociales y locomotoras Margarita Serje. Profesora asociada del Departamento de Antropología, Universidad de los Andes.
En el debate público sobre las “locomotoras del desarrollo” rara vez se discute a fondo su dimensión social.
“Lo social” ha quedado hoy, sin embargo, en manos de planificadores, administradores y comunicadores, quienes lo definen de manera instrumental. El pretender objetivar y cuantificar “variables sociales” no sólo desdibuja los puntos de vista de los actores involucrados, sino que saca del ámbito de lo político problemas como el del acceso a las decisiones del Estado, la pobreza, o la tenencia de la tierra que pasan a ser conceptualizados como problemas técnicos y de eficiencia. Las locomotoras implican, sin embargo, una serie de intervenciones sociales que incluyen desde la categorización de ciertos grupos como riesgo o amenaza, hasta formas de apropiación de recursos que consolidan un sistema excluyente de derechos de propiedad. Aunque desde el punto de vista de los indicadores económicos se evalúen exitosamente, estas intervenciones constituyen en sí mismas procesos de inequidad y desigualdad. Sobre todo, porque su puesta en marcha combina la violencia directa (pues las locomotoras avanzan amparadas en el uso de la fuerza, que no se limita a la “pacificación” paramilitar de ciertas regiones o a los convenios de seguridad con la fuerza pública), con la violencia estructural que se sustenta en un régimen de “poder sin saber”, como lo ha caracterizado la antropología. La violencia implícita en la incapacidad de reconocer y respetar las diversas perspectivas de los grupos sociales para imponer ciega y autoritariamente el interés propio (en este caso, el de impulsar a todo costo las locomotoras), se sustenta precisamente en el “no-saber” de la simplificación y consecuente externalización de lo social por medio de diagnósticos y análisis de impacto y de costo-beneficio que ignoran sistemáticamente las sutilezas de la experiencia humana y reducen la complejidad de la vida social y cultural a fórmulas mecánicas y estadísticas: es aquí donde se requiere la imaginación y la capacidad de interpretación de las ciencias sociales. El reto para los practicantes de las ciencias sociales implica pues reinventar la tradición latinoamericana de adoptar simultáneamente muchos roles: el de “críticos”, para poner en evidencia la dimensión social y política de las intervenciones; de “expertos” para contrarrestar el no-saber y sus implicaciones o “consultores” para iluminar creativamente las dimensiones que los técnicos y planificadores insisten en ignorar; el de “comunicadores” para movilizar conciencias y “activistas” para aportar herramientas que hagan visibles otras formas de vida social. Y, ante todo, el de testigos, para dar cuenta de las secuelas que, como la hojarasca, va dejando a su paso el avance de las locomotoras.
El reto para los practicantes de las ciencias sociales implica pues reinventar la tradición latinoamericana de adoptar simultáneamente muchos roles: críticos, expertos y consultores.
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Debates alrededor del pluralismo religioso en Colombia
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l pasado 16 de mayo se llevó a cabo en la universidad un concurrido Encuentro de la Facultad titulado “Lo religioso y sus desafíos a las ciencias sociales”. Las ponencias que abrieron el debate fueron dictadas por Margarita Cepeda, profesora del departamento Filosofía, Ángela Iranzo, profesora del departamento de Ciencia Política y Fabián Salazar, director de InterFe (Fundación para el Diálogo y la Cooperación religiosa). Además, al evento asistieron representantes de diferentes formas de religiosidad (por ejemplo, de la comunidad Bahá’í, del Hinduismo, de la Iglesia Anglicana, o la Iglesia Presbiteriana), lo cual permitió el desarrollo de un nutrido debate, del cual surgieron las siguientes reflexiones. Para comenzar, es importante reconocer que el avance de la modernidad no ha significado un retroceso de la religiosidad. Si bien es innegable que con la Constitución de 1991 Colombia dejó de ser un Estado confesional, o que con el paso del tiempo ha disminuido la población asistente a las misas en las iglesias católicas, las sociedades no se están secularizando (entendiendo “secularización” como la erosión de las creencias y prácticas de tipo religioso).
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Jean Paul Sarrazin. Profesor de cátedra, departamento de Antropología.
Más bien, lo que vemos es la multiplicación de nuevos movimientos religiosos y de formas de espiritualidad no institucionalizadas. El pluralismo religioso moderno, inscrito en el marco del multiculturalismo, se basa en el principio de la libertad de culto, lo cual implica el respeto e inclusión de las diferencias culturales y religiosas. Esas diferencias conforman la sociedad nacional y, por lo tanto, deberían poder convivir dentro ella. Sin embargo, también hay que reconocer que las distintas formas de religiosidad, con sus doctrinas, sus verdades, sus filosofías o cosmologías, también involucran diferentes modelos de comportamiento, diferentes criterios para calificar las conductas humanas como “buenas” o “malas”, “aceptables”, “equivocadas” o “intolerables”. Las religiosidades prescriben comportamientos como necesarios o aconsejables para llegar a ser una persona “íntegra”, “sana”, “feliz”, “en paz” etc. Si los principios religiosos influyen en los comportamientos del ciudadano, el pluralismo religioso se inscribe en un debate sobre los principios que organizan la sociedad. No podemos pretender que todas las religiones “en el fondo” siguen los mismos principios, o que son un asunto de espiritualidad privada y personal que no interfiere con lo público. Ese imaginario sobre lo religioso no corresponde con la aspiración a participar en la construcción de la sociedad por parte de los creyentes y representantes religiosos. Por ende, este es también un debate sobre cuáles deben ser los principios que guíen dicha construcción. Ante este dilema (que es un dilema del multiculturalismo) se ha pretendido instaurar una serie de reglas mínimas de convivencia que serían “neutras” y “a-religiosas”. Esa propuesta suscita al menos dos objeciones: Primero, un creyente puede argumentar que es un error no basar la “formación de los ciudadanos” en principios religiosos, ya que éstos serían la mejor manera de formar personas “íntegras”, “sanas”, “felices”, etc., y así, una “buena sociedad”. Segundo, los principios supuestamente a-religiosos que fundamentan la normatividad actual del Estado-Nación no son realmente neutros ni universales como se pretende, sino que también están basados en una cosmovisión, en unos valores, en unas nociones del bien y el mal, de lo correcto, lo sano, etc., como también sucede con cualquier religión. Esos principios (que, resumiendo, podemos llamar “liberales”) son entonces particulares y se han impuesto en relaciones de poder. El diálogo interreligioso no es simplemente una forma de reconocer las creencias del Otro o aprender de su sabiduría. Debemos reconocer también que existen verdades, valores y comportamientos que unos actores promueven, mientras que otros no los toleran. Negar eso es ignorar que lo religioso es inseparable de las normatividades y de las dinámicas que afectan lo social. Por eso el debate sobre el pluralismo religioso es un debate sobre las maneras de construir sociedad.
Observaciones filosóficas para la paz
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Rodolfo Arango. Profesor Asociado del Departamento de Filosofía y Columnista del diario El Espectador.
o existe en el mundo un país más propicio para la investigación social como Colombia. Nuestra abigarrada realidad plantea grandes retos al saber teórico y práctico en antropología, historia, geografía, ciencia política, lenguajes y filosofía, entre otros ámbitos. En el caso particular de la filosofía política, el proceso de paz adelantado en la Habana ha sido objeto de permanente análisis y reflexión. Recientemente la Universidad de los Andes ha hecho importantes aportes al buen éxito del proceso de paz. Con ocasión de mi actual investigación sobre republicanismo, esto es, el buen gobierno de las cosas públicas, he abordado con mi grupo de investigación la pregunta filosófica sobre lo que permite a una sociedad pasar del estado de guerra al estado de civilidad. Con la difusión semanal en un periódico nacional como El Espectador, la reflexión filosófica ha podido sintonizarse e interactuar con la realidad política nacional. A un mes largo de la posesión del actual presidente de la república, advertimos que en perspectiva de una paz futura y duradera “el país debería ocuparse de la reconstrucción de los lazos sociales, de la recuperación del mercado interno
y de la descentralización del poder económico, político y administrativo” (El Espectador, 23 septiembre de 2010). Seis meses más tarde al analizar el proyecto de ley sobre restitución de tierras a víctimas del conflicto criticamos la “visión excesivamente focalizada en la generación de riqueza, en desmedro del reconocimiento pleno de las víctimas” (El Espectador, 31 marzo de 2011). El proyecto analizado permitía que los campesinos restituidos vendieran sus tierras a los dos años de restituidas y los obligaba a pagar mejoras a poseedores de buena fe. Por fortuna nada de ello se aprobó luego en la ley. Medio año después, alertamos sobre la imposibilidad de otorgar amnistías encubiertas como la renuncia a la persecución penal desde la perspectiva del derecho internacional de derechos humanos (El Espectador, 22 de septiembre de 2011), aspecto que deberá abordarse próximamente en la mesa de negociaciones. El paso de la guerra a la paz debe resolver la tensión entre lo urbano y lo rural, no mediante el sometimiento del campo a la ciudad –agricultura extensiva, macro-proyectos agroindustriales, grandes conglomerados y homogenización cultural– sino “con miles de pueblos a escala humana, bien comunicados; con lazos de pertenencia; con autonomía política y administrativa; con diversidad lingüística, étnica, cultural y ambiental” (El Espectador, 29 de diciembre de 2011). Se trata de una tesis que reivindica lo cultural ante la primacía de lo económico en la búsqueda de soluciones al conflicto armado. El enfoque culturalista permite comprender los asesinatos y despojos a campesinos a manos de grupos ilegales como actos propios de un fenómeno mayor que denominados “culturicidio”: “Millones de campesinos, indígenas y afroamericanos han sufrido la destrucción de su cultura, desterrados y desplazados hacia los centros urbanos, con sus vínculos familiares y personales destruidos y sus existencias arruinadas” (El Espectador, 29 de marzo de 2012). Como salida a esta brutal e injusta realidad sugerimos que “sólo la asunción plena de las múltiples y diversas responsabilidades (…) por esta y las futuras generaciones podría permitirnos superar el sufrimiento y la crueldad infligidos a las víctimas” (ibídem.) Debemos convertirnos en cirujanos del tejido social y cultural, no centrar todo en el tema económico. Un desarrollo más extenso de esta idea se encuentra en mi artículo “La responsabilidad colectiva ante la crisis moral y política colombiana”, reimpreso en Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, 29 (2013): 155–167 (http://institucional.us.es/araucaria/nro29/monogr29_5.pdf).
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Los Traumas Post-Conflicto: Líneas de Fuga y Sueños para Interpretar “Creo que es una constante. Dicen que son los traumas del post-conflicto, pero sí, yo si los tengo constantemente. Lo que más sueño es que hago parte de la organización, que me encuentro con un comandante adentro de la organización, que tenemos combates. Lo que más me pasa dentro de los sueños es que no me sirve el fusil para disparar, o que se disparan balas como si fueran balas de mentiras. Una vez soñé que me habían vuelto a capturar, que la guerrilla me ha capturado, que me cogía un compañero y me decía: ‘Cucha, lo siento pero tengo que cumplir la orden,’ y me paró y me puso una pistola acá (señalando su cabeza), y me desperté.” — Diana, 28 años, Desmovilizada de las FARC.
Alex Fattal. Candidato al doctorado en el Departamento de Antropología en la Universidad de Harvard e investigador visitante en el Departamento de Antropología en La Universidad de los Andes.
