Mirar el Pisaje para contemplar nuestra historia

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Mirar el paisaje para contemplar nuestra historia 100 a帽os de cambios en el paisaje de Riegos del Alto Arag贸n



MIRAR EL PAISAJE PARA CONTEMPLAR NUESTRA HISTORIA 100 a帽os de cambios en el paisaje de Riegos del Alto Arag贸n


Edita Comunidad General de Riegos del Alto Aragón Textos Pablo Alfonso Matute y Ramón Salanova Aznar ECAS Técnicos Asociados, S.L.P. Diseño y maquetación Nodográfico Impresión Gráficas Alós. Huesca D.L.: Hu. 340/2014


Presentación . ............................................................................................................................................................... 06

Introducción.................................................................................................................................................................. 07

01. El proyecto de Riegos del Alto Aragón. La intención de transformar el paisaje. ....................... 16 02. Infraestructuras hidráulicas de regulación y transporte.......................................................................... 42 03. Puesta en regadío. Cambios en el parcelario y en la topografía . ..................................................... 72 04. Redes: acequias, desagües y caminos ............................................................................................................ 98 05. Cultivos......................................................................................................................................................................... 114 06. Sistemas de riegos y modernización de regadíos .................................................................................. 146 07. Nuevos núcleos de población .......................................................................................................................... 168 08. Impactos asociados ............................................................................................................................................... 184

Bibliografía y documentación .......................................................................................................................... 205

Créditos fotográficos ............................................................................................................................................ 206


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Para los que vivimos Riegos del Alto Aragón día a día resulta complejo explicar nuestra realidad, tan complejo como intentar sintetizar en pocas palabras lo que la naturaleza, el hombre, la técnica, el agua y el tiempo han cincelado en el tapiz del horizonte. Resulta tan complejo como explicar la emoción que supone la mirada serena del hoy, cargada de la comprensión de lo que implican 100 años de historia. Por ello en el marco del 100 Aniversario de la Ley 7 de enero de 1915, hemos querido a lo largo de las páginas de este libro transmitir precisamente esa emoción que supone observar el paisaje de nuestro regadío. Un paisaje cargado de historia, repleto de elementos que son fruto de la profunda transformación territorial que ha supuesto la creación de Riegos del Alto Aragón. Transformación que el proyecto original se atrevía a calificar de “rectificación territorial”, porque no solo implicaba regadío, implicaba deseo de riqueza y prosperidad en unos tiempos, los de principios del siglo pasado, sin duda oscuros. Queremos a través de las bellas imágenes que recogen estas páginas, contagiar al lector de la sensación que llena al que siente el regadío correr por sus venas, como el agua corre por nuestros canales. Sentir la profunda admiración por los que supieron ver más allá de aquellos terrenos baldíos y exasperantes para quienes tenían que viajar a través de ellos. Mirar este paisaje agradecidos por que donde unos veían pobreza, otros supieron ver oportunidad de vida. Un paisaje fruto del esfuerzo colectivo, fruto de muchas miradas, pero de más voluntades. Paisaje cargado de historia, pero más lleno todavía de futuro.

César Trillo Guardia Presidente de Riegos del Alto Aragón


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INTRODUCCIÓN



Mapa-croquis del INC-IRYDA con la simulación del proyecto de regadío y de todos los pueblos de colonización proyectados. En la foto podemos apreciar la mayoría de los elementos del paisaje que pretendemos divulgar. Al fondo, el Pirineo nevado, generosa fuente que aporta los recursos hídricos que necesita el sistema. En un plano más cercano, los torrollones, como muestra de terreno no transformado. Un poco más cerca, el pueblo de colonización de Sodeto con su entorno de pinos repoblados y a las afueras las granjas. Ya en primer plano, un campo con riego por aspersión y con el maíz incipiente.

Desde que hace 100 años se aprobara la ley de Riegos del Alto Aragón y a pesar de las múltiples dificultades, parones y obstáculos, este territorio ha sido testigo gracias a la llegada del agua y puesta en regadío de una impresionante transformación paisajística protagonizada por sus habitantes, testigos activos de este cambio a lo largo de estos años. Esta publicación pretende mostrar el paisaje actual como excusa para explicar los sucesivos cambios y transformaciones de este territorio convertido en paisaje por la transformación humana y nuestra propia mirada. Aunque los protagonistas de las transformaciones acontecidas son los habitantes de estas tierras, hay factores externos que han provocado impulsos y pausas en la realización del proyecto original de puesta en regadío.

A lo largo de estos capítulos se mostrarán los cambios producidos en el territorio de Riegos del Alto Aragón durante 100 años. A partir de fotografías del paisaje actual acompañadas de otras informaciones gráficas como series temporales de ortofotos y fotografías antiguas se busca provocar con esa mirada una reflexión sobre el nuevo paisaje agrario creado en estos años. Se intenta explicar enseñando los diferentes elementos del paisaje actual las claves del proceso histórico de su formación y de los principales cambios producidos. Queremos invitar a la contemplación reflexiva de este paisaje presente al que se ha llegado mediante la acción humana de un siglo y que ha dejado su huella sobre la naturaleza y sobre paisajes anteriores. Esperamos enriquecer la mirada del espectador para comprender el paisaje cercano, incluso cotidiano, de tal forma que

se divulgue la importancia y magnitud de los cambios realizados en el paisaje de este extenso territorio durante este tiempo, un caso único en Europa de transformación de un territorio, por su extensión y repercusión después de 100 años.

En el primer capítulo se presentan las intenciones del proyecto y un breve recorrido histórico por las realizaciones del proyecto además de mostrar el punto de partida, es decir, cómo era el paisaje sin transformar.

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En el segundo capítulo se tratan las infraestructuras hidráulicas del sistema, obras necesarias para poder realizar las transformaciones agrarias. Según avanzaba su construcción, se ha ido modificando el paisaje y el agua ha tomado un papel protagonista, por los cambios que ha generado y también por la singularidad paisajística de su presencia. En el tercer capítulo se aborda la puesta en regadío y las acciones necesarias para ello, entre las que hay que destacar las modificaciones del relieve y el cambio progresivo en el parcelario. En el cuarto capítulo se explican las redes de acequias, caminos y desagües como elementos clave del paisaje de regadío que se ha creado. En el quinto capítulo se describen los elementos protagonistas en el regadío co­

mo son los campos de cultivo y la evolución continua en los usos de suelo que ha ido generando el paisaje que ahora percibimos y que no deja de cambiar por la ampliación de cultivos y los cambios en los mismos. Viendo la variedad de cultivos y las grandes extensiones de campos regados, es donde queda plasmado de forma más evidente el cambio paisajístico que ha supuesto la puesta en regadío y esta nueva imagen de terrenos feraces que antaño frecuentemente eran de extrema aridez. El sexto capítulo afronta los diferentes sistemas para aportar el agua a los cultivos y su evolución. Los diferentes sistemas de riego han ido cambiando y siguen haciéndolo en busca de una mayor eficiencia. En relación con el paisaje muchos de ellos se convierten en protagonistas por

su impacto y capacidad de transformar el territorio. Se intenta mostrar la gran variedad de sistemas de riego, desde antiguas prácticas a otras características de lo que se denomina “modernización de regadíos”, ejemplo vivo de la continua evolución de los actores de esta constante transformación territorial. El capítulo siete muestra la implantación en el territorio de nuevos núcleos de población, que supone uno de los cambios en el paisaje más relevantes y excepcionales. Unido a la puesta en regadío de tierras de secano y baldías, se produjo entre los años 50 y 70 del pasado siglo la creación de pueblos y la instalación de colonos con lotes de tierra para sacar adelante los nuevos espacios puestos en regadío. Son un total de 15 núcleos localizados en la Violada y en la zona FlumenMonegros que modificaron claramente el paisaje anterior con su particular diseño urbanístico y con la puesta en regadío en pequeños lotes de los terrenos circundantes a cada nuevo núcleo. En el octavo y último capítulo se tratan los impactos asociados a la puesta en

Monegros II es la última parte del sistema donde se ha extendido la zona regable. En Candasnos se puede apreciar claramente el contraste entre el nuevo regadío y el secano anterior.

regadío en este territorio. En el medio natural ha supuesto amplias modificaciones, pero no solo por la roturación y preparación de terrenos incultos para el cultivo, sino que también ha habido cambios paisajísticos como repoblaciones forestales y afecciones en los humedales, cursos fluviales y sus entornos próximos. También se ha transformado el paisaje rural con la implantación de numerosas granjas e instalaciones agroindustriales como las deshidratadoras, las fábricas de piensos o las bodegas. Actividades industriales y ganaderas que han complementado la economía agrícola dominante. A ello hay que añadir las centrales hidroeléctricas en los caudales principales del sistema, la instalación de parques eólicos y solares y los impactos de las infraestructuras viarias. Toda esta combinación de nuevas infraestructuras, transformaciones agrarias y nuevos asentamientos de población además de múltiples impactos socioeconómicos, tienen un reflejo en el paisaje en lo que ya en el propio proyecto de Riegos del Alto Aragón de 1913 viene definido como “rectificación geográfica”, muestra de la conciencia que tenían de la alta capacidad transformadora del paisaje del proyecto que iniciaban. No se trata de una descripción cronológica de todo el proceso de construcción de infraestructuras y transformaciones agronómicas. Se intenta en realidad mostrar cómo los diferentes elementos del


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Ermita de Puymelero en Huerto: 100 aĂąos de cambios separan estas dos fotografĂ­as.


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Poleñino: comparativa entre tres fotografías aéreas de 1927, 2006 y 2012 en la que se constata la continua evolución y transformación tanto de los usos del suelo como de la estructura del parcelario. Entre 2006 y 2012 destaca especialmente la concentración parcelaria realizada y la modernización de regadíos que ha incluido la construcción de balsas y la instalación de riego por aspersión en forma de pívot o cobertura fija.


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sistema actual han ido cambiando la fisionomía del paisaje. Cómo todo ese paisaje que vemos y que ahora invitamos a mirar con la conciencia y reflexión de que es una realidad generada en los últimos 100 años aunque los cambios más significativos y su consolidación se pueden enmarcar en los últimos 50 años. En el inicio del proyecto tuvo gran peso la crisis finisecular que impulsó la búsqueda de soluciones en la ampliación y mejora de la productividad agraria. La guerra y el aislacionismo de posguerra tampoco permitieron un gran desarrollo del proyecto que sí se impulsó con la apertura de los

años 50. Posteriormente, tras la entrada en la Comunidad Económica Europea, se volvió a modificar el paisaje de los cultivos muy dependientes de la aplicación de la Política Agrícola Común. La vocación de la publicación con sus más de 300 imágenes entre fotografías actuales, históricas y aéreas es visual y divulgativa. Se trata de ofrecer una ventana a este paisaje como homenaje a las generaciones de agricultores que lo han construido y también mostrar este territorio y las claves de su transformación. En definitiva, este libro es una reflexión visual sobre el hecho objetivo del

cambio en el territorio a lo largo de estos 100 años a través de los elementos que lo caracterizan para mostrar la realidad paisajística y explicar el proceso histórico que ha generado este paisaje. Su título recoge la clara declaración de intenciones: “Mirar el paisaje para contemplar nuestra historia. 100 años de cambios en el paisaje de Riegos del Alto Aragón“.

Esta publicación invita a disfrutar del paisaje. Un paisaje transformado y para muchos cotidiano, pero que se puede contemplar con mirada estética. El valle del río Cinca con sus frecuentes neblinas matinales cierra por el este la zona regable de este territorio.


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Elementos presentes en el paisaje de Riegos del Alto Aragón: ganadería vacuna, toma del canal de Terreu en el canal del Cinca, pívot regando un campo de maíz y recolección de guisantes.


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Panorámicas de paisaje. En la parte superior, fotografía tomada desde el monasterio del Pueyo en Barbastro. En la inferior, fotografía tomada desde la sierra de Pallaruelo.



01 EL PROYECTO DE RIEGOS DEL ALTO ARAGÓN. La intención de transformar el paisaje

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BREVE RECORRIDO HISTÓRICO

LA El proyecto de Riegos del Alto Aragón fue aprobado en 1915 para la conversión de secano en regadío de una gran zona entre los ríos Cinca, Gállego y Ebro mediante la ejecución estatal de una serie de obras hidráulicas. Las magnitudes de la transformación eran tales, puesta en riego de 300.000 hectáreas semidesérticas, que se calificaron las metas del plan como “rectificación geográfica”.

presente publicación, como se ha comentado en el capítulo introductorio, no pretende ser un relato histórico de la evolución del sistema de Riegos del Alto Aragón ni la mera descripción cronológica de sus implicaciones paisajísticas durante estos últimos 100 años. En este primer capítulo es conveniente acercarnos aunque sea de forma breve a la historia de este inmenso proyecto que es la puesta en regadío del territorio entre los ríos Cinca y Gállego. De esta forma contextualizamos y realizamos un acercamiento a lo que ha sido este proyecto transformador. Así empezaremos a comprender el conjunto de elementos del paisaje transformado que iremos viendo a lo largo de los siguientes capítulos.

El proyecto de Riegos del Alto Aragón fue impulsado por Francisco de Paula, barón de Romañá, que ya había realizado anteriormente una solicitud de concesión administrativa. Inicialmente redactado por los ingenieros Rafael Izquierdo y Félix de los Ríos, el proyecto definitivo fue firmado por este y José Nicolau, que sustituyó al fallecido Rafael Izquierdo. Fue aprobado técnicamente por la Dirección General de Obras Hidráulicas en 1913, iniciándose grandes y apasionadas discusiones sobre sus posibilidades de ejecución a las que no pusieron término ni la aprobación del proyecto ni el comienzo de las obras. Ante los problemas de financiación, la magnitud del proyecto y su transcendencia socioeconómica, el Estado asume la responsabilidad de la ejecución del plan haciéndolo suyo mediante la Ley de 7 de enero de 1915. El proyecto consistía básicamente en proporcionar riego a una extensa zona subpirenaica de las provincias de Huesca y Zaragoza limitada por los ríos Cinca, Gállego y Ebro, con gran potencial agrario pero lastrada secularmente por el déficit hídrico y la consiguiente inseguridad y escasez de las cosechas. Todo ello mediante la utilización de los caudales de los ríos Cinca y Gállego y la construcción de los embalses y canales necesarios.

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El agricultor siempre mirando al cielo, pero la diferencia es que antes, de la lluvia de esas nubes dependía exclusivamente la posibilidad de cosecha.


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La cuantificación del proyecto era abrumadora: la puesta en riego de 300.000 hectáreas semidesérticas. La importancia del proyecto a nivel nacional y el afán idealista todavía heredero de Costa y el regeneracionismo lo podemos ver en el resumen del proyecto dónde lo califican de ”rectificación geográfica” y en el que pretenden llenos de ilusión y entusiasmo cambiar los desiertos en oasis. ”En suma, se trata de utilizar los caudales de agua que puede proporcionar el Pirineo, hoy elemento devastador de nuestros valles, germen fecundo en un porvenir próximo para regar 300.000 hectáreas de suelo patrio.

Se trata pues de una verdadera rectificación geográfica, que ha de trocar en un gran oasis ubérrimo los mezquinos secanos donde la agricultura es ahora imposible que salga de la condición mísera a que la condena un clima generalmente seco que solo consiente cosechas invernales de rendimientos harto mezquinos e inseguros”. El proyecto tenía objetivos realmente ambiciosos y en esos años se calculaba que cuando estuviera realizado la superficie regable de España habría aumentado un 25%. El proyecto abarca en un solo sistema el plan de riegos más vasto de Europa y al comparar la superficie con los

sistemas cercanos en funcionamiento resulta ser tres veces superior a la dominada por el canal de Aragón y Cataluña y cinco veces a la del canal de Urgel. El proyecto redactado se estructuraba en 6 partes: 1.ª El canal del Cinca (longitud prevista de 143,78 km) con el doble objetivo de regar una zona propia de 80.000 hectáreas y conducir aguas al pantano de La Sotonera completando las aportaciones de caudal del Gállego y el Sotón. 2.ª El canal de Monegros (longitud prevista de 146 km), alimentado con las aguas del pantano de La Sotonera,

Durante décadas la sierra de Alcubierre ha representado la frontera topográfica que cerraba las grandes planicies regadas al norte de sus pies.


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Desde principios del siglo xx y estrechamente relacionado con los grandes planes de regadío se fomenta en España una nueva dendrolatría que se refleja en el libro de Joaquín Costa El arbolado y la patria, en la fundación de la Real Sociedad Española de los Amigos del

Árbol, de la Liga para la defensa de los frutales y la extensión paulatina de la Fiesta del Árbol en diferentes localidades. Esta imagen es reflejo de ciertos deseos cumplidos, de aumentar la superficie de frutales y dibujar un nuevo paisaje.

Imagen soñada por Costa y por tantos que participaron en proyectos de puesta en regadío de las tierras llanas y del somontano a partir de las aguas pirenaicas. Las ideas fueron

variadas y los proyectos se fueron modificando, pero la base siempre fue la misma: aprovechar el agua de los aportes fluviales pirenaicos para regar el seco pero más llano y cálido sur.


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se destina al riego de una extensa zona de 220.000 hectáreas desde su inicio hasta el territorio monegrino al sur de la sierra de Alcubierre. 3.ª El pantano de Mediano, en el río Cinca (inicialmente 102 hm³), con el fin de recoger sus aguas en épocas de abundancia para conducirlas por medio del canal del Cinca a la vez que reducir las importantes avenidas aguas abajo. 4.ª Presa de Ardisa y canal del Gállego, cuyo objeto es derivar las aguas excedentes del río Gállego a través del canal de 8,13 km hasta llevarlas al pantano de La Sotonera. 5.ª El pantano de La Sotonera (189 hm³), para embalsar las aguas procedentes del Gállego más las cercanas de los ríos Sotón y Astón y en un principio también las del Cinca a través de su canal. 6.ª Acequias principales para distribuir óptimamente los caudales de los dos grandes canales. En el proyecto se consideran diez: Selgua y Terreu, del canal del Cinca, y Flumen, Violada,

El regadío evoluciona y avanza a lo largo de los años y ha ido conquistando terreno y modificando el paisaje hasta toparse con ciertas limitaciones orográficas como estos relieves de areniscas que muestran un bello contraste con los campos cultivados y nos ayudan a imaginar el paisaje de antaño.

Sástago, Valdurrios, Gelsa, Alforque, Ontiñena y Cardiel, del canal de Monegros. La idea de utilizar las aguas del Gállego y Cinca para el riego de las tierras comprendidas entre ambos no era nueva. En el Gállego donde se hizo La Peña ya se barajó la posibilidad de realizar un gran embalse. En el Cinca entre la multitud de ideas aportadas, como el canal de Castelflorite o el plan de Mariano Lacambra con derivación desde Torreciudad, destacan el canal de la Princesa de Asturias (derivación del río Ara para regar 30.000 hectáreas entre el Alto Cinca y la Clamor de Peraltilla) y posteriormente y mejorando el anterior el canal de Riego y Fuerza Motriz del Sobrarbe (captación en el río Ara y zona regable de 102.000 hectáreas). Los proyectos son desechados debido, entre otras causas, a su coste excesivo en relación a su poca magnitud. La justificación final del proyecto y razón de preferencia decisiva es regar Monegros, la región más necesitada de los beneficios del riego dada su escasez de lluvia, pero donde sus grandes planicies ofrecían excelentes condiciones para el riego. Y esto se podía conseguir gracias a la genial idea de enlazar el aprovechamiento conjunto del Cinca y del Gállego, alimentando con sus aguas un gran pantano establecido en la confluencia de los ríos Sotón y Astón. En la defensa del proyecto por parte de sus autores y

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Mapa explicativo del proyecto de Riegos del Alto Aragón en la Revista de Obras Públicas, año 1913.

de sus promotores, tampoco hay que olvidar que su gran extensión territorial la justifican también por solucionar al mayor número posible de pueblos y gentes de la

situación de subdesarrollo en que se encuentran. En la memoria del proyecto ya apuntan que si lo consiguen habrán dado muestra de una gran previsión social y


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Ardisa, aunque con escasa capacidad de embalse, tiene la función primordial en el sistema de derivar las aguas del Gállego para conducirlas mediante el canal del Gállego (7 km) a La Sotonera. Fue la primera en construirse y operativa desde 1932.

describen sus objetivos sociales: “en la región aragonesa sobre todo, representará para nuestro país lo que hoy significan para Italia los grandes riegos del río Po, la vida independiente y próspera de una población rural importante”. Aunque el artículo 3 de la Ley de Riegos del Alto Aragón de 1915 establecía un plazo máximo de ejecución de las obras de 25 años, cien años después el proyecto no ha finalizado. Visto desde ahora lo que parece más doloroso es pararse a pensar qué hubiera sido si se hubiera conseguido acercar al cumplimiento de los plazos indicados en la ley de 1915. Releerlo hoy en día no produce más que asombro y deja un poso de amarga ironía: “Artículo 3: La ejecución de las obras habrá de realizarse

en un plazo máximo de veinticinco años, distribuyendo el Ministerio de Fomento el presupuesto total en la forma que exige el desarrollo de las mismas, para que puedan utilizarse en lo posible a medida que se construyan, y entendiéndose la consignación de cada año ampliada en lo que se hubiera podido gastarse de la correspondiente a años anteriores”. El proyecto era realmente ambicioso, y aunque las obras se iniciaron pronto tras la aprobación de la ley, y en 1926 ya estaban prácticamente acabados el azud de Ardisa y los 7 kilómetros del canal del Gállego, se constatan retrasos ya desde el principio. Ello se intenta solucionar organizando mediante el decreto del 6 de julio de 1917 una estructura más operativa

creando la Dirección Facultativa y la Junta de Obras posteriormente transformada en Junta Social. Se amplía la concepción de simple transformación de tierras de secano en regadío a una concepción colonizadora. En 1925, gracias al decreto ley del 17 de febrero, se autoriza la ampliación de los recursos hídricos a todas las aguas públicas que sea posible respetando los derechos adquiridos. Después del parón de la Guerra Civil y la inmediata posguerra, en los años 50 se produce un nuevo impulso e importantes modificaciones. Se delimitó la superficie realmente regable ajustándola de las 300.000 Has. iniciales a cerca de 173.000 Has. y se aumentaron las estimaciones de

dotaciones medias de agua por hectárea. Además se produce un cambio crucial en la definición del proyecto. Se establece como principal suministrador de sistema al río Cinca, cambiando el trazado del canal del Cinca que se unirá al de Monegros en Tardienta en vez de en La Sotonera así como el cambio de cota, al partir del embalse de El Grado aguas abajo del de Mediano. Este a su vez alterará su capacidad con sucesivos recrecimientos. Pero en 1951 solo hay regables 16.000 hectáreas mediante el canal de Monegros. En 1962 de produce un nuevo episodio de ralentización por la influencia del informe del Banco Mundial y su crítica al intervencionismo estatal en los planes de regadíos. Veinte años después de este informe se produce el simbólico y trascendente “abrazo de Tardienta” uniendo las aguas del Cinca y el Gállego. Inaugura unas décadas de expansión de la superficie regada con el agua aportada con el canal del Cinca concluido y el avance hacia el sur de los tramos del canal de Monegros hasta llegar a Monegros II al sur de la sierra de Alcubierre. Actualmente la superficie regable supera las 130.000 hectáreas.


