DE RONDE2018 Tiempo de piedras Revivimos la edición de 2018, ha-
Analizamos todos los equipos
cemos historia y volvemos a De
participantes y los favoritos para
Muur y a cada muro y adoquín.
triunfar en Oudenaarde.
Te traemos la increíble historia de Museeuw y mucho más
Contenido
Edición y dirección: Félix Donate Mazcuñán
Resumen 2017 De Ronde 1997: Museeuw Análisis recorrido 2018 Todos los equipos de RVV
Ya llegaron las piedras La temporada continua su rumbo habitual, y nosotros lo hemos vuelto a hacer, una nueva guía llega a vuestras manos para continuar con el precioso calendario de monumentos, turno esta vez para el Tour de Flandes, mejor conocido como Ronde van Vlaanderen, uno de los monumentos más esperados, precioso final de la temporada flanderien.
Colaboradores: Sergio Férnandez - Redactor y director Félix Donate - Maquetación Alberto Díaz - Redactor Abdón Remiro - Redactor y corrección. Daniel Escribano - Redactor Francisco del Puente - Redactor
Este año la prueba cumplirá su edición numero 102, perfectamente organizada por Flanders Classics, pues estamos seguros de que no defraudará. Dejamos el primer dato curioso de la prueba, pues si Peter Sagan consigue su segunda victoria en la prueba, será el único corredor que haya logrado dos Tour de Flandes con el maillot arco-iris enfundado, hasta ahora solamente él, Loison Bobet, Tom Boonen, Eddy Merckx y Rik Van Looy lo han logrado, y entre ellos es el único corredor en activo y con posibilidad de lograrlo. Hasta aquí nuestra breve presentación de la prueba. A partir de ahora solamente esta permitido disfrutar, gracias al ciclismo. ¡Que comience el espectáculo!
Road & Mud Team
Tour de Flandes 2017 El día que Gilbert se hizo más leyenda Por Alberto Díaz
El día amanece soleado y agradable. Parece un domingo más en la región belga de Flandes, pero ni mucho menos lo es. Para muchos de sus habitantes se trata del mejor y más apasionante domingo del año: es el domingo de Ronde van Vlaanderen. Todo el mundo casi sin excepción se lanza a las cunetas para ver pasar a los ciclistas de este Tour de Flandes, De Ronde, puro orgullo de esa tierra. Es además una jornada histórica, ya que esta edición de 2017 supondrá el último Tour de Flandes del mito Tom Boonen, el último gran flandrien que hará efectiva su retirada una semana después tras participar en la París-Roubaix. Pero este domingo va a ser el último del ciclista de Quick-Step por los adoquines flamencos, una leyenda de esta carrera y del ciclismo en general. Tornado Tom solo podrá acabar la carrera en 37ª posición, en parte, debido a diversos problemas mecánicos. El héroe del día será su compañero de equipo Philippe Gilbert que cruza la meta en solitario en una jornada inolvidable. Gilbert no es flamenco; no es un flandrien de cuna. Gilbert es natural de Valonia, la región francófona de Bélgica, Flandes y Valonia; Valonia y Flandes siempre en constante rivalidad. Gilbert puede observar a su paso por las cotas y los sectores adoquinados cómo ondean las leoninas banderas amarillas de sus vecinos flamencos. Al cruzar la meta de Oudenaarde atiende a los medios pero la exaltación y la felicidad del momento no impiden que de sus labios brote un mensaje conciliador muy de agradecer en este tiempo loco que nos ha tocado vivir: “no soy flamenco, ni valón, solo belga. Mi victoria es una victoria belga”. Chapeau, Gilbert.
Casi dos horas y cincuenta y cinco kilómetros antes, Gilbert abre gas para marcharse en solitario en el primer paso por el Oude Kwaremont. Un movimiento que parece un ataque meramente táctico, una orden de equipo, a sabiendas de la siempre peligrosa y diversa nómina de aspirantes al triunfo de su escuadra, el Quick-Step. El demarraje de Gilbert no encuentra respuesta y el valón sigue aumentando la diferencia con el resto de corredores. Antes, en el paso por el legendario muro de Grammont, es el propio Boonen quien se mueve. Boonen, conocedor del valor de lo simbólico y apoyado en la historia, elige la subida a Geraarsbergen para lanzar un ataque que deja contra las cuerdas a los dos principales favoritos: el campeón del mundo Peter Sagan y su némesis, Greg van Avermaet. El ataque de Tommeke sirve para desmembrar el grupo. Todo a pedir de boca para la formación de Patrick Lefevre. En solitario y desde lejos, como en las grandes gestas ciclistas. Así es como Philippe Gilbert va engullendo kilómetros y cotas. En De Ronde no faltan las cotas con las que medir la fuerza de las piernas. Gilbert deja atrás el Paterberg en dos ocasiones, Oude Kwaremont, Taaienberg -tramo fetiche de Boonen- o el empinado Koppenberg. Nada lo detiene. Por detrás no es fácil llegar a acuerdos para echar abajo el movimiento de Gilbert. La diplomacia -o más bien la falta de ella- suele ser un lastre para los corredores en las clásicas. Sobre todo cuando toca liderar una persecución. Por si fuera poco, en el desesperado intento por dar caza a Gilbert, no pocos ciclistas se van al suelo o sufren problemas mecánicos.
Sin ir más lejos, en pleno paso por el Oude Kwaremont, en el tramo donde los aficionados vip ven la carrera desde sus carpas, Peter Sagan besa el suelo después de rozar su bici con el vallado que separa el adoquinado del público. Posteriormente el eslovaco explicaría que la chaqueta de un aficionado rozó su manillar y que por eso se precipitó al cambiar la trayectoria. Sagan arrastra en su caída a Oliver Naesen. Van Avermaet la libra por poco pero de golpe ha perdido a dos valiosísimos aliados para dar caza al cabeza de carrera. La caída llega en el momento en el que el éxito de la persecución está en el alambre, por lo que le da un punto más de tranquilidad a Gilbert. Solo una pájara o una catástrofe puede privarle de una espectacular y merecida victoria. Y ni una cosa ni otra suceden. Philippe Gilbert cruza la meta exultante y sobrado de tiempo. Enorme victoria para él, para Valonia, para Bélgica y para el ciclismo. Greg “el Archienemigo” van Avermaet es segundo en la línea de meta. El tercer puesto lo ocupa el holandés Niki Terpstra, en una jornada redonda para el conjunto Quick-Step. Solo una victoria de Boonen podría haber mejorado el espectáculo vivido. Desde 2012, con Tom Boonen, el ciclismo belga no conseguía una victoria en el Tour de Flandes. Philippe Gilbert se convierte en el segundo ciclista de origen valón en triunfar en la prueba flamenca, treinta años antes, en 1987, lo había conseguido el malogrado Claude Criquelion. Después de ser dominador de las carreras de las Ardenas en años anteriores y campeón del mundo en Valkenburg en 2012, Gilbert aumenta su leyenda tras su triunfo en De Ronde. ¡Y qué triunfo!
