Revista spes unica nº 48 octubre 2014

Page 1

Año 5 Nº 48

Spes Unica

Escriben y colaboran en este número:

Paula Alfonso; Elisa Pérez; Guillem de Rubenhor; Oscar Ramentev; Horacio Otheguy Riveira; Roberto Langella OCTUBRE 2014


Pá gin a

2

S pe s

Un ica

Consultorio Astrológico Spesunica

Regale y regálese su propia carta natal astrológica (nuestro informe es elaborado de manera completamente artesanal y personalizada); NO ES PRODUCTO DE PROGRAMAS DE COMPUTADORA. Incluye: Análisis de la carta natal propiamente dicho, análisis del horóscopo personal anual, informe sobre vidas pasadas, lista de heráldicas, mapas astrales a todo color. Obtenga gratis un ejemplo de nuestro producto en nuestro sitio de descargas, y comprobará la calidad del tratamiento y presentación. Con el encargo de dos cartas natales (parejas, padres e hijos, etc.) REGALAMOS un informe sinástrico (comparación de cartas, para evaluar compatibilidades e incompatibilidades de la relación). Los primeros 15 consultantes de cada mes recibirán un informe numerológico (personalidad y destino) GRATIS. Descargue gratis desde nuestra sección de links el programa de Videoconferencias Skype, para que podamos atender on line las lecturas de Tarot y runas celtas; nosotros le diremos cómo instalarlo y configurarlo. Escríbanos para que podamos brindarle mayor información sobre nuestros servicios y formas de pago. Tómese unos segundos para visitar todas nuestras secciones, donde hallará más detalles. Visite nuestra web y vea más detalles, listas de precios, y encuentre en nuestros blogs artículos interesantes sobre astrología y otros temas; ¡los esperamos!.

www.spesunicastrologia.com.ar


Pá gin a

3

S pe s

Un ica

Sumario Editorial

4

El señor tiene un corazón como todos, por Hugo Diz

5

La muerte es otra cosa, por Horacio Otheguy Riveira

6

Paula acabó convenciéndome, por Paula Alfonso

8

Otra vez Gricel, por Roberto Langella

13

La mujer en llamas (segunda parte), por Horacio Otheguy Riveira

18

Se me cayeron las alas

22

Queridos amigos: Andrea Bocelli, directo al corazón, por Guillem de Rubenhor

24

30 películas de horror de Universal, por Oscar Ramnentev

26

El paraíso, por Elisa Pérez

28

Numerología

30

Horóscopo

34


Pá gin a

4

Noticias del mundo

S

iamo tutti contenti. Se avecinan novedades ya casi sobre el fin del año; un nuevo sitio de artículos periodísticos online, que me involucra, y del que ya tendrán noticias. También me complace anunciar que en breve esta revista saldrá en formato epub, también en descarga gratuita, para poder trasladarla con ustedes en vuestros e-reders, tablets, ipods, y todos esos aparatejos que les gastan fondos de bolsillos y carteras, y que tan ―en onda‖ por poseerlos les hacen sentir. Seguramente, este formato de revista aparecerá publicado entre los días 1 y 15 de cada mes, ya les avisaré. Y mucho más en mi fuero más interno e íntimo, que no tengo por qué compartirles.

E

sta revista prosigue su curso, ahora, con nuevo diseño, espero que les guste.. Han habido cambios también en la website del Consultorio, además del diseño, la exorbitante alza de los precios en nuestros servicios. Bueno, habrá novedades también al respecto, la posibilidad de obtener una interpretación de la carta natal, revolución solar, y todos los demás servicios, vía telconferencia Skype, por un precio más módico.

A

dvertirles también que se acercan las fiestas de fin de año, y que no pierdan de vista que un informe escrito de carta natal, impreso y con la correspondiente encuadernación que amerita el caso, puede ser un excelente regalo navideño para sus seres queridos (una interpretación de sinastrías, para la pareja), original y de provecho.

H

ay más ideas para los tiempos que se avecinan. Ideas nunca faltan. El proyecto de editar libros en formato epub, para que descarguen gratuitamente o adquieran por un precio módico, ya veremos.

S pe s

P

Un ica

or lo demás, y como vi hoy escrito en un graffithi, en alguna parte de Buenos Aires, ―el amor garpa‖ (que en jerga de aquí significa: ―el amor paga‖). Espero que estén siendo felices, lo más que se pueda o dejen. Roberto Langella, octubre, 2014.


Pá gin a

5

S pe s

Un ica

El señor tiene un corazón como todos todos, por Hugo Diz El señor tiene un corazón como todos, tiene intestinos como todos, tiene esófago y sangre como todos. La señora abre el abanico lo agita en su nariz, al verle pasar. El señor que osa rozarla por la calle lleva la bella noche en su epidermis. El señor que camina con ritmo de tam-tam fue repartido en Brasil, en Mozambique, traído de Liberia para las plantaciones de Bartow, (florida) y vendido, fue negado y esclavo, el señor que camina con ritmo de tam-tam. El señor tiene deseos como todos, tiene piel y rencores como todos, tiene música y gestos como todos. La señora abre el abanico lo agita en su nariz, al verle pasar. El señor que osa rozarla por la calle es Guillén es Depestre, es Césaire, es Birago Diop, es Fanon es U’tamsi, el señor sabe morir por lo que piensa, es médico es poeta olímpico, es negro. La señora que agita el abanico es blanca. Lo agita en su nariz, al verle pasar. El señor que osa rozarla por la calle lleva la bella noche en su epidermis.


Pá gin a

6

S pe s

Un ica

La muerte es otra cosa cosa, por Horacio Otheguy Riveira Y VII: La primera función

E

l impacto fue tan grande que me quedé sin respiración volando por el aire en un vuelo interminable, claro, que a mí me parecía interminable y que además no quería que terminase, de tan hermoso que era, imagínate, a tanta altura viendo la ciudad, el barullo de los coches que quieren ir a alguna parte a la que quizás no lleguen como me pasó a mí que en medio de la calzada corrí hasta alcanzar la carretera y giré y volví a girar y continué andando sobre camino protegido, no entre los vehículos, qué va, pero un camión perdió la dirección y me dio con mucha fuerza y siguió atropellando a algunos coches, es lo que vi mientras andaba por el aire, con los colores muy llamativos y además, insólito, escuchaba las discusiones y las conversaciones serenas de la gente dentro de los coches, y yo preguntándome, allá en el aire, si lo había buscado, tantas veces fastidiando con el deseo de morir, con la averiguación del por qué no el suicidio, la investigación de causas, de análisis, las tonterías de unos y otros, tanta gente sabelotodo, tantos dados a filosofar alrededor de lo que se debe y no se debe hacer, así las cosas, nunca intenté matarme, pero lo soñé tantas veces en medio de oscuridades de la mente que se quiere nula, que se quiere off side, de la mente que no se quiere nada… que pensé que había provocado el accidente para morir así de lindo, así de fantástico, imagínate, volando tan espectacularmente con lo enamorado que yo siempre fui de los trapecistas de los circos,

mis números preferidos, repitiendo funciones sólo para ver desde distintos ángulos, a veces con prismáticos, otras veces desde abajo, con la cabeza retorciéndose para no perder detalle y verles en sus distintos estilos, y de pronto, un camión que me da un golpe tan impresionante que ni me entero de dolor alguno, porque en el acto echo a volar y vaya si vuelo, estoy todo el tiempo recordando ese viaje maravilloso que ni siquiera recuerdo nada de cuando caí y me rompí todo el cuerpo y amanecí por estos campos sin gente, sonidos ni emociones, sólo camino, recorro un camino infinito en el que ni me siento mal ni me siento bien, en el que, bueno, si me apuras, más bien me siento bien porque sólo cuento con las imágenes de mi gran vuelo final, del divino accidente y una sensación de plenitud porque nada de lo que me afligía como común de los mortales me persigue, aquí no hay cuentas que dar a nadie, o eso parece, imagínate, ni siquiera sé cuánto tiempo llevo muerto, sólo me acompaña el imponente vuelo sobre la carretera despidiéndome de la vida mientras los demás siguen con su duermevela, sus somníferos para despistar al insomnio, sus cargamentos de complicaciones sentimentales, sus caudalosas deudas, sus sueños y sus enfermedades… pero yo no, ya estoy libre de toda carga, lo dicho, imagínate, iba andando pero se me hac-

ía tarde y empecé a correr, me encontraba más ágil que de costumbre, y no veía la hora de llegar a no sé dónde, eso sí que no, pero tenía que hacerlo rápido, sería una cosa de trabajo o algo, no sé, una gestión o lo que sea, y un camión me aturde a bocinazos, me aturde tanto el muy cabrón que me deja sordo, y antes de ver bien su trompa, va y me da y yo que salgo volando y desde allí lo veo todo hasta que caigo no sé dónde ni encima de qué o de quién y aquí me tienes deambulando por un campo con luz de atardecer, como si fuera un decorado iluminado con cuatro céntimos, película barata, obra de teatro sin presupuesto, nada cambia, nada se altera, no me duele nada, no sufro por nada, y recuerdo, me recuerdo volando, y cuanto más recuerdo más claras son las imágenes de mis admirados trapecistas, qué cosa, imagínate que de pronto se me aparezcan como en el Ringling Brothers, el circo más


Pá gin a

7

grande del mundo, el que se atrevió a las tres pistas simultáneas, algo mareante, que te dejaba descompuesto, pero una vez que te acostumbrabas no había nada más excitante, tres pistas con trapecios volantes, un grupo en la de la izquierda, otro en el de la derecha y en el centro dos bellezas que parecían salidas de un cuento de hadas, todos moviéndose con un desparpajo y sentido estético y del peligro asombroso, y así como lo deseo aparecen los tres grupos en las tres pistas y yo no sé lo que soy, si el vendedor de refrescos, golosinas y globos, el limpiador de la mierda de los elefantes o el más apuesto de los jóvenes del espacio, el más aplaudido, este que vienen a buscar sin pregunta alguna, sin esperar de mí más que esta sonrisa con la que los recibo, dejándome llevar para sentir por vez primera que las cosas no son como se piensan ni se sueñan, porque las cosas no son ni parecen ni se buscan ni se encuentran, en todo caso las cosas y los seres vivos no hacemos otra

S pe s

cosa que deambular por ahí, caminar, discutir, pelear, complacer… o volar para percibir el sonido de una fuente de agua que aparece sin venir a cuento y en el susurro del agua que discurre, una voz en un idioma irreconocible, pero suficientemente amorosa como para decirte que ahora sí, al fin, la función va a comenzar.