El programa de iniciativas especiales de la Facultad de Ciencias Sociales, apoya el desarrollo de una de las fases del proyecto.
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Fotografía: Alex Fattal.
on esas palabras Diana retrata su vida nocturna, ofreciéndonos algunos caminos para acercarnos a su inconsciente y permitiéndonos entender lo que ella misma denomina “los traumas postconflicto”. ¿Pero cómo interpretamos esas pesadillas que permanecen en el subconsciente de alguien que opta por salir de la guerra? Quizás valdría la pena retomar el clásico de Freud “La Interpretación de los Sueños.” La moda de citar a Deleuze y Guattari en las ciencias sociales y las humanidades le ha dado duro al patrón del psicoanálisis. Pero la pregunta que me surge al entrevistar a Diana es esta: ¿Son tan incompatibles la teoría cartográfica del ser – con sus líneas de fuga – y la teoría arqueológica del ser de Freud – con sus capas de consciencia – como los autores del Anti-Oedipus postulan? El punto de partida de mi investigación audio-visual sobre los desmovilizados de los grupos insurgentes era, y sigue siendo, el sujeto cartográfico. ¿Por qué? Porque a través de dos años de trabajo de campo etnográfico con esta población he observado que sus trayectorias de vida están muy marcadas por líneas de fuga que los lleva a entrar a la guerrilla, les permite sobrevivir al conflicto, huir
de la organización, manejar las políticas contrainsurgentes del estado, y como varios me han expresado: “perderse”. Perderse es la segunda salida de la guerra, perderse de las instituciones que los comprometen y buscan “monitorearles” o seguir utilizándoles para sus fines bélicos. Perderse significa desplazarse y arraigarse de nuevo en una sociedad que contundentemente los rechaza. (“Decir que uno es desmovilizado es como decir: ‘Soy pedófilo pero ya estoy curado’ ”. Así describió el estigma un ex-miembro del ELN). Por eso diseñé un dispositivo móvil y clandestino para retratar a ese entorno itinerante, para construir un espacio en el que los desmovilizados hablen, tal vez, para poder ser escuchados. El dispositivo es un furgón de un camión convertido en cámara oscura, o como yo lo llamo el Camión Cámara (ver Facebook.com/camioncamera). Y es ahí, dentro del furgón, donde grabo la entrevista con Diana mientras que la imagen de una ciudad invertida se sobrepone en su cuerpo, mientras ella rememora sus pesadillas. Al poco de terminar su historia de ‘las balas que disparan en blanco’, Diana se queja de la atención psico-social de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), unas actividades en grupo que no le brindan tranquilidad frente a las interminables visiones que le persiguen. La semana anterior a nuestra salida en el Camión Cámara, soñó tres veces durante una noche estar de nuevo entre las filas de la guerrilla: “Le contaba a mi esposo, le decía: ‘soñé otra vez que estaba en la guerrilla y por allá en unos combates y eso”. Al terminar me pregunta: ‘¿Y tú qué crees que significa eso?’. ‘No lo sé, la verdad creo es mejor buscar a alguien que me diga que significa eso psicológicamente’ ”. Un psicoanalista tendría más herramientas para darle un significado a sus pesadillas y brindarle un tratamiento adecuado a sus traumas, en comparación a los alcances que un tallerista del ACR quede. Por el lado teórico, lo que la historia de Diana y la de otros muchos desmovilizados nos enseña es que la línea de fuga—de Deleuze y Guattari—y la interpretación arqueológica de un sueño reiterativo—de Freud—no son incompatibles, más bien, pueden ser complementarios.
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mundo pero sobre todo fundamento de nuestras relaciones armoniosas entre los connacionales euro-afro-americanos actuales, porque estas relaciones fueron siempre las del criollo descendiente europeo que excluyó, agravió y explotó a los hijos de los originales pueblos de América y de los secuestrados pueblos de África y porque muchos creen que es natural que así siga siendo. Pero esa variedad lingüística está pronta a ser sólo un recuerdo, bien porque estas lenguas se han venido modificando rápidamente a instancias del español que las va penetrando cada vez más en boca de los hispanohablantes quienes llegan con su ideología y cultura predominante a transformar también sus vidas; o porque se van extinguiendo en ese irremediable destino de muerte al que parecieran estar condenadas en esta época de la globalización que las deja asomar al mundo y darse a conocer para en seguida ser recicladas e integradas al mercado mundial que cambia el valor humano de sus conceptos por valores monetarios. Hace unos cuatro años tuve que volver a una comunidad indígena embera donde recogí datos lingüísticos para el análisis de su lengua durante los años ochenta del siglo pasado. Gran sorpresa me llevé al ver que casi no entendía la manera como se me dirigían los jóvenes en su lengua, quienes me aseguraban que era porque ya no hablaban embera sino ‘emberañol’, lo cual estaba conforme con su estilo y vestimenta propios de la juventud en todas partes (efectos de la globalización) y que contrastaba notoriamente con la de los adultos mayores, a los que yo entendía más, pues eran quienes me habían colaborado entonces en la recolección de los datos de la lengua. El que estas lenguas estén todavía vigentes en el territorio nacional se debe antes que nada a ese incomprensible para muchos apego a sus padres (mucho mayor que entre nosotros), a su cultura tradicional, a su ideología ancestral que pervive gracias a que por fortuna todavía la mayoría se comunica con sus hijos desde un comienzo en su propia lengua, dejando el español para ser aprendido después. Y para poder mantenerlas, transmitiéndolas oralmente, echan mano de cambios constantes y recursos fonológicos y prosódicos tan sutiles que son imperceptibles por los hablantes foráneos. Claro que cada vez son más los embera (como los demás indígenas del país) que van dejando de hablar a sus hijos en su lengua y es por esto que han entrado en franco declive, a la par que van dejando sus costumbres, saberes y prácticas tradicionales que en cabeza y manos de sus ancianos se van esfumando con ellos. Fotos: Diana Zerda; Daniel Aguirre. Hasta hace poco se creía que las lenguas indígenas colombianas en peligro de extinción eran las de los pueblos cuyos hablantes se habrían disminuido casi hasta la extinción como los achagua del Meta, con menos de 200 hablantes o los pisamira, en el Vaupés, con menos de 20 hablantes. Se pensaba también que las lenguas de numerosos hablantes como el wayuu (de los ‘guajiros’), el nasa yuwe (de los ‘paeces’) o el embera (de los llamados ‘cholos’ en el Chocó, ‘katíos’ o ‘chamí’ en otras partes) con más de 50.000 hablantes no se encontraban en peligro de desaparecer, pero no se previó la influencia incisiva Daniel Aguirre Licht. Profesor asociado, Departamento de del español en estas lenguas milenarias hasta el punto de Antropología, Universidad de Los Andes. hoy permear casi todas sus estructuras lingüísticas en el habla de los jóvenes. Nuestro país todavía cuenta con una variedad En efecto, los indígenas actuales ya no se debaten lingüística maravillosa, pero esta riqueza está hoy solamente con los no indígenas connacionales, que en su gran mayoría los han aventajado siempre pronta a ser solo un recuerdo. despojándolos de sus tierras, de sus conocimientos o cambiándoles por abalorios baratos o precios mínimos su original y hermosa cultura material (que llamamos artesanía) sino también con sus propias nuevas unto a todo lo autóctono del país que se generaciones que bajo la influencia de la sociedad moderna ya no quieren está desvaneciendo por la mezquindad de saber de la cultura, lengua y tradición de sus mayores y en el mejor de los aquellos que tienen la posibilidad de procasos las reciclan volviéndose verdaderos anfibios culturales. La nueva figura tegerlo y enriquecerlo si lo sintieran propio del indio urbano ha venido creciendo en las últimas décadas y ya se ven en en vez de explotarlo en provecho propio distintas posiciones, en casi todos los estratos sociales. están las lenguas sobrevivientes de esos pueblos En estos últimos años en talleres con los maestros de la comunidad milenarios que encontraron los españoles en su embera cuya variante o dialecto ‘el chamí’ fue estudiada, se ha visto la atrevida incursión a estas tierras de Abya Yala, necesidad de recoger términos de conceptos que se están perdiendo pues como dicen los indígenas que llamaban a este conlos ancianos que todavía los recuerdan se están muriendo. Los jóvenes de tinente, lenguas que se están muriendo o transforla comunidad no han visto la importancia de hacerlo pues, como nuestros mando a grandes velocidades, llevándose testimojóvenes, están más interesados en lo de afuera que en lo propio. Por tanto, nios y conocimientos endémicos de este territorio, aprovechando estudiantes no indígenas de la universidad donde laboro, en medio de la indiferencia, ignorancia y desprecio quienes se han mostrado tan interesados como fascinados por llevar a cabo de la mayoría de los colombianos ocupados en esta labor, se están planeando brigadas de rescate de términos en extinción alcanzar el primer mundo. en ésta y otras comunidades embera, confiados en que esto estimulará a En varias ocasiones se ha dicho que nuestro los jóvenes embera a acompañarlos y, por qué no, a hacerlos reflexionar país todavía cuenta con una variedad lingüística sobre el valor de la particular cultura de sus antepasados y la posibilidad de maravillosa, fruto de esa gran diversidad étnica que mantener su esencia al lado de la cultura occidental con la que actualmente caracteriza la población y que debería ser nuestro se encuentran embelesados. fortín de identidad y particularidad ante el resto del Esperemos que así sea.
Nuestras condenadas lenguas colombianas
J
Foto: Elizabeth Ramos.
h o r i z o n t e s
Química y Arqueología de Los Andes
se unen para reconstruir las técnicas culinarias prehispánicas Elizabeth Ramos. Profesora asociada, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes.
Con frecuencia en las excavaciones arqueológicas encontramos restos óseos de los animales que fueron usados por los humanos como parte de la dieta. La investigación arqueológica y los documentos históricos han permitido hacernos una idea más precisa sobre las especies consumidas, pero poco sabemos de los procesos y las técnicas de su preparación ¿Cómo se preparaban estos alimentos? ¿Fueron asados, guisados, cocidos, etc.? ¿Pueden diferenciarse en los restos óseos de animales las distintas técnicas de preparación?
E
stas y otras preguntas relacionadas con las prácticas alimentarias de las poblaciones prehispánicas son las que han llevado a los profesores asociados Elizabeth Ramos Roca del Departamento de Antropología y Andreas Reiber del Departamento de Química, junto con la antropóloga Lina María Campos a desarrollar el proyecto de investigación denominado “Microarqueología aplicada al estudio de termoalteraciones como evidencias de prácticas alimentarias en el Caribe colombiano”, proyecto financiado en el marco de la Convocatoria Interfacultades de la facultad de Ciencias Sociales en Noviembre de 2012. Este proyecto busca contribuir a la reconstrucción histórica de los procesos de adaptación y cambio en las pautas alimentarias asociadas con el uso de fauna silvestre desde tiempos prehispánicos, un objetivo que requiere el desarrollo de estudios detallados sobre patrones de selección, consumo, procesamiento y desecho de animales, y la implementación de herramientas metodológicas y técnicas acordes. Las modificaciones por fuego o termoalteraciones (hervido, asado, cocido, etc.), son unas de las que se presentan con mayor frecuencia en los restos arqueológicos producto de las prácticas alimentarias. No obstante, uno de los problemas arqueológicos fundamentales ligados a la reconstrucción de las actividades de subsistencia en general y de las prácticas alimentarias en particular, y que involucra a las modificaciones por fuego, ha sido la dificultad para identificar las técnicas culinarias que estas modificaciones reflejan. Como consecuencia de esto y debido a que no contamos con técnicas de análisis adecuadas, usualmente no logramos observar estos eventos o los malinterpretamos. Es precisamente este el vacío al que se espera contribuir con esta investigación. Buscamos generar por primera vez para Colombia – pero con repercusiones más allá de las fronteras nacionales-, indicadores concretos para discernir los diferentes procesos involucrados en la termoalteración ósea. Para lograr este propósito, se analizará el comportamiento a nivel microscópico de termoalteraciones a bajas y altas temperaturas por medio de la quema a temperaturas controladas de huesos modernos de tortugas Trachremys callirrostris callirostris (hicotea) y Chelonoidis carbonaria (morrocoy) a partir del uso de varias técnicas químicas y físicas, tales como la Espectroscopia Infrarrojo de Transformada de Fourier (FT-IR), el Análisis Térmico Diferencial (DSC), la Microscopia Electrónica de Barrido (SEM) para la caracterización de la superficie de los restos óseos con un análisis elemental EDX (Energy-dispersive X-ray spectroscopy), la Fesmineralización de los Huesos y Caracterización de los Residuos Colágenicos por el Microscopio de Transmisión Electrónica (TEM).