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Construcci贸n del canal de Monegros en 1922. Presa de Mediano. Inicio de las obras a mediados de los a帽os 30. Embalse de La Sotonera, elemento clave del proyecto y en continua construcci贸n desde los inicios del proyecto hasta su total recrecimiento en 1968.


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Comparativa entre el embalse de La Sotonera hoy en dĂ­a y en los aĂąos 60.


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Curiosamente el pantano de El Grado, que no estaba previsto en el plan original, es pieza fundamental del sistema, ya que desde él se deriva el canal del Cinca. Se empezó a construir a mediados de los años 50 ante la imposibilidad de realizar la derivación desde Mediano. En la fotografía, vista de la toma origen del sistema del Cinca con una zona regable de más de 50.000 hectáreas. En el proyecto, además de los grandes canales del Sistema, se incluía un segundo nivel de grandes acequias fundamentales para ir acercando el agua a todo el territorio. En la foto, el canal de Terreu que desciende desde el Cinca hacia el sur serpenteando durante casi 50 km entre sasos y marcando una línea azul entre el regadío y el secano.


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Zona regable entre el canal del Cinca (primer plano) y el canal de Monegros. El canal de Monegros ha sido desde los inicios del proyecto la gran infraestructura que protagonizará a lo largo de sus seis tramos proyectados y 146 km la puesta en regadío de un territorio que empieza en el embalse de La Sotonera y campos de Almudévar y culmina cruzando la sierra de Alcubierre y regando el sur de Monegros (Monegros II).

El abrazo de Tardienta es el hito de la culminación de las infraestructuras proyectadas. Es el enlace deseado durante tantos años de los dos grandes suministradores del sistema, el canal del Cinca y el de Monegros, que finalmente no pudieron unir sus aguas en La Sotonera como era el proyecto inicial. Este aporte de agua del Cinca al canal de Monegros es fundamental para el desarrollo y ampliación del sistema.


PAISAJE SIN TRANSFORMAR ANTES DEL PROYECTO

En toda la argumentación para la justificación del proyecto se hace referencia a la ilusionante labor de transformar el territorio, de convertir en tierras regadas productivas esas extensas planicies áridas monegrinas, incapaces de dar una cosecha adecuada y sobre todo regular, a merced de una pluviometría frecuentemente insuficiente. En el proyecto se establece la intención de realizar en el paisaje una auténtica mutación. En 1913 los autores del proyecto, Nicolau y de los Ríos, indican sus deseos transformadores: “Los Monegros, sobre todo, pueden, con el riego, ser trocados de desierto en oasis“. Pero, ¿cómo era ese paisaje sin transformar? Teniendo en cuenta que la fotografía a principios de siglo ya se había desarrollado suficiente, en principio es la mejor fuente para ver y analizar el paisaje en un determinado momento. Pero lamentablemente no disponemos de gran información gráfica, a pesar de los fotógrafos que ya desde finales del siglo xix y primeras décadas del siglo xx recorrieron la geografía altoaragonesa. Las tierras de pendientes suaves y planicies extensas entre Barbastro y Sariñena, así como las grandes llanuras de Monegros, no llamaron la atención de los fotógrafos del primer cuarto de siglo xx.

La mayoría de ellos registraron los paisajes de montaña de los Pirineos así como sus pueblos y las escenas cotidianas de sus gentes coincidiendo con el desarrollo del excursionismo y las visitas a lugares pintorescos (Lucien Briet, Ricardo Compairé, Oltra, Ildefonso San Agustín, entre otros). También predominan los reportajes, retratos, vistas de pueblos y ciudades. Se popularizaron las postales y se realizaron catálogos fotográficos de monumentos y patrimonio artístico (Ricardo del Arco). Nos encontramos ante un territorio “invisible”. Por ello debemos recurrir a descripciones escritas aunque no son textos que estrictamente aborden o resalten el aspecto paisajístico del territorio que están explicando. Debemos apoyarnos en estos escritos para intentar imaginar a través de sus palabras el paisaje anterior a la transformación que se inició en 1915. Por las motivaciones de las publicaciones, son breves descripciones, algunas de carácter algo distante o técnico, otras son simplemente pequeños comentarios, de paso, sin la exhaustividad descriptiva que se podría obtener de destinos viajeros y lugares pintorescos o monumentales. Si tomamos las puras descripciones físicas nos podemos remontar a un clásico como el Diccionario geográfico-estadístico-histórico publicado por Pascual Madoz entre 1846 y 1850 en el que analiza todas las poblaciones de España. De las descripciones que realiza, siempre hay informa-

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ción sobre la capacidad productiva del terreno, y en lo que respecta al territorio de la zona regable del plan son frecuentes referencias a la aridez, al terreno de secano y a las cosechas solo seguras en años de lluvias. Veamos algunos ejemplos que nos pueden facilitar la visión de esos pueblos en la segunda mitad del siglo xix pero que a principios del xx no se había mejorado. De Castelforite dice que “es sumamente árido y seco, las tierras gredosas y calizas” y de Marcén, “el terreno es montañoso y riscoso por el E., y el resto llano aunque barrancoso y roturado: es de

Paisaje sin transformar en Los Monegros. Aprox. 1920. Una de las pocas muestras que se conservan de fotografías del paisaje rural de este territorio. Se trata de una fotografía en Piracés de Ricardo Compairé a principios de los años 20.


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secano muy arenoso y árido”. El terreno de Capdesaso lo describe como “llano y parte de él situado en una hondonada, carece de árboles y de monte poblado de malezas; solo hay alguna plantación de vid y yerbas de pasto; es todo secano”. En Usón, también recalca el impedimento del secano, “el terreno es de buena calidad pero de secano” y en otras resalta claramente la falta de riego y de cosechas cuando falta la lluvia como cuando trata la localidad de Fraella: “El terreno árido y montuoso proporciona unas 100 fanegas de primera, segunda y tercera calidad al cultivo de cereales, que sólo son suficientes para el consumo del pueblo en los años de lluvia”. Esto se muestra claramente en los casos de Pertusa, donde califica su terreno como “llano y muy fértil; sin embargo escasean a veces las cosechas por falta de agua, pues aunque le cruza el río Alcanadre no pueden utilizarse sus aguas por la profundidad de su cauce, y solo riegan algunos pequeños huertos” y el de Selgua como “de secano, de mediana calidad, y productivo en años lluviosos, pues a pesar de cruzarle el río Cinca, no se aprovechan sus aguas para el riego, por impedirlo la cordillera que acompaña al río en esta parte”. Pero quizá más personales son los breves fragmentos que podemos arrancar de crónicas de viajeros. Se sentían atraídos por el patrimonio artístico-monumental, por la belleza natural de la montaña pi-

renaica (lagos, valles, cascadas, peñascos, gargantas, bosques), y también debido a la influencia ideológica de la Ilustración por los aspectos estéticos que aportaba la naturaleza bien aprovechada por el hombre (cultivos, plantíos, vegas, huertas, recursos forestales). Ambos aspectos bastante ausentes en el territorio que estaban analizando. Los textos seleccionados suelen ser comentarios que realizan de paso por este territorio, nunca como destino y en los que se deja constancia de la aridez y ausencia de agua de esas tierras y especialmente de la desolación y miseria que encuentran al transitar por los Monegros. El Camino Real de Madrid a Barcelona hacía inevitable para muchos viajeros el atravesar las áridas planicies monegrinas. De este tramo del camino, en el entorno de Candasnos son frecuentes las alusiones al paisaje que les sorprende ver. Antonio Ponz en su recorrido por toda España en 1788 da continuidad a comentarios de viajeros anteriores respecto a esta zona: “De Candasnos a Bujaraloz hay cuatro leguas, y se atraviesa el Lugar de Peñalba, caminando siempre por entre lomas, tierra peladísima, y desagradable, sin otra agua que la que se recoge en balsas para bestias, y personas […] Desde Bujaraloz a la venta de Santa Lucía es una soledad pelada de tres leguas, solo se encuentran espártales, tomillares, y plantas de sabi-

nas muy desmedradas, y casi lo mismo hasta acercarnos a Zaragoza”. También viajeros extranjeros como el reverendo inglés Joseph Townsend en su Viaje por España (1786-1787): “Desde Candasnos atravesamos un llano árido de finos arenales, durante el espacio de veinte millas, sin ver ni casa, ni hombre, ni animal, ni pájaro, ni árbol, ni matorral. […] aproveché para subir a una colina cercana desde la que se observaba un amplio panorama. Sin embargo, todo lo que la vista podía alcanzar no era más que una vasta extensión de roca yesífera desnuda. Aquí la naturaleza parece dormir, y haberlo estado haciendo durante algunos miles de años; o al menos ha-

berse descuidado, u olvidado su habitual operación de formar tierras aptas para la vegetación”. Y en este mismo trayecto el suizo Charles Didier en 1835 es implacable describiendo el desierto que atraviesa el camino real: “No se podría imaginar nada más desolado, más solitario: África no es un

Capdesaso, un claro ejemplo de la transformación ya realizada y en continuo dinamismo. Ha pasado del “todo secano” que describía Madoz al todo regadío de ahora (más del 90% de la superfice cultivable).


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Castelflorite: la descripción que hacía Madoz a mediados del siglo xix se podía trasladar un siglo después a mediados del siglo xx, pero en la actualidad su entorno es radicalmente diferente con el extenso llano ocupado por regadío y granjas y rodeados por los sasos y sus escarpes que hacen de recordatorio perenne del paisaje original y sin transformar por el regadío.

El terreno llano y fértil que describía Madoz de Pertusa pero con imposibilidad de riego por la profundidad del Alcanadre se aprovecha ahora. Las terrazas del Alcanadre, llanas y fértiles, desarrollan todo su potencial gracias al agua del canal del Cinca y a su importante derivación del canal del Pertusa.


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desierto más desesperado. El campo amarillento se pierde de vista sin que ningún accidente venga a interrumpir jamás la eterna monotonía. Algunas mezquinas zarzas son la única vegetación de estas sombrías soledades. En cuanto a los árboles, no es preciso buscarlos: el ojo se cansará en vano y volverá sin haber encontrado los últimos límites del horizonte. El agua es aún más rara, si es posible, de cuando en cuando tan sólo algunas corrompidas charcas, verduzcas y fétidas”. Si escogemos comentarios más cercanos en el tiempo al inicio del proyecto de riegos, los podemos encontrar en la prosa de Pío Baroja en su viaje por la provincia de Huesca en 1918. Aunque se explaya sobre todo en la descripción de personajes, también dejó notas sobre el paisaje que recorría por el sur provincial, en concreto Candasnos: “[…] vamos entrando por los Monegros, zona árida, entre arcillosa y caliza, sin árboles, únicamente con matorrales de romero grandes como arbustos. […] Echamos a andar por la carretera polvorienta. No se ven casas a un lado y a otro; no se ve un árbol, ni nada verde”. Si cambiamos de área podemos leer parecidas descripciones respecto al paisaje que recorren estos viajeros. El mismo Antonio Ponz que pondera en sus cartas la belleza de la naturaleza transformada por el hombre, comenta la salida de Zuera dirección Huesca:

“[…] hay que caminar una fastidiosa llanura de cinco leguas hasta Almudévar, primer pueblo del corregimiento de Huesca. Toda la sobredicha llanura, que llaman de la Violada, es inculta, sin encontrar más que una venta apartada del camino un cuarto de legua”. El trayecto de Almudévar a Sariñena lo describe breve pero contundentemente en 1877 Carlos Soler y Arqués en su periplo por toda la provincia descrita en su libro De Madrid a Panticosa: viaje pintoresco a los pueblos históricos, monumentos y sitios legendarios del Alto Aragón: “El camino es desagradable, seco y desprovisto de todo arbolado. La villa se halla en el vértice de un cerro, sobre un terreno llano, entre los ríos Alcanadre e Isuela, cerca de una laguna de una legua de circunferencia, cuyas aguas perjudican a la salubridad”. En 1844 se publica el volumen dedicado a Aragón de la extensa obra Recuerdos y bellezas de España. De ella se pueden entresacar los comentarios referentes a determinados trayectos por ejemplo entre Ontiñena y Villanueva de Sijena: “La campiña se vuelve por grados menos risueña, y menos rica la vegetación después de Ontiñena rodeada de hermosa huerta sobre un arroyo, ya no se atraviesan sino llanuras casi desiertas hasta llegar al antiquísimo puente sobre el Alcanadre”.

Y de camino a Monzón: “Dejando a la espalda el pueblo de Villanueva distante del monasterio un cuarto de hora, no se atraviesan en dirección a Monzón, la célebre villa de las Cortes, sino áridas y sinuosas llanuras sin senda trillada, sin más perspectiva que los arcillosos bancales que parecen ceñir su horizonte”. Y saliendo de Monzón en tren, dirección a Zaragoza, el escritor italiano Edmondo de Amicis en su viaje por España en 1872 continúa con la misma línea de opinión, áspera, al igual que el paisaje que describe:

Múltiples líneas se han escrito durante siglos describiendo la desolación y desnudez del paisaje al pasar por Candasnos. Ahora no solo el camino real se ha convertido en la carretera nacional II y en una autopista, sino que el agua ha llegado y desde finales de los años 90 se percibe su impacto paisajístico en los campos regados que rodean la localidad monegrina.


“Después de Monzón, la campiña aragonesa no es más que una extensa llanura, limitada en lontananza por una larga cadena de colinas rojizas, con pocos y miserables pueblos, y algún collado solitario que ostenta las ruinas de un antiguo castillo. Aragón, floreciente en la época de sus reyes, es en la actualidad una de las provincias más pobres de España”. Continuando con los viajeros en tren, el inglés Deverell en 1884 camino de Barcelona atraviesa el desierto: “En El Tormillo la tierra es algo terrible: el campo de detrás de las casas parece tan pelado como una pared de barro seco”. Para terminar con esta selección de textos en los que se destilan parecidas visiones del paisaje antes del inicio del proyecto, destacamos dos textos en que los viajeros curiosamente ante el paisaje que ven resaltan las anotaciones sobre la potencialidad del regadío. En Tardienta, Carlos Soler y Arqués durante su recorrido por la provincia: “[…] el pobre pueblo de Tardienta y sus tristes alrededores vinieron a producir en mi alma el mayor de los desencantos. Tierras áridas, llanuras sin árboles, yermos, yerbas secas y un caserío de mal aspecto“. Y el viajero inglés que le acompaña intercambia opiniones con el autor: “Sólo Mr. Hervey miraba con interés los secos campos de que la estación está rodeada” y hace la reflexión de la ne-

cesidad de que el país esté mucho más poblado lo que conllevará sus efectos positivos. “[…] Y no habría graneros para contener el fruto de estos yermos, y de estos secos ribazos brotarían árboles y viñedos, y a la soledad y al desierto sustituirían la amenidad y la vida. —¿Y el agua? —No hay obstáculo invencible para el trabajo. El agua fertilizará algún día estas llanuras y brotará de estos guijarros”. Para Antonio Ponz, la preocupación agrícola es una constante en la información que detalla en sus cartas-informe: “A una parte del territorio expresado llaman los Monegros: a mí no me parece tan inepto como otros que he visto en Cataluña bastante bien cultivados. Es cierto que es escaso de aguas, y aun escasísimo; pero ¿qué diligencias se habrán practicado para tenerlas? He oído que en otro tiempo se pensó en proveerle con las aguas del Gállego: gran cosa sería si se pudiese llevar a efecto lo que yo no sé; pero ya que al presente solo hay aguas llovedizas recogidas en inmundas balsas, ¿por qué no se habían de hacer aseadas cisternas, todas cuantas se quisiesen, donde las mismas aguas se recogiesen, y se llenasen cada año? Otra posibilidad es contemplar el paisaje próximo que tenemos sin transformar y de alguna forma extrapolarlo, para

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hacernos una idea de las características y elementos de ese paisaje agrario “antiguo”. Las zonas de contacto entre el paisaje nuevo de regadío y el paisaje sin transformar, además de ser de las más sugerentes estéticamente por los diferentes contrastes, nos aportan una valiosa información visual, que nos hace comprender mejor la magnitud de los cambios a lo largo de todos estos años. También nos facilita la reflexión sobre el impacto del tiempo y la reciente acción humana sobre el paisaje.

Rodeado de terrenos transformados en regadíos, se pueden distinguir determinadas zonas como barrancos, sasos, escarpes y laderas a los que no ha llegado la puesta en riego y permanecen como testigos del paisaje árido de antaño. Al fondo, el embalse de Lasesa.


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Como si de un visionario se tratara Mr. Harvey, el viajero inglés que recorría la provincia camino de los baños de Panticosa en 1877, vaticinaba la fertilización por el agua de las yermas tierras de Tardienta. Desde los años 30 recorre por ella el canal de Monegros y en la actualidad hay en el municipio entorno a 1.400 ha de regadío. El Tormillo, una imagen no muy distinta de la que describió desde el tren el inglés Deverell en 1884. Campos de secano, barrancos, pequeñas balsas y taludes y escarpes desnudos dominando el entorno próximo del núcleo.

Una imagen reveladora de los cambios producidos en el paisaje, más todavía si la comparamos con las descripciones de Madoz sobre los pueblos que vemos, Fraella en primer término y al fondo Marcén. El canal del Flumen aporta el agua necesaria para el cambio y nos ofrece esta bella estampa donde resaltan con su intensidad los terrenos cultivados en contacto con el “viejo”paisaje.


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Muestra del paisaje antiguo. Paisaje duramente modelado por el hombre conquistando las suaves pendientes y facilitando la conservación del agua y del suelo con los pequeños bancales.

Imagen del paisaje agrario tradicional. Pequeñas parcelas de secano donde con bancales para mantener el agua y evitar la erosión se cultiva casi exclusivamente cereal con rotación de barbecho complementado con ganadería ovina.


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Nada más crearse la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro en 1926, se decidió realizar un vuelo fotogramétrico en 1927, un trabajo pionero en España. Cubren gran parte del sistema de Riegos del Alto Aragón y son muy útiles para ver cómo era el territorio en esos años y compararlo con las fotografías aéreas actuales.

Comparando estas dos fotografías de Barbués con 80 años de diferencia, vemos claramente cómo se conserva y permanece poco alterado el regadío tradicional de la vega del Flumen mientras que las zonas más elevadas se han transformado en regadío ofreciendo un paisaje agrario totalmente distinto.


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Es interesante apreciar a lo largo y ancho del sistema el contraste entre las planicies ganadas para el regadĂ­o, verdes y plenas de actividad, con los relieves tabulares y sus taludes abruptos, residuos del paisaje secular de aspereza y desnudez vegetal. Estas diferencias cromĂĄticas no solo enriquecen el paisaje, sino que nos permiten apreciar la magnitud de la transformaciĂłn.


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02 INFRAESTRUCTURAS HIDRÁULICAS de regulación y transporte

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A El aprovechamiento de aguas públicas con fines agrícolas es la base del plan de Riegos del Alto Aragón. Para su ejecución ha sido necesaria la construcción de obras de regulación (embalses) y de transporte (canales). Según avanzaba su construcción, se ha ido modificando el paisaje, siendo el agua protagonista por los cambios que ha generado y también por la singularidad paisajística de su presencia.

partir del último cuarto del siglo xix van calando los postulados de Costa y los regeneracionistas en cuanto a la importancia del aumento de la productividad agrícola y su viabilidad mediante la puesta en regadío. Ello implica la realización de importantes infraestructuras hidráulicas y una consecuente política de planificación hidrológica. En este contexto, se suceden los proyectos de canales y embalses así como las propuestas legislativas y planificadoras, como el plan general de canales y riegos de 1902 o la Ley de 7 de julio de 1911 sobre construcciones hidráulicas con destino a riegos. En estos años la política hidráulica se va convirtiendo en política de riegos, incrementándose su alcance y magnitud. Ello deriva, como promulgaba Costa, en que la política hidráulica empieza a correr a cargo del Estado. Muestra de ello

es la Ley de 7 de enero de 1915, en el que asume la responsabilidad de ejecutar el plan de Riegos del Alto Aragón. La base de este gran plan de regadío es la construcción de las infraestructuras hidráulicas necesarias para articular todo el sistema de aporte de agua a miles de hectáreas, a partir de caudales desviados de los ríos Cinca y Gállego. En este interfluvio, no era nueva la existencia de embalses reguladores. El río Isuela se represa con el embalse de Arguis, proyectado en 1687 por el ingeniero oscense Francisco de Artigas, concluido en 1704 y sucesivamente recrecido. Supone una obra pionera en Aragón. En 1913, el mismo año de la conclusión del proyecto de Riegos del Alto Aragón, se termina en el Gállego el embalse de La Peña, promovido de forma particular por los regantes del Bajo Gállego (términos de Urdán y Rabal), siendo la primera regulación de entidad en uno de los cauces básicos del sistema. En el río Flumen, unos años antes de que comiencen las obras del nuevo sistema de Riegos del Alto Aragón se inicia la construcción del embalse de Santa María de Belsué. A partir de 1915 tras la aprobación de la ley de Riegos del Alto Aragón se inicia un largo periodo no culminado de construcción de infraestructuras hidráulicas. Durante años, en el plan de riegos, la ejecución de las obras fue preferente quedando en segundo plano y frecuente-

mente de forma no coordinada la transformación agraria, que era la parte esencial del plan.

Pico de pato en el canal del Gállego.

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INFRAESTRUCTURAS HIDRÁULICAS DE REGULACIÓN

El funcionamiento del sistema se realiza partiendo de un conjunto de grandes embalses en la cabecera de los ríos Cinca y Gállego que se complementa con otros de regulación interna dispersos por tierras más bajas. A lo largo de los años se han construido los embalses de tal forma que ha hecho posible el objetivo final de la puesta en regadío. Ha sido un proceso largo, todavía inconcluso, en el que el agua se ha ido convirtiendo en la esencia del paisaje. Un paisaje que ahora es de regadío. El agua ha adquirido un doble protagonismo. Por un lado y aunque sea una obviedad, como elemento indispensable de la puesta en riego y por consiguiente causa primera del cambio del paisaje. Por otro lado, su presencia y visibilidad, como propio componente de ese paisaje. Las grandes láminas de agua de los embalses así como el agua de los canales, son elementos con suficiente peso y singularidad paisajística y se convierten con frecuencia en los integrantes escénicos más importantes. En lo que se refiere a las obras de regulación, el proyecto partió de la base de la construcción de un gran embalse, el de La Sotonera, en las cercanías del Gállego, para recoger las aguas de este, previa derivación con la presa de Ardisa,

a las que se añadían las aguas del Cinca para el riego de Monegros. El embalse de La Sotonera se convierte en la gran pieza y reserva de agua del sistema. Las obras se iniciaron con la aprobación del plan, en 1915, con unas magnitudes espectaculares para la época. Construido de tierra y grava, era el más grande de Europa de este tipo, con cerca de 4.000 metros de longitud de coronación. Es de los pocos ubicados en terrenos de morfología plana. Recoge las aguas de los ríos Sotón, Astón y Vacas en el llano de su confluencia. Aunque la mayor aportación es del Gállego mediante el canal que une la presa de Ardisa con La Sotonera. Nunca ha llegado a recoger aguas del Cinca debido a los cambios realizados en el proyecto ante la imposibilidad de conseguirlo. El embalse ocupa 1.840 hectáreas y tiene una capacidad de 189 hm³. Este tamaño final se consiguió después de casi 50 años, en una evolución discontinua. En los primeros años fueron miles los trabajadores que se desplazaron para realizar los trabajos de excavación, movimientos de tierra y cimentación. Fue tal el volumen y duración de los trabajos que se construyó la colonia de Tormos para instalación de los trabajadores y sus familias. Hasta el año 1926 cuando la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro inicia su gestión, se habían construido 320.000 m³ de dique. Desde mediados de los años 30 se empieza a utilizar el embalse gracias al

aumento considerable del dique hasta la cota 410 metros y una capacidad que rondaba los 40 hm³. En estos años también se concluye la presa de Ardisa, finalizada en 1926 y terminada de reformar en 1932. Esta presa es de pequeño tamaño (18 hm³, pero capacidad útil actual de 1,5 hm³), aunque importante para el sistema porque es la que permite aportar las aguas del Gállego al embalse de La Sotonera. El embalse de La Sotonera continuó su construcción. Tras los sucesivos proyectos de ampliación de los años 40 y 50 se concluyen las obras en 1963 alcanzan-

Embalse de Ardisa. Casa de compuertas y salida del canal del Gállego.