De Ronde 1993, el primer rugido del León de Flandes Por Francisco del Puentel
Fue en los albores del siglo XIV cuando, a raíz de una batalla contra los franceses, los flamencos adoptaron el león como enseña nacional. Un león negro sobre fondo amarillo que constituye no sólo la bandera oficial de esta región belga, también uno de los iconos más reconocibles del ciclismo mundial, especialmente en las clásicas del norte de Europa donde los aficionados flamencos tiñen de amarillo y negro las cunetas de las carreteras, sobre todo durante los meses de marzo y abril. Convertido también en el “personaje” principal del himno de Flandes (“No lo domesticarán, el orgulloso león flamenco / A pesar de que amenazan su libertad con grilletes y grilletes / No lo domesticarán”), el indomable león flamenco se convirtió en novela en
la primera mitad del siglo XIX, cuando Hendrik Conscience publicó su De leeuw van Vlaanderen, “El león de Flandes”, una historia de tintes románticos pero enmarcada en la Batalla de Courtrai de 1302. Aquella batalla de cinco siglos antes en la que el nacionalismo flamenco hunde sus raíces. Desde entonces hasta ahora, el León de Flandes es una figura casi mitológica para el pueblo flamenco. Un título honorífico que, si hablamos de ciclismo, sólo dos corredores han merecido. El primero, curiosamente, un italiano, Fiorenzo Magni, que se hizo merecedor del título de León de Flandes luego de sus tres triunfos consecutivos en De Ronde (1949, 1950 y 1951). El segundo, casi cincuenta años después, fue Johan Museeuw. Para muchos, al menos para la mayoría de los aficionados belgas, el verdadero y genuino León de Flandes.
De sprinter a Flandrier por la Gracia… de Lefevere Profesional desde 1988, Johan Museeuw formaba parte de aquel discreto ADR belga en cuyas filas LeMond conquistó su segundo Tour de Francia, el de 1989. De hecho, el futuro Rey de Flandes ya estuvo en aquella edición cerca de conseguir su primer triunfo en la ronda francés. Fue el 4 de julio, cuando la carrera llegaba a Wasquehal. Ese día sólo dos leyendas del ciclismo de los ochenta, como eran Jelle Nijdam y Jesper Skibby, estuvieron por delante de Museeuw. Poco más de un mes más tarde llegaba su primer triunfo como profesional en la última etapa de las cinco etapas del Tour de Bélgica. Tenía 23 años y se asomaba al profesionalismo como uno más de los grandes velocistas que por entonces salían tanto de Bélgica como de los Países Bajos. Pero pese a este prometedor inicio, no fue hasta 1992 que llegó su primer gran triunfo en los adoquines. Fue en Harelbeke, entonces conocida como Grand Prix E3. Para entonces Museeuw ya se había consagrado como uno de los reyes de la velocidad. En 1990, ya en las filas del Lotto belga, había conquistado París el último día del Tour de Francia y durante tres temporadas había cosechado buenos puestos, aunque sin triunfo, en las carreras de adoquines. Pero de cara a la temporada de 1993 tomó una de esas decisiones que a menudo sellan el destino de un profesional sin poder ser consciente, en el momento, de la trascendencia que esa elección va a tener. En 1991, el mítico Del Tongo daba sus últimas peda-
ladas en el ciclismo profesional. Paolo Abetoni, su manager, necesitaba un nuevo sponsor con el que garantizar la continuidad del proyecto. La salvación le iba a venir de la marca de ropa MG Boys Maglificio, que esa misma temporada había entrado como co-sponsor del propio Del Tongo; y de GB, que durante 1991 copatrocinaba al también desaparecido Tonton Tapis. Así nacía el GB-MG Boys Maglificio, una superestructura italo-belga al frente de la cual Abetoni iba a poner a una leyenda de los años ’70, Roger de Vlaeminck, “Monsieur París-Roubaix”; y a un semidesconocido director que apenas había sido profesional cuatro temporadas allá por la segunda mitad de la década de los setenta. Se trataba del belga Patrick Lefevere. Para la temporada de 1993 y tras la salida de De Vlaeminck, Lefevere ya era el jefe absoluto de una escuadra en la que había hasta cinco corredores belgas: Carlos Bomans, Dirk Demol, Wilfried Peeters, Ludwig Willems y el campeón de Bélgica en línea de 1992, Johan Museeuw. El desembarco de Museeuw en la escuadra dirigida por Lefevere no estuvo exento de polémica. O al menos de cierto morbo pues enrolado en sus filas desde su primer año de profesional estaba uno de los grandes sprinters italianos del momento y que acabaría por ser uno de los más grandes de la historia. Sí, por supuesto hablamos del inigualable Mario Cipollini. Como curiosidad apuntar que en ese 1993 completaba su primera temporada como profesional, enrolado en la escuadra de Abetoni y Lefevere, un bisoño Davide Rebellin que 25 años más tarde aún sigue dando guerra en carreras del circuito continental.
