Roubaix road

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Paris-Roubaix2018 Revivimos la ediciรณn de 2017

Analizamos todos los equipos

Tabla de sectores y favoritos de la

participantes y los favoritos

carrera


Contenido

Edición y dirección: Sergio Fernández

Resumen 2017 Análisis recorrido 2018 Sectores París Roubaix 2018 Equipos y favoritos 2018

Continúan las piedras Continúa la locura de los monumentos. Hace una semana estábamos pegados al televisor disfrutando del paves flamenco, y en menos de una semana nos plantamos en el infierno del norte para disfrutar de una de las clásicas más mas duras, y a la vez más bellas del planeta.

Colaboradores: Sergio Férnandez - Redactor y director Ricardo De Miguel - Maquetación Alberto Díaz - Redactor

Así pues, sentémonos y disfrutemos de este precioso momento, de esta clásica que labra su historia en piedra, y con la que muchos soñamos año tras año. Aquí os dejamos nuestro pequeño trabajo, nuestra guía, una vez más creada con amor, para poder disfrutar de esta prueba.

Abdón Ramiro -Redactor y corrección. Francisco del Puente - Redactor

¡Que viva el infierno del norte!

Alvaro Quevedo - Redactor

Road & Mud Team



París Roubaix 2017 VAN AVERMAET Y SU DOMINGO SOÑADO Por Alberto Díaz

Popularmente se habla de la Paris-Roubaix como un domingo en el infierno. Una jornada terrible sorteando adoquines tirados y mal puestos en medio de la calzada. Probablemente la carrera más complicada y enrevesada del calendario profesional, en la que sin embargo no hay ni un centímetro de subida. Ya van varias ediciones de esta carrera en las que la climatología es bastante benigna y parece perder un poco de esa denominación de infierno. En 2017 asistimos a un aceptable espectáculo, sin ser ni mucho menos una de las mejores ediciones de la Petite Reine, aunque sí que resultó ser la más rápida de la historia hasta el momento, con una media de velocidad de más de 45 km/h. Quizá lo más noticiable fueron las ultimas pedaladas de un mito como Tom Boonen. El ya ex ciclista de Mol ostenta el record de victorias en la prueba del Norte de Francia, con cuatro, y empatado con su compatriota Roger de Vlaeminck, y a corto plazo este record seguirá vigente. Boonen se encontraba en este segundo domingo de abril con la posibilidad de despedirse a lo grande de su magnífica trayectoria profesional, entrando victorioso en el velódromo de Roubaix y con el quinto adoquín en sus manos. Sin embargo lo soñado por el corredor belga y sus miles de compatriotas que cruzaron la frontera entre Flandes y Francia se quedó en eso, un sueño. El ciclista del Quick Step finalizó la Roubaix en decimotercera posición, lejos de la posibilidad real de conseguir la ansiada victoria. El velódromo se pone en pie y aplaude en ovación cerrada a Boonen, ultimas pedaladas de una leyenda.

Boonen aparte, el otro protagonista del día fue obviamente el vencedor, Greg Van Avermaet. Al ciclista de BMC le salió prácticamente redonda la jornada, tan solo un incidente mecánico a casi cien kilómetros de meta como mayor dificultad pudo alterar su concentración de cara a uno de sus grandes objetivos de la temporada, cosa que no ocurrió. Gran parte de las miradas se centraban desde la salida en Compiegne en la figura del eslovaco Peter Sagan. El Campeón del Mundo no tuvo su día, sufriendo diversos problemas con su bicicleta y quedándo eliminado de la selección final en donde estaban los hombres que se iban a jugar el triunfo en la pista de Roubaix cuando quedaban treinta kilómetros para el final. El cambio de ritmo del italiano Daniel Oss provocó la ruptura en el grupo y quedaron en cabeza seis elegidos, entre los que no estaba el propio Oss. Stybar,Langeveld,Roelandts,Stuyven,Van Avermaet y Moscon abrieron camino en víspera de la llegada del decisivo Carrefour de L´Arbre, último tramo cinco estrellas del recorrido de la Paris-Roubaix.