Un ica


Pá gin a

8

S pe s

Un ica

Paula acabó convenciéndome convenciéndome, por Paula Alfonso

P

aula acabó convenciéndome, con ella es inútil resistirse, resulta tan convincente que consigue que veas como necesario lo que en principio consideraste uno más de sus caprichos. El caso es que allí estaba, dispuesto a conocer a un grupo de lo más variopinto, que se reunía una vez por semana para compartir sus experiencias literarias desde el lado del escritor. Cuando dijo ―Ya hemos llegado‖ quedé sorprendido, no imaginaba que el punto de encuentro fuera un bar repleto de clientes, de ruido, poca luz y olor a grasa… Quise expresarle mi extrañeza, puede que con la oscura intención de ganar tiempo antes del incómodo momento del encuentro, las presentaciones, pero Paula se me había escapado y ya en el interior saludaba a sus compañeros mientras me hacía gestos de insistencia para que me aproximase. Obediente, la seguí, bajé los dos peldaños que había a la entrada y fue entonces cuando lo percibí por primera vez, era una presión extraña, como si alguien desde la calle tratara de retenerme e impedir que accediera al local. La sensación fue tan fuerte que incluso me giré para comprobar qué pasaba, pero detrás de mí no había nadie, era yo el único que en aquel momento cruzaba el marco de la puerta. Sería mi mente que quería hacerme ver que no era de este modo como imaginé pasar la tarde con Paula, pero ya no había remedio. -Mirad, chicos, es Ramón, mi amigo de la infancia, ya os he hablado de él. Aunque lo veáis

con esa apariencia de no haber roto un plato, os puedo asegurar que es divertidísimo y además escribe de maravilla. Horacio, el responsable, el tallerista jefe, como Paula le llamaba, me tendió enseguida su mano -Bienvenido, Ramón, ¿qué te voy pidiendo? -Una cerveza, gracias. Uno a uno todos me fueron saludando cariñosamente mientras yo me esforzaba por grabar en mi memoria sus nombres y no confundirme después, pero aún percibía aquella extraña presión que me había asaltado a la entrada y me estaba haciendo sentir realmente incómodo. Bebimos, hablamos, reímos, y por mi parte hice cuanto pude para parecer uno más en el grupo, pero mis ojos, de manera obstinada volvían una y otra vez hacia la puerta, aquella fuerza desconocida había acabado apoderándose de mí de tal modo que ahora era todo yo, mi cuerpo entero, el que deseaba salir de allí, escapar, pero ¿de quién?, ¿de qué? -¿Bajamos ya?- Preguntó Horacio. -Sí, vamos. Todos comenzaron a caminar hacia el fondo del local abriéndose paso entre los demás clientes. Paula y yo fuimos los últimos en apurar nuestra cerveza y seguirles, pero cuando solo habíamos avanzado unos metros un escalofrío me estremeció por entero. -¿Te pasa algo? ¿Te encuentras bien? Tienes muy mala cara. -No, nada, no te preocupes —le contesté— ha sido solo un momento, ya se me pasa. Vamos, que perdemos a los demás. Reanudamos la marcha, pero in-

tencionadamente esta vez la dejé pasar delante, me estaba costando mucho caminar, sentía las piernas pesadas y poco a poco me fui distanciando. Al notar que no la seguía, Paula se detuvo, me buscó y desde lejos me hizo gestos para que me diera prisa. Al llegar junto a ella traté de disculparme, incluso recuerdo que le gasté una broma por la encerrona que me había preparado, ella se rió, como hacía siempre, y sin darle mayor importancia cogió mi mano y tirando de mí para que no volviera a perderme continuamos por donde habían ido sus amigos. Dócilmente me dejé llevar por entre grupos de clientes que apuraban sus bebidas, pero al llegar a un punto mis pies quedaron como anclados y tuvimos que detenernos. Estábamos en el comienzo de una escalera que descendía hasta el sótano donde supuse se reunía el taller, pero no podía seguir, me sentí paralizado. De nuevo Paula se impacientó: -No pensarías que nos íbamos a quedar aquí arriba ¿verdad? Venga, no le eches más cuento que nos están esperando. Soltó mi mano, se dio la vuelta y comenzó a bajar a toda prisa, después la vi desaparecer tras una puerta que dejó entreabierta para que yo la cruzara. Sin embargo no pude seguirla, y lo intenté, juro que lo intenté, pero aquellos escalones, aquellos escalones parecían haber tomado vida. Era como si una corriente desenfrenada de agua discurriera debajo de ellos y les hubiera soltado de sus cimientos forzándoles a ir de un lado a otro, subir y bajar, crecer desmesuradamente para de inmediato menguar hasta quedar convertidos en una ínfima expresión y todo sucedía


Pá gin a

9

a un ritmo vertiginoso. La secuencia era infernal, amenazadora. Cerré con fuerza los ojos para dejar de ser testigo de aquella locura, pero en mi cabeza empezó un zumbido que acabó haciéndome perder el equilibrio y tuve que apoyarme en la pared para no caer. Preocupada por mi tardanza, Paula salió de nuevo a la escalera y al encontrarme en ese estado subió corriendo a socorrerme. -Ramón, por Dios, qué te pasa, estás lívido. -No lo sé, desde que hemos entrado me encuentro muy mal. -Te has debido marear, venga, vamos abajo con todos, te sientas y verás cómo se te pasa. Muy despacio, cogiéndome por la cintura, me ayudó a descender por lo que para mí seguía siendo una montaña rusa zigzagueante y brutal, después nos encaminamos hacia aquella sala cuya puerta permanecía entreabierta. Cuando ya estábamos a punto de cruzarla no pude más y me detuve. -Paula, perdona, creo que tengo que irme, soy incapaz de entrar ahí… diles a tus amigos que lo siento… otro día tal vez. Me solté de sus brazos e hice ademán de girarme para marchar. Desconcertada, Paula quiso acompañarme, ir conmigo, decía, pero la tranquilicé asegurando que ya estaba mucho mejor, que lo único que necesitaba era el aire fresco de la calle. Impacientes, los del taller comenzaron a llamarnos, ella me miró indecisa y volvió a insistir. -¿Seguro que ya estás mejor? ¿No quieres que te acompañe? -Ya estoy bien, no te preocupes, te prometo que cualquier otro día volveré y entraré contigo. -De acuerdo, pero que te conste que sigues siendo un cabezota. Me dio un beso rápido en la

S pe s

mejilla y franqueó aquella puerta. A solas ya, me volví hacia la escalera y quedé sorprendido al ver que por alguna extraña razón había dejado de moverse, los peldaños parecían sólidos, su apariencia ahora era normal. Con cierto recelo apoyé el pie en el primer escalón, lo sentí firme, seguro, resistente, encaré el segundo, ningún cambio, todo parecía bien, continué subiendo el tercero, el cuarto, y entonces reparé en la ventana. Estaba en la pared a la altura justo de mi cara. Deslizando mis ojos por su madera agrietada y llena de grasa, se me despertó una imperiosa necesidad de tocarla, de abrirla de par en par y ver qué se escondía al otro lado.

Un ica

Y ¿por qué no? Sin dudarlo estiré el brazo, apoyé mi mano sobre el sucio picaporte, presioné y la cerradura cedió. Un viento frío y a la vez reconfortante sacudió mi cara cuando finalmente las dos hojas giraron. Me aproximé a los barrotes de la reja y lo que encontré al otro lado fue un simple y sencillo patio de vecinos. ¿Qué era lo que esperaba encontrar? Cerré los ojos y me mantuve todavía allí unos instantes saboreando los olores de cenas recién hechas, escuchando retazos de conversación que se mezclaban con los sonidos de la tele, y sin poderlo evitar a través de ellos me vi transportado a mi casa, mi pequeña y segura cocina, a mi refugio, a mi paz.


Pá gin a

10

¿Pero por qué sigo aquí? ¿Por qué no me he ido ya y he puesto final a esta aciaga noche? Abrí los ojos y con determinación me separé de la ventana, cuando estaba a punto de encajar sus hojas y cerrarla reparé en otra similar que había al otro lado del patio. También estaba enrejada y me pareció ver que detrás de sus barrotes o mejor apoyado en ellos había algo. La oscuridad solo me permitía intuir un bulto, un cuerpo inmóvil, pero alguien en el piso superior encendió la luz y entonces lo vi con claridad, era un niño de pocos años. Asomaba su cara por entre dos barrotes a los que estaba firmemente agarrado y me miraba, desde el principio hubo en él algo que me alarmó y no tardé en descubrirlo, sus ojos, aquellos ojos que apenas pestañeaban estaban inundados de un pánico aterrador. En ese momento me desmayé. Al despertar reconocí que estaba en la habitación de un hospital, el silencio, las letras en las sábanas, aquel olor a desinfectante, ¿qué me había pasado?, ¿por qué me encontraba allí?, traté de encontrar respuestas pero mi mente no recuperaba nada. Intenté entonces levantarme, pero estaba tan débil que apenas me moví. -¿Por qué no me avisaste, Ramón?, ¿por qué no me dijiste que no podías volver a entrar allí? Era Paula y parecía realmente asustada, tenía una de mis manos entre las suyas y me hablaba muy cerca, como si temiera que no pudiera oírla. -¿Allí? -Sí, en aquel local, en aquel sótano. Cerré los ojos y como si estuviera ante la proyección de una antigua película comencé a revivir con una fuerte sensación de

S pe s

pánico escenas que creí enterradas para siempre. El saco con el que me cubrieron la cabeza olía a vómitos e inmundicia y era tan tupido que casi me impedía respirar. Me lo habían puesto al sacarme por la fuerza de mi casa. Me resistí cuanto pude, al bajarme por la escalera grité con desesperación pidiendo auxilio, pero sabía que nadie, ningún vecino abriría su puerta para ayudarme, era mucho el miedo que se tenía. Escuché cerrarse tras de mi la pesada puerta del portal, y el frío de la calle sacudió mi cara. Llovía y las gotas de agua tras colarse por entre la trama de aquella arpillera me iban dejando en los labios el sabor de la suciedad y el miedo que aquel tejido tenía acumulado. Después sentí que abrían la portezuela de una furgoneta y de un empujón me tiraban dentro, a partir de ahí comenzaron a golpearme. -Sucio comunista de mierda, te vas a enterar ahora. Maricones, que sois todos unos maricones, ¿qué?, ¿te quejas?; duele ¿verdad? ¿Dónde están tus cojones ahora?, eres un hijo de puta, un asqueroso niñato de papá. Te teníamos ganas, ¿sabes? Y nos vamos a encargar bien de ti. A través de las voces intenté calcular cuántos estaban cerrados allí conmigo, pero el dolor de sus golpes me hacía perder la cuenta y tenía que volver a empezar. Como un pelele fui zarandeado de un lado a otro, y si me dejaban en el suelo aún era peor porque las patadas venían de todas direcciones. La sangre me salía a borbotones por la nariz y me obligaba a apurar con la boca un aire a todas luces insuficiente, dentro de aquella arpillera me estaba asfixiando. En el partido nos habían aleccionado, nos preparaban para que resistiéramos el dolor y no nos doblegáramos, nuestra victoria era aguantar sin hablar, lo único que nos podía hacer sentir más