La convivencia entre ambos se presumía complicada. Con objetivos tan similares, parecía que el choque de egos entre dos personalidades tan fuertes como las de Museeuw y Cipollini resultara inevitable. Sin embargo ahí fue donde Lefevere tuvo que empezar a hacer gala de una de sus mayores virtudes, quizá no suficientemente ponderada en sus más de tres décadas al frente de grandes escuadras. Hablamos de su habilidad para hacer convivir sin guerracivilismo a auténticas leyendas del ciclismo. En el caso de Museeuw y Cipollini la baza que el viejo zorro de Lefevere jugó fue muy fácil: convenció a Museeuw de que podía ser un corredor dominante en las clásicas de primavera, especialmente en las adoquinadas. Con una facilidad para pasar las cotas de la que carecía Il Bello, la punta de velocidad de Museeuw podía ser determinante
para labrarse un palmarés de leyenda corriendo sólo dos meses al año. Una historia que una década después el propio Lefevere iba a repetir con otro gigante: Tom Boonen. El rugido del León Así pues, Museeuw arrancó su segunda temporada en el GB-MG, su sexta como profesional, convencido de que su futuro estaba escrito con letras de oro pero sobre piedra. Tercero en la Druivenkoers y ganador de la Dwars doors Vlaanderen (A Través de Flandes); Museeuw se presentó el 4 de abril de 1993 en Sint-Niklaas, localidad de salida del Tour de Flandes, como uno de los máximos aspirantes al triunfo final. Ya había sido segundo en su segunda participación, en
1991, tras Edwig van Hooydonck (había debutado en es uno de los grandes beneficiados de una carrera lo 1989 con un discreto 62º puesto) pero en 1992 había más descontrolada posible. estado lejos de la victoria. Pero la jugada no termina de salirle del todo bien y Con la meta ubicada en Meerbeke desde 1977, la ca- aunque es cierto que logra deshacerse de alguno de rrera iba a resumirse en tres momentos claves. El pri- sus rivales más incómodos, otros como Museeuw o mero de ellos, en el kilómetro 197, a 66 de meta. Al Fondriest, líder por entonces de la Copa del Mundo, paso por la localidad de Mater, van Hooydonck lan- andan espabilados y entran en el corte. Junto a ellos za un fortísimo ataque que le deja en cabeza junto el compañero de van Hooydonck, Frans Maassen, el a otros siete corredores. El corredor del WordPerfect belga Marc Sergeant, los italianos Bottaro y Ballerini, (heredero de los míticos Superconfex y Buckler y “pa- éste último compañero de equipo de Museeuw, y el dre” del Rabobank) se sabe inferior a muchos de sus británico de Motorola, Maximilian Sciandri. rivales en una llegada en grupo. Al menos a unos cuantos como Fondriest, Abdujaparov, Baldato o, por Los pasos por el Varent, el Leberg y el Molenberg no supuesto, el propio Museeuw. No obstante, sus dos aclaran nada y los ocho de cabeza se mantienen univictorias, tanto la de 1989 como la de 1991 habían lle- dos sin que haya verdaderos intentos por romper la gado en solitario por lo que parece lógico pensar que carrera. Así, hasta el Berendries.
Es en este punto, a 25 kilómetros de meta y cuando están a punto de coronar, cuando llega el segundo momento decisivo de la jornada. Por sorpresa, Museeuw, quizás el más rápido de los ocho de cabeza y por tanto al que más le favorece una llegada en grupo (o lo que es lo mismo, el que menos necesita romper la carrera), lanza un demoledor ataque al que sólo es capaz de seguir Maassen. El sexteto que queda detrás no llega a entenderse realmente en ningún momento, entre otras cosas porque con ellos viajan dos “polizones” de lo más molesto, a saber, Franco Ballerini, compañero de equipo de Museeuw; y el propio van Hooydonck, a priori el jefe de filas del WordPerfect pero que con Maassen por delante está atado de pies y manos. Maassen y Museeuw, sin embargo, parecen entenderse bien y aunque a priori el belga es favorito por su mayor punta de velocidad, el holandés no es manco y confía en poder batir al líder de la GB-MG. Así, los pasos por el Kapelmuur y el Bosberg consolidad el statu quo de la carrera, con un dúo de cabeza decidido a presentarse en Meerbeke en solitario y un sexteto perseguidor mal avenido donde los cuatro que tiran no terminan de fiarse de los dos que vigilan ni del resto de compañeros de viaje. Con todo, la ventaja nunca llega a sobrepasar el minuto pero es más que suficiente para que la carrera se resuelva en un apretado sprint, el tercer y último momento decisivo del Tour de Flandes, en el que Museeuw acaba levantando los brazos. Después de más de seis horas y media de carrera el rugido del león resuena por vez primera. Por supuesto aún no hay forma de saberlo pero acaba de inaugurarse una década mágica. León de Flandes, Rey del Norte A lo largo de la temporada de 1994 se iba a forjar una alianza de esas que en términos políticos o históricos resuenan con fuerza durante siglos. Dos gigantes iban a aunar fuerzas de cara a la siguiente temporada y lo que iba a salir de ahí sellaría el destino de muchas carreras en el siguiente lustro. La estructura mandada por Lefevere, de la que sólo quedaba GB como patrocinador, se unía a la que esponsorizaba desde ese mismo año una marca de productos químicos: Mapei, que a su vez era heredera del CLAS de Juan Fernández
y Rominger. Nacía Mapei-GB en cuyas filas quedaban enrolados corredores de la talla de Baffi, Ballerini, Bortolami, Etxabe, Escartín, Museeuw, Olano, Rominger, Tafi o un imberbe Frank Vandenbroucke. Una constelación de estrellas, especialmente pensada para dominar las clásicas del norte de Europa. Y ahí un nombre sobresalía por encima de todos: Johan Museeuw. Siete milímetros y una foto-finish le habían separado, en 1994, de su segundo triunfo en Flandes. El italiano Gianni Bugno, por entonces ya reciclado en clasicómano tras estrellarse una y otra vez contra ese muro navarro que era Indurain, le había batido en un inolvidable y apretadísimo sprint en el que también habían tomado parte el italiano Ballerini y el moldavo Tchmil (ese año todavía era moldavo después de haber sido soviético y antes de nacionalizarse ucraniano primero y finalmente belga). Un año después se desquitaba conquistando de nuevo Flandes, esta vez en solitario. Fue entonces cuando la prensa belga lo bautizó como León de Flandes. El Norte de Europa tenía un nuevo Rey. La tercera y última victoria en De Ronde iba a llegar en 1998. Una semana después, en el Bosque de Arenberg, en plena disputa de la París-Roubaix, iba a destrozarse la pierna izquierda en una terrible caída que puso en riesgo no solo su carrera deportiva sino la propia pierna pues una gangrena aparecida en la parte superior hizo plantearse a los médicos incluso la posibilidad de amputarle la pierna. Para entonces Museeuw ya conocía la gloria de proclamarse vencedor en el Velódromo de Roubaix. Había sido en 1996, en una carrera que quedará para la historia pues el top3 fue ocupado por corredores del mismo equipo: el Mapei. Bortolami y Tafi escoltaron al León de Flandes en el podio. Museeuw repetiría triunfo en Roubaix en el año 2000 y en 2002. Tres triunfos en Flandes y en Roubaix. Algo absolutamente inédito. Campeón del mundo en 1996 Museeuw conquistó también territorios más “hostiles”, como la Amstel Gold Race (1994) forjándose un palmarés como clasicómano sólo a la altura de los más grandes . Un palmarés de leyenda que arranco una tarde de abril cuando el Rey León rugió por vez primera. Han pasado 25 años desde entonces.