En los descarnados adoquines del Carrefour de L`Arbre fue Van Avermaet quien tomó la iniciativa, llevándose consigo a Langeveld, menos habitual en estas lides y al checo Stybar, antaño hombre de ciclocross, año tras año protagonista de esta carrera. Por detrás poco o nada pudieron hacer sus acompañantes. Los tramos restantes hasta la meta fueron meros espectadores


del paso del trio de cabeza, dispuestos a resolver la incógnita del vencedor en el célebre y viejo velódromo. De poco sirvieron los leves

intentos de Langeveld y Stybar a pocos kilómetros de la línea de llegada. El sprint final en los metros finales fue a parar a un soberbio Van Avermaet, que firmó una Roubaix casi perfecta, completando una excepcional primavera en la temporada 2017.

Foto: Greg Van Avermaet entrando en meta en el velódromo de Roubaix. Foto tomada de la página de la carrera.


ANÁLISIS RECORRIDO 2018 Por Francisco del Puente

Como cada año la temporada de las clásicas de pavés toca a su fin con la más grande de todas ellas, la París-Roubaix. O si no la más grande, porque en esto, como en casi todo, también hay debate, sí con la que mejor representa el espíritu de desafío al medio más hostil que representan estas carreras. No obstante por algo es conocida, entre otros muchos sobrenombres, como La dernière folie. La última locura.

Hermanada en espíritu con el Tour de Flandes, nos remite más en lo referente a lo tradicional de su recorrido, a la Milán-San Remo por ejemplo. Y es que el recorrido de la París-Roubaix, al igual que sucede con el de La Primavera, es de los que menos ha cambiado a lo largo de sus más de 120 año de historia. Algo que queda patente, por ejemplo, en el hecho de que sólo dos ciudades hayan acogido la salida, París y Compiègne, y que su icónico final en el Velódromo de Roubaix permanezca inalterable, y esperemos que por muchos siglos, desde esa decimonónica primera edición.

Así pues, en este 2018 será la 53ª vez que la París-Roubaix salga de Compiègne para acabar en Roubaix y será a lo largo de sus casi 270 kilómetros de recorrido donde haya que buscar las novedades, que tampoco son muchas pues si las localidades de inicio final permanecen inalterables desde hace más de medio, tres cuartos de lo mismo sucede con los puntos decisivos de la carrera. Con todo, conviene analizar que nos deparará este año el recorrido de la última locura del ciclismo.


Novedades

Al igual que viene sucediendo en los últimos años, las novedades que presentará el trazado de la París-Roubaix están agrupadas, básicamente, en los primeros tramos adoquinados, siendo la carrera desde un poco antes del mítico Bosque de Arenberg un calco del recorrido de 2017. Estos cambios a menudo vienen marcados por necesidades logísticas pero también por buscar la manera de que la carrera se vaya seleccionando lo antes posible.

Con todo, el primer tramo será el mismo que el año pasado y poco después de pasar Troisvilles, allá por el kilómetro 93, los corredores se adentrarán en un tramo de algo más de 2 kilómetros que los conducirá hasta la localidad de Inchy y de ahí a Viesly, donde la carrera tomará unos derroteros distintos a los de 2017.

A partir de aquí el trazado varia más en el sentido en que se hacen los tramos adoquinados que en la presencia o ausencia de los mismos. Así, por ejemplo, el tramo de Viesly a Briastre, el tercero más largo junto al de Mons-en-Pévèle, es en esta ocasión el segundo sector adoquinado cuando el año pasado era el cuarto. Desaparece, sin embargo, el que enlazaba Briastre con Solesmes, localidad a la que se llega por un tramo de calzada normal para desde ahí afrontar un encadenado de tres tramos que, o bien no estaban en la edición de 2017, o se hicieron en sentido contrario. De los primeros tenemos el de Saint Pyton, 1.500 metros de piedras con 3 estrellas de dificultad. En cuanto a los que cambian el sentido, nos encontramos con el de Quiévy, el primero de los seis tramos calificados con 4 estrellas.

8 kilómetros después llegará otra de las novedades de la carrera, un tramo de 1.500 metros de longitud, en Saint Vaast, que conducirá a los corredores hasta Montrécourt, donde arranca la última innovación de esta París-Roubaix, el tramo de Verchain Maugré. 1.200 metros con sólo 2 estrellas de calificación. A partir de aquí la carrera será un calco de la del año pasado. Al menos en lo que al trazado se refiere.