En la investigación se utilizarán como muestras de control restos óseos de fauna recuperados en las excavaciones de los sitios arqueológicos de Cacaramoa (Ramos 2010), y Tubará (Ramos y Archila 2009), en la Región Caribe de Colombia, sitios donde se ha encontrado una cantidad importante de restos de fauna usada como alimento, y dentro de los cuales, las termoalteraciones ocurren con relativa frecuencia. Esta investigación, además de contribuir al desarrollo de la investigación arqueológica en Colombia, mediante la implementación de técnicas especializadas como el FT-IR y el TEM, generará un protocolo analítico para la determinación de termoalteraciones a bajas y altas temperaturas en restos óseos. Un aspecto importante para destacar en esta iniciativa, es la naturaleza del trabajo interdisciplinario, en este caso, entre arqueología y química, alianza que viene permitiendo además del intercambio de conocimientos entre ambas disciplinas, que tanto profesores como estudiantes de ambos Departamentos se beneficien con el uso de las instalaciones de los laboratorios adscritos a ambas facultades.
Referencias Ramos, E. (2010). La hicotea y sus usos desde tiempos prehispánicos: zooarqueología aplicada, tradiciones culturales y conservación de especies en el Caribe Colombiano. Bogotá: ICANH. Informe Final de Investigación sin publicar. Ramos, Elizabeth y Sonia Archila. (2008) Arqueología y Subsistencia en Tubará. Siglos IX-XVI. Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales – CESO – Uniandes, Bogotá.
s-9
h o r i z o n t e s
Un asesino oculto en la Bogotá colonial y republicana Elizabeth Ramos. Profesora asociada, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes. Mónika Therrien. Antropóloga. Directora de la Fundación Erigaie.
El primer reto que enfrentamos es el de determinar el mínimo número de individuos enterrados en la cripta e intentar la individualización de los mismos. Para lo anterior, en el laboratorio de Antropología Biológica se viene realizando un análisis e inventario detallado de los elementos presentes (humeros, tibias, etc.), lo cual permite aproximarnos al perfil biológico de los individuos: sexo, edad, estatura, talla, presentes en la muestra., El proceso de individualización será apoyado por el análisis molecular (ADN) de una muestra piloto, realizado por Freddy Rodríguez y que se adelanta en el laboratorio de ADN Antiguo de la Universidad de Los Andes. Se espera que este análisis ofrezca una información valiosa para inferir posibles cercanías genéticas entre los individuos. Con relación a la intoxicación por plomo, el análisis de un segmento de la muestra se realizará en el laboratorio para Microscopía Electrónica de Barrido (MEB) de la Universidad de los Andes. En primer lugar, se busca establecer si efectivamente hubo contaminación por plomo en los individuos de la muestra. En caso de encontrarse evidencias de contaminación, en esta investigación, se pretende verificar o proponer nuevas hipótesis referentes al porqué del nivel diferencial de plomo existente entre los individuos. Específicamente, se busca demostrar cómo en el contexto neogranadino – a diferencia de lo que se ha planteado para regiones como Norteamérica-, el factor cultural, especialmente el arraigo de tradiciones culinarias y medicinales y no la combinación entre el factor étnico y económico (acceso diferencial a ciertos recursos – incluido el acceso a loza de plomo), pudo ser el agente que contribuyó a que unos grupos de individuos se vieran mayormente afectados que otros por la intoxicación con plomo. 2.
1.
¿Fue la intoxicación por plomo una causa importante de enfermedad en la población santafereña de la época?
E
l plomo fue un metal utilizado de manera relativamente amplia en sectores de la sociedad santafereña durante el período colonial y republicano temprano. Era empleado con frecuencia en la fabricación de utensilios para el consumo de alimentos y medicinas, y pudo haberse convertido en un enemigo silencioso, ya que este elemento no se elimina del cuerpo, acumulándose y causando diversidad de síntomas y malestares. ¿Fue la intoxicación por plomo una causa importante de enfermedad en la población santafereña de la época? Este interrogante es uno de los ejes del proyecto Análisis molecular y arqueotoxicológico de los restos óseos de la cripta de Santa Clara (Bogotá), que viene siendo realizado por un convenio entre el Laboratorio de Antropología Biológica y Zooarqueología de la Universidad de los Andes y la Fundación Erigaie-Colciencias. El estudio se basa en el análisis de la totalidad de los individuos contenidos en la cripta del Convento de Santa Clara en Bogotá, los cuales fueron removidos durante la última obra de restauración del ahora Museo de Santa Clara, en la década de los 80s, proceso en el que por falta de protocolos arqueológicos en esa intervención, los huesos de distintos individuos fueron mezclados.
Foto 1. “Cripta del Museo Iglesia de Santa Clara” Fundación Erigaie. Foto 2. Mauricio Salinas.
h
Estos análisis complementan los resultados obtenidos del análisis de ciertos utensilios domésticos, particularmente de vasijas vidriadas, que se caracterizan por su apariencia lustrosa (“vidriosa”), debido a la aplicación de plomo en su superficie, el que, en combinación con otros minerales – cobre, hierro, antimonio-, les da distinta coloración, siendo el verde y el amarillo los más preferidos en la Santafé colonial. En una etapa previa a esta investigación se realizaron pruebas de lixiviación del plomo en seis muestras de vasijas y se determinó que las vidriadas verdes son más tóxicas que las amarillas, es decir, el cobre que le otorga ese color contribuye la posible ingesta del plomo al consumir alimentos en ellos. Además, las evidencias arqueológicas demuestran que estas vasijas vidriadas verdes fueron las más populares en todos los ámbitos domésticos de la ciudad, después de las vasijas de la tradición indígena, usadas para almacenar y cocinar alimentos. Esta investigación se inició en Febrero de 2013 bajo la dirección general de Monika Therrien de la Fundación Erigaie y de Elizabeth Ramos Roca, profesora asociada del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. También contamos con la participación de Freddy Rodríguez Saza, estudiante del doctorado en Antropología y Luis Felipe Raguá, estudiante de la maestría en Arqueología y Antropología Biológica, ambos del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. En este estudio se integran de manera coherente una perspectiva interdisciplinar, interinstitucional e interfacultad. Se utilizan equipos y conocimiento científico de diferentes campos como la química, la física, la antropología biológica, la antropología forense, la arqueología y la investigación histórica; propendiendo así por el fortalecimiento de los grupos de investigación y en la formación de los estudiantes avanzados de los programas de maestría y doctorado, al igual que los estudiantes de pregrado en Antropología, quienes han participado activamente en el proyecto mediante su vinculación a un seminario especializado en el Análisis de Restos óseos Humanos.
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M
ás allá de los daños materiales y tangibles, los conflictos armados—especialmente aquellos de larga duración—dejan profundas secuelas en las instituciones sociales y políticas y en las opiniones y creencias de las personas. Aunque se reconstruya la infraestructura destruida, se desmovilicen los combatientes y se repare a las víctimas, quedan grandes retos en términos del (r)establecimiento de relaciones sociales constructivas y productivas entre todos los miembros de la sociedad, que apalanquen y generen sostenibilidad para los demás cambios políticos y económicos que deben emprender los países una vez se comprometan con una transición hacia la paz. Llamado genéricamente “reconciliación”, este proceso de (re)construcción de confianza entre los ciudadanos y en las instituciones estatales que se refleje en actitudes y comportamientos constituye, por lo tanto, un importante reto para cualquier país que encare seriamente las implicaciones de un conflicto armado para la construcción de una paz sostenible. Lejos de ser sólo un slogan emotivo que permea la cultura popular, la reconciliación tiene implicaciones tangibles en el devenir de las sociedades. ¿Cuán difícil será la tarea de la reconciliación en el país? ¿Qué opiniones y actitudes tienen los colombianos frente a otros ciudadanos involucrados en dinámicas del conflicto? ¿Cómo evalúan las perspectivas para la reconciliación en este país? Y ¿Qué factores inciden en sus opiniones acerca de estos temas? La reconciliación es difícil de estudiar porque es difusa y difícil de medir, porque se trata de un fenómeno de largo plazo y porque ha sido frecuentemente equiparada con su manifestación religiosa y espiritual, profundamente subjetiva y vinculada a las identidades individuales. A pesar de estas dificultades, con base en una encuesta realizada por Ipsos – Napoleón Franco en febrero del 2012 por encargo de la Fundación Social, la Unidad de Víctimas del Departamento de Prosperidad Social, el Centro de Memoria Histórica, la OIM y el Programa de Investigación sobre Conflicto Armado y Construcción de Paz (ConPaz) del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, se pueden ofrecer varias respuestas a las preguntas arriba señaladas. En primer lugar, la mayoría de los colombianos parece tener actitudes favorables a la reconciliación y contrarias a guardar rencores hacia otros grupos, especialmente hacia los principales responsables de la violencia colombiana. Esto es un resultado notable después de casi cincuenta años de conflicto armado, en el curso del cual han muerto miles de personas. Parece que, en general, la población colombiana no sólo tiende a tolerar a “los otros”, sino que están dispuestos a convivir con ellos, tenerlos de vecinos, novios y colegas. Ello puede deberse en parte a que un porcentaje elevado de la población comparte un sentimiento de responsabilidad colectiva frente a la violencia que ha azotado al país. Puede reflejar también la elevada proximidad social entre los diferentes grupos enfrentados en el conflicto (en muchas comunidades colombianas conviven víctimas y perpetradores con otros grupos sociales) y la fatiga de guerra que un conflicto de larga duración impone a la población. En segundo lugar, las divisiones de la población colombiana no parecen hoy ser profundas ni parecen ser de tipo identitario, ya sea porque hace tiempo dejaron de serlo o porque el cansancio de la guerra llevó a superar las divisiones. Más del setenta por ciento de los encuestados opina que reparar a las víctimas contribuye a la reconciliación y que deberían aumentarse los impuestos para cubrir las necesidades de la reparación. Además, la
Encuentro con los otros: Perspectivas para la reconciliación en Colombia Angelika Rettberg. Profesora asociada, Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes.
