Carlos MollĂĄ, Cristian Kocak, Eli Serebrenik, Gisela Courtois, Horacio Otheguy Riveira, Mariano LiĂŠbana, Roberto Langella
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Consultorio Astrológico Spesunica
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Sumario Editorial
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Inmortalidad, por Humberto Constantini
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Con mi madre a la espalda, por Carlos Mollá
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Hacer el bien (2º parte), por Eli Serebrenik
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Criaturas creadoras, por Gisela Courtois
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La muerte es otra cosa, por Horacio Otheguy Riveira
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Otra vez Gricel (5º parte), por Roberto Langella
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La mujer en llamas (capítulo 7), por Horacio Otheguy Riveira
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Se me cayeron las alas
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Micromachismos, el poder masculino en la pareja “moderna” (4º parte), por Luis Bonino
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¿Quimicontás?, por Mariano Liébana
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Prácticas adivinatorias extrañas: Oniromancia (1º parte)
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Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
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El arte de Xavier Blanch
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Horóscopo
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Sumario de números anteriores
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La estirpe de los villanos
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n la actualidad el concepto de ―villano‖ es, creo, excluyente del terreno de las historietas de superhéroes, las némesis de los superhéroes son los villanos, personajes de ficción que cometen actos viles, es decir, violentos y cobardes, la violencia y la cobardía es lo que caracteriza a la vileza. Pero no siempre fue así. Hace unos días, viendo la película El verdugo (1963), del inefable Luis García Berlanga, me entero que en la España del franquismo hubo pena de muerte, cuyo procedimiento era el garrote vil, un instrumento de tortura que por medio de una especie de torniquete hacía romper el cuello del condenado. Se suponía que la muerte debía producirse de manera instantánea, pero casi nunca resultaba así, debido al vigoroso cuello de los condenados o a la insuficiente fuerza del verdugo, o a ambas cosas, por lo que la agonía se prolongaba de manera torturante. Digamos de paso que dicho procedimiento se extendió hasta lugares de Latinoamérica, como Puerto Rico, Filipinas o Uruguay, habiendo sido introducido por los conquistadores, que por otra parte así mataron al cacique Atahualpa. El garrote vil fue un instrumento que se utilizó desde el Medioevo, tanto en España como en Portugal; según Wikipedia: “El garrote, con sus refinamientos, fue instituido porque el ahorcamiento se consideraba excesivamente cruel, ya que el lapso hasta la muerte era mucho más largo. En el momento en que se instauró el garrote, principios del siglo XIX, este argumento se mostró válido. Posteriormente los ingleses perfeccionaron la técnica de ahorcamiento mediante caída larga y escotillón, que convirtió este procedimiento en el más rápido y limpio”. Y también dice: “En el caso de este método de ejecución, el adjetivo «vil» deriva del sistema de leyes estamentales en el medievo. Por una cuestión simbólica, la decapitación con espada se consideraba pena reservada a los integrantes de la nobleza; en cambio, para los villanos (habitantes de las villas
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o integrantes de la «plebe»), se mantenía la ejecución «vulgar» mediante «garrote» (garrotazo)”. Es decir, la primera acepción de la palabra ―villano‖ fue la de ―plebeyo‖ o ―habitante de las villas‖ (lo que hoy en día, en Latinoamérica, al menos en Argentina, llamaríamos un ―villero‖. Es decir, un habitante de las ―villa miseria‖. Las villa miseria son los pequeños caseríos construidos improvisadamente y en condiciones paupérrimas, por los desclasados e indigentes, los estigmatizados, los chivo expiatorio de la sociedad. Con Gisela siempre nos gusta recurrir a arcaísmos en nuestras conversaciones, nos parece divertido. También nos parece que dado el empobrecimiento del lenguaje de un tiempo a esta parte, casi todas las palabras son o tienden a ser arcaísmos, hasta la propia palabra ―arcaísmo‖ tiende a serlo, porque quién se fija en la actualidad en estas cuestiones. Sin embargo, hay expresiones que se resignifican con el correr de los tiempos; ya nos advertía Borges que la palabra ―apócrifo‖ alguna vez significó ―oculto‖ y no ―falso‖, con desde hace un tiempo hasta hoy en día. Por los Evangelios Apócrifos es que hubo interés de parte de algún poder el resignificar esta expresión. Lo mismo ha ocurrido con la palabra ―villano‖, a lo que se asocia con la maldad más abyecta, la cobarde (vileza), nada más que el desclasado, el estigmatizado, el marginado, el indigente. Roberto Langella, mayo, 2014.
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Ocurre simplemente que me he vuelto inmortal. Los colectivos me respetan, se inclinan ante mí, me lamen los zapatos como perros falderos. Ocurre simplemente que no me muero más. No hay angina que valga, no hay tifus, ni cornisa, ni guerra, ni espingarda, ni cáncer, ni cuchillo, ni diluvio, ni fiebre de Junín, ni vigilantes. Estoy del otro lado. Simplemente, estoy del otro lado, de este lado, totalmente inmortal. Ando entre olimpos, dioses, ambrosías, me río o estornudo, o digo un chiste y el tiempo crece, crece como una espuma loca. Qué bárbaro este asunto de ser así, inmortal, festejar nacimientos cada cinco minutos, ser un millón de pájaros, una atroz levadura. Qué escándalo caramba este enjambre de vida, esta plaga llamada con mi nombre, desmedida, creciente, totalmente inmortal. Yo tuve, es claro, gripes, miedos, presupuestos, jefes idiotas, pesadez de estómago, nostalgia, soledades, mala suerte...
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Pero eso fue hace un siglo, veinte siglos, cuando yo era mortal. Cuando era tan mortal, tan boludo y mortal, que ni siquiera te quería, date cuenta.
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Con mi madre a la espalda, por Carlos Mollá
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ntroduje en la mochila la vasija que me dieron en el tanatorio con las cenizas de mi madre y me la eché a la espalda. A pesar de que era muy voluminosa, me sentía cómodo caminando hacia la salida. Sin ninguna dificultad quité el candado de la bici y apurando los frenos fui bajando la pronunciada cuesta desde el tanatorio de San Isidro hasta el paseo del río Manzanares. Ya en la vereda del río y gracias al rítmico y tranquilo pedaleo, alcancé a percibir el significado de la presencia de mi madre a la espalda. Siempre es agradable cuando es el hijo el que ayuda a su progenitor, dando la vuelta a la situación contraria, mucho más clásica. Hacía un día precioso y me sentía bien, por lo que empecé a hablar con ella. Bueno madre, me has dejado huérfano. Ahora entiendo lo sinceros que eran tus gritos cuando llamabas a la tuya cuando sentías miedo o te encontrabas mal, a pesar de que sabías que hacía ya muchos años que no estaba. Es una relación muy fuerte, muy especial. Fíjate si es sólido este afecto que a pesar de lo mal que lo has hecho conmigo, me siento muy en paz contigo en este momento. Pusiste muchas expectativas en mí. Por un lado me decías que iba a ser un gran científico y por el otro, supongo que para encenderme mis alertas, no parabas de tratar de convencerme en que no iba a llegar más que a limpiarle los zapatos a mi hermana. Desde luego pertinaz sí que fuiste. Día tras día, ya en el desayuno, o cuando recibía a mis amigos en casa o cuando venían visitas, sacabas de nuevo tu argumento de mi falta de
voluntad para estudiar. Este cotidiano lavado de cerebro, claro, provocó a largo plazo una caída de mi autoestima que me ha perjudicado durante toda mi vida, pero por otro lado me ha endurecido como una piedra. Cuando más fuerte me ha pegado la vida, más he sentido la fortaleza de mi personalidad, huyendo de depresiones, abandonos y quiebras en mis objetivos. Me encuentro razonablemente contento conmigo mismo, satisfecho de lo que he conseguido en estos 57 años de ser hijo, por lo que quiero quedarme con lo bueno de ti. Has sido una gran madre para tus cuatro hijos. Algunos de ellos te idolatran hasta más allá de lo razonable, pero emocionalmente hablando, es así y te lo mereces. Tu simpatía y tu entrega hacia tu familia han sido un gran factor en la realidad de este sentimiento. Vete tranquila, objetivo cumplido. Lo cierto es que me has cedido el testigo para ser el siguiente en cruzar el túnel. Ya te imagino muerta de risa, como la que te daba últimamente cuando iba a verte a la residencia, viéndome ahora yo sólo en la cinta transportadora hacia la muerte. Había veces en los que me caías bastante mal, pero en otras me enternecías, como cuando no repartías el melón y te quedabas con la mejor rodaja. Fuiste una buena amiga de tus amigas y todo el mundo te echó mucho de menos en las reuniones a las que dejaste de ir porque te daba pereza. La gente se reía mucho contigo, eras muy graciosa y conseguías que todos te quisieran una barbaridad. Hablaba contigo y creí estar fuera de este mundo mientras pedalea-
ba cada vez con más fuerza, hasta que me llamó poderosamente la atención una joven que llevaba una bicicleta con la cadena suelta. De inmediato pensé en ayudarla. Cambié el sentido de mi marcha. Me acerqué y le pregunté si no le importaba que la ayudara. Se veía que la bicicleta era recién comprada. Estaba limpia como una patena y la dueña no tenía mucha experiencia en bicis. Accedió enseguida a que le echara un vistazo. Apoyé la mía en una farola y al acercarme comprobé que la muchacha era una preciosidad. Pequeña pero muy bonita. Tenía el pelo negro, la piel blanca y unos ojos negros que daban contraste a su rostro. Llevaba un chándal blanco con pinta también de ser estrenado en ese paseo. Mientras ella sujetaba la bici, me agaché para estudiar el problema y vi que tenía fácil solución. Conforme lo iba resolviendo le iba contando cómo lo estaba haciendo para que ella pudiera repetirlo sin dificultad en la siguiente avería. En un minuto la montura quedó operativa de nuevo. Me miró a los ojos y me ofreció un café: ―No sé si podré pagarte invitándote a un café‖. De inmediato nos dirigimos al bar más próximo y yo le mostré mis manos sucias del aceite de la cadena. En el aseo me lavé y me miré al espejo con una emoción repentina: como si tuviera la sonrisa de la chica detrás, a mi espalda, junto a mí.... Cuando volví al salón ya estaba sentada en una mesa recogida, alejada del televisor. Después del protocolo clásico de la presentación, la charla se fue animando
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poco a poco. Las risas aparecieron con naturalidad, y las manos se fueron acercando hasta producirse encuentros cada vez más espontáneos, como si tuvieran vida propia. De pronto nos quedamos callados. Un largo silencio muy agradable con las manos entrelazadas y las piernas buscándose debajo de la mesa. - Vivo a dos manzanas de aquí. ¿Quieres venir a casa? – No respondí, simplemente me puse de pie, y mientras pagaba, me volví a colocar la mochila a la espalda. Me di cuenta de que los códigos de ahora no son los mismos que los de antes. En ningún momento me preguntó por el contenido de la mochila. Sabía que no iba a haber más compromiso que la cita del momento. ¿Para qué iba a preguntar nada? Al salir de su casa y despedirme, sabía que no íbamos a vernos nunca más. Había sido un momento maravilloso pero que no tenía sentido repetir. Fue difícil quitarme la sonrisa de la boca durante los días siguientes. Días más tarde, cuando llegó mi hermana de Australia, decidimos ir al monte de El Pardo, a la casa de Franco para echar las cenizas en algún lugar del jardín del palacio, algo que mi madre había pedido: ultracatólica y franquista como había sido. Me visto para la ocasión y voy a buscar la vasija del tanatorio. No la encuentro por ninguna parte. Me doy cuenta de que la había dejado olvidada en casa de la ciclista. Y en esas que llega mi mujer dispuesta a acompañarme a la ceremonia familiar. Me lanza una sola pregunta: - ¿Cariño, dónde están las cenizas de tu madre?
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Hacer el bien (2º parte), por Eli Serebrenik
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l día siguiente, mientras tomábamos mate en la playa, miré el mar, al horizonte, y me di cuenta de que si alguien mirase desde allí, yo parecería un puntito más de los que hay en la playa. Hicimos un par de asaltos juntos y, en medio de toda esa violencia, la confianza mutua resultaba un pacto de lealtad. Pero no duró mucho el entusiasmo, quizás debido a sus granos, no lo sé. Comencé a sentir que la vida se alejaba nuevamente de mí, como de un tajo en la muñeca dentro de una bañera con agua caliente. Empecé a languidecer por dentro y, cada dos por tres, salía mi pequeña identidad incorpórea dejándome vacía como una cáscara de huevo abandonada.
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na mañana en la que conseguí despertarme liviana como una flor, me puse la camisa sobre la malla y bajé a la orilla para caminar. Luego, mientras descansaba tendida sobre la arena, escuché pasos; incorporándome a medias lo veo venir hacia mí con su rostro oscuro y feo. -Loca, hoy llegan turistas nuevos, con plata en el bolsillo. Guiñó un ojo y me tendió su mano para que me levantara de la lona colorida que me contenía como una isla en ese abismo de arena. Me puse de pie, lo miré a los ojos y le dije: -No puedo Negro, es por la lenteja ¿sabes? El, rascándose la cabeza como un mono, preguntó:
-¿La qué?-. y poniendo la misma cara de cuando yo lo afané, la lengua haciendo un bulto en la mejilla y los ojos achicados, agregó -¿Qué tiene que ver el guiso con la diversión, loca? Dale, te espero en casa a las once, unos mates, ¡calzamos los chumbos y joda!. Se fue dando por sentado que yo iría.
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iré a esa mujer de pie sobre la lona como un náufrago, a su alrededor, el mundo estaba a punto de tragársela. Era tan pequeña que podía ser devorada por el aire. A las once fui a buscarlo sabiendo que era la última vez que jugábamos juntos. Subimos a la camioneta después de comer, mi estómago temblaba e hipaba descontrolado. Le sonreí, me guiñó un ojo, puso su mano en mi entrepierna en un acercamiento cómplice, nada personal. Dos perros pasaron ante mi vista mientras uno le olía el trasero al otro y luego trotaron juntos perdiéndose entre los tarros de la basura. Llegamos a la casa, bajamos sin hacer ruido y nos apretamos contra la pared, tratando de mirar lo que hacían los nuevos veraneantes. La ventana dejaba ver una familia alrededor de la mesa. Ella, una flaca lacia con un buen traste y gesto trompudo, servía algo de una fuente. El tirando a grandote, alto, de pies y manos chicas, ojos pequeños e infantiles, le sonreía a la nena de dedo en la nariz y cuerpo gordito. El nene frotaba, absorto, ida y vuelta un autito contra los cerámicos.