Un ica

fuertes que ellos era no delatar a nuestros compañeros, que de nuestros labios no saliera ni uno solo de sus nombres. De pronto una de aquellas voces dio la orden y el vehículo se puso en marcha. Noté cómo mis agresores ocupaban sus asientos y parecía que por unos minutos se olvidarían de mí. ¿Quién me habría delatado? Anoche supimos que estaban haciendo una redada por el barrio, y tuve tiempo para deshacerme de todo lo que pudiera implicarme. Sin embargo, estos bestias al no encontrar nada metieron bajo mi colchón unos pasquines y era por eso por lo que me iban a implicar. Me los mostraron cuando todavía estábamos en mi casa y aunque solo los vi un momento supe enseguida que no pertenecían a mi célula sino a otra que había caído dos meses antes, qué estrategia más burda para detenerme. Pero si habían venido a por mí era que alguien les había dado mi nombre, mi dirección. -Eh, tú, nenaza, no te vayas a dormir ahora, ¿quieres un poco de agua para el camino? Ahí va. En medio de sus carcajadas noté que un chorro caliente me recorría la cabeza, me mojaba los ojos, la boca, la nariz. No me defendí pero las heridas comenzaron a escocerme rabiosamente. -Venga, muévete, escoria, que sois todos escoria. De nuevo otra patada en los riñones me hizo bramar de dolor. Comenzaron a hablar de la reunión que habían tenido el día anterior, al parecer todos estuvieron de acuerdo en que era necesario planificar nuevas estrategias, cerrar más la pinza antes de que el Generalísimo faltase, porque después, quién sabe. Me vino una arcada y vomité dentro de aquel saco, el olor era


Pá gin a

11

horrible Al cabo de un rato un frenazo me hizo intuir que habíamos llegado a nuestro destino. Alguien me cogió de un brazo, me puso en pie y tiró de mí hacia fuera. El frío de la noche fue como un bálsamo para mis heridas, pero duró muy poco, de nuevo me tomaron entre dos y casi en volandas me hicieron atravesar la calle. -A sus órdenes, mi sargento. Dígale al capitán que hemos pescado a otro. Le llevo a interrogatorios. Me condujeron por lo que pudo ser un vestíbulo, desconozco si grande o pequeño porque mis pies apenas rozaban el suelo. Al llegar a un punto me soltaron y caí como una marioneta, una fuerte patada en la espalda me hizo rodar por unas escaleras que parecían no tener fin. Intenté protegerme la cabeza y dejar que fueran la columna y las costillas las que se llevaran la peor parte, pero creo que dio igual, fui dando bandazos hasta acabar sobre unas losas frías y húmedas. Brazos robustos me

S pe s

pusieron de nuevo en pie y me llevaron a una habitación, me sentaron en una silla y después me ataron de pies y manos. Al fin retiraron el saco de mi cabeza y me esforcé en ver, saber dónde estaba, mirar la cara de los que iban a ser mis torturadores, pero la hinchazón y el ungüento de vomito y sangre había cosido mis párpados y no los podía despegar. Enseguida percibí una claridad muy molesta y traté de esquivarla volviendo la cabeza, pero una mano me lo impidió. -Verás cómo con esto se te aclaran las ideas. Un cubo de agua dio directo en mi cara, casi me ahoga, pero con ello logré abrir un poco los ojos. Sin embargo, ahora era la intensa luz del reflector la que me impedía ver. Detecté tres bultos, al menos eran tres los guardias que estaban en aquella sala conmigo. Uno de ellos se me acercó. -Hueles muy mal, ¿sabes?, pero aun así me voy a sentar a tu lado.

Un ica

Escuché cómo arrastraba una silla y efectivamente se colocaba muy cerca. -Mira, chaval, tú no deberías estar aquí, en realidad sabemos que no eres responsable de nada malo. ¿Que últimamente te has rodeado de compañías digamos poco aconsejables? Y quién no, ¿que incluso has hablado más de la cuenta?, pero vivimos en un país libre y eso no es un delito. Así que sé inteligente, colabora y en media hora estás de nuevo en tu casa como si no hubiera pasado nada. Mira, has tenido la suerte de que hoy esté yo de guardia y, qué quieres, me has caído bien, pareces buen chaval así que cuando te deje con mi compañero procura no cabrearle porque ese sí que tiene mala leche, si quiere te lo puede hacer pasar muy mal ¿estamos? Asentí con la cabeza. -Hala, chaval, a ver si la próxima vez que te vea es para darte los papeles porque te vas a tu casa, de ti depende, todo es mucho más fácil si tú colaboras.


Pá gin a

12

Escuché cómo se levantaba y retiraba la silla. Lo siguiente que noté fue un intenso puñetazo en el estómago que me cortó la respiración. -Yo soy el de la mala leche y mira cómo me las gasto, así que habla, quiénes más están contigo. ¿Qué creéis, que porque no hayamos estudiado, porque no hayamos ido a la universidad somos gilipollas, o qué? Sabemos que perteneces a una célula comunista, que en la manifestación del jueves tú eras uno de los cabecillas, a ver, quiénes eran los otros, danos sus nombres, contesta. Otro puñetazo, esta vez directo en la mandíbula que estuvo a punto de arrancarme la cabeza. -Andrés, vamos con él a la bañera —ordenó—. Verás cómo allí sí cantas. Soltaron mis ligaduras, me pusieron en pie, para después arrodillarme ante una gran pileta llena de agua. Una mano me cogió de los pelos y sumergió mi cabeza con fuerza en aquel líquido que sabía a azufre; no podía respirar, me ahogaba, quería gritar y sólo conseguía que por mi boca entrase más agua; traté de zafarme, pero era imposible, la fuerza de aquellos brazos era descomunal. Al fin de un tirón me sacaron, los oídos me zumbaban y por más que abría la boca no conseguía aspirar todo el aire que mis pulmones demandaban. De nuevo aquella mano me volvió a sumergir en el agua. No sé cuántas veces lo hicieron porque perdí el conocimiento, o eso creo porque lo siguiente que recuerdo es verme en una celda oscura y fría. Había un sucio camastro y como pude me arrastré hasta él, cerré los ojos con el deseo de evadirme, imaginar que no estaba allí, sino en cualquier otro lugar, pero el dolor, la sed, el

S pe s

miedo y aquellos alaridos que durante toda la noche traspasaron las paredes me obligaron a no moverme de aquella horrorosa realidad No sé cuánto tiempo pudo pasar hasta que vinieron de nuevo. Las mismas voces, la misma tortura, el mismo dolor, pero no hablé, no les di ningún nombre. Alguien dijo en una ocasión que aunque cantáramos el tormento seguiría, y si realmente era así, para qué les íbamos a dar ese gusto. De pronto aquel que dijo que le había caído bien, se acercó y de una patada me tiró al suelo con silla y todo. -¡Bueno!, ya está bien de contemplaciones, ¡a este hay que darle el paseíllo y me voy a encargar yo ahora mismo! Vi cómo metía su mano debajo del brazo y la sacaba empuñando un arma que sin contemplaciones apoyó en mi sien. En aquel momento estuve seguro de que iba a morir y me pareció tan injusto. Era tan joven y tenía tantos planes para el futuro, terminar mi carrera, encontrar novia, casarme. Recordé a mis padres, mis hermanos, el resto de mi familia, mis amigos. Qué les dirían sobre mí, de qué modo iban a justificar ante ellos mi muerte. Creo, bueno, no, estoy seguro de que lloré, pero enseguida me rehice, si aquellos iban a ser mis últimos instantes con vida debía aprovecharlos y una certeza me ayudó ocupando por completo mi mente, la de la victoria. A pesar de que estaba maniatado y que todo mi cuerpo era una llaga les había vencido, a ellos, a aquellos energúmenos que se mofaban de su crueldad, de su sadismo. De mis labios amoratados y sangrantes no escapó ni un solo nombre. Recuerdo que este pensamiento me inundó de valor y levanté la cara que hasta entonces había tenido caída sobre el pecho. Lo hice no para implorar piedad al que iba a ser mi asesino, sino imaginando qué imagen

Un ica

podía tener mi futuro, aquel que estaban a punto de arrebatarme y despedirme de él. Entonces vi aquella ventana abierta, daba a un patio de vecinos. Por unos instantes soñé que volaba a través de ella, que dejaba de sentir en mi sien la frialdad de aquel cañón que cruelmente me presionaba, que nada me dolía. De pronto en la negrura de aquel patio alguien de un piso superior encendió la luz y todo el espacio se iluminó. Entonces me fijé que en la ventana que quedaba justo enfrente había un niño. Asomaba su cara por el hueco entre dos barrotes, estaba muy quieto y me miraba. Parecía aterrado, sus ojos reflejaban un pánico como nunca antes había visto, entonces me invadió una profunda tristeza y como pude le sonreí, sí, no sé si él llegó a percibirlo pero antes de que el disparo sonara, le sonreí. Es todo cuanto recuerdo de aquellos días.


Pá gin a

13

S pe s

Un ica

Otra vez Gricel (novena entrega), por Roberto Langella Esta novela está inspirada en la historia real de amor que vivieron José María Contursi (1911—1972) y Susana Gricel Viganó (1920—1994). Contursi fue uno de los poetas de la era de oro del tango, quien entre otras canciones, compuso Gricel, el tema central que le dedicara a su musa. Gricel pertenece al repertorio clásico del tango argentino. Esta historia no pretende ser más que un homenaje a esta historia de amor, por lo que no se deberían buscar precisiones históricas demasiado exactas. Del mismo modo, los nombres de los personajes reales fueron cambiados. También, deseo agradecerle a mi amigo Horacio Otheguy Riveira, por el tiempo dedicado a la corrección de este trabajo, y por sus observaciones siempre oportunas. R. L.

20

P

or la mañana temprano, Gricel desayunaba en el comedor de la casa, mientras su madre abría la hostería, y su padre estaba ya en la estación de servicio, cuando apareció Federico. —Qué madrugador. —Se ve que el aire serrano empieza a surtir su efecto—. Dijo el hombre. —En pocas horas descansé lo que nunca en Buenos Aires. Gricel le sirvió un tazón de café con leche, y unos pastelitos de dulce de membrillo. —No ocupes tu cuarto por un rato, lo tengo que limpiar—. Le dijo. Federico se le quedó mirando. —Ojalá nos conociéramos recién ahora—. Le dijo. —¿Para qué? —Entonces no sabrías nada de mí, sería solo otro viajero de paso. Sería misterioso, quizás. Alguien que tiene que participar de las buenas costumbres, pero sin comprometerse demasiado.

Tal vez llevara una fortuna en mi bolso, o un revólver. —O un cadáver descuartizado—. Se rió Gricel. —No sé, se me hace que no escapás demasiado de esa descripción que estás haciendo… Como sea, no sé nada de vos, y… Solo sos un viajero de paso. —No lo sé… —. Cerró los ojos, e hizo un gesto leve de dolor. — Tengo que tener cuidado, no estoy en posición de hablar tan a la ligera. —¿Cuál es el peligro? Federico abrió los ojos. La miró con tristeza. —Caer por el abismo. —Da la sensación de que si soplo, caes—. Dijo la chica. Federico asintió con el gesto. —Por favor, no soples. Estuvo por preguntarle qué era lo que necesitaba, pero le dio miedo. Tuvo miedo que él le respondiera que necesitaba un milagro; tuvo miedo de que estuviera quebrado, roto, y que él no lo supiera, y que entonces, ahora, se diera cuenta. Tuvo miedo que se le muriera en las manos, como un pájaro caído en invierno.