¿Cuán difícil será la tarea de la reconciliación en el país? ¿Qué opiniones y actitudes tienen los colombianos frente a otros ciudadanos involucrados en dinámicas del conflicto? ¿Cómo evalúan las perspectivas para la reconciliación en este país? Y ¿Qué factores inciden en sus opiniones acerca de estos temas? condición de víctimas sorprendentemente se asocia con actitudes favorables a la reconciliación con perpetradores. Así, las barreras entre estos grupos sociales parecen no ser insuperables como muchas veces se sugiere en los círculos normativos de la justicia transicional, en los cuales la perspectiva de que víctimas y perpetradores restablezcan lazos sociales puede ser considerada no sólo imposible sino indeseable e inmoral. Según los datos de esta encuesta, no sólo ya está y ha venido ocurriendo sino que se ve más que con resignación, con franca aceptación. No hemos vivido ni parece que vamos a enfrentar los colombianos la perspectiva de masivos ciclos de venganza. Al mismo tiempo, una serie de hallazgos obligan a matizar este balance. Si bien existe una suerte de “masa crítica transicional”, grupo que comparte actitudes más favorables a la reconciliación y que está compuesto por personas que tienen, en promedio, mejor educación, mejor conocimiento de los mecanismos e instituciones de justicia transicional y expresan una mayor confianza en los colombianos y sus instituciones, existen también actitudes y opiniones que privilegian la reconciliación con unos sobre otros. Estas opiniones constituyen importantes alertas para quienes deberán formular políticas públicas en este campo porque apuntan a serias dificultades que el proceso deberá enfrentar. Es necesario prestar atención a quienes creen que las víctimas en general eran personas vinculadas con grupos armados ilegales o que la mayoría de personas que se beneficiarán con la Ley de Víctimas son oportunistas que se hacen pasar por víctimas para recibir beneficios. También a la clara división que hay entre víctimas organizadas y las que no lo están (la mayoría) en términos de sus opiniones frente a la verdad, la justicia y la reparación. También es importante considerar la baja disposición a aceptar la participación en política de los perpetradores. Sin embargo, lejos de ser máquinas vengadoras que buscan hacer cuentas a como dé lugar, la población colombiana aparece aquí mucho más pragmática, incluso comprensiva de lo que muchos se imaginarían de cómo las complejidades de la guerra pueden atrapar a individuos determinados del lado equivocado del espectro moral. Este es un insumo importante para quienes formulan políticas públicas y estudian el fenómeno en Colombia.
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c
Mitos y realidades bajo la Cultura Política Chavista
Gráfica 1. Siente que entiende los asustos más importantes del país.
s e t n e i r r o c
Belice
53.3
Surinam
52.7 52.7 52.6
Chile Uruguay
52.1
Rep. Dom
50.6 49.7
Jamaica
47.6
Ecuador
E
for-good-or-ill-chavez-altered-how-venezuela-views-itself. html?pagewanted=all&_r=0
54.6
Guyana
Alejandra Ortiz Ayala. Estudiante de la Maestría en Ciencia Política y asistente graduada del Observatorio de la Democracia, Universidad de los Andes.
* http://www.nytimes.com/2013/03/07/world/americas/
56.7
Nicaragua
Gabriel Camargo-Toledo. Estudiante de la Maestría en Economía y asistente graduado del Observatorio de la Democracia, Universidad de los Andes.
l Barómetro de las Américas–LAPOP en Colombia es administrado por el Observatorio de la Democracia, del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. El último informe, Cultura política de la democracia en Colombia y en las Américas, 2012. Hacia la igualdad de oportunidades, completa nueve años (2004-2012) de estudios del Barómetro de las Américas en Colombia y es el quinto informe en el cual se presentan datos comparativos con los países del hemisferio. Particularmente esta última ronda estudio las brechas que existen entre los ciudadanos en términos de las oportunidades económicas, sociales y políticas. Sin embargo, el observatorio de la democracia quiso aprovechar una coyuntura política particular que se presentó luego del lanzamiento del informe, la muerte de Hugo Chávez. El gobierno del expresidente y hoy difunto Hugo Chávez ha sido señalado de haber tenido efectos negativos en los valores democráticos de los venezolanos y en las instituciones políticas de ese país. Sin embargo, un artículo reciente del New York Times* aseveraba que el legado de Hugo Chávez era haber cambiado la forma como los venezolanos, en particular los pertenecientes a sectores marginados, se veían a sí mismos y veían su papel en la política. Efectivamente, los datos del Barómetro de las AméricasLAPOP 2012 evidencian un mayor involucramiento político de los ciudadanos. Por ejemplo, la gráfica 1 muestra que los venezolanos creen que entienden más los asuntos del país que el promedio del resto de Latinoamérica. Adicionalmente los venezolanos reportan una mayor participación electoral y una mayor participación en cabildos municipales que los colombianos (Grafica 2). Estos resultados muestran que, a pesar de las controversias que han acompañado las políticas y el discurso chavista, en efecto los venezolanos tiene un mayor involucramiento en la política, en comparación con el resto de países de la región. Sorprendentemente el efecto del chavismo no se limita sólo al empoderamiento político; tuvo incluso efectos sobre algunas actitudes democráticas. A pesar de que la democracia colombiana suele considerarse más fuerte que la venezolana, el gráfico 3 muestra que en promedio existe un mayor rechazo a la democracia en Colombia que en Venezuela. Igualmente, es más alta la opinión de que los partidos no son necesarios para la democracia en Colombia que en Venezuela. Aunque es necesario tener precaución a la hora de interpretar esta descripción de los datos, pues no son concluyentes, es posible hacer dos reflexiones importantes. En primer lugar, es necesario estudiar con más cuidado y menos prejuicios los efectos del chavismo en las opiniones y actitudes de los venezolanos. Además estos resultados, una vez más, muestran el poder que tienen los líderes para modelar y cambiar la manera en que los ciudadanos descifran lo político; al igual que los resultados del informe 2011 del Barómetro de las Américas-LAPOP en Colombia ya había mostrado el efecto nocivo que el liderazgo de Álvaro Uribe tuvo en la cultura política de los colombianos.
57.6
Venezuela Trinidad y Tobago
Argentina
47.3
El Salvador
46.9 46.9
México
45.8
Perú Costa Rica
45.5
Panamá
44.8 44.2
Bolivia
43.4
Colombia Haití
42.8
Guatemala
42.5 41.2
Honduras Brasil
39.4
Paraguay
38.8
0
10
20
30
40
50
60
95% Intervalo de confianza (Efecto de diseño incorporado) Fuente: © Barómetro de las Américas por LAPOP 2012.
Gráfica 2. Avesión al sistema de partidos políticos en Colombia - Venezuela 2006-2012
2006
2006
49.7
Venezuela Colombia
59.2
2008
60.3
2010
2012
0
52.5
Venezuela Colombia
51.9
Venezuela Colombia
10
20
30
40
65.4% 68.6% 60.2%
2012
41.4
Venezuela Colombia
81.8%
Venezuela Colombia
2010
43.1
Venezuela Colombia
76.8% 60.2%
Venezuela Colombia
2008
44.6
Venezuela Colombia
% de participación electoral en Colombia - Venezuela 2006-2012
50
60
70
80.2% 63.7%
0
20
40
60
80
Acuerdo con que la democracia puede existir sin partidos políticos 95% Intervalo de confianza (Efecto de diseño incorporado) Fuente: © Barómetro de las Américas por LAPOP 2012.
Gráfica 3. Asistencia a un cabildo municipal en los últimos 12 meses Colombia - Venezuela 2006-2012
Rechazo a la democracia Colombia- Venezuela 2008-2012
2008
2006
13.9
Venezuela Colombia
13.3%
Venezuela Colombia
23.2
6.8%
2008 2010
22.6 23.7
Venezuela Colombia
2012
2010
10
20
14.6% 8.4%
2012
30
13.2%
Venezuela Colombia
27.2
0
9.9%
Venezuela Colombia
12.6
Venezuela Colombia
14.6%
Venezuela Colombia
40
9.8%
0
5
10
No apoya la democracia como forma de gobierno 95% Intervalo de confianza (Efecto de diseño incorporado) Fuente: © Barómetro de las Américas por LAPOP 2012.
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Foto: Danda de músicos, Ortega 2001. Mónica Espinosa.
c o r r i e n t e s
La metodología artesanal de la etnografía y los tiempos de la investigación en la universidad Mónica Espinosa. Profesora asociada, Departamento de Antropología, Universidad de Los Andes.
¿Acaso vale la pena escribir un volumen sobre el trabajo de campo etnográfico en los albores del siglo xxi?
¿
Por qué alentar una metodología artesanal en la era de la informática, las encuestas de opinión y el Internet sólo para conocer de primera mano cómo viven y piensan los distintos pueblos de la Tierra?”. Esto se preguntaba Rosana Guber en su célebre libro de 2001 sobre la etnografía, intentando demostrar la importancia de dicha metodología en la comprensión de las formas de agencia social de la globalización. ¿Cuáles son pues las vicisitudes que encarna dicha metodología artesanal en el mundo veloz de hoy?
Las premuras de la globalización y las asimetrías del mundo también afectan a la universidad en sus metas de enseñanza, su sostenibilidad financiera y sus posibilidades investigativas. Durante las labores propias de la etnografía, todo investigador o investigadora se encuentra con el hecho de que hay cosas que no tienen ninguna prisa por ser dichas. No solo es peligroso hablar, sobre todo en las zonas de conflicto en Colombia, sino que verbalizar ideas sobre el sentido de la vida, sobre lo que significa vivir el miedo, la incertidumbre, la alegría o la violencia, la pesadez del trabajo o la rutina de los desplazamientos, de un modo
auto-reflexivo, le toma tiempo a cualquier persona. Piense en alguien que llega a la puerta de su casa, le hace una breve introducción de una encuesta de información que usted no llega a comprender bien, y procede a preguntarle qué cree que es mejor para educar a sus hijos o por qué piensa tal o cuál cosa de Bogotá. No obstante, ni antropólogo ni antropóloga suelen trabajar de este modo; intentan más bien sumergirse en el contexto de vida de la persona, en sus ritmos, sus palabras y sus silencios; en su universo social y cultural antes y durante el proceso de hacer preguntas y realizar observaciones precisas y sensibles. El contacto cara a cara con las personas, que en ese momento son colaboradoras, le permite ver las cosas, escucharlas o incluso tocarlas de una forma cercana a las de ellas. Antropólogo y antropóloga son concientes además de que preguntar los involucra de manera compleja con su entrevistado o entrevistada. No, no hay prisa en el campo, en esas zonas donde la rapidez, la globalización y las intervenciones rápidas encuentran un punto de inflexión. No es algo abstracto. Si llueve mucho o hace mucho sol, habrá que tomarse el tiempo necesario para esperar antes de salir a las faenas diarias. El tiempo se distiende, deja de ser segundos y minutos que pasan a una velocidad increíble y se convierte en un bloque largo y lento. Solo entonces podemos percibir un ritmo distinto, compenetrarnos con el lugar, el sudor, la incomodidad, las vicisitudes del desplazamiento y los problemas de comunicación, las brisas súbitas que nos refrescan del bochorno, el paisaje, los árboles, los pájaros, los insectos y la sencillez de la vida diaria de las personas, sus desavenencias y alegrías. Ese tempo lento nos revela que allí, en esa casa, en ese patio, cerca de esa chagra, durante el tiempo del verano o del invierno, cada persona y sus cercanos – y hay varias maneras de ser o estar cercanos – crean vínculos de solidaridad, de trabajo compartido, memorias y narrativas comunes que los llegan a identificar en el proceso mismo de habitar y recorrer sus entornos. Así se crean un hogar en el mundo al tiempo que enfrentan las vicisitudes diarias, los conflictos que definen sus posibilidades sociales de ser, que determinan sus caminos morales y culturales y las formas de crianza de sus hijos. Desde allá agencian su vida en un mundo globalizado, marcado por redes asimétricas de poder y desigualdades socioeconómicas devastadoras. Los esquemas de tiempo dedicado a la investigación en las universidades de docencia no se compadecen con estos ritmos, tal vez los más esenciales para comprender a los seres humanos. Las premuras de la globalización y las asimetrías del mundo también afectan a la universidad en sus metas de enseñanza, su sostenibilidad financiera y sus posibilidades investigativas. Lo anterior se traduce en tiempos magros para investigar: una semana aquí durante el periodo de trabajo independiente, tres semanas allá durante el periodo intersemestral y la premura por cumplir cronogramas y objetivos que deja exhaustos a los investigadores, tratando de hacer asequible la reflexividad antropológica y estirar las palabras dichas y no dichas por la gente. Así, de un modo casi imperceptible, se evapora ese vínculo creado mediante el trabajo con la gente. Como ya lo planteara Tim Ingold, la antropología busca es contemplar los problemas humanos no desde sillón sino en el mundo: “Podemos ser nuestros propios filósofos, pero lo podemos hacer mejor gracias al proceso de involucrarnos en compromisos de observación con el mundo y en nuestra colaboración y correspondencia con sus habitantes”. ¿Es posible mantener este ideal de colaboración y correspondencia en medio de los ritmos de la universidad de hoy?
