Fotoreportaje
La otra c ara Roberth Orihuela Quequezana
L
a ciudad de Arequipa se erige a las faldas del volcán Misti. Durante siglos se ha considerado a sí misma la tierra de las revoluciones en el Perú; ciudad de los lonccos, que se caracteriza por su fuerza y tradición. Es la segunda ciudad más importante del Perú, después de Lima; y ha tratado de mantener ese estatus. Desde comienzos del milenio, el Perú ha sufrido un cambio de rumbo económico que lo ha colocado com uno de los países con mayor crecimiento y desarrollo de Latinoamérica durante casi una década; con un crecimiento económico promedio de 6% anual. No solo la capital se ha visto bene ciada co este cambio, sino también otras ciudades como Trujillo, Cuzco, Tacna, etc., y claro Arequipa. Debido a esto, en todo el país se ha dado un fenómeno migratorio extraordinario y nunca antes visto; solamente en Lima. Miles de compatriotas se han trasladado a diferentes ciudades (ya no solo Lima), y una de ellas es Arequipa. Se dice que el 70% de la población arequipeña actual es de provincias como Puno, Cuzco Moquegua y Tacna. No habría ningún problema, sino fuera que estas migraciones han producido un desorden demográ co terrible. Las invasiones son pan de cada día y el trá co de terrenos ha construido ma as que se dedican a este negocio, y se han arraigado hasta nuestras instituciones públicas. Sin duda el auge económico ha traído cosas buenas para nuestra ciudad: a.- El indice de pobreza ha disminuido de 34% en 2004 hasta 9.1% al 2014; b.-El boom inmobiliario va creciendo un 10% cada año, vendiendose alrededor de 30mil viviendas en el año 2013; y c.- En boom automovilístico ha llegado a tal punto que se venden más de mil autos mensuales, ¿Pero, es todo bueno? Hay un gran sector que aún no es atendido, y la pobreza extrema tampoco se ha solucionado. No todo son maravillas en Arequipa, y son los migrantes quienes más sufren el daño colateral de la bonanza económica. Viven en condiciones casi infrahumanas, sin servicios básicos, con trabajos que no les alcanzan para cubrir sus necesidades básicas y con ganas de alcanzar también el sueño del desarrollo.Para ellos el progreso también signi ca sacri cio.
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