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Divido los acontecimientos acecidos en la historia de Occidente en dos grupos: al primero pertenecen todos los eventos que van desde la emergencia de lo humano, en una vasta y remota protohistoria, hasta los eventos con los cuales se inaugura la Modernidad, y que a juicio de Hannah Arendt son los grandes descubrimientos geográficos, la expropiación de los

bienes de la Iglesia Católica a manos de la Iglesia Reformada y el nacimiento de la ciencia (la

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invención del telescopio y el descubrimiento del punto de Arquímedes). Al segundo grupo pertenecen los eventos que desde la segunda mitad del siglo XIX van configurando una nueva era, cibernética, cíborg, tecnocientífica y digital, llamada Sociedad de la Información y

del Conocimiento. Mi periodización da lugar a un momento de tres o cuatro siglos en los cuales, a mi juicio, desapareció lo humano (tradición).

Personalmente creo que la educación se corresponde con el primer periodo y el aprendizaje,

con el segundo. Hablo de la muerte de la educación y el nacimiento del aprendizaje. Como veo estos asuntos, la escuela, como institución, se corresponde con la Modernidad, es decir

con ese interregno entre el pasado humano y el futuro cíborg. También creo que la

institucionalidad propia del aprendizaje se está configurando y que en ella los ecosistemas digitales serán relevantes.

ANTROPOCIBERNÉTICA:

RESUMEN ¿Tiene sentido seguir hablando de antropología?

Por. Dr. Richard Ayala Ardila

Las ciencias y las tecnologías convergentes como contexto teórico y práctico para el pensamiento sociológico y antropológico suscitan tanto la pregunta ¿tiene sentido seguir hablando de antropología?, como el esbozo de respuesta, la antropocibernética como posibilidad. El marco en el cual se inscribe el razonamiento es el siguiente: si el “hombre” considerado de manera individual y colectiva es el objeto de estudio de disciplinas científicas llamadas genéricamente “sociales” y “humanas”, y este objeto fue sustituido por entidades nuevas, en las cuales lo biológico se mezcla con la máquina, entonces, quizá sea hora de aceptar que las humanidades se quedaron sin lugar en la sociedad de la información y del conocimiento. Quizá esta nueva perspectiva permita comprender mejor fenómenos esenciales como “la producción” y “la educación”. Después de todo, las empresas unicornio podrían contener los gérmenes del biocapitalismo y los ecosistemas digitales de aprendizaje podrían estar alimentando la nueva institucionalidad educativa, llamada a cerrar escuelas y universidades, y pensada para una nueva práctica, a saber, el aprendizaje cibernético. En síntesis, en el presente trabajo se examina la relación contemporánea entre “aprendizaje” y “producción”, desde la perspectiva de la desaparición del hombre y de la necesidad de abandonar a las humanidades en su conjunto, para dar lugar a un campo disciplinar inédito, gobernado por las ciencias y las tecnologías convergentes.

Palabras Clave Muerte del hombre, Arendt, Ciencias y Tecnologías convergentes, Humanismo, posthumanismo.

INTRODUCCIÓN

Durante algún tiempo se habló de capitalismo industrial, pero desde hace décadas se habla de “postcapitalismo” (Drucker, 2004) y capitalismo postindustrial; y más recientemente, de cuarta revolución industrial o industria 4.0 y de segunda era de las máquinas. ¿Qué hilos mueven esta transformación en la productividad humana? Paralelamente, el mundo de la educación se renovó por completo a la luz de las demandas hechas por la visión centrada en las competencias, mientras, lentamente, una vieja voz, “aprendizaje”, iba echando raíces en el campo de las ciencias de la educación, anunciando un porvenir. ¿Cuál porvenir? ¿Cómo se vincula esta transformación pedagógica con la ya señalada transformación productiva?

Por otra parte, del “capitalismo salvaje” y su ethos, escindido entre el cinismo y la mala conciencia, se pasó a modelos de negocios en donde la generación de valor ocupa un lugar privilegiado, generando un ethosen el cual las posturas éticas de los individuos encuentran eco en empresas que saben capitalizar las exigencias que se les hace en materia de responsabilidad social empresarial. ¿Hay cómo vincular esta coincidencia moral, experimentada en el campo de la productividad, con una racionalidad oculta en las sucesivas revoluciones productivas, cuya cima temporal está dada en la llamada revolución digital? En el mismo sentido, con la expresión “formación integral” se silenciaban las malas conciencias experimentadas en las instituciones educativas, públicas (acusadas de ser dispositivos ideológicos al servicio del mercado) o privadas (señaladas por comercializar con lo cultural o espiritual). ¿Habría en las empresas educativas, o sea, en las instituciones dedicadas a la prestación de servicios educativos, pistas para develar el nexo entre la nueva productividad y la denominada posthumanidad?

Lo anterior, puesto en clave histórica, nos obliga a recordar que el siglo XX transcurrió a la sombra de un hecho esperanzador y revolucionario: el triunfo bolchevique en el otoño de 1917. Cincuenta años después, cuando la bota militar soviética se posó sobre las flores de la primavera de Praga, del sueño emancipatorio

simbolizado por la hoz y el martillo nada quedaba. No obstante, se necesitaron de otras dos décadas, para terminar de convencer a los más crédulos: en el otoño de 1989, sobre los sueños políticos de los utopistas sobrevivientes, cayó el muro de Berlín. Aplastada la antigua dualidad “capitalismo-comunismo”, algunos percibieron el fin de la historia (Fukuyama, 2015) y otros anticiparon un mundo revuelto por el inevitable choque de las civilizaciones (Huntington, 1996). Como sea, entre la guerra caliente y la guerra fría, el siglo XX parecía obedecer a las fuerzas que querían humanizar el capitalismo, vitalizar la productividad comunista y conciliar ambos mundos en un planeta de prosperidad, solidaridad, libertad, paz y justicia para todos. ¿Estaríamos ante una auténtica humanización del sistema productivo y ante la creación de un sistema educativo para la emancipación o simplemente se trata de la configuración de fenómenos realmente diferentes?

Es ya un lugar común celebrar la originalidad y genialidad del pensamiento de Hannah Arendt. Pensamiento que en el contexto de las páginas presentes es muy relevante, por dos razones esenciales: la novedadque ella encontró en los fenómenos sociales de su tiempo (por ejemplo, el “totalitarismo”), y la asociación establecida por ella entre las ciencias sociales y humanas (sintetizada en la filosofía) y el prejuicio que cierra el paso a la comprensión. De este modo, en el presente trabajo intentaremos servirnos de sus reflexiones para destacar lo inédito de nuestra situación histórica (sociedad de la información y del conocimiento) y la necesidad de pensar de manera diferente .

1. METODOLOGÍA

Para llegar a las actuales conclusiones se ha seguido el método hermenéutico-crítico. El primer paso consistió en caracterizar la sociedad contemporánea usando la obra de Hannah Arendt. Ello implicó explicitar lo que en su pensamiento significan los términos “automatismo”, “triunfo de la labor y del animal laborans”, “marchitamiento del mundo”, “tiempos de oscuridad” y “alteración de la condición humana” (Arendt, 1993). Con otras palabras, comprender que entre las condiciones políticas originales

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