Presa de La Sotonera. El frecuente oleaje obligó a reforzar y elevar la presa. 2014.

do el agua la cota máxima (417,5 m) en 1968. En cuanto a la regulación del Cinca propuesta en el proyecto original, se contemplaba como principal embalse el de Mediano, desde el que debía partir el canal del Cinca. Iniciada su construcción en los años 20, sufrió modificaciones y ampliaciones hasta su entrada en servicio en 1973 con 450 hm³ y una superficie de 1.714 hectáreas. Aunque no estaba incluido en los primeros proyectos, en los años cincuenta se proyecta el embalse de El Grado que pasa a ser clave en la regulación del Cinca y en la aportación de sus aguas al sistema de Riegos del Alto Aragón. Situado aguas abajo de Mediano, su construcción sirvió para aumentar el volumen de agua regulado y para derivar las aguas al canal del Cinca.

Tiene una capacidad de 400 hm³ y ocupa una superficie de 1.273 hectáreas. Fue finalizado en 1969, y ha permitido desde los años 70 el avance del regadío en el territorio dominado por el canal del Cinca. Estas son las obras de regulación fundamentales para el funcionamiento del sistema, pero durante estos años se han realizado otras de notable envergadura. El río Gállego ha seguido regulándose en cabecera, principalmente debido a obras cuya finalidad principal era el aprovechamiento hidroeléctrico. Son los casos del embalse de Búbal, de 64 hm³, concluido en 1971, y aguas arriba de este, el embalse de Lanuza, de 25 hm³, finalizado en 1978. En estos años se cierra la época de construcción de grandes presas en cabecera y se inician las de regulación interna y suministro de riego en tierras más bajas. Estos embalses, de menor tamaño, se sitúan dentro de la zona regable y se establecen como elementos principales del paisaje de nuevo regadío. En el año 1983 se terminan de construir los embalses de regulación de los canales más importantes. Son los embalses de Valdabra y El Torrollón. El de Valdabra recoge las aguas del canal del Cinca, poco antes de su culminación en el abrazo de Tardienta. Tiene un volumen de 2,9 hm³ y ocupa una superficie de 76 hectáreas. El de Torrollón, situado en las cercanías de Marcén, recoge aguas del canal del Flumen.

Su volumen es de 1,8 hm³ y su superficie de 37 hectáreas. Cada vez se considera más necesaria esta regulación interna. Ello se debe, entre otros factores, al aumento sucesivo de las superficies de regadío y de la intensidad de los cultivos, que ha generado un incremento en la evolución de la demanda de caudales. Además, las grandes distancias que separan las zonas regables de sus embalses de suministro se salvan con largas conducciones, lo que no facilita la adecuación a la demanda real de agua. Asimismo, estas conducciones a veces no disponen en determinadas zonas y épocas de la capacidad de transporte suficiente. Estos embalses de derivación no aportan recursos pero favorecen la regulación y el correcto suministro de las demandas, asegurando dotaciones y agilizando su distribución. Algunos de ellos son realizados por iniciativa particular. Poco a poco se han extendido por toda la zona regable, complementados por múltiples balsas de menor tamaño. Entre el canal de Monegros y el río Flumen destaca el embalse de San Juan de Flumen (0,4 hm³) y el de Moncalver. Partiendo de los últimos tramos del canal de Monegros, en los nuevos regadíos de Monegros II está el embalse de San Gregorio, donde acaba la acequia de Ontiñena, y en Peñalba, el embalse de Valdecabrera (1,07 hm³). Ligados a los procesos de modernización de regadíos, es en los últimos años

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cuando se están culminando los principales proyectos de regulación interna. En Lastanosa, con agua bombeada del canal de Pertusa, se finalizó en 2011 el embalse de Lasesa, que tiene una capacidad de 9,8 hm³ y una superficie de 69 hectáreas. En el año 2012 se finalizó el embalse de Las Fitas, situado entre Sariñena y Castelflorite. Es alimentado mediante tubería del canal de Terreu, y tiene una capacidad de 9 hm³ y una superficie de 60 hectáreas. En Monegros II y como elemento fundamental para completar el sistema, se está terminando el embalse de Valdepatao, embalse de cola del Tramo V del canal de Monegros. Situado en el municipio de Candasnos, a su finalización dispondrá de un volumen de 5,7 hm³ y ocupará 56 hectáreas.

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El embalse de Valdecabrera en Peñalba y viaducto del AVE. Una pequeña obra de regulación interna que facilita el riego en las nuevas zonas regables de Monegros II.

El proceso secular de ejecución de infraestructuras hidráulicas para regadío sigue en marcha y en el sistema se localiza una de las mayores inversiones estatales del momento. En el año 2014 se ha adjudicado el proyecto y ejecución del embalse de Almudévar. Es un embalse interno de regulación para incrementar las garantías de las dotaciones de agua al Sistema. Dos diques cerrarán una vaguada natural creando un embalse de 170 hm³ y una superficie de 1.152 hectáreas. Permitirá solventar los momentos de escasez con los caudales almacenados durante los períodos de mayor aportación. A estas obras se sumará la futura construcción del embalse de Biscarrués, que laminará las avenidas del río Gállego y además aportará caudales al Sistema.


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El embalse de La Sotonera tiene una gran extensión (1.840 hectáreas) y está en realidad formado por tres presas (la del Sotón, la de Astún y Vacas y la de la Alberca de Alcalá) escasamente separadas pero que tienen un camino de coronación continuo.


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Construcci贸n de la presa de Ardisa en 1921.

Presa de Ardisa y salida del canal del G谩llego.

Embalse de El Grado. Junto con el embalse de Mediano, situado de forma inmediata aguas arriba, son las grandes reservas de agua del sistema.


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Presa de El Grado y salida del canal del Cinca. La toma tan elevada impide el mรกximo aprovechamiento de su capacidad.

Embalse de El Grado II. Al fondo, El Grado y el canal del Cinca.


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Presa de Mediano. Iniciada en los a帽os 20 y culminada tras sucesivas elevaciones en los inicios de los 70, aprovecha el estrecho de Entrem贸n para apresar las aguas del Cinca.


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Embalse de Valdabra. Recoge aguas del canal del Cinca en su último tramo, en la cercanías de Huesca, ciudad de la que es uno de los puntos de su abastecimiento de agua.

Embalse del Torrollón. Recoge las aguas del canal del Flumen para regulación interna. Su lámina de agua destaca entre los abruptos y áridos relieves de areniscas, “torrollones” que lo rodean configurando un conjunto de gran contraste al que hay que unir los campos en regadío.


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El embalse de las Fitas es uno de los últimos en entrar en funcionamiento en el sistema. Alimentado por presión natural desde el canal de Terreu, su presa es de materiales sueltos con una longitud de 756 metros.

El embalse de Lasesa es otra de las últimas obras ligadas a la regulación interna y optimización y flexibilización de la demanda de riego dentro de la “modernización de regadíos”.

Embalse de San Juan del Flumen. Es un pequeño embalse de regulación interna perfectamente integrado entre los campos de cultivos de regadío. En su conjunto dibujan el característico paisaje de nuevos regadíos.


INFRAESTRUCTURAS HIDRÁULICAS DE TRANSPORTE

Todo el sistema de Riegos del Alto Aragón se articula gracias a los imprescindibles canales que conducen el agua, desde los distantes orígenes de suministro hasta las extensas áreas necesitadas del valioso recurso. Estas infraestructuras, construidas en múltiples fases, han modificado el paisaje según avanzaba su construcción, en esa aproximación paulatina del agua a las zonas que no la tenían. Con sus trazados, bien rectilíneos o sinuosos, adaptados a las curvas del nivel, marcan con frecuencia la brusca frontera entre los terrenos de regadío y los no transformados, convirtiéndose en elementos protagonistas del paisaje. Las dos grandes arterias de transporte del Sistema son el canal de Monegros y el canal del Cinca. Fueron planificados en un inicio para juntar sus aguas en el embalse de La Sotonera. Finalmente esta esperada unión no se pudo realizar de este modo sino a la altura de Tardienta, en el simbólico “abrazo de Tardienta”. Además

El canal de Monegros, con más de 100 km y construido a lo largo de casi 100 años, ha ido modificando el paisaje a su paso durante esos años.

de estas dos grandes arterias, hay que destacar el canal del Gállego, imprescindible a pesar de su pequeña longitud. Sus 7 ki­lómetros conducen las aguas del Gállego represadas en Ardisa hasta el embalse de La Sotonera, permitiendo el funcionamiento de todo el sistema dependiente del canal de Monegros. Fue terminado en 1926 tras salvar con acueductos varios barrancos por los que se cruzaba el canal. El canal de Monegros fue proyectado inicialmente con una longitud de 146 kilómetros dividido en seis tramos que disminuyen progresivamente su sección. Su construcción se ha realizado durante 80 años. En la actualidad su trazado marca una diagonal en dirección noroeste-sureste de 110 kilómetros desde el embalse de La Sotonera a Candasnos recorriendo principalmente el arranque de las planicies que se extienden a los pies de la sierra de Alcubierre. Atraviesa dieciséis municipios de la provincia de Huesca marcando uno de los principales límites del Sistema. Este canal ha permitido aportar agua para la transformación en regadío desde los llanos de la Violada en el inicio hasta los últimos regadíos de Monegros II, al sur de la sierra de Alcubierre. El primer tramo con un caudal de 90 m³ termina en el abrazo de Tardienta donde se junta con el canal del Cinca recibiendo el aporte de sus aguas para apoyar todo su sistema regable. Las obras comenzaron nada más aprobarse la ley de

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El canal del Cinca recorre un territorio bastante accidentado hasta llegar después de 90 km a Tardienta. Vista del primer tramo después de la toma en El Grado.

Riegos del Alto Aragón en 1915, aunque solo hasta 1934 se puso en completa explotación la totalidad del tramo con unas 9.000 hectáreas regables. El segundo tramo también estaba terminado en esas fechas a falta de la finalización del imprescindible acueducto de Tardienta, lo que aconteció en 1941. Este tramo tiene un caudal de 70 m³ y termina al sur del municipio de Grañén, en el túnel de la Sarda. Domina una zona propia entre el canal y la margen derecha del río Flumen de unas 8.000 hectáreas. El tercer tramo tiene un caudal de 60 m³ y con su longitud de 23 kilómetros que llegan hasta la Cartuja de

Monegros domina la zona regable más extensa de todos los tramos con sus más de 13.000 hectáreas. Estamos en los años 60 y todavía queda por construir el último tramo de Monegros I. El tramo IV que culminaba el paso del canal a la zona sur denominada Monegros II se terminó en 1987 aunque el túnel de Alcubierre, que era el escollo constructivo más importante, llevaba más de veinte años finalizado. Lamentablemente toda la realización de las principales obras hidráulicas del Sistema ha sufrido demoras, estancamientos y a veces cierta descoordinación temporal como la comentada. De tal forma que en estos años los pacientes regantes expectantes han sido testigos de túneles sin canal, canales sin agua o embalses sin canal. Pero aun así el avance ha sido inexorable y a mediados de los años 90 el tramo V de Monegros estaba terminado posibilitando el riego de las nuevas zonas de Monegros II aunque sus vecinos del otro lado del túnel todavía no habían podido ejecutar plenamente la puesta en regadío. En estos tramos finales hay una última reducción de caudal de tal forma que en los más de cien kilómetros de canalización hemos pasado de los 90 m³ a los 53 m³/s. El canal del Cinca hace que los caudales de dicho río se conviertan en la principal aportación del Sistema. Además de alimentar a sus aguas apoyan al canal de Monegros y por consiguiente a sus zonas regables a partir de Tardienta, en el men-

cionado “abrazo”. Gracias a su puesta en funcionamiento se han podido aumentar las dotaciones de agua en todo el sistema. El canal parte del embalse de El Grado con un caudal dedicado a riegos de 70 m³ y recorre 90 kilómetros muy accidentados sobre todo en los primeros tramos. En ellos atraviesa el somontano oscense mediante múltiples túneles y acueductos. A pesar de ser una obra tan fundamental para el Sistema y que ya estaba incluida como pieza principal en el primer proyecto, no se inició su construcción hasta el año 1959 concluyéndose el primer tramo en 1965. En la construcción del segundo tramo se tuvo que salvar el río Alcanadre y la gran profundidad por la que discurre cerca de Pertusa. Para ello se construyó el inmenso acueducto del Alcanadre. Desde allí discurre el canal con un caudal de 43 m³ hasta unirse con el canal de Monegros en el abrazo de Tardienta en la histórica fecha del 3 de mayo de 1982.


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El canal del Gรกllego transporta las aguas represadas en Ardisa al embalse de La Sotonera desde donde se aportan caudales al canal de Monegros.


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Primer tramo del canal de Monegros a su paso por Almudévar. Con la construcción de este tramo se inició la gran apuesta por el regadío en el Alto Aragón que todavía no ha culminado.

Construcción del canal de Monegros en los años 30.


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Al final del tramo I del canal de Monegros se divide en dos: el tramo II y el canal del Flumen, de 59 km de longitud y una importante zona regable propia (28.000 hectáreas).

Después del túnel de Alcubierre cuando culmina el tramo IV del canal de Monegros este se divide entre el tramo V y el canal de Sástago, ambos canales son claves para el riego de la zona de Monegros II.


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El canal del Cinca tras atravesar mediante acueductos y tĂşneles el terreno accidentado del Somontano, discurre plĂĄcidamente por la Hoya de Huesca hasta terminar tras 90 km en el abrazo de Tardienta.


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Tres puntos muy representativos del canal del Cinca: la toma del canal de Pertusa y los acueductos de Pertusa y Burceat.


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OBRAS DE INGENIERÍA Y PAISAJE. EL INTERÉS POR LAS OBRAS DE INGENIERÍA

Es evidente la repercusión territorial de las obras públicas y deberían comprenderse mejor para un mayor entendimiento del paisaje. No se puede concebir el paisaje sin incluir la acción humana, cuyas obras son elementos esenciales de la transformación del mundo. Estas obras son una clara representación de la superación del hombre a las estrictas limitaciones de la naturaleza y deberíamos aprender a contemplarlas con una cierta carga reflexiva y didáctica sobre los esfuerzos y avances técnicos realizados y también su importancia histórica en la evolución del territorio. En resumen, intentar superar su percepción como simple impacto o alteración antrópica de la naturaleza. Una vez iban avanzando las primeras obras del extenso proyecto de Riegos del Alto Aragón, poco a poco la sociedad iba tomando conciencia de la importancia de ellas y se fue concretando ese interés con visitas a las obras. La que mayor repercusión tuvo, por su amplia difusión en la prensa, fue la realizada en mayo de 1922 por periodistas de Zaragoza y Huesca entre los que se encontraba Ramón J. Sender. Años después, en 1929, el mismo Sender, como director del diario madrileño El Sol, relataba en una breve nota titulada “Riegos del Alto Aragón y el tu-

rismo” la visita a las obras por parte de la Conferencia Mundial de Energía reunida en Zaragoza y en el que defendía incluir los Riegos del Alto Aragón entre los motivos turísticos, "no solo para el hombre de ciencia sino también para el curioso viajero". Destacaba la importancia de ver las obras, ya que “los asambleístas se habrán formado un excelente concepto de la ingeniería española”. La observación de las obras y sus beneficios “ha contribuido a que los viajeros saquen de España una imagen moderna y europea”. En esa misma época, concretamente en mayo de 1927, la Sociedad Turismo del Alto Aragón organizó una excursión a las grandes obras de Riegos del Alto Aragón. Fundada en 1912, germen del actual club Peña Guara, se creó para promover el excursionismo y el conocimiento y divulgación del patrimonio natural, monumental e incluso las obras de ingeniería de la provincia. Organizaban excursiones que buscaban tanto el aspecto instructivo como el de esparcimiento, y entre ellas se realizó la visita a las grandes obras de riegos. La justificaron por “la transcendencia de las obras que han de transformar a la provincia de Huesca” y quedaron impresionados por las infraestructuras y obras visitadas (canal del Gállego, presa de Puipullín, acueducto del barranco del Lobo, poblados y talleres de Tormos, La Sotonera, canal de Monegros, acequia de la Violada).

En la actualidad, la observación consciente de determinadas obras de ingeniería enriquece la lectura del paisaje dada su importancia histórica en la construcción del mismo y la comprensión de los elementos que configuran las infraestructuras. De estos elementos se podrían destacar muchos. Por su protagonismo visual, singularidad técnica y con frecuencia por sus dimensiones, son reseñables los acueductos. Fundamentales en un paisaje de regadío, ya que permiten la conducción del agua salvando grandes desniveles. Desde el inicio del proyecto ya hubo que realizar este tipo de obras. En el reducido canal del Gállego se construyeron en los años 20

Construcción de la presa de Ardisa. 1923. Construcción de La Sotonera. 1925.


Trabajos de encofrado de madera para la construcción del canal de Monegros. 1920. Trabajos de excavación y drenaje en La Sotonera. 1922.

el de Valdespartera y el del barranco del Lobo, con sus singulares arcos parabólicos y tímpanos aligerados con arcos carpaneles. En el canal de Monegros, después del primer tramo relativamente sencillo, destaca el acueducto de Tardienta. Iniciado en 1928, en 1934 se realizó un tramo de pruebas para comprobar las debatidas y novedosas soluciones técnicas y en 1936 estaban construidos 600 de los 877 metros totales. El parón y los destrozos de la Guerra Civil prolongaron la construcción hasta 1941 cuando se culminó. En la época sorprendió por la originalidad de la estructura, dimensiones y óptima utilización del hormigón armado. En los siguientes

tramos del canal de Monegros resalta el acueducto de Puyamicos, en Lanaja, con sus cuatro arcos de 31,5 metros entre ejes de pilas, acabado en el año 1967. Unos kilómetros más adelante se impone en el paisaje por su esbeltez y dimensiones el acueducto de la Cartuja de Monegros. Tiene casi un kilómetro de longitud para solventar la abrupta zona del barranco de las Negras. En el tramo V, en el lado sur de Monegros se distinguen claramente entre los vales cultivados acueductos como el del Sisallar o el de Valdecabrera. En el canal del Cinca el más imponente es el de Pertusa, realizado para cruzar el Alcanadre. Finalizado en el año 1977 fue pionero en la construcción con el sistema de lanzadera, inventado en Alemania pero mejorado en esta obra. Sus dimensiones son espectaculares (460 metros de longitud, altura máxima sobre el cauce de 54 metros y vanos entre los 7 pilares de 49 y 60 metros). Supuso no solo un reto constructivo sino un gran ahorro respecto al clásico sistema de encofrados. La prensa local etiquetaba la obra como "récord de la ingeniería europea en longitud y separación de carriles” recalcando las dimensiones no solo del acueducto sino incluso del material utilizado, “23.000 m³ de hormigón lanzados de orilla a orilla”. A pesar de lo avanzado del siglo las obras hidráulicas de este Sistema seguían llamando la atención e incitaban sensaciones de admiración.

Los túneles hidráulicos son otro grupo de obras, fundamentales para comprender la magnitud de las dificultades para conducir los caudales por un territorio tan extenso. Es sobre todo en el canal del Cinca donde adquieren protagonismo, ya que una cuarta parte de su recorrido es en túnel. Solo en el primer tramo se tuvieron que realizar catorce túneles. Los de Barbuñales y Sesa son los más largos sobrepasando cada uno de ellos los 5 kilómetros. Pero es en el canal de Monegros donde está el túnel más largo e importante del sistema. El túnel de Alcubierre con sus más de 6 kilómetros es de los más largos de España y sobre todo es una pieza fundamental y con una gran carga simbólica: el deseo durante décadas y generaciones de que el agua cruzara la sierra de Alcubierre y permitiera los riegos de Monegros II.

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El acueducto de Tardienta en la actualidad y en plena construcci贸n en los a帽os 30 cuando se realiz贸 un tramo de ensayo para verificar la viabilidad de la propuesta constructiva considerada seg煤n los informes oficiales como atrevida.


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Canal del Gรกllego: acueducto del barranco del Lobo en la actualidad y en 1923.


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En el paisaje del agua que generan los kilómetros de canales, los singulares acueductos se convierten en ocasiones protagonistas de dicho paisaje. Acueducto en Cartuja de Monegros (canal de Monegros). Acueducto de Val de Reguero en el canal de Sástago.

El tramo V del canal de Monegros ha creado un paisaje totalmente nuevo al sur de la sierra de Alcubierre. Además de la aportación de agua a los nuevos regadíos, el propio canal y sus visibles acueductos dibujan una estampa radicalmente diferente a la de hace unas décadas (acueducto de Valcabrera).


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Presa de El Grado en el rĂ­o Cinca. La regulaciĂłn del rĂ­o Cinca mediante este embalse ha sido clave para disponer de dotaciones de riego en todo el sistema ya que aporta agua al sistema del Cinca y ayuda al de Monegros a partir del abrazo de Tardienta.



03 PUESTA EN REGADÍO. Cambios en el parcelario y en la topografía



LA PUESTA EN REGADÍO Tras la construcción de las infraestructuras hidráulicas hubo que hacer determinadas acciones necesarias para la puesta en regadío. A destacar son las modificaciones del relieve tanto para la conquista de nuevos terrenos como para la correcta recepción del agua. También ha sido fundamental el cambio progresivo en el parcelario. Todo ello ha ido unido al permanente avance del regadío configurando durante años una nueva fisionomía del paisaje agrario.

Partimos de que el objetivo principal y motor de todas las acciones del Plan de Riegos del Alto Aragón era la puesta en regadío de un extensísimo territorio de secano y en muchas de las zonas extremadamente árido. Una vez finalizado el plan se configuraba el mayor sistema de riegos de Europa en los inicios del siglo xx. Por lo tanto este, por su escala, es el mayor impacto paisajístico al que nos podemos referir al hablar de los cambios en el paisaje durante los últimos cien años. Conseguir que llegue el riego a los campos de este vasto territorio es ahora una realidad que se ha ido realizando década tras década, en una acción continuada de expansión de un gran tapiz verde de cultivo y vida, que se puede dis-

tinguir claramente por el contraste con su entorno no transformado. La disponibilidad de agua ha ido dibujando un vergel que como observadores podemos percibir desde diferentes escalas. Desde la que nos proporcionan las nuevas tecnologías con las vistas de satélite y la fotografía aérea, hasta la que nos ofrece la observación en el propio terreno, por ejemplo, viendo los atractivos contrastes que se producen entre las

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Imágenes de satélite Landsat en el que se distingue claramente el sistema de Riegos del Alto Aragón.