21

E

ntonces, en los días que se sucedieron, Gricel procuró alegrarlo; lo llevó a la cumbre del cerro Uritorco, a ver el pueblo desde allí. Lo llevó luego a los bailes del Club Social, y a las carreras de bicicletas de Cosquín. Le permitió compartir el tiempo con su familia, oír la historia de su nacimiento de boca de su madre, y anécdotas, como aquella del tren, la primera vez que llegaron a Córdoba, y la del certamen de belleza. Y le hizo escuchar los discos de Caruso, de su madre, y por último, lo llevó al pie del cerro Uritorco y se adentraron en la foresta, siguiendo la huella del arroyo, y sobre una alfombra de trébol se encontraron recostados uno junto al otro. De pronto, la mano de él apoyada sobre la piel de su vientre, que subrepticiamente había deslizado por debajo de la camisa, trastocó el entorno y su dinámica de un modo para ella desconocido, descubrimiento de vestal que pronto deja de serlo, y tuvo


Pá gin a

14

miedo y a la vez arrobamiento en el despertar de su primer erotismo. Supo que la tibieza del amor y la del sol de primavera producían la misma sensación en el cuerpo, y que la voluntad exploradora nos transforma para siempre en un instante. Y conoció que el peso del cuerpo del hombre amado es réplica a escala del paisaje que circunda. Y que la saliva ajena en el propio cuenco es el caldo en que se cuece la propia historia, hasta el final. Y por fin brindó su primer permiso, su primera renuncia, y supo lo que es ser invadida, conquistada, desarmada y rehecha, y consumada en toda la fuerza de la naturaleza de ser mujer. Por fin estalló y rompió en llanto, en la ambigua sensación de toda primera vez, a mitad de camino entre la plenitud y la pérdida.

S pe s

De pronto quedaron los dos boca arriba, ambos jadeantes y sudados, recomponiendoer el itinerario apenas hace segundos transitado, ya sin posibilidad de vuelta atrás. Y después y sin darle a ella tiempo lo vio reír, correr, bailar, saltar, brincar, payasear, cantar y volver a reír. Y lo vio brillar y creyó verlo revivir. Y otra vez Gricel tuvo miedo, volvió a recordar el milagro, la pendiente, el abismo. Y volvió a temer el quiebre, la fisura, la grieta en la cerámica, por donde se pierden todos los contenidos.

22

H

acía dos semanas que Federico estaba en la casa. Todos se habían familiarizado con la amistad que

Un ica

mantenía con Gricel. Se veía a la chica empinar la cumbre de la alegría, y esto agradaba a los parroquianos. Aunque la pareja no había participado a nadie la relación verdadera que los unía, Isabel y Don Américo sospechaban ya algo, aún sin atreverse a decírselo a ellos mismos. Y no era que esta relación no les agradara, todo lo contrario, habían cobrado un especial afecto por Federico, y no eran prejuiciosos en cuanto a que se trataba de un hombre casado y con hijos pequeños; incluso, parecían perder de vista semejante detalle. O simplemente, preferían que los hechos se desarrollasen por sí mismos. Pero esa mañana, ordenando el cuarto de Federico, al acercarse a la cama, Gricel pateó algo debajo de ésta, que sonó a vidrio. Se agachó y miró, luego estiró un brazo y retiró una petaca vacía de whisky. Se la quedó mirando. Después se agachó junto a la mesa de luz, y abrió su portezuela, debajo del cajón. Gricel se echó hacia atrás con aprensión. Allí había una decena de petacas vacías, y cinco más llenas. Por la tarde, Federico y Gricel se sentaron apoyados en uno de los surtidores de nafta. Estuvieron un rato en silencio. —¿En qué pensás?—. Le preguntó él. —En tus únicas tres cosas verdaderas: Vos, yo y el tango. Es bueno que sean tan pocas, si fueran más, sería más difícil… A Federico le brilló la mirada. —¿Qué?—. Preguntó.


Pá gin a

15

—Empezar, darle un sentido a tu vida—. Federico se le quedó mirando, luego bajó la vista. — ¿Qué?, ¿qué pasa? —Me quedé pensando. Tu vida sí tiene sentido. —La tuya también la tiene, sabés qué cosas son verdaderas. —Pero vos tenés más cosas verdaderas que yo… ¿Yo cuento entre tus cosas verdaderas? Gricel se le quedó mirando. —Estamos charlando. Estás sentado a mi lado, y estamos charlando. Sos el hombre que me hizo mujer. Espero que no seas nada más que un fantasma. —No, yo soy real—. Sonrió. —Hasta que dejas de serlo—. Respondió la chica, con cierto fastidio. —¿Cómo? —…Nada, no me hagas caso… —Dijiste que a veces no soy real. Gricel le sonrió, le acarició el cabello. —Mientras estés conmigo, siempre vas a serlo. Federico se quedó pensando. Tomó una ramita del suelo y dibujó con ella un triángulo en el polvo. Sobre el vértice superior, escribió la palabra ―tango‖, y en los inferiores, escribió sus iniciales y las de Gricel. —No, no es así—. Dijo la chica, borrándolo con un pie; luego le quitó la ramita y dibujó su versión, donde el nombre de Federico estaba arriba, y el de ella y la palabra ―tango‖, abajo. —No, así no me gusta—. Dijo él. —Sí, es así. Tenés que tener con el tango la misma relación que tenés conmigo. No pongas al tango por encima de nosotros. —¿Qué tiene de malo? Gricel se desesperó.

S pe s

—¡Que nos va a matar, ¿no entendés?! La respuesta fue como un golpe para Federico. Hasta pareció tambalearse, como un boxeador que retrocede para tomar aire. Se quedaron nuevamente en silencio, apenados. Entonces Federico vio la cadenita de plata asomando por el cuello de la remera de Gricel, la que él le hubiera regalado hacía cuatro años, en Buenos Aires. El hombre tomó la cadenita entre sus dedos. —No te la quitaste nunca. —Me prometí a mí misma quitármela cuando conociera a alguien como vos. Ahora puedo hacerlo—. Se sonrió. —No, no te la quites—. Murmuró él. Gricel lo miró. Federico se restregaba la frente con un cansancio milenario. Entonces ella se dio cuenta. —Te vas a ir, ¿no?—. Le dijo. El asintió con un gesto. —Mañana. Tengo que pensar en mis hijos; ya hace varios días que… Y siguió explicando, pero ya Gricel no lo oía; su atención había volado lejos, hacia el vacío que comenzaba a sentir en la boca del estómago. Continuará

Un ica


Pá gin a

16

S pe s

Un ica

Consultorio Astrológico Spesunica

Informe de vidas pasadas: Nuevo servicio de Spesunica Los eclipses solares y lunares prenatales nos brindan información acerca del karma de un individuo, las características en conjunto de sus vidas pasadas y el correlato que de ello puede deducirse respecto de su vida actual. Esquemáticamente, podemos decir que por el signo zodiacal de su eclipse solar es que se indica las lecciones que ha venido el individuo a impartir a sus semejantes, mientras que el signo de su eclipse lunar es la guía de lecciones que necesita aprender para una ulterior evolución del karma. Un resumen de esto se agrega en el informe convencional de carta natal que nosotros brindamos desde nuestros inicios. Ahora ofrecemos una versión extendida, con una información realmente profunda, detallada, y lo más importante, de uso práctico, complementaria a la de la carta natal, por lo que, podemos agregar, ni siquiera es necesario para el consultante creer en la reencarnación ni en la teoría del karma. El informe se divide en dos partes: la referida al eclipse solar y la respectiva al eclipse lunar, ambos según el signo en que hubieran ocurrido. Por cada parte se detallan las expresiones consciente, inconscientes y transpersonales de sus influencias, y una valorable información acerca de la integración física, que brinda un pormenorizado detalle de la forma que tenemos de somatizar nuestras cuestiones kármicas, es decir, una valorable información acerca de las causas de nuestros problemas de salud, física y psicológica. Para la adquisición de este servicio no es necesaria la realización de la carta natal, pero insistimos que en absoluto esta información reemplaza a la de la carta astral, sino que la complementa y profundiza. Se trata de un informe de entre 15 y 20 páginas en formato A4, tipo de letra tamaño 11. Para ver un modelo de este informe, hacer click aquí. Para mayor información acerca de este servicio, por favor comunicarse a robertolangella@spesunicastrologia.com.ar.

www.spesunicastrologia.com.ar


Pรก gin a

17

S pe s

Un ica


Pá gin a

18

Capítulo 12

C

aen las hojas del otoño, las primeras lluvias que chorrean por las paredes con goteras impensadas en el lujoso caserón en el que ríen y se persiguen y se adoran el doctor Legaré y Rosa Beltrán; siempre que está vestido lo hace con el uniforme de cirujano, incluida la mascarilla, apretándose a las nalgas de Rosita La Volandiera, que ninguno de los dos sabe lo que quiere decir pero les provoca ansias de correrías en una casa llena de objetos caros, con un piano de cola que nadie toca y el vacío de un robo a gran escala. Pero ya nada le preocupa a Marcial Legaré, encontró detrás del botiquín el escondite perfecto para sus buenos dineros que nadie conocía, producto de operaciones clandestinas: abortos y cirugías plásticas en clínicas privadas sin facturación. Dinero, dinero, dinero, y cantan Money, Money, Money, como en la película Cabaret, moviéndose en inventada coreografía y con la voz chillona de Nacha Guevara a la que vieron juntos

S pe s

el día que les regalaron entradas para el antiguo Teatro Calderón de Madrid; un día raro, Rosa tenía entradas, el doctor nada que hacer, y ella que acercaba su pierna, su mano al muslo, ansiosa, empapada de un deseo ya legendario, y él indiferente, riendo las gracias de Nacha y emocionándose con sus raros momentos de ternura. Money, Money, Money, la vida resuelta, ninguno de los dos piensa trabajar y no atienden la llamada de los abogados del Hospital que llaman a la puerta y golpean con sus nudillos de ejecutivos repelentes en la ventana mientras ellos bailan procaces, soeces, vulgares, putañeros, y reidores ante los sinónimos que creen encontrar: correderos, puteros, buscadores de pollas-coños y de coños-pollas, todo aderezado de risas, como borrachos que no han bebido ni gota, y los abogados que dejan sus cartas y ellos que ríen y se abrazan en la suciedad del suelo de hermoso parquet con motas de polvo de tanto tiempo sin aseo, la noche que cae, las bocas que se juntan, pero más aún se aprietan los cuerpos como si el miedo de pronto les alcanzara, como si dos desconocidos se necesitaran de pronto en medio

Un ica

de la noche más bella de sus vidas, víctimas de un inesperado miedo de perderse, riendo y llorando tan a gusto, como receptores de una vida, ajustados intérpretes de algunas muertes.