ANÁLISIS RECORRIDO 2018 Por Francisco del Puente
El “gran día belga” ya está aquí. Desde hace décadas, el primer domingo de abril (en alguna ocasión el último de marzo) es día de fiesta nacional no oficial en el país de los grandes clasicómanos. Porque el primer domingo de abril es el día en que se disputa De Ronde, la Vuelta a Flandes, el segundo de los monumentos por orden de disputa pero para muchos aficionados, especialmente para los flamencos, el día más importante del año ciclista. Y por segundo año consecutivo, la ciudad que acogerá el inicio de la fiesta será Amberes. Sucesora de Brujas como punto de partida, esta ciudad portuaria (su puerto, a orillas del río Escalda, es uno de los más importantes del norte de Europa) se convertirá por unas horas en el epicentro del universo ciclista y a buen seguro que volverán a verse esas inigualables imágenes de plazas y calle abarrotadas de gente para saludar a los ciclistas en los momentos previos al inicio de la prueba.
¡Repetimos! En cuanto al recorrido estrictamente hablando, pocas novedades, por no decir ninguna. Si el año pasado la carrera presentaba la novedad de la salida de Amberes y el regreso del Kapelmuur, en este 2018 apenas encontramos más que matices en el trazado del Tour de Flandes; lo que supondrá, prácticamente, un calco del recorrido que se planteó en 2017. Y si el año pasado apostábamos porque la presencia de De Muur iba a ser meramente simbólica, el posterior desenlace de la carrera nos vino a poner en nuestro sitio y el arriesgado movimiento que hizo el Quick-Step en la subida a la capilla, con Gilbert y Boonen a la cabeza, acabó resultando absolutamente decisivo para el resultado final. Por lo que este año vamos a ser prudentes y, aun siendo conscientes de que es más que complicado que en el Kapelmuur pase nada muy trascendente, vamos a guardar unas ciertas reservas pues con corredores como Gilbert de por medio uno nunca sabe… Pero antes de llegar a Geraardsbergen, tienen que pasar cosas. Por lo menos, tienen que pasar kilómetros, más de 170, y alguna que otra cota. Y de las duras, por lo que esa primera parte del recorrido no puede decirse que vaya a ser un paseo. No cuando están de por medio nombres como Oude Kwaremont o Berendries. Así pues, la salida de Amberes mandará a los ciclistas en sentido sudoeste, al igual que sucedió en 2017. Los pasos por las localidades de Herzele y Zottegem propondrán las primeras subidas del día, si bien se trata de cotas de escasa relevancia, tan poca que ni siquiera computan en el recuento de dificultades a superar. Eso sí, en esta última localidad se encuentran los dos primeros tramos de adoquines, el Lippenhovestraat (1300 metros) y el Paddestraat (2300 metros). Una vez superada esta primera zona conflictiva, donde es muy posible que ya nos encontremos con la fuga del día hecha, los corredores tendrán unos veinte kilómetros de relax antes del comienzo definitivo de la batalla.
18 cotas en un circuito infernal El primero de los tres pasos por el Oude Kwaremont (2200 metros al 4’2% pero con rampas del 12%) dará el pistoletazo de salida para las dieciocho cotas que se subirán en esta edición del Tour de Flandes. Será en el kilómetro 121, sólo once kilómetros después del paso por el primer avituallamiento, en Oudenaarde, a escasos metros de lo que luego habrá de ser la llegada. Al Viejo Kwaremont le sucederán el Kortekeer (kilómetro 131) para dar lugar a continuación a una de las pocas novedades del recorrido. Si el año pasado el Kortekeer encadenaba con el Eikenberg, este año las obras de mantenimiento de la calzada obligan a renunciar a él y en su lugar se afrontará el Edelareberg, una cota de 1500 metros de longitud con una pendiente media de 4,2% y un pico máximo del 7%. Tras esta pequeña variación, la carrera volverá al trazado del año pasado afrontando el Wolvenberg en el kilómetro 142. Apenas 650 metros pero con una pendiente máxima del 17,3% que enlaza sin descanso con el tercer tramo adoquinado llano del día, 350 metros de pavés en el Holleweg. Seis kilómetros después, con la carrera ya viajando hacia el este en busca del Kapelmuur, encontramos la cuarta sección adoquinada del día, el Haaghoek, uno de los puntos calientes de la Omloop, con más de 2000 metros de pavés que además dejan al grupo a los pies del Leberg, la quinta cota del día. Dos cotas más, el famoso Berendries (940 metros al 7% con una pendiente máxima del 12,3%) y el Tenbosse antes de encarar, por fin, la subida al Kapelmuur. Ubicado en la localidad de Geraardsbergen (Grammont en francés), el Kapelmuur es, junto al muro de Huy, final de la Flecha-Valona, el único muro que tiene reconocido como tal esa categoría para los aficionados belgas. Todo lo que no sea De Muur o Huy, son “pequeñas cotas”. Y lo cierto es que aunque resulte algo exagerado, las cifras son muy elocuentes. El muro de Grammont tiene una pendiente media del 9% pero alcanza en su momento más crítico el 20% y si bien es cierto que la primera parte de la ascensión se hace sobre un adoquinado urbano bastante menos hostil de lo habitual, el tramo más duro es ya sobre un auténtico terreno pedregoso en el que sin apenas tracción, hay que superar el mayor desnivel. Una mala colocación al inicio de esta subida puede ser la tumba de más de un favorito, como les pasó en 2017 a los dos grandes aspirantes, Peter Sagan y Greg van Avermaet. El paso por el Kapelmuur marcará el punto más oriental de los últimos 150 kilómetros de carrera. A partir de aquí se tomará el camino de regreso a Oudenaarde afrontando las subidas al Pottelberg (kilómetro 189) y el Kanarieberg (kilómetro 195) antes de encarar un nuevo paso, el segundo, por el Oude Kwaremont (kilómetro 210). Entre medias de las dos primeras, la segunda, y última, zona de avituallamiento antes de la batalla final. El paso por el Kwaremont desembocará esta vez en la primera subida al Patterberg, uno de los muros del Tour de Flandes con una historia más singular pues fue construido por un agricultor, vecino de la zona y enamorado del Tour de Flandes, con el deseo expreso de que la carrera pasase por la puerta de su casa. Incluido por primera vez en 1986, sus apenas 400 metros de trazado pero con un desnivel