De golpe, sin avisar, el Negro irrumpió por la ventana gritando: -¡Abrime la puerta o te quemo desde acá! La mina, en cámara lenta, abrió mirando con terror al Negro hasta que me vio. En ese momento su rostro cambió ligeramente a una sonrisa incrédula, pero no dijo nada. Yo exprimía mi cerebro que, ahora con el disquete cambiado, no podía recordar de dónde la conocía, mientras que, con manos temblorosas, buscaba billeteras, bultos con dinero y joyas en los lugares que el marido señalaba. Sin gritos ni violencia innecesaria los desvalijamos. Salimos, subimos a la camioneta y el Negro, contento, me pegó un codazo. -¿Viste las caras?-. dijo, mientras contaba lo robado. -Mil pesos, más las joyas que no son pocas, ¿te querés casar conmigo? -Soy casada-. le dije. Me miró con la boca abierta y húmeda. -¿Y qué haces sola robando con otro?, te va a matar tu marido loca. No entendía nada el Negro. -Hasta acá está bien, mañana me voy a Buenos Aires-. dije. -¿Por? -No sé, y además esa mina me reconoció. -¿Quién te conoce a vos, rayada? El Negro me levantó el mechón de pelo que tapaba lo que hace sólo un año era mi oreja derecha, tomó mi cara entre sus manos enormes y me estampó un beso de lengua que logró que
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casi vomitara todo el contenido de mi estómago. -¿A ver si todavía, en vez de socia, me conviene más tenerte de rehén? Ante los bruscos movimientos nuestros, el coche se salió de su carril, mordió la banquina y volcamos dando varias vueltas.
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uando desperté, en realidad cuando volví a tener conciencia de mí, estaba fuera de mi cuerpo, observándolo desde arriba, muy vendado, en especial la cabeza, de la que salían tubos de varios grosores. Mi identidad de ese momento era ―La Lenteja‖. Fui recorriendo el hospital hasta que di con el Negro, se había muerto, estaba tapado hasta la cabeza con una sábana. Más tarde apareció la mina culona del afano y preguntó por mí. Fue entonces que la reconocí, era mi psicoanalista. La Lenteja se expandía en un estado de inefable hilaridad, mientras mi terapeuta se dirigía hacia la habitación donde se hallaba mi cuerpo. Mirando consternada ese envoltorio de gasa y tubos, trató de explicar, en términos psiquiátricos, quién era esa mujer vendada y con una lenteja afuera, a un policía que custodiaba la puerta. De pronto rompió a llorar diciendo: -Pensar que le estaba por dar el alta. Y él, mirando de reojo, acotó -De baja le vamo’ a dar. Después de salir del hospital, previo papeleos legales y explicaciones, como yo no había matado a nadie, mi terapeuta había retirado los cargos y nada más se me pudo comprobar, volví a Buenos Aires, me divorcié, me mudé y traté de vivir.
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Volvieron las vacaciones y de nuevo me encontraba mirando el mar. El enervante martillar de una cercana obra en construcción me llenaba de odio hacia la humanidad invasora de paisajes perfectos. Me recosté sobre la arena húmeda, apenas lloviznaba; casi me dormía cuando escuché el que-
brar de una rama seca a mi lado, abrí un ojo sin levantar la cabeza y vi a un pibe revolviendo mi bolso. Como una serpiente lo tomé del tobillo con fuerza brutal, el chico intentó huir, lo agarré del pelo y sin pensar le di una trompada en plena cara. La furia me dominaba deteniendo mi respiración mientras el corazón latía con la fuerza de un tambor, el puño cerrado se me había llenado de sangre; el chico cayó como muerto al suelo con mi monedero apretado entre sus dedos que, lentamente, se fueron aflojando hasta soltarlo. Recorrí la playa con los ojos, estábamos solos, a lo lejos caminaban algunas personas, lo demás eran gaviotas y la lluvia cayendo silenciosa. Fui a la orilla a lavarme y al volver el pibe incorporándose con la cara entre las manos, estaba llorando con sangre en la nariz. Sentí deseos de pegarle una patada, harta de que me agredieran con los robos y la violencia, har-
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ta. El lloraba sin levantar los ojos. A esta altura la ira me recorría como un vendaval, lo tomé de la remera haciendo un torniquete con la tela y lo revoleé por el aire arrojándolo sobre el médano. Me quedé parada, los brazos en jarra con ganas de gritar como Tarzán. Ese chico era la humanidad a mis pies, con su indefensión, corrupción y necesidad, su peligrosidad y su miedo. Un bicho asqueroso, un monstruo que quiso robar mi monedero, con todo lo que a mí me había pasado. Me acerqué para revolearlo de nuevo, él se levantó de un salto y hundió su cabeza en mi estómago dejándome sin aliento, luchamos con uñas y dientes, con una mano consiguió agarrar toda mi cara y la comenzó a empujar hacia atrás como si fuera a arrancármela del cuello, tuve que soltar su pelo de mis puños cerrados y ambos caímos al suelo. Yo comencé a reír espasmódicamente y luego a llorar, mientras el chico se sentaba cerca evaluando sus machucones y limpiando con el brazo los restos de sangre de su cara. Nos miramos. El absurdo bajó silencioso hasta cubrirnos completamente. -¿Cuántos años tenés?-. pregunté más calmada. -Once, ¿y vos? -Cuarenta y dos-. Dije a regañadientes.
CONTINÚA EN EL PRÓXIMO NÚMERO
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Crear, conocer y otras fórmulas de la dicha, por Gisela Courtois (Licenciada en Psicología)
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bserven a un niño. No pasan muchas horas sin que intente crear algo, ya se trate de un dibujo, una historia, o simplemente una teoría personal o una mentira. Algo ocurre en la vida adulta. Aún no hemos podido averiguar de qué se trata, pero nuestro impulso creador va siendo cercenado hasta pasarnos más tiempo criticando nuestra propia obra (en el caso de que la hubiera) o haciendo ostentación de ella que creando en sí. De niños poseemos una capacidad: vemos una historieta y nos ponemos a dibujar la propia, vemos una muñeca y nos ponemos a fabricarle ropa, vemos un programa sobre el espacio y ya nos disfrazamos de astronautas, o jugamos a la visita y nos maquillamos la cara a nuestro antojo. Algo ocurre en algún momento, algo que luego decanta en que antes de hacer, antes de inventar, nos ponemos a evaluar qué cosa productiva podríamos estar haciendo. Ni siquiera llegamos a advertir nuestras ganas de crear.
Crear o consumir
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egún Hegel, la creación, el contacto con la realidad y el esfuerzo por su entendimiento son generadores de conciencia. El trabajo (entendido como la creación de objetos que no se agoten en su consumo, entiéndase, arte y ciencia en general) es para Hegel la tarea liberadora del esclavo. Voy a tratar de ser lo más clara posible, porque, hay que decir-
lo, Hegel es un autor muy difícil de abarcar y comprender, de manera que no suelo ser tan respetuosa de su teoría como didáctica en el momento de transmitir una de sus ideas. Para Hegel, la forma en que el sujeto se relaciona con la vida define su actitud de señor o de siervo. El señor domina al siervo, quien le otorga las cosas que el primero quiere consumir, gozar. O sea que la relación que el señor tiene con las cosas del mundo es una relación mediatizada por el siervo. No toma las cosas ni las construye, sino que las consume de manera mediatizada. El señor fagocita las cosas y en esta actitud, las destruye, las consume en todo el significado de la palabra. Por su parte, el siervo le teme a la muerte y esto motiva a sostener una relación de obediencia frente al señor.
Libertad en tensión con la necesidad
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hora bien. Hegel advierte que este esclavo tiene una tarea que puede ser liberadora: el trabajo. Ocurre que Hegel reelabora la noción de trabajo y la extiende hasta la noción romántica de producción de objetos bellos o artísticos. El elemento decisivo de la noción de trabajo para Hegel reside en la permanencia, sea una técnica o un objeto que no se consume al ser gozado. El objeto manufacturado, por el contrario, una vez se ha diseñado se reproduce de manera mecánica y resulta destruido al ser gozado, consumido. Antes de caer demasiado rápido en conclusiones políticas sobre el alcance de esta teoría, sugiero que
nos detengamos en el fenómeno creador del sujeto. Porque se podría decir que un sujeto puede tener dos tipos de relación con las cosas: o las desea, las goza y por lo tanto las fagocita; o bien las transforma y de esta manera logra saber algo sobre sí mismo. El amo, por ser puro goce, no puede saber nada sobre sí mismo. De esta forma, si pensamos la libertad asociada al trabajo creador, admitimos que para alcanzar libertad y autoconocimiento necesariamente debemos resignar una cuota de apetencia. También Kant entiende el concepto de libertad como un hecho que entra en contradicción con la necesidad: Para ambos autores la libertad implicará renunciar a una cuota de apetencia. A grandes rasgos, podríamos afirmar que una sociedad con mayores necesidades resulta una sociedad con menos chances de que sus integrantes intenten un entendimiento de la realidad y de sí mismos que los haga más libres. Por el contrario, en una sociedad en la cual las costumbres inspiran a construir nuestros propios objetos y técnicas sería una sociedad en donde más comúnmente sus integrantes alcanzarían nuevos niveles de libertad. A la vez, la creación genera trascendencia más allá de la muerte, con lo cual nuestra angustia por lo breve que resulta nuestro paso por el mundo se vería moderada, el miedo a la muerte sería menor y se acotaría nuestra necesidad de servir a un amo, de ser aceptado, de hacer acopio de objetos y servicios que nos hagan sentir completos y en ese intento someternos a trabajos desagradables o alienantes. ¿Por qué digo que la creación
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trasciende a la muerte? Porque nuestras creaciones nos sobreviven. El nieto de un hacendado podría recordar los buenos momentos que pasaron en la lujosa casa familiar, ayudados por la servidumbre. Pero la asociación casa-abuelo no está garantizada. Este sujeto podría tener un mal recuerdo de su abuelo pero un muy buen recuerdo de la casa. Por el contrario, el nieto de un carpintero que sigue utilizando la cómoda construida a mano necesariamente evoca a su abuelo cada vez que ve la cómoda, y los sentimientos que abrigara por la figura de su abuelo necesariamente serán transferidos de manera directa a su creación. Creación y apetencia. Esos son los dos polos de tensión entre los que se dirime la condición humana. Si nos dedicamos únicamente a saciar nuestra apetencia al final del día no sabremos nada sobre el mundo y seremos cada vez menos libres. Si sólo nos dedicamos a la creación y olvidamos nuestra apetencia, claro está, no podremos sobrevivir mucho tiempo. En esta dinámica, en esta tensión y conflicto quedará en evidencia nuestra decisión de entregarnos
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a una u otra corriente anímica en distintos momentos. Y qué podría definir mejor a nuestro espíritu que la manera en que nos las arreglamos con esta tensión.
La modernidad sólo quiere amos
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hora sí llegó el momento de avanzar en una posición ideológica al respecto. El capitalismo, por su concepción en sí, necesita la necesidad generalizada. Y allí donde no existe una necesidad la inventa. Porque por otra parte, un sujeto no desea fagocitar objetos del mundo sólo para gozarlos, sino para incorporarlos a sí mismo, con la ilusión de lograr de este modo su estado de completa plenitud. Aquello que los psicoanalistas llamamos ―falta‖ no es otra cosa que la polea que podría impulsarnos a la creación. Sin embargo al hombre moderno le horroriza la falta, al tal punto que ya casi no hay espacio para los duelos. Porque para llevar a cabo un duelo es necesario aceptar no sólo la pérdida de lo amado
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(persona, objeto, institución, la libertad, etc.) sino también que una parte de sí mismo ha sido sepultada con lo perdido. Si falta una mesa, hagámosla, manos a la obra. Si falta pan, podemos hacerlo. Si faltan amigos podemos salir a conocer el mundo y crear vínculos de lo más variados. El sujeto consumidor es aquel que siente que para estar completo debe tener una mesa como la que está expuesta en la vidriera del comercio de decoración; que su familia estará bien alimentada sólo si consume productos comprados en el supermercado. Lo contrario, fabricar lo propio, es visto como síntoma de fracaso. Y la palabra se repite una y otra vez para ofrecernos siempre un fantasma, un ―cuco‖ que nos espera al final del camino si no somos capaces de consumir lo que nos ofrecen. ―Fraca‖, ―Looser‖, son los cucos del lenguaje moderno que vienen a reforzar la idea de que ser amos consumidores nos realza como personas, nos vuelve triunfadores e importantes. Ni hablar de generar vínculos cara a cara, el trabajo domiciliario, el refugio del contacto virtual, son de gran utilidad para quien no quiere encontrarse con el otro y, por lógica consecuencia de la comparación, encontrarse con su propia falta. Una sociedad de puros amos es una sociedad que consume, son grandes cantidades de apetitos infinitos a los cuales venderles productos y servicios. Y digo infinitos porque como ya dije, uno no desea sólo lo que quiere gozar sino aquello que le brinda la ilusión de completarse como sujeto, y eso es imposible en un ser vivo, que está en constante pensamiento, que siempre se despierta con una nueva inquietud y sobresalto, que crece, se desarrolla y sobre todo, que sabe que al final del camino lo
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espera la muerte, con su irrefutable confirmación de que nuestra existencia es temporal, al menos nuestra existencia como la conocemos. Mientras tanto, nuestro potencial creativo de la infancia duerme un sueño casi eterno, si no fuera porque de vez en cuando nos vemos impulsados a decorar una pared con las huellas de nuestras palmas, o un marcador blanco nos inspira a llenar una carpeta de dibujos hechos a mano alzada, o un episodio nos inspira a escribir un poema que lo describa, o simplemente inventamos un cuento para dormir a un bebé. En definitiva, no me gusta prometer ni jurar, pero les aseguro que si se dedican más a crear que a consumir, al final del día se sentirán más dichosos. De otra manera, si sólo nos dedicamos a consumir, nos encontrarán llegando a la vejez rodeados de objetos cuyos nombres aluden a otras personas o empresas, es decir, nada de lo que nos rodee será nuestro y el vacío que intentamos llenar desde hace décadas se sentirá más en carne viva cada vez.
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Gisela Courtois es Licenciada en Psicología http://www.giselacourtois.com.ar/
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Informe de vidas pasadas: Nuevo servicio de Spesunica Los eclipses solares y lunares prenatales nos brindan información acerca del karma de un individuo, las características en conjunto de sus vidas pasadas y el correlato que de ello puede deducirse respecto de su vida actual. Esquemáticamente, podemos decir que por el signo zodiacal de su eclipse solar es que se indica las lecciones que ha venido el individuo a impartir a sus semejantes, mientras que el signo de su eclipse lunar es la guía de lecciones que necesita aprender para una ulterior evolución del karma. Un resumen de esto se agrega en el informe convencional de carta natal que nosotros brindamos desde nuestros inicios. Ahora ofrecemos una versión extendida, con una información realmente profunda, detallada, y lo más importante, de uso práctico, complementaria a la de la carta natal, por lo que, podemos agregar, ni siquiera es necesario para el consultante creer en la reencarnación ni en la teoría del karma. El informe se divide en dos partes: la referida al eclipse solar y la respectiva al eclipse lunar, ambos según el signo en que hubieran ocurrido. Por cada parte se detallan las expresiones consciente, inconscientes y transpersonales de sus influencias, y una valorable información acerca de la integración física, que brinda un pormenorizado detalle de la forma que tenemos de somatizar nuestras cuestiones kármicas, es decir, una valorable información acerca de las causas de nuestros problemas de salud, física y psicológica. Para la adquisición de este servicio no es necesaria la realización de la carta natal, pero insistimos que en absoluto esta información reemplaza a la de la carta astral, sino que la complementa y profundiza. Se trata de un informe de entre 15 y 20 páginas en formato A4, tipo de letra tamaño 11. Para ver un modelo de este informe, hacer click aquí. Para mayor información acerca de este servicio, por favor comunicarse a robertolangella@spesunicastrologia.com.ar.