U

na canasta muy grande con fresas, melones y sandías no se sabe de dónde, albaricoques de Costa Rica y melocotones de Aragón, y su boca hecha agua, mermelada de amor con sonrisa de jovencita recién llegada al mundo donde los vestidos no están para ponerse sino para quitarse delicadamente, ante la mirada perpleja del joven que te ama y que al tocarte, mucho antes de ser todo él una erecta canción de adolescencia tardía, suspira por retener el instante, la tarde larga, la lluvia pertinaz sobre la ventana, las orquestas sinfónicas que se suceden interpretando oberturas de óperas italianas, pero en realidad interpretándote a ti que, desnuda y entregada, sonriente y tímida, llorosa y gimiente, abierta y lúbrica, cerrada y triste, eres todo el universo posible e imposible. De tú a tú, cuerpo a cuerpo, entre penumbras con la llegada del atardecer y las manos de Ebe recorriendo la mercadería que acaba de escoger en el mercado, frutas pobladas de palabras y caricias, capaces de despertar la humedad deliciosa que él beberá de entre sus muslos como si fuera una canción de cuna para un niño que tarda en aprender a andar porque prefiere la ternura de tu absoluta dependencia…

E

n la boca del muchacho no sólo las delicias de su cuerpo encendido,


Pá gin a

19

sino las frutas en tacos cortadas, una a una, entre risas, cosquillas y caricias para encenderse de nuevo porque la noche es siempre joven y aturdidamente eterna para evitar que tenga que salir por la mañana en el taxi y por la tarde al bar y hasta la noche ella sola, consigo misma, confortable, sí, a gusto, sí, pero extrañamente necesitada de la compañía de quien aún no reconoce como propio. El extraño conductor enamorado de la misma ópera, del orden, del ahorro, a quien no le interesa todo el dinero que ella tiene en las maletas, ni quiere saber nada de su historia, y ella que empieza a revivir con los mimos de su Alfredo Guzmán, nombre y apellido con aroma de canción melódica, como para susurrarle en el cuello empapado en la saliva de sus besos, aquello de Mañana volverás, sé que aquí estarás, Mañana es un eterno beso que nunca se da por satisfecho, que siempre espera más, Mañana es tan cercano y tan distante… Y el joven que le cierra la boca, el amor recién descubierto, para el que 12 o 14 horas de trabajo jamás le fatigan porque al final de su camino le espera la señora de la sonrisa extraña, de los muslos ansiosos, del placer contagioso y del dinero que permanece acumulado en maletas. Como un personaje de una ópera que no conoce, de una novela que no se

S pe s

ha escrito todavía, de un paisaje lunar con cráteres que al paso de sus manos se convierten en deliciosa piel azucarada, canela y azúcar moreno, limón y almendras y esa boca que se humedece para que él se abra paso y se sumerja en tus secretos como quien se deja llevar por el río que me lleva, a cualquier parte… con tal de que no amanezca, por favor, que no amanezca.

P

ero amanece entre el basural de la playa en que se han dormido a pierna suelta Muñeca y Enrique después de una borrachera de tequila alternante con vodka, mientras las muchachas que ella contrató tonteaban medio desnudas a la vera verita vera de un Quique atolondrado que ni caso les hacía hasta que cayó rendido. Muñeca pagó a las bonitas criaturas pero antes besó sus pechos, lamió sus pezones, acarició sus muslos y sus sexos: necesitaba constatar que eran de verdad criaturas vivientes con las que podría sucederse un enjambre de placeres. No se atrevió a más porque en realidad tampoco llevaba dinero como para pagarles el ejercicio de su profesión sobre su cuerpo, un cuerpo harto por completo del abogado ganador de juegos de azar, disfrutando de la borrachera de lo que cree sus propios

Un ica

triunfos. Las chicas se van riendo, descalzas por la playa, todavía cargadas de deseos, capaces de seguir conquistando cuerpos sedientos de belleza y experiencia, pero ellos ya están en condiciones de dormir para reiniciar su jornada de negocios a media mañana, aquí, en estas playas mexicanas y dos días después en Buenos Aires para regresar a España y más tarde a París: en todo caso, la firma de Enrique será más que suficiente para quedarse con las ventanas lujuriosas de propiedades que Legaré no reclamará, y si lo hace estará muerto en vida, todo propiedad de Enrique, poderes absolutos, como si nadie más existiera. Y viven así, confiando en sus estratagemas, desconociendo que allende los mares, en el Madrid de sus amores primeros, otras historias se entrelazan con ánimo justiciero, historias que se enfrentan, se aman y se odian… y también se investigan. Tres mujeres detrás de tantas emociones, Madre Legaré, Amanda Brumond y Verónica Azcárate, una niña bien que devino en periodista rebelde y detective implacable. Verónica Azcárate, la misma que deambula por la habitación preguntándose por qué la anciana millonaria Amanda Brumond la mandó llamar a las 2 de la madrugada en plena felicidad con su amiga Leticia de los Cármenes Arrizábal, amiga de infancia, tonta irremediable, vacía y frívola, y sin embargo, la más bella poseedora de una boca que la lleva al éxtasis con la facilidad de un sabio, y la felicidad de una enamorada. Verónica, Amanda, el tiempo que circula a una velocidad extraña como si nadie viviera en un sitio concreto y el mundo se revolviera contra sí mismo.


Pá gin a

A

20

las dos de la madrugada Leticia decidió pasar sus pechos por encima de los pechos de la amiga, y después besarle la piel de todos los recovecos y las piernas muy lentamente, regodeándose con la lengua en las zonas de comprobada excitación, pero también en otras, dándole la vuelta como un hot dog en plena asadura, y Verónica que se deja conteniendo la risa, disfrutando de una falsa dormidera, la noche lluviosa por los grandes ventanales del ático, y esos labios que dejan escapar una blanda y húmeda lengua que acaricia y reconforta, y Verónica que se vuelca con generosidad, y Leticia que hace suyo el exquisito néctar de un amor incondicional, aunque silencioso, sin compromiso, y en esas que suena el móvil y nadie lo atiende, es música de un cielo extraño, con el que no contaban, pero música en todo caso, y una y otra continúa con el enlace, tal y como surge en medio de su noche, y ya agitadas, satisfechas —puro chocolate recubierto de merengue y nata— lo atienden al unísono, y escuchan una voz que reconocen, y les hace reír con ganas porque parece la voz de un muerto de película, una voz anciana, desgarrada, de largas noches de tabaco y aguardiente: — Vamos, venga, basta ya, dejaos de jugar y poneos a trabajar. Necesito que mañana a primera hora —que ya sé que será sobre las 12 del mediodía— venga Verónica a casa, la necesito. Ya sabe que cuando digo la necesito es que pagaré bien por un trabajo bien hecho.

A

las 12 del mediodía allí estaba Verónica, maquillada ligeramente, disfrazando la lujuria de sus pómulos y sus ojeras, y portando la sonrisa que la caracteriza-

S pe s

ba: seductora, simpática, irresistible. Tuvo que esperar unos veinte minutos hasta que Amanda Brumond descendiera en un ascensor como un personaje de una obra que no recordaba: hermosa anciana, altiva, andando mal apoyada en un bastón, con una enfermera a su lado, atenta al menor movimiento en falso. Con sus pasos cortos ya se puso a hablar. Parecía vivir para conquistar el último aliento, la última conquista de una vida estrambótica que desconocía. En realidad sólo tenía conocimiento de esa vieja dama por otros contratos muy bien pagados, relacionados con el espionaje industrial, y otros asuntos similares. Aún hoy, después de cinco años en los que siempre la vio igual, no sabe de dónde proviene su fortuna. Amanda se sentó en el confortable salón, ordenó que sirvieran un buen desayuno: café de Etiopía, té Bentley irlandés, variedad de bollería fina, tostadas de pan de centeno, mantequilla asturiana y mermelada de arándanos. Todo adecuadamente servido para que su enfermera devorara cuanto quisiera, y Leticia otro tanto, mientras ella sólo tomaba media tostada con mantequilla y una taza de té. Breve, poco, una excusa para poder encender su cigarrillo. Cada vez que exhalaba el humo se sentía como Bette Davis, casi moribunda recibiendo la larga ovación del público en el Festival de San

Un ica

Sebastián de 1989, poco antes de morir en un hospital de París. Ay, cuánto glamour, cuanta ficción trocando verdadera, cuánto placer iluso, fantástico y a la vez real. Encendió otro cigarrillo y habló en un tono afónico casi inaudible: — Buenos días, Leticia. Menuda nochecita has tenido, enhorabuena. Recuerdo muy vagamente los tiempos de placeres encendidos, pero sé que son estupendos. Come, aliméntate sin remilgos. Me encanta verte comer como un animal hambriento. No tienes que cortarte. Cuando termines el desayuno y te fumes el primer pitillo, te diré por dónde tienes que empezar a investigar. Continuará


Pรก gin a

21

S pe s

Un ica


Pá gin a

22

S pe s

Un ica

Se me cayeron las alas (parte 33) A la memoria de Eduardo Daniel Melgar

#576 08-dic-2010 21:23 Orlando Ampuero Alma, señora Virreina, Capitán, don sueñero, mago Simón, he sido ingresado al mundo de Suite, de forma oficial, por el re-jefazo Hernáez hace pocos minutos. ¿Me tengo que poner algo, hacer algún baile como los que hacen touchdown, cantar algo saltando? #577 08-dic-2010 21:25 Orlando Ampuero ¡Uffff! hace como media hora que se publicó mi nota, y todavía no marca ninguna ganancia, ¿cómo puede ser? #578 08-dic-2010 21:25 Alma Delia Chávez Rojas Perdone mi burronancia, furioso, pero ¿¿¿qué es un ekekos??? Ya fui al google y no pude menos que soltar una estruendosa carcajada -que asuste hasta a mi hija- al ver a tan singulares personajes. No, pues me la pone dificil, furioso, tendré que analizar cómo construir un muñeco de ese estilo, y digo que me quede así, normalmente las cosas que elaboro me quedan bonitas, jajajaja. #579 08-dic-2010 21:31 Orlando Ampuero En Argentina, en sus grandes ciudades, las comadres

bolivianas venden limones o especias en la vereda, y el Ekeko es parte de su cultura, es un amuleto de la suerte y la abundancia, siempre que lleve bolsitas con semillas colgadas. Se te va a complicar, porque está hecho hueco, de forma tal que si le pones un cigarrillo encendido en la boca, el muñeco lo fuma completito. #580 08-dic-2010 21:37 Alma Delia Chávez Rojas ¿¿¿Cuál nota??? hágale publicidad, mínimo para irle a dejar un comentarillo. #581 08-dic-2010 21:50 Orlando Ampuero Bueno, si vos escribís “la nota de Orlando” en Google, y no te aparece, es porque no usé bien el SEO, evidentemente. #582 08-dic-2010 21:51 Roberto Langella Hágame un puesto de limonada como el del chavo del 8, que siempre quise tener uno; digo, si no es mucha molestia. Y claro que ya me imprimí la página de inicio para ponerla en el cuadrito, al lado del póster de madonna y del de la difunta correa, sobre la cabecera de mi cama.