Puntos calientes Así pues y teniendo en cuenta los antecedentes de las últimas ediciones, las que se han disputado bajo este formato de recorrido, es muy posible que sea en estas últimas seis subidas donde se decida la carrera. Antes de esto lo más probable es que lo más decisivo que se pueda ver sea a algún favorito definitivamente descartado, ya sea por un mal día o por una caída. Tampoco conviene descartar la aparición de la lluvia, que podría condicionar igualmente el discurrir de la carrera. A priori, el Koppenberg, por su extrema dureza (600 metros al 11,6% con rampas que llegan al 22%) combinada con la estrechez del paso en el que ya son legendarias las imágenes de corredores que toda vez que se ven obligados a poner el pie en tierra, tienen que superar el muro con la bici al hombro, como si de la más terrible prueba de ciclocrós se tratase, ha de ser el primer punto verdaderamente caliente de la carrera; el momento en el que algún valiente puede intentar buscar la sorpresa de lejos (se corona a cuarenta y seis kilómetros de meta). Si no, probablemente haya que esperar al Kruisberg, el segundo muro más largo después del Kwaremont. Sus 1875 metros, con rampas del 9% y una media del 5%, pueden convertirle en el juez de la carrera. Y si ni Koppenberg, ni Steenbeekdries, ni Taaienberg, ni Kruisberg han logrado dictar sentencia, quedará un último paso por el Kwaremont y el Patterberg donde todos aquellos que no quieran jugarse la victoria al esprint, y en este punto será importante ver qué favoritos siguen en liza, tendrán que hacer su apuesta definitiva. Corredores como Terpstra, Kwiatkowski, Vanmarcke, Gilbert, Benoot estarán obligados a moverse aquí si a su rueda viajan compañeros de aventuras tan “poco recomendables” como Sagan, Kristoff o Van Avermaet, pues los trece kilómetros que restarán a meta son llanos y ya pocas sorpresas podrán darse hasta la meta de Oudenaarde.
Las 18 cotas del Tour de Flandes 2018 Por Abdón Ramiro
COTA
Kilómetro Distancia Longitud P e n d i - P e n d i - Pavés de carrera a meta
(metros)
(met-
ente Me- e n t e ros) dia
Máxima
Oude Kwaremont
121
145
2200
4%
11,6%
1500
Kortekeer
131
1345
1000
6,4%
17,1%
-
Eikenberg
138
128
1200
5,2%
10%
1200
Wolvenberg
142
124
645
7,9%
17,3%
-
Leberg
151
115
950
4,2%
13,8%
-
Berendries
155
111
940
7%
12,3%
-
Tenbosse
160
106
450
6,9%
8%
-
Muur-Kapelmuur
170
95
475
9,3%
19,8%
475
Pottelberg
189
77
2770
3,3%
8,3%
-
Kanarieberg
194
72
1000
7,7%
14%
-
Oude Kwaremont
210
56
2200
4%
11,6%
1500
Paterberg
214
52
360
12,9%
20,3%
360
Koppenberg
220
46
600
11,6%
22%
600
Steenbeek-dries
226
40
700
5,3%
6,7%
-
Taaienberg
228
38
530
6,6%
15,8%
500
Kruisberg (Oudestraat)
240
26
2500
5%
9%
450
Oude Kwaremont
249
17
2200
4%
11,6%
1500
Paterberg
253
13
360
12,9%
20,3%
360
LOS EQUIPOS PorAbdรณn Remiro
A continuaciรณn les ofrecemos un anรกlisi de los equipos. El listado no definitivo de los participantes a la hora de la elaboraciรณn de la obra, ya que no todos los equipos han confirmado sus formaciones., puede provocar que aparezcan algunos nombres de ciclistas que no participen finalmente.
Quick-Step cuenta con infinidad de recursos. Además de su trío de candidatos tiene en nómina a corredores capaces de hacerlo muy bien. Sin ir más lejos Yves Lampaert viene de ganar A Través de Flandes, el Tour de Fandes “chico”. Florian Sénéchal es un apasionado de los adoquines con mucha proyección. Aunque acude para ayudar a sus “mayores” no desperdiciará la oportunidad de tomar la alternativa si se presenta la situación. Bora le ofrece un gran bloque a su líder Peter Sagan para que pueda volver a ganar Flandes. Tiene a su hermano Juraj, sangre de su sangre. Pero, sobre todo, junto a él aparecen Daniel Oss, el León italiano, un gregario impagable para estas carreras. Marcus Burghardt, ciclista de mucha calidad, está teniendo un buen inicio de temporada pero su irregularidad no lo en el corredor más fiable. Quien nunca le falla a Sagan es el polaco Maciej Bodnar, un seguro. Los franceses de Ag2r no tienen el mejor de los bloques, o al menos no tienen grandes alternativas. Si Naesen no corre finalmente debería esperar un milagro de Stijn Vanderbergh, ciclista que pasó un lustro en la estructura de Quick-Step donde era un tremendo gregario en este tipo de carreras. Fue cuarto en Flandes´14. Otra opción es Tony Gallopin, pero más por nombre que por posibilidades reales y más con su flojo inicio de campaña. Julien Duval, a quien le ha perjudicado estar en equipos menos potentes como Armée de Terre, se toma muy en serio estas carreras y podría hacer un fantástico y trabajo para Naesen antes de que llegue el momento de la verdad. En el caso de BMC, además de Greg van Avermaet hay varios ciclistas competentes. Jurgen Roelandts tiene mucho bagaje en las clásicas del norte y es una muy buena alternativa al liderazgo de Van Avermaet, además, es bastante rápido.También es rápido Alberto Bettiol, aunque el italiano no es ni mucho menos un experto de estas carreras. De Stefan Küng se dice que es el sucesor de Cancellara; ¿lo será por su futuro rendimiento en las piedras? A Jeanpi Drucker lo incluimos en el grupo de los esprínteres. Mejor pasando cotas pero más lento que los los grandes especialistas de las llegadas. Fran Ventoso garantiza un trabajo de calidad.