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planicies y suaves laderas cultivadas en contacto con terrenos abruptos, escarpes o fuera de cota regable. Este contraste regadío/secano es lo más visible del paisaje y la constatación espacial de su transformación histórica. Suele estar bien marcado para el observador por los cambios cromáticos, las texturas vegetales, los lindes y las líneas de contacto dibujadas, bien por los canales, bien por el relieve y desnivel topográfico. El extenso sistema de riegos nos ofrece múltiples y variados ejemplos. No hace falta más que recorrer tramos de la línea azul que dibuja durante decenas de kilómetros el canal del Cinca o ver cómo bordea el canal del Flumen a los pies de los Torrollones. También si nos acercamos a los pies de la plataforma Berbegal-El Tormillo, dominadora del horizonte, los canales de Pertusa al oeste y de Terreu al este marcan ese límite entre el paisaje “antiguo” y el nuevo regadío. Esta rica visión del contraste es una invitación a ampliar la mirada, a pensar o imaginar lo que fue, pudo ser, es y será este espacio en mutación. A pesar de los años transcurridos, la transformación y la puesta en regadío no está ni mucho menos consolidada ya que todavía continúa. De hecho, la zona más necesitada de él es el sur de Monegros y, a pesar de ello, desde el inicio fue el principal objetivo del plan de Riegos del Alto Aragón, ha sido el último en trans-

formarse y sigue en ello. Pero además la configuración del paisaje de regadío, hasta que se estabilice plenamente como tal, se puede considerar como larga. Ya inicialmente en el proyecto y ante la falta de caudales, de toda la superficie planificada (300.000 hectáreas), solo 70.000 hectáreas se dejan para cultivos intensivos, a las que se dedicarán “principalmente las vegas mejores y más al abrigo de los fríos y vientos, en las proximidades de los pueblos“. Porque la intención principal del plan era simplemente aportar riego para asegurar e incluso multiplicar las cosechas de cereales de invierno hasta 230.000 hectáreas. Posteriormente, las superficies planificadas de puesta en regadío se han ido reduciendo. Primero tras el cálculo más exhaustivo y realista de la verdadera superficie con condiciones de ser regada y después por el cambio de trazado del canal del Cinca. Ello dejaba la superficie regable en 172.733,04 hectáreas. La evolución de la superficie regada ha sido lenta en este siglo de historia. Hasta los años 40 solo el primer tramo del canal de Monegros con el canal de la Violada permite la expansión del regadío alcanzando unas 10.000 hectáreas. Tras la culminación del acueducto de Tardienta, el inicio de la instalación de colonos y la culminación del canal del Flumen, se llegan a las 37.000 hectáreas a mediados de los cincuenta. Son avances de la puesta

en regadío muy tímidos. En ocasiones ralentizados por desajustes de coordinación temporal entre la realización de las grandes infraestructuras y las que son necesarias para las transformaciones agrarias. En esta década y en la posterior, con el nuevo impulso de las obras hidráulicas avanza el plan, pero a mediados de los años 70 todavía no se consigue la cifra de 60.000 hectáreas. A partir de aquí con la incorporación al Sistema de las aguas del Cinca se impulsa el avance de la super­ ficie en regadío alcanzando en 1980 las 70.000 hectáreas, diez años más tarde las 90.000 hectáreas y en el año 2000 ya

Contraste entre la zona regable y el secano marcada claramente por la línea del canal de Terreu en las cercanías de Castelflorite.

se superan las 100.000 hectáreas. La evolución de la zona dependiente del canal del Cinca crece rápidamente y en 25 años multiplica por seis la superficie de regadío, sobrepasando las 50.000 hectáreas en el año 2000. Con el inicio del nuevo siglo sigue aumentando la extensión del regadío sobre todo al seguir adelante los riegos en las


tierras de Monegros II. En los municipios afectados, después de tantos años de espera, se produce un cambio radical, pero entre los retrasos y restricciones ambientales solo 20.000 hectáreas han sido transformadas, menos de la mitad de las inicialmente previstas. En la actualidad, sumando los grandes sistemas de Monegros, Monegros II y Cinca se han superado las 130.000 hectáreas. A la discontinuidad en la realización de obras hidráulicas y continuos retrasos hay que añadir la dificultad de la puesta en regadío de los terrenos. No todos los propietarios estaban dispuestos a ello pese a que ya en 1925, según el artículo 9 del Decreto Ley de 17 de febrero: “Declara obligatorio por utilidad pública, el riego de los terrenos de cultivo comprendidos en la zona regable. Los propietarios deberán ponerlos en cultivo de regadío en los plazos determinados por el Ministerio de Fomento. Los terrenos no irrigados podrán ser parcelados y expropiados, adjudicándose al mejor postor en subasta pública, tasándose al efecto sin la plusvalía derivada de la ejecución de la obra pública”.

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Diferentes tramos del canal de Monegros en Almudévar, Lanaja y Valfarta. La frontera entre dos paisajes es marcada por la línea que dibuja el agua transportada por los canales de riego. Por un lado el paisaje sin transformar de extensas manchas cerealistas o de barbecho que nos hace ver cómo sería todo el paisaje si no fuera por la puesta en regadío. En contraposición a este, observamos el nuevo paisaje de regadío con sus nuevas formas y colores.


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Una vez disminuyen las pendientes desde el somontano pirenaico, la expansi贸n del regad铆o por toda la zona regable va tapizando de verde el territorio generando un nuevo paisaje agrario.


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La puesta en regadĂ­o supone una intensificaciĂłn del uso del suelo y aprovechar hasta el lĂ­mite que el terreno lo permita, en este caso la piedra arenisca cerca de Fornillos.


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Regadíos y al fondo el Saso de Santa Cruz. Si se pretende comprender el verdadero significado de lo que ha sido una transformación a lo largo del tiempo, nada mejor que apreciar el bello contraste entre la zona regable plana y las plataformas de areniscas con sus escarpes ajenos a la transformación.

Comunidad de Lasesa y cerrando el horizonte los torrollones. Los relieves de areniscas y torrollones son abruptos testigos pétreos del terreno no transformado y frontera topográfica del avance de la zona regable. Pero a la vez, configuran junto a los verdes campos regados, un interesante conjunto potenciado por los contrastes.


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Monegros II es la última zona puesta en regadío y donde posiblemente más contundente sea el contraste entre la expansión del regadío y los nuevos usos del suelo y el entorno cerealista de secano, barbecho o yermo. Finca de regadío al norte de Valfarta.


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La puesta en regadío continúa avanzando después de tantos años y sigue generando muestras de radicales transformaciones mediante titánicos esfuerzos. Es el caso de estos campos de frutales que siguen avanzando en su expansión por terrenos tradicionalmente yermos. Ahora se muestra un espectacular horizonte de arbolado en lo que hace pocos años eran lomas desiertas e improductivas.

Un claro ejemplo de modificaciones, primero del relieve original y después de los usos del suelo. Estos terrenos entre Villanueva de Sijena y Alcolea de Cinca hace poco tiempo eran tierras incultas y con un perfil topográfico diferente. Dentro de poco será una gran extensión de frutales en plena explotación.


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MODIFICACIONES TOPOGRÁFICAS Con la llegada del agua a los campos no se termina el problema. Hay que acondicionar las tierras adaptándolas de la forma más óptima para su riego, con modificaciones topográficas y teniendo en cuenta la pendiente adecuada para aprovechar mejor el agua, realizando nivelaciones y construyendo bancales y márgenes. Así, poco a poco se fue moldeando el terreno y creando el paisaje de parcelas, bancales y terrazas que simplemente al contemplarlo, nos tiene que aportar la enseñanza de comprender el esfuerzo realizado en esta extensa transformación. Los aterrazamientos, las nivelaciones y los bancales son modificaciones topográficas imprescindibles para la puesta en regadío, pero que también se realizaron para evitar que los riegos por inundación aceleraran la erosión y la pérdida del imprescindible suelo. Ello ha creado sobre todo en determinadas zonas un carácter específico al nuevo paisaje de regadío.

Modificación del relieve para la puesta en regadío. Colmatación de barranco para conquistar superficie regable. Vistas antes y después. En la foto inferior taludes y barrancos en zona no regable cerca de Castelflorite.

Los aterrazamientos son más visibles en las zonas que primero se pusieron en regadío como La Violada y primeros tramos del canal de Monegros, donde la llegada del regadío y la intensificación del uso invitó a conquistar terrenos con mayores pendientes. La oportunidad productiva que da el regadío también motiva el avance y modelación de relieve de ámbitos incultos, como determinados barrancos y vales, mediante movimiento de tierras, correcciones topográficas y colmataciones. Modificaciones topográficas más sutiles las generan las nivelaciones de terrenos. Acciones necesarias y especialmente precisas se realizan en determinados cultivos como el arroz. Todas estas intervenciones han ido moldeando un paisaje agrario protagonizado por las suaves pendientes, a veces escalonadas, y dominado por los espacios horizontales optimizados para los cultivos de regadío.


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Fotografías en los años 60 en diferentes sectores de riego con máquinas nivelando y nivelaciones recién finalizadas. En los primeros años se ocasionaron problemas con los movimientos de tierras y nivelaciones al perderse los horizontes de suelo más ricos. Afloraba la capa inferior de tierra inculta que necesitaba años para que fuera productiva. La solución fue retirar la capa, nivelar y volver a distribuir encima la tierra retirada.


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Con los aterrazamientos se permite mediante movimientos de tierra, que la pendiente se descomponga en escalones aptos para el cultivo y sobre todo para recibir uniformemente el riego. Se modifica la pendiente original de tal forma que no sea erosiva a la vez que crea una imagen muy caracterĂ­stica de paisaje agrario en el que subyace el esfuerzo humano por poner en cultivo y en regadĂ­o la tierra. TodavĂ­a se pueden observar en las laderas inmediatas al canal de Terreu (fotos izquierda) y en La Violada (foto superior derecha).


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En cultivos como el arroz es conveniente la mรกs precisa nivelaciรณn topogrรกfica ya que permanece la mayor parte de su ciclo inundado.

Estos campos entre Castelflorite y Santa Lecina ofrecen singulares composiciones con su entramado parcelario regular.


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En un espacio pequeño y con pendiente parecida se pueden ver dos estrategias diferentes para la puesta en regadío. Mientras en la derecha se solventa la pendiente a base de bancales escalonados que recibirán riego por inundación, a la izquierda el riego por aspersión permite prescindir del escalonamiento del terreno. Al final del canal de Terreu.

De la buena nivelación del terreno y el correcto volumen de los márgenes depende la eficiencia del riego para que el agua vaya completando sucesivamente todos los tablares, como en estos campos en la comunidad de San Pedro.


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La nivelación topográfica es fundamental para la correcta puesta en regadío y es la primera transformación que se realiza con su consiguiente cambio paisajístico. En la foto superior, nivelaciones en Odina.


CAMBIOS EN EL PARCELARIO

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Parcelas bordeadas por caballones y márgenes gruesos y elevados configuran un sutil esqueleto que protege un bien como el agua tan valioso para cada palmo de terreno.

Este pequeño resalte rocoso del Cinca medio permanece entre los campos de regadío del terreno agrícola y sus topográficas.

en las terrazas como reducto ante el avance modificaciones

Posiblemente el mayor impacto de la transformación territorial sean los cambios de uso de suelo, ya que pasan a ser cultivos de regadío lo que era predominante secano alternado con barbecho o incluso de terrenos baldíos. Pero sin negar que este sea el aspecto más visible, extenso y espectacular del cambio, hay otro aspecto que adquiere cierta relevancia. Se trata del parcelario y su continua evolución, en tamaño y forma y por la importancia que tiene como elemento protagonista en la configuración del nuevo paisaje agrario de regadío. El cambio viene provocado inicialmente por la puesta en regadío y según el momento se ejecutan de diferente forma las modificaciones y las remodelaciones en el tamaño y forma de las parcelas. La gran prolongación en el tiempo de las transformaciones, además de otras consecuencias, es crucial en cuanto a su reflejo en el paisaje. Uno de los factores más significativos en las diferencias paisajísticas es el aspecto temporal, es decir, en qué momento se puso en regadío. Ha habido un gran cambio y evolución desde 1915 en las condiciones técnicas, económicas y de conocimiento. En los inicios del plan, la puesta en regadío requería pocas parcelas pequeñas por la mano de obra y la intensificación del nuevo sistema. Además, en toda la superficie afectada por los planes de explotación de las

zonas regables del Instituto Nacional de Colonización, hubo una clara modificación del parcelario a causa de los lotes impuestos en los Proyectos de Parcelación. Por un lado, por la reservas a los antiguos propietarios que consistía en 30 hectáreas si la propiedad era inferior a 120 hectáreas y una cuarta parte si lo superaba. Por otro lado, las tierras “en exceso” eran las parceladas y colonizadas por el Instituto y repartidas a los colonos en pequeños lotes de 7 a 10 hectáreas (unidad de tipo medio) y 0,20 a 0,40 hectáreas para el huerto familiar. Estas circunstancias han marcado durante mucho tiempo la fisionomía de extensas zonas del sistema. Las parcelas han ido aumentando de tamaño con el tiempo, a lo que se añadió el notable incremento del uso de maquinaria que ha permitido desde entonces la explotación de manera extensiva de parcelas más grandes. A lo largo de estos años, los cambios más importantes en la organización del parcelario han venido dados por las sucesivas concentraciones parcelarias que se han llevado a cabo. Con el fin de alcanzar mayor rentabilidad y optimizar las explotaciones, se producen modificaciones en el tamaño y geometría de las parcelas. Se generan parcelas más grandes y más regulares, se eliminan linderos y pequeños caminos de acceso reestructurándose en las zonas regables, la distribución del agua, los desagües y drenajes.


Las concentraciones parcelarias realizadas en los últimos 30 años han conseguido una nueva configuración del paisaje de regadío. A pesar del largo y complejo proceso que supone, lo han culminado más de 30 municipios de este territorio con más de 100.000 hectáreas afectadas. La disposición y forma del parcelario se ha modificado también por otras causas. En ocasiones se han creado nuevas

parcelas al ir ganando terrenos sin cultivar. También con frecuencia se produce el cambio al adecuar las parcelas a las diferentes infraestructuras de riego. Toda esta evolución ha construido un parcelario variado en forma y tamaño que lo convierte en un elemento muy reconocible y característico del nuevo paisaje de regadío.

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Candasnos en 1927 y en 2006. Se pueden distinguir claramente los cambios en el parcelario y en los usos del suelo


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En muchas zonas todavía dominan extensiones con un parcelario dividido en pequeñas parcelas. Configuran una característica imagen de damero cultivado. A veces su origen se debe a los primeros lotes entregados con el proceso de colonización de la zona regable y suelen coincidir con terrenos cercanos a los núcleos de población como este caso en San Juan del Flumen.


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La configuración de las parcelas varía mucho de una zona a otra. En las terrazas del Alcanadre y en la comunidad de Lasesa, dominan las grandes parcelas, exponentes del regadío más extensivo y productivo. Es un paisaje muy reconocible de grandes horizontes cultivados donde se combinan formas poligonales con circulares. También se han ampliado por la concentración parcelaria, aunque en menor medida, las parcelas en el Cinca superior (foto superior). Hay una mayor compartimentación en la que destaca la vegetación natural en los lindes.


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Determinados sistemas de riegos determinan claramente la forma visible de la parcela como es el caso de los pívots. Han modificado desde hace años los parámetros tradicionales de la morfología del paisaje agrario. Pívots en Alcolea de Cinca (izquierda) y Sariñena (derecha).


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Campos regados con pĂ­vots que determinan la forma de la parcela y se convierten en protagonistas del nuevo paisaje de regadĂ­o a lo largo y ancho del territorio como en CastejĂłn del Puente o Alberuela de Tubo.


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En algunas zonas del sistema como en la comunidad de regantes de Lasesa dominan las grandes parcelas de formas regulares, excelentes para la mayor productividad. Las concentraciones parcelarias se han ido produciendo durante estos años en la mayoría de los municipios. Se tiende a crear parcelas de mayores tamaños y concentrados espacialmente por propietarios, para una mejor gestión de toda la actividad agrícola.



04 REDES: acequias, desag端es y caminos

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UN Aparte de las grandes infraestructuras hidráulicas y la puesta en regadío de los terrenos agrícolas, otros elementos han ido cambiando el paisaje agrario. Son cientos de kilómetros de caminos, acequias y desagües, indispensables para el funcionamiento del sistema. Dibujan una extensa red más o menos visible pero que finalmente se han convertido en elementos intrínsecos del paisaje del regadío altoaragonés.

conjunto de redes estructuradas y dispuestas sobre el territorio cruzan en todas las direcciones la mancha irrigada que se ha generado después de tantos años de construcción de obras hidráulicas y transformaciones agrarias. Esto ha supuesto una verdadera reorganización del espacio rural. 2.000 kilómetros de canales, 3.000 de desagües y 5.000 de red viaria dibujan unas líneas en el mosaico de cultivos y se pierden en la amplitud del territorio, acentuando el carácter predominantemente horizontal del paisaje de regadío. En los inicios del plan, las obras de las infraestructuras hidráulicas acaparan todos los esfuerzos con el objetivo de poder aportar agua rápidamente para la puesta en riego, por lo que otras obras de acompañamiento son sacrificadas. Además se vio que los propios agricultores no las po-

dían abordar. Las obras de tipo secundario como las nivelaciones, drenajes y la construcción de las redes de acequias, canales derivados, desagües y caminos eran trabajos destinados a la transformación agraria complementarios de las obras hidráulicas. El Estado las asumió en menor medida volcando la responsabilidad hacia la iniciativa privada. Ya en los años 30 las primeras comunidades de regantes en el primer tramo de Monegros y Violada se constituyen con el objeto de realizar obras indispensables para la aplicación del riego (acequias y azarbes). Con la creación de la Confederación Hidrográfica del Ebro el Estado anticipa y subvenciona la obra de acequias que dominan extensiones superiores a 200 hectáreas, que anteriormente corrían íntegramente a cargo de los regantes. Se comienza a dar importancia después de todas las grandes infraestructuras, a las diferentes redes para que funcione el sistema. La financiación y ejecución se marca según los planes coordinados de obras a partir de la jerarquización y reparto marcada en la ley de colonización del 21 de abril de 1949. Se establecen en cada plan las actuaciones en tres niveles: las obras de interés general de la zona, las obras de interés común para los sectores y las obras de interés agrícola privado. En todas ellas se construyen redes de acequias, desagües y caminos, pero cada una con diferente

repercusión, desde el ámbito general que sobrepasa los sectores de riego hasta la parcela. En todos los planes se incluyen datos e indicaciones sobre la construcción de acequias, desagües y caminos, así como las servidumbres y zonas de policía correspondientes. Incluso en lo referente a la red

Canal de Terreu, una de las acequias principales del sistema.

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Muestra de las diferentes redes de acequias, desagües y caminos que se extienden por el regadío. En este caso en la zona entre Capdesaso, ermita de Santa Águeda y San Lorenzo del Flumen al fondo.


viaria y su “protección” se detallan prohibiciones muy concretas como la de “circular con llanta metálica a toda clase de vehículos por los caminos que se construyan o reformen con el plan coordinado”. A partir de los años 60 se nota como van tornando el sentido de las inversiones desde las grandes obras (canales y embalses) hacia la realización de las acequias derivadas, desagües y caminos.

RED DE ACEQUIAS Riegos del Alto Aragón es además de un proyecto de transformación territorial, un sistema hidráulico que abastece una gran unidad de explotación estructurado en una gran red de canales y acequias. Como ya se ha descrito, el sistema se basa en los dos grandes canales de Monegros y Cinca. Si bien las tierras más inmediatas se pueden regar con derivaciones directas, en general la distribución de las aguas y configuración de todo el sistema regable se realiza en primer término por las acequias principales (algunas de ellas son verdaderos canales). Aportan los caudales a diferentes sectores de riego desde donde se ramifican en una red jerarquizada formada por acequias secundarias, terciarias y brazales. En el proyecto original (1913) se establecían diez acequias principales con una longitud de 337 kilómetros. Dos parten

del canal del Cinca, la de Terreu y la de Selgua, y del canal de Monegros ocho: Flumen, Violada, Sástago, Valdurrios, Gelsa, Alforque, Ontiñena y Cardiel. De las acequias principales las primeras en ponerse en funcionamiento fueron la acequia de la Violada y el canal del Flumen. Ambas parten del primer tramo del canal de Monegros acabado en 1934. La acequia de la Violada mide con sus dos tramos 35 kilómetros que se desarrollan a lo ancho de 10.000 hectáreas regables con una red de acequias complementarias de 140 kilómetros. El canal del Flumen, con sus dos tramos, tiene una longitud de 59 kilómetros y es la más larga de todas las acequias principales. Su zona regable, de casi 28.000 hectáreas está repartida en doce comunidades por las que discurren en torno a 200 kilómetros de acequias. También parte del final de este primer tramo del canal de Monegros la acequia Q, de 21 kilómetros de longitud, que une el canal de Monegros con el segundo tramo del canal de la Violada. El resto de acequias principales proyectadas del sistema del canal de Monegros estaban situadas en lo que se denomina Monegros II, al sur de la sierra de Alcubierre y correspondiente a los últimos tramos del canal. En la actualidad, de esas seis acequias solo están realizados el canal de Sástago (14 km) y la acequia de Ontiñena (5 km), siendo las últimas acequias principales del sistema en construirse.

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El sistema del Cinca se construyó a partir de los años 60. Las principales acequias por longitud, caudal y zona regable dominada son el canal de Terreu (49 km), la acequia de Selgua (29 km) y el canal de Pertusa (30 km), que no estaba enumerado como tal en el proyecto inicial. Otras acequias principales pero de menor recorrido son la A-3 (acequia izquierda del Vero) y la A-21. Entre estas dos se localizan las tomas de la A-19 (acequia derecha del Alcanadre) y A-20 (acequia derecha del Guatizalema), que juntas dan nombre a una comunidad de regantes con una superficie regable que supera las 5.000 hectáreas.

El territorio de la zona regable es recorrido por una extensa red de acequias, canales, desagües, caminos y carreteras. Zona regable del sistema Flumen.

En este proceso tan continuado en el tiempo, las técnicas, los materiales y el ritmo de construcción han cambiado sucesivamente. Pero desde el principio se unió, al constante interés por ampliar la red de acequias para hacer extensible las zonas regables, la preocupación por la acción destructiva de los terrenos yesosos, verdadero


Canaletas elevadas en pequeños acueductos, antiguas conducciones de agua, testigos de los cambios que se producen en el nuevo paisaje de regadío. Cercanías de Permisán.