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Foto: María del Rosario Acosta
Violencia, duelo y memoria:
Conversaciones sobre estética y política con Jean-Luc Nancy Estudiantes del grupo de investigación de Ley y Violencia del Departamento de Filosofía, asistieron a un seminario con Jean-Luc Nancy en la Universidad Marc Bloch de Estrasburgo. María del Rosario Acosta. Profesora Asociada del Departamento de Filosofía. Actualmente se encuentra como Investigadora Invitada en la Universidad Goethe de Frankfurt.
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os días 30 de Junio y 1 de Julio el Grupo Ley y Violencia: Comunidades en Transición del Departamento de Filosofía llevó a cabo en Estrasburgo un seminario intensivo con el profesor y reconocido filósofo y pensador contemporáneo Jean-Luc Nancy. Asistieron al encuentro nueve de los doce estudiantes vinculados actualmente al grupo acompañados de su directora y coordinadora, la profesora María del Rosario Acosta. Jean-Luc Nancy, profesor emérito de la Universidad Marc Bloch en Estrasburgo, es uno de los filósofos franceses contemporáneos más reconocidos actualmente. Sus reflexiones éticas y políticas sobre la comunidad, sus trabajos sobre violencia, duelo, memoria y representación, y sus más recientes reflexiones sobre democracia, han sido una referencia clave para las investigaciones del grupo. Algunos de sus libros más conocidos son La comunidad inoperante (1983), La experiencia de la libertad (1988), Corpus (1992), Ser singular plural (1996), Al fondo de las imágenes (2003) y La verdad de la democracia (2008). En todos estos trabajos, y en diálogo con otros pensadores contemporáneos como Georges Bataille, Jacques Lacan, Maurice Blanchot y Jacques Derrida, Nancy propone repensar críticamente algunos de los presupuestos filosóficos heredados de la tradición occidental. Esto le permite rehabilitar un pensamiento sobre el ser en común que busca distanciarse explícitamente tanto de las tendencias políticas totalitaristas de la primera mitad del s. XX como de las corrientes liberales propias de la filosofía política contemporánea, ofreciendo con ello una perspectiva distinta para el pensamiento ético-
político actual. Nancy pone en relación estas preocupaciones, además, con las preguntas filosóficas por el lenguaje, el cuerpo y el sentido. Su obra combina una aproximación ética y política con preocupaciones cercanas a la estética y a la filosofía del arte, abriendo con ello la posibilidad de re-pensar las relaciones entre filosofía, política, arte y literatura. Es precisamente en este cruce entre la estética y la política, y en conexión estrecha con una corriente contemporánea de pensamiento representada paradigmáticamente por autores como Nancy, que se llevan a cabo las investigaciones actuales del Grupo Ley y Violencia. El grupo, conformado a finales de 2010 alrededor de un proyecto de investigación financiado por Colciencias (“Narrativas de la comunidad: política y violencia”, Convocatoria 521), tiene precisamente entre sus objetivos principales el de estudiar con detenimiento ciertas corrientes francesas e italianas del pensamiento contemporáneo sobre la comunidad: los conocidos como “comunitarismos impolíticos”. Esto con el fin de poner en diálogo los resultados de tales reflexiones teóricas con el tipo de problemas filosóficos que son suscitados por la situación de transición que se experimenta a nivel social, político y cultural en Colombia a raíz de la implementación de la Ley de Justicia y Paz (2005). Preguntas sobre las posibilidades de rehabilitación de comunidades marcadas por la violencia, sobre la urgencia por pensar en todas sus complejidades el reclamo de las víctimas por la reconstrucción de una memoria histórica de los hechos, y sobre los alcances y límites de la representación (jurídica, artística, histórica) de la atrocidad masiva –entre otros– son los ejes temáticos de los proyectos que se llevan a cabo y discuten en el grupo. Es en este contexto que a finales de 2012 la Universidad de Estrasburgo envía una invitación para la realización de un seminario en el verano de 2013 con el profesor Jean Luc Nancy acerca de las investigaciones que el Grupo Ley y Violencia lleva a cabo actualmente y de las preguntas que en este contexto determinado han surgido en torno a su obra. El profesor Nancy estaba especialmente interesado en explorar las posibles relaciones entre sus reflexiones sobre la comunidad y los trabajos actuales del grupo sobre “comunidades en transición”. Uno de los ejes centrales de discusión fue así el libro La comunidad inoperante. Surgieron alrededor de esta discusión preguntas acerca de las relaciones entre democracia y comunidad, ley y violencia, acción y resistencia política y alternativas para el pensamiento de la comunidad en un contexto y tradición geográfica tan distintos del europeo como lo es el caso colombiano. Dado que el profesor Nancy ha trabajado también temas vinculados con representación, arte y duelo, la última sesión del seminario estuvo dedicada a la discusión de estas nociones y a las posibilidades que ha abierto el arte en Colombia en torno a la importancia de la pregunta por la relación entre memoria, visibilidad y violencia. Las transcripciones de las sesiones (más de doce horas de discusión) serán traducidas, editadas y publicadas por el Grupo bajo la dirección de la profesora Acosta. El evento pudo llevarse a cabo en buena medida gracias al apoyo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, al proyecto “Narrativas de la Comunidad” financiado por Colciencias, y al apoyo que le ha brindado este año a la profesora Acosta como investigadora invitada el Cluster de Excelencia “Normative Orders” de la Universidad Goethe de Frankfurt.
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Foto: Mauricio Salinas
¿Qué es un laboratorio de psicología y cognición? William Jiménez Leal. Profesor asistente, Departamento de Psicología, Universidad de Los Andes.
Este es uno de los diez laboratorios de la Facultad de Ciencias Sociales que fortalecen la innovación científica, fomentan la investigación y la docencia.
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a palabra laboratorio conjura imágenes de personas con batas blancas e instrumentos sofisticados que realizan actividades más allá de la comprensión de los simples mortales. Ese laboratorio encarna la imagen por excelencia de la actividad científica, del trabajo sistemático y riguroso. La psicología, al menos en nuestro contexto, es asociada primordialmente con el trabajo clínico aplicado, con consultorios y divanes, y en algunos casos con pruebas psicométricas de selección y evaluación. No sorprende entonces que la idea de un laboratorio de psicología sea recibida con algo de asombro y perplejidad, casi como la del estudio de la fonética del cine mudo. ¿Qué se hace en un laboratorio de psicología? Un laboratorio es mucho más que ratas y vasos de precipitados, particularmente cuando se lo piensa en el contexto de las ciencias sociales. Un laboratorio no es más que un espacio de labor y en ese sentido, cualquier lugar donde un
http://labcogno.uniandes.edu.co/ grupo de personas ser reúne a trabajar metódica y constantemente sobre un problema también merece ese nombre. Ahora bien ¿qué es un laboratorio de psicología y cognición? La psicología cognitiva es una forma de describir y explicar la conducta mediante la postulación de representaciones a nivel individual. Esta estrategia permite aproximarse mejor a algunos fenómenos, tales como la comprensión del lenguaje y los procesos de razonamiento, privilegiando los patrones de conducta que se pueden explicar a partir de estas representaciones. La labor que nos ocupa en este laboratorio es el estudio de la conducta en esta perspectiva. El laboratorio de cognición es un espacio en construcción. Aprovechando la coyuntura de la inauguración del Edificio Franco, desde hace un año hemos venido dando pasos para articular la labor de investigación individual de los profesores miembros del grupo de “Cognición y prácticas de aprendizaje”, además de la participación de 20 estudiantes de pregrado, dos de maestría y un estudiante doctoral del departamento de Psicología. Bajo la supervisión de William Jiménez y Florencia Reali, en este momento el laboratorio desarrolla dos líneas básicas de investigación:
por un lado, en análisis de la comprensión causal y argumentación, y por el otro, el estudio de la comprensión lingüística y pensamiento metafórico. Vale la pena mencionar que los intereses de los estudiantes se han sumado y es posible encontrar proyectos sobre procrastinación, estereotipos sociales y memoria. El reto implicado en la conformación y consolidación de un laboratorio consiste en la transformación de trabajos de investigación individual en investigaciones de carácter cooperativo y grupal. Los espacios de laboratorio tienen entonces un lugar privilegiado tanto en el aprendizaje como en la investigación, en la medida en que son espacios donde aprendices, en el sentido tradicional de la palabra, contribuyen de forma efectiva a la realización de un proyecto bajo la guía de personas con más experiencia. Si un laboratorio se define por este trabajo coordinado de este tipo, el laboratorio de cognición está dando los primeros pasos para encarar ese reto. El laboratorio de Cognición se encuentra en el primer piso del edificio Franco (GB110). Existe una sala de trabajo para estudiantes, así como salas de entrevista y de experimentación del laboratorio de psicología en general.
Maestría en Estudios Internacionales: Una apuesta por la interdisciplinariedad en el análisis de lo glocal
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En la búsqueda de pensar lo internacional de una forma diferente.
l programa de Maestría en Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes (MEI) ha nacido con la intención de desmarcarse de los programas tradicionales de Relaciones Internacionales, para consolidar y promover la investigación y el análisis crítico en la formulación de respuestas ante los complejos desafíos glocales de nuestros días. Esta Maestría, es uno de los pocos programas de postgrado en América Latina que se caracteriza por introducir un enfoque interdisciplinar para comprender la formación, interacción, transformaciones y efectos de los procesos glocales contemporáneos, y pretende ir más allá de los estudios centrados principalmente en las relaciones interestatales como dinámicas de poder transnacional. Para esto, el programa ofrecerá a los estudiantes herramientas de análisis procedentes de la Historia, la Economía, el Derecho, la Sociología, la Ciencia Política y la Filosofía en sus dos modalidades: profe-
sionalizante e investigativa. De este modo, el egresado de la MEI será un profesional altamente cualificado con amplios conocimientos en las corrientes teóricas y debates más importantes en la teoría de lo internacional; en el contexto histórico, político y económico de las mismas, con un enfoque multidimensional; así como, en la aplicación de estos conceptos, para la identificación y resolución de los problemas que nos plantea la tensión diaria, entre la expansión de lo global y las resistencias locales. Lo anterior, brindará a los estudiantes las herramientas para desempeñarse desde el sector público, el privado, el tercer sector y la academia, como investigadores y docentes, o como unos agentes de la práctica internacional. Con todo, la MEI ha dado inicio a una alternativa de formación en Colombia que planea generar un amplio y profundo impacto en la producción de nuevos conocimientos y prácticas de las diversas áreas de los Estudios Internacionales.
