En la grandiosa Atenas, bienaventurado aquel que encuentra un corazón en el que se refleje entero. Las mentes y los modales son más rígidos que las columnas de sus templos, y el amor está reemplazado por la conveniencia o aún peor, por el dinero.
Sin embargo, todas estas desdichadas cosas cambian al entrar al bosque de Atenas. En este lugar viven hadas y sombras, arquitectos de amores locos, confusiones, caminos borrados, cosas perdidas, y otras tantas penas.
En este mágico lugar podemos encontrar a un extraño cupido; con pezuñas por pies, y en su cabeza, cuernos de chivo. Fauno, dirían unos, fiel compañero del dios Baco. Pero, más que nada, este espíritu es del bosque un vago.
Puck es el nombre de este duende, que con ninfas danza y que vino bebe. Una traviesa sombra que se divierte desviando el camino de los viajeros cansados y confundiendo los coraz贸nes de las doncellas inocentes.
Pero volvamos a Atenas, que hay un suceso que nos concierne, pues un hombre ha caĂdo en un grave encanto. No por la culpa de Puck, sino por la belleza de una dama de blanco. (De Puck volveremos hablar en un rato).
Asi es, este hombre de la dama de blanco se ha enamorado sin embargo, para su mal fortuna, ĂŠl lleva dos aĂąos casado. Su esposa resulto flor a la mirada, pero odiosa y sin encanto. Nunca ayuda en la casa, trabaja o hace algo, y lo peor de todo es que se la vive refunfuĂąando.
Tampoco es muy grata la vida de la dama de blanco, como su familia es pobre, su mano fue ofrecida en subasta al mejor postor (en terminos monetarios). Asi es, la pobre dama fue vendida como si fuera vil ganado.
Como la dama es bella y gentíl, hubo muchos interesados. El que más ofreció por la dama fue el honrado Don Horacio. El es un general viejo y feo, mentiroso y malhablado. Hombre con quien se cazará en diez días, el 27 de Mayo. Pero no es de preocuparse, pues pronto habrá un cambio, un hechizo a medianoche dejará resuelto todo este desbarato.
Don Horacio es tío segundo del enamorado hombre casado. Al enterarse de la inminente unión, se las ingenió para que él y su esposa se vieran con los prometidos en algún lado. Su infatuación por la dama es tal, que al honesto hombre casado, no le interesa una relación y solo le importa estar a su lado.
No se confundan, nuestro hombre es fiel a su juramento de matrimonio. ร l no planea dejar a su mujer, ni tampoco hacerla a un lado. El piensa que, quizรกs, una amistad con la dama le darรก a su corazรณn lo que estรก necesitando.
La cita se concretó en la finca de Don Horacio, un predio que se encontraba a kilómetros de Atenas, en el bosque muy adentrado. Ahí se producían muchos kilos de uvas y un delicioso vino rosado. Era un lugar hermoso, con interminables campos de flores y que además quedaba cerca de un lago. -Este es el lugar perfecto.- Pensó el hombre casado.
Salieron de la ciudad, una noche de luna nueva del verano soleado. Su intenci贸n era quedarse tres d铆as, para obtener un merecido descanso. Don Horacio y la esposa nunca intuyeron ni notaron, la tonta ilusi贸n del hombre casado o el triste lamento de la dama de blanco.
No pasó mucho tiempo para que la magia del bosque notará la presencia de estos extraños. El primero de todos fue Puck, que intentando robar dos barricas del vino de Don Horacio, encontró a la esposa regañando al hombre por que a su parecer estaba muy chico y sucio el cuarto donde se estaban quedando.
Esa misma noche, expulsado del cuarto por su mujer y en un sofa acostado, el hombre observ贸 a su hermosa dama de blanco pasar. Iba caminando de puntillas, en silencio y con cuidado. En sus brazos, la dama cargaba una maleta grande, en su mano llevaba una vela y en su oreja llevaba una llave.
Viendo la oportunidad de estar con la dama escapar rapidamente de su alcance, el hombre casado decidió confrontarla y confesarle el amor que había callado. Se levantó del sofá en el que estaba acostado, se puso de cuclillas, y le hablo con el corazón en mano. Le dijo que no se preocupara, que él no pedía nada de ella y que la cuidaría de Don Horacio.
En ese raro momento, el corazón de la dama se vió capturado por una inmensa interrogante. El cariño que tenía por el hombre casado era innegable, pero el amor parecía ser solo una posibilidad, y una posibilidad escalofriante. Ella sentía que aunque pudiera haber amor, para los dos ya era demasiado tarde.