Los belgas de Lotto Soudal acostumbran a dar guerra en primavera. Si Benoot es uno de los máximos candidatos a la victoria hombres como Jens Debusschere, con gran final, o Jelle Wallays, un clasicómano belga de los de toda la vida que ganó A Través de Flandes en 2015 pero al que se le resiste Flandes. A otros como Nikolas Maes o como a Marcel “la Torre” Sieberg les tocará currar para que la carrera no se desmadre más allá de sus deseos. Cannondale siempre da la sensación de ser un equipo al que le falta cohesión. La candidatura de su jefe de filas, Vanmarcke, es incuestionable y acuden hombres de calidad contrastada como Sebastian Langeveld, una garantía en las piedras -tres Top 10 en Roubaix-, o Matti Breschel, un berserker medio loco, siempre con opciones pero que siempre va por su cuenta. Es la historia de siempre de Cannondale, no se les ve trabajo de equipo, cada uno hace la guerra por su cuenta. De buenas a primeras Sunweb se ha encontrado con todo un outsider como es Mike Teunissen. Al chico ya se le presuponían aptitudes a su paso por Lotto-Jumbo pero esta semana ha confirmado lo bueno que apuntaba y solo el ataque final de Lampaert le impidió ganar la A Través de Flandes. La velocidad de Edward Theuns puede ser otra baza aunque parece que el recorrido será demasiado duro para él. Soren Kragh Andersen no parece el mejor ciclista al que fiarle tus opciones en Flandes ya que, entre otras cosas, le falta conocimiento y experiencia en el pavés.
Astana lleva todas las pruebas de adoquines un peldaño por debajo de todos los favoritos. El esprínter danés Magnus Cort Nielsen está en todas pero siempre llega en el grupo de detrás. Alexey Lutsenko seguirá haciendo la guerra por su cuenta; falta por saber si al tirar la moneda en este Tour de Flandes le saldrá cara o cruz. El grandullón Laurens de Vreese es demasiado pesado para las cotas de Flandes. A Hugo Houle le tocará trabajar para sus líderes. ¿Oscar Gatto? Nunca fue una alternativa real para esta carrera y además no está teniendo el mejor inicio de año posible. La victoria de Vicenzo Nibali en San Remo seguro que ha jaleado al Tiburón a pelear por Flandes. Valiente y ofensivo, sabe moverse en carrera y pocos participantes pasarán las cotas como él. Poca experiencia sobre el empedrado pero ya asombró a todo el mundo en la etapa de adoquines del Tour de 2014. Por si la opción de Nibali falla, Bahrain tiene otros ciclistas deseosos de hacerlo bien como el velocista Sonny Colbrelli o el santanderino enamorado de la clásicas Iván García Cortina. Borut Bozic es un buen ciclista del que aprender en estas carreras.
Démare acude al Tour de Flandes con su lanzador de confianza, Mickaël Delage. Jacopo Guarnieri y el campeón lituano Ignatas Konovalovas han solido acompañar al velocista francés en sus últimos éxitos. También estarán aquí pero parece que esta carrera les viene grande. A FDJ no le quedará más remedio que fiarlo todo, una vez más, a su líder, Démare. Un Matteo Trentin liberado puede ser la baza del conjunto australiano Mitchelton. Velocidad y astucia no le faltan. Presentan un grupo de corredores de buen nivel pero no lo suficiente como para estar delante, con la excepción de Luke Durbridge, ciclista muy dotado para este tipo de pruebas. Mathew Hayman ganó, contra pronóstico, la París-Roubaix de 2016 pero cuando ya roza la cuarentena y habiendo cotas de por medio me parece improbable que esté delante. Imanol Erviti hizo un gran Tour de Flandes para Movistar hace dos años al entrar en la fuga y aguantar con los mejores casi hasta el final. El problema del navarro es que mientras otros ciclistas preparan esta prueba al milímetro, él lo tiene que hacer comiendo aire y kilómetros en pruebas nada parecidas a Flandes como la Volta a Catalunya y similares. Richard Carapaz es un escalador todoterreno pero no parece probable que se tome esta carrera tan en serio como otras. Ese es el problema de Movistar, que el conjunto telefónico desprecia constantemente las clásicas de adoquines en favor de las vueltas por etapas o, claro está, las Ardenas. Enormes posibilidades de que Movistar, uno de los mejores equipos del pelotón, vuelva a pasar completamente desapercibido por Flandes, una de las carreras más importantes del calendario. La estrella de Dimension Data, Edvald Boasson Hagen, lo tiene todo para triunfar pero siempre le falta un puntito para lograr el triunfo. Sería una pena que se retirase sin ningún monumento. Muy rápido y consistente, no parece que a sus treinta años vaya a mejorar su lectura de las carreras, uno de sus puntos débiles. Julien Vermote ha pasado por la factoría Lefevere, lo que es un punto a favor, aunque el era más de ponerse el mono de trabajo en las Ardenas. Boasson Hagen cuenta con el apoyo de la cuadrilla sudafricana; Dougall; Venter; Gibbons; Thomson y Van Zil; tipos voluntariosos pero con escaso bagaje adoquinado.