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¿Para quién investigamos? ¿Para quién publicamos?
¿Qué tema aborda en sus trabajos? ¿El interés surge de una pregunta de investigación netamente académica o de una problemática social previamente identificada? Enrique Chaux (EC): Mi interés por el tema de la educación para la convivencia surge de la necesidad de contribuir a la disminución de la violencia en Colombia. Antes, mis intereses estaban en el campo de las ciencias naturales, primero estudiando el comienzo del universo y luego el funcionamiento del cerebro. Pero la grave violencia que todos hemos vivido en Colombia me llevó a estudiar las mejores formas para promover la convivencia pacífica desde edades tempranas en la vida. Elvia Vargas-Trujillo (EV): Todas las publicaciones del Grupo Familia y Sexualidad hacen referencia a temas de la sexualidad que inciden en el bienestar de las personas en diferentes momentos del ciclo vital, desde la infancia hasta la adultez, pasando, obviamente por la niñez, la adolescencia y la juventud. El interés surgió hace más de treinta años. Cuando inicié mi ejercicio profesional comencé a darme cuenta de las graves implicaciones que tenía para niñas y niños en condición de discapacidad cognitiva vivir en un contexto familiar, escolar y comunitario que no podía comprender y manejar sus expresiones sexuales. Facilitarle a las personas recursos para abordar la sexualidad se convirtió en un objetivo vital, es mi proyecto de vida. Los temas de los libros, son siempre producto de la investigación del grupo y, en ese orden de ideas, tratan de responder a las preguntas que la mayoría de las personas, incluidas las que se dedican a la academia y a la investigación, se plantean acerca de la sexualidad. Al tratarse de un tema que compete a todas las personas, pareciera que los libros y las investigaciones en las cuales se fundamentan fueran triviales y poco relevantes científicamente. Sin embargo, la evidencia disponible indica que en la actualidad la sexualidad es uno de los principales determinantes de los problemas de salud pública priorizados: embarazo en la adolescencia, mortalidad materna, infección por VIH y violencia basada en el género. Por lo anterior, las investigaciones del grupo Familia y Sexualidad siempre han tenido como finalidad producir conocimiento para apoyar la toma de decisiones, son trabajos académicos de investigación para la acción.
Buena parte de la producción bibliográfica de la Facultad tiene como público principal a investigadores, profesores y estudiantes universitarios; no obstante, también existe una serie de publicaciones académicas de las cuales se benefician comunidades educativas y grupos de apoyo y de intervención en familia. Los trabajos de Elvia Vargas-Trujillo, sobre sexualidad, y los de Enrique Chaux, sobre convivencia escolar, son ejemplos notables de este tipo de libros. Hemos propuesto un dialogo con los autores, a partir de su obra, sobre la relación que encuentran entre investigación académica e intervención social.
¿Qué impacto han tenido o pueden tener sus publicaciones?
Foto: Mauricio Salinas
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Elvia Vargas Trujillo. Profesora asociada y directora del Departamento de Psicología,Universidad de los Andes.
EC: Creo que los trabajos que hemos realizado en el grupo de investigación que dirijo (Agresión, Conflictos y Educación para la Convivencia), han contribuido a brindar guías conceptuales y prácticas a muchos docentes, padres y madres de familia, estudiantes, investigadores, medios de comunicación y forjadores de políticas públicas interesados en cómo promover la convivencia y prevenir los problemas de agresión y violencia desde los colegios. Creo que nuestras publicaciones han sido útiles también en otros países de América Latina, en donde las escuelas tienen problemas muy similares a los nuestros. EV: Las personas del grupo Familia y Sexualidad, estamos convencidas que en un país como el nuestro tenemos la responsabilidad social de generar conocimientos que sean útiles para mejorar las condiciones de vida de las personas en diferentes contextos: la familia, la escuela y la comunidad. Este compromiso nos ha llevado a privilegiar una forma particular de publicaciones: libros en formato de preguntas y respuestas que integran lo que la gente se pregunta, lo que dice la teoría y lo que aporta la evidencia de la investigación. Mi primer libro Yo adolescentes, lo publiqué en 1991 con Editorial Planeta en México, y desde entonces ese ha sido el formato de mis publicaciones. Responder a lo que las personas quieren saber es el objetivo de las investigaciones y es lo que buscamos con nuestras publicaciones. La demanda por este tipo de textos y las opiniones siempre favorables me ha llevado a mantenerlo. Siento que así puedo establecer un diálogo con la audiencia sobre el conocimiento que generamos, usando un lenguaje que, sin dejar de ser técnico, científico y fundamentado en evidencia, puede ser entendido por cualquier persona.
¿Qué retos implica para el investigador escribir para diferentes públicos? EC: Uno de los principales retos al escribir para diversos públicos es usar un lenguaje sencillo que todos lo puedan entender. El lenguaje académico es a veces muy excluyente. En educación, por ejemplo, es común encontrar escritos en un lenguaje tan abstracto y complejo que incluso para mí es difícil entender lo que quieren decir. Yo he querido tratar de presentar todo en el lenguaje más sencillo posible, sin perder ni la profundidad, ni el respaldo en la evidencia científica. EV: Implica entender muy bien lo que necesitan saber las personas para establecer qué es lo que queremos dar a conocer. Para el grupo Familia y Sexualidad el trabajo cotidiano con diferentes públicos nos permite tener información “en tiempo real” de las situaciones que enfrentan que merecen nuestra atención, al igual que conocer las preguntas, inquietudes, preocupaciones e intereses que tienen mujeres y hombres de diferentes edades, niveles de formación y lugares de residencia. Otro reto es escribir reconociendo siempre el aporte de las personas que hacen parte del equipo. Los libros del grupo son producto de un esfuerzo colectivo, todas las personas que participan en las actividades de investigación e intervención del grupo hacen su aporte al desarrollo del conocimiento. Mi papel consiste en recoger esas voces y ponerlas de manera coherente para que otras personas puedan obtener información confiable, clarificar sus actitudes y desarrollar habilidades para ejercer sus derechos humanos sexuales y reproductivos.
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Caserío Chicocora. Serie Escuela Nueva, 1998. Fotógrafo: Juan Manuel Echavarría.
La vida social del libro Alejandro Castillejo Cuéllar. Profesor asociado y director del Departamento de Antropología, Universidad de los Andes.
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ste texto es algo personal, aunque sobre un tema académico y político. Y como todo proyecto personal que se expone a lo público, por minúsculo que sea, corre muchos riesgos: puede leerse como parte de la acostumbrada acusación de individualismo, auto-adulación o deseo de celebridad que campea impávida en las instituciones universitarias. Por el contrario, lo que me pregunto aquí tiene que ver más bien con lo que los “académicos” hacen y con lo que se reconoce de ese hacer. Este es el punto: rara vez tiene un autor la posibilidad de hablar, así sea sucintamente, sobre la vida social del libro que ha escrito. Quizás porque rara vez el libro sale (cuando lo hace) de los anaqueles del especialista, quien, paradójicamente, le busca un hogar en medio de su fugacidad. Muchos no han visto la luz cuando ya han sido olvidados indefectiblemente. Pero, ¿cómo llegan “allá”, en el sentido más existencial, a “ese lugar” y por qué caminos? Cuando se ven estos recorridos, y se lee el trabajo intelectual desde esta óptica, se descubre que la “influencia” que un escrito tiene, en el sentido más simple de la palabra, sobrepasa las formas actuales (y debo decir, reduccionistas) de entender el trabajo del intelectual. Hace una década y algo más se publicó Poética de lo otro: una antropología de la violencia, la soledad y el exilio interno en Colombia (2000, Colciencias-Icanh). Hace parte de una trilogía (sobre “la soledad”, “el silencio”, y finalmente, “la ausencia”) que gira alrededor del tema de la guerra en América Latina y en el África, pero vista desde una perspectiva que privilegia la vida cotidiana así como aquellos aspectos que las ciencias sociales parecen no poder “ver” fácilmente ni “escuchar”, epistemológicamente hablando.* En más de un sentido, ha sido un libro privilegiado. No sólo por el hecho de seguir siendo, según los peculiares índices de citación, parte central de la investigación social en Colombia sobre los efectos de la guerra, sino —sobre todo— por sus múltiples formas de circulación, de mano en mano, de lenguaje en lenguaje, durante estos años. Especialistas reconocidos, basados en su conocimiento de las tesis producidas sobre el tema o de los
artículos publicados en el país, han dicho que Poética fue el primer texto ambicioso —por la multiplicidad de problemas a los que abrió una puerta de análisis, por los riesgos teóricos, escriturales y hasta políticos que tomó— sobre el desplazamiento forzado en Colombia. Incluso, algunos lo llaman un “clásico”: el origen de una serie de preocupaciones por la “voz”, el “testimonio”, la “experiencia”, la “memoria”, que aún no se habían desarrollado en el país en el momento de su publicación. Hoy día estos temas constituyen una industria. Desde su origen fue un libro intenso, emocional e intelectualmente. Poética no se sitúa fácilmente en una disciplina (y no le interesó), ni en una sola jerga de elegidos. Se niega a salir de su propia extrañeza y de las preguntas que lo hacen también algo prójimo, familiar, y hasta íntimo. Cuando lo escribí estaba convencido que los universitarios hacía mucho tiempo habían dejado de hacerse las preguntas vitales por el sentido de lo que significa ser un ser humano. Aún lo pienso, sólo que hoy regulamos este punto ciego. Los meses de trabajo de campo en los barrios de desheredados del norte de Colombia en 1999 se tejieron con la recolección de las historias del burro-bomba, de las huidas de familias enteras de muchos lugares por efectos del paramilitarismo y sus masacres. El desplazamiento era una suerte de evidencia invisible. Muchas vidas literalmente descarnadas escuché. Descubrí los muchos nombres de Carlos Castaño, sus amigos siempre vigilantes en la distancia, y el quijotesco intento de investigar en medio del
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El segundo es The Invisible Corner: Essays on Violence and Memory in Post-apartheid South Africa (2009, trad. Archivos del Dolor), y el tercero (en preparaci semanas para poder retirarlora?pariciIndocumentable: una hisón) Documentando lo Indocumentable: una historia cultural de la Desaparición Forzada en Colombia.