#583 08-dic-2010 21:52 Roberto Langella Y usté deje de andar infundiendo por ahí que soy un ekekoinómano, ¿eh? #584 08-dic-2010 21:58 Roberto Langella ¡Ah!, ¡felicitaciones!; Ahora el Jefe Hernáez lo va a iniciar en la cosa mística, que es algo así como el gran hierofante de toda esta cosa esotérica. #585 08-dic-2010 22:03 Roberto Langella Díganos el nombre de su artículo, maese Orlando, que todavía no me aparece en su perfil. #586 08-dic-2010 22:04 Orlando Ampuero ¡¡¡No me vas a decir!!! Parecía tan serio. Es algo así como “Carretas de bueyes de la pampa argentina en la Colonia”, pero usté ya leyó una versión. #587 08-dic-2010 22:09 Orlando Ampuero Estaban todos contentos con el post número 500. Vamos a ver quien se banca el post número 666.


Pá gin a

23

#588 08-dic-2010 22:15 Orlando Ampuero Perdón, ¿cómo buscan una nota ustedes? porque veo que don Google todavía no se enteró de mi existencia. #589 08-dic-2010 22:32 Orlando Ampuero ¡Aaaughh! ¡Ni siquiera estoy en “Artículos de hoy”! ¿Me hicieron una edición especial, como le hacían al “peludo” Yrigoyen? Calculo que será por la hora. Bueno, no se impacienten, esperen hasta mañana. Total, yo ya la leí como 400 veces. #590 08-dic-2010 22:52 Roberto Langella Seguramente tarda en hallarse en los buscadores, don Ampuero, no se ponga ansioso. #591 08-dic-2010 22:53 Roberto Langella ¡Ah!, cuando rondemos el número fatídico me voy de vacaciones, ¡vade retro! #592 09-dic-2010 0:13 Eduardo Daniel Melgar La www sería 666, así que estamos vacunados. #593 09-dic-2010 0:14 Eduardo Daniel Melgar Pertenecemos al mundo infernal.

S pe s

#594 09-dic-2010 0:15 Eduardo Daniel Melgar Por suerte, tenemos a Psiquis de nuestra parte. Tomemos limonada nomás. #595 09-dic-2010 0:59 Roberto Langella Sí, somos acólitos del güiliam bleic. #596 09-dic-2010 1:25 Orlando Ampuero ¡Yo como sánguches húmedos como los del detective! Y siguiendo sus instrucciones, los como arriba de la bacha de la cocina, pa’no ensuciar. ¡Cómo aprende uno con la literatura! #597 09-dic-2010 1:28 Veronique de Miguel ¿Cómo es eso, maese Orlando?¿No habíamos iniciado juntos la su andadura en estas tierras? Aquí vuelvo, con capa nocturna y ligera. A ver el puesto ese de limones, que traigo la garganta seca. ¿Será que anda Alma por el portal? #598 09-dic-2010 1:40 Roberto Langella Si no hay puesto no hay limones, ni jugo, ni chavo del 8. #599 09-dic-2010 1:42 Veronique de Miguel Pues entonces me pongo a hacer gazpacho andaluz, que es fresco y saludable.

Un ica

#600 09-dic-2010 1:47 Roberto Langella Hum... ¿de qué está hecho?, ¿lleva alcohol? #601 09-dic-2010 1:53 Veronique de Miguel Nop, lleva tomates, aceite de oliva, comino, vinagre, pepino, miga de pan, sal y ajo... es una sopa fría que alimenta las musas, refresca, aleja vampiros y te hace decir “olé”. ¿Gustais? #602 09-dic-2010 1:57 Veronique de Miguel Pues como no aparece Alma, no sé dónde tienen las ollas y sartenes. Hay que ver, siempre me pasa igual, llego de Virreyna y me arremango enseguida, menos mal que estaba Roberto en la puerta masajeándose la quijada, pero ni puesto de limonada tienen. Me voy a cambiar los faldamentos por unos jeans y me voy al huerto, a ver si tienen algo creciendo entre los yuyos. #603 09-dic-2010 2:11 Roberto Langella Cuidado que entre los yuyos duerme el furioso, no vaya a pisarlo. Eh, suena bien el gazpacho. #604 09-dic-2010 2:24 Veronique de Miguel ¡Coño! Gracias por el aviso.


Pá gin a

24

S pe s

Un ica

Queridos amigos, Andrea Bocelli: directo al corazón por Guillem de Rubenhor

T

engo justa fama de mujeriego impertérrito y contumaz, e injusta fama de donjuan implacable que sólo se adora a sí mismo. Las quiero a todas por igual, y el poder estar con mujeres de diversas edades y personalidades y cuerpos es una bendición de los dioses del Olimpo, ya que nunca he topado con una celosa, ni remilgada, ni amenazante. Un paraíso en la piel que me arropa un día sí y otro también, en un vendaval de días con sus noches más locas que cuerdas, más vertiginosas que calmas, más alegres que tristes, aunque la tristeza y las dificultades de la cotidiana existencia las dejo aparte, no vienen a cuento. No al menos a este cuento… Este toque confesional del alegre Guillem de las páginas de la Spes Unica que sólo escribe de gente que admira, aparece por necesidad, tras haber descubierto por azar a un hombre de personalidad admirable que es a su vez un tenor excepcional, y todo en un hombre ciego desde la preadolescencia, honor grande a ese colectivo de extraordinaria fuerza de voluntad: ciego en un mundo de videntes que, por lo general, les hacen la vida imposible. La ópera italiana: un mundo de agonías maravillosas

S

ólo en la ópera las tragedias son hermosas, la agonía de los espectadores se convierte en una fuente de energía porque llega acompañada de orquestas sinfónicas y voces sublimes, celestiales. No importa que el amor resulte un fracaso por los prejuicios socia-

les, que la enfermedad acabe con la mujer más buena, que la prostitución sea el resultado trágico de una sociedad hipócrita, que el vendaval de emociones te traicione y te sientas abandonado en medio del desierto de una gran ciudad cuando amanece y nadie te tiende la mano… … Nada de esto entristece, o, mejor dicho todo esto crea una tristeza saludable, llena de vida, que invita al abrazo al amigo cercano, a la pasión con el ser que amas, al encuentro desinteresado con quien al mirarle a los ojos crees descubrir el asombro más emocionante de tu vida… https://www.youtube.com/ watch?v=kCrWxKoOhH8

P

ues así son las cosas cuando el que esto suscribe, el pobre Guillem, para tantos golfo-entre-los-golfos, Gran Gandul de las Europas y las Américas, se sienta en su butaca solitaria del Gran Teatro del Liceo de Barcelona (único del mundo rodeado de un barrio prostibulario y otro monacal, y a pocos metros el mar…) o del más reciente y de reducido aforo Teatro Real de Madrid, a un paso de las calles todavía medievales de la hermosa capital del reino de España… Así que me acomodo en una butaca del paraíso, las últimas butacas en una zona privilegiada de sonido, siempre y cuando mis casi siempre magros dineros me lo permitan, y me dejo llevar por la intensa emoción de óperas italianas que adoro, puro sentimiento, llenas de proezas, antihéroes y fracasos que rara vez se transforman en victorias, pero que transmiten tal belleza en la derrota que

me llenan de magnífica energía. Es la muerte de ficciones que transmiten pura vida a quienes aún continuamos de pie. Pues bien, amante de estas óperas, desconocía la existencia de Andrea Bocelli, hasta que medio dormido, a punto de apagar el televisor una madrugada, descubrí un reportaje del Sundance Channel que parecía surgido de un cuento de hadas en perfecto contraste con la densidad dramática de las óperas italianas, ese dolor transmitido de generación en generación, que canta el pueblo por las calles ya en el siglo XVIII y del que luego se apoderó la burguesía para encerrarlo en sus teatros, aunque la gente de a pie se las apaña para conseguir las entradas más baratas y seguir haciendo suyo un arte popular por excelencia de la mano de Verdi, Puccini, Donizetti, Rossini… Drama, tragedia, romanticismo, comedia… https://www.youtube.com/


Pá gin a

25

watch?v=tcrfvP11Hbo

T

anto placer operístico y nunca había oído hablar de Andrea Bocelli, el tenor ciego, el tenor que rinde culto y pleitesía al sagrado universo de la ópera, a tal punto de producir él mismo Il Teatro del Silenzio en una tierra yerma de la Toscana que en las noches de verano se llena de público atento al escenario donde una gran orquesta acompaña al tenor ciego y algunas cantantes hermosas le siguen de cerca en dúos fascinantes bajo el espléndido cielo especialmente generoso en estas ocasiones donde un silenzio sepulcral da lugar a una música y unas voces creadas para que germinen los abrazos y los besos se multipliquen y las manos se estrechen en noches interminables de confianza, de solidaridad, de esperanza. Estudiante de música desde los 6 años, Andrea se quedó ciego a causa de una hemorragia cerebral a los 12 años. Con una fuerza de voluntad impresionante y un talento enorme que se fortaleció a base de mucho trabajo, se convirtió en un hombre de éxito solidario con las zonas más po-

S pe s

bres del país, en un cantante que participa en conciertos de ópera lo mismo que en otros de la mejor música popular contemporánea, que organiza festivales, que ha vendido 70 millones de discos, que sólo participa en conciertos, que monta a caballo y hace surfing, que tiene hijos, que se divorcia y vive enamoradísimo de su última mujer. Andrea Bocelli, un sueño, una fantasía, la ópera de aquí y de ahora, de allá y de siempre, y este Guillem de Rubenhor que parece encerrarse en un monasterio, alejado temporalmente de las juergas sempiternas y las botellas de 40 grados, en un acto de comprensión mágica de la fortaleza de este Andrea, este amigo, este padre, este hermano desconocido y tan cercano que da muestras de que lo más increíble puede ser verdad. Y lo comparto con vosotros para que todos sonriamos y lloremos en grata compañía.

Un ica

https://www.youtube.com/watc h?v=AeDXhIjdcLY


Pá gin a

26

S pe s

Un ica

30 películas de horror de Universal Universal, por Oscar Ramentev A pesar de que algunos catálogos afirman que la cantidad real de películas son cien, Universal ha lanzado un paquete de películas en DVD y Blueray, en que se consignan las siguientes treinta.

3. Drácula (1931), de George Melford

C

omo curiosidad, al mismo tiempo que se rodaba el Drácula de Browning, y con Bela Lugosi, Carl Laemmle emprendía este proyecto, con equipo mexicano y bajo la dirección de George Melford, realizador del cine mudo, que entre otras tenía en su haber The sheik, con Rodolfo Valentino. Se utilizaron los mismos decorados y vestuario de la versión de Browning, y también el mismo guión, traducido al español. Por alguna razón, no iba a estrenarse la versión de Browning en los países de habla hispana, por lo que se decidió realizar esta versión, algo que no volvió a suceder con otra película.