Puntos calientes

Como decíamos al principio, la París-Roubaix es una carrera bastante inmovilista en lo que a su trazado se refiere, si bien, dada la naturaleza de su recorrido, averiguar dónde puede tener lugar ese momento clave resulta poco menos que imposible porque cualquier caída, cualquier montonera, en cualquiera de sus tramos, puede acabar siendo decisiva para el desenlace final. Y si no que se lo digan a Cancellara o Sagan, que hace dos años quedaron cortados a 120 kilómetros de meta por culpa de una caída y ya no volvieron a ver a los de cabeza hasta las duchas del Velódromo.

Pero vamos a presumir que todo discurre por unos cauces medio lógicos, la lógica completa no existe en el ciclismo y menos aún en la París-Roubaix, para inferir cuando y donde se puede decidir la prueba.

Tras los casi 100 kilómetros de sesteo por las llanuras del norte de Francia, los primeros tramos de adoquín que ya hemos comentado en el capítulo de novedades han de deparar pocas sorpresas. La carrera se irá seleccionando poco a poco, los más débiles se irán cortando y los nervios serán la nota predominante, más en los momentos previos a los tramos de pavés que en los propios tramos pues si algo tiene claro cualquier corredor con unas mínimas opciones de victoria es que la colocación en la entrada a los tramos es vital. En el mejor de los casos, para ganar la Roubaix sólo tendrá una oportunidad pero para perderla tendrá mil a lo largo del día.

Así pues, hasta el kilómetro 162 la carrera habrá de ser una mera purga donde los más fuertes prevalezcan y donde sus guardias pretorianas permanezcan lo más cerca posible de ellos. Porque será en este punto cuando se llegue al Bosque de Arenberg, el primero de los tres tramos de 5 estrellas.

La lucha por llegar bien colocado a Wallers, la comuna minera que acoge la entrada al bosque, a menudo es más espectacular y despiadada que el paso por el propio tramo. Y tiene una consecuencia muy a tener en cuenta: la velocidad. A la entrada del bosque se lleva a una velocidad de vértigo con el agravante de que buena parte del tramo es una suave pendiente hacia abajo lo que dispara la velocidad de paso muy por encima de los 50 km/h. Eso, en un adoquinado tan salvaje como el de Arenberg es jugar a la ruleta rusa. Salir indemne de allí y en el grupo de cabeza es capital si se quiere conservar las opciones intactas. Porque hace los más de 90 kilómetros que restarán para el final a la


contra puede ser letal.

Sin embargo es cierto que a menudo, si ningún favorito viene o ha quedado cortado en Arenberg, la carrera se vuelve a ralentizar un tanto. Al menos así ha sido en los últimos años. Comienza entonces la tarea de desgaste. Lo más granado de entre los gregarios tendrán la misión de ir separando el grano de la paja y que el grupo vaya mermando a cada paso por un tramo adoquinado. También será el momento en el que probablemente la escapada del día, que a buen seguro se formará en los primeros 100 kilómetros, comience a morir.

Así hasta el kilómetro 197, a 60 de meta. Ahí se llega al tramo de Orchies. A la salida de este tramo fue cuando Cancellara lanzó su furibundo ataque en la Roubaix de 2010 y justo antes de entrar en él fue el lugar elegido por Boonen dos años más tarde para repetir maniobra y escribir su obra magna. Orchies marca, por tanto, el punto desde el que un ataque en solitario puede llegar a tener éxito, si bien ninguno de los capos actuales parece en condiciones de emular las gestas de Fabian y Tommeke. Probablemente sólo la mejor versión de Sagan fuese capaz pero ésta de 2018 no parece, ni por asomo, esa mejor versión del campeón del mundo. Pero tampoco habrá que esperar mucho más para que todos los gallos se pongan en prueba. 10 kilómetros después se llega al segundo paso de 5 estrellas del día y lo hace, además, previo paso por el tramo de Bersée, de 4. Suman entre ambos casi 6 kilómetros de una dificultad extrema y no sería raro ver aquí los primeros movimientos de alguno de los favoritos en busca de la victoria. En ese hipotético escenario lógico del que hablábamos antes, de aquí no han de salir más de una docena de corredores con opciones de ganar. Todo lo que sea más que eso nos estará evidenciando que estamos ante una Roubaix de perfil bajo.

A su salida restarán algo más de 45 kilómetros para la meta de los cuales uno de cada tres será sobre pavé, una verdadera tortura después de 200 kilómetros sobre la bici. Los tramos que van del 10 al 6 son una sucesión de sectores de 2 y 3 estrellas que por sí mismos no han de hacer gran mella pero que con la fatiga acumulada pueden ser mortales y más teniendo en cuenta lo que se viene.