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enemigo de las obras hidráulicas. Durante los años 50 y 60 son frecuentes las incidencias y averías en acequias y canales, sobre todo en el de la Violada por los yesos que atraviesa. Se realizaban, entre otras medidas, inyecciones de arcilla y cemento. Además este hecho influyó en el posterior diseño de acequias elevadas del terreno y con moldes prefabricados. Ello suponía sumar a todas las dificultades y retrasos acumulados, la pérdida del riego. Actualmente en el conjunto del Sistema, el agua se consigue distribuir gracias a los 2.000 kilómetros de canales y acequias que la acercan desde los grandes embalses hasta el límite de las parcelas. Pero la evolución de la red de canalizaciones es continua, al igual que su impronta en el paisaje. Tanto en las nuevas ampliaciones de zonas regables como en la mo-

dernización desaparecen prácticamente de la vista muchas de las conducciones, bien enterradas o entubadas. Lo que eran antes tramos de prefabricados de hormigón a veces elevados sobre el suelo ahora son tuberías metálicas. Se ha transformado con la finalidad de la optimización del transporte y la disminución de las pérdidas y roturas, tan frecuentes en algunas de las antiguas infraestructuras. El paisaje de pequeñas canaletas de hormigón y escasa capacidad, se va modificando. Resulta destacable como un paisaje que ha sido lento en configurar, hasta conseguir que el agua llegará a cada parcela, en pocos años se está transformando a partir de la evolución de determinadas infraestructuras de riego que eran elementos característicos de ese paisaje.

De forma insospechada, pero como muestra de ese constante dinamismo del nuevo paisaje de regadío, estos elementos se van convirtiendo en grandes piezas de arqueología agraria insertadas en el territorio. Quedan como testigos de una historia reciente de esfuerzos y puesta en regadío a la vez que son prueba material de la inauguración de una nueva época. Asociado a la red de acequias y distribución del agua, en este nuevo paisaje empiezan a cobrar protagonismo nuevos elementos como son las balsas. La localización de balsas por todo el sistema se realiza para asegurar la disponibilidad de agua en determinados momentos y supone una flexibilización de la explotación a la vez que mejora y simplifica la distribución. Actualmente cerca de un centenar de grandes balsas se reparten por la mayo-

Acequia prefabricada en el segundo tramo del canal de Monegros. Años 60.

ría de las comunidades, especialmente en las que han llevado a cabo procesos de modernización, como en el sistema Flumen inferior y Cinca. A ello se añaden las múltiples balsas particulares, pequeñas reservas de agua que salpican las explotaciones de regadío de todo el sistema. Todas ellas ofrecen agua al regante, microcosmos de vida a la fauna y láminas de agua al observador.


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Pequeñas conducciones en desuso en Castelflorite, Estille de Cinca y Curbe. El sistema sigue en continua evolución y muchas de las pequeñas infraestructuras de riego como las redes de acequias elevadas van quedando como elementos abandonados que dan testimonio físico de dicho cambio


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Final del canal de Pertusa. Es una de las acequias principales del Sistema y aporta agua a la extensa y fértil zona de la margen izquierda del Alcanadre.

Canal de Terreu. Cauce y tubería realizada con la modernización de regadíos.

Toma del canal de Terreu en el canal del Cinca, al norte de Laluenga. Con sus 49 km, es la acequia más larga del sistema aportando sus aguas a cinco comunidades de regantes. Aprovechando sus desniveles o rápidas se han instalado tres centrales hidroeléctricas.


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RED DE DESAGÜES Y COLECTORES

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Desagüe secundario en el primer tramo del canal de Monegros. Años 60.

Una manera excelente y muy gráfica de describir la necesidad de la red de desagües es la que aportó el director del Instituto Nacional de Colonización y destacado impulsor de los regadíos, el ingeniero Francisco de los Ríos Romero, que explicaba como “la red arterial de acequias hay que completarla con una red venosa de desagües que elimine todas las aguas sobrantes”. Después de conseguir la puesta en riego de los campos es fundamental pre-

parar el terreno para evacuar adecuadamente el agua de escorrentía y de los sobrantes de riego, incluyendo en las obras a realizar, sistemas de drenaje mediante colectores. Quizá sea el elemento del paisaje de regadío más oculto, menos reconocible. Probablemente cualquier observador profano relacione rápidamente a este paisaje el verde de los cultivos. También lo asocie a los elementos de riego, canalizaciones, acequias y entradas de agua. Es más difícil vincularlo a las evacuaciones de las aguas sobrantes. Incluso a nivel técnico se puede decir que fueron invisibles ya que en el proyecto de Riegos del Alto Aragón no se tuvieron en cuenta. Ello supuso una serie de problemas en cadena con encharcamiento permanente de terrenos y las consiguientes pérdidas de cultivos y superficie cultivable. En los años cuarenta se acumulan en las primeras zonas puestas en regadío gran cantidad de terrenos “pantanizados” (unas 1.000 hectáreas en Almudévar). De la magnitud del problema da idea el que en el proyecto general de colonización de la acequia de la Violada (Orden del 22 de diciembre de 1944) la primera obra enumerada, dentro de la lista prioritaria que debe ejecutar y costear el Estado, está la de rescate de los terrenos “pantanizados". Pero incluso cuando estaba claramente previsto y se construía la correspondiente red de colectores y desagües, estos al principio se ha-

cían poco profundos por cuestiones tanto de insuficiencia técnica como económica. En los posteriores planes coordinados de obra como el del Cinca de 1964 quedan claramente marcados las características técnicas (sección trapecial en tierra) y los problemas a evitar (“pantanizaciones” y salinizaciones). La salinización era la otra consecuencia negativa que podía aparecer en los terrenos tras la puesta en riego. Se produce por ascenso de sales con fuerte evaporación en terrenos sin sanear. Para solventar dicho problema son fundamentales los canales de drenaje. En este proceso de avance de las zonas regables se fue construyendo la red de desagües. En 1960 en las zonas regables de los tramos de Monegros se habían realizado en torno a 300 kilómetros de desagües. En la actualidad la red de colectores y desagües tiene unos 3.000 kilómetros que cruzan toda la zona regable. Dibujan sus trazados con líneas de agua permanente que se acompaña con frecuencia de vegetación tipo carrizo. Aportan caudal permanente a múltiples barrancos (Valcuerna, Valpodrida, La Clamor) y a cursos fluviales de tal forma que resaltan en un área principalmente árida y con fuertes estiajes. Con la modernización de regadíos estos retornos se reducen, disminuyendo la contaminación agroquímica y de sales que termina llegando a las aguas.


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Diferentes vistas de desagĂźes. En todo el sistema 3.000 km de desagĂźes recogen el agua sobrante de riego y la devuelven al sistema fluvial. En las fotografĂ­as, colector en Alcolea de Cinca y detalle de colectores en Alcolea de Cinca y Berbegal-Laluenga.


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RED VIARIA En el amplio territorio de Riegos del Alto Aragón una extensa red viaria remarca con sus kilómetros de trazado tanto las lindes del parcelario como las diferentes infraestructuras de riego a las que da servicio. Este entramado viario es fundamental ya que además de dar acceso a las decenas de núcleos del territorio, facilita la movilidad a las explotaciones agrarias y ganaderas. La configuración de esta extensa red de comunicaciones está encuadrada en el proceso histórico de ordenación territorial que ha supuesto la puesta en regadío y la colonización agraria. Ligada estrechamente a la evolución de estas transformaciones, la red de caminos se ha consolidado como elemento estructurante de este paisaje. En esta evolución se ha pasado de un espacio principalmente vacío y con escasas vías al entramado de una tupida red insertada en un espacio de intensa actividad agraria y con un alto grado de mecanización. Una red viaria que sigue evolucionando con modificaciones y nuevos kilómetros y que está conformada por las vías asociadas a las redes de riego (canales, acequias y colectores), las de conexión entre pueblos (incluidos los 15 nuevos asentamientos) y por supuesto las que dan acceso a las múltiples parcelas agrícolas y explotaciones ganaderas. De las tres redes comentadas, acequias, desagües y viaria, esta última es la única

con presencia real antes de la transformación de las zonas regables. Nos encontramos ante un espacio bastante vacío en un contexto de poca población, exigua actividad y escasa mecanización donde esta débil red la componían básicamente las carreteras de carácter general de enlace entre núcleos, los caminos que daban acceso a las escasas explotaciones y las cabañeras ganaderas. Desconocemos con exactitud el punto de partida aunque nos podemos hacer una idea en la comparativa de fotos aéreas entre 1927 y la actualidad. Lo que sí sabemos es la situación en que el conjunto de la red viaria de este espacio se encuentra en la actualidad. Se acerca a los 5.000 kilómetros de carreteras, caminos y vías de servicio, reflejo en el territorio de la intensificación de su ocupación realizada en estos años de transformación del paisaje agrario. Al igual que las otras redes ya comentadas, la construcción de caminos quedó condicionada por las inversiones y ejecuciones prioritarias de las grandes obras. Pero era evidente la necesidad de caminos para acceder a las explotaciones. La red de infraestructuras que se va generando va en paralelo a la extensión e intensificación de la zona regable. Con el inicio de los planes de colonización y sus planes coordinados de obras, se empieza a contemplar la construcción de esta necesaria red de caminos que queda estructurada en caminos generales, caminos de servicio y caminos de explotación.

Con la colonización agraria se impulsa una nueva red viaria para conexión de los pueblos, acceso a parcelas y vías de servicio. Entre los años 50 y 60, en pleno apogeo de la acción colonizadora y de construcción de nuevos poblados, en las zonas dominadas por los tramos que están en servicio (tres primeros tramos del canal de Monegros y el canal de Flumen) se proyectan en torno a 700 kilómetros de viales que se irán construyendo a lo largo de los años. Posteriormente se pone en riego la zona dominada por el canal del Cinca y sus acequias principales, con lo que la red viaria sigue extendiéndose si bien con una menor densidad. Ello es debido en parte a que en las nuevas zonas del Cinca no se crean nuevos núcleos que conllevaban intrínsecamente una densificación general de la red. Además aumenta el tamaño de las parcelas y explotaciones, generándose un espacio agrario menos compartimentado que disminuye la ramificación viaria. En el caso de Monegros II es aún más significativo al ser la última puesta en regadío. Se caracteriza por el dominio de las grandes parcelas y por ser un área de escaso poblamiento (solo los núcleos de La Almolda, Bujaraloz, Candasnos, Peñalba y Valfarta). Aún así es muy remarcable el cambio que genera en la red viaria la puesta en regadío de estas zonas especialmente vacías, donde dominaban las grandes extensiones de cereal y barbecho.

Vía de servicio del canal del Flumen.

Al acabar la expansión del proceso colonizador se inicia una nueva etapa transformadora que supone también cambios en la configuración de la red con modificaciones en su trazado. Sobre todo en los últimos años y en aquellos tramos de conexión entre el parcelario que son el último nivel de la jerarquía de la red. Se ha generalizado en los diferentes municipios las concentraciones parcelarias y la modernización de regadíos. Estas actuaciones se realizan para disminuir los costes de producción, aumentar la productividad y mejorar la calidad de vida de los agricultores. Ello ha conllevado la adecuación de la red de caminos al nuevo parcelario y a una situación general de mayor mecanización. Se ha optimizado su diseño y trazado para mejorar todos los desplazamientos desde las poblaciones a las explotaciones. Además se aprovecha terreno perdido en viales de tal forma que determinados caminos pequeños y linderos pasan a formar parte de las nuevas parcelas de cultivo.


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Una red viaria de 5.000 km atraviesa todo el sistema. Está conformada por carreteras que unen núcleos, vías de servicio de canales, acequias y colectores, y las que dan acceso a las explotaciones agrícolas. Vía de servicio del canal de Terreu (foto grande) y de la acequia de la Violada (foto izquierda). Caminos agrícolas en la zona del canal de Monegros.


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Cada vez más balsas se reparten por todo el sistema regable. Pequeñas infraestructuras de almacenamiento que permiten asegurar el riego y disponer de mayor flexibilidad en el uso del agua. Sus láminas de agua son una de las imágenes más características del nuevo paisaje de regadío. Esta balsa rodeada de viñedos y fajas de cereal se encuentra sobre la ermita de San Vicente en las inmediaciones del pueblo de Enate.


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05 CULTIVOS

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EN El principal protagonista en el paisaje de un espacio agrario de regadío son los campos de cultivo, y no solo por extensión superficial, que evidentemente es el mayor de todos los elementos integrantes de este paisaje. Tanto su homogeneidad como su variedad en mosaico son los que acaparan la atención en la mirada y establecen el carácter del paisaje que estamos percibiendo. Desde los inicios de la puesta en regadío se configuró una nueva ocupación del suelo que ha formado el paisaje que ahora contemplamos y que no deja de cambiar por la ampliación de cultivos y los cambios en los mismos.

la construcción del nuevo paisaje de regadío quedan reflejadas las diferentes infraestructuras construidas y las transformaciones agrarias realizadas. En los capítulos anteriores se han mostrado otros elementos del paisaje de regadío quizá menos visibles o incluso lejanos, pero cuando hablamos de paisaje agrario, el elemento protagonista son los campos de cultivo.

CULTIVOS: PARTE VISIBLE DEL PAISAJE AGRARIO En este territorio eminentemente llano y agrícola, la mayor parte de la superficie está ocupada por tierras de cultivo. Hay municipios del centro del sistema de Riegos del Alto Aragón donde las tierras de cultivo ocupan más del 90% de la superficie como en Capdesaso, Albero Bajo,

Vicién, Torres de Barbués, Barbués, Sangarrén, Almuniente, Lalueza, Poleñino o Grañén. Además en estos casos dicha superficie es mayoritariamente de regadío. Solo en la periferia del Sistema es donde otras ocupaciones de suelo como la forestal, matorrales y eriales ganan protagonismo (Alcubierre, Hoz, El Grado, Castillazuelo). El primer impacto visual cuando cruzamos este territorio corresponde a los campos de cultivo. No hay que olvidar que son más de 130.000 hectáreas de cultivos de regadío las que hay actualmente dentro del sistema. Esta primera sensación nos enmarca y sitúa ante un espacio cercano, con geometría y colores que ofrecen la placidez del espacio ordenado. Ello se complementa con la variedad aportada por los ciclos estacionales y las diferentes tipologías de cultivo. Ante un entorno de implacable aridez y rala vegetación, de tonos ocres, grisáceos y blanquecinos, se despliega un manto verde de cultivos pero que muestra sus variaciones de color y textura según el ciclo del cultivo. En los cereales de invierno, los campos recién labrados enseñan el color de la tierra en parcelas peinadas para recibir la siembra. Meses más tarde, en primavera, se produce la explosión de espigas verdes, ondulantes, simulando un mar vegetal y efímero que muta paulatinamente a amarillo y que después de la cosecha estival, deja unos campos dibujados de calles segadas y pacas de paja de

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Contraste en verano entre la cosecha del cereal de secano en la plataforma superior y el maíz irrigado en el val inferior, en la zona de Monegros II.


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Los diferentes cultivos son los protagonistas del paisaje agrario. El regadío ofrece la posibilidad de producir una amplia variedad de cultivos que ofrecen múltiples escenas y combinaciones cromáticas, de formas y texturas. Campo de girasol y olivos en Almudévar.

formas diversas. En verano, en contraste con estos campos de paja y tonos amarillos, van tomando protagonismo la exuberancia, frondosidad y altura de los campos de maíz. También resaltan entre los campos cosechados de cereal, los campos de arroz, verdes y permanentemente inundados, con sus láminas de agua brillando mientras las matas van brotando. El verdor permanente de los campos de alfalfa destaca siempre en el paisaje sobre todo en contraste con otros cultivos de diferente ciclo. Como contrapunto cromático al dominio del verde tan asociado al regadío, se pueden distinguir con sus vivos tonos amarillos cultivos como el girasol y la colza. Aunque predominan los cultivos herbáceos y protagonizan los horizontes de

las planicies, también se pueden ver por el territorio explotaciones de frutales. Especialmente visibles y atractivos se muestran en primavera cuando florecen en cadena las diferentes variedades, así como los almendros que tiñen con su temprana floración los monótonos campos del fin del invierno. Tradicionales cultivos leñosos como la vid y el olivo siguen ocupando zonas de este territorio y dan un carácter específico al paisaje cuando están presentes en él. Los olivos por su porte y perennidad, así como las tonalidades y formas de las copas. Los viñedos por su variedad cromática estacional y la simetría de las composiciones que suelen formar en los diferentes pagos. Pero en este paisaje debemos apreciar algo más que el efecto pictórico de

sus composiciones de formas y colores. El conjunto de estos campos de cultivo de regadío configura un paisaje agrícola humanizado que no ha sido así siempre. Es el reflejo tangible y visible de la perseverancia durante años de los agricultores por superar las condiciones ambientales y la aleatoriedad de las producciones además de intentar elevar la productividad y las posibilidades de diversificación. El esfuerzo para adaptase a las circunstancias climáticas y socioeconómicas de cada época que les ha tocado vivir ha configurado este paisaje agrario que sigue modificándose. Una vez conseguido y consolidado el regadío, los usos del suelo continúan cambiando en una dinámica continua de compleja previsión.

TIPOLOGÍA DE CULTIVOS Y EVOLUCIÓN DE LOS USOS DEL SUELO Antes de iniciarse el gran proceso de puesta en regadío nos encontramos con un territorio con unos usos del suelo que corresponden a la clásica trilogía mediterránea (trigo, vid y olivo) aunque con un claro predomino del cereal, el barbecho y los eriales. Pero precisamente estos cultivos dominantes, protagonizan la crisis agraria finisecular con los problemas de comercialización tanto interior como exterior de los cereales. A ello se une el frenazo a las exportaciones de vino y la llegada de la filoxera a unas viñas que hasta entonces se habían librado de ella. Ello tuvo como con-


secuencia la pérdida de superficie cultivada y a continuación la emigración de la población agraria. En este periodo de necesidad, es cuando empiezan a tomar importancia las políticas para mejorar e incrementar la productividad agraria y posibilitar y mejorar la vida rural. En ese contexto se encuadra el proyecto de Riegos del Alto Aragón, en el que las obras de regadío tienen el objetivo principal de asegurar las cosechas de los cultivos tradicionales. En el propio proyecto se describe la situación de partida en cuanto a los cultivos. Es decir, los cultivos que cuantifican los autores de la memoria del proyecto en el año 1912 para calcular el valor inicial de las tierras y de su producción. Establecían 4.000 hectáreas de riego eventual (con un valor de las tierras de 1.500 pesetas/ ha y un valor medio de la cosecha de 340 pesetas); 196.000 hectáreas de cereales (de ellas 101.000 de barbechos dedicados a pastos) y una pequeña parte a olivos y viña (con un valor de las tierras de 450 pesetas/ha y de la cosecha 187 pesetas y 8 para los barbechos); 100.000 hectáreas de yermos (con un valor de las tierras 100 pesetas/ha). Calculaban que una vez hecha la transformación 230.000 hectáreas eran destinadas a cultivos invernales (valor de las tierras de 1.500 pesetas/ha) y 70.000 hectáreas destinadas a cultivos permanentes e intensivos (valor de las tierras de 3.000 pesetas/ha), con el consiguiente in-

cremento de la riqueza total y previendo quintuplicar la producción. Todas estas cifras cargadas de ilusión y optimismo se fueron ajustando y modificando durante estos cien años de transformación no concluida a una realidad mucho más compleja. Sus 300.000 hectáreas regables planificadas son en la actualidad menos de la mitad. En cuanto a los cultivos, se ha superado esa primera intención de simple puesta en regadío del cereal de secano para asegurar cosechas. Aparte de ello, el regadío también ha supuesto incrementos de la productividad y mayores posibilidades de diversificación de cultivos aumentando la flexibilidad y reacción ante los mercados. La distribución de los cultivos en este territorio ha ido evolucionando desde los inicios descritos, aunque ha sido un trayecto largo al igual que todo el proceso de puesta en regadío. En la implantación de los diferentes cultivos hay diferentes factores físicos que influyen, como las necesidades climáticas, disponibilidad de agua y los tipos de suelo. Y otros dependientes del mercado (demanda, precios del producto) y de los costes de producción. Pero en los años iniciales es la inercia de la costumbre y tradición cerealista uno de los factores más determinante y además prolongado en el tiempo. Ello supuso que el regadío no cambiara sustancialmente los usos del suelo a excepción de la reducción de las rotaciones con barbecho.

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Siega a mano en Valfarta. Años 20.

La posguerra supuso una acentuación de este predomino cerealista. España se encontraba en una situación de escasez general pero que repercutía en la carencia de fertilizantes nitrogenados, lo que implicaba la necesidad de intensificar las siembras e incrementar las extensiones de cultivo. Hasta tal punto que en 1940 se promulga la LEY DE 5 DE NOVIEMBRE DE 1940 por la que se declara de interés y utilidad nacional la realización de las labores agrícolas y trabajos complementarios para las siembras de otoño y primavera, así como las de "barbechera". En ella se “alienta” a los labradores a “sin reparar

en la importancia de los sacrificios a realizar, cumplan fielmente la consigna de producir sin desmayos”. En lo que respecta a los tipos de cultivo, para esta intensificación de las siembras se establecía un orden de prioridades desde el punto de vista de interés nacional: trigo, leguminosas para obtención de grano y otros cereales. Pero en esta década de los 40 se produjo el descenso de las producciones y además la ralentización de los avances agrarios. Pero sobre todo para recuperar la producción de alimentos se ponía la esperanza en los nuevos regadíos a partir de


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las grandes obras hidráulicas y convertir una provincia como Huesca en una reserva permanente y segura de grano. Poco a poco con la expansión del regadío y el inicio de la colonización agraria se empiezan a introducir nuevos cultivos como la alfalfa y el maíz (que ya se cultivaban en pequeñas zonas de regadío tradicional) y la remolacha asociada a las industrias azucareras aragonesas. También vía decreto se vuelve a intentar influir en el patrón de cultivos. En 1953 (Decreto del 16 de enero) se regula la obligatoriedad del cultivo forrajero en determinadas fincas. Aún persistiendo en los cultivos anteriores, con la puesta en regadío se conseguía una considerable elevación del rendimiento por hectárea. El reemplazo de cultivos hacia explotaciones más intensivas requería de mayores inversiones de capital, aumento de los conocimientos técnicos y una buena comercialización de los nuevos productos. En los años cincuenta comienza el fin del aislamiento y la autarquía y una reducción del intervencionismo dirigido a aumentar de forma urgente determinadas producciones. Al iniciarse el proceso de liberalización de la economía y el aumento progresivo del consumo se facilitan nuevas posibilidades para la diversificación productiva. En las zonas de colonización en la elección de cultivos también influyó el pequeño tamaño inicial de los lotes, que exigía una mayor intensificación aunque

no fue siempre posible. A ello se añadía el tutelaje que el Instituto Nacional de Colonización realizaba en cuanto a las producciones más interesantes en relación a las expectativas que había creado el Estado con la puesta en riego de estas zonas. Progresivamente los factores de rentabilidad y productividad repercuten más en la ocupación del suelo. De tal forma que cultivos más rentables como el maíz, la alfalfa y en menor medida el arroz van tomando protagonismo. Los cereales de invierno se sustituyen de forma paulatina y se aumenta la diversificación. La evolución de los sistemas de riegos ha permitido también el impulso de estos cultivos con mayor requerimiento hídrico. Otros factores se añaden a estos para explicar el aumento progresivo de superficie de estos cultivos y la distribución de los usos agrícolas del regadío. Van tomando peso cuestiones como la poca disponibilidad de mano de obra que junto al mayor tamaño de las explotaciones favorecen una inclinación a cultivos muy mecanizados y menores necesidades laborales. A ello se une la influencia de las industrias instaladas asociadas a los cultivos que son mayoritariamente de piensos y forrajes y un marcado déficit de industrias agroalimentarias. Al final este hecho ha determinado en gran medida la evolución del patrón de cultivos en todo el sistema, de tal forma que el maíz y la alfalfa tienen un gran protagonismo en un paisaje que va

Gran subsolador en Sena en los años 20.

ganando en diversidad de cultivos gracias a las oportunidades que ofrece la disponibilidad de agua. Con el ingreso de España en la Unión Europea entra en escena un factor absolutamente decisivo como es la PAC (Política Agrícola Común) en la distribución de los usos agrícolas del suelo. La política de subvenciones marca la ocupación del suelo primando determinados cultivos y prácticas agrícolas incluso retiradas, de

tal forma que hacen variar las superficies dedicadas a cada cultivo, incluso algunos aparecen y desaparecen en el territorio según ayudas asociadas a dicho cultivo (lino, girasol). El protagonismo y evolución creciente de los cultivos que presentaban mejores rendimientos económicos como el maíz y la alfalfa parecían constantes, pero a partir del año 2000 se ha producido un nuevo cambio en la ocupación del suelo.