El elenco

C

arlos Villarías, como el Conde Drácula. Lupita Tovar, como

Eva. Barry Norton, como Juan Harker. Pablo Álvarez Rubio, como Renfield. Eduardo Arozamena, como Van Helsing. José Soriano Viosca, como Dr. Seward, Carmen Guerrero, como Lucía. Amelia Senisterra, como Marta. Manuel Arbó, como Martín.

Como puede verse, algunos nombres fueron cambiados (Eva por Mina), y otros latinizados (Juan Harker). A propósito del actor que personifica a este último personaje, Barry Norton, digamos que su verdadero nombre fue Alfredo Birabén, nacido en Buenos Aires, Argentina, fue a probar suerte como actor en Hollywood. Desde 1926 a 1956, hizo más de cien películas, aunque en muchas de ellas, sin aparecer en los créditos.

S

e cuenta que mientras rodaban (simultaneamente con el otro Drácula, de Browning), Villarías era el único permitido del elenco, para ver adelantos de la versión americana. Se esperaba que su actuación fuera lo más parecida a la de Bela Lugosi que fuera posible. Sin embargo, la actuación del mexicano es bastante diferente, acercándose más a la de Max Schreck, el protagonista de Nosferatu (1922), de F. W. Murnau, siendo que si bien no utiliza maquillaje, si se parece mucho en su gestualidad.

D

e la versión hispana de Drácula, mucho se ha dicho que es una copia fotograma a fotograma de la original estadounidense. En realidad, esto no es así. Melford le imprimió mucho más movimiento, trabajando con muchos más planos y travellings, siendo la versión de Browning mucho más teatral. La coesxistencia de las dos versiones hace quizá que ésta no

valga más que como curiosidad, sin embargo, fue integrada al paquete de las 30 películas de horror, que Universal publicara en conmemoración de su aniversario.


Pรก gin a

27

S pe s

Un ica


Pá gin a

-

28

¡Me arruino, estoy perdida…! en la habitación bien decorada con muebles y tapicerías de telas caras y elegantes aquellas palabras sonaban cuanto menos paradójicas. -¿Tú crees que podré seguir viviendo en esta residencia? preguntaba con inquietud Pilar. -¿Cuánto te cuesta mensualmente? -Mucho, demasiado. La gente de aquí es millonaria, pero yo no. Cuando vivía mi marido no tenía problemas, mi cabeza no se tenía preocupar del dinero. -Cuando vivía tu marido, no tenías que pensar en nada, solo en tí misma. Al repetir ese discurso, lloraba desconsolada aquella mujer de edad madura, sin hijos, aspecto desaliñado y mente perdida. Llevaba dos años en aquel ―Centro geriátrico de lujo‖, anunciaba el letrero de la entrada; Centro de Mayores para la tercera edad, quería decir. El lujo se notaba enseguida, no sólo por lo anunciado sino también por esa sonrisa bobalicona que de forma automática tenían dibujada todas las personas que trabajaban allí. La educación exquisita, casi irreal; el uniforme inmaculado, casi transparente hacían pensar, al entrar en el edificio rosáceo de puertas y ventanas blancas, que los ancianos que residían en ella no sabían que estaban a las puertas de la muerte. Sala de terapia, salón de peluquería, sala de lectura, salón de juegos, sala de fisioterapia, salón de descanso. No conté cuanto salones con nombres diferentes había en la planta baja pero parecía existir todo lo que cualquier persona pueda

S pe s

necesitar para sentirse en un paraíso. Pilar, la mujer que fui a visitar, se vio obligada a buscar una residencia para alojarse cuando su marido falleció y ella entró en un deterioro mental importante, movido por una hipocondría excesiva que la empujaba a enfermar cada minuto y un estado depresivo cada vez más intenso. Tenia una casa lujosa en un barrio exclusivo de Madrid y sus familiares mas cercanos decidieron que entrara por un tiempo en la residencia hasta su total recuperación. Ella no quería oír hablar de ―esos lugares para viejos‖ pero la convencieron por que ―aquí no te faltara de nada‖, dijeron. Incluso no tendrás la necesidad de visitas, debieron pensar. La mejoría física y mental de Pilar parecían evidentes. Hablaba con mayor fluidez, pensaba con más claridad. No obstante, aun no había conseguido llegar a ser la mujer elegante e imponente de antes; se mostraba ausente, distante con el resto de internos, con las visitas y con el mundo. Son sólo viejos, sin futuro… yo aun soy joven, solo tengo 69 años. Sí es cierto, tienes que recuperarte pronto para volver a tu casa y a las actividades que tanto te satisfacían. No sé si podré pagar esta residencia durante mucho tiempo, me arruino. además este dolor de ……………… y así comenzaba otra vez a contarme los millones de dolores que tenia, las muchas medicinas que tomaba y el poco caso que le hacia nadie en ese lugar. -Por favor, habla con mi hermano y que revise el saldo del banco- repetía tocándose con descontrol su pelo enmarañado.

Un ica

-Pilar no te preocupes, seguro que lo tiene controlado.

E

n la residencia había mucho movimiento. Las personas alojadas necesitaban cuidados constantemente. En su mayoría estaban impedidos, no podían moverse solos. Las conversaciones entre ellos eran escasas, algunos leían adormilados, otros permanecían frente al televisor hubiera o no imágenes, o en la terraza soleada; y a los mas charlatanes los llevaban a hacer terapia para hablar de su vida. Un día por la mañana temprano recibí una llamada del hermano de Pilar. -Está en el hospital, la han ingresado ayer. Pero ¿que le ha ocurrido?… hace dos semanas estuve con ella y parecía que se iba a recuperar No sé muy bien. La residencia ha decidido trasladarla al hospital clínico porque no se encontraba bien. .Es la cuarta vez que me llaman con problemas. Seguro que no es nada serio.

U

n pasillo largo, frío y repleto de gente se anteponía a la galería de habitaciones que componían la sala sexta del hospital clínico. Al entrar se percibía un olor a medicamentos muy característico y un peculiar murmullo de gente. Al acercarme a la habitación numero 602 la puerta está cerrada, antes de abrir llamo pero nadie contesta (¡qué esperaba: los habitantes de aquel recinto están acostados, dudo cómo se puedan mover enganchados a varios aparatos de oxigeno, suero y medicamentos!). Pilar no se mueve, permanece en


Pá gin a

29

la cama mas cercana a la ventana ¡que suerte ha tenido, al menos puede ver el patio interior donde llegan las chimeneas de las cocinas!. Me acerco para saludarla y puedo ver el deterioro tan profundo que esa mujer ha sufrido en dos semanas. El aspecto de alguien de 69 años se había convertido en una de 89: palidez, arrugas antes inexistentes, surcos oscuros bajo los ojos, presagiaban que algo no iba bien. -¿Qué te ha pasado, Pilar? soy yo, Marta. ¿Me oyes? La enfermera de turno interrumpió la conversación. Es hora de pinchar a la enferma – dijo Perdone ¿qué le ocurre? Esta pregunta aún me martillea el cerebro cuando pienso en Pilar y su final, la residencia y el hospital, su marido y su hermano, su lujosa casa de la calle Velázquez y su tumba en la Almudena. El certificado de defunción trascribe como causa de la muerte: pericarditis aguda por carcinoma severo y cuadro de metástasis generalizado. Aunque en el fondo creo que debería decir perdida de la vida por descuido severo de atención y ausencia continuada de cariño, en un cuadro generalizado de medios económicos suficientes.

S pe s

Un ica


Pá gin a

30

S pe s

Un ica

í ( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a . F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .

T

odos los autores coinciden en señalar a la Numerología como la más antigua de las artes adivinatorias. Su origen permanece aún desconocido, aunque se sabe que las más antiguas civilizaciones ya utilizaron los números para conocer el porvenir e indagar sobre el destino. Sin embargo, será la Cábala quien llevará a los números al más alto grado de significación y, de este modo, nacerá una especie de ciencia oculta de los números, la cual relaciona éstos con las letras. En adelante, cada letra se identificará con un número y, a partir de aquí, cada nombre tendrá un valor que será resultado de la adición numérica de sus letras: palabras, letras y números se pueden permutar y transformar entre sí. Según los cabalistas hebreos, los veintidós números que corresponden a las veintidós letras de su alfabeto, contienen lo que se denomina "vibraciones numéricas", lo cual se hace manifiesto en los números dobles, es decir, en aquellos comprendidos entre el 10 y el 22. Tal como explican las descripciones clásicas, estas vienen cargadas de sentido simbólico. Y así, comenzando por el número 10 y terminando por el número 22, resultaría la siguiente tabla: N.º 10: Representa la transformación y el cambio inmediatos. El paso de una situación apacible a otra plena de desasosiego.

Astrológicamente, está gobernado por Urano, el planeta de los cambios, la evolución y la transformación.

actividad del entendimiento. Es un número que simboliza el realismo y, en el plano astral, aparece regido por Saturno.

N.º 11: Incide sobre el plano de la mente y sobre el psiquismo. Representa el equilibrio entre el bien y el mal. Desde una perspectiva astrológica, se encuentra bajo los dominios del planeta Neptuno, lo cual incrementa magnetismo del individuo.

N.º 16: Símbolo de la posibilidad de dominio de las pasiones y, al mismo tiempo, representativo de la fortaleza física. Está regido por Marte, el planeta detentador de la energía, el ingenio, la movilidad, la violencia...

N.º 12: Extiende su dominio hasta lo más profundo de las pasiones y representa el sentido del sacrificio que emerge de la propia voluntad personal. Domina las emociones más intensas e internas y se le emparenta con el misterio y el secreto. Astrológicamente, guarda una total armonía con el signo Piscis.

N.º 17: Representa la fusión provechosa entre la razón y la intuición y, en ocasiones, se le asocia con la actitud esperanzadora, con las creencias y con las acciones caritativas. Desde el punto de vista astrológico, armoniza con Géminis.

N.º 13: Es un número relacionado directamente con los aspectos activos de la vida y, por lo mismo, rige a las personas que siempre tienen iniciativas y proyectos. Por lo común se le relaciona con la mala suerte, aunque también puede tener efectos positivos.

N.º 18: Es un número que se identifica con lo controvertido, con la desavenencias y con las decepciones. Astrológicamente, se le relaciona con Cáncer, signo considerado de agua y femenino, regido por la Luna.

N.º 14: Representa la influencia del materialismo y el incontenible atractivo del poder, el dinero y el triunfo, particularmente en la vida social.

N.º 19: Se le reconoce como un número afortunado y pleno de armonía, su característica preponderante es la magnanimidad y, también, la actitud constructiva, y resolutiva, ante la vida. Astrológicamente, armoniza con Leo, signo regido por el Sol y considerado de fuego y masculino.