Y es que lo que no se haya jugado hasta aquí probablemente se decida entre el kilómetro237 y el 242. En estos cinco kilómetros se pasa el tramo 5, el de Camphin-en-Pévèle (4 estrellas) y sobre todo,


el Carrefour de l’Arbre, el último de los tramos de 5 estrellas y verdadero juez las más de las veces de la carrera. Para cuando este sector quede atrás, no habrá fuga del día y no habrá nadie en cabeza que no esté en disposición de ganar la carrera. Quién haya llegado hasta aquí con los mejores contará con más o menos opciones para la victoria final pero contará.

Los 17 kilómetros restantes ya no presentan grandes dificultades. A los dos tramos de 2 estrellas restantes, a 15 y 8 kilómetros de la meta respectivamente, les sucederá el último, el único de 1 estrella y que corresponde al adoquinado urbano del bulevar central de la Avenida Alfred Motte, ya en el casco urbano de Roubaix, en las inmediaciones del Velódromo. Así pues, a la salida del Carrefour de l’Arbre, los movimientos entre los favoritos que pueden decidir la carrera serán más cuestiones tácticas que de fuerzas. Valga de ejemplo como ganó Terpstra la edición de 2014, aprovechándose del marcaje entre capos, o de cómo no pudo ganarla Boonen en 2016, pues por mucho que lo intentó el terreno no daba lugar para distanciar a quienes hasta allí habían llegado.

Y una vez en el Velódromo todo dependerá de la situación de carrera. Si llega un corredor en solitario, sin opciones de ser cazado, será una auténtica y gloriosa vuelta de honor que recordará toda su vida. Si se llega en un grupo, por reducido que sea, la tensión por lanzar el sprint en el momento adecuado se podrá cortar con un cuchillo.


Los sectores de París Roubaix 2018 Por Abdón Ramiro


LOS EQUIPOS PorAbdรณn Remiro





Favoritos Por Alvaro Quevedo

Zdenek Stybar. Una auténtica bestia parda. Se lo ve más fuerte en esta temporada, algo que lo puede beneficiar sobre los adoquines. Técnicamente es exquisito. Es la carrera que prepara con mimo cada año, y después de haber subido dos veces al segundo cajón del podio, no se conformará con menos que la conquista de la piedra que espera en el velódromo. Para el que escribe estas líneas es el máximo favorito en esta edición que parte sin un patrón tan claro como en años anteriores, y que de ser alguno, sería el dominador de las piedras este curso, Niki Terpstra, compañero de equipo, lo que lo beneficiará aún más si cabe.


Greg Van Avermaet. El belga no luce el mejor nivel en esta campaña y tendrá complicado revalidar el título. No obstante, conocemos de sobra su calidad, y estará en la batalla. Tendrá un buen bloque enteramente a su disposición, y si logra filtrarse en el grupo decisivo en los kilómetros finales podrá aprovechar su punta de velocidad para imponerse sobre la línea de meta.

Sep Vanmarcke. Pura clase. Pero también desborda infortunios. Es capaz de volar sobre el adoquín y hacer las delicias de los aficionados, y también de tener un pinchazo, partir un cambio o verse envuelto en una caída en el momento más inoportuno. Normalmente se atreve de lejos y puede ser de los grandes animadores de la carrera. Ahora le falta rematar. El podio es un puesto realista, aunque parece que siempre le falta algo para ganar.


Niki Terpstra Reciente vencedor en el Tour de Flandes, llega con la tranquilidad y la confianza necesarias para volver a sorprender, si es que se puede considerar de esa forma las hazañas que ya ha protagonizado esta máquina de dar pisotones a los pedales. El holandés ya sabe lo que es ganar la Roubaix, y a pesar de estar vigilado, si vuelve a exhibir la fortaleza que tuvo la semana pasada, será complicado de seguir en los adoquines. En su contra juega las múltiples bazas con las que cuenta el Quick Step. A priori es algo positivo, pero es un arma de doble filo, que puede arruinar sus opciones de volver a ser monumental.