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silenciamiento. Las grabaciones, las entrevistas —más de 120 horas en total— una vez realizadas salían por correo aéreo a otro destino. Luego de transcritas duraron perdidas muchos años, incompresiblemente. Fue escrito con la pasión de lo inmediato, producto de la fragmentación propia y del mundo que veía, entre Bogotá y los exilios voluntarios en otros lugares, en Nueva York o Budapest. Para mí, la investigación dejó de ser, antes de tiempo, lo que pudo ser. Descubrí que uno trabaja con otros no sobre otros. Al menos en estos temas. Fue incluso pensado como una coautoría con líderes comunales y construido a través de lo que con el tiempo terminé llamando “epistemologías colaborativas”. Incluso hoy día este tema sigue produciendo suspicacia entre la élite de la investigación social. Algunos colegas, algo ingenuamente, lo criticaron por no haber “utilizado mejor” o “extraído” más “información” del “material” testimonial sobre los que estaban estructurados dos extensos capítulos que eran, sin más, transcripciones literales. Una curiosidad en un libro universitario, siempre basado en el monologismo del experto y su red de privilegios. Nunca tuve la intensión de pasar por la mirada aséptica y anestésica la vida de otros: no soy ni ventrículo ni exégeta de diván. Sin embargo, ha sido la pasión con que ha sido leído y “traducido” a lo largo de los años —por personas habitando las más diversas orillas— lo que más me ha inquietado. Por supuesto, estos circuitos de lectura no harían, hoy día, parte de los triviales índices de citación (que panean matemáticamente un mundo minúsculo, “una pirámide invertida con un milímetro de profundidad”, como dijera George Steiner). Visto retrospectivamente, creo que jamás hubiera sido aprobado por esas “burocracias de confusión masiva” que son los comités de pares de revistas, estructuralmente conservadores y poco amigos de fracturar las hegemonías profesionales. Estuvo a punto de ser traducido al inglés por la Universidad de Duke en el año 2002, hasta que descubrí que tal traducción debía “encajar” en los debates “americanos” sobre el tema de la identidad, por sugerencia de la editora. Abandoné el proyecto. Lo que “allá” es importante “aquí” no necesariamente. De ahí esta idea, casi un aforismo, en la que publicar “globalmente” implica morir “localmente”, y viceversa. Algunos capítulos salieron en ingles, independientemente, en libros académicos, y secciones concretas en una revista comunitaria editada en los guetos de Filadelfia. Fue objeto de dos adaptaciones parciales al teatro (desconocidas durante mucho tiempo por mí): una en el marco de proyectos comunitarios y de compañías de jóvenes barriales (en Ciudad Bolívar) y otra, por una escuela de arte dramático de una universidad pública en Colombia, que la llevó luego hasta México. Me preguntaba durante una de las puestas en escena: ¿qué Poética se llevaban consigo los asistentes, las audiencias, los actores, la directora? ¿Qué le contaban a otros de ese mundo, qué rostro se imaginaban detrás de ese territorio, del libro? Asimismo, algunas de las frases aparecidas en secciones y epígrafes del texto, y meditadas con cuidado, muestran con temor las sombras de mi propio acercamiento a la poesía y la literatura. Poética es una apuesta a la escritura, es una larga meditación sobre la traducibilidad de la experiencia de la guerra. De estos, poetas publicados y de calle realizaron sus propias interpelaciones estéticas y artísticas, entregadas en mis manos, como a escondidas, cuando atendía invitaciones académicas en este país. Un acto de desprendimiento secreto que aún agradezco. Incluso, la misma experiencia de desarraigo y nomadismo inherente a la vida del autor y su familia —cristalizada en un poema escrito en la misma época de Poética y publicado fragmentariamente en el libro— terminó por ser adaptada a la danza contemporánea por una bailarina colombiana en una importante escuela de danza neoyorquina. Se sorprendería uno cómo una frase suelta, una palabra, un gesto, una sonrisa entre líneas, es apropiada por otros con intensidad y sin vergüenza. El libro es, en sí mismo, un gesto. Intenso también porque, durante la época del trabajo en terreno, fue asesinado en Medellín el investigador y profesor Hernán Henao quien también trabajaba sobre el tema y a quien había conocido. El texto se escribió con la impronta de ese evento, con su incertidumbre, con una necesidad casi neurótica de relatar, con la esperanza de que lo escrito —el objeto— fuera como una extensión de la existencia de otros que ya no están. Asimismo, la versión original, hecha en impresora de punto, y pasada de la mano de las organizaciones de base con las que trabajé, la tenía Alfredo Correa de Andreis cuando fue asesinado en la Costa en el 2004. Hoy en día no sé dónde está. ¿Qué será del destino de los libros que los muertos se llevan consigo? El libro es un memorial. La pequeña edición publicada desapareció de las estanterías de las librerías y el texto, con una fotografía del artista Juan Manuel Echavarría, comenzó
¿No debe ser el diálogo amplio, en múltiples leguajes, en diversos lugares, lo que nos cifra como escritores, como académicos, como gente dedicada a la ideas?
a tener una vida fantasmal. Entre organizaciones de desplazados y seminarios universitarios, circulaban fotocopias fragmentarias y copias piratas a medio imprimir. En una ocasión, un conclave de colegas se disculpó por confesar que el libro que tenían era una única copia pirateada que reposaba en el centro de documentación de la Facultad. Al parecer, profesores y estudiantes esperaban semanas para poder retirarlo. Yo estimulo el movimiento. Me insatisfacen los cordones sanitarios que se le ponen a la escritura. En la los Andes (como en la Biblioteca Luis Ángel Arango, me han contado), la única copia que hay (y que yo doné a la Universidad) muestra las marcas evidentes y hasta atávicas de una “generación” de lectores, un palimpsesto de rastros y petroglifos, comentarios e interpelaciones al punto casi de deshacer el objeto. Y finalmente, podría relatar las historias de cómo una fotocopia particular llega a las manos de alguien —una guerrillera en la cárcel con quien intercambié opiniones por varios meses, un funcionario del estado asediado por el trabajo—, de los instantes coyunturales en los que el libro aparece en la vida de una disertación, de una tesis, de su lugar entre una organización de mujeres, de los largos devaneos de un grupo de literatos exiliados, de los comentarios insospechados de estudiantes de pregrado en Pereira o Manizales a quienes los traicionó el afecto por el libro, a veces incluso de la molestia, de la rabia, y por qué no decirlo, de los celos que produjeron sus disquisiciones, de la diversidad de impresiones y derroteros que algunos párrafos, quizás algo crípticos, han generado en colegas en Guatemala o Brasil, en Bosa y Popayán (y que se han tomado la molestia de decirlo), de los acercamientos que ha merecido de amigos y desconocidos que habitan otras perspectivas, la sociología, la teología, la filosofía, el teatro y hasta el cine. De esos encuentros solo tengo mi palabra, esta palabra, para dar testimonio. Este es un libro que parece conversar con todo el mundo, indistintamente de la religión que profese la persona. La pregunta es simple: cuando hablamos de lo que reconocemos como el “impacto” de un trabajo académico, de una poïesis ¿a qué hacemos referencia? Hay muchos escenarios y textos “grises” que se salen de lo que he llamado “el efecto Colciencias”, de esa manufactura, de ese enlatado de cuadriculas en el que se ha convertido el “saber”. ¿No debe ser el diálogo amplio, en múltiples leguajes, en diversos lugares, lo que nos cifra como escritores, como académicos, como gente dedicada a la ideas?
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Foto: Mauricio Salinas.
En búsqueda de las representaciones del patrimonio cultural en Colombia Luis Gonzalo Jaramillo E. Profesor asociado, Departamento de Antropología., Universidad de los Andes Manuel Salge Ferro. Estudiante de doctorado, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes
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Los “teatros” de la memoria: espacios y representaciones del patrimonio cultural en Colombia (Ediciones Unidades, 2012).
racias al impulso del Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico (OPCA) del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes y en el marco del VI Congreso de Arqueología de Colombia, se inició una reflexión sobre la memoria que entendía a los museos, parques temáticos (arqueológicos, culturales, naturales) y festivales como espacios privilegiados donde se escenifican guiones sobre el pasado, se naturalizan las ideas que le dan forma y se escriben versiones oficiales sobre éste. La maduración de estos planteamientos permitió consolidar un conjunto de artículos de investigación que reunimos bajo el telón del libro Los “teatros” de la memoria: espacios y representaciones del patrimonio cultural en Colombia (Ediciones Unidades, 2012). La línea que aúna las contribuciones se define a partir de preguntas como: ¿Cuál es el papel que ocupan los teatros de la memoria en la contemporaneidad? ¿Cuál es el papel que desempeñan los conceptos, los objetos y las prácticas dentro de estos? ¿Cuáles son las políticas que condicionan las representaciones que producen? El resultado es un conjunto de textos que evidencian la diversidad, complejidad y trascendencia del tema, poniéndonos de cara a las dinámicas y tensiones que subyacen a esta puesta en escena de la memoria. Como editores, esperamos que este libro, ubicado en la intersección de la memoria y el patrimonio cultural, al proporcionar reflexiones provenientes de diversos lugares desde donde se están produciendo representaciones sociales del pasado, que ponen en evidencia el papel de la memoria en la comprensión de lo que la gente piensa, siente y hace, nos permita entender que todos tenemos algo que decir sobre la administración y el mantenimiento de museos, objetos, lugares, celebraciones y parques arqueológicos; que la “ciudadanía” implica una realidad más incluyente y, consecuentemente, que las políticas públicas deben adecuarse a la coexistencia de diferentes ideologías y ontologías. En últimas, esperamos que el volumen contribuya a visibilizar las miradas y reflexiones sobre los guiones, libretos, roles y repartos que construyen la Colombia plural y diversa del siglo xxi.
La revista Historia Crítica llegó a su edición número cincuenta en julio pasado. Para conmemorar este evento y mostrar las diversas líneas temáticas desarrolladas por los autores, se publicó una separata especial. Ésta contiene los índices de los números publicados desde la creación de la revista en 1989 hasta la actualidad, y puede consultarse en versión impresa y digital.
Lanzamiento 2013 El 14 noviembre de 2013 tendrá lugar la presentación de las últimas publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales y para el evento contaremos con una conferencia de la profesora Hebe Vessuri, D. Phil. en Antropología Social de la Universidad de Oxford. La profesora Vessuri investiga acerca de los problemas del aprendizaje de la ciencia y la tecnología en América Latina durante el siglo xx. Ella se ha propuesto reconsiderar algunos rasgos tradicionales de la ciencia, como son la comunicación, la movilidad científica, la ciencia académica y la financiación de las investigaciones, en un mundo caracterizado por la mundialización. En sus estudios sobre la educación en las instituciones superiores Latinoamericanas, ella reconoce la interacción existente entre la ciencia y la tecnología como productos culturales en sí mismos, y el impacto que esto tiene en la inclusión social.
ahora tres númerospor año La revista Colombia Internacional cambió su periodicidad de publicación en el primer semestre de 2013, pasando de dos a tres números por año. Con ello, se busca dar mayor difusión al creciente número de contribuciones que recibe esta publicación, y propiciar la discusión alrededor de temáticas de gran relevancia en Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
publicaciones, nueva página La Facultad de Ciencias Sociales cuenta ahora con la página Web de Publicaciones donde se puede obtener información actualizada acerca de los libros y las revistas. El link de Publicaciones redirecciona a los usuarios a las colecciones, ofreciendo la opción de compra en línea en versiones impresas, digitales y e-book. Las revistas y algunas publicaciones pueden ser descargadas de forma gratuita. En este espacio también se encuentran: reglamentos, formatos, convocatorias, enlaces y noticias que se actualizan frecuentemente.
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Fotos: Diana Zerda; Daniel Aguirre.