Las superficies de alfalfa y sobre todo de maíz han disminuido mientras que las de cereales han aumentado, especialmente la de cebada. Posiblemente el cambio se deba a la menor exigencia hídrica y al cambio en las subvenciones de la PAC. A pesar de todos los factores influyentes y la compleja evolución de las circunstancias socioeconómicas, los cultivos de regadío han cambiado el paisaje agrario. Los cereales tradicionales que no han desaparecido han sido progresivamente sustituidos por grandes extensiones de maíz, alfalfa y otras forrajeras. Además campos de arroz diseminados por el territorio ocupan con frecuencia terrenos salinos menos aptos para otros cultivos. A ellos se añaden cultivos industriales como el girasol y la colza y cada vez más frutales y hortalizas ocupan nuevos terrenos o sustituyen viejos usos. El viñedo se ha expandido por la tradicional zona productora del Somontano gracias a la denominación de origen y al aumento de la productividad con la puesta en regadío. Pero los cambios son continuos en los usos del suelo de regadío. El nuevo giro de usos acaecido en la última década, las diferentes previsiones realizadas sobre la evolución futura y que se han incumplido mayoritariamente y la cantidad de factores externos como son la dinámica del mercado y la evolución de la política de subvenciones de la PAC, hacen muy complejo el saber hacia dónde va a evolucio-

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nar el paisaje de cultivos en este territorio. Además se añade a esta complejidad, la coyuntura concreta de miles de explotaciones y la cierta incertidumbre que crea la disponibilidad de reservas hídricas únicamente a corto plazo. Lo único que se puede constatar es que la disponibilidad de agua para cultivos de regadío permite una mayor flexibilidad y capacidad de respuesta ante los cambios y mantiene intacto el potencial de diversificación y el incremento de la capacidad de elección productiva.

La evolución y cambios en los usos del suelo es constante y depende de muchos factores, pero el regadío aporta cierta flexibilidad a la hora de cambiar de cultivos. Lo que era hace un año una parcela de herbáceos regada con un pívot es en la actualidad una plantación de frutales con riego localizado debajo de la ermita de San Sebastián en Lastanosa.


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El objetivo principal del proyecto inicial en 1915 era asegurar la cosecha de cereales y quintuplicar su producci贸n gracias al regad铆o. La distribuci贸n de cultivos ha cambiado aunque siguen representando un alto porcentaje de ocupaci贸n.


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El maíz es el cereal de regadío por excelencia. Un cereal de verano de gran rentabilidad y que en el regadío altoaragonés consigue una de las mejores productividades de Europa. Su destino es mayoritariamente los piensos y productos amiláceos (almidones, glucosas) aunque no se excluyen otros como la alimentación humana y forraje verde para la ganadería.


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La alfalfa es considerada como uno de los mejores forrajes para alimentación de vacuno. Es muy valorada por su capacidad de fijar nitrógeno así como por su productividad y la alta calidad que se consigue en el valle del Ebro. Asociada a las deshidratadoras de la zona, es uno de los cultivos más importantes del regadío altoaragonés. Con su presencia verde durante casi todo el año (se realizan entre 5 y 6 cortes anuales), marca cromáticamente el paisaje de regadío.


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El arroz es un cultivo que al estar con agua to­ do el ciclo vegetativo contribuye a lavar sales. Por ello es muy útil en la zona ya que permite utilizar los suelos más salinos que no admiten otro tipo de cultivo. Es por ello que la superficie cultivada de arroz permanezca bastante constante. Los campos encharcados aportan una de las estampas más peculiares del sistema regable y es frecuente ver aves acuáticas en los arrozales.


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El viñedo es un cultivo marginal en la mayor parte del territorio pero dominante en la zona del Somontano gracias a la Denominación de Origen. Es uno de los productos con mayor valor añadido y además se asocia con la industria vitivinícola local. La puesta en regadío ha colaborado a regularizar las producciones. Las zonas de viñedo crean un paisaje agrario especialmente atractivo que con la modernización de los viñedos se ha transformado en un paisaje dominado por el orden geométrico dibujado por las líneas de las viñas en espaldera.


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Todo tipo de forrajes (festuca, trébol, raigras, esparceta) se cultivan en todo el sistema principalmente para alimentación del ganado vacuno. Un cereal en expansión cultivado sobre todo para ensilaje es el triticale (cruce entre trigo y centeno). Al igual que la alfalfa, los forrajes ayudan a mantener casi permanente el manto verde frecuentemente con su color los límites del espacio de regadío.


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Cultivos industriales como el girasol y la colza han oscilado mucho su presencia en el territorio porque su cultivo dependĂ­a de las subvenciones comunitarias. Dentro del paisaje del regadĂ­o aportan un contraste de color con sus vivos tonos amarillos en un entorno principalmente verde.


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Los frutales no han sido un cultivo tradicionalmente extendido en el Sistema por falta de tradición y sobre todo de industrias o canales de comercialización asociados, pero cada vez se van extendiendo en explotaciones modernizadas con riego por goteo. Son cultivos de gran productividad que necesitan de mucha mano de obra para realizar tareas durante gran parte del año pero especialmente en la época de recolección. En las fincas de frutales localizadas dentro del sistema se puede encontrar todo tipo de variedades, desde las tradicionales de hueso y pepita a otras más novedosas como el kiwi.


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Otros cultivos leñosos de más tradición como el olivo y el almendro se continúan cultivando asegurando y aumentando la productividad gracias al riego que se hace mediante goteo.


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Cultivo y recolección de guisantes para conserva. Un modelo de una agricultura cada vez más común sobre todo con determinados cultivos de hortalizas donde la conservera se suele encargar de la recolección para su llevada inmediata a las fábricas transformadoras.


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Distintas hortalizas se cultivan dentro del sistema aprovechando las posibilidades que aporta el agua que permite diferentes formas de cultivo y riego. En las fotos, invernaderos con hortalizas, fresas y frambuesas. Campo de tomate con riego por goteo y recolecci贸n de cebolla en un campo regado por aspersi贸n.


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El regadĂ­o posibilita la diversidad de cultivos que crean diferentes mosaicos vegetales de gran vistosidad. En la panorĂĄmica inferior podemos observar multitud de cultivos diferentes y entre ellos un gran campo de cebollas con cientos de trabajadores recolectando entre las torres de cajas de 300 kg que deben ir llenando.


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MECANIZACIÓN DEL CAMPO Los procesos de concentración parcelaria extendidos durante estos años por la mayoría de los municipios del sistema generan un espacio agrario mucho más apto para la optimización de los recursos. La regularidad de las parcelas y su mayor tamaño facilitan enormemente la Labrando un campo con un tiro de mulas. 1925.

mecanización de las diferentes labores agrícolas. Teniendo en cuenta la poca disponibilidad

Labores con la trilladora en los años 20.

de mano de obra y la necesidad de mucha superficie para asegurar la viabilidad económica

Labores agrícolas mecanizadas en los años 20.

de la explotación, es lógico que la orientación del tipo de cultivos en el territorio de Riegos del Alto Aragón al igual que en toda la región, haya ido hacia aquellos con altas posibilidades de mecanización. En las explotaciones agrícolas del Sistema de Riegos del Alto Aragón se ha ido acopiando un interminable catálogo de maquinaria especializada en las diferentes tareas agrícolas que

y herramientas como el trillo, la hoz, el arado

hacen posible trabajar más extensiones y en

tradicional, las segadoras o las aventadoras, al

menos tiempo, lo que permite compatibilizar

igual que la realización de labores con tracción

y complementar con otras actividades como la

animal. Ahora la actividad en los campos de

ganadería.

regadío aporta otro tipo de escenas. Los movi-

Es un proceso que se intentó desde los años

mientos de los agricultores con su maquinaria

50 pero que se intensificó a partir de los años

por todos los campos de regadío, siguiendo

70, hasta tal punto que ahora es una de las

trayectos mil veces trazados, son la constante

características de la agricultura del regadío al-

estampa del paisaje agrícola que rezuma plena

toaragonés. Se puede considerar que la evolu-

actividad en comparación con la mayor sole-

ción ha sido rápida. La escasa distancia tempo-

dad silenciosa del secano.

ral en la mayoría de los cambios nos la aporta el hecho de que actuales agricultores usuarios habituales de la técnica y maquinaria más moderna, han conocido y visto en uso útiles


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80 a単os de diferencia y una misma actividad, las demostraciones de maquinaria.


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La alta mecanizaci贸n es una de las caracter铆sticas del territorio de riegos del Alto Arag贸n. Abarcan todo tipo de labores agr铆colas.


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Finca con frutales con protección de malla en las cercanías del Somontano. Poco a poco va aumentando la superficie de cultivos de mayor rentabilidad como son los frutales. Se van localizando por todo el territorio pero especialmente en las zonas más cercanas al Cinca, de mayor tradición frutícola y cercanas a centros de almacenaje y comercialización.


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06 SISTEMAS DE RIEGOS y modernizaci贸n de regad铆os

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SISTEMAS DE RIEGO COMO ELEMENTOS DEL PAISAJE

ES En toda la prolongada andadura de la puesta en regadío de este extenso territorio, los diferentes sistemas para aportar el agua a los cultivos han ido cambiando y siguen haciéndolo en busca de una mayor eficiencia. A lo largo y ancho del sistema existen gran variedad de métodos de riego. Muchos de ellos se convierten en protagonistas del paisaje por su impacto y capacidad de transformar el territorio. Se puede ver como persisten antiguas prácticas pero también avanzan otras nuevas que son características de lo que se denomina “modernización de regadíos”.

imprescindible para la formación de los grandes sistemas de riego la realización de grandes obras hidráulicas que sirvan tanto para el almacenaje como para el transporte del agua. Luego hay que ir acercando dichos caudales a los terrenos de cultivo mediante las redes jerarquizadas de canales y acequias hasta llegar a la parcela, donde definitivamente se aporta agua para el óptimo desarrollo de los diferentes cultivos. Es el último eslabón de esta larga cadena que empieza a kilómetros de distancia en los embalses y culmina en la parcela de cultivo. Esta última y definitiva acción se puede realizar de diferentes formas según la tipología de sistema de riego que se utilice. Más adelante veremos su evolución en el tiempo en este territorio.

Ahora veamos brevemente cómo son estos sistemas de riego y la implicación paisajística de sus elementos. Los componentes que pueden tener cierta implicación visual son las propias infraestructuras del sistema, la parcela con sus formas y texturas y la presencia del agua. Los sistemas de riego se dividen principalmente en riego por gravedad, por aspersión y localizado. Todos tienen ventajas e inconvenientes y la elección de uso depende de factores como la capacidad técnica y económica del momento, pero también del tipo de cultivo que se pretende regar, la edafología o la topografía del terreno. El riego por gravedad, también denominado riego por superficie, riego a manta, riego por inundación o riego a pie, se caracteriza por regar el suelo mediante una capa de agua que fluye por gravedad por la parcela. Tiene como principal ventaja la sencillez de uso pero, sobre todo, sus escasas necesidades energéticas y bajos costes en instalación, infraestructuras y mantenimientos. Frente a otros sistemas tiene la desventaja de que su eficiencia de riego es menor. Además se suelen requerir nivelaciones del suelo y puede ocasionar diferentes problemas en el terreno y en el cultivo (inundación, salinización, pérdida de nutriente, apelmazamientos del suelo, erosión).

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Aspersor con maíz en la zona de Monegros tramo III.


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Actualmente vemos este tipo de riego en los campos de arroz, que requieren obligatoriamente de este sistema por estar permanentemente inundados. Son más de 5.000 hectáreas de arroz las que se cultivan de media en todo este territorio. También el riego a pie se mantiene después de tantos años asociado a otros cultivos, en algunas de las zonas que fueron pioneras en la puesta en riego como la Violada. En estas zonas y en otras dispersas por el sistema, aunque cada vez más escasas, podemos ver las infraestructuras y elementos asociados a este tipo de riego. Tajaderas y arquetas, viejas canaletas y tuberías de hormigón rodeando pequeñas parcelas niveladas, formando con frecuencia bancales. Láminas de agua a veces aprovechadas por las aves que aparecen y desaparecen según el momento del riego. Todo ello conforma un paisaje específico que durante años ha sido característico de las zonas de regadío pero que está desapareciendo, sustituidas por otras modalidades de riego que, entre otros cambios, implican un reflejo en el paisaje diferente. El riego por aspersión se caracteriza porque el humedecimiento del suelo se produce mediante la aplicación del agua en el aire como lluvia simulada buscando que la distribución sea homogénea y el suministro de agua eficiente. Comprende una gran variedad de sistemas de riego, fijos y móviles. Las coberturas fijas ente-

Campo de frutales regados a manta en El Temple.

rradas y los autopropulsados con extremo fijo tipo pívot son los más frecuentes. Estos sistemas cada vez se están utilizando más ya que consiguen mayor eficiencia de agua al provocar menos pérdidas, permite la automatización y flexibilidad en las frecuencias de riego así como el control de las dosis aplicada, tanto de agua como de nutrientes y fitosanitarios, ya que se pueden incorporar simultáneamente.

Otras ventajas añadidas es que la mano de obra requerida es escasa y no son necesarias las nivelaciones. Como aspectos negativos se pueden señalar los problemas de pérdidas por evaporación y arrastre por el viento. Aunque su mayor desventaja son los costes de la instalación inicial y sobre todo los energéticos por las necesidades de bombeo. En el territorio de Riegos del Alto Aragón, el riego por aspersión con sus diferentes variedades es el que predomina, extendiéndose por la gran mayoría de las comunidades de regantes. Tanto pívots como aspersores, regando con sus corti­nas de agua y lluvia simulada, se hacen notoriamente visibles en un paisaje al que caracterizan y definen. Inmediatamente los asociamos con el nuevo regadío en contraste con el secano circundante o los regadíos tradicionales o sin transformar. Vinculado a este tipo de riego aparecen nuevos elementos entre los campos de re­gadío como las balsas, las casetas y estaciones de bombeo, hidrantes y tuberías de riego. El riego localizado también es un riego presurizado que humedece el suelo de forma frecuente y regular, mediante tubos porosos de polietileno a baja presión. Pueden ir enterrados o superficiales con microaspersores o goteros. Estos, denominados riego por goteo, son los más frecuentes. Es un sistema que logra grandes eficiencias de riego y de gran uniformidad

de reparto, especialmente idóneo para regar cultivos leñosos permanentes y hortícolas de alto valor. Un obstáculo para su instalación son los costes. Su localización es bastante dispersa, y se utiliza en aquellas zonas en las que se ha optado por el cultivo de frutales u otros leñosos (almendro y olivo) y en sitios puntuales con hortalizas (aire libre e invernadero). Pero principalmente es un sistema utilizado en los viñedos del Somontano. El agua permanece “invisible” discurriendo por los pequeños tubos de polietileno que recorren las hileras y caballones de los cultivos. Solo determinadas infraestructuras como las balsas asociadas, los hidrantes y casetas de bombeo, nos delatan estar en un paisaje de agua y regadío.


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Cada vez quedan menos hectรกreas con riego a pie. Solo en arrozales como los situados en la Comunidad de Las Almรกcidas al lado del canal de Terreu (foto superior derecha) y en algunas comunidades como Llanos de Camarera (fotos inferiores).


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El sistema de riego por aspersi贸n es, en estos momentos, el mayoritario en Riegos del Alto Arag贸n.


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Las grandes parcelas en los amplios y fĂŠrtiles llanos de la comunidad de Lasesa son los terrenos ideales para la instalaciĂłn de grandes pĂ­vots de riego.

Brazo regador en Monte Cajal.


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El riego por goteo se realiza de forma frecuente y se caracteriza por su alta eficiencia y uniformidad en el riego. Es ideal para los cultivos le単osos como los que se ven en las fotos, donde podemos encontrar pies de frutales, frutales con balsa de riego, vi単a y kiwis.


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EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS DE RIEGO En los inicios de la puesta en regadío no se contemplaba la elección del sistema. Se usa el riego por gravedad emulando a los usos del regadío tradicional de las pequeñas vegas y huertas dentro del sistema de riego, pero adaptándolas a un nuevo territorio en expansión. Ello supuso el consiguiente aprendizaje de las técnicas de riego y solucionar los diferentes problemas que iban surgiendo como la escasez de las dotaciones, la pérdida de horizontes fértiles por la realización de nivelaciones erróneas sin capaceo y los encharcamientos por la falta de planificación de drenajes. Solventados los inicios difíciles y una vez superada la sensación de acción negativa del regadío, se fue dominando un sistema de riego, en principio sencillo. Desde finales de los 50 y sobre todo a partir de los 60 se empieza a tener conciencia de las bondades y ventajas de los riegos por aspersión que se vienen utilizando en la desarrollada agricultura norteamericana. Inicialmente solo como solución de riego en los terrenos que por su alta pendiente no admitían la nivelación. El cambio de tipo de riego, desde el más utilizado y extendido como es el riego superficial, al riego por aspersión es impulsado por diversos factores y circunstancias que van consolidando ese interés

por los sistemas presurizados. El riego por aspersión es una apuesta por la mecanización del riego, en coherencia con otros procesos de mecanización de labores agrícolas ya iniciados. Esta cuestión es importante si se tiene en cuenta la escasez y coste de la mano de obra y la dureza y pesadez de los trabajos manuales de riego. A ello se añade una apuesta por la optimización del agua y el uso razonable de ella. Cada vez es mayor la competencia en la demanda de agua, sobre todo con los usos urbanos y otros sectores como la industria. La política desarrollista industrial marca una preferencia de inversiones y usos del agua hacia la industria, propiciando ciertas posturas que subrayan el excesivo consumo de agua del sector primario y deja entrever las ineficiencias del riego y por consiguiente de los usos del agua. Así que poco a poco se va optando por abandonar el sistema tradicional e instalar el riego por aspersión. A partir de los años 70 se inicia el uso de sistemas de riego a presión principalmente en las nuevas explotaciones que se van incorporando al sistema regable. Aunque hace tiempo que se conocían y divulgaban las grandes ventajas del riego a presión, solo es partir de las nuevas transformaciones en los años 70 cuando se comienzan a instalar equipos presurizados. No hay que olvidar que aunque el interés es grande, también son los costes e inversiones necesarias.

El propio sistema por aspersión tiene muchas tipologías que han evolucionado en el tiempo. Normalmente se van sustituyendo, buscando una mayor efectividad en el riego con menor trabajo. Se va produciendo una evolución desde una relativa sencillez de los sistemas a una mayor complejidad, con automatización y alto nivel tecnológico del control del riego. Al principio, como requerían una menor inversión, se usaron dispositivos de aspersión móviles en los que, para regar cada zona de la parcela de forma manual,

Zona del primer tamo de canal de Monegros: acequia para riego a pie de las parcelas de cultivo.


se cambian de posición tanto los tubos como los aspersores. Pero el coste de cambiar tubos es muy alto y no se puede automatizar. A lo que se une los problemas de fugas en los acoples. Posteriormente se introdujeron las ruedas de riego, que redujeron el trabajo necesario para regar, y también se fueron incorporando los trineos y los grandes cañones viajeros, y como sistema fijo los grandes brazos regadores. Aunque todavía es posible encontrar gran variedad de tipologías, desde hace unos años la tendencia predominante para cultivos herbáceos son los pívots y las coberturas fijas enterradas. Actualmente son las dos tipologías más instaladas en el sistema de riegos del Alto Aragón. Ambas se pueden automatizar y la elección depende de varios factores, como la inversión a realizar y el tamaño y forma de la parcela. El número de las superficies regadas por sistemas presurizados va aumentando. Las nuevas transformaciones en regadío se realizan principalmente con este sistema a la vez que progresivamente se va sustituyendo en las antiguas parcelas de riego a pie. Todo el proceso de transformación en regadío ha sido lento pero la implantación de los nuevos sistemas se ha acelerado notablemente, aumentando en los últimos años con la instalación de unas infraestructuras de riego a presión más

modernas y con funcionamiento a la demanda. Hasta finales de los años 90 aproximadamente el 70% de la superficie de Riegos del Alto Aragón se regaba por superficie. En la actualidad se ha dado un claro giro a esa situación y más del 75% de las hectáreas se riegan con sistemas presurizados. De un paisaje de pequeñas parcelas, niveladas y frecuentemente en bancal con canaletas y tajaderas, se ha pasado a un territorio menos compartimentado, con grandes parcelas con balsas, estaciones de bombeo, hidrantes, pívots y cientos de aspersores regando de forma automatizada.

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Cambio del parcelario y del sistema de riego cerca de Tramaced entre el año 2006 y el 2012. Pequeñas parcelas regadas a pie han pasado a grandes parcelas regadas por aspersión (fija enterrada y pívot).


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Testigos del pasado: las tajaderas, tubos, trineos, ruedas y otros elementos de riego tradicional, cada vez son mĂĄs difĂ­ciles de encontrar como parte del paisaje a medida que avanza la modernizaciĂłn de regadĂ­os.


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M谩ximo exponente de los sistemas de riego modernos, el riego por aspersi贸n dibuja las grandes parcelas y el goteo sacia de manera eficaz los cultivos le帽osos. En la foto inferior izquierda podemos ver diferentes coberturas de riego por aspersi贸n en las inmediaciones de Monte Cajal bajo el embalse de Las Fitas y en la foto superior derecha los aspersores fijos riegan en la zona de Bujaraloz.


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MODERNIZACIÓN DE REGADÍOS

Pívots a la espera en las inmediaciones de Tramaced. Como medida de eficiencia frente a las pérdidas por el viento se alargan los tubos de los difusores para acercar el agua al cultivo nascente.