Peter Sagan. La eterna promesa sobre el adoquín de París. Allí donde va es uno de los máximos favoritos, sino el que más, para las casas de apuestas. La realidad es que Peter no ha cosechado grandes resultados sobre las piedras francesas. Con la calidad que tiene, es capaz de cualquier cosa. En Gent ganó al sprint, pero aquí necesitará algo más. Será difícil soltar a algunos rivales, pero también para el resto soltarlo a él. En su contra jugará la vigilancia que ejercerán sobre el arcoíris y la responsabilidad que le dejarán ante los numerosos ataques que pueda provenir de la multiplicidad de candidatos que encontraremos. Nadie lo quiere en su grupo para jugarse la victoria.


Philippe Gilbert. La tercera gran baza del Quick Step. El equipo belga está dominando literalmente la primavera, y con Philippe tienen un seguro de vida. Ya el año pasado manifestó su interés por este monumento, tras conquistas el Tour de Flandes. Aquí no habrá cotas que jueguen a su favor, pero su rendimiento está siendo muy bueno, y su sprint con tantos kilómetros de fatiga en las piernas ha mejorado. Está al nivel para ganar, y es firme candidato al podio. El mayor “enemigo” quizás lo tenga en casa.

Alexander Kristtoff En su mejor momento quizás podría ser capaz de resistir en el adoquín para imponer su potencia y velocidad en el velódromo. Esto no es así en las circunstancias actuales, aunque pudimos ver recientemente que su estado de forma es óptimo. Lo más lógico es pensar que puede verse beneficiado de los parones que se producen después de los ataques e indecisiones. En un grupito perseguidor, se frota las manos para luchar por plazas privilegiadas dentro del Top10.


John Degenkolb: El alemán poquito a poco va a más y tiene confianza en realizar un gran papel en Roubaix. Encabeza ese grupo de corredores rápidos y habilidosos sobre el adoquín (excluyendo a Sagan que vale para un roto y para un descosido). Siempre cuaja buenas actuaciones en esta prueba, en la que ya subió a lo más alto del podio en 2015. Difícil pensar en que pueda repetir, pero puede optar a un gran puesto.

Oliver Naessen: El campeón belga viene con esperanzas puestas en romper la carrera y aprovechar su calidad sobre el adoquín. Es de los más interesados en mover el árbol desde lejos. Parece recuperado de la caída del otro día. En Flandes estuvo bien a pesar de correr toda la jornada a contra pie. No tienen grandes actuaciones en Roubaix, y su experiencia es escasa, pero goza de las cualidades necesarias para sorprender. No podemos hablar de él como un tapado, pues todos lo conocemos, pero ocupará un rol más secundario que puede que haga que más de uno lo pierda de vista. Pero ustedes no lo hagan, ¡Ojo con el!


Jasper Stuyven. Uno de los más regulares de esta primavera de piedras. Líder del conjunto Trek Segafredo, compartiendo galones con Degen. Es rápido, pero si puede seguro que tratará de seleccionar desde lejos, pues no puede fiarlo todo a su sprint. Gozará de mayor libertad que el resto de rivales directos y esa será su mejor carta a jugar.

Wout Van Aert. La joven promesa. Puede ser la revelación. En su primera campaña en las grandes pruebas del calendario mundial está respondiendo muy bien. Tiene un equipo, que a pesar de ser de la segunda categoría, lo arropa y cuida el mayor número de kilómetros posibles. Peca de inexperiencia y de ambición, dando la cara en excesos en numerosas ocasiones. No obstante, es una garantía para el espectáculo del aficionado, y quizás el aliado perfecto para los valientes que pasen a la ofensiva.


Arnaud Demare. La FDJ lo apuesta todo a la velocidad del galo. Es la gran esperanza local, y visto el nivel que venía mostrando estas semanas atrás, hay que tenerlo muy presente durante toda la carrera. No se esconde, da la cara, e incluso toma la iniciativa en momentos delicados de la prueba, buscando endurecerla aún más. Si logra sobrevivir a los ataques del final, quizás sea la rueda a batir. No obstante, es más realista pensar que pueda liderar el sprint de un grupo perseguidor. Muchos años sin ganar un francés, desde Guesdon en el 97. Demaré VS la historia.

Gianni Moscon. El año pasado sorprendió con sus capacidades para brillar en todos los terrenos. Se filtró en el grupo ganador. Este año llega con más experiencia y con todas las papeletas para poder brillar con un guion de carrera descontrolado. El líder de SKY puede ser uno de los grandes animadores de la prueba. Seguro que lo vemos probando de lejos.



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