Katusha cuenta en sus filas con Tony Martin deberá recuperar los años perdidos y buscar moverse de lejos. No es veloz pero su capacidad para rodar está fuera de duda. A pesar de sus años es bastante inexperto a la hora de pedalelar sobre los pedruscos. La juventud de Jenthe Biermans y la experiencia de Baptiste Planckaert son los otros pilares de un equipo con pocas opciones de llevarse el triunfo. Lotto-Jumbo acude con la intención de aprender y mejorar de cara al futuro, lo que les libera de la presión de los resultados. Timo Roosen ha estado muy bien en el pasado A Través de Flandes y espera, como mínimo, repetir actuación. Amund Grondahl Jansen también se quedó cerca de los mejores. Trabajo a destajo ofrecerán Marteen Wynants, Bran Tankink o Jos van Emden. Los ingleses de Sky tienen más de una buena opción. Al favoritismo de Kwiatkowski hay que sumar la fuerza y lectura de carrera del italiano Gianni Moscon. Luke Rowe lleva años asomando para Sky sobre las piedras. Ian Stannard es un rodador de una fuerza tremenda. Y por supuesto, Dylan van Baarle. El holandés fue cuarto el año pasado y sexto el anterior. Ya le toca. Su gran handicap será saltar por encima de la siempre jerarquizada estructura de Sky. En Trek, gregarios del adoquín como Koen de Kort o Gregory Rast deben trabajar para que hombres como John Degenkolb den la puntilla. Otras opciones para jugar al ataque pueden ser Jasper Stuyven o Mads Pedersen. Los dos vienen de hacerlo muy bien en A través de Flandes, especialmente el segundo. Mucho futuro en este equipo. El equipo emiratí de UAE tiene en Kristoff a su verdadero baluarte. Al margen del noruego poca cosa se puede esperar más que una digna actuación de su compatriota Sven Erik Bystrom o del experimentado Marco Marcato, siempre correcto en Flandes. Lástima que estemos ante sus teóricos últimos coletazos Sport Vlaanderen, el equipo de la tierra, puede soñar solo con dar guerra en la fuga y llegar lo más lejos posible. Pier Allegaert estuvo bastante correcto en A Través de Flandes y Amaury Capiot, el esprínter belga, se está mostrando muy activo en este principio de temporada. Un Top 10 sería un resultado espectacular para la formación flamenca, pero parece algo improbable. Cualquiera lo diría pero Vérandas llega a la salida con un equipo con opciones. En primer lugar porque tienen en sus filas a Wout van Aert ciclista del que se espera todo en este tipo de pruebas después de pasearse en el ciclocrós. Van Aert ya dejó muestras de su potencial en la Strade Bianche. También porque cuentan con un doble ganador de la prueba como es Stijn Devolder aunque es cierto que el belga ya está en el final de su carrera y su nivel no es el mismo de hace una década. Sean de Bie busca en este equipo el protagonismo que le faltaba en Lotto Soudal.
El Tour de Flandes es una de las carreras señaladas por Wanty. Es aquí donde ciclistas contrastados en este tipo de carreras como Yoan Offredo o Guillaume van Keirsbulck deben demostrar toda la calidad que atesoran en sus piernas. Offredo es batallador y está acostumbrado a mostrarse. Van Keirsbulck salió de Quick-Step para poder ser protagonista en pruebas como esta. Ahora le toca justificar su decisión. Hombres como Frederik Backaert o Pieter Vanspeybrouck son habituales de este tipo de clásicas. Otro día de fiesta para la modesta escuadra Veranclassic. Kenny Dehaes, un velocista que cada temporada araña triunfos y honor en las carreras belgas y francesas es el líder de este equipo. La combatividad de Alex Kirsch o de Maxime Vantomme debe servir para lucir el maillot del equipo aunque sería poco menos que un milagro que hicieran algo realmente sobresaliente en cuanto a resultados. Los chicos de Roompot Jan-Willem van Schip y Brian van Goethem estuvieron extraordinarios en la Gante-Wegelvem pero será difícil que ellos o algún compañero como Floris Gerts o Coen Vermeltfoort puedan acercarse aquí a la actuación realizada en la prueba belga. Para ellos es suficiente con dejarse ver. El año de Bryan Coquard, de Vital Concept, está siendo como para meter la cabeza bajo tierra como las avestruces pero hace no mucho era una promesa a la que no se le daban mal los adoquines. Bert de Backer es el experimentado hombre sobre el que apoyarse en carrera. El esprínter de Cofidis, Christophe Laporte, anda motivado en el norte de Europa. Al francés se le ve metido en las carreras pero en Flandes necesitará pasar mejor las cotas para poder optar a la machada. Jimmy Turgis le pondrá ganas aunque probablemente eso no sea suficiente para destacar. Poca experiencia en el equipo con la excepción de Bert van Lerberghe, que suele correr este tipo de carreras pero nunca ha obtenido grandes resultados.
Favoritos Por Daniel Escribano
Peter Sagan. Como bien dice el eslogan de una conocida marca de cervezas española, el eslovaco, allá donde va, triunfa. Y es que tener su nombre en la startlist de cualquier clásica de pavé, es sinónimo de tenerlo en la lista de máximos favoritos para llevarse la victoria final. Siendo el hombre al que todo el mundo suele poner un ojo encima y del cual todos esperan que haga alguna cosa. A pesar de no estar en una de sus mejores temporadas (tan solo dos victorias, una en el TDU y otra la pasada semana en Gante), sigue siendo el máximo favorito en todas las casas de apuestas, cuyo objetivo principal será reeditar la victoria de hace 2 años en 2016. A favor: es un hombre que salvo circunstancias mayores siempre se deja ver y siempre está metido en la pomada. Ya sabe lo que es ganar la carrera y siempre juega con el punto a favor de ser uno de los hombres más rápidos en caso de que llegue un grupo pequeño de corredores. En contra: lo mismo de siempre, como hemos comentado antes, todos los ojos están puestos sobre él, y nadie le permitirá ceder ni un solo metro fácilmente, dejando la responsabilidad a él y a sus compañeros de equipo de reducir diferencias cuando lo hagan los rivales.
Greg Van Avermaet. Con la espina clavada del año pasado en la que se quedó a las puertas de la victoria, siendo superado por Gilbert, vuelve al Tour de Flandes con el objetivo de levantar cabeza en un año donde las cosas no le están acabando de salir. El corredor nacido en Lokeren se encuentra muy lejos de la primavera pasada donde levanto los brazos en Omloop, la E3, Gante y Roubaix, por eso llega a una de sus carreras fetiches para intentar desquitarse de un inicio de año en el que solo ha sumado una victoria en Omán. A favor: su fiabilidad en este tipo de pruebas y su ambición cuando corre en casa, le dan siempre un plus. Sumado a su punta de velocidad que le podría dar la victoria en caso de llegar en un grupo pequeño. En contra: su forma esta primavera está lejos del nivel de la temporada pasada, pero a pesar de eso no podemos decir que está obteniendo malos resultados.