La evolución de los sistemas de riego en este territorio culmina con el proceso de modernización de regadíos iniciado a finales de los años 90. Se puede decir que se inaugura una nueva etapa en la larga trayectoria de implantación del regadío en este territorio. Y a pesar de ser una obra secular, el espíritu de capacidad de adaptación al contexto económico presente pervive y se apuesta decididamente por este proceso. Esta transformación que, para simplificar, convencionalmente se denomina modernización de regadíos, ha partido de la propia necesidad y motivación de los agricultores. Fue propuesta e impulsada en muchos aspectos por el activismo dinamizador del Centro de Estudios Técnicos Agrarios “Monegros” y las comunidades de regantes más activas. Eran los primeros años 90 y desde entonces ha sido apoyado en aspectos técnicos, legislativos y de financiación por la administración central y autonómica. Esta inversión en la modernización está suponiendo un gran esfuerzo para los regantes ya que la comunidad de regantes acomete la modernización de sus sistemas de distribución y regulación interior (conducciones, balsas, bombeos, sistemas de control, etc.) y el regante debe asumir los costes de “amueblar” sus parcelas. Desde la Administración se ha contemplado está transformación a través de

directrices en el Plan Nacional de Regadíos y más recientemente con acciones del Plan de Choque de Modernización (Real Decreto 287/2006, de 10 de marzo). En Aragón se realiza la transformación gracias a SEIASA cuando se trata de obras de interés general y SARGA con apoyo a comunidades de regantes que firman acuerdos íntegramente. La Administración apoya estas propuestas de transformación y modernización para hacer un sector agrario más productivo y competitivo a la vez que se busca fortalecer su capacidad para afrontar en buenas condiciones tanto la competencia por el uso del agua con otros sectores como las posibles restricciones medioambientales. La modernización no significa un simple cambio en el sistema de riego para mejorar su eficiencia, sino también una completa reestructuración tecnológica. Ello conlleva múltiples implicaciones como la optimización de la mecanización, el ahorro de agua, las mejoras ambientales, la diversidad productiva y también la calidad de vida. Este factor de “rentabilidad social” no se cuantifica pero el cambio hacia la automatización del riego y una gestión moderna suponen una mejora del bienestar del mundo rural del regadío. La mayoría de las acciones van encaminadas a cumplir el objetivo principal que es el incremento de la productividad agraria. En un futuro podemos asistir a una creciente diversificación de la produc-

ción tendente a buscar esa mayor productividad y rentabilizar las fuertes inversiones realizadas. Además no se excluye el intento de conseguir otras metas como la mejora en la calidad de la distribución y aplicación del agua, conseguir un sistema respetuoso con el medio ambiente, utilizar avanzados sistemas de telegestión y control y además elevar el nivel tecnológico y de conocimiento para una gestión profesional de todas las labores agrícolas. Las primeras comunidades en volcarse en esta nueva etapa de modernización de su territorio fueron La Campaña, el Sector VIII de Monegros, Val de Alferche, Almudévar y San Juan. Desde Poleñino, donde fueron pioneros en la concentración parcelaria y en el interés por la modernización, definían gráficamente el cambio a rea­lizar: ”pasar de la canaleta al aire libre a la tubería enterrada y el riego por aspersión”. La zona regable de Riegos del Alto Aragón está modificándose por completo. La apuesta decidida de las comunidades de regantes del sistema de Riegos del Alto Aragón por la modernización es clara y contundente y en los últimos años se ha acelerado notablemente. A finales de los 90 el 70% de la superficie de Riegos del Alto Aragón se regaba por superficie con infraestructuras de baja eficiencia, con tiempos prolongados de riego y consumos excesivos, a lo que se añadía el problema de un parcelario muy compartimentado.

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Almudévar fue una de las primeras comunidades en realizar la modernización de regadíos. Con la acequia de la Violada al fondo, podemos observar nuevos elementos que configuran los nuevos regadíos como la caseta de telecontrol que permite el riego automatizado.

En la actualidad más del 75% de la superficie regable está modernizada, bien porque la ha realizado en el actual proceso, bien porque la realizó al transformarse en regadío. Todo el sistema está en continua mejora y modernización en un proceso de inexorable evolución. La puesta en regadío es una acción prolongada en el tiempo y el mantenimiento y mejora de todos los elementos del sistema no se detiene. Se desarrollan acciones de modernización y mejoras de infraestructuras de distribución con revestimientos, impermeabilizaciones y aumento de capacidades. Además de la mejora global del sistema con la instalación y sustitución de tuberías, balsas de regulación y nuevos desagües. Todas estas realizaciones y transformaciones tienen un reflejo en el paisaje. Con

las actuaciones y cambios que se realizan en las infraestructuras aparecen nuevos elementos en el paisaje y desaparecen o transforman otros. Hay un proceso de cambios generalizados en las conducciones. A las mejoras de los canales se une la renovación de las acequias antiguas. Acequias de tierra y prefabricadas de hormigón se sustituyen por tuberías a presión que permiten suministrar agua a la demanda. Se construyen balsas de regulación interna que aumentan la flexibilidad y posibilitan el aporte de la máxima cantidad de agua en el menor tiempo. Ello conlleva la construcción de estaciones de presión. También se pueden constatar cambios en el parcelario ya que, asociada a la modernización, se han ido realizando

procesos de concentración parcelaria, lo que proporciona una optimización del sistema de riego. Gracias a ello se evitan las pérdidas de productividad debidas al exceso de parcelación. Ello ha tenido su reflejo en el paisaje ya que cada vez más dominan las grandes parcelas debido a la eliminación de la antigua compartimentación, que hacía costosa la mecanización y dificultaba la instalación de determinados sistemas de aspersión tanto fija enterrada como de pívots móviles. Se reducen las tomas en parcela, el número de hidrantes y toda la red de distribución. Con la generalización de los sistemas de telecontrol y de automatización de las redes, se elimina el riego a turnos y aparecen repartidas por el parcelario las casetas con antena y baterías fotovoltaicas.

Los resultados empiezan a ser visibles en la mayoría de los campos, donde ahora domina el riego por aspersión en parcelas de mayor tamaño. Se modela un nuevo paisaje caracterizado por los verdes llanos salpicados de tubos porta aspersores entre los que se intercalan grandes parcelas circulares y semicirculares con pívots autopropulsados regando. Al final todo el proceso de modernización de regadíos está volviendo a cambiar un paisaje que creíamos ya transformado. Marca una nueva etapa en esa dinámica constante en los cambios del paisaje, que empieza a ser una propiedad intrínseca de este paisaje humanizado del nuevo regadío.


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La evolución de los tipos de riego es continua pero se ha impulsado definitivamente con los procesos de modernización de regadío. En las ortofotos se puede apreciar la radical transformación ocurrida entre el año 2006 y el 2012 en gran parte del sistema como este caso, en

el canal de Monegros (La Sarda, entre Robres y Cantalobos). Aparece la balsa como pieza fundamental para el nuevo sistema de riego que es por aspersión fija en parcelas que han aumentado notablemente de tamaño.


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Múltiples actuaciones se realizan y definen el proceso de modernización de regadío. Se construyen balsas de regulación interna como la de La Corona junto al canal del Cinca (foto superior izquierda) y en Val de Alferche junto al canal de Terreu (foto inferior izquierda). Se

entuban canalizaciones para distribuir mejor el agua para el riego a presión (foto Canal de Terreu). Finalmente en la parcela se instalan sistemas enterrados de aspersión. Ejemplos en Selgua (foto superior) y en Alberuela de Tubo (foto inferior).


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Sistemas de riego característicos de la modernización y del nuevo paisaje de regadío que se está generando. Riego por goteo en frutales (Villanueva de Sijena), cobertura fija de aspersión (entre Pomar de Cinca y Monesma) y difusor colgante en invernadero (Capdesaso).


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P铆vot en las inmediaciones de la estaci贸n de ferrocarril de Selgua. En el extremo final del pivot un ca帽贸n aprovecha su potencia para alcanzar la mayor superficie posible.


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07 NUEVOS NÚCLEOS de población

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CON Uno de los cambios en el paisaje más relevantes y excepcionales es la implantación en el territorio de nuevos núcleos de población asociados a la puesta en regadío de tierras baldías y de secano. Entre los años 50 y 70 del pasado siglo, se crearon pueblos e instalaron colonos con lotes de tierra para sacar adelante los nuevos espacios puestos en regadío. Son un total de 15 núcleos localizados en la Violada y en la zona Flumen-Monegros que modificaron claramente el paisaje anterior con su particular diseño urbanístico y con la puesta en regadío en pequeños lotes de los terrenos circundantes a cada nuevo núcleo.

anterioridad al proceso de creación de los pueblos de colonización se construyó un nuevo asentamiento de población. Se trata de la colonia de Tormos, en el municipio de Alcalá de Gurrea, construido a la vez que se iniciaba el embalse de La Sotonera. En la actualidad sigue en pie a pesar de todos los avatares históricos por los que ha pasado en sus menos de cien años de existencia. La colonia de Tormos se construyó en los años veinte para acoger a la gran cantidad de trabajadores que participaban en las primeras obras del plan de Riegos del Alto Aragón. Los embalses de La Sotonera y Ardisa y el primer tramo del canal de Monegros eran las obras hidráulicas que inauguraban el ambicioso plan aprobado en 1915. Las grandes dimensiones y magnitudes de las construcciones e infraestructuras proyectadas exigieron una gran

cantidad de mano de obra, que vino tanto del entorno próximo como de todas partes de España. En estos años iniciales de ilusión constructiva y fuerte idealismo en la esperanza regeneradora del país, a través del regadío y los progresos técnicos, se fue levantando un auténtico pueblo con albergues para los obreros y viviendas para los trabajadores (personal especializado como maquinistas, fogoneros, carpinteros, conductores, electricistas) y sus familias. Se agruparon las casas en barrios donde se localizaban además numerosos edificios como los talleres, las escuelas, la iglesia,

29 de octubre de 1928. Iglesia de la colonia de Tormos.


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la cooperativa de consumo, los puestos sanitarios, las oficinas de los ingenieros, el cuartel de la Guardia Civil, el matadero, los bares y el club social-teatro. De tal forma que en el momento de mayor actividad constructiva había cerca de 2.000 personas trabajando en las obras, muchas de las cuales vivían en la colonia. Se alcanzaron niveles de servicios y comodidades sociales dignos de una ciudad y muy diferentes de los que había en el entorno rural próximo. Durante la construcción del embalse, se prestó especial interés a los servicios de atención sanitaria, debido a los problemas bastante frecuentes de paludismo. Para hacernos la idea del impacto que tuvo en la época la construcción de la colonia y la impresión visual que dejaba, una buena forma es retomar las palabras de Manuel Casanova, enviado especial de El Diario de Huesca al viaje que en 1922 se organizó a las obras de Riegos del Alto Aragón para un grupo de periodistas entre los que también se encontraba Ramón J. Sender: “Reflexionamos entonces en la importancia de esta obra preliminar inapreciada, de abrir caminos, construir kilómetros de ferrocarril, edificar albergues y viviendas, tender una red de líneas telefónicas, instalar cooperativas y puestos sanitarios, fundar escuelas, llevar, en suma, los beneficios de la civilización a la huérfana llanura desolada, y pensamos que tal obra, por sí, aunque no fuese un medio de llegar

Celebración del Día del Árbol en la colonia de Tormos en 1928.

Barrio de la Cierva en la Colonia de Tormos en 1922.

al riego tan anhelado, merecería ya todos los elogios”. Con la finalización de las obras, la mayoría de los habitantes se trasladaron, algunos a localidades cercanas, otros se establecieron en los nuevos pueblos de colonización y continuaron de esta forma con la nueva ocupación humana del territorio vacío, que habían inaugurado probablemente sus padres con su llegada a Tormos. Algunos barrios se derribaron y otros edificios los mantiene la Confederación Hidrográfica del Ebro, pero todavía queda huella de lo que fue un pueblo

levantado hace menos de cien años, con una arquitectura y diseño urbanístico singular, ahora rodeado de vegetación. Debemos verlo como testigo del inicio de la historia de un proceso no tan lejano que cambió el paisaje de un extenso territorio.


EL PROCESO DE COLONIZACIÓN

Vista aérea de Frula en la que se ve perfectamente la disposición del núcleo con su cinturón de bosquete de pinos y rodeado de los terrenos de cultivo con su característica disposición de pequeñas parcelas niveladas. Agosto de 2013.

Mucho se ha escrito sobre todo el proceso de colonización en las grandes zonas regables de España. Textos, tesis, historia, testimonios de los colonos, impactos socioeconómicos, implicaciones sociopolíticas, análisis críticos sobre sus logros y fracasos. Opiniones y balances sobre el proceso colonizador, su evolución y resultados, que abarcan un amplio espectro de valoraciones que oscilan desde una muy positiva como continuidad del credo triunfalista oficial, a críticas descalificadoras a toda la transformación precisamente por la tutela del proceso por el régimen franquista. En estas líneas solo se pretende aportar cierta información sobre el proceso y mostrar la gran transformación territorial que ha supuesto la creación de nuevos poblados. La creación de nuevos asentamientos de población en el territorio de Riegos del Alto Aragón se encuadra en un proceso más amplio de colonización de las grandes zonas regables que tenían como objetivo la transformación en regadío para mejorar la productividad. A ello se le añade un objetivo social ya que se planifica la instalación, en los nuevos territorios de regadío, del mayor número de familias. El proceso se realizó mediante una serie de instrumentos normativos por el Instituto Nacional de Colonización que se encarga-

ba de la transformación en regadío, realizaba las expropiaciones de tierras y de su reparto en lotes para la creación de nuevas explotaciones familiares. Para la realización de las distintas obras se establecía una coordinación entre los ministerios de Obras Públicas y el de Agricultura, que se repartían la ejecución de las diferentes obras planificadas (hidráulicas, agronómicas y urbanísticas). El proceso de lo que podemos definir como cambio radical del paisaje en las áreas de colonización se puede describir esquemáticamente en una serie de pasos. El punto de partida son unas tierras principalmente yermas o forestales donde se crean parcelas para cultivo en regadío tras roturación, preparación y nivelación. A ello se une la construcción de las necesarias infraestructuras para la puesta en riego. El proceso culminaba con la definitiva construcción de los poblados para el asentamiento de los colonos. El aspecto inicial es desolado, artificial, incluso de apariencia irreal con su disposición regular de viviendas edificadas en un entorno en esos momentos vacío. La creación de los nuevos núcleos se justificaba por la necesidad en los nuevos terrenos de regadío de que la vivienda estuviese lo más cerca posible de los campos de cultivo. Teniendo en cuenta que cuando se iniciaron los planes de colonización eran unos años con escasa mecanización, se intentaban ubicar siguiendo lo que se

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denominaba el “módulo carro” con una separación entre pueblos de entre 5 y 7 kilómetros y una distancia máxima de 3 kilómetros de la vivienda a la parcela. La localización de los núcleos se escogía intentando que fueran el centro de actividad del regadío y a ser posible rodeados de tierras del Instituto Nacional de Colonización. Se estableció una discusión sobre la instalación de los colonos, si era más conveniente en viviendas aisladas o agrupadas en pueblos. Finalmente se impuso esta última, sobre todo en este territorio, donde solo en Monte Sodeto se llegaron a construir 12 viviendas diseminadas. En el territorio de Riegos del Alto Aragón se construyeron 16 pueblos aunque en la actualidad se mantienen solo 15 ya que Puilatos, por problemas de existencia de fallas en el terreno de yesos en el que se asentaba, tuvo que ser derruido. Los primeros pueblos fueron Ontinar de Salz (Zuera) y El Temple (Gurrea de Gállego), correspondientes a la acequia de la Violada cuya declaración de Alto Interés Nacional fue en 1944. Seguidamente, correspondiente al mismo primer tramo del canal de Monegros se construyeron Artasona del Llano, San Jorge y Valsalada, todos en el municipio de Almudévar, y Puilatos en Zuera, pero que tuvo que ser abandonado y trasladados sus habitantes y parte de las edificaciones al núcleo más cercano que era Ontinar del Salz. En el se-

Ontinar de Salz. Años 60.

gundo tramo del canal de Monegros se construyeron Frula (Almuniente) y Montesusín (Grañén) y en el siguiente tramo Orillena y Cantalobos en Lanaja, La Cartuja de Monegros y San Juan del Flumen en Sariñena. En cuanto al sector del canal del Flumen se construyeron Valfonda de Santa Ana (Torres de Barbués), Curbe (Grañén), Sodeto (Alberuela del Tubo) y San Lorenzo del Flumen (Lalueza). En el Cinca, al ser desarrollado con posterioridad, habían cambiado las circunstancias y vistos los costes y resultados de las zonas anteriores se desechó el proyecto de construir más poblados y se optó por ampliar los pueblos ya existentes. Eso a pesar de que todavía el Plan Coordinado de Obras aprobado en 1964 seguía contemplando la construcción y urbanización de 7 pueblos con terminación prevista entre los años 1967 y 1969: Odina, Cajal, Sobrarbe, Las Ripas, Val del Caudillo, Puebla de Alcanadre y Costa.

NUEVOS ASENTAMIENTOS. RADICAL CAMBIO EN EL PAISAJE Aunque a veces hubo descoordinación y retrasos entre la declaración de Alto Interés Nacional y la construcción final del pueblo, en el caso de los pueblos de colonización del sistema Monegros-Flumen se realizó básicamente en menos de 20 años, que transformaron el paisaje agrario como nunca se había hecho ni se volverá hacer y que se puede decir que supuso realmente una reorganización del espacio

rural en un intento de planificación integral del territorio. Sin entrar en valoraciones de la conveniencia o los costes económicos y sociales, debemos hacer un ejercicio de reflexión al ver estos núcleos y pensar que hace poco más de 50 años no existían. En lo que antes era un vacío ahora hay núcleos de población con una fisonomía común característica y muy reconocible, debido a ser frutos de un mismo proyecto. Ese diseño tan característico nos muestra una pauta general con esquemas urbanísticos


Plaza principal de Valfonda de Santa Ana. Años 60.

sencillos y geometrizados y edificaciones muy agrupadas. Así se crea una impresión de núcleos compactos, con espacios cerrados para la convivencia y huyendo de los espacios abiertos considerados inhóspitos. La plaza es el elemento más importante del tramado. Allí convergen las principales calles y es donde se concentran los equipamientos, comercios y edificios públicos. Se da especial relevancia a la iglesia y su alta torre, por el diseño urbanístico que desea romper las perspectivas y sobre todo para convertirlo en hito simbólico y representativo del pueblo. Un cinturón de

bosquete suele rodear el pueblo para embellecer el paisaje y como separación del espacio residencial del agrícola. Aunque se parte de un programa común, el tamaño y la impronta individual del diseño de cada arquitecto diversifican los entramados urbanos. El tamaño del pueblo se hacía en relación a la superficie en exceso del que disponía el Instituto Nacional de Colonización para repartirlos en lotes de tierra. Los más pequeños, de menos de 100 viviendas (San Jorge, Valsalada, Artasona del Llano y Cantalobos) se realizan con planteamientos urba-

nísticos más elementales y no se prevén ampliaciones. La mayoría de los núcleos de colonización se planificaron con un tamaño entre 100 y 200 viviendas. Solamente San Juan del Flumen y La Cartuja de Monegros superaron en el proyecto las 200 viviendas, lo que suponía una mayor disposición de equipamientos y posibilidades de ampliación. En cuanto a la forma de los trazados, predominan los diseños con malla rectangular como Cantalobos, La Cartuja de Monegros, El Temple, Frula, Ontinar de Salz y Orillena. Con trazado curvilíneo se pueden distinguir cuatro núcleos (Curbe, San Juan del Flumen, Valfonda de Santa Ana y Valsalada). El resto de pueblos disponen de un esquema formal mixto entre rectangular y curvilíneo (Artasona del Llano, Montesusín, San Jorge, Sodeto y San Lorenzo del Flumen). En todos estos trazados la pieza fundamental, que es la plaza, se dispone

según los esquemas tradicionales como cruce de vías principales. Destacan por su gran tamaño y mayor diferencia formal respecto a las otras las de Curbe y San Lorenzo del Flumen. Posteriormente cada pueblo ha tenido una evolución específica aumentando su diferenciación respecto al modelo en inicio homogéneo.

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Fotos de diferentes nĂşcleos de colonizaciĂłn: aĂŠrea y detalle de casco urbano de Valsalada; vista general de Artasona del Llano con la sierra de Guara al fondo; detalle de La Cartuja de Monegros; vista general de Curbe. 2013-2014.


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Comparativa entre las fotografías aéreas de 1927 y de 2012 (el año se refiere aproximadamente a la instalación de colonos ya que la fecha de finalización de las obras suele ser mucho anterior).

Ontinar de Salz (Zuera) Zona: La Violada Año 1946 N.º de viviendas proyectadas: 126 Arquitecto: José Borobio Población (2013): 790

El Temple (Gurrea de Gállego) Zona: La Violada Año 1953 N.º de viviendas proyectadas: 175 Arquitecto: José Borobio Población (2013): 428

Artasona del Llano (Almudévar) Zona: Monegros Tramo I Año 1956 N.º de viviendas proyectadas: 53 Arquitecto: José Borobio Población (2013): 72


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San Jorge (Almudévar) Zona: Monegros Tramo I Año 1957 N.º de viviendas proyectadas: 63 Arquitecto: José Borobio Población (2013): 134

Valsalada (Almudévar) Zona: Monegros Tramo I Año 1957 N.º de viviendas proyectadas: 67 Arquitecto: José Borobio Población (2013): 122

Frula (Almuniente) Zona: Monegros Tramo II Año 1958 N.º de viviendas proyectadas: 125 Arquitecto: Antonio Barbany Población (2013): 352


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Montesusín (en un principio llamado Rabasal) (Grañén) Zona: Monegros Tramo II Año 1958 N.º de viviendas proyectadas: 125 Arquitecto: Antonio Barbany Población (2013): 213

Cantalobos (Lanaja) Zona: Monegros Tramo III Año 1964 N.º de viviendas proyectadas: 61 Arquitecto: Jesús Beltrán Población (2013): 94

La Cartuja de Monegros (Sariñena) Zona: Monegros Tramo III Año 1968 N.º de viviendas proyectadas: 214 Arquitecto: Jesús Beltrán Población (2013): 287


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Orillena (Lanaja) Zona: Monegros Tramo III Año 1966 N.º de viviendas proyectadas: 121 Arquitecto: José Borobio Población (2013): 238

San Juan del Flumen (Sariñena) Zona: Monegros Tramo III Año 1966 N.º de viviendas proyectadas: 229 Arquitecto: Antonio Barbany Población (2013): 355

Curbe (en un principio llamado Corbaz) (Grañén) Zona: Flumen Año 1963 N.º de viviendas proyectadas: 170 Arquitecto: Javier Calvo Población (2013): 202


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Sodeto (en un principio llamado Monte Sodeto) (Alberuela del Tubo) Zona: Flumen Año 1966 N.º de viviendas proyectadas: 106 Arquitecto: Santiago Lagunas Población (2013): 217

San Lorenzo del Flumen (en un principio llamado Monte Tubo) (Lalueza) Zona: Flumen Año 1963 N.º de viviendas proyectadas: 166 Arquitecto: Alfonso Buñuel Población (2013): 358

Valfonda de Santa Ana (Torres de Barbués) Zona: Flumen Año 1957 N.º de viviendas proyectadas: 111 Arquitecto: Antonio Barbany Población (2013): 245


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San Lorenzo del Flumen. Se aprecia el característico diseño urbanístico realizado por el Instituto Nacional de Colonización. En la parte exterior rodea al pueblo un cinturón forestal con la intención de embellecer el entorno. En las inmediaciones del núcleo se distinguen los pequeños huertos familiares así como el parcelario compuesto por los pequeños lotes de tierra. En el núcleo, de marcado trazado ortogonal, las calles principales confluyen en la plaza central y centro de convivencia del pueblo y dominada, como en todos los núcleos de colonización, por la gran torre de la iglesia. Vías y calles de circunvalación terminan de configurar el plano de la población. 2014.