N.º 15: Aparece relacionado con el pensamiento, y con la

N.º 20: Se le relaciona con lo mutable y cambiable y, en con-


Pá gin a

31

secuencia representa los avatares emanados de la fortuna, el azar y la suerte. Aparece identificado, con frecuencia, con la valía y el esfuerzo personales. N.º 21: Representa la fuerza que da autoridad y poder; se le asocia, también, con la innovación y el progreso. Aparece identificado con las buenas nuevas y las noticias satisfactorias. N.º 22: Está reconocido como uno de los números más cargados de infortunio y malos augurios. Representa la separación, la duda y el dolor; así mismo, este número es un paradigma de la presencia de las influencias externas y su dominio sobre la voluntad de las personas. NÚMEROS PRIMARIOS

H

asta aquí se han descrito las cualidades y el alcance de los números secundarios, los cuales no tienen, en ocasiones, otra función más que servir de apoyo a la interpretación exhaustiva que emana del número primario. Por esto mismo, conviene matizar que los principales números, desde la perspectiva de la interpretación adivinatoria, son aquellos conocidos como números primarios, los cuales empiezan con el número 1 y finalizan con el 9. Los estudiosos coinciden en el reconocimiento de que estos números se relacionan con la propia personalidad del individuo; es decir, que hallando el número primario que le corresponde a una persona por su día, mes y año de nacimiento, se llega a descifrar cuáles son sus números del "Sendero de la Vida".

S pe s

TABLA DE NÚMEROS PRIMARIOS Número primario 1: Es un número que representa a las personas que destacan y triunfan. Se relaciona con la luminaria detentora de energía, es decir, con el Sol y, en consecuencia, rige el día de la semana afín al Sol, o sea, el domingo. Número primario 2: Representa la pasión por el arte y el gusto estético. Su cualidad destacable es la superioridad de la reflexión sobre la acción. Se relaciona con la luminaria Luna y, por lo mismo, rige el dial afín a la Luna, que es el lunes. Número primario 3: Aparece siempre como detentador de energía, y se le identifica con las personas de carácter fuerte y enérgico. Su planeta es Júpiter y su día afín es el martes. Número primario 4: Se le identifica con la sucesión de elementos, con el cambio y la evolución; en este sentido es el número de las estaciones, en las cuales acaece el cambio de la naturaleza. El planeta que lo rige es Urano y el día de su suerte es el domingo. Número primario 5: Aparece asociado a las tendencias plenas de sensación y acción. Es el número de los sentidos, esta regido por Mercurio y su día de la semana más favorable es el miércoles. Número primario 6: Representa la perfección, en cuanto que se obtiene mediante la suma de tres más tres. De aquí que se le tenga por un número perfecto. Se reconoce al seis como un número detentador de carac-

Un ica

terísticas relacionadas con el amor y el afecto. El número seis esta regido por Venus y su día favorable de la semana es el viernes. Número primario 7: En un primer acercamiento, este número aparece relacionado con lo oculto y con lo secreto. Es el número esotérico por excelencia, y su influencia hace que las personas que sienten su influjo se interesen más por los aspectos inmateriales, espirituales y etéreos que por lo crematístico, real y material. Por lo general, dan prioridad al plano de la reflexión sobre el de la acción, y sus argumentaciones siempre contienen un notable sesgo filosófico, lo cual hace que se les tache de racionalista aunque a veces son también muy intuitivos; su fuerte personalidad irradia tal magnetismo que resulta idónea para ejercer funciones de adivino o médium. El número siete da suerte a quienes se hallan bajo su esfera de influencia. El planeta que rige a este número es Neptuno y el día favorable de la semana es el lunes. Número primario 8: Se le considera un número cargado de significación emblemática y, por lo general, su influencia no es fácil de detectar. Los autores y estudiosos de las "Ciencias Adivinatorias" afirman que el ocho es un número difícil, insólito, raro y extraño. Las personas que se encuentran bajo la esfera de influencia de este número suelen ser voluntariosas y decididas, con una personalidad acusada, aunque no lo manifiesten externamente. También son personas reacias a comunicar sus sentimientos o sus creencias, por lo que tienen garantizada, a menudo, la in-


Pá gin a

32

comprensión de los demás. El número ocho está regido por el planeta Saturno y el día favorable sobre el que incide es el sábado. Número primario 9: En un sentido universal, acaso debido a que cierra la escala de números primarios, el nueve ha sido considerado como un número decisivo y definitivo. Su significación se relaciona con el plano de lo trascendente y lo sagrado. Incide, también, sobre los aspectos más inmediatos de la vida, especialmente extiende su esfera de influencia al amor fraternal y a la amistad incondicional. Este número está regido por el planeta Marte y su día favorable de la semana es el martes. NÚMEROS DEL NOMBRE

T

an importantes como los números del "Sendero de la Vida" son los números relativos al nombre de las personas. Conociendo el dígito resultante de los números del nombre, y sumándolo al resultado obtenido de la adición de los números del nacimiento, se obtiene el número del destino. Los números del nombre se denominan, también, números onomásticos y para hallarlos no es necesario realizar dificultosas operaciones, sino tan sólo llevar a cabo las respectivas adiciones mediante unas sencillas reglas. En primer lugar, hay que conocer el nombre de la persona, después se cuentan las letras que lo componen y, a continuación, si ha salido un número compuesto se transforma su resultado, efectuando una última adición, en el dígito definitorio del número onomástico.

S pe s

Supongamos que una persona que tiene por nombre Luis, quiere conocer su número onomástico. Para hallar su número de nacimiento y, de aquí, llegar a descubrir su número de la suerte, mágico o del destino, lo primero que conviene hacer es procurarse los equivalentes entre letras y números, es decir, hay que transformar las letras que componen el nombre Luis en números. Para ello, hay que seguir la norma ancestral marcada por la Numerología clásica, la cual hace corresponder cada letra del alfabeto con un número primario, tal y como se especifica en el siguiente cuadro: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 AB CD E FGH I J K LM NOPQR ST UV WXY Z Según el cuadro de equivalencias números-letras, al nombre de Luis le corresponderían los valores especificados a continuación: L ... 3; U ... 3; I ...9; S ... 1 Sumados los números correspondientes a cada letra del nombre Luis, obtenemos el resultado representado por el número 16, el cual, reducido a número primario, se queda transformado en el dígito 7; por tanto, el 7 es el número mágico, de la suerte o favorable a las personas que se llamen Luis: es su número onomástico.

Un ica


Pá gin a

33

S pe s

Un ica

Consultorio Astrológico Spesunica Curso Práctico de Tarot a distancia Inauguramos nuestro Curso Práctico de Tarot a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de tiradas y lecturas y sobre todas las nociones relativas a nuestra materia. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como tarotista. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella. Mazo de cartas de Tarot Marsellés, de Botta (para imprimir). Mazo de cartas Zenner (para imprimir). Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, manual de Tarot. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas. www.spesunicastrologia.com.ar


Pá gin a

34

S pe s

Un ica

Horóscopo de octubre octubre, por Roberto Langella

a

Aries La atención puesta en temas de la pareja, con quien se establece mucho diálogo, habrá mucho romanticismo y estarán entusiasmados con redirigir la relación hacia un nuevo sentido, o solidificar el que tienen.

b

Tauro La atención estará puesta en cuestiones de salud y en el trabajo. Posible tensión nerviosa, cuiden sus riñones. Mucha actividad en relación con el extranjero o respecto de estudios superiores.

c

Géminis Un mes de mucha diversión y esparcimiento, posibles aventuras amorosas, que en el caso de las mujeres, serán relaciones con alguna posibilidad de volver estables.

d

Cáncer Toda la atención puesta en el hogar y en los asuntos domésticos. Embellecimiento del hogar, se disfruta del lugar en donde se vive. Respecto de la salud, cuidado con los accidentes (heridas cortantes), posibles dolores de cabeza.

e

Leo Excelente mes para los estudios técnicos, la escritura literaria, las actividades artísticas en general. Se recomienda practicar deportes.

sión y de violencia reprimida, que puede resultar perjudicial.

f

Acuario

g

Durante este mes parecen vivir muy bien y contentos, más en un mundo de abstracciones, filosófico o artístico, más que en el mundo real, sin embargo habrá mucha actividad con amigos.

Virgo Concentrados en ganar dinero, mayormente por actividades comerciales, tendrán mucha suerte al respecto. Posibles conflictos en el hogar.

Libra Mes de cumpleaños para la mayoría de los de este signo, que tendrán un año de mucha sociabilidad, excelente para la comunicación. Posibles problemas con parientes, hermanos o vecinos.

h

Escorpio Mes de cumpleaños para los del primer decanato. Un mes de mucho aislamiento, mental y emocional. Mucha actividad en relación con lo ganancial.

i

Sagitario El foco de atención está puesto en las amistades y los proyectos. Hay en ustedes mucha energía, que en estos tiempos puede traducirse en una fuerte irritabilidad. Se les recomienda practicar deportes.

Capricornio

j

El foco de la atención está puesto en la acción social y en la profesión. Se les recomienda practicar deportes, hay una carga de ten-

Piscis

k

l

Un buen mes para hacer terapia psicológica y de avanzar mucho al respecto. La sexualidad se ve acrecentada. Mucha actividad respecto del extranjero. Quizás, mucho de ustedes se inicien en el estudio del esoterismo y el ocultismo.


Pá gin a

35

S pe s

Un ica

Consultorio Astrológico Spesunica Curso Integral de Astrología a distancia Inauguramos nuestro curso de astrología a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de la confección e interpretación de la carta natal astrológica, Revoluciones Solares, cartas combinadas y sinastrías, y todas las técnicas complementarias que hacen al quehacer del oficio de astrólogo. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como astrólogo. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella Tablas de Efemérides Planetarias para los siglos XX y XXI Tablas de Casas Otras diferentes tablas Plantilla para la confección de mapas astrales Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas de astrología para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía email. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, tratado de Astrología. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.

www.spesunicastrologia.com.ar


Consultorio Astro lógico Spesunica

A S T R O L T A R O T , P C U E N T O S C U E N T

O G Í A , O E M A S , Y O T R O S O S . . .

www.spesunicastrologia.com.ar robertolangella@spesunicastrologia.com.ar Página de la revista en Facebook, aquí. Otros sitios de interés: Roberto Langella Faquin Blog Roberto Langella Faquin Poesía

Un lugar de encuentro.

A la memoria de María de la Paz Reyes Peña (1962-2012) co-fundadora de esta revista y del consultorio astrológico Spesunica. Por siempre.

Spes Unica. Año 5 nº 48. Octubre de 2014 Editada por el Consultorio Astrológico Spesunica Dirección: Roberto Langella Registro de Propiedad Intelectual: En trámite. Impreso por Peecho B. V., Amsterdam, Netherlands Colaboran en este número: Horacio Otheguy Riveira; Elisa Pérez; Paula Alfonso; Guillem de Rubenhor; Oscar Ramentev. Las afirmaciones y opiniones vertidas en los artículos y textos son de exclusiva responsabilidad de quienes los escriben. Se prohíbe la reproducción total o parcial por cualquier medio de esta publicación, sin previa autorización de la editorial. Contenidos registrados en www.safecreative.org Los números atrasados pueden ser obtenidos siguiendo este vínculo: http://issuu.com/robertolangella

¡Esperamos sus colaboraciones!


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.