El Programa de Iniciativas Especiales de la Facultad de Ciencias Sociales llevó a
19 estudiantes de Antropología al Resguardo Indígena Embera-Chamí Karmata Rua
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a convocatoria de Iniciativas Especiales apoya proyectos que no se encuentran dentro de los formatos tradicionales de investigación, pero que tengan como propósito el fortalecimiento académico e institucional de los Departamentos que hacen parte de la Facultad de Ciencias Sociales. Daniel Aguirre, Profesor Asociado del Departamento de Antropología, envió una propuesta para llevar a 19 estudiantes de su clase de etnolingüística al Resguardo Indígena Embera-Chamí Karmata Rua en el municipio de Jardín, Antioquia. Viajaron desde el 29 de mayo al 4 de junio de 2013. La idea inicial de la salida de campo era llevar a cabo talleres de escritura Chamí con los mayores, pero la oportunidad terminó por ser una iniciación al quehacer de antropólogo: la etnografía. Para Diana Zerda, una de las estudiantes de Antropología beneficiadas por esta convocatoria de Iniciativas Especiales “la salida de campo significó haber cambiado de entorno, de relaciones interpersonales diarias y de rutina. Aunque parece que es poco tiempo para compenetrar en el mundo
de una comunidad indígena, puedo decir que fue un tiempo suficiente para experimentar y afirmar el comienzo del camino de la antropología. Con el paso de los días fuimos extendiendo las amistades, hablábamos con otros habitantes que estaban cerca, construíamos lazos que no hacían caso a las edades. Los niños fueron unos personajes. Hacían las veces de acompañantes y de maestros. Para mí son las personas ideales para el aprendizaje del idioma y de cosas tan básicas como conductas (el comportamiento adecuado, el uso de los espacios). Los jóvenes por otro lado fueron nuestro gran soporte. Por cosas de la edad quizás, nos entendimos más. Con ellos los temas de conversación tocaban cosas que nos interesaban de igual forma y que ellos podían poner en los términos que conocían y con los que era fácil para nosotros relacionarnos”. El propósito de la Convocatoria de Iniciativas Especiales es el de incentivar y apoyar el desarrollo de actividades que no se enmarcan dentro de los formatos tradicionales de investigación, pero que hacen parte de las actividades propias de la vida académica.
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El programa de Historia de la Universidad de Los Andes:
Uno de los mejores del mundo según el QS Ranking
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L QS World University Rankings es una clasificación anual de las universidades mundiales. Es elaborada por Quacquarelli Symonds (QS), una empresa auditora británica que se ha convertido en una proveedora líder de información y soluciones para la educación superior. Esta clasificación existe desde el año 2004, pero a partir del 2011 comenzó a analizar programas académicos individuales. Los resultados publicados en el mayo de 2013 correspondieron al análisis de 30 carreras que se encuentran en: artes y humanidades, ingeniería y tecnología, ciencias de la vida y medicina, ciencias naturales y ciencias sociales. Por tratarse de una empresa británica, los 200 programas en historia que clasificaron en este listado se situaron en la categoría de artes y humanidades. Los departamentos obtuvieron su lugar después del análisis de cuatro criterios: reputación académica, reputación del egresado con el empleador, citaciones por trabajo y citaciones h-index. El departamento de historia de la Universidad de los Andes aparece entre los puestos 101-150, escalafón en donde también figuran los programas en historia de universidades como: Liverpool, Leicester, Exeter, Bergen, Arizona, Aberdeen, Milan, Pisa, Florencia, Estocolmo, Ohio, Lund, City University de Nueva York, Cardiff, Brown, Minessota, Zürich y Notre Dame.
Seminario
‘Minería en Latinoamérica: retos y oportunidades’
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Fotos: David Bautista.
egún Jorge Cardona, editor general del diario El Espectador, los medios de comunicación comenzaron a titular sobre el ‘Boom minero colombiano’ en los últimos años del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Pero la realidad es otra si se tiene en cuenta que desde la Colonia, el país sentó sus bases económicas y sociales desde la explotación minera. A esto se le suma un componente importantísimo en la configuración demográfica del país, ya que para dicha explotación se redujo la población indígena al fortalecer el sistema de la mita y la encomienda y fundamentó las razones para comenzar a ‘importar’ miles de africanos en condición de esclavos para extraer oro de las minas y de los ríos donde se encuentra este valioso mineral. Hay mucho que aprender de los antecedentes del actual boom minero colombiano y por ende, las ponencias del evento analizaron la relación entre minería y: economías legales y criminalidad, salud pública, política, economía, medio ambiente y conflicto. Por estas razones se aliaron la Facultad de Ciencias Sociales y la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, junto a la Casa editorial El Tiempo y el David Rockefeller for Latin American Studies de la Universidad de Harvard. El resultado fue el seminario ‘Minería en Latinoamérica: retos y oportunidades’, llevado a cabo el 23 y el 24 de mayo de 2013. El seminario fue un evento de elevado carácter académico en el que fue posible poner a dialogar diferentes temas desde distintas disciplinas. Además de la alianza, el seminario también contó con el apoyo de la Fundación Ford, la Facultad de Administración, el Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (CESED) y el Centro de Estudios Internacionales (CEI) de la Universidad de Los Andes.
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i t i n e r a r i o s
Luis Gonzalo Jaramillo, profesor del Departamento de Antropología fue reelegido como Representante de la Universidades en el Consejo Nacional de Patrimonio
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or mayoría de votos de rectores de universidades fue reelegido el profesor Luis Gonzalo Jaramillo para ser el representante de las universidades en el Consejo Nacional de Patrimonio para el periodo 2013 y 2015. La función de este Consejo es la de asesorar al Gobierno Nacional en la protección y manejo del patrimonio cultural colombiano, y el profesor Jaramillo, entre el 2011 y el 2013, fue el representante de las universidades que tienen departamentos encargados del estudio del patrimonio cultural, como es el caso de la Universidad de los Andes. Con su ratificación en este cargo, el profesor Jaramillo se ha propuesto seguir con la gestión que venía adelantando durante el periodo anterior, especialmente la tarea de terminar un sondeo que permite evaluar en todos los programas académicos de educación superior cuáles son las directrices en la enseñanza del patrimonio cultural como tema curricular. La protección y el manejo del patrimonio cultural colombiano es un tema fundamental en la realidad nacional: articula identidades, vincula a los ciudadanos con su historia, permite entender otras culturas en un país que se define a sí mismo como pluriétnico y multicultural, y que además, crea cotidianidades colectivas. Por ende, una educación crítica y de vanguardia sobre qué es el patrimonio cultural como tema horizontal en los programas curriculares, es un camino desde la academia para entender qué significa ser colombiano.
Foto: Mauricio Salinas.
Primera Escuela de posgrados de Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental –SOLCHA-
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¡La Facultad de Ciencias Sociales llega a Facebook! Síguenos en: https://www.facebook.com/facisouniandes
Foto: Andrés Guhl.
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Conozca las líneas de investigación de la Facultad de Ciencias Sociales en formato audiovisual
on el propósito de llegar a públicos más amplios y difundir los campos de investigación más activos de la Facultad, se están elaborando videos cortos que presentan los puntos de vista y las problemáticas científicas de los distintos grupos de investigación. Hasta la fecha se han producido 10 videos, bajo la dirección de Miguel Salazar, egresado del Departamento de Historia de la Universidad de Los Andes. Salazar ha participado en la co-producción y co-dirección de documentales como: La Batalla del Silencio (2007), Robatierra (2009) y recientemente trabajó con director sudafricano Angus Gibbson en La Toma (2012), una película que narra la historia de la toma del Palacio de Justicia. Foto: Mauricio Salinas.
a Escuela de posgrados se llevó a cabo del 3 al 7 de junio de 2013 en las instalaciones de la Universidad de Los Andes. Nació como iniciativa de la junta de SOLCHA para comenzar a consolidar una comunidad académica de historia ambiental en América Latina. Se contó con la participación internacional de John Soluri (EEUU), Adrián Gustavo Zarrilli (Argentina), Reinaldo Funes (Cuba), Nicolás Cuvi (Ecuador), David Aagesen (EEUU), Lise Sedrez (Brasil) y Guillermo Castro (Panamá). Para esta ocasión 18 estudiantes de posgrado de diferentes universidades y de distintos países de América Latina fueron beneficiados con beca de matrícula completa. Esto fue posible gracias a fondos de la Universidad Nacional, recursos del Departamento de Historia y de la Decanatura de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes, más la participación gratuita de los profesores visitantes de la Red SOLCHA cuyos gastos de estadía estuvieron a cargo del Rachel Carson Center. Este Curso también contó con el aporte pedagógico de tres profesores del Departamento de Historia: Camilo Quintero, Shawn van Ausdal y Andrés Ghul, y con Stefania Gallini de la Universidad Nacional. Esta escuela de posgrado permitió que los estudiantes se conocieran e interactuaran, y así, se fueron fortaleciendo los hilos que tejen la red; principio fundador de la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental. Además, tuvieron la oportunidad de tener profesores de otros países que leyeron sus documentos de trabajo y avances de tesis, y por ende, recibieron retroalimentación. Sin embargo, las actividades no se quedaron en las aulas, el curso incluyó una salida de campo a Cachipay en la Provincia del Tequendama, la cual fue organizada por el profesor Andrés Ghul.
Los videos de los frentes de investigación de la Facultad se pueden visitar en: http://faciso.uniandes.edu.co/vicedecanatura/index.php/investigacion/videos
i t i n e r a r i o s
El dolor: tema de la conferencia inaugural de posgrados 2013
Historia cultural del dolor. Javier Moscoso.
Foto: Mauricio Salinas.
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ada semestre la Universidad de los Andes invita a una autoridad en un tema relevante en las ciencias sociales para dictar la conferencia inaugural de posgrados. Para el primer semestre de 2013 tuvimos la oportunidad de tener a Javier Moscoso, profesor de Historia y Filosofía de las Ciencias en el Instituto de Filosofía del Centro de Ciencias Humanas y Sociales de Madrid (CSIC). Javier Moscoso es autor de Historia cultural del dolor (Taurus), un proyecto investigativo que oscila entre la historia y la filosofía y que tiene como propósito la comprensión cultural del sufrimiento humano. Se trata de las diferentes formas que han utilizado los individuos para hacer comprensible y expresar la experiencia del daño, del dolor, ya sea físico o emocional. En las 312 páginas de esta obra el Javier Moscoso da voz al dolor a partir del análisis de imágenes y formas narrativas con las que se ha representado esta experiencia a lo largo del tiempo, por ejemplo: la flagelación de Cristo, la esclavitud, las formas de representar los desastres naturales en las ciudades, las intervenciones quirúrgicas y odontológicas, los gestos indiferentes de las vírgenes mártires y los gestos tranquilos y complacientes de las madres dando a luz, los procedimientos para realizar amputaciones, las muecas de los pacientes anestesiados, los dolores conscientes de los trastornos nerviosos o las risas y burlas que se le hicieron a Don Quijote en espacios semipúblicos o semiprivados de los caminos en La Mancha. La reflexión sobre el dolor es de interés para muchas disciplinas, para la historia de la ciencia y la medicina, para la historia cultural y la historia política, para la psicología, la antropología o la filosofía y en general para quien se quiera acercar con profundidad a un elemento clave de la condición humana. Escribir la historia del dolor es un reto intelectual de gran envergadura, sin duda hay temas más fáciles, pero justamente en su pertinencia, originalidad y en el rigor historiográfico con el cual se llevó a cabo la investigación son méritos notables del autor.
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http://sextante.uniandes.edu.co