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08 IMPACTOS ASOCIADOS

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IMPACTOS EN EL MEDIO NATURAL

EN La puesta en regadío y la disponibilidad paulatina de un recurso como el agua ha generado determinados impactos en el medio natural y en la potenciación y desarrollo de las actividades ganaderas y agroindustriales. Todo ello también tiene sus implicaciones en la composición final del paisaje de Riegos del Alto Aragón.

los capítulos precedentes se ha mostrado como las diferentes acciones de construc­ ción de infraestructuras y transformación agraria han creado elementos, que al final se han reflejado en el territorio, configu­ rándolo y dándole un carácter propio al nuevo paisaje de regadío. Todo el pro­ ceso ha generado una serie de impactos en el medio natural. Además, hay otros elementos como las explotaciones gana­ deras, las deshidratadoras, agroindustrias y bodegas que se han instalado en el terri­ torio a la vez que avanzaba el regadío y la disponibilidad de agua, complementando la economía agrícola dominante y trans­ formando también el paisaje rural. A ello hay que añadir el aprovechamiento eléc­ trico de los caudales principales del siste­ ma mediante centrales hidroeléctricas de diferente capacidad.

Es común en cualquier aproximación al paisaje referente a los nuevos rega­ díos abordar casi todas las repercusiones e impactos sobre el medio natural como negativos. Algunas transformaciones del medio natural se han ido produciendo a lo largo de los años como consecuencia directa o indirecta de la puesta en regadío de tan amplio territorio. Estas modificacio­ nes afectan a la vegetación y a las aguas. El aumento de la disponibilidad de agua ha supuesto en un área mayoritaria­ mente árida una gran oportunidad de po­ sibilidades de vida que muchas especies animales no han desechado. El recurso hídrico ha provocado una presencia cada vez mayor de aves, pequeños mamíferos, anfibios e insectos que generan una ma­ yor biodiversidad. A pesar de la aparente homogeneiza­ ción del paisaje y eliminación de la biodi­ versidad de las zonas más áridas y menos antropizadas, se han creado manchas de vida. En los diferentes embalses construi­ dos durante estos años, además de su propia función reguladora de caudales y también avenidas, ofrecen un hábitat idóneo para multitud de aves acuáticas. Especialmente importante por el número de aves que llegan es el embalse de La Sotonera. Los arrozales suponen nuevas áreas húmedas semipermanentes proporcionan­

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La ganadería ovina extensiva, muy asociada tradicionalmente al secano, también se man­ tiene con el regadío. Tiene menos espacio pero más alimento disponible.


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do nuevo hábitat a especies de aves tanto migratorias como permanentes. La super­ ficie y distribución no es despreciable ya que de media en los últimos años superan las 5.000 hectáreas distribuidas por todo el territorio, especialmente en zonas de sustrato salino. Ello implica también otro efecto positivo ya que limpian este tipo de suelo tan perjudicial para los cultivos. Los retornos de riego vía escorrentía y desagües han supuesto modificaciones en los cursos fluviales y humedales. Un claro ejemplo es el humedal más importante de este territorio: la laguna de Sariñena, que estaba en pleno retroceso, con agua salina y lámina de agua tempo­ ral ya que se secaba frecuentemente. En estos momentos se ha perdido la saliniza­ ción y tiene una lámina permanente que ha permitido tener un orla de vegetación, peces y una rica fauna ornítica. Actual­ mente tiene la protección medioambien­ tal de Refugio de Fauna Silvestre y se ha convertido en un importante refugio de aves acuáticas y uno de los principales puntos de paso de las aves migratorias en el norte de la península. En época de estiaje los retornos apor­ tados a los cursos fluviales a veces supo­ nen la única posibilidad de caudal. Las prácticas agrícolas en el regadío han evo­ lucionado mucho. Es cada vez mayor la concienciación sobre la calidad medioam­ biental del entorno y de los cursos fluvia­ les, por lo que la calidad de estos retor­

nos es cada vez mayor. Además se han puesto en marcha interesantes proyectos medioambientales ligados a estos retor­ nos como el LIFE CREAMAGUA donde en la cuenca del río Flumen, especialmente expuesta a la presión de la actividad agrí­ cola, se ha procedido a la restauración de la vegetación de ribera y a la creación de humedales consiguiéndose mejorar la calidad del agua gracias a la reducción de nitratos y fosfatos procedentes de origen agrícola. También se ha comprobado el aumento de la biodiversidad. En el ya secular interés por conquistar terrenos para el regadío se han tenido que hacer concesiones territoriales para conservación medioambiental. En Mone­ gros II se retrasó durante años la puesta en regadío. En la actualidad está en fun­ cionamiento el regadío con restricciones de superficie tras la reserva de determina­ das zonas para la protección de las aves y el reparto del territorio entre zonas rega­ bles y protegidas. Ligado a la puesta en regadío y a los planes de colonización hubo una clara intencionalidad de cambio de paisaje, no solo por la puesta en regadío, sino por el deseo de reforestación de parte del terri­ torio. En los Planes Generales de Colo­ nización, documentos clave para la rea­ lización de los proyectos de colonización donde se marcan las diferentes obras y ac­ tuaciones, establecen dentro de las obras de interés general para la zona, las repo­

blaciones forestales en masa, bosquetes de protección en los nuevos poblados y plantaciones lineales en los caminos y co­ lectores de interés general así como en las calles de los nuevos núcleos. Dentro de las obras de interés común para los sec­ tores, se incluyen las plantaciones lineales en las redes de desagües y caminos. También se realizan repoblaciones fo­ restales como restitución y mejora del paisaje en los entornos de las obras hi­ dráulicas, tanto canales como embalses. Además de en laderas, taludes y zonas fuera de cota regable. El resultado se puede apreciar en la actualidad con las múltiples manchas de pinares que salpican todo el territorio y

cómo el cinturón arbolado que rodea cada pueblo de colonización le confiere un perfil característico.

Incentivadas por las múltiples áreas húmedas que produce el regadío como los canales de drenaje, barrancos colectores o los campos de arroz, multitud de aves se han establecido en el territorio de regadío y se benefician de determinadas labores agrícolas, como estas ci­ güeñas con el levantamiento de la tierra recién labrada o buscando alimento en el arrozal.


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Laguna de Sariñena: comparativa entre el año 1927 y el año 2012. Se puede observar como ha aumentado la superficie de la lámi­ na de agua y como ha aparecido una orla de vegetación alrededor de toda la laguna. Ante­ riormente se desecaba frecuentemente y sus

aguas eran salinas ya que en los años 70 se hizo un drenaje para evitar su expansión. En la actualidad, se mantiene el nivel constante gracias a los aportes sobrantes del riego, y a que en los 70 se hizo un drenaje para evitar su expansión.


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Cigüeñas en un arrozal.

Un ave sobrevuela la laguna de Sariñena, Re­ fugio de Fauna Silvestre, que se ha convertido en un lugar seguro para miles de aves que o invernan en ella o la utilizan como parada de descanso y alimentación en sus rutas migra­ torias.


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El impacto humano en el medio ambiente no solo es negativo. Se han realizado acciones de mejora del medio ambiente que además em­ bellecen el paisaje como las repoblaciones fo­ restales que rodean todos pueblos de coloni­ zación o proyectos de recuperación y creación de humedales que reducen los nitratos y fosfa­ tos procedentes de la actividad agrícola. En las fotografías, el pueblo de Sodeto y actuaciones del proyecto Creamagua en Lalueza (derecha) y Capdesaso (superior).


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GANADERÍA La extensión del regadío por todo el territorio y la posibilidad de disponer de agua ha supuesto de forma más o me­ nos asociada unas implicaciones en la evolución de la ganadería en la zona y ha conllevado unas consecuencias en la construcción del paisaje agrario. Visto desde hoy en día, se puede de­ cir que los antiguos proyectos y planes de transformación de regadíos y colonización pecaron en algunos casos de excesivo op­ timismo, aunque posiblemente por ello se han logrado grandes cambios y logros. En cuanto a la planificación ganadera y pre­ visiones y deseos que hacían los diferen­ tes planes ha ocurrido lo mismo. El gran objetivo de los planes de colonización en las zonas regables era huir del sistema tra­ dicional de secano y ovino para crear ex­ plotaciones al estilo centroeuropeo, con ganadería principalmente bovina para producir alimentos ricos en proteínas (car­ ne y leche) y mejorar la alimentación de la población. Se busca también que esa ganadería conviva y se complemente con la agricultura, ya que piensos y forrajes se producen y consumen en la propia explo­ tación. Entre el punto de partida de una gana­ dería ovina extensiva en pleno retroceso y el deseo final de una ganadería bovina de tipo centroeuropeo es posible que este­ mos situados en un término medio donde

se ha frenado el descenso de la cabaña ovina y se han extendido por el territo­ rio explotaciones de vacuno vinculadas al agricultor, que aporta su propia produc­ ción forrajera para la alimentación de su ganado. Esta interesante vinculación se refleja en que en las zonas de regadío hay mucho más ganado vacuno que en las de secano o en las de regadío reciente. Aunque cada vez más explotaciones se acogen a un sistema de integración que produce cierta desvinculación con el terri­ torio y las tareas agrícolas. Es un proceso de industrialización ganadera en el que el agricultor recibe una renta por animal o por producción de huevos, encargándose de los cuidados diarios mientra le propor­ cionan los animales y el pienso. Se ha incrementado notablemente en los últimos años las explotaciones de en­ gorde de pollos (broilers), pero sobre todo de cerdos. Ambas principalmente en la modalidad de integradora. A pesar de esta desvinculación, la dis­ ponibilidad de agua ha permitido la ins­ talación de múltiples granjas. La Comuni­ dad General abastece de agua a más de 800 explotaciones ganaderas por todo el territorio. El impacto o influencia del regadío en las actividades ganaderas no solo produce ciertas ventajas al vacuno con su aporta­ ción de alimento próximo, sino también al ovino extensivo. En el espacio de regadío, a pesar de disponer de menos espacio

por la ocupación de cultivos, el ganado encuentra mayores oportunidades de ali­ mentación gracias a la mayor disponibi­ lidad de pasto, rastrojo y márgenes más húmedos y en general una cobertura her­ bácea más densa, ubicua y duradera en el tiempo. Otra repercusión del regadío en la ganadería viene generada por el tipo de agricultura hacia la que se va evolucio­ nando, cada vez más mecanizada para todo tipo de labores agrícolas, lo que permite trabajar más hectáreas y liberar tiempo que se puede dedicar a llevar ex­ plotaciones ganaderas que complemen­

La ganadería ovina extensiva, a pesar de todas las dificultades del sector, sigue siendo parte del paisaje agrario. Con el regadío los reba­ ños encuentran mayores oportunidades de alimentación.


tan la renta. De tal forma que ahora el subsector ganadero supone más del 50% de la producción agraria. La puesta en regadío y la disponibi­ lidad de agua han tenido una cierta re­ percusión en la actividad ganadera tanto extensiva como intensiva, aunque la de mayor vinculación con la actividad agrí­ cola de regadío de producción de maíz, alfalfa y otro tipo de forrajes es el ganado vacuno. La necesidad de forrajes cercanos ayuda en la elección de los cultivos, bien para las explotaciones propias o bien para su venta. El paisaje de regadío va variando y aumenta el porcentaje de superficies cul­ tivadas vinculadas a la alimentación ani­ mal. Multitud de granjas dispersas por el territorio van cambiando la fisonomía del espacio agrario. A ello se unen nuevos elementos en dicho paisaje que llaman la atención como son las pacas de ensilaje, que crean nuevas imágenes de un paisa­ je de regadío que, como vemos, está en constante cambio.

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Integración de las actividades agrícolas y ga­ naderas: explotación de vacuno asociada a los propios campos de cultivo y reparto de abono orgánico antes de la siembra.


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Diferentes opciones de ganadería se pueden observar por todo el territorio incluida la ga­ nadería extensiva de ovino y bovino. El rega­ dío ha generado un nuevo paisaje de granjas dispersas por un extenso territorio asociadas en algunos casos a los propios cultivos de fo­ rrajeras y en otros como complemento econó­ mico y por la disposición de abastecimiento de agua. Además se están incorporando nuevas opciones de actividades alternativas como las granjas-escuela. En la foto izquierda, granja escuela en Selgua.


AGROINDUSTRIA Hasta la llegada del regadío y su ple­ na consolidación, las industrias de trans­ formación de productos agrarios eran pequeñas almazaras, bodegas o molinos de grano que se fueron convirtiendo en industrias harineras. El cambio progresi­ vo en las producciones agrícolas origina­ das por la puesta en regadío ha favore­ cido la instalación de algunas empresas agroindustriales. Pero en esa interrelación agroindustrial también hay una influencia en sentido contrario entre industria y te­ rritorio. No solo por su instalación pun­ tual en el territorio, sino porque su tipo de actividad transformadora y proximidad geográfica influye en la elección de deter­ minados tipos de cultivos. Las principales industrias ligadas a la producción agraria en el territorio de Rie­ gos del Alto Aragón son los secaderos de cereales, las fábricas de pienso y las deshi­ dratadoras de alfalfa y otros forrajes. Uno de los cultivos que mejor se ha desarrollado en los regadíos del sistema ha sido la alfalfa, cuya ocupación de la superficie de regadío en los últimos veinte años no suele ser inferior al 20%. Ello ha impulsado la creación e instalación en la zona de empresas dedicadas a la produc­ ción de piensos y deshidratación de alfal­ fa. Unas de sus principales características es que no se puede deslocalizar, ya que su rentabilidad está asociada a disponer de

mercancía en un radio máximo de 30-50 kilómetros. Ello hace que estas industrias se vinculen de forma considerable con el territorio y el espacio agrario próximo. La de Ontinar del Salz fue una de las primeras en instalarse en los años 70 como evolución de las actividades que se inicia­ ron desde la fundación del pueblo y de la cooperativa de San Isidro. Se han ido ex­ tendiendo por todo el territorio, también favorecidas por las ayudas de la PAC a la deshidratación, de tal forma que a la de Ontinar del Salz hay que añadir las de Sa­ riñena, Lalueza, Capdesaso, Grañén, Lana­ ja, Almuniente, Almudévar y Bujaraloz. Actualmente comercializan la alfal­ fa prensada en paquete o en forma de granulado por todo el mundo (casi el 60% de la producción es exportada), des­ tacando cada vez más por su importancia en mercados emergentes como los países del Golfo Pérsico o, en un futuro muy próximo, China. En cuanto a la transformación de pro­ ductos hortícolas, los dos mayores inten­ tos de instalación de empresas en Grañén y Sariñena fracasaron. Con lo cual en la actualidad la producción de hortalizas (pimientos, tomates de conserva, ajos, cebollas, endibias, brócoli) y leguminosas (guisantes) se está haciendo en fórmulas tipo integración, con empresas conser­ veras externas (principalmente navarras) que se encargan de la manipulación y comercialización de los productos culti­

El transporte de alfalfa en la actualidad y hace más de 50 años en Lalueza. Con el cultivo de la alfalfa se han desarrollado industrias deshi­ dratadoras que frecuentemente se encargan ellas de la recolección y transporte en las me­ jores condiciones para obtener productos des­ hidratados de la máxima calidad.

vados en este territorio. Ello sigue siendo la asignatura pendiente de gran parte del regadío aragonés. La falta de indus­ trias agroalimentarias que transformen y pongan en el mercado con mayor valor añadido los productos hortofrutícolas. Ha constituido una de las causas del menor desarrollo dentro del sistema regable de estos cultivos de alta productividad.

En el otro extremo podemos situar la elaboración y comercialización del vino, con una treintena de bodegas dentro de la Denominación de Origen del Somonta­ no, más otras pequeñas que, distribuidas por el territorio, están fuera de esta de­ nominación. El regadío se ha comportado como un factor impulsor en este creci­ miento favoreciendo la regularización de producciones en cantidad y calidad que ha permitido la modernización de las ex­ plotaciones vitivinícolas. En la actualidad hay una ralentización en este proceso de expansión, pero ello no excluye el impac­ to paisajístico que ha tenido, ya que algu­ nas bodegas han construido edificios de gran singularidad que, unido a los nuevos viñedos, dibujan un paisaje muy específi­ co dentro del espacio de Riegos del Alto Aragón. Dentro de las industrias agroalimenta­ rias, un término medio en la relación terri­ torial entre el cultivo y su transformación y comercialización, se puede encontrar en el arroz. Parte de la producción se trans­ forma y comercializa en la zona mientras que otra parte se vende a empresas va­ lencianas.

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La tradición vitivinícola del Somontano se ha fortalecido a partir de la Denominación de Origen y la posterior modernización de los vi­ ñedos de tal forma que actualmente más de 30 bodegas se reparten por el territorio com­ binándose las bodegas tradicionales con nue­ vas bodegas de arquitectura singular y su gran impacto en el paisaje.


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Con las nuevas producciones agrícolas impulsa­ das por el regadío se instalan empresas agroin­ dustriales que añaden un nuevo elemento al paisaje hasta hace unos años estrictamente agrario. Se crean empleos industriales asocia­ dos a las producciones agrarias del territorio. Imagen de parte del complejo agroindustrial de la cooperativa agropecuaria de los Monegros y de la deshidratadora de alfalfa en Lalueza.


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CENTRALES HIDROELÉCTRICAS En los años 70 se aumentó la regula­ ción del Gállego con nuevos embalses en cabecera mediante los embalses de Búbal y Lanuza, pero en esos años había cam­ biado el uso prioritario y ya no era la re­ gulación para riegos aguas abajo sino la producción hidroeléctrica. Ello unido a las centrales de Mediano y El Grado configu­ raban un panorama hidroeléctrico com­ pleto en la cabecera de los ríos Gállego y Cinca, y suponen ciertas interferencias de uso con los caudales para riego. En los años 60 Francisco de los Ríos se postu­ la en contra de estos aprovechamientos hidroeléctricos en cabecera y se opone a la central de Yesa. Propuso originales pro­ puestas de hacer saltos hidroeléctricos en las finalizaciones de los canales del plan Bardenas-Alto Aragón, para no interferir el caudal para riego, a la vez que incenti­ vaba la finalización de las obras inconclu­ sas (canal de Bardenas y de Monegros). En Riegos del Alto Aragón se ha op­ tado por utilizar para aprovechamiento hidroeléctrico las rápidas y desniveles existentes en las infraestructuras de riego dentro del sistema, pero cuyo funciona­ miento se compatibiliza con la utilización prioritaria del agua para riego. Carecen de impacto ambiental al ubicarse en infra­ estructuras ya existentes. En una primera fase se construyeron en 1987 con una po­ tencia de 5.000 kVA la de Sotonera y la

de Valdespartera en el barranco del mis­ mo nombre cerca de Ardisa. En 1991 se inauguraron la de Berbegal (1.800 kVA) y Odina (500 kVA). Años más tarde se reali­ zó una segunda fase y en el año 2000 se pusieron en funcionamiento la de Mon­ tanera (1.145 kVA), en el canal de Terreu, al sur del municipio de Ilche; la de Piracés (1.135 kVA), en el canal de enlace entre

los canales de Flumen y Cinca, y la del To­ rrollón (893 kVA), en el canal del Flumenembalse de Torrollón. De esta forma se ha aprovechado de forma notable la presencia de los cana­ les de distribución y se ha conseguido el aprovechamiento integral del agua.

Presa y central de Búbal en la cabecera del río Gállego.


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Centrales hidroeléctricas: dentro del sistema se han instalado varias centrales hidroeléctri­ cas en los canales del sistema aprovechando los pequeños desniveles. En las fotografías, Valdespartera (canal del Gállego), Berbegal (canal de Terreu) y la de Odina (canal de Te­ rreu).


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IMPACTOS AJENOS

Grandes infraestructuras de comunicación se han construido dejando una marcada huella en el territorio que cruzan. En las fotografías, una muestra de ello. Autovía A-23 Huesca - Za­ ragoza y línea de AVE, al fondo la acequia Q; línea del AVE atravesando los campos de rega­ dío y secano de Candasnos; autovía A-23 cerca de Barbastro cruzando el canal de Selgua.

El espacio de Riegos del Alto Aragón es muy amplio y gracias a todo el proceso secular de transformación en regadío ha modificado el territorio creando un paisa­ je con carácter reconocible. Pero a pesar del dominio territorial de los terrenos cul­ tivados de regadío y sus infraestructuras asociadas hay otros impactos y elementos en el paisaje ajenos a él pero que por su dimensión y visibilidad cobran protagonis­ mo escénico en un paisaje esencialmente agrario. Por un lado están las grandes infra­ estructuras viarias y por otro los parques de energías renovables. Cuando se inicia el plan de Riegos del Alto Aragón, la in­ fraestructura más destacable que cruza

el territorio es el ferrocarril de Zaragoza a Barcelona que atraviesa los Monegros por Tardienta y Sariñena hasta Monzón. El resto son carreteras nacionales herederas de los caminos reales Madrid-Barcelona y la carretera de Zaragoza-Huesca. Este tramo es heredero de la Vía Lata romana que luego daría nombre a los llanos de la Violada y a la acequia pionera en la pues­ ta en regadío del sistema. Ahora, princi­ palmente por la periferia del sistema se han construido grandes infraestructuras de transporte como las autovías, autopis­ tas y líneas de tren de alta velocidad, que visualmente contrastan con el entorno agrario que cruzan. En los límites del territorio de Riegos del Alto Aragón se han instalado parques eólicos que con sus enormes aerogenera­ dores girando sobre las muelas que cie­ rran el sistema por Tardienta y Gurrea de Gállego, dominan el paisaje horizontal de los regadíos altoaragoneses. En los úl­ timos años también se han instalado en la zona plantas solares fotovoltaicas que con el despliegue de sus paneles y su dis­ posición ordenada en múltiples calles han modificado el horizonte de las áreas don­ de están.


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Primero los parques eólicos y después los de energía fotovoltaica se han ido instalando en el entorno del sistema regable adquiriendo pro­ tagonismo paisajístico. Instalación fotovoltaica cerca de Poleñino; parque eólico próximo al embalse de La Sotonera; parque fotovoltaico de Lasesa.


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Atardecer en el paisaje de regadío de La Violada donde se aprecian los componen­ tes característicos de este paisaje como son los campos cultivados, el riego por aspersión y el agricultor trabajando en su tractor. Dominando el horizonte aparecen nuevos elementos ajenos al espacio agra­ rio como son los aerogeneradores de un parque eólico.



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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS FOTOGRAFÍAS Ramón Salanova Aznar FOTOGRAFÍAS DE ARCHIVO Y PARTICULARES Fondo Confederación Hidrográfica del Ebro Páginas: 25 (3 fotos), 27, 31 (sup.), 50, 60, 64, 65, 66, 67, 119, 140 (sup.), 172 Fototeca, Diputación Provincial de Huesca Páginas: 11, 31 (inf.) Ricardo Compairé, 120, 140 (inf. izda) Joaquín Galán Bernal, 140 (inf. dcha.) Ildefonso San Agustín Mur, 141 (sup.) Joaquín Galán Bernal INC-IRYDA Páginas: 85 (sup. izda., inf. izda., inf. dcha.), 104, 108, 111, 156, 171, 174, 175 Particulares Cortesía de Máximo Peralta: Páginas: 127 (inf. izda.), 199 Cortesía de Ramón Salanova Aznar: Páginas: 84, 85 (sup. dcha.) Fotografías aéreas 1927 Confederación Hidrográfica del Ebro Ortofotos comparativas 2006 Centro de Información Territorial de Aragón. Gobierno de Aragón 2012 PNOA cedido por © Instituto Geográfico Nacional de España



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