5 Nick, el Rápido
Cuando Nick Van Exel era un niño de cinco años y vivía en
las casas de protección oficial de Kenosha, Wisconsin, su padre solía llevárselo de paseo con el coche. Iban juntos a distintos eventos (partidos de baloncesto o torneos de cualquier tipo) en los que la gente aparcaba el coche durante un periodo de tiempo estipulado. Si un partido del equipo de baloncesto del instituto de Kenosha empezaba, por ejemplo, a las siete, padre e hijo aparecían en el aparcamiento a las siete y cuarto. El ritual siempre era el mismo. Su padre abría la puerta, se acercaba a su hijo y le decía: «Espérate aquí». Luego, desmantelaba los vehículos aparcados. «Se llevaba las radios y cosas así —cuenta Nick—. Yo siempre lo acompañaba. Sentía miedo a pesar de ser tan pequeño.» Al cabo de dos años, el padre de Nick Van Exel fue detenido y encarcelado. Y así fue cómo desapareció de su vida. Jamás hubo una carta ni una llamada. No hubo visitas ni conversaciones optimistas del tipo «cuando salga…» o «tengo tantas ganas de…». Nada. El padre de Nick Van Exel desapareció del mapa. Y con ello, su hijo se quedó solo. Vivía en un apartamento diminuto con su madre, Joyce, que tenía dos trabajos; entraba a trabajar en la línea de montaje de la fábrica de Chrysler Kenosha Engine a las tres de la tarde para salir a la una de la mañana. Cuando Nick regresaba de la escuela, como mucho, 106