Philippe Gilbert. El vencedor de la pasada edición sigue mostrándose hambriento a la hora de seguir añadiendo victorias a su palmarés a sus ya 35 años. Tras una gran actuación en la E3 donde quedó segundo por detrás de su compañero de equipo Niki Terpstra, y su buen papel en le Samyn y Omloop Het, le colocan como uno de los principales nombres a tener en cuenta de cara la victoria final, sumando la motivación extra de sumarse a nombres como Cancellara, Boonen o Raas entre otros como los únicos ciclistas que han repetido victoria durante años consecutivos aquí A favor: su experiencia en este tipo de guerras siempre es un valor añadido, sumado a la estructura y al equipo que va a tener detrás apoyándole. En contra: lo que el Quick-Step te da, el Quick-Step te lo quita, y es que el problema de estar rodeado de un equipo así, es que no sabes hasta qué punto vas a ser el líder del mismo. Las numerosas bazas y ciclistas de calidad que tiene el equipo, pueden ser uno de sus principales puntos en contra.
Niki Terpstra Si antes hablábamos de que Van Avermaet viene con la intención de quitarse la espina del año pasado, Terpstra seguro que todavía recuerda el Tour de Flandes de 2015, cuando Kristoff le superó en el sprint final y se acabó llevando la victoria. El holandés es siempre un ciclista a tener en cuenta en este tipo de clásicas y como siempre está entre los principales favoritos a ganar, y más viendo el buen año que está cuajando, donde ya nos deleitó a todos con una espectacular victoria en la E3 y a finales de febrero levanto los brazos en Le Samyn. A favor: la experiencia y la estrategia de Quick-Step pueden ser decisivas en su papel de cara la carrera, donde como ya vimos en E3, la pizarra le regalo la victoria. En contra: no es el líder como tal del equipo, y a pesar de ser un ciclista que irá por libre, no será el hombre que lleve las riendas del equipo. A parte, su baja punta de velocidad puede ser que le lastre si llega con algún hombre más rápido como ya paso con Kristoff en 2015.
Tiesj Benoot. El corredor belga de Lotto Soudal por fin se ha licenciado con los mayores, y parece ser, que tras tantos años en la retaguardia como outsider, ya va siendo hora de que empecemos a darle el protagonismo que se merece. Con 24 años, está llamado a ser uno de los grandes clasicomanos del presente/futuro. Y es que la temporada que está haciendo es para enmarcar, con una 6º en la general de San Luis, 4º en Tirreno, 5º en E3 y 7º en Dwars door Vlaanderen, sin olvidarnos de su espectacular victoria en Strade Bianche. A favor: al no ser un favorito de gran peso, puede ser que le den libertad y un poco de margen. También a tener en cuenta su gran estado de forma en el que se encuentra. En contra: a pesar de saber lo que es hacer una buena posición aquí (5º en 2015), su juventud e inexperiencia puede ser que le jueguen una mala pasada.
Sep Vanmarcke. Podríamos definir al belga como el casi, pero no, ya que siempre se queda las puertas de la victoria pero nunca es capaz de rematarlo. Como siempre, es un corredor que salvo por motivos ajenos a él, suele competir y hacer un buen papel en este tipo de clásicas, pero siempre hay algo o alguien que le impide celebrar la victoria. A favor: el belga está rodeado de un buen equipo y cuenta con la experiencia de haber corrido muchas veces en esta carrera, quedando 2 veces tercero en 2016 y 2014. En contra: la suerte nunca está de su lado, y siempre hay alguien mejor o hay una caída o un pinchazo que le deja fuera de juego.
Alexander Kristtoff
El noruego está viviendo una de sus peores primaveras en los últimos años, y es que parece ser que el cambio al UAE Team, no le ha acabado de sentar del todo bien ya que no acaba de encontrar la tecla que le vuelva a hacer el corredor competitivo y depredador de victorias que conocimos en antaño. Hasta el momento solo ha sumado 2 victorias en el calendario asiático. En lo que a piedras se refiere, 40º en E3, 25º en Gante y 76 en Dwars door Vlaanderen, no son resultados que inviten al optimismo de cara una buena actuación el domingo. A favor: siempre lo decimos, la experiencia juega un grado muy favorable y el corredor nacido en Oslo ya sabe lo que es ganar aquí, cuando en 2015 venció al sprint a Terpstra. En contra: su forma y su momento en las clásicas de pavé, nos dan a entender que hay algún problema que impide a Kristoff competir, veremos si es capaz de superarlo para estar entre los mejores.
Michal Kwiatkowski. Parece ya algo más que habitual ver al polaco disputando alguna que otra clásica de adoquines, y tras sus breves pero intensas participaciones en años anteriores, donde ya ganó la E3, creemos que el polaco se merece un hueco en esta lista. Es un corredor siempre competitivo y con mucha ambición que este año ya tiene a sus espaldas la Volta a Algarve y la Tirreno Adriatico. A favor: su gran año juega de su lado, sumado a que no será un hombre vigilado como lo podría ser Peter Sagan En contra: no ha pisado el pavé en todo el año, por lo que eso podría jugar un gran hándicap negativo, a pesar de demostrar en años anteriores que pisándolo poco, también es capaz de competir con los mejores
Zdenek Stybar. Si buscas competividad en el diccionario, posiblemente te aparezca el nombre del checo al lado, y es que Stybar, sea ayudando a sus compañeros de equipo o luchando la victoria, siempre está metido en la pomada. Tras lograr 3 TOP 10, en las últimas clásicas disputadas, está claro que el checo, a pesar de no ser la baza número 1 del Quick-Step, está en un estado de forma inmejorable y es posible que el equipo juegue con él para dar algún que otro susto. A favor: los rivales no lo tienen como el principal rival a batir de Quick-Step, por lo que eso le puede dar un poco de margen, sumado a su estado de forma. En contra: no todo lo que reluce es oro, y es que el hecho de que no sea la principal baza del equipo, puede jugar en su contra en algunos momentos.
Arnaud Demare.
Poner al francés aquí es un poco arriesgado, ya que está nunca ha sido su carrera y siempre se le ha dado mal, pero la caída de Naesen el otro día, lo aparta del podio de los favoritos e introduce al francés. Si la carrera no se hace dura y llega un grupo reducido, algo improbable, entonces entraría en juego su papel, donde su punta de velocidad y los buenos resultados obtenidos anteriormente le darían muchos boletos para llevarse la prueba. A favor: su punta de velocidad, y en este caso, sí que sería una gran sorpresa una victoria suya. En contra: nunca ha sido su carrera y da la sensación de que a la mínima que se endurezca, sus opciones van a desaparecer.