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La muerte es otra cosa cosa, por Horacio Otheguy Riveira 2. El amor de enfrente
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e despierto sudando, la cama es una barca a la deriva, una barca que se hunde. Respiro mal en el fondo marino, busco la salida, llego a la superficie con mucha dificultad, y miro a través de la ventana con la facilidad de un ciego que cree en los milagros y al verte a ti va recobrando la visión paulatinamente, mientras escucha a lo lejos las risas de los niños que no paran de jugar. La visión se recupera. La visión de las cosas que importan, como tus labios que están cerca pero aún no quieren besarme porque no estoy suficientemente muerto.
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¿Y eso cómo es? ¿Tengo que hacer un cursillo? Dime dónde, cómo, cuándo… — No te hagas el gracioso que será peor y cada vez más lejos estaré de ti. Muérete de veras y luego hablamos. — Será muérete de veras y luego besamos. — Algo así.
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o sé ya si hacer ese esfuerzo, estoy bien en esta habitación cochambrosa donde las pesadillas se enredan con los sueños como si jugaran con animales de diferente especie. Un lugar cálido donde mi vejez se hace cada día más pronunciada, y está bien, una suerte de escondrijo donde ya nadie podrá encontrarme jamás. Pero no más sentarme en la cama me
encuentro ante la ventana abierta por donde el aire trae tu perfume envolvente mientras amas y te dejas amar por el apuesto muchacho que viene del frente con su uniforme de desfile y tú tan espléndida, tan maravillosa como siempre, más aún, porque te emociona su presencia y dejarte envolver por su pasional manera de moverse y pensar en clave misteriosa y enseguida meterte mano, voluptuoso, lujurioso, mimoso y lustroso. Hermoso muchacho, sin duda, que a medida que camino en su dirección me permite ver todos los detalles de los momentos previos a vuestra pasión, el mientras tanto y el posterior con relax, copa y cigarrillo; los detalles de risas fáciles al comienzo hasta que el hermoso muchacho deja de ser el guapo soldadito para convertirse en una boca que te recorre de pies a cabeza y hace nido en tu cuello y se regocija en tus pequeños pechos y desciende en busca del aroma cautivante de tu ansiedad… pero estoy demasiado cerca y él detiene su entusiasta paseo sobre tu piel tan joven, como recién hecha, y me mira y se funde en mí porque su belleza es la mía en aquel tiempo sin fisuras, donde todo me parecía posible y lo era y él y yo éramos el mismo sueño de una chica distinta a todas las demás. Y de pronto nada. Otra vez la nada, maldita sea.
—
No maldigas, cretino. Se acabó el recreo. Vuelve a tu sitio. — A veces me dejáis estar más tiempo, visitar otros
episodios, venga, no hice nada mal para que me cortéis así. — Ni bien ni mal, tienes que irte acostumbrando a terminar con todo esto, estás demasiado pegado a los recuerdos y maldices demasiado todavía y demasiado nos das la lata y acabaremos enviándote al club de los demasiados donde demasiada oscuridad y silencio acabarán con vuestras ínfulas de cretinos vividores. — Fácil es insultar cuando no hay con qué replicar, tienes el poder y se acabó. — Bueno, basta, a deambular por ahí como un imbécil más. — Lléname la copa una vez más. La escena de la copa mientras la veo bajo la ducha, una vez más, ándele, campeón. — Tanta confianza me abruma. — No te veo reír, nunca te he visto de ninguna forma, pero sé que me repateas por pura diversión, porque te divierto, porque soy tu cadáver preferido. — Menuda arrogancia de perro. El último orejón del tarro creyéndose el primero. — Ya escucho la caída fabulosa de los cubitos de hielo en el vaso de tubo y el poco de ginebra haciendo hueco para que caiga el vermú blanco como un torrente y su silueta deliciosa bajo la ducha, convirtiendo el sabroso sudor del amor en el manjar de la chica aseadita bien predispuesta para volver a ensuciarse con mi ayuda, mi colaboración, mi rendición. Bien, bien, bien eres fantástico o fantástica, que cambias tanto la voz que conti-
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go nunca se sabe.
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l vaso de tubo, el cuerpo tan esbelto, la sucesión de caricias que rememoran otras que aún no han ocurrido. El contenido del vaso es una nube que llega a mis labios y expande su poderío por un cuerpo que ya empieza a ausentarse. Es una nube espléndida del color del oro, de la arena, de la orina y del orgullo; una nube cargada de hielo que llega a mis labios con mano firme y se expande por un cuerpo agradecido que ríe despacio, como cosquillas de crío, como brisa de primavera en la playa bajo una nube espléndida del color del oro, de la arena, de la orina y del orgullo de saberse nada, de creerse superior y de ignorarse, apearse, subirse, bajarse y disolverse.
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Basta por hoy. — ¿Mañana más? — Mañana más, pero cada día un poco menos habrá de ser.
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ntes de la completa oscuridad, escucho su taconeo, vislumbro su cadera juguetona en un pantaloncito
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corto, su espalda altiva, su melena al viento, su carita pícara y sus ojos de asombro. Pero ya no hay hermoso muchacho acompañándola, la siguen de cerca todos los hombres fascinados por la belleza que perdí hace tanto tiempo que no hay tiempo que pueda abarcar mi huida, mi caída al vacío, mi ruina y mi desolación en el momento preciso de dejar de existir por propia decisión. Primero desaparece ella, después todo lo demás. De golpe, hasta quitarme el aire nuevamente con la cuerda ajustada y la caída vertical. Ahora camino contigo. No podemos hablar ni tocarnos, pero me basta que me acompañes todo el tiempo y que te agrade mi compañía, que te hayas olvidado por completo de mi abandono al ahogarme en el mar aquella noche de luna llena por propia decisión, y ya no te importe, y te dejes invocar a través de otros que se aman, de un amor de enfrente que organiza su representación para que yo me reconforte y entre en esa nube que llega a mis labios y expande su poderío por un cuerpo que ya empieza a ausentarse. Es una nube espléndida del color del oro, de la arena, de la orina y del orgullo; una nube que se expande por un cuerpo que flota mecido por brisa marina bajo una nube espléndida del color del oro, de la arena, de la orina y del
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orgullo de saberse nada y a la vez creerse superior y hacerse prisionero del extraño color del orgullo de ignorarse, apearse, subirse, bajarse y disolverse. Me despierto sudando, la cama es una barca a la deriva, una barca que se hunde. Respiro mal en el fondo marino, busco la salida, llego a la superficie con mucha dificultad, y miro a través de la ventana con la facilidad de un ciego que cree en los milagros y al verte a ti va recobrando la visión, mientras escucha a lo lejos las risas de los niños que no paran de jugar. La visión se recupera. La visión de las cosas que importan, como tus labios que están cerca pero aún no pueden besarme porque no estoy suficientemente vivo ni suficientemente muerto.
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Otra vez Gricel (quinta entrega), por Roberto Langella Esta novela está inspirada en la historia real de amor que vivieron José María Contursi (1911—1972) y Susana Gricel Viganó (1920—1994). Contursi fue uno de los poetas de la era de oro del tango, quien entre otras canciones, compuso Gricel, el tema central que le dedicara a su musa. Gricel pertenece al repertorio clásico del tango argentino. Esta historia no pretende ser más que un homenaje a esta historia de amor, por lo que no se deberían buscar precisiones históricas demasiado exactas. Del mismo modo, los nombres de los personajes reales fueron cambiados. También, deseo agradecerle a mi amigo Horacio Otheguy Riveira, por el tiempo dedicado a la corrección de este trabajo, y por sus observaciones siempre oportunas. R. L.
10 En Buenos Aires, febrero de 1935.
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l tradicional ―Rayo de Sol‖ hacía su trayecto final, pitando enloquecida la locomotora, llenando de humo de vapor los andenes de la terminal de Retiro. Ya Gricel se hallaba en el estribo del vagón y no dudó en saltar del tren en cuanto vio a Dolly entre el gentío. Corrió hacia ella y se estrecharon en un fuerte abrazo. Con sus diecisiete años, Dolly era ya una joven guapísima, que había sabido afinarse al ritmo acelerado de la ciudad. Salieron de la terminal, yendo en busca de un taxi, para ir rápidamente a dejar el equipaje de Gricel en la casa de Dolly, que se hallaba cerca de Parque Centenario. Los colectivos ya buscaban, sin prisa pero sin pausa, ir desplazando a los tranvías, pero estos seguían siendo preferibles, si uno no estaba apurado y quería ver la ciudad. Era igualmente lo que hacía Gricel en el trayecto, viajando ellas en taxi, contemplar el tráfico de la ciudad. Doña Goñi se abrazó emocionada a Gricel, como lo hacía cada vez que al año la viera entrar por la puerta angosta del
zaguán, a aquel hermoso y amplio patio rodeado de una galería techada, con un aljibe en el centro y un frondoso parral en el fondo, que se adelantaba hasta éste. El perfume de los malvones casi pone como en trance narcótico a la recién llegada. Pero esta vez a Gricel le pareció ver a la madura ucraniana por demás sensibilizada, preocupada; era lo que parecía. Nelky era ahora también el polo opuesto de aquella chiquita parlanchina que había dejado en Guaminí. Pero Gricel lo adujo pronto a su pubertad. Ella también se había sentido anímicamente extraña, cuando empezó a ver cambiar su cuerpo. La antigua vivacidad de aquella casa parecía haber sido absorbida y madurada por Dolly, que ahora instaba a Gricel, eufórica. —Vamos, dejá todo aquí y vayamos a Avenida de Mayo, que quiero mostrarte los últimos modelos que llegaron de Europa. —Dolly, deja tranquila a Griselda, que está mucho cansada con viaje tan largo—. Dijo Doña Goñi, con una dicción bastante mejorada a través de los últimos años. —¿Descansar? Si se va a quedar solo tres días, que se olvide de descansar. Ya va a poder hacerlo cuando vuelva a su casa.
Realmente, Gricel hubiera querido quedarse allí, a conversar con Doña Goñi, tomar el té y probar nuevamente el dulce de uvas con el que la mujer la tenía acostumbrada en todas sus visitas. Pero como Doña Goñi no insistió, y viendo a Dolly tan entusiasmada, decidió salir a pasear. Fueron en tranvía hasta el centro y no dejaron tienda de ropa sin recorrer, en Avenida de Mayo. Luego fueron a tomar el té, al bar El Águila. Dolly había puesto especial énfasis en ir a ese sitio, siendo que allí era donde se reunía su grupo de amigos. El lugar estaba colmado de gente, bastante estrafalaria a esa hora, a simple vista, y a consideración de Gricel, que se reunía por grupos alrededor de las diferentes mesas a las que se hallaban sentados y hablándose entre sí a los gritos de una mesa a otra, o riendo con estruendo. Entre el barullo imperante no faltaba quien se hallaba a solas en su mesa, concentrado absorto en quién sabe qué lectura o en la escritura de algún poema. Dolly llevó a Gricel hasta una larga mesa en particular, rodeada de personas sentadas y se la presentó a todos en general. —Ella es Gricel, la amiga de la que les hablé—. Dijo.
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En la mesa había dos hombres discutiendo de política. El más gordo y morocho se detuvo a saludarla. El otro, un flaco de nariz aguileña y bigote desprolijo, apenas lo hizo con un ademán, sin prestarle mucha atención; ninguno de los hombres interrumpió por mucho tiempo la discusión en la que se hallaban enzarzados. Una mujer se puso de pie y le dio a Gricel un beso en cada mejilla, diciendo ―¡como en París!‖, y riendo alocadamente, sin saberse de qué. Dolly arrimó unas sillas, para su amiga y para ella, y solo cuando Gricel se sentó vio a la mujer que tenía delante de ella. Era muy delgada, rubia y pálida, y tenía encasquetado un sombrero muy insulso, que le hacía juego con un trajecito raído, color verde. Parecía ensimismada, bucólica, trágica. Su mirada era desesperada. Se la veía muy nerviosa; fumaba, prácticamente, encendiendo un cigarrillo con otro. —¿Y qué te parece Buenos Aires?, ¿te gusta?—. Le preguntó la risueña a Gricel. —No. Pero me asombra. —Es asombrosa, ¿no es cierto? Tiene un aroma… Tan distinto al de la bosta de las vacas—. Dijo, y se echó a reír estúpidamente. Gricel se le quedó viendo seria
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un momento, luego le preguntó. —¿Olés muy seguido bosta de vacas? —No—. Respondió, sin parar de reír. —Pero imagino que será muy distinto. —Quién sabe, quizás te resulte familiar. La mujer se la quedó mirando, ya destemplando la risa. No esperaba ese comentario. —¿Te… Te parece?—. Preguntó luego. —Sería cuestión de que probaras. El morocho que discutía de política, no obstante seguir haciéndolo, también prestaba atención a la escena que se desarrollaba. Entonces se dio vuelta y miró a la antes risueña. —Me parece que te pusieron la tapa, Ofelia—. Le dijo. Después se dirigió a Gricel. —Disculpala, se cree ocurrente, pero es más pesada que discurso de conservador. Todos empezaron a reír. Ofelia también lo hizo, como para acompañar a la mayoría. —Qué buen chiste… —. Dijo luego. —Era un chiste… ¿No? Pero ya Gricel había desviado la vista hacia el hombre que acababa de entrar al bar, disponiéndose a pasear entre las mesas, saludando a todos alegremente. Llevaba un traje color crema, al tono con su sombrero, y una pequeña corbata de moño color bordó, sobre la camisa blanca. Tendría unos 25 años de edad. Gricel lo veía moverse displicentemente, sonreír, hasta que él también la vio. Entonces le cambió el gesto, abruptamente. Fue como si de pronto se hubiera dado cuenta que había perdido algo en el camino, nada demasiado concreto. Algo había cambiado en el interior del hombre, era evidente (¿se había puesto algo lívido?). No vio al mozo que venía, y que le em-
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pujó levemente, llevando una bandeja. Ni escuchó cuando éste se disculpó. Bajo la mirada de Gricel, el hombre había quedado sin aliento. Había dejado de ser porteño, hincha de San Lorenzo (hasta hacían minutos, una pasión). Había perdido su patria y su credo. No era ahora, como nunca lo había sido en su vida, nada más que un hombre. Dolly se levantó y fue a buscarlo. Lo tomó de la mano y lo trajo hasta la mesa. —Él es nuestro artista absoluto—. Lo presentó. —Le han grabado una decena de canciones, y hasta ―Pichuco‖ le puso música a algunos de sus poemas. Hasta Gardel se las escucha, seguro de que algún día le grabará una de sus canciones. El muchacho se quitó el sombrero. —Federico Gonzálvez. —Gricel—. Respondió, extendiéndole la mano. —Es el hijo de don Pedro Gonzálvez—. Dijo Dolly. —El autor de Mi Noche Triste—. Recordó Gricel. —El que está en el Borda—. Completó Federico, oscuramente. Después pareció arrepentirse de haberlo dicho. Pidió disculpas, avergonzado, y se fue rápidamente de allí. Gricel lo siguió con la mirada. El hombre fue a acodarse en el estaño. —Es un neurasténico—. Dijo Ofelia. —¿Vieron lo que hizo? Repartió sonrisas por todas las mesas, y cuando llegó aquí, parecía que se le había muerto la madre. Siempre hace lo mismo. —Andá a ponerle el pecho—. Se burló Cirilo Gómez, el morocho que había hablado antes. —Si te morís por hacerlo—. Se rió. —Avisá, a ver si te pensás que soy como las tilingas éstas. Gricel seguía viendo a Federico, de semiperfil, tomando un whisky con hielo, sin saber que
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el muchacho también la veía en el reflejo del espejo del fondo de la licorera, que se hallaba atrás del mostrador. —¿De qué signo sos?—. Le preguntó de pronto a Gricel, Azucena, la chica flaca que fumaba compulsivamente, fijándole unos terribles ojos verdes. —¿Eh? —De qué signo, del horóscopo. —De Aries. —Ya me parecía. Tenés cara de pionera. Gricel se sonrió. —Lo soy—. Dijo. —Sos una mina abnegada, yo lo sé; pero también hacés punta… A él le gusta eso, le vibra… El es Escorpio. Él tiene que ir hacia vos, no le queda otra… Yo soy Tauro, ¿podés creer?; soy su opuesto complementario, por eso me rechaza—. Entonces se le llenaron los ojos de lágrimas. —¿Me pueden disculpar? Me tengo que ir—. Dijo, y salió corriendo a la calle, llorando. —No te creas, está loca—. Le dijo Dolly a Gricel. —Mucho ―cocó‖. No te preocupes, mañana va a volver, y le va a hacer el mismo cuento al primer desconocido que se le cruce—. Gricel sorprendió a Federico mirándola, ahora directamente, pero el muchacho se volteó nuevamente. Dolly palmeaba la espalda de Cirilo. —El es mi bandoneonista. Mañana lo vas a ver en la audiencia, y a él tocando el piano—. Le dijo, por el flaco de bigotes. —¿Usted de qué se ocupa?—. Le peguntó Cirilo. —Despacho en una estación de servicio. Ofelia abrió grandes los ojos, como platos, y luego se echó a reír a carcajadas, desquiciada, golpeando contra la mesa, con la palma abierta. —¡En una estación de servicio! —. Exclamaba. —¿De qué te reís, otaria?—. Se
enojó Cirilo. —Estas tilingas, que la van de feministas y vanguardistas, se vuelven de lo más chupacirios ni bien ven a una mina de verdad. —Tenés razón, Cirilo—. Respondió Ofelia, procurando dejar de reír. Después miró a Gricel, con desprecio. —Por favor, perdoname. Realmente no sé por qué hay que esperar algo moderno de alguien que vive en el campo. —Perdón, ¿a qué te referís?—. Quiso saber Gricel. La mujer la miró desafiante. —A lo que aviva el espíritu, querida; a lo que vuelve electricidad las emociones, y adelanta el pensamiento un siglo, en tres minutos. Me refiero al arte. Gricel se puso de pie. —¿Algo como esto?—. Preguntó. Tomó un pocillo vacío de café, de sobre la mesa, y se subió a la silla en la que había estado sentada, y de allí pasó al centro de la mesa. Federico se volteó a verla. Gricel arrojó el pocillo contra el suelo, con gran estruendo, por lo que todos en aquel bar de pronto hicieron silencio, y se quedaron mirándola, nerviosos. Gricel giró la cabeza en torno de sí, y los miró a todos, hasta que se apagó hasta el más mínimo murmullo. Solo entonces soltó su voz, sin quitarle ahora la vista de encima a Ofelia. Agrio está el mundo, inmaduro, detenido; sus bosques florecen puntas de acero; suben las viejas tumbas a la superficie; el agua de los mares acuna casas de espanto. Agrio está el sol sobre el mundo, ahogados en los vahos que de él ascienden, inmaduro, detenido.