Temiendo que causaría un escandalo si le decía al hombre lo que en verdad estaba pensando, frustrando de paso su escape y metiéndola en un peor relajo, la dama de blanco le dió una respuesta que considero lo tendría calmado. La dama le dijo al hombre: -Quizás te quiero, pero primero necesito pensarlo.-
Conmocionado, aunque bastante optimista por la extraĂąa respuesta, el hombre casado le propuso a la dama acompaĂąarla en su fuga. La dama de blanco, ansiosa de salir de esa finca funesta, accediĂł sin pensarlo y salieron juntos por una de las inmensas puertas.
Corrieron con sigilo hacia el bosque. Puck, desde lo alto de un ĂĄrbol, fue testigo de todo esto. Puck, un duende romĂĄntico (y ya bastante entrometido en todo este cuento), se habĂa puesto a la tarea de hacer posible el amor al cual estos dos tontos estaban indispuestos.
Al levantarse, Don Horacio y la esposa armaron un tremendo teatro. Don Horacio sospechó que su prometida había sido secuestrada por el hombre casado. La esposa dijo que la dama de blanco había a su hombre engatusado. Lo que ellos no sabían era que el hombre y la dama, mientras tanto, llevaban alrededor de seis horas muy desubicados. Don Horacio y la esposa decidieron ir a buscarlos.
Puck quería ayudar a estos pobres escapistas enamorados, sin embargo, este espiritu solo sabía hacer fechorías, para invocar mapas o alumbrar caminos no se sabía ningún encanto. Los enamorados, de tanto caminar juntos, una unión en sus almas habían notado.Reían, mientras que Don Horacio y la esposa desde que salieron estuvieron peleando.
Desesperado, Puck empezó a pensar en como podría sabotear a la esposa y a Don Horacio. Primero se le ocurrió que podría hacerlos caer por un risco, o tal vez, dirigirlos a un circulo de hadas donde ellos quedarían por siempre atrapados. Pero después de tanto pensar, Puck recordó un hecho inusitado. Cerca del bosque había un campo de violetas donde Cupido dejó una flecha clavada. Esas flores tenían el poder de dejar a cualquiera enamorado de la primera persona que cruzara su mirada.
A Don Horacio y la esposa los acompañaron cinco sirvientes y una mucama. Uno de ellos era Walter, un irlandés que termino aquí por un negocio de whisky que lo dejó quebrado. La mucama se llamaba Wanda y había venido desde Viena buscando un clima más templado. Los dos fueron victimas de sueños frustrados, por lo que Puck pensó que para Don Horacio y la esposa serían buenos enamorados.
Después de toda una noche de estar buscando a sus parejas en fuga, La esposa y Don Horacio decidieron parar y dormirse un rato. La dama y el hombre, por otro lado, llevaban horas caminando y platicando. Ya se conocían más y quizás hasta demasiado, la dama sabía que el hombre disfrutaba de practicar xilografía, mientras que el hombre sabía que el xilófono de su madre era para la dama su objeto más preciado. Mientras tanto, Puck con las flores estuvo jugando, puso a Wanda y Walter (que también estaban dormidos) justo a lado de la esposa y de Don Horacio.
El plan salió justo como Puck lo esperaba. Al despertar, la esposa se enamoró perdidamente del viejo Walter. Cerca de ahí, de la mucama Wanda se enamoró Don Horacio. Lo que no previó Puck es que, por estar tan perdidos, la dama y el hombre llegaron al lugar donde se encontraban los felices enamorados. Al verlos llegar, la esposa le pidió al hombre el divorcio. Justo despues, le dijo Don Horacio: -Te doy lo que sea si te casas con la dama de blanco. Te doy mi carruaje, mi yegua, pues a Wanda es a quien ahora amo.-
Sin meditarlo mucho, el hombre le pidió a Don Horacio su finca. Despues, a la dama le pidió su mano. Ambos acuerdos se concretaron, y tres meses después, bajo la sombra de un zarzal el hombre y la dama de blanco se casarón. Ahora cada vez que el vino está terminado, la dama y el hombre dejan varias barricas en el bosque, sabiendo que la magia de ese lugar fue lo que los salvó de su destino desgraciado. Eso, Puck se los agradece demasiado.
Escrito e ilustrado por Rodrigo Esquinca EnrĂquez de la Fuente
La Dama de blanco es un cuento ilustrado en el que cada pรกgina estรก dedicada a una letra del abecedario.