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5.3.3. Los bosques y la geoingeniería botánica

La contabilidad de bosques. La FAO define al bosque como una superficie mayor a 0,5 ha, con árboles superiores a 5 m de altura y una cubierta de dosel mayor al 10 % del área. Como toda definición con umbrales, un cambio de umbral produce un cambio de resultados. Si el umbral del 10 % se sube al 30 %, la superficie mundial de bosques se reduce en un 6 %. Esta definición llamó a objeciones: ¿Por qué se considera solo árboles y no otros seres vivos? ¿Por qué se permite que monocultivos de eucaliptos o pinos se consideren bosques? En el primer censo global de bosques (1923) habían unas 10 ha por habitante, hoy hay menos de 0,5 ha/hab. Es el resultado de tener 3.500 Mha de bosques (dato de FAO-1995) y 7.000 millones de habitantes en 2011. Una tercera parte de la Tierra (el equivalente de toda América) está cubierta por bosques.

La contabilidad de árboles. /// Un estudio utilizó una combinación de enfoques y encontró que hay 3,04 MM (millones de millones) de árboles, aproximadamente 422 árboles por persona. Recopilaron información sobre la densidad de árboles de más de 400.000 parcelas forestales en todo el mundo. Utilizando imágenes satelitales, pudieron evaluar la densidad, el clima, la topografía, vegetación, estado del suelo y los impactos humanos. Las densidades más altas están en los bosques boreales subárticos (0,74 MM). Pero las áreas forestales más grandes se encuentran en los trópicos (1,30 MM). En las regiones templadas hay 0,66 MM. El clima puede ayudar a predecir la densidad de los árboles. En áreas más húmedas hay más árboles. Sin embargo, las zonas húmedas pueden ser las preferidas por los humanos para la agricultura. Se estimó que más de 0,015 MM de árboles se talan cada año.

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La contabilidad del carbono. La captura de carbono ocurre durante el crecimiento de los árboles y se libera cuando mueren. Cerca del 45 % de la biomasa de un árbol (materia seca) es carbono y el 30 % está en las raíces. En promedio, una tonelada de madera equivale a 1,6 toneladas de CO2 atmosférico o 0,45 toneladas de carbono neto acumulado. El período en el cual el bosque alcanza su madurez varía de acuerdo con el tipo de árbol, suelo, topografía y prácticas de manejo en el bosque (silvicultura). Cada árbol en 100 años puede capturar 300 kg de carbono (700 kg de madera). Lo que da una captura promedio de 120 toneladas por hectárea en 100 años. Se absorben cerca de 1 tonelada de carbono por hectárea al año. El rendimiento en cantidad de CO2 que una especie puede absorber es encabezado por el género Eucaliptus, que puede capturar 8 tC/ha/año.

El aumento del carbono secuestrado. /// Con el manejo correcto, el suelo puede ayudar al secuestro (geoingeniería) de carbono. En la cumbre de Paris-2015 se lanzó el plan “4 por 1000” que consiste en aumentar el carbono en el suelo 0,4 % al año. La capacidad de secuestro de carbono es muy variable. Los suelos de turba tropicales tienen 4.000 tC/ha (toneladas de carbono por hectárea), mientras los arenosos llegan solo a 80 tC/ha. Se estima que en promedio el 25 % de la materia orgánica agregada al suelo queda almacenada a largo plazo. Los estudios sugieren que se puede almacenar carbono a razón de 0,5 tC/ha/año. Algunas

áreas de tierras de cultivo del mundo tienen el potencial para alcanzar el objetivo del 0,4 %/año, al menos localmente. Significa que la aspiración de “4 por 1000” es ambiciosa, pero el efecto perseguido es la promoción de la buena gestión del suelo. La restauración del suelo ayudará a los objetivos del Cambio Climático y de Seguridad Alimentaria en forma simultánea.

La composición forestal. /// Un estudio de 250 años de historia del manejo forestal en Europa reveló cambios en la evaporación, transpiración, albedo y liberación de CO2. La forestería prefiere árboles comercialmente valiosos (pino escocés, abeto rojo y haya) lo que se tradujo en la reforestación con coníferas, a expensas de los bosques de hoja ancha. Entre 1750-1850 se talaron 190.000 km2 de bosques para combustible o agricultura. Desde 1850 se recuperó más del doble de la superficie. Pero las coníferas de crecimiento rápido reemplazaron a los árboles caducifolios en 633.000 km2 de bosque, por razones forestales. Este cambio indica que, aunque hay un incremento de superficie forestal, resulta ser negativo para el carbono acumulado. El cambio en la composición forestal significa que ahora se retiene 3,1 MtC menos que en 1750. Entre 2010-2015 el 85 % de los bosques europeos tuvieron algún tipo de manejo.

Los viejos son dueños del carbono. El proyecto ForestGEO tiene 52 parcelas en 22 países y 80 instituciones asociadas. Contienen 8.500 especies y 4,5 millones de árboles bajo seguimiento. /// Un estudio encontró que en promedio un árbol de 100 cm de diámetro acumula 103 kg/año de masa seca, siendo 3 veces la acumulación que muestran los árboles con la mitad de diámetro. Los árboles viejos y grandes son el 6 % en número, pero producen el 33 % de la masa forestal anual. /// El estudio de la composición de los bosques globales encontró que el 1 % de los árboles maduros y más viejos tenía el 50 % de la biomasa forestal. La cantidad de carbono que los bosques pueden secuestrar depende de la abundancia de árboles grandes. El tamaño de los árboles más grandes es más importante para la biomasa forestal que las altas densidades de árboles pequeños y medianos. /// Los árboles no dejan de crecer. Crecen hasta que sucumben a enfermedades, ataques de insectos y rayos. No son inmortales, pero si logran eludir los accidentes, parece que pueden vivir indefinidamente. Un estudio trabajó con datos de 673.046 árboles de 403 especies y calculó la tasa de crecimiento en 5 y 10 años. En el 87 % de las especies, los árboles más grandes generan más biomasa que los pequeños. Los árboles grandes y viejos son reservorios de carbono, pero además son esponjas. Una hipótesis diferente dice que la tasa de crecimiento mayor no refleja una mayor fijación de carbono. Los árboles viejos podrían estar almacenando menos carbono en sus raíces. Otro estudio comprobó que en los bosques de monocultivos con árboles de la misma edad, la productividad de biomasa tiende a disminuir con la edad.

El balance entre fotosíntesis y respiración. El balance entre la absorción y emisión de CO2 en los bosques es poco conocido. Hay un desacuerdo sobre si el balance de carbono secuestrado a largo plazo será negativo o positivo. /// Hay dos tendencias posibles: que el aumento de temperatura y CO2 haga predominar la absorción de CO2 por fotosíntesis, o que en el suelo la respiración sea una fuente de carbono. Si los bosques siguen absorbiendo carbono conviene mantener los bosques maduros, pero si los bosques maduros se convierten en fuentes de carbono, lo mejor sería aumentar la cose-

cha de madera para mejorar la mitigación. La recolección reduciría las pérdidas por descomposición. Un estudio de 20 años comprobó el incremento de absorción por fotosíntesis cuando se pasó de 400 a 700 ppm de CO2 atmosférico. Se midió hasta 32 % más de fijación de carbono. Pero otro estudio de 6 años estableció que en los bosques se produce un aumento de vegetación junto con un incremento de la actividad de microbios en el suelo, lo que eleva el carbono liberado. Hay una incertidumbre en el balance para el ciclo de carbono. Lo único seguro es que el carbono en la atmósfera aumenta por el consumo de combustibles fósiles.

La incertidumbre. Los bosques se encuentran sometidos a una dieta de comida rápida con CO2 en aumento, lo que incrementa el crecimiento. Pero, el nitrógeno en el suelo del bosque se va agotando, lo que llevará a una situación de pérdida de crecimiento. /// En una plantación forestal (Pinus taeda) en el noroeste de Norteamérica se mide el suelo del bosque para evaluar la respiración del CO2. Es un trabajo que se realiza cada 30 minutos desde el 2005. Parece que la explotación forestal está destruyendo el carbono almacenado bajo el suelo del bosque. Se está perdiendo carbono a razón de 1,2 t/ha al año. Con el tiempo el suelo fértil a base de turba podría terminar en una capa de arena. Se sospecha que la tala altera la actividad microbiana del suelo. La contabilidad de carbono debe considerar la acumulación en madera y la pérdida del suelo. /// Un bosque como el Amazónico respira en forma casi cerrada: inhala CO2, libera oxígeno y genera madera en la masa selvática y luego el suelo y las cuencas de ríos se ocupan de procesar la materia vegetal y liberar carbono. Las bacterias del suelo liberan el 45 % y el río el 50 % del carbono que cae en él (en total 0,2 GtC/año). Solo el 5 % llega al Atlántico o es enterrado en el fango de los afluentes. El río Amazonas descarga en el mar el 20 % del agua dulce de todo el planeta y las mareas son tan fuertes que invierten el sentido de circulación en la desembocadura. La sequía del 2010 se calcula que liberó a la atmósfera más de 1,5 GtC, (igual a las emisiones de Estados Unidos), lo que convirtió al Amazonas en una fuente de carbono. Una sequía igual ocurrió en el 2005 en lo que se llamó “un evento único en 100 años”. Este será normal con el calentamiento global: la aceleración de ocurrencia de los eventos extremos.

La evaporización y transpiración. /// En un estudio se analizaron datos satelitales de temperatura superficial y variaciones en la cubierta forestal. Se encontró que la tala de bosques está provocando un aumento de las temperaturas medias y máximas de la superficie. La evaporación y transpiración compensan la temperatura, donde en las zonas áridas se tiene un patrón de calentamiento más fuerte y en las zonas tropicales es más suave. Esto ocurre porque las coníferas de hojas oscuras absorben más luz solar y emiten menos agua, lo que contribuye al calentamiento local. Los bosques enfrían la atmósfera local durante los meses de verano, cuando el calor y el fuego son motivo de preocupación. Algunos sugieren que deben tenerse presentes los efectos de los bosques en el clima local, en lugar de centrarse en los efectos globales del dióxido de carbono. /// Un problema es el consumo de agua. Los bosques que se implantan para explotación industrial en pastizales “devoran” el agua de lluvia. En Patagonia se midió que las plantaciones de 350-500 pinos por hectárea transpiran 2-3 mm de agua por día. En Chile midieron que la transpiración y evaporación consumen el 95 % de las lluvias, por

lo que no dejan agua hacia el exterior. /// La deforestación reduce la temporada de lluvias, debido a la correlación entre humedad del suelo, vegetación y energía solar que se necesita para convertir el agua en vapor. Al convertir agua del suelo en humedad, los bosques enfrían el aire. Un modelo predijo que el desmonte del 40 % del Amazonas puede reducir las lluvias en 12 % en la estación húmeda y 21 % en la seca. El efecto llegaría a la región pampeana (Argentina) con una reducción del 4 % de lluvias.

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