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Entonces extendió su mano hacia la puerta, por donde había salido Azucena, y recitó: Agria está la luna sobre el mundo; verde, desteñida; caza fantasmas con sus patines húmedos. Y después miró a todos. Agrio está el viento sobre el mundo; alza nubes de insectos muertos, se ata, roto, a las torres, se anuda crespones de llanto; pesa sobre los techos. Entonces contempló a Federico. Agrio está el hombre sobre el mundo, balanceándose sobre sus piernas… Para, finalmente, volver a verlos a todos. A sus espaldas, todo, desierto de piedras; a su frente, todo, desierto de soles, ciego…1
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a muchedumbre rompió en aplausos, vítores y silbidos, de aprobación. Gricel bajó de la mesa, sin dejar de mirar a Ofelia. —Excelente—. Dijo Cirilo. —Un buen discurso político… —. Dijo Ofelia, recordando solo las primeras estrofas. —¡Por Dios, Ofelia!, ¡no reconocés un poema cuando lo tenés adelante, che!—. Se fastidio el músico. (Continúa en la página 21)
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(Viene de la página 19)
—Versos de medida libre… No sé; tendría que verlos en el papel. —Lo siento, no suelo andar con mis libros encima—. Dijo Gricel. La mujer la miró, sorprendida. —¿Qué?, ¿publicaste? —Yo no. Alfonsina Storni. La carcajada fue general. De todos modos, Gricel no volvió ya a sentarse. Saludó a todos, generalizadamente, y salió de allí. Antes de ganar la calle, le deslizó una sonrisa a Federico, quien se la devolvió. Dolly corrió detrás de ella, la alcanzó fuera del bar. —Disculpala a Ofelia, siempre hace lo mismo con los que no conoce. Cuando te tome con-
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nrique no recordaba nada de la noche anterior. Despertó agotadísimo y le llevó su tiempo saber quién era. Muñeca no estaba a su lado. Se sentía de lo más confuso, y mientras se afeitaba se sorprendió afirmándose en voz alta: ―Soy Enrique Lamartín Luna y tengo que ser el apoderado de mi cliente o me quedaré en la ruina‖. Recogió a Legaré a la hora convenida. Marcial subió al coche después de una noche sin pegar ojo. Llegaron a la Notaría sin hablar. Enrique consultaba el móvil a cada rato a la espera de un mensaje de su chica de la buena suerte. El sonido del teléfono es el de los dados cayendo sobre una mesa de juego. Y la imagen, la cara aniñada de Muñeca en un cubilete. Los dados reales los manipula en un bolsillo de la cha-
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fianza, te va a tratar mejor. —Está bien, es que estoy cansada. Vamos a casa. Entonces oyeron unos pasos correr detrás de ellas. Era Federico, que ya las alcanzaba. —Quería agradecerle la hermosa lección que nos ha dado a todos—. Le dijo a Gricel. —No fue mi intención, no soy moralista—. Respondió Gricel. —Hablo de lección de belleza. Gricel sonrió, dejándose cautivar por aquel modo en que parecían querer envolverle las palabras del hombre, su tono de voz. Sus movimientos, su mirada. El muchacho hizo una reverencia y se fue de allí. —Yo lo vi primero—. Dijo Dolly. Gricel la miró, molesta. Su amiga se sonrió. —Pero su novia lo hizo antes que nadie. En fin, Gricel—.
Suspiró. —Tendremos que conformarnos con cualquier tipo común y cualunque. Le pasó el brazo por los hombros a su amiga, y se fueron caminando unas cuantas cuadras, canturreando los versos de Mi Noche Triste.
queta.
durante la noche entre murmullos que surgían a su paso con rostros desfigurados y viéndose a ella misma en situaciones alarmantes, volviendo a llenarse su cabeza de palabras inconexas que pronto tendrán forma e imágenes más serenas. — Ayúdame, Sebastián. — ¿Ya es hora de que la señorita pida ayuda? — Siempre me dijiste que serías el hombre más feliz del mundo cuando viniera a pedirte ayuda y me entregara por completo, de corazón, por propia decisión. Alto y apuesto, enfundado en una túnica azul, Sebastián permanece de pie en una habitación con luces rojas opacas. Sus femeninas manos, tan jóvenes como todo su cuerpo, toman con delicadeza la cabeza de Muñeca. — Has tardado mucho
Legaré sigue obsesionado con la cirugía de las manos de Eloísa, una excusa que le ha llevado a descubrir un infierno insospechado: ―Esa horrible vejez prematura… y su arrogante sonrisa de pianista sin alma, como si empezara a desaparecer la que reconstruimos‖. Firma los poderes sin hacer preguntas, aunque ya no sabe para qué necesita el dinero de sus propiedades.
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a noche anterior Muñeca llamó a una puerta muy antigua, como toda la casa solariega del hombre que la ha seducido de adolescente con pertinaces caricias en la oscuridad. Un hombre con el que se siente protegida incluso cuando le hace daño. — Ábreme, por favor, sí, soy yo, Lisa. No ha caminado en vano
Agrio está el Mundo (Alfonsina Storni). 1.
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en regresar. — Veo cosas horribles alrededor de Enrique y de quienes le rodean. Tengo miedo. — ¿Tú tienes miedo? Eso sí que es extraño. — Mucho miedo, porque todo lo que le pase a él nos llegará a nosotros. — ¿Dónde está? — Lo he dormido, pero despertará a la hora que había previsto para ir con el doctor Legaré, firmará poderes, habrá dinero, pero presiento muchas situaciones que no podré controlar. Creo que la madre-Legaré ha vuelto. — ¿Por qué estás tan segura? — Por Ebe. Todo lo sucedido con ella es muy raro, muy difícil de aceptar sin la participación de madre-Legaré. — Estás muy nerviosa. — Estoy histérica, no me reconozco. En cuanto Sebastián sopla sobre su cara, queda inconsciente. — Eso es, preciosa, duerme en paz. La desnuda lentamente rezando entre dientes, le da la vuelta, la pone boca abajo, juega con sus partes sin resistencia, con ligeros gemidos de consentimiento. Sucede en un gran salón con ventanas ciegas por pesadas cortinas, iluminación con velas en antiguos candelabros y alimentos putrefactos para saciar a los espíritus desesperados. Con sus largas uñas pintadas, Sebastián le quita un poco
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de sangre con la que humedece sus labios que acerca a su boca. Es su presa más deseada porque con sólo besarla su virilidad aumenta, y sus pechos también: es él mismo y ella, víctima y verdugo, salvador felizmente condenado.
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loísa sube con seguridad al taxi, carga varias maletas en el portaequipajes con ayuda del joven chofer. — A Barajas, por favor. Salidas Internacionales. — Tardaremos más de una hora, señora. — Me da igual. — Tal vez dos horas, creo que habrá mucho tráfico. — Le daré una buena propina, pero arranque de una vez. — La verdad es que no es posible, señora Ebe. — ¿Nos conocemos? Cruza las piernas hasta bien entrados los muslos. El conductor no se lo puede creer. Qué hermosa está, tan distinta a cuando la veía con vendajes en silla de ruedas. — Su marido está abonado con este coche. Sólo me quiere a mí, y yo fui quien les ha llevado siempre a las clínicas. Claro, usted no lo recuerda, usted no estaba bien entonces. — ¿Abonado? ¿Qué quiere decir? — Que es un servicio limitado, bajo ningún concepto puedo llegar a Barajas. La puedo acercar a una estación de tren y de allí podrá coger uno a Atocha, y luego sí podrá tomar un taxi. — Bueno, lo que usted diga. Se produce un silencio en el que la pasajera abre un maletín y empieza a remover documentos y cua-
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dernos. Van a poca velocidad, mientras el conductor se regocija con lo guapa que ha quedado la esposa del médico; y ahora le parece más encantadora, ahora que palidece y reconsidera la orden. — ¿Y si me deja en un hotel? — ¿En un hotel de dónde? — No conozco la zona, camino de Madrid, claro. ¿Puede ser? ¿No lo pongo en un aprieto con este asunto del abonado? — No se preocupe por eso. ¿Qué le parece el Gran Hotel Las Rozas? No está nada mal, estará cómoda, es moderno y elegante. — Perfecto. El conductor se imagina que está huyendo: tantas maletas y tantos nervios, cruzando las piernas de un lado y del otro. No sabe que en cuanto se baje del coche deberá dar parte de este viaje. ¿Se lo dice? ¿Será capaz de hacer eso? ¿Le dejaría subir con ella a su habitación de gran dama para ofrecer una copa a un pobre chófer de 25 años que detesta a las chicas de su edad? No parece que ella tenga ningún interés sexual, aunque tiene mucha experiencia de mujeres distantes que de pronto son unas leonas. De momento, ahí está, alterada leyendo una serie de páginas. Cada vez se pone más pálida, más triste. Marcial Legaré despierta de madrugada en el sofá cama de un dormitorio desconocido. Su secretaria durante diez años, rápida y eficaz para todo servicio, le tiene preparada una bandeja con manjares. — ¿Dónde estoy? — Es mi apartamento, doctor. Aquí nadie nos molestará, puede descansar tranquilo. — Qué bien huele su café… Y las pastas con merme-
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lada de naranja amarga, mis preferidas… Es usted formidable. Tengo la impresión de que no he sido todo lo justo que debiera. Lo siento. Egoísta. Quizás haya sido un egoísta, eso es, un maldito egocéntrico. Marcial se sienta en la cama. Está vestido con un pijama del hospital. No recuerda habérselo puesto, pero sí recuerda con todo detalle lo violento que estuvo en la oficina de Recursos Humanos. Y también el patético pedido de perdón posterior. — ¿Hice el ridículo al pedirles perdón? Fui sincero, sin duda fui sincero, me había comportado como un animal, como un auténtico animal. Pero a veces la sinceridad es la peor enemiga, usted lo sabe bien, siempre tan diplomática a lo largo de tantos años, y yo comportándome de esta manera, una locura. Creo que ya le dije todo esto: mala señal, repetirse como un loco. — Estaba usted muy estresado, estalló, es humano, y luego hizo muy bien en disculparse, yo creo que lo van a reconsiderar, pero tendrá que dejar pasar unos días. No conviene precipitarse. — Lo mismo me vendría bien ir a casa y sedarme por un tiempo. Una buena cura de sueño, como solía recetarse para las depresiones nerviosas antes del boom de los antidepresivos, una barbarie de nuestro tiempo, todo el mundo
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aplicándoselo al menor decaimiento, a la menor decepción. Es lo que necesito, una cura de sueño, sí señor. Borrarme del todo una temporada. ¿Le importa si fumo? ¿Tiene alguna bebida fuerte, quiere que baje a comprar algo, le gusta la comida china?, seguro que hay un chino en el barrio, necesita dinero, ¿no ha tenido gastos? No estaría mal subir con una caja de botellas y cosas ricas, como hacen en las películas americanas. La estoy poniendo en aprietos y gastos. Debería irme cuanto antes. Ya mismo. En cuanto se pone de pie se marea. Rosa Beltrán le sostiene a tiempo, eficaz profesional en todo momento. — No está usted para irse ni siquiera en taxi. Aquí puede quedarse todo el tiempo que quiera. Yo no necesito nada, y aquí hay de todo. — ¿Seguro? — Seguro. — Pero debo irme, el nuevo cirujano no tardará en llegar a casa. — ¿Otro cirujano para su esposa? — Sólo para sus espantosas manos que han envejecido de pronto. Unas manos viejas, monstruosas. No son como las suyas, usted tiene unas manos bellísimas que deberá cuidar mucho. Son tan hermosas que debería ponerlas en una caja de cristal. — ¿Entonces me las cortaría para exponerlas? — No, claro, no quise decir eso, discúlpeme. Queriendo agasajarla la horrorizo. Mejor me voy y la dejo tranquila. — No quiero que me deje tranquila, doctor. Prefiero que
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hable lo que le dé la gana… pero que me siga tocando las manos.
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nrique espera la llegada de Muñeca en el bar del hotel, de martini en martini. Ella tardará. Aún no se recupera del estado hipnótico en que la ha dejado Sebastián, quien se ocupó con mucho cuidado de recoger de su cuerpo buenas cantidades de saliva, sangre y flujo suficientes para llevar a cabo un ritual con murmullo de insectos y murciélagos que poblarán su cuerpo antes de introducirse entre sus muslos acompañado por sus libidinosos muertos de siempre. Enrique está en el bar con los dados en la mesa o en el bolsillo, alternando, tomando notas sobre distintas alternativas de juego, cábalas que algunas veces le han beneficiado. Necesita jugar cuanto antes. Se promete esperarla una hora, si Muñeca no aparece se meterá en el casino. Una hora quizás sea poco. Sigue excitándose, humedeciendo el pantalón al pensar en Muñeca y en las mesas de juego. Mira una y otra vez la puerta giratoria.
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l taxi ya está en la puerta del hotel pero Eloísa no hace ningún intento de pagar ni de salir. Entre la documentación que se llevó junto al dinero se ha encontrado con muchas sorpresas, con textos y fotos de su entrada en el hospital horriblemente quemada; traga saliva, la boca seca, sólo atina a volver a cruzar sus piernas, y entregar al embobado muchacho un papel. — ¿Me puede llevar a esta dirección? — No la conozco. Espere que la busque en el GPS. Levanta los ojos del
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GPS y vuelve a tenerla en el espejo retrovisor, idealizada como en la pantalla de un cine. — No existe, señora. — Mire de nuevo, por favor, no puede ser. — Lo voy a confirmar con el callejero manual… Espere un poco. — Sería terrible que no existiese. — No existe ninguna calle con ese nombre. — ¿Cómo puede ser? En estos documentos figura como la dirección de la casa en llamas donde me encontraron medio muerta.
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Se me cayeron las alas (parte 28) A la memoria de Eduardo Daniel Melgar
#501 05-dic-2010 18:05 Roberto Langella Debería haber más premios también al más pelado y bigotón, y yo no digo ni mu. Habrá visto que le dejé la pelota picando en la puerta del área chica, para que meta ese gol nº 500; usté es el maradona paranormal de los suiteros. Sí, yo creo que cada vez que los latinoamericanos nos ponemos a hacer revisionismo, los españoles actuales deben poner los ojos en blanco y decir "ay, otra vez, Dios mío", incluso, los que son ateos, je. Acá en mi país, un argentino terminó con los indios que los españoles dejaron sueltos, en algo que se llamó "la campaña al desierto" (el desierto patagónico), y todavía tenemos la cara del tipejo en uno de nuestros billetes, el de más alto valor, por caso. No es la misma España la de las colonias que la de hoy día, sin dudas. Ellos tienen mil años de historia o más, y nosotros apenas 200. A nosotros nos es más fácil el revisionismo. Lástima que lo hagamos mal, como usté dice, festejando no se sabe muy bien qué, o como le digo yo, poniendo la cara de un asesino en un billete, entre los próceres de los otros billetes. Yo creo que la condición humana es patética, amigo, y
creo que está bueno saberlo, porque desde ahí, más bajo no se puede ir, y sin embargo, queda todo por hacer. Mientras tanto, mantenemos viva la memoria del inigualable Humbert. #502 05-dic-2010 18:29 Eduardo Daniel Melgar ¡Has recibido el premio Foro Humber! Puedes pasar a retirarlo en nuestras oficinas de 0 a 3 en Ciudad Bonita, Australia oeste, todos los días festivos con tu número de zapato en la mano. Felicitaciones y no cejes en tus esfuerzos históricos. #503 05-dic-2010 18:39 Eduardo Daniel Melgar Al Capitán Beto Espineta: Hásele otorgado el premio Mejor Bigote 2010 y por el foro 501 logrado por su sacrificio y elegancia, prosapia e insistencia, hibridez y añejamiento, intelligenzia y humores sanguíneos. (Por un punto -clic no se le ha otorgado el premio DF al mejor chimento). También puede pasar por nuestras oficinas en Tokio, el Día de los Capullos en Flor, con la hora del hemisferio sur, un día después. #504 05-dic-2010 20:09 Roberto Langella Ah, por sobre todo, prosapia, por fin se me reconoce el linaje; el viejo Silas Langella
debe estar bailoteando en la tumba. Y no, hay que tener mucha vena para ganarse el premio D F, no alcancé. No me emocionen, el 501 lo logramos entre todos y bajo la observancia muda del Gran Maestre HumbertHumbert. #505 05-dic-2010 20:14 Alma Delia Chávez Rojas Vaya, vaya, ¿¿¿con que esta es la hora de las premiaciones??? Maese sueñero, porfis, porfis, otórgueme uno, con su infinita sabiduría sé que puedo ser merecedora de alguno, ya que creo que en las votaciones no me irá bien, pero la verdá no importa, el que merece la pena es el que usté me dé. Nada más no me vaya mandar muy lejos o me ponga restricciones infinitas como ya ví en los premios anteriores, ¿eh? #506 05-dic-2010 20:34 Eduardo Daniel Melgar Psiquis Rojas: Habiéndosele otorgado el Premio a la Mirada Sueñera de Gran Altura y Coral, y no haberse presentado a retirarlo hoy en Buenos Aires a las 4 AM hora local, se le despoja de los atributos correspondientes, con la salvedad que se dirija a Jalisco no te rajes a recibir de las manos Humber un regalo sorpresa que consta de
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algo que no conocemos, pero que es lindo y útil no se sabe para qué. Animamos a la susodicha dama a cumplir con el requisito, cuyo paso cumplido le dará derecho a recibir el primero, en forma ad honorem porque el premio físico se lo llevó una botinera del Cele. #507 05-dic-2010 20:38 Antonio del Olmo Intuyo que dos clásicos de este foro recibirán gloria en enero. Uno de ellos es mujer, una mujer guapa, para más señas. No diré cuál es su nombre, que ella lo diga si quiere. El otro premiado escribió en esta misma tribuna algo que seguramente Gardel hubiese cantado con delectación. Enhorabuenas anticipadas a ambos ganadores. #508 05-dic-2010 21:18 Alma Delia Chávez Rojas Le digo maese, con usté no se puede... ya estaba bien emocionada por lo del premio a la mirada y ándale que se lo llevó sabe quién... a esa ni siquiera la conozco. Pero de todas maneras me voy raudamente a los jaliscos -al cabo que me quedan aquí cerquita- por mi premio sorpresa, bueno levantaré ahorita mismo una alerta en google a ver si encuentro al susodicho caballero que me lo tiene que entregar. Aunque... ¿¿¿valdrá la pena el esfuerzo??? Si lo encuentro no gano nada, ya que otra ya lo está disfrutando, y si no lo encuentro es pan con lo
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mismo, así que mejor lo animo a que me dé otro, pero que sea para mi solita, no quiero compartirlo con nadie. Ay, Antonio, estás que no te aguantas... ¿¿¿a quién te referirás??? Acuérdate que del plato a la boca se cae la sopa, así que no hay que anticiparse a nada, más bien andar con pies de plomo, no sea que las cámaras ocultas de df o de dn Seijas nos anden rondando, jajajajaja. Es por eso que quiero asegurar una premiación con don maese Melgar pero no se deja, se me pone difícil el sueñero. #509 05-dic-2010 21:28 Roberto Langella Algún voto de mi parte ha recibido usté, misia Alma, así que no se ande quejando; todo lo demás ya se sabe, son los votos del Alfa y el Omega, que son como los lenon y macarni de la trascendencia cósmica toda, vea. Y el del Olmo cazó la onda y se nos puso críptico, que es como ponerse crítico, pero con una p más o menos en el medio. #510 05-dic-2010 21:38 Eduardo Daniel Melgar Señorísimo Juan del Peral: Habiéndosele otorgado el Premio Hannibal a la mejor receta de sesos con hojas de malvón, lo citamos a nuestras oficinas a la hora del almuerzo. Si desiste de la premiación será dispensado sin rencores ni hambres. Animámoslo a proseguir cocinando
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en ésta con su locuaz batutacuchara y seguimos atentos a sus encomiables recetas culinarias. #511 05-dic-2010 21:41 Roberto Langella Ah, sí, cuánta esquisités. #512 06-dic-2010 3:51 Alma Delia Chávez Rojas ¿¿¿Y el mío??? Ándele, maese... deme uno pa' mí solita. #513 06-dic-2010 14:12 Eduardo Daniel Melgar Psiquis Rojas: Otórgasele el Premio a la Insistencia. Felicidades por su perseverancia y rectitud insoslayable ante todos los obstáculos y conflictos interdisciplinarios. Cabe destacar que su obra magna se ha destacado del conjunto con ultraaires de grandeza y belleza azteca. Lamentamos que no haya ido a Jalisco no te rajes a recibir su premiación sorpresa de manos de Humber en persona. Recomendamos sus jovis con palitos de fósforos usados para hacer castillos a tamaño real.
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Micromachismos: El poder masculino en la pareja “moderna” (4º parte), por Luis Bonino
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ste artículo está dedicado especialmente a los varones que están intentando revisar, rebelarse y denunciar los códigos machistas en los que fueron entrenados y que se están esforzando para lograr igualdad con las mujeres. Pretende ser un llamado a seguir profundizando en la reflexión y autocrítica sobre los propios comportamientos, aplaudiendo los propios logros en el camino hacia la igualdad, pero sin olvidar que queda aún mucho por recorrer. Es un aporte realizado desde la convicción que los varones no debemos anclarnos en lo ya conseguido ni sobrevalorarlo, que junto a nuestros deseos de cambio también hay resistencias, que la autocomplacencia es mala consejera, que es necesario ver los nocambios que existen dentro del proceso de cambio. Y que la igualdad real solo es posible si los varones detectamos y desactivamos todos los obstáculos y resistencias—grandes y pequeños, propios y sociales, cotidianos o no—que se oponen a ella. Luis Bonino. Psicoterapeuta y Director del Centro de Estudios de la Condición Masculina, de Madrid. www.luisbonino.com luisbonino@luisbonino.com (Tomado de Voces de Hombres por la Igualdad, compilado por José Ángel Lozoya y José María Bedoya. Editado por Chema Espada). 1) No responsabilización sobre lo doméstico
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e trata de diversas formas, desde las directas a las soterradas, de no implicarse en un tipo de responsabilidad que un vínculo respetuoso, recíproco e igualitario supone compartida: la atención del hogar, como lugar en el que se proveen los recursos materiales que permiten desarrollarse a las personas. La falta de implicación puede ser total o ser una seudoimplicación, donde el varón se define como ―ayudante‖ de la mujer, lo que le obliga a ella a ejercer ―la gerencia del hogar‖, teniendo que organizar e indicar lo que los demás (ayudantes) deben hacer en casa, con la sobrecarga consiguiente.
2) Aprovechamiento y abuso de la capacidad “femenina” de servicio
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quí el varón se ―adapta‖ a lo asignado por los roles tradicionales (él proveedor, ella cuidadora) para no ocuparse del ―servicio a l@s demás‖. Con ello se aprovecha de la capacidad de servicio hacia otras personas en la que las mujeres son expertas por su socialización de género. Son comportamientos que fuerzan, o peor aún, ―convencen‖ y apoyan el autoconvencimiento de las mujeres, para que ―naturalmente‖ ejerzan diferentes roles de servicio: madre, cocinera, esposa, asistenta, gestora, psicóloga, acompañante social, secretaria para pedir citas médicas, la que espera con la comida lista, telefonista, portera y hasta quien guarda la ropa masculina. Estos roles son
inducidos con diferentes mM en lo doméstico y en lo público, tales como: a)
Naturalización y aprovechamiento del rol de cuidadora en lo doméstico. Entre ellos: Delegación del trabajo de cuidado de los vínculos y las personas: Estrategia global con múltiples maniobras (ver mM encubiertos) a la mujer a cumplir el mandato cultural de ser la encargada de cuidar la vitalidad de la pareja, el desarrollo y seguimiento médicoeducativo de l@s hij@s, los vínculos con ell@s, con la familia de él e incluso con sus amigos—y también los animales y las plantas—además de transferirles el trabajo
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de la comunicación. Al no hacerse cargo el varón de esta actividad—llamada ―trabajo emocional‖—abusa, quiéralo o no, del tiempo y la disponibilidad femenina en tanto obliga a las mujeres a esa enorme tarea que no se puede dejar de hacer, ya que sin eso no es posible el desarrollo personal y vincular. Requerimientos abusivos solapados: Son pedidos exigentes, casi órdenes, pero que se realizan sin pedir explícitamente. Requerimientos ―mudos‖ a través gestos, preguntas o comentarios ―al pasar‖, que apelan a activar automáticamente los aspectos ―cuidadores‖ del rol femenino tradicional, logrando que la mujer cumpla ese pedido sin percatarse que lo está haciendo no por deseo propio sino por presión invisible. Al no ser estos pedidos explicitados tampoco requieren ser agradecidos cuando se satisfacen, ya que según el varón ―nunca existieron‖. Por efecto de estos mM las mujeres se ven llevadas ―naturalmente‖ a atender el teléfono o el timbre en casa, a levantarse cuando falta la sal, a acompañar al hombre al médico, a comprar su ropa. La frecuente pregunta ¿dónde está? (que
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tiene el subtexto: búscalo y dámelo) sin buscar previamente alude también a estas presiones, así como también aceptar el rol de ―niño tiránico‖ en el que se colocan los varones al enfermarse. Negación de la reciprocidad en el cuidado: Es éste un comportamiento de rechazo del varón a ofrecer real y eficiente cuidado o ayuda a la mujer cuando ésta lo necesi-
ta, negándole así en la práctica el derecho a ser cuidada. Con ello le impone su creencia, derivada de la masculinidad tradicional, de que él es el único digno de atención. Este mM se hace visible cuando la mujer necesita atención por estar enferma, por tener que ocuparse de su familia de origen o por tener sobrecarga de trabajo. Es frecuente que en estas situaciones los varones nieguen las necesidades femeninas de ayuda, minusvalorando sus síntomas o el cansancio, criticando la forma en
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que ella hace las cosas, o apelando a su ―no saber‖, para no hacerse cargo. b) Naturalización y aprovechamiento de la “ayuda al marido” en lo laboral. Con esta estrategia micromachista, usada habitualmente por varones que trabajan de modo autónomo, ellos naturalizan los aportes laborales femeninos para el mantenimiento o la expansión de su trabajo. Se apela a la ―ayuda‖ femenina—en algunos casos adjudicándoles un rol profesional o en otros no—pero sin reconocimiento interpersonal ni laboral. Los efectos negativos de este mM se hacen más evidentes en casos de divorcio. Varones con pequeñas empresas o que no trabajan por cuenta ajena, consiguen así gratuitamente gestoras, secretarias, enfermeras, asesoras de negocios, correctoras de estilo, contables, administrativas, contratistas, conductoras de arado, etc. La contracara de este mM es la naturalidad con que los varones se sienten con derecho a irritarse cuando sienten que las mujeres no reconocen algo de la ayuda masculina en cualquier situación…
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na estrategia micromachista muy utilizada por hombres más o menos ―modernos‖ que reúne elementos de esta categoría y de la próxima que describiremos es lo que en España se llama ―escaqueo‖, y consiste en eludir o esquivar la respon-
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sabilización sobre diversos aspectos de lo doméstico pero atribuyendo esa inacción a múltiples justificaciones que encubren lo que no se puede decir como adulto que se dice colaborador e igualitario: que no se desea, no interesa, no gusta, incomoda, o se siente con derecho a no involucrarse en lo doméstico. Esta estrategia no solo se ejerce sobre la pareja sino también sobre madres, hermanas o compañeras de piso en el ámbito estudiantil, pero es utilizada constantemente ante mujeres que cansadas ya no piden compartir lo doméstico, pero sobre todo con aquellas que lo piden terminando al final enojadas o resignadas pero sin lograr habitualmente la cooperación masculina adecuada. Las justificaciones masculinas para escaquearse generalmente giran alrededor de dos ejes: el primero, la ―ignorancia‖ masculina sobre todo lo atinente a lo doméstico, y el segundo la naturalización de la maternidad y el cuidado de las mujeres según la particular ecuación: posibilidad de embarazarse = obligación de planchar, cuidar los hijos y suegros. Dos justificaciones habituales para no abandonar estos comportamientos cuando son puestos en evidencia son la afirmación de que las mujeres no quieren abandonar su rol de ama de casa— ocultando la poca predisposición masculina a ―pelear‖ el nuevo lugar—y que él ya bastante tiene con cumplir su rol de ―proveedor‖ (es sorprendente que esta justificación la realizan incluso
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varones vinculados a mujeres que trabajan fuera del hogar). Ahora bien, ¿los varones se creen sus propias justificaciones? La experiencia con grupos de varones reflexionando sobre ello lleva a concluir que muy poco, excepto la de que ellas lo hacen mejor. Casi todos reconocen que de tontos tienen poco, pero que lo doméstico es incómodo y que no gusta, y encontrar artimañas para no hacerlo recargando a la mujer que se ocupa de ello no quita el sueño. Y aunque reconozcan que se escaquean ello no les lleva a cambiar, ¿por qué? Sin duda, la creencia en su intocable derecho ―masculino‖ a no hacer está en la base de todo esto, y el efecto que esto tiene sobre la mujer se vuelve secundario. Una de las pruebas del éxito en esta estrategia es el grado en que se toleran estas justificaciones por parte de quienes rodean al ejecutante, frecuentemente con enfado o con cierta sonrisa, pero que casi nunca con la crítica que sí recogen las mujeres, cuando se irritan de esta manipulación. El resultado del uso reiterado de estos mM utilitarios es que se produce una desigual distribución de la carga mental y física que supone la ocupación de lo doméstico, lo que lleva a un acrecentamiento de la calidad de vida del varón y la cantidad de tiempo privado para sí, a expensas de la mujer, y un desmejoramiento del nivel de vida femenino, ya que consume sus energías y reservas emocionales no pudiendo dedicarlas a sí mismas. Muchas veces las mujeres perciben estos comportamientos
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pero no su objetivo, y aunque les molestan, al final se acostumbran a ellos, ya que perciben la inutilidad o el alto costo de sus esfuerzos, para que el hombre deje de hacerlos.
(continúa en el número que viene).
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¿ UN LUGAR BAJO LA SUPERFICIE DE DISCONTINUIDAD
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omo conclusión, cada molécula líquida recibe presiones de todos lados. Y -como ya dijimos que voluble no es- las transmite para todos lados. Como en un Boliche, que toco una pechuguita, que cuido los documentos y le pego un codazo a alguien, que vienen haciendo un trencito, que me dejaron un huequito efímero para vomitar tranquilo. Je, me parece que la imaginación me está llevando demasiado lejos. Casi marea, ¿no? Me parece que tengo que aflojar un poco con el Pa-
rangón. Demasiado abocado. Volvamos, ahora ya más livianito. ¿Cómo me doy cuenta de que no hay lugar?: Primero porque el VOLUMEN del líquido apenas si ha aumentado respecto del que tenía ese mismo material en el estado sólido. Y en el agua inclusive es AL REVÉS, entre los 0 ºC y los 4 ºC. (Como dijimos, se achica: una anomalía total). Por eso el hielo NO SE HUNDE en el agua líquida, (que, al ser más chica, es más densa). Contradiciendo al nombre Punto de FUSIÓN (punto en el cual el sólido se HUNDE). Pero, bueno, dejemos la anomalía para otro momento. Y sigamos tratando de ver cómo me doy cuenta de que no hay lugar. Bien, SI HUBIERA LUGAR yo podría comprimir a mi líquido metiéndole presión, como hacía arteramente con el complaciente gas. Con el líquido eso no funciona aunque lo acogotes: transmite las presiones para todos lados, como el gas, pero no se achica casi nada. Simplemente lograrás algún huequito menos, pero poca cosa. SI HUBIERA LUGAR no se formaría el espejo de agua. Esa superficie tan neta de separación, esa superficie de discontinuidad, casi como una pared horizontal entre el líquido y el aire que quedó arriba. De-
mostrando que la lucha por obedecer a la Ley de la Gravedad es a muerte. No como los gases, en que, por su velocidad, CASI les da lo mismo y nunca les encontrarás un borde neto, subas cuanto subas en la atmósfera. SI HUBIERA LUGAR, cuando metés un piecito en el agua no subiría el nivel del líquido, en CONTRA de la fuerza de la Gravedad, demostrando su deseo de lavarte el pie si le hacés presión, pero a costa de aumentar la pila de los que quedaron arriba. Y que esa misma presión es la que le hace perder peso a tu piecito. En fin, que hay muchísimas pruebas de que el Boliche está sobresaturado de moléculas, que tienen movilidad libre, pero han quedado re-apretadas. LA EVAPORACIÓN
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ijate, con el líquido pasa algo que, al menos, era imperceptible en el sólido (en general): las moléculas que han quedado arriba de todas es muy posible que, si sufren un choque desde abajo, sean arrojados del boliche líquido como borracho cargoso. Y pasen a la fase gaseosa, donde ya pierden el pomposo nombre de líquido -que suena a dinero contante y sonante- y pasan a llamarse vapor. Que es un gas, pero hay algo del tipo eficiente-eficaz que lo dejo para más adelante. Este proceso ocurre a cualquier temperatura pero, lógicamente, es más intenso cuando la cumbia es más movida. O sea, a mayor temperatura, velocidad de evaporación mayor. Aunque no sólo depende de la temperatura sino también
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de la forma del boliche. Si tenés un boliche cuadrado, como un balde cuadrado, la superficie de contacto con el gas va a ser poquita. Y por lo tanto la evaporación del líquido va a ser lenta. Si tomás ese agua del balde y lo pasás con un trapo por el piso, ahí la superficie de contacto líquido-aire va a ser mayor. Y, por lo tanto, la evaporación va a ser mucho más rápida. Como cuando colgás la ropa para que se seque. De manera que la evaporación de un líquido va a depender, fundamentalmente, de tres cosas propias (o sea, sin contar con las locuras que haga el aire): 1º): Del tipo de líquido del que se trate. Si es un líquido en donde las moléculas tengan uniones más o menos débiles, como el alcohol, se volará más fácil. El agua, Argentino Y Argentina, diría Cristina. Y si es como el mercurio, no se volará así nomás, el muy plomazo. UN LÍQUIDO QUE HUELE SUGIERE VUELO FÁCIL. 2º): De la temperatura exterior. Y, por contagio, del líquido mismo. Si vas calentando la pava, se vuela cada vez más rápido. Hasta que empieza a hacer un ruido y ahí ya sabés que está justa para tomar mate. ¿Qué Tº será la de tomar mate? (Pregunta de examen). UN LÍQUIDO HUELE MÁS SI LO CALIENTO. 3º): Y -last but not least- de la superficie de contacto con el gas. Si es poquita son muy pocos los pavotes a ser expulsados del boliche. Si es mucha los expulsan cual hinchada visitante en cancha de Independiente. UN LÍQUIDO HUELE MÁS SI LO DESPARRAMO. Y dejo aparte la convección, particularmente la convección forzada por los delirios de grandeza del Viento, del afamado Eloim, del popular Eolo,
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para no complicar más. Ni tampoco te tomo en cuenta la fenomenal convección forzada por ÉL, ese barrilete cósmico, ese Pampero que soñó con que un día lo soñarían Eternauta. Pero puedes encontrarlo en un diccionario. En el León-Dufour debería estar.
NUESTROS VALORES. NUESTROS VAPORES.
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n ejemplo: nosotros. Vos, Galtieri, Viola, yo. Estamos siempre -más o menos- a unos 37 ºC (uno de nuestros valores más constantes). Y la mayor parte de lo que somos es agua, por lo menos vos y yo. Buena parte de ella se nos debe estar evaporando. Por la piel, un poco más difícil, porque tenemos una capita de células impermeabilizadas con una sustancia llamada queratina -con la cual Dios quiso hacer un remedo burdo del plástico- que dificulta mucho la evaporación al cuete. O, mejor, en balde (como ese balde cuadrado, ¿sí?). Pero, a cambio, tenemos unos poritos muy molestos, pero prácticos, que largan agua para refrescarnos cuando hace calor. Pero, bueno, no iba a eso. Iba a que, en los pulmones, donde la superficie de contacto con el aire es mucha, la evaporación también será mucha. La estás largando en este mismo momento. ¿Qué cómo te das cuenta, si no lo ves? Haz algo: pon tu mano frente a tu boca. Abre la boca como si fueras a chiflar. O mejor, como la de esas muñecas Jackeline, tan simpáticas. Haz presión muscular sobre tus pulmones para expulsar el aire encerrado en ellos. Comprobarás que el aire sale cargado de vapor de agua que humedece tus ma-
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nos. O que empaña un vidrio. O que, incluso, puedes ver en un día frío. Porque el aire exterior, frío como está, vuelve a condensar (pasar del gas al estado líquido, hacer más denso) a ese vapor de agua. Haciéndolo visible como una niebla de gotitas blancas. Ya ves. Un lindo experimento, sin necesidad de jeringas, baldes cuadrados ni cachimbolos. Sólo tu cuerpito, termostatizado sabiamente por Dios a 37 ºC (310 ºK, en su Testamento Original)- y el agua que te tomaste.
PARA COMUNICARSE CON EL AUTOR ESCRIBIR A maria-
noliebanabiog@hotmail.com.
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ñ ( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a . F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .
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a Oniromancia es un arte adivinatorio que se viene practicando desde los tiempos de la antigua Grecia. Los pioneros en la investigación onírica fueron los griegos, especialmente Hipócrates, que ya en el siglo V (a.C.) se interesó por estos temas y su relación con la naturaleza de las enfermedades. Sin embargo, aunque la tradición del interés por los sueños ha sido más fuerte, la historia ha vivido épocas de oscurantismo en los que el misterio todo lo envolvía. En la época contemporánea, el conocimiento del mundo onírico es mucho más exhaustivo y muchas de las conclusiones de los antiguos, se mantienen hoy, aunque más actualizadas. A pesar de que la humanidad ha evolucionado mucho, no son pocos los autores que mantienen la teoría de que el simbolismo de los sueños no ha variado a lo largo del tiempo. Entre ellos destaca Jung, notable conocedor del mundo onírico que, en su extensa obra, ha mostrado que las imágenes esquemáticas aparecidas en los sueños de una persona de nuestra época coinciden con los símbolos ancestrales acuñados por los antiguos alquimistas herméticos.
Sin embargo, Freud, que fue maestro de Jung, en su célebre obra de 1900 publicada con el título de "La interpretación de los Sueños", explica que un mismo tema onírico - en este caso se alude a las relaciones entre padres e hijos. Estos sueños filiales tendrán temas típicos sobre la muerte de los seres queridos y el famoso descubrimiento freudiano del "complejo Edipo", que aparece tratado entre los autores clásicos de forma distinta a cono se analiza en los tiempos modernos. De todo esto se puede deducir que, en cada tiempo histórico, las diversas culturas y civilizaciones actualizan diferentes contenidos oníricos, y los acomodan a las costumbres y usos de su época. MOVIMIENTOS OCULARES RÁPIDOS
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ea como fuere, y sin que por ello se pretenda minimizar la labor que en el campo de lo onírico realizaron representantes de otras culturas, es preciso aclarar que nunca, hasta la llegada de la época contemporánea, se había contado con tan avanzadas técnicas para el estudio y la investigación de todo lo concerniente
al mundo onírico y sus implicaciones. Hoy en día, las más afamadas universidades del mundo cuentan con "laboratorios del sueño" en los que se investiga el mundo onírico con métodos experimentales y científicos. Y así, utilizando la técnica del electroencefalograma -a través de la cual se captan las vibraciones cerebrales- se han registrado los sueños y se han establecido sus diferentes fases o niveles: Fase 1ª: corto y ligero adormecimiento con el que se inicia el sueño. Fase 2ª: nivel medio de reposo en el que el sueño comienza a ser profundo. Fase 3ª: el sueño es profundo. Fase 4ª: el sueño es profundo y largo. Estas cuatro fases indican que se da un desarrollo cíclico en el sueño, el cual comienza con un suave adormecimiento, pasa por un nivel medio y termina con un sueño largo y profundo. En los dos últimos niveles se produce la ensoñación. Los científicos los han denominado sueños REM (Rapid Eye Movements: "movimientos oculares rápi-
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dos") pues, en todo el tiempo que duran, se nota el rápido movimiento de los ojos bajo los párpados. A los ciclos de adormecimiento y sueños cortos y ligeros, los denominan NREM (No REM). De esta forma, quedan establecidas dos clases de sueños que desarrollan diferentes funciones: el sueño NREM, en el que se da el descanso y la relajación; y el sueño REM en el que se producen las imágenes de las que se nutren nuestros sueños. La fase REM se distribuye durante el sueño en ciclos oníricos que se repiten cada hora y media, más o menos; y ocupa, aproximadamente, una quinta parte de tiempo de sueño. Cuanta mayor duración tenga, más soñaremos y más completos serán nuestros sueños. LA CLAVE: EL CEREBRO
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sta riqueza del mundo onírico no se habría podido descubrir si no se tuvieran los conocimientos actuales sobre el ce-
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rebro. Desde este órgano nuestro cuerpo regula los sueños, concretamente desde la zona que rodea el abultamiento prominente del tronco del encéfalo y que es el centro de la energía y la excitación. Millones de alargados filamentos, que arraigan en grandes y numerosas células nerviosas -neuronas-, hacen posible la comunicación con las demás áreas cerebrales. Estas neuronas mantienen una constante actividad durante el sueño y están controladas por otras células nerviosas más pequeñas, las cuales se encargan de refrenarlas, con lo que cesa el sueño profundo para dejar paso al estado de vigilia. Por tanto, en el hemisferio derecho del cerebro, se halla la clave para producir esas emblemáticas imágenes de las que se nutren los sueños, y que se compone de alegorías, quimeras, alucinaciones, personificaciones, símbolos, fantasmas... Por lo tanto, y en contraposición a lo anterior, se ha constatado que cuando la parte derecha del cerebro aparece
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lesionada o inutilizada, justo en la zona donde se encuentran los centros que regulan el complejo mundo de los sueños, no existe, entonces, la posibilidad de crear imágenes oníricas. Esto explicaría la afirmación de algunas personas de que no sueñan nunca. A todo ello hay que añadir también que, partiendo de actuales estudios sobre el cerebro, se han hecho experiencias de laboratorio con animales, y puede decirse que, hoy en día, tanto la posibilidad de activar o desactivar químicamente el mecanismo del sueño, así como los intentos de programar la "conducta onírica", son ya hechos consumados. Por otra parte, también se ha llegado a precisar el contenido de la mayoría de los sueños. Se sabe, por ejemplo, que en la edad infantil son muy frecuentes los sueños sobre animales y, en la edad adulta, destacan los sueños acerca de la propia familia, a la que generalmente se la ve amenazada o en peligro. Las imágenes de los sueños muestran con insistencia que
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en muy pocas ocasiones se consigue el triunfo deseado, y que son más las situaciones adversas que las favorables. Además, el protagonista de los sueños aparece casi siempre acompañado por otras personas, las cuales se muestran más frecuentemente como enemigos y perseguidores, que como amigos y protectores. LA FICCIÓN DE LA REALIDAD
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ntre los más antiguos pueblos de la Tierra, ya existía una preocupación social por conocer el significado de las emblemáticas imágenes aparecidas en los sueños. Se trataba de penetrar en lo más recóndito del mundo esotérico de los sueños para encontrar sus claves simbólicas. Este era el único medio que se tenía para captar la realidad y llegar a dominarla apartando el temor. Ancestrales civilizaciones creían ver en los sueños a los espíritus de sus antepasados o los consideraban como personificaciones de alguna poderosa deidad que se introducía en lo profundo de su mente para gobernar sus acciones. Las tradiciones de los pueblos clásicos contemplaban peregrinaciones populares a los templos de sus dioses para que, de este modo, les visitaran sueños sagrados y purificantes, que los curaran de todas sus dolencias. Fue el renombrado médico grie-
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go Hipócrates, quien dejó escrito en sus famosos aforismos, que los sueños que albergaba el mundo onírico eran producto de la naturaleza misma y, mediante el estudio de las imágenes y símbolos que en ellos se producían podía llegarse a detectar todo tipo de enfermedades o disfunciones orgánicas; quedaban, así, establecidas las bases del posterior estudio fisiológico de los sueños. Siete siglos más tarde, el célebre Artemidoro de Daldis, una especie de mago y adivino que vivió en Efeso, en el siglo II de nuestra era, escribió el primer estudio estructurado sobre los ocultos contenidos del mundo onírico. Según Artemidoro, algunos sueños carecían de significación, pues se limitaban a reproducir el mundo de los deseos, temores y sensaciones que habíamos tenido durante el día es decir, en el estado de vigilia. Pero había otros sueños, denominados mánticos, que se presentaban con mucha frecuencia y que eran factibles de interpretación, pues estaban cargados de imágenes alegóricas que predecían lo que iba a suceder. Aunque, su concepto del mundo onírico, permanecía
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aún acotado por la oscurecida barrera del esoterismo, fue este hombre quien sentó las bases de la interpretación de los sueños. Estas lecturas de lo que cada sueño quería decir, fueron recogidas en su "Diccionario de los sueños" para el que Artemidoro seleccionó y definió sueños emblemáticos y los agrupó por orden alfabético, quedando confeccionado el primer tratado de la historia sobre la simbología del mundo onírico y sus claves.
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, Por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
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ué otra cosa es el amor si no el compartir los momentos bajos, sin ondulaciones fascinantes ni el poder de la falocracia sórdida. Justamente fui a ver en un teatro pequeño una ópera inmensa, Rigoletto, de Verdi, con libreto basado en una obra teatral muy censurada de Víctor Hugo de 1852: la puesta en escena, con 35 maravillosos jóvenes músicos, destaca el carácter sórdido del abuso de poder de un duque en Venecia que ordena el secuestro de mujeres, hijas o esposas de gente conocida, con las que disfrutar y dejarlas tiradas. Rigoletto es su bufón, un tipo deforme, que "por compasión" de una bella dama tuvo una hija que mantiene escondida del mundo lujurioso en el que él es coprotagonista: no viola ni disfruta de ninguna manera a las mujeres, pero organiza y facilita los raptos para que el duque no pare de satisfacer sus bajos instintos. Así las cosas, su bella hija es descubierta el duque la enamora, fascinado por el candor de la virgen, pero las cosas se tuercen... y finalmente Rigoletto se rebela (claro, ahora le pasa a él) y paga a un asesino a sueldo para que mate a quien deshonró y abandonó a su hija... Pero el duque tiene una nueva amante y ésta consigue que el asesino no le mate y en su lugar mate a Gilda, la bella muchacha. Rigoletto se suicida. El mar de fondo, con una música celestial de Verdi, lo que yo llamo la poderosa belleza de lo terrible, es la terrible falocracia que todo lo devora y las mujeres, víctimas de esas penetraciones por las que circula la sangre de la mayoría de las sociedades
del mundo en las que el abuso sexual y la violación están a la orden del día. H. O. R. *
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ndrea del Boca es un personaje muy curioso, hermosa como ella sola, a mí particularmente me suscita atracción y rechazo por igual. Después de esa monstruosidad que hicieron con su infancia, ella salió de eso más o menos indemne. Siguió haciendo novelas edulcoradas de jovencita y también de adulta. Hizo una muy buena comedia en cine, Cien veces no debo, junto a Luis Brandoni y Norma Aleandro. No sé si se habrá operado, implantes no creo que tenga. Decidió ser madre soltera, y de ahí la pelea con la vieja chota de la Legrand, que informó del hecho cuando ella todavía no quería hacerlo, cuando recién estaba embarazada de los primeros meses y todavía no se le notaba. Bueno, la persistencia de Legrand en los medios explica un poco la clase de país que tenemos. En general, los actores están muy contentos con este gobierno, se les dieron muchas leyes a favor, la más importante, quizás, que se les pague por emisiones de programas viejos en que hayan trabajado. A Guillermo Francella, por ejemplo, le pasan diariamente Casados con hijos, una sitcom que hace años dejó de hacer. Bueno, eso desgasta su imagen, y encima, antes no cobraba nada por eso. No tenía ningún derecho sobre su imagen, una vez habiendo firmado contrato.
R. L. *
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o sólo la vi entonces y no me producía rechazo. Cuando aquella telenovela en que hablaba con la madre muerta hubo un gran escándalo de asociaciones protectoras de menores: a los chicos les angustiaba y a todos espantaba que semejantes situaciones las viviera una actriz de 8 años. Pero yo nunca lo tuve claro: si los chicos padecen esas y otras situaciones mucho peores, ¿Qué mejor que otro chico las interprete? Pero, claro, estás torturando a un menor protegido por padres productores. Un drama del que parece que la muchacha salió indemne. Sí, lo de la Legrand es terrorífico. No sé si morirá algún día, pero si lo llegara a hacer por algún error de la naturaleza, ¿ya tiene mausoleo en Recoleta donde se pueda peregrinar? H. O. R. *
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í, la introducción está perfecta. Qué bueno, jajajajaja, me contagiás tu entusiasmo por la prolongación de esta historia. Bueno, de una primera aproximación por Pigmalión, ahora pasamos a algo que me recuerda la versión actuada por Sting de Frankenstein, en una película que se llamó La novia, y que debés haber visto; el científico obsesionado y enamorado acá de la creatura femenina, que en dicha peli actuaba Jennifer Beals, si mal no recuerdo, que se pasa-
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ba todo el tiempo en bolas, una monada. Referís también a la Bella Durmiente, por ahora Eloísa parece dejarse hacer, está dormida, parece en todo momento inconsciente; por ahora la sexualidad de la relación pasa porque él la toca, la modifica, la mejora, pero con toda la asepsia de la cientificidad, de la medicina y la cirugía, él no se permite la filmación sino por registro del caso, y corta las escenas en que aparece en arrebato apasionado. Marcial es un hombre que recorta y sutura todo, el cuerpo de su enamorada, también la cinta de registro de ese caso. Se me ocurre que en algún momento al pobre Marcial se le vendrá toda la realidad encima, en todo su peso e imposibilidad de recortar. ¡Ja!, no tiene que ser nada de esto, me someto a la espera por lo demás que vengas tramando; espero con ansiedad la respuesta de Eloísa. R. L. *
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h, jodido enamorado de Mary Shelley, sí, claro que Frankenstein tiene mucho que ver, incluso lo mencioné hasta que me di cuenta que era muy obvio. Sin embargo, esta al parecer encantadora versión Sting-Jennifer Beals nunca la vi. Varias veces estuve tentado de escribir una historia así de transformación a piacere de la mujer que se desea óptima. Don Marcial lo va consiguiendo, aunque tendré que sorprenderte oh, bandido, oh. Bueno, ya somos dos interesados en su continuación, jajaja, la cosa está que arde... jajaja... Oye, qué movida la que montó Cristina, tan modosita, entre un
muñeco y un perrito adorable, que sólo faltaba que repartiera alfajores Havanna, y a la primera La Movida. Esto tiene color. Y desde luego, bien belicosa que es entre sonrisas, porque lo del perro venezolano recordando cómo mordía a los españoles junto a Bolívar es una de una falta de diplomacia que sólo se justifica porque habrá más antispain. Aquí todo va a peor. Aunque nos parece mentira, dado el descalabro y la cantidad de problemas para la mayoría de la gente, la derecha neofranquista se está fortaleciendo. Acaban de nombrar a los miembros del Consejo General del Poder Judicial que es el órgano de gobierno del poder judicial, "encargado de velar por la independencia de jueces y magistrados", y mira por donde su cuerpo directivo está nombrado por los políticos mayoritarios. Así las cosas hay mayoría del PP, luego PSOE, etc. Una mierda en la que la oposición chapotea para lograr migajas. Y como esto mucho más. Se fortalecen y lo mismo vuelven a gobernar en 2015, dada la inoperancia de una oposición que no sirve para nada. Da asco todo esto, salvo error, omisión o milagro en puerta. H. O. R. *
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ajajaja, sí, recordando como el perro de Bolívar les mordía el culo a los españoles, y además también que le puso Simón de nombre al perro; bastó que le llamara Huguito. Mirá, yo ya empiezo a dudar de que alguna vez haya estado enferma. Sale de escena poco antes o después de las elecciones, ya no recuerdo, que perdía estrepitosamente en Buenos Aires, trasca se produce la Ley de me-
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dios, y vuelve con perro nuevo y recambio de medio gabinete, sustancial cambio, lo que habla de un cambio de estrategias. No me gusta mucho la salida de Moreno, que se dice renunció, aunque nadie lo desmiente. Moreno era el secretario de comercio, pero con una importancia de rol similar a un ministro, fue quien estableció las nuevas formas de comercio exterior, saneó la aduana, le puso "cepo" al dólar y fue contra papel prensa, de la mano de Kicilloff, que ahora pasa de viceministro de economía a ministro, lo que da lo mismo, porque el pibe se impuso siempre; Lorenzetti nunca cortó ni pinchó, y ahora parece va a parar de Embajador a Europa, algo se le deberá, se me ocurre. Tampoco me gusta la salida de Abal Medina (jefe de gabinete), aunque no tengo nada contra Capitanich, y se me ocurre también muchas de estas salidas pueden deberse a preservar ciertas figuras de cara al 20142015, pienso, quizás Abal Medina pueda llegar a ser un buen presidenciable. Qué te puedo decir yo de la realidad española, si aquí realmente parece que hubiéramos superado la crisis por milagro, y nunca es del todo, mi amigo, siempre estamos a escasos centímetros de volver al 2001. R. L.
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El arte de Xavier Blanch
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Consultorio Astrológico Spesunica Curso Práctico de Tarot a distancia Inauguramos nuestro Curso Práctico de Tarot a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de tiradas y lecturas y sobre todas las nociones relativas a nuestra materia. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como tarotista. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella. Mazo de cartas de Tarot Marsellés, de Botta (para imprimir). Mazo de cartas Zenner (para imprimir). Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, manual de Tarot. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas. www.spesunicastrologia.com.ar
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Horóscopo de mayo mayo, por Roberto Langella
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Aries El énfasis está puesto en las ganancias, con un gran sentido comercial y comunicativo. Excelente mes también para la pareja, hallándose muy sensuales y románticos.
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Tauro Mes de cumpleaños para la mayoría de este signo. Excelente época para las actividades comerciales y las comunicaciones. Respecto de lo emocional, pueden encontrarse algo distantes y fríos. Cuidado con los accidentes domésticos.
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Géminis Mes de cumpleaños para los del primer decanato. Con Mercurio en su signo se hallarán a full en todos los sentidos. Excelente mes para las amistades. Se recomienda practicar deportes.
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Cáncer Con algún retraimiento en lo personal será un muy buen mes para volcarse sobre la profesión y las tareas sociales. Posibles discusiones o desperfectos en el hogar.
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Leo La atención puesta mayormente en el ámbito social y profesional. Buen mes para todo lo concerniente a artes superiores y relación con el extranjero. Posibles discusiones con hermanos, parientes o vecinos.
armonía. Posibles problemas con aquello que represente autoridad.
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Virgo La atención puesta en cuestiones filosóficas, religiosas o en relación con el extranjero. Excelente mes también para disfrutar de la sexualidad, en que se verán impulsados a tomar la iniciativa. Posibilidad de grandes entradas, pero cuiden de no despilfarrar.
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Libra También para ustedes un excelente mes para disfrutar de la sexualidad, de otro modo pueden sentirse algo introvertidos. Muy buen mes también en lo que concierne a la pareja.
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Escorpio La atención puesta en los temas de pareja, con quien habrá una gran comunicación. Se aconseja el ejercicio físico, pues se denota cierta agresividad contenida.
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Sagitario La atención puesta en el trabajo, las relaciones laborales o la salud. Mucha comunicación con la pareja. Excelente mes para la creatividad artística y las relaciones románticas, aunque quizás no sean duraderas.
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Capricornio Un mayor énfasis en la creatividad y los placeres en general. Excelente momento para el trabajo comercial. Ambiente hogareño en
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Un mes en el que se encontrarán muy hogareños. Disfrutarán de placeres intelectuales. Mucha armonía con familiares y vecinos, excelente mes para la producción literaria de tipo artística. Mucha actividad en relación con lo extranjero.
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La atención puesta mayormente en el entorno inmediato. Un mes ideal para transacciones inmobiliarias. Posibilidad de ganancias provenientes de actividades vinculadas con el arte y la estética. Vida sexual muy activa.
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Sumario de los números anteriores (La lista completa de números anteriores la hallarán aquí). Revista Spes Unica nº 19 . Mayo 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: De atenuantes y agravantes (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; La madurez (Yoselem Divincenzo); El huésped de Drácula (Bram Stoker); Malvinas en Madrid (Guillem de Rubenhor); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Los poetas malditos (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Grandes poemas muy breves en español del siglo XX (Jorge David Alonso Curiel); Los signos del zodiaco en la historia: Leo; Compumanía (Mary Paz Reyes Peña); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Eva Besnyö; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 20 - Junio 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Las flechas del tiempo, la aljaba de la edad (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El huésped de Drácula (3º parte), por Bram Stoker; Norman Cousins, la risa es cosa seria, por Guillem de Rubenhor; El suicida, por Enrique Anderson Imbert; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (8º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Acerca de las naturalizaciones, por Roberto Langella; La poesía de Charles Bukowski, por Jorge David Alonso Curiel; Admirable, por Fabiana Villafañe; El Astrólogo y la Tarotista; Los signos del Zodíaco en la Historia (Virgo); Golpes bajos, por María de la Paz Reyes Peña; Garganta de sombras, por María Ester Rinaldi; Tom Traubert’s Blues, por Tom Waits; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Edward Hooper; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 21 - Julio 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Noche de horror (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El huésped de Drácula (última parte), por Bram Stoker; Margarita Landi, señora del crimen, por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (9º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Escuchame, por Horacio Otheguy Riveira; Tres poetas españoles que apuestan por la claridad, por Jorge David Alonso Curiel; El Astrólogo y la Tarotista; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; Princesitas muertas, por Thomas Czarnecki; Los signos del zodiaco en la historia (Libra); Los viejos de mierda, por Roberto Langella; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 22 - Agosto 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Cortinas de humo (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El marciano (1º parte), por Ray Bradbury; No está escrito en ninguna parte, por Horacio Otheguy Riveira; La voz de un pueblo dormido, por Fabián Gutiérrez Reyes; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Damas del crimen en primera línea de fuego, por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (10º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; El Astrólogo y la Tarotista; Recordando “Nueve Reinas”, de Fabián Bielinsky, por Jorge Alonso Curiel; Los signos del zodiaco en la historia (Escorpio); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; Pablo Scalise, de Llavallol para el mundo; Lo mejor (y lo peor) de Facebook; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 23 - Septiembre 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Vamos por todo, por Mary Paz Reyes Peña; Noticias del mundillo literario; El marciano (2º parte), por Ray Bradbury; Suzanne Leperrier, la trapèziste, por Horacio Otheguy Riveira; Ideas y bosquejos para una filosofía y una her-
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menéutica de la astrología (11º parte), por Armando Rey; La pareja perfecta del siglo XXI (1º parte), por Simón Domínguez Barahona; Se me cayeron las alas; Poesía (El descubrimiento / De Dios / Él (Yo) / Resurgir primario / Miserando), por Daniel Grustán Isabela; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella; El astrólogo y la tarotista, por Ñapi; Súbitos (El último suspiro de Narciso Ibáñez Menta), por Guillem de Rubenhor; Los signos del zodiaco en la historia (Sagitario); Tumbas de la gloria, por Fito Páez; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; La escultura hiperrealista de Ron Mueck; Lo mejor de Facebook; Lo peor de Facebook ; Onomancia; Horóscopo Revista Spes Unica nº 24 - Octubre 2012 (Comprar versión impresa) Editorial, por María de la Paz Reyes Peña; Dos años, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; El marciano (última parte), por Ray Bradbury; Súbitos (Cuando ellas se desnudan), por Guillem de Rubenhor; La pareja perfecta del siglo XXI (última parte), por Simón Domínguez Barahona; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (última parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; La Pastora / Florencio: el maquis hermafrodita, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía, por Daniel Grustán Isabela (El ayeante primigenio, En menos de un millón de años, Tú que me lees); Lesiones del buen escribir, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir 2, por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Divagaciones pelotudas 2, por Roberto Langella; El Tarot de la Tarotista, por Ñapi; Los signos del zodiaco en la historia (Capricornio); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Scott Davidson; Lo Mejor de Facebook; Lo peor de Facebook; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 25 - Noviembre 2012 (Comprar versión impresa) Editorial, por Roberto Langella; Calaverita para mi flaco, por María de la Paz Reyes Peña; Introducción a Gritos desde el Hades, por María de la Paz Reyes Peña; Semillas, por Jorge Dossi; Aventuras de una tarotista alocada (Los trabajos negros de Gina), por María de la Paz Reyes Peña; María de la Paz en Veracruz, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía (Qué dirías / Vivir / Descubrimiento / Lo gris / Los villanos / Una promesa), por María de la Paz Reyes Peña; Poesía (Canción de amor para Mary Paz / A Mary Paz / Ouroboros consumada / Inventario / Escribir tu nombre con sangre), por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; La galería de arte del Astrólogo y la Tarotista, por Ñapi; El Facebook de Mary Paz; Lo efímero y lo perdurable, por Roberto Langella y María de la Paz Reyes Peña; Los signos del zodiaco en la historia (Acuario); Onomancia ; Horóscopo ; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 26 - Diciembre 2012 (Comprar versión impresa) Seguir viviendo sin tu amor, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; Los amantes, por Julio Cortázar; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (1º parte), por Jorge Luis Borges; El fantasma de la tía Guillermina, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amargo (1º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas (parte 11); Sobre la astrología predictiva, por Eloy R. Dumond; Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella; El Elegido, por María de la Paz Reyes Peña (1962-2012), por Guillem de Rubenhor; Esperando a Godot, por Ñapi; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Bruno Torfs; Lo mejor de Facebook; Los signos del zodiaco en la historia (Piscis); Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 27 - Enero 2013 (Comprar versión impresa) Editorial; La soledad, por Bersuit Vergarabat; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (2º parte), por Jorge Luis Borges; Tres cervezas, dos tintos y un vermouth con ginebra, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (2º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; Valientes mujeres con pene, por Guillem de Rubenhor; Los signos del horóscopo chino (Rata); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Winsor McCay; Escritoras; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores.
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Revista Spes Unica nº 28 - Febrero 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Hic et Nunc, por Julio Cortázar; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (3º parte), por Jorge Luis Borges; Deja que te enseñe, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (3º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; El silencio de Lorna, por Guillem de Rubenhor; Los signos del horóscopo chino (Búfalo); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Cristian Kocak; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 29 - Marzo 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Se apaga la vista, por Arseni Tarkovski; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (4º parte), por Jorge Luis Borges; Laureano y Eleonora, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (4º entrega), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones de astrología, por Roberto Langella; Médicos, enfermos y payasos, por Guillem de Rubenhor; El arte como ansia de lo ideal (1º parte), por Andrei Tarkovski; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Tigre); Batman desencadenado (1º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Erwin Olaf; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 30 - Abril 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Soneto 126, por Lope de Vega; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (última parte), por Jorge Luis Borges; La visitante, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (5º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; Magníficos borrachos con su placentera amargura, por Guillem de Rubenhor; El arte como ansia de lo ideal (2º parte), por Andrei Tarkovski; Las Horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Gato); Batman desencadenado (2º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Sven Fennema; Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 31 - Mayo 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Parad los relojes, por W. H. Auden; Seco estudio de caballos, por Clarice Lispector; No escaparás de ésta, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (6º entrega), por Chabela Ximénez; Marie Mollins, funámbula, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; El arte como ansia de lo ideal (3º parte), por Andrei Tarkovski; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Dragón); Batman desencadenado (3º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Dan Mountford; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 32 - Junio 2013 Contenido: Editorial; El murciélago rubio, por Spencer Holst; Serafín y sus mujeres, por Horacio Otheguy Riveira; La euforia, por Roberto Langella; Canelita o el paso de azúcar amargo (7º entrega), por Chabela Ximénez; Una historia de amor que viaja en tren, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; El arte como ansia de lo ideal (última parte), por Andrei Tarkovski; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Serpiente); Batman desencadenado (4º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Maya Kulenovic; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 33 - Julio 2013 Contenido: Editorial; No es fácil enamorarse de una mujer que tiene freezer, por Juan Sasturain; La noche de los feos, por Mario Benedetti; El hombre del traje gris, por Horacio Otheguy Riveira; ―Tom Waits. Conversaciones, entrevistas y opiniones‖, de Mac Montandon, por Roberto Langella; Canelita o el paso de azúcar amargo (8º entrega), por Chabela Ximénez; Por qué no soy vegetariano (1º parte), por William T. Jarvis; Se me cayeron las alas; Las horaciones de Hora-
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cio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Caballo); El otro lado (1º parte), por José Luis García Ortego; Batman desencadenado (4º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Antonio Berni; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 34 - Agosto 2013 Contenido: Editorial; La mala, por María de la Paz Reyes Peña; Aroma, sabor y sonrisa, por Horacio Otheguy Riveira; Facepopular, la nueva red social latinoamericana, por Roberto Langella; El alacrán, por Elisa Pérez; Por qué no soy vegetariano (2º parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (9º parte), por Chabela Ximénez; Una mujer fatal, por Guillem de Rubenhor; Amaría viajar en tren, por Roberto Langella; Traición inesperada, por Ana Riera; La ceremonia de los peces, por Ana Riera; Se me cayeron las alas; El elegido, de María de la Paz Reyes Peña (19622012), por Horacio Otheguy Riveira; El otro lado (2º parte), por José Luis García Ortego; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Cabra); Batman desencadenado (6º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Paolo Roversi; Horóscopo; Sumario de los números anteriores Revista Spes Unica nº 35 - Septiembre 2013 Editorial; La decadencia de la amistad, por Alejandro Dolina; Una visión extraordinaria, por Horacio Otheguy Riveira; Sobre el feminismo y otras militancias, por Roberto Langella; Por qué no soy vegetariano (3º parte), por William T. Jarvis; Mancha de vino rojo, por Chabela Ximénez; Tom Ripley, el gran amor de Patricia Highsmith, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; El otro lado (última parte), por José Luis García Ortego; Apareció María Teresa, la protagonista (real) de un corto de ficción, por Roberto Langella; Textuales; Prohibido fumar, por Chabela Ximénez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (mono); Batman desencadenado (6º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Otto Dix; Horóscopo; Sumario de números anteriores Revista Spes Unica nº 36 - Octubre 2013 Editorial; Llorar a lágrima viva, por Oliverio Girondo; El misterio de Guadalupe Cisneros, por Horacio Otheguy Riveira; El duelo, por Roberto Langella; Viscosa realidad, por Elisa Pérez; Por qué no soy vegetariano (4º parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (10º entrega), por Chabela Ximénez; Una Málaga entre velas, por Paula Alfonso; Se me cayeron las alas; Francisco González Ledesma: novela negra en las calles de Barcelona, por Guillem de Rubenhor; El hombre evidente, por José Luis García Ortego; Los libros, por María de la Paz Reyes Peña; Bienvenidos al paisaje de mar con olivos, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Gallo); Batman desencadenado (7º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Alexander Bolotov; Horóscopo ; Sumario de números anteriores Revista Spes Unica nº 37 - Noviembre 2013 Editorial; La hormiga, por Marco Denevi; Paciencia limitada, por Guillem de Rubenhor; La cabina número cuatro, por Ana Riera; 3 breves, por Roberto Langella; Viaje en autobús, por Paula Alfonso; Por qué no soy vegetariano (última parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (11º entrega), por Chabela Ximénez; La mujer en llamas, por Horacio Otheguy Riveira; Se me cayeron las alas; La religión, por María de la Paz Reyes Peña; La prueba, por Elisa Pérez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Perro); Batman desencadenado (8º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Juha Helminet; Horóscopo; Sumario de números anteriores.
Revista Spes Unica nº 38 - Diciembre 2013 Editorial; ¿Así que quieres ser escritor?, por Charles Bukowski; Doble vida, por Gisela Courtois; Al doblar una esquina, por Roberto Langella; Los novios, por María de la Paz Reyes Peña; Personas sin sentimientos, por José Luis García Ortego; La mujer en llamas (capitulo 2), por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (12º entrega), por Chabela Ximénez; Se me cayeron las alas; Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013, por Guillem de Rubenhor; Textua-
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les; Coquetería fingida, por Elisa Pérez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Jabalí); Batman desencadenado (última parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Kai Fagerström; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Spes Unica nº 39 - Enero 2014 Editorial; Cuestión de tiempo, por Gisela Courtois; El asesino, por Oscar Ramentev; La mujer en llamas (capítulo 3), por Horacio Otheguy Riveira; El misterio de la cama de las rosas talladas, por Chabela Ximénez; Se me cayeron las alas; Festín de señorita, por Guillem de Rubenhor; Silencio roto, por Elisa Pérez; Otra vez Gricel (1º entrega), por Roberto Langella; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Prácticas adivinatorias extrañas: La frenología; La astrología, eso en lo que (no) todos creen, por Roberto Langella; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Alessandro Bavari; Horóscopo; Sumario de números anteriores Spes Unica nº 40 - Febrero 2014 Editorial; Al oído, por Alfonsina Storni; Los sabios, por Oscar Ramentev; Hasta siempre, Juan Gelman, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía de Juan Gelman (1930-2014); Funciones yoicas, por Gisela Courtois; Otra vez Gricel (2º parte), por Roberto Langella; El hombre del anorak, por Paula Alfonso; La mujer en llamas (capítulo 4), por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (13º entrega), por Chabela Ximénez; Se me cayeron las alas; Micromachismos: El poder masculino en la pareja ―moderna‖ (1º parte), por Luis Bonino; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Romance de la mujer bella y el escultor, por Roberto Langella; Prácticas adivinatorias extrañas: La quiromancia (1º parte); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Gustav Doré; Horóscopo; Sumario de números anteriores Spes Unica nº 41 - Marzo 2014 Editorial; Amor a primera vista, por Wislowa Szymborska; El fulgor de esos ojos, por Eli Serebrenik; La perla más bella, por Oscar Ramentev; El encargo, por Carlos Mollá; La palabra no es un dato, por Gisela Courtois; Otra vez Gricel (3º parte), por Roberto Langella; No me pidas eso, por Guillem de Rubenhor; Humedad interior, por Elisa Pérez; La mujer en llamas (capítulo 5), por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (14º entrega), por Chabela Ximénez; Textuales; Se me cayeron las alas; Micromachismos: El poder masculino en la pareja “moderna” (2º parte), por Luis Bonino; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; El último viaje del ingeniero Flanderk, por José Luis García Ortego; Prácticas adivinatorias extrañas: La quiromancia (2º parte); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de John William Waterhouse; Horóscopo; Sumario de números anteriores Spes Unica nº 42 - Abril 2014 Editorial; Decálogo del artista, por Gabriela Mistral; El tercero en discordia, por Silvina Bullrich; Hacer el bien (1º parte), por Eli Serebrenik; ¡Gracias Gabriel!, por Carlos Mollá; Omnipresencia, por Elisa Pérez; La muerte es otra cosa, por Horacio Otheguy Riveira; ¡Maniático del control!, por Gisela Courtois; London River: Los hijos perdidos en medio de las bombas, por Guillem de Rubenhor; Otra vez Gricel (4º parte), por Roberto Langella; La vecina de enfrente, por Ana Riera; La mujer en llamas (capítulo 6), por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amargo (última entrega), por Chabela Ximénez; Se me cayeron las alas; Micromachismos: El poder masculino en la pareja “moderna” (3º parte), por Luis Bonino; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Prácticas adivinatorias extrañas: La quiromancia (última parte); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; Bellezas del mundo; Horóscopo; Sumario de números anteriores
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Consultorio Astrológico Spesunica Curso Integral de Astrología a distancia Inauguramos nuestro curso de astrología a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de la confección e interpretación de la carta natal astrológica, Revoluciones Solares, cartas combinadas y sinastrías, y todas las técnicas complementarias que hacen al quehacer del oficio de astrólogo. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como astrólogo. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella Tablas de Efemérides Planetarias para los siglos XX y XXI Tablas de Casas Otras diferentes tablas Plantilla para la confección de mapas astrales Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas de astrología para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía email. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, tratado de Astrología. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.
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A la memoria de María de la Paz Reyes Peña (1962-2012) co-fundadora de esta revista y del consultorio astrológico Spesunica. Por siempre.
Spes Unica. Año 5 nº 42. Abril de 2014 Editada por el Consultorio Astrológico Spesunica Dirección: Roberto Langella Registro de Propiedad Intelectual: En trámite. Impreso por Peecho B. V., Amsterdam, Netherlands Diseño de tapa: Cristian Kocak Colaboran en este número: Horacio Otheguy Riveira; Carlos Mollá; Eli Serebrenik; Mariano Liébana; Gisela